La Política del “Despotismo Ilustrado” en la Educación

Transcripción

La Política del “Despotismo Ilustrado” en la Educación
La Política del “Despotismo Ilustrado” en la Educación Superior en el
Virreinato de la Nueva Granada
Diana Soto Arango* y Jorge Tomás Uribe Angel**
Introducción
El trabajo se presenta dentro del contexto de las reformas borbónicas y de la recepción y aplicación del
movimiento de la Ilustración en el virreinato de la Nueva Granada. Se inscribe, lógicamente, dentro de la variante
hispánica ilustrada, y corresponde al auge del reformismo borbónico a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.
En concreto, el propósito del presente artículo es destacar cómo a través de la presencia de los virreyes se
manifiesta una importante influencia y transformación en el desarrollo de la educación superior en la segunda
mitad del siglo XVIII en el virreinato de la Nueva Granada. Se determinará cómo esa influencia, en general,
estuvo marcada por la pérdida de legitimidad del despotismo ilustrado, que los virreyes encarnaban.
Por lo tanto, consideramos que a medida que la Corona dejó de llevar la iniciativa en el proceso de recepción de
la Ilustración en el virreinato, también el desarrollo de la enseñanza ilustrada se vio seriamente afectada al interior
de los institutos de educación superior, con excepción, por las razones que se expondrán en su momento, de los
estudios de medicina.
Los “Déspotas ilustrados”
Es bien conocido que hasta 1760 se había generalizado en los gobiernos de los principales países europeos1 una
nueva mentalidad que se denominaba el “Despotismo Ilustrado”. En España este Despotismo Ilustrado se “dio en
la medida en que las reformas administrativas contribuyeron a fortalecer la figura jurídica del rey”2. El objetivo
de estos déspotas ilustrados era el de “hacer progresar a sus pueblos adquiriendo conocimientos científicos”.3
Conviene destacar que la Ilustración llegó principalmente a América y en concreto al virreinato de la Nueva
Granada, a través de funcionarios públicos, del clero ilustrado, de miembros de expediciones científicas, de libros,
periódicos y, también, de criollos que se desplazaron a Europa. Precisamente, el “Despotismo Ilustrado” lo
llevaron a la práctica los virreyes y funcionarios públicos en las colonias americanas.
Hay que decir, que este movimiento ilustrado, en sus comienzos, no aspiraba a combatir el sistema político y
religioso imperante. Su preocupación central era el desarrollo económico y la educación era considerada como un
medio para el progreso del país. Los pioneros en llevar este nuevo pensamiento fueron los expedicionarios
científicos y los jesuitas quienes de una manera ecléctica enseñaron la filosofía natural.
El “despotismo ilustrado” español se concretó en el virreinato de la Nueva Granada en diferentes reformas. Una
de las más importantes se dio en torno a la administración. En este sentido hay que señalar que en este virreinato
se dan dos grandes períodos: el primer entre 1717 y 1724, y el segundo entre 1739 y 1810. Es precisamente en
este lapso de tiempo cuando se crea el Virreinato de la Nueva Granada (1739) y surge la Capitanía General de
Venezuela (1793) y la reorganización de las Audiencias facilitó una ágil estructura gobernamental. Obviamente,
fue solamente durante el segundo período cuando el movimiento ilustrado surgió y obtuvo sus primeros frutos.
Fue significativo que con el nuevo orden administrativo se crea el cargo del virrey. Estos funcionarios, se
convirtieron en difusores de las ideas ilustradas en la Nueva Granada. Así lo reconoce, por ejemplo, Konig, al
anotar que
la creación del virreinato tuvo consecuencias políticas del todo positivas para la Nueva Granada,
puesto que la mayoría de los virreyes eran funcionarios “ilustrados”, quienes, siguiendo los
conceptos de la ilustración española, se esforzaron por mejorar la situación económica del territorio
a través de la ampliación de la red de transporte y el fomento de la agricultura, las manufacturas y
el comercio, así como el de nuevos objetivos en la enseñanza. Además estos virreyes, militares de
profesión, se familiarizaron con las condiciones en América, a través del servicio militar- con
frecuencia como altos oficiales de la Marina- o a través de altos cargos políticos o bien
administrativos.4
Fue significativo que los virreyes, desde el pináculo de la administración colonial, fomentaron la introducción de
las ideas ilustradas, especialmente en el período comprendido entre 1761 y 1794, cuando la revolución francesa
hizo entrar en crisis el despotismo ilustrado y la administración virreinal empezó a mostrar abierta desconfianza
hacia las ideas que llegaban de la Francia revolucionaria y que irrumpieron en la Nueva Granada especialmente
con la publicación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, por el santafereño Antonio Nariño, en la última
de las fechas citadas.
Entre los virreyes podemos destacar a Pedro Messía de la Cerda (1761-1773), bajo cuyo gobierno fueron
expulsados los jesuitas y se construyeron fábricas de salitre, pólvora y loza; Manuel Guirior (1773-1776) quien
comisionó a Francisco Antonio Moreno y Escandón para que realizara la reforma educativa, y bajo cuya
administración se abrió la primera biblioteca pública, que tuvo como base la de los jesuitas, y se llevó a cabo la
realización del primer censo de población; Manuel Antonio Flórez (1776-1782), que realizó el segundo censo,
puso en funcionamiento el reglamento de libre comercio entre España y las colonias que permitió, además, que las
colonias comerciaran entre sí, así como la creación de nuevos impuestos que dieron origen a la revolución de los
comuneros en 1781; Antonio Caballero y Góngora (1782-1789), arzobispo virrey que había develado el
alzamiento comunero y quien bajo su gestión impulso la minería, trayendo al mineralogista José Delhuyar, fundó
la Expedición Botánica, aprobada por real cédula del primero de noviembre de 1783, bajo la dirección de José
Celestino Mutis y redactó un plan de estudios para los colegios mayores de Santafé que sin embargo no fue puesto
en la práctica. Además, la cátedra de matemáticas fue reabierta y puesta en funcionamiento la de derecho público.
Igualmente, fue prioritario bajo su gobierno la educación de la mujer. En este sentido el proyecto largamente
esperado de un colegio de mujeres propuesto por doña Clemencia de Caicedo (1710-1779)5 se hace realidad bajo
su mandato.
Virrey controvertido es Don José de Ezpeleta (1789-1796) quien cierra la lista de los mandatarios que impulsaron
decisivamente la penetración del movimiento ilustrado. Durante su gobierno, sin embargo, se inició la represión
contra quienes divulgaron las ideas de la revolución francesa, a pesar de lo cual surgió de manera consistente el
periodismo con la creación del Papel Periódico6 de Santafé de Bogotá y en 1793 se construyó un teatro, llamado
el Coliseo, antecedente del actual Teatro Colón; la Expedición Botánica recibió un nuevo impulso, pero en el
campo de la educación superior se consolidó el ascendiente ejercido por la orden dominicana con la ratificación
de la facultad para otorgar grados, a pesar de que, durante su período, la administración virreinal había perdido ya
la iniciativa del movimiento ilustrado.
No podemos dejar de mencionar que durante la gestión de Pedro Mendinueta y Musquiz (1797-1803) se empezó
la construcción del Observatorio Astronómico7 de Santafé, se realizó el cuarto censo de población, se
restablecieron los estudios de medicina en el Colegio del Rosario en 1804. Previamente el científico Mutis, por
encargo del virrey, había elaborado el informe “Estado de la medicina y la cirugía en el Nuevo Reino de Granada
en el siglo XVIII y medios para remediar su lamentable atraso”8; estableció la Sociedad Económicas de amigos
del país en 1801. Además, recibió al sabio alemán Alexander von Humboldt; finalmente, bajo el virrey bajo cuyo
mandato se dio el grito de Independencia, Antonio Amar y Borbón (1803-1810) llegó al virreinato la vacuna
contra la viruela.
Fueron entonces, los virreyes, y algunos españoles o criollos que habían estado en la metrópoli, quienes
personalmente o por escrito, o a través de diversas publicaciones, se encargaron de difundir las nuevas ideas en el
virreinato de la Nueva Granada, y de ponerlas en ejecución. A través de la gestión de esos mandatarios se
pusieron en ejecución las propuestas de los Borbones para la modernización de la gestión estatal. Sólo
posteriormente, el discurso ilustrado fue modificado por los criollos a través de aquellos elementos que sirvieron
para justificar la separación de España, por una parte, y por la otra para implantar las ideas que fundamentaron la
revolución francesa.
Correspondió, entonces, a los virreyes, diseñar en la Nueva Granada, un orden que se ajustara al proyecto político
diseñado por los Borbones para las colonias americanas. Si bien para ambos lados del Atlántico, el propósito de la
Corona fue el de erigir un estado fuerte y centralizado, es indudable que el status de colonia, para un territorio
como el de la Nueva Granada, impidió que las ideas ilustradas se aplicaran de igual manera en la metrópoli que en
un territorio como el del virreinato.
Así, cuando se examinan documentos que caracterizan cabalmente la gestión de los virreyes, como son las
Relaciones de Mando, no podemos ignorar que se preocuparon por una serie de tópicos invariables, que
configuraron la gestión típica de un déspota ilustrado en esta parte del mundo: la hacienda pública, en especial las
rentas estancadas; las relaciones con la Iglesia, desarrolladas en el marco del Real Patronato; los asuntos de orden
público, en especial la defensa de las fronteras, la reducción de los indígenas y la represión del contrabando; la
administración de justicia; las obras públicas; el desarrollo de la economía, en especial el comercio y las minas; la
instrucción pública. También son de destacarse los aspectos agrupados genéricamente bajo el título de gobierno y
población. Allí se mencionan, por ejemplo, las actividades desarrolladas por los cabildos de las principales
ciudades del virreinato, así como también los atinentes a la fundación de poblaciones.
A propósito, surge una pregunta: ¿Qué opinaban los representantes del despotismo ilustrado, aquellos que
gobernaban “para el pueblo pero sin el pueblo”, de sus vasallos neogranadinos? Desde la primera relación, la del
virrey Antonio Manso (1724-1731) encontramos opiniones que se mantienen casi invariablemente, referentes a la
inmensa riqueza del territorio en comparación con el estado de abandono en que se encontraban sus habitantes.
Así, Manso, como presidente de la Audiencia, en 1727 9, compara “la riqueza y abundancia en la tierra donde casi
todos sus habitadores y vecinos son mendigos” y arguye que
pareciéndome haber atinado con muchas de las causas, hallé que yo no las podía remover, y que
sólo el poderoso brazo de V. M. lo era para extirparlas y resucitar un Reino casi yerto, y dar
felicidad a sus vasallos, abundancia a los reales erarios y envidia a las naciones más opulentas.
Ese tono pesimista llega al clímax en la relación del arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora en 1789
cuando menciona10:
una numerosa población es en la realidad un monstruo indomable que a todo lo bueno se resiste, y
nada proporcionada para recibir con docilidad las providencias más benéficas del gobierno, aun
aquellas que inmediata y directamente miran a sacarla de su infelicidad.
Y concluye:
Para ocurrir al remedio de tantos males serían vanas las providencias que no se dirigiesen a curar
la raíz de ellos. El arreglo de las mal situadas poblaciones y fundación de nuevas colonias
compuestas de estos vagos...es el único remedio que bastaría para curar todos los desórdenes que se
experimentan.
A pesar de que contra de esta descripción se pronunció el virrey Mendinueta, en 1803, cuando conceptuó,
refiriéndose a lo consignado por Caballero y Góngora en su relación de mando: “Es una pintura ideal, pero
horrorosa, de un monstruo que no existe”. La misma idea prevaleció, por ejemplo, en la relación de mando
realizada por Francisco de Montalvo11, en 1818, a su sucesor Juan de Sámano, cuando reconoció que
no es este el primer pueblo que, envuelto en las circunstancias que lo rodean, se conserva en la
apatía, en los vicios y resistencia al trabajo: todos han sido lo mismo en sus principios, y se hubieran
mantenido enteramente en ellos sino hubiese habido hombres benéficos que, a costa de fatigas, de
sufrimiento y de constancia, les hubieran hecho salir de su abandono e ignorancia hasta elevarlos al
estado de pueblos laboriosos y sabios.
Nos hemos detenido en esta relación con el objeto de subrayar una constante que predominará en las
aproximaciones que los ilustrados, tanto españoles como criollos, realistas o patriotas, realizarán con respecto al
panorama socioeconómico del virreinato de la Nueva Granada: la riqueza de la región y la carencia de recursos,
tanto materiales y técnicos como humanos, para desarrollarla. En ese sentido, se esperaba que el énfasis puesto
sobre “lo útil y lo práctico”, tan caro a la concepción española de la Ilustración, rindiera óptimos resultados. Sobre
ese particular, funcionarios del orden regional, y algunos espíritus ilustrados, escribieron memorias o tratados que
enriquecieron el conocimiento que se tenía del virreinato y las cuales contenían propuestas para el desarrollo
regional. Evidentemente, no todas esas memorias son el resultado de un conocimiento directo de los lugares cuyas
condiciones se examinan, pero de todas maneras, es natural colegir que los funcionarios y el resto de los espíritus
ilustrados que redactaron esos informes, establecieron un conocimiento más o menos directo con los lugares que
citaron en sus relaciones. Entre ellas se pueden destacar el Informe sobre las provincias de Santa Marta y
Riohacha, 1778, de Antonio Narváez12, Noticia individual de las poblaciones nuevamente fundadas en la
provincia de Cartagena, 1784, de Antonio de la Torre y Miranda13, o el Diario de Viaje - 1787-1788, del padre
Joseph Palacio de la Vega14, informes todos referentes a la región costera. Sobre la región antioqueña
escribieron, por ejemplo, Francisco Silvestre15, con una Relación de la Provincia de Antioquia - 1797, A. Pardo y
F. J. Visadías16, con el Plan Fiscal y Económico para la Provincia de Antioquia - 1782. También el oidor
Francisco Mon y Velarde escribió informes y propuestas en relación con su visita a la provincia de Antioquia
entre 1785 y 178817. El ya citado Silvestre escribió, además, una Descripción del Reino de Santafé de Bogotá 1789.18
Propuestas educativas
La influencia de la Ilustración no se limitó a las propuestas sobre el desarrollo colonial formuladas por los
funcionarios. También, con respecto a la educación se formularon propuestas, que cubrieron no sólo la educación
elemental sino también la universitaria, y en las cuales los virreyes, o los funcionarios que los rodearon, tuvieron
injerencia directa. Con respecto a la primera, y después del vacío creado por la expulsión de los jesuitas en 1767,
en cuyos colegios, diseminados por el virreinato, se educaba la escasa porción de la infancia que tenía aceso a las
primeras letras, se procuró sustraer a la influencia del estamento eclesiástico ese tipo de enseñanza, mediante la
creación de escuelas públicas, adscritas a los cabildos, y mediante la regulación de la actividad de los docentes,
esfuerzos que tendieron a crear una educación gratuita para los hijos de las familias criollas pobres.
Debemos indicar que las iniciativas de los virreyes, en varias oportunidades, no pudieron llevarse a cabo, no
obstante que estos eran los representantes directos de los monarcas, y que, en principio, de acuerdo justamente
con la concepción del despotismo ilustrado, las disposiciones reales eran incuestionables.
Pero lo significativo que se debe tener en cuenta es que en cuanto hace a la educación superior, se optó por dos
clases de soluciones, con el objeto de disminuir la influencia absorbente de la escolástica. En primer lugar, y con
el objeto de evitar la modificación de los planes de estudio, se empezó a dictar la cátedra de matemáticas,
acontecimiento que en Santafé tuvo lugar en un acto solemne celebrado el 13 de marzo de 1762, en la capilla de la
Bordadita del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario a cargo del médico de cámara del virrey Pedro
Messía de la Zerda, José Celestino Mutis (1732-1808). Este, quien no tardará en convertirse en la figura más
importante de la Ilustración neogranadina, había nacido en el puerto de Cádiz, donde había estudiado en el
Colegio de Cirugía, de donde pasó a Sevilla y se graduó como Bachiller en Medicina, el 22 de mayo de 1755.
Posteriormente, en Madrid, amplió sus conocimientos en ciencias naturales, asistiendo al Jardín Botánico del Soto
de Migas Calientes entre 1757 y 1760 y habiendo sido nombrado profesor sustituto de la cátedra que se dictaba en
el Hospital de Madrid. En el último de los años mencionado, con ocasión del nombramiento de Messía de la
Zerda como virrey de la Nueva Granada, Mutis resolvió acompañarlo con el objeto de conocer la naturaleza
americana de acuerdo con la técnica más avanzada en materia botánica, la del naturalista sueco Linneo, con quien
Mutis sostuvo una nutrida correspondencia. En cuanto a la cátedra de matemáticas, Mutis la dictó durante cortos
períodos, habiendo sido restablecida en 1789 cuando fue dictada por el santafereño Felipe de Vergara y
posteriormente, en el siglo XIX por el payanés Francisco José de Caldas (1771-1816). Más adelante seguiremos
destacando la obra del científico gaditano.
Sin embargo, el cambio político que se produjo a partir de la expulsión de los jesuitas con llevó a que el sector
civil optara por intentar el control de la educación superior con la creación de una universidad pública. Quien
abanderó la reforma fue el Fiscal Francisco Antonio Moreno y Escandón (1736-1792)19. El propósito se
circunscribió a la capital del virreinato e inicialmente destinado provisionalmente a modificar los estudios en los
Colegios Mayores de Santafé: San Bartolomé y el Rosario, y mientras se realizaban los trámites para la creación
de la universidad pública. Hay que decir, que la universidad pública no se aprobó pero el Plan se aplicó en las
instituciones mencionadas entre 1774 y 177920. Lo significativo del Plan que se aplicó es que contempló
modificaciones en la enseñanza de las cátedras de filosofía, introduciendo la enseñanza en la lógica de Fortunato
de Brecia; en las matemáticas ciñéndose al texto del alemán Christian Wolff; en la teología, restringiendo la
influencia de Santo Tomás; en cuanto hace al derecho, se subrayó la importancia de estudiar las leyes reales.
Este plan se aplicó en gran parte gracias a la colaboración de catedráticos como Eloy Valenzuela, clérigo nacido
en el actual departamento de Santander, y quien posteriormente redactaría, poco antes de la Independencia, el plan
de estudios del Colegio Universidad de Mompox21, pieza importante entre las iniciativas para la reforma de la
educación superior en el virreinato de la Nueva Granada, por cuanto, entre sus innovaciones, posibilitó el acceso a
ese nivel educativo de individuos pertenecientes a las castas.
Sin embargo, hay que recordar que la presencia de fuerzas oponentes al movimiento ilustrado, tanto dentro de la
estructura universitaria como fuera de ella, no dejaron de manifestarse. Destacamos que las actuaciones de estas
fuerzas, en Santafé de Bogotá fueron lideradas por la comunidad de Santo Domingo. Pero hay que decir, que no
solamente actuaron en el ámbito local, sino que también contaron con un fuerte respaldo en los círculos
metropolitanos, donde, por ejemplo, los dominicos llevaron a cabo una dura batalla legal, que encontró eco,
finalmente, en el desmantelamiento del único plan de estudios ilustrados que logró permear el proceso educativo
en los Colegios Mayores. Nos referimos al ya mencionado “Plan provisional” de Moreno y Escandón que había
sido redactado con el beneplácito del virrey y la aprobación de la Junta de Temporalidades. El fiscal se proponía
en el proyecto crear una universidad pública en el virreinato, semejante a las universidades públicas que desde el
siglo XVI funcionaban en México y Lima.22
Pero la propuesta del Fiscal se enfrentó a una formación universitaria que giraba en torno de una concepción
teocéntrica del conocimiento que en una sociedad como la neogranadina constituía, no sólo el eje de la
mentalidad, como era obvio, sino que también condicionaba la educación de quienes, en un momento dado,
debían engrosar las filas de la vanguardia intelectual.
Así, a pesar de que el arzobispo Fray Cristóbal de Torres había creado, con la fundación del Colegio Mayor de
Nuestra Señora del Rosario en 1653, un centro educativo destinado a la formación del sector secular, donde se
educaran no sólo miembros del sector eclesiástico, sino también médicos y abogados, varias décadas después, en
1693, tan sólo habían salido de sus aulas tres abogados y dos de ellos en derecho canónico.23
Por otra parte, en San Bartolomé¸ el otro colegio mayor donde se educaba la juventud santafereña, los estudios de
derecho sólo fueron implementados a principios del siglo XVIII. En apariencia, no sólo se trataba de que el
mercado laboral únicamente era apto para absorber elementos pertenecientes al sector eclesiástico, sino que en
Santafé el ambiente intelectual, ya en la mitad del siglo XVIII, aún estaba influenciado casi totalmente por la
escolástica. Además, se presentaba una grave situación denunciada por Moreno: escaseaban los libros y el sector
secular estaba muy poco comprometido con las nuevas ideas que manejaba la intelectualidad europea e inclusive
española.
Así, por ejemplo, debe observarse que la preilustración tuvo un carácter limitado, sobresaliendo el papel que tuvo
la Compañía de Jesús en aspectos como el de la enseñanza de la Lógica, y sobretodo en la de la Física, tal como lo
ha señalado Celina Lertora24. Si en la enseñanza de la lógica, por ejemplo, se introducen las llamadas
“Summulae”, estudio en el cual se analizan las tres operaciones de la mente (conceptuar, juzgar y razonar), en la
física se pueden señalar algunos avances en los cuales, si bien todavía se ataca el heliocentrismo, por lo menos ya
se acepta la existencia de un sistema diferente al que hasta ahora se había sostenido en la enseñanza de la física.
Sin embargo, a raíz de la expulsión de los jesuitas, nuevamente en la enseñanza universitaria se volvió a la línea
tradicional, y a la concepción de un sistema universitario en el cual la formación clerical, a cargo generalmente
de comunidades religiosas, era la nota sobresaliente y en donde la formación del sector secular que aspirara a
formarse en otras disciplinas aún era extremadamente deficiente.
Justamente, fueron las deficiencias en la enseñanza del derecho las que motivaron al Fiscal Francisco Antonio
Moreno y Escandón a escribir el señalado “Plan provisional de estudios para los colegios mayores de Santafé”25.
Como hemos indicado, los antecedentes del Plan se remontaban al período que se extendió a partir de la expulsión
de los jesuitas. Hay que decir, precisamente, que este acontecimiento de la expulsión fue ejecutado por el propio
Fiscal.
Por otra parte, debemos destacar que la influencia ejercida por Moreno y Escandón a la sombra de los virreyes
neogranadinos, desde su llegada de España hasta su traslado a Lima, ha sido una de las mas duraderas y decisivas
ejercidas por funcionario alguno en la historia de Colombia, como lo evidenciaría un examen minucioso, que está
todavía por completarse, de los archivos coloniales.
Otro plan de estudios fue el redactado por el arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora en 178726, y el cual
contemplaba algunas innovaciones con respecto al plan de Moreno y Escandón. Este plan se dirigió a “a sustituir
las útiles ciencias en lugar de las meramente especulativas en que hasta ahora se ha perdido el tiempo”. Aparte de
la cátedra de filosofía tradicional, contempló la apertura de otras, como la de matemáticas, la de botánica, la de
química, la de medicina y la de algunas otras cátedras para la enseñanza de la teología. Por razones de orden
burocrático, sin embargo, el plan de Caballero y Góngora no llegó a aplicarse. Es importante subrayar que se trató
de un plan de estudios ilustrado cuyo autor fue un virrey. Por otra parte, el hecho de que no se hubiera llevado a
cabo, por cuestiones de tipo burocrático, revela hasta qué punto en la implantación de esos planes influyeron
asuntos de orden económico y político, aspectos que se hallaban profundamente entrelazados y que evidencian la
distancia a veces sumamente profunda entre la presencia de un discurso abierto a toda suerte de innovaciones y la
falta de interés real en llevarlo a cabo.
Otro plan fue el concebido en 1808 para el Colegio de Medellín y que fue analizado por el payanés Camilo Torres
(1766-1816). Innovación importante fue la de la cátedra de derecho público, cuya apertura había sido dispuesta
por el Plan de estudios de 1779, y que sólo fue abierta en 1787. A pesar de que en esta cátedra se apoyó el
despotismo ilustrado, permitió el manejo de la razón como elemento para el estudio del derecho. Suprimida en
1794, fue reemplazada por la del derecho real.
Es importante detenermos en este aspecto por cuanto la evolución de esa cátedra muestra, talvez más que la de
otras asignaturas, el recorrido trazado por el pensamiento político ilustrado fundamentado en el despotismo
ilustrado y la suerte de la enseñanza ilustrada al interior de los institutos de educación superior. La cátedra de
derecho público, que no había sido incluida en los planes de Moreno y Escandón sí lo fue en el plan de estudios
de 1779 que, como se sabe, había significado un regreso a la escolástica, por lo cual, a primera vista, pudiera
inducir a pensar que se trataba de una innovación extraña, sí se tiene en cuenta que la cátedra estaba inspiraba en
la concepción del derecho natural, de estirpe racionalista y con una fuerte influencia alemana. Sin embargo, sí se
examina más de cerca el contenido de la cátedra se percibe que la misma, desde el punto de vista político, no tenía
otro propósito que el de justificar el despotismo ilustrado, de acuerdo con el contenido del texto utilizado, el de
Heineccio Juris Naturae et Gentium.
La cátedra fue suprimida en 1794, y se ha argumentado generalmente que esa determinación obedeció al deseo de
la monarquía de evitar la difusión de las ideas políticas que habían puesto en marcha la Revolución Francesa. Sin
embargo, aparentemente el texto de Heineccio, a pesar de no atacar el poder absoluto de los monarcas, sí negaba
el derecho divino de estos a gobernar. Se decía que el origen de su mandato radicaba entonces en la elección de
los súbditos que favorecía su permanencia en el trono, pero que estos mismos súbditos podían revocar. Y que
además existía una especie de ley fundamental de la sociedad que determinaba la justicia o injusticia de las
acciones de los gobernantes.
Es sorprendente la actitud de los virreyes y, en general de la ilustración española. Por una parte, por ejemplo,
Antonio Nariño traduce los derechos del hombre de un libro que se encontraba en poder del virrey José de
Ezpeleta. Por la otra, bajo la gestión de este mismo mandatario se prohibe una cátedra que era una especie de
caballo de Troya a través de la cual no solamente se justificaba el despotismo ilustrado sino que el texto utlizado
también contenía el germen para poner en tela de juicio la legitimidad de ese mismo despotismo.
Por ello la cátedra de derecho público debió ser suprimida, y reemplazada por la de derecho real. A pesar de que
el método elegido para dictar la nueva asignatura era el tradicional, de toda maneras la enseñanza de las
instituciones jurídicas españolas en la universidad significó un avance considerable en relación con la enseñanza
del derecho tal como se llevaba a cabo hasta ese momento, basada generalmente en el derecho romano y en el uso
del latín.
Un plan que sí llegó a aplicarse y que significó la reorganización de los estudios de medicina en el virreinato fue
el de medicina, debido a la iniciativa, asimismo, de José Celestino Mutis, mediante un plan redactado en 1803 que
significó el distanciamiento de la teoría hipocrático-galénica, común en los estudios de medicina. La adopción de
este plan no encontró las dificultades con las cuales debieron tropezar los otros planes, ya que hasta ese momento
se hallaba abandonada la enseñanza de la medicina en Santafé, y los defensores de la escolástica, que habían
llevado al traste hasta ese momento con la aplicación de las ideas ilustradas en la enseñanza universitaria, no se
opusieron a él. Es interesante puntualizar la manera como se produjo el nombramiento de quien debía ser el
catedrático de medicina que debía poner en funcionamiento el plan, el sacerdote Miguel de Isla, y que culminó
con su designación como catedrático provisional de medicina en 1801. Mientras que, por una parte, funcionarios
de la real audiencia como Mariano Blaya y Sebastián López Ruiz se opusieron vehemente al nombramiento,
argumentando que el Padre Isla carecía del título de médico que lo acreditara para enseñar medicin, por otra parte
José Celestino Mutis y el virrey defendieron la posición opuesta, y argumentaron que no valía la pena traer
catedráticos desde España, y que en Santafé la persona más autorizada para encargarse de la asignatura era el
Padre Isla, cuya idoneidad en cuanto a conocimientos médicos conocía bien Mutis. Prevaleció la posición
ilustrada, y el sacerdote fue el encargado de poner en funcionamiento el plan propuesto por Mutis para la
reapertura de la facultad de medicina en el Colegio del Rosario.
Por otra parte, finalmente, los virreyes terminaron desentendiéndose, por así decirlo, de la evolución de la
educación superior en la medida en que la posición de ésta no conllevara problemas de orden público. Prueba de
lo anterior consiste en que el texto de Goudin, escolástico a ultranza, fue retirado y substituido por el de Christian
Wolff, que había sido propuesto por Moreno y Escandón en su Plan de Estudios. “En 1804, dice el padre Pacheco,
el texto de filosofía en los colegios de Santafé ya no era el P. Goudin”27. Ya por ejemplo, en San Bartolomé
Joaquín Moya explicaba en castellano principios de aerostática y aerometría bajo la dirección de Custodio García
Rovira.28
Por lo demás, por ejemplo, la redacción de las constituciones del Colegio Universidad de Mompox corrieron a
cargo de un ilustrado criollo, Eloy Valenzuela, de quien ya tuvimos oportunidad de tratar.29
Como se puede ver, a pesar de que los estudios superiores, en últimas, siguieron permaneciendo bajo el control de
la Corona, fue cada vez mayor la ingerencia de elementos criollos que poco a poco fueron adoptando iniciativas
que antes habían sido del resorte del virrey y de los funcionarios que lo rodeaban.
Sin embargo, un examen más profundo del fracaso de las iniciativas virreinales en materia de educación superior
puede revelar, por ejemplo, que para llevar a cabo esos proyectos no se contaron con medios económicos
suficientes- con los cuales, por ejemplo, sí contó José Celestino Mutis para adelantar los propósitos de la
Expedición Botánica. Ello no solamente evidencia la ausencia de fondos oficiales suficientes con destino a la
educación, sino también una falta de voluntad política, defectos que, no es necesario subrayarlo, se prolongan
hasta nuestra época.
Conclusiones
Pese a que las reformas borbónicas en el virreinato de la Nueva Granada no produjeron los resultados esperados,
los virreyes, como representantes del despotismo ilustrado, contribuyeron en gran medida a divulgar el
movimiento ilustrado en su versión española, privilegiando “lo útil y práctico”.
En ese sentido, la influencia de los virreyes se dejó sentir en el ámbito de la educación superior, en aspectos como
los planes ilustrados y en haber fomentado la participación de funcionarios ilustrados que también estimularon la
introducción del movimiento en la academia, aunque con resultados discutibles, motivados por falta de recursos y
también, eventualmente, por falta de voluntad política.
Si bien con ocasión de la Revolución Francesa el despotismo ilustrado perdió vigencia, y en el caso de la Nueva
Granada los virreyes dejaron de estimular el movimiento ilustrado en el campo de la educación, todavía
participaron activamente, por ejemplo, en la reorganización de la facultad de medicina del Colegio del Rosario de
Santafé. Sin embargo hasta la Independencia, el vacío que iba dejando la administración virreinal en la educación
superior fue llenado en gran parte por los criollos.
Sorprende, entonces, que en un espacio donde el reformismo borbónico había obtenido frutos menguados en
aspectos tan importantes, las ideas ilustradas hubieran alcanzado frutos tan consistentes, no sólo en campos como
la botánica y la astronomía, sino también en la asimilación del ideario de la revolución francesa, ello si dentro de
la ilustración hemos de incluir, no sólo “útil y lo práctico”, tan caro a la versión española del movimiento, sino
también las concepciones políticas que dieron origen a las revoluciones de independencia en Latinoamérica.
Notas e referências bibliográficas
* Profesora de la Escuela de Sociales, Facultad de Educación. Universidad Pedagógica y Tecnológica de
Colombia. Este trabajo es un avance de la investigación “La educación en la Expedición Botánica” del proyecto
inscrito en el Instituto de Investigaciones y Formación Avanzada. IIFA. N° 9005-065.
** Estudiante del Doctorado Ciencias de la Educación de Rudecolombia. CADE de la Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia.
1 Se encontraban los Borbones en España, Luis XIV y XVI en Francia, María Teresa y José II en Austria
Catalina II en Rusia, Federico II en Prusia.
2 “Despotismo porque se mantuvo al pueblo apartado de la cosa pública, ilustrado porque hubo un intento
consciente de aplicar los logros científicos y técnicos de la época”. FEDELMAN, M. (1972): El Siglo XVIII.
Cuadernos de Estudio 22, Buenos Aires, p. 73.
3 R. Herr (1964): España y la revolución del Siglo XVIII. Madrid, Editorial Aguilar, p.7.
4 Joachin Konig Hans (1988): En el camino hacia la nación. Nacionalismo en el proceso de formación del Estado
y de la Nación de la Nueva Granada, 1750-1856. Bogotá, Colección Bibliográfica. Banco de la República, p. 5.
5 Véase un amplio estudio sobre su vida en Pilar Foz (1997): Mujer y educación en Colombia. Siglos XVI-XIX.
Bogotá, Academia Colombiana de Historia.
6 Es la primera publicación periódica que se edita desde 1791 a 1797.
7 Se inicia la construcción el 24 de mayo de 1802 y se finaliza el 20 de agosto de 1803. Mutis y José Ignacio
Pombo dotan al Observatorio de instrumentos y libros.
8 José Celestino Mutis (1983): Escritos científicos. Bogotá, Editorial Kelly.
9 Relaciones de Mando. Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional. 1910, p. 5.
10 Ibidem., p. 239.
11 Ibidem p. 665.
12 Antonio Narvaez (1892): Informe sobre las provincias de Santa Marta y Riohacha. En A. B. Cuervo.
Colección de Documentos Inéditos para Geografía y la Historia de Colombia. Vol. II. Bogotá. 1892.
13 Antonio de la Torre Miranda (1784): Noticia individual de las poblaciones nuevamente fundadas en la
provincia de Cartagena. En Huellas Revista No. 21. Universidad del Norte. 1987. Pp 73-81.
14 Fray Joseph Palacio de la Vega (1787-1788): Diario del viaje del padre Joseph Palacio de la Vega entre los
indios y negros de la Provincia de Cartagena en el Nuevo Reino de Granada. Editado por Gerardo Reichel
Dolmatoff. Bogotá. 1955.
15 A. Pardo y F. J. Visadias (1782): Plan fiscal y económico para la provincia de Antioquia. En Anuario
Colombiano de Historia Social y de la Cultura. No. 9. Bogotá. 1979. Pp 123-150.
16 Ver Emilio Robledo (1954): Bosquejo biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. Bogotá.
17 Francisco Silvestre (1789): Descripción del Reino de Santafé de Bogotá. Bogotá.
18 Este criollo, nacido en Mariquita, fue educado en el Colegio de San Bartolomé en Santafé. Después de haber
viajado a España, donde tomó contacto con la Ilustración española, a su regreso desempeñó importantes
posiciones en la administración pública colonial, habiendo participado en la expulsión de los jesuitas y también
en la política de eliminación y fusión de resguardos indígenas en el oriente de la actual Colombia, hasta que fue
trasladado a Lima y Santiago de Chile, donde falleció.
19 Texto tomado de Guillermo Hernandez de Alba (Compilador) (1980). Documentos para la historia de la
educación en Colombia - Tomo IV (1767-1776) Bogotá. Pp. 195-227.
20 Ver SOTO ARANGO Diana ( 1996) Las constituciones del Colegio Universidad de Mompox: un modelo para
la enseñanza ilustrada. En Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Vol. XX No 78. Noviembre pp 527 y
siguientes.
21 Ver Diana Soto Arango (1992): Polémicas universitarias en Santafé de Bogotá. Op. Cit.
22 Ver Guillermo Hernandez de Alba (1938-1940). Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de Nuestra Señora
del Rosario de Santafé de Bogotá. Editorial Centro. Bogotá. p.223.
23 Celina Lertora (2000). Notas sobre la filosofía académica preilustrada en Nueva Granada. En Segundo
Coloquio de Historia de la Educación Colombiana Colección Eventos Rudecolombia. Tunja 2000.
24 Ver Guillermo Hernandez de Alba (1980) Documentos para la historia de la educación en Colombia. Tomo IV
(1767-1776) Bogotá. Pp 195-227.
25 Texto tomado de Teresa Houghton (Comp.) Cuadernos de filosofía latinoamericana (Universidad Santo Tomás
Bogotá. Nos. 41-42. 1989. Diciembre- julio. Pp. 312-325.
26 S. J. Pacheco. Sobre la Ilustración. Ob. Cit., p. 113
27 Ver ARCHIVO DEL COLEGIO DE SAN BARTOLOMÉ. Caja 51. F. 105.
28 Diana Soto Arango (1996). Las constituciones del Colegio Universidad de Mompox: un modelo para la
enseñanza ilustrada. En Revista de la Academia de Ciencias Vol. XX. Número 78. Noviembre.

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