Crisis o ataques de panico o angustia

Transcripción

Crisis o ataques de panico o angustia
Ataques de pánico
o de ansiedad
Elaborado por:
Dra. Hortensia Rodríguez Alfaro
Psicóloga
Cuando el organismo cerebral percibe un peligro, automáticamente dispara una respuesta de alarma, conocida
como de “huir o pelear”. Lo que hace es preparar a la persona para huir de la amenaza o si esto no es posible,
para pelear y salvar la vida. (supervivencia)
El organismo está equipado con todo un complejo sistema de conservación que se activa a sí mismo ante la
percepción de cualquier peligro, se auto regula y prepara el terreno para favorecer la supervivencia de la
persona.
De acuerdo con el Dr. Jaime De La Torre, hay una serie de actitudes primarias de supervivencia en los
animales y en los humanos también. Cuando un animal se siente amenazado, su primera reacción es alejarse
de la amenaza. Esto le evita dolor, peligro y gasto de energía. Sin embargo hay situaciones en las que el
escape no es posible, y es en estos casos es cuando el animal se torna agresivo y se activa toda una serie de
reacciones en su cuerpo que lo preparan para la pelea (Mannoni, 1994).
La agresión provocada por miedo, es característica de animales en peligro que se sienten acorralados y sin
posibilidad de escape. Siempre y cuando el animal sienta que tiene oportunidad de vencer aquello que lo
amenaza, va a luchar en su contra. Sin embargo, si llega un momento en el que se da cuenta de que no puede
vencer, entonces se abandona a la muerte, es decir se “deprime” y deja de luchar. Algo similar ocurre con las
personas, continúe con la lectura para que se entere cómo funciona este proceso.
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Cerebro
Reptiliano
Figura 1
El cerebro humano (figura 1) esta constituido por tres
capas, que se han desarrollado a lo largo de los años y con la evolución del hombre. La capa más antigua está
en el centro del cerebro y se conoce como cerebro reptiliano. (figura 1) Esta capa se encarga de regular
acciones esenciales para la supervivencia como comer y respirar. (comportamiento controlado por los instintos)
Al menos cinco conductas humanas se originan en el cerebro reptiliano. Estas se han señalado en la expresión
de
Rituales personales diarios y actos supersticiosos
Conformidad servil a las viejas formas de hacer las cosas
Recreaciones ceremoniales
Obediencia sin precedentes, tanto en asuntos legales, religiosos, culturales u otros
Responder a representaciones parciales (coloración, "extrañeza", engaños (Frager y Fadiman, 2005).
Sistema
Límbico
Figura 2
Después se desarrolló una segunda capa sobre la primera, que
se encarga de la conservación de la especie y de la persona. Aquí se encuentran las estructuras que
corresponden al sistema límbico (figura 2) y que se encargan de regular emociones, alimentación, lucha,
escape, evitación del dolor, y la búsqueda del placer.
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Corteza Cerebral
Figura 3
La tercera capa es la corteza cerebral (figura 3) y en ella se da el
pensamiento racional y abstracto. Cuando la persona detecta algo que representa un peligro, se activa un
sistema de alarma en el organismo que lo prepara para sobrevivir, desencadenando toda una serie de
reacciones fisiológicas. El miedo al dolor psicológico provoca las mismas reacciones fisiológicas que el miedo al
dolor físico. Este sistema de alarma se encuentra en la segunda capa del cerebro humano, el sistema límbico
(figura 2). El sistema límbico también se encarga de controlar las respuestas de “huir o pelear”. La alarma
interna solamente se activa cuando hay una situación de verdadero peligro (Frager y Fadiman, 2005).
Dentro del sistema límbico (figura 2) se encuentra una estructura llamada la amígdala, la cual se encarga de
controlar y mediar emociones principales como el afecto, la agresión y el miedo. Es el centro de identificación
de peligro, y es fundamental para la conservación. Al ser activada, desencadena miedo y ansiedad que ponen a
la persona o animal en un estado de alerta total, alistándose para huir o pelear.
Figura 4
La amígdala cerebral (figura 4) es la responsable de que la persona no
borre las huellas de los traumas infantiles. ¿Por qué los traumas y miedos infantiles se graban en la memoria
y reaparecen espontáneamente durante la vida adulta? Un problema clínico de gran magnitud, cuya única
solución parece ser la terapia para que estos traumas se modifiquen en el futuro. Toda la información que
entra a través de los sentidos pasa por la amígdala, (figura 4) y ésta detecta cualquier señal de peligro.
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Mientras se realiza cualquier actividad, la amígdala está monitoreando todo lo que sucede en el entorno.
Incluso cuando la persona duerme, la amígdala está atenta y ante cualquier sonido que pueda representar una
amenaza, activa sus conexiones y hace que la persona despierte asustada o temerosa.
La amígdala y las estructuras cerebrales que detectan peligro no identifican detalles, sino que están atentas a
cualquier percepción grosera que pueda representar una amenaza, como puede ser una sombra, un
movimiento extraño, un ruido, entre otros.
Ante la primera percepción de un posible peligro, se desata una reacción de alerta en el organismo y sólo es
hasta después que la persona se percata de lo que sucede y de si realmente existe un peligro o no. Por
ejemplo, una persona escucha un ruido extraño en la casa e inmediatamente se pone alerta, sólo para
descubrir instantes más tarde de que se trataba del gato, un pájaro, o una iguana.
La función de alarma en el sistema nervioso produce un aumento de actividad de diversas funciones
corporales: aumento en la presión arterial, intensificación del metabolismo celular, incremento de glucosa en la
sangre, aumento en la coagulación sanguínea e incluso un aumento en la actividad mental (Frager y Fadiman,
2005).
Se han hecho experimentos con monos salvajes agresivos, a los cuales después de quitarles la amígdala,
pierden todo su miedo a los humanos y su reacción agresiva. En los humanos el perder la amígdala no significa
la pérdida total del miedo, ya que la amígdala es solamente una parte de un complejo sistema de miedo que
incluye a otras partes del sistema límbico y de la corteza, sin embargo la pérdida de la amígdala en humanos si
provoca cambios en la persona, haciéndola más calmada.
Figura 5
La médula o glándulas suprarrenales (se encuentran localizadas en la
parte superior de los riñones (figura 5) también están involucradas en las crisis de ansiedad o de pánico, ya
que ellas segregan dos hormonas importantes: adrenalina y noradrenalina, que son las responsables de
algunas de las reacciones que se producen en casos de ansiedad y de furia.
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La función de las glándulas suprarrenales es regular la respuesta al estrés, y son vitales cuando una persona
se encuentra en situaciones de emergencia porque preparan al organismo para combatir o huir de un peligro
potencial, echando mano de toda su energía. La sangre se va a los músculos mayores, principalmente a las
piernas, para lograr una velocidad muy por encima de lo habitual, llevando rápidamente hormonas como la
adrenalina a todo el cuerpo y a los músculos. El sistema inmunológico se detiene, así como todas las funciones
no esenciales en el cuerpo, para prepararlo para lo que venga: la huida o la pelea.
Todas estas reacciones son extremadamente útiles para la supervivencia. El cuerpo sabe exactamente qué
debe de hacer ante la percepción de un peligro para maximizar las posibilidades de salir con vida. Ante la
percepción de un peligro se agudizan todos los sentidos. La persona abre más los ojos, y las pupilas se dilatan
para recabar la mayor cantidad de información posible (Frager y Fadiman, 2005).
En realidad es una gran ventaja que todo esto suceda de manera automática, y que no sea la persona quien
tenga que activar la alarma y provocar todas estas reacciones. El trabajo de cualquier persona, simplemente se
concentra en analizar la situación para tomar la mejor decisión según sea la amenaza.
En algunas personas esta alarma se activa sin ninguna razón aparente. Cuando esto sucede, se da lo que se
conoce como un ataque de ansiedad o ataque de pánico. Los ataques de ansiedad (así les llamaré de ahora
en adelante) disparan la alarma, la persona comienza a sentir todas las reacciones fisiológicas primitivas de
huir o pelear, e inmediatamente vienen a la mente imágenes catastróficas.
El sistema límbico reacciona a esta situación una vez más, lo cual provoca un aumento aun mayor en los
niveles de miedo. La respiración se altera, provocando cambios en la química sanguínea y las glándulas
endocrinas empiezan a bombear hormonas (adrenalina y serotonina), a la sangre.
Las personas presentan un aumento en su ritmo cardiaco y su presión sanguínea. La función de alarma
produce un aumento de actividad de diversas funciones corporales como aumento en la presión arterial,
intensificación del metabolismo celular, incremento de glucosa en la sangre, aumento en la coagulación
sanguínea e incluso un aumento en la actividad mental.
La sangre se va a los músculos mayores, principalmente a las piernas, para tener suficiente energía para
escapar si es necesario. El corazón comienza a trabajar a una velocidad muy por encima de lo habitual,
llevando rápidamente hormonas como la adrenalina a todo el cuerpo y a los músculos. El sistema inmunológico
se detiene, así como todas las funciones no esenciales en el cuerpo, para prepararlo para lo que venga: la
huida o la pelea.
Cuando esto sucede, la persona percibe una confirmación de que sus síntomas iniciales eran de hecho
indicadores de un peligro serio. Una sensación de peligro extremo corre por su cuerpo, con lo cual el sistema de
alarma (sistema límbico) vuelve a reaccionar desencadenando la respuesta de miedo, volviéndose así un
círculo vicioso para quien lo sufre. (ver en la página 6 el cuadro del círculo vicioso de la reacción de alarma).
Los lóbulos frontales se encargan de cambiar la atención consciente de una cosa a otra, de acuerdo con lo que
exigen las circunstancias. La capacidad de cambiar la atención consciente de los lóbulos frontales a voluntad
es severamente disminuida en las crisis de ansiedad bloqueando la razón. El siguiente esquema muestra
paso a paso el desenvolvimiento de un ataque de ansiedad, y cómo es que se convierte en un círculo vicioso
(Frager y Fadiman, 2005).
Juan menciona: “Desperté intempestivamente, sentí una oleada de miedo y no me explicaba la razón. El
corazón palpitaba apresuradamente, me dolía el pecho y se me dificultaba cada vez más respirar, pensé que
me iba a dar un ataque al corazón y hasta llegué a creer que me iba a morir.”
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Circulo vicioso de la Reacción de Alarma
Un buen día las cosas pueden cambiar y enviarnos repentinas señales de funcionamiento corporal anómalo,
como si el cuerpo ya no tolerara el mismo ritmo de agobio que tenía hasta el día anterior. Juan continúa
mencionando. “¡Siento tanto miedo! Cada vez que voy a salir tengo esa horrible sensación en la boca del
estómago y me aterroriza pensar que puedo sufrir otro ataques de ansiedad.” (Moreno y Martín, J. 2004).
¿Cómo puede una persona saber si padece de esta situación?
Contéstate estas preguntas. Si contestas que “sí” a la mayoría, podría ser que padecieras de esta situación.
¿Tienes ataques repentinos de miedo intenso e incontrolado sin saber porqué?
¿Sientes necesidad de correr o escaparte a un lugar seguro durante estos ataques?
Durante estos ataques ¿tienes miedo de que te pase algo horrible, como morirte o tener un ataque de
corazón?
¿Estás siempre preocupado de que te pueda dar uno de estos ataques en cualquier momento?
¿Te impide tu miedo ir a diferentes sitios como a comercios, viajar o ir a un restaurante?
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¿Qué es un Ataque de Ansiedad?
El ataque de ansiedad, también llamado crisis de pánico, es bastante diferente a otros tipos de ansiedad. Los
ataques de ansiedad se presentan inesperadamente, aparentemente sin causa alguna y frecuentemente
causan incapacidad. Una vez que una persona sufre un ataque de ansiedad, por ejemplo mientras hace
compras en un lugar donde hay muchas personas o se encuentra dentro de un ascensor, muerte de un familiar,
exposición a peligros, entre otros, pueden crearse miedos irracionales llamados fobias, relacionados con esas
situaciones, y comenzará a tratar de evitarlas.
Con el tiempo, la necesidad de evitar esas situaciones y el grado de ansiedad por miedo a otro ataque puede
llegar al punto en que esa persona que sufre de una crisis causada por ansiedad no querrá volver al
supermercado, montarse en un ascensor, dormir sola, entre otros. Es así como el ataque de ansiedad puede
tener un serio impacto en la vida diaria de una persona, tanto como cualquier otra enfermedad seria, a menos
que la persona reciba tratamiento efectivo.
Los ataques de ansiedad pueden ocurrir en cualquier momento o lugar sin previo aviso. A menudo ocurren en
los sitios menos esperados, como pueden ser en el supermercado, centros comerciales, en una reunión donde
hay un grupo de personas, en una reunión social, mientras viaja, mientas descansa en unas vacaciones,
mientras duerme, en la escuela, colegio, entre otros. La persona luego puede vivir con constante miedo de
sufrir otro ataque y se aleja de los lugares en los que ha sufrido un ataque anteriormente (Moreno y Martín, J.
2004).
¿Es el ataque de Ansiedad una enfermedad?
Sí, es una enfermedad, que puede controlarse por medio de tratamiento específicamente diseñado para tratar
esta situación de ansiedad. Desafortunadamente, debido a los síntomas molestos que se presentan,
frecuentemente se confunde esta enfermedad con una afección cardiaca o cualquier otra enfermedad que
amenaza la vida y las personas recurren a infinidades de doctores tratando de encontrar una respuesta a sus
síntomas.
Frecuentemente, otras personas acuden a las salas de emergencia de los hospitales cuando son presas de una
de estas crisis, en estas ocasiones posiblemente se les hagan pruebas exhaustivas para eliminar la existencia
de otros males. Por regla general, el personal médico trata de asegurar al paciente de que no está en grave
peligro.
Sin embargo, estos intentos de calmar al paciente pueden hacer más daño de lo que una se imagina. Si el
doctor usa expresiones tales como “no es algo serio”, “es cosa de su imaginación” o “no es algo por qué
preocuparse” puede dar al paciente la impresión equivocada de que el tratamiento, frente al ataque de ansiedad
no es posible o no es necesario. Asimismo se puede dar la posibilidad de que el médico también mencione que
podría ser una situación más grave, lo cual causaría mayor ansiedad en quien la sufre. (Echeburúa y Corral
2009).
¿Qué lo ocasiona?
De acuerdo con una teoría existente, el “sistema de alarma” normal de un cuerpo, o sea el conjunto de
mecanismos mentales y físicos que le permiten a una persona hacer frente a una amenaza, (mencionados
anteriormente) entra en acción sin que sea necesario o sea cuando no hay peligro. Los científicos dedicados a
esta clase de estudios no han podido saber exactamente cómo sucede o por qué algunas personas son más
susceptibles que otras.
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Se ha llegado a determinar que la crisis causada por ansiedad se extiende en la familia, lo que puede sugerir
que es congénito o sea que los genes juegan un papel muy decisivo al determinar quién lo va a heredar. Sin
embargo, algunas personas sin antecedentes familiares de este mal llegan a sufrirlo. Frecuentemente los
ataques se provocan por una gran preocupación, una enfermedad física, una seria tensión emocional en la vida
o posiblemente por medicamentos que aumentan la actividad de la parte del cerebro responsable de las
reacciones de miedo.
¿Cuándo comienza y cuánto dura la enfermedad?
Usualmente comienza en la pubertad, o cuando las personas son jóvenes adultos. A veces comienza cuando
una persona se encuentra bajo una cantidad enorme de estrés, como por ejemplo luego de la muerte de un
familiar o ser querido o después de algún cambio de escuela, colegio, lugar de residencia, viajes de vacaciones,
tener un bebé, entre otros (Caballo, y Simon 2009). Cualquier persona puede tener crisis de ansiedad pero es
más común en las mujeres que en los hombres. A veces es hereditario y puede durar por unos cuantos meses.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas de un ataque de ansiedad se presentan intempestivamente sin causa alguna aparente. Con la
característica de aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro o más de
los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10
minutos de la crisis, dejando en algunos casos secuelas (Echeburúa y Corral 2009).
Los síntomas pueden incluir:
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Palpitaciones rápidas o violentas con elevación de la frecuencia cardíaca (taquicardia)
Dolores o malestar en el pecho y/o opresión tórax
Vértigo, mareo, desmayo, náusea ó sequedad de boca
Sofoco, transpiración intensa o escalofrío
Sensación de ahogo o falta de oxigeno (le cuesta respirar o que le falta el aire)
Sensación de atragantarse
Molestias abdominales (dolor de estómago, calambres, retorcijones, diarrea)
Cosquilleo o entumecimiento en las manos
Sensación de estar soñando o deformación de percepción
Terror, angustia ansiedad de sentir que algo horrible va a pasar y que no puede evitarlo
Miedo de perder el control y hacer algo que le cause a uno vergüenza
Miedo de morir y/o padecer ataque al corazón
Sudores en las manos, pies, axilas...
Sensación de mucho frío o mucho calor
Dolor cabeza y/o llanto
Tremendo cansancio después del ataque
Sentirte inestable, débil y extenuado/a, "con la cabeza vacía"
Sensación de terror, de desrealización (sentimientos de irrealidad) o de despersonalización (sentirse
desapegado de uno mismo como que se vive en una fantasía)
Miedo o sensación de perder el control o a volverte loco/a
Parestesias (calambres, hormigueos o "electricidad" en los miembros), temblores, sacudidas
entorpecimiento o sensación de parálisis, zumbidos en los oídos.
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Por lo general, el ataque dura varios minutos y se considera una de las situaciones más penosas que pueda
experimentar una persona. Casi todos los que sufren un ataque, sufrirán otros más, aún cuando estén
medicados, ya que la medicación hace efecto en los siguientes 15 días después de administrada (Echeburúa y
Corral 2009).
¿Qué sucede si no se atiende?
La crisis puede durar meses y si no se trata puede durar años. Aunque por lo general, como mencioné
anteriormente ésta comienza en la pubertad, en algunas personas los síntomas se presentan más tarde en su
vida. Si no se atiende, puede empeorar al punto de que la vida de esa persona se afecte seriamente. De
hecho, muchas personas han tenido problemas con sus amistades o con sus familiares o aún en sus trabajos
debido a la ansiedad. Es posible que se presente cierta mejoría ocasionalmente pero por lo general no
desaparece el mal a menos de que la persona reciba los tratamientos adecuados.
¿Quién puede ayudarme?
Muchas personas con crisis de ansiedad encuentran ayuda hablando con un médico o un psicoterapeuta
especializado. Esto se conoce como terapia o psicoterapia. Esta ayuda y enseña maneras para sentirte con
menos temor y ansiedad. En los últimos tiempos un gran número de personas vienen siendo afectadas por este
mal, el ataque de ansiedad. Se trata de una situación límite, siempre relatada de forma extremadamente
dramática por las personas que han vivido o aún viven tal situación.
El ataque de ansiedad produce sensaciones aterradoras descriptas de manera muy semejante, aflicción en el
pecho, taquicardia, sudores, contracciones musculares, miedo de perder el control, sensación de muerte
inminente. Son manifestaciones físicas y psíquicas que reunidas forman un cuadro sintomatológico (Echeburúa
y Corral 2009).
El Ataque de ansiedad ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud, como Síndrome de
ansiedad que se distingue de los demás tipos de ansiedad por su característica principal: aparece como ataque
de pánico súbito sin factores desencadenantes aparentes.
Según el relato de las personas atacadas por Ataque de Ansiedad, luego de la primera vez, se instala lo que se
llama miedo del miedo, es decir miedo de que el estado retorne. Debido a un proceso de asociación, a partir de
la primera crisis, cualquier estímulo interno, un dolor, una tontería, alteraciones en los latidos cardíacos, etc., o
algo externo, un lugar, un encierro, túnel, ómnibus, subterráneos, puede remitir a situaciones de crisis anteriores
y funcionarán como disparador de una nueva crisis.
De tal manera las limitaciones se van imponiendo que el resultado, es una dramática incapacidad de dirigir la
propia vida. Las más simples tareas, antes tan familiares, se vuelven barrera infranqueables. Las dificultades
van surgiendo de forma interrelacionada y aumentando progresivamente.
Muchas personas pierden el empleo mientras luchan contra el ataque de ansiedad. Súbitamente se perciben
inundadas por un sentimiento de total impotencia e incompetencia, cuyos motivos, antes invisibles, comienzan a
ser percibidos en el medio social a partir de los graduales fracasos que se infiltran poco a poco, alterando todos
los sectores de la vida.
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Las restricciones se van imponiendo sucesivamente a tal punto, que quien lo padece puede encontrarse
finalmente encerrado en su propia casa (agorafobia), dependiendo totalmente de terceros. Desgraciadamente,
un gran número de personas con ataque de ansiedad, debido a la falta de información y de acceso al
tratamiento adecuado, buscan alivio en el alcohol y las drogas. La cura no se da en forma espontánea, lo que
significa que la sintomatología, no desaparece a menos que la persona reciba un tratamiento específico,
especializado, para que sea eficaz.
Actualmente, el tipo de tratamiento para el Ataque de Ansiedad que viene obteniendo buenos resultados esta
basado en recientes estudios y en una visión integrada ser humano, como psicosoma, esto significa en términos
de tratamiento que a veces es necesario asociar psicoterapia y medicamentos. Mientras que la psicoterapia
ayuda a la comprensión de los motivos del ansiedad, y estimula el cambio de actitudes para controlarlo, los
medicamentos, en casos donde el cuadro sintomatológico es más intenso, garantizan el equilibrio mental
necesario para que la persona, una vez estabilizada logre aprovechar la terapia (Caballo y Simon2009).
Cuando el tratamiento está bien conducido y debidamente administrado, en el primer momento evita las crisis, o
por lo menos reduce substancialmente la intensidad y la frecuencia de las mismas trayendo un alivio
significativo.
En la medida en que van pasando las sesiones terapéuticas, el paciente va aprendiendo mas sobre sus
síntomas, sobre si mismo y sobre todo aprendiendo a actuar de acuerdo con esos descubrimientos o nuevas
percepciones. Por lo tanto al familiarizarse con sus potencialidades, el paciente se volverá el propio agente de
cambio de su estado en vez de avergonzarse de él.
En efecto, ése es el paso más difícil, y por lo tanto el decisivo, en la medida en que funcionará como un
detonador del proceso de cura. Tal actitud, que será obtenida en el propio proceso terapéutico, que proveerá de
los medios necesarios para que la persona que sufre Ataque de Ansiedad, se perciba capacitada para alcanzar
exitosamente la eliminación del mal. Se trata de una actitud imprescindible para la conquista de la cura que
puede ser traducido en la reapropiación del respeto por sí mismo.
De acuerdo al DSM V (Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales, de la Sociedad
Norteamericana de Psiquiatría), un ataque de ansiedad es un período discontinuo de miedo o incomodidad, sin
un objeto determinado que lo genere ("temor sin objeto").
¿Cómo se trata la crisis?
Con psicoterapia (la mayoría de las veces se usa un tipo de terapia llamada “terapia cognitiva” (conlleva
técnicas de relajación, técnicas cognitivas y psicoeducación)
Con medicamentos
Con ambas, psicoterapia y medicamentos Los tratamientos varían para cada persona. Si te recetan
medicamentos, el/la psiquiattra debe de comenzar por administrarte una dosis pequeña para ver cómo
respondes a dicho medicamento, y luego aumentar la dosis poco a poco si los necesitas. La duración del
tratamiento varía para cada persona. La terapia de comportamiento cognitivo dura por lo menos de 2 a 6
meses. El tratamiento con medicamentos suele continuar de 6 a 12 meses (Caballo y Simon2009).
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¿Cómo me puede ayudar el tratamiento?
Es importante recordar que las crisis de ansiedad son una condición médica tratable. De acuerdo con el Instituto
Nacional para la Salud (NIH), el tratamiento reduce o previene por completo estos episodios en un 70 a 90 por
ciento de la gente que los padece. Los síntomas físicos pueden ser muy fuertes, tanto es así que muchas
personas con este problema suelen estar seguras que lo que tienen es una enfermedad física, como por
ejemplo alguna enfermedad del corazón o sensación de mareo o síndrome vestibular o síndrome vertiginoso
que son sensaciones de mareo, vértigo o pérdida del equilibrio. Debes de hacerte un examen físico completo
para determinar si hay o no hay alguna causa física para tus síntomas (Caballo y Simon2009).
¿Qué causa las crisis de ansiedad?
Algunos estudios han demostrado que los siguientes factores pueden llevar a tenerlos:
Historial familiar
Problemas biológicos en parte del cerebro y en el sistema nervioso
Abuso de sustancias (droga, alcohol...)
Estrés agobiante (por situaciones externas)
Situaciones de inseguridad
Estrategias para combatir el pánico (modificación de conducta)
Recordar que aunque tus sentimientos son muy atemorizadores, no son peligrosos ni dañinos.
Comprender que lo que estás experimentando es sólo una exageración de tus reacciones corporales
normales ante el estrés.
No luches contra tus sentimientos ni intentes alejarlos, cuanto menos te enfrentes a ellos menos
intensos serán.
No aumentes tu pánico pensando qué podría pasar. Si te encuentras preguntándote ¿qué pasaría si?,
contéstate ¡bueno, ya está, sólo es esto!
Permanece en el presente. Date cuenta de lo que realmente te está pasando y enfréntalo a lo que
piensas que podría pasar.
Gradúa tu nivel de miedo desde 0 a 10 y mira si sube o baja. Verás que no permanece en altos niveles
por más de unos segundos.
Cuando te encuentres pensando qué te va a pasar cambia tu pensamiento irracional y fúndate en el
principio de realidad. También puedes llevar a cabo alguna tarea como contar hacia atrás desde 100
de 3 en 3.
Sé consciente de que cuando tú paras de añadir sentimientos de temor a tu situación, tu miedo
comienza a ceder.
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Cuando el pánico llega, acéptalo. Espera y dale tiempo a que pase sin salir corriendo.
Siéntete orgulloso de ti mismo por tus progresos y piensa lo bien que vas a sentirte cuando lo superes
esta vez.
Intenta distraerte, ahora que el nerviosismo ha bajado, habla con alguien, da un paseo, etc. (Caballo y
Simon 2009).
¿Cómo pueden ayudarme la familia y amigos?
La familia y amigos son muy importantes. Unas recomendaciones específicas para ellos:
Intentar no trivializar sobre lo que está ocurriendo y hacer que la persona se sienta comprendida.
Escuchar sin ser críticos. No le presiones.
Informarse sobre el tipo de tratamiento, llévele con un/a profesional cuando sea necesario.
Compartir actividades que puedan ser agradables
Bibliografía.
Aberastury A. y Knobel M. (1997) "La adolescencia norma. Argentina: Editorial Paidós.
Ajuriaguerra J. Manual de Psiquiatría Infantil, 4ta. Edición. Barcelona. Editorial Masson
Buela-Casal G. & Sierra, J.C. (2001). Manual de Evaluación y Tratamientos Psicológicos. Madrid.
Editorial Biblioteca Nueva.
Caballo, V; Simon, M. (2009). Manual de Psicología Clínica Infantil y del Adolescente. Trastornos
específicos, Madrid. Editorial: Pirámide.
Echeburúa E, y Corral, P. (2009). Trastornos de ansiedad en la infancia y la adolescencia. España,
Editorial: Pirámide.
Frager, R y Fadiman, J. (2005). Teorías de la Personalidad, 2da Edición. México: Editorial: Alfaomega,
S.A. de C.V.
Mannoni, P. (1984) Miedo. México D.F. Editorial Edimex.
Moreno, P. (2002). Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso, Colección Serendipity.
Barcelona. Editorial Bilbao Desclée de Brower
Moreno, P. y Martín, J. (2004). Dominar las crisis de ansiedad. Una guía para pacientes. Colección
Serendipity. Barcelona. Editorial Bilbao Desclée de Brower
Moreno, P. y Gutiérrez, A. (2010). Vencer las crisis de ansiedad y la agorafobia. Murcia. Editorial Bilbao.
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