De hoy mismo - Artefacto.net
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De hoy mismo EL asunto es candente. O al menos calentito, de primera hornada. Todo el mundo tiene los ojos puestos en una figura relevante, llamativa, que goza de la proximidad y el trato amistoso con el hombre de mayor poderío mundial. Se han dicho de ella, la figura a la que aludo, listados de virtudes de las que entresacaría, por orden, la de astuta, leal, inteligente y enigmática. La astucia, en contra de lo que se cree, es una cualidad positiva que puede darse tanto en el hombre como en la mujer, pero aquellos la utilizan para la consecución de unos fines y las mujeres, hasta no hace mucho tiempo, se vieron obligadas a desarrollarla como método de supervivencia, o sistema para no desaparecer ni desintegrarse bajo el sometimiento masculino. Así que no es de extrañar se la haya considerado como el motor de la historia, frase tan poco nueva como aquella de "Cherchez la femme". La lealtad o fidelidad tiene su símbolo en una figura de ficción, Penélope, que entretenía a sus pretendientes con el tejer y destejer de sus labores. En general, la lealtad es una virtud bien vista y necesaria como base de amistad, o amorosa, o de compromiso con los principios que dan congruencia a la vida. Pero aseguran los más pesimistas que tal virtud está en crisis porque sus poseedores no se afanan en proclamarla ni tiene aspirantes que la sigan y que para encontrarla hay que buscar en el reducto de otra especie: la de la raza canina. Por otra parte, creo haberme equivocado en la enumeración de las cuatro virtudes pues la más importante es la de la inteligencia, sin la cual la astucia no sería más que malicia. En cuanto a lo enigmático, debe considerarse como un aditamento, si se trata de una "pose", o un don, si es cualidad auténtica, lo que suele ser poco frecuente. Se pueden tener las tres restantes virtudes sin poseer caracteres misteriosos o personalidad laberíntica, llamémosle así. El enigma más sonado de la historia se dio a conocer en los versos de Sófocles, en su obra Edipo. La Esfinge del desierto de Tebas, la de garras leoninas y rostro pétreo e imperturbable, a quien el tiempo también arrancó la nariz con uñas felinas pero sin conseguir rebajar su arrogancia. El enigma de la esfinge, cuyas preguntas y respuestas todos conocemos, tiene su base también en la inteligencia, pero para los sencillos, se trata de un intelecto ambiguo y 'retorcido', tal el del personaje que hoy por hoy es el tema y que quizás el lector haya identificado equivocadamente con Hanam Ashrauwi, la dirigente palestina que lleva sobre los hombros la responsabilidad del conflicto, o quizás de Condoleezza Rice, la sucesora de la Secretaría del Estado junto Bush. Porque de quien se trata es del primer ministro de Inglaterra, el señor Blair, que con lealtad hacia su país adquirida por sensibilidad histórica contraria a España, con premeditación y alevosía, ha propiciado que se desencadene toda una campaña apoyándose en un nefasto incidente, por supuesto condenable, ocurrido durante un partido de fútbol y proclamando un racismo inexistente en los españoles, ya que sólo un corpúsculo descerebrado de ellos protagonizó el escándalo. Ha sido hinchar un globo terráqueo desde la pequeña esfera de una pompa de jabón. ¿Los fines? Clarísimos: impedir que en 2012 se celebren en Madrid los Juegos Olímpicos. A veces, astucia y malicia se hacen solidarias. Lo malo es que son muy madrugadoras.