Mercado de trabajo

Transcripción

Mercado de trabajo
Mercado de trabajo
Políticas educativas y mercado de trabajo: en
búsqueda de la armonía
Gabriel Sanchez Zinny / Formar Foundation – Marzo 2012
El presente estudio tiene por objeto reflexionar acerca de la articulación necesaria entre
el sistema educativo y el mundo laboral en la perspectiva del tercer milenio, conjugando
los desafíos de la participación democrática y el desarrollo productivo en América Latina.
En nuestros días, lograr (o en muchos casos mantener) un empleo decente es el objetivo
fundamental de millones de jóvenes en el mundo. Cuando nos referimos a empleo
decente estamos aludiendo a un ingreso apropiado, con beneficios sociales y
especialmente de dignidad y confianza. Lo que está íntimamente asociado a un derecho
vital de todo ser humano: la educación de calidad. Un sistema educativo de calidad
mundial es el motor del crecimiento económico, la innovación, la competitividad y la
creación de empleos (Bulrich, 2011). Es por ello que el “maridaje” entre educación y
empleo debe ocupar un lugar relevante en la agenda regional.
Formar Fundation entiende que la articulación flexible y eficiente entre la educación
formal en el sistema educativo, la capacitación no formal y el aprendizaje en el trabajo
son bases necesarias para responder a los desafíos actuales del mercado laboral.
Construir las competencias de empleabilidad que permitan mejorar la formación de
recursos humanos, sin duda, mejorará la competitividad del sistema productivo.
En este contexto consideramos oportuno señalar (pese a la existencia de iniciativas con
muy buenos resultados) la necesidad de continuar fomentando la adecuada relación
público-privado. Así, el diseño curricular con competencias laborales en el nivel medio
del sistema educativo es una opción para estrechar aún más las relaciones escuela –
empresa con el fin de obtener los resultados que se esperan en la formación del personal,
capacitado y competente, de cara al mercado laboral competitivo.
En este sentido, los desafíos en materia de reforma educativa son muchos y de diversa
intensidad. Pese a no ser objeto central del presente estudio, creemos interesante señalar
algunos de ellos:
1- La equiparación y articulación equilibrada de una educación técnica y de
formación profesional con la educación más “academicista”, en el marco de una
educación permanente.
Mercado de trabajo
2- El impulso de un sistema educativo de calidad mundial como motor del
crecimiento económico - productivo, la innovación, la competitividad y la
creación de empleos.
3- La adecuada articulación e integración de esfuerzos de sectores públicos y
privados de la sociedad
4- La descentralización de los servicios educacionales con la consecución de la
autonomía de los centros educativos.
5- El financiamiento e inversión adecuada de los programas educativos específicos y
del sistema de educación en general.
6- La promoción de una eficiente y provechosa relación entre escuela-empresa que
satisfaga las demandas de un sector laboral dinámico, en un entorno competitivo
y exigente.
7- La promoción, mediante las políticas educativas apropiadas, de la mejora de
calificación, competencia profesional y preparación de los educadores.
Así, en nuestros días, la comunidad internacional palpita al ritmo de diferentes reclamos.
Los jóvenes de diversas partes del mundo piden muy poco, en palabras de Joseph
Stiglitz, “oportunidades para emplear sus habilidades, el derecho a un trabajo decente a
cambio de un salario decente, una economía y una sociedad más justa” (Stiglitz, 2011).
Por su parte, el Informe sobre la Juventud Mundial publicado por el Departamento de
Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (Febrero de 2012) revela la gran frustración de
los jóvenes debido a los altos índices de desempleo que les afectan y a los a numerosos
desafíos a los que deben sobreponerse para encontrar un trabajo decente.
En este sentido y en el contexto actual, nos preguntamos: ¿Dónde trabajan los jóvenes
hoy? ¿Se adecuan sus “skills” al mercado laboral actual? ¿Cuál es (o cuál debería ser) el
rol del sector privado en el diseño de políticas públicas que contribuyan con la futura
inserción laboral de aquellos que no continuarán estudiando?
Buscar las respuestas a estos interrogantes nos lleva por un lado a reflexionar sobre la
importancia de articular adecuadamente y de manera conjunta, entre los diferentes
actores de la sociedad, una solución para la inserción de los jóvenes en el sector
productivo. Pero también nos lleva a plantearnos la necesidad de pensar un nuevo
modelo educativo que responda a los retos del siglo XXI.
Por otra parte, al hablar de la relación entre educación y mundo productivo es preciso
destacar dos elementos. Por un lado, la importancia que tiene la formación de las
personas en su futura inserción laboral de manera eficiente y su impacto en los niveles de
competitividad de las sociedades, y por el otro, es cada vez más necesario abordar el tema
de la orientación vocacional (Bullrich, E. y Sánchez Zinny, G., 2011). Sin duda, un
servicio de orientación vocacional bien desarrollado y altamente calificado se presenta,
en el complejo panorama actual, como uno de los instrumentos más efectivos para
enfrentar los vertiginosos cambios y demandas del mercado actual.
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Diferentes expertos en materia educativa han alertado sobre la necesidad de construir un
nuevo modelo educativo en el cual es importante contar con todos los agentes sociales y
en primer lugar con los alumnos. Sin duda, los estudiantes del siglo XXI necesitan
aprender otro tipo de habilidades (skills) que no son las del pasado, como bien afirma el
experto de Harvard Wagner. Estas habilidades hoy no se enseñan en las escuelas.
Construir una sociedad que cuide el talento, el pensamiento crítico y la creatividad de los
estudiantes es el desafío de los decisores en materia de educación en nuestros días de
cara al futuro.
1. Hablemos de números
Distintos informes de organismos internacionales tales como la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) indican que los jóvenes constituyen a nivel mundial el grupo poblacional con
mayores problemas de inserción en el mercado laboral. Las altas tasas de desempleo
juvenil, generalmente muy por encima de las respectivas tasas nacionales, son un
fenómeno típico a nivel mundial con fuertes implicancias tanto en términos de las
perspectivas laborales y de ingresos futuros como por su relación con problemas de
carácter social. Según la OIT, el mundo enfrenta el “desafío urgente” de crear 600
millones de empleos productivos durante la próxima década a fin de generar un
crecimiento sostenible y mantener la cohesión social.
Al respecto, las cifras son alarmantes. Como consecuencia de la crisis económica mundial
de los últimos años, existen 81 millones de jóvenes desocupados en el mundo, lo que
constituye la mayor cifra de jóvenes desocupados de la historia. La tasa de desocupación
golpea al nuevo y viejo mundo: Europa se encuentra cerca del 24% y en los Estados
Unidos, por cada puesto de trabajo hay seis aspirantes. En América Latina, las cifras
también son sugerentes: 7 millones de jóvenes se encuentran desocupados. Y los jóvenes
que sí están ocupados tienen condiciones mucho peores que los otros grupos de edades:
ganan la mitad del sueldo que los adultos y el 68% no posee seguro médico (Kliksberg,
2011). Pese a esta situación, en países como Argentina, Uruguay, Chile y Brasil ha habido
grandes avances, aunque las cifras siguen siendo muy lejanas a la situación ideal. En ese
marco, la OIT (2010) llama a los jóvenes, en un riguroso informe "la generación
perdida", refiriéndose a aquellos que han abandonado la búsqueda de trabajo debido a
que no ven posibilidad alguna de encontrarlo.
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Gráfico 1: PBI real y tasa de desempleo juvenil en América Latina 2007 2010 (%)
Fuente: OIT 2010
El informe “Tendencias Mundiales del Empleo 2012: Prevenir una crisis mayor del
empleo” (GET 2012 de OIT) señala que 74,8 millones de jóvenes entre 15 y 24 años
estaban desempleados en 2011, un incremento de más de 4 millones desde 2007. Este
mismo informe agrega que, a nivel mundial, los jóvenes tienen tres veces más
posibilidades que los adultos de estar desempleados. Según este estudio, la tasa mundial
de desempleo juvenil, de 12,7 por ciento, se ubica en 1 punto porcentual por encima de
los niveles anteriores a la crisis.
En este contexto, diferentes académicos y expertos en la materia afirman que el acceso a
la educación y al trabajo no es sólo una tarea del sector público. El sector privado puede
(y en nuestros días podríamos concluir) que posee el deber de colaborar en el diseño de
políticas públicas que beneficien la mejor y mayor inserción de los jóvenes en el mercado
laboral. Actualmente, en el mundo entero, se están llevando adelante acciones de ese
tipo. En Estados Unidos, Alemania y los países nórdicos, por mencionar sólo algunos, las
empresas privadas asumen su responsabilidad social empresaria con el fin de crear
puestos de entrenamiento en primer lugar, seguido de oportunidades de trabajo para
jóvenes excluidos. Estas acciones concretas son las que producen resultados en el
mediano y largo plazo.
Por otra parte, en América Latina existen iniciativas de esta índole. Ejemplo de esto, es la
constitución de una Red de Responsabilidad Social Empresaria y Trabajo Decente, cuya
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finalidad es la de promover la cultura del trabajo de calidad y el diálogo social como
condición necesaria para el desarrollo de una economía inclusiva, sustentable y
competitiva.
Entre 1990 y 2006, el desempleo en la población joven (de entre 15 y 24 años de edad) ha
sido más alto que para el resto de los grupos etarios de América del Sur. En los primeros
años de la década de 1990, el desempleo juvenil se ubicó alrededor del 16% para luego
incrementarse sistemáticamente hasta alcanzar el 24,1% en 2003. Luego de ese año, la
tasa de desempleo juvenil en la región comenzó a decrecer, hasta llegar a un 19,5% en
2006 y finalmente en la actualidad las cifras comienzan a elevarse nuevamente como
consecuencia de la crisis económica – financiera internacional.
Por otra parte, la tasa de desocupación de mujeres jóvenes en América Latina es del 17%,
mientras que la de los hombres jóvenes es del 11%. Otro dato revelador que
consideramos oportuno señalar, que preocupa a la OIT, es que un 20% de los jóvenes no
estudia ni trabaja, y de ese grupo la mayoría son mujeres (67%).
No obstante, en la actualidad, en América Latina, el hecho de tener empleo no garantiza
salir de la pobreza (o bien no recaer en ella), situación que se explica en gran parte, por
la alta incidencia del empleo informal. El desafío más importante para los países de
América del Sur será entonces mejorar la calidad de la educación. En este sentido, los
empleadores deben estar indefectiblemente involucrados en el debate, diseño e
implementación de políticas públicas educativas debido a que la calidad de la educación
que se imparte a los estudiantes determina la futura fuerza laboral de una nación. En
este sentido, la calidad de los puestos de trabajo del futuro determinará la eficacia y el
alcance de la red de seguridad social ya que su aporte impositivo afectará la atención que
los ciudadanos reciben (Bullrich, E. y Sánchez Zinny, G., 2011).
Volviendo al caso de Argentina, las tasas de desempleo juvenil han sido históricamente
más elevadas que las del total de la población. Según los datos suministrados de manera
provisoria por el Censo 2010, entre octubre y diciembre de ese año 833.000 personas
buscaron trabajo y no lo encontraron, realizando una proyección a toda la población de la
República Argentina, son aproximadamente 1.200.000 personas. La Subsecretaría de
Programación Técnica y Estudios Laborales identifica a Argentina como el segundo país
de Latinoamérica con mayor desempleo juvenil: el 30,9% de los jóvenes de entre 15 y 24
años está en esa situación. Ello equivale a que uno de cada tres jóvenes no tiene trabajo,
de acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
Sin duda, el empleo joven ha demostrado ser más vulnerable ante la crisis financiera
internacional. Según el Banco de Datos y Procesamientos Estadísticos del Ministerio de
Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la República Argentina, un 20% de los jóvenes
está desocupado. Es decir, uno de cada cinco, tiene problemas para conseguir trabajo. Si
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miramos los índices de los últimos años, observaremos que la tasa de desempleo en
Argentina ha sufrido grandes variaciones, tanto entre los adultos como entre los jóvenes.
Sin embargo, el nivel de desempleo que afecta a los más jóvenes, tomando en particular
las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata, se estima que es un 26% más alta que la
tasa de los adultos, según un estudio realizado por el Centro de Estudios y Acción Social,
Desarrollo Joven.
Se evidencia así que, para los jóvenes, en la actualidad, ingresar en el mercado de trabajo
es mucho más difícil que décadas atrás cuando les tocaba el turno a sus padres. Esta
afirmación se hace eco de manera repetida entre los reclamos de los jóvenes indignados
en diferentes partes del mundo.
No sólo las economías en transición en América Latina o el este de Europa experimentan
altas tasas de desempleo y, en general, bajos niveles de participación entre la juventud,
sino que también ha sido un fenómeno propio de las economías avanzadas. En efecto,
desde la década de los 1980s y durante los 1990s, la mayoría de los países de la OCDE
han visto un deterioro de sus indicadores de empleo, incluyendo el crecimiento del
desempleo juvenil. Asimismo, este fenómeno no es exclusivo de la vieja Europa
continental, sino que ha afectado también a los Estados Unidos y a otras economías
liberales anglosajonas. Aunque durante esta década los indicadores han experimentado
una ligera mejoría en Europa, destacando la recuperación de países como Dinamarca y
los Países Bajos, la preocupación persiste entre los responsables de implementar políticas
públicas de formación y empleo.
En este marco, es oportuno mencionar, algunas de las principales tendencias a nivel
internacional que enfrentan los jóvenes al momento de ingresar al mercado laboral. Por
un lado, un aumento de la tasa de desempleo en los estratos más jóvenes del mercado de
trabajo, desde la década de 1980s a nuestros días. Por otra parte, un deterioro de los
ingresos de aquellos que trabajan respecto del mismo estrato de población hace 20 o 30
años atrás. Este deterioro se cristaliza en el hecho que segmentos considerables de la
juventud trabajan en empleos calificados con salarios bajos y que la probabilidad de que
consigan un trabajo de ese tipo ha aumentado considerablemente. Otra de las tendencias
a señalar es un aumento de la proporción de jóvenes que encuentran empleos para los
que se requieren menores cualificaciones educacionales que las que ostentan
(sobrecalificación).
Por último pero no por eso menos importante, es preciso señalar que existe una mayor
tasa de desempleo entre las mujeres jóvenes que entre sus pares masculinos. Al respecto,
el Informe sobre la juventud mundial publicado en febrero de 2012 del que hicimos
mención en párrafos anteriores, recopila comentarios a través de Internet de más de
1.100 jóvenes de todo el mundo y resalta que son las mujeres quienes afrontan más
dificultades que los varones, incluida la discriminación para ser elegidas para un puesto,
además de que reciben salarios más bajos (ONU 2012).
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Sumando a ello, en Argentina, el desfasaje que existe entre inversión destinada a la
educación y los resultados obtenido por debajo del promedio general educativo de la
región deja de manifiesto la necesidad de comenzar un proceso de reforma profundo y
basado en un consenso entre distintos sectores de la sociedad civil, con especial énfasis
del sector productivo.
Por su parte, las reformas educativas (Carnoy y Castro, 1996) y los programas de
capacitación de los ministerios de Trabajo de México y de Brasil, así como los proyectos
que siguen el modelo de Chile Joven (CINTERFOR, 1997) intentan aportar respuestas a
estos condicionamientos. Los gastos promedio por estudiante en el sistema educativo se
mantienen por debajo de los países industrializados, las tasas de estudios completos son
bajas, el rendimiento en ciencia y tecnología es débil y, sobre todo, existe una gran
brecha en el rendimiento de los alumnos de niveles socioeconómicos medios y altos que
concurren a escuelas adecuadas, y los de los sectores populares que suelen asistir a
escuelas de baja calidad (Puryear, 1997). En estas circunstancias, la segmentación
educativa lleva a que los jóvenes provenientes de los sectores más pobres de la población
ingresen en un círculo vicioso de exclusión, pues carecen del capital humano y social que
les permita competir por los puestos calificantes del mercado de trabajo.
Tabla 1: Características de los jóvenes según condición laboral y educativa
Sólo
estudia
Total
32,8
Hombre
Mujer
Sólo
trabaja
Estudia y
trabaja
No estudia
ni trabaja
Total
33,5
12,6
21,1
100
46,2
63,7
58,2
28
49,7
53,8
36,3
41,8
72
50,3
Fuente: Trabajo Decente y Juventud: America Latina. OIT, 2007
Gráfico 2: Distribución de la población juvenil según tipo de actividad 2005 2008 en América Latina (%)
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Fuente: OIT.
2. Empleo juvenil: una preocupación mundial
Según la ONU, 80 millones de nuevos puestos de trabajo serán necesarios durante los
próximos dos años para regresar a las tasas de empleo anteriores a la crisis (27 millones
en las economías avanzadas; el resto, en países emergentes y en desarrollo) (ONU, 2011),
y debido a ello el empleo juvenil sigue siendo motivo de preocupación universal.
Como mencionamos en párrafos anteriores, las estadísticas preocupan: uno de cada tres
jóvenes en el mundo está buscando trabajo pero no encuentra, otros han dejado de
buscar por completo, y muchos, aunque trabajan, viven por debajo de la línea de pobreza
(menos de dos dólares al día). La situación se agrava todavía más cuando los jóvenes no
participan del sistema educativo y por lo tanto no tienen preparación para poder
participar del competitivo mercado laboral. En suma, esto perpetúa el ciclo de
insuficiente educación, empleos de baja productividad y pobreza intergeneracional. Los
líderes del mundo no están de brazos cruzados. En este sentido, han cristalizado sus
esfuerzos en los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODMS) con el fin de mejorar el
empleo juvenil.
Por su parte, el informe elaborado por la Organización Internacional del Trabajo,
presentado en 2010, afirma que a finales de 2009 existían 81 millones de jóvenes
desempleados; es decir, 7,8 millones más que en 2007. En América Latina, Argentina,
Brasil, Chile y Uruguay son los países que han desarrollado mayor cantidad de
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características en común, pero también ciertas diferencias que se han acentuado en la
década de los 90, por la distinta evolución económica que estos estados han presentado
(Tokman).
Si bien en estos últimos años, los países de América del Sur han logrado reducir las
situaciones de pobreza, la desigualdad sigue representando una tarea pendiente. Según
datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), aunque estos
países lograron reducir el coeficiente Gini (que mide la desigualdad) en un 9% entre
1999 y 2009, esta región sigue siendo en nuestros días la más desigual del mundo. Es
decir, persisten niveles importantes de desocupación, a lo cual se agrega la alta
incidencia del empleo en el sector informal, las fuertes brechas salariales, la
precarización de las condiciones de trabajo y la exclusión de una cantidad sustancial de
población de la protección social contributiva. De este modo, los países de esta región
deben desarrollar importantes tareas para lograr empleos de calidad para toda la
población.
Así, los problemas de empleo y desafiliación de los jóvenes se han tornado en un
verdadero desafío para quienes diseñan políticas públicas. Desde hace tiempo, se
implementan programas y estrategias diversas que en gran medida, comparten un
diagnóstico inespecífico sobre el trasfondo de los problemas en el mercado de trabajo y
los llamados “déficits” de formación. Estos enfoques resultan limitados frente a la
compleja trama de dimensiones estructurales, institucionales, familiares, individuales y
subjetivas que colocan a los jóvenes, en particular a los más pobres, en situación de
desventaja (Jacinto y Millenaar, 2008).
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el desempleo juvenil en América
latina y el Caribe asciende al 14%, el doble que la tasa general urbana, y el 60% de los
trabajadores jóvenes tiene empleos informales. Además, el 20% de los 106 millones de
jóvenes en la región no estudia ni trabaja (Foro Internacional sobre Empleo, Juventud y
Gobernabilidad Democrática, 2011). Por su parte, Naciones Unidas (ONU) advierte sobre
la fragilidad laboral de los jóvenes a nivel mundial. En todas las regiones del mundo, los
jóvenes en edad de trabajar están afectados en forma “desproporcionada” por el
desempleo, el subempleo y los trabajos precarios. Según el informe sobre la juventud
mundial del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, tal situación
supone “un urgente reto con implicaciones de largo plazo tanto para la juventud como
para la sociedad”. Incluso cuando encuentran empleos, los jóvenes son más proclives a
enfrentarse a inestabilidad laboral, menores oportunidades para desarrollar sus
habilidades y para avanzar.
Consideramos oportuno señalar algunos datos vinculados a la asistencia escolar. La
CEPAL, en diversos informes, señala que entre 1990 y 2005 la asistencia escolar entre 12
a 14 años de edad se incrementó del 84% al 94% mientras que entre los de 15 a 17 años el
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Mercado de trabajo
aumento fue del 61% al 76%. Los datos presentados por el SITEAL son significativos, en
Latinoamérica menos de la mitad de los y las jóvenes de 20 años logran completar la
secundaria. Asimismo, las cifras indican la presencia de un promedio del 21.2% de
jóvenes de 20 años aún escolarizados entre quienes no completaron la secundaria, lo que
indica la existencia de un retraso escolar importante, aunque también la posibilidad del
incremento del porcentaje de conclusión. El promedio de años de estudio entre los que
no han completado la secundaria y están desescolarizados es del 6,7%, lo que implica que
muchos de estos jóvenes ni siquiera terminaron la secundaria básica o incluso la
primaria.
En este sentido, lograr que la educación para todos y todas se concrete- tal como
plantean los protocolos y convenciones internacionales y regionales, además de los
marcos de Educación para Todos (EPT) de Jomtien (1990) y Dakar (2000)-, nos lleva a
debatir el modelo de desarrollo que eligen los países de la región y la concreción del
conjunto de derechos económicos, sociales y culturales de las poblaciones. Nos reta, por
fin, a debatir también las prioridades presupuestarias de los gobiernos, que suelen ser un
espejo del modelo de desarrollo adoptado (Informes SITEAL).
En este panorama, el 16 de septiembre de 2011, en el marco del Seminario Internacional
Educación, una agenda urgente, organizado por el Movimiento Todos Pela Educação de
Brasil, se reunieron en Brasilia varias organizaciones con el propósito de la creación de
una red que abarque la región para mejorar la calidad educativa, potenciando los
recursos, capacidades y talentos que ya están presentes en cada grupo. La Red reúne a
organizaciones de Brasil (Todos pela Educaçao), Perú (Empresarios por la Educación),
Argentina (EducAr 2050), Chile (Educación 2020), Colombia (Empresarios por la
Educación), Ecuador (Grupo Faro), El Salvador (FEPADE), Guatemala (Empresarios por
la Educación), Honduras (FEREMA), Panamá (Unidos por la Educación), Paraguay
(Juntos por la Educación), República Dominicana (Acción por la Educación) y México
(Mexicanos Primero).
Como resultado de las primeras reflexiones de esta red se estimó la existencia de 23
millones de niños y adolescentes entre 4 y 17 años que están sin escolarizar en el
continente, donde la calidad de la educación es baja en todos los niveles y desigual entre
los grupos étnicos y socioeconómicos, la profesión docente está desprestigiada y tiene
incentivos desalineados, y que los padres y la sociedad en general han mostrado una gran
irresponsabilidad al no involucrarse activamente en este tema crucial.
Es destacable mencionar que el lugar elegido para iniciar esta iniciativa no ha sido
casual. Según cifras oficiales, el 10% de la población de Brasil es aún analfabeta; sólo el
44% de los jóvenes de 19 años termina la escuela secundaria, y sólo el 12% de los jóvenes
asiste a la universidad. Los estudiantes brasileños ocupan el puesto número 53 entre los
57 países de las pruebas estandarizadas PISA de ciencias y matemática, y no hay ninguna
institución de educación terciaria brasileña en el ranking de las 200 mejores
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universidades del mundo ("Suplemento de Educación Superior" del Times, Londres,
2009). Es por ello que, finalmente y contrariamente a lo que ocurre en la mayoría de los
países latinoamericanos donde los empresarios más grandes tienen cada uno su propia
fundación educativa, en Brasil los principales magnates formaron una coalición
educativa con una serie de objetivos comunes.
Finalmente, debemos hacer referencia a la ausencia de una política educativa orientada
claramente a las necesidades y capacidades que efectivamente deben adquirir los jóvenes
para enfrentar los nuevos desafíos de este siglo. Un número creciente de líderes
empresariales, políticos y educadores están unidos en torno a la idea de que los
estudiantes necesitan "nuevas habilidades del siglo 21" para alcanzar el éxito hoy en día.
Un joven que ingresa al mercado de trabajo no tendrá las competencias técnicas que
requerirá para toda su vida laboral pero sí puede tener herramientas como la creatividad,
innovación y emprendimiento, que lo ayudarán a liderar en los caminos venideros.
Tony Wagner, miembro del Centro de Tecnología y Espíritu Emprendedor de Harvard,
ha valorado el pensamiento crítico como el arma más importante para enfrentarse a los
nuevos tiempos. “Nuevos retos que abren nuevas posibilidades a la educación,
conscientes de que los estudiantes de hoy necesitan nuevas habilidades y, la mayoría de
ellas, no se enseñan actualmente en las escuelas” (Tony Wagner). Con dicha afirmación,
este autor destaca la necesidad de fomentar un pensamiento crítico que puede resumirse
en saber hacer las preguntas adecuadas y ser capaz de trabajar en equipo con talento y
creatividad. En este marco, Wagner fija siete competencias básicas, necesarias para que
nuestros estudiantes tengan éxito en la era de la información y la comunicación. Si bien
no deberían ser consideradas como exclusivas, son necesarias para los tiempos que se
avecinan:
1. Resolución de problemas y pensamiento crítico
2. Colaboración en redes y liderazgo en las mismas
3. Agilidad y adaptabilidad
4. Iniciativa y espíritu emprendedor
5. Dominio efectivo del lenguaje oral y escrito
6. Acceso a la información y análisis de la misma
7. Curiosidad e imaginación
Este es un momento decisivo en la historia de la educación y la competitividad. Los
cambios fundamentales en la demanda de la economía requieren de políticas audaces y
creativas. La formalización de la relación entre la educación y la competitividad con una
agenda centrada en las habilidades del siglo XXI, apoyada por los ciudadanos,
empresarios, educadores, investigadores y líderes de opinión es el punto de partida.
Frente a este desafío se requiere de un liderazgo fuerte y con visión de futuro de los
gobiernos nacionales, de las autoridades estatales y locales.
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Mercado de trabajo
Tabla 2: Perfil de escolarización de jóvenes de 20 años en América Latina
Jóvenes con el secundario completo entre aquellos que tienen 20
años de edad (%)
País
Área Geográfica
Clima Educativo del
Hogar
Sexo
Total
Urbana
Argentina
Urbano
Bolivia
Brasil
Colombia
Costa Rica
Chile
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
Mexico
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Uruguay
Todos los
países
considerados
Rural
62,1
62,1 -
52,5
46,9
60,5
36,4
76,3
52,2
36,2
15,8
19,8
46,7
26,4
57,3
49,5
64,1
32,6
60,1
51,9
75,9
43,8
78
62,5
48
25,2
33,1
50
36,9
70,5
59,2
75,4
33,1
48,5
54,8
Hombre
Mujer
Bajo
Medio
Jóvenes de 20
años aún
escolarizados,
entre quienes
no
completaron
el secundario
Promedio de
años de
escolarización
de los jóvenes de
20 años que no
completaron el
secundario, y
están
desescolarizados
Alto
57,4
65,7
13,1
51
96,2
20,2
7,8
26,2
20,2
29,6
26,4
63,4
29,8
20,9
5,3
7
32,1
10,3
32,7
32,1
41,5
25
53,3
41,5
53
33,1
75,3
51,1
34,7
17,6
17,8
45,2
21,3
51,5
48,2
63
26,8
51,8
52,2
66,6
39,4
77,3
53,3
37,5
14,3
21,5
48,1
31,8
62,4
50,7
65,4
38,3
1,9
10,4
14,9
1,9
18,2
5,6
6,7
2,2
0,8
6,2
1,8
0,3
2,1
16,5
2,3
50,3
56,5
72,7
30,5
65,6
49,9
43,9
31
28,5
39,8
42,4
50,9
51,6
72,9
19,8
93,8
95,1
96,7
89,9
96,7
97,4
96,8
79,7
81,2
92
92,4
93,1
97,1
95,3
19,8
29,8
32,2
7,2
26,7
28,1
12,9
13,1
14,3
20
8,7
18,6
13,7
17,8
8,8
24
6,8
6,5
6
6,6
8,6
6,6
6
4,6
5,1
7,7
5,1
6,9
6,7
6,4
8
25,3
45
51,8
8,7
52,6
94
21,2
6,7
Fuente: SITEAL, IIPE / OEI, 2008
3. Educación y nuevas políticas públicas de formación para una
inserción laboral eficiente.
Diferentes estudios destacan el efecto positivo que tiene la inserción laboral temprana de
los jóvenes sobre sus posibilidades laborales futuras (Ruhm 1997, D’Amico 1984 y Marsh
1991). Estos argumentan que el empleo temprano puede facilitar la transición entre
educación y mercado laboral a través de la incorporación de hábitos de trabajo y
habilidades valoradas por los empleadores, así como por la generación de contactos que
12
Mercado de trabajo
mejoren el proceso de búsqueda posterior (Michael y Tuma, 1984). En el corto plazo, los
jóvenes con experiencia laboral temprana, obtienen mejores empleos y experimentan
una menor tasa de desempleo.
Producto de la evolución de las economías nacionales, la conformación de sus sistemas
productivos, el proceso de apertura comercial y las tendencias del mercado laboral, la
relación entre educación y trabajo ha sufrido profundas transformaciones en América
Latina en las últimas décadas. Nuevas realidades han surgido en este contexto, como el
crecimiento del desempleo estructural y la expansión del sector informal. Tales
transformaciones han provocado la revisión de políticas públicas e iniciativas privadas,
ante la necesidad de formación de la población, especialmente de los más jóvenes.
La participación del sector laboral en el diseño de políticas públicas vinculadas a la
educación y en particular de la educación técnico profesional es ampliamente solicitada
por los gobiernos y atendida con seriedad por algunos sectores del mundo laboral. Como
consecuencia de ello, se han diseñado nuevas estrategias de formación, dando paso a
nuevas instituciones y actores al mercado de formación, con diferentes esquemas de
financiamiento y provisión (Vera, 2009).
No obstante, los lazos y puentes entre la educación y el trabajo siguen siendo difíciles de
construir. Entre diferentes académicos existe un argumentos según el cual los mercados
de trabajo flexible disminuyen el desempleo general y juvenil al introducir incentivos a la
contratación (Nickell, 1997 y 2003). La investigación empírica, sin embargo, indica que
escenarios dinámicos de empleo son la consecuencia de determinadas reformas
institucionales aplicadas sobre puntos de partida y contextos específicos. Por tanto, una
reforma (o una combinación de ellas) tendrá los efectos esperados en la medida que
actúe sobre las condiciones correctas. Es decir, sobre un conjunto de instituciones
apropiadas, en una determinada coyuntura o punto de arranque. En suma, consideramos
oportuno señalar que la relación mercado de trabajo y flexibilización laboral tiene
características diferentes en cada uno de los estados latinoamericanos. Sin duda, las
características del sistema de provisión de servicios y asistencia social (el “welfare state”)
son determinantes al respecto (Esping-Andersen, 1990).
Quizás uno de los desafíos más complejos de los años recientes esté relacionado con la
necesidad de una participación cuantitativa y cualitativamente diferente de la sociedad
civil y las empresas, organizadas en la construcción de las políticas públicas, desde lo
local a lo nacional, en materia de educación e inserción laboral.
Las tendencias recientes en el mundo del trabajo y la evolución de los sistemas
educativos y de formación profesional han colocado a los jóvenes latinoamericanos frente
a una compleja paradoja: aún cuando los niveles educativos alcanzados son mayores a los
de generaciones anteriores, tanto en años de escolaridad formal como en la diversidad de
13
Mercado de trabajo
trayectos formativos, los jóvenes encuentran hoy serias dificultades para lograr una
inserción laboral y social plena (Ibarrola, 2004; CEPAL/OIJ, 2004). El objetivo de la
capacitación brindada a los jóvenes debería centrarse en parte, en proveerlos de la
formación necesaria para que en su vida futura, estén en condiciones de lograr los
máximos ingresos posibles.
La capacitación en las empresas ha existido desde décadas pasadas, aunque en los
últimos años, podríamos afirmar que han evolucionado en organicidad y formalidad. Un
rasgo central de este tipo de formación es el desigual acceso que tienen los trabajadores
a oportunidades de capacitación. Existe una marcada diferencia entre las grandes
empresas y las medianas y pequeñas (Pymes). Asimismo dentro de las primeras, las
prácticas de capacitación varían por sector de actividad y jerarquía de los empleados.
La competitividad mundial de un país está dada fundamentalmente por la productividad
de su población, la cual depende a su vez de las capacidades y destrezas obtenidas a
través de la educación y la capacitación. Es decir, la educación en tanto inversión en
capital humano debe ser rentable no solo para los sujetos, sino también para las
empresas y el país. En este marco, la contribución de la educación a la economía de una
región se puede calcular por su efecto en la productividad, la cual se mide comparando la
diferencia de ingresos a través del tiempo de las personas con y sin un tipo determinado
de educación con el costo para la economía de producir esa educación. Esta medida,
desarrollada por el Banco Mundial, es conocida como la “tasa de rentabilidad social de la
inversión en educación”.
En este marco, algunos países han desarrollado importantes programas públicos que
tienen por objetivo propiciar la formación de los trabajadores, tanto los activos como
aquellos que enfrentan problemas de empleo, con el fin de lograr desarrollar
herramientas que permitan una rápida y eficiente inserción en el mercado laboral,
atendiendo las necesidades del sector productivo. Estos programas son llevados adelante
por los Ministerios de Trabajo y han tenido en la región diferentes expresiones.
Argentina y Brasil, por ejemplo, llevan adelante programas de formación que otorgan
financiamiento público directo a planes previamente acordados, con los sectores
productivos en el primer caso y con los gobiernos locales en el segundo. Por su parte,
Chile subsidia las actividades de capacitación de las empresas a través de un mecanismo
conocido como la franquicia tributaria.
Como mencionábamos anteriormente, las pequeñas y medianas empresas (Pymes)
enfrentan problemas estructurales en materia de capacitación, debido a que no tienen ni
el tamaño crítico ni los recursos para afrontar una política de formación. Es por ello que
diferentes gobiernos latinoamericanos han desarrollado diversos programas de
formación, o mecanismos de financiamiento específico, destinados a este tipo de
empresas. Los programas en general son llevados adelante por las carteras de trabajo o
bien por economía, siendo la tendencia la de abordar la empresa en su totalidad como
14
Mercado de trabajo
sujeto de intervención, y ofrecer una propuesta integral de mejora en su competividad, lo
que lógicamente incluye instancias de capacitación, tanto para los empresarios como
para los trabajadores. Un ejemplo de este enfoque fue el Programa de Calidad Integral y
Modernización (CIMO) en México, que alcanzó una importante cobertura durante las
décadas del 80 y 90, continuado luego por el Programa de apoyo a la Capacitación (PAC)
y el Programa de Apoyo a la Productividad (PAP).
En este punto, sería oportuno detenernos a pensar la relación sector productivo, sociedad
civil y Estado y las posibles acciones a implementar en materia de inclusión en el
mercado laboral, teniendo en cuenta las necesidades del sector productivo, de manera tal
que facilite el ingreso de los jóvenes al trabajo con solidez y al mismo tiempo con
flexibilidad.
Diferentes organismos internacionales, entre ellos la OIT por medio del Proyecto
Promoción del Empleo Juvenil en América Latina, fomentan estrategias para la inclusión
laboral de los jóvenes, poniendo énfasis en la relación con el mercado productivo. Una de
las iniciativas es el sistema de pasantía o de inclusión temprana en el mercado laboral,
donde el Estado en conjunto con el sector privado ofrecen prácticas pre-profesionales
con el objetivo de que los jóvenes se familiaricen con las ramas de actividad o
necesidades de las empresas en las áreas que se encuentran capacitando de forma
temprana. En este sentido, y a modo de ejemplo traemos la experiencia del PREAL, cuyos
objetivos han sido impulsar la descentralización de la gestión, la educación con equidad,
y promover la calidad educativa, el perfeccionamiento docente y el financiamiento
compartido por diversos actores sociales; la desconcentración de la gestión educativa
hacia las municipalidades y la vinculación del sector empresarial con el sector social, los
gobiernos locales y los padres de familia (Gajardo, 1999). Sus dos programas
institucionales son “Empresa y educación”, diseñado para vincular la educación con los
procesos productivos y para que el sector empresarial ejerza el liderazgo en el
mejoramiento de la calidad educativa, y el programa de “Pasantías para docentes en
América Latina y el Caribe”.
Otra iniciativa es la de propiciar la participación activa de las organizaciones de
empleadores en la gestión y planificación de liceos técnicos. Resultan aconsejables dos
iniciativas: por un lado estimular la participación del sector empresarial en los liceos
técnicos que presentan menor tasa de inserción de sus egresados y, por el otro,
identificar las razones de esta asimetría, comparando dos grupos de liceos técnicos (con y
sin participación empresarial).
Asimismo resultaría interesante, frente al problema del desempleo y sub-empleo juvenil,
identificar cuáles son las ocupaciones en el ámbito formal del mercado de trabajo donde
los jóvenes lograron empleos de calidad. La finalidad es utilizar estos datos como
15
Mercado de trabajo
instrumentos de acciones políticas, basándose indicadores del mercado de trabajo con el
fin de orientar la formación hacia la demanda específica.
Sin dudas, consideramos necesario institucionalizar un sistema de educación y trabajo
con recorridos flexibles para los jóvenes. Esto implica desde revalorizar los liceos
técnicos (la percepción es que el sistema favorece claramente las carreras profesionales
frente a las técnicas), pasando por la retención escolar, hasta posibilitar compatibilizar el
estudio y la formación permanente con el trabajo.
Es necesario revalorizar el aprendizaje y la educación también fuera del sistema de
enseñanza formal, es decir, abrir la mirada a distintos ámbitos de formación no formal,
como generadores de credenciales válidas para el logro de la inserción laboral.
De acuerdo a lo mencionado anteriormente, observamos que se debe prestar especial
atención a las instituciones de regulación del mercado de trabajo (sistemas de educación
y entrenamiento de jóvenes, sueldos e impuestos al trabajo, y los modelos de relaciones
industriales), el ciclo económico general de un país, y el impacto de “shocks” económicos.
En tal sentido, la evolución de fenómenos tales como los modelos familiares y las
estrategias y expectativas de inserción laboral de los jóvenes, son considerados como la
consecuencia de una determinada situación del mercado de trabajo. (Weller, 2006).
Sin dudas, las tendencias mencionadas hasta aquí, nos llevan a reflexionar acerca del
marco institucional que regula el mercado de trabajo. En términos generales, es
importante prestar especial atención, como ya mencionáramos, a las instituciones y
organizaciones que regulan tanto el mercado de trabajo agregado como el de jóvenes. En
este sentido, en los diferentes países latinoamericanos, se implementan políticas públicas
específicas de promoción y reinserción laboral, así como aumentos salariales para el
grupo de población joven.
Siguiendo con la compleja relación educación-trabajo, otro de los temas que ha vuelto al
debate regional, dentro de los que conciernen a la diferenciación institucional y/o
curricular, se refiere a si una reformulación del lugar de los saberes del trabajo en la
escuela secundaria puede ampliar las oportunidades laborales de los jóvenes.
Actualmente, en algunos países de la región, el debate reside en una reformulación del
lugar de la formación para el trabajo en los liceos, tanto la técnica como la académica. En
efecto, si se repasan las iniciativas recientes en la región latinoamericana en relación a la
educación técnica, nuevas tendencias apuntan a reintegrar el modelo institucional y
curricular y a articularla con un sistema de formación continua y de certificación de
competencias. La tendencia en nuestros días busca revalorizar la articulación de la
educación con la preparación para el trabajo de un modo que podría denominarse
intermedio “entre el generalismo y la formación profesional específica”. Se advierte una
corriente de contribuciones teóricas y de iniciativas en las políticas públicas que
16
Mercado de trabajo
comienzan a revisar las posturas acerca del significado de la formación para el trabajo en
el nivel medio de la educación.
Las complejidades y tensiones de los mercados de trabajo latinoamericanos (diversos y
segmentados) y su vínculo con la educación han instalado interrogantes en torno a: ¿Qué
contribución puede realizar la escuela a la comprensión del mundo del trabajo, sus reglas
de juego y sus vinculaciones con el desarrollo del país? ¿Cuál debe ser el papel de la
escuela en la orientación a los jóvenes egresados que se enfrentan a un mercado duro e
incierto? ¿Cuál es el rol del sector empresarial? ¿Es conveniente proponer
generalizadamente que la escuela secundaria no forme para nada específico? ¿Cómo
canalizar el desarrollo de competencias emprendedoras? (Jacinto, 2007).
4. Algunos casos internacionales a tener en cuenta
En años recientes, varias evidencias en América Latina parecieran indicar que en la
medida en que el diseño y ejecución de los programas de formación e inserción laboral de
jóvenes responden o se ajustan a los diferentes perfiles productivos locales, aún con
precariedades, cuentan con mayores probabilidades de “éxito”. En este marco, en
América Latina y el Caribe se constatan incipientes resultados cuando se examina la
existencia de políticas públicas en materia de inserción laboral con miras al mercado
productivo. Una iniciativa que consideramos oportuno señalar a nivel regional es el
programa de Tecnología para la Inserción Laboral. Este programa comenzó en
noviembre del 2011 y su novedad reside en dos puntos importantes, por un lado en su
alcance regional (abarca Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Uruguay, El
Salvador, México y Paraguay) y por el otro la cooperación entre actores relevantes de la
sociedad civil: empresas y emprendedores capaces de colaborar en la inserción laboral de
los jóvenes (Redetis, 2011).
Se deben subrayar los esfuerzos de los gobiernos, ya sean nacionales como locales, y la
prioridad dada por la OIT a la puesta en marcha de dichas iniciativas. Algunos países
latinoamericanos han diseñado y/o implementado planes de empleo juvenil con cierto
éxito, entre otros: Brasil, Uruguay y Argentina.
Programa Trabajar en Argentina (OIT, 2001)
Desde la perspectiva de la demanda, el instrumento más reciente son las leyes referidas
al primer empleo que brindan incentivos a las empresas por la contratación de jóvenes,
mediante la reducción de los costos laborales. Estos sistemas también se encuentran
vigentes en México y Chile, mientras que en el Brasil existieron hasta 2007. En el
Paraguay rige una legislación de esta índole pero aún no se puso en marcha, mientras
que en la República Dominicana se está discutiendo un proyecto de ley sobre el tema. Por
17
Mercado de trabajo
su parte, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina enfatiza la
terminalidad de la educación básica en sus programas de formación, entre ellos el más
reciente es “Jóvenes con más y mejor trabajo”.
Chile: subsidio al empleo joven
En el caso de Chile, el subsidio al empleo de jóvenes es directo sobre la remuneración, a
diferencia de México, donde la ley de contrato de primer empleo (2007) establece que el
Estado se hace cargo del pago de los aportes de seguridad social de estos jóvenes. En este
último programa los incentivos se activan luego de un período mínimo de contratación,
situación que tiende a lograr una mayor estabilidad de los jóvenes en su primer trabajo.
En todos los casos, estas políticas tienen como objetivo insertar a los jóvenes en el sector
formal.
Brasil: Escola de Fábrica, “Escuela – Empleo” y “Conexiones”
En cuanto a las acciones desarrolladas en Brasil, en la órbita de la sociedad civil, se
destaca el Programa del “Centro de Integración Empresa-Escuela” (CIEE) y “Projovem”.
Asimismo se lleva adelante el “Programa Nacional de Calificación”. Desde 2004 se viene
implementado a través del Plan Plurianual 2004-2007, a cargo del Ministerio de Trabajo
y Empleo de Brasil. Este programa se encuentra articulado a nivel nacional y al mismo
tiempo, conducido de manera descentralizada por medio de los Planes Territoriales de
Calificación (PlanTeQs) y de los Proyectos Especiales de Calificación (ProEsQs).
Consideramos oportuno señalar, los siguientes proyectos:
- Escola de Fábrica: A nivel nacional, desde el 2004, la Secretaría de Educación
Profesional y Tecnológica (SETEC) dependiente del Ministerio de Educación y Cultura de
Brasil (MEC) lleva adelante este emprendimiento dirigido a los jóvenes con baja renta de
entre 16 y 24 años que estén matriculados en la escuela pública, en un curso de educación
básica o en un programa de educación para jóvenes y adultos. Los objetivos de esta
“Escuela de Fábrica” se centran en incluir a los jóvenes en el mercado de trabajo
mediante cursos de iniciación profesional en unidades formadoras, fortalecer la
descentralización de las políticas públicas mediante actores sociales, públicos y privados
y apoyar las acciones de responsabilidad social de los sectores productivos. En el
programa participan empresas estatales, sociedades de economía mixta, administración
directa, autárquica y fundacional en todas las esferas del gobierno, instituciones privadas
sin fines de lucro, empresas privadas, instituciones educativas certificadas.
- Centro de Integración Escuela-Empresa: Siendo una de las iniciativas más antiguas de
la región, desde 1965 en Brasil, a nivel nacional, se implementan estos centros de
integración, dirigidos a los jóvenes estudiantes de nivel medio, técnico y superiores con el
objetivo de encontrar para ellos una posibilidad de pasantía. Este centro cuenta con 42
años de experiencia, que le han permitido establecer vínculos entre 28114 empresas y
18
Mercado de trabajo
20661 instituciones educativas, ofreciendo
(redetis.org.ar- www.empresas.ciee.org.br)
7722
oportunidades
de
pasantías
- Programa de Educación para el Trabajo – Nuevas Conexiones: desde 1996, el SENAC
de San Pablo (Servicio Nacional de Aprendizaje Comercial) lleva adelante el Programa de
Educación para el Trabajo dirigido a los jóvenes socialmente desfavorecidos, con
reducidas posibilidades de ingreso y permanencia en el mundo del trabajo. La
originalidad de este programa radica en la importancia de la tecnología como medio para
la adquisición de una cultura libre. Su estrategia principal es la creación de un blog en el
cual se llevará adelante la construcción de un plan de desarrollo profesional o de
negocios, buscando la formación integral del alumno y a su participación en la
comunidad. El programa arrojó resultados interesantes: capacitó a más de 40.000
alumnos; luego de un año de concluido el curso 57% de los jóvenes se encuentran
empleados; 76.9% de ellos en el sector formal, 64% llevan más de 6 meses en el mismo
empleo, 49% en comercio y 37.4% en grandes empresas. Entre los socios del programa se
encuentran empresas privadas (tales como Coca-Cola, Femsa, Instituto Eurofarma,
Azucar Guaraní), organizaciones sociales (Instituto Educacional Francisco de Assis,
Legión Mirim de Catanduva) y oficinas municipales del Estado de San Pablo (SENAC San
Pablo)
La importancia de este caso reside en el papel clave que tienen hoy en día las tecnologías
de la información y comunicación (TICs). Este caso deja en evidencia la necesidad de
incluir recursos y recursos didácticos electrónicos que han mejorado la portabilidad del
aprendizaje, logrando una mayor accesibilidad para los usuarios. Las asociaciones no
gubernamentales y el sector empresarial tienen entonces un papel importante a la hora
de contribuir a la cobertura de las TICs, debido a su mayor uso y especialización en esta
área (Bullrich, Sánchez Zinny 2011).
Colombia: “Programa Educativo Líderes Siglo XXI”
Con respecto a las buenas prácticas de Colombia, en un país donde la sociedad civil
lamentablemente sufre los avatares de la violencia y en muchos municipios la ausencia
del Estado, se vienen desarrollando diferentes iniciativas con gran impacto en la
juventud.
Uno de los programas con resultados destacados es el Programa Educativo Líderes del
Siglo XXI, desarrollado por Empresarios por la Educación. Es el sector privado ante la
falta de oportunidad para las jóvenes y jóvenes de Colombia quienes toman la iniciativa
de colaborar en generar condiciones de equidad, a través del mejoramiento de la gestión
del sistema educativo y de la calidad de la educación preescolar, básica y media, atento a
lo que ocurre en la primera infancia y en alianza con el sector educativo y con actores
relevantes de la sociedad civil (www.fundacionexe.org.co).
19
Mercado de trabajo
Desde 2004, el Programa Líderes del Siglo XXI trabaja de manera conjunta con
empresas e instituciones educativas basada en un enfoque de mejoramiento continuo con
el fin de lograr mejores rendimientos en el proceso educativo y transformación de la
cultura de trabajo (Redetis , 2012)
La Fundación Empresarios por la Educación (ExE) tiene su origen en el “Latin American
Basic Education Summit”, realizado en marzo de 2001 en Miami, el cual fue convocado
por un grupo de corporaciones norteamericanas para promover una vinculación más
activa del sector privado con el educativo y contribuir, así, al mejoramiento de la
educación en Latinoamérica. Los empresarios y dirigentes gremiales colombianos, con el
fin de ratificar su compromiso y estudiar la situación de la educación en Colombia
consensuaron un documento, conocido como el Manifiesto del Empresariado
Colombiano sobre la Educación Básica. De esta manera, en 2002 se creó la Fundación
Empresarios por la Educación, como un movimiento para que los empresarios participen
en la transformación del sistema educativo de Colombia.
El punto interesante a resaltar es que proyectos como “Campañas Fundación – Éxito:
Campaña Educativa Creciendo Junto a Mi Tierra” tienen presencia en más de 100
municipios de Antoquia. Las campañas educativas Creciendo Juntos y Mi tierra son
alternativas pedagógicas para abordar, de manera sencilla, temáticas relacionadas con el
conocimiento profundo del departamento y del país. Nos interesa señalar la importancia
particular de este caso: los jóvenes por medio de un aprendizaje lúdico – participativo,
estudian las necesidad de su sector productivo, cultural y social local, situación que
permitirá una inserción acorde al mercado laboral.
Este programa realiza actividades de sensibilización en los colegios y de formación,
visitas a diferentes municipios de Antioquia, foros temáticos, eventos culturales, además
de capacitaciones dirigidas a estudiantes y docentes. Las campañas involucran a
autoridades locales y educativas, así como al sector privado. Aunque la entrega de sus
materiales no es gratuita, éstos son donados, sin costo alguno, a 50 instituciones
educativas. La sostenibilidad de la experiencia se garantiza con la vinculación de nuevos
actores a las campañas.
El caso de “Sembrando Semilla Empresarial” cristaliza la preocupación del sector
privado en resolver una problemática local. La escasa participación de los habitantes de
Sabaneta (Antioquia) en el mercado laboral y la preferencia de los empresarios locales
por empleados de otros municipios, llevó a la necesaria participación de los empresarios
al abordaje de la problemática. La necesidad de una inserción laboral de los jóvenes
sabateños al mercado laboral local llevó a los empresarios al diseño de estrategias de
formación laboral acorde con las necesidades locales e intereses de los jóvenes. La
Cámara de Comercio de la zona Sur del Valle de Aburrá y el Centro de Orientación y
Gestión para el Trabajo-CEOGET realizan mensualmente conferencias y actividades
académicas. En ellas participa un empresario que socializa su experiencia en la creación
20
Mercado de trabajo
de empresa entre los jóvenes de 9° a 11° grado. Además se selecciona un grupo de
alumnos con perfil de liderazgo y calidad académica, para que conozcan los procesos
productivos de algunas compañías. En 2003 se realizó la Primera Muestra Universitaria
de Sabaneta, en la que se trataron temas como: proyecto de vida y empresa,
emprendimiento empresarial y mercado laboral, entre otros (www.fundacionexe.org.co).
Ecuador: “Jóvenes Productivos – Entra 21”
En las ciudades de Quito y Guayaquil en Ecuador desde 2008 se están implementando
diferentes programas. Entre ellos se destaca “Jóvenes Productivos – Entra 21” dirigido a
jóvenes que no hayan terminado el liceo. Con el objeto de proveer a las organizaciones y
empresa empleadoras de mano de obra joven y mejor capacitada para realizar diversas
actividades laborales. Este proyecto cuenta con una certificación la cual otorga la
organización sin fines de lucro que busca elevar la calidad en la prestación de servicios
turísticos con el apoyo del Ministerio de Turismo (Redetis).
Uruguay: “Primera Experiencia Laboral”
En lo que respecta a las iniciativas desarrolladas desde Uruguay se destaca la “Primera
Experiencia Laboral”. Esta experiencia, comenzada en 1993, a nivel nacional, por el
Instituto Nacional de Juventud, se dirige a Jóvenes de entre 16 y 24 años que no están
insertos en el mercado de trabajo, fundamentalmente aquellos provenientes de hogares
con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). El programa ofrece herramientas para que
los jóvenes enfrenten una primera entrevista laboral y para una adecuada preparación
del currículum vitae. También brinda conocimientos sobre derechos laborales y
previsionales. Además se busca insertar a los jóvenes en una primera experiencia laboral
de 9 meses de duración. Esta experiencia se realiza tanto en empresas públicas como
privadas. y cuenta con el seguimiento y el respaldo del Instituto Nacional de Juventud
(INJU). El Programa se encuentra organizado a partir de una Taller Ocupacional que se
encuentran a cargo del equipo técnico del INJU y de pasantes universitarios.
Otros ejemplos de estas políticas en la región son el “BonoEmprende” del Perú, el “Youth
Entrepreneurship Success Programme” (YES) de Trinidad y Tobago, el Fondo
“Emprender” de Colombia y el programa “Chile Emprende” (Camacho, 2009). Todas
ellas son iniciativas del sector público con apoyo del sector privado. Sin embargo,
también existen programas no gubernamentales como el Colectivo Integral de Desarrollo
en el Perú, que se basa en la evidencia de que para iniciar un negocio, la capacitación
empresarial y de gestión resulta más importante que el crédito, dado que la mayoría
comienza utilizando ahorros propios o familiares (Chacaltana, 2009).
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Estrategia Joven y Aprender
trabajando
21
Mercado de trabajo
Con respecto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las tasas de desempleo son
comparativamente mayores para el grupo etario más joven. Es importante señalar que
mientras por un lado la tasa de desempleo para la población de 25 años en adelante es de
7,4%, para los jóvenes de 15 a 24 años ese porcentaje aumenta a 22%. Por otro lado, el
22,4% de los jóvenes de 13 a 17 años de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no asiste al
nivel secundario o lo hace con sobre-edad. Esta situación se agrava para los estratos en
condiciones de pobreza en el que el 71% de los jóvenes no asiste al secundario. Por su
parte, la participación femenina en el mercado de trabajo es muy inferior en
comparación con la masculina entre los jóvenes. De aquí la importancia que adquiere el
incentivar desde la esfera pública, políticas y mecanismos tanto en el incremento de la
participación en el mercado de trabajo como la formalidad del mismo, ya que la primera
experiencia laboral de muchos jóvenes es fundamentalmente en el sector informal
(Velasco Gálvez, 2011).
En este sentido es fundamental la generación de normas específicas en cuanto a las
posibilidades de formación y capacitación, desde la inclusión laboral y social de manera
conjunta desde la esfera local como la nacional, con el sector productivo propio de cada
región o ciudad. En este marco, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha iniciado el
proceso de elaboración del Perfil del Egresado del siglo XXI, tomando como punto de
partida la reforma de la nueva escuela secundaria. Dicha reforma es parte de la nueva
política pública realizada por el Ministerio de Educación de la República Argentina en el
año 2010.
La iniciativa Perfil del Egresado Siglo XXI se presenta en la Ciudad de Buenos Aires
como una oportunidad propicia para fomentar iniciativas orientadas a la innovación de
la enseñanza y la reforma curricular e institucional. Dentro de dicho programa cabe
destacar el rol asignado a las TICs en todos los ámbitos sociales.
Por otra parte, y en consonancia con las nuevas habilidades del siglo XXI descriptas
anteriormente por el experto Tony Wagner, el proyecto busca priorizar saberes
tendientes a la promoción de: pensamiento crítico y resolución de problemas:
analizando rigurosamente la información, los conocimientos y saberes disponibles; el
aprendizaje autónomo y la comunicación efectiva: haciendo referencia al manejo de
diversas estrategias comunicativas y su aplicación de forma clara y concisa en función de
los objetivos propuestos, el contexto y las características de los interlocutores; el trabajo
colaborativo: como la capacidad de participar activamente en equipos diversos,
presentado abiertamente las opiniones propias y manteniendo una actitud respetuosa
hacia los puntos de vista de otras personas; la adaptabilidad e iniciativa: como la
capacidad de adaptarse a nuevos contextos y nuevas ideas de manera flexible e
innovadora, entendiendo el cambio como una oportunidad para el desarrollo personal; la
ciudadanía responsable: en tanto pleno ejercicio de los derechos y obligaciones
culturales, políticas, civiles y sociales, reconociendo su valor para el bienestar y el
desarrollo democrático de una sociedad.
22
Mercado de trabajo
Lo que se busca con esta nueva propuesta formativa es motivar la participación de
diversos actores de la comunidad para consensuarla, convocando a miembros de la
comunidad educativa (docentes, directores, supervisores, familias, referentes de las
universidades) y representantes del mercado laboral (sector privado, tercer sector y
sector público), con el fin de asegurar que el perfil propuesto reúna los principales
atributos que los alumnos egresantes deberán poseer para poder continuar sus estudios y
desempeñarse satisfactoriamente en el mercado laboral, convirtiéndose así en personas
íntegras y ciudadanos comprometidos.
Finalmente y en lo que respecta a los abordajes institucionales en tanto intervenciones en
las esferas sociales, económicas y educativas dirigidas a favorecer la inserción laboral de
los jóvenes, el gobierno de la CABA ha desarrollado diferentes acciones en los últimos
años. Entre ellas, la aplicación de programas que responden a necesidades y demandas
de la sociedad relativas a la educación y el trabajo. El organismo encargado de coordinar
estas políticas y programas es la Gerencia Operativa de Educación y Trabajo (GOET),
dependiente del Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuya
visión se traduce en la dignificación de las personas y mejoramiento de su calidad de vida
a través de la educación y el trabajo. La GOET se propone desarrollar los saberes y
competencias necesarias para que las personas logren, equitativamente, obtener y
mantener un trabajo digno.
En este sentido el gobierno de la CABA ha implementado diferentes estrategias entre las
cuales se destacan el programa de Formación Profesional (FP), el programa de
Educación No Formal (ENOF) y Programas Especiales, que comprenden la Estrategia
Joven y Aprender Trabajando.
5. Políticas educativas y mercado de trabajo: en búsqueda de la
armonía.
En el caso de los jóvenes, la deserción o expulsión escolar temprana, la falta de
congruencia entre educación - formación y las características de la demanda, las grandes
inequidades intra generacionaes y la elevada precariedad de la inserción laboral juvenil,
entre otros factores, tienen consecuencias económicas y sociales que ponen de relieve la
necesidad de contar con políticas públicas que logren enfrentar efectivamente estos
problemas y sus causas.
Creemos entonces que es prioritaria la generación de estudios que indaguen
sobre cuál es la demanda del mercado laboral, con el fin de elaborar un
perfil de trabajador joven que responda a dichas necesidades. La vinculación
entre educación, capacitación y mercado laboral, debe ser específica y acorde a las
23
Mercado de trabajo
necesidades particulares de los jóvenes y el modelo productivo a nivel local. Parece
necesario y prioritario entonces pensar un cambio de la educación media. El modo en
que ésta debería estructurarse es aún una pregunta por responder, aunque sí es posible
plantear algunos criterios básicos, como punto de partida, como los aquí descriptos.
En el actual contexto social y cultural de la región, es importante plantear un modelo de
escuela que posea objetivos claros, pensados desde las necesidades específicas que se
presentan hoy ante los jóvenes; en otras palabras desde las demandas de formación de
las propias empresas y organizaciones. Del grado de coordinación alcanzada entre ambos
mundos (oferta y demanda de empleo) depende, en gran medida, el logro de una mayor y
mejor inserción laboral de los jóvenes, aumentar el impacto de las intervenciones y al
mismo tiempo hacer más rentables los recursos que se invierten en los programas.
Pareciera que para alcanzar mejores resultados, es preciso diseñar sistemas
formativos, pensados como trayectorias de aprendizaje que agreguen
valor, que contemplen diferentes estrategias y etapas, articulados con
proyectos de desarrollo local o sectorial, que se retroalimenten entre sí y
con ciertos niveles de interdependencia y flexibilidad interna.
Es necesario entonces, realizar un replanteamiento en profundidad de los
saberes o habilidades (skills) necesarias hoy en día, evitando reduccionismos y
tratando de esbozar también los del próximo futuro: “hacia dónde vamos” (Alfons
Cornella). En este sentido, debemos dirigir la mirada hacia los ejes de este nuevo
currículum: leer y escribir de manera comprensiva, construir el propio conocimiento,
interpretar-contextualizar, comunicar, aplicar, tener mente abierta y una opción ética, y
la importancia de las operaciones cognitivas: capacidad de análisis, síntesis, creatividad,
juicio crítico y educación emocional.
En este marco, una primera etapa de definición de los llamados “nichos de mercado”
debería integrar las demandas laborales locales o la generación de “nuevos
empleos” con las motivaciones, expectativas personales, intereses y
saberes previos que los jóvenes tienen. Asimismo, a lo largo de todo el trayecto de
formación parece ser necesario incluir diferentes estrategias que colaboren con el
incremento del capital social y de relaciones con que los jóvenes se integran en el
proceso de formación. Este aumento de las oportunidades de desarrollar un capital social
se vincula a la variedad y calidad de experiencias de vinculación a las que acceden los
jóvenes, tanto con el sector privado como con otras organizaciones, emprendimientos y
organismos del sector público.
Finalmente, una serie de cuestiones a tener en cuenta han surgido de este breve análisis,
que pueden ser interés para la pensar nuevas de políticas públicas educativas en América
Latina:
24
Mercado de trabajo
a) Los jóvenes y principalmente las mujeres jóvenes son más
vulnerables en el mercado de trabajo respecto de la población adulta,
aún en períodos de estabilidad económica.
b) Las crisis económicas agudizan el desempleo juvenil, deteriorando
con ello la calidad del empleo obtenido.
c) Entre las medidas para generar empleo se destaca la rápida respuesta
desde los gobiernos que apostaron por políticas contracíclicas, entre
ellas los gastos adicionales en infraestructura, los subsidios, el crédito para las
pequeñas empresas, los programas y servicios de formación, la celebración de
consultas con las organizaciones de empleadores y de trabajadores, y la
protección social.
d) La importancia y necesidad de promover y garantizar la retención en
el sistema educativo de los más jóvenes
e) A nivel de las políticas e instituciones del mercado de trabajo, se destacan como
respuestas eficientes ante las crisis y situaciones coyunturales de deterioro
económico: el fortalecimiento de los servicios públicos de empleo para reinsertar
a las personas al sistema; el desarrollo de las calificaciones orientadas a propiciar
una preparación; la aplicación de medidas para mantener el poder adquisitivo de
los trabajadores con salarios bajos a fin de evitar que aumente la pobreza o se
ahonde la recesión.
f) Fomentar el diálogo social entre
organizaciones de la comunidad
Estado,
sector
privado
y
g) Las crisis como oportunidades de crecimiento: Los jóvenes representan
un valioso e irremplazable recurso para la economía, las empresas y la sociedad
misma. En este sentido las crisis deberían ser percibidas como oportunidades
para abordar y resolver estratégicamente el empleo en general y particularmente
el empleo juvenil, con una mirada de largo plazo.
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