¡La gloria de Dios te espera, María! Cesan las palabras, el llanto, las
Transcripción
¡La gloria de Dios te espera, María! Cesan las palabras, el llanto, las
En una escena llena de simbolismos se nos presenta la lucha entre una mujer, coronada de estrellas, y el dragón, llamado Satanás (Ap 12,9). Pablo de Tarso nos habla de la victoria final de Jesús con la derrota de la muerte, como nuestro último enemigo (1 Co 15,26). Y Lucas nos cuenta la visitación de la Virgen a su prima y nos permite escuchar el magníficat, el precioso cántico de María (Lc 1,46). ¡La gloria de Dios te espera, María! Cesan las palabras, el llanto, las pruebas, las incomprensiones, la soledad; se acabaron los misterios porque, allá en la casa de Dios, tu Hijo y nuestro hermano, sonriente y gozoso te espera. ¡Subes a lo más alto Virgen y Madre! Tus labios, una vez más, se deshacen en un cántico de alabanza a Dios. Tu corazón sigue enamorado del que en ti se encarnó. Y, al ascender victoriosa, los que te invocamos como Madre y Señora, podremos encontrar tu mismo camino para un día acudir a la cita de tus hijos queridos. en la casa del Dios de los cielos. ¡Guíanos, Madre!, para que ahora nosotros tus hijos sigamos imitando a tu Hijo; para que ahora nosotros tus hijos, felices por el gozo de tu presencia, al mismo tiempo que Jesús, en este día de tu fiesta, podamos gritar llenos de alegría: ¡Madre! ¡Dichosa Tú, María! porque encontraste gracia ante Dios y, en esta fiesta de tu Asunción, el Padre te saluda de nuevo: “Llena de gracia”, la Madre y el Hijo se abrazan de nuevo y el Espíritu y su sierva renuevan el mundo. En tu Asunción, Virgen María, la tierra nos sabe a pan tierno de tu horno y a cielo regalado para siempre. ¡Gracias, oh Dios, por nuestra Madre María! ¡Gracias, oh Dios, por nuestra Señora!