Primeras Jornadas de Difusión de Tesis sobre Memorias y Pasado

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Primeras Jornadas de Difusión de Tesis sobre Memorias y Pasado
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Primeras Jornadas de Difusión de Tesis
sobre Memorias y Pasado Reciente
22 y 23 de septiembre de 2011
IDES, Ciudad de Buenos Aires
El Núc leo de Estudios sobre Memoria del IDES ha organ izado
las Primeras Jornadas de Difusión de Tesis sobre M emorias y Pasado
Reciente. E sta act ividad se propuso difundir y discut ir los re sultados de
invest igaciones terminadas en lo s últ imos años, que dieron lugar a tesis
de maestría y de doctorado, tanto en la A rgentina como en otros países
latinoameric anos.
Estas Jornadas t uvieron como objetivo poner en circulac ión los
nuevos saberes producto de dichas in vestigac iones, que a menudo no
trascienden más allá de l ámbito instituc ional en el que se realizan y
defienden los trabajos de tesis.
¿Cuál es el aporte que realiza cada tesis a los debates teóricos
y/o empíricos relativ os al análisis del pasado reciente? ¿Qué aporta
sobre la gestión institucional, subjetiva y/o simbólica de las
memorias sociales?
Los textos que se publican a continuac ión recogen las reflex iones de
los expositores en torno a estas preguntas.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
PROGRAMA
Mesa 1. Procesos represivos en América Latina
Comentario: Elizabeth Jelin
ARIEL E IDE LMA N: «El desarr ollo d e lo s aparatos represivos del Estado argentino
durante la „Revolución Argentina‟1966 -1973"
MARIANA I GLES IAS: « La ex cep ción y la r egla. Estado, partidos políticos y m edidas
prontas de seguridad en Uruguay, 1946 -1963»
MICHE L KOBE LINSKI: «Heroísm o, sediciones y herejías: la construcci ón de la ufanía
y el resentimiento en los „ sertõ es‟ de la „ capitanía‟ de São Paulo,
(1768 -1774)»
JULIET A ROST ICA: «Racismo, geno cidio y Derech os Humanos. Guatemala, 1978 1999»
SVEN SCHUSTER: «La violen cia en Colombia:¿memoria prohibida? La guerra civil en
la política y en la sociedad, 1948 -2008»
LORENA SOLER: «Régimen político y l egitimidad. La construcci ón del orden stronista
(1951 -1989)»
Mesa 2. El lugar de las instituciones en las memorias sociales
Comentario: Máximo Badar o
MARÍA
SOL EDA D CATO GGIO: «Contestatarios, Mártires y Hered eros.
Sociabilidades políticoreligio sas y as cesis altruist a del catoli cismo
argentino en la dictadura y la pos -dictadura»
DÉBORA D‟ ANTONIO: «Transformaciones y experiencias carcelarias. Prisión
política y sistema penitenciario en la Argentina entre 1974 y 1983»
ANA GUGL IEL MUCCI : «El pro ceso social d e consagración de la „memo ria sobr e el
terrorismo de Estado‟ como po lítica pública estatal de derech os humano s
en Argentina»
VALE NTI NA SALV I: «Ni buró cratas, ni cruza dos: militares argentinos. Mem orias
castrenses sobre la represión»
MARÍA C ELES TE S CHNY DER : « Política y vi olencia en la Demo cracia Argentina.
La democratización sub -nacional a la luz de las prácticas partidarias y
los uso s de la policía durante el Juarismo en Santiago del Estero»
Mesa 3. Los medios de comunicación y las construcciones de senti do
sobre el pasado
Comentario: Claudia Feld
EMANNUEL KAHA N: «Entre la aceptación y el distanciamiento: actitudes social es,
posicionamientos y mem oria de la experi encia judía durante la última
dictadura militar (1973 - 2007)»
FLORENC IA L EVI N: «La r ealidad al cuadrado. Representaciones sobre l o político en
el humor gráfico del diario Clarín (1973 -1983)»
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EDUARDO RA ÍCES: «„Mandá esas cartas‟. Humor y su s l ector es en un marco de
cambio social autoritario (1978 -1980)»
Mesa 4. Organizaciones revolucionaria s y pr ocesos de radicalización
política
Comentario: Mari na Franc o
VERA CAR NOVAL E: «Imaginario y moral en l a construcción identitaria del Partido
Revolucionario de lo s Trabajadores -Ejér cito Revolu cionario del Puebl o
(PRT-ERP)»
ANA LAURA DE GIORGI : «Tribus de la izquierda en los „60: bolches, latas y
tupas. Una mirada desde la cultura política»
FEDERICO LORE NZ: «„Alg o parecido a la felicidad‟. Una historia de la lucha y
represión de la cla se trabajadora durante la década del setenta (1973 –
1978)»
SILV INA MERENSO N: «A mí me llaman Pelu do. Cultura, política y nación en los
márgenes del Uruguay»
ANA MARÍA MOHA DED: «Memorias d e l os „ 70. La propuesta teórica, política y
organizativa de la organización Comunista Poder Obrero»
ALONDRA PEIRA NO I GL ESIAS : «Reinvenci ones d el f ueg o. R esignificar la lucha
revolucionaria desd e el pr esente: el Movimiento de Li beración Nacional Tupamaros uruguayo y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
chileno (1965 -2009)»
Mesa 5. Los Juicios: conjugando el pasado en tiempo presente
Comentario: Valentina Salvi
ENRIQUE ANDRIOT TI ROM ANI N: « Las lu chas p or la mem oria sobr e el pasado
dictatorial. Política(s) y mem oria (s) en el Juicio po r la verdad de Mar
del Plata»
EMILIO CRE NZE L: «Génesis, usos y resignificaciones del Nun ca Más: La memoria de
las desapariciones en Argentina»
CINTIA GONZ ÁLEZ LEE GSTRA : «„Condena a todos lo s geno cidas, justicia por
todos l os compañer os‟. Luchas po líticas en el juicio a Miguel
Etchecolatz. Aportes al debate empírico de un campo en construcción»
JULIET A MIRA : «La lucha sin fronteras por la justicia: La emergencia de la „memo ria
jurídica‟ a partir de los juicios por los desaparecidos»
Mesa 6. Lugares y marcas territoriales
Comentario: Laura Mombello
MARIE- CHRIST INE DUGAL: «La Escu ela S uperior de Mecánica de la Armada
(ESMA): Testigo de las luchas de memorias en Argentina»
MARÍA GUIL LERM INA FRESSOLI: “¿Es p osible remem orar en el museo? La
relación entre recuerdo y mirada en los museos de Ing eniero White”
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LUCIANA MESSI NA: «Políticas de la memoria y construcción de memoria social:
acontecimientos, actor es y marcas de lugar. El caso del ex centro
clandestino de detención „Olimpo‟»
VALE NTI NA ROZAS KRAUSE: «„Ni tan elefa nte, ni tan blanco‟. Cinco lecturas: a
partir del urbanismo, la memoria, el deporte, la arquitectura y la
modernidad, sobre –y desde– el Estadio Nacional»
MARIANO SALO MONE : «Sujetos subalternos, política y memoria. Experien cias
políticas y organizativas alrededor de la r ecupera ción de la E stación del
ferro carril Gral. San Martín -Mendoza (2006 -2008)»
Mesa 7. Transmisión de la Memoria
Comentario: Susana Kaufman
SANT IAGO CUETO RUA: «„Nacimos en su lu cha, viven en la nuestra‟. Identidad,
justicia y memoria en la agrupación HIJOS -La Plata»
GABRIE LA FLA STER: «Entre memoria y olvido: representaciones sobre la dictadura
1976-1983 en los jóvenes ingresantes al CBC -UBA 2009 -2010»
MARÍA PAULA GO NZÁ LEZ: «L os prof esores y la historia argentina reciente.
Saberes y prácticas do centes de secundaria de Buenos Aires»
DIE GO HI GUERA RUBIO : «„L o que tod os sa bemos, ¿no?‟ Jóv enes y mem o ria: las
representaciones sobre la última dictadura en la escuela»
LAURA PANI ZO: «„Dónde están nuestros mu ertos‟: Experiencias rituales d e familiares
de desaparecido s de la última dictadura militar en la Argentina y de
caídos en la Guerra de Malvinas»
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PONENCIAS
Mesa 1. Procesos represivos en América Latina
EL DESARROLLO DE LOS APARATOS RE PRESIVOS DEL ESTA DO
ARGENTINO DURANTE LA “REVOLUCI ÓN ARGE NT INA”: 1966 1973 1
Ariel Eidelman
Doc torad o e n Hi stori a. F ac u l tad de F i l osof í a y Letras. U ni v e rsi dad Nac i ona l de
Bu e nos Ai re s. Año de de fe nsa: 2 0 1 0
Esta tesis aborda el desarrollo históric o de los aparatos re presivos del
Estado nacional e n la etapa de la dic tadura militar autode nominada
“Revolución Argenti na”, entre junio de 1966 y mayo de 1973. Nuestra
investi gación se ha dirigido a estudiar la estructu ra y actividades de los
princi pales aparatos de carác te r re presivo d el Estado y su intervención, e n
prime r lugar, e n la Capital Fede ral. La inve stigación se orientó a pa rtir de
cuatro inter rogantes inte rrelaciona dos: ¿cómo funci ona la relación e ntre la
estructu ra del Estado y los apa ratos es pecializados de r epresión?, ¿c ómo s e
lleva adelante la implantación d e la Doc tri na de Seguridad Naci onal e n la
estructu ra esta tal? En el marc o d e la c risis política, ¿cuál es e l g rado de
autonomía que desarrolla el Estado res pec to de la clase dominante? y, por
último, ¿a través de qué me canismos el Es ta do inte nta legitimar su actividad
represiva?
Los tres gobie rnos militares que se sucedieron desde 1966 y hasta 1973
no sól o pote nciar on el r ol de esos órganos de re presión, sino que los
integrar on en un siste ma de seguridad inte rior, a mpliaron sus capacidades
ope rativas y los llevaron a desarrollar nuevas prác ticas y actividades de contr ol
social y político de la población. Nos ha inter esado estudiar la actividad
represiva del Estado a partir de la acción desplegada por el Ejército A rgentino
y Policía Federal Argenti na. En la medida en que las fuentes lo hicier on
posible, tambié n se rec ons truy ó la actividad de los principales servi cios de
inteligencia: la Secre taría de I nteligencia del Estado, que res pondía
directamente a la Presidencia de la Nación; la Dirección de Coordi nación
Federal, que era el órgano de inteligencia de la PFA y el Servicio de
Inteligencia del Ejército. P or últi mo, dedic amos un es pacio importante al
estudio de la adaptación de las cárceles y el Servicio Penite nciario Fede ral para
la custodia de presos políticos. Nos he mos c onc entrad o en la actividad de la
policía, el sistema penite nciario y, desde el punto de vis ta legal, en la Cámara
E sta te si s de Doc torado f u e pre se ntada e n l a Fac u l tad de F il osof í a y Le tras de l a
U ni v e rsi dad de Bue nos Ai re s. F u e di ri gi da por l a Doc tor a Mi rta L oba to y a pro bada ,
e n agosto de 2 0 1 0 , por u n j u rado i nte grado por l os doc tore s Marí a Mati l de Ol l ie r,
Dani e l Lv ov ic h y Al e j andro Sc hne i de r.
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Federal en l o Pe nal de la Nación, que entre julio de 1971 y mayo d e 1973
concentr ó la may oría de las causas vinculadas a “actividades subversivas”.
Hemos de dicado una ate nción es pecial a estudiar las respuestas de la sociedad
civil a la ofensiva represiva del Estado y especialmente la creación de
organizaciones de defe nsa y solidaridad con los presos políticos.
Para abordar esta investigación, se trabajó con fuentes de diferente tipo y
varios archivos pú blicos y privados. E n virtud de rec ons truir la historia de los
aparatos represivos, se ha n revisado las distintas historias institucionales sobre
la Policía Federal y algunas obras instituci onales sobre la historia de la
inteligencia del ejérci to. También hemos re visado la legislación e specífica
referida a las FF.AA ., fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia. S e
consultar on las publicaciones del SPF c omo el Boletín Público Servicio
Penitenciario F ederal y la Revista Penal y Penitenciaria. De la PFA se revisaron las
Disposiciones, Ordenes del Día y la memoria c orr espondie nte a 1971. También
fueron c onsultadas publicaciones es pecializadas en derec ho penal como Nuevo
Pensamiento Penal (1972 -1977) y la Revista de Derech o Penal y Criminología (1968 1972).
Para rec ons truir el desar roll o y des pliegue de la actividad repr esiva del
Estado entre 1966 y 1973, del discurso of icial sobre la lucha contra “el
ter rorismo y la subversión” y de la actividad paraesta tal, he mos revisado
diferentes periódic os y revistas políticas de la época. En funci ón del estudio de
la Cámara Federal en lo Penal de la Nación s e utilizaron una gran cantidad de
fallos de las tr es salas de ese tribunal y material pe riodístic o, lo que nos
per mitió r econstruir la actividad burocrá tica del tribunal, el tipo de c ond enas
pr oducidas, etc. Es te tri bunal ad hoc conce ntr ó, c on jurisdicción en todo el
país y durante más de un a ño la gran mayor ía de las causas vinculadas a la
represión de “la subversión y el ter rorismo”.
En cuanto a la búsqueda de documentación r ealizada en archi vos hemos
rec olectad o y analizado gran cantidad de documentos es tatales pr ovenie ntes del
fond o del Ministe rio del I nterior, en el A rchivo Ge neral d e la Naci ón y d el
archivo de la División de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires (DIP BA), en ma nos de la Comisión P rovincial por la Memoria, de la
pr ovincia de Bue nos Air es. Ese arc hivo contiene mate riales pr oducidos por
diferentes se rvicios de inteligencia y las difer entes áreas de la estructura d e la
DIPBA .
Asimismo, hemos c onsultad o el a rc hivo d e la asociación M emoria
Abier ta. E n particular, he mos utilizado la impor tante c olección d e testimoni os
de abogados defe nsores de pres os políticos que posee su archivo oral, para
rec onstruir la actividad de las organizaciones cons tituidas para la de fensa legal
de los dete nidos como el cuer po legal de la CGT de los Arge ntinos y la
Asociación Gremial de Abogados. He mos realizado algunas entr evistas a
militantes políticos procesados por la Cámara Federal en lo Pe nal y a activistas
de las comisiones de f amiliares que nos per mitier on un conocimiento may or
del funcionamiento de esas organizaciones.
La tesis doctoral está organizada en función de los diferentes temas
específicos que aborda. E n la introducción se plantea n los obje tivos básicos de
la tesis, el estado de la cuestión y las orientaci ones teóricas y metodológicas.
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En el capítulo uno, se rec ons truye el desarr ollo históric o de algunos de
los principales aparatos re presivos del Es tado nacional. A partir de identificar
tres eta pas -1930-1955, 1955 -1966 y 1966 -1973 - y d e e xaminar la legislación y
normativa cor respondiente a la Policía Federal Arge nti na y su órgano de
inteligencia, el Se rvicio de Inf or maciones del Ejército y la Se cre taría de
Inteligencia del Es tado, buscamos pr ecisar con claridad el co ntexto d e su
creación, sus principales características y tra nsformaci ones .
Se estudia en particular la adopción de la Doctri na de Seguridad
Nacional, como ideología estatal, y las caracte rísticas de los aparatos
represivos, buscando mostrar su moder nizaci ón y la ex pansión d e sus
funciones y capacidades. La última par te, c orr espondie nte a los años 1966 1973, se ocupa básicamente de l os apa ratos r epr esivos durante la “Revolución
Argentina”, de sus características principales y su reorganización a partir de
una nueva ley de seguridad nacional, que crea un Sistema Nacional de
Planeamiento y Ac ción para la Seguridad. Se a punta a rec onoc er la
especificidad del d esarr ollo de los a paratos en relación a la e tapa a nte rior ,
buscando continuidades y transf or maciones . S e hace u n análisis de las
caracte rísticas del CO NASE y de la amplia legislación represiva apr obada e n la
etapa. La hipótesis de la que partimos e n el capítulo uno es que el golpe d e
1966 lleva a un impor tante ref orzamiento de tende ncias previas, que apunta ba n
a una militarización de las estructuras es tatales y un r eforzado pr otagonismo
de los aparatos re pr esivos del Estado.
El capítulo dos se centra en las acciones de carácte r ilegal y de la
represión pa rapolicial desarr ollada en el pa ís entre 1970 y 1973. Nuestro
princi pal inter és es compr ende r cómo se c ombinar on las actividades legales
con las ilegales. Nos preocupa e nte nde r que llevó al Estado a c olocar par te d e
su actividad represiva en la clandestinidad. La hipótesis de tra bajo es que ante
la pérdida d el monopolio d e la violencia, la clandestinización de par te de su
interve nción implicó la ampliación de las formas de la actividad represiva.
El eje del capítulo está colocad o en los sec uestros y desapa riciones de
pers onas que tuvieron lugar desde 1970 y que fueron realizados por organismos
del Estado o por grupos que actuaron bajo su amparo. En es te último se ntid o,
rastrea mos el surgimiento y las actividades de varios grupos parapoliciales a lo
largo del país, los cuales intervinier on en la es cena pú blic a muy centralmente a
partir del año 1971 mediante campañas de amenazas y a tentados expl osivos
contra dirigentes militantes, dirigentes sociales o abogados. Las desaparici one s
están fuerteme nte vinculadas a la represión de las organizaciones político
milita res. Por último, se a borda la impunida d para los asesinos ide ntificados
como un rasgo d estacad o de esa actividad. Las fuentes pri ncipales utilizadas
son los c omunicad os de los grupos pa rapoliciales aparecidos en la pre nsa
periódica de la época y la activid ad de las organizaciones que denunciaban la
represión estatal.
El capítulo tres re construye la impor tante experiencia de la Cá mara
Federal en lo Pe nal de la Nación, un tribunal ad hoc y de carác te r
anticonstituci onal, (por su origen e n un de creto del PE N y por violar el
artículo 18 de la Constitución Naci onal, que prohíbe expresame nte las
comisiones es peciales para juzgar ciudadanos ), c onocido como el fuer o
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antisubversivo. Esa cámara fue cr eada especi almente por el gobier no militar
para ser el princi pal ins trume nto de a plicación de la legislación repr esiva de la
actividad política y social de carác ter opositor. La Cámara Fede ral conce ntró,
entre julio de 1971 y mayo de 1973, todos los pr ocesos por delitos vinculados a
la “subversión y el terr orismo”. Se exam ina n las características pr ocesales, la
importa nte ac tividad desplegada por el tri bunal en base a la legislación
represiva de la época, las estrategias desarrolladas por los abogados defe nsores,
los fallos y condenas que produjo y los deba tes que su existe ncia gener ó en la
sociedad civil. También se estudian fallos de otros tribunales y de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación.
La hipótesis del capítulo ter cer o es que si bien esa cámara es una
institución que se encue ntra formalmente en el seno d el Pod er Judicial, las
circunsta ncias de su creación, sus objetivos y caracterís ticas procesales la
coloca n entre el Poder Judicial y el PEN y puede pensa rse como u n
instrume nto re pr esivo específico.
El capítulo cuatr o se enf oca en la Policía Fed eral Arge ntina y a naliza, en
particular, la fuerte c risis de la identidad institucional tras 1969. Tomand o
como fuente una revista institucional que la PFA publica para sus miembr os
desde diciembre de 1969 –Mundo Policial- se busca ver las distintas estrategias
con que la insti tución busca c onte ne r el re pudio que gene ra y la crisis de la
imagen institucional en la sociedad civil y en s us propios agentes y , e n segund o
lugar, examinar la forma en que es repr esentada y compre ndida en la
publicación la violencia política. Conc reta me nte , la hipótesis de este capítulo
es que la revista es un intento de r espuesta a l a crisis de la imagen institucional
e inclusive de la identidad policial de los miembr os de la PFA.
El capítulo cinco s e ocupa de estudiar las pri ncipales tra nsfor maci ones e n
las cárceles argentinas y e n el Servicio Pe nitenciario Fed eral, desde 1966. A
partir d e la normativa y de la infor mación brindada e n las publicaciones
institucionales del Se rvicio Penite nciario Fed e ral, la Revista Penal y Penitenciara
y el Boletín Público d el S ervicio Penitenciario Fed eral, apuntamos a rec ons truir la
forma e n que dicho se rvicio y las institucione s penales fueron adaptados pa ra
la vigilancia y castigo de los pres os políticos. Se analizan los efectos que tiene
la masacre de Trelew e n el tratamie nto de los dete nidos por motivos políticos.
La hipótesis es que existió una pr ofunda militarización y adaptación d el SPF
ante el fenóme no de los presos por motivos políticos.
Finalmente, el capítulo seis aborda las respuestas que el accionar
represivo ge ner ó en la sociedad civil, en particular, a nte las dime nsiones
masivas que adquirió el fenóme no d e los pres os políticos. P or un lado s e trata
de la actividad que las presas y los presos llevaron adelante en las instituciones
penales como una fo rma de resiste ncia al poder y como un inte nto de mej ora r
sus condiciones de r eclusión. Por otr o lado se aborda el surgimiento de
diferentes organizaciones vinculadas a la solidaridad social y defensa de los
pres os políticos, como las comisiones de familiar es de de te nidos y las
organizaciones de abogados c ompr ometidos en la defe nsa legal de los
militantes polític os. La hipótesis de la que par timos es que la actividad de esas
organizaciones debe considera rse c omo un anteced ente fundamental del
movimiento de d e rec hos huma nos en la Argentina que hunde sus raíces en un
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pasado d ond e el ac ciona r represivo llevó a l encar celamiento, de portaci ón,
tortura y el asesinato de los opositores políticos.
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LA EX CEPCIÓ N Y LA REGLA. ES TA DO, PARTIDOS POLÍ TICOS Y
MEDI DAS PRONT AS DE SE GURIDA D EN URUGUAY, 1946 -1963
Mariana Iglesias
Mae strí a e n C i e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Naci onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 10
El obje tivo de la pres ente tesis fue dar cue nta del r ecurso al es tado de
excepción para abordar problemas inter nos de diversa índole en Uruguay entre
1946 y 1963. La indagación estuvo centrad a en el análisis de la decisión
gubernamental de afronta r una situación pu ntual mediante la disposición de
medidas pr ontas de segu ridad (mps) - principal figura de estado de exc epci ón
en Uruguay- entendiend o que el a bordaje de una situación puntual c omo
anor mal es ese ncialmente política. E n tal sentido, el análisis estuvo ce ntrado
en las justificaciones que los sectores partida rios go ber nantes construyer on al
momento de pres entar situaciones es pecíficas como causantes de estad os de
necesidad anulando, c omo c onse cuencia, la posibilidad de enmarcarlas en las
disposiciones generales de la legislación prevista para casos normales.
El estado de exce pción fue un recurso habitual en el Uruguay durante
tod o el siglo XX, que s ólo se i nte rrumpió tras el resta blecimiento de la
democracia e n 1985. Sin e mba rgo, tanto e n el sentido común ciudadano c omo
en la pr oducción de las ciencias sociales urugua yas la disposición del r ecurso
ha quedado ide ntificada con el pe ríod o previo al golpe cívico militar d e 1973,
más específicame nte con el gobier no c olorado de Jorge Pachec o A rec o,
iniciado en 1968. Hasta el momento, es te tema ha sido abordad o únicame nte en
función de lógicas de avance autoritario vincu ladas más con el fenóme no d e la
dictadura que con prác ticas gubernamentales previas reforzánd ose la idea de
que en los 60‟ el país atravesó una c risis económica y política tal que rompió
con las prác ticas c onse nsuales, negociadoras y pacíficas, que supuesta mente
caracte rizaban al funcionamiento político d el país. En es e ma rco, el estad o de
excepción es pr esentado como un da to del proc eso d e r esquebrajamiento del
sistema político durante la referida década y las instancias previas en que se lo
dispuso quedan huérfanas de marcos analíticos propios.
Desde es te punto d e vista, la tesis pretend e apor tar al es tado ac tual del
conocimie nto d el pasado re ciente e n d os aspectos. Uno, empírico, vinculado
estric tame nte a la historia del Uruguay. El otr o, te óric o, relacionad o con la
pr oble matización del recurso al estado de ex cepci ón ente ndiénd olo como un
aspecto de regímenes políticos d emocrá ticos, lo cual puede ser útil para
repensar as pec tos del funciona miento d e la democr acia uruguaya y de otr os
países.
En relación c on los apor tes de la tesis al conocimie nto de la historia
reciente del Uruguay, la inte nción d e es ta inv estigación fue pone r e n suspe nso
la filiación de las mps con el perí odo 1968 -1973 buscando realizar un a po rte ,
por un lado, a la compre nsión ge neral de la funcionalidad política que el
recurso al estado de exc epci ón tuvo en Uruguay y, por el otro, al conocimie nto
de ciertos rasgos de la historia política del país que han quedado marginados y
que no tienen cabi da d entr o de los parámetros analíticos que suste nta n la idea
del Uruguay excepcional/ batllista.
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La investigación demostró que el recurs o al e stado de exc epci ón fue una
her ramienta prese nte en el horizonte d e posibilidades de los distintos
gobier nos nacio nales a lo largo de tod o el siglo XX. Dura nte el períod o
específico trabajado en la tesis (1946 -1963), las mps fueron tomadas fre nte a la
aparición de conflictos de fu ncionarios público que pusieron e n cuestión - no
necesariamente c on inte nción ni con poten cialidad desestabilizadora decisiones tomadas por las autoridades guber name ntales en su calidad de jefes
y cuando ac tores sociales o polític os pusier on en duda las capacidades básicas
del gobierno en materia de mante nimie nto de servicios públicos y/o
subsistencia de la población. Fr ente a la impleme ntación de recurs os como la
huelga, la paralización de servicios y la ocupación de es tableci mientos e n el
marc o de conflictos que se ve nían trami tando e n ins tancias formales,
contr oladas por los se ctores par tida rios que conf or maban el PE y a par tir de
las que se implementaban los mecanismos de negociación, distintos gobie rnos
pr ocedier on a la construcción de la situación en clave de excepci onalidad a fin
de abordarla c omo una situación anor mal. C omo c ontraposició n a la refe rida
situación conflictiva, se construía un esce nario ideal, que no dejaba cabida para
la impleme ntaci ón de medidas de fuerza por par te d e grupos s ociales y que
concebía a la tra mitación del conflicto medi ante los canales institucionales,
contr olados por los par tidos políticos, como si tuación nor mal.
En esas coyunturas, y como c onse cuencia de los pr ofusos debates que se
daban durante el proc eso de sanción de mps, la disposición del recurs o
per mitió re pr oducir y fijar se ntidos e n torno a las posi ciones que los sec tores
políticos g obe rna ntes ocupa ban f rente a ac tores sociales organizados y a
grupos partidarios adversarios y, desd e ese lugar, contri buir a re pr oducir la
centralidad de los pa rtidos polític os tradicionales en el sistema polític o. C omo
conse cuencia, se pod ría pensar que la aplicación del recurs o cumplió, al menos,
una doble funci onalidad. Por u n lado, r efor zar el lugar de autoridad de los
sectores gober nantes sobr e cualquier actor soc ial que buscara legitimarse como
represe ntante de i nte reses sociales por fuera de los marc os institucionales que
ellos controlaba n. P or el otr o, enf rentar cuestionamie ntos al dese mpe ño de los
distintos partid os en el gobierno e n su calidad de garantes del bie nestar ge neral
por te ne r a cargo la dirección del P E. T odo lo cual está estricta me nte
vinculado con un rasgo caracterís tico del sistema político uruguayo: el peso
que los partidos políticos tradicionales han tenido a lo largo del siglo XX.
En cuanto a los a portes te óric os, útiles par a el análisis de la his toria
reciente tanto de Uruguay como de otros países, la línea de investigación
iniciada con la tesis pre tend e apor tar ele mentos pa ra re pe nsar la utilidad
conceptual de la dicotomía democracia -dic tadura al momento de abordar
pr oble mas tales como la disposi ción de recurs os autorita rios fre nte a conflictos
sociales y el resguardo de garantías individuales por parte del Es tado. Si bien
ello no es un pr oble ma específico del pasa do recie nte , es evidente que las
décadas tra nscurridas e ntre los 50 y l os 70 r equier en una r eflexión específica
en tor no a los medi os que las diversas democ racias utilizaron para tramita r la
conflictividad social y el modo en que impleme ntar on diversos medios para
hacer fr ente a crecie ntes c onflictos de índole política e ideológica.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Desde la c onf or mación de l os Estad os modernos los ord enamie ntos
jurídicos cuentan con diversas pre rr ogativas cons titucionales que permite n al
Poder Ejecu tivo, gene ralmente c on ve nia parlamentaria, disponer la suspensión
total o parcial del estado de der ec ho e n casos que considere de c onmoción
inter na o de ataque exterior. Ello, con el obje tivo de dispone r medidas rápidas
y eficientes para el abordaje de las situaciones calificadas como e merge ncia.
Estas medidas pueden ser d e diversa índ ole y ello depend e ta mbié n del grad o
de regulación constitucional y/o legal de las distintas formas de estad o de
excepción. E n general, este mecanismo habilita a la detenci ón d e pers onas por
parte del Poder Ejecutivo y a su traslado en el territorio, a la participación de
militares en la solución de la situación calificada como emerge ncia; el recurso
tambié n ha ha bilitado la toma de me didas económicas y a la sanción de
medidas legislativas por par te d el Ejecutivo si n la corres pondiente a pr obaci ón
parlame ntaria.
Los regíme nes d emocrá ticos contemporáne os , estructurad os e n torno a
las reglas pautadas por estados de der echo, ha n mantenid o estas pre rr ogativas y
las han puesto e n funcionamie nto e n rei tera das oportu nidades a lo largo del
siglo XX. No obsta nte, el pes o que la dicotomía de moc racia -dictadura ha
cobrado e n las ciencias sociales y la identificación de las segundas con la
participaci ón d e los militares en política, el problema del r ecurso al estado de
excepción ha quedado opacado por la pred ominancia de la pr egunta sobr e el
por qué de los golpes de estado, principalmente en los 70‟. Lo que pare ce verse
potenciado como c onsecuencia de la usual identificación, a veces te órica, a
veces de sentido c omún, entre es tado de exce pción y dictadura.
La línea de investigación adoptada con la pre sente tesis pr opone abor dar
el recurso al estado de ex cepción c omo un problema es pecífico de las
democracias mode rnas. A pa rtir de ello, la pr opuesta analítica es pensar las
funcionalidades políticas que la decisión de solucionar uno o varios conflic tos
inter nos mediante la disposición d e medid as exce pcionales tuvo para los
grupos gober nantes que controlaba n el Pod e r Ejecutivo. Lo que les per mitía
colocar e n el lugar de lo ilegal a quienes eran indicados como causantes de la
esgrimida emergencia, posi cionánd olos como objeto directo del ejercicio del
pode r guber name ntal al ser puestos en lugar de enemigos.
Así, tenie ndo en cuenta el carácter polític o – no obje tivo- del recurs o al
estado de e xce pción, la pr opuesta en que se inscri be la inves tigación que
continúa la pres ente tesis, y a pa rtir de la cual se pr ete nde pr ofundizar el d oble
apor te r eferid o, es pensar la disposición del estado de e xce pción como una
her ramienta guber name ntal ponie ndo el ace nto, por un lado, e n el análisis de
las justificaciones m ediante las que distintos gobiernos decidier on abor dar
situaciones conflictivas mediante pre rr ogativas de excepci ón. P or otr o lado,
detec tand o los cambios que se observar on en el relacionamie nto del g obier no
con la oposición y c on sec tores sociale s organiz ados en el período
inmediatamente anteri or y pos teri or al que se dispuso el estado de exce pción.
En ese marc o e ntonces, la pr opues ta es dar c uenta de la funcionalidad política
que tuvo ese proc eder para los grupos q ue contr olaban instituci ones de
gobier no de moc ráticas.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
AS RAÍZES HI STÓRIC AS E
RESSENT IME NTO NO BRAS IL
Michel Kobelinski
SOCI AIS
DO
UFANISMO
E
DO
Doc torad o e n Hi stori a. U ni v e rsi dad E stadu al P au li sta . Añ o de def e nsa: 2 0 08
O ufanismo e o ressentime nto são me canismos de construçã o dos
indivíduos e das sociedades. As raízes destas sensibilidades, caracterizadas pela
relação de oposição e c ompleme nta ridade, estão prese ntes na história do
Brasil. 2 Considera ndo a impor tância do te ma no âmbi to da História &
Sensibilidades é necessário refletir na 1ª Jor nada de Difusión de Tesis sobr e
Memorias y Pasado Reciente , do Núcleo d e Estudios sobre Me moria del
Insti tuto d e Desarr ollo Ec onómic o y S ocial, as relações possíveis entre história
e me mória e seus apor tes teóricos e me tod ológicos. A pres ente abordage m
parec e não ter vinculação à história do te mpo pr esente. Mas foi justamente a
partir das injunções históricas, s ociais e compor tame ntais que busquei as raízes
de um problema cr ônic o, o das sensibilidades em oposição.
A ostentação que os brasileiros manifes tam pelo país e por si mesmos , e
que seguidamente as pesquisas de opinião pública realizadas pelo Ministério do
Meio A mbiente e pelo Ins tituto de Estud os d as Religiões evidenciam, não são
surpree nde ntes. Há uma pr ofunda r elação entr e a memória social e um pas sad o
forjado nas c ontradiç ões s ociais. 3 O país é visto pelos brasileiros como o reino
da natureza, da hospitalidade e da cordialidade. Mas até que ponto es te
comporta mento anestesia a memória social e acarre ta a apatia política de
sujeitos que não querem t er f orça para mudar realidades conflitantes? Vejamos
breve mente algumas respostas provisórias par a este problema, e d epois, como
os vínculos memoriais foram construídos a partir de re pr esentações históricas
e literárias.
As repr esentações de um olha r par a o futuro encar nado na nos talgia se
ampliaram a parti r d o último ano d o século XIX. O c ond e Aff ons o Cels o,
membr o do IH GB, e nume rava as principais vantagens do B rasil em relação às
outras nações: o clima, a beleza e a riqueza do te rritório, a miscibilidad e racial,
sua força militar, seu povo e sua história. A integraçã o nacional, o patriotismo
e o civismo seriam as armas para vencer os perigos que ameaçavam o Brasil.
Porta nto, a ausê ncia de tais valores somad a aos maus gover nos seriam as
causas do atraso e conômic o e polític o. Daí a necessidade de realçar o passado,
mostrand o como a formaçã o d o B rasil devia muito aos “band eirantes
paulistas”; eles “reduziram os indígenas à escravidão” e “ex pulsaram os
espanhóis do ter ritório português”. 4 Esta mitologia, simb olizada nos livros
didáticos de história até os anos 1980, era o resultado d e disputas político KOBE LINSKI, Mi c he l .
He roís mos , s e diç õe s e he re s ias : a c onstru ç ão do
u f ani smo e do re s se nti me nt o n os se rtõe s da c api tani a de Sã o P au l o (1 7 6 8 -1 7 7 4 ).
2 0 0 8 . 2 5 0 f . Te se (Dou torad o e m Hi s tóri a), U ni v e rsi dade E stadu al P aul i sta, As si s,
2008.
3
“O q u e o bra si l e i ro pe nsa d o Me i o Ambi e nte e do c o nsu mo su ste nt áv e l ”, c om
e di ç õe s nos anos de 1 99 2 , 19 9 7 , 2 0 01 e 2 00 6 .
4 C E LSO, Af f onso de A. F . Por que me uf ano do me u país : right or wrong, my
c ou ntry . Ri o de Janei ro: F . Bri gu ie t & C i a., 19 4 3 .
2
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econômicas e de rec ons truç ões historiográfic as. Era uma identidade tramada
que associava o progress o de São Paulo à sua história. 5 A interve nção na
política r epublicana reivindicou poder político que se justificava pelo trabalho,
pelo pr ogress o e pela riqueza de São Paulo. T udo isto suplantava o atras o e a
indolência no B rasil. 6 Historiad ores como Alfr edo Ellis Jr, Affonso
D‟Esc ragnolle Taunay e Alcântara Mac hado , e ntre outr os, “lembravam” que o
pr ogresso se iniciara com os se rta nistas d e São Paulo, isto é, c om s eus
descend entes. Pa ra isto tiveram que abrir mã o da consanguinidade para a tribuir
aos imigrantes uma identidade associada ao trabalho e ao progress o naci onal.
Os ecos memoriais e históric os deste mito influenciaram os intelec tuais
paranae nses. O paranismo, movime nto que e xaltava o home m, a terra e o
pr ogresso, ampar ou -se no sentime nto de injustiça e abandono daquele estado
pela federaçã o, desd e a guerra d o Pa raguai. Criou -se no i maginário um ideal
pr ogressista que alinhava o desenvolvimento do Paraná ao de São Paulo e do
Brasil. 7 David Carneir o - um d os me ntor es d o para nismo - transitou entre o
ufanismo e o resse ntime nto. A posição pe nd ular decor ria da per da d e pode r
político e econômic o advindo da crise prov oc ada com a conc orr ência argentina
na pr odução de erva - mate. E m sua obra o her oísmo se rta nista contrasta com a
apatia de desce nde ntes d e por tugueses que se tornara m re traídos e modestos,
cujo comporta mento emper rou, não só o d esenvolvimento da P rovíncia do
Paraná (1853), mas também o d o Estado d o Paraná, na década de 1940. 8
Em Pioneiro s do Iguatemi (1957) a escritora Helle Velozzo procur ou fugir
da mitologia da qual se valia o governad or M oisés Lupion (1946 -50; 1955 -59).
O discurso daquele político privilegiava o progress o e deixava em segundo
plano os problemas s ociais que dizia resolver. 9 O her ói romanes co (Júlio
Estêvão) luta pela c ons olidação d o amor mes tiço (da í ndia Nyaca ) e contra os
desvios de cará ter de portugueses e es panhóis, considerad os ambiciosos e
mesquinhos. Tra ta -se da idealização de uma s ociedade amena que r esolve seus
pr oble mas e escancara a realidade. Embora não se revolva o lodo me morial e
histórico d os resse nti mentos , tanto daquela sociedade quanto dos c onflitos
entre “castelha nos” e luso - brasileiros no séc ulo XVIII, mos tra - nos as feridas
sociais latentes da integraçã o é tnica e s oc ial. Apesar disso, a c rítica ao
pr ocesso formativo esba rra na integração sacrificial do índio e d o negr o à
sociedade para naense e brasileira. 10
ABU D, Káti a Mari a.
O s ang ue itimorato e as nobilís s imas tradiç ões . A
c onstru ç ão de u m sí mbol o pau l i sta: o bande i rant e . Te se de dou torado, U ni v e rsi dade
do E stado de São P au l o, São P au l o, 1 98 5 .
6 MOU TINHO, J. M. N. A pau l i stani dade re v ista: al g u mas re f l e xõe s sobre u m
di sc u rso pol í ti c o. Te mpo Soc ial , Rev i sta de Soci ol ogi a, São P au l o, p. 1 09 -1 1 7 , 1 9 91 .
7 P E RE IRA, Lu i s F e rnando. Paranis mo: o P araná i nv e ntado; c u l tu ra e i magi nári o no
P araná da I Re pú bl ic a. Cu ri ti ba: Aos Qu atro Ve nt os, 1 9 9 7 .
8 C ARNE IRO, Dav i d. His tória Ps ic ológic a do Paraná . C u ri ti ba: Ti p. J oão Hau p t,
1944.
9 ROLIM, R. C . A re organi zaç ão da pol í c i a no E stado do P araná n os an os 1 9 5 0 .
P onta Gro ssa: U E P G, Re vis ta de His tória Re gional , 2 0 0 0 , v . 5 , n. 1 , p. 15 3 -1 66 .
10 BOSI, Al f re do. U m m i to sac ri fi c i al : o i ndi ani smo de Al e nc ar. In: Dialé tic a da
c oloniz aç ão . São P au l o: C ompanhi a das Le tras, 1 9 9 2 , p. 1 76 -1 9 3 .
5
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E se a vene ração das virtudes ofusca o se nso c rítico d os sujeitos é porque
traz consigo o antagonismo dos sentime ntos. Es te exc esso dissimula a
inter nalização dos ressentimentos e cria a falsa idéia de integração n acional.
No B rasil o recalque é um legado psíquico cujas bases se assentam na luxúria,
na ambição e na tristeza, c ombinação esta qu e desatina os “se ntidos”. 11 Paulo
Prado ao es tudar os sentime ntos e simbolismos em nossa for mação e ntend eu
que o “esgotame nto se nsorial” e as pertur baç ões somático -psíqu icas induziram
ao senti mento d e não pe rte ncime nto ao Brasil, embora oc or resse o
encantame nto pela na tureza. O resultado foi a ausência de apeg o ao “solo
nutridor” e a a pare nte consagração mate rial e humana. 12 Quant o aos
sertanis tas, desmistificou - os aponta ndo a obsessão diabólica pelo our o e os
crimes que come tera m para satisfazere m suas paixões. Deste modo, por baixo
do manto de superioridade d os brasileiros, is to é, d o ufanismo, esc onde -se o
complexo de inferi orid ade (resse ntime nto). Logo, te m se ntido a necessidade
cons tante de red escobe rtas retóricas e da busc a pela identidade pe rdida. 13Afinal
de contas, escamoteou -s e a tentativa d e construção d e uma nação
exclusivamente branca e civilizada através do mito do c ongr aça me nto racial e
da imigração. 14 A literatura do século X IX, a exemplo d e J osé de Alenca r,
ousou criticar a história e os funda mentos da nacionalidade que tinham mais a
ver com ficção d o que com a realidade.
A valorização de si, da felicidade e da sensua lidade esconde
comporta mentos enrustidos e i nconscientes. 15 A impotê ncia, a alienação e a
subserviência significaram a recusa à me mória de desagravos e injustiças. 16 Suas
facetas são implícitas e às vezes violentas. 17 Aliás, Gilberto Frey re ao estudar
as bases psicol ógicas, sociais e históricas da sociedade brasileira consta tou o
equilíbrio de antagonismos, principalmente aquele entre o se nhor e o esc ravo. 18
Se houve resse ntimento, se rviu apenas como instrume nto de profilaxia cristã
conta os her étic os mou ros e es panhóis que se abrigavam no B rasil. Mas o
amalgama de indivíduos extrover tidos e introvertidos permi tiu a adaptação e a
plasticidade sadomasoquista de um povo que sente prazer em pr ovoca r
sofrime nto e m pessoas e a nimais, ao mesmo tempo e m que se c ompraz c om o
P RADO, P au l o. Provínc ia & naç ão . P aul í sti c a. Re trato do Brasi l : e nsai o sobre a
tri ste za brasi l e i ra. Ri o de Jane i ro: Li v rari a José Oly mpi o E di tora, 1 9 7 2 .
12 ME LLO e SOUZ A, Lau ra. Aspe c to s da hi s tori ograf i a da c u l tu ra sobre o Brasi l
c ol oni al . In: F RE ITAS, Ma rc os C e zar. His toriograf ia bras ile ira e m pe rs pe c tiva .
São P au l o: C onte xto, 2 0 0 3 , p. 2 0 6 .
13 BRE SC IANI, S. Ide nti dade s i nc onc l u sas no Brasi l do sé c ul o XIX. F u ndame ntos de
u m l u gar c omu m. In: BRE SC IANI, S., NA XARA, M. (Org.). M e mória e
(re s )s e ntime nto . C ampi nas: E di tora U ni c amp, 2 00 4 , p. 4 0 3 -4 3 0 .
14 MARTIU S,
K. F . P . C omo se de v e e sc rev e r a Hi stóri a do Bra si l . In: Re vis ta do
I HG B. Ri o de Janei ro, 6 (2 4 ), p. 3 81 -4 0 3 , j an., 1 84 5 .
15 NIE TSC HE , F .W. G e ne alog ia da moral . U m a pol ê mi c a. São P au l o: C i a. Das
Le tras, 2 0 0 2 .
16 KE HL, Mari a Ri ta. Re s s e ntime nto . São P au l o: C asa do P si c ól ogo, 2 0 0 4 , p. 2 0 6 e t
se q .
17 F E RRO, Marc . O re s s e ntime nto na his tória: e nsai o. Ri o de Ja ne i ro: Agi r, 2 0 0 9 , p.
14.
18 F REY RE , Gi l be rto. Cas a g rande & Se nz ala : i ntrodu ç ão à soc i e dade patri arc al no
Brasi l . Ri o de Janei ro: Re c ord, 1 99 0 .
11
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sofrime nto físico e moral que lhe prov ocam. A felicidade dos brasileiros que se
manifesta no riso e na z ombaria de seus se melhantes e de sujeitos de outras
nacionalidades pode se r conside rada como uma forma de agressão. A pulsão
agressiva, que dá sen tido à existê ncia huma na, é um meio d e proteçã o que
garante a existência do sujeito e uma mediação com o grupo com o qual se
identifica, e que simultaneamente ri c om des prez o d o outr o ou daquele que é
diferente. 19 A de rrisão é , por tanto, uma condiç ão das se nsibilidades originadas
na mestiçagem, nos conflitos sociais e na fundação nacional.
Nota-se, portanto, que a dialética das sensibilidades no B rasil també m foi
o substra to dos e mba tes entr e a mode rnida de e o moder nismo. Tanto pela
exacer bação d o dese nvolv imento quanto pelo se nti mento de desilusão
ideológica e cultural. 20 A princi pal discussão no início das primeiras décadas
depr essivas do século XX e ra sobre a ide ntid ade brasileira e os obs táculos ao
desenvolvimento econômico, político, social. Holanda soub e muito be m
desvelar o resse nti mento i ncrustrado no movime nto mode rnista, se m se r
ressentido. O aspec to crí tico do r essentime nto per mitiu questionar o pes o do
passado no pres ente, numa s ociedade mar cada pelo pe rsonalismo e pela
associação entr e as esferas pública e privada. Daí a dificuldade em ultrapassar
os limites políticos da colonização e de nos desvencilharmos dos laços de
cordialidade, mesmo porque no pr ocesso de mestiçage m não oc or reu
solidariedade entre os brasileiros. 21 É por i sto que Holanda e nte n deu a
democracia brasileira como um mal e nte ndido e a c ordialidade como e mpe cilho
ao desenvolvimento da nação.
As raízes históricas do ufanismo e do ressentime nto podem se r
identificadas durante o pe ríodo c olonial. Naquele mome nto o ufanismo
significa su perioridade, os te ntaçã o e s ober ba, associando -se ao poder que um
grupo ou uma pessoa tinha em relação aos outros, e uma for ma de orgulho e
prazer d e “varões ilustres” que enca rnavam o her oísmo, quer pela nobreza de
sangue, quer pelas virtudes. O termo, de origem espa nhola significava
“vangloriar-se de si ou do que se dispõe”, além de associar -se à jactância e à
vaidade. 22
O ufanismo estava presente na narra tiva dos tempos fabulosos, na
literatura de viagens, e xplorações e r ec onhecimento do Nov o Mund o. S eu
pend or mític o e xaltava as ter ras ignotas, “coisas, home ns e cos tumes”; 23
LORE NZ , Konrad. L ’ ag re ss ion, une his toire nature lle du mal . P ari s : F l amari on,
1 9 6 9 , p. 26 6 e t seq .
20 VE C C HI, R. A i nsu s te ntáv e l l e v e za do pass a do q u e não pas sa: se nti me nt o e
re sse nti me nto d o te mp o de ntro e f ora do c ânon e mode rni sta. In : BRE SC IANI, S. ,
NAXAR A, M. (Org.). M e mória e (re s )s e ntime nto . C ampi nas: E di tora U ni c amp ,
2 0 0 4 , p. 45 7 -4 69 .
21 HOLANDA, S. B. de . Raíz es do Bras il . São P au lo: C ompa nhi a das Le tras, 1 9 9 5 .
22 Di c ci onari o de l a le ngu a c aste l l ana, e n qu e se expl i c a el ve rdade ro se nti do de l as
v oc e s, su natu ral e za y c al i dad, c on l as phrase s o modos de h abl ar, l o s prov e rbi o s o
re f rane s, y otras c o sas c o nv e ni e nte s al u so de l a l e ngu a [...]. C ompu e sto p or l a Re al
Ac ade mi a E spañol a. Qu e c onti e ne l as le tras S.T.V.X.Y .Z . Madri d. Impre nta de l a
Re al Ac ade mi a E spañol a, por l os he re de ros de F ranc i sc o de l Hie rro, 1 7 3 9 , p. 3 8 4 .
23 C OU TINHO, Af râni o, F ARIA C OU TINHO, E du ardo de . A lite ratura no Bras il .
E ra Barroc a, e ra Ne oc l ássi c a. São P au l o, Gl obal , 1 9 9 9 .
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desejava -se a simplicidade e a graciosidade campes tre por meio da imitação
presci ndida da tradição clássica. 24 A poé tica de Manuel B otel ho d e Oliveira
(1636 -1711) conve rteu A narda em mus a bras ileira. A tra nsfiguração do ideal
lusitano nas selvas brasileiras era mediada pela saciedade dos prazeres e pela
busca da e ter nidade. Mas a melancolia e a solidão formavam um abismo e ntre a
metáf ora e a realidade colonial. Em 1731, Nuno Ma rques Perei ra (1652 -1731)
também valorizou a índ ole moral e es piritual dos emboabas (portugueses) e m
detrimento d os paulistas. 25 Suas elucubrações fora m subsidiadas pelos
elementos naturais, riqueza, virtude, conhe cimento e artes, além do empreg o
do te rmo pátria para designar simultaneame nte P or tugal e a colônia luso brasileira.
Todavia, Cláudio Manuel da Costa (1768 e 1774) reorie ntou o discurso
em favor d os se rtanis tas ao apree nder a natur eza, na pele e na alma. O mund o
exte rior c onduzia à intr ospec ção e à contempla ção, e admitia também o
simultâneo, o mau gosto, o sofri mento e a desapr ovação d o pe rce bido. O
clássico poema Vila Rica retrata a fundação de Our o P reto, as lutas entr e
paulistas e emboa bas e o Gover no de Al buquerque, que procurava estabelecer a
orde m diante d os inúmer os conflitos pr ovocados pela cobiça do our o. 26 A
camuflagem do ódio na colônia conti nuou com os historiadores paulistas Pedro
Taques de Almeida Paes Leme e frei Gaspar da Madre de Deus, que viram no
passado um instrume nto e luta política para o bter em pod er e valorizar a si
mesmos. Eles r eabilitaram seus anc estrais atr avés do ufanismo e da refutação
dos escritos jesuíticos de Charlevoix e Vaissette que, inversamente, mostravam
imagens da barbárie e da degeneraçã o social na formação da capital pau lista.
Para finalizar este tex to exe mplifico c om d ois lugares de memória, os
quais envolvem repr esentações reais e ima ginárias da história brasileira e
sentimentos identitários abstraídos da me mória coletiva. 27 No sul do Brasil, na
cidade de União da Vi tó ria, a escultura em ma deira do bandeira nte Fer não Dias
Paes Leme re toma indire tame nte o mito d o he rói ba ndeirante; inversame nte, na
cidade minei ra de Caeté, um de seus monume ntos evoca a “raça colonizadora”
e o início da guerra dos embobas pr omovida por Ma nuel Nunes Viana contra
os sertanis tas paulistas.
Como podemos concluir o ufanismo e o ressentimento são ma neiras de
agir e reagir dentr o de es trutu ras sociais coope radoras e conflitantes,
abrange ndo dife re ntes te mporalidades e caric aturas do passado e da memória
social. De um lado há a c onsagraçã o dos vínc ulos entr e indivíduo, te rritório e
pode r. De outr o, a inca pacidade de reagir e a ruminaçã o do ódio como
BOSSI, Al f re do. His tória c onc is a da lite r atur a bras ile ira . São P au l o, C u l tri x,
1994.
25 RODRIGU E S, J. Ho nóri o . His tória da His tória do B r as il : hi st ori ograf i a c ol oni al .
São P au l o, E di tora Nac i onal ; Brasí li a, INL, 19 7 9 . GOLGHE R, I. G ue rra dos
e mboabas : a pri me i ra gu e rra c i vi l nas Amé ri c as. Be l o Hori zonte , E d. Itati ai a, 1 9 5 6 .
ME LLO, José Soare s de . E mboabas . São P au l o: Gov e rno do E stado de S ã o P au l o,
1979.
26 VE RÍSSIMO, José . His tória da lite ratura bras ile ira : de Be nto Te i xe i ra (16 0 1 ) a
Mac hado de Assi s (1 9 0 8 ) . Brasí l i a: E di tora da U ni v e rsi dade de Brasí l i a, 19 6 3 .
27 NORA, P i e rre . E ntre Me móri a e Hi stóri a: a pro bl e máti c a dos l u gare s. In : Proje to
His tória . São P au l o: P UC , n. 1 0 , pp. 0 7 -28 , de zembro de 1 9 9 3 .
24
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
alterna tiva de combater o outro. Estas sensibi lidades em oposição provocaram
um quadro de te nsões e de negociaç ões que marcara m a história brasileira,
ontem e hoje.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
RACISMO, GENOC IDIO Y DERE CHOS HUMANOS. GUATE MALA
1978-1999
Julieta Carla Ros tica
Doc torad o c on me nc i ón e n C i e nc i as Soc i al e s y Hu manas. U ni v e rsi dad Nac i onal
de Qu il me s. Año de def e nsa: 2 0 1 0
De f or ma gene ral, la tesis titulada Racismo, genocidio y der echos humanos.
Guatemala 1978 -1999 prete nde intr oducir el caso nacional de Guate mala al
debate sobr e el pasado reciente de las diferentes ex perie ncias dictatoriales y
represivas del Cono Sur . F undame ntalmente porque c ons tituye la única
expe riencia represiva en América La tina que f ue admitida como genocidio por
la comisión de verdad oficial, y porque en l a transición hacia la democracia
política a la par de las organizaciones de derec hos humanos se crea ron y
movilizaron organizaciones i ndígenas que demandar on der echos c olec tivos.
Ambos datos constituye n el pu ntapié inicial para indagar sobre las
coincide ncias, que las hubo, y las difer enci as respec to del Cono Sur. E n
relación a las inter pre tacione s de la historia re ciente guate malteca, el apor te de
la tesis se orientó e n cuatro aspe ctos:
-1La tesis aborda la relación entre racismo y genocidio, una conclusión
hipoté tica abier ta a la i nvestigación a la que ha n llegado las elaboraciones
historiográ ficas, sociológicas y antr opológicas de los noventa, década signada
por los diálogos d e paz e ntre las organizaciones guerrilleras y el gobie rno de
Guatemala. El deba te principal de es tos relatos giró e n tor no al grado d e
responsabilidad de la guer rilla en el surgimie nto y desarr ollo d e la violencia.
Partier on d e un relato focalizado e n la coyu ntura del e nfr entamie nto armad o
que no cuestionó la tesis de la violencia reacti va.
Mientras que la guerra de guerrillas se generalizó en Guate mala hacia
fines de los años sete nta y comienzos de los años ochenta, los intelec tuales
marxistas guatemalte cos justificaron el uso de la violencia por par te de la clase
dominada c omo her ramie nta legítima pa ra e nfre nta r la violencia de la clase
domina nte . I nter pre tar on que en Gua te mala hubo un conflicto armad o porque
la lucha de clases alcanzó su etapa final, el nivel de la lucha armada a
princi pios d e la década del sese nta. Para e nfre nta r la guerra de guer rillas,
concepto militar estratégico que guiaba la lucha de clases en su ex pr esión
armada en Amé rica Lati na, la clase dominante utilizaba el terr or como tác tica
de c ontrainsurge ncia desde 1966. (Aguilera Peralta, 1981) 28 En la década d el
nove nta esta mirada obtuvo una versión más sofisticada. Se centró e n la
violencia desplegada p or el Estado y la explicó como res puesta a deter minados
actos de resiste ncia. Al considerar que estos actos no fuer on necesaria y
solamente ar mados, re basó la reflexión c entra da en las vanguardias armadas e
E l mi smo f ue gal ardonado c on u n pre mi o e n el se gu ndo c onc u rso de l a re vi sta
Hi stori a y Soc i e dad, re v i sta l ati noame ri c ana de pe nsami e nt o marxi s ta f u ndada e n
1 9 6 5 cu y o C onse j o E di tori al c ongre g aba a i nte l e c tu ale s tal e s c omo R oge r Bartra,
The otoni o D os Sa nto s, E nri q u e Fl ore sc ano, Jos é Manu el F ortu ny , P abl o Gonzál e z
C asanov a, e ntre otro s.
28
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
incluyó e n el relato a múltiples ac tores colectiv os: indígenas, campesinos,
estudiantes, obr er os, religiosos . (Figueroa Iba r ra, 1990 y 1999 y Falla , 1992)
Si tod os es tos intelectuales r esponsabilizaron al Estad o te rr orista por
obra de la clase dominante del surgimiento d e la violencia desatada contra la
sociedad civil (circa 1978 -1983), otr os autores destacar on la responsabilidad de
la guerrilla (Le Bot, 1995 y Stoll, 2000). Los primer os advirtier on que este tipo
de inter pr etaciones justificaba la “reacción” por la “rebelión”, que la rebelión
no me recía d e la detenci ón, la tor tura y asesinato ex trajudiciales, y te rmi naron
explicand o los actos de r esistencia y el uso de la violencia por el punto
extr emo de c onflictividad social que se fue genera ndo desd e la
contra rrevolución de 1954. Más de acuerdo a los se gundos las relaciones de
opresión ya ha bían sido desafiadas por la población indígena por la vía no
armada durante las d écadas del sese nta y se tenta y por ello la guerrilla tenía
una responsabilidad central en la producción de la violencia.
En es tos relatos prima ron las acusaciones y l as justificaciones en vez de
las inter pre taciones de la violencia polític a. Ninguno de ellos alcanz ó a
explicar el tipo de violencia espe cífica que constituy ó el genocidio, y por ello
pr opusieron, aunque no abordar on, en últim o término el racismo.
-2La tesis rec haza una conside ración f recue nte en los relatos del pasad o
reciente guatemaltec o respecto d e la población i ndígena: el aislamiento y
pasividad de la población indígena r espe cto de los problemas sociopolíticos
nacional es y la consecue nte r e -victimización de las víctimas del genocidio.
De acuerd o a algunos autores para los i ndígenas guatemaltec os el uso d e
la violencia no era una vía legítima para el cambio social. Se preguntar on
entonces ¿ porqué apoyaron el proyec to rev ol ucionario? La clave es taba e n la
forma e n que se produjo la adhesión. C oncluye ron que el movimiento
revolucionari o popular de los primer os años de la década de 1980 surgió como
conse cuencia d e la “violencia dual” (Le Bot, 1995 y Stoll, 2000). Se tra ta de
una aproximación que adoptó un e nfoque binario en tor no al pr otagonismo de
los dos actor es armados, la guerrilla y el ejército, y que comprendi ó a la
población indígena c omo «objeto» “entre dos fuegos” en el conflicto a nivel
nacional.
Podría afirmarse q ue se trata d e una versión de la “te oría de los d os
demonios”. Una lógica nar rativa que no es un dato singular de Guatemala.
Comúnme nte, tras pr ocesos de autorita rismo y violencia, la historia naci onal se
narra convulsionada por un ter ror que proviene tant o desde la extre ma dere cha
como de la ex tre ma izquierda, dejando a la sociedad indefe nsa, c omo víctima
carente de res ponsabilidad o acción cole ctiva. Es una narrativa que responde a
los discursos de l os testigos y familiares de la s víctimas que suelen orga nizarse
en función de la omisión de la militancia y la negación de la política para
exculpar a los sujetos víctimas de la violencia política estatal, para hacer
audibles sus reclamos de ve rdad y justicia, lo que a su vez es consecue ncia de
la criminalizaci ón de la política fome nta da durante las dictaduras. En
Guatemala esta teoría se ref orz ó e n la década de 1990, cuando el
neoi ndigenismo favoreci ó el for talecimie nto de las identidades étnicas, la
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
creación d el “movimie nto maya” y los discurs os, para de cirlo a bier tame nte , de
victimización milenaria de la población indíge na.
El historiador Greg Gra ndin fue quien indicó que el problema de Stoll y
Le B ot fue basarse e n el uso d e la noción de c omunidades corporativas
cerradas. (Grandin, 1997) El consideró que la i dentidad social y cultural de la
población Maya fue más compleja y que las relaciones intra -c omunales y el
contex to histórico -social debieron se r analizados. Se trata ba de una pe rspe ctiva
de larga duración que atendía al cambio social 29 a partir de la cual se
desarrollar on las inves tigaciones más re cientes que sostienen que en Guate mala
además de una guerra de guerrillas hubo una rebelión indíge na -campesina.
Es el caso de la tesis de doc torado de M anolo Vela, cuy o abordaje
comparativo al res to de A mérica La t ina lo guió a cuestionars e por las
condici ones de posibilidad del genocidio que reconoció únicamente e n
Guatemala, c onfigurand o la siguiente pregunta de inves tigación: ¿cuál fue el
pr oceso histórico e n el cual los perpetradores del genocidio se c onstruyer o n a
partir de la res puesta a la re belión? (Vela, 2009: 18) Según Vela “el ge nocidio
en Guate mala fue la respuesta a la rebelión d e los de abajo.” (Vela, 2009: 46)
Sin embargo falta dilucidar precisame nte porqué. La rebelión no alcanza a
explicar por sí mis ma el uso del tipo de violencia específica que fue el
genocidio. De acue rdo al soci ólogo, la r espuesta esta tal represiva y la
reestructuración d el régime n polític o fuer on l as dos estrategias utilizadas para
librar mejor y ganar la guer ra. El genocidio f ue entendid o c omo un medio del
conflicto armad o, una idea sostenida en el informe de la comisión de verdad
que veremos a continuación.
-3La tesis pr ocura te nsiona r la inter pre tación d el genocidio sos tenida e n el
infor me d e la c omisión de verdad oficial, la Comisión para el Esclarecimie nto
Históric o (CEH ), produc to del mandato de uno de los acuerdos de paz y
auspiciada por Naciones Unidas.
El infor me, anclado en las relaciones d e fuerza del pr oceso de
negociación de la paz e ntre la guer rilla y el ejército (1 994-1996), brindó
her ramientas pa ra esclarec er la res ponsabilidad relativa en los hec hos d e
violencia de ambos contrinca ntes armad os, el deba te principal de los noventa.
Aún esclare ciend o es o y complejizando el r elato histórico, la presión política
de cons truir “narra tivas simétricas” instituyó un relato binario.
La inter pre tación de genocidio adoptada e n su informe se construy ó
sobr e cuatro pilares. En primer lugar, la definición del grupo víctima de
genocidio por los rasgos subjetivos y objetivos del grup o étnico (Ixil, Ac hi,
K‟iche‟, C huj y Q‟anjob‟al), no por los móviles de los pe rpe trad or es. E n
segundo lugar, la exclusión de la “motivación” para tipificar el crimen de
genocidio. E n ter cer lugar, la negación de que haya habido motivaciones
racistas en los actos de genocidio que estudia. En cuarto lugar, la negación que
haya habido una “política de genocidio”.
Lí ne a i nte rpre tati v a de sarrol l ada por E de l be rto Torre s -Ri v as (p or e j e mpl o 2 0 0 4 y
2 0 0 6 ) y Al ai n Rouq u ié (19 9 4 ).
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
El informe relaciona racismo y genocidio d e una forma laxa, pues le
asigna al primer o u n r ol c ontex tual. Motivos políticos - militares que ex cluyen el
racismo, c onstituye n para ella factores de termina ntes del genocidio. Esta
cor relación no alcanza a explicar porqué el ejército pa ra ganar la supuesta
guerra come tió ac tos d e genocidio contra los grupos é tnic os I xil, Achi, K‟iche ,
Chuj y Q‟anjob‟al.
El infor me de la CEH prese ntó una polarización política en dos bandos al
igual que las otras c omisiones d e verdad ofic iales latinoamerica nas de las que
se nutri ó. 30 La difere ncia fue el discurso q ue utilizó para re prese nta r lo
sucedido. Este no alcanzó a despoli tizar y re-victimizar a las víctimas de las
violaciones a los der echos humanos, más c oncreta me nte a l os indígenas de las
zonas rurales blanc o del ge nocidio. Sin emba rgo, al se parar el racismo de las
motivaciones que pued en explicar el genocidio, llegó a de s politizar el racismo,
un fenóme no sociopolítico fundamental en la cons titución del estado -nación y
las clases sociales, en el mante nimie nto de la e xclusión del “indio” de la nación
y en el desarrollo de la violencia política en Guatemala. Como cons ecuenci a no
se reflexionó s obre el grado d e conse nso s ociopolítico res pec to de las prácticas
represivas del Estado, c ómo el racismo estruc tural actuó en la subje tividad de
los diversos actor es políticos y sociales.
Si hay algo d e noved oso en la tesis es que inte n ta investigar c ómo u na
variable como el racismo se modificó en una dete rminada c oyuntura his tórica.
Entie nde que el racismo es un verdade ro fe nóme no sociopolítico total que se
inscribe e n prác ticas, discursos y re pr es entaci ones y es produc to de
imaginarios sociales que generan su realidad. En tal sentido, orientan y
motivan la acción. Por ello sostie ne que el racismo es más que un factor de
contex to al genocidio.
-4Desde 1990 las diferentes elaboraciones del pasado recie nte de Guatemala
-historiográficas , s ociológicas, antr opológicas ya citadas -, las contenidas en los
infor mes de las comisiones de verdad y los tr abajos académicos más re cientes
que estudian específicamente el genocidio e n Guatemala 31 se organizaron bajo
la trama del denominad o “conflicto a r mad o inte rno”. Sobr e la pre misa de la
existencia de d os bandos armad os -la guerrilla y el ejérci to - el ge nocidio
apareció como un episodio c ontra la población civil rebelde, pe ro ine rme : el
ejército, e n su voluntad de aniquilar a la guerrilla y ganar la su puesta guerra,
cometió ac tos de ge nocidio contra dete rmi nadas etnias mayas (I xil, Achi,
La C omi si ón Nac i onal so bre l a De sapari c i ón de Pe rsonas de Arge nti na, l a C omi si ó n
Nac i onal de Ve rdad y Re c onc il i aci ón de C hi l e y l a C omi si ón de La Ve rdad de E l
Sal v ador.
31 Sanf ord, 2 0 0 4 ; Garc í a, 20 0 5 ; Bre tt, 2 0 0 7 . Hay u na bi bl i ograf í a q ue se c e ntró
e spe c í fi c ame nte e n l a v i ncu l aci ón e ntre rac i smo y ge noc i di o e n Gu ate mal a, au nq ue e s
nota bl e me nte e sc asa y tampoc o c u e sti ona l a i nte rpre tac i ón de l a CE H. El Ce ntro par a
l a Ac c i ón Le gal e n De rec hos Hu manos (C A L DH) v i nc u l ó e stas dos noc i one s
e nte ndi e ndo al ge noc i di o c omo l a máxi ma e xpre si ón de rac i smo (C e ntro para l a
Ac c i ón Le gal e n De re c hos Hu manos, Pr i mer Encuent r o en G uat emala sobr e Raci smo y
G enoci di o: G enoci di o la máxi ma expr esi ón de r aci sm o , Gu ate mal a, 2 0 0 4 ) i de a q ue fu e
re tomada por Roddy Bre tt (2 0 0 4 : 16 y 2 00 7 ) y Marta C asáu s Arzú (2 0 08 )
30
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
K‟iche, Chuj y Q‟anj ob‟al). T odas estas elaboraciones no ex plicaron c ómo y
porqué pudo utilizarse o producirse ese tipo dete rminad o de violencia política
que fue el genocidio.
En este proc eso, a nuestr o juicio, hay i nte ntos de sutura del pasado.
(Jelin, 2007: 308 -309) En Guatemala hay una tesis que no se ha cuestionado. La
«tesis del c onflicto armad o inte rno» se ha ma nte nido intac ta e inalte rable a lo
largo de más dos dé cadas. La explicación a e llo puede radicar e n las ventajas
que acuña dicha elaboración del pasado par a ambos contrinca ntes armad os,
per o es pecialmente para la sociedad e nte r a, p uesto que pued e llegar a
invisibilizar o a poner e n segund o plano fac tores, c om o el racismo, que puede n
llegar a haber favorecido el genocidio.
Las comisiones de verdad s on una forma institucional pa rticular de
elaborar una me moria veraz. Ellas son parte d e las tra nsiciones a la de mocracia
política y el produc to de las relaciones de fu erza y d el impe rativo jurídico y
moral de ate nder los de rec hos de las víctimas a la verdad, justicia y reparación
pr opias del períod o. C omo advierte Le rner F ebr es, el trabajo que realiza una
comisión de la verdad es “un eje rcicio de me moria, pe ro c on la par ticularidad
de trata rse de una práctica ins titucional, oficia l y en algunos casos estatal de la
memoria.” (L er ner Fe br es, 2010: 12) La paradoja es que escriben desde la
oficialidad un relato sobr e el pasado que puede contrade cir e incluso re ctificar
la versión de la historia oficial. De la misma forma, sus relatos puede n ser
cuestionad os por las mismas víctimas o por nuevos sujetos sociales y políticos ,
e incluso ser modificados dada una nueva c oyuntu ra histórica. La puesta en
tensión del r elato de la C EH aún no se ha dado en la comunidad académica que
estudia el pasado reciente de Guatemala.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
LA VIO LENCIA EN COLOM BIA:¿ MEM ORIA PROH IBI DA? LA
GUERRA CIVIL E N LA POLÍ TIC A Y EN LA SOCIEDA D, 1948 -2008
Sven Schuster
Doc torad o e n Hi st ori a de Amé ri c a Lati na . U ni v e rsi dad C atól i c a de E i c hst ättIngol stadt . Año de d e f e nsa: 2 0 08
Bajo el térmi no La Violencia, escrito en may úsculas, los colombian os se
refiere n a la guerra civil de los años 40 y 50 del siglo pasado. Aunque no haya
un cons enso d efinitivo acer ca de la periodizaci ón de la época, la mayoría de los
historiadores c oincide en limitarla al período co m pr endido e ntre 1946 y 1963.
No obs tante, c onside rand o las más de 200.000 víctimas, los millones d e
refugiados y los i ncalculables daños materi ales que dejó La Violencia, es
extra ño que la época no haya recibid o la atenc ión debida por par te de las élites
políticas. Al contrario, polític os como A l ber to Lleras – prime r presidente del
Frente Naci onal (1958 -74) – creían que fuera suficiente for talece r las
instituciones del Estado y c onv ocar elec cione s para alcanzar la paz. Como la
guerra había empezado a raíz de diferencias políticas, así la teoría, tambié n
podía finalizarse mediante un acuerdo pol ítico.
Ignorand o por comple to el carác ter ec onómic o, social y revolucionario d e
La Violencia, las élites pref erier on hace r cas o omiso del pasado sangrie nto.
Así, como i ndica Darío Aceved o Ca rmona: y a el docu me nto fundacional del
Frente Nacional, el T ratad o de Be nidorm, fue conc ebido c omo un “pacto d e
olvido” por sus artífices, el dirigente conse rvador Laureano Gómez y el lib eral
Alber to Lle ras. De hec ho, le r etórica política en los primer os años del Fre nte
Nacional giraba al rededor de tres ele me ntos discursivos: paz, r ec onciliación y
olvido. En nume ros os debates pa rlamentarios, por me dio de la prensa y en
eventos públicos, l os líderes políticos subraya ron la i mportancia de olvidar el
pasado. Según l os por tavoc es del bipar tidismo el olvido c olec tivo ha bría
servido de “antídoto” contra el “cáncer” de La Violencia.
En el marco de mi tesis de doctorad o sobre la época de La Viole ncia
en la cultura de la m e moria en Colombia me hice las siguientes preguntas:
¿Cómo pudo te ne r un conflicto tan devast ad or y sangriento un impac to tan
limitado sobre la opinión pública? ¿Cuál es el lugar de La Vi olencia en la
memoria c olec tiva? ¿Dónde se e ncuentra n los monume ntos que re cuerdan a las
víctimas, a los soldados y los guerr illeros? ¿Hay museos que proyec tan de
forma c rítica el confli cto ar mado ac tual y sus raíces en La Viole ncia? ¿Por qué
la responsabil idad de las élites no for ma parte del discurs o históric o
domina nte , como es difundido por los medios?
Tenie ndo en cuenta el alto nivel académic o de los es tudios sobre La
Violencia – que, en su mayoría, están lejos de omitir la responsabilidad
histórica de las clases dirigentes – es aún más lamenta ble que la conexión e ntre
la investigación y la esfera pública sea tan d ébil. Mie ntras en algunos países
europeos y latinoamericanos, el pasado viole nto ha contribuido no sól o a una
vasta literatura científica, sino tambié n a la formación de un discurso his tórico
públicamente ace ptado, en Col ombia la época de La Violencia se presta a
cualquier inter pre tación, muchas veces sin impor tar la solidez de los
argumentos. A tra pados e n un co nflicto que no pare ce tener inicio ni fin, la
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
mayoría de la gente ya ha perdido todo se ntido d e su temporalidad. Se ha
impuesto un rel ato totalizante y ahist órico de l pasado, en el cual La Violencia
aparece c omo un episodio ind efin ido dentr o d e una serie de desastres.
Cre o que la memoria colec tiva de La Viole ncia es aún muy fragme nta ria y
está lejos de represe nta r un discurso cohe rente. A exc epci ón d e algunas
comisiones poc o exitosas, no ha ha bido hasta ahora ningún intento s erio de
institucionalizar la recupe ración del pasado violento. Refiriénd ose a es ta
situación, Gonzalo Sá nc hez ha bla acertada mente d e “me moria pr ohibida”.
Siguiendo a Sánchez y a otros , cons ider o que las imágenes básicas que orde nan
las conc epci ones actuales de La Vi ole ncia se f orjaron en los albores del F rente
Nacional, s obre todo en la prime ra fase d el pacto b ipar tidista, e n la cual sus
dirigentes impusieron el discurso de paz, rec onciliaci ón y olvido. Para mostrar
la función legitimadora y encubridora de dicho pacto, he analizado alg unos
campos en los cuales la instrume ntalización política de la historia es más
notoria: la política en la esfera pública, la histori ografía, la educación y,
finalmente, la memorialización oficiali sta del 9 de abril.
Apoyánd ome en el c oncepto alemán de Geschichtspo litik , traducid o
libreme nte c omo “utiliz ación de la historia c on fines políticos”, he tra tado de
rec onstruir el discurso político de las élites acerc a de La Violencia. El
historiador c reador del conce pto, Edgar Wolfrum, decidió ce ntrar sus
investigaciones e n la me ntalidad de las élite s políticas para e ntend er cómo
podían d esarr ollarse me morias colec tivas tan distintas e n las dos Ale manias de
la Guerra Fría. Mientras que la mayoría de los investigadores interesad os en el
estudio de la memoria se ha c onc entrad o en el poder di scursivo de la
historiografía, cuya fuerza supuesta mente consiste e n se rvir de base para las
ponencias políticas, los libros de tex t o, las exposiciones en el museo o la
difusión del relato histórico por los medios masivos, Wolfrum subraya la
relativa autono mía del discurso político. S egún él, en una sociedad moder na
son ante tod o los políticos quienes moldean e l discurso histórico d om ina nte y
no ne cesariame nte los historiad ores. Es más, para ejerce r el pode r polític o, el
uso de la historia c omo fue nte de legitimid ad se vuelve ese ncial. No pocas
veces las élites se e ncuentran así en un conflicto con la visión objetivadora de
la historiog rafía académica. De pe ndiend o de la fue rza de la última, las dos
esferas están en una lucha per mane nte por el derec ho a la interpre tación.
En es te se ntido, Geschi chtspolitik se refie re al campo e n el cual diferentes
pr otagonistas, como por eje mplo polít icos, peri odistas, intelectuales o
investigadores, tratan de es tablec er un discurso histórico hegemónic o. E n
manos de las élites políticas la historia es utilizada para legitimizar, m ovilizar,
politizar, esca ndalizar o difamar. Para el análisis del discurs o hay que
diferenciar las cuatr o dime nsiones del conce pto: En principi o es u n campo de
acción, en el cual los inte reses par ticul ares de los diversos pr otagonistas
definen el tra tamiento del pasado. La lucha de las élites interpr e tadoras por la
aceptaci ón pública de sus relatos muestra a la vez una amplia gama de
inter depende ncias entre los campos de la política, la opinión académica y la
pública. Segund o, se trata d e una tar ea pedagógica, la cual puede solucionars e
en el sentido crític o- racional, per o tambi é n d e manera regresiva y legitimad ora.
En terc er lugar, és te sie mpr e se d esarr olla en un a mbie nte de per manente
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
tensión entre la cie ncia y la política, r esultado de la reclamación d e una
“objetividad relativa” o “intersubjetividad” por parte de la academia . Y
finalmente, a diferencia del conce pto llamado Vergangenheitspolitik , traducido
libreme nte c omo “políticas del pasado”, G eschi chtspolitik no se limita s olame nte
a la superación d e un viejo sistema, por eje mplo autoritari o o dicta torial. Es
mucho más. I ncluyend o esta dime nsi ón, ta mbién se refiere a las implicaciones
prác ticas de un proces o de tra nsición de mocrá tica, como por ejemplo la
indemnización de las víctimas, el juicio de l os victimarios o la instalación de
Comisiones de la Ve rdad.
A pesar de algu nas limitaciones c once ptuales, las cuales no quisiera
pr ofundizar ahora, el c once pto desar rollado por Wolfrum s e destaca por su
gran valor heu rístico. Combinad o c on t e orías de la rece pción de los medios y
el análisis del discurso permite r ec onstruir los ej es más i mpor tantes del
discurso político. Basado en la revisión sistemática de los editoriales y
columnas d e El E spectador , El Tiempo, La R epública y El Sigl o desd e ma yo del
1957 hasta f inales del 1962, he podido mostrar cómo las élites se apr ovec haron
de sus estr echos vínculos c on la “gran pre nsa” para difundir sus
inter pr etaciones a cerca de La Viole ncia. Para desenl azar la construcción de una
memoria domina nte re pasé además un sinnúme ro de de bates pa rlame ntari os, leí
autobiografías, memorias, documentos o fi ciales y manuscritos inédi tos,
tambié n estudié el papel de las amnistías y de las Comisiones de La Violencia.
Por otra parte y fundame ntalmente pa ra mostrar la longev idad del discurso
oficialista, observé la evolución de las conmemoraciones del 9 de abri l y su
cober tura en la pre nsa. Por último, te niend o en cuenta la dimensión didáctica
del concepto de Geschi chtspolitik , también inve stigué las represe ntaciones de La
Violencia en los ma nuales de la escuela, los libros de historia y los museos
estatales.
El análisis de la prensa me pe rmitió ide ntificar algunas tendencias
generales. Resulta clar o que el discurs o más importa nte , por lo me nos en el
sentido cuantitativo, fue el d e “pe rd ón y olvido”. Desd e el i nicio d el Fre nte
Nacional, los líde res de ambos part id os difundieron su visión del pas ad o por
tod os los medios. El lema más repetido e n esa fase fue la famosa tríada de
“paz, reconciliación y olvido”, con fuer te énfa sis en la última reclamación.
De todos modos , al inicio de los años 60 ya se oyen ocasionalm ente las
prime ras voces de pr otesta c ontra la visión conciliadora y encu bridora del
Frente Nacional, cuyo funda mento id eol ógico está basado e n un pacto tá cito
entre las élites para no per mitir discusiones pr ofu ndas sobr e el pasado.
Mientras ta nto, muchos d e los responsables de La Viole ncia volvieron a ocupa r
cargos importantes en el nuevo gobier no. La continuidad personal del Fre nte
Nacional fue tan abrumad ora que una discusión abie rta sobre las actuaciones
individuales durante la guerra habría puesto en pe ligro la esta bilidad del
sistema mismo. Sin e mba rgo, algunos gr upos d e la izquierda, como por eje mpl o
el Movimiento Revolucinario Libe ral, así como un pequeño cír culo de
intelec tuales, cuestionar on pú blicamente el tratamiento de la historia por la
sección dirigente d el Fre nte Nacional. Fi nalmente, con la publicación del
prime r tomo del revelador libro La Violencia en C olombia en julio del 1962, el
discurso oficialista perdió fuerza y se mos tr ó cada vez más quebrant ad o. C omo
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conse cuencia, de bates controve rsi ales sobre l a inter pre tación de La Violencia
se volvieron comunes, mie ntras que el oficialismo luchaba por suprimi rl os.
Apar te de la te ndencia claramente ide ntific able de llamar al olvido,
tambié n ha bía quienes pr eferían una ve rsion a pologé tica de la hist oria. Aunque
Alber to Lle ras y sus seguidores ha bían exigido no pr ofundizar el te ma de La
Violencia, algunos grupos dentro de las élites estaban ansi osos de encontrar
“culpables”. Los hallaron, por supuesto, fuera de la clase política. En esta
tarea de fals ificación de la historia se destacaron sobre tod o políticos
conse rvador es, quienes alegaron la supues ta “bar baridad” y la falta de
“cultura” de las masas populares como principales ca usantes de La Violencia.
Así, sin diferenciar, c rear on la imagen, muchas veces racista, de un “pueblo
degene rado y mil veces ta rado”, c omo de cía un editorial del periódico
conse rvador La República . El contex to s ocioe conómic o de la época fue raras
veces tra tado por los periodistas y c olumnistas de la gran pr ensa. E n vez de
habla r sobre l os pe rma nentes fra c asos de la é lite al fortalece r el Estad o y sus
instituciones, su oposición a una verdade ra r efor ma agr aria, la no aceptación
de la función social de la propiedad o la persistencia del clientelismo, iniciaron
debates su perficiale s sobre la r eintroducci ón de la pena capital o las diversas
explicaciones étno -culturales de La Violencia. Además del “ oscur o e i nepto
vulgo”, como decía Laureano Gómez cuando se refería al pueblo, las élites
tambié n ide ntific aron a d os pers onajes c oncreto s c omo i nstigadores de La
Violencia: los dic tador es Gustavo R ojas Pinilla y Fidel Castro. Pocas se manas
después de la caída del “jefe supremo” colombiano en m a yo de 1957 los
medios informa ron con gran satisfacción que Rojas había sido el principal
culpable del c onflicto. Aquel discurso s ólo fu e igualado por el no menos falso
sobr e la participación activa de agentes comunistas en la primera fase de La
Violencia. Según es ta versión, es pecialmente popular después del 1959 – año
de la revolución cubana, fu eron c omu nistas pr ocede ntes de La Habana y de
Moscú quienes instigaron La Vi olencia.
Por otr o lado, en el mund o académic o se observa a partir de los años
60, un tratamie nto m uc ho más pr ofund o del te ma. Mie ntras que la
historiografia oficialista pierd e importa ncia, ganan ter reno l os acadé micos d e
tend encia marxista. Al comienzo de esa década se publican los prim er os
estudios que contienen una crítica explícita al comporta miento de las élites
durante La Vi olencia. Todavía de una manera muy esquemática, incluyendo la
inevitable r etórica d e la lucha d e clases, estos trabajos re pr esentan el c omie nzo
de la historiografía conte mporánea e n Col ombia. Aunque los historiador es
marxistas no hayan ejer cido mucha i nfluenci a sobre el discurso polític o, ni
sobr e la enseñanza de la historia en los colegios, por la cual seg uía velando la
conse rvadora Acade mia C olombiana de la Historia, sí contribuían a un ca mbi o
pr ofundo en las universidades. Después de esa ruptura, más y más
investigadores se interesar on por las manifes taciones c ulturales y r egionales de
La Violencia, alejándose gr adualmente del mar xismo dogmá tico.
Con el nacimie nto de la así llamada Nueva Historia, los resultados de la
investigación histór ica e mpezar on a apa rece r e n los manuales escolares . Hoy e n
día, los libros de tex to más actuales prese nta n La Violencia como un conflicto
multicausal, dentr o de su c ontex to histór ic o. Lo que no suelen me ncionar es la
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responsabilidad explícita de algunos miembr os de la clase dominante . Además,
figuras como el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, cuyo asesinato en la tard e del
9 de abril de 1948 marca el inicio de La Violencia en las ciudades, o la persona
del presidente Albe ro Lle ras todavía son mit ificadas.
Esta mitificación de Gaitá n ta mbié n es motiv o de las conme moraciones
del 9 de abril, cuyo efecto para la memoria colectiva es básicamente la
reducción de La Violencia a la figura del jefe liberal. Mientras que l os sucesos
históricos de la guerra son pe rcibid os como pa rte d e un confli cto pe rma nente e
indefinido, lo cual no pe rmi te delimitar sus causas y sus caracterí sticas propias,
el día del asesinato de Gaitán se ha tra nsfor mado en un lugar de memoria por
excelencia. Las clases dirigentes invirtier on toda su energía en conme morar esa
fecha simbólica para aprove char polít ica mente su significado. Con el tiempo, la
figura del caudillo se ha vuelto un mero plano de pr oy ección, vacío de
cualquier conte nido histórico, reclamada tanto por políticos d e la izquierda
como por los de la derecha.
Para concluir, ¿es ace rtada la afirma ción d e que las imágenes básicas
sobr e La Vi olencia se f orjar on dura nte la primera fase del Fre nte Naci onal y d e
que se trata ba e n ese entonc es de i mpone r una sola memoria? Sí y no. P or u n
lado, es rec onocible una especie de me mori a domi na nte, construida por los
líderes políticos. E n este sentido cr eo que la política de los prim er os años del
Frente Nacional sigue tenie ndo efec tos s obre nuestra ma nera de ve r La
Violencia. Sin e mba rg o, no se trató nunca de un discurso elaborad o, único y
con u n solo se ntid o. El anál isis sistemático de las fuentes históricas mues tra
más bien que existían inte rpretaci ones muy d iversas, junto con la te nde ncia
generalizada de minimizar la importa ncia de La Violencia o, e n el peor de los
casos, de poner en duda su existe ncia. El e lemento unificador del discurso
político ace rca de La Violencia se puede resumir así: no adm itir nada.
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RÉGIM EN PO LÍ TICO Y LEGIT IMI DAD. LA CONS TRUCCIÓ N DEL
ORDEN STRONISTA (1954 -1989) 32.
Lorena Soler 33
Mae strí a e n Inv e sti gac i ón Soc i al . F ac u l tad de Ci e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad
Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 0 9
Si bien los escena rios guaraníes i nspirar on a Voltaire pa ra ambientar
parte de su novela Candide; a la hermana de Friedrich Nietzsc he a marc har, a
princi pios de 1886 con su r eciente esposo Be r nhard F örster, para fu ndar una
colonia aria; a Montesquieu a observar en aquellos jesuitas un límite al pod er
despótico del mona rca espa ñol y a Pablo Ner uda en su Canto General, algunos
versos a la muerte desolada de Francia, Paraguay ha dejado de ser un t ema
conv ocante para las ciencias sociales y humanas en general.
Las pr oducciones científicas, cuando existe n, han estad o principalmente
centradas e n l os ac ontecimie ntos bélicos, la Guer ra de la Tri ple Alianza,
especialme nte por su c rucial momento de ge st ación, y la Guer ra del C haco y
las producciones de estudios sobre relaciones inte rnaci onales que dichos
acontecimie ntos alentar on, la mayoría de las veces r ealizadas bajo contex tos
atravesados por estrictos posicionamientos ideológicos. Las producciones
acerca del pasado recie nte, en may or medida de la “dictadura stronista” como
sobr e la transición a la democracia tampoc o han sido obje to de estudio. “El
período r efer ente a la dictadura de Stroessne r , 1954 -1989 (…) recié n en es tos
últimos tie mpos se va nota n do una r eflex ión mayor, aunque todavía la
literatura sea la puer ta de entrada más utilizada para ace rcarse a es tos a ños
tenebros os” (T elesca; 2009:67). Asimismo, e s factible constata r su ausencia
tanto e n los trabajos clásicos de la reflexión académica de la región (Card oso y
Faletto, 1994) como e n la bibliografía sobr e las Dictaduras Instituci onales de
las FFAA del Cono Sur y l os regíme nes autoritarios de Centr o A mérica y el
Caribe, salvo en su r efer encia al Plan Cóndor (Calloni, 1999 y González Vera,
2002b) y en es tudios re cientes sobr e memoria (González Vera, 2002a). Aún, en
los pr oyec tos más ambicios os (O‟ Donnell, Schmitte r, Whitehead, 1994) para el
abordaje de la temática e n A mérica La tina s e constata la ausencia del “caso
paraguayo”. Parte de esto, amé n de sus efectivas diferencias políticas y
sociales, debe relacionarse c on la tempora lidad de la experie ncia de la
dictadura paraguaya que se inicia, a excepción de la nicaragüense, en los
comie nzos de la liberalización política de los pr oces os autori tario s de C entr o
América y casi diez a ños a ntes de la inaugurac ión de la Dic tadura I nstitucional
de las FFAA en Brasil (1964 -1985), para finalizar en coincidencia con la
chilena (1973 -1989).
La te si s f u e de fe ndi da el 3 de agosto de 2 0 0 9 y la di re cc i ón e stu v o a c argo del Dr.
Wal do Ans al di . E l j u rado, i nte grado por l a Dr a. Li l i ana De Ri z y l os Doc tore s
Ge rardo Hal pe rn, E du ardo Ri ne si , aprobó l a te si s c on l a c al i fi c aci ón: “Sobre sal i e nte ,
c on re c ome ndac i ón de pu bli c ac i ón.”
33 Soc i ól oga y doc e nte de Hi stori a Soc i al Lati noame ri c ana (F SOC -U BA). Ac tu al me nte
e s be c ari a C ONIC E T y e sc ri be su te si s de doc torado, M oder ni z aci ón, cambi o so ci al y
ci enci as soci al es. L os ofi c i os del soci ólog o en t i empos del r ég i men st r oni st a en Par ag uay (19 5 4 1 9 8 9 ).
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Tal vez, por alguna de todas es tas razones, pe ro también por la
cons trucci ón de u n discurso político de la “ex cepci ón latinoa merica na” (S oler,
2010), respaldado por el revisionismo his tórico, el pe ríod o quedó sometid o a
trata mientos analíticos singulares (Rivarola, Cavarozzi, Garretón c omps., 1991)
por no circuns cribirse a los modelos o categor ías con que suelen a bordarse los
regímenes autoritarios de la región 34. Asimismo, cuando la e xtr ema singularidad
y exce pcionalidad avanzó sobre el trata miento de la dictadura y el pr oces o de
transición, éstos fueron abordad os, al igual que las dictaduras de la región, con
enfoques más politológicos que sociológicos (Ansaldi, 2007).
Sin embargo, esta pers pec tiva de análisis, predomina nte en la agenda d e
las ciencias sociales de la década de 1980, se ha topado con un importa nte
obs táculo a la hora de realizar ex plicaciones significativas, especialmente e n
Paraguay, dado que el abordaje desd e c onceptos de la tradición política libe ral
ha te nido límites para explicar pr oc esos soc iales y políticos en u n país de
socialización conservadora y consistentem ente agrario con eleme ntos históric os estructu rales que deben rastrears e desde su indepe nde ncia. Nos refe rimos a la
histórica amenaza a la sobe ranía política y su depend encia ec onómica de los
“herma nos latinoame ricanos”, pasando por dos guerras de conse cuencias
dete rmina ntes en la pr ovisión de élites políti cas y la modificación del ord en
político y ec onómic o, que desemboca en una de las dictaduras más largas de la
historia de América Latina para finalizar en una transición forzada en 1989.
Los problemas de la coyuntura y los tiempos cortos. La larga
duración como perspectiva de análisi s.
En cuanto a su metod ología general, este e studio se pr opone tra bajar
sobr e la base de las premisas me tod ológicas de la sociología histórica. El
inte nto es examinar la relación entre acción humana -pers onal o colec tiva - y la
organización o estructura s ocial como algo que se construye e n el tie mpo
(Abrams, 1982, Tilly). De este mod o, s e pr e tend e unificar la mirada para la
identificación de los pr oble mas a es tud iar con la doble pe rspe ctiva de la
historia y la sociología. Es decir, tanto anclar y derivar el problema históric o
de la lógica de los pr ocesos acae cidos e n un l ugar y tiempo dados , como tomar
el problema sociol ógico a partir de cier to apa r ato conce ptual.
En tal sentido l os es tudios anteriores cuando existe, ha n pres tado poca
atenci ón a es tudiar las condiciones de la estr uctura política y social en la que
se inserta el str onismo ate ndiendo a eleme ntos de larga duración, que sumen
claves explicativas del p eríodo que se inaugura con su indepe nde ncia hasta la
llegada de Stroessne r, observand o los fér reos obstáculos pa ra la formación de
un régimen político liberal y el fracaso del mismo hasta des pués de 1989.
A difere ncia de la pe rspectiva propuesta por la te sis, el rasgo común d e
los tra bajos que han abor dado el s tr onismo, además del carác ter pe rsonalista
del ejercicio del pod er, ha sido la centralidad otorgada al Partido Colorado y a
las Fuerzas Armadas para explicar el andamiaje institucional y político sob r e el
E xi ste u n trabaj o q u e e xce pc i onal me nte anal i za e l stroni smo e n di ál ogo c o n l as
c ate gorí as c on l as q u e su e le n abordar se l as Di c tadu ras Insti tu c i onal e s de l C ono Su r .
Ve r Ri q ue l me (1 9 92 ).
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
que se organizó lo que generalmente se ha denominado la dictadura más larga
de América La tina. Estos análisis, a partir del resultado final del régimen, han
pr ovocado la ex tra polación de algunas concl usiones. Las más e xte ndidas han
prese ntad o al Partido Col orado como P artido Es tado, fusión que ha
posibilitado, a través de las pr ebendas, el funcionamiento de un régime n
autoritari o como una configuración de hec ho para una sociedad “atrasada”. Se
sumó, ade más, la función coerci tiva llevada adelante por l as Fuerzas Ar madas
en un c ontex to de c recimie nto e conómico cau sado por el giro en las relaciones
inter nacionales y la “nueva” orientación que Stroess ner imprimió c on B rasil.
Sin embargo, en caso de ac eptarse una lec tura del régime n desde el
resultado final, el logro es bastante pos terior a su llegada, puesto que, en su
larga temporalidad , se produjer on pr ofundas modificaciones y tensiones que
claramente ex cedier on una legitimidad asentada en las prebendas o la c oerci ón.
En un país poc o fr ecuentado por las ciencias sociales, y a par tir de las lecturas
realizadas en la apertura democ rática, ha primado el análisis desde el resultado
último de un régimen de 35 años, sin detenerse en el pro ceso por el cual se
cons truy ó ese r esultado. Por tal razón, el obje tivo de la tesis es deconstruir lo
que se ha presentado muc has veces como naturalizado, dando lugar al proceso
que posibilitó un resultado siempr e for tuito y no necesario de un orden polític o
dete rminad o. Para ello re toma la pregunta clásica acerca de la domi n ación
política, realizando un análisis que intente explicar las posibilidades de
ejercicio d el poder por tr einta y ci nco años y, en consecue ncia, que supere los
argumentos s obre la mera práctica d espótic a y autoritaria del ejercicio del
pode r polític o. Par te de la hipótesis que e l régimen stronista adopta una
fórmula política que per mite la r esolución d el orde n ante la evidencia histórica
del inacabado régime n de moc rátic o liberal que luego de la Guerra del Chaco se
exhibe c on total crudeza. Asume que la re s olución del ord en ocur re bajo la
paradoja de prese ntars e como un régime n político que per mitía incluir la idea
del funcionamie nto for mal de la democracia, per o articulando e n ella un orden
legal inscripto e n las modificaciones d el orde n político y de s ent ido operadas
luego del triunfo militar sobre B olivia. Nos referi mos a la resignificación de
nuevas tramas de sentido político que habilitaron y pe rmitie ron a Str oessner
reinventarse como hered er o y sucesor de las “familias fundadoras” (Sole r,
2007) mediante el resca te del pasado nacional, en un clima antiliberal, nacional
y militar propicio. La a pelación a ese pa sado, el único a nte cede nte de
estabilidad política y de “ her oísmo” con que conta ba el país, sumand o a la
cons trucci ón de un r égimen bajo meca nismos del liberalismo político que
recr earon en parte la posibilidad de la constru cción del régime n str onista.
De es ta for ma, la tesis postula que -fre nte a la ausencia de una revolución
política inde pe nde ntista, de hér oes y ba nde ras y de d ete rmi nadas condici ones
estructu rales -, la Gue rra de la Triple Alianza, propició un conjunto de
represe ntaciones e i mágenes políticas que, en disponibilidad y Guer ra del
Chaco mediante, resultar on de suma eficacia para la dictadura stronista. E n
este ma rco, cre emos que la f órmula política del régimen stronista consistió e n
habe r articulado e n su ejercicio d e la dominación tanto el r escate d e los
“padres fundad ores” como el hecho d e ha ber prese ntad o un orde n político de
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pre te nsiones democ ráticas “resolviend o”, d e esta forma, la ines tabilidad
política y obturand o su históric o reclamo.
El objetivo gene ral de esta investigación es, entonc es, realizar un análisis
que intente ex plicar las posibilidades del ejer cicio del pod er durante trei nta y
cinco años, asumiendo que dicho exame n debe c onsidera r eleme ntos
estructu rales de larga duración de la propia estructura social sobr e la cual se
asienta el régimen. En tal sentido, se pr opone rever las modificaciones en el
orde n político, militar y ec onómic o pr evias que posibilitaron este tip o de
régimen pe ro desd e la decons trucci ón y rec onstruc ción d el devenir históric o,
en un intento por ensayar una ex plicación que discurra en una posición
inter media: sin atarse a tipologías pr evias ni tampoc o v olverse ese ncialista y
pr oveer más argume ntos a c erca de la ex cepcionalidad paraguaya. La pr opues ta
es, entonces, una mirada que asuma la estructura social y política e n el cual se
apoya el régimen y devele lo inaugural del orden str onista.
En tal sentido, el trabajo tie ne d os obje tivos e n la doble pe rspec tiva de la
larga duración y de la coyuntura: 1) En la larga duración, buscar algunas claves
explicativas que den cuenta de su historia política, con la pre te nsión d e
demos trar c ómo los orígenes de la constituci ón de un Estado y la invención de
una Nación, al compás de la siempre posible a menaza de la Guerra de la Triple
Alianza pero también de su derr ota, c onfigura ron tradiciones de las cuales fue
tributa rio el siste ma político durante la may or parte de su vida indepe ndie nte ;
2) y e n la coyuntura, desc ribir y ex plicar e l proceso d el régime n polític o e
indagar y analizar el marco jurídico str onista, y especialme nte constitucional,
en ta nto c odificador de una nueva relación entre el Es tado y la sociedad, y
cristalizador de una forma de organización de la dominación.
Por e nte nde r que es la construcci ón de una nueva forma de dominación
con ca racte rísticas que se mante ndrán en el largo tiempo, se analiza el período
que se inicia con la asunción del poder de Alfred o Stroessne r desde el
concepto d e régime n pol ítico antes que el de dictadura. Conce bimos e ntonces
que esta opci ón ca pta ría mejor la cons trucci ón de un orde n político que asume,
modalidades c omplejas de c onstruc ción y ejercicio del poder y de la
dominaci ón política. Esto no implica negar que también s ea una dictadura,
per o las especificidades del orden stronista, e n relación c on su pr opia historia
como a la luz del resto de las experie ncias latinoamericanas, e n la modalidad de
Dictaduras I nstitucionales del C ono Sur como las pa trimonialista de C entr o
América, supera n a nuestr o e ntend er la posibilidad de a nalizarlo (o
enc orse tarlo) a partir de dicha categoría.
Sin embargo, si bien algunas expe riencias políticas autoritarias y militares
en Amé rica Latina puede n y debe n ser carac ter izadas como dictaduras, a lo que
a Paraguay se refiere quienes tomar on el pode r no quebraron un or den
cons titucional pr eviamente existe nte . Ta mbié n, ha carecid o a difere ncia de sus
pares, d e elemento d e exc epci onalidad política . Lo que tendi ó fue la fusión de
formas puras de do minación y la coexis te ncia de estructuras legales con
sistemas patrimonialistas de distribución de poder polític o y ec onómic o. Tuvo
la capacidad de ensamblar la moder nidad pol ítica con eleme ntos autóctonos.
Tod o ello dio por resultado final la constr ucción de un régime n político,
mediante una f or ma de gobier no que, a través de sus pr opias r eglas (jurídicas),
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renovados actores e instituciones (Fuerzas de Seguridad, Partidos Políticos,
Parlamento), rec reó, nuevas relaciones entre la sociedad y el Estado. Al t iempo
que, si bien inauguró nuevas prácticas, restituyó viejas identidades políticas
resignificadas bajo una nueva época inaugurando un nueva forma de
dominaci ón y un nuevo régime n político, en el que pudieron coexistir lógica s
liberales con práctica s auto ritarias y corporativas . Así, la república despótica fue
capaz de instaurar dominaci ón política y hege monía social.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Mesa 2. El lugar de las instituciones en las m emorias
sociales
CONTES TAT ARIOS, MÁRT IRES Y HERE DEROS. SOCIAB ILIDA DES
POLÍTI CO-RE LI GIOSAS
Y
ASCE SIS
ALTRUISTA
DE L
CATOL ICIS MO AR GENTI NO E N LA DICTA DU RA Y LA POS DIC TADURA
María Soledad Ca toggio
Doc torad o e n C i e nc i as Soc i ale s. F ac ul tad de Ci e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad
Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 1 0
Cuando iniciamos es ta investigación nos e nc ontramos c on una explosi ón
y pr oliferación de homenajes desti nados a los especialistas religiosos del
catolicismo vícti mas de la re presión es tatal. La s conme moraciones amplificaron
la visibilidad de estos actores, acer cándol os a generaciones que no los habían
conocido y e mpeza ban a preguntarse quién es eran. Durante el desarr ollo de
esta investigación el f enóme no no hizo más que cre cer, dand o lugar a una
significativa cantidad de libros y docu me ntales que fueron publicitados
masivamente . Al mismo tiempo, c obró i mpulso el pr oceso de reaper tura de las
causas judiciales. Este entr elazamiento entre memoria, historia y justicia se
instaló como d esafío desde el c omie nzo de nuestra indagación. Descu brimos e n
el camino, tal c omo lo f or muló Enz o Trave r so (2006), que la justicia es un
momento i mpor tante en la el aboración de la memoria y e n la formaci ón d e una
conciencia histórica colec tiva.
Al mismo tie mpo, la pr oliferación de esta s memorias en el espaci o
público fue crucial para compre nder la relev ancia social de este conjunto de
actores, home najeados fuera de la “sacristía” por asociaciones bar riales,
murgas, militantes y organizaciones polític as, madres de Plaza de Mayo,
funcionari os polític os, e ntre otr os. C on el ti empo, una mirada adiestrada en
nombres, lugares y palabras clave nos permitió advertir una pres e ncia mucho
más exte ndida de lo que en un princi pio suponíamos de es tos actor es y sus
biografías. Su importancia, y la de las opciones sociales y políticas que
tomaron e n es te perí odo, no fue el número si no la refer encia social que encarna ron
en aquella época y los hitos de me moria a los que dieron lugar posteriormente.
En el pr oces o investigativo he mos seguido la advertencia formulada por
C. Ginzburg (1993). Parafraseando sus tér minos, el investigador no debe
erigirse en juez, no puede e mitir s entencias, s u verdad -el r esultado de su
investigación- no tie ne un cará cte r normativo sino que sigue siend o pa rcial y
pr ovisoria, jamás definitiva. Esta verdad no sólo es provisoria, sino tambié n
pr oble mática, r esponde a una opera ción i ntelectual que busca mos trar la s
estructu ras subyace ntes a los aconte cimientos, las relaciones s ociales en las
cuales están implicados los hombres . En fin, e s otra verdad .
Con ese horizonte, los i nte rr ogantes que impulsaron es ta investigación
fueron los siguientes:
¿Qué relaciones se puede n esta blecer entr e un tipo de sociabilidad
político -r eligiosa y las estrategias puestas en juego por obispos, sace rdotes,
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
religiosos y religiosas del catolicismo para dotar de se ntid o a la situación
represiva vivida durante la última dictadura militar en la sociedad argentina?
¿Qué vínculos se pued e esta blece r e ntre es tas sociabilidades y las formas d e la
memoria social construidas durante la posdictadura?
Estas preguntas e nglobantes se valieron de u na batería de interr ogantes
más conc retos que guia ron la organización de los distintos capítulos. En
prime r lugar la incógnita e n torno a quiénes fuer on efec tivamente los
especialistas religiosos del catolicismo vícti mas de la represión es tatal nos
condujo e n prime r lugar a la historia. El pr oceso diná mic o de conquista de
espacios sociales y desarr ollo de afinidades políticas empre ndidas por el cuerpo
de especialistas religiosos del catolicismo durante el siglo XX dio lugar a la
conf or mación de una matriz común de pe nsa miento y acción: el “catolicismo
integral”. A su vez, es te mod o de ser católico en toda la vida , obediente a Roma,
pre ocupad o por lo social y con un afán político intra nsigente con el liberalismo
en sus diversas expresiones, enc ontr ó afinida des y de marc ó sociabilidades con
diversas formas de construcción utópica, modelos de transf or mación social y
pr opuestas de c ons trucci ón del orde n: anarquistas, socialistas, radicales,
nacionalistas, militares, revolucionarios de i zquierda y de derec ha y otr os
variopintos hicie ron suya la identidad católica. De ntro d e este mund o ta n
vasto, los especialistas religiosos tuvieron trayectorias semejantes en tér minos
de circuitos iniciáticos, lugares de pasaje y formación de grupos, c onverge ntes
en torno al descubrimiento de una sensibilidad social que marca el pu nto d e
inicio en una car re ra de toma de opci ones. En tér minos ge ne rales,
cor responden a d os gene raciones bie n mar cadas: una nacida en los años
cuarenta y otra e n los tr einta. Para los primer os, la efe rvesce ncia c onciliar
vivida entre 1962 y 1965 los encuen tra pr omediando la veintena. S on jóve nes
que se vuelcan de lleno a la renovación pastoral y formulan un model o
destinado a otr os
jóve nes c omo ellos. A los segundos, el Concilio los
encuentra llegand o al fin de sus trei nta. P ara ellos, el afán renovador no
supone ne cesariame nte una ru ptura c on el viejo esquema de acumulación
ter ritorial del catolicismo integral: el mund o parr oquial sigue siendo un locu s
para la acción. Aún con es ta de marcación posible , los ca minos a s eguir
cubrier on un a mplio ar co de posi bi lidades, uno de cuyos ex tr emos era cier to
tipo de desti natarios (los jóve nes, los pobres , los indígenas, los trabajadores,
entre otros) y el otr o era un tipo de lugar social (la fábrica, la villa, la
comunidad, la coope rativa rural) en cuyo lí mite se situa ba la opción por la
lucha armada. Sin embargo, a pesar de reunir un conjunto hete rogé ne o de
per te nencias institucionales, es tos ac tores guardaban entre sí pu ntos de
contacto en distintos mome ntos de sus carr era s vitales y de rr ote ros cole ctivos.
Estos conta c tos ma nte nidos en distintos c írculos, organizaciones y redes
sociales habilitaron interacci ones , ampliación y/o rec omposición de redes y
grupos sociales y transac ciones de sentido que hicieron posible la
conf or mación de una sociabilidad común. De esta man e ra, la pregunta por el
quiénes, nos c ondujo al cómo. El conjunto en apariencia he ter ogéneo de casos
individuales resultó estar atravesado por histor ias comunes.
Descubri mos que la participación e interc ambio entablados e n los
círculos sociales analizados funcionaron como plataforma común que dio lugar
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a una sociabilidad que en esta tesis hemos de nominad o ascétic o -altruista. Entre
las disposiciones pa ra la acción, pr opias de e sta sociabilidad y portad oras de
una orie ntación al mund o, e nc ontra mos una fuerte a scesis intramundana
demarcada por un c onjunto d e tópic os recurr entes (tra bajo, inser ción,
compr omiso y testimonio) e n el discurso de los actores y las fuentes de época
que funcionar on como té rmi nos i ndisociables de una misma u nidad de se ntid o.
Esta orie ntaci ón ascé tica, combi nada con un fuerte c ompone nte místico,
configura el rasgo común de nuestra población. Una ascesis cuyo ca rácte r
altruista se plasma en la resignación d e opc iones a la mano e n pos de una
búsqueda de experimentación mística. Esta config uración ascétic o-altruista
per mite c ompre nde r el sentido de las acciones elegidas por los sujetos así
como las c onsecuencias no buscadas de es tos cursos de ac ción. A par tir del
análisis de fuentes de la época esta blecimos un hilo conductor entr e la histori a
y la memoria que recorr e esta tesis: el car ácter altruista adjudicado a las
víctimas del catolicismo que pasaron a e ngrosar la categoría de “mártires” e n
las conme moraciones actuales es una reelaboración de la memoria viva construida,
ejercida y comparti da en términos generales por este grupo del catolicismo durante los años
1960 y 1970 .
Por una par te, la idea -fuerza del mar tirio es u na figura de larga tradición
en el c ristianismo, que se re monta a sus primeros siglos. Por otra, ya para los
años setenta este modelo del márti r esta ba integrado a un imaginario polític o y
era acudido por diversos sec tores sociales para dota r de sentido a la política
argentina. Para entonc es, Simón Radowitsky, Eva Perón, El “Che” Guevara,
entre otr os, eran ya íconos c onsagrad os del ma rtir ologio polític o.
En este contexto, la configuración d e una sociabilidad ascético -altruista
fue condición de posibilidad y conse cuencia d e un proceso de difere nciación y
de construcción ide nti taria que demarc ó fr onteras simbólicas de ntro del mundo
católico. Esta de marcación basada e n e l compr omiso del individuo -c rey ente y
en su per te ne ncia c omunita ria antes que e n la fidelidad a una tradición
autorizada se valió de la reinvención de linaje s. En es te movimiento pasó a un
segundo plano el rec on ocimie nto de una pa rentesc o institucional (familiar),
frente a la cor respond encia c on una “comunid ad de valores”, que justificaba la
cons trucci ón de u na “frater nidad de ele cción”, c once bida como una
“frater nidad ideal” (cfr. Hervieu -Léger, 2005). En este proc eso, algunos
actores s obresalientes por su r ol instituci onal, su presencia mediática y/o
exclusivamente por su carisma pe rsonal para generar ad hesión se c onvir tier on
tempra name nte en íconos dad or es de ide ntida d. En té rminos típico -ideales, la
eficacia simbólica que generar on es tas figuras articuló en la práctica - más allá
de la intenci onalidad de l os sujetos en juego - distintos tipos d e r edes
egocentradas. En conc reto, estas figuras ejemplares ge nera ban un efec to de
atracción pe rsonal que se traducía en la búsqueda por e nta blar un contacto cara
a cara, uno a uno, el afán por se r nombrad o por el líder, ser r econocido pa ra
participa r de su carisma e integrarse a esa “c omunidad de valores”. A su vez, la
inte nsidad afectiva de estas comunidades rea les y evoc adas mantuvo vivo el
recuerd o de las víctimas a través de las generaciones.
Hechas estas a pr oximaciones, la siguiente pregunta fue el qué. Qué l es
sucedió y qué hicieron fueron los disparadores para profundizar por una parte en
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la morfología de la repr esió n de la cual fueron objeto y, por otra, e n las
estrategias que pusieron e n juego para hac er f r ente a esa re pr esión esta tal. Para
llevar adelante este propósito, tuvimos que sortear un obstáculo inicial: la tesis
de la existe ncia de “d os iglesias”, una cómplice y otra perseguida , que por mucho
tiempo ha funcionado c omo clave de lec tur a canónica sobre es ta te mática
obs taculizando, a veces, una compre nsión más profunda d el fenóme no. Sin
perd er de vista la efectiva convergencia entr e “víctimas y victimarios” de ntro
de un mismo cuer po d e funcionarios d e un mundo común - como el es el
catolicismo -; e nc ontra mos, la pote ncialidad de esta condición para l os fines
heurísticos de nues tr o tra bajo. Esta par tic ularidad situaba a los obispos,
sacerdotes, r eligiosos y religi osas víctimas del ter rorismo de Estado en un cas o
paradojal para e xplorar las te nsiones ex presadas durante la expe riencia
traumática del gobier no militar y espe cialmente pr oductivo para d esentra ñar la
zona gris de esta experie ncia trágica.
Desde es te pu nto de vista, ex plora mos las r elaciones de c ontinuidad y
ruptura e ntre r epresión estatal y disciplina miento ins titucional y hallamos
resultados que nos per mitier on poner en cuestión algunos supuestos ins talados
en la lite ratura del fenómeno. Entre ellos, el r ecurso al obispo s e ins taló c omo
un camino natural. Si en el pe ríod o previo al golpe de 1976 la intervenci ón d e
los obispo fre nte a la situación de dete nción ha bía sido públicame nte
rec hazada por las víctimas -en una demostración de exaltación ascé tico altruista- por c onsiderarla un “privilegio” que los separaba d el “pueblo”. En e l
nuevo conte xto de escalada represiva se acudía, en cambio, a la “función de
autoridad” y a su eficacia simbólica para inter pelar a otras autoridades
institucionales, como los fun ciona rios d el gobierno militar. Es ta c onfianza en
la capacidad de injere ncia institucional, en tanto que obispo d e la iglesia
católica, deja e ntrever que, en d efinitiva, se tr ataba de la apelación a una vieja
estrategia del catolicismo integral: el recurso a un modus vivendi basado en una
negociación e ntre el pod er religioso (católic o) y el poder militar; e n d etrimento
de la búsqueda de un procedimie nto racional -legal propio de una
administración de justicia. Sobre este modus vivendi se generalizó el recurs o a
canales privados de neg ociación, que fuer on pa uta común, i ncluso e ntre aquellas
figuras que se habían ca racte rizado e n el período previo por su enf rentamie nto
abierto c on las autoridades militares. Por último, la super posición d e sanciones
eclesiástica s orientadas al disciplinamiento i nstitucional con el avance de la
represión estatal sobre esos actor es era un fe nómeno existente ya en l os años
previos al gol pe d e 1976. Señalada esta continuidad, nos conce ntramos e n
analizar el “plus” de significado que adquirió e n el c ontex to re presivo d e la
última dictadura militar la imposición de este tipo de sanciones. E n ese mar co,
descubrimos que, más allá de la fuerza viva de las represe ntaciones aú n
vigentes entre las víctimas y sus allegados, de hech o estas medi das no
funcionar on como “luz verde” para las fuerzas de seguridad. Los agentes de la
represión no necesi taban de la suspensi ón ministerial, ni de la desafectación
institucional de los sace rdotes para inc or porarlos al catálogo de la
“subversión” y/o conver t irlos e n obje to d e ope rativos de re pr esión. Sí, en
cambio, como c onsecue ncia no buscada de la acción, las circuns tancias de
“desprotec ción ins titucional” en las cuales algunos especialistas religiosos del
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catolicismo r esultaron víctimas de la repres ión est atal tuvieron tal eficacia
simbólica que otros clérigos inte rpre taron el gesto c omo una señal de “alerta”.
En diversas c oyunturas, la imposibilidad de obte ne r las licencias ministe riales
se convirtió e n una “luz roja” para ac tores que perci bier on una a mena za pa ra
su vida y tomaron entonces las medidas del caso. En el reverso de es te
continuo, en ocasiones la coordina ción entre re pr esión es tatal y
disciplinamiento institucional fue eficaz para sacar a los propios cuadr os del
circuito re presivo, a c ondición d e tomar las medidas disciplinarias
cor respondientes.
A su vez, el qué les sucedió nos condujo, por u n lado, a analizar las
represe ntaciones de los agentes de seguridad sobr e los actores estudiados
plasmadas en los docume ntos desclasificados de inteligenci a a los fines de
desentraña r los me canismos mediante los cuales estos actor es dejaba n d e se r
obje to de vigilancia, fichaje y clasificación para pasar a engrosar la categ oría de
“delincuente subversivo”. Por el otro, busca mos d elinear algunas conexiones
de sentido e ntre las traye ctorias sociales e inte racciones sociales de las
víctimas y la morf ología de la represión (asesinatos, detenci ones a disposición
del Pode r Eje cutivo Naci onal, d esapariciones, expulsiones, exilios, etc.) de la
que fueron obje to.
El tra bajo acumulado nos per mitió hallar una serie de pautas d e
homoge neidad. La contrastación entre las redes egoc entradas, construidas
previame nte y la morfología de la represión i mplementada sobre cada c onjunto
de los ac tores hizo posi ble distinguir una o d os modalidades predomina ntes e n
cada caso y a pr oximar una inter pre tación posi ble de esos resultados. En primer
lugar, en la red egocentrada e n tor no a la figura de A. Paoli se conce ntró el
mayor núme ro de casos de desaparici ón de per sonas. En c ontraste, ta nto la red
generada e n tor no a la figura de C. Mugica, como la articulada en torno al
obispo A ngelelli como “eg o” reunie ron fundamentalme nte casos de
dete nciones a disposición del Pode r Ejec utivo Nacional y un númer o
significativo de asesinatos. Para comp re nde r la racionalidad repr esiva que giró
en torno a estas categorías mayormente e mpl eadas (detenci ones a disposición
del Pode r Eje cutivo Na cional y asesinatos) acudimos a u na inter pre tación
basada en la visibilidad y notoriedad pública adquirida por este conjunto de
actores en el perí odo previo. E n c ontraste, ha llamos que los derroter os de los
actores que integraron la red dond e se conc entra un mayor númer o de
desaparecid os tie nen en común en té rminos típico -ideales el hecho de ser
“trayec torias de ru ptura ”: abu ndan l os pasajes institucionales, de una
congr egación a otra, del clero a una congregación y pred omina de igual modo
una dinámica tipo secta de grupo “selecto” y de sociabilidad intensa, por sobre
una la lógica de Igl esia, por definición me nos r iguro sa y masiva. A su vez, estos
casos resaltan por su ausencia deliberada e ntre los r ecortes de diarios, par tes
de inteligencia o siquiera pedidos de inf or mac ión que integran l os documentos
desclasificados de inteligencia a los que pudimos accede r. Es bozamos al
respe cto una hipótesis inte rpreta tiva que postula que su incor poración e n la
categoría d e “delincue nte subversivo” tuvo c omo c ondici ón y/o c or relato un
borramie nto de su c ondici ón religiosa. Una hipótesis tal prevé que haya que
rec orr er otr os circuitos del archivo para dar c on sus legajos, ingresados no e n
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
tanto que sacerdotes , religiosos/as y/o seminaristas, sino en ta nto que
militantes de organizaciones armadas.
Frente a la contunde ncia de esta inge niería represiva: ¿qué hicieron? La
ruptura del ord en naturalizado del mund o de l a vida de los sujetos, en el marc o
de situaciones límite entr e la vida y la muerte, motivó la pues ta en juego de
diversas estrategias para hac er fre nte a la represión es tatal. Esas acciones
conf or mar on un re pe rtorio de es trategia s habituales combi nadas frente a los
casos de re presi ón es tatal a obispos, sac erdotes, religiosos, religiosas y
seminaristas d el catolicismo. El trabajo ana lítico reu nido en esta tesis se
dedicó a ex plorar la diversidad de efe ctos obtenidos a partir del e m ple o de las
mismas estra tegias en situaciones similares, por actores y /o grupos, situados
en posiciones se mejantes. En efec to, lo que primó y caracterizó al fenómeno, a
nuestr o juicio, fue la h eterog eneidad de r esultados conseguidos a partir de un sistema d e
opciones habituales. Una mi rada gene ral sobr e las estrategias empleadas nos
per mitió c oncluir que, más allá de los resultados puntuales obtenidos según el
caso, las propias autoridades eclesiales, al nuncio, los militares y los
diplomátic os fueron perci bidos como interlocutor es inmediatos y con capacidad de influir
directamente sobre la ingeniería represiva. La desconfianza del sistema judicial,
conse cuente con el descreimie nto en las instituciones democrá ticas forjada a lo
largo del siglo XX, permite co mprend er la apelación e n pri mer orde n a un
modus operandi largamente practicad o entre los especialistas religiosos del
catolicismo: la negociación dir ecta entre poder r eligioso (ca tólico) y poder
militar. Estos pr ocedimie ntos funciona ron f recuente mente com o poleas de
trans misión de inf or mación –i ncluso bajo la forma del “rumor” - , aunque no
fueran suficiente me nte influyentes como pa ra resca tar a las pers onas del
circuito re pr esivo. En cambi o, los ámbitos de la justicia, la prensa y el recurso
a los orga nismos nacionales e inter nacionales de de rec hos huma nos tuvieron
mayor trasce nde ncia en el largo plazo, al menos para crea r las condiciones de
cons trucci ón d e “verdad histórica” y “de justi cia”. En el nivel de la coyuntura,
el recurso a estas instituciones, aun que rutinario e ineficaz, permi tió la
persiste ncia de los grupos y sus d emandas, que luego llegarían a c ons truir las
condici ones históricas de judicialización.
Hasta tanto, se instaló s ocialmente la necesid ad de velar por un deb er de
memoria . En es e nuevo marc o, las pr eguntas que orientar on nuestro a nálisis de
las formas de la memoria social en tor no a los especialistas religiosos del
catolicismo víctimas de la re pr esión esta tal fueron dura nte la posdictadura
¿cómo y para qué recordar?
En esa clave, en pri me r lugar, encontramos una serie de re pr esentaciones
pr oducidas durante los años sete nta que deter minar on las for mas de
elaboración de ese pasado traumátic o y si guen vigentes en las me morias
actuales. La oposición entre víctimas “inoce ntes” y “culpables” -vinculadas a la
lucha armada - demarc ó te mpranamente un estre cho marge n para pr ocesa r
aquellas experiencias. En ese escena rio, la figura del mártir funcionó a la
mane ra significante vacío en la disputa de los actores por d efinir el es tatuto
legítimo de las víctimas. La categoría, ya fuer a para reivindicar la “inocencia”
de las víctimas o la ejemplaridad del “verdade ro mártir” que muer e realizando
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la voluntad divina, incluso por medi os violentos, quedó te mpranamente fijada
en el cruce entre la religión y la política.
Segundo, el análisis de las trayec torias pos te r iores a la dic tadura militar
nos per mitió mostra r de qué mane ra la reco nversión e n distintos á mbitos de
actores que compa rtían un núcleo de ex pe riencias fundantes e n té rminos
identitari os gener ó un efecto comple me ntar io: la circulación de un bagaje
simbólico d e carác ter polític o - religioso por espacios de la sociedad civil
(organismos d e de rec hos huma nos, las orga nizaciones no guber name ntales,
espacios de memoria etc .) y d el Estado (a par tir de su inc orporación a cargos
de la administración pública). E n este decu rso, tiene lugar un pr oces o de
resignificación política d e la categoría religiosa de “mar tirio” y de rei nvención
religiosa de la figura del “desaparecido”. Esta s transacciones de se ntid o de un
ámbito de actividad social a otr o quedan plasmadas en las modalidades de
homenaje a las víctimas, en d ond e se e nta blan relaciones de alianza y/o
compe tencia entre ac tores sociales y agentes estatales para d efinir la disputa
por el patrimonio simbólico de la nación.
En pa ralelo, abordamos el fenóme no por el c ual nuevos actores que, sin
ser pr otagonistas históricos, se siente n identificados con aquella experiencia
recurr en a ese ac ervo d e la memoria de los “mártires” pa ra reelabora r sus
pr opias trayec torias como “linajes”, reposicionánd ose e n el lugar de
“hered er os” del esta tuto ejemplar d e las víctimas . Desde es ta posición
subjetiva, reivindican y hac en pr opia aquella “ascesis altruista” que profesaron
estos católicos que se sentían “elegidos” en los años s ete nta. Esta operación
reúne a víctimas, sobrevivientes y a nuevas g eneracio nes en un mismo espacio simbólico d e
sociabilidad.
Ahora bie n ¿ para qué r eivindicar a los mártires? Esta línea d e c ontinuidad
simbólica es eficaz para legitimar un discurso contes ta tario y hete rod ox o, que
reinventa la tradición de ntro de la ins titución eclesial y e n el es pacio público.
Esta apelación per mite dar continuidad a viejas causas y sentido a otras nuevas:
la resistencia al neoliberalismo, la defensa y organización de los villeros, la
“lucha contra el paco”, el apoyo al matrimonio igualitario, entre otras se
convier te n e n ex pr esiones de asc esis altruistas acordes a los nuevos tie mpos
dond e la resignación de la pr opia vida entra en tensión c on la vigencia de un
paradigma humanitari o dond e la vida se ha erigido como valor supr emo.
De esta ma nera, vícti mas, sobrevivientes y generaciones más jóve nes
devenidos también e n empre nded or es de memoria colaboran activame nte en el
pr oceso de politización de la figura del mártir que, en e l mismo movimie nto, se
seculariza y pasa a formar pa rte d e un re per torio de símbol os disponi ble para
diversos actor es r eligiosos, sociales y/ o políti cos para orientar la acción e n el
prese nte, proy ecta rse hacia el futuro o legitimar el pasado.
En suma, ¿cuál es el aporte que realiza la tesis a los debates teóricos y/ o
empíric os r elativos al análisis del pasado r eciente, la gestión ins titucional,
subjetiva y/o simbólica de las memorias sociales?
En té rmi nos e mpíric os asistimos a un doble pr oceso. En el cí r culo mas
estre cho que configura el grupo pr otagonistas, sobr evivientes y hered er os del
catolicismo la transmisión gene racional manti ene viva la memoria social de los
“mártires” y pe rmite rei nventar la tradición autorizada, dando c ontinuidad a un
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catolicis mo c ontesta tario e n los sete nta y en los dos mil. En un círculo más
exte ndido, los lugares de memoria destinad os a los mártires católicos se
convier te n e n rituales para a ctores sin ritual: amplios s ector es de la sociedad
civil y el estad o hacen suya la mem oria social de estos má rtires pa ra legitimar
un discurso contestata rio. E n té rmi nos teóricos,
el c once pto de
“reconversión” nos per mite dar cue nta d el reorde namie nto del trabaj o
identitari o de los ac tores estudiados. Esta r econversión es tuvo fuer temente
condici onada no s ólo por el contexto represivo, sino también por la necesidad
de reproducir una identidad contestataria c onstruida para diferenciarse dentr o
del vasto mundo del catolicismo. No hubo un solo camino, per o sí una
tend encia a readministrar el po der simbólico, transforma ndo el capital social
acumulado a partir del protagonismo ganado en los años sese nta y setenta en
tanto que especialista religioso del catolicismo y rei nvirtiénd olo -e n muc hos
casos mediand o el a bandono del cler o - ta nto e n el espac i o de l os der echos
humanos como e n diversos es pacios de me moria. Por último, en tér minos
teórico -me todológic os, los límites que c omparte n tanto las fue ntes orales y
como escri tas, impr egnadas ambas por la fuerza del rumor, para la
rec onstrucción de l os hec hos per pe trados bajo una inge niería re pr esiva
clandestina vuelve imperativa la necesidad de poner e n diálogo las fuentes
históricas y los testimonios de l os actores para la reconstrucción de u na verdad
judicializable.
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TRANSFORMA CIONES Y EXPERI ENC IAS CARCE LAR IAS. PR ISIÓ N
POLÍTI CA Y SIS TEMA PE NI TENCIARI O EN LA ARGE NT INA
ENTRE 1974 Y 1983.
Débora D´Anto nio 35
Doc torad o e n Hi stori a. F ac u l tad de F i l osof í a y Letras. U ni v e rsi dad Nac i onal de
Bu e nos Ai re s. Año de de fe nsa: 2 0 1 1
Desde el golpe de Es tado d e 1955 y po r más de veinte años, la
Argentina es tuvo atravesada por la imposi bilidad de res olver la crisis de
dominaci ón política. C on el pr opósito d e ce rr ar esta crisis, en 1966 se instauró
la primera dic tadura institucional de las Fuerzas Armadas inspirada e n la
Doc trina de Seguridad Nacional. El i nte nto d e disciplinar a la sociedad civil se
fue tor nand o cada vez más coactivo a medida que la sociedad rechazaba estas
prác ticas autorita rias. Movilizaciones como la s del Cord obazo en 1969 y otros
levantamientos populare s en distintas pr ovincias en 1970 y 1971, que
inter pelar on la estrategia re presiva, llevaron a una elite empe cinada en
defende r sus inte reses a redoblar aun más la coerci ón. De este mod o, la
crecie nte militarización, pr ofesionalización y articulación del a parato r epresivo
fue de la mano de la conculcación d e de rec hos individuales, políticos y
sociales. Simultáneamente, se fue i mplantand o una legislación ade cuada para
preve nir o dire cta mente er radicar toda oposición política, social o cultural. Por
estos motivos nu mer osas prácticas r epresivas que tuvieron lugar cuand o los
militares llegaron a contr olar nuevame nte al Poder Eje cutivo en 1976, tenían ya
más de una d écada de d esarr ollo. De tal modo, el perí odo históric o abie rto
pos t 1955 puede se r c oncebid o c omo una unidad cambiante pe ro con una
lógica interna e n la que los conflictos sociales fueron pr ocesados d esde y por
el Estado en un sentido cada vez más represivo.
La mayor par te de los trabajos históric os sobre la violencia per pe trada
por la última dictadur a se han centrad o e n los aspec tos más clandes tinos e
invisibles de la represión, soslayando el carác ter pr ocesual que adquirieron las
contradicci ones sociales a lo largo de varias décadas. Es precisamente
posicionánd ose únicame nte e n la experie ncia de los centros clandes tinos de
dete nción o de los desa parecid os donde r esulta más difícil establecer la
conexión con la crecie nte ins titucionalización de la violencia anterior a 1976,
ya que unos y otros, no tiene n prec edentes más allá de algunos poc os casos
aisl ados, aunque no obsta nte significativos, como el de Felipe Vallese en 1962
o el de Luis Enrique Pujals en 1971.
Cree mos e ntonces, que el foco d e análisis casi exclusivo que se le ha
dispensado a esta fase de la violencia ref orzó una mirada ex cepcionalista de la
expe riencia del último r égimen militar. P or este motivo esta tesis c oloc ó su
punto de mira e n las cárceles, un ámbito que no ha bía concitad o la atención
del campo histori ográfico y que por su largo desarr ollo per mite justame nte ,
indagar en los eleme ntos de c ontinuidad histórica. Esta tesis ha demostrado
que si bien es cierto que la violencia en las cárceles tuvo mayores límites que
en sus expresiones clandes tinas, la violencia estatal fuera esta legal o ilegal,
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U BA-IIE GE
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
visible u oculta, en los campos de de te nción o en las cárceles, estuvo anudada a
un proceso político unificado que no puede analizarse ni fragmentadame nte ni
en té rminos de escalas de sufrimientos de las víctimas.
Asimismo, es ta tesis ha puesto en evidenci a que, confluyente c on el
ánimo de mov ilización y organización social existente d esde mediados de los
años sese nta, el S ervicio Pe nite nciario Fede r al fue jerarquizado y actualizado
en conc ordancia con las necesidades político -e stratégicas del Estado. Hasta ese
momento las cárc eles habían sid o c ompr endid as como espacios de encierr o que
transf or marían a los varones que habían violado la ley en trabajadores
respe tuosos del orde n legal, y a las mujeres e n bue nas esposas y a mas de casa.
Sin e mbarg o, c on la radicalización política de distintos sector es sociales, el
Estado pasó a i nte resarse me nos en el c ontr ol social del mund o c riminal y más
en la sujeción de estos sector es rebeldes. La c árcel se reconfiguró así como un
aparato de ca ptura para disciplinar a los/as activistas políticos y sociales.
En esta i nvestigación se ha d emostrado ta mbié n que las instrucci ones
carcelarias, la reglamentación inter na de las fuerzas de seguridad y la misma ley
peni tenciaria operar on c omo marc o r egulatorio ge neral que atravesó a l os
gobier nos c onstitucionales y milita res d esde 1 966 y hasta 1976, instando a una
uniformidad i nstitucional que sería utilizada, c ada vez más prog resivamente, en
favor de la lucha contra la “subversión”. La tr ansfor mación mode rnizadora por
la que efectivamente pasó el Servicio Pe nite nciario Fe de ral implicó, por un
lado, la construcción de esta blecimientos pe ni tenciarios, y la jerarquización de
los mismos por el otr o, c on el fin de graduar la peligrosidad de presos y presas
de acuerdo con cri teri os más políticos que sociales. Como los estudios a ce rca
de la violencia política no ha n pr oble matizado la cár cel del Estad o ter rorista,
perdie ron d e vista tambié n que la mod er nización del siste ma penitenciari o se
ajustó a una estrategia al servicio de un idea rio “antisubversivo” que llevó a
que esta fuera compatible con la utilización de métod os violentos e n el
“tratamie nto” pe nitenciario, a tal punto que uno de los ejes de esta nueva etapa
fue la creación de un servicio de inteligenc ia propi o y la formaci ón de su
pers onal pe nite nciario con ideas afines a la Doctrina de Seguridad Nacional.
Al plantears e reinte rpreta r el incr eme nto del autoritarismo y la
represión del Estad o arge ntino a través del estudio de la cárc el, esta tesis
ofreci ó otras posibilidades de análisis, partic ularmente en l o que refiere a la
relación entr e la violencia estatal y su visibilidad en la sociedad civil. Se trata
de un te ma c rucial que si bien cons tituye uno de los puntos claves de la
inter pr etación d e la última dictadura militar, es sin e mbarg o, uno de los
tópicos me nos es tudiad os por la historiograf ía y otras ciencias sociales que
exploraron el pe ríod o. Nuestr o a nálisis plante a que esta te nsión e ntre l o oculto
y lo visible constituy ó una dialéctica que el mismo Estado te rr orista alentó y
que fue estructurante de la legitimidad c onseguida. La prisión política y el
mod o e n que esta se ar ticuló c on otr os aspec tos d e la re pr esión nos
per mitier on enlazar la dinámica par ticular de esta institución c on la r elación
más general del modus operandi del régime n militar en tor no a l o oculto y l o
visible.
Sabemos que la cárcel, siguiendo los lineamie ntos de Massimo Pavarini,
forma par te del pr oceso históric o de diferenciación - espe cialización
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institucional de las políticas del Estado que a íslan las contradicci ones s ociales
en es pacios de enci e rr o velados y s eparad os de la sociedad, r ecluyend o a los
sectores ind eseables, sea n estos, pres os comu nes, pres os políticos o l ocos . De
este mod o el pod er peni tenciario ejer ce la ejecución de la pe na y r estri nge la
movilidad de los pe nados fuera d e la vis ta de lo cotidiano de la sociedad civil.
En este sentido, la cárcel misma se torna e n evidencia de la dinámica que el
Estado ins tala en cuanto a la visibilidad e invisibilidad de su violencia. Sin
emba rgo, el crecie nte afán represivo obse rvable en los pres idios desd e
mediados d e los a ños sesenta, y sobr e tod o du rante la última dictadura, r esulta
de una pr ofundización d e esa relación entr e lo visible y lo invisible, y de cómo
esta se articuló en el modo e n que el Estado ter rorista ejerció su domi nio. E n
el marco de es ta estra tegia, las cárceles fueron la cara visible y manifiesta de la
represión en un juego e ntre lo que se “debía” ocultar y lo que se “podía”
visibilizar en el pleno de la represión.
Esta investigación, per meada por los es tudios de gé ner o y de la
sexualidad, se propuso demostrar que ambos s on fac tores nodales para a hondar
en la comprensión de este proceso, pues si bien la relación entr e la
invisibilización y la visibilización de la lógica represiva no es equivalente a la
lógica del sistema sex o -gé ne ro, ambas operan con ma rcos similares. Es tos s e
entrelazan de manera inex tricable a punto tal que la invisibilización de la
cuestiones de gé ner o e n el análisis, obtura la posibilidad de pensar la relación
entre lo visible y lo invisible en la tensión e ntre el Estado, su violencia y la
sociedad civil.
Justame nte , el despliegue de esa pe rspec tiva y de los e nlaces e n los que
rever bera ha pe rmi tido en es ta tesis poner en esce na los dispositivos
yuxtapuestos que deter minar on que la cárcel política se subdi vidiera entr e la
cárcel “vidriera” para las mujeres (Villa Devoto) y la cár cel lejana, oculta y más
represiva para los varones (Rawson). Una división que evidencia que los roles
de géne ro se e ntrelazan a la vez con lo que se podía ver y lo que se de bía
ocu ltar. De este modo, el proceso re pr esivo e stuvo marcad o por cues tiones de
géner o que se observan en la evolución del encierr o mismo.
Ya señalamos que las cárceles legales no tuvieron por objetivo inicial el
exte rmini o que se ensay ó e n los ce ntros clandest inos de d etenci ón, pues se
inte ntó transforma r a los/las “subversivos/as” por medio de té cnicas de
disciplinamiento rigurosas, reglamentos
restric tivos
y clasificaciones
peni tenciarias. Mas esta política no se mos tr ó del todo ef ectiva, pues presos y
presas siguieron def endie ndo su carác ter politizado, lo que llevó al pode r
peni tenciario militar a aumentar la coa cción y eliminar progresivame nte todos
los derec hos legales de los/as presos/as políticos/as.
A partir d e 1976 ya no alcanzó con es ta supresión d e der echos y se
empre ndió un plan de des trucci ón de la subjetividad con la finalidad última de
desarticular toda oposición política. E n ese proy ecto de desubjetivación se
puede obs ervar, tal como he mos analizado, el modo e n que oper ó la represión
de lo fe meni no y de l o masculino. A las mujeres presas ya no se intentó
resocializarlas en roles d e géner o tradicionales como el de madr es o amas d e
casa, como se había practicad o en la larga época de la rege ncia de las monjas
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del Buen Pastor, pe ro sí se pr ete ndió de s maternalizarlas y desfeminizarlas así
como patologizar su sexualidad.
En el caso de los varones, numer osas accione s del pe rsonal pe nite nciario
tuvieron como fin d esmasculinizar y d esvirilizar a los pres os, para desd e allí
ahondar en una desubjetivación f ísica, política y moral.
Si la destrucción
ideológica fue el objetivo “prescripto” del régimen, esto se enlazó “de hec ho”
con el siste ma de sexo -géner o nor malizador. Se trató de una pre tensi ón de
destrucci ón subjetiva que se manifestó articulada con el at aque al cuerpo físico
y a la masculinidad de los presos polític os.
De este mod o, tanto e n Rawson como e n Devoto las políticas de
destrucci ón de la subjetividad genérica que el régimen practic ó de mane ra
oculta en los es pacios de e ncie rr o fueron la contraca ra de lo que las
autoridades militares clamaba n en sus discursos públicos. E n ellos pri maba una
prédica “ restauracionista” de los roles de gé ner o ac ord e c on una hipoté tica
cultura argenti na derivada de la “tradi ción occide ntal y cristiana”.
Contradic toriamente, el régimen militar p rod ujo en l os es pacios ocultos una
fuerte subversión de los s entidos a tribuidos e n el discurso público al géne ro y
a lo sexual. Como hemos se ñalado, el régime n militar desplegó públicamente
una retórica de las madres c omo pilares fund amentales de la familia, a la vez
que secuestró a los hijos de las mujeres prisioneras e n los campos d e de te nción
clandestinos e inte ntó quebrar el lazo filial entr e madres e hijos/as,
desmate rnalizando a las presas políticas.
La mater nidad fue de est e modo válida solo para aquellas mujeres que no
impugnaban el orde n s ocial. Per o para quienes eran disidentes, el Estad o
reservaba un a taque directo a su subjetividad, lo cual incluía subvertir las
represe ntaciones y prácticas de géner o norma tivas. En el p enal de Rawson, tal
como lo de mos tramos, se intentó doblegar a los varones humillándolos por
medio del ejercicio de prácticas que de ninguna mane ra fortalecían el sistema
normativo de se xo -géne ro sino que, por lo c ontrari o, constituían un desafío
mismo a s u existencia. Así, los peni tenciarios subvirtieron sus roles
tradicionales y para ello se convirtie ron en pene tradores sexuales o voyeuristas
de prácticas sexuales, trastor nand o los se nti dos de s exo -géne ro presc riptos
socialmente.
La dictadura militar que se presentaba como garante y gendarme de la
familia y de los roles de gé ne ro tradicionales, en realidad no hizo más que
alterar las reglas de este sistema en los espac ios ocultos o se mi ocultos de la
sociedad. El último escalón represivo e n la cárcel prete ndi ó instituir el
borramie nto de toda subjetividad políticamente radicalizada utilizando, para
ganar en eficacia, una tec nol ogía de dominio soste nida de hec ha en una lógica
de ataque al género.
Los análisis del género y la sexualidad en las ciencias social es han tendid o
a enfatizar s olamente el carác te r e mancipa torio de la subversi ón de roles,
identidades, prácticas y re prese nta ciones. Por este motivo, cre emos que estas
dimensiones han pasado desa per cibidas para la historiografía, ya que bajo la
dictadura militar, la subversión del género y la sexualidad no tuvieron un
carácte r liberad or. Esta tesis ha de mostrad o que, por el c ontra rio, se trató de
una impor tante he rra mienta que utilizó el régimen para intentar destruir la
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subjetividad, que a la vez tenía por fi n último, d esarticular toda f orma de
agencia política. No se tra ta de negar que la desestabilización de una estruc tura
sexo-ge né rica opresiva pueda ser efe ctivamente libe radora sino por el
contra rio, de subraya r que no todas las impugnaciones a una estr uc tura sexo genérica tiene n en sí mismo un carác ter emanci pador . E n esa di recci ón,
cree mos que la dificultad de c onc ebir for mas autoritarias de la
desestabilización sex o -gené rica ha consti tuido un obstáculo epistemológico
para compre nde r la expe riencia de la última dictadura en este punto. Esta tesis,
en consecue ncia, ha pe rmi tido carac terizar al régimen militar más allá de su
discurso explícito de r estauración de la opresión sexual y de géner o,
recupe rand o c ríticame nte la ambivalencia que la misma dictadur a instaló d e
hec ho al respec to.
La impor tancia del género y la sexualidad no sólo fue percibida en esta
tesis, en tér minos d el análisis del proceso político observado a escala de las
prác ticas del Estado, sino que tambié n se indagó con es te marc o ex plicat ivo, la
expe riencia del encie rr o de pr esas y pres os políticos. Hemos podido observar
que ambos r einter pre tar on e n clave de gé ner o y sexual la política re presiva.
Unas y otros resistier on la política de desubjetivación, a veces negociando,
otras rec hazando órd enes, reglame ntos y disposiciones carcelarias que minara n
su sexualidad. Las madres y/o pad res que es taban d esposeídos d el ejer cicio d e
la patria potestad sobr e sus hijos e hijas, con todas las dificultades, hicieron lo
imposible pa ra que ese vínculo no desapareciese . Una resistencia que
pos teriormente a través de los testi monios y memorias, nos pe rmiti ó evidenciar
la ficticia auto repr esentación que la dictadura puso de manifiesto ac erca de la
defensa del tradicional sistema sex o -gé ner o.
Esta tesis reveló también que las relaciones c onstruidas en la vida política
previa al encierr o cumplier on un rol fu ndame ntal e n el dise ño de l os vínculos
durante es ta larga etapa. En el caso de las mujeres especialme nte, los lazos de
jerarquía política que habían desa r rollado a nte rior me nte e n los espacios de
militancia se integra ron en nuevas redes horizontales también políticas.
Emper o, en la cárc el sus prácticas atravesar on los límites de las organizaciones
particulares reasentados en una e xpe riencia fusionada más am plia. Esta f or ma
de estruc turación de las relaciones ayudó a limar las diferencias políticas
existentes y l os r oces d e la vida en convivencia, trazand o una ide ntidad
feme nina politizada y ente ndida en tér minos colec tivos. Muchos de es tos
vínculos se prolongar on e n la socialización posterior que las mujeres, ahora ex
presas, e nsayaron fuera de la cárcel. Para los varones, sin e mba rgo, siguieron
siendo más impor tantes las relaciones de jerarquía política que cualquier otr o
vínculo transversal, aunque cuando s e conv irtier on e n ex presos, logra ron
cons truir también una fuerte identidad colec ti va.
La cultura car celaria de la prisión política e stuvo condicionada por la
disposición del servicio penitenciario d e considerar la cárcel como un frente
más de la lucha c o ntra la “subversión”. Esta conside ración c ondujo a presos y
presas a poner en práctica estrategias tendie ntes a amor tiguar las embestidas
represivas en las que combi naron l os aprendi zajes realizados previamente con
los desafíos que imponía el nuevo espacio d e encier ro. De tal suerte he mos
podido poner d e manifiesto que las expe rie ncias políticas pre té ritas fuer on
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desplegadas y reactualizadas en el presidio. La cárcel fue conce bida como un
frente polític o más y como par te de las conse cuencias de la lucha
rev olucionaria. El pr esidio no significó el fin sino el c omie nzo de una política
en tér minos de r esistencia, aunque debier on enfr entar la magnitud d e una
represión que ex cedía aquello que los mismos militantes ha bían podid o
imaginar.
Las re prese ntaci ones que los y las militantes manejaba n sobr e c ómo
debían se r l os tie mpos d e e ncier ro, les pe rmitie ron s oste ne rse tanto
individualmente como cole ctivame nte . En la cárcel se prac ticó un sistema d e
dones y contradones prove nientes de la cultura militante, y los lazos de
sociabilidad entre pres os/as y familiares de pres os/as fueron tan fuer tes en
opor tunidades como lo lazos par entales. El te mple y la multidime nsión de las
relaciones construidas contri buyer on a q ue unos y otras madura ran
inter namente la larga etapa de e ncierro.
Las prác ticas acompasadas de los organismos de de rec hos humanos, l os
familiares y los pres os y presas políticos f ueron, junto con la r esistencia
obrera, agentes que contribuye ron a la erosión del régimen militar. Es te
desgaste, a la vez, se vio di namizado por el arribo a la Argentina de la
Comisión I nteramericana de De rec hos H umanos en el año 1979. La
historización de estos he chos nos per mitió pr ofundizar en la ecuación e ntr e lo
oculto y lo visible, ya que fue a partir de ese momento que se comenz ó a hacer
más evidente lo que hasta allí se ha bía inte ntado ocultar. Los pres os y presas
políticos apr ovec haron es te impulso para seguir luchando por comba r la vara y
conseguir una s erie d e de rec hos en el ámbito pe nite nciario que redundara n
pos teriormente e n el te rre no de las libertades.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
EL PROCESO SOCI AL DE CONSA GRAC IÓN DE LA “MEMORI A
SOBRE E L T ERRORISMO DE EST ADO” COMO O BJE TO DE
POLÍTI CAS PÚBL ICAS ESTA TALES DE DDHH EN LA C IUDA D DE
BUENOS AIRES, ARGENTINA
Ana Guglielmucci 36
Doc torad o e n An trop ol ogí a Soc i al . F ac u l tad de Fi l osof í a y Le tras. U ni v e rsi dad
Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 1 1
La convocatoria que aquí nos reúne pr ocura r eflexionar sobr e los apor tes
de nuestras tesis al análisis teórico y empíric o sobr e el pasado recie nte. A ntes
de c ome nta r cuáles son l os apor tes que puede brindar mi trabajo de
investigación doc toral sobre el proc eso de c onsagración de la memoria como
obje to de políticas públicas de de rec hos huma nos en Buenos Air es, me gustaría
referir me a los obstáculos que dificultaron m i investigación e mpí rica y el
trabajo de esc ritura.
Respec to a la inves tigación e mpírica, uno de los pri ncipales esc ollos fue
lidiar con mi propio compromiso polític o -afe ctivo c on el tema estudiado y mi
inserción pr ofesional e n pr ogramas de ges tión relaci onad os con la prese rvación
y pr omoción de la memoria sobr e el ter rorismo de Es tado. Como antropól oga,
una de las cuestiones pr epond erantes consistió e n c ómo construir el
distanciamiento nec esario pa ra dar cue nta de l punto de vista de los ac tores
involucrados e n el proceso a nalizado, y, al mismo tiempo, ma nte ne r una
posición crítica y comprome tida con la pr oducción y circulación de los
resultados del tra bajo. Estas dificultades se expresa ron con fuerza en la etapa
de la escritura, cuand o vi reflejada en mis tex tos una perspec tiva institucional,
que aportaba muc has respuestas ya dadas y muy pocas preguntas nuevas.
Luego de varios inte ntos fallidos de escritura, realicé un ejercicio al que
denominé “el ex orcismo”. En él me pr opuse describir y analizar las dific ultades
metodol ógicas, ligadas a los compromisos personales, a la hora de elabora r
registros e tnográficos e n diversas situaciones sociales (actos públicos no
gubernamentales y oficiales, reuni ones legislativas, jornadas académicas, etc .) y
realizar entrevi stas a integrantes de orga nismos de der echos humanos,
organizaciones s ociales, empelados guber name ntales y políticos. A medida que
fui elaborand o es ta r eflexión sobr e mi tray ectoria de investigación caí e n
cuenta que una de las mayores dificultades derivab a del intento de c onciliar
diferentes pe rspectivas respecto a la memoria sobr e el ter rorismo d e Estado e n
nuestr o país, a las que caractericé de la siguiente mane ra: militante, profesional y
académica .
La distinción de estas tres pers pec tivas, heter ogéneas y comple me ntarias
entre sí, me condujo a indagar de qué manera diversos actores se ha n
aproximado al tema de la memoria y lo han instaurado c omo un pr oble ma
social, una meta de trabajo y /o un obje to de investigación. Es decir , mas allá
de los deba tes teóricos sobr e el fenómeno del recuerd o y el olvido, me inte resó
centrar me e n las represe ntaciones y las pr ácticas de los pr opios actores
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Dra. Antro pol ogí a, F F y L, U BA. Inv e sti gadora C ONIC E T.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
respe cto al status de la memoria como f or ma de aproximación al pasado en
Argentina. E n otras palabras, me enf oqué en d escr ibi r analíticame nte el
pr oceso social por el cual la categoría me moria ha sido inscri ta en una serie d e
actividades y normas públicas, así como en obras arquitectónicas y urbanísticas
en la ciudad de Buenos Aires.
Constr ucción del problema de investigació n
En mi tesis de licenciatura mi interés s e centr ó e n indagar las
represe ntaciones c olectivas sobre la militancia política en organizaciones
revolucionarias, entr e inicios de la década del setenta y mediados de la década
del ochenta, de un grupo de mujeres ide ntific adas como e x presas políticas de
la cárcel de Devoto. Mi objetivo, e n es e momento, era comprobar la existe ncia
de me morias discordantes, que circulaban a través de canales de transmisión
caracte rizados como privados y que no e ran r e conocidos en e l es pacio público.
Durante esa investigación, más allá de constatar la existe ncia de distintos
relatos e inter pre taciones históricas sobre la violencia política pasada, una
cuestión que llamó mi atenci ón fue la r elativización por pa rte de mis
interl ocutora s sobr e su carac te rización c omo ví ctimas (e n ta nto ellas se
prese nta ban a sí mismas c omo protagonistas) y sobre la impor tancia social
otorgada al acto de “hac er me moria” (pue s muchas de ellas alegaron lo
importa nte que e ra el poder olvidar ). En aquella oca sión, si bien sus
obse rvaciones me per mitier on c omplejizar las diferentes inter pre taciones sobr e
el pasado re ciente, no per caté que la pr opia noci ón d e memoria no tie ne el
mismo s entido ni sta tus para todos. Más adel ante, esto me condujo a des tacar
que la incor poración de la ca tegoría “ memori a sobre el te rr orismo d e Es tado”,
como obje to d e políticas públicas estatales pa ra refe rirse al pasado, supone un
pr oceso s ocial previo de pr oducción y r econocimiento c omo “pr oble ma social
de tod os los argentinos” y ob jeto de interés pú blico.
Para la tesis de doctorado, e ntonces, e n conti nuidad con mis inquietudes
como inves tigadora, mi inte rés se volcó a ex plorar las características que ha
asumido este pr oces o social de pr oducción e implementación de la categ oría
“memoria sobre el ter rorismo de Estado” como el modo adecuado de
referir nos a la violencia pasada a través de su incorporaci ón c omo objeto de
políticas públicas estatales de DD.HH . Este cambio de f oco e n el análisis, se
pr ofundizó con mi incor poración como té cnica en la Dirección Ge neral de
Dere chos Humanos del Gobierno de la Ciudad. Ello me pe rmiti ó accede r a otra
dimensión de estudio ligada a los proc esos polític o -ins titucionales de
pr oducción de “políticas de memoria” y la construc ción s ocial de ma rcos
normativos que suponían cier ta homoge nei zación y hege monización s obre
cómo dar cuenta de dete rminad os hec hos pasa dos.
La partici pación e n la DGDH me per mitió observar de qué manera, a
través del trabajo de difere ntes actores (ac tivistas de DD.HH., familiare s de
dete nidos -d esapare cidos, sobrevivientes , funcionarios y legisladores), la
categoría “me moria sobre el terr oris mo de Estado” come nzó a ser inc or porada
en distintos pr oyec tos, leyes y progra mas del Gobier no de la Ciudad Autónoma
de Bue nos Aires, ce remon ias oficiales y ar tefactos c onme morativos en el
espacio público ur bano (c omo la c ons trucci ón d e monumentos y muse os o
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
espacios para la me moria). Es te tra bajo c onj unto i mplicó la inte racción e ntre
actores con tray ectorias y pe rspec tivas diversas, y la creac ión de dispositivos y
ámbitos de gestión política espe cíficos. A pa rtir de esta observación, mi inte rés
se volcó a analizar, no tanto las disputas entre me morias o los usos político instrume ntales del pasado, sino más bien el pr oceso s ocial de pr oducción e
impleme ntaci ón de la categoría “memoria sobr e el terr orismo de Estad o” como
obje to de políticas públicas estatales de DD.H H.
Lo que me interes ó fue examina r c ómo son c ons truidos e
impleme ntad os socialmente los “marc os estata les de la memoria”. Si acept amos
como premisa que la vivencia común de un acontecimie nto no deviene
necesariamente en “me moria colec tiva”, sino que para que ello tenga lugar es
necesari o
que
existan
actores
y
nor mas
espe cíficos
(home najes,
conme moraciones, ritos, esc ritos autobiográf icos, d ocumentos, etc.), que guíen
la forma y contenido de lo rec orda ble; e ntonces, pa ra que poda mos hablar d e
“memoria colec tiva” no sólo tie ne que habe r e xperie ncias vividas en común, es
pre ciso que se de un proceso de homoge neización y, cabría agregar, de
hegemonización de la diversidad de los recuerd os pe rsonales. Pues, la
“memoria colectiva” no existe e n sí, sino que - como ya han subrayad o
numer osos inves tigadores - es produc to de un pr oces o social. Ac tualmente,
nuevos tra bajos de investigación se est án a boca ndo a analizar los proc esos
sociales y políticos que atraviesan las principal es iniciativas públicas en materia
de memoria cole ctiva sobre la violencia de los setenta en nuestr o país. Con mi
tesis he aspirado a colaborar en es ta línea de estudios.
Objetivo s e hipótesis de la tesis
En tér minos ge nerales, me aboqué a analizar el pr oceso social de
institucionalización de una categoría definid a para referirse a la “violencia
política de los se te nta”, y su c onsagración estatal a través d e su incor pora ción
en leyes, ce remonias y a rtefac tos conmemor ativos per durables e n el es pacio
público de la Ciudad de Buenos Aires.
En prime r lugar, con el pr opósito de dar cuenta de este pr oces o,
describí analíticamente quiénes y de qué mane ra participa ron en el
posicionamiento de la categ oría me moria como un pr oblema social y en su
institucionalización c omo objeto de políticas públicas de DD.HH. e n el ámbito
del Gobie rno de la Ciudad, considerand o un perí odo temporal que abarca,
desde mediados de la década del noventa , hasta fines de la década del 2000.
En segundo lugar, me enfoqué en el estudio del proc eso de consagración
estatal de la categoría “memoria sobre el ter r orismo de Es tado” en el espacio
público, a través del a nálisis de una serie de c eremonias oficiales y la creación
de artefactos c onme morativos perdura bles e n el es pacio público, como los
“Espacios para la M emoria” cread os e n los lugares donde funciona ron los C CD
“ESMA” y “Olimpo”.
Inicialmente, mis hipótesis de trabajo par tí an del presupues to de la
importa ncia de la memoria como fenómeno social y de las disputas por
impone r sentidos sobr e el pasado desd e el presente c omo obje to de estudio
primordial. Sin e mbargo, el análisis de cómo la categoría “me moria” fue
elaborada e i ncorporada c omo obje to d e polí ticas públicas esta tales nos
52
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
per mitió a mpliar nuestras preguntas iniciales y considerar , e n cambio, de qué
mane ra ella fue valorizada socialmente en sí misma. Más allá de relevar los
sentidos que distintos actores s ociales le asignan al pasado, en tér minos de
memoria versus memoria, come nzamos a interesar nos e ntonc es en el propio
estatus social de la categoría memoria y los se ntidos atribuidos a ella como valor
social y objeto de políticas públicas .
Núcleos temáticos de la tesis
En pri mer lugar, para dar cuenta del pr oce so social de activación e
incor poración institucional de la categoría “memoria sobre el ter rorismo de
Estado” como obje to de políticas esta tales realice una caracterización d e los
pr otagonistas del proceso social estudiado, s us principales ac tividades en pos
de un obje tivo común, las cree ncias y valores que sustenta n estas actividades,
las modalidades que asume la interacción con otros ac tores (estudiosos s obre
memoria, políticos, funci onari os y téc nicos ), y cómo fuer on dand o forma - a
trav és de dichos vínculos inter pe rsonales - al tejido institucional y norma tivo
que delinea los marcos estatales de la memoria sobre la violencia política de los
setenta.
Respec to a los ac tores ca racterizados c omo activistas de la mem oria
(vinculados al movimiento de d ere chos huma nos), des cribimos de qué ma nera y
en qué contexto, algunos de ellos identificaron y divulgaron la existencia de un
amplio inter és social por “ mantener viva la memoria” (ca racte rizado c omo un
“tiempo óptimo pa ra la me moria”) y lo ar tic ularon c on la nec esidad de f or mar
nuevas organizaciones no gube rnamentales (Buena M emoria y memoria
Abier ta) enf ocadas en la creación de pr oy ectos públicos tendie ntes a “preservar
y promove r la memoria s obre el ter rorismo de Estad o” e n la ciudad de Buenos
Aires (c omo el Parque de la Memoria, el Monumento a todos los desa parecid os
y asesinados del país, y el Museo de la Me moria pensad o pa ra los ex C CD
Olimpo y ESMA ). E n este sentido, fue releva nte el modo e n que presentar on
este inter és social como un f enóme no focalizado en la expe riencia del
ter rorismo de Estad o, intrínseca mente relaci onad o con la “lucha contra la
impunidad” liderada por l os organismos de DD.HH., que dema ndaba “nuevas
formas de justicia para las víctimas” frente a los pr oye ctos de olvido y a mnistía
pr opiciados e n ese mome nto desde el Gobie rno Nacional. Este registro nos
per mitió a nalizar la fundamentación elaborada por es tos actores, que apelar on
a distintos argumentos: desd e aquellos que hicieron hincapié en los
sentimie ntos pers onales d e qu ienes los encara ron y el interés político -afectivo
de agruparse en pos de impulsar un “homenaje a los compa ñer os
desaparecid os”, hasta los que elaboran argumentos más impers onales
sustentad os e n la caracterización de una se rie de factores s ociales favorabl es a
la elaboración de iniciativas tendie ntes a “for mar la concie ncia histórica de la
ciudadanía”.
A conti nuación, a nalizamos la articulación social entre ac tivistas de
DD.HH. y ac tores que ope ran con la ca tegoría “memoria” tomá ndola c omo
“objeto de es tu dio”, más que c omo u n fin que orie nta el sentido de su
actividad político-militante. Nos inte resamos en las modalidades que asumió la
interac ción e ntre activistas y estudiosos, y las posibles re per cusiones sobre las
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
conceptualizaciones de la categoría “mem oria ” en sus respectivos dominios de
compe tencia - sea académica, política, militante, pr ofesional. Nos ce ntramos en
estudiar de qué mane ra y e n base a qué condic iones ope ra el re conocimiento d e
la competencia de cada uno de ellos en cier tos dominios d e ac tividad que, en
un princi pio, son tomados c omo “pr opi os”, y la posibilidad o no de que esta
compe tencia sea rec onocida e n un d omi nio conside rado “ajeno”. Asimismo,
relevamos el mod o e n que las considera cione s de los estudios os acer ca de la
categoría “me mo ria” y su posible uso como “valor” y “fin” en sí mismo,
generalme nte te nsionan el contenido y la for ma que los ac tivistas le atribuye n
para referi rse a deter minados aconteci mientos pasados y viceversa,
fortalecie nd o muc has veces las fronteras exi stentes e n tre ellos d e un mod o
definido o volviéndolas porosas en cier tas oca siones.
Otro eje de nuestras preocupaciones radicó en analizar el proceso de
obje tivación de la categ oría memoria e n un amplio corpus d e normas, y la
creación de organismos guber name ntales y programas enfocados e n preservar y
pr omover la me moria sobre el ter rorismo de Estad o. A lo largo de este
pr oceso, nume ros os activistas de DD.HH. se incor poraron a la estructura
político -adminis trativa del Estado e n tanto a gentes acredi tados para ocupa rs e
de su definición y plasmaci ón e n obras mate riales de gran e nvergadura. C on
relación a ello nos inte resamos en dar cue nta de la modalidad de ocupación de
los nuevos ca rgos públicos por pers onas con trayec torias par ticulares y
analizamos los valores d estac ados por los pr opios actores refe ridos a las
cualidades personales para acced er y per mane cer en los nuevos carg os, ya sea
como funciona rios pú blicos o ser empleados en estos nuevos organismos y
pr ogramas de DD.HH . (c ompr omis o militantes, capacidad té cnica y el
establecimie nto d e r elaciones de confianza sustentadas e n el tra bajo c onjunto).
En es te sentido, identificamos l o que cad a grupo de ac tores (ac tivistas,
políticos, e mpleados guber name ntales ) e ntie nde por preservar y pr omover la
memoria a través de sus actividades específicas, tanto presc ritas como eje rcidas
(ya sea como par te de su desempeño como funcionario o e mplead o publico, su
militancia política en un organismo d e DD.HH., o su formaci ón téc nico pr ofesional) y c ómo fue configurándose el c ontenid o n or mativo y perf or mativo
de la memoria institucionalmente c onvocada a través de distintos progra mas
gubernamentales.
Un segundo eje de análisis desarrollado en esta tesis se centró e n la
puesta e n re pr esentación pú blica de la categor ía memoria a través de una serie
de cere monias oficiales, como los eventos or ganizados por r eprese ntantes del
Poder Ejecutivo Nacional y me tr opolitano, y la consolidación de ar tefactos
conme morativos e n el es pacio ur bano de la Ciudad de Buenos Ai res,
caracte rizados y tipificados como “espacios pa ra la memoria”.
Es decir, analizamos de qué mane ra las repre sentaciones pr oducidas por
los activistas de DD.HH. y políticos sobre el pasado s on impuestas
efectivame nte s obre otr os grupos a través de su puesta en esce na. Nos
centramos en una serie de eventos vinculados a un proy ecto en pa rticular: la
creación de un “Espacio para la Me moria” en el predi o donde funcionó el C CD
“ESMA”. El a nálisis de este tipo d e eve ntos nos per mitió a nalizar la capacidad
de distintos actores de producir e im pone r r epr esentaciones (r eglas, valores,
54
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
conceptos , ex pr esiones simbólicas) ace rca de qué rec orda r y qué olvidar
respe cto a un períod o histórico específ ico carac terizado por fuer tes
enfre ntamientos políticos e ntre varios sec tores sociales y sobre cómo se
debe rían res olver c onflictos políticos vigentes . A su vez, exploramos el modo
en que la puesta e n es cena de la “voluntad política” de r ecordar el pasad o
como “memoria del ter rorismo de Estad o”, es conjugada con una serie de
dispositivos y actos parlame ntari os, a par tir de los cuales esta categ oría es
tensionada y, fi nalmente, inscri ta legítimame nte, a través de la votaci ón d e una
Ley.
A continuación, nos inte resó a nalizar el sustrato mate rial involucrado e n
el pr oces o social de c onsagración pública de la c ategoría “me moria del
ter rorismo d e Estad o”, con el fin de ate nder , entr e otras cosas, a su
clasificación y eficacia práctica. Sobr e tod o porque, en tanto el sustra to
mate rial generalmente sobrevive físicamente a los eventos con los que están
relacionad os, tie nde n a ser pe rcibidas como par te intríns eca de
acontecimie ntos pasados. Es tas cualidades les confiere n un pode r ambiguo a
los obje tos pues, los obje tos funciona n simultáneame nte como signos y símbol os,
al traer una parte del pasado al presente , pe ro ta mbié n ca rgar e ter nas
reinter pre taciones simbólicas.
Primer o, realizamos una carac terización c ompara tiva de los pr oces os
sociales de marcación de los ex CC D “ESMA ” y “Olimpo” como lugares a ser
“recuperad os” como “sitios de memoria”, y c ómo se fueron confo rma ndo los
órganos políticos e ncargad os de defi nir qué ha cer e n ellos. Respe cto al pr oc eso
de “marcación” en tanto “sitios de memoria”, analizamos las diferentes
modalidades de pr otesta realizadas por a ctivistas y otr os ac tores, para
manifestar públicame nt e la r elevancia de los e x CCD, ide ntificados y valorados
como “patrimonio cultural de tod os los arge ntinos” y “testimonio material
para la justicia”. Analizamos la constitución d e una red d e actor es mutuame nte
rec onocidos como l os protagonistas d e la re c u peración de cada uno de es tos
lugares, y cómo fuer on inc or porados (con ciertas condiciones) e n tanto
represe ntantes legitimados para integra r unida des de ges tión, c readas de ntro de
la estructura político -administrativa del Gobie rno, c on la finalidad de def inir el
destino de cada uno de los predios en tanto “e spacios para la memoria”.
Luego, nos ocupamos de analizar el trabajo r ealizado por los integrantes
de cada uno de l os organismos de gesti ón política en l os “espacios para la
memoria” identificados c omo “ESMA” y “Olimpo”. En prime r lugar,
distinguimos los principales ejes d e de bates en tor no a qué hac er en estos
lugares, como el que gira entor no a la prese rvación o r econstrucción de los
edificios (si es adecuado volver a construirse las celdas o, al cont ra rio, de be n
destacarse las huellas de su existe ncia y las acciones llevadas a cabo para
ocultarlas), o la definición d el relato histór ico sobre el lugar (que implica
definir cómo ex plicar lo sucedido, desde dónd e comenzar el relato, qué tipo de
infor mación se ría primordial para elaborarl o y trans mitirlo, etc .). Ello nos ha
per mitido re tomar l os dilemas e n torno a la autoridad na rrativa a la hora de
inscribir relatos “sobr e” tales lugares, así como visualizar los puentes de
sentido (conce ptuales, cognitivos y pragmáticos) entre pasado, pr esente y
futuro construidos a través de ellos.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Por último, el análisis del caleidoscopi o de actividades pr oye ctado y
desarrollado por cada uno de los orga nismos de gestión, según las diferentes
resoluciones a las que fuer on llegando, nos permiti ó delinear las limitaciones
puestas en juego sobre lo que puede o no hacerse e n cada sitio, y lo que
efectivame nte se ha n plasmado hasta ahora. E n síntesis, analizamos cómo cada
uno de es tos gru pos ha ido delineando una or ganización y mar cación simbólica
particular de cada lugar en tanto “espacio pa r a la memoria”, al mismo tiempo
que desde el Gobierno Nacional y Metr opolitano se va configurando una red
institucional que procura integrarlos y homoge nizar ciertas represe ntaciones e n
torn o a cómo dar cuenta de los pr ofund os enfr enta mientos que atravesaron a la
sociedad argentina e ntre las dé cadas del sese nta y oc he nta, f ocalizadas en la
expe riencia d el te rr orismo d e Es tado. Sin duda, estas d efiniciones prove en –
más allá de cier tos fac tore s comunes - repr esentaci ones acer ca del pasado,
pautadas por las relaciones establecidas por los actores que participan en los
distintos es pacios de discusión y toma de d ecisiones, per o no deja de estar
vinculada con el sustrato material par ticular que las informa.
Principales apor tes
1. Un primer des cubrimie nto al que llegué a partir de mi trabajo
etnográfico, consiste en que si bie n hoy e n d ía se rec onoce al movimiento de
DD.HH. (en su totalidad) como activador de la memoria, la incorporaci ón de
esta ca tegoría como obje to d e nor mas, cere monias y artefac tos
conme morativos públic os con partici pación esta tal no fue u n objetivo
compar tido desde un inicio y de mod o unívoc o por todas las organizaciones de
DD.HH. Para algunas de ellas, “preservar y pr omover la memoria” consistía en
un recurso polític o- militante supe ditado a la demanda de “Ve rdad y Justicia”
hacia el Estado Nacional.
2. A través de nuestro trabajo r elevamos y analizamos el dinamismo de las
relaciones, alianzas, negociaciones y c onflictos entre ac tivistas de DD.HH. en
pos de “pr eservar y promove r la memoria sobre el te rr orismo de estado”. E n
este sentido, el surgimiento de nuevas entidad es al interior del movimiento de
DD.HH. , c omo Buena Me moria y Memoria Abier ta, que c onte mplar on este
obje tivo como un eje c entral de su tra bajo, fue un eleme nto clave que permiti ó
nuclear a otros organismos de DD.HH. en torno a la realización de proyec tos
conme morativos c on par ticipación c onjunta d el Gobier no d e la Ciudad (como
los del Monume nto y el Museo de la Memo ria).
3. El análisis de una serie de actividades conjuntas entr e activistas,
especialistas y estudios os nos per mitió, a su vez, distinguir diferentes
pers pec tivas sobre la noción de “memor ia” y relativizar los sentidos
domina ntes asociad os a ella por cada uno de estos actores e n deter minados
contex tos de actividades.
4. Relevamos y analizamos, de qué manera e ntre fines de la década del
nove nta y mediados de la década del 2000, a través de la c reación de divers os
organismos guber namentales enf ocad os e n su prese rvación y pr omoción (CP M,
DGDH , SS DH, IEM ), la categoría “memoria sobre el te rr orismo de Estad o”
fue instituida como obje to de políticas públicas de derechos humanos dentr o
del organigrama del Gobier no de la Ciudad. Simultáneamente, algunos
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activistas de DD.HH. fue ron inc or porados a la estructura política y té cnic o administrativa del gobier no c omo funci onarios, empleados y gestores
encargados d e dirigir e imple mentar su institucionalización pública. Y, sobr e
tod o, c ómo l os organismos de DD.H H. fueron r ec onocidos como
represe ntantes d e la sociedad civil en aquellos organismos de gesti ón política
de iniciativas conmemora tivas constituyé nd ose, entonces, c omo inte rlocutor es
legítimos entre “Sociedad” y “Estado”.
5. El reconocimie nto social dado a la categ oría “memoria sobre el
ter rorismo de estado” adquirió otro ma tiz cuando fue inc or porado en el
domini o del Gobierno Nacional, a través de una serie de cer emonias oficiales
de gran trascend encia pública (como el ac to d el 24 de ma rzo en la “ESMA”) y
la impleme ntaci ón de un c onjunto d e pr oyec tos unificados a l o largo del país,
(como la c reación del “Día Nacional de la Me moria” y la creaci ón d e “Espacios
para la Memoria”), instalando e n la escena pública el modo adecuado de
referirs e a la “violencia política de los s ete nta”. Paulatinamente, la “me moria
sobr e el ter rorismo de Es tado”, fue consagrada en el es pacio público como u n
compone nte clave de una política estatal sobre DD.HH. El análisis de este
pr oceso de produc ción e imple mentación d e la categoría “memoria ” como
obje to de políticas públicas de DD. HH, nos per mitió obse rvar,
paradójicame nte, que a medida que se ha ido ampliado su rec onocimie nto
estatal, el de bate e n tor no a su sentido se ha ido localizando e n de te rminad os
actores y de ter minad os lugares. Al mi smo tie mpo que los ac tivistas de DD.HH.
se constituye ron c omo los ac tores le gitimados para garantizar la
impleme ntaci ón d e proyec tos c onme morativos de gran e nvergadura (c omo el
“Parque de la Memoria” y el “Monume nto a las víctimas del terrorismo d e
Estado” , o los “Espacios para la Memoria” de la “ESMA” y el “Olimpo”),
estos pr oye ctos se constituy er on como dispositivos que res paldan las
concepciones de memoria de es tos ac tores, al consagrarse como lo lugares de
“memoria auténtica”.
Por último, a lo largo de esta tesis analizamos cómo divers os actores han
pr ocurado instaurar
u na política de monumentos y “espacios para la
memoria”, procurand o c ons olidar c onc epci one s comunes que nos indiquen una
forma validada de re cordar. En este pr oceso de cr eación de es paci os
memoriales, los monume ntos y me moriales propagan la ilusión de una memoria
común. Sin duda, la construcción del “Monu mento a las víctimas del
ter rorismo de es tado” y la (re)funcionalización de algunos ex CCD c omo
“Espacios para la memoria” cons tituye n p ilares para inscribir cier to tipo de
marc os sociales a partir de los cuales interpretar públicamente la “violencia
política de los s ete nta” y exponer la exis tencia de cier tas conce pciones
comunes pa ra la convivencia en la actualidad (como los valor es de moc rátic os y
la doctrina de l os der echos humanos). Per o, más allá de esta generalización,
nada nos indica: ¿Qué es lo que pauta la r elación e ntre “sitio” y “me moria”?,
¿Cuáles son los procesos y circuns tancias que dete rmi nan que un lugar y no
otro sea re conoc id o públicamente como “sitio de me moria” o “patrimonio”?
¿Cuáles son los factores que dan a una es truc tura inerte el poder de c ons truir o
evocar re prese ntaciones ace rca de un pasad o e impa rtir lecciones para el
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futuro? En este sentido, l os proc esos s ociale s de marcaci ón d e algunos CC D
como “espaci os para la memoria”, los rituale s públicos y el caleidos copio de
actividades asociados a ellos y plasmados sobre ellos, han constituido fac tor es
fundamentales para que dete rminad os lugares sean rec onocidos c omo
“patrimonio cultural de tod os los argentinos ”. No obstante, queda abier ta la
preguntas sobre cuáles son los alcances d e e sta política pública sustentada a
través de las actividades de deter minados a ctores y esta red de relaciones
inter pe rsonales y el tejido i nstitucional urdido a partir de ellas.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
NI BURÓCRATAS NI CRUZA DOS: M I LITARE S ARGE NTI NOS.
MEMORIAS CASTRE NSES SOBRE LA RE PRESIÓNS C ASTRE NSES
SOBRE LA REPRESIÓN
Valentina Sa lvi
Doc torad o e n C i e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad E stadu al de C ampi nas. Añ o de
de f e nsa: 2 00 8
La tesis aborda las memorias militares sobre la represión en A rgentina,
más específicamente, las memorias del ejército, buscand o rec onoce r las
diferencias entr e las narrativas de la institución, de los oficiales retirados que
fueron c ontemporáneos de la represión y de los grupos civiles cercanos estos
últimos, así como se ñalar las posiciones relativas y conflictos que atraviesan y
conf or man a esta comunidad de me moria. Se aborda la memoria oficial del
ejército, es to es, el relato pú blico que la ins titución muestra a la sociedad, las
memorias de los oficiales retirad os que fuer on conte mporá ne os de la re presión
y que, en el caso de esta inves tigación, en su mayoría par ticipar on en el
Opera tivo I nde pend encia en Tucumán entr e 1 975 y 1978 y las memorias de los
familiares y amigos de oficiales muertos durante la década del 70‟ que se
agrupan tras la consigna “Memoria Completa”.
El objetivo general de la investigación es identificar cuáles y cómo son no
sólo los sentidos y r eprese ntaciones que tanto el ejé r cito como los oficiales
retirad os actualizan y elaboran para evocar y justificar la así llamada “lucha
contra la subversión”, sino tambié n las prácticas c onme morativas que
escenifican junto a las familias y a las organizaciones civiles de “Memoria
Completa” para homenajear a los oficiales “muertos por la subversión”. Las
memorias castre nses sobr e la re pr esión res ponde n tanto a la continuidad de
una matriz nar rativa sobr e el pasado r eciente que refuerza la auto -valoración
del ejército como una c omunidad mor al difere nciada de la sociedad civil, como
a las transfor maciones e innovaciones que le van pe rmitie ndo a la insti tución y
a sus hombres posicionars e fre nte al fortale cimiento d e la me moria de los
desaparecid os y al discurso de los organismos de Derec hos H umanos. C on el
inter és de ate nder al devenir te mporal d e es tas memorias desde los prime ros
años d e la transición de mocrática hasta el inic io de l os juicios por crímenes de
lesa humanidad, uno de los inte rr ogantes que anima esta investigación es cómo
se articulan cambi o y c ontinuidad en la me moria u na insti tución –y de l os
oficiales que fueron c onte mporá neos de los he chos -para los cuales el pasado es
una fuente de legitimidad e identidad, pe ro que al mismo tiempo s on
ené rgicamente cues tionad os por una s ocied ad que le exige respuestas por los
críme nes cometid os.
Ahora bien, pa ra dar cuenta del problema de las continuidades y rupturas
en las me morias del ejérci to y de los cuadros en situación de reti ro, la tesis se
pr opone indagar en el vínculo que estas memor ias estable cen no sólo con el
pasado que buscan rememorar sino c on el horizonte de futur o al que se di rigen
sus legados. Pasado y futuro se super pone n a quí bajo la forma de te nde ncias a
la elaboración (a travesamiento) o la actuación (re pe tición c ompulsiva) de los
sentidos de un pasado autoritario y violento que tiene al ejército y a sus
hombres como uno de sus principales respons ables. De mod o tal que recorda r
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el pasado recie nte implica para la institución y para la generación de oficiales
retirad os que fue ron c onte mporá neos de la represión asumir o evadir las
responsabilidades morales, jurídicas y políticas sobre la desaparición de
pers onas c ons truye nd o argume ntos justificatori os y tambié n es tra tegias
políticas para c ontr olar y vigilar la transmisión de sen tidos a las nuevas
generaciones.
Por último, esta tesis se plantea indagar cómo la “lucha contra la
subversión”, en tanto que práctica y discurso, incide a la vez que se reapropia
de las significaciones morales de las oficiales del ejército y de la doctri na y
prác ticas castre nses, así como de sus valores, tradiciones y sentimientos. Pa ra
ello, busca i nvestigar las relaciones entre moralidad, memoria e ide ntidad,
pres tand o princi pal ate nción a lo que une a los oficiales, a lo que los obligó o
conve nció actu ar d e uno u otro modo, a l os pa tr ones de normalidad que
organizan su sociabilidad, a lo que per miten o pr ohíben implícita o
explícitame nte sus códigos comunes, a los crite rios de bie n y de mal que
dete nta n, e n fin, a los se ntid os y prácticas que estimulan y justifican a la
violencia.
La investigación se bas ó en u n tra bajo de campo que reunió diversas
fuentes. E ntre 2004 y 2007, realicé una serie de entr evistas no directivas a
oficiales retirad os que participa ron e n el Ope r ativo I ndepend encia e n Tucumán
ent re 1975 y 1978 e hice obse rvaciones e n d os ámbitos: por un lado, e n los
“actos de home naje” a los camaradas “mue r tos por la subversión” que los
oficiales retirad os y las familias realizaron entre 2004 y 2006 en clubes
militares e iglesias castrenses; y por otro lado, en los actos pú blicos que las
organizaciones cívico - militares c elebraron en plazas de la ciudad de Buenos
Aires (2006 -2007) con el pr opósito de compr end er las significaciones y
prese ncias del pasado que los oficiales retirad os y los grupos civi les
cons truye n, esce nifican y trans mite n. Además , la informaci ón relevada en las
entrevistas y en la observación fue cruzada con los datos obte nidos a partir de
fuentes prima rias y secundarias: cade nas de mails, revistas, libr os, páginas
webs, discursos, pa nfletos, c omunicaci ones , manuales, docu mentos oficiales e
infor mes de inteligencia de la DIPBA, etc.
La tesis r econstruye la memoria ins tituciona l de la fuerza desde 1983
hasta la gestión del gene ral Bendini, ide ntific ando sus líneas de continuidad y
sus rupturas con el discurso del régimen militar y las negociaciones y
conflictos que mantiene n con el relato d e los organismos d e de rec hos
humanos. A parti r de la posición asumida en el Documento Final de la Junta
Militar sobre la Guerra contra la Subversión y el T errorismo en 1983, la tesis avanza
analiza el Mensaje al País del general Martín Balza en 1995, la consigna de
Memoria Completa promovida por el general R icardo B rinzoni e n el 2000 y la
política de des -instituci onalización de la memoria de la “lucha contra la
subversión” implementada por el general Rober to B endini desde 2003. Entre
las continuidades se destaca una narrativa aglutinante y hege mónica que
perseve ra e n la me moria institucional en l os tr es primer os ciclos a nalizados. Es
la que concibe la par ticipación del ejé rcito e n actividades represivas como una
acción de guerra en la que se defendió a la patria de la “amenaza terr orista”.
Esta na rrativa se va desa rticulando durante la gestión de Be ndini por un
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argumento más inespe cífico que va diluyend o la noción de “guerra” y la figura
de la “subversión”. La propuesta de re conciliación naci onal como alte rnativa a
la acción de la Justicia es una constante e n el discurso del ejército hasta la
aceptaci ón o al me nos la no resistencia de la gestión de Be ndi ni a los juicios
por críme nes de lesa humanidad llevados adelante por la justicia federal desde
2006. Así mismo, la tesis se conce ntra en la centralidad que adquirió la noción
de “Memoria Completa” pr opiciada por el general Brinz oni y su recuperaci ón
de la “teoría de los demonios”.
Esta tarea de historización de las reconfiguraciones de las memorias de la
“lucha contra la subversión” se ex tiend e también a las memorias colec tivas de
los oficiales retirad os. Las memorias de los oficiales que fueron pa rte de la
represión sufre n un giro significativo, luego de las declaraciones d el capi tán
Adolfo S cilingo y del e x -suboficial del ejército Víctor I báñez y del mensaje d el
jefe del ejérci to, gene ral Martí n Balza, quedan sin chance de prese ntars e ante la
opini ón pú blica como los “salvadores de la patria de la amenaza marxista”. El
preside nte del Círculo Militar (1994 -2002) y ex-jefe del I I cue rpo de ejérci to y
ministr o de planeamie nto del régime n militar, el general (R) Ramón Díaz
Bessone, que dirigió la publicación In Memorian (1998) sentó las bases pa ra un
giro de la me moria de los cuadr os hacia la f igura de las “víctimas militares”
que resulta central en la construcción de la consigna “Memoria Comple ta”.
La tesis muestra ta mbié n que, si bien la na rra tiva sobre los “muer tos por
la subversión” tiene su soporte estructurante en la actividad propagandista de
apoy o al régime n militar e ntre 1976 y 1979 (Lor enz, 2005) y e n las misas que
conv ocaba Familiares y Amigos d e Muertos por la Subversión (FAMUS) dura nte los
prime ros años de democ racia a pr opósito de las causas judiciales a ex represores y al informe sobr e la desapa rición de pers onas d e la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (CO NA DEP), se fue modificand o en los
últimos 25 años. Mie ntras FAMUS sos tenía u na evocación de l os muer tos en
clave de sacrificio que se acercaba más a la figura castrense del caído y del
hér oe que a la de la víctima traumatizada, las agrupaciones de familiares y
civiles que se aglutinan tras la consigna de “M emoria Comple ta” reivi ndican las
figuras del mayor Argentino del Valle Larrabure y el tenie nte c or onel J orge
Ibarzábal, quienes fue ron murier on luego de perma nec er s ecuestrad os, en
espejo c on la figura del detenido -desapar ecido.
A par tir de la indagación de las prácticas conme morativas y en las
represe ntaciones sobr e el pasado recie nte d e las agrupaciones de familiares y
civiles que se agrupan tras la consigna de “Memoria C ompleta”, la tesis indaga
en el uso público de los símbolos, figuras y lenguajes provenientes, por un
lado, de los organismos de Der echos Humanos ; y por otr o lado, de la ideología
y de la historia nacional, que estas agrupaciones hac en para difundir y
trans mitir su na rrativa sobre el pasado reci ente. A través de u na me moria
especular y reac tiva que al mismo ti empo se refleja y se c ontrapone a la
memoria de los desapar ecidos, es tas agrupaciones buscan posicionarse c omo un
nuevo ac tor e n el esce nario de la me moria, poner e n cuesti ón la legitimidad de
los organismos de Der ec hos Humanos, divulgar y popularizar sus
reivindicaciones y d ema ndas y avanzar en la política por la “rec onciliación
nacional”. De allí que en su retórica se mezclen las represe ntaci ones que
61
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
hicieron posible la criminilización de las fuerzas armadas con la resignificación
de las consignas que die ron se ntid o a la lucha de los organismos de der ec hos
humanos, “Memoria, Verdad y Justicia”, así como se articulan las tradiciones
militares del má rtir he roic o c on la nar rativa humanitaria forjada para de nunciar
los crímenes de la dictadura e n la construcci ón de la figura de las “víctimas del
ter rorismo”.
A par tir del análisis e inte rpretaci ón de l os r elatos e n pri mera pe rsona d e
oficiales retirados del ejército que participa ron en el Ope rativo Independe ncia
en la pr ovincia de Tucumán e ntre 1975 y 1978 obte nidos por medi o de
entrevistas, la tesis busca dar cuenta de las formas de c ompresión, visión y
expr esión de la pr opia vida que produce la generación de oficiales que fue
conte mporá nea de la represión. El relato de l os oficiales re tirados s e apoya e n
imágenes y eventos c ohere ntes con las gestas militares y patrióticas a par tir de
la memoria de los “elegidos” que les per mite una cohe rencia nar rativa tanto
para el individuo como pa ra el grupo a pa r tir de un relato que des taca el
“heroís mo”, la “c onvicción”, e l “compromiso”, el “orgullo”. Se tra ta de un
relato que conse rva la imagen d e sí y las estructuras de se ntimie nto que
conf or man la subjetividad del “comba tiente” y que se escenifican en l os “actos
de home naje” a los cama radas “muertos por la subversión”. P er o tambié n se
perfilan, e n sus memorias, sentidos, inte r pre taciones, se ntimie ntos sobre
episodios de viole ncia que, si bien son cuidadosamente evitad os durante los
“actos de home naje”, reme moran la atmósfera de “miedo” y “paranoia” que ha
sido fre cuenteme nte re tratada por la me moria pública de la “lucha contra la
subversión”, sino ta mbié n los se ntimie ntos de “furia”, “bronca”, “odio” y
“revancha” que son cuidadosame nte evitados en la imagen he roica, patriótica y
de sacrificio que los oficiales retirados bu scan mostrar públicamente.
Por último, la tesis muestra que la “reconciliación na cional” sostie ne que
la violencia es el resultado del enfrentamiento entr e “dos band os”, las “fuerzas
legales” y los “terr oristas”. Con es te cliché, que fue re pr oducido en l o s
prime ros años de la democracia por la “teoría de los dos demonios”, se
sostiene que en la A rgentina hu bo d os males, que resultan igualables y
equiparables. Sin embargo, la re conciliación ya no se f or mula como un
“arrepe nti miento doble” que deben pronunci ar los r esponsables de “cada
band o” sino como un “perd ón mu tuo”. La “M emoria Completa” se presenta en
el escena rio d e la me moria of recie ndo la “mano a bierta” a “sus agresores” y
renunciando a la venganza por las afrentas y humillaciones que padecieron los
“muertos por la subversión”. Esto se simboli za como un acto r enunciamiento
que vuelve a los oficiales procesados y condenados ta mbié n acreed ores del
perd ón por los actos atr oces que cometier on.
62
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
VIOLENCIA POLÍTICA Y TERRITORIO. REPENSANDO LOS CONTORNOS
TEMPORALES Y TERRITORIALES DE LA MEMORIA A LA LUZ DEL JUARISMO
EN SANTIAGO DEL ESTERO.
María Celeste Schnyder*
Doc torad o e n C i e nc i a P ol í ti c a. F ac u l tad de Ci e nc i a P ol í ti c a y Re l ac i one s
Inte rnac i onal e s. U ni v e rsi dad Nac i onal de Rosari o. Año de de fe nsa: 2 0 1 1
La investigación social así como la construcción de memoria sobre la violencia política en
Argentina ha tendido a centrarse en torno al periodo del autoproclamado Proceso de
Reorganización Nacional que diera lugar a la última dictadura militar, y en las características que
asumió el terrorismo de Estado y la lucha armada en los grandes centros urbanos 37. Esta tendencia,
que fuera predominante en los años 80`y 90`, ha venido constriñendo la posibilidad de que fueran
incorporadas a la agenda de investigación las especificidades en los procesos de articulación de la
violencia política en el nivel sub-nacional38. Inclusive las políticas de la memoria39 de la violencia
política promovidas desde el nivel nacional, que siguen teniendo como eje fundamental al periodo
dictatorial, aun permanecen impermeables a la incorporación de las memorias locales40. La prevalencia
de las coordenadas témporo-espaciales nacionales en la interpretación de la violencia política, ha
opacado los actores y líneas de conflicto locales intervinientes en su producción en el nivel subnacional.
En ese sentido, parte de hallazgos de mi tesis de doctorado41 presentados en esta ponencia
echan luz sobre las singularidades en el proceso represivo en Santiago del Estero y aportan a una
Li c e nc i ada e n Soc i ol ogí a (U NSE ). D oc tora e n C i e nc i a P ol í tic a (U NR). I nte grante
de l proy ec to de i nv e sti gaci ón “P ol í ti c a y c iu dadaní a e n Santi ago de l E ste ro” c on se de
e n e l Inst i tu to de E stu di os para e l De sarrol l o Soc i al (INDE S) . F ac u l tad de
Hu mani dade s, C i e nci as Soc i ale s y de l a Salu d. U ni v e rsi dad Naci onal de Santi ago del
E ste ro. Di re c ci ón e l ec tróni c a: ce l e ste sc hny de r@ gmai l .c om
37 E sta te nde nc i a q u e fu e parti cu l arme nte marc ada e n l os añ os 8 0 ` y 9 0 ` c ome nzó a
se r de saf i ada e n l a pri me ra dé c ada de l pre se nte sigl o a parti r de l a probl e mati zac i ón
de l l l amado pasado r eci ent e. Al re spe c to, Obe rti y P i ttal u ga (20 0 6 ) q u e e l pasado
re c ie nte c ompre nde más q u e l os año s de l a di c ta du ra e i nc o rporan a l o s a ños 6 0 ` y
l os añ os de l a dé c ada de l 7 0 ´pre v i os al Gol pe Mi l i tar de 1 9 7 6 . E n e se se nti do,
Rabot ni k of (2 0 0 7 ) ha se ñal ado q u e e l ll amado p asado re c i e nte se c ompone de u na
ac u mu l ac i ón de di sti ntas “c apas de te mporal i dad” (e l pasado i nme di ato de l a
transi c i ón; e l pasado ante ri or a l a di c tadu ra, el pasado más l e j ano) q u e f ue ron
hom oge ne i zados baj o l a noc i ón de pasado v i ol e nto para marc ar u na ru ptu ra c on e l
pre se nte de moc ráti c o qu e apu ntal ó al c ambi o de régi me n pol í ti c o. P ara ampl i ar
c onsu l tar F ranc o Mari na y Le v í n F l ore nc i a (C omps .), 2 0 0 7 , Hi st or i a Reci ent e.
Per spe ct i vas y desafí os par a un campo en const r ucci ón, Bu e nos Ai re s: P ai dós.
38 Ve r e n De l P i no P o nc i ano y Je l i n E l i zabe th (C om ps. ), 2 0 0 3 , L uch as lo cal es,
comuni dades e i dent i dades, N º6 C ol e cc i ón Me morias de l a Re pre si ón, Madri d: Si gl o
Ve i nti u no se analizan los procesos de construcción de memorias en comunidades locales, ver en
particular Da Si l v a C ate l a, Lu dmi l a “Apagón e n e l Inge ni o, e sc rac he e n e l Mu se o.
Te nsi one s y di spu ta s e nt re me mori as l oc a l e s y me mori as of i c i ale s e n tor no a u n
e pi sodi o de re pre si ón”. v e r si hay e sc ri tos sobre córdoba , Tu c u mán
39 E nte nde mos a l as polí t i cas de la m emor i a e n e l se nti do se ñal ado por Ra bot ni k of
(2 0 0 7 ) a l as f ormas de ge sti onar e l pasado q u e c ompre nde n me di das de ju sti c i a
re troac ti v a, j u i ci os hi st óri c o -pol í ti c os, i nstau rac i ón de c onme m orac i one s, f e c has y
l u gare s, apropi ac i one s si mból i c as de di sti nto ti po.
40 Los j u i c i os a l o s re pre sore s q u e se e stán de sarrol l ando e n di sti nta s prov i nc i as e stá n
c ontri bu y e ndo a v i s i bi l i zar l as e spec i fi c i dade s de los proc e sos re pre si v os.
41
La te si s se ti tu l a P ol í tic a y v i ol e nci a e n l a De moc rac i a Arge nti na. La
*
63
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
problematización de los contornos temporales y territoriales que delimitan a la memoria sobre la
violencia política en Argentina.
1. La construcción de memoria frente a las singularidades de la represión en el nivel
sub-nacional.
Es sabido que las memorias, lejos de constituir una construcción de significado unívoca, son
en sí mismas diversas y heterogéneas. Cuando señalamos que la construcción de memoria sobre la
violencia política ha relegado las especificidades presentes en el nivel sub-nacional buscamos
plantear, más que la idea de memorias en conflicto señalada por Nora, la existencia de una constelación
de memorias comunitarias sobre la violencia política (Del Pino y Jelin, 2003). No se trata del conflicto
entre una memoria oficial y contra-memorias construidas en torno a un mismo acontecimiento,
sino de reconocer la diversidad memorias locales en torno a diferentes acontecimientos y/o
conflictos constitutivos de la violencia política en sus comunidades.
Si bien es cierto que “no hay memorias al margen de las relaciones sociales y de los conflictos
inscriptos en estas relaciones” (Oberti y Pittaluga, 2006:30); tampoco hay construcción de memoria
al margen de una “territorialidad sentida” (Del Pino y Jelin, 2003) 42. De modo que la diversidad de
memorias no solo reside en la presencia de distintos actores que las articulan, sino también en la
presencia de líneas de conflictos y luchas ancladas en el territorio. Es en este “marco de luchas
locales más antiguas y más amplias” donde se inscriben y cobran sentidos los conflictos y violencias
que reconocen su epicentro en el “centro” del país (Del Pino y Jelin, 2003:4).
Es en este marco donde queremos inscribir algunos de los hallazgos de nuestra investigación
referida a los usos de violencia institucional dentro de las prácticas políticas de un régimen político
sub-nacional. En el siguiente apartado expondremos brevemente el planteo de la tesis para luego
avanzar hacia algunos hallazgos que pueden aportar al debate sobre la gestión simbólica de las
memorias sobre la violencia política en la Argentina.
1.1. La violencia política y el Juarismo en Santiago del Estero.
La tesis analizó la relación entre política y violencia en democracia y la contrastó con los usos
y sentidos particulares de la violencia institucional presentes en las prácticas políticas del Juarismo
en Santiago del Estero entre 1995 y 2004.
El sentido que el pensamiento democrático-liberal, construido en la segunda mitad de SXX,
por el cual la violencia se opone a la política democrática ha supuesto que ésta no fuera tenida en
cuenta en los análisis en torno a la democracia. Esa concepción de la política, básicamente edificada
en la búsqueda de consenso, ha descuidado el análisis de la violencia como uno de los componentes
de las relaciones de poder. En esta dirección, los estudios relativos a los problemas de
democratización en el nivel sub-nacional quedaron subsumidos en las categorías producidas para
de moc rati zac i ón su b -nac i onal a l a l u z de l as prác ti c as parti dari as y l os u sos de l a
pol i c í a du rante e l Ju ari smo e n Santi ago de l E ste ro. Te si s pre se ntada e l 1 4 /0 6 /20 1 1
e n e l Doc torado e n C i e nc i a P ol í tic a de l a F acu l tad de C i e nci a P olí ti c a y Rel ac i one s
Inte rnac i onal e s de l a U ni v e rsi dad Nac i onal de Rosari o. E n proc e so de ev al u ac i ón.
42 C on l a noc i ón de t er r i t or i ali dad sent i da l os au tore s de si gnan a l a c one xi ón e xi s te nte
e ntre e l lug ar , c omo mani f e stac i ón de l a e xpe rie nc i a y e l se nti do, y l as pr áct i cas
soci ales . “C ompu e sto por e pi s odi os de hi s tori as v i tal e s si tu ados e n u n e spac i o c on
di me nsi one s ge ográf i c as (re al e s, i magi nadas o u t ópi c as), l a c omu ni dad c o nstru i da e
i magi nada e s u na u ni dad soc i oe spac i al c on u na du rac i ón hi st óri c a re l ati v ame nte l arga,
u na c ate gorí a soc i al y c u l tu ral qu e i nc orpora u na di me nsi ón c ol e c ti v a e xpl í ci ta, q ue
re pre se nta l as prác ti c as i nsti tu c i onal e s se di me ntadas ” . De l P i no y Je li n, 2 0 0 3 , Op.
C i t, pág: 3 .
64
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
pensar el régimen político nacional, y estuvieron centrados en aspectos clásicos de la sociología
política como el liderazgo o el carisma de los gobernantes o el funcionamiento del régimen político.
El caso santiagueño indica que las prácticas de violencia institucional han sido uno de los elementos
que contribuyeron a estructurar el lazo político. Por eso sostenemos que el funcionamiento del
régimen político democrático no excluye que actores políticos y policiales puedan articular, a través
del Estado, prácticas de violencia que desafían la legalidad y la legitimidad.
Entre las principales prácticas de violencia institucional observadas en el periodo, podemos
mencionar aquellas relacionadas a la vigilancia y el disciplinamiento político. Vinculamos dichas
prácticas, en primer lugar, con el poder de policía del Estado sobre la sociedad civil. Desde una
perspectiva foucaultiana, este poder policial designa un conjunto de prerrogativas que le permiten al
Estado limitar las libertades públicas y derechos individuales en función del resguardo del orden
público. Este conjunto de prerrogativas encarnan en las leyes orgánicas de la policía (Tiscornia,
2004), las cuales fueron sancionadas, en la mayoría de los casos, al calor de la expansión por
América del Sur de la Doctrina de Seguridad Nacional y en el marco del proceso nacional de
militarización de las fuerzas de seguridad. En el caso del Juarismo analizamos la Ley Orgánica de la
Policía de Santiago del Estero Nº 4793 de 1979, en particular en lo referente a las funciones de su
órgano de inteligencia: el Departamento de Informaciones Policiales (DIP) / D-2. Como en otras
provincias, el D-2 es una de las burocracias vinculadas con la violencia política en Santiago del
Estero en los prolegómenos y durante la última dictadura militar. La vigencia de estas facultades
durante el periodo post-dictatorial43 ha favorecido la permanencia, no sin conflictos, de esta
burocracia policial y algunos de sus funcionarios. Esto ha delineado que esta herramienta
institucional diseñada para la vigilancia y el disciplinamiento político, estuviera disponible para los
sucesivos gobiernos surgidos de los procesos electorales democráticos.
En este marco es que, en segundo lugar, abordamos el papel desempeñado por el PJ-Juarista,
uno de los partidos que ejerció la mayoría de los gobiernos desde la recuperación de la democracia,
en relación a la burocracia estatal y, en particular, la policía. En ese sentido el análisis de la categoría
nativa “trabajo político” permitió iluminar las tareas como el sistema de recompensas a la
participación dentro del juarismo. Así, encontramos que el “trabajo político” de los militantes fue con
frecuencia recompensado por el PJ-Juarista a través de designaciones y ascensos en la
administración pública. Este mecanismo supuso en el periodo estudiado un proceso de
partidización de la burocracia estatal y de la institución policial en particular, dando lugar a un
proceso de desprofesionalización y a la discrecionalidad en la práctica policial. Como corolario de
ese proceso remarcamos la formación de vínculos informales y ocultos entre la policía y dirigentes
del PJ-Juarista, especialmente de la Juventud Peronista y la Rama Femenina, que componen una
zona gris en la política contemporánea (Auyero, 2007). Esos vínculos informales posibilitaron el uso
partidario del DIP para ejercer vigilancia y disciplinamiento político al interior de sus redes
partidarias y sobre la sociedad civil.
A los fines de esta presentación interesa destacar que la violencia institucional observada en
el periodo estudiado44 se encuentra vinculada con la formación de dicha zona gris en la política
Me nc i onar al gu nas de e stas f ac u l tade s
Las prác ti c as de v i ol e nci a i nsti tu c i onal asu mi e ron c arac te rí sti c as di fe re nci al e s e n
re l ac i ón a l os “oposi tore s” y a l os “trai dore s”. E n e l pri me r c aso, e l DIP ha te ni do
u na parti c i pac i ón pre ponde rante a trav é s de i nte rv e nc i one s ori e ntadas a de sarti c ul ar
l a mov i l i zaci ón y /o l a mani f e stac i ón de aqu el l as organi zac i one s pol í ti c as y soc i al e s
c u y as de mandas y re i v i ndi c ac i one s l as c ol oc aban e n o posi c i ón al Ju ari smo .
Ide nti f i c amos l a pre se nc i a de prác ti c as c omo “apri e te s”, se gui mi e ntos e i nte l i ge nc i a,
ame nazas de mu e rte sobre re f e re nte s de l as organi zac i one s. E n e l se gu ndo c aso, l as
43
44
65
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
santiagueña y con la vigencia de un poder policial estatal configurado durante los gobiernos
militares de la provincia en función de una representación autoritaria del orden público. El estudio
de la conformación del poder policial del Estado santiagueño con el objetivo de control de la
llamada “delincuencia subversiva”, puso de relieve la participación en dicho proceso de dirigentes
de la Democracia Cristiana (DC)45, partido a cargo de la intervención militar entre 1971-1973, y de
Carlos Juárez46, gobernador electo entre 1973-1976. Estos actores expresan líneas de conflicto
locales sobre las que se instaló posteriormente la violencia dictatorial.
En el siguiente apartado exponemos algunas especificidades en el proceso represivo
provincial que consideramos pueden aportar al debate sobre la gestión simbólica de las memorias
sobre la violencia política en la Argentina.
1.2. Hacia una descentralización de la construcción de la memoria sobre la violencia
política.
Uno de los resultados de la tesis que consideramos puede aportar a la discusión sobre las
memorias sociales radica en que las singularidades observadas en el proceso represivo en la
provincia problematizan los contornos temporales y territoriales que delimitan a la memoria sobre
la violencia política en Argentina.
Si bien el DIP fue creado en 1971 en el marco de un proceso nacional de militarización de
las fuerzas de seguridad para el combate de la “delincuencia subversiva”, la alianza entre el
interventor militar Jensen, un importante referente de la DC, y el gobernador Juárez electo en la
apertura democrática de 1973 posibilitó la consolidación de un dispositivo montado para la
vigilancia y disciplinamiento político 47. Durante el interregno democrático previo a la instalación de
la última dictadura, el D-2 realizó 45 detenciones ilegales y produjo la desaparición de 14
santiagueños entre 1975 y marzo de 197648. Organismos de derechos humanos de la provincia han
sanc i one s e ran di f e re nc i adas de ac ue rdo al rango parti dari o . A sí c omo e l “trabaj o
pol í ti c o” de l os m i l i tante s de base s ol í a se r re c ompe nsado a trav é s de de si gnac i one s y
asc e nsos e n l a admi ni strac i ón pú bl i c a, l as sanc i one s se c onc re taron a trav é s de
de gradac i one s e n e l e sc al af ón admi ni strati v o, trasl ado s a zo nas de sf av orabl e s ,
c e santí as y e xone rac i one s. E ste ti p o de sa nc i on e s se i nsc ri bi e ron e n l a di me nsi ó n
moral dado q u e su poní a e l de spoj o de l os me di os de su bsi ste nc i a e c onómi c a, e l
de sarrai go, e l ai sl ami e nto. E n e l ni v e l di ri ge nc i al se apl i c aron sa nc i one s di ri gi das a
de spoj ar de l os atri bu to s q u e su ste nt ab an l a ac u mu l ac i ón de c api tal pol í ti c o. Aq u í
di sti ngu i mos u na gradi e nte de sanc i one s qu e c ulmi naban c o n l a “mu e rte pol í tic a” de
u n di ri ge nte ac u sado de “trai dor”. E n e se se nti do, i de nti f i c amos e l ai sl ami e nto (e l
“f re eze r”), l a e sti gmati zac i ón y l a j u dic i a li zac i ón.
45 E l l ec tor de be te ne r e n cu e nta q ue l a Igle si a C atól i c a c onsti tu y e u no de l os f ac tore s
de pode r más i mporta nte s de l a prov i nc i a. C abe se ñal ar q u e de l a De moc rac i a
C ri sti ana su rgi e ron hom bre s i m port ante s de l a e c ono mí a, c u l tu ra y l a p ol í ti c a l oc a l ,
e ntre e ll os e l propi o C arl os Ju áre z.
46 E l Ju ari smo e je rci ó se i s mandatos, de l os c u al e s c i nc o f ue ron de l C au di l l o: 19 4 9 1 9 5 2 , 19 7 3 -19 7 6 , 19 8 3 -19 8 7 , 1 9 9 5 -1 9 9 9 , 1 9 99 -20 0 1 . Su e sposa, “Ni n a” Aragoné s
e j e rc i ó e l ú l ti mo mandato de sde e l año2 0 0 2 hasta l a Inte rv e nc i ón F e de ral a l a
prov i nc i a e n marzo de 2 0 0 4 c omo c onse c u e nc i a de l a prote sta s oc i al por l o s c rí me ne s
de l a Dárse na.
47 Du rante e l se gu ndo manda to c ons ti tu c i onal de Ju áre z e l D -2 f u e rati f ic ado e n su s
f u nc i one s, e l e je cu ti v o promov i ó e l e ntre nami e nt o y adi e strami e nto de al gu nos de su s
of i c i ale s e n l a E scu el a de Gue rra del Ej é rc i to de Bu e nos Ai re s.
48 E xpe di e nte de l a magac au sa ju di ci al 90 0 2 /0 3 abie rto por l a Se c re tarí a de De rec hos
Hu manos de l a Nac i ón e n e l Ju zgado Fe de ral de Santi ago de l E ste ro.
66
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
señalado que “11 de los 14 desaparecidos (…) eran peronistas opositores a Juárez” 49. Esto sugiere
que existió un doble eje articulador de la violencia política en la provincia: a) la lucha contrarevolucionaria iniciada con el Operativo Independencia en Tucumán y extendida a todo el país por
los decretos 2270/75 y 2272/75 del Consejo de Seguridad Interior; b) el enfrentamiento al interior
del peronismo provincial entre el juarismo y los sectores peronistas anti-juaristas. Este doble eje de
articulación de la violencia se tradujo a nivel de la estructura represiva: el Ejército atendió a la lucha
antisubversiva y la policía provincial al conflicto local50. Esta coexistencia de ejes de conflicto indica
que el advenimiento de la violencia de la dictadura tuvo como telón de fondo la violencia política
articulada por los actores locales. Durante la dictadura militar, el D-2 quedó subordinado a las
órdenes del Comandante del Tercer Cuerpo del Ejército con asiento en Córdoba Luciano Benjamín
Menéndez, y al Jefe de la Quinta Brigada del Ejército de Tucumán General Domingo Bussi. El Jefe
del DIP, Antonio Musa Azar, fue ratificado en funciones y ascendido a Comisario General y el
grupo de tareas del D-2 fue incorporado a las actividades represivas del Batallón de Ingenieros de
Combate 141.
Con la apertura del proceso de transición democrática en la década del ochenta, el foco de la
investigación de la CONADEP y de los juicios se centró en los crímenes cometidos por las fuerzas
de seguridad durante la dictadura. La participación de las policías provinciales en el terrorismo de
Estado quedó en un cono de sombras. En el caso santiagueño, este proceso opacó la participación
de la policía provincial en la articulación de la violencia política durante el segundo juarismo 51.
Esta situación ha favorecido a la permanencia, sin reformas tendientes a su democratización,
de una burocracia policial ligada a la violencia política. Esta permanencia se tradujo, en la década del
noventa, en la designación de represores en funciones de seguridad y las actividades de espionaje
político que se materializaron en el archivo del D-2 allanado en diciembre de 2003. Esta
permanencia ha sentado un contexto político adverso a la articulación de las memorias sobre la
violencia política vinculada con el juarismo.
El caso del juarismo llama a complejizar los ejes en torno a los cuales está construida la
memoria sobre la violencia política, la que permanece centrada en las características de la represión
dictatorial en las grandes ciudades. Los conflictos y enfrentamientos entre los actores locales
constituyen el sustrato sobre el cual pudo apuntalarse la violencia dictatorial. Abrirnos a la idea de
que existe una diversidad de memorias sobre la violencia política a partir de las singularidades de los
E ntre v i sta al Dr. Ante nor F e rre y ra, AP DH f i li al Santi ago de l E ste ro, pu bl i c ada e n
P ági na 1 2 , 2 5 /06 /2 00 8 .
50 “se produ j o u n a di v i si ón e n l as ac ti v i dade s re pr e si v as de l a su bv e rsi ón c u mpl i das
por l as f u e rzas de se gu ri dad l e gal e s y e l marc o de l a le gali dad: por u n a parte , e l
gobe rnador Ju áre z, e l Mi ni stro de Go bi e rno, R ob i n Z ai e k , l a e sposa de l gobe rnado r
Sra. Mari na de Ju áre z, Mari no, Ni s y f u nc i onari os de l a j e rarq u í a de l a P ol i cí a de l a
prov i nc i a, re pri mí an l a ac ti v i dad su bv e rsi v a mo ti v ados por e l c u mpl i mi e nto d e l a l e y
y f u ndame ntal me nte porq u e al se r j u sti c i ali stas se op oní an a c u al q ui e r otra i de ol ogí a.
Y e l otro e sc al ón de re pre si ón de l as ac ti v i dade s su bv e rsi v as l o c onsti tu í an l a
gu arni c i ón mi l i tar de Santi ago de l E ste ro y el c omi sari o ge ne ral Mu sa Azar, j ef e de l a
of i c i na de nomi nada Si de , donde l a si tu ac i ón i de ológi c a no te ní a pe so y su de se mpe ño
e staba re gi do p or u n c o nc e pto de pr of e si onal i da d”. Te sti moni o de u n e x age nte de
i nte l i ge nci a, Ju an Ve l asc o. La de c l arac i ón c orre sponde al e xpe di e nte sobre l a
de sapa ri c i ón de Robe rto Horac i o Bugatti e n Las P i rq u i tas, prov i nc i a de C atamarc a,
pu bl i c ado e n DANDAN, Al e j andra, (e t al ) 2 0 0 4 , Op. C i t, pág.: 1 5 6 -1 5 7
51 Los se c u e stros y de sapari ci one s produ c i das e ntre 1 97 3 y 19 7 6 sól o pu di e ron se r
de nu nc i adas a f i ne s de l año 2 0 0 3 e n e l marc o de l a prote st a s oc i al por e l do bl e
c ri me n de l a Dárse na y l as re pe rc u si one s j u di ci al es de l c aso so bre e l Ju ari smo p or e l
q u e l a prov i nc i a fu e i nte rv e ni da a f i ne s de marzo de 20 0 4 .
49
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
procesos represivos provinciales, es abrirnos a la posibilidad de “descentralizar” las interpretaciones
sobre el pasado, qué se recuerda y cómo se recuerda.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Mesa 3. Los medios de comunicación y las construcciones
de sentido sobre el pasado
ENTRE LA ACEP TAC IÓN Y E L DISTA NC IAMI ENTO : ACT ITUDE S
SOCIAL ES,
POS ICIO NAM IENTOS
Y
MEMORI A
DE
LA
EXPERIENCIA JUDÍA DURA NTE LA ÚLTIM A DICT ADURA
MIL ITAR (1973 -2007)
Emmanuel Nicolás Kahan
Doc torad o e n Hi stori a. F ac u l tad de Hu mani dades y C ie nc i as de l a E du c aci ón.
U ni v e rsi dad Naci onal de La P l ata. Año de def e nsa: 2 0 1 1
Resumen de la tesis
Durante el períod o que abarcó esta in v estigación tuvo lugar el
autodenomi nado P roceso de R eorganización Nacional. La dictadura militar que
clausuró la aper tura de mocrática iniciada en 1973 desplegó una política d e
vigilancia, persecución y extermi no sobr e individuos social y políticamente
activos, aunque también sobre aquellos que eran sospec hos os de serlo. Si bien
esta situación de asec hanza se extendía a la población e n su conjunto, los
testimoni os de las víctimas y los inf or mes re alizados por la CI DH (Comisión
Interamericana de Derec hos Hum anos ) y la CONADEP (C omisión Nacional
sobr e la Desaparición de Pe rsonas) des tacar on que para los “judíos” detenidos
en los centr os clandestinos de dete nción se inte nsificó la acción repr esiva y
criminal del Estado autori tario.
Como c ontra par tida de es ta si tuación c oac tiva por par te del Estad o
nacional, una e xte ndida red i nstitucional de la “comunidad judía” argentina
desarrolló u na diversa gama de actividades. La pr opuesta d e la tesis fue indagar
acerca de c ómo se d esarr ollaron estas actividades y en qué me dida aquella red
de instituciones se posicionó f rente al r égimen militar. I nte nta ndo, a su vez,
analizar la relación entre la cara cte rización de un ex te ndido antisemitismo
desplegado dura nte la r epresión ilegal y las pr ácticas y re prese ntaciones que las
instituciones de la “comunidad judía” pr od ujeron fre nte a este problema.
Particularmente la investigación analizó las organizaciones ce ntralizadoras de
la actividad comunitaria judía en A rgentina - la DAIA, AMIA , el I CUF, entr e
otras- y diversas publicaciones “comu nitarias” - Mundo Israelita, Nueva Sión,
Tiempo, La Luz, Plural y Nueva Presen cia .
No obstante, a esta red de carác ter local se sumaron una serie de
organizaciones “judías” inter nacionales: el American Jewish Comittee (A JC ), la
Anti - Difamation League de B´ nei B´ri th (A DL), el Ame rican Distri bution
Joint, y la Agencia Judía (AJ) d e Israel. Aunq ue estas tuvieron un alto impac to
en las denuncias sobre las violaciones a los derec hos huma nos que aconte cían
en A rgentina, sus acusaciones ace rca del carácte r “ antisemita” del régime n
dictatorial produjer on, en algunas ocasiones, el enfre nta miento c on las
entidades locales. La inves tigación abord ó, a su vez, las tensiones entre es tas
entidades i nte rnaci onales y las organizaciones locales de la “comu nidad judía”
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
en torno de las r eprese ntaciones ac erca d el carácte r “antise mita” de la política
represiva.
La prese nte investigación buscó pr ofundizar los análisis de las actitudes y
posicionamientos sociales que tuvieron lugar fre nte a la dictadura militar.
Utiliz ando marc os c once ptuales que refie re n al problema de la a ceptación y el
distanciamiento durante los regíme nes totalita rios europeos , nuestro proyec to
pre te ndió inves tigar la diversidad de res pues tas que pr odujo la “comunidad
judía” durante el períod o estud iado. De esta forma, además, pudimos avanzar
en la perspectiva de rec ons truir un paisaje más global de las actitudes y
posicionamientos que tuvieron las institucione s y organismos d e la “comunidad
judía” que, hasta el momento, no habían sido abordadas.
La hipótesis gene ral de la investigación sostiene que en el seno de las
organizaciones judías se pudo obs ervar una gama de actitudes y
posicionamientos f re nte a la dictadura militar que van del con senso y la
adaptación a la disidencia y oposición . No obsta nt e, estas ac titudes de pe ndier on d e
aspectos político-ide ológicos de cada una d e las organizaciones analizadas
como de la expe riencia sensible d e aquellos años y , es pecialmente, del propio
desgaste de la legitimidad inicial en tor no del cual se estructuró el consenso d e
los prime ros años de la dictadura.
El registr o d ocume ntal de las diversas instituciones y organismos de la
“comunidad judía” fueron abordad os d esde marc os conce ptuales utilizados
para el estudio del consenso y la oposición en re gímenes totalitarios europe os (el
fascismo, el nazismo y el franquismo). Es tos análisis abrieron el mar co
analítico pa ra la inte rpre tación y el d eba te en torno d e las categ orías de
coacción , consen so, op osición , r esist encia , adaptación, distanciamiento . Estas categorías
nos sirvier on para poner e n inter relación las políticas de Es tado des tinadas a
generar consenso en la sociedad civil y las formas de rece pción que es tas
tuvieron e ntre los d estinata rios. Par ticularmente, indagar en las diversas
actitudes y posicionamientos que individuos, instituciones y organismos de la
“comunidad judía” tuvieron fre nte a las políticas de consenso y coa cción dispuestas
por el régimen militar.
¿Cual es el apor te que realiza la tesi s a los deba tes teóricos y/o
empíricos relativos al análisi s del pasa do reciente, la gestión
insti tucional y/o simbólica de las memorias sociales?
En prime r lugar debe ría señalarse que entr e los aportes que r ealiza la
investigación se encue ntra el de haber puesto en suspens o el relato c ristalizado
en torno de la conducta y ex perie ncia de la “comunidad judía” durante la
última dictadura militar. Este relato, que tuvo su origen en el tempra no
testimoni o de Jacobo Time rma n 52, soste nía dos fuertes aseveraciones. La
prime ra e ra que el régime n dic tatorial poseía un mar ca do carácter a ntise mita.
La pri me ra e di c i ón de Pr i si oner wi th out a name, ce l l wi t h o ut a number (Pr eso si n nombr e,
celda si n númer o) f u e l anzada e n E stados U ni dos d e Amé ri c a e l 2 1 de may o de 1 9 81 y
c au só u na e norme pol é mi c a. Si bi e n no f u e u n gran é xi to c ome rc i al , te rmi nó de
c onsagrar a Ti me rman c om o u n c am pe ón de l os de re c hos hu mano s. Au nq u e su
pri me ra e di c i ón e n e spañol e s bas tante p os te ri or - e n n ov i e mbre de 1 98 2 El C i d
E di tor di stri bu y ó u na c opi a “pi rata” -, l a re pe rc u sión e n Arge nti na re su l tó te mprana.
52
70
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
La segunda cuestionaba a l os dirigentes de la DA IA por su acti tud
cond esce ndiente para con la dictadura pese al antisemitismo impera nte . Si bie n
el testimonio de Timer man de be c ompr end erse a través de su expe riencia
pers onal en c ond ición de “dete nido” y en el contex to situacional en el que se
gestó su “liberación” - revalorizando la efec tividad instrume ntal que su palabra
tuvo en la denuncia inter nacional del régimen -, el problema es que sus
conside raciones se tra nsfor mar on e n un cano n pa ra pe nsar el pr oble ma. Es
decir, d esde e ntonces cada investigación sobre la “comu nidad judía” en la
dictadura militar venía a confirmar lo que Jacobo Time rma n había denunciado.
Sin emba rgo, el relevamie nto pormenorizado de un conjunto divers o de
fuentes y la realización d e algunas entrevistas pe rmitie ron matizar el juicio de
Timer man. Para seguir el orde n de l os tópi cos sos tenid os por quien fuera
director de La Opinión , pres entare mos una síntesis de los “hallazgos” empíric os
y conce ptuales de la invest igación. En prime r lugar - y de carácte r polémico - la
tesis sostiene que no se puede cara cte rizar a la dictadura militar como
“antisemita”. No porque no haya habido reg istro d e actos de a ntisemi tismo
durante aquellos años, sino porque sus registros se circu nsc ribe n
mayoritariame nte al orde n de lo clandesti no: l os CCD.
No obstante, en el ámbito público l os mie mbr os de la Junta Militar c omo
sus Ministros se mostrar on re ceptivos de las denuncias que prese ntara la DAI A
a lo largo del períod o y ac tivos pr omotore s de políticas y definiciones pú blicas
que condena ban el actuar de organizacione s que podían ser consideradas
“nazis” - sobre todo e n c omparación con el período inmediatame nte anteri or
(1973 -1976)-. Si bien el “antisemitismo” exis tió e n el orde n de lo clandestinoámbito e n el que ninguna organización de la sociedad civil pudo ingresar para
alivianar el sufrimiento de los “dete nidos” -, en el á mbito público el régimen
dictatorial se c omportó may or me nte c omo u n cel oso guardián d el
funcionamie nto de la vida in stitucional “judía”.
El segundo tópico resulta un poc o más c omplejo. La acusación de
Jacobo Ti mer man sos te nía que la dirigencia de la DAIA había tenido una
actitud cómplice pa ra con la dictadura al no inte rced er fr ente a los atr opellos
antisemitas qu e tenían lugar durante el pe ríod o - en par ticular en los CC D. E n
prime r lugar, la aseveración no era del todo ci erta: la DA IA denu nció cada acto
público de antisemitismo que tuvo lugar durante el perí odo. Si es ver dad que la
DAIA hizo poc o fre nte a la “dete nción -desa parición” de j óvenes que tenían
algún vínculo con lo judío. Pe ro, al menos pa ra los primer os tie mpos, es o fue
una actitud ex te ndida. Incluso quienes luego serán c onve rtid os en adalides de
la denuncia por violación a los de rec hos hu manos, c omo mue s tra el capítulo
dos de la tesis, fuer on condesce ndie ntes con el objetivo de la lucha
antisubversiva, negar on el carác ter “antisemita” del PRN y/o no dijeron nada
sobr e la dete nción-d esaparición de pers onas. (Esto incluye al rabino Mars hall
Mayer, el pe riodista Her man Sc hiller y al propi o Jacobo Timer man).
En es te s entido, la tesis intenta r ec omponer , al menos e n su segund o
capítulo, las formas en que los diversos actores manifes taron grados de
aceptaci ón y conse nso con el régimen dicta torial. Al menos con su faceta
“orde nadora” d e la vida social y, e n c onse cuencia, re pr esiva. Por el contrario,
el capítulo quinto muestra c ómo, por qué y en qué for mas los actor es
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
comie nzan a tomar distancia del régimen dictatorial al iniciarse la década del
80´. Un dato que no es menor - y que tiene que ver con c ómo se c ons truye ron
pos teriormente las “me morias” acerca de lo a ctuado por la “comunidad judía”
durante la dictadura militar, te mas de los capí tulos seis y siete de la tesis - fue
rec onoce r que la cuesti ón de l os “der ec hos humanos” ocu pó tardíamente u n
lugar central: en 1983 y con más ahínco en 1984.
Programá ticame nte el ca pítulo cuar to es el más arriesgado. El mism o
aborda l os diversos r egistros d e vida normalizada en un c ontex to signado por el
estado de ex cep ción . Las nociones de “normalidad” y “florecimie nto” de la vida
institucional judía se transformar on en un tópico ce ntral de las
caracte rizaciones que desd e la dirigencia de la “comunidad judía” se efectuar on
para dar cuenta de c ómo se ha bía desarroll ado la cotidia neidad durante la
dictadura militar. ¿Por qué debe ría sor pre nde rnos las categorías de
“florecimiento” y/o “normalidad” del funcionamiento de la vida institucional
judía durante el contexto dictatorial? ¿Acaso sería cor rec to se ñalar los registr os
de vida “normalizada” en un contexto signado por el estado de excepción ?
Si los estudios sobre la dictadura se han centrado en ex plicar el carácter
represivo del régime n, no sería un pr oble ma menor compre nder c ómo es que
un actor - supuestame nte sensible a la implem entación de las políticas
perse cutorias - pud o desar rollar una vida pública sin sentirse ame nazado.
Quizás, incluso, ayude a c ompre nde r por qué para la dirigencia judía no
cons tituyó la desaparici ón de “individuos de origen judío” un te ma central o
por qué ni siquiera afectó la dinámica de la vida institucional. Pues, en
contras te c on las te nsiones que caracte rizaron la “vida judía” en durante el
terc er gobie rno pe ronista, la vida ins titucional durante el perí odo dictatorial
“floreció” de f or ma tal como no h abía r egistr o en la memoria próxi ma de los
actores.
No obstante, el relevamiento d ocume ntal permite pr oponer una
hipótesis aún más polémica: el desar rollo d e ciertas actividades bajo los marc os
de las instituciones “judías” brindaron un hálito de segurid ad e, incluso, de
libertad a i ndividuos que corrían riesgos al hacer esas mismas actividades en
otros ámbitos. Liliana Hecker se ñala, en una entrevista realizada por María
Matilde Ollier, que durante la dictadura e mpe zó a dar talleres [lite rarios ] e n el
Teatr o IFT, “que e ra de izquierda”: “Era impresionante la ca ntidad de gente
que venía y ahí surge n l os taller es c omo fe nómeno, porque e n la dic tadura
funcionan como pequeños ámbitos d e liber tad donde se podía leer y , por
ejemplo, se podía hablar de Freud, qu e afuera estaba pr ohi bido”. 53
El Teatro IFT , ubicad o e n el ba rrio del O nce, no s ólo e ra d e izquierda,
sino que per te necía al ICUF: el Idisher Folks Teater (T eatr o Popular Judío) era
un teatr o de izquierda pertene ciente a la “comunidad judía”. Como en el ca so
de Hecker, el análisis del material documenta l nos per mitió e ncontrar nos c on
diversas voces que, pr ovenientes d e la universidad, el periodismo, la ec onomía
Ol li e r, M. M., De l a Rev ol u ci ón Arge nti na a la de moc rac i a. C ambi os pri v ados,
pú bl i c os y pol í ti c os de l a i zq u ie rda arge ti na., Bu e nos Ai re s, Si gl o Ve i nti u no, 2 0 0 9 ,
pág.: 1 0 9 .
53
72
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
y la política, encontra ron un ámbito para “ha blar”, per o también un auditorio
que estuviera dispu esto a escucharlos.
En es te se ntido, este capí tulo intenta matiza r la pr opues ta for mulada
por Novar o y Palermo en su trabajo sobr e la dictadura militar. 54 Estos autores
señalan que entre las estrategias de la dictadura militar para obtu rar toda
posible oposición al régimen, este suprimi ó celosame nte el uso del espacio
público. Ente ndiénd olo como un es pacio al alcance de tod os, d e libr e
circulación de voces y discursos y de libre vinculación y contienda e ntr e los
actores, el régimen c onsiguió que dejara de e xistir por varios años de forma
inédita. Según los autores, el régimen no estuvo dispuesto a permiti r ninguna
acción que pudiera re construir dicho espacio público, d onde eme rgieran voces
desafiantes c on discursos c rític os, o ar ticulaciones entre grupos o a ctores
sociales, ni siquiera iniciativas culturales que pudieran dar lugar a aventuras
estéticas autónomas. 55
En torno a los aportes teóricos y/ c onceptuales, la investigación
per mitió realizar un
ejer cicio de redef inición de algunas categorías,
fuerte mente cris talizadas en el sentido comú n comu nitario ta nto como e n el
extra comunitari o, que c onsideran la re pres entaci ón del “judío” como una
víctima particular del terr orismo de Estad o. Desde el Nunca Más hasta el último
Informe de la DA IA (2007), se ha s os tenid o la existencia de un “tra to espe cial a
los judíos” en los CCD. No obstante, la recol ección de testimoni os a lo largo
de esta tr eintena d e años na rrand o las es pantosas torturas sufridas por tod os
los dete nidos en l os CCD, pe rmitiría pensar que más a llá de ciertas torturas
específicas hacia los “desa parecid os de orig en judío”, estos no tuvieron un
trato es pecialme nte cruel r espe cto del r esto de los desapa recidos . O mejor
dicho, el “trato cruel” en los CCD fue extendi do para todos sus habitantes.
Los nuevos abordajes analític os de berá n pone r e n suspe nso algunos
relatos pr oducidos en pos d e re -victimizar la expe riencia de los judíos en los
CCD. No porque estos no haya n sido vícti mas, sino porque no fue ron las
únicas: las prácticas genocidas- para ci tar u na c ategoría propuesta e n el Inform e
DAIA - se ex te ndier on a judíos y no judíos, hombres y mujeres, jóvenes y
adultos, argenti nos y ex tra njer os, etc . Dos pre guntas per mitirán eje mplificar el
sentido d e estas afirmaciones: ¿Cuál sería la diferencia entr e la acusación de
“judío de mierda”, “puta de mierda”, “negro de mierda”, “c oya de mierda” o
“guerrillero de mierda” por pa rte de un miembr o de los Grupos de Tar eas a un
dete nido durante una sesión de torturas? O ¿dónde radicaría la distinción entr e
hacerle vociferar a un detenido de origen judío “¡Heil Hitler!” y la violación
sistemática de mujer es, o el robo/apr opia ción de sus hijos, durante la
expe riencia conce ntraciona ria vivida en Arge ntina durante la última dic tadura
militar?
Asimismo, fue puesta en suspen s o la noción d e “sobr e - represe ntaci ón” de
las víctimas “judías” entre los “de te nidos - desaparecid os”. No porque su
“númer o” sea irrelevante. Sino porque el motivo de esa “sobre -r eprese ntación”
Nov aro, M . y P al e rmo, V., La di c tadu ra mi l i tar 1 9 7 7 /1 9 8 3 . Del gol pe de E stado a
l a re stau rac i ón de moc ráti c a., Bu e nos Ai re s, P ai dós, 2 0 0 3 , pág.: 1 5 0 .
55 Nov aro, M. y P ale rmo, V., L a di ct adur a mi li t ar … , Op. C i t.
54
73
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
pueda de berse a que los jóvenes “judíos” se e ncontraba n “sobre represe ntad os” entr e las organizaciones político -militares, universitarias o
sociales; es decir, el objeto de la persecución perpetrada por la Junta Militar.
Finalmente, la noción misma de “dete nido -de saparecido de origen judío”
tambié n de be se r un pr oblem a pa ra historiad ores y cientistas sociales. Si bien
su uso fue acuñado en una é poca temprana, s u utilización se ha extendido de
forma tal que consti tuye una noción más d e l “sentido común” ace rca de la
expe riencia c onc entraci onaria que asoló a la Argentina e ntre 1976 -1983. No
obs tante, su invocación - así tambié n c omo la instrume ntación d e la misma
como categoría para “ce nsar” a los “detenid os -desa parecid os” - resulta
pr oble mática. ¿Por qué?
La res puesta e ncuentra un marc o de refe re nc ia general e n el c ontex t o
previo a la irrupción militar y las pers e cuciones desembozadas contra
militantes políticos, g remiales y sociales - te ma del prime r capítulo d e la tesis.
Muchos de l os jóve nes que habían par ticipad o de las filas de los movimientos
juveniles sionistas y no sionistas, c ome nzar on a alejarse de la militancia judía
en los albor es de los sete nta - es pecialme nte , e ntre la “dictadura lanussista” y la
“primavera camporis ta”.
Muchos d e esos j óvenes que e ngrosar on las filas de las formaciones
políticas - militares, las agrupaciones universitarias y/o las organizaciones
sociales, habían tomad o distancia de las diversas formas de identificación que
pr oponía el mund o judío. Incluso, algunos habían llegado a i mpugnarlo. Pe ro,
tambié n es cie rto, una vez e n las fauces de la r epresión clandes tina, el
sambe nito de su “judeidad” era re puesto por los torturad ores du rante la
impleme ntaci ón de los tor mentos.
¿Cómo se cons truy ó la noción de “dete nidos -desapare cidos de orige n
judío”? Esta pregunta nos pone a las puertas de una serie de proble mas. Pues,
si bien estamos fre nte a una categoría aceptada y utilizada de manera frecue nte ,
conf ronta mos con el hec ho de que muchos de los jóve nes que e ngrosa n las
listas de detenidos -despar ecidos fuer on r e -j udeizados por sus tor turadores.
¿Acaso estamos siend o justos con las trayec torias pers onales y militantes de
esos jóvenes que hoy denomi namos “desapar ecidos judíos”? Volver sobr e los
debates en torno a sus pr opias traye ctoria s, los distanciamie ntos con las
diversas formas de militancia judía y el renunc iamiento a la vida socialista en el
Kibutz, nos ayudó a c ompre nde r cómo es que esos jóvenes fuer on d evorad os
por la experiencia conc entracionaria.
No obstante, no puede me nos cabarse la fuerza que el c oncepto d e
“detenid o-desa parecid o de origen j udío” ha te nido a lo largo d e esta tr eintena
de años. Ha servido como her ramie nta de de nuncia política por par te de los
familiares en detrime nto de los dirigentes c omunita rios. Y, asimismo, c omo
categoría instrume ntal para legitimar la injerencia de la jus ticia española en la
investigación de los críme nes de lesa humanidad ocurrid os en Arge ntina
durante el pe ríodo 1976 -1983. 56 Sin e mbarg o, las investigaciones sobre la
E n 1 9 96 , e l tri bu nal e spañol pre si di do por e l j u ez Bal tasar Garzón hi zo l u gar a u na
de manda pre se ntada por e l F i sc al C arl os C astre sana , mi e mbr o de l a U ni ón
P rogre si sta de F i sc al e s, para q u e se an j u zgados p o r c rí me ne s de l e sa hu mani dad l os
56
74
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
comunidad judía durante la dictadura militar debe rán re cupera r un cúmulo de
expe riencias y traye ctorias militantes que estar án en te nsión con la categoría de
“desaparecido judío”. Y no es un problema menor, porque entonces también
tend re mos que poner en suspe nso algunas nociones s obre la res ponsabilidad,
complicidad y la resiste ncia de divers os sec tor es del amplio marc o c omu nitario
judío frente a la dictadura militar.
re spon sabl e s de l te rrori smo de E stado e n Argenti na. E l pe di do de l a f i sc al í a se
c i me ntó e n l a c onsi de rac i ón de l F i sc al ac e rc a de qu e “ la r epr esi ón pr oduci da en Arg ent i na
t ení a compor t ami ent os o connot aci ones g enoci das , r ela t i va s en par t i cular a una det er mi nada r az a,
al espe ci al obj et o de p er secu ci ón que se h i z o cont r a los ci udadanos ar g ent i nos de or i g en j udí o ”.
Ve r C o.So .F am (2 0 0 6 ), L a vi olaci ón de los der e ch os h umanos de ar g ent i nos j udí os baj o e l
r ég i men mi li t ar (1 9 7 6 -1 9 83 ), Bu e nos Ai re s, Mi l á.
75
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
LA REAL IDA D A L CUADRA DO. REPRES ENTA CIONES SOBRE LO
POLÍTI CO EN EL HUMOR GRÁFICO DE L DIARIO CLARÍN (1973 1983)
Florencia Levi n
Doc torad o e n Hi stori a. F ac u l tad de F i l osof í a y Letras. U ni v e rsi dad Nac i onal de
Bu e nos Ai re s. Año de de fe nsa: 2 0 1 0
La elaboración de mi tesis tiene que ver c on una vieja inquietud relativa
a las modalidades a partir de las cuales la sociedad de entonc es elaboró,
significó e inter pre tó el vertiginoso y traumá ti co proc eso político que se inicia
emble máticame nte con el Cord obazo y rec or r e los años del ter rorismo esta tal
¿Qué significados sobre la política, sus instituciones y sus prácticas, sus
dirigentes y sus canales de participación elaboró la sociedad de ent onces? ¿Qué
valores, sentidos, e xpe cta tivas circularon y d e batier on? ¿C ómo se posicionó la
sociedad c on res pec to a la violencia insur gente? ¿ Qué respuestas fue ron
elaboradas a los c recie ntes niveles de censu ra y r epresión? ¿Qué grad os de
conocimie nto/desc onocimie nto había c on r espec to a los meca nismos d e
represión? Desde ya que estos inte rr ogantes no tienen ni podrían tener una
respuesta única ni definitiva pero es pos ible bord earlos desde diversos
registros . Uno de ellos c ompre nde el estudi o de l os medios de circulación
masiva y dentro de ellos, el que yo elegí, fue el análisis sistemático de las
represe ntaciones c ons truidas por el humor gráfico del diario Clarín , que por
entonces ya e ra el matuti no d e may or tir ada a nivel nacional, entre la
nacionalización d e la contratapa humorístic a en marzo d e 1973 hasta la
asunción de Raúl Alfonsín.
Discurso subordinad o a otr os discursos, constituido c omo “r egistro y
espacio de tra nsfor mación y trans posición de signos y marcas discursivas
circunscri ptas e n tod os los es p acios del inte rc ambio s ocial” prove nientes tanto
de la oralidad y la gestualidad como de la escritura y cualquier otro gé ner o y
sopor te me diático (Stei mbe rg, 2001: 7), el humor gráfic o se c ons tituye
entonces e n una vía de entrada pa ra conoce r, a través de una imagen
ciertamente peculiar y sometida a sus propia s reglas de género, algo de esos
imaginarios sociales. Asimismo, en tanto actores sociales, analizar las
modalidades de producci ón de l os humoristas en un pr oces o signado por la
censura y la re pr esión constituye , asimismo, un aporte para el análisis de las
respuestas de los distintos actores sociales a la repr esión y la dictadura.
En mi investigación intenté de mostrar que que existió un impor tante
margen de autonomía relativa del humor gráfico de Clarín con res pec to a su
línea editorial que per mitió la expresión de un variado y heter ogéne o c onjunto
de puntos de vista que complejizaron y enriquecieron la postura del matutino
con r espe cto a los gobiernos y regíme nes de turno y que permitie ron asimismo
la emergencia de re pr esentaciones sobre aspectos de la realidad ocluidos en
otros espaci os del diario.
Asimismo, se planteó que la nacionalización de la página humorística d e
Clarín en marzo a mplió el es pacio d e opinión d el diario. E n efe cto, la
incor poración de una ge neraci ón más joven de humoristas, r elacionad os con
nuevas modalidades esté ticas y te máticas de un lenguaje en auge y con un
76
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
universo de valor es ampliamente asociados c on la llamada Nueva Izquierda,
nutrió al diario Clarín de miradas y voces al ternativas tanto a la de Landrú, ya
instalado en el cuerpo del diario de inicios de los „70 como de la línea
institucional del matu tino y , sin ne cesariame nte contradecirla ni c onf ronta rla,
le otorgaron mayor riqueza interpreta tiva.
En tal se ntido, se pre te ndi ó de mostrar, por un lado, c ómo diversos
marc os es tétic os, polític os e ideol ógicos deter minar on la obra d e los
humoristas del diario, trazando sus similitudes y sus diferencias. Por otro, a
través de la historización d el discurso humor ístico en el contex to de la línea
editorial del diario, se señalaron los mome ntos de sinc ronía y des sincronización e ntre ambos tipos de discursos para demos trar que el lenguaje
del humor pudo aborda r cuestiones por mucho tiempo elididas del espacio
institucional de Clarín .
Asimismo, se pr opuso que el humor gráfico fue un género desvalorizado
no sólo por los discurs os y las prác ticas “cultas” sino también por la mirada
inquisitoria de las autoridades e incluso por los propios e ditores d el diario,
que considerar on el espacio humorístico c omo un elemento mode rnizante pe ro
al mismo tiempo ba nal y retórica mente intra scende nte. S e pr opuso entonces
que gracias a esa relativa desvalorización, el humor gráfico de Clarín pudo
resguardar ciertos grados de liber tad y de autonomía. En ef ec to, se plantea que
existió un impor tante marge n d e invisibilidad (paradójico, dad o por su gra n
impacto visual en las páginas del diario) a partir del cual pudo c ons tituirse e n
un potente canal para c omu nicar y secundari amente para ex pr esar sentidos y
opini ones censuradas e incluso perseguidas durante casi todo el pe ríod o
estudiado. Así, mientras una férrea y cre ciente represión y una silenciosa
autoce nsura regulaban la producción y cir c ulación de infor mación, algunos
espacios, me nos obvios y e n cierto mod o menos visibles, se c onvirtie ron e n
áreas en las cuales la expresión de las ideas y la circulación de la crítica fuer on
en cie rta medida posibles gracias a la utilización de re cursos tales c omo
metáf oras, alegorías, analogías, etc.
Finalmente, e n la inve stigación se afirma que en el es pacio humorístic o
del diario Clarín es posible e ncontrar, junto c on la rutinización, la
neutralización, el vaciamiento de refe rencias contex tuales y la trivialización
pr opias de la producción cultural en tiempos de re pr esión , la expresión de
rebeldía, desencanto e incluso de denuncias que permitier on la expresión de
deseos y opi niones de ciertos sector es de la sociedad argentina.
Finalmente, dada la polisemia e indeter minación del discurso humorístico,
la tesis propone que e s imposi ble atribuir a priori un único sentido (crí tico,
complaciente, resistente, c onse nsual) al humor gráfico y se propone que sus
sentidos son divers os, y que los mismos de be n descu brirse me diante el análisis
de los juegos inte rte xtuales entr e el humor gráfico y otr os discursos que
coha bitan e n un mismo me dio.
Hasta acá he prese ntad o un sucinto resume n de las principales hipótesis
de mi trabajo con el objetivo d e brindar una rápida prese ntación del mismo.
Yend o entonc es ahora sí a respond er la pr egunta q ue organiza estas jor nadas,
he escogido algunos aspec tos elaborados en las conclusiones de la
investigación que cr eo que son los que apor tan a una respues ta que vincula la
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
investigación c on el campo problemá tico de l a historia recie nte y la me moria
(otr os aspec tos de las c onclusiones, c re o, c on suer te represe nten u n apor te a
los estudios de los medios de prensa y del géne ro humorístic o pe ro en tod o
caso no alumbran resultados que sean específ icos o privativos del campo que
nos concie rne ).
Me gustaría entonces come nzar señaland o que el análisis del humor
gráfico de Clarín nos pe rmite c omplejizar y matizar algunas imágenes ref eridas
al comporta miento de la s ociedad arge nti na durante la historia re ciente
ampliamente ad optadas por la historiog rafía o por algunos discurs os de la
memoria social.
Así, por ejemplo, s e ha intentado cuestionar la represe ntación del
exte ndido consens o s ocial que recibió el golpe militar de 1976 y del rol que le
cupo a la prensa e n dicho c onsens o. Porque si bien la misma es incuestiona bl e
como tal, el análisis del humor gráfico ha per mitido matizar o complejizar las
inter pr etaciones sobr e el diario Clarín ante el golpe militar (sin por ello, de
ningún modo, des responsa bilizarlo por el apoyo brindad o) al mos trar que los
humoristas de la co ntratapa mantuvieron una distancia prudente per o crítica d e
la campaña de deslegitimación del gobier no per onista y se mantuvier on
igualmente cautos pe ro crí ticos con res pec to a l golpe y el régimen militar.
Asimismo, el análisis realizado pe rmi te disc utir la imagen ampliame nte
difundida por el discurso de la memoria del “Nunca Más” y la Teoría de los
dos de monios sobr e la existe ncia de u n importante grad o de desc onocimie nto
de la sociedad argentina te nía con r espe c to a los ope rativos re pr esivos
impulsados primer o por g rupos paramilitares y luego por el estad o ter rorista,
de los cuales se habría enterad o una vez i niciado el proceso de tra nsición y
sobr e todo a par tir del inf or me de la C ONADEP . Esta image n queda
pr oble matizada a partir de la evidencia de una p e rsistente y nutrida serie d e
cartoons protagonizados por diverso tipo de verdugos que escenifican
situaciones de tortura, deca pitación y ejecuciones y que incluso muestran la
aparición de cuer pos y fragme ntos de cuerpos . Aun cuando estas imágenes no
nos puede n dar una idea acabada del grado y tipo de conocimie nto de la
sociedad con r espe cto al horr or cland estino, a l menos nos devuelven la certeza
de que en el diario Clarín existieron contund entes, claras y explícitas
represe ntaciones s obre el hor ror de mod o que la imagen de una sociedad
inoce nte es difícil de sostene r.
El análisis del humor gráfic o también ha podi do matizar otro conjunto d e
ideas que habitualmente circulan en la historiografía y los discursos de las
memorias mos trando por eje mplo los límite s y los márgenes del fervor
patri ótic o desatad o por la guerra de Malvinas al encontrar un c onjunto d e
obras que expresan un nacionalismo popular no oficialista y una distancia
crítica con r espe cto al gobier no y c on respecto a esa sociedad e n gran medida
movilizada por el patriotismo conse rvador.
Asimismo, se ha podido complejizar la imagen fes tiva que pr opone el
encuentr o feliz del puebl o con su destino r e publicano e n la última tra nsición
estudiada y la imagen de una “fe boba” (expr esión empleada por Luis Albe rto
Rome ro) con respe cto a la democracia. E n efe cto, se ha visto que a pesar de la
liturgia institucionalista y de un lenguaje pedagógico, los humoristas de la
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
contra tapa mos trar on por un lado una mirada por c ompleto c rítica y
desenca ntada de los dirig entes polític os y, por otr o, ex pusieron una serie de
dudas y recaudos con r espe cto a la democ racia y la plantea ron no como el
mundo ideal sino tan sólo c omo el mejor de los posibles.
El estudio del humor gráfico ta mbié n ha per mitido problema tizar y
complej izar las inte rpre taciones sobr e la férrea ce nsura eje rcida por el
gobier no militar al corr obora r, por un lado, la génesis de sus efectos en el
humor gráfico durante el gobie rno pe ronista y, por otr o, los márge nes por los
cuales el discurso del humor, por d ivers os motivos, pudo e xpresar imágenes,
represe ntaciones y valores pr oble mátic os c on respec to al r égimen militar
cuando no francamente disidentes.
En otr o orde n, a través del análisis de las represe ntaci ones humorísticas
sobr e el terr or clandesti no se han podido ex pl orar l os tiempos , las modalidades
y la génesis de la elaboración d e un proces o como pro ceso traumático. Se ha
sugerido que el humor gráfic o estuvo constre ñido por - y al mismo tie mpo fue
vehículo para - la flexibilización de los límites de lo dec ible. Al respec to, se
plante ó que el complejo juego de lo decible/indeci ble y de lo
represe ntable/i rre pr esentable se defi ne fuera del campo del humor gráfic o y
que en el mismo interviene n, por un lado, los pr ece ptos de la censura y la
política r epresiva de l gobie rno (isabelista pri mer o más tar de dic tatorial) y, por
otro, los c omplejos proc esos sociales de construc ción de c rite rios morales
relativamente consensuados ace rca de las modalidades y los límites de la
represe ntación.
Así, se advirtió un ar co que d ibujan los desapare cidos de la
represe ntación a la irre pres entabilidad: Primer o la figura del desapa recid o
aparece (valga la aparente contradicción) enca rnada e n los cuer pos d e hombres
que yacen e n la mesa de a plicación de pic ana eléctrica o e n las diversa s
escenificaciones de tor tura (e n el caso de Landrú) o como guer rilleros o
prisioner os a punto de ser ejecutados (en el caso de Crist y Fonta narr osa). E n
cambio, a par tir de 1980 -1981, van a tender a aparecer ta n solo como
significantes, vaciados de cuerpo , de identidad , de historia mie ntras que en este
segundo tiempo, y a pr opósito de la serie vinculada a los de rec hos humanos,
aparece n figuras responsabilizadas por las des apariciones , como los presidentes
militares.
Un similar juego de tijeras puede plante arse a rticulando las
represe ntaciones humorísticas sobre la repr esión clandesti na con la línea
editorial del diario: mientras e n una primera etapa el diario prác ticame nte no
se pre ocupó por la r epresión y consider ó al fenóme no d e la violencia como el
emerg e nte d e una estructura s ocioe conómica atrasada, algunas producci ones
humorísticas tematizar on la violencia y la represión r ecr eand o incluso escenas
explícitas de tor tura con picana eléc trica, e n un segundo mome nto el humor
asumió la irrepresentabilidad est é tica del fe nómeno mientras el diario, a la pa r
que difundía noticias sobr e los d esapare cidos , se pr onuncia finalmente en su
línea editorial repudiando el fenómeno y exigiendo aclaraciones.
A parti r de es te proceso mediante el cual la represión clandes tina se tor na
irreprese nta ble para el lenguaje humorístic o al tiempo que se tor na decible pa ra
el
discurso
serio
del
diario
se
postula
que
la
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
represe ntabilidad/irre pr esentabilidad
del
fenómeno,
así
como
su
decibilidad/indecibilidad, tiene que ver en gran medid a con el grado de
conciencia c olectivo y las negociaciones socia les a partir de las cuales algo se
va torna ndo moral y éticamente sancionabl e y por lo ta nto estéticamente
irreprese nta ble al tiempo que comienza a ser decible por parte del discurso
serio. Ha sta que tal cosa ocurri ó e n tor no al resquebrajamiento d el régime n y
el contexto transicional, existieron espacios para la representación esté tica del
horr or en sus diversas dimensiones. En tod o caso, se ha plantead o que el
ámbito de actuación de la censur a en este campo temátic o oper ó en las
modalidades de c ons trucci ón d e esas re pr ese ntaciones, que fuer on pe rdiend o
paulatinamente sus grados de referencialidad con el contex to de argentino,
per o no en la posibilidad de construir represe ntaciones sobre el hor ror.
En suma, como intenté ex poner c on estos suc intos ejemplos, este ti po de
investigación pe rmite pe rforar algunos lugares comunes no sólo d e los
discursos maniqueos de las memorias sino también de par te de la historiografía
que ha traspuesto es os pr ejuic ios otorgándole s la legitimidad de lo científico.
De es te mod o, y si n por ello dejar de preocuparse por la r esponsabilidad de los
responsables y la culpa de l os culpables, el cuadro que e merge del análisis
sistemático de fuentes c omo la abordada en la inv estigación permite
cuestiona r la idea de que nada era decible en el marco de la censura y de que
tod o lo decible es relaciona ble c on la resiste ncia activa y militante y per mite ,
asimismo, inter rogar la supuesta ignorancia y ajenidad de la sociedad r espe ct o
al proces o represivo vigente.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
HUMOR, SUS CREADORE S Y SUS LEC TOR ES. NOTA S ALRE DEDOR
DE UNA EXPERIE NCI A DE TES IS
Eduardo Raíces 
Mae strí a e n C i e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Naci onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de d ef e nsa: 2 0 10
La tesis obje to d e es ta r eseña, “ Mandá esas c artas. Humor y sus lector es
en un marc o d e cambio s ocial autorita rio (1978 -1980)”, se aplicó al estudio de
la revista Humor, durante u n period o es peci fico de su trayec toria, desde su
surgimiento, en 1978 y hasta 1980, bajo la dirección de la Dra. Claudia Feld y
la codirección del Dr. Mariano Plotkin. Te ngo la intención de sintetizar e n los
siguientes apar tados las cuestiones alreded or de las cuales me propuse
pr oble matizar el objeto de estudio.
La unila teralización de la “resistencia”
Este asunto fue una de uno de l os pri mer os tópicos que me llamó la
atenci ón cuand o come ncé a tra bajar la revista Humor al uso académico. Entre
las muchas versiones sobr e la resiste ncia y la oposición a la dictadura, s e
encuentra aquella que pone a la revista Humor en un lugar simbólico
consagratori o. La impor tante visibilidad cons eguida por la r evista en razón de
su labor satírica y, poste riorme nte, su criticismo político del régime n desde un
discurso reivindicador d el sistema de moc rátic o re pres entativo, hicieron que la
revista ocupara un lugar icónico e n la posdictadura como par te de las
expr esiones ne tame nte opositoras. Los testimonios sobre Humor, c on
frecuencia centrados en sus principales gestores, contribuyer on a reforzar esa
imagen simplificada, volviendo sie mpre a las mismas anéc dotas y situaciones
(legítimas, pe ro emblemá ticas 57), que per mitían confirmar lo que cie rto
imaginario mediático, estatal y de la “sociedad civil” había contri buido a forjar.
Se pr odujo al lí lo que se conoce como “fetic hismo”: dicho en pocas palabras,
tomar una parte por el tod o, y se hizo de su encomiable (por si hace falta
señalarlo) tarea disidente dura nte l os últimos años de la dictadura un destino
inscrito en ella desde el principio de su existe ncia. Me pare ce que es un efecto
pr opio d el mome nto históric o de la llamada “transición a la democracia”, cuya
gesto insti tuyente puso a Humor e n un sitio desde donde muchas pe rsonas la
recuerda n. Ahora bie n, mi plante o al encarar el estudio de l a revista apuntó a
volver a sus páginas, rehistorizarla y, por ende res tituirle, contra las visiones

Lic e nci ado e n C i e nc i a P olí ti c a U BA; Magi ste r en C i e nc i as Soc i al e s (U NGS -IDE S).
Be c ari o doc toral C ONICE T.
57 C abe re fe ri r q ue l o “e mbl e máti c o” i mpl i c a hace r de u n ac onte c i mi e nto o u n obj e to
u n sí mbol o , pre c i same nte más al l á de toda d oc u me ntac i ón hi st óri c a. Me di ante su
pre se nc i a, se pre v é q u e e l l ec tor de be i de nti f ic ar la e sc e na i ne qu í v oc ame nte , Me baso
e n Mari e -Anne Matard -Bonu c c i , e n “Le dif í ci l témoi gnage para l ‟i mage ”; c i tado e n
F e l d, Cl au di a, “‟Aq ue l l os oj os q u e c onte mpl aro n e l l í mi te ‟. La pu e sta e n e sce na
te l e vi si v a de te sti moni os s obre l a de sapari c i ón”, p. 1 0 0 . E n í de m y Sti te s Mor, El
pasado que mi r amos. M emor i a e i mag en ant e la h i st or i a r eci ent e , Bu e nos Ai re s, P ai dós, 2 0 0 9 ,
pp. 7 7 -1 0 9 .
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
afines al “destino ma nifiesto”, la c omplejidad inhe rente a toda práctica e
institución s ostenida a lo largo del tie mpo. La revisión del c or pus –Humor
durante la dic tadura - per mitió delimitar d os periodos, ya esbozados por otr os
autores pe ro quizás no demasiado fundamentados en función de los contenid os
concre tos. De resultas de la pesquisa, pude delimitar una eta pa de surgimiento
y consolidación, donde tiend e a pred omina r, en acuer do c on una ex te ndida
tradición editorial en nuestr o país, el humoris mo satírico sobr e la vida
cotidiana (c ostumbrista) y una medida sátira política, c on cie rtas audacias con
relación a un clima de época aún favora ble al bloque de po de r de la dictadura.
A ella le sigue un lapso –que no fue objeto de mi investigación - de conversión
paulatina de Humor en un medio c on mayor cober tura de la actualidad, tanto
desde el lenguaje que la bautizó como por la incorporación de c olumnistas
políticos, que hac en de sus secci ones los a partados “serios” de la revista. Es,
tambié n, el momento e n comienza a cubrir regularmente sus páginas los
fenóme nos culturales expr esivos de posiciones disidentes con distintos
aspectos de las políticas oficiales. El ca mbio en la orie ntación de Humor debe
pensars e en c or relación con la crisis social, económica y política de la
dictadura, evidenciada ya a fines de la década del 70. Se trata, visto e n forma
retros pec tiva, de un parteaguas en la existencia del régimen, pues to que el
relativo relajamiento de las res tric ciones públicas impuestas (a cambi o de
inte ntar gara ntir u na transición futura con impunidad hacia los c ríme nes
cometidos y c on una de moc racia bajo u na tute la militar institucionalizada) con
motivo del denomi nado “dialogo político”, relanza con fuerza al espacio
público a distintos ac tores disidentes y opositores e n una dinámica que el fugaz
conse nso de Malvinas no pudo d ete ne r y que con el fin del c onflicto ocasionó
su derrumbe.
El lugar del lector
Humor se volvió un espacio de reanudación de lazos interpersonales
inter rumpidos, a través de la posibilidad dada a los lectores de c ompar tir
distintas inquietudes. Es to es, dar a publicidad sus necesidades c omu nicativas
en un c ontex to de pr ogresivo relajamiento de l control re presivo estatal. El
inter cambio e ntre Humor y sus lectores urd ió un vínculo que presupuso y
alentó sujeto s a ctivos y con opinión. Pretendí en la tesis mos trar el mod o
fundamental de par ticipación de los lec tores c on ate nción al lugar que esta l es
fue confiriend o c omo inte rlocutor es c on que compulsar la pr opuesta editorial
de la revista. Per o cuya gravitancia e n tér minos de la rece pción, selección y
publicación d e numer osa corres ponde ncia, hizo que la sección de cartas d e
lectores (“Que má esas ca rtas”) se torna ra un espacio apto no sólo para opi nar
sobr e la revista, sino tambié n para sostene r debates sobr e cuestiones que en
otros medios no e ran ad mitidas. De la pe squisa subsiguiente se sigue la
evidencia de una c onfor mación del lec tor ado me nos hom ogénea en sus
opini ones que las versiones más usuales sobr e la historia de la r evista podían
hacer suponer. F re nte a la idea de un público uniformeme nte “opositor”,
nuestr o relevamie nto de la cor respondencia publicada pudo destacar , aún en
debates s obre cu estiones públicas de delicado trata miento durante la dictadura,
la existencia de opiniones variadas en su raigambre ideol ógica, per o
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
coincide ntes en el rec onocimie nto de Humo r como un medio r ece ptivo de
ciertas inquietudes inex presa bles en otros lar es. Con sider o que el estudio de
las polémicas que indicaremos en el pá rrafo s iguiente da cuenta, a su mane ra,
de esa cualidad distintiva de la revista.
Por otra par te, indicamos la existe ncia de d e ter minadas “situaciones de
inter pelación” -refe re ntes a la credibi lidad discursiva de un medio -, fre nte a los
cuales los responsa bles del medio se ven obligados a explicitar los valores
esenciales del pr oyec to editorial. E n el c aso de Humor, a nalizamos dos
contr oversias con una par ticipación destacada de los lector es, cu ya
connotación aludía a asuntos de delicado tra mitamiento durante los años de la
dictadura. Ambas se originaron luego de la publicación de unos c histes y de
una historieta que generar on controve rsia en l os lector es (c on la revista y e ntre
sí por la dispari dad de crite rios), respecto a los alcances é ticos d e la
represe ntación humorís tica. En el prime r c aso, acerca de la licitud aludir
mediante chistes el hor ror res pec to d el genocidio del pue blo judío; en el
segundo, s obre los modos de c onstruir la figura del sujeto de las clases
populares. Ante los re clamos de d e determi nados actor es afectados y de un
lectorado dispuesto a polemizar, la revista pr oduce las primeras ex plicitaciones
de los valores que defiende desd e su surgimiento en 1978. Los lec tores -autores
epistolar es, por su parte, lejos de apare cer c omo un todo homogéneo, apa rece n
soste niend o pos turas divergentes que deben ser leídas también c on r elación a
las proble máticas de su contemporaneidad. Léase, el debate sobre l os chistes
acerca de la Shoah, d eri vó en la discusión s obre la situación de la c omu nidad
judía en Argentina; a su vez, la figura caricaturizada del “cabecita negra”,
conv ocó de nuevo la cuestión étnico -clasista como pr oble ma decisivo de la
integración social del país.
Desde u n plano más gen eral, anotemos que la par ticipación e n la sec ción
de corr esponde ncia de u n medio requiere un tipo de lec tor c on de ter minadas
compe tencias letradas. Desde es te aspec to, buscamos evidenciar c ómo el
espacio comunicativo abie rto por Humor pa ra los lectores c on ella y entre sí
presuponía y promovía autores y regulaba su producción epistolar mediante
distintos mecanismos de constricción y es tímulo.
En es te último s entido, ef ectuamos e n la tesi s un análisis con intenci ón
teórica sobre el manejo y regulación del c o r re o de lec tores e n la prensa gráfica,
como meca nismo de consulta y d e ad ministrac ión d e las de mandas del público.
Este es un í tem que el r elevamiento e mprendid o compr obó c omo poc o
explorado e n la literatura académico, y c uya desatención relativa, a mi
ent ende r, c onlleva consecue ncias metodol ógicas estimables.
La trama profesional
A parti r de la década del 60, moder nización s ocial mediante , las revistas
de humor sufrieron la influencia del cruce de saberes ar tístico -profesionales de
los que Humor, una rev ista pe nsada con l ógica comercial, sería un caso
elocuente. La trama relacional de la r evista con otr os medios, c olegas e
instituciones per mitió visualizar sus estrategia s para a portar al re conocimiento
social de un campo es pecífico d e la actividad prof esi onal y editorial, el del
humor e historieta, y legitimarse dentr o de él. Esta iniciativa estuvo destinada,
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según pudimos mos tra r, tanto a afirmar la calidad artístico -laboral de su labor
ante unos lec tores históricame nte habituados a leer este tipo de pu bl icaciones
como mer o entr ete nimiento, c omo a c onfir marla ante los ojos ex per tos de l os
colegas de profesión. Del mismo mod o pue de ente nders e su reflexividad o
“autoconsciencia”, en la medida en que Humor no se limitó a pu blicar
mate riales humorístic os, sino que se refirió a las condiciones pr oductivas de su
pr opia labor y la de los creadores y publicaciones que consider ó congéneres. Su
prédica s obre la calidad ético -estética es c ompre nsible si se considera que la
dinámica de la historia cultural argentina (p e ro ta mbié n oc cidental) ubicó al
humor gráfico y es crito y la historie ta, e ntre otros, en el es pec tr o de los
“géneros me nores”, de baja calidad y pr opios del consumo masificado. Fr ente a
ese deméri to, Humor se plantea no sólo c omo un espacio produc tivo de lo
“menor”, sino de conscie nte r eivindicación de su calidad artística y cultural.
Por otra parte, plantear la revista desd e un cr uce entr e su de curso como
obje to cultural en la arena pública y las traye ctorias individuales de quienes la
hacen (con sus sabe res pr evios, su r ol de ntro del medio y tambié n sus
posiciones simultáneas en otros ámbitos), permite rec ompone r la condici ón
histórica de toda pr oducción s ocial. Espe cialmente fr ente a las pers pec tivas
analíticas que, por caso, privilegian el estudio de l o discursivo en los medios de
pre nsa, ignora ndo otras dime nsiones que lo condiciona n.
Para concluir
Si debo e nunciar un plano de ref ere ncia ge neral, diría que mi tesis se
integra al ter re no de estudio sobre el pasado r eciente que tomó auge desde los
años 90 en el campo acadé mico y que se prolonga hasta nuestros días. Al
respe cto, me ide ntifico c on una se rie de inve stigaciones llevadas adelante por
otros c olegas, muchos de ellas y ellos genera cionalme nte pr óximos y, al igual
que quien escribe, beca rios del CONICET y de otros pr ogramas 58. Desde ese
punto de vista, más allá de lo individual, consider o que hay una suer te d e
apor te colec tivo e n la re consideración d el panorama s ociopolític o y cultural de
la Argentina de las últimas décadas del cual me siento par t e.
La ampl i ac i ón del cu po de bec as del CO NIC ET c omo pol í ti c a pú bl i c a y su ef e c to
mu l ti pl i c ador de l os e stu di os so bre e l pasado re c ie nte e s al go q u e no pu e do
f u ndame ntar, pe ro q u e de j o se ntado c omo probl e ma.
58
84
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Mesa 4. Organizaciones revolucionarias y procesos de
radicalización política
IMAGINARIO Y MORA L E N LA CONS T RUCCIÓN I DE NTI TARIA
DEL PARTI DO REVO LUCIONARIO DE LOS TRABA JADORES EJÉRCI TO REVOLUCIO NARIO DE L PUEB LO (PRT -ERP )
Vera Carnovale
Doc torad o e n Hi stori a . F acu l tad de F il osof í a y Le tras. U ni v e rsi dad Nac i onal
de Bu e nos Ai re s. Año de de fe nsa: 2 0 1 0
La investigación que aquí se prese nta se ciñe a un aspecto específico de la
historia
del
Partido
Revolucionario
de
los
Trabajadores -Ejér cito
Revolucionario del Pue blo (en adelante PRT -ERP): el del proc eso d e
cons trucci ón identitaria de la organización y la subjetividad en él implicada.
El análisis de este proc eso exige presta r par ticular atención al conjunto
de for mulaciones ide ológicas, re pr esentacione s, valores y prác ticas colec tivas
que, retroalime ntá ndose , fueron delimitando las fronteras del grupo y sus
rasgos par ticulares, c onf or mando, al mismo ti empo, un sistema compar tido de
cree ncias y pr oyec ciones que no sólo d eterminó la línea política de la
organización sino que además – y quizás fundamentalme nte - otorg ó un sentido a
los actos de sus integrantes.
Así, el estudio c omienza ate ndiendo a las di stintas c or rientes polític o ideológicas que nutrieron a la organización e n su etapa forma tiva (1963 -1968)
para adentrarse luego e n la identificación y el análisis de ciertas conce pciones y
figuras que poblaron su imaginario e impulsaron su accionar: la guerra
revolucionaria , el enemigo, el h ombre nuev o. Finalmente, e xplora la dime nsión de las
prác ticas cotidianas y el funcionamie nto i nte rno del colec tivo pa rtidario
pres tand o par ticular atención tanto a las tensiones allí manifiestas como a los
dispositivos disciplinatorios des tinados a c onjurar las fuerzas centrífugas
latentes.
Se tra ta, e n defini tiva, de una rec o nstrucci ón d e la subjetividad y la
pers pec tiva per retistas, d e la lógica implicada en el accionar de la organización.
Las razones de este r ec or te se sustenta n en la expec tativa de contri buir no ya a
la evaluación sino al entendimiento de una organi zación q ue se erigió c omo u no de
los pr otagonistas de l os sangrie ntos e nfre nta mientos políticos que signaron los
años sete nta.
Miradas retrospectiv as; enfoques historiográficos
Tras la derr ota del PRT - ERP, los distintos balances de la experiencia
per retis ta diero n lugar –con algunas excepciones y ma tices - a un conjunto
bastante homogéne o de c ríticas de lo que había sido la actuación de la
organización. Es tas críticas, hoy bastante e xte ndidas en el campo de los
estudios sobre el pasado recie nte, se concentran, fun dame ntalme nte, en
dete rminad os posicionamie ntos polític os y prácticas de la organización que
estarían evide nciando un “proceso de militarización”. Este postulado pr oces o,
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
junto a la inca pacidad par tidaria para preve r el “reflujo de masas” que tuviera
lugar tras las movilizaciones de julio de 1975, estaría en la base de u n
pr ogresivo “aislamiento” polític o del PRT -ER P, aislamiento éste que no podía
sino contribuir a la propia derr ota de los revol ucionarios.
Hay un elemento fundame ntal a c onsidera r a la hora d e pondera r estas
miradas re tr ospec tivas: los primer os tex tos que alcanzaron un grado
importa nte d e circulación fuer on escritos por antiguos integrantes de la
organización (E nrique Gor riarán Me rlo, Julio Santucho, Luis Mattini, Ma ría
Seoane). Sin may ores sorpresas, se advierte que estos relatos –a la par que
inte ntan una historia gene ral del PRT -ERP- se caracterizan, fundame ntalmente,
por deba tes y cuestionamie ntos polític os. La voluntad de buscar el punto
exacto de “desviación” te órica y/o práctica q ue pe r mita explicar la “derr ota”
del pr oye cto per retis ta, c ons tituye un elemento nodal de aquellas narra tivas y,
de alguna mane ra, aquella voluntad ope ró c omo pregunta de ref ere ncia e n
muchas de las inte rvenciones que les siguieron. De mod o que resulta necesari o
prese nta r una breve síntesis de las respues tas que se han of recid o a la cuestión
de la “derr ota” del PRT -ERP ya que és tas mar caron, e n gra n medida, el pulso y
el tono d el deba te. Es tas res puestas puede n ser agrupadas a par tir de cie rtos
tópicos estrec ha me nte vinculados entr e sí que aparece n reiteradame nte en la
mayoría de las narrativas.
El pri mer o d e aquellos tópic os es el de los “e rrores y c ontradicciones e n
la línea”. Fue Enrique Gorriarán Merlo, mie mbr o de la direc ción par tidaria
hasta 1979, quien pr ime rame nte vulgarizó esta pers pec tiva autocrítica
(prefigurada, en gra n medida, por el pr opio PRT -ERP e n 1976 y 1979) en d os
libros que asumen la forma de repor tajes. La intervención d e Gorriarán
adquiere gran impor tancia ya que muchos de los eleme ntos que compone n su
balance fueron re tomados en las interve ncione s que le siguieron.
A la hora d e e xplicitar los “er rores” y pa sos e n falso que habrían
dete rminad o, junto c on el accionar represi vo ilegal, la derrota final del
pr oyec to pe rre tista, el antiguo diri gente señala, en prime r lugar, la
dete rminaci ón de conti nuar el accionar armad o durante el gobier no de Héctor
Cámpora. E n inse parable vínculo c on l o anter ior, señala un segundo fallido: el
habe r llevado adelante una “política de alianzas confusas”. La mism a, se
manifestó en la ausencia de un “Proyecto de Revolución Viable”. La
“desviación militarista” se suma al conjunto de er rores pe rre tistas “limitand o
la incorporaci ón del pue blo al ERP”. Esta “desviación” no está aquí referida a
la imper tine ncia de los g ra ndes gestos bélicos sino a prác ticas cotidianas y
exte ndidas e n las que ante un de ter minad o c onflicto (barrial, laboral, e tc éte ra)
la acción militar de un c omando a cabó supliendo de hec ho “el trabajo d e
organización y autodef ensa de las masas”. Finalment e, el último e ir repa rable
paso e n falso fue la “subestimación del e nemigo” y la definición de u na línea
política “ofensiva” en medio del r epliegue de masas que siguió a las jornadas
de julio de 1975.
Un segundo tópico que se r eitera en las nar ra tivas sob re el PRT-ERP es
aquel referido a las “conce pciones er radas” y los “lastres ide ológicos”. Aun a
riesgo de pasar por alto difer encias y matices, se incluyen aquí las narrativas de
Julio Santucho y Luis Matti ni.
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En el balance que el primer o realiza de la his toria partidaria se destacan
negativamente d os cuestiones clave que contr ibuyeron al fracaso per re tista: la
concepción de “guerra revoluciona ria” adoptada por la organización y la
“absolutización” de la lucha armada, a mbas derivadas de una traslación
"mecá nica" y “esquemática” de otras experie ncias, en espe cial la del “modelo
castrista”. Para el autor, esta suer te de miopía política obedeció a que el PR T
no logr ó desprend erse de los “dogmas secta rios y militaristas” que signaron su
matriz ide ológica origina l. Éstos estarían vinculados, por un lado, c on un
conjunto de legados guevarianos donde la apelación a la voluntad militante y al
her oísmo pare cía ser suficiente para la c ons trucción de una alter nativa
revolucionaria; por otr o, c on cier to “lastre” de signo trotskista que no sól o
habría impues to cie rta te nde ncia a teorizar “partiendo de las grandes
generalizaciones” sino que además habría te ñido de características secta rias a la
organización. Siguiendo al autor , las teorizaciones per re tistas cristalizaron e n
un “sistema dog mático y ultraizquierdista” (cuyas deficiencias pasaban
inadvertidas en el clima insurre ccional de la Argentina de los años 1969 -1972)
que resultó finalmente inca paz de dar cabida al cambio de estrategia radical
que exigía el triunfo elect oral del per onismo e n 1973.
Por su parte, Mattini entiend e el rec or rido del PRT -ERP como u n
pr oceso “truncado d e maduraci ón política” evidenciado e n un consta nte
fracaso: el de c onsti tuirse en partid o prole tario. Para el autor, si bien el
partid o pudo y s upo c ombatir -y hasta “desenmascara r” - la presencia de
sujetos, conce pciones y tradiciones ide ológicas de “nefasta” influencia
(“espontaneísmo”, “foquismo”, “morenis mo”, e ntre otros) sus bie n
inte ncionados postulados nunca llegaron a mate rializarse en una “correc ta
política de masas”. Por otra par te, la línea política par tidaria estuvo
condici onada por u n “er ror en la cara cte rización” del proc eso polític o. Al
pensar es te pr oces o c omo “guerra rev oluciona ria” se alimenta ba un militarismo
que habría de te ne r consecue ncias fatales . Así, el PRT pec ó de “falta de
política” al prese ntar la “guerra rev olucionaria” como única alter nativa en
todas las coyunturas de la política nacional.
Un terc er tópico, prese nte en todas las citadas interve nciones -y a las que
se suma la del historiador Pabl o Pozzi - es aquel que remite a las
“insuficiencias”, las “pobrezas”, las “faltas” y los “esquematismos” de la
militancia pe rre tista e n ge ne ral y de los cuadros d e la dire cción partidaria e n
particular. E n efe cto, tod os los autore s hasta aquí mencionad os, al mome nto
de pe nsar las causas de los “err ores de la línea” y las “conc eptualizaciones
políticas fallidas”, han vuelto su mirada sobre la “falta de política” (expresada
en la s obreesti mación de la lucha armada ); s obre la “insufic iencia en el ma nejo
del marxismo”; sobr e la “comprensión supe rficial de postulados ideológicos”;
sobr e la “pobreza te órica” y la “inexperie ncia política” de la dirigencia
partidaria; sobre la “castración ideol ógica” del conjunto de la militancia.
Un prime r señalamiento que aquí inter esa destacar es que del conjunto de
estos tópicos e me rge, e n principio, una impug nación pr escriptiva. Esto es: que
no se debería haber a pelado a la conce pción d e “guerra revolucionaria”, que no
se debe ría haber “trasladado esqu emática mente” los model os de otras
expe riencias, que se debe ría haber “e rradic ado” las herencias trotskistas y
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guevarianas, que se tendría que habe r cambiado la estrategia política en 1973,
en definitiva, que se debería haber pensad o y he cho otra cosa de l a que
efectivame nte se pens ó y se hizo. El pr oble ma radica, quizás, en que desde esta
pers pec tiva no logra explicarse la dinámica a partir de la cual la organización
fue siendo y haciend o, sino que se denuncia aquellos aspectos que la habrían
alejado de lo que de be ría habe r sido y d e lo q ue debe ría haber hec ho. Subyace
allí, entonc es, el presupuesto de la existencia de una línea política correcta ,
derivable de una tambié n correcta interpretación del marxismo que habría
conducid o a la historia a un final cor r ec to, a uno que le cor res pondía . Y
emerge , en consecuencia, otra figura: la de lo incomple to, la de la historia
trunca, castrada o no c onsumada a causa de “d esviaciones” y “er rores”. Y en el
origen de aquella desviación histórica, los hombres: sus dogmati smos, sus
decisiones equívocas, sus inter pre taciones er radas, sus faltas.
No se trata de d esme rec er aquí la dimensión de los sujetos en el
entramado de la historia, en a bsoluto; el c onju nto de esta inves tigación aborda,
pre cisamente, la dimensión de la sub jetividad par tidaria. El problema se
encuentra, más bien, en cie rtas pr emisas subyacentes a estas interve nciones,
pre misas que no logra n trascender l os postulados generales del sistema d e
cree ncia de los propios actores.
Los rev olucionarios pa rtie ron de la certeza de que su acción se inscribía
en el esce nario de una Historia inex orable que comenzaba a des plegarse pa ra
culminar en la sociedad s ocialista. Confiar on, además, e n que el marxismo leninismo constituía no s ólo una her ramie nta para “leer objetivamen te la
realidad objetiva” sino, tambié n, una “guía” infalible que ofrecía múltiples
claves para opera r sobr e aquella realidad acelerando, así, el pas o de la Historia.
Fracasado su proyec to, es casi inevitable que se preguntara n „¿por qué no pasó lo
que tení a que pasar? Si la revoluci ón estaba destinada a triunfar y si só lo n ecesitaba de
nuestra acción y sacrificio para su consagración, entonces, fuimos derr otados porque en
algo nos equivocamos. ¿En qué?‟ A partir de allí, si se sostiene no ta nto la “justeza
de la causa” como, fundame ntalmente, su sistema de cree ncias, no puede
menos que encontrarse las razones del fracaso en las “lecturas pobres”, e n las
“insuficiencias en el manejo d el marxis mo” (la “guía”) que habrían
dete rminad o los “er rores”, trunca ndo o de sviando, en consecue ncia, una
historia destinada a ser otra.
No es sor pre nde nte que este esquema argumentativo alimente los debates
y balances políticos entre los pr opi os actor es, pero de be ad mitirse que se
vuelve pobre e n la pluma del historiador allí d onde se espera que éste
contri buya a explicar a su objeto (por qué actuaron como ac tuaron) y no a
valorar sus decisiones y rasgos par ticulares a par tir d e postulados y mod elos
ideales.
Finalmente, hay un último tópic o que se re corta de la bibliografía sob r e
el PRT-ERP y que interesa señalar par ticularmente aquí puesto que, junto a los
ante riores , ha operad o c omo refe re nte de d iálogo de es ta investigación: la
imposibilidad de la militancia pe rre tista de d ete nerse a tiempo o r etroc ede r,
aún bajo la sospecha siempre sec reta de es tar encami nánd ose hacia una muerte
segura o hacia la de rr ota. Se i ncluyen dentr o de este tópic o los trabajos d e
María Seoane y Ana L ong oni.
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En la biog rafía de Rober to M. Sa ntuc ho, esc rita por S eoa ne, se dejan ve r
no s ólo las contradicc iones, pasiones y d eseos de un hombr e; se erige, además
y fundame ntalmente, el Santucho di rigente cuyo voluntarismo y obstinada
tenacidad le impide n v olver c ríticame nte la mirada sobr e sus propias
dete rminaci ones, detene rse o r eorientar el r umbo aún fre nte a cos tos os y
estre pitosos fracasos . En una dire cción similar se inscribe el ar tículo de Ana
Longoni. Se ñala allí la autora la existencia de indicios que estarían
evidenciando una c onciencia íntima entr e los militantes de que se dirigían
irremediableme nte hacia una der rota aplastante y, e n último té rmino, hacia la
pr opia muer te. ¿“Por qué persistier on?” es la inquietante pr egunta que vertebra
su escrito.
Han sido, entonces, el problema de la línea política par tidaria –
especialme nte aquél referido a la así l lamada “militarización” - y el de la
imposibilidad de la militancia per retis ta de dete nerse a tiempo o re tr oc eder
aquellos que han delimitad o el conjunto d e vectores que orie ntó la pres ente
investigación.
Si al abordar es tos pr oble mas me he ce ntrado en la subjetividad partidaria
es porque entie ndo que existe una fuer te lógica inter na entre lo que los
militantes del PRT -ERP pensar on, pr oy ectaron, cre yer on y aquello que
efectivame nte hicier on (al mismo tiempo que ese hac er nutri ó sus ideas, sus
represe ntaciones y cre encias). En otras palabra s: no me he interesad o tanto por
los ajustes o desajustes entre su línea política y la realidad histórica como por
la unidad entre su sistema de cree ncias y valores, por un lado, y su hacer , por
otro. De ahí, que haya renun ciado a la noción de “err or” como categoría
explicativa, optando, en c ontra posición, por d esplegar la perspectiva pa rtidaria
y rec ons truir la tra ma de ideas, cre encias, represe ntaciones y valor es que
fueron de te rmina ndo su acciona r. Si muchas de las interv enciones sobre el
PRT-ERP que han inte ntad o ex plicar el derrote ro de la organización ha n
enc ontrad o en el pulso errático de sus hombr es, en sus falencias, necedades y
miopías las causas del gran equívoco que tor ció una historia des tinada a ser
otra, es ta i nvestigación se orie nta en dire cción c ontra ria. I nte nta afirmar, más
bien, que aquellos hombres actuaron en todo mome nto precisame nte c on
aquello que portaba n: un conglome rado de formulaciones y cr ee ncias -que no
podía sino impulsar la acción ar mada de la organización - articulado c on u n
puñado d e ma ndatos morales defi nitivamente irrenu nciables e n ta nto hacían a
su pr opio ser r evolucionario. La propuesta es, entonces, volver la mirada s obre
esa articulación y sobr e la subjetividad resultante buscand o allí lo s elementos
que contribuyan a ex plicar los actos de a quellos hombres y mujer es que
hallaron e n las c onsignas “hasta ve nce r o morir, por una A rgentina e n armas,
de cada puño un fusil” el sentido total de sus vidas y de sus muertes.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
TRIBUS DE L A IZ QUIERDA E N LOS 6 0´: BOLCHES , LAT AS Y
TUPAS. UNA MIRADA DESDE LA CULTUR A POLÍTI CA
Ana Laura de Giorgi 59
Mae strí a e n C ie nc i as P ol í ti c as. F ac u l tad de Ci e ncias Soc i al e s. U ni v e rsi dad de l a
Re pú bl i c a, U ru gu ay . Año de def e nsa: 2 0 10
Este trabajo pre tendió mostra r cómo en l os años 60 existían diferentes
formas de se r de izquierda. Ser comunista, socialista o tupamaro, no implicaba
solamente sos tener cie rtas ideas y estar de acuerdo con cier ta estrategia.
Además, suponía valorar y actuar en un senti do par ticular, que tenía se ntido y
era compre ndido e n la medida que uno per te necía a un colec tivo y no a otro.
La izquierda también se difere nciaba en térmi nos de cultura política.
Se definió la cultura política como los valores y las prácticas de cada
organización. Se busc ó identif icar los campos compa rtid os y sus
diferenciaciones, c on el objetivo de d escribi r y comprend er a la vez, cuáles
eran los componentes defini torios de la cultura bolc he, lata y tupa. Pa ra cada
una de las dos dimensiones d e la cultura políti ca, valores y práct icas, se a nalizó
la autoridad, las jerarquías, la disciplina, la discusión, los pr oces os de decisión
y las características del militante.
Algunas de las preguntas que buscó res pond er la investigación fue ron:
¿Qué valores guían el comportamie nto de c omunist as, socialistas y tupamaros?,
¿Cuáles son sus prác ticas políticas que los identifican y dan s entido a su
accionar?, ¿C ómo se relaciona n valores y prácticas?, ¿En té rmi nos de qué
valores y qué prácticas, coincide n y se diferenc ian?
Esta fue una investigaci ón realizada desde la disciplina de la cie ncia
política pe ro que dialogó e n forma per mane nte con otras disciplinas,
especialme nte c on la s ociología, la historia y la antr opología. La pe rspectiva
teórica del estudio, la cultura política, no fue la más utili zada ni la más
conocida e n cie ncia política, sino que r ecurri ó a nuevos d esarr ollos te óric os,
dentro de la disciplina per o que tomó en cu enta a otras disciplinas del área
social.
Realizar una descripción d ensa e n té rminos de Gee rtz (1992), fecunda e n
tér minos de R oss (1997), per mitió hace r intel igibles algunos c ódigos inter nos
de funciona miento. La des cripci ón minuciosa de cada cultura dejó en evidencia
cómo esta tarea desc riptiva es de suma impor tancia para c ompre nde r las
culturas políticas. De otra f or ma ha bría sido muy complej o e nte nde r las lógicas
de funcionamie nto de socialistas, comunistas y tupamaros y quedaríamos
pres os de los motes que estos utilizaban para refere nciarse e ntre ellos. 60 Esto
per mitió compre nder e i ncluso ex plicar las distintas raci on alidades de cada
cultura política.
La opción de distinguir entre valores y prác ticas en cada cultura política
para analizar en qué medida los valores s e traduce n a prácticas y pueden
Insti tu to de C ie nc i a P ol í ti c a, F acu l tad de Ci enc i as Soc i al e s, U niv e rsi dad de l a
Re pú bl i c a, U ru gu ay . anal au rade gi orgi @ gmail .c om
60 “F i e rre ros”, “u l tras”, “gru pú sc u l os me si áni c os”, “c u adrados”, “patri nq u e ros”, e ran
al gu nas de l as e xpre si one s u ti l i zadas q u e daba n c u e nta de l as c u l tu ras pol í ti c a s
ri v al e s.
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explicar la acción, fue otro de l os aciertos, ya que en más de una oport unidad
pudimos consta tar un cuerpo de valores no tra ducidos a prácticas.
Otra de las novedades del estudio fue la perspe ctiva compa rada para
analizar la izquierda uruguaya. Se seleccionó al Partido Comunista, al Partido
Socialista y al Movimiento Na cional de Li beración – Tupama ros desde el
entendido que ha bía que estudiarlos de forma c omparada para pod er
compr ende rlos e n su ca balidad. Para comprender a los tupama ros nec esitamos
conoce r a los comunistas; no pode mos compr end er a estos últimos si no
conoce mos bien a los socialistas; y no es posible compre nde r a los socialistas
sin repa rar e n los tupama ros y los c omunistas. Son tr es organizaciones que
cons truye ron su identidad a par tir de un pr oc eso de similitud y dife renciación
dentro de la izquierda y que mer ecían ser estu diadas y compre ndidas desde sus
lógicas internas. 61
La pe rspe ctiva compa rada pe rmiti ó c ompre nder la racionalidad de cada
cultura política e n tér minos de racionalidades rivales. La pers pec tiva relacional
fue especialmente útil ya que de no ha be rse realizado la compa ración habría
sido más complej o identificar qué cosas tiene n en c omún y qué cosas
distinguen a comunistas, socialistas y tupamaros en los 60´. La perspec tiva
comparada pe rmitió pre cisar en té rminos de qué cosas se establecen las
diferencias y se disputan los espacios físicos y simbólicos.
Esta tesis per mitió no sólo compre nder el re sultado de un fenóme no, la
cultura política de tal o cual organización, sino su proc eso de produc ción y
reproducci ón. Considero que este es uno de l os aport es sustanciales: a través
de la experie ncia individual poder obse rvar y analizar una experiencia colectiva
que daba sentido de per te nencia.
En es te último s entido, ca be se ñalar que la memoria fue la fuente
fundamental para realizar esta investigación, a t ravés de ella se buscó alcanzar
el objetivo d e compre nder prác ticas y valoraciones políticas. Este no fue un
trabajo s obre la me moria, sino que apeló a ella para cons truir otro obje to d e
estudio, la cultura política de la izquierda uruguaya en los años 60´ .
Pero trabajar c on la memoria fue todo un d esafío que nos lleva a repensa r
cuán cuidadosos debe mos ser los investig adores, al igual que con los
docume ntos o c on otras fuentes, a la hora de recur rir a aquella. Esta
investigación trabajó c on la me moria de i ntegrantes de organizaciones con
diferentes actitudes o prác ticas discursivas, sobre las que se debió estar alerta y
respe cto a las cuales, posible me nte , se come tió algún er ror e n el ejercici o de
inter pr etación.
Tod os sabemos que las lecturas del pasado se realizan desde un prese nte
y ese prese nte no es el mismo para las organiz aciones aquí en estudio. No sólo
por el rol que ocupan en el escenario político hoy en día, sino por el discurso
que mantie nen. Es tas difere ncias se iba n viendo dura nte el proceso de
P or su pu e sto q u e otras i zq u i e rdas tambi é n c ontri bu y e ron a f orj ar l a c u l tu ra
f re nti sta, l a De moc rac i a C ri sti ana y e l Anarq u i smo, s on c l aros e j e mpl os de e l l os y
ú ni c ame nte por l i mi tac i one s de ti e mpo para d e sarrol l ar l a i nv e sti gac i ón f ue ron
e xc l ui dos de e ste trabaj o.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
relevamiento de inf or mación, funda menta lmente entre quienes fuer on
comunis tas y tupamaros e n aquella época.
Aunque no se cuenta con un instrumento de medición específico o éste
no fue pe nsado ni diseñad o, desde la perc epción gene ral de quien realizó las
entrevistas, pod ría decirse que las actitudes res pec to a la entr evista misma
variaban: los tupamar os estaba n orgullosos y contaba n su historia
verborrágicame nte, los comu nistas algo incómod os con la suya eran un poc o
más parcos. Segurame nte los desempeños p olíticos de las organizaciones de
refer encia, vistos como exitosos o fracasados por ellos mismos, incidan en esta
distribución de ac titudes.
Y justamente por esto, también es posible entender por qué los
testimoni os tupa maros solían ser ta n homogéneos mie ntras esto no suce día con
los testimoni os comunistas. ¿Cuánto incide e n la homogeneidad del relato la
pers pec tiva triunfalista? Muchos e ntrevistados que fueron tupamar os,
recurrie ron a la image n de Mujica, luego hic ieron una traspolación Mujica Sendic, l uego explicaron el MLN -T desde Se nd ic.
A su vez la homogeneidad del relato tupa maro per cibida a través de la
realización de entrevistas, posible mente ta mbié n tenga que ver con la
capacidad de las organizaciones para escribi r su historia. El MLN -T ha sido
más que pr olífero c ontand o su de rr ote ro, ide ntificand o hi tos y hér oes, que en
muchos relatos se r eite raban. S epara r lo que era la vida de Sendic de la vida de
otro tupa maro o tupamara, fue todo un desafío.
El acceso y disponibilidad de los archivos tampoco es casualidad, tiene
que ver con estas prácticas discursivas. El MLN -T pone a disposición su
“arsenal docume ntal”, declaraciones de guerra, curs os de entre namiento
militar, manuales de inter rogatorios, curs os para fabricar bombas, manej o de
armas, etc. , etc.
Por otra pa rte hay otr o arc hivo, seguramente con muc ha más
infor mación, más or denad o per o bien guardado, el a rc hivo del PCU,
impe netrable, guardado e n la casa de la reciente fallecida Alcira Legaspi, viuda
del líder máximo y en la sede del Partido Com unista 62. Para el caso del Partido
Socialista, los archivos están despe rdigados en las casas particulares de los
dirigentes d e aquella época. Ojalá en un fu turo podamos c ontar con fue ntes
docume ntales que nos per mitan c ontras tar la información por igual.
Además, es impor tante señalar que apelar a la memoria desde la
pers pec tiva relacional, ta mbié n fue un desafío a la hora de distinguir y sepa rar
las “cuentas pendientes”. Algunas lecturas del pasado, es tán muy ancladas en el
reproche, caso clarísimo, el de l os comunistas hacia los tupamar os. C omo
señala Torrejón, estudiar es te perí odo no es tarea se ncilla “…las narraciones
sobr e este pasado está n sumergidas en la é tic a de he roísmo y d el mar tirio, sin
salir de la tra mpa d el homenaje para unos, d el desprecio pa ra otr os. (T orr ejón:
2007:95)
Esta investigación, finalmente fue una oportunidad para que la ciencia
política ingresa ra al campo de los es tudios del pasado recie nte , algo poc o
Si n c on tar ade má s c on l os arc hi v os e n p ode r de l a Di re c c i ón de Inte l i ge nc i a cu y o
ac c e so e s re stri ngi do y su e le se r f ru to de de c i si one s arbi trari as.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
común en Uruguay, aportand o desde una pers pec tiva teórica es pecífica y
apre ndiend o de otras disciplinas a compr end e r y r eflexiona r sobre el pasado y
la memoria.
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“ALGO PARECI DO A LA FELICI DAD”. UNA HISTORIA DE LA
LUCHA Y REPRESIÓN DE LA C LASE TRA BAJA DORA DURANTE LA
DÉCA DA DE L SETE NTA (1973 – 1978)
Federico Lorenz
Doc torad o e n C i e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad Na c i onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 10
La historia de la Agrupación Naval Peronista de astilleros Astarsa es un
caso que, aunque con caracterís ticas excepcionales, no deja de comparti r
muchos aspectos con otras experiencias que se desarrollaron en el mar co del
amplio fe nómeno de movilización social de la década del sete nta. El trabajo
estuvo regido por la idea de que la concie ncia de clase no es algo que comie nza
a existir a partir d e un descubrimiento, sino a lgo que se construy e en el ha cer
cotidiano, y que se tra nsmite e n es ta misma operación. De allí que la estrategia
analítica fue narrativa, a pa rtir d e la idea de que la clase es una relación
histórica que se verifica en un pr oces o, es decir, mientras ocurre . La
investigación analizó cómo sucedía esto en un espacio y tie mpo acotados, y por
eso tomó c omo refe rencia mod elos de la microhistoria. El obre ro es obr er o
dentro y fuera de la fábrica; y en el caso de la Agrupación Nav al y los
Montone ros esto se r eforzó por las ca racte r ísticas de la política ter ritorial,
tanto d e esa organización c omo de otras que a ctuaban en el es pacio ge ográfico
de la zona Norte del Conur bano bonaer ense .
Comenzamos por un he cho fundacional: la toma d e los astilleros As tarsa
por un grupo de jóvenes tra bajadores, conte mporáneame nte a la asunción d el
gobier no per onista de Héc tor J. Cámpora, entre finales de may o y los prime ros
días de junio de 1973. La toma fue un mome nto de gran visibilidad pública y
política; se trató de un he cho muy breve por su duración pe ro pr ofundamente
significativo en aquellos años. El golpe al pod er pa tr onal provino de un gru po
pequeño de trabajadores que produjo un hec ho que r ompió las reglas de juego
vigentes en el astillero ha sta ese mome nto. Pe ro ni fue espontáneo ni
impr ovisado: respondi ó a una estrategia política desarrollada por militantes de
organizaciones revoluciona rias dentro y fuer a del astillero, apoyad os en una
estructu ra de agrupaciones y f rentes ter ritoriales que e n el caso de los
Montone ros esta ban e n pleno c recimie nto. Y fue esa ins erción en las
estructu ras te rritoriales de una organización político – militar lo que resultó
decisivo para asegurar el éxito de la toma: esta per tenencia les aseguró redes de
apoy o log ístico, legal y polític o, e ins cribió la exitosa c oncre ción de esa e tapa
de su lucha en un pr oces o político may or. La toma de l os astilleros y otr os
conflictos que se sucedie ron fuer on una eta pa en la lucha de agrupaciones que
se organizaban en los bar rios , fábricas y talleres de la zona Nor te y que en
algunos casos funcionaban desde los años inici ales de la Resistencia Peronista.
Esta constatación da mayor precisión a algunas lecturas ya clásicas sobre
el períod o. Nuestra investigación encontró un trabajo de armad o político en el
astillero que llevaba por lo me nos dos años, con liderazgos definidos que ya
conf ronta ban abie rta mente con la conducción sindical antes d e la toma. La
Agrupación Naval, por sus vínculos con agrupaciones más antiguas, “heredaba”
tambié n el prestigio y la inser ción d e un activ ismo de dos d écadas en la zona.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Se trataba d e grupos cuy os integrantes tenían una amplia y variada experie ncia
política y sindical, que además era n r efere ntes pa ra la militancia pe ronista
(como los he rma nos Liza so). E n cons ecuencia, en el caso de los astilleros es
importa nte matizar la idea de que los grupos clasistas y radicalizados eran
“recién llegados” a las fábricas y la política. Lo más fructífer o es preguntarse
qué hizo que muchos trabajador es jóvenes se r adicalizaran, en qué prác ticas
ante riores se a poya ron, y por qué ese pr oces o no alcanzó a un may or nú mer o
de sus compañe ros.
La toma de finales de mayo y junio de 1973 estuvo conducida y
pr otagonizada por un grupo d e obre ros jóvenes que aunque de origen
heter ogéne o c ompar tían diversas carac terístic as: un corte ge ne racional c on los
trabajadores más viejos que los e nfre nta ba a ellos, fuertes vínculos bar riales y
afectivos y una politización a nclada en el contex to revolucionario d e
comie nzos de los años setent a. Los militantes de la Agrupación consti tuyer on
un sector d e la clase obrera, juvenil y radica lizado, per o que se alimentó de
formas d e lucha y valoraciones de profund o arraigo e n és ta. Los jóvenes
obrer os y futuros integrantes de la Agrupación se nutrie r on de ese clima de la
mano de algunos militantes de may or ex per iencia que fueron claves e n su
politización. Esto llama la ate nción a la circu lación e ntr e la mic ro y la mac ro
política, a la “dimensión política nacional”, 63 que encarna ba a escala territorial
en las prácticas militantes de hombr es y mujeres. Esta idea orie nta la
inter pr etación en dos sentidos: en prime r lugar, sobr e la riqueza analítica de
estudiar la “traducción” a la escala local y micro de las grandes c onsignas y
líneas de acci ón política; l uego, d e esf orzar nos por es tudiar ambos espacios
inter relacionados, como círculos concé ntric os de un movimiento c omún.
El discurso clasista y reivindicativo a nivel d e la fábrica se insc ribió en
discursos mayores de liberación nacional e ins tauración d el socialismo. Lo que
no se puede ignora r para el períod o es la retr oalimenta ción e ntre un contex to
nacional c onvulsionado y radicalizado y lo que sucedía en la fábrica, no c omo
mundos pa ralelos sino como ondas de un movimiento gene ral, que adquirían
especifi cidad de acuerdo al territorio y la experiencia que atravesaban. La idea
de pe nsar e n “ondas” lleva, también, a pensar los pr oces os de avance y
retroc eso de ese movimiento, o sea, e n su historicidad.
La per te ne ncia de la Agrupación a la Juventud Trabajado ra Pe ronista fue
la traducción política d e es te movimiento d e e ncuentr o e ntre las dema ndas
sindicales y procesos y pr oye ctos políticos más amplios, y los militantes
sindicales los actores de esa articulación. Si analizamos el “éxito” de la
Agrupación en su s primer os tie mpos, és te s e basó e n las for mas de acción
política y e n las caracte rísticas de sus demandas: salariales, laborales, y de
cuestiona miento a dirigencias sindicales criticadas. Señalamos, sin embarg o,
que el origen de la Agrupación Alesia fue h eter ogéneo, tanto e n té rminos de
traye ctorias de vida como políticas. E n su crecimie nto y politización, la
Agrupación se valió de su pertene ncia a una or ganización político - militar para
forzar a la pa tr onal a ace pta r una serie d e condiciones que exc edían las
Gare th Ste dman Jo ne s, Le ngu aj e s de c l ase . E stu di os sobre l a hi stori a de l a c l ase
obre ra i ngl e sa (1 8 32 -1 9 82 ), Madri d, Si gl o XXI, 1 98 9 , p. 1 0 .
63
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
reivindicaciones salariales, ya que la creación de la C omisión d e C ontr ol
Obre ro de Higiene y Seguridad les permitía incidir sobre la planificación de las
actividades del establecimiento y en sus ganancias. Con la toma, los
trabajadores de Astarsa rom pie ron no sólo los “criterios tácitos de je rarquía
espacial”, 64 sino que simbólicame nte , invirtier on el or den s ocial mismo que los
soste nía: durante a pr oximadame nte dos años, el pulso de la fábrica lo marcar on
ellos.
Sin e mbarg o, d ebe mos introducir ma tices a e sta idea. Uno d e ellos es el
lugar que las mujeres tuvieron e n el pr oye cto político d e sus compa ñer os y, por
exte nsión, de organizaciones revolucionarias como la Agrupación Naval. Las
esposas de los trabajadores, sus familias (el “hogar”) quedaron
escrupulosame nte afuera del pr oceso: por prec aución, por mac hismo, o por una
combinación de a mbos eleme ntos. Mie ntras los hombres es taba n embarcad os
en la lucha política, las mujeres c ontinuar on s iendo “amas de casa” y es posas,
reproducie ndo un esquema pr esent e e n la cultura de los sector es populares.
Esto es contradictorio inclusive con las propias prácticas te rritoriales de la
Agrupación, uno de cuyos es pacios de traba jo lo cons tituyer on las familias
navales de Rincón de Milbe rg, muchas de las cuales particip aron activame nte
de la militancia ter ritorial. Cuando llegó la r epr esión s obre es os espaci os, el
“aislamiento” en el que ha bían vivido las esposas de muchos de ellos pote nció
sus efectos destruc tivos.
Con es tas caracte rísticas, entre 1972 y 1975 encontra mo s un fenóme no d e
crecimie nto del espacio de influencia de los militantes navales de JTP, de la
fábrica al barrio, y d el bar rio a la incidencia como Agrupación e n la política
nacional a parti r de la participación en una organización r evolucionaria que
estaba aún a la of ensiva. Esa ex pansión se produjo en per mane nte
enfre ntamiento c on l o que los tra bajadores ll amaban la “Santísima Tri nidad”:
la “burocracia sindical”, la patr onal y la policía. Desarr ollada entre 1973 y
1975, coincide con el conflicto inte rno d el pe ronismo y la prese ncia creciente
de la violencia y la lucha armada en la política. Enfre ntaba n a una patr onal
pode rosa aunque mome ntáneame nte a la defensiva, que comenz ó a teje r
alianzas con la facción sindical opositora a la JTP, muy fuerte y cultura lmente
importa nte e ntre los obrer os que la Agrupación quería repr esentar. Sus formas
de hace r política y el bagaje ideológico de sus demandas los alejaron
gradualmente d e su condición d e re pr esentantes de l os trabajadores para
confi narlos en la carac teriza ción de “subversivos” o “guerrilleros”, como una
deriva de su c ondición i nicial de “bic hos colorados”. Aunque en auge dura nte
el camporismo, de bier on def end er posiciones e n un conte xto polític o
crecie nte me nte hos til por pa rte del Estad o per onista.
En esta lucha la violencia fue una opción, que los navales sufrieron y
pr odigaron. Pe ro una opción significa agencia. Enc ontramos en los tes timonios
que no aparece un rec hazo explícito al uso de la violencia: las muertes, propias
y ajenas, son justificadas a parti r de u n c ontexto históric o e n el que és ta era
uno de los le nguajes de la política. Los e nfr enta mientos c on la “bur ocracia”
muestra n que ambas facciones sindicales apela ron a recurs os que iban desde la
64
Dani e l Jame s, Re si ste nc i a e i nte grac i ón, p. 4 9
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asamblea hasta el asesinato pe nalizador. Y es to no es u na equiparación e ntre
una masacre desmesurada que comenz ó en 1975 –organizada desde el Estado y
con la activa participación de los sec tores sindicales ortodoxos y el
empresariado - y se c or onó du rante el te rr oris mo d e es tado y las acciones d e las
organizaci ones insurge ntes, sino un intento de devolver especificidad política a
esta discusión para que tal equiparación no sea posible.
La per tenencia a Montoner os fue un elemento de presión eficaz mientras
esta organización ma ntuvo un importa nte trabajo de masas y una visibilidad
que no se re ducía a las espec taculares acciones armadas y actos ter roristas a las
que se volcó fundamentalmente luego de s u pase a la clandestinidad, en
septie mbre de 1974. Pero desd e finales de ese año, dic ha pe rte ne ncia come nzó
a volverse en c ontra: simbólicame nte , pe ro sobr e todo por la pérdida de la
iniciativa que introdujer on en los militantes y en el conjunto d e los obre ros el
miedo y la inc er tidumbr e a par tir de la seguidilla de asesinatos y secuestr os e n
la zona.
La contradicción más fuerte a resolver –pu es debían ac tuarla en sus
prác ticas políticas - fue aquella entre las for mas de la acción política que su
per te nencia a una organización político militar clandestina les exigía y aquellas
pr opias del activismo sindical, agravadas p or su forma de vida: pública,
conocida, c on fue rte a rraigo e n el lugar de tra bajo y el ter ritorio. Si a mediados
de 1970 la consigna d e los Montoner os era replegarse sobre las bases, y que las
casas obreras s erían “f or tines montoner os”, estas bases no tení an forma de
hacer un r epliegue semejante : no te nían na da a sus espaldas más que sus
pr opias casas. Los márgenes pa ra decisiones e n este contex to era n seguramente
muy pequeños, y llegaban a dos extre mos: el dilema entre u na for ma de
militancia sindical que les había dado la victoria en otr o contexto político,
prác ticame nte suicida en 1975, y la militarización, e n un conte xto en el que el
ambiente que habían dominad o les era hostil y peligroso. Los militantes
navales no fue ron uná nimes en la ac eptación de las direc tivas de M ontoner os.
Algunos de ellos se clandestinizaron y pr ofundizaron su compromiso político,
otros se alejaron tanto d e la Agrupación como del espacio d e tra bajo.
Influyer on e n estas decisiones tanto pos turas políticas como situaciones vitales
y senti mientos. Es to obliga a eludir el camino directo de pensar las relaciones
entre la militancia sindical combativa y la guerrilla sólo como un espacio d e
fricción e ntre ambas for mas de lucha, soslayando el análisis de los desafíos
que planteaban uno y otr o espacio a los militantes, y sobr e tod o la
inter relación entre a mbos. Analíticamente es más fructífer o ver las prácticas
pr opias de la violencia política como un e spacio de inte racción entre las
militancias específicame nte si ndicales y las de las organ izaciones político –
militares, antes que como un ter ritorio de pura contradicción.
El repliegue de los años 1974 y 1975, prod ucido por las agresiones y
asesinatos de las bandas paraes tatales y sindicales, se transformó en d err ota y
matanza por el gol pe de Es tado de 1976. No obstante, el impacto simbólico del
24 de marzo, cons olidado por la militancia de varias décadas de las
organizaciones de der echos humanos, no d ebe borra r la idea d e que los
sectores sindicales combativos, al igual que otras organizacion es ter ritoriales,
venían siendo pe rseguidos y asesinados desde dos años antes de esa fecha
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emble mática. El estudio de la represión al movimiento obrer o cuestiona la idea
(ref orzada por las c onmemoraci ones ) de que el terr orismo de Estad o
“come nzó” c on el golpe d e Estad o: las ba ndas de la Triple A , e n articulación
con miembr os de las Fuerzas Armadas, funcionaban desd e dos años antes, y e n
tod o caso debe pe nsarse e n etapas de un plan repr esivo, constituido: a) por la
instauración de es tos escuadr ones de la mue r te (1973 – 1975), b) los decre tos
cons titucionales de “aniquilamiento” que le dieron may or autonomía y control
de la re pr esión a los militares (1975); c) la toma del pod er por las Fuerzas
Armadas (1976). Es to llama a analizar las responsabilidades de dife re ntes
sectores sociales, per o sobr e todo l os partidos políticos legales y los
empresarios. L os trabajadores sufrían una r epr esión y violencia cre cientes
desde finales de 1973. Y si bien no es c ompara ble en su magnitud al te rr orismo
de Estado des plegado de sde 1976, no deben estudiarse c omo cuestiones
separadas sino como e tapas de un mismo proc eso re presivo.
¿Cuáles serían las consecue ncias de ex plorar este c or rimiento simbólico?
Aparec en inicialmente algunos caminos analíticos y nudos te máticos: analizar
las redes civiles de la represión, revisar las actitudes de los partidos polític os y
otras instituciones políticas y sociales en el tejido de complicidades y
responsabilidades que impulsaron o al menos facilitaron la matanza posteri or
(clandes tina e n par te de sus formas per o fuer temente e nraizada y visible en la
expe riencia c otidiana de quienes vivieron, tr as la época de la Triple A, los
llamados “años de plomo” del terr orismo d e estado). Esto aún no ha sido
hec ho y requiere de más es tudios de caso y tra bajo s compa rativos que pe rmita n
contras tar lo que emerge del caso Astarsa: que los grupos políticos
radicalizados de trabajadores (y por ex tensión, la clase) sufrieron el embate
represivo desde mediados de la década del setenta (en el caso de los astiller os,
el prime r asesinado da ta de may o de 1974, mientras que en el ter ritorio
enc ontramos mue rtos de la JTP ya e n noviembre d e 1973), en for ma visible y
amenazante en sus lugares de trabajo y vivienda. Por último, tene r pr esente que
el conflicto, que llegó a ser casi una guerra entre las organizaciones
revolucionarias (incluidos sus frentes de masas ) y la or tod oxia sindical 65 mer ece
ser estudiada desde una pers pec tiva que tenga en cuenta el enf re ntamie nto
intra clase que los sec tores d omina ntes aprove char on y poten ciaron, para luego
avanzar sobre el conjunto de los trabajador es.
Con la impleme ntación del te rr orismo de Estado se pr ofundizó la
represión a los es pacios más ele mentales y esenciales de las redes de
sociabilidad obre ra: se pasó d e las fábricas al barrio, del bar rio a las casas, para
luego tener d e re he nes a sus familias tanto c on el mied o a las re pr esalias como
con la espe ranza del regres o. La re presi ón, c omo mues tra la historia de Mar tín
Toledo, el obr er o secuestrado d e la casa en c onstruc ción que es taba levanta ndo
ante la ord en de Montoner os de cambiar de d omicilio, r ompió la lógica de que
“los problemas d e la fábrica e ran de la fábric a”. Lo hizo desapar eciend o a los
E nte nde mos q u e l a noc i ón de “gu e rra” e s probl e máti c a. Si n e mbargo , de sde e l
pu nto de v i sta de l a e xpe ri e nc i a de l os ac t ore s, d e l os doc u me nto s o rgáni c os de su s
e stru c tu ras y de l a organi zac i ón de su s rec u rsos en f u nc i ón de l a l u c ha pol í tic a, e sta
f u e c onc e bi da así .
65
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militantes, amed rentand o a sus familias (e n muc hos casos asesiná ndolas
tambié n) como una f or ma de cortar c on e l ejemplo, de darle ca rnadura,
nombres y apellidos a la revancha f rente a los avances y a los miedos vividos
por sec tores d omina ntes a ntes del golpe. El miedo fue sin duda un importa nte
elemento disciplinador, y espar cido a escala loc al se ramificó c on pr ofundidad
en el espacio y e n el tiempo, ya que como vimos en algunos testi monios
continúa su trabajo en la tra nsmisión de la ex perie ncia de los militantes a nivel
familiar.
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A MÍ ME LLAMAN PELUDO . CULTURA, POLÍTI CA Y NAC IÓN EN
LOS MÁRGE NES DE L URUGUAY
Silvina Merenson
Doc torad o e n C i e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad Na c i onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 10
Desde la segunda pa rte del siglo XX, la palabra peludo nomi na a las
pers onas vinculadas al trabajo ru ral en la ciudad de Bella Unión, si tuada en el
depar tame nto de Ar tigas, en la frontera te rritorial que Uruguay comparte con
Argentina y Brasil. 66 La tesis aborda la historia esquiva, contradictoria y
fragmentaria de es ta palabra –peludo -, de las pers onas que se autodefinen a
partir de ella y del múltiple juego d e re pr esentaciones del que deriva el sujeto
que esta palabra refier e: l os p eludos. En la supe rposición d e es tos tr es niveles de
análisis hallamos una vía de acceso a las sedimenta ciones y transf or maciones
que, entre 1940 y 2006, trama ron algunas de las diversas narra tivas sobr e la
nación e n Uruguay. Se tra ta de una vía de acceso privilegiada dado que el
derr oter o que siguió y sigue la palabra peludo, las trayectorias de las persona s
que esta palabra (auto)nomina y el sujeto que ella refiere permi ten indagar con
pers pec tiva histórica un problema que hasta el momento ha mere cido poca
atenci ón: los márge nes inte rior es que delimitan las narrativas nacionales. La
tesis, más específicame n te, se pregunta por los pr oces os de c ons titución de
estos má rgenes para pe nsar las relaciones e ntr e la (re)pr oducción de nar rativas
nacionales, las for maciones nacionales de alteridad y las f(r)icciones e n que
éstas se sustentan. Aun cuand o la tesis inicia su recor rido con el nacimiento de
la agroindustria azucarera en Bella Unión, hacia mediados de la d écada de
1940, en lo que sigue me dete nd ré e n los capítulos y dimensiones que
conside ro per tine ntes a la convocatoria.
Tal como pued e despr ende rse de la literatura militante 67, desde principios
de la década d e 1960 a la actualidad, el pr oceso d e organización sindical y
radicalización política de los peludo s de Bella Unión captó la atención de la
amplia y he te rogé nea “izquierda montevideana”. El arribo a B ella Unión d e
Raúl Sendic (el máximo líder del Movimie nto de Li beraci ón Nacional –
Tupamar os), su desempeño como notario de la Unión de Trabajadores
Azucareros d e Ar tigas (UTAA), es de cir del s indicato que reú ne desd e 1961 a
los p eludos, las 5 marc has realizad as por este s indicato hacia Montevideo e ntre
1962 y 1971, y la relación de la UTAA con el MLN -T son algunos de los varios
“eventos crític os” (Das, 1997) que jalonaron esta ate nción. Sin e mba rgo, hasta
el momento, la (r e)pr oducción del proceso d e emblematiz ación de l os p eludos
E sta no mi nac i ón e s produ c to de u na anal ogí a c on u n a ni mal de l a zona. C o mo e l
“pe l u do” –o Tatú - l os trabaj adore s ru ral e s, e spe ci a l me nte l os c ortadore s de c aña de
azú c ar - re ali zan su trabaj o e nc orv ados sobre e l su rc o, y q ue dan e nne grec i dos por l a
me l aza de l a c aña q ue mada ante s de l c orte .
67 Me re f ie ro a l os te xtos pu bl i c ados por q u ie ne s, con di sti nt os grados de c ompro mi so
y re sponsa bi l i dade s, f ormaron p arte de al gu na de l as organi zac i one s re v olu c i onari as
pol í ti c ame nte ac ti v as e n l os años se se n ta y se te nta. E ntre e l l os/as Rose nc of (1 9 8 9 ),
F e rnánde z Hu i dobro (1 9 8 6 y 2 0 0 4 ), Bl i xe n (2 0 0 0 ), Gi l i o (2 0 0 4 ), F ont ora (1 9 8 9 ),
C osta (1 9 7 2 ), P ri e to (1 98 6 ).
66
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como sujeto y motor de la r evolución en el Uruguay de los años sese nta y
setenta y sus distintas sedime ntaciones no c onsideraba las pr opias pers pec tivas
de este sujeto. E n c onse cuencia, entiend o que uno de los apor tes de la tesis
radica en el trabajo de campo realizado en la zona Bella Unión, entr e peludos
(hombres y mujeres ) pe rtene cientes a 3 generaciones , integra ntes o no de la
UTAA. Sus prácticas de historización, atra vesadas por las dime nsiones de
géner o y generación, puestas en di álogo c on distintas fuentes y soportes
culturales 68, per mitió pone r en discusión algunas cuestiones que me ncionaré
muy breve mente.
Cre o que la tesis puede ser una contribución a la hora de descentrar l o
que Demasi (1995) identificó c omo “una imagen netamen te montevideana”
acerca de las memorias de la violencia polític a y el terr orismo de Es tado. E n
este sentido, el trabajo de campo e n Bella Unión indicó d os cuestiones claves
relacionadas entr e sí. Por una par te, la nec esidad de revisar la cronología
conse nsuada hasta el momento para la dictad ura uruguaya (1973 -1985). Por la
otra, la necesidad de c onside rar las articulaciones e ntre cultura, política y
religión pr opues tas por lo s peludos . Estas ar ticulaciones, ex presadas muchas
veces en lo que denomina n sucedi dos 69, hizo posi ble captar las tra nsfor maciones
del tiempo históric o, anclado e n múltiples ex periencias vinculadas al trabajo, la
vida familiar, la política, la visibilidad/invisibilidad del sujeto, etc.
Entre otras cuestiones, la tesis analiza los mod os s iempr e complejos y
conflictivos e n que la militancia citadina y los peludos aporta ron a la producción
ritual de una formación discursiva que, entre 1961 y 1971 consagró la
represe ntación é pica y miserabilista del sujeto en cuestión . En las bases de tal
rep rese ntación, e n la que enc ontra mos un pr ofundo cuestionamiento de la
narra tiva acerca del “Uruguay Feliz” o la “Suiza de América”, obse rvamos las
disputas que siguieron a la inscripción del país en la senda Latinoame ricana.
Para dar cuenta de ello des cribi mos y c ontrastamos los mod os en que la
militancia citadina y lo s peludos nar ran el arri bo de Raúl Sendic a Bella Unión, la
fundación de la UTAA y las repr esenta ciones que los/as tiene n por
pr otagonistas de la primera (1962) a la quinta marcha cañera (1971) hacia
Montevideo. Pensar las cinco marchas cañera s como “ritual de larga duración”
(Chaves, 2000) nos pe rmiti ó obse rvar la c opr oducción de lo s p eludos como un
sujeto cuya inclusión o exclusión d el colec tivo nacional fue y es en sí mismo
una for ma de posic ionarse e n relación con y ente nde r el Uruguay. En el
potencial de refuerz o, disti nción y/ o agregación d esplegado e n las marcha s
pueden observarse los “ingr edientes” que hici eron a la f or mación discursiva ya
mencionada: la identificación de los cuer pos d e los peludo s y la inscripción de la
68 Ade más de re l ev ar l a pre nsa e sc ri ta de c i rcu l ac ión l oc al y nac i onal e ntre 1 9 40 y
2 0 0 5 , trabaj é c on ot ras f u e nte s y s op orte s c u l tu ral e s q ue i nc l uy e n l as au di c i one s
radi al e s de l a U TAA, al gu nos nú me ros de su bo l e tí n i nf ormati v o y l as ac tas de l a
C omi si ón Di re c ti v a. Ade más de l a l i te ratu ra mi l i tante , re c u rrí a te xtos te sti moni al e s,
l i te rari os, c anc i one s, f oros v i rtu al e s, i máge ne s, y al c i ne doc u me ntal .
69 Los su cedi dos so n re l atos e sc e ni f i c ados q u e , si e mpre apare nte me nte tu v i e ron l u gar
e n e l pasado re moto o re c i e nte , a parti r de l os cu al e s los peludos i de nti f i c an ac tore s,
e xpone n v al orac i one s, of re c e n ref l e xi one s y repre se ntac i one s so bre e l pasado, e l
pre se nte y e l f u tu ro.
101
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
pobreza e n ellos; su ter ritorialización, que puede adver tirse e n las ideas y
distinciones e ntre campo, ciudad y norte y la c ombinación de dos le nguajes: el
lenguaje sagrado de la política y el lenguaje honorífico de la vio lencia.
Indagar e n los tér minos menci onad os hasta a quí el que fuera uno de los
períodos de mayor visibilidad de los peludos nos pe rmitió a bordar los r egistros
de la violencia política y el terrorismo de Estado de un mod o que hasta
entonces no había sido c onsiderad o. A pa rti r del pr oces o sociopolític o que
atravesó Bella Unión entre 1972 exploramos la creación, operacionalización y
superposición
de
disti ntos
sistemas
clasificatorios.
Estos
sistemas
clasificatorios no s ólo resultan funda mentales pa ra compr end er las
represe ntaciones, persiste ncias y transf or maciones e n los distintos pr oces os de
implicación nacional atravesados ta nto por quienes f or maron parte de la UTAA
como por quienes no lo hicier on . Ta mbié n per mite n obs ervar las
sedimentaciones loca les y nacionales de la repr esentaci ón mise rabilista -é pica de
los peludo s y las tensiones que ello supone. E n las clasificaciones rojo-azul-verdeamarillo-blanco-co lorado, las distinciones entr e quien es y no es considerado/a
hijo del pueblo y entr e tendencistas-prol etarios-r enunciantes-dirigentes histórico s
hallamos las lecturas que los peludos ofr ece n como r espuestas a la formaci ón
discursiva ya mencionada.
Las distintas combinaciones posibles de estos y otros sistemas
clasificatorios por quienes se qu edaron en Be lla Unión, marc har on al exilio o
fueron de tenid os/as resultó un punto de ingreso clave a las conti nuidades y
transf or maciones ope radas sobre las repres entaci ones de l os peludo s e n el
contex to pos -dic tatorial. La muer te de S endic (1989), el r esu ltado d el
plebiscito por la “Le y de caducidad de la pre te nsión punitiva del Estad o”
(1989) y el ingreso a la UTAA de una nueva generación de militantes
socializada en formas de lucha, negociación y prác ticas políticas distintas a las
expe rime ntadas por la gene ración fundadora del sindicato marcar on las
discusiones acerca de lo que lo s peludo s c onsid eraban que de bía ser la redención
social del sindicato. Entr e fines de los años ‟80 y fines de los ‟90, a partir de los
diversos sentidos atribuidos a tres palab ras que fueron par te del vocabulario de
la militancia de la UTAA y de quienes s e refirier on a ella para nar rar el
Uruguay -conversión, reconver sión e integración - analizamos las articulaciones del
“lenguaje de la clase”, el “lenguaje de los derec hos huma no s” y el incipie nte
“lenguaje de la inclusión” propio de la sociedad política desc rita por
Chatterge e (2007). Estos tránsitos, no exentos de te nsiones, especialme nte
generacionales, indicar on una transf or mación del idioma de la política y, por
ende, una se rie de tra nsformaciones en los pr oces os ide ntificatori os que
ubicaron a lo s peludo s de la UTAA en una nueva posición en relación a las
narra tivas sobre la nación, fuerteme nte ligadas al Mercosur.
Hasta aquí intenté resumir l os apor tes más bien de orde n e m pírico que,
entie ndo, r ealiza la tesis. En té rmi nos teóric os, si cabe esta suer te de falsa
distinción, cre o que lo fundamental estaría dado por la necesidad de pensar una
acepción más a mplia de lo que implica el estudio de “las culturas de los
sectores populares”, ha bitualmente asociada a los sec tores populares ur banos ;
la discusión acerca de la relación entr e la agencia y los sentimientos de
implicación nacional de es tos se ctores a lo l argo de un proceso histórico y,
102
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
finalmente, la intr oducción de u na cate g orí a – “f(r )icción” - que pe rmi tiría
analizar las relaciones entr e la (re )producci ón de nar rativas nacionales y las
formaci ones nacionales de alteridad.
Inspirada en Car dos o de Oliveira (1963), a lo largo de la tesis empleo la
idea de “f(r )icción” para al udir el d oble movimiento inte rpreta tivo que, al
mismo tiempo que busca esta blece r una ide ntificación – siempre ar bitra ria,
diría Hall (2006)- como marca distintiva de un grupo social, indica un desajuste
con otras identificaciones posibles, promovid as por otr os actores. Esta d oble
condici ón por la que se pretende conocer y re c onoce r a un grupo social a partir
de dete rmi nadas marcaciones supone u na “ficción” y una “fricción”: “ficción”
no como falsead, sino c omo c ons trucci ón social, histórica y reguladora,
portadora de significado y, “fricción”, por que siempre implica potenciales
tensiones, disputas y desacuerd os de diversos tipos.
Cuando pie nso en las “f(r )icciones” desencadenadas en la producci ón d e
relatos acer ca del pasado recie nte, me re fiero a contexto s e ins tancias
pr oble máticas más sutiles y quizá menos conflictivas que las abordadas por
Cardos o de Oliveira: pienso e n el juego de repr esentaciones, pujas y disputas
de sentidos que ope ran, en este caso, sobr e p eludo y s obre las pers onas que se
definen y s on d efinidas a partir de es ta nomi nación. La tesis propone que una
parte sustantiva de la incorporación de lo s pelu dos a las “for maciones naci onales
de alteridad” en el Uruguay se sustenta en la coproduc ción histórica de es tas
“f(r)icci ones” que habitan en las distintas narr ativas acerca del pasado reciente .
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
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104
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
MEMORIAS DE LOS „70. LA PROPUESTA TEÓRICA, POLÍT ICA Y
ORGANI ZAT IVA DE LA OR GANIZAC IÓ N COMUNISTA PO DER
OBRERO
Ana María Moha ded 70
Mae strí a e n e n Ci e nci as Soc i al e s. U niv e rsi dad Nac i onal de C atamarc a. Año de
de f e nsa: 2 00 9
La tesis aborda el proceso de c onf or mación y consolidación de la
pr opuesta te órica, política, organizativa y prác tica de la Organización
Comunis ta Pod er Obrer o (OCPO), desd e su gestación hasta su afianzamiento
en el país. El relato de esta h istoria surge del entre cruzamiento de difer entes
voces y f or matos discursivos, como son las más de cuare nta entrevistas a e x
militantes de OCPO y, la revisión de mate rial bibliográfico y d ocume ntación de
la época.
La nar ración está c ons truida a par tir de d os c oordenadas: la temporalidad
(compre nde la década 1965 – 1975), y la espacialidad. Esta última refiere a los
centr os urbanos en los que OCPO tuvo un d esarrollo significativo: Córd oba,
Buenos Aires, La Plata, Tucumán y Santa Fe.
Cre o que el apor te más ex plícito que la tesis propone es ampliar el deba te
en torno al pensa miento político y mod os or ganización de la izquierda de los
70, y también en tor no a tópic os para revisar el pasado reciente.
Cuando empecé a trabajarla, la litera tura sobre O CPO no te nía
circulación o era basta nte desc onocida. Ac tu almente sigue siendo u na deuda
pendie nte. Sí son nume rosas las investigaciones, ensayos, ar tículos sobre otras
agrupaciones políticas de la etapa, tal el cas o de Montoner os o del Par tido
Revolucionario de los Tr a bajadores y Ejér cito Revolucionario del Pueblo. E n
menor medida, ta mbié n fueron apa recie nd o te xtos sobre FAR (Fuerzas
Armadas Revolucionarias), FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y FA L (Fuerzas
Armadas de Libe ración).
Sobre OCPO hubie ron algunas publicacion es de escasa tirada y, en
general, circunsc riptas a temas más especí ficos, como -por eje mplo -, la
expe riencia en las Coordinad oras y M esas de Gre mios e n Lucha (1974/75), o la
pr opuesta alreded or d el docume nto “De moc r acia y Revolución” (1975) 71. En
2005 la R evista Lucha Armada en la Argentina Nº1, incluye un Dossier sobr e
OCPO, y e n el 2009 se publica el libro Organización Comunista Poder Obr ero. Una
Aproximación al Socialismo Revolucionario en los 70 72, el mismo se agotó en poc os
meses (es tos dos últimos son publicaciones motivadas por esta investigación).
C e ntro de E stu di os Av anzado s - y Dp to. de C i ne y TV de l a E scu el a de Ar te s F Fy H
de l a U ni ve rsi dad nac i onal de C órdoba
71 Re v i sta ¿Qu é hace r? P or e l re arme te óri c o e n l a c lase trabaj adora. Nº1 . A t r ei nt a Años
del g olpe: R evolu ci ón y Cont r ar r evoluci ón en Ar g ent i na (2 0 0 6 ) Bue nos Ai re s. E di t. C ol e c ti v o
Qu é Hace r C u ade rnos de l M -IR. D emocr aci a y r evoluci ón, Or g ani z aci ón Comuni st a Poder
Obr er o. (2 0 0 6 ). Se rie Doc u me ntos Marabu nta Izq u i e rda Re v ol uc i onari a. Bue nos Ai re s.
E di ci one s Si n Tre gu a.
72 Or g ani z aci ón Comuni st a Poder Obr er o. Una Apr oxi maci ón al Soci ali smo Revolu ci onar i o de
los 7 0 . (2 0 09 ) Obra c ole c ti v a. E dic i one s A Ve nc e r. Bue nos Ai re s.
70
105
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Ahora bien, deci r que esta tesis da cuenta de una propuesta política de la
que había poc os r egistros publicados no i ndic a claramente ninguna novedad, o
importa ncia del asunto. La izquierda en nuestro país fu e muy pr olífera en esos
años y son muc hísimos los agrupamie ntos que corre n la misma suerte de
omisión. L os casi 30 años de d emocracia y l a más recie nte res titución (e n el
ideario social) del valor de la política como espacio de construc ción que nos
compe te a tod os, r eactivó la necesidad de inda gar en la inmensa riqueza te órica
y política de los de bates , te nsiones, crí ticas, err ores, pote ncialidades etc., que
habitar on el pasad o recie nte. Y en los últimos dos años surgieron algunas
publicaciones que rec oge n ma teriales de aquellos deba tes d e las organizaciones
más conocidas y tambié n de las no tanto.
En la década del 70 fui militante de la C or riente Universita ria por la
Revolución Socialista -cuyo r efere nte político era OCPO - , y e n la actualidad
mis recuerd os y bagajes teóric os no alcanzaban para explicar aquella práctica
por la que transité , por lo que me propuse és ta búsqueda, no sólo pa ra calmar
inquietudes pers onales, sino ta mbié n c omo un aporte reflexivo s obre esa
expe riencia, desde una pers pec tiva críti ca de la discursividad que atraviesa el
tiempo ac tual, en el que, a su vez, c reo que es posible pr oducir es tas
respuestas.
Con toda la subjetividad pasional a cuesta, y de la que solo pued o
distanciarme ética mente en pos de cie rta honestidad c omo inves tiga dora,
entie ndo que el aporte de esta tesis esta en que hay en la experie ncia de OCPO
aspectos inte resantes y distintivos en lo teóric o, en lo político y en lo
organizativo.
Es una organización tardía res pec to de las otras más conocidas. Se
cons tituye en f inales de 1974 en virtud de una fusión largamente anunciada
de e ntr e siete y diez agrupamie ntos de las grandes ciudades industriales. Es
muy inter esante ese pr oces o de unificación, c imentad o mas en la práctica de
los militantes que e n los acue rdos (que tam bié n) d e las direcciones orgánicas.
Por lo que en el desar rollo de la tesis hay u n espe cial cuidado en destacar
esos aportes teóricos, metod ológicos, políticos, práctic os y humanos que los
testimoniantes destaca n de las tray ectorias pr evias. Estos pr oces os de fusión
–que atraviesan la vida de OCPO - obligan a un funcionamiento de
direcciones c olegiadas y al debate de divers as trayec torias y aportes e n la
teoría y u na definición d e las ta reas revolucionarias para la A rgentina,
recupe rand o aspec tos del marxis mo, cuestiona ndo al estalinismo y valorando
la experiencia pe ronista.
En el tex to hay un desarr ollo de las definiciones que van nutrie ndo los
acuerdos de la “nueva izquierda” naciente: la afirmación de que la etapa
mostraba las condici ones de una situació n pr e rrevolucionaria; la asignación de
que el liderazgo político del pr oces o le pe r tenece a la clase obrera, y más
especialme nte al pr oleta riado industrial; y que las tareas ce ntrales se
disputaban e n los ce ntr os urbanos del país. Sobre esas claves se mont an los
acuerdos que ex plicitan la nec esidad de conformar una organización
indepe ndiente del par tidismo tradicional. Hay un acercamiento a las
per cepciones y descripciones de una dinámica que caracteriza el caldero
político d e los 60 y 70 y una exploración de las matrices que moldean la
106
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
denominada “nueva izquierda socialista”, franja que en ese entonc es se
diferenciaba de la posición de montoner os y del prt -er p.
Desde l o teórico los a ctivistas ligados a OCP O resca tan y unen de bates
que se venían desar roll and o e n diversas ver tie ntes de la izquierda y concluyen
en una defi nición d e país no c omo c olonia, sino e n térmi nos d e capitalismo
depe ndiente, asevera n que no hay un par tido r evolucionario que pueda hacers e
por voluntad de unos resueltos militantes , inc lu so niegan la posibilidad de que
pueda habe r un único par tido, y aún estos varios depe nde n de condiciones de
lucha y relaciones d e fuerza, y no d e deci siones de grupos más o menos
numer osos; plantea n que la hegemonía de un Frente Revolucionario no se
garantiza con progra mas previos, ni solo c on acuerdos d e c onducci ones, sino
que se redefine e n cada momento de lucha; aseguraban que la lucha por la
democracia y el socialismo tenía un carác ter i rre mediablemente viole nto y que
ese e nfre nta miento -e ntre el pr ole ta riado y s us aliados, por un lado, y la gran
burguesía y el imperialismo, por el otro - se resolvía en una Guerra Civil
Revolucionaria.
La constitución de OCPO es pr oducto – entre otras cosas - de la
decantaci ón de un profund o pr oces o autocríti co de numer os as agrupaciones de
izquierda respec to de ha ber promocionado el voto r epudio ante las elecciones
de 1973, esto las lleva a re pasar se riamente su concepto, posicionamie ntos y
prac ticas fre nte al pe ronismo. La autoc rític a puso e n cues tión ta mbié n las
dinámica s del ce ntralismo o del ver ticalismo en los modos d e funcionamie nto
de las organizaciones políticas contrainsurge ntes.
Por otra pa rte , en la edición de las entrevistas se señala que -en virtud de
sus prácticas políticas - , los activistas crear on l azos ident itari os y subjetividades
compar tidas que marcar on las vidas para siempr e; que las autocrí ticas
desarrolladas pr opiciar on una ex pe riencia refl exiva impor tante y una dinámica
cuestionad ora de funciona miento; y q ue la estrategia de frentes y alianzas que
signa la política de OCPO, es una huella inter esante para revisar las
contradicci ones e ntre pe ronismo e izquierda que perma nece n en el pr esente.
Algunos de los supues tos que a traviesan y el trabajo son: que al relatar la
pers pec tiva política de OCPO se constru y e una versión de los aconte cimientos
socio- históricos , asumiendo la focalización s ubjetiva de los entr evistados en
combinación c on la organización de la narrativa elaborada; que l a posibilidad
de pone r en común esa ex pe riencia desde las memorias de sus ha cedores
acarrea el peligro de la imprecisión, el ocultamiento, la tergiversación y la
subjetivación, pe ro que tie ne la ventaja de la posibilidad de accede r a distintas
miradas y sentidos, de rec ons truir ac onteci mientos desde u na pluralidad de
expe riencias y vivencias, y de ac erca rnos a la dimensión pasional que tod o
pr oyec to político e ntraña.
El géne ro discursivo elegido per mite trazar un rec or rido te mátic o que se
inicia con la génesis de la organización OCPO. Sobr esale de este momento
histórico su proc eso constitu tivo en el que confluyen se ctor es de la
denominada -en ese mome nto-, “la nueva izquierda socialista”, y otr os c on
traye ctoria per onista. El rec or rido continúa con el surgimiento de la propues ta
que abarca: una descripción de la realidad polític a y social del país, entre los
años 1969 y 1975; la caracterización de los procesos de ca mbio s ocial y la
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
explicitación de las estrategias para sustentar tales proc esos de ca mbio.
Asimismo, a lo largo de toda la superficie textual se transpare nta el mod o d e
funcionamie nto que se pr opuso OCPO c omo organización política, su
pr ograma, su relación con diversos sector es, su propuesta de alianzas, y las
reflexiones autocrí ticas que se formularon des de su origen.
Al cons truir es te r elato a nclado e piste mológic amen te e n los causes de la
memoria, la vuelta al pasado está marcada por el prese nte. Esa relación de
movimiento te mporal se verifica en divers os aspectos. El prese nte es el punto
de par tida de la memoria, porque -sea individual o grupal - de pe nde d el entorno
o r ealidad social. Como s eñala Halbwachs (2004), las memorias no son un
tesoro individual guardado en una caja en el desván, se van construye ndo e n
relaciones inte rde pendie ntes. Vienen unas e n apoy o de las otras, no como un
simple encade namie nto, sino en r e lación c on dete rminad os marc os sociales:
“esto s marco s co lectivos de la memoria no son simples f ormas vacías donde lo s recuerdo s
que vienen de otras partes se encajarían como un ajuste de piezas, todo lo contrario, esto s
marcos son precisamente lo s instrum entos que la mem oria col ectiva utiliza para reconstruir
una imagen del pasado acorde con cada época y en sintonía con los pensamientos
dominantes de la sociedad.” (Halbwachs, 2004:10). Por su par te, la frase de Walte r
Benjamin, “adueñarse de un recuerdo ta l y como relumbra en el instante de peligro”
(Be njamin, 1987:180), le permite a Pilar Calveiro (2004) reforzar el conce pto
ante rior cuand o dice “ef ectivamente creo que son los peligro s del presente lo s que
convo can la memoria, y nos llevan entonces a traer el pasado, a traerlo como r elámpago
que ilumina fugazmente, en un instante, lo s peligro s de la actualidad, los p eligros que en
este momento repr esentan para nosotros un desafío.” (Calveiro, 2004: 72)
Richard Flacks (1994), en un análisis que hace desde lo s movimientos
sociales en Estad os Unidos, y que trasciende a su esencia a nivel inter nacional,
sostiene que existe una continuidad entre la tradición cultural de la izquierda
de los 60/70 y los grupos que impulsan los nuevos movimientos s ociales hoy ;
y pr onostica que, fre nte a la crisis de los par tidos políticos de masas
tradicionales, esos movimie ntos van a desempe ñar un pa pel de cre ciente
importa ncia como alter nativas de participación en la vida pública.
Desde las investigaciones, prác ticas polític as, actividades docentes y
acciones discursivas e ideológico -personale s que transi to , no e ncue ntro
certezas acerca de c ómo los pue blos y gr upos sociales se nutr en de las
“enseña nzas” que acarrean las memorias y la historia. Es difícil afirmar que
sirven pa ra que los hombres y las mujeres distingamos -e n nuevos signos adverte ncias del pasado, y con ello podamos preve nirnos “para no re pe tir los
mismos e rr ores”. Pe ro sí sabe mos que las personas nos c omunica mos c on las
expe riencias propias y ajenas, y que estos p r oces os -d ond e se produc en
sentidos y se gene ran pasiones -, nos pote ncian dime nsiones colec tivas o
individuales, afectivas u ofensivas, de reconocimiento o de indifer encia hacia
los otr os.
Desentra ñar aspectos de esas páginas de la historia socio -política de
nuestr o país es hoy un desafío, porque fueron escritas e n un tiempo signado
por la participación e n pr oye ctos colec tivos, solidarios y equitativitas,
movimientos que luego se pusier on en crisis; porque sus re significaciones
necesita n de la pluralidad de voces que las engend raron, la mayoría de las
108
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
cuales están ausentes; y porque el prese nte propone -i mpone relatos y le cturas
desde marc os sociales diferentes.
Cuando trabajamos con memorias de l os 60 /70 aparecen –
inevitableme nte -, valoraciones sobre esa eta pa, y se abre un espacio de disputas
que abarca no s ólo la nominación d el pasado, sino –y consecue nte me nte - u n
posicionamiento e n el prese nte soci o - polític o argentino, y la legitimación de
teorías y de prácticas, de sentidos y de mod os de cons truirse c omo país.
Esta tesis es también, entonces , un intento para cimentar un r elato que partie ndo d e aquellas subjetividades, del desentraña miento de las ideas políticas
y los pr esupuestos que sos tenían las práctica s de OCPO, de las focalizaciones
de los e ntrevistados, d el entra mand o y combinado situaciones/ ac ciones de
otros tie mpos -, ac tualice la apuesta de cons tr uir una sociedad donde la justicia,
la libertad y la igualdad no sean solo debates teóric os.
109
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
REINVE NC IONES DEL FUEGO. RESI GNIF ICAR LA LUCH A
REVOLUCIONARIA DESDE E L PRESE NT E: EL MOV IMI ENTO DE
LIBERA CIÓ N
NA CIONAL -TUPAMAROS
URUGUAYO
Y
EL
MOVIM IENTO DE IZQUI ERDA REVO LUCIONAR IA CHI LE NO
(1965 -2009). 73
Alondra Peira no Iglesias 74
Mae strí a e n E stu di os Lati noame ri c anos. F ac u l tad de Fi l osof í a y Hu mani dade s.
U ni v e rsi dad de C hil e . Año de de fe nsa: 2 0 0 9
Para empezar
Para empezar, me par ece ne cesario detene rme un mome nto en la pr egunta
pr opuesta. En primer lugar, y aunque par ezca evidente, es basta nte complicad o
e incluso arriesgado evaluar una misma el apor te te ór ic o o e mpíric o de la tesis.
Cre o que ese impacto se verá con el tiempo, l os pr oces os de reflexión y de bate
teóricos y empíricos tie nen sus propios ri tmos. S obre todo que,
inevitableme nte, la idea de “memorias sociales” tiene que ver con los procesos
históricos mis mos, es d ecir és tas se construy en y tensi onan pe rma nente mente
dentro d e la compleja telaraña de relaciones y transf or maciones políticas,
sociales, culturales, económicas, ideológicas, episte mológicas, etc . Dicho esto,
cre o que otra c osa es analizar algunas problematizaciones que pueda plantea r la
tesis en torno a cier tos ele me ntos pr esentes e n el deba te sobr e la batalla de las
memorias, como un ejer cicio de autocrí tica.
Nuevas ba tallas por la memoria bajo los go biernos progresistas en la
Región: iz quierda versus izquierda
Un elemento que resca taría de esta tesis como apor te a los debates e n
torno a la recons trucción simbólica e históric a de las memorias sociales es la
reflexión más política ace rca de la r elación entre Me morias, DDHH y
gobier nos pr og resistas. En la última d écada la historia recie nte de nuestra
región ha sido e n gran par te rec ons truida en base a la historia oral. Es ta
her ramienta teórico -metodol ógica resulta pa rticularmente útil pa ra res catar las
memorias vivas, sin dejar por ello de s e r un ter ritorio funda mentalme nte
contradic torio. Lo r eciente de las dictaduras cono sureñas tiene como uno de
sus efectos que la tra nsmisión d e la experienc ia de los y las protagonis tas aún
se realice de mane ra directa. La tesis aquí prese ntada plantea un análisis
comparativo e ntre aspe ctos específic os de los pr oces os polític os chileno y
uruguayo de los últimos cincuenta años . A tra vés de esta c omparación, la tesis
analizó cómo se resignifica y reinter pre ta la experie ncia revolucionaria pasada
desde los inter eses polític os y cargos guberna mentales actuales 75.
P rof e sor patroc i nante C arl os Ru i z Sc hne i de r.
Grado 1 , C e ntro de E stu di os Inte rdi sc i plinari os U ru gu ay os, F ac ul tad de
Hu mani dade s y C ie nc i as de l a E duc aci ón, U de l aR.
75P ara
e sto he re al i zado oc h o e ntre v i stas ( se mi -abi e rtas): se i s mi l i tante s de l
Mov i mi e nto de Li be rac i ón Nac i onal -Tu pamaros ( e n ade l ante MLN, c i nc o hombre s y
u na mu j e r) y dos e x mi l i tan te s de l Mov i mi e nt o de Izq u i e rda Re v ol uc i onara (e n
ade l ante MIR) -ac tu al e s soc i al i stas (u n h ombre y u na mu j e r). He i nc l u i do tambi é n al
anál i si s u na e ntre v i sta re al i zada e l año 2 00 5 a Ju an Saav e dra (e x mi ri sta -ac tu al
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Para empezar de mos un pas o hacia atrás, y veamos e l giro político d e
cierto sec tor de la izquierda que de revolucionario e n los sesenta -se te nta pasó
a ser prog resista e n las últimas décadas. Muy sucinta me nte, dura nte los años
ochenta y noventa se proc esó u n pr ofundo giro ide ológico e n la izquierda. La
tend encia hacia la hegemonía neolibe ral (ide ológica y económica) desd e hace
aproximadame nte cuatr o o cinco d écadas es una transformación a nivel
mundial, y las dictaduras latinoamericanas hacen par te d e este proceso de
mediano plazo. Aquí es d ond e se inser tan los cambios de paradigmas teóricos ,
que tienen por resultado actual la imposición de un meta -discurso político que
en aparie ncia es único. E n este sentido, el proceso s ocial y cultural que
impusieron las dictaduras en el Cono Su r caló pr ofundame nte nuestras
sociedades, aunque con ritmos difere ntes.
Entre los aspe ctos más evidentes de dichos giros polític o -culturales, la
mane ra de ente nde r y ejer cer la po lítica es uno de l os rasgos más tristeme nte
palpables. Si bien e n su pre te nsión d e cie ntif icidad y tec nicismo, la ideología
neolibe ral se autolegitima c omo a - política y a -ideológica, e n c onc orda ncia con
el sociólogo c hileno T omás M oulian, ésta contiene los tr es eleme ntos propios
de las “ideologías utópicas”: una idea natural de lo s ocial, una idea absoluta del
futuro y la justificación del re curso a la fuerz a para la defensa de esos ideales
sociales 76. Es una ideología que n aturaliza la organización social, política y
económica actual: ésta no se muestra ni como una posibilidad entr e otras ni
como una más de las distintas opciones e n conflicto, sino c omo lo natural, se
plantea c omo la verdad, como el ejer cicio neutro y objetivo de la
administración social. Es te pragma tismo univ ersaliza las relaciones de pode r y
las dinámicas sociales, autolegitima las estruc turas ec onómicas y políticas que
sostienen y justifican su poder y domi nación.
Al obviar los pr ocesos históricos más amplios en que las situaciones y
circunsta ncias actuales se c ons truye n, es ta ide ología sepulta la historicidad de
los pueblos, i nvisibiliza y silencia la lucha de clases, los conflictos de i nte reses
y las correlaciones de fuerza, en que las construcciones y luchas sociales y la
prác tica política se inse rtan. “El ree mplazo d e la política como c onf rontaci ón
por la política c omo ad ministra ción, generar á las condici ones de la pe rfec ta
gober nabilidad.” 77 La clase política domina nte s e compone de pr ofesionales del
pode r. Esto se manifiesta de mane ra evid ente e n el tipo d e partid os y
coaliciones que hoy día se expa nde n como ve hículo y espacio del ejercicio de la
política insti tucional; partid os que se fund an en la nec esidad de ser más
compe titivos elec toralme nte y que, en vías de es te obje tivo, aba ndon an
mi l i tante de l P arti do P or l a De moc rac i a –e n adelante P P D -, q u i e n e n e se mome nto
e ra Al c al de de l a C omu na de P e dro Agu i rre Ce rda), e n e l marc o de l a i nv e sti gac i ón
para mi se mi nari o de grado para o ptar a l a l i c e nc i atu ra e n Hi stori a, F acu l tad de
F i l osof í a y Hu mani dade s, U ni v e rsi dad de C hi l e , 20 0 6 . La di spari dad e n e l nú me ro de
e ntre v i stas de u n paí s y e l otro re sponde a l a di fic u l tad q ue e nc ontré para c onse gu i r
l as e ntre v i stas e n C hi l e . E ste aspe c to e s tambi é n parte de l anál i si s, si e nte nde mo s
di c ha di f ic ul tad c omo u n si l e nc i o qu e re sponde a l o probl e máti c o q u e le s re su l ta a
l os e x MIR -ac tu ale s P S re fe ri rse a su pasado re v olu c i onari o.
76 Tomás Mou l i an, Ch i le Act ual: anat omí a de un mi t o, Santi ago: LOM e di ci one s, 1 9 9 7 .
77 i de m, 59 .
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pr oyec tos d e c ons trucción s ocial, política y ec onómica (ejemplo de esto son el
Partido por la De mocracia y el Partid o Socialista en C hile y el Movimiento d e
Participación Popular en Uruguay). Es to se re fleja de manera aún más evidente
en la prác tica ins titucional de las coaliciones pr ogresistas: por eje mpl o el
Frente A mplio en Uruguay y la Conce rtaci ón de Partidos por la De mocracia e n
Chile –con algunos matices impor tantes - ad optaron opciones pragmá ticas y
tec nóc ratas -si es que se puede calificar así, e n el fond o siempre hay voluntad
política, pod ríamos hablar de una voluntad política te cnóc rata - como
gobier nos. Avalan y adopta n oportunis tame nte la lógica del conse nso, que a
grandes rasgos es la opci ón política de l a anulación de las difere ncias
ideológi cas: la clase política simula la discusión política y gene ra un apare nte
“acuerdo” acerca de cuáles son los fines que se buscan.
A parti r de este giro ideológic o aparec en los acomod os políticos y las
reinter pre taciones de la ex perie ncia pasada, específicam e nte de las pe rsonas
entrevistadas. Existe una innegable re - negación d e proyec tos revoluciona rios
de tra nsformación social, se aband ona n viejos, pe ro no obsole tos, paradigmas
clásicos de la izquierda: como la lucha de clases y la necesidad del
enfre ntamien to direc to a las es tructu ras de dominación. Aquí hay que
dete nerse un segund o a pe nsar quiénes s on los que hoy aband onan las ideas de
emanci pación social. Si pensamos que es tos sectores, que anta ño fue ron
revolucionari os, e ntendie ron la rev olución c omo una lucha coyu ntural que
pasaba por la toma d e las armas, e ntonces cl aro que el proyec to se les agotó.
El foco, más allá de sus variantes y ve rsione s, plantea una pers pec tiva cor to
placista de la construcción r evolucionaria, d onde el centr o d e los linea miento s
estratégicos está en la lucha armada, y no en la larga y lenta cons trucci ón social
de pode r popular 78.
Así, y e n relación c on l o plantead o, otra manifestación clara, aunque no
por ello menos c ompleja, de es te gir o político se plantea e ntonces e n el ca mpo
de la batalla de las memorias. Hagamos un poc o de memoria. De mane ra
sucinta, e n sus inicios el, tan he ter ogéneo c omo c onflictivo, movimiento de
DDHH a parec e c omo consecue ncia de la repr esión ejercida por las dictaduras.
A finales de los años setenta, los DDHH se definían c omo un conce pto muy
acotad o por un lado y como una tarea fundamentalmente de fa miliares: se
plasmó mayoritariame nte e n de mandas anti -re presivas muy c oncre tas que
jugaron un rol ce ntral en el limitado espac io público de r esistencia a las
dictaduras 79. Más adelante, durante los años oche nta, por un lado estas
demandas tomar on c onsistencia como reivind icaciones políticas de “Verdad y
Justicia”, sobre tod o d e verdad , e n la voz de los/as familiares que exigían
saber dónde esta ban sus desapareci dos/as y lo que había pasado con ellos/as.
Como lo relata Jelin e n “ L os der echos huma nos y la me moria de la violencia
E ste te ma da para u n trabaj o e n sí mi smo.
Mark arí an, Va ni a, I dos y r eci én lleg ados . Mo nte v i deo: E di c i one s l a Vasi j a, C or re o de l
Mae stro, 2 0 0 6 .
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política y la represión... ” 80, es e n es ta década que el campo d e la me moria,
como te ma académico y espaci o polític o surge de las luchas soc iales por
derr ocar a las dictaduras. P or otro lado, ta nto en C hile como en Uruguay, más
allá de los importa ntes matices que entr e ambos procesos existe n, el te ma de
los DDHH estuvo pr esente en las negociaciones hec has entr e algunos de l os
partid os polític os y los militares, para las salidas pactadas de las dictaduras.
Luego, e n los años noventa y d os mil, du rante las transiciones y /o
después de éstas –depe ndiendo de los países -, es la exigencia de justicia la que
va tomand o el ce ntro de la lucha del mov imie nto de DDHH: durante el
segundo lustro de los oche nta y los prime ros años de los noventa aparece n los
prime ros Inf or mes de la r epresión e n el C ono Sur 81. Y luego, fundada e n és tos
y en l os testimonios de los/as sobr evivientes, comie nza a instalarse la de man da
desde las organizaciones sociales de DDHH de juicio y castigo a los
responsables, militares prime ro y civiles des pués, de crí menes y tor turas. Es
durante es ta etapa que se judicializa la lucha por los DDHH. Al parec er una de
las condiciones de la “estab ilidad democ rática ” es que no se moles te a la casta
militar res ponsabilizándola de l os c ríme nes políticos come tidos en dictadura. Y
esto, necesariame nte, redunda en que las ex pec tativas de cie rto sec tor d e la
sociedad en cuanto a la justicia por la violaci ón de los DDHH y a la verdad
con respe cto a los y las detenidos/as desaparecidos/as no sea n satisfechas.
Hoy, esta deuda aún vigente después de décadas de procesos de
rede moc ratización e n el Cono Sur, nos pe rmite poner fuer te mente e n cuestión
estas democra cias ne olibe rales. Y en particular los gobie rnos pr ogresistas, que
tiene n una relación profunda me nte c ontradic toria con el tema.
Es cierto que durante la última década hemos asistido a cierta “explosión
de las memorias” bajo los gobier nos prog r esistas, que se ha manifestado
fundamentalme nte en algunos c oncesiones muy limitadas al heter ogé neo
movimiento de DDHH : gestos d e r econocimi ento s ocial de la r esponsabilidad
del Estado en estas violaciones (tibias y muy d iscutibles políticas de re paración
y rec onocimi e nto, inclusión e n los prog ramas escolares, museos, e tc ), y en
algunas iniciativas sociales de señalamiento (memoriales, monu mentos, etc.),
que son más bien simbólicas, aunque también necesa rias ética y socialmente .
Es más, muchas de las iniciativas que se han llevado adelante como políticas
públicas bajo los gobier nos pr ogresistas re sponden a pequeños logr os del
movimiento de DDHH e n su dura y larga lucha por el re conoci miento s ocial de
la violación de los DDHH. Pe ro una vez ins titucionalizadas ciertas lóg icas de
rec onocimiento, es como si, desde cie rtos sectores, se quisiera pone r punto
final a esa lucha. Así, estos gestos muc has veces no pasan de se r simbólicos,
dejando en un segund o plano la búsqueda de la verdad sobre los/as
desaparecid os/as y la conden a social, histórica y jurídica de los responsables.
Je l i n, E li zabe th, “Los de re c hos hu man os y l a me mori a de l a v i ol e nci a pol í ti c a y l a
re pre si ón: l a c on stru c c i ón de u n c ampo nu e c o e n l as c i e nc i as soc i al e s”. C u ade rnos
de l Ide s, n. 2 , oc tu bre , 20 0 3
81 Al do Marc he si , “Las l e c c i one s de l pasado. Me m ori a y c i u dadaní a e n l os i nf orme s
„Nu nc a Más‟. ”, 2 0 0 1 , e n http://www.c l ac so.org.a r /bi bl i ote c a.
80
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En este sentido, bajo los gobiernos progr esistas la lucha por las memorias
ya no se ex pr esa sólo en la oposición izquierda -derec ha o d emocracia dictadura, sino que se plantean pugnas al inter ior de la izq uierda y se enf re nta n
pr oyec tos sociales e n d emocracia. S e complejizan las relaciones de pode r, y las
memorias c omo un ca mpo es pecífico dentr o d e éstas se rec onfiguran. Apar ece n
nuevos foc os de te nsiones d onde cuajan nuev as contradicciones: se r eactualiza
una vieja pugna “izquierda versus izquierda”, ahora en torno al tema de los
DDHH, y el para qué y cómo de la memoria, aunque no únicamente.
Desde su surgimiento en el Cono Sur en la década de los oche nta, los
estudios de me moria se plantear on c omo un l uga r de denuncia de la izquierda.
La caracte rización de un nuevo foco de te nsiones d onde se confr ontarían
distintas posturas, visiones y c ons truccione s de izquierda, problematiza el
campo de la me moria, re politizand o el de bate e n torno a las memorias.
Podríam os entonces pr oponer una pe riodización muy te nta tiva de la relación
entre DDHH, me morias y luchas político -soci ales. Una prime ra eta pa de fuer te
implicancia política del tema de los DDH H en las luchas sociales anti dictatoriales durante los años oc he nta; u na segunda etapa de apaciguamiento e n
torno al te ma durante los años nove nta; y una ter cera eta pa, la actual, de
nuevas tensi ones bajo l os gobier nos pr ogresi stas: la institucionalización de la
gestión política de los DDHH se confr onta con la ne cesidad de a rticular los
DDHH con proy ectos políticos de tra nsfor mac iones sociales más amplios.
A modo de conclusión parcial
Este tra bajo, realizado durante los años 2008 -2009, trata de pr opone r una
politización de algunos deba tes e n torno a la memoria, articulando una
reflexión histórico -política con un análisis de la recons trucción histórica de la
memoria c olec tiva. Esta tesis, y los desar rollos teóricos que de ella se
despre ndier on posteriorme nte, pr oble matizan, con una fuer te carga ideológica,
el para qué, el cóm o y el por qué de algunas memorias, como el resultado,
nunca acabado, de una larga lucha social y política. Se e xplicitan así las
contradicci ones propias de toda gestión, más bien prefier o hablar de
rec onstrucción, simbólica y subjetiva de las memorias soc iales.
Este campo político -ideológico no deja de estar también impregnad o de
las tensiones propias de las relaciones de poder. La batalla por las memorias
es, como campo social y político, un eleme nto más dentr o de la lucha de clases
actual, sobr e todo en es tas sociedades posdi ctatoriales y en estos contextos
actuales donde pe rsiste n y se agudizan fuertes desigualdades económicas y
pr ofundas injusticias sociales. Paradójicame nte, y sin ir más lejos, hoy día
desde los g obier nos progr esistas se es tá asumiend o, legitimand o e
institucionalizando el uso de la violencia estatal -con tod os los atropellos,
brutalidades y humillaciones que ella ampara - como res puesta a los pr oble mas
sociales: viejos problemas c omo el de la pobreza, y nuevos como l o son la
masividad del consumo de dr ogas y su tráfico.
La lucha por los DDHH no pued e ni e ntend er se ni construirse de manera
aislada. Esta tiene que articularse necesariamente en pr oyec tos políticos que
se asuman desde una memoria viva, activa y combativa, tiene que hace rs e pa rte
de construc ciones sociales tra nsfor madoras más amplias. La consolidación de
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esta memoria va cuajando en la medida que construimos tod os los días nuestra
emanci pación, en c oordinación con todos los actores sociales: tra bajadores/as,
campesinos/as, p oblad ores/as, es tudiantes , desocupad os/as y pue blos
originarios. Es la compr ensión integ ral, y no fragmentada, de los distintos
aspectos y niveles de la vida social, y la articulación de la lucha contra las
distintas violaciones de los DDHH, algunas más ev identes otras más sutiles, en
un mismo pr oye cto político tra nsformador, l as que nos pe rmitirá n r ealmente
luchar por un mundo justo. Y dejo has ta por acá esta r eflexión, porque lo que
sigue, desde mi punto de vista, se los dejamos, con nosotras/os
compr ometidas/os en ellos, a los pr ocesos de l ucha.
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Mesa 5. Los Juicios: conjugando el pasado en tiempo
presente
LAS
LUCHAS
POR
LA
MEMORI A
SOBRE
EL
PA SADO
DIC TATORIA L. POL ÍT ICA (S) Y ME MORIA (S) EN E L JUI CIO POR
LA VERDA D DE MAR DE L PLAT A.
Enrique Salva dor Andr iotti Romanin
Doc torad o e n C i e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad Na c i onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 11
El trabajo que aquí presentamos es un resumen de la tesis titulada “Las
luchas por el sentido del pa sado dicta torial en la ciudad feliz. Memoria(s) y
política(s ) en el Juicio por la Verdad de Mar del Plata”. En dicha tesis hemos
prese ntad o la historia del Juicio por la Verdad de Mar del Plata, algunos de sus
pr otag onistas, las luchas y conf lictos en tor n o al mismo, y la incidencia en la
realización de este juicio de distintos pr oc esos polític os y culturales que
rec or rieron a la sociedad arg entina conte mporánea. Mediante e ntrevistas,
expedie ntes judiciales, notas pe riodísticas y docume ntos rec ons tr uimos la
historia del mismo, desde una pers pec tiva centrada en los actor es que
impulsaron esta modalidad como mane ra de acercar nos a compre nder las
luchas por la verdad, la justicia en relación al ter rorismo de Estado en la
ciudad de Mar del Plata. La tesis const ituyó un apor te empírico
al
conocimie nto de lo acontecido en tor no a esta modalidad jurídica conocida
como Juicios por la Verdad, su impor ta ncia en relación a la presentación del
pasado recie nte y las dimensiones de la acción colec tiva de los org anismos d e
dere chos humanos de la ciudad de Mar del Plata .
Los resultados alcanzados a lo larg o de la investig ación nos per mite n
rec onoce r algunas singularidades que distinguen a este Juicio de los otros
Juicios por la Verdad realizados en el país. E n primer l ug ar, al igual que otr os
pr ocesos, este juicio fue impulsado por org anismos de der echos huma nos y
org anizaciones s ociales. La “novedad” es que en este juicio algunas
instituciones públicas decidieron prese nta rse como querellantes. Así, junto con
los org anismos de dere chos humanos confor maron la denominada “Comisión
del Juicio por la Verdad”. Esta comisión log ró l a adhesión de más de sesenta
sindicatos, par tid os polític os y org anizaciones sociales de la ciudad. En
segundo lug ar, a diferencia de lo que acont eci ó con otr os Juicios por la Verdad,
éste no se realizó en la instancia establecida para la realización de esta
modalidad jurídica, las Cámaras Federales, sino en un tribunal de primera
instancia que no tenía compete ncia originaria en la materia, el Tribu nal Oral
Federal N° 1 de la ciudad de Mar del Plata. Esto significó una innovación
jurídica, que posterior me nte sería utilizada en la prese ntación de otr os Juicios
por la Verdad, y fue el resultado de una estrategia política tendiente a evitar la
inter ve nción de miembr os del Pode r Judicial que podían obturar la r ealización
de este pr oceso. Por último, este juicio fue uno de los dos que continuar on
lueg o de la declaración de nulidad de las leyes de Obediencia De bida y Punto
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Final en 2005, siendo además el p rimer o que emitió una resolución jurídica
acerca de la par ticipación de civiles en el ter rorismo de Estado.
Una mirada más detallada de la historia del juicio y su desar rollo nos
per mi tió establec er algunas conclusiones y, a su vez,
discutir cier tos
presupues tos que están presentes en la literatura acerca de los Juicios por la
Verdad. A continuación pres entamos algunas de ellas:
En pri mer lug ar, demostramos que el orig en de este juicio se explica, en
par te, por la aparición de procesos judiciales a nivel inter nacional que se
desar r ollaron durante el pri mer g obier no de Carlos Mene m y por cambios
políticos ac ontecid os a nivel nacional y local. Entre los procesos judiciales a
nivel inte r nacional se destac ó el inicio de un juicio en España por violacione s a
los derechos huma nos e n la Arg entina en mar zo de 1996. Este proces o g ener ó
una demanda dire cta de inf or ma ción ac erc a de lo acontecid o durante el
ter rorismo d e Estado e n la ciudad que dio inicio a un proceso de c oope ración
entre un g r upo de integ ra ntes de org anismos de dere chos humanos y
sobr evivientes a fin de satisfacer esta demanda. Entre los cambios polític os a
nivel nacional se destacó la aparición en otras par tes del país de los
denominad os Juicios por la Verdad y el ac uerdo alcanzado c on el Estado
arg entino en el caso Aguiar de Lapacó. Estos cambios eran resultantes de la
acción de los org anismos de der echos hu manos de Arg entina y su conocimiento
y difusión per mi tió la visualización de nuevas opor tunidades para los
integ ra ntes de org anismos a nivel local tendientes a la búsqueda de la verdad.
A su vez también i ncidieron algunos cambios en la política munici pal que
per mi tier on un ace rcamie nto e ntre los integ rantes de los org anismos de
dere chos humanos y miembr os del poder político mu nicipal y la apa rición de
aliados inf luyentes en la justicia local que per mitier on a los integ rantes de los
org anismos de de re chos huma nos e xplorar nue vos caminos en el Pode r Judicial
para la búsqueda de la verdad acerca de lo aconte cido durante el Ter r orismo de
Estado.
La dinámica de converg encia entre cambios políticos, opor tunidades y
acción de los org anismos de der echos hu manos nos per mitió pond erar la
impor tancia que debe asignarse a los cambios en las coyunturas políticas a la
hora de c ompre nde r el orig en de estos empre ndimientos. Consideramos que la
aparición de nuevas opor tunidades y cambios políticos resultó clave para
compr ende r el orig en del juicio, per o su desar r ollo nos indica que su incidencia
es relativa: los actores no solo actúan tomando dichas ventajas o como
respuesta a éstas, sino que también crean las condiciones para que estas
opor tunidades se materialicen e n nuevas acciones. Para ello, pone n en jueg o
relaciones políticas y s ociales, toma n decisi ones políticas que clausuran o
habilitan nuevas posi b ilidades y constr uye n alianzas con otros ac tores sociales.
En este plano, el análisis de las decisiones tomadas a lo larg o del juicio nos
indica que estas involucraron aspec tos es tratégicos, afectivos, políticos e
ideológicos. Las decisiones de los actores per mi tier on visualizar la
combinación per manente de factores es tr atégicos/no estratégicos y se
expr esaron en los conf lictos e ntre los distintos actores que promovieron el
juicio en tor no a qué conside rar c omo ter rorismo de Estado, a cómo evaluar
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las responsabilidades sociales durante el mismo o acer ca del alcance de la
verdad, entre otr os.
En segundo lug ar, a lo larg o de la investig ación analizamos la acción d e
los empr end edores en tor no al juicio. Esto nos per mitió obser var que el Juicio
por la Verdad supuso para los promotor es una relación de continuidad con el
for mato de las luchas despleg adas anterior mente, pe ro también un g rado de
apre ndizaje, r uptura e innovación e n sus estra tegias y modalidades de acción. A
fin de realizar este juicio decidier on ca mbiar algunas características que
definían sus luchas estableciend o nuevas alianzas y ampliando los mecanismos
de toma de decisiones. Como indicamos ante rior mente una innovación se
visualizó par ticular mente en la confor mación de la Comisión promotora del
juicio, la Comisión del Juicio por la Verdad (en adelante C JV ) integ rada por
instituciones públicas, par tidos políticos, org anizaciones sociales y org anismos
de derechos huma nos. Su creación nos per mite obser var la existencia de un
obje tivo estra tégico co mpar tido por la mayoría de sus org anizaciones
integ ra ntes, defi nido por la impor tancia de la búsqueda de la verdad. La
apelación a la verdad funcionó como un ma rco que facilitó la ampliación de sus
aliados, definió las acciones llevadas adelante en tor no a g ran par te del juicio,
y per miti ó la adhesión de una par te de la sociedad mar platense. C onjuntame nte
a este objetivo tambié n se prese ntó otr o: la búsqueda de la justicia. La
existencia de un obje tivo prioritario d efinió otro aspe cto del empr endimie nto
que se hizo pres ente e n innume rables mome ntos del mismo, e n especial en la
toma de decisiones, conf lictos y te nsiones que ocur rie ron en tor no al juicio.
La creación de la CJV per mitió ampliación de los actor es y la
conf or mación de una instancia de interse cci ón entre instituciones,
org anizaciones de dere chos humanos y otras org anizaciones sociales, políticas
y g remiales de la ciudad, que se identificaron e n un mismo es pacio c omún, bajo
una misma identificación c olectiva, e n tor no a una demanda única. Aunqu e la
par ticipaci ón de g r upos e instituciones pe r mi tió la ampliación de los actores
sociales e institucionales que demandan la búsqueda de la verdad y la justicia,
en la CJV se mantuvo en líneas g enerales la centralidad del lug ar simbólico y
político ocupad o por los org anismos. La lucha que estos habían d espleg ado,
desde finales de la dictadura, constituye en g ran medida el fundame nto de su
legitimidad. La modalidad org anizativa
de la CJV tambié n nos per miti ó
obser var la existencia de una jerarquía implícit a entre los org anismos y las
luchas por el pode r. En es te se ntid o, las disputas políticas e n la CJV estuvieron
desde un comienzo y se manifestaron en la modalidad org anizativa, en los
debates de la etapa previa del juicio, en especi al, en tor no a los casos a tratar y
en la definición del alcance del mismo.
En terc er lug ar el análisis del desar rollo del juicio nos pe r miti ó
obser var las implicancias de la búsqueda judicial de la verdad en el marc o de
un proce dimiento de justicia penal sin horizonte punit ivo. Esta modalidad
jurídica trajo aparejados algunos cambios en relación a lo que ocur ría en el
marc o de los procesos pe nales ordinarios. Es to nos per mitió difere nciar este
juicio de otras modalidades de obtención d e la verdad, como las denominadas
Comisi ones de Verdad, y aproxima r nos a responde r un inter rog ante res pec to a
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si en esta modalidad de juicios apareció un relato acer ca del enfrenta miento
político y la lucha ar mada. Pr ovisionalme nte pode mos ofr ece r una res puesta al
respe cto: si bien este juicio a mplió las posibilidades para la aparición de un
relato político sobre la lucha ar mada previa al ter r orismo de Estado, esto
ocur ri ó e n par te. En g ran medida que esto no ocur rie ra se de bió a una de cisión
política de los actores que promovieron el juicio , en espe cial los profesionales
jurídicos y a los familiares de víctimas de ter rorismo de Estad o, que eligieron
la oclusión de este tema como manera de evitar reforzar la denominada “teoría
de los dos demonios”.
Finalmente, e n la investig ación analizamos có mo en tor no a este juicio
se realizó una presentación del pasado de ter r orismo de Estado e n la ciudad de
Mar del Plata en un escenario de g ran re percu sión mediática. El ter r orismo de
Estado fue pr esentado a par tir de una “cronología ampliada” que puso en
cuestión la cr onología oficial que sitúa el inicio del mismo a par tir del Gol pe
de Estado d e marzo d e 1976. En este aspec to, dura nte el juicio se presentó
una caracte rización del te r r orismo de Esta do como la cooperación cívico
militar iniciada en 1975 entr e org anizaciones de la derecha del pe ronismo, en
par ticular la Conce ntración Nacional Unive rsitaria ( e n adelante C NU), y
distintas instituciones del Estad o nacional. A par tir de esta carac terización, los
testig os de nunciaron a los miembros de la CNU por s u responsabilidad en la
re pr esión, pe ro tambié n plantear on la compl ejidad de las relaciones entre el
“mundo civil” y “el militar” en la etapa poster ior al g olpe. Esta cronología fue
el resultado de una disputa política entre distintos actores sociales
involucrados e n el juicio.
A su vez, en el transcurso del mismo, y en g ran medida como su
resultante, se produjo la denuncia pública de la par ticipación de funcionari os
del Poder Judicial en el ter r orismo de Estado por par te de org anismos de
dere chos huma nos, y también d enu ncias penales impulsadas por distintas
Secre tarias del Estado nacional y pr ovincial. Así, la actuación de jueces,
fiscales, abog ados y funcionarios del Poder Judicial fue analizada en el juicio
demos tra ndo la complicidad de este con las Fu erzas Ar madas, pero también el
accionar de l os pr omotor es del juicio más allá del ámbito judicial promovió
lug ar a una ref lexión más amplia acerca del lug ar ocupado por algunos sector es
de la sociedad mar platense en la etapa pre via y poste rior al g olpe mil itar,
desdibujando la imag en de esta como “víctima” de la violencia política y de la
dictadura militar. De este mod o, el juicio por la verdad fue un escenario desd e
dond e se presentó un relato acerca del periodo de ter r orismo de Estado que
pr og resivame nte se constituy ó en dominante y se centró en el carácter cívico
militar de la re presión en la “ciudad feliz”.
119
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
LA HISTORI A POLÍT ICA DEL NU NCA MÁ S. LA MEMORI A DE LA S
DESAPARI CIO NES EN LA AR GENTI NA
Emilio Crenzel
Doc torad o e n C i e nc i as Soc i ale s. F ac ul tad de Ci e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad
Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 0 6
Mi tesis de doc torado rec ons truye y e xamina l a historia del informe Nunca
Más, elaborado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Pe rsonas
(CONA DEP ), integrada por pe rso nalidades de la sociedad civil y
represe ntantes de la Cámara de Diputados de la Nación. La CONA DEP, creada
por el pr esidente constitucional Raúl Alfonsín el 15 de dicie mbre de 1983 tras
el retorno de la democracia a la argentina, tuvo por objetivos reci bir denu ncias
y pruebas sobre las desapariciones y r emiti rlas a la Justicia, investigar el
destino de las pe rsonas desapar ecidas y la ubicación d e niños sustraídos ,
denunciar a la Justicia tod o inte nto de oculta r o destruir pruebas vinculadas a
estos hechos y emitir un informe final.
El Nunca Más, e xpuso la responsabilidad del E stado e n la es truc turación y
funcionamie nto d el sistema d e desapa rición y sus características y dime nsiones.
De inmediato, este inf or me se c onvirtió e n un éxito editorial sin pre cede nte s
en este tema alcanzando desde su publicación e n noviembr e de 1984 hasta
2010, 515.330 ejemplares vendidos. La impor tancia pública del Nunca Más se
potenció cuando la investigación de la cual fue resultad o y su estilo na rrativo y
expositivo vertebró, en 1 985, la estrategia de la acusación de la fiscalía en el
juicio a las Juntas militares y el tribunal legitimó su condición de verdad
acepta ndo su calidad probatoria.
Asimismo, el tratamiento original del pasado de violencia política en Argentina convocó la
atención de los actores que impulsaban el proc eso de democ ratización en la región.
En este c ontex to, la CONADEP y el Nunca Más fueron analizados por los
Estados y diversas organizaciones de de rec hos humanos como vehículos para
tramita r y ex pone r la violen cia política que atravesaron las sociedades del
contine nte en las décadas del setenta y nove nta. A pa rtir de ello, las
“comisiones de la verdad” se consti tuyer on e n la región e n el principal modo
de pr oducir un sabe r y una verdad sobre es tos pr ocesos y , má s allá de que estas
investigaciones estuvieron o no asociadas a proc esos judiciales o que sus
infor mes pr opusier on otras estrategias nar rati vas y ex plicativas, el Nunca Más
argentino fue un modelo ins oslayable para tod as ellas.
Desde mediados d e los a ños n oventa, el Nunca Más ingres ó e n A rgentina
en un nuevo ciclo de difusión masiva al ser pos tulado como medio para
trans mitir a las nuevas gene raciones un sentid o del pasado de viole ncia política
y dictadura. Entonces , fue incorporad o al c urrículo educativo, editad o por
entregas en pe riódic os de alcance nacional, y junto a películas sobre el pe ríod o.
Su título fue inscripto en innume rables placas, usado como c onsigna política y
pos tulado como nombre para diversos museos de la memoria pr oyec tados para
prese rvar y trans mitir l o ocurrid o. Mediante e stos usos, el Nunca Más c onservó
su lugar de privilegio para inter pr etar l o ocur rido en l os tiempos d e violencia
per o, al mismo tie mpo, sus sentidos fueron obje to de múltiples
resignificaciones.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
La tesis se compone d e cuatr o capítulos. E n ellos, se analiza el proceso
de elaboración del Nun ca Más, su conte nido y la historia de las prác ticas que
explican sus usos y resignificaciones . El primero, prese nta un panora ma de la
historia política argentina del Siglo XX y precisa las cualidades que
distinguieron a las desa pariciones e n es a inte nsa historia de viole ncia política.
Expone , luego, el carác ter he te rogé neo del c onocimie nto y el r econocimiento
de los atributos y la naturaleza de las desapariciones entre sus denunciantes y
la configuración paralela entr e ellos de un di scurso homogéneo, basado en la
cultura de los derechos humanos, para de nunciarlas. El capítulo contri buye a
pensar los obs táculos específicos que instalaron las desapariciones en el plano
del conocimie nto y l a evocación y la adopci ón, por diversos actor es, de un
estilo de relato sobre la violencia de Estad o que se propone c omo anteced ente
del que adoptó el infor me Nunca Más.
En el segundo capí tulo se estudia el proces o polític o que enmar có la
investigación de la CONA DEP. Se analiza cómo es ta Comisión c ons tituyó un
nuevo conocimiento sobr e la dimensión d el sistema de desa parición, y un corpu s
pr obatori o iné dito pa ra juzgar a sus responsa bles a partir de la articulación de
la voluntad de la c onducción del Es tado y la mayoría del movimiento de
derec hos humanos. E n es te se ntid o, el ca pítulo, por un lado, pos tula una nueva
inter pr etación s obre la naturaleza de la CO NADEP y de su investigación,
visualizada en los estudios sobre la historia re ciente a rgentina y en la literatura
inter nacional sobre justicia transicional sólo como una comisión d e
"personalidades" o "notables" a través de la cual el Estado se pronunció s obre
las violaciones a los derechos humanos.
El capítulo pr opone, e n cambio, que el éxito de su invest igación y el
pr opio inf or me, Nunca Más, ex pr esó la síntesi s del esfuerzo compar tido de los
dos actor es menci onad os . Si, como s eñala Raoul Girardet, “la historia de
cualquier símbolo empieza en gene ral con u n enigma, el del misterio de sus
orígenes”, es te c apítulo c ontribuye a develar c omo se cons tituyó es ta nar ración
e inter pr etación del pasado recie nte que se cons tituyó e n su represe nta ción
emble mática. 82
El terce r capítulo a naliza la inter pre tación que propone el Nunca Má s
sobr e la violencia política, exam ina el es tilo narrativo mediante el cual expone
al sistema de desaparición forzada de pers onas y propone la responsabilidad de
sus per petradores. El capí tulo c oncluye que, s iguiendo la conce ptualización de
Steve S ter n, el Nunca Más pr opuso en la esc ena pú b lica una nueva "me moria
emble mática". Es to es una lec tura fundacional sobr e la violencia política y las
desapariciones la cual integr ó la na rrativa hu manitaria forjada durante la dictadura
para denunciar este c rime n c on los postulad os que instauró el gobie r no d el
preside nte Alfonsín, al recuperarse la democr acia política en 1983, sobre este
pasado. 83
Raou l Gi rarde t, “The thre e c ol ors ne i the r whi te not re d” e n Realms of M emor y:
r et h i nki ng t h e Fr ench past , e d. P ie rre Nora, (Ne w Y ork : C ol u mbi a U ni ve rsi ty P re ss,
1 9 9 8 ), 5 .
83 Vé ase Ste v e Ste rn, “De l a me mori a su e l ta a la me mori a e mbl e máti c a. Hac i a el
re c ordar y e l olv i dar c omo proc e so hi s tóri c o (C hi l e , 1 9 73 -1 9 98 )” e n M emor i a par a un
82
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
En el cuarto y último capí tulo se examinan los usos y resignificaciones
del Nunca Más desde su publicación en 1984 hasta la actualidad. Este análisis
muestra c omo la "memoria emble mática" que el Nunca Más configuró sobre la
violencia política y las desapariciones se fue tornand o hegemónica, dura nte el
gobier no d e Alfonsín (1983 -1989), mediante la repr oducción de sus claves
narra tivas e inter pr etativas en l os est rados judiciales, en el discurso públic o, e n
el deba te polític o y en las principales pr oduc ciones culturales sobre este tema
mientras su sentido e ra inte rpre tado, y obje to de disputas públicas, en función
de las me tas que, e n el te rre no judicial, dividían a este gobier no, las Fuerzas
Armadas y a los organismos de d ere chos hu manos. Asimismo, se a naliza cómo,
durante l os gobie rnos del presidente Carlos Mene m (1989 -1995 y 1995 -1999),
tras unos años de eclipse editorial, el Nunca Más fue adquiriendo la condició n
de vehículo para tra nsmitir el pasado r eciente. En ese proceso, fue utilizado
por distintos grupos de la sociedad civil y luego por una nueva conducción del
Estado, el gobier no d e Nés tor Kirc hner (2003 -2007), para exponer sus pr opias
lecturas sobre la vi olencia política, las de sapariciones y la dictadura. Se
pr opone , por último, que estas inte rvenci ones contribuye ron a la repr oducción
ampliada del carác te r ca nónico del Nunca M ás y, a la vez, resignificaron su
sentido al intr oducir nuevas inte rpretaci ones que cuestiona ron cier tas pre misas
del régimen de memoria que el infor me configuró al recupe rarse la democracia
política en Arge nti na.
Precisame nte, la idea que vertebra la tesis es que el Nunca Más conformó
un nuevo régime n de memoria sobre la violencia po lítica y las desapariciones
en Arge ntina, que integr ó ciertos principi os generales de la democ racia
política, los pos tulados del gobier no d e Al fonsín para juzgar la violencia
política y la nar rativa humani taria forjada dur ante la dictadura para de nunciar
sus crímenes. P ropongo el c once pto de r égimen d e me moria para r etratar a
aquellas "memorias emblemá ticas" que se tornan hege mónicas en la esce na
pública al instaurar, a través de prácticas y d iscursos diversos, los marc os de
selección de l o memora ble y las claves inter preta tivas y los es tilos nar rativos
para evocarlo, pe nsarlo y trans mitirlo. Los reg ímenes de memoria son resultado
de relaciones d e pode r y a la vez contribuyen a su reproducci ón. Sin e mba rgo,
sería er róne o pensarl os desd e una pe rspe ctiva meca n icista de la memoria y del
pode r, ya que si bie n su configuración y ex pansión en la esfera pú blica es
pr oducto de la relación de fuerzas políticas obedec e, también, a la integración
de sentidos s obre el pasado pr oducidos por a ctores que, al calor de sus lu chas
contra las ideas domina ntes, elaboran y l ogra n e imponer sus propios ma rcos
inter pr eta tivos o se apropian y resignifican otros ins tituidos por los g rupos
hegemónic os.
La sucesión d e r egímenes de memoria no es lineal. Por un lado, porque
siempr e es posible de tec tar la conti nuidad de vestigios de r egímenes previos e n
sus sucesores, ya que su trayectoria es resultado de ciertas premisas instituidas
por el régime n pre cede nte que el nuevo re org aniza a otro nivel y consti tuye, a
nuevo si g lo: Ch i le, mi r adas a la s eg unda mi t ad del si g lo XX , e d. Ju l i o P i nto, Ma rí a Roj as ,
Mari o Garc e s, Mi gu el U rru ti a, Mi ri am Ol guí n and P e dro Mi l os (Santi ago de C hi l e :
LOM, 2 0 00 ), 1 1 -33 .
122
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
la vez, en las condiciones p ara la for mación del siguiente. Por otro, porque
pr oducto de un cambio político o cultural pr of undo los pa tr ones y claves de un
régimen de memoria puede n se r desec hados y substituidos por nuevos. Así, los
regímenes de memoria compar te n el carácte r r eversib le de tod o proc eso social.
La perdurabilidad de un régimen de me moria depe nde, c omo la suerte de
otro tipo de constelaciones ide ológicas, de que sus núcleos inter pr etativos y
narra tivos sean re pr oducidos por divers os actores a lo largo del tie mpo y que
logren trasc ende r los cambios culturales y políticos e n la esc ena pública. La
conformación de los regímenes de memoria es compleja ya que supone la adopción, por
diferentes ac tores, de núcleos pr opositivos c omunes pa ra evoca r el pasado. Sin
emba rgo, nunca un régimen de memoria logra uniformizar los recuerdos, o evitar que circulen
interpretaciones distintas u opuestas a sus postulados. Estos conflictos no invalidan sino que
incluso, cuando no rebasan ciertos marcos, contribuyen a su reproducción en el tiempo.
Justamente, la propiedad distintiva de un régimen de me moria radica en que sus
pr oposiciones organizan e l debate público, se convierten en objeto privilegiado de las
luchas por d otar de s entido el pasado y moldean y delimitan, incluso, las interpretaciones
divergentes.84
En síntesis, la tesis contribuye a c ompre nde r los proc esos polític os y
culturales que hicieron del Nunca Más el relato que estructur ó, desde el retor no
de la democracia en 1983, la forma de evocar y pensar a la dictadura, a las
desaparici ones y a la violencia política en Argentina, y a c onoc er cómo su
sentido está siend o modificado por nuevos modos de r eme morar e inte rpreta r
estos pr oces os. Dado el carác ter canónic o del Nunca Más, este análisis alumbra,
a la vez, los cambios y conti nuidade s más substantivos en la memoria social
sobr e este pasado e n el país.
P i e nso e l c onc e pto de “ré gi me n de me mori a” a parti r de l as pr op osi c i one s de
F ou c aul t sobre l os “re gí me ne s de ve rdad” y de l as c rí ti c as a F ouc au l t sobre l as
propi e dade s de l a cu l tu ra popu l ar f ormu l adas por Gi nzbu rg. Ve r Mi c he l Foucault, Truth
and Judicial Forms (Ne w Y ork : Ne w P re ss, 2 0 00 ) y Carlo Ginzburg, The Cheese and the Worms: The Cosmos
of a Sixteenth-Century Miller (Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1992). La i de a sobre l a
su c e si ón se c ue nc i al y l as propi e dade s de l os re gí me ne s de me mori a prov i e ne de
Rol ando Garc í a y Je an P i age t, Psych og enesi s and t h e h i st or y of sci ence (Ne w Y ork :
C ol u mbi a U ni ve rsi ty P re ss, 1 9 8 9 ).
84
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“CONDE NA A TODOS LOS GE NOCI DAS , JUSTIC IA POR TODOS
LOS COMPAÑEROS” LUCHAS POLÍT ICAS EN EL JUIC IO A MI GUEL
ETCHECO LAT Z. APORT ES A L DEBAT E E MPÍRICO DE U N CA MPO
EN CONS TRUCCIÓN
Cintia González Leegstra
Mae strí a e n C i e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Naci onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 11
Esta tesis de maestría estudia las luchas políticas de los distintos actores
que participar on del juicio a Etc hec olatz, re alizado en La Plata en 2006. Se
trata de un estudio de caso, en el cual se tomó el prime r juicio penal realizado
a partir de la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia De bida. E n
ese sentido, puede afirmarse que este juic io abr e un nuevo cicl o e n el
trata miento del pasado dicta torial, y que se pr oduce e n un c ontex to polític o
sumamente distinto a los juicios de los años oche nta y a los juicios sin conde na
de los noventa.
Asimismo, se tra ta de un juicio local. A difer encia del juicio a las Juntas
(1985), que fue realizado en la capital nac ional y juzgaba hec hos a nivel
nacional, o de la Causa Camps, que si bien juzgaba a los responsables de la
policía de la provincia de Buenos Air es también fue realizado en la Capital
Federa l y no contó c on gran difusión mediática, este pr oces o tuvo lugar en La
Plata y se juzgaban hec hos locales.
Esta ciudad cuenta con un cordón
industrial importa nte, y es sed e de la administración pública provincial.
Presenta un alto porc entaje de desapa rec i dos y un gra n desar rollo del
movimiento de d ere chos humanos , es d ecir, que los desapar ecidos han sido
significados como víctimas de violaciones a los dere chos humanos, generando
organizaciones en d ema nda de verdad, justicia y me moria. Como consecue ncia
de este desar rollo del movimiento de d ere chos huma nos l ocal, fue sed e del
Juicio por la Verdad desd e 1998, proceso que fue impulsado por algunos
organismos y que jurídicamente c ons tituye algo inédito. Asimismo, esta ciudad
universitaria cuenta con un fue rte desar rollo de un movimiento estudiantil, así
como una fuerte actividad gremial, en parte vinculada a la Universidad.
Esto se vincula al tercer aspec to a destacar de este juicio, que consiste en
que a diferencia de los juicios de los años ochenta cuenta co n la figura de
querellantes. Y son justame nte es tas organizaciones estudiantiles, si ndicales y
los organismos de d ere chos huma nos quienes se pr esentan como querellantes,
impulsando los juicios. Afectad os y organizaciones de la sociedad civil pueden
prese nta rse y participa r de la acusación junto a la Fiscalía. Estas
organizaciones se c onside ra que repr esentan “inte reses difusos”. Un organismo
de derec hos humanos puede prese nta rse como querellante ya que repr esenta a
los derec hos huma nos que han sido vulnerad os por el imputad o.
En ese sentido, es preciso puntualizar quiénes son los actor es de este
juicio: la defensa, el tri bunal, la acusación, l os testigos, el público y la prensa.
La acusación, a su vez, está integrada por la fiscalía y las querellas. Las
querellas son la de Mariani –una conocida refe rente el movimiento de de rec hos
humanos que se pr esenta por un i nte rés c oncreto, que es el homicidio de su
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
nuera y la búsqueda de su nieta -, la Asamble a Permane nte por los De rec hos
Humanos La Plata –AP DH La Plata, organismo de dere chos huma nos c read o
en 1979 e integrado por pr ofesionales del d erec ho y dirigentes políticos - y
Justicia Ya! –un colectivo de organizacione s que incluye a organismos de
afectados c omo la Asociación de E x De te nidos Desa parecid os (AE DD) e
HIJOS pe ro tambié n a organizaciones estudiantiles y sindicales vinculadas a
partid os de izquierda.
Conside ro que los ac tores que se presentan e n estos juicios son
“empr end edores de la memoria” en el sentido de que buscan el reconocimie nto
y la legitimación d e su versión sobre el pa sado y que buscan mantener la
atenci ón social y política sobre ese e mprend imiento de me moria. Asimismo,
parafraseand o a J elin, propongo pe nsarlos como “e mprend edores de la
justicia”, en el sentido de que el empr endimiento sobre el c ual buscan
mantene r la ate nción es la búsqueda de justicia 85. Estos empre nded ores de la
memoria y de la justicia son actores políti cos que apuestan a un es pacio
jurídico.
Afirmo en la tesis que par to del supuesto de que los actores es pera n no
solamente que el tribunal conde ne o absuelva sino también que establezca una
verdad. Sin embargo, és te es un supuesto te ór ico. Luego, los actor es concibe n
de distintas ma neras la relación e ntre ve rdad y justicia. En el caso de la fiscalía
hay una búsqueda de la verdad, que el fiscal llama “rigor de verdad”, en
pr ocura de la realización de “juicios justos”. En el caso de APDH, han
apostad o al Juicio por la Verdad. La AEDD e HIJOS, en cambio, c riticaban a
ese pr oces o por ser un juicio sin conde na. En ese sentido, la consig na de
“juicio y castigo” le da un rol primordial a la idea de castigo. Por ejemplo, e n
la tesis menciono un cruce que se produjo entre el fiscal y una de las abogadas
querellantes donde el fiscal afirma que está allí para averiguar la verdad, y la
abogada le contesta “no, estamos acá para c onde nar a Etche colatz, la verdad
búsquela en otra par te”. De esta mane ra, en la consigna “me moria, verdad y
justicia” los térmi nos no siempr e van unidos ni tiene n el mismo peso. Justicia
se encue ntra unida a la idea de co ndena o de castigo. E n el caso del juez
Rozanski –presidente del tri bunal que puede ser considerad o también un
empre nded or de la me moria y de la justicia -, justicia se encuentra asociada a la
idea de r eparaci ón –re paración a las víctimas a través del casti go, es de cir, una
concepción r etributiva de justicia.
En relación a las expecta tivas de los actor es, c abe destacar que tres par tes
de la sentencia fueron sumame nte aplaudidas el día de la lectura del fallo. Se
trata de tr es cuesti ones cuya resolución e ra i ncierta – era cier to, e n ca mbio, que
Etc hec olatz sería conde nado, por la abundanc ia de pruebas - . La prime ra fue la
pena a re clusión per pe tua –es de cir, la pe na más grave, en lugar de prisión
per pe tua -. La segunda, la pe na a cárc el comú n –en lugar de prisión
domiciliaria, de la cual podría habe r gozado el imputad o por su edad -. La
E sta j u sti c i a e s e nte ndi da de di fe re nte s mane r as por l o s di sti nt os ac t ore s: c omo
c onde na e n e l c aso de l os acu sadore s, c omo ab so l u ci ón e n e l c aso de l a de fe nsa, y a
q u e l os de fe nsore s de E tc he c ol atz c onsi de ran u na i nj u sti c a q ue su de fe ndi do se a
c onde nado.
85
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terc era, la cond ena por hec hos come tidos en el marco de un genocidio. Las
prime ras dos remi ten al castigo –se trata de l a mayor pe na posible e n el peor
lugar posible-. La última ref ier e a la (re )politización de los hec hos y,
nuevamente, a la pe or figura penal posible, la más grave c onocida e n
Occidente.
La defe nsa, por su parte, no espe raba que el tribunal rec onociera su
verdad, ya que no c reía en la neutralidad de los jueces ni en su autoridad. C reía
que el tribunal tenía un interés polític o en la causa, en consonancia c on la
voluntad política del g obie rno nacional. Los acusadores, en cambio, sí
conside raban al tribunal como mediana mente neutral, mediana mente
indepe ndiente res pec to del Pod er Ejecutivo Nacional. E n ese se ntid o, grupos
que se autodefinían como opositores al gobierno nacional apostaba n a la
justicia, que la conc ebían c omo más neutral. S i el reconocimiento de la verdad
de los organismos de de rec hos huma nos por parte del g obie rno de Kirc hner Ferná ndez de Kirc hner e ra considerado, por Justicia Ya!, como de magógico y
opor tunista, la justicia era conce bida como una arena más neutral, en la cual
podían disputar el rec onocimie nto de su verdad, de su memoria –en este caso,
el reconocimiento de la comisión de un ge nocidio y el r econocimiento d e la
identidad política de las víctimas -.
En esta tesis se pudo cons tatar una lucha política por la verdad y la
memoria que se legitimaba en el espacio juríd ico. Este era un espaci o a ganar
desde la lógica política de las querellas, una legitimación de su lucha política.
En ese se ntido, debe destacars e que los organismos que se pres entaron c omo
querellantes llegaron a este juicio con un poder c ons truido en su historia de
lucha. Y el tribunal los legitimó.
Distintos autores han d estacad o la despolitización que se pr odujo e n el
juicio a las Juntas. En este juicio, en cambio, consta té que la política emergía
cons tantemente. Tanto los querellantes c omo los defens or es conce bían a sus
prác ticas como prácticas políticas -si bien algunos distinguían entre u n
lenguaje político que utilizaban fuera de la escena jurídica y un le nguaje
jurídico-téc nico pr opio del es pacio - . En ese se ntido, cabe destacar la diferencia
entre la es trategia jurídico -política de la AP DH y la de Justicia Ya! Es ta última
querella sostenía una estra tegia más política e n el se ntid o de forzar los límites
de lo jurídico. Al solicitar c ond ena por el delito de ge nocidio esta ba forzand o
los límites de lo jurídico, ya que se trata de un a figura delictual que por
diversas razones técnicas r esulta difícil de aplicar. APDH, en ca mbi o,
desarrolló una es trategia más legalista, en el sentido d e pedir la aplicación de la
ley vigente -que conti nuaba en alguna medida la estrategia legalista de la APDH
Buenos Aires d e los años oche nta, que estud ió Jelin, si bie n hay difer encias
entre una y otra filial -. Es por eso que este organismo refier e a la noción de
genocidio fuera d e la escena jurídica y solicita cond ena por el delito de traición
a la patri a. Sin embargo, traición a la patria además de ser una figura más
sólida jurídicamente tambié n implica una lucha política, en el sentid o de
disputar el sentid o de la patria, la traición a la patria y lo naci onal. Y de hec ho
la defensa acusa a los Montoner o s de traición a la patria.
Por otra par te, el rol del tribunal fue sumamente importante en es te
juicio, ya que permitió la politización. Autorizó pr eguntas que refe rían a la
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identidad de las víctimas y per mitió que los te stigos refiriera n a sus identidades
políticas, r ealizaran juicios de valor y explicac iones políticas sobre l os he chos.
Asimismo pe rmi tió algunas manifestaciones políticas por par te del públic o,
siendo muc ho más pe rmisivo que otros tribuna les.
El juicio estudiado presentó elementos noved osos en materia jurídica y en
mate ria política. En mate ria jurídica, la incor poración de nuevos elementos
pr obatori os, algunos de los cuales fueron posibilitados por el paso del tie mpo,
como mayor desar rollo del trabajo d el Equipo A rgentino de A ntr opología
Fore nse que identificó cue rpos, o la incorpora ción d e legajos de inteligencia de
la policía de la provincia de Bue nos Air es, a partir d el secuestr o de este
archivo por parte de la Cá mara Fed eral. Asi mismo es importante destacar la
incor poración del testimoni o de Calvo, que declaró en r eprese ntación de la
AEDD exponiend o el produc to d e la investigación que llevan adelante sobr e la
represión e n la pr ovincia y es pecialme nte e n el circuito Camps . Si e n el juicio a
las Juntas sólo podía incorpora rse inf or mación pro ve niente d e la investigación
de la CONA DEP, que era un organismo ofi cial, aquí el tribunal estatiza un
conocimie nto pr oducido por un organismo de la sociedad civil, un organismo
de derec hos huma nos.
En materia política, se arriba a una sente ncia muy distin ta a la del Juicio a
las Juntas. Si en 1985 el tribunal historiza los hechos refiriendo a las acciones
armadas de la “subversión”, en el juicio estudiado tambié n hay una refe rencia
al contex to his tórico pe ro no refe re ncias a la lucha armada. En ese sentido , el
texto se asemeja al nuevo prólog o del Nunca Más (2006), pareciera habe r “un
solo demonio”, víctimas y victimarios. Si a grandes rasgos la sentencia del
juicio a las Juntas está en cons onancia con la línea de Alfonsín y el discurso de
la CONADEP , es ta sente ncia es tá en c ons ona ncia con el discurso d el gobie rno
nacional y el nuevo pr ólogo al Nunca Más.
En el nuevo campo de estudios que se abr e a partir de la reanudación d e
las causas judiciales por delitos d e lesa huma nidad come tidos dura nte la última
dictadura, interesa i ndagar c ómo se concibe la relación e ntre justicia y ver dad,
por un lado, y justicia y política, por el otro, desde la pe rspe ctiva de l os
actores. E n ese se ntid o, es ta tesis consti tuye un aporte e mpíric o que per mitirá
la comparación c on ot r os pr ocesos realizados en dife re ntes localidades, por
distintos tri bunales y con difer entes quere llantes inte resados en disputa r
políticame nte el reconocimiento de su memori a en el espacio jurídico.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
LA LUCHA SIN FRONTERAS POR LA JUSTICI A: LA EMER GE NCI A
DE LA „ MEMORI A JURÍDICA‟ A PAR TIR DE LO S JUIC IOS POR LOS
DESAPARE CIDOS
Julieta Mira
Mae strí a e n C omu ni c ac i ón y Cu l tu ra. F ac ul tad de C i e nc i as Soci al e s. U ni ve rsi dad
Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 0 9
1. Introducción: la emergencia de una “memoria jurídica”
La tesis plantea la posibilidad de considerar la emergencia de una “memoria jurídica” en
torno a los procesos de justicia por graves violaciones a los derechos humanos en el pasado, a partir
del abordaje etnográfico de juicios penales. Esta mirada etnográfica tiene la capacidad de favorecer
el surgimiento de nuevas preguntas en relación a los sentidos de la justicia y sus usos sociales,
rescata las experiencias de los actores durante el ritual judicial y es esperable que contribuya a nutrir
los análisis críticos sobre la justicia penal por graves crímenes de Estado y sus vinculaciones con la
memoria.
En relación a la pregunta sobre el aporte de esta tesis a “los debates teóricos y empíricos
relativos al análisis del pasado reciente, la gestión institucional, subjetiva y simbólica de las
memorias sociales”; puede encontrarse una respuesta en el planteo y la discusión de la noción de
análisis construida de “memoria jurídica”, la cual se propuso luego del trabajo de campo. Es decir,
cómo los juicios por crímenes de lesa humanidad despliegan potencialmente escenarios de memoria
y eventualmente generarían vehículos y lugares de memoria.
2. Los juicios penales propician escenarios, vehículos y espacios de la memoria
¿Qué presenciamos cuando estamos frente a un juicio oral por crímenes de lesa
humanidad? Es posible responder a esta pregunta más allá del sentido judicial o procesal del evento.
Desde una mirada etnográfica, un proceso judicial constituye un ritual (Fele, 1997; Giglioli, 1997 y
Kaufman, 1991), mientras que un juicio penal implica un ritual con características particulares. Pier
Paolo Giglioli expresa que los juicios penales, como los celebrados en Italia por el caso denominado
Mani Pulite, se caracterizan por ser “ceremonias de degradación” y expresan una función simbólica
que da cuenta de eventos no instrumentales, ya que no remiten a la investigación de los hechos y a
su consecuente evaluación de la responsabilidad de los imputados (1997, 31). De este modo “…se
celebra la solemnidad de la justicia” y se le recuerda a los participantes y al público “…la separación
neta existente entre la vida cotidiana y la actividad judicial” (1997, 31). El juicio penal, en tanto
ritual, propicia una “reparación catártica” de la violencia sufrida (Garland, 1999, 108).
Al mismo tiempo los juicios penales pueden analizarse a través de la óptica de los estudios
de memoria social herederos de Maurice Halbwachs (1950). En primer lugar, los juicios propician
escenarios de la memoria, en los cuales acontece el ritual. En este sentido, se retoma por analogía el
análisis que Claudia Feld realiza sobre la televisión como tecnología, vehículo, emprendedora o
escenario de la memoria (2004, 72-73). Los juicios penales como escenarios de la memoria en
tanto pueden constituir “…un espacio en el que se hace ver y oír a un público determinado un
relato veritativo sobre el pasado” (Feld, 2004, 73). La idea del escenario permite aprehender
“…problemas relacionados con la puesta en escena, la tensión dramática, los dispositivos narrativos
puestos al servicio de la construcción de sentidos sobre el pasado, y los mecanismos por los cuales
se seleccionan, jerarquizan y reúnen diversas voces o testimonios” (Feld, 2004, 73).
A partir de estas premisas, en la tesis se desarrollan dos aspectos que configuran al
escenario de la memoria, por un lado, el espacio simbólico de la sala del tribunal y, por otro, la
puesta en escena del juicio. El espacio escenográfico es una condición necesaria para que la acción
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dramática tenga lugar. De este modo, por ejemplo, queda en evidencia que la sala del tribunal
constituye un espacio que responde a las características de un teatro donde existe espacio para los
distintos actores del ritual y otro para el público. En el teatro se encuentra, generalmente, un
escenario elevado al frente en el cual se desarrolla la escena. En este caso, en el recinto -por ejemplo
la sala judicial en el “Tribunal de Rebibbia”- también existe una parte ligeramente más alta que el
resto que se corresponde al estrado que ocupan los integrantes del tribunal oral. Sin embargo, la
escena judicial se encuentra compartida entre el estrado y los otros subsectores presentes que
ocupan la fiscalía, los abogadores defensores y los abogados de la querella. Es por esto que la altura
en este caso responde a materializar la asimetría de poder existente entre el tribunal y el resto de las
partes que conforman la escena judicial.
Mientras que la puesta en escena de todo juicio tiene que ver con el desarrollo del ritual
hasta una conclusión o desenlace dramático, que tiene por fin generar una solución catártica al
conflicto que se pretende dirimir en el Tribunal. Para que esto sea posible el desarrollo de la
institución judicial y de los propios juicios requiere de la existencia de un lenguaje y discurso jurídico.
Antoine Garapon destacó que la justicia trabaja “de cuerpo presente” (2002, 95), dado que inviste al
espacio judicial en receptor de una pluralidad de voces y valores a través de la comparecencia de los
protagonistas ante el tribunal y la co-presencia del juez, la víctima y el acusado durante el juicio (2002,
95-96). Es esta co-presencia la que permite intercambios y percepciones entre los actores. Como así
también esta interacción social pone en juego las caras (Goffman, 1959) de los presentes y posibilita
observar los trabajos que hacen con ellas. Es decir, en un juicio es factible considerar cómo
imputados y testigos presentan sus caras y sobre todo atender a los intentos de defensa de sus
“caras” en esa situación pública (Fele, 1997, 139-142). Garapon destaca que la presencia física es
central en tanto función simbólica que: “…permite la catarsis judicial; pero también presencia del
acusado ante sí mismo, el cual es exhortado a explicar, a asumir lo que hizo, a tener his day in court;
presencia de una sociedad ante sí misma, como lo ha mostrado –con gran ambigüedad- el juicio
contra Papon. Los juristas utilizan, asimismo, la palabra „confrontación‟: entre el agresor y su
víctima, entre los testigos y el acusado, entre el fiscal y el abogado defensor, y de todos los
anteriores con el juez” (2002, 95).
Así en la celebración del juicio participan diversos actores de forma estrictamente pautada y
reglada: jueces, fiscales, funcionarios judiciales, abogados, imputados y testigos (actores fijos).
Mientras que simplemente pueden estar presentes periodistas y público (actores variables). Es el
Tribunal quien organiza la participación en el debate y ordena los intercambios verbales, como así
también es quien convoca el ingreso y autoriza el egreso de los testigos. Es decir, el Tribunal
controla la routine y la interacción en la sala. En el juicio oral se habilita un espacio de escucha para
las víctimas-testigos incluyendo a aquellos sobrevivientes de experiencias extremas. Es decir,
quienes vivieron en primera persona los hechos y los pueden narrar (González Bombal, 1995, 210).
Sin embargo, la escucha y el testimonio durante el juicio se encuentran condicionados a la
obtención de la prueba jurídica requerida por el proceso. Los testimonios que son encuadrados en
los parámetros de la acción judicial se orientan a la producción de evidencia para el esclarecimiento
del crimen y el posterior castigo de los culpables (González Bombal, 1995, 210-211 y Oberti y
Pittaluga, 2006, 17).
También es relevante tener en consideración que cuando se celebra un acto de justicia se
trabaja con el tiempo, Garapon analiza la temporalidad en los procesos judiciales donde los hechos se
vuelven presentes y así se reconstituyen los tiempos pasados (2002, 93-99). El momento de la
sentencia en tanto producto jurídico-final concluye el tiempo procesal y genera un “epílogo social”
(Garapon, 2002, 99). El arribo a la sentencia genera la conclusión del ritual y el desciframiento de la
“verdad jurídica” a través de la práctica judicial permite la asignación de responsabilidad penal por
129
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
los crímenes que fueron objeto del proceso y, en consecuencia, sancionar a sus culpables. En
esperable que la “verdad jurídica” influya en la memoria que se construya durante y posteriormente
al proceso judicial sobre esos hechos. La sentencia da lugar a la condena que en el sistema punitivo
moderno se salda con la reclusión en la cárcel de los condenados y esto se traduce en improntas en
la memoria.
En segundo lugar, a raíz de la tesis, es posible plantearse como una pregunta abierta la
función de los juicios en tanto vehículos de la memoria, que supondría un canal o ámbito de
“…transmisión de experiencias del pasado a las generaciones que no vivieron los acontecimientos”
(Feld, 2004, 72). En este punto se ha visto cómo se han generado algunas acciones, con menor o
mayor intensidad, tanto en Italia como en la Argentina por promover la presencia en los juicios de
estudiantes. En este sentido también merece una reflexión la cobertura periodística de estos juicios
que dista de ser minuciosa, profunda e inclusiva de los distintos juicios a lo largo del país y de la
cantidad de audiencias que tienen lugar en cada uno de ellos. La envergadura de estos juicios y su
duración (generalmente más de un año y varias audiencias semanales) hacen difícil su seguimiento
por un público amplio. De todos modos queda para futuras investigaciones indagar en el rol de
estos juicios en la educación de las nuevas generaciones.
En tercer y último lugar, los juicios una vez concluido el ritual podrían materializarse en
lugares de la memoria cuando, por ejemplo, finalmente personajes significativos son enviados a la
cárcel y como lo ejemplifica Henry Rousso: “Barbie en la cárcel se vuelve propiamente un lugar de
memoria al igual que un monumento” (2002, 8). Si bien las sentencias podrían traducirse en lugares
de memoria, a partir del trabajo de investigación, cabe preguntarse qué ocurre cuando los
condenados cumplen su pena en prisión domiciliaria o bien cuando se confrontan los resultados
cuantitativos de la justicia. Es decir, al simplemente comparar la cantidad de sentencias obtenidas y
el número de condenados frente al universo de crímenes y perpetradores de crímenes de lesa
humanidad.
3. Reflexión final: la tensión entre memoria y justicia
La justicia a través de estos juicios penales busca establecer una “verdad oficial” sobre las
violaciones a los derechos humanos y guiar hacia un cierre del conflicto (Garapon, 2002). Mientras
que en este proceso que busca dirimir el conflicto del pasado, el “discurso jurídico” genera
desplazamientos y ocultamientos que tienden a despolitizar los acontecimientos históricos (Marí,
1982). Sobre todo se desplaza el conflicto, o bien se oculta en lo simbólico (Entelman, 1982). En
consecuencia señala Kaufman que “…las prácticas judiciales no dejan indemnes las historias que
ingresan en su campo; éstas son capturadas por mecanismos clasificatorios complejos que
desplazan su entendimiento hacia grupos especializados (los juristas) y que despojan a los hechos
narrados del lenguaje político que los hacía accesibles al hombre común y a la generalidad de los
actores sociales” (1991, 6).
En este terreno emerge una memoria particular en tanto “memoria jurídica”. A lo largo del
proceso judicial, como lo expresó Garapon (2002), se interpela la rememoración colectiva de modo
de reactivar la memoria sobre los sucesos para que ésta recobre su libertad. Con este mecanismo se
evita el riesgo de que la memoria permanezca como una “memoria bloqueada” y se abre el espacio
al advenimiento de una “memoria apaciguada” –como efecto de una purga de la memoria(Garapon, 2002, 98-100). En consecuencia, se destaca la “advertencia” que Garapon ha planteado
ante la pretensión de búsqueda de memoria por medio de los procesos judiciales porque el juicio
“…es, al mismo tiempo, la culminación de un trabajo de la memoria y el punto de partida de un
proceso de superación” (2002, 98).
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Esta “advertencia” también significa una guía o bien un faro en las miradas orientadas a
investigar procesos judiciales. Así, el autor deja a la vista la tensión entre memoria y justicia -esta
mirada puede fortalecer la investigación etnográfica en este terreno-, por medio de las siguientes
preguntas centrales: “¿Pueden los procesos judiciales ayudar al trabajo de memoria? ¿Tienen la
virtud de acelerarlo o, por el contrario, es de temer que lo paralicen? ¿Bajo qué condiciones puede la
justicia apaciguar, o bien, agudizar la memoria? En los últimos años, sobre todo en Francia, se ha
recurrido mucho a la justicia para que salga en auxilio de la memoria. ¿No se corre el riesgo de
desnaturalizarla al asignarle una función pedagógica, no sólo diferente, sino incluso inconciliable
con la de juzgar la conducta humana, que es propiamente el fin para el cual fue concebida? La
justicia, con su ritual y sus exigencias procesales, ¿podrá hacer frente a semejante tarea?” (Garapon,
2002, 90).
Aunque en este punto la cuestión relevante es adentrarse a indagar cómo sería posible la
conformación de una “memoria jurídica” emergente de los juicios de lesa humanidad y luego cómo
se trasmitiría socialmente. Es decir, qué discursos la integrarían y qué tipo de recortes se producen
en su configuración, dado que la suerte de la “memoria jurídica” se encuentra íntimamente
vinculada al discurso jurídico. La “memoria jurídica” corre el riesgo de ser despolitizada o de
ceñirse al registro testimonial restringido a las necesidades de la prueba (sean los testimonios de
sobrevivientes, familiares o peritos). Como ha expuesto Michael Pollak (2006), el testimonio en el
marco judicial no permite reconstruir las relaciones sociales generadas al interior de los campos de
detención, tampoco da lugar a recuperar lo que fueron las condiciones de la vida en ese tipo de
situación extrema ni facilita adentrarse con cautela en las zonas grises nominadas por Primo Levi
(1986).
Para concluir, si bien resultaría posible pensar en la emergencia de una memoria en la sala
de un tribunal a partir de las audiencias de juicios por los crímenes perpetrados por la última
dictadura militar en la Argentina, esta memoria sin lugar a dudas estará determinada y aún
delimitada por las propias necesidades del ritual judicial.
4. Bibliografía
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132
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Mesa 6. Lugares y marcas territoriales
LA ESCUELA SUPERIOR DE M ECÁ NICA DE LA ARMA DA (ES MA ):
TESTI GO DE LA S LUCHAS DE ME MO RIAS EN ARGENTINA
Marie-Chris tine Dugal
Mae strí a e n Hi stori a. U ni v e rsi dad de Montre al . Año de def e nsa: 2 0 08
Materialida d de la memoria
Durante el pe riodo d e dictadura militar e n Ar gentina, e ntre 1976 y 1983,
hubo e n funcionamiento un ca mpo de conce ntrac ión de ntro del predio de la
Escuela de Mecánica de la Ar mada (ES M A). Desde los princi pios de la
dictadura, individuos y grupos de la sociedad civil comenzaron a inte rpreta r lo
que pasaba en Argentina y construyer on na rrativas. (Jelin, 2007). Algunos
rápida me nte asociaron el régime n al horr or y a la violencia desmesurada y
arbitra ria. Opusieron sus demandas de verd ad y eventualmente de justicia
contra la inte rpretaci ón d e las fuerzas armad as que defendían lo que hacían
como una “guerra justa” contra la “subv ersión” (Jelin y Kaufman, 2000). Éstos
afirmaban que los valores de la nación es taban ame nazados y te nían que
pr otege rlos. A nte las de nuncias de violación de los d ere chos huma nos y de
desapariciones, las fuerzas armadas ofrecían su silencio.
En mi tesis d e maestría, analicé cómo la lucha entr e es tos dos
significados – que se conver tirían e n d os me morias de la dictadura – se había
cristalizado en las paredes de la ESMA. El primer capí tulo de mi tesis explora
la materialidad de la ESMA: la historia del lug ar, los cambios físicos que
sucedieron desde 1976 y las luchas para su apropiación y su utilización. La
memoria, que ente nde mos como el sentido que damos a una experiencia y no
solamente su recuerd o (S ter n, 2004), es cambiante y malea bles en el tiempo. De
mane ra similar, los objetos que son cread os para represe nta rla no gara ntizan la
per ennidad del significado que se le quiere conceder.
Como a portación a l os de bates sobre el pasa do r eciente y memoria, mi
tesis ilustra cómo la historia física de un lugar p uede revelar o reflejar las
tensiones entre las difere ntes me morias que unos y otr os quieren ver
encar nadas en el lugar. Explica James Young que los memoriales, una vez
creados, cobra n vida pr opia (You ng, 1993a). La ES MA, tal y c omo la
conoce mos , no fue cr eada c omo un memori al. El predi o fue c ons truido en
1924 para procurar una instrucción militar a los diferentes grados de la marina
de guerra. Sin embargo, la arquitectura d el pr edio y su acondicionamiento
revelaban la voluntad de pr oyec tar en el lugar la i magen de la mari na argentina
y por ex te nsión de todas las fuerzas armadas.
El predio de la ESMA de 14 hectá reas y media (o más, según las fuentes)
está poblado de ár boles c ente narios, de una treinte na de edificios y de un
campo depor tivo. En este es pacio , que fue ocupado por el Ministe rio de la
Marina desde 1924 hasta el 2004, se levantaron taller es, escuelas, oficinas,
casas, piscinas, una enferme ría y una panadería. Estas infraestructuras
testimonian la existencia d e una micr o -socied ad organizada. Duran te oc henta
133
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años, miembr os de la Marina de tod os gr ados y edades f recue ntar on la
institución. Diariame nte puede habe r tenid o una cir culación de miles de
pers onas. De ahí, el sentido de per te nencia y de identificación d e la Marina
argentina a la ESMA.
Las nume rosas inf raestructuras, la gra n superficie d el predio y e l
númer o importa nte d e personas que convivían en el reci nto de f or ma diaria
sugerían la fuerza de la Marina. De la ESMA se despre ndía una impr esión d e
grandeza, de fuerza y de prestigio. El edifi cio de entrada, el pabellón princi pal
de la ESMA, evocaba por sí mismo estas caracte rísticas con su altura, su
blancura y sus impone ntes c olumnas. Siend o además, este pa bellón el emblema
de la institución.
El hecho de conocer la existencia de un campo d e conce ntración e n
este es pacio de r ecti tud, grandeza y de orgullo marcó el nacimiento d e una
lucha de significados. Si bien puede ser difícil conce bir que los lugares puedan
expr esar una me moria por sí mismos (porque ésta existe difícilme nte sin l os
human os que la mantienen), l os lugares pos een, sin e mbargo, una historia.
Contar la historia del campo de conce ntración de la ESM A es posi ble gracias a
la voluntad de los y las que denunciaron los c rímenes pe rpetrados ahí durante
la dictadura y que exigieron el fin de la impunidad. Así, el conocimiento d el
funcionamie nto de la ESMA durante la dictadura es la expresión de una
memoria de la r epresión que está asociada d e mane ra muy fundame ntal a la
voluntad de sacar a la luz las atrocidades per petradas por las fue rzas armadas.
Esta historia que no se ría posible sin la voluntad de memoria de los
sobr evivientes, de los ser es queridos de los desa parecid os y de las
organizaciones de d efensa de los de rec hos humanos, c ontribuy e a forma r el
sentido atribuido al pasado, a eso que llamamos memoria.
El centro de detención ilegal de la ESMA fue acondicionado e n el
edificio donde alojaban los oficiales de la marina. Entre 1975 y 1983, 5000
pers onas fueron secuestradas y tor turadas en este ce ntr o; la mayoría no
volvieron a ser vistas. El casino de oficiales se ubica en la extremidad oeste d el
predi o de la ESMA. Fr ente a la fuerza, a la grandeza, a la rectitud del predio de
la ESMA y de su pabellón principal, la falta de aire y las luces prendidas 24
horas en el sótano del casin o de oficiales, (d onde los detenid os -desapa recidos
eran llevados cuando llegaban a la ESMA), las salas de tor tura con su
mobiliario simple (cama d e hier ro para la víctima, silla para el verdugo, un
enc hufe para la picana), el gran frío en invierno y el air e irrespirable e n verano
del altillo donde las víctimas perma necían ac ostadas con grilletes en los pies,
sin posibilidad de ver de bido a la capucha que les obligaban a llevar, el
“cuarto de embarazadas” donde de te nidas -des aparecidas daban a luz antes de
que sus bebes fuesen apr opiados por el régimen, el “pañol” donde se
acumulaban los bienes robados a los desa parecid os y la “puerta de los
traslados” que atravesaban cada semana las pers onas que iban a ser tiradas
vivas al río desde un avión de la marina.
Además de su vida propia, estas habitaciones y otros as pec tos mate riales
del casino de oficiales conocie ron una suer te de vida virtual. Hasta el 2007, no
fue posible ver las instalaciones, per o se sabía de su existencia y se sabía de la
mane ra especial en la que se las nombraba (c apucha, ca puchita, pañol, pece ra,
134
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huevera). Du rante años, las habitaciones del casino de oficiales fueron
accesibles a través del imaginario y gracias a testimonios y d enuncias de lo que
pasaba y había pasado en la ESMA. La lucha e ntre los dos significados (ESMA ,
símbolo del ter rorismo de estad o y la ESM A, represe ntación d el honor militar )
tenía lugar en el conte xto de una lucha más gene ral donde se conf ronta ban los
que denunciaban las violaciones de derec hos humanos y reclamaban v erdad y
justicia y las fuerzas armadas, quienes afirmaban que el país estaba en guerra y
negaban las atrocidades de las cuales eran acusados.
Las re novaciones del casino de oficiales previas a la visita de la
Comisión Inte rame ricana de Derec hos Humanos (CI DH ) en 1979 son una clara
manifestación de la voluntad, por pa rte d e la marina, de silenciar lo que
pasaba. C omo se pud o c ompr oba r gracias a diferentes planos del casino d e
oficiales elaborados por la Asociación de Ex De tenid os - Desapar ecidos, el
sótano fue comple tame nte tra nsfor mado antes de la visita: el acceso a la
escalera que las víctimas utilizaban para subir desde el sóta no al altillo fue
bloqueado y las salas de tortura del sóta no desaparecie ron para dar paso a
habitaciones d edicadas al trabajo de los marinos y su r ecr eación. Aunque es os
cambios podían s ocavar la credibilidad de los sobr evivientes que declararon
ante la CIDH, el obje tivo era ocultar el secuestr o, la tortura y la exter minación
de los dete nidos -d esapare cidos. Ade más de borra r las h uellas materiales de la
existencia del campo, los marinos llevaron la mayoría de los s ecuestrados a una
isla en el río Tigre. Los que se quedaron en la ESMA durante la visita fueron
disfrazados de marinos. T od o estaba pensa ndo para pr otege r a los miembr os de
la marina ante posi bles re cursos judiciales, pe ro el silencio y la mentira
per mitían también a los mari nos no pe rde r totalmente el control sobre lo que
represe ntaba la ES MA, y e n c onse cuencia lo que repr esentaba la dictadura. La
prese ncia de un campo de conce ntración de ntro de la ESMA c ontrad ecía la
imagen de grandeza del predio y de guerra justa.
Aunque poc o a poco fue siend o más c onocido que un campo d e
concentraci ón funci onaba y había funcionad o en la ESMA, el c ontr ol de la
marina sobr e el predio era una ventaja en l a guerra de significados. Así al
menos, el símbolo de grandeza no esta ba de bilitado en el inte rior. Durante y
después de la dictadura, la principal arma de la marina en esta lucha era
pr oseguir con las actividades “normales” de la ESMA. La vida regulada de la
ESMA, las levantadas de la bandera argentina, las ceremonias militares, la
continuación de las actividades de enseñanza evocaban el ord en y la disciplina
que están atri buidos gene ralmente a las fuerzas armadas. Prosiguiendo sus
actividades como si la dic tadura no hubie ra existido, la ma rina afirma ba su
voluntad de silenciar las atrocidades que ella misma había perpetrado y
alimentaba la imagen de infalibilidad que deseaba pr oyec tar.
En varias ocasiones después d el inicio d e la transic ión hacia la
democracia e n 1983, manifestaciones que de nunciaban la dictadura tuvieron
lugar en las inmediaciones de la ESMA. I mpasible, la marina mantuvo sus
actividades hasta 2004. Ese mismo año, el preside nte Kirchne r anunció la
retroc esión de la ESMA a la ciudad de Buenos Aires y al poder ejecu tivo
nacional. Junto con las organizaciones de def ensa de los dere chos humanos se
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decidió transf or mar la ins titución e n Es pacio pa ra la Me moria y para la
Promoción y la Defensa de los Dere chos Humanos.
Durante l a cer emonia del 24 de marz o de 20 04, la multitud se adentr ó
en el recinto de la ES MA (aunque lo previsto era que solo los fir mantes d el
acta de re tr ocesión estarían de ntr o de las r ejas) dand o la impresión de que la
población tomaba posesión del lugar y que en adelante sería la res ponsable d e
su significado. La disputa por el sentido d e la ESMA se pare cía a una lucha por
el ter ritorio. La fac hada muy mediatizada del pabellón central llevaría en
adelante una larga bandera sobre la cual se leía “Espacio para la Memoria y
para la Pr omoción y la Defensa d e los De rec hos Hu manos.” Como si de una
bande ra fijada en un te rritori o c onquistado se tratase, ésta simbolizaba el
cambio de guardia en la ESMA. Eventualmente, las habitaci ones y otras par tes
del casino de ofi ciales fueron identificadas con letrer os que explicaban cuál
había sido su uso durante la dictadura. Así el c ontr ol (compa rtido c on el
gobier no) sobre el predio per mitió a las organizaciones de der ec hos huma nos
anclar su interpretaci ón del pasado.
Elizabeth Jelin s ostiene que las luchas de memorias son verdade ras luchas
políticas (Jelin, 2002). Son libradas e n e l espacio público porque sus
portavoc es o sus “empresari os” (como los llaman Michael Pollack y Elizabeth
Jelin) (P ollack,1993 y Jelin, 2002) desea n verl as compar tidas cada día por más
pers onas. De esta f or ma, puede aumentar s u influencia y la posibilidad de
verlas crear u n impacto s obre el prese nte . Observamos que esas luchas puede n
echar raíces en lo material y que es e material se puede volver en una
her ramienta de ntro d el conte xto de la lucha. La toma d e la ESMA por el estad o
argentino apoyado por las organizaciones de d efensa de de rec hos hu manos di o
mucha fuerza, al menos simbólicame nte, al movimiento que reclamaba justicia
y verdad sobre el pasa do. Muchas raz ones ex plican por qué se eligió la ESMA
(y no otr os ex - campos de c oncentraci ón) par a establece r el “Espacio para la
memoria”. Una de ellas podría ser el deseo de ver hundirse el símbolo de
orgullo y de pr estigio, construido sobre el silencio y la me nti ra de la marina,
que fue la ESMA. Retomar la grandeza de la marina pa ra dar paso al símbolo
oficial del terrorismo de estado le dio a éste una fuerza evocadora
incompara ble (Dugal, 2010). Con el desalojo de la marina, se firmó el r echaz o
estatal de su inter pr etación del pasado. Marca ndo así una ruptura histórica, la
recupe ración y la transformaci ón d e la ESMA pueden haber c onvencid o a más
gente de la necesidad de buscar la verdad y la justicia.
James Y oung afirma que los sitios de me mori a existen para que la gente
pueda descargarse de su obligación de rec ord ar en ellos (Y oung, 1993). Opino
que este argumento no es válido en el caso de la ESMA ya que su
transf or mación en un “Espaci o pa ra la memoria” no era el fin último de la
lucha conducida por la s organizaciones de de fensa de los de rec hos humanos ,
los sobrevivientes de la dictadura y los familiares de los d esapare cidos. El fin
sigue siendo la justicia y la verdad. Con sitios de memoria o sin ellos, sin
justicia no se acabará la memoria. Además, l a naturaleza misma del “Espacio
para la memoria” que acoge en su seno grupos de pe rsonas que sufrieron la
dictadura y organizaciones de d efensa de l os d erec hos humanos lo distingue de
otros sitios d e memoria. La prese ncia de estos “empresari os” de la memori a
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dentro del sitio de memoria hace pensar que se puede mante ner viva la
memoria. Per o como otras me morias oficiales, aquella que está promovida por
el espacio puede contribuir a negar memorias locales y relatos alter nativos.
Bibliografía
Dugal, Marie-Christine . “De camp de c oncentration à lieu de mé moir e: l‟Éc ole
de Mécanique de la Marine (ESMA) e n Arge ntine”, Amerika [En línea], 3 |
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Jelin, Elizabeth. Lo s trabajos de la memoria . Madrid, Siglo XXI de Espa ña
Editores, Social Science Resear ch C ouncil , 2002.
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campo en construcción. Buenos Aires, Paidós, 2007, 307 -340.
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Young, Ja mes. “Écri re le monument: site, mémoir e, c ritique”, Annales ESC ,
mayo -junio 1993(a), 3, 729 -743
Young, James. The Texture o f Memory. New Haven y Londres, Yale University
Press, 1993.
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¿ES POSIBL E REMEMORAR E N EL MUSE O? LA RELAC IÓN E NTRE
RECUERDO Y MIRADA E N LOS MUSEOS DE INGENIERO WHITE
María Guillermina Fressoli
Mae strí a e n Soc i ol ogí a de l a C ul tu ra y Anál i si s C u l tu ral . Insti tu to de Al tos
E stu di os Soc i al e s. U ni ve rsi dad Nac i onal de San Martí n. Añ o de def e nsa: 2 0 1 1
Hacia la construcción de una museog rafía crítica: la articulación de la
memoria y los regímenes de se nsibilidad.
Intro ducción
Esta tesis indaga en tor no a las estrategias desarrolladas en las formas de
dar a ver el mund o por dos museos munici pales ubicados en la localidad de
Ingenie ro Whi te, Pr ovincia de Buenos Aires: el Museo del Pu erto, dedicado a la
inmigración, cos tumbres y vida cotidiana del pueblo, y el Museo Taller Ferr owhite
que versa sobre el vaciamiento del mu ndo d el tra bajo dura nte los a ños „90.
Este trabajo se realizó pr estand o es pecial ate nción en torno a las modalidades
en que dentr o de es tos museos se ar ti culan perc epci ón, me moria y
conocimie nto. A partir d e allí se estableció que el mod o en que ambos museos
recupe ran la materialidad en la reflexión sobre el pasado ofrec e saberes
prác ticos r elacionados con la construcci ón d e model os crític os de museografía,
avocados a la reflexión c olectiva sobre un pasado común d entr o de u n te rr eno
inestable que pr omueve, a su vez, un ejercici o de d eliberaci ón constante en la
arena pública.
El desarrollo del problema
El pr oble ma de mi tesis se consti tuyó en torno a cuestionamie ntos
iníciales sobre las cualidades y articulación que adquiere la tríada memoria,
conocimie nto y pe rce pción en el marc o de la experiencia artística.
Particularmente es de mi inte rés es tudiar las especi ficidades que esa tríada articuladas al problema de la mirada - pued en provee r pa ra pe nsar algunos
mate riales de la cultura relacionados con la construc ción de la memoria.
En ese mar co la figura del museo me pr oveyó de un obje to de trabajo que
per mitía c onfluir la ar ticulación de lo a rtísti co y lo cultural en la reflexi ón
sobr e la memoria. Ya que por un lado estas instituciones deviene n en la
conte mpora neidad órganos sustanciales de una cultura de la memoria en
expansión; y por otro, al ser dispositivos de mos tración, comprome te n
estrategias que afectan al proble ma artístico si n llegar por eso a constituirse en
obras de arte, pe ro sí establecie ndo un dialogo en torno a lo sensible.
La selección de l os museos a estudiar par tió de la observación (a través
de autor es que tra bajan el te ma) d e que la industria cultural ejerce un d escuido
sobr e la mate rialidad por efe cto de la lógica de espec tacularización y/ o
merca ntilización que la constituye. Este pr oble ma se refere ncia específicame nte
a una forma de perc epci ó n homogeneizada que obse rva el museo como gra n
almacén dejand o afuera cuestiones como las siguientes: qué tipo de
espec tadores asisten a un museo; c ómo el mus eo se r elaciona c on el siste ma de
mirada de un es pacio- tiempo espe cifico; qué ti pos de mate riales son mos trados
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y cómo de be n pensars e e n relación a su singularidad; cómo es posible
pr omover lo que Huyssen llama el valor anamnésico de los objetos; qué
cor poralidades compone n las perf oma nces requeridas por las diferentes
pr opuestas, qué te nsiones y dislo caciones promueve en la construcción d e
sentido y/o e n r elación a la recuperación del pasado las diferentes estrategias
de mos traci ón, etc. Cuestiones, todas, que d efinen el campo de ac ción d e la
institución museística y que dentr o de lo q ue Stoiquita deno mina como el
museo- carr efour apare cen negadas.
Frente a dicho pr oble ma el caso de los museos de Ingenie ro White es de
particular interés e n ta nto estas insti tuciones manifiestan la recuperación de la
mate rialidad y una reflexividad sobre la misma que es u tilizada en la definición
de sus programas. E n virtud de es ta caracterís tica mi tra bajo de tesis c onsidera
los casos seleccionados se constituy en en modelos de una museografía crítica.
En ta nto, al recuperar la materia, sus accidentes y el devenir al que t od o
cuerpo es tá sujeto e n el mund o, estos muse os de be n redefini rse
cons tantemente. Es to les pe rmite relaciona rse y actuar en su entor no, a través
de un dens o trabajo sobr e las transf or macione s de la cultura y el espacio en el
que se insertan.
La recupe raci ón de la mate rialidad se realiza a través de un trabajo c on la
mirada que se prese nta c omo ineludible. Las disputa de los museos d e
Ingenie ro White c on el avasallamiento de la corporeidad afe ctada por el avance
del puerto autónomo 86 compromete, en un primer momento, una instancia
deconstructiva en la que se debe lidiar con un modelo de visión domina nte; y,
en una segunda ins tancia, una eta pa constructiva en la que se propone u n
nuevo ejercicio del ver destinad o a recuperar lo accidental y conti ngente del
mundo, ca racte rística que a su vez genera el desplazamiento c ons tante del
mirar. En es te sistema de trabajo que recu pera la vida material, esta tesis
encuentra, se ma nifiestan r estos de lo a rtístic o que en te nsión con lo cultural
pueden ofr ecer res puestas n ovedosas pa ra pe nsar modelos museográficos que
puedan relacionarse crítica mente c on su espacio de acción.
El desarrollo
El prime r trabajo impor tante que estos muse os realizan se relaciona c on
una mirada sobre su espacio de acción, que en el caso de White diagnostica un
ter rible proc eso de “conta minación de la visión” a través del devenir del
desarrollo por tuario que fue antagónico al desarrollo de la localidad.
Antagonismo que se traduce e n un fuerte sentimiento melanc ólico que preg na
La au tonomi zac i ón de l P u e rto de Inge nie ro W hi te e s e l pu nto c ul mi ne de u na
transf or mac i ón e c onómi c a q u e i nc i di ó drásti c amente sobre l as prác ti c as y f i sonomí a
Inge ni e ro Whi te . E ntre e sto s c ambi o s e s posi bl e me nc i onar l a di smi nu c i ón de l a
pobl ac i ón de bi do a q u e el mode l o de pue rto au tóno mo re q u ie re m e nos pu e stos de
trabaj o, e l de te ri oro de l me di o ambi e nte qu e i nc i de e n l os c ambi os de l a die ta y e n l a
pe rdi da de e spac i os de e sparc i mi e nto re l ac i onados c o n e l u so de l mar hoy
u su f ruc tu ado e xcl u si v ame nte por e mpre sas mu l ti nac i onal e s y e l pol o pe troq u í mi c o, l a
v u l ne rabi l i dad a l a qu e e stán e xpu e stos l os habi tante s de Whi te y a se a por e l
se di me nto de l c e re al si e mpre pre se nte e n e l ai re y l os ri e sgos de e sc ape s o
e xpl osi one s e n e l pol o.
86
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la visión whitense y e n relación a la cual ambos museos definen y des plazan sus
pr ogramas. A pa rtir de dar cuenta de cómo la tra nsformación portuaria incide
en la tra nsformación de l os cuer pos y el le nguaje, estos museos avocan el
diseño de sus pr ogramas a la discusión sobre la administración del espaci o y
tiempo. E n dicho trabajo se produce la puesta en cuestión de la forma e n que
memoria, pe rce pción y c onocimie nto se artic ulan dentr o un modelo de visión
domina nte .
El modelo c rítico de es tos muse os tal como fue establecido e n mi tesis se
trama en u n sistema pe ndular donde la mirada se te nsiona entr e d os ex tre mos .
Toma ndo a Be rgson, estos pod rían definirse c omo el extremo en que pri ma un
sistema de ide ntificación y otro signado por la lógica de la duración 87. Entre
esos extre mos y sus gradientes, las diferentes acciones del museo buscan
reponer una te mporalidad anulada en el prime r ex tre mo a través del ingres o de
lo estétic o en su trabajo.
En relación al pri mer polo del pé ndulo, d onde la compre nsión del mund o
se ejerce c omo un pr ocedi miento automá tico dictado por una c onve nción que
ha bor rado su carácte r arbitra rio, el pr ograma del museo se dirige a perturbar
formas d e apr ehe nsión del mund o es tablecida s a través de la dislocación d e la
mirada. Tal es el objeto d e la singularidad de los siste mas de mos traci ón que
exhibe n, que en el caso del Museo del Puerto se definió como inme rsión/
rec hazo y en el caso de F er rowhi te c omo restricción/ expa nsión. Estos
sistemas establec en un obs táculo sobre las formas usuales de compre nde r el
mundo pe rtu rbánd olas e i mponie ndo nuevas, en tal sentido buscan molestar la
melanc olía como impedime nto de nuevos predicados.
Este dialogo sobre la visión que el muse o es tablece con su c omunidad no
es un dialogo ameno sino que se desarr olla con tensiones que el museo se
dispone a negociar y res olver e ntre su inte nci onalidad y las de quienes habitan
en White. Allí se manifiesta una te nsión entre lo que aquí se considera un res to
de lo ar tístico y lo cultural. T oma ndo a mod o de eje mpl o el caso del Museo
Ferr owhi te , en relación a lo ar tístico puede me ncionarse la voluntad d e
desplazar la mirada al reconoci miento e n el espacio fabril del museo c omo
testimoni o del proc eso vaciamiento de los a ños 90; y en r elación a lo cultural,
el impulso a la nostalgia y la evocaci ón de quienes conocier on ese es pacio
activo y se resisten al vacio radical.
En esa discusión las caracterizaciones del régimen de ide ntificación
comie nzan a se r pues tas en crisis. Esto es: la memoria c ompre ndida como
patrimonio del pasado estable ; la per ce pción dominada por un sistema visual
que requiere un régimen de adaptabilidad cons tante que no repa ra en los
accidentes; y el conocimiento c omo sistema explicativo, en que se establece
una escisión clara, y sin sinuosidades, entre sujeto y obje to. A través de la
mirada pr opuesta por los museos estas moda lidades son puestas en cuesti ón
E ntre e sos e xt re mos e s po si bl e di stri bu i r l o s di f e re nte s c onc e ptos a nal í ti c os
u ti l i zados e n e sta te si s: mu se o/c ol e c ci oni smo e n Be nj ami n; c u ri osi dad y asombro e n
He i degge r, ne mne y ananme si s e n Ri c ou e r, l a di sc u si ón e ntre e rl e bni s y e rf ahru ng,
e ntre otros.
87
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para dar lugar a la evaluación y aper tura del mundo a través de la re cupera ción
de las singularidades que se manifiestan en cad a experie ncia.
La acción transf or madora del tiem po sucedié ndose se advierte a través de
la impor tancia que adquiere el conce pto de tr abajo en la estructura pr opues tas
por los museos: tra bajo del re cuerd o y trabaj o de la mirada aconte cen en un
tiempo que transcur re atento a la c ontinge ncia del mund o. Y que si bien
comie nzan a estar prese ntes en la per turba ción inicial, se manifiestan de modo
aún más evidente en los espacio del museo en los que la mirada deviene evento
o acción prolongada. La eventualidad de una caminata, un almuerzo o una
fiesta, deviene n espaci os en l os que el museo i nte nsifica su acción de escucha y
dond e, junto al resto d e los miembr os d e la c omunidad, la mirada es delibe rada
en un acto que confr onta mate rialidades: el maíz que cae de los camiones
camino al puer to, la fuer te pr esencia d el pes c ado e n la dieta y las dificultades
oficio de la pesca hoy, la perdida de balnea rios comunita rios y el acceso al mar,
las margaritas que dejaron de crec er como ante s luego de los escapes de cloro.
Aquí la mirada abandona el esce nario de disputa que el museo establece
en un primer momento ya no es un juego d onde se te nsiona lo que se desea a
ver y lo que el museo da ver, si no que la mir ada indaga con mayor libe rtad y
amplia su modalidad de acción incorpora ndo e l caminar, el come r, el respira r o
el hace r. Es e n es te plano d ond e el museo r ecobra una vitalidad avasallada y
visibiliza los espacios de supe rvivencia frente a un d estino ine xorable. La
per cepción a mplía aún más sus sentidos e n la conside ración de la grasa, su olor
y textura, o los sedimentos d el cereal en el aire.
Fuera del impulso inicial que molesta los presupuestos esta blecidos se
ofrec en espacios de ind ete rmina ción donde l as ruinas y los fragme ntos son
ofrecid os al advenimiento de predicad os noved osos. De es te mod o la
represe ntación es tabl e d el mund o es re emplazada por la imagen incomple ta que
ofrec e el fragmento, la ruina y que también caracte riza a lenguaje poétic o.
Estos últimos adquieren dentr o del sistema cr eado por el museo una vitalidad
que los desplaza hacia el siguiente extre mo del péndulo, e n el que memoria,
per cepción y conocimiento devienen orgánicos e inestables a partir del ingreso
del tiempo y c on él del accidente. En es te extr emo la memoria se abre el
pasado a través de sujetos y te mporalidades diversas, en la perc epci ón s e
pr oduce un entre cruzamiento entr e campo visual y mundo visual que reclama
una mirada más atenta sobre el mund o y el conoci miento se carac teriza por un
ingreso de la multiplicidad que desvanece el quiebre entr e sujeto obje to
pr opiciand o un acto de escuc ha so br e la mater ialidad del mundo.
Conclusio nes
Dentr o es te sistema y en discusión c on los pr oble mas que pres enta el
avance de la industria cultural, esta tesis demuestra, es fundamental considera r
la noción del museo como meme nto mori. Fuera de la pretensió n de ete rnidad
estos museos recupe ran el cuer po y la mate rialidad principalme nte a par tir d e
la consideración de la muerte manifiesta de modo ter rible en el destino
inexorable del puer to. En ese es pacio de de rr ota la recuperación del cuer po, las
mate rialidades del entor no y su carácte r pe rec eder o, implica para los miembr os
de esta comunidad - en pe rpe tua ame naza -, la recupe ración de espacios de
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supervivencia donde la experie ncia se trama e n la posibilidad de volver a decir
y actuar en la arena pública. En se mejante ta rea la atención sobre lo es té tico,
que permite recuperar el trabajo c on las materialidades y la utilización de la
ruina o l o poé tico como espa cios de inde ter mi nación, se vuelve sustancial pa ra
que los individuos puedan recuperar su capa cidad de a cción sobr e el mund o,
manifiesta entre otras cosas en los nuevos pre dicados que el pasado adquiere.
Así esta tesis establece - y he aquí su principal apor te para la reflexión en
torno a sabe res práctic os que puedan s er impleme ntad os e n la museografía y
espacios de gestión de es pacios de memoria - el museo adquiere su carácter
crítico por un sistema de acción que se propone c omo r ecupe ración consta nte
de una materialidad avasallada y en tra nsfor mación. Por ello, su función se
define en una discusión en tor no a lo sensible que encuentra en la mirada una
modalidad de discusión e intervención sobr e los regímenes de sensi bilidad
conte mporá nea. Finalme nte el des pliegue de d ichos siste ma de acción sobr e un
organismo vivo define a es tos museos como un espacio de escuc ha d entr o d el
cual devienen críticos pese a sí mismos, en tanto los sentid os que emerge n no
están siempre bajo su regulación.
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POLÍTI CAS DE LA ME MORIA Y CO NST RUCCIÓN DE MEMORI A
SOCIAL : ACO NTE CIM IENTOS, A CTORES Y MARC AS DE LUGAR.
EL CASO DEL EX CE NTRO CLAN DES TINO DE DETE NCIÓ N
„OLIMPO‟
Luciana Messina
Doc torad o e n A ntro pol ogí a. F ac u l tad de F i l osof í a y Le tras. U ni v e rsi dad
Nac i onal de Bu e nos Ai re . Año de def e nsa: 2 01 1
I
En es ta investigación me pr opuse pr oblematizar y a nalizar las
modalidades de articulación entr e las política s de la memoria y los lugares de
memoria en los pr oces os de construcción de memoria social sobre el
ter rorismo de Es tado e n Arge nti na. Memoria social, políticas de la memoria y
lugares de memoria ha n operad o, entonces , como conce ptos orde nador es
básicos (Saltalamacc hia, 1992) . El foco d e la investigación es tuvo puesto e n
analizar la política de la memoria vinculada al ex centr o clandes tino de
dete nción conocid o como “Olimpo”.
En la tesis se rec orr en dos ejes fundamentales. El prime ro está
cons tituido por el análisis del proceso político y so cial que dio lugar a la
emerge ncia y al despliegue de un pr ograma i nstitucional de memoria en el ex
centr o cland estino d e de te nción “Olimpo”. P ara dicho análisis, he ce ntrado la
atenci ón e n la reconstru cción etnográfica d e la trama de actores que han
impulsado y han par ticipado activame nte e n la c onc reci ón del prog rama,
haciend o f oco e n las disputas de s entido q ue se pusieron e n juego en los
debates y discusiones durante sus primer os a ños d e su desar roll o (2004 -2007)
(Capítulos 3 y4).
El segundo eje está centrado e n la problematiz ación de lo que constituy e
un aspecto espe cífico de dicho pr ograma de memoria, esto es, la dimensión de
lugar. En este sentid o, en la tesis describo las distintas interve nciones
mate riales sobre el predi o y las modalidades de apropiación por pa rte d e
diferentes actor es sociales. La pregunta que articula este eje indaga los modos
en que se entr elazan las marcas te rritoriales y los usos del lugar e n la
cons trucci ón de un relato te n diente a la tra nsmisión del pasado re ciente de
ter rorismo d e Estad o y, es pecíficame nte , de la experie ncia conce ntraciona ria
(Capítulos 5 y 6).
Toma r como obje to de análisis las políticas de memoria en relación al
ter rorismo de Es tado supuso, por un lad o, r eflexionar en tor no al obje to
mismo que da lugar a esas políticas –la memor ia social – y, por otr o, indagar en
torno al pasado al que hacen refe rencia, o, mejor dic ho, en torno a las distintas
pers pec tivas que a lo largo de 30 años han configurado disti ntas memorias
sobr e ese pasado. En es te se ntido, he recuperado las pr opues tas teóricas de
una variedad de autores que, de una u otra forma, ha n contribuido a la
conf or mación de un campo de estudios ar ticulado en tor no del concepto d e
memoria social. Las premis as de Halbwachs en tor no a qué es y c ómo se
cons truye la me moria colec tiva han se ntad o las bases pa ra estudios pos teri ores ,
dond e la me moria no es ya c onc ebida c omo el revivir individual de una
expe riencia pasada que se conserva en es tado puro e inmutable, sino como
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
obje to de disputas entr e difere ntes actores sociales en tor no al sentid o del
pasado. Por ello, la me moria se dice siempre en plural y. l os cambios e n los
regímenes de la memoria guardan una estre c ha vinculación con la coyuntu ra
política y social . Con el fin de reflexiona r en tor no a las memorias de la
política, he r ecupe rado u na pe riodización que da cuenta d e la historicidad de
las perspectivas desde las cuales se inter pela e l pasado, pe rspec tivas que se ha n
ido modificando a través de los distin tos “ pr esentes políticos”. Asimismo, me
he inter esado e n analizar las modalidades en que se anudan, e n es tas
pers pec tivas, las concepciones e n torno a la política y la violencia (Capí tulos 1
y 2).
II
La investigación supuso una prol ongada expe riencia de tra bajo de camp o
que comenz ó a fines de 2004. El trabajo de campo inte nsivo lo realicé e ntre
abril de 2005 y diciembre de 2007 y consistió, fundamentalme nte , en la
realización de obse rvación pa rticipa nte e n las reuniones que comenzar on a
realizarse en el g obierno de la ciudad de Buenos Aires a fines de 2004, luego de
la firma del acuer do de tras paso del predio del ex “Olimpo” de Nación a
Ciudad. La observación par ticipante e n esas reuniones quincenales me pe rmiti ó
ir empezand o a c onoce r y c ons truir el mapa d e los ac tores intervinie ntes en el
pr ograma del ex “Olimpo”. A demás, realic é entr evistas en profundidad a
algunos de los actores clave que participaban e n esas reuniones .
Quisiera reflexiona r muy breve mente s obre algunos aspec tos del trabaj o
de campo, es pecialmente, e n tor no a la prác tica de observación par ticipante.
Cuando comencé el trabajo de campo, el pr oceso de c ons titución del ex
“Olimpo” en un lugar de memoria estaba a penas comenzando. Ade ntrase a
indagar un proceso s ocial y político e n el mome nto e n que se está
cons tituye ndo e n ta nto tal tie ne sus ventajas y sus desventajas. A lo largo de
ese tiempo, fuer on muchas las marc has y contr amarchas, las dudas, los titubeos
y las tensiones e n la prá ctica de i nvestigación. Si bien a mediados del 2004 ya
había realizado algunas entrevistas exploratori as, el momento de “e ntrada” a lo
que –por efec to de r etroversi ón – se consti tuyó en mi campo de investigación
tuvo lugar a pri ncipios de abril del 2005, cuando, e n un eve nto organizado por
Abuelas, conocí a famil iar de desaparecid os del “Olimpo” que me invitó a
participa r e n una reuni ón en la sede en el gobi erno de la ciudad. Esa invitación
cons tituyó la vía de acceso a lo que se convertiría, a partir de allí, en el ámbito
privilegiado para desar rollar la prác tica d e observación par ticipante: la
comisión de trabajo, deve nida luego en Me sa de Trabajo y C onse nso del
pr ograma del ex “Olimpo”. Toda la prime ra etapa del trabajo de ca mpo fue
jugosa en anécdotas y situaciones de las más variadas. Todo era nuevo, un
mundo de relaciones se abría a mis ojos de observadora. C ome ncé poco a poco
a conocer a los difer entes actores s ociales, a mante ne r conversaciones
infor males con ellos, a conjetura r hipótesis sobre las diferencias que animaban
las discusiones. Sin embargo, u na d e dificultades mayor es te nía que ver
justamente con mi posición de obse rvadora; una cuestión que, de manera más
general, se ligaba con los mod os e n que me “ autorizaba” como investigadora.
Lo que se ponía en juego era cómo obse rvar, de qué forma participa r en el
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espacio, c ómo involucrar me. P odría resumirl o con el siguiente inte rr ogante:
¿cómo c ons tituirme e n obse rvadora en un espacio atravesado por un alto grad o
de conflictividad entre los actores s ociales inte rvinientes? Dura nte los
prime ros meses me preocu paba mante ner un semblante que no mos trara más
simpatías con unos actores que con otros , porque, dado el nivel de disputas
entre ellos, te ner mucha afinidad c on unos podía significar ganarse la
ene mistad de otros. Si bien no e ncontré una respuesta unívoca para todas las
circunsta ncias, en la may oría de las r eunione s opté por no interve nir e n las
discusiones y participar sól o obs ervand o.
III
Como parte del prime r eje que se ñalé al comienz o, r ealicé la
rec onstrucción del pr ograma de me moria del ex “Olimpo” a partir de te ner e n
cuenta dos niveles de análisis de las políticas de la memoria: como pro ceso s
social es d e larga duración e n el que se articulan expe riencias, de bates , prácticas,
etc. d e diverso ord en, que van c onfigurand o nar rativas en torno al pasado
reciente; y c omo cur so s de acción insti tucional (Besse, 2007). Partí d el supuesto
de que las políticas de me moria vinculadas a los crí menes del ter rorismo de
Estado re conoc en c omo ante cede nte general a las experie ncias de movilización
social llevadas adela nte, fundamentalmente, por los organismos de der echos
humanos para obte ne r verdad y justicia desde fines de la dictadura. Ahora bien,
una de mis preguntas centrales e ra: ¿por qué e l ex “Olimpo” c ons tituye uno de
los pocos ex ce ntros clandes tinos “recu pera d os” en los que actualmente se
despliega una política de memoria? Una primer a reflexión que surge del análisis
prese ntad o e n la tesis sugiere que no se trata de un hec ho azar oso sino que se
asienta sobr e una se rie d e fe nóme nos que, por haber contribuido a i ncr eme ntar
su visibilidad e inscripción social como c e ntro clandes tino de dete nción,
pudieron ha ber operad o c omo condiciones d e la emerge ncia del progra ma de
memoria. Funda mentalme nte , me refie ro a la participaci ón ac tiva de distintos
actores sociales y po lític os e n tor no a la “r ecuperaci ón” del predi o, que se
combinó en la puesta en marc ha de distintas estrategias que incluyeron desde
movilizaciones hasta prese ntaciones de pr oye ctos de ley . Per o también, a la
incor poración de la problemática de la memoria social dentro de la agenda de
gobier no naci onal y municipal.
Una de las cuestiones que consider o r elevante destacar es que l os actor es
social es del programa del ex “Olimpo” se fuer on con stituyendo en las mismas prácticas de
“recupera ción” del predio, prác ticas que lo singularizan como lugar de memoria.
Más allá de la (obvia) pr eexiste ncia de los or ganismos de der echos huma nos,
las organizaciones vecinales, los sobrevivientes y familiares, lo que los
cons tituyó como ac tores sociales de la política de me mori a del ex “Olimpo”
fueron esas prácticas d e “recu peraci ón”. En este sentido, l os actor es y sus
posiciones se fueron cons truye nd o, en pa rte , en las reuniones quincenales de
discusión en tor no al proyec to para el ex “Olimpo”. En función d e esto
adquiere senti do que, por ejemplo, u n mismo organismo haya sos tenid o una
posición en el ex “Olimpo” y otra diferente en, por eje mplo, la ex Esma. Desde
mi pers pec tiva, esto no supone una postura c ontradictoria sino que da cuenta
de cómo son los espacios de partici pación (su conformaci ón, diná mica y
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
obje tivos) y las prác ticas que en ellos se articulan los que configuran la
singularidad de cada caso.
He propuesto también que la política de memoria desplegada en el ex
“Olimpo” se fue institucionalizando de mane ra pr ogresiv a; es decir, que se
pr odujo un pasaje progresivo d e te nsiones y e nfre nta mientos a la constitución
de formas organizativas de carácter institucional. En la tesis describo c ómo los
actores sociales que conforma ban la M esa del ex “Olimpo” fue ron
cons truye ndo mecanismos organizativos que les permi tier on ir canalizando las
tensiones y los e nfre nta mientos que primar on e n una primera eta pa (por
ejemplo, la construcción de un reglame nto interno que regulara y legitimara su
funcionamie nto y las decisiones que allí s e tomara n). Los lazos de c onfianza
política que dichos actor es fueron c ons truye ndo a partir de la experie ncia de
trabajar conjuntamente dura nte varios años f ueron fundame ntales para que el
pr ograma conti nuara aun en pe ríod os de adversidad política. Esta pr ogresiva
institucionalización también se ex pr esó en el alejamiento de algunos actores
sociales (es pecialmente de u na de las or ganizaciones vecinales) que no
acordaba n c on la participa ción del Estad o en la gestión del predi o y del
pr ograma de me moria.
Con r espe cto a la dinámica de la comisión, el imperativo del consenso fue
un orde nador de los mod os de discutir y de toma r decisiones; es decir, de
cómo se iban a dar los términos del debate . Se trató de una modalidad de
trabajo no sólo impulsada desde el gobi erno d e la ciudad sino también ace ptada
por el resto de los actores intervinie ntes. E n e se sentido, el cons enso funcionó
como una suerte de se ntido c omún c ompartid o por los actores. Más allá de la
complejidad misma del concepto (y de sus implicancias teóri cas en tanto puede
ser pe nsado como una forma de dominación encubie rta), entre los actor es del
pr ograma del ex “Olimpo”, el c onse nso no eq uivalía a la ausencia de debate o a
la evasión de la disidencia sino, más bien, a una modalidad de trabajo que
afectaba la forma misma en que se planteaba el debate. La valoraci ón posi tiva
del consens o c omo metodología de tra bajo y de toma de decisiones revel ó, e n
alguna medida, las conexiones con las forma s de hacer política privilegiadas
durante la expe riencia asamblear ia de fines d el 2001 y 2002, donde primaban
las prácticas de consens o ligadas a la horizontalidad, la autogestión y a la
inclusión de las voc es mi noritarias (e n d etrimento de, y c on fuer tes c ríticas
hacia, la votación, la organización ve rticalista y el pri vilegio de la voz de la
mayoría). En es te se ntido, se tra ta de una prá ctica que trasciende el campo de
la memoria y se enlaza con otras ex perie ncias políticas. La investigación
demos tr ó, entonc es, la produc tividad de reflexionar e n torno a cómo las
expe riencias asamblearias –y también las pr ácticas de resiste ncia al model o
neolibe ral que comenzar on a ar ticularse hacia mediados de los años 90 –
afectar on la reformulación de la prác ticas de la militancia en general y de las
organizaciones de de rec hos huma nos e n los pr ogramas de memoria actuales.
La descripción e tnográfica del proc eso de “r e cuperación” del pr edio me
ha per mitido re conoc er los ejes de discusión, los acuerdos y los cambios en los
posicionamientos de l os distintos actores, y ponerlos en relación c o n las
distintas c oyunturas político -i nstitucionales. Tambié n, me per mitió i ndagar la
hipótesis que sos tiene que la consti tución d el ex “Olimpo” c omo lugar de
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memoria no es el resultado de una decisión c anónica, tomada en un momento
pre ciso, de una vez y pa ra siempre, sino que es, en todo caso, el produc to de
las decisiones c ons ensuadas, reu nión tr as reunión, por los actores
intervinie ntes en la Mesa, con las marchas y contrama rchas que implica la
dinámica de tra bajo por c onsens o. E n este s entido, he analiza do las disputas de
sentido que se pusieron e n juego entre ellos en relación a cues tiones tales
como cuál debe ser el rol del Es tado, qué historia del ex “Olimpo” es relevante
contar, y c ómo re memora r la militancia de las décadas del 60 y 70. La discusión
en tor no al rol del Estad o en el ex “Olimpo” puso de relieve una cuestión que
parecie ra atravesar las políticas de memoria en ge neral: cuáles son las voces
legitimadas para llevarlas adelante. Los disti ntos c onse nsos a los que fueron
arriband o los ac tores d e la Mesa sentar on las bases para la c ons trucción d e un
pr oyec to integral en relación al ex “Olimpo”.
IV
En relación el segund o eje que re corre la te sis, me he pr opuesto da r
cuenta de cómo las diferentes modalidades de intervención y usos del predio –
puestas en relación genealógica con las discusiones que les dieron lugar –
fueron delineand o la singularidad del ex “Olimpo” c omo lugar de me moria.
Para ello, r ecupe ré c ómo fue ron c onceptualizadas las marcas te rritoriales y los
lugares de memoria, asumiend o qu e no son conc eptos inter cambiables. La
revisión de estas pers pec tivas teóricas me per mitió sugerir que, si el c oncepto
de marcas ter ritoriales da cuenta de – o pe rmi te pensar– los pr oces os políticos
que las producen, la noción de lugar pondría de relieve al go del orden de las
modalidades en que los sujetos sociales hacen uso de esas marcas. E n este
sentido, sos teng o que mientras las marcas territoriales son producidas e n la
articulación de acciones concre tas de diferentes actores sociales, los lugares
son constituidos en la relación subjetiva que cada uno de ellos mantiene c on la
marca (es decir , la noción d e lugar aludiría a los mod os e n que los sujetos se
ven implicados, convocad os, enlazados a la marca). La apuesta es, entonc es,
pensar , por un lado, las ma r cas te rritorial es como produc to de acci ones
deliberadas, acordadas y llevadas adelante por los actores sociales en pos de
inscribir un significado, d e imprimirle un se ntido al es pacio sema ntizado; y,
por otr o, el lugar de memoria como aquello que, pr oba bl eme nte, r equiere de la
marca pe ro que no es c ompletamente capturado por ella. E n este se ntido, la
cons trucci ón de la mar ca habilita difere ntes apropiaciones subjetivas que la
excede rían. Los difere ntes soportes de mar cac ión y se ñalización del “Olimpo”
como ex c entr o cland estino d e de te nción y sitio de c onmemora ción ha bilitan,
entonces, difere ntes apr opiaciones: c omo lugar de duelo, de despedida o d e
encuentr o c on los se res queridos, c omo lugar de lucha, de militancia o de
organización política, como lugar d e e ncue ntro ge neraci onal y d e transmisión
de expe riencias y saberes de distinto orde n.
Tambié n c omo pa rte d e es te eje, a nalicé las formas e n que fue abordad o
el conc epto de centr o clandes tino d e detención a par tir de tres ma teriales
pr oducidos en distintos momentos y prove nientes de distintos campos: el
político -ins titucional (el inf orme Nunca Más ), el académic o (el libr o Poder y
Desaparición de Pilar Calveiro) y el jurídico (fallo del juez Rafecas). Es ta
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reflexión estuvo motivada por una sue rte de equipara ción o utilización
indistinta –que enc ontré tanto e n buena parte de la bibliografía como e n mi
expe riencia de trabajo de ca mpo – entr e los c entros cland estinos argentinos y
los campos de c onc entración alema nes. E n es te sentido, sugier o que, más allá
de los elementos compa rtidos, aquello que no ter mina de capturar (o de de cir)
el conc epto de campo de c oncentra ción para pensar la ex perie ncia re presiva
argentina tiene que ver c on la clandes tinidad, combinada con la existencia de
muchos de es tos ce ntros e n el en tramado urbano (como es el caso del
“Olimpo”). El i nte nto por singularizar los centr os clandes tinos argentinos
resultó relevante pa ra pe nsar las prácticas de “recuperación” ya que, por
ejemplo, uno de los ejes d el pr ograma del ex “Olimpo” consiste e n poner en
tensión el “adentr o” y el “afuera” del centr o y buscar una relación con la
comunidad bar rial. En este sentido, s ostengo que la equiparación acrítica e ntre
campo de conce ntración y ce ntro cland estino, si bien contri buye a aumenta r la
visibilidad del pr oces o re presivo, también tiene por efec to desdi bujar la
singularidad de experie ncia argentina.
Asimismo, este c onc epto se puso e n juego en la r ede nominación de l
centr o como c entr o clandesti no de de te nción, tor tura y ex ter minio (CC DTyE )
impulsada por los ac tores sociales intervinie ntes e n el pr ograma. C onside ro
que dicha resimbolización incorpora eleme ntos de los tres registros discursivos
mencionad os y da cuenta del intento por capturar lo mejor posible –según los
actores inte rvinientes – lo que implicó la l ógica conce ntracionaria: no fue solo
un centr o de dete nción clandes tina, sino también uno de tor tura que funcionó
en base a una lógica de exterminio.
V
En función de lo abordado e n los distintos c apítulos, pr opong o que el
ex “Olimpo” puede ser leído y an alizado des de lo que podríamos de nominar
como distintas tramas memoriales. En tanto objeto memorial, el ex “Olimpo”
puede ser c once bido de ntro d e un complej o entramado de lugares y prác ticas
que lo excede n y c ontienen a la vez. Esta pers pec tiva permi te pen sar su ligazón
con otr os lugares de memoria, su posición re specto de ellos y las series que,
juntos, c onforman; series ord enadas según distintas tramas, que, lejos d e
excluirse, se superponen y pote ncian e ntr e sí. Propongo pe nsar al ex
“Olimpo”, entonces, de ntro de las siguientes tra mas: testi monial -jurídica,
militante -te rritorial y político -instituci onal. En cada una de ellas, el ex
“Olimpo” se anudaría c on otr os lugares de me moria según se privilegie –en sus
formas d e re me moración – su ubicación física (en el bar rio de Flores ta de la
ciudad de Buenos Aires), su posición dentr o del sistema represivo (como un
eslabón de un circuito represivo) o su inserci ón e n la agenda gubernamental (a
partir d e un progra ma concr eto que for ma par te de las políticas de memori a de
la ciudad de Buenos Aires).
En primer lugar, el ex “Olimpo” forma par te de una trama en la que
hace serie c on otros d os ex c entr os clandesti nos: el “Atlétic o” y el “Banco”. La
ligazón entre estos tr es centros clandes tinos se establece en los tes timoni os de
los sobrevivientes y se fu nda en las conti nuidades del sistema re presivo
durante el te rr orismo d e Estad o. De nomino testimonial -jurídica a esta trama
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memorial justamente porque su configuración fue posible gracias a los
testimoni os brindad os por sobre vivientes e n c ontex tos judiciales a los fines de
establece r la verdad d e lo ocur rido e n el e x “Olimpo” e n el marc o de u n
pr oceso penal contra los repres or es que actuaron en él. La continuidad que
avalaría hablar de un circuito re presivo “A tlético -Banco -Oli mpo” se explica
por los desplazamientos conjuntos de de teni dos -desa parecid os, re pr esor es e
incluso mobiliario y mate riales infraestruc turales de un centro a otro. Es ta
continuidad represiva en el pasado se expr esa como conti nuidad memorial en el
prese nte, por ejemplo, e n las formas de narrar lo que ocurrió en el ex
“Olimpo”. En los relatos y testimonios el ex “Olimpo” aparec e ligado de
mane ra indisociable a aquellos otros dos centros clandes tinos . Hay varios
indicios que dan cuenta d e esta ligazón en el dis positivo me morial del ex
“Olimpo”. Por ejemplo, e n los carteles que cons tituyen la señalización inter na
del “pozo” y en el relato de los guías que acompañan al visitante en su
rec orrid o por dicho sector del pr edio.
En segund o lugar, r econocemos una trama militante -terri torial en la que
el ex “Olimpo” hace serie c on el ex “Automotores Orle tti”, otro ce ntr o
clandestino de dete nción que funcionó a sólo 10 cuadras de distancia; pero e n
la que, sobre todo, el ex “Olimpo” se inscri be c omo un lugar de refe rencia
barrial de la resistencia y la lucha popular. C omo ya dijimos, desde mediados
de los años 90 y hasta la “recuperación” del predio, organizaciones de vecinos,
junto a sobrevivientes y familiares del e x “Olimpo”, realizaron ac tos,
festivales, movilizaciones y diversas actividades con el fin tanto de de nunciar
las violaciones a los dere chos huma nos allí cometidas como d e protesta r por la
per mane ncia de la Policía Federal. En este sentido, el proc eso de
“recupera ción” del ex “Olimpo” c ome nzó mucho antes de que existiera un
Programa d e gobie rno c on su nombre. La v oz de los vecinos ha sido incluida,
por ejemplo, e n los car teles de se ñalización ex ter na del ex “Olimpo”. P ode mos
decir, e ntonces, que estos car teles no cumplen sólo la función de se ñalizar sino
que expresan ta nto la intención de incluir a la comunidad vecinal y como la
expec tativa de que ex “Olimpo” sea reconocido por el bar rio c omo lugar de
memoria y de organización política que contri buya a recons truir el lazo social
que fue arrasado por la dictadura.
En ter cer lugar, rec onoce mos una trama político -ins titucional e n la que
el ex “Olimpo” haría serie con los otr os cuatro ex c entr os clandestinos de
dete nción “recu perad os” (Vir rey C eballos, Cl ub Atlétic o, Automotores Orle tti
y ESMA ) y con otros lugares de memoria de la ciudad de Buenos Aires, como el
Parque de la Memoria. De nomino político -ins titucional a es ta trama porque la
serie que conforma n se explica por su inserción ins titucional dentro de la
agenda del gobier no municipal. En relación a esto, sugiero que el ex “Olimpo”
parec e estar ubicad o en una suer te de periferi a geográfica y política de la cual
se “perjudica” y “beneficia” a la vez.
Bibliografía
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Besse, Juan (2007) “Posfacio. P olíticas de memoria: usos y desusos”. E n:
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CIJUP.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
NI T AN E LEFA NTE , NI TA N B LANCO . CINCO LE CTURAS DEL
ESTADIO NAC IONA L DE SA NTI AGO DE CHILE: URBA NISMO ,
ARQUITEC TURA, DEPORTE, M EMORIA Y MODERNIDA D
Valentina Rozas Krause
Mae strí a e n De sarrol l o U rbano y Tí tu l o de Arq ui te c to. F ac u l tad de
Arq u i te c tu ra, Di se ño y E stu di os U rbanos de l a P onti f i c i a U ni ve rsi dad C atól i c a
de C hi le . Año de de fe nsa: 2 0 1 1
La
tesis
aborda
los
dilemas
progra máticos
de un edificio
per mane nteme nte sometido a dema ndas adicionales a su función original, en
especial aquellas por r eprese ntar el pasado. De este modo, “ Ni tan elefante, ni
tan blanco” aborda el pr oble ma de la incorporaci ón de de mandas
extrafuncionales, propias del siglo XX, a espacios creados con otros fines, a
partir de u n caso ejemplificador: el Estadio Nacional de Sa ntiag o d e C hile. El
Estadio Naci onal, declarad o M onumento Históric o por el Consejo d e
Monu mentos Nacionales el año 2003, se consi deró un cas o apr opiado para ser
estudiado porque:
a) reúne con espe cial densidad las premisas de modernidad de una
sociedad que pla nteaba re novarse a inicios del siglo XX;
b) se consti tuye como un es pacio que se plantea como educativo desde su
creación, y se e nfr enta en la actualidad al debe r de educar respecto a los
err ores del pasado;
c) implica la super posición de d os usos cuasi a ntagónic os: el de porte
espec táculo y la memoria a las víctimas de la dictadura y del pasado del predio.
Desde un punto de vista ur banístico, “Ni tan elefante, ni tan blanco”
docume nta y discute la profusión de proy ec tos urbanos que convergen e n un
predi o cuyas proporciones no son el único atractivo pa ra estar,
cons tantemente, re -imaginánd olo, re -fundánd olo y modificándol o. A nalizando
el desarr ollo del Estadio Nacional a la luz de cada uno de los pr oy ectos
urbanos a los que ha sido sometid o, la tesis se pr opone diseñar una versión
pr opia de los desafíos urbanísticos que el predio prese nta en la actualidad.
Desde un punto de vista arquitectónic o, “N i tan elefante, ni tan blanco”
reflexiona sobre la naturaleza del edificio principal del predio: el Coliseo. C o n
un enf oque pr ocesual, el reci nto es e xami nado tanto e n sus dime nsiones
tangibles como no tangibles. Entre las prime ras se encuentra el proy ecto de
mode rnismo esta tal que represe nta el Coliseo; mientras que entre las segundas
se destaca el d esafío de pe ns ar un pr oye cto alterna tivo a las memorializaciones
existentes, e ntre las que se destaca un memor ial denominado “Escotilla 8” que
se basa en la pres ervación de 185m2 de grade rías antiguas, en c ontraste c on la
reposición del res to de las aposentadurías por b utacas individuales
En tér minos ge ne rales, la tesis se propone c ontribuir en el estudio de las
represe ntaciones físicas de deter minados valor es cívicos. En el c ontex to d e una
crecie nte de manda ciudadana pa trimonial, e sta tesis es un aporte que se
configura entre el límite del patrimonio c on valor histórico y el patri monio
creado ex prof eso, lo que se ha llamado monu mentalización. Mientras que en el
prime ro d omina un impulso de conservación, en el segundo se configura una
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
estrategia de crea ción, la que se co nvierte en el eje de la investigación
pr oyec tual.
La tesis buscó, entonces, r esponde r a las preguntas generales: ¿Cómo se
inserta n los us os c onmemora tivos e n c ontextos c otidianos y ur banos no
destinados originalmente a ellos? y ¿Cuáles son los conflictos q ue supone es ta
situación en el contex to del espaci o público ur bano?
En c onsecue ncia, su obje tivo gene ral fue entende r el desar rollo del
Estadio Nacional a través de la tray ectoria de l os pr oye ctos e interve nciones de
modificación de su espacio, así como d e sus usos. De este modo, se configura
una metodología de análisis proyec tual que se intersec ta con la ideología,
cultura y prácticas de sus contex tos de producción.
Las cinco miradas de “Ni tan elefante, ni tan blanco” se configuran a parti r
de cinco preg untas:
¿Por qué la infraestructura del Estadio Nacional se desarrolla de manera
puntual y fragmenta ria, si se trata de uno de los predios más ambiciosamente
planificados del siglo XX?
¿Por qué se u tiliza el estadio de portivo má s importa nte de Chile, en
tér minos de usos y visibilidad, como campo de refugiados y de concentraci ón?
¿Por qué hay elementos del pasado en un es tadio mode rnizado?
¿Por qué el Estadio Nacional pe rdió su mode rnidad educad ora original y
se convirti ó en un espacio obs oleto y degradad o?
¿Qué tipo de pr oyec to puede inc or porar dinamismo en el Es tadio
Nacional integra ndo su pasado y al mismo tie mpo c ons ervand o su orientación
a las masas?
En relación con la prime ra pregunta: ¿Por qué la infraestructura del
Estadio Nacional se desa rr olla de ma nera puntual y fragme ntaria, si se trata d e
uno de l os predios más ambiciosa mente planif icados del siglo XX?, se propone
relativizar el fracaso de las utopías urba nas para redimir la c ondición original
del Estadio Nacional, y c ompre nde r de es ta f orma el estado ac tual del recinto.
El análisis del plan original para el Esta dio Nacional de 1937 (Müller,
Cor matc hes, Fuentealba) per mitió desmitificar la supuesta endémica
obs olescencia del Estadi o. Los hallazgos en la trayec toria urba na del predi o
per mitier on re conoc er al ambicioso éxito del plan de 1937, ya que el “ Elefante
Blanco” no sólo fue un é xito rotund o en atra cción d e espe ctad ores, sino que
además fue considerad o por largo tie mpo un atributo urbano positivo para el
barrio e n el que se insertó. Esta valo rización del barrio del Estadio Nacional
fue capitalizada por el Estad o, pr omoviéndose un d esarr ollo inmobiliario
compuesto por edificios educativos, residencia s e instituciones públicas.
Los resultados de la segunda pregunta enunc iada: ¿Por qué se utiliza el
estadio de portivo más impor tante d e C hile, e n térmi nos d e usos y visibilidad,
como campo de r efugiados y de conce ntración? se centrar on e n tr es grandes
períodos de análisis: el primer períod o del Nacional que transcur re desde su
creación hasta su uso c omo campo de c once ntración (1938 -1973); un segundo
período, que se suscribe a los 58 días de militarización del reci nto (1973); y un
terc er períod o, que relata la lenta expurgación del Nacional, prime ro bajo la
dictadura, y luego bajo la democracia restitu ida (1974 -1990).
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El análisis del primer pe ríod o de mos tr ó que la matriz de significación
pred omi nante del Estadio Nacional, en el tra nscurso de es tas pri meras dé cadas,
es su vocación educad ora y disciplinar or questada por el Es tado ce ntral
preside ncialista . De este mod o, los orígenes del Nacional están d ete rmi nados
por un Es tado e mpeñad o e n adoctri nar a sus ciudadanos, trasmitiend o valores
de moralidad, salud y bienestar. Su masividad y visibilidad fueron factor es
dete rmina ntes pa ra la consecución de este f i n social. El Estadio Nacional se
configuró e ntonces como el locus de la nueva política de masas del Estado
mode rno c hileno, por lo que se convirti ó e n el lugar predilecto del
preside ncialismo del siglo XX.
Retomand o la prime ra par te de la pregunta ¿Por q ué se llega a utilizar el
Estadio Nacional con es tos fines?, tanto e n el caso de los refugiados como los
prisioner os políticos , debe abordars e en primer lugar una respuesta funcional.
El Nacional fue y sigue siendo uno de los lugares techados más amplios
disponibles en la capital. Su falta de uso c oti diano lo c onvier te e n un r efugio
ideal para emergencias, y es así como se utilizó tanto pa ra acoger a cientos de
refugiados europe os, como a daminificados por desastres naturales.
Coincide nteme nte, el Estadio N acional se constituy ó en u n reci nto ideal para
los miles de prisione ros políticos que la dictadura pretendía seg regar d e la
sociedad.
De es e mod o, res pec to al segundo pe ríod o d e militarización del recinto,
se puede deducir que el campo d e c onc entración in stalado en el Es tadio
Nacional r espond e a de mandas funci onales , así como se i nscribe e n un
contex to mundial de actuaciones similares. Sin emba rgo, la conversión d el
Nacional en prisión y lugar de tor tura pública obed ece ade más a otros c rite rios
que son particulares al caso. El Estadio Naci onal fue -desde su creación- uno
de los lugares predilectos del presidencialismo. Tanto por su oposición a este
sistema de gobier no, c omo por su afán de legitimación política -o revanc ha
pública - el Nacional se prese ntó co mo un esce nario atrac tivo a ser conquistado
por el r égimen militar. Al mismo tiempo, el rol del ca mpo de portivo como
espacio d e adoctrinamie nto -físico, político y moral - fue utilizado como
recurso educativo pa ra los nuevos fines d el Estado impuesto a trav és de la
violencia. Si el Es tadio había sido cread o por el Estad o mod er no para d esviar
al pueblo c hileno del alcoholismo y las “malas costumbres”, ahora el Es tado
dictatorial pretendía exte rmi nar a su oposición política dentro de él.
En es te terc er perí odo coinciden tanto las justas depor tivas como la
ausencia de planificación urbana compre he nsiva. Desaparece n los grandes
planes maes tr os y apare cen las actuaciones parciales y funcionales a las
demandas de i nfraestructura pública. Las hu ellas del pasado del Nacional se
inte ntan borrar de esta manera, lo que dete r minará los pr óximos 16 años de
predi o ñuñoino bajo dictadura. Finalmente, c on la vuelta a la democracia, el
Estadio Nacional se reinc or pora c omo espacio público a conquistar. La
democracia tratará d e ex purgar su pasado osc uro, per o recién e n el año 2003
será reconocido su valor como patri monio edilicio históric o.
La te rce ra pregunta que se plante ó es ta tesis ¿Por qué hay elementos
del pasa do en un es tadio mo dernizado? , e ncuentra su res puesta desde dos
puntos de vista difere ntes y diverge ntes: la me moria montada d esde la sociedad
153
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
civil y, en oposición, la memoria estatal. Las respuestas a esta pregunta fueron
un ejercicio metodológic o desde la sociedad y desde el Estado, c on el objetivo
de comprend er a l os ac tores involucr ados en las dema ndas por
memorialización, tanto de este caso pa rticular c omo e n ge neral. Uno de los
prime ros resultados que se obtuvieron, per mitió se ñalar que, aunque ambas
aproximaciones a la memoria pública tiende n a justificarse autó nomame nte ,
éstas son interde pe ndientes y carec en de autonomía.
La cuarta pregunta que se propuso indagar la presente inves tigación
señala: ¿Por qué el Estadio Nacional perdió su modernida d educadora
original y se convir tió en un espacio o bsol eto y degrada d o? Los resultados
de esta indagación c ondujer on a descri bir los s ucesivos quiebres que ha sufrido
el Estadio Nacional con la moder nidad raciona lista que lo inspiró.
Sea modernidad imitada o adecuada (Fernánd ez Cox 1991), desde su creación
el Estadio Nacional fue conducido por u n pr ogresivo pr oc eso de des mode rnización. Mie ntras que la obra or iginal permane ció eter name nte
inconclusa, la ampliación para el Mundial de Fútbol d ensificó las grade rías del
Coliseo obs truye ndo l os acier tos es paciales del original, para ree mplazarlos por
graderías disfuncionales. La des - moder nización espacial fue seguida por una
simbólica, que cambió el templo del deport e moderno por el templo d el horr or e n el
recuerd o de la mayoría de los chilenos.
Luego vend ría la monume ntalizaci ón del hor ror en las propias entrañas
del mod er nismo, a través d el me morial “ Escotilla 8”, que se propuso
represe ntar , a través de grad erías antiguas segregadas del uso c otidiano del
Estadio, la ausencia de las víctimas de la dictadura. De este mod o, la fu nción
más básica del Estadio Nacional -c omo tribuna de espectáculos - es te rgiversada
por un monumento que restringe el uso de los asistentes al recinto.
Se concluye entonces , que las lecciones del pasado ya no puede n
marginarse del desar rollo espacial del Nacional, lo que suscita la quinta y
última pregunta que se planteó la tesis: ¿ Qué tipo de proyecto puede
incorporar di namismo en el Estadio Nacio nal integrando su pasa do y al
mismo tiempo conservando su orientación a las masas?
“Ni tan elefante, ni tan b lanco” partió de la premisa de pr oy ecta r un
pr ograma que no se opusiera espacialme nte sobre los usos actuales del Coliseo
y del campo depor tivo. Al mismo tiempo, el proyec to se pr opuso integrar
nuevos tipos de usuarios en nuevas franjas horarias, para aume ntar de es ta
mane ra la diversidad de usos d el Estadio Nac ional. C on el fin d e e nc ontrar el
pr ograma adecuado para dicho espaci o se c onstruy ó una ma triz de análisis a
partir de la comparaci ón d e dos monume ntos y dos muse os, cuyo resultado fue
la elección del museo conte mporá neo c omo proy ecto de me morialización para
el Estadio Nacional. El museo se prese ntó c omo el pr ograma más adecuado
para el Nacional, por configurar un espacio más dúctil, activo y masivo que el
monume nto. Es así como la pr opues ta de me mori alización de “Ni tan elefante,
ni tan blanco” ree mplaza el monumento existe nte “ Escotilla 8”, por c onside rarlo
un eleme nto d e obstrucción al uso del Es ta dio, a la vez que un esce nario
estático de la memoria subjetiva (Tod or ov 2000).
Finalmente, la investi gación “Ni tan elefante, ni tan blanco” cons tituye una
aproximación al estad o ac tual del Estadi o Na cional desde su pa trimoni o, sus
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
utopías y sus fracasos. Se sugiere que la incor poración de estas dimensi ones e n
el futuro del Nacional resulta impresci ndible , como señala Young: “C on estas
dimensiones en mente, miramos no solamente las ma neras en que monumentos individuales
crean y realzan particulares memorias (…), sino q ue también prestamos atención a la s
formas en que ev entos r e -ingresan a la vida política en forma de m onumentos.” 88(1993:
14). Se tra ta del doble juego: r eprese ntamos c iertos eve ntos del pasado que no
queremos olvidar, y al mismo tiempo, los eve ntos del pasado no c onsiderados
toman cuer po físico en los monume ntos que creamos.
En cuanto a las conclusiones de pr oy ección gene ral que propone la tesis
“Ni tan elefante, ni tan blanco”, la investigación se e nma rca e n la cre ciente
influencia de los pretéritos prese ntes que señala Huyssen (2002). En ese
contex to el espaci o se c onvier te en u n esce nario de manifestación d e dichas
demandas por pasado. Nu nca antes se habían mar cado, pres ervado,
rec onstruido y e te rnizado lugares como e n la actualidad. En consecuencia, la
tesis es un i nte nto por inte rpreta r, c onte xtualizar y plantear res puestas fre nte
al avance de las fuerzas patri monializadoras y monume ntalizadoras d el espaci o
público.
En ese se ntid o, se llegó a concluir que el pasado puede conver tirse e n u n
elemento revitalizador del espacio, en vez de eter nizar un estado pre téri to de
él. Lo que supone c onv e rtir la noción es tática y conte mplativa del monumento
en un progra ma activo tanto e n el pr oces o d e re cordar, como en la dinámica
urbana. C omo se ñala Young (1993), es impor tante c onside rar los usos que se
pr oyec tan para estos es pacios, así como las nuevas apropiaciones ines pe radas y
espontá neas que pueden surgir a parti r de su incorporaci ón a la red d e espa cios
públicos de la ciudad. Es así c omo “Ni tan el efante, ni tan blanco” aspira a
cuestiona r los actuales modelos de prese rvación del pasado, intr oducien d o
cuestiona mientos de usabilidad, equidad y accesibilidad, utilizando el pasado
como ele mento de r evitalización del espacio público del prese nte. De este
mod o, se i nvita a cuestionar toda re pres entación del pasado que por sobre
reflexionar, intente rigidi zar una determinada noci ón e n el espacio público.
La me todología de investigación aplicada sobre el Nacional se pr opone
como matriz de análisis para estudiar otras edificaciones públicas de la ciudad.
El edificio de la UNCTA D III (ac tual Ce ntr o Cultural Ga briela Mistral), el
Palacio de la Moneda, el Parque O‟Higgins y el Barri o Cívico e n Santiago,
junto con innume rables edificaciones e n otras ciudades del país y del mundo,
son casos eje mplares que per mite n analizar a través de su obra c ons truida, re cons tru ida y pr oyec tada las características de una sociedad que plasmó e n ese
espacio sus paradigmas socio -culturales.
88
Tradu cc i ón propi a e n base a Y ou ng 1 9 93 : 14 .
155
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
SUJETOS SUB ALT ERNOS, PO LÍ TICA Y M EMORIA. EXPERI ENC IAS
POLÍTI CAS
Y
ORGANI ZAT IVAS
A LREDE DOR
DE
LA
RECUPERACIÓN DE LA EST ACIÓ N DE L FERROCARR IL GRAL.
SAN MART ÍN -ME NDOZ A (2006 -2008)
Mariano Salomo ne
Doc torad o e n C i e nc i as Soc i ale s. F ac ul tad de Ci e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad
Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 1 0
El trabajo de tesis se ubica en el campo de problemas que suscita la
investigación sociológica sobre la ex perie ncia política de los sec tores
subalternos, su for ma de inscripción en c ondic iones ma teriales de existe ncia no
elegidas, su dimensión histórica, la relación entre tray ectorias individuales y
rec orrid os c olec tivos, las tra nsformaci ones oc urridas en los últimos tiempos en
los temas de conflicto.
La indagación se ha concentrad o en una ex periencia singular, que tuvo
lugar en la lucha en tor no de la re cupera ción de la Estación d el Ferr ocar ril
General San Mar tín c omo espa cio pú blico en Mend oza, entre 2006 y 2008. Una
serie de i nte rr ogantes movieron la pesquisa ¿qué relación existe entr e memoria,
expe riencia y práctica política? ¿C ómo incide en la ex pe riencia política de los
sectores subalter nos la r elación e ntre pasado y prese nt e , e ntre subjetividad y
condici ones ma teriales de existencia, entre sujeto individual y sujeto colectivo?
A princi pios de los ‟90, como parte de las políticas neolibe rales, el
gobier no de Ca rlos Me ne m ce rr ó la may oría d e los ramales que forma ban par te
de l os Fer rocarriles Arge nti nos. Entre ellos s e enc ontra ba el Fer rocarril Gral.
San Martí n, que realizó su último viaje el 10 de marzo de 1993. Desde
entonces, la Es tación Ce ntral de la ciudad d e Me ndoza y gran par te d e los
ter renos e n los que se ubica (36 he c tár eas), per mane ció aba ndonada. En la
actualidad estos ter re nos consti tuyen el último gra n es pacio “ baldío” que
puede e nc ontra rse e n ple no ce ntro de la C apital de la P rovincia. Ello ha
pr ovocado u na polé mica entre dife re ntes pr oyectos políticos e n tor no a cuál
es, pueda y deba ser su destino y quiénes los sujetos calificados para decidir
acerca del mismo. E n dicho c onflicto es posible reconoc er una dinámica social
que enfrenta dos tipos de valoración del te rr itorio, uno d ete rmi nado por las
necesidades del c apital (acumulación-cálculo de utilidad -ganancia) y favorecido
por un Es tado d e corte “empr esarialista”; el otro, d etermi nado por el uso que
deciden darle quienes lo asume n como es pacio público y e n efec to se oponen a
su apropiación privada. Si la prime ra encarna e n torno a la Es tación e n
pr oyec tos de i nversión i nmobiliarios -principa lmente a través de los c onve nios
firmados e ntre el Gobie rno Naci onal, la Municipalidad de Capital y la
Cor poración Antiguo Puerto Made ro -, la segunda agrupa a tres organizacion es
sociales que, en de te rminad o momento, decid en c onfluir e n una lucha común
por la recuperación de esos te rr enos como espacio público.
La tesis ha tenid o como finalidad analizar la experie ncia política de es tos
colectivos reunidos alrede dor de la defensa de la Estación como espacio
público. En tal sentido, ha procurado c ontribu ir en dos direcciones.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Por una parte, el análisis de la singularidad del conflicto abie rto alreded or
de los ter renos de la Estación Ce ntral del FCGSM en Me ndoza. Lo cual implicó
llevar adelante un trabajo d e historización d e ese conflicto, esto es, rei nscribi r
su dinámica en una trama histórica que per mitiera articular su pasado, a su
prese nte y su futuro. El interés por compre nder la dinámica de ese conflicto
me llevó a interr ogar por la historia de lo que había hecho de ese lugar un
ter ritorio de dispu ta, y por las f or mas y proc esos a través d e los cuales
diversos sujetos c olec tivos se c ompr ome tie ron e n la recuperación de ese
espacio, reivindicando el dere cho a la decisión c olectiv a y apostando a su
defensa como bie n común. La prioridad otorgada a la experiencia de los sujetos
dete rminó un mod o de abordaje cualitativo del proble ma, a través de un
trabajo de ca mpo que pe rmi tiera una des cripción d ensa de la expe riencia. La
memoria pol ítica de los sujetos, sus rela tos ace rca de su experiencia,
cons tituye n un recurs o impor tante pa ra una lectura a contra pelo del mund o
histórico -social.
En el análisis de dicha experie ncia de lucha he procurado atend er a la
doble di mensi ón, espacial y temp oral, de la práctica de los sujetos agrupados
en def ensa de los ter renos de la Estación de tre nes. En cuanto al espacio, el
conflicto por los ter renos de la Estación da cuenta del pr oc eso de
ter ritorialización de la política, que ubica en el lugar central la disputa entre l o
público y lo privado. Se tra ta del pr oces o d e espacialización de la lucha de
clases teorizado hoy como “acumulación por desposesión”, que continúa la
tend encia es pecífica de la lógica capitalista: la privatización paulatina de tod o
lo público y común, i ncluido el ter ritorio. Privatización que implica la
separación c ontinua de los sujetos respe cto d el control y decisión s obre sus
condici ones d e existencia. Bajo la iniciativa de las clases dominantes, como
condici ones históricas que impone n “límites y presiones” a la praxis de los
sujetos subalternos, éstos se posicionar on y organizaron significando el
conflicto c omo un “ no al u so privado de tierr a pública ”; “planeamiento y gestión
participativos sobre los destinos de la Estación ”.
En cuan to a la dime nsión histórica , la espacialización de la lucha de clases
deja marcas ter ritoriales. De allí que el conflicto por la recuperación de la
Estación se a poy e e n las significaciones político -culturales que las par edes d e
la Estación, c omo lugar de l a memoria, porta n. La c ons titución de los sujetos,
su experiencia de lucha, refiere a los pr oces os de reme moración que pone n e n
marc ha sus prácticas políticas. La ir rupción de la Estación en el espacio
público dispara recue rdos que ocupará n un lugar ambiva lente en la experiencia
de los sujetos: prove e una temporalidad común a los difere ntes cole ctivos
conv ocados, el relato ace rca de la historia nacional, a la vez que pr ovoca
tensiones entre las memorias particulares de los sujetos. La imagen e n ruinas
de la Estación pr opor ciona un re curso ambi valente: a la vez que habilita la
crítica a los efectos del neolibe ralismo, el abandono y el saqueo, los negoci os
privados en de tri mento d e los usos sociales y colec tivos, reac tualiza la
expec tativa de re tomar el cami no de la modernización y el pr ogres o, que
tambié n puede llevarse a cabo a través de proy ectos privatizantes.
En segundo lugar, la tesis ha proc urado contribuir a una
pr oble matización de he rramie ntas c onc eptuales para el análisis de la
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
conflictividad social; específicamente ate ndiendo al lugar que ocupa la memoria
en el trabajo de c ons titución de los sujetos s ubalternos y la configuración de
sus demandas. ¿Por qué ese recurso al pasado de la Estación? ¿Cuál es el lugar
que ocupa la memoria en la c onfiguración d e e ste c onflicto y e n la constitución
de los sujetos c olectivos? ¿ Qué pasado es el que sobr evive y se actualiza en él?
Estas pre ocupaciones consti tuyen el telón de fond o sobre el cual se desarrolla
el siguiente apar tado. Las res puestas a estos inte rr ogan tes llevan a analizar la
significación que tiene la problemá tica de la memoria, c omo asunto teórico y
político, e n la ex perie ncia de l os sec tores subalternos: ¿Cuánd o la cuesti ón d e
la memoria se convier te en un asunto r elevante en sus experie ncias polític as?
¿Qué c ondiciones históricas y subjetivas permiten hac er del r ecuerd o u n
recurso para r eelaborar la historia y construir el futuro deseado? Las preguntas
coloca n en el centro el papel de la memoria en la construc ción de las
identidades políticas de los/ las subalter nos/ as y en las articulaciones entr e
memoria y praxis.
Entre las distintas f or mas de i ndagar por el vínculo entre subjetividad y
política, he inte ntad o hace rlo ma nte niend o la mirada atenta a la dialéctica entre
sujeto e historia. Los sujetos su balternos se constituye n en c ondiciones
histórico -sociales no elegidas, en ter renos ma rcados por las iniciativas de las
clases dominantes. A hora bien, aún cuando la desigualdad de clases impone
“límites y presiones” a su praxis, los sujetos subalternos se organizan y llevan a
cabo sus prác ticas a pa rtir de su pr opia histor ia, y aún cuand o sus memorias y
tradiciones políticas sean fragme nta rias y dispersas, sus ex perie ncias los
conduc en a me nudo a advertir las te nsiones y c onflictos e ntre “ellos” y
“nosotr os ”, por decirl o a la manera de Hoggar t. En tal sentido, he retomad o la
mirada de E. P. T homps on, para quien las relaciones d e dominación no se
impone n sobre una “mate ria pri ma” iner te , sino s obre sujetos con una
dete rminada historia política, cultural y eco nómica, con capacidad activa para
ubicarse e n el mund o e n posiciones de resiste ncia, c onse nti miento, trasgresión.
Es decir, no hay un sujeto, las clases domina ntes, y un objeto de dominación,
las clases subalternas, sino sujetos que se forman y conforma n m utuame nte sus
relaciones e n el ter reno de la historia.
El conflicto por los terr enos de la Estac ión pone en evidencia la
continuidad del pr oces o de privatización de bienes pú blicos y c omunes. De a hí
que la disputa social se configure en torno a l as siguie ntes de mandas: te ne mos
derec ho al uso de ese espacio, a participar en la decisión s obre el futur o d e
esos te rre nos. Así, la singularidad del conflicto debe pe nsarse desde su
inscripción en esa conflictividad más amplia que supone el pr oces o de
espacialización de la lucha de clases, la separación paulatina de los sujetos
respe cto del contr ol y decisión sobre sus condiciones materiales de existencia,
incluido el te rritori o ur bano. Es s obre el s uelo ásper o d e las te nsiones y
contradicci ones que impone la total idad histórica actual, que c obra se ntido la
pregunta por la ex pe riencia, las tradiciones políticas y la memoria de l os
sujetos subalternos. La c onstrucción de bie ne s comunes es situada , se inscribe
en la historia política y cultural de los sujetos. Desde e sa singularidad, que
reúne tradiciones políticas, ex perie ncias colec tivas y procesos d e
reme moración, se abre tod o una ec onomía moral a partir d e la cual los sujetos
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
movilizan una prác tica política -se opone n al “ uso privado d e tierra pública” - y
cons truye n un “nosotr os” frente a un “ellos”. En efec to, la posibilidad de
cons truir, histórica mente, noci ones de bien c omún r eprese nta la resistencia de
la memoria de los puebl os a quedar conge lada en esa natu ralización, que
pre te nde imponer el ca pital global, de la tendencia a la plena privatización y
merca ntilización como únic o pr oyec to de vida.
Esa es la riqueza de abordar la compre nsión de los conflictos sociales a
través de la prác tica de los sujetos, de los re latos que proporcionan sobr e su
expe riencia y su m emoria política, pues permiten pe nsar las condiciones
obje tivas, heredadas, como c ondiciones de posibilidad, es decir, c omo
condici ones históricas y sociales, y por ello, modificables a par tir de su praxis.
En ese se ntid o, consider o la expe riencia de subor dinaci ón no s ólo como un
estado de eme rgencia, sino también c omo una oportu nidad crí tica para
pr oducir la desna turalización del orde n es tablecido. Las miradas desde abajo
per mite n a menudo adver tir el carácte r no na tural de la dominación, sos pec har
que las decisiones tomadas por unos poc os s obre lo que es d e tod os, no son
sino pr oducto de la violencia y la expropiación ejercida sobre el común.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Mesa 7. Transmisión de la Memoria
“NACIMOS EN SU LUCHA, V IVE N EN LA NUESTRA”. IDENTIDAD,
JUSTIC IA Y MEMORI A EN LA A GRUPACI ÓN HIJOS -LA PLA TA
Santiago Cueto R úa 89
Mae strí a e n Hi stori a y Me mori a. F ac ul tad de Hu mani dade s y C ie nc i as de l a
E du c ac i ón. U ni v e rsi dad Nac i onal de La Pl ata. Año de de fe nsa: 2 0 0 9
I. La Tesis aquí referida prete ndió ser un apor te a la compre nsió n de las
formas e n que la sociedad argentina se vincula con su propio pasad o. Lej os de
una mirada e nsayística o teórica de largo alcance, la base d e es ta investigación
es el estudio de un caso e mpíric o. La i nte nción fue, a través de un
conocimie nto que pod ría denomina rse mic rosociológico, i ndagar en una
organización par ticular un pr oble ma de or den más general. E n suma, s e parte
del análisis de la agrupación HIJOS La Plata con la espera nza de que, además
de c onoce r a este grupo, se pueda apor tar algo al c ono cimie nto d e la sociedad
argentina, o d e ma nera más modes ta y r ealista, del movimiento de de rec hos
humanos.
II. Un resume n de la Tesis servirá como ma rco pa ra luego especificar
cuáles fueron sus apor tes. Es te trabajo a naliza a la agrupación HIJOS La Plata ,
organismo de de rec hos humanos conforma do ce ntralmente por hijos de
víctimas del terr orismo de Estad o. Uno de los objetivos es indagar cuál es la
particularidad de es te grupo y cuáles han si do sus ruptu ras y c ontinuidades
respe cto de las otras organizacio nes huma nitarias. Algunas de las preguntas
que guían esta investigación y entrelazan l os c apítulos plantean: ¿C ómo logra n
los HIJOS una doble ar ticulación entre la perte ne ncia al campo huma nitario
(pacifista y contrari o a la violencia política) y la reivin dicación de la lucha
revolucionaria de sus padres? ¿Qué conflictos supone es te d oble vínculo? ¿Qué
matices inte rnos pueden analizarse en tor no a las tensiones que nace n de esas
miradas casi opuestas? Dada la centralidad de la noción de “víctima” dentro
del campo de los de rec hos humanos en el contexto arge ntino, ¿c ómo elabora n
sus discursos y llevan adelante sus prác tica s los HI JOS, para construir la
imagen de sus padres entr e las nociones de “victimas” y “revolucionarios”?
En el prime r capítulo se realiza un breve re corrido por la historia de los
organismos de de rec hos humanos (ODH ) y se enfatiza en el mod o en que
elaborar on r elatos ac erca d e lo sucedido dura nte el ter rorismo d e Es tado y e n
la etapa de enfr entamientos polític os pr evia. El objetivo es mostra r los rasgos
princi pales de la “narrativa humanitaria” a la cual HIJOS La Plata se enfrenta
(y a la vez hereda).
El segundo capítulo parte de los siguientes interr ogantes : ¿Cómo fue para
aquellos sujetos que formar on par te de HI JO S -La Plata vivir su condi ción de
hijos de desaparecidos antes de for mar par te de la organización? Aquí se
analiza cómo ser “hijo de desapare cidos” no supone habe r vivido de modo
89
IDIHC S-U NLP /CONIC E T
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
idéntic o la ausencia de sus padres. Esto impl ica que los miembr os del grupo
forma n un c onjunto suma me nt e he ter ogéneo en tér minos del modo en que
pr ocesar on pe rsonal y políticamente lo sucedi do con sus padr es. De modo que
cuando surge la agrupación sus integrantes compar ten una e xpe riencia (ser
hijos de desaparecid os) que los vuelve “hermanos”, pe ro a su vez portan
traye ctorias y perfiles sumamente dispar es. En este capítulo también se analiza
una suerte de “pr oto-H IJOS” llamado Taller d e la amistad, creado por las redes
de relaciones pe rsonales ligadas al movimiento de d ere chos humanos cuand o
los hijos de desaparecidos era n niños.
En el te rcer capitulo se indaga cómo la re gional La Plata de HIJOS
comie nza a c obrar f or ma. ¿Qué sintier on los “hijos” cuando llegaron allí por
prime ra vez? ¿Cómo fue forma r un O DH a par tir de esa multiplicidad de
expe riencias que había por de trás de ellos? ¿Cómo resolvieron las difere ntes
expec tativas que tenían al mome nto de f or mar el grupo? Ad emás, se des cribe
cómo fue el pr oces o de nacimiento d e HIJOS La Plata y la conformación de su
identidad cole ctiva como ODH . En es e proc eso jugó un rol ce ntral la
discusión, apasionada y sumame nte conflictiva, por la me mbresía de la
agrupación ¿Quiénes te nían la legitimidad para confor mar una agrupación de
“hijos de víctimas del terrorismo esta tal”?
El cuarto capí tulo se centra e n un análisis de los legados y vínculos de
HIJOS con otr os ODH, ta nto en sus relaciones c on otras r egionales de
H.I.J.O .S. como c on otras organizaciones humanitarias. Allí se destaca el
carácte r radicalizado que HIJOS La Plata construye hacia dentro del
movimiento humanitari o, lo cual implica no poco conflictos.
El quinto capítulo analiza cómo entiend en los HIJOS la demanda de
justicia, qué estrategias utilizan y en qué medida se acercan o difere ncian de los
otros O DH. A su vez, se muestra qué par ticularidades ha adquir ido dicha
demanda a pa rtir d e los escra ches, una de las prác ticas identificatorias de la
agrupación, tanto para su r egional La Plata como para el resto de la Red
Nacional.
En el último capítulo se indaga c ómo l os HI J OS disputan el se ntido del
pasado con di stintas versiones y con difere nte s actor es. Se observa que incluso
tambié n hay dife re ncias inte rnas e n el grupo s obre qué rec ordar , dand o
muestras de una heter ogeneidad que reafir ma el carácte r disputado y plural de
la memoria. Se analiza los problemas der ivados de reivindicar la lucha de las
organizaciones de l os años setenta y realizarlo desde el seno de un movimiento
como el humanita rio que se gestó rec hazand o la utilización de tod o tipo de
violencia para dirimir los conflictos políticos .
Para cerrar ca be des tacar que uno de los objetivos de esta investigación
fue distinguir cuál es la particularidad de HIJOS como organismo d e dere chos
humanos, y cuáles han sido sus rupturas y continuidades r espe cto de las otras
organizaciones humanitarias. Respond er lo p rimer o implica rec onoce r y señalar
que una vez conformad o el grupo, pr ete nd ieron se r quienes corriera n las
fronte ras del movimie nto de de rec hos hu manos. Pa ra eso, por un lado,
ampliaron sus horizontes de inte rés y pr ete ndieron partici par de actividades
exte rnas al campo. E n algunas ocasiones lograron realizarlas con cierta
continuidad y e n otras no. P or otro lado, c omenzaron a rec ordar a sus padres ,
161
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
no s ólo c omo víctimas pasivas del terr or desatado, sino ta mbié n como
pr otagonistas de una historia de luchas políticas (pr evias a la represión) que
decidieron reivindicar. De mod o que se vieron inme rsos en una tensión que los
rec orri ó de lado a lado. Concibier on los c onfli ctos políticos de los años sete nta
en el marc o de la narrativa humanitaria que les per mitió pe nsarse c omo hijos
de víctimas y no de c ombatientes, o subversivos, o terr oristas; per o a la vez, a
partir de c onoce r las historias de militancia de sus padres, quisieron pe nsar la
política del mismo modo en que ellos lo habían hecho. De allí resultan
tensiones que nunca ter minar on de r esolverse.
“Nacimos e n su lucha, viven en la nuestra”, es una consigna que los
HIJOS cr earon cuando se ntían que ya se sabía quiénes eran y de quiénes eran
hijos. El rasgo distintivo de esta autodescripción es la continuidad entr e
pasado y pr esente que de ella se desprende. Los padr es y los hijos: esa es la
genealogía que los HIJOS encuentran, constr uyen, disputan. En es ta Tesis se
inte ntó mostrar que los integrantes de esta or ganización son hijos, además, del
movimiento de d e rec hos humanos y que esto les otorga ciertas te nsiones al
momento de ma rcar una línea directa con la lucha de sus padres.
III. Es pecifica ción de los apor tes de la Tesis:
a. en tér minos mic ros ociológicos la Tesis per mite compre nder las lógicas
de funciona miento de HI JOS La Plata, orga nismo que por sus discursos y
prác ticas se coloca e n un extremo ideol ógico del movimie nto de de rec hos
humanos. Si aceptamos que el movimie nto –en tér minos gene rales - se
cons tituyó c omo un ac tor pacífico e impugnador de todo t ipo d e violencia
política, los discursos de HIJOS La Plata con los cuales se reivindica la lucha
de los años setenta –incluida la lucha - suponen un i nte nto de corrimie nto d e
sus límites o una puesta en tensi ón de algunas de sus certezas.
b. la tesis ta mbi é n supone una reflexión sobre qué implica para u n
investigador de la historia reciente, que comparte un mismo espacio “soci o político” (a falta de una definición mejor ) con los sujetos que estudia,
vincularse con “víctimas del ter rorismo d e Estado”. ¿Debe el investigador
tomar la distancia que construiría frente a cualquier otro objeto de estudio?¿Es
esto posible?¿Cómo se vinculan los roles de investigador y ciudadano en una
pesquisa como esta?¿Está el investigador f rente al mandato políticamente
cor rec to de “dar la voz a los que no tie ne n voz”? o, por el c ontra rio ¿los
sujetos estudiados además d e víctimas s on por tador es de una legitimidad
superior a la del pr opio investigador pa ra analizar los hec hos y las
significaciones del pasado reciente?
c. la reinco rporaci ón de la figura de la guerra para pe nsar los conflictos
políticos de l os años se tenta que r ealizan algunos d e los HIJOS pone e n juego
la dificultad del intento de a rticular d os tradiciones políticas distintas (cuand o
no enf re ntadas): la militancia r evolucionaria de sus padres y la militancia
humanitaria de la que HIJOS es he rede ra. Si la demanda de justicia (y su
canalización, zigzaguente per o imbor rable ) implicó que los organismos de
derec hos humanos logra ran desba ratar el discurso de la guerra (pro f erido por
los militares para justificar su acci onar y d efe ndido por algunas organizaciones
político -militares ), la reincorporaci ón de las memorias sete ntistas, e n algunos
162
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
caso planteadas en los mismos té rmi nos e n que fueron pensadas en su
momento conforma un esc enari o cargados d e te nsiones difíciles de res olver.
¿Hubo una guerra en la Argentina? Los HIJOS no tienen una res puesta
homogé nea a esta pregunta, l o cual indica que su discurso se cons truye d e
mane ra pendular entre r eproducir las lógicas discursiva s del movimiento
humanitari o y recupe rar de mod o acrític o los esquemas de percepción de
algunos de sus padres y sus organizaciones.
d. la agrupación HIJOS e n general y su regional La Plata en particular son
concebid os como una organizaciones “barde r a” (to mo el tér mino de Luciano
Alonso) que a través de los escrach es pone e n escena algún tipo de violencia
política, lo cual produce tensiones haci a el interior de movimiento
humanitari o. Es ta investigación pe rmi te ver los matices hacia el interi or d el
grupo y su heter ogeneidad, lo cual se traduce en las distintas significaciones
que el escrache implica para ellos.
e. la tesis permite ver cómo la legitimidad que los ”afectados directos”
posee n hacia el interi or de los ODH es super ior a la de otros ciudadanos que
posee n las mismas intenci ones d e par ticipar en estos es pacios. No sól o el
vínculos sanguíneo fue la carta que permitía ingresar al grupo sino que dentro
de las víctimas del ter rorismo de Estado eran l os hijos de asesinad os y
desaparecid os lo que imponían su cri teri o pa ra restringir la me mbresía a, por
ejemplo, los hijos de exiliados o presos políticos. Con lo cual esta Tesis
per mite ver cómo los H IJOS r eactualizan y r efuerzan clasificaciones sociales
her edadas, a saber: 1. las víctimas del terr ori smo de es tado por antonomasia
son los desapare cidos y los asesinados; y b. sus familiares, en este caso sus
hijos, son quienes pose en la legitimidad para reclamar en su nombr e.
f. se muestra c ómo las redes de r elaciones q ue comenzar on a ac tuar e n
dictadura
y
confor mar on
el
movimie nto
humanitari o
c ontinuaron
desarrollánd ose en de moc racia y fueron un marco a partir del cual muchos de
los HJIJOS no sólo se conocie ron entre sí, sino que además compa rtier on un
mismo modo de conce bir los conflictos políticos del pasado r eciente. De mod o
esquemático, es to explicaría por qué los HIJOS optaron por cr ear un
organismo de derec hos humanos y no, por eje mplo, un pa rtido político.
g. el vínculo te nso que HIJOS tuvo c on el resto de los organismos se
debe, e n par te, a la originalida d de sus memorias: distante de la narra tiva
humanitaria y reivindicativa de la lucha revolucionaria. Esto los c olocaba e n
una posición más c erca na a la línea de la Asociación Madr es de Plaza de May o
(con cuya líder algunos hijos tenían conta ctos pe rsonales fluidos) y a la de l os
compañe ros de militancia de sus padres.
h. la radicalidad de algunos de discurso de HJOS pued e llevar a pe nsar
que su demanda de justicia (incluidos los escra ches) no se orientaba al Es tado y
a sus instituciones sino que suponían un ej ercicio de justicia paralela a la
estatal (tal como lo pe nsó el Cole ctivo Situaciones). Si n embargo, el
acercamie nto a sus esquemas de pe rce pción que suponen las entrevistas
per mitió que se observara que en tod os los HIJOS, por más crític os que fueran
del sistema político o de los difere ntes gobiernos, la justicia llevada adelante
por el Estado se hallaba como horizonte de sus reivindicaciones.
163
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
i. los HIJOS se e nfre nta n tanto a la teoría de los do s demonios (que igualaba
las violencias del Estado con la s insurgentes), como a aquella mirada propia de
los organis mos humanita rios que des tacan la inocencia d e las víctimas,
silenciando sus experie ncias políticas, muchas veces violentas. Los HI JOS
elabora n una suer te d e continuum , cuya prime r a instancia se hal la en la idea –
rec hazable- de sus padres como “subversivos” o “te rr oristas”; una supe ración
de eso significó la noción de “víctimas” (cuya instalación pública fue mé rito de
los organismos de d ere chos humanos), sólo para luego lograr que se l os
conside re “rev olucionarios”, o incluso me nos ambiciosa mente “luchadores
populares”. El pr oble ma surge cuand o estas clasificaciones lejos de prese nta rse
en línea rec ta, lo hac en bajo una forma ci rcular, de modo tal que re cupera r el
carácte r “rev olucionario” d e sus padr es, e n el marc o de cuyas prácticas se
incluía la violencia política, los reconec ta de un mod o confuso con la noción
de “subversivos” o “demonios”.
IV. A mod o de aclaración :
El trabajo de campo fue realizado en los primer os años del ciclo de
gobier no kirchne rista y se centr ó en bue na medida en la conformaci ón del
grupo, acae cida en el año 1995. De mane ra que muchas de las afirmaciones
aquí planteadas sobr e HIJOS y s obre el mov imiento de der echo huma nos e n
general deberían se r comple me ntadas y r esignificada s a la luz de las
transf or maciones que supuso para el movimiento humani tario las políticas
estatales en tor no al pasado recie nte arge ntino.
164
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
ENTRE M EMORIA Y O LVI DO: REPRESE NTAC IONE S SOBRE LA
DIC TADURA 1976 -1983 EN LOS JÓVENES INGRESA NT ES AL CB C UBA 2009 -2010
Gabriela Flaster
Mae strí a e n Me todol ogí a de l a I nv e sti gaci ón C ientí f i c a. U ni ve rsi dad Nac i onal
de Lanú s. Año de def e nsa: 2 0 10
Intro ducción
Una serie de aconte cimientos c onfiguraron el escenario de la tesis de
Maestría. Un tiempo único para r eflexiona r, recordar, de batir y trans mitir.
Parafraseando a A nd reas Huyssen 90, este estu dio se desar rolla en tiempos d e
“explosión de memoria”. Una obsesión atraviesa a la sociedad conte mporá nea,
la fiebre memorialista que plantea interr ogantes y discusiones en re lación c on
la cultura de la memoria.
En los últimos a ños en Arge ntina, se han evidenciado iniciativas que
impulsan la inscri pción de las me morias e n nuestr o pr esente a través de
cere monias y conme moraciones r eferidas al la dictadura 1976 -83. Durante
2010 y 2011 se han venido desar rollándos e un conjunto de
juicios e n
diferentes provincias de la Argentina. La aparición d e nuevos nietos, el
conocimie nto sobre el destino final de cada desaparecid o, las intervenci ones
espontá neas, la proliferaci ón de texto s que abordan es ta te mática, entr e otr os,
dan lugar a un momento auspicioso pa ra la cons trucción de una cultura de la
memoria.
Al tiempo que el ímpetu por la memoria se instala en la sociedad
argentina desde ac ciones impulsadas por e l
Estado, así tambié n desd e
diferentes sec tores de la sociedad civil, resulta sugestivo plantear su impacto
en el mundo juvenil. En es te se ntid o, ca be preguntar si esta coyu ntura
encuentra eco en l os jóvenes. ¿Se es tá haciendo efec tiva la transmisión de las
expe riencias qu e da n f orma a la memoria s ocial? ¿De qué ma nera los jóvenes
se apropian de una ex perie ncia no vivida y por lo tanto, ajena? ¿Cómo
cons truye n sus repres entaciones a partir de los relatos ajenos?
En la tesis de Maes tría defe ndida se pr opuso abordar el
ví nculo
91
92
memoria y juventud
a partir d e la relación entre la dictadura arge ntina
1976-1983 y los jóvenes universitarios. El princi pal apor te de es te trabajo
descansó e n la indagación y el análisis d e las represe ntaci ones s obre la
dictadura argentina 197 6-1983 de los jóvenes ingresantes entr e 17 y 24 años al
Ciclo Básico C omún de la Universidad de Bue nos Air es (C BC -UB A) 2009 -2010.
Los es tudios sobr e represe ntaciones sociales e imaginarios sociales
E n e ste pu n to e l au tor c on si de ra q u e podrí a e nte nde rse e sta ac ti tu d me mori al í sti c a
c omo u na e str ate gi a i nsi di osa para prov oc ar e n l os he c ho s e l ol v i do, q u e se gú n se
se ñal a, e s l o q u e q u ie re ev i tarse . P ara e l de sarrol l o de l f e nóme no de l a me mori a
c omo pre oc u pac i ón c e ntral de l a c u l tu ra y l a pol í ti c a de l as soc i e dade s oc ci de ntal e s
v e r HUY SSE N, Andre as, En bus ca de l fut ur o per di do. Cult ur a y memor i a en t i empos d e
g lobali z aci ón , F CE , Mé xi c o, 20 0 2 .
91 Se trabaj ó c on l os aporte s te óri c os de Je li n, Raf f in, Tod orov , N ora, e ntre otro s.
92 La c ondi c i ón ju ve ni l e s e stu di ada de l a mano de Re gu il l o, C hav e s y F e i xas.
90
165
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
cons tituye n una línea de inves tigación transver sal 93, en tanto modelo de a nálisis
que permite el abordaje de los pr oces os de simbolización y la construcción de
la realidad.
La juventud aparece como uno de las tanta s claves en la que pueden
leerse los pr oces os sociales. ¿Por qué indagar en las nar rativas de los jó venes
que no ha n vivido la experie ncia del hor ror? Porque lo que se e ncuentra en
los relatos juveniles nos per mite vislumbrar las visiones de aquellos que no
habiend o atravesado la dictadura 1976 -83, conviven sin embargo en mayor o
menor medida con la resonancia del pasado re ciente . Y para que la memoria de
nuestr o pasado reciente se transf or me e n una actividad en prese nte que mire al
futuro junto c on los jóvenes .
Consideraciones metodo lógicas
La investigación consistió e n un es tudio ex plora torio p rivilegiando un
marc o metodológic o cualitativo. Para ello se seleccionó una mues tra no
pr obabilística, intencional, c on cuotas similares de edad, sex o y gru po d e
carre ras compues ta por 53 jóvenes entre 17 y 24 años ing resantes al CBC UBA 2009 -2010 94.
Se utilizó un cuestionario semi - estructurad o que indagaba sobre 63
variables. Las respuestas codificadas se cargaron en una matriz de datos y se
pr ocesar on c on pr ograma SPSS. Asimismo, se analizaron los contenid os de las
respuestas de las preguntas abier tas .
A partir del ma terial de campo, se es tructur ó la descripción y el análisis
de los datos a través de los siguientes ejes: a) información, acces o a la
infor mación sobre la dictadura 76 -83, b) identificación de espaci os de
memoria, c ) consumos culturales s obre el períod o dic tatorial y c)
represe ntaciones, valoraciones sobr e la dic tadura. Lo que sigue, es una
selección de las respuestas for muladas por los jóvenes universitarios.
Representaciones so bre
ingresantes al CBC
la
dictadura
1 976 -83
de
los
jóvenes
Información, acceso a la información
Entre los acontecimie ntos históricos más importantes de los últimos 60
años e n la Argentina se mencionó e n prime r lugar, la dictadura 1976 -83 (77%),
luego la crisis de 2001 (52%) y el per onismo (37%). Luego le sigue n en orde n
de importa ncia la vuelta a la democ racia (33%) y la Guerra de Malvinas (29%).
P ara e l l o se u ti l i zó e l abordaj e de l as mi smas de sde l as pe rspe c ti v as de Mosc ov i c i Jode l e t.
94 Las se de s de l C BC -UBA se l ec c i onadas f u e ron: C i u dad U ni ve r si tari a, La P ate rnal y
E x Bu l ne s.Se e sc ogi e ron e stu di ante s de am bos se xos de l a s c arre ras de S oc i al e s Hu mani dade s (C i e nc i as de l a E du c aci ón, C i e nc i as de l a C omu ni c ac i ón, C i e nc i a
P ol í ti c a, Soc i ol ogí a, Antropol ogí a, Re l ac i one s del Trabaj o, Li c e nci atu ra e n Ar te s e
Hi stori a) De re c ho -C i e nc i as E c onómi c as (C o nt ador P ú bl i c o, Admi ni s trac i ón de
E mpre sas, E c onomí a, Si ste ma s de Inf ormac i ón de l as Organi zaci one s) y C ie nc i as de
l a Sal u d (Me di c i na, Nu tric i ón, Ki ne si ol ogí a, Ve te ri nari a).
93
166
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
El análisis de estos datos nos pe rmite afirmar que la gran mayoría de los
jóvenes estudiantes entrevistados no sólo r ecuerda la dictadura 76 -83 sino que
jerarquiza este acontecimie nto a la hora de enume rar los hec hos más
sobr esalientes de los últimos 60 años. A simple vista es te resultado podría
inter pr etars e como un logr o en la tra nsmisión interge ne racional de la memoria.
Esto de berá c onfir marse o refutarse a medida que avancemos e n el recor rido
de los relatos juveniles.
Identif icación de los sectores y personas que participaro n dura nte la
dictadura 76 -83
Con r espe cto al conocimiento sobr e los sectores y pe rsonas que
participa ron e n este pe ríod o histórico (respues ta múltiple ), el 73% mencionó al
sector militar, el 44% a Videla, el 23% a Massera, el 19% a la Iglesia, 19% a
sectores altos sin prese ntar variaciones significativas con respec to a las
variables de corte (sex o, e dad, car rera, si tuación laboral, tipo de es cuela y
clima educativo).
Para los entrevistados no existe n dudas a la hora de pri orizar al sector
militar como principal partícipe del períod o 1976 -83 ya sea, refiriéndose tanto
a la corpora ción c omo a algunos de sus integr antes. De este modo, se refl ejan
apreciaciones que le asignan un lugar secundario a otros sec tores de la
sociedad tales como la Iglesia, los medios de comunicación, el sector político y
los grupos económic os.
Son los alumnos de Ciencias Sociales y Huma nidades quienes c ons truye n
una nar ración más a mplia con res pec to a los s ectores que for mar on par te de la
dictadura 1976 -83 incluyendo en sus relatos tanto a las FFAA como a sec tores
religiosos, polític os y civiles. Asimismo, s on los estudiantes e ntre 20 -24 años
quienes mencionan ademá s, figuras tales como Bignone, Bussi, Viola.
Exhibición de imágenes
Se les mos tr ó ocho i mágenes pa ra que las re conocie ran ( Falc ón Ver de,
Astiz, Primera Junta Militar, Galtieri, Videl a y Martinez de Hoz, Videla y
Pinoc het, r onda de las Mad res de Plaza de Mayo, Malvinas). El 83% de los
entrevistados rec onoció la ronda de Madr es d e Plaza de Mayo, aunque algunos
refirier on tanto a madr es como a abuelas. El 72% identificó la escena de la
Guerra de Malvinas, el 68% reconoció a Videla en la imagen de la Jun ta Militar
y el 47% indicó rec onoce r al Ford Falcón ver de de la época. Estas fuer on las
imágenes más re conocidas por l os jóvenes : M adres -A buelas de Plaza de Mayo,
Malvinas, Videla y el Falcón Verde.
A la hora de ide ntificar imáge nes, se prese nta ron las primeras
inconsistencias apreciativas. Si bien Massera fue mencionado c omo integrante
de la dictadura no pudo ser r econocido cuand o se les mostró su imagen. Esta
situación se repite con Galtieri, Agosti, Ma r tinez de Hoz. Estos datos van
reflejando algo de la andadura de los r elatos d e los jóvenes . Nar raciones que se
disrrumpe n, se limitan a cie rtas ma rcas e mblemáticas pr escindie ndo d e una
dinámica integradora en su explicación.
Acerca del 24/3
167
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
A partir de 2006, a poco de cumplirse 30 años del golpe mili tar, se
oficializó el “24/3 como Día de la M emori a, por la Verdad y la Justicia”.
Proye cto impulsado por el Gobierno de Néstor Kirc hner y que instauró
feriado nacional inamovible el 24 de marzo, en conme moración del golpe de
Estado.
El 59% de los entr evistad os del CBC no s upo a par tir d e cuánd o s e
instauró el 24/3 como feriado mie ntras que el 41% sí declara conocerlo. El
perfil de los e ntrevistados que saben se carac teriza por residir e n CAB A y por
tener e ntr e 20 -24 años. Ahora bie n, la mayoría de los que dicen saber desde
cuándo es feriad o r espondie ron ace rtadamente (60%) (d esde el gobie rno d e
Kirchner, hace 3 -4 años). Entre las pri ncipales características de los
entrevistados que respondie ron corr ecta mente se obse rva que la mayoría asistió
a escu elas privadas.
El 24/3 es una fec ha que des pe rtó polé micas. Difer entes lec turas acer ca
de la elección del 24/3 se enfrenta ron y siguen en disputa. A pesar d e eso,
desde 2006 es feriado nacional. Si bien es re ciente la c onmemoraci ón de esta
fecha, cabe pr eguntar si se prese nta c omo un vehículo de la memoria. A pesa r
de que los jóve nes e ntrevistados ya ha n transi tado entre 3 y 4 aniversa rios no
distinguen c on claridad el mome nto e n que se tomó la decisión de integra r
esa fecha a la vida cotidiana de la población.
Esta iniciativa tiene la posibilidad de c ontribuir al desarr ollo de una
cultura de la memoria siempre que se la acompañe con otra serie d e prác ticas
que estimulen la reflexión. De lo c ontrario, s e cor re el riesgo d e c onver tir el
24/3 en un fe riado vacío de significado, má s cercano a un día no laborable
que a una experiencia reflexiva.
Asociación de palabras
Se utilizó la téc nica de asociación de palabras para i ndagar sobr e las
represe ntaciones de los jóvenes r ecurrie nd o al siguiente fraseo: “elegí cuatro
palabras en or den de importa ncia que asocies con la dictadura 76 -83.
En gene ral, las asociaciones espontáneas mencionadas no pr esentan
distinciones según la car rera elegida. Es posible enc ontra r un conjunto de
tér minos comunes utilizados po r l os estudiantes para referi rse a este perí odo
de la historia. Las palabras más me nci onadas fuer on “re presión” y
“desaparecidos”. A su vez, “repr esión” fue la palabra más importante. La
palabra más nombrada en el segundo lugar de impor tancia fue “desapa recidos”.
Como elemento disti ntivo e ntre las carre ras, se puede señalar que se
registrar on reacci ones subje tivas frente al hor r or e n los estudiantes de Cie ncias
de la Salud y de Derecho y Ciencias Económic as:
“Dolor , sufrimiento, mied o, inc ompr ensi ón, tr isteza, impotencia,
pérdida”.
Las asociaciones espontáneas r emite n, casi invariableme nte , a la figura
del horr or. Esto c or respond ería al núcleo ce ntral de la represe ntaci ón s ocial
sobr e la dictadura. Esto se evidencia cuando los entrevistados ex pr esan la
crueldad y violencia en relación a este ac ontecimiento. P or ejemplo, algunos
entrevistados asociar on la dictadura 1976 -83 a:
“Autoritarismo, opr esión, violencia, hor ror”.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
“Terr or, r epresión, genocidio, lucha”.
“Tiranía, violencia, corrupción”.
“Impu nidad, violencia, tor turas, despare cidos”.
Otro tipo de imágenes evocadas hicieron refe rencia a la falta de libertad,
a la censura, al miedo y falta de d erec hos que domina ba ese pe ríodo históric o.
Son exce pcionales las imágenes refe ridas a la situación e conómica atravesada
en esa época.
Sobre los lugares de memoria
El emplazamiento del Parque de la Memoria y de un monume nto a las
víctimas del Terr orismo de Estad o fue inaugurado parcialme nte en agosto de
2001 en la Ciudad de Buenos Aires (la Costa nera No r te). Este aconte cimiento
desper tó críticas e intensas controve rsias entre quienes considera ron que se
trata ba de un “Parque temátic o” esc ondido e n un rinc ón de la ciudad, y pa ra
quienes el parque re pr esentaba un lugar de espar cimiento para los cicli stas
que pasean por la zona los fines de s emana, burlando así la intención de los
memoriales de ser lugares de recogimiento.
De los 53 entr evistados, 25 cursar on e n Ciuda d Universitaria, la cual se
encuentra a pocos metros del Parque de la M emoria. Sin e mba rgo, cuand o se
les preguntó si c onocían es pacios e n la ciudad y alreded ores que recuerd en la
dictadura 76 -83 sólo el 3% pudo identificarlo. Ta n próxi mo y tan lejano. S e
trata de un siti o que no ha adquirido visibilidad para estos jóvenes. Ca be
preguntar si esto res ponde a lo que algunos sostienen c omo la limitación de
los mod os canónic os de re pres entación o a la insuficiente difusión de su
existencia. Los lugares de me moria son objeto de d eba te. Algunos privilegian
los actos, inte rvenci ones, el d esplie gue del pr oceso de la memoria antes que
obje tos de rever encia que busquen el efec to d e rec ogimiento. Ges tos efímer os
no montados en espacios conc retos y monu mentales, que planteen la me moria
de nuestr o pasado re ciente como una actividad en prese nte que m ira al futuro.
Ahora bie n, el 74% de los jóve nes mencionó lugares de me moria en la
Ciudad de Buenos Aires y Gra n Buenos Aires . Entre los es pacios de memoria
más citados se observa: Esma (23%) y
Plaza de Mayo (17%). Un 19%
represe nta a “ otros”, a aquella s respuesta s únicas: Agrupación Mad res,
Abuelas, baldosas conme morativas, Olimpo, debajo de la autopista en Paseo
Colón, placas en plazas, en Pablo Podestá, e n el colegio, en la facultad.
Significación de la dicta dura
Se obse rva que todos los entrevistad os estuvie ron de acuerdo c on que la
dictadura tuvo aspectos negativos. Se puede n e ncontrar frases tales como:
“se cu e strar a l os c hic os o no de j ar qu e e ll os pu e dan e xpre sarse ”(C Nº33 ,
Antr opol ogí a),
“e l pode r mi l i tar, e l e xtre mi smo, l as mu e rte s, l a v i ol e nc i a, matar ge nte ” (C Nº 9 ,
P si c ol ogí a,),
“todos , e l te rror e n l as c al l e s, l a ge nte n o e sta ba i nf ormada, de sa pare c í an tod o
e l tie mpo pe rsona s, no de j aban e xpre sar a l a ge nte”(C Nº 4 2 , Hi stori a).
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Nuevamente apar ece n los señalamie ntos rec urrentes ace rca del carác te r
represivo de la dic tadura. Se c onvierte n e n id eas domina ntes que opaca n otr o
tipo de relaciones que e n me nor medida, a parec en reflejadas e n u n grupo
reducido de jóvenes:
“l a de sapari c i ón de l a ge nte , l a re pre si ón, se de bi li tó mu c ho e c onómi c ame nte al
paí s”, l a gu e rra de Mal v i nas (C Nº5 1 , Re l aci one s de l Trabaj o),
“grav e s c onse c u e nci as e c onómi c as” (C Nº2 9 , Me dic i na),
“l a de sapari c i ón de pe rso nas, e so e s grav í si mo y av al ado por tod os, v e nta de l
patri mo ni o e statal ”(C Nº4 8 , Me di c i na) .
El análisis de un conjunto de narraci ones de l os jóvenes sobre el pasado
reciente per mite afir mar que la totalidad de los jóvenes entrevistados
impugnaron la dic tadura por las violaciones de los d ere chos huma nos y la
represión a la población civil. Sin e mbar go, no se ma n ifestó c on igual
inte nsidad la repr obaci ón a la dictadura por habe r instrume ntad o un proyec to
económico apoyado e n la desindustrialización y la creación de la deuda
exte rna.
Por otro lad o, la violencia política se c onvir tió en u n tema olvidado. Su
incre mento desde el regreso de Per ón al país no fue mencionado al momento
de ha blar de este períod o. S e advierte un borramie nto de las identidades
políticas de los d esaparecid os y de sus c ompr omisos c on la lucha por un país
socialmente más justo.
Las res puestas desar rolladas sobre el té rmino des pare cido s e
circunscri ben a
“al gu ie n qu e f ue sec ue strado, pri v ado de su li be rtad y q ue no se e nc ue ntra (e n
l a may orí a de l os c asos mu ri ó)” (C Nº 5 , C i e nci as de l a C omu ni c aci ón),
“al he c ho de qu e l as pe rsonas no e stán y no se han e nc ontrado a l os c u e rpos,
por l o tant o no se pu e de n dar por mu e rtas a l as persona s” (C Nº 2 3 , De rec ho),
“al gu ie n q ue no e stá más , n o se e nc u e ntra, no hay ra stro s” (C Nº3 3 ,
Arq u e ol ogí a),
“ge nte qu e se ll ev aban por al gu na razón q u e el l os l e s pare cí a, si n ni ngu na
j u sti f ic ac i ón y qu e no v ol ví an a apare ce r” (C Nº24 , C ontador P ú bl i c o).
Si bien es posible distinguir que los estudiantes d e Cie ncias Sociales y
Humanidades expresan u n may or interés por l a temá tica planteada (a través de
rec orrid os por lectura s, mar chas del 24/3, y otras actividades); sus lecturas del
pasado arrastran tambié n difer entes usos de la memoria: públicos y
académicos. De este mod o, se pone en evidencia en el conjunto de los jóvenes
entrevistados un c onocimie nto f ragme ntari o y end eble . Es responsabilidad de
los adultos tor nar observables las razones que hicieron posi ble la dictadura así
como los disti ntos niveles de par ticipación e n estos hec hos. Avanzar en esta
dirección pe rmitirá de rriba r las explicaciones míticas, las represe ntaci on es que
obs taculizan la irrupción de preguntas por los pr oces os políticos, sociales,
económicos que condijer on al te rr orismo d e Estado y por l os niveles de
responsabilidad del conjunto de la sociedad.
170
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Transmisión del tema en la escuela
Los jóve nes me ncionar on que si bien el tema fue tratad o, no se l o
abord ó en pr ofundidad sino aisladamente y sin mayor profundización.
Entre las frases formuladas por los jóvenes es posible e ncontrar:
“ante ri or al dí a f e ri ado se habl aba de l o q ue habí a pa sado y bu sc ábam o s
i nf ormac i ón y n os i nf ormá bamo s ac e rc a de l o q u e habí a p asado . Se gu rame nte
se hac i a u n ac to de n c onme morac i ón a l o q ue habí a pasado” (C Nº 2 , C i e nci as
de l a E duc aci ón),
“más o me nos. N o te i nf orman de masi ado , no se bri nda de masi ada i nf ormac i ón
a l os j óv e ne s. Hu bo ac tiv i dade s, de sorgani zadas”( C Nº 6 , Ci e nc i a P ol í tic a),
“e n mu c has mate ri as, c on mu c hos prof e sore s, tra t ando de doc u me ntar bastan te
i nf ormac i ón”(C Nº 1 2 , Ve te ri nari a),
“todos l os a ños , mos trand o i nf orme s, dando di sc u rsos, bu sc and o te sti moni o s”
(C Nº 2 7 , Soc i ol ogí a),
“prác ti c ame nte no se trató e l te ma”(C Nº3 1 , Me dic i na).
Resulta interesante des tacar la opinión generalizada de los jóvenes acerca
del lugar que ocupa la escuela en la transmisión del pasado. Mientras que los
medios de comunicación no son mencionad os como agentes de trans misión, la
institución educa tiva ocupará un lugar relevante. Cuando se les preguntó ace rca
de las acciones posibles para f or talecer el c onoci miento sobre este período de
la historia argentina, la gran may oría consensuó e n asignarle a la es cuela un
rol de importa ncia.
Palabras finales
Luego del re corrido planteado a través de los relatos de l os jóvenes es
posible sos te ner que los mismos ex pr esan conocimie nto, informaci ón y
opini ones formadas con res pec to a la dictadur a argentina 1976 -1983. Ahora
bien, ¿de qué inf or mación s e trata?
De una infor mación desarticulada,
fragmentada, difusa de dic ho pe ríod o histórico. Dominan las dudas, los
olvidos, los silencios. S e advierten i nte ntos por ace rcars e a una realidad lejana
y por mome ntos inc ompr ensible per o que a la vez suscita interés, plantea
preguntas no res pondidas y tareas pendientes como lecturas, visitas, debates.
En las palabras del grupo de jóvenes universitarios entr evistados, lo que
aparece c on fuerza en sus relat os es la memor ia de la represión, las figuras de
la ausencia, muerte y desaparición de las cua les no es posible d esprend er nos.
La dictadura como símbolo de la a tr ocidad, del Nunca Más. Es ta
caracte rización es cor rec ta per o a la vez insuficiente. Las r e prese ntaci ones de
los jóvenes universitarios no da n cuenta de la imple mentación de un proy ecto
político, ec onómic o y s ocial llevado a cabo a partir del 24 de marzo d e 1976.
Por el contrario, se des taca el ca rácte r repres ivo de un gobier no c onf or mado
por l as FFAA como actor fundame ntal.
Un silencio rec or re las entr evistas: la refe re ncia explícita a la violencia
política, a las prácticas y pr opues tas polític as de quienes opta ron por la
violencia armada. Las únicas ref ere ncias re miten a pe rsonas que pensaba n
distinto sin distinci ón de edad, clase social, ocupación. De es te modo, en los
171
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
relatos no aparec e la referencia a la clase obrera, como uno de los sector es que
tambié n sufrió la persecución y la desaparición forzada de personas.
Para finalizar, me gusta ría retomar algunas cuestiones vinculadas con las
preguntas formuladas al comie nzo d e es te trabajo ace rca d el alcance d e un
conjunto d e iniciativas impulsadas con el fin de promove r políticas de la
memoria. Las mismas constituy en sin duda u n aporte ind ispe nsable y valioso,
per o aún i nsuficiente. E n es te se ntido c abe preguntar
acer ca de l os
mecanismos más adecuados pa ra la trans misión e instalación de esta
pr oble mática en
las generaci ones que no vivieron es e pe ríod o. ¿Cómo
contri buir a la apropiación de un pasado recie nte pe ro lejano al mismo tiempo
para quienes han nacid o hacia fines de los ‟80 y princi pios de los ‟90? Activar
la memoria, en quienes for man parte de una gene ración nacida en de moc racia,
no de bería converti rse en una acumulación sin sen tid o de acontecimie ntos que
sólo contribuya a profundizar la ajenidad.
Con f recuencia escuchamos tanto e n espa cios académicos c omo no
académicos, frases que asocian
a los jóvenes con el desconocimiento y
desinte rés por la his toria. Estas afir maciones
sim plifican una realidad
compleja en la que por otra parte, los adultos debe rían revisar c onc epciones y
los mod os de invitación al inte rés y
a l conocimie nto, supuesta me nte
inexiste ntes.
De lo que se trata es de convertir e n significativa la experiencia vivida
por otros. Para que la historia reciente sea una experie ncia comu nicable no
debe ría
quedar anquilosada en un recurso de reme moración que solo
pr omueve el empobrecimie nto de la experienc ia comunicable. Una experie ncia
comunica ble debería fundarse en una plur alidad de miradas como algo en
cons trucci ón que debe ser una y otra vez pens ada.
“Explosión de la memoria”, “períod o caliente ” 95, coyuntura propicia para
inaugurar nuevos modos de trans misión que pe rmi tan el diálogo
interge ne racional. Tiempo d e memorias habi tado por nuevas gene raciones que,
aunque no vivieron la é poca, ta mbié n quieren saber. Pre deces ores y suces ores .
Entre ellos una here ncia, que para que se transforme en nuestra, hay que salir
a conquistarla. Así como la me moria, la transmi sión supone un trabajo 96 que
pr oduce tra nsformaciones en la vida social.
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E xpre si ón u ti l i zada por Bro ni sl aw Bac zk o pa ra de si gnar l os m ome nt os e n q u e l a
me mori a se de spi e rta, re mon ta a l a su pe rf i c ie de l a v i da soc i al mani f e stándose de
di v e rsos modos . Ve r
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96 E li zabe th Je l i n habl a de “trabaj os de l a me mori a”.
95
172
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173
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
LOS PROFESORES Y LA HIS TORIA A RGENT INA RE CIE NTE .
SABERES Y PRÁCT ICAS DOC ENT E S DE S ECUNDAR IA DE BUE NOS
AIRES
María Paula González
Doc torad o e n Di dác ti c a de l as C i e nc i as Soc i al es. U ni v e rsi dad Au tó no ma de
Barc e l ona. Año de def e nsa: 2 0 0 8
La investigación desarr ollada rec onoce e i nterpreta sabe res y prácticas
doce ntes asociados al trata miento e sc olar de la historia argentina recie nte,
particularme nte de la última dictadura 97.
Esta tarea resulta noved osa y problemá tica para la escuela y la historia
como disciplina esc olar, es pecialme nte ardua para muc hos pr ofesores que ha n
vivido esa por ción del p asado y difícil para otros que no han sido f or mados
para esa labor. ¿Cómo res ponde n los docentes ante es te impe rativo de e nse ñar
y conme morar el pasado recie nte? ¿ Qué ex perimentaciones y adaptaciones
despliegan?
Dichos saberes y prácticas docentes son int e rpre tados como tácticas
cons truidas en el cruc e del pr opio espaci o biográfico del prof esor y los
sentidos que le otorga a su oficio y un contexto entramad o por: las
represe ntaciones d e la me moria que circulan públicamente; las tradiciones d e la
“cultura escolar” y su “gramática” 98; la historia como disciplina esc olar e n
tanto pr oducto s ocio -históric o 99; las presc ripci ones de las políticas educativas,
las instituciones y las aulas en particular. 100
La tesis abord ó las lecturas –c omo prác ticas de significació n activas - que
los pr ofesores realizan de: a) el pasado re ciente; b) las propuestas oficiales
referidas a la e nse ñanza y a las conme moraciones de ese pasado; c) l os
contex tos esc olares y áulicos, es decir las instituciones –c on sus tradiciones e
imaginarios- y las aulas en par ticular - ; d ) los contenid os a ense ñar; e) las
estrategias y los recursos.
97.
E l re c orte de j ó de l ado e l pe rí odo p os te ri or al ú l ti mo go bi e rno mi l i tar para
c e ntrarse e n l a di c tadu ra y l os años pre v i os.
98. Domi ni q u e Ju l i a, A c ul tu ra e sc ol ar c omo obj e t o hi st ó ri c o. E n Revi st a B r asi ler a de
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del cur r í culum . L a const r ucci ón so ci al de las di sci pl i nas esco lar es. Barc e l ona, P omare s C orre dor, 1 9 9 5 .
100. E sto i mpl i c a q u e no e xi ste n re c e pc i one s o pro du c ci one s su bj e ti v as y pu rame nte
i ndi v i du ale s si no su pu e stos pe rti ne nte s, pr ác ti c as si gni f i c ativ as y propósi to s
re l ev ante s. La mane ra e n q u e l os ac tore s soc i al e s otorga n se n ti do a su s prác ti c as y a
su s e nu nc i ados se u bi c a e n l a te nsi ón e ntre , po r u n l ado, l as c apac i dade s i nve nti v as
de l os i ndi v i du os o l as c omu ni dade s y , p or otro , l as re stri c c i one s y l as c onv e nc i one s
q u e l i mi tan l o q u e le s e s posi bl e pe nsar, de c i r y hac e r. Vé ase Roge r C harti e r, L a
h i st ori a o la lect ur a del t i empo, Barc el ona, Ge di s a, 2 00 7 .
174
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Para ello, se ha e mpleado una metodol ogía cualitativa y una estrategia
exploratoria cuyo núcle o c entral fuer on e ntrevistas en profundidad con
pr ofesores de sec undaria de escuelas públicas y privadas –laicas y
conf esionales - d el área me tr opolitana de Bue nos Aires 101, fuentes a las que se
sumó la consulta de otras voces (de pr ofes ore s en formación inicial y continua
así como de alumnos) y la indagación d ocumental de tex tos legislativos,
normativos, curriculares, editoriales, esc olares, pedagógic os y didáctic os
pr oducidos desde la refor ma educativa de los ‟90 hasta 2007. 102
Así, la tesis reconstruyó l os diversos posicionamientos que los d oce ntes
señalan en relación c on las represe ntaciones de la última dictadura, e n
narra tivas alimentadas por “c omu nidades de inte rpre tación” c omo la familia y
la escuela pero ta mbié n a partir de r efere nc ias de otras ciencias sociales y
prác ticas culturales (cine, literatura, etc.). Así, l os profesores relatar on
posiciones diversas -desde la adhesión al golpe, pasand o por l os “dos
demonios”, la valoración de la militancia, etc. - pe ro que en clave escolar se
traducen, mayoritariame nte, e n la tra nsmisión de la dic tadura desde el ca non
del Nunca Más que circuns cribe las responsa bilidades a las cúpulas militares
que ejecutaron el golpe del „76. Los r elatos de los prof esores muestran que este
pasado no les resulta indiferente: les genera incomodidad, lo hace n entrar al
aula, lo dejan fuera, les p r ovoca d olor , intentan tra nsmitirl o, desea n eludirlo.
Las expe riencias, r ecuerd os y memorias afectan a los pr ofesores y s e
evidencian e n los mod os de tratar el te ma, de posicionarse f rente a l os
alumnos, de rec or tar los conte nidos, de pensar estrategias, e tc.
101.
Du rante 2 0 0 5 se e ntre v i staro n v e i nte doc e nte s, c u atro de l os c u al e s se
de se mpe ñaban, ade más , c omo di re c tore s. La c onformac i ón de e sta mu e stra bu sc ó u na
aproxi mac i ón al pe rf i l doce nte se gú n e l úl ti mo C e nso Nac i onal Doc e nte di sponi bl e
(de 2 0 0 4 ) y au nqu e e sto n o si gni f i c ó u na c onst ru c c i ón re pre se ntati v a o prob abi l í sti c a
i mpl i c ó mante ne r c i e rtos pará me tros c e nsal e s al mome nt o de t omar de c i si one s s obre
l as e ntre v i stas a re al i zar (anti güe dad doc e nte , f ormac i ón i ni c i al , lu gare s de trabaj o,
e tc .). La se l e c c i ón de c i u dad y prov i nc i a de Bue nos Ai re s c om o áre as pri nc i pal e s par a
l a i ndagac i ón se v i nc u l aron no s ól o c o n l as po si bi l i dade s pe rsonal e s y mate ri al e s para
e l de sarrol l o de l a te si s si no tam bi é n e n l a o pc i ó n de anal i zar do s j u ri sdi c c i one s c on
gran pe s o re l ati v o e n e l ma pa e du c ati v o nac i on al y c on orga ni zac i one s y di se ño s
c u rric u l are s di fe re nte s de sde 19 9 3 .
102. Al c orpu s pri nc i pal de e ntre v i stas, se su mó l a c onsu l ta a 60 prof e sore s e n
f ormac i ón i ni c i al y 17 e n f ormac i ón c onti nu a a tr av é s de u na c ombi nat ori a de re l atos
e sc ri tos y se si one s de di sc u si ón. Tambi é n se e f e c tu aron e ntre v i stas gru pal e s c on
e stu di ante s de se cu ndari a de tre s e scu e l as –dos de c i u dad y u na de prov i nc i a de
di sti nto ti p o de ge sti ón -. Tambi é n se anal i za ron te xt os l e gi sl ati v os (l e ye s de
e du c ac i ón de 1 99 3 y 2 0 0 6 ); normati v os (di s po si c i one s para l a c o nme morac i ón de l as
nu e v as e f e mé ri de s del 2 4 de marzo y 1 6 de se ti e mbre ); c u rri cu l are s (di se ños par a
E GB3 , P ol i modal y Se c u ndari a); doc u me ntac i ón e sc ol ar y doc e nte (pr ogramas de
prof e sore s, c al e ndari os i ns ti tu c i onal e s, e tc .); mate ri al pe dagógi c o y propu e stas
di dác ti c as de di ve rso ori ge n (e di tori al e s, of ic i al e s, si ndi c al e s, de organi smos de
DD.HH., e tc .). E st a i ndagac i ón doc u me ntal t om ó te xt os produ c i dos para e l ámbi t o
nac i onal , pa ra pr ov i nc i a de Bu e nos Ai re s y para C i u dad de Bue nos Ai re s de sde l a
re f orma e du c ativ a de l os ‟9 0 hasta 2 0 0 7 . C omo añadi do, y de mane ra i nf ormal , l as
v i si tas re al i zadas a v ari as e sc u e l as aportar on i nf or mac i one s re l e v ante s para u n c u adro
c ompre nsi v o may or.
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Asimismo, la investigación dio cuenta de la lectura y traducción que los
pr ofesores realizan de las pr opuestas ofi ciales para la ense ñanza y la
conme moración d el pasado r eciente. En es tos casos, se evidenciar on divers os
mod os de afronta r el trata mien to e n las aulas -se ponde ra, se tra baja, se
comenta, se delega o se evita - y difer entes forma tos para dar cuer po a las
conme moraciones -j or nadas especiales, activ idad de toda la es cuela, clases
alusivas, actos, come ntari os, algunos susurros y varios silenc ios-. E n tod o ese
arco, se vislumbra la te nsión e ntre el r ecuerd o y la ex plicación y, nuevame nte ,
la hegemonía de la narrativa “terrorismo de Estado”. Ade más, las efemérides
del pasado cercano y traumátic o conviven con las conmemoraciones del pasado
remoto y patri ótic o por lo que, en ocasiones , se confunde n bajo los mismos
forma tos simbólicos y rituales ponie ndo e n evidencia la pote ncia de la
gramática esc olar. Al mismo tie mpo, las f or mas que adopta n y los lugares que
ocupan estas conmemoraciones reflejan l a cultura escolar clásica: el patio, la
formaci ón, el discurso, el acto, el pizarrón son los espacios y recurs os más
citados aunque tambié n apar ezcan citadas – aunque en menor medida - otras
iniciativas llevadas adelante por los estudiante s.
En lo que conci er ne al lugar de la historia argentina recie nte e n la
“propuesta oficial”, la indagación y el análisis docume ntal r ealizado mostrar on
que los conte nidos r eferid os al pasado recie nte fuer on ganando –a través de
sucesivos diseños - es pacio y de nsidad semántic a y matices, c on d efiniciones y
temá ticas que intentan colocar a la dictadura en la trama de los años pr evios y
compr ende r los actores, esce narios e interes es en juego. Asimismo, y tenie nd o
en cuenta el rec or rido d e la historiografía (q ue hasta mediados d e l os ‟90 no
abord ó de manera sistemática este último perí odo dicta torial), puede verse que
la inclusión del pasado recie nte en l os plane s y pr ogramas d e e nseña nza no
respondi ó tanto a los avances de la historia -en tanto disciplina de refer encia como a l os apor tes d e otras cie ncias sociales y prácticas culturales y a la
vigencia y prese ncia pública de las luchas por la memoria en A rgentina. Para el
caso de la nor mativa espe cífica sobre c onme mora ciones puede verse e n es os
textos la influencia de los cambio s en las representaciones de la memoria (en
relación c on los c ontex tos políticos de su enu nciación) aunque, nuevame nte , la
cond ena a la última dictadura sin historización es la inter pre tación que ha
anclado con más fuerza.
Por otra parte, y respe cto a las instituciones escolares, los d oce ntes
rec onstruyer on lo que hemos dado en llamar “atmósferas de tra nsmisión”
diversas –rec hazo, omisión, rutina y aliento - a bonadas por los divers os ac tores
de la comunidad educativa (directivos, profes ores, pad res y alumno s). E n estas
situaciones se puede n rec onoc er múltiples v ariables , algunas más ex plícitas
(direc tivas de las autoridades, calendarios esc olares, posiciones d e los alumnos,
demandas de las familias) y otras tácitas (tales como historias institucionales,
silencios, tradiciones, c ostumbr es). No obs tante , esas atmósf eras se rec or tan,
en muc hos cas os, como marc os flexible s que dan lugar a diversos
posicionamientos doce ntes fre nte al trata miento de la última dictadura e n sus
clases. Asimismo, los testimonios dejar on a la vista que el mayor o menor
compr omiso ins titucional respe cto a la trans misión del pasado r eciente (sobre
176
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
tod o e n las nuevas efemé rides) no se relaciona linealmente c on ser colegios
públicos o privados, laicos o religiosos, sino con los actores que los habitan.
Además, la investigación ex plor ó de qué mane ra los profes or es propone n
trabajar la historia r eciente con sus alumnos en las aulas -hablar, escuc har,
debatir y trans mitir -, f or mas inte rpre tadas como tácticas e n c onte xto que
cabalgan entre una pre te ndida autonomía crítica d e los alumnos y las
dificultades que supone la r esponsabilidad de los adultos en una “é tica de la
trans misión” 103. Esta cuestión, además, se cruza –y no pocas veces choca - c on
la ilusión de neutralidad de la escuela en gene ral y de la enseñanza de la
historia en particular.
Al mismo tie mpo, l os prof esores selec ciona n y rec or tan conte nidos que
pondera n la dictadura e n sí misma y sus consecuencias o que la colocan e n
relación con c onc eptos más gene rales (golpe de Estad o, gobier no d e facto)
dejando c omo punto ciego las preguntas en torno a las causas. Ese silencio
entra diálogo con el ya citad o canon i nte rpre tativo del “ter rorismo de Estad o”
y con los inte rr ogantes pendientes acerca de la sociedad donde la dictadura
tuvo lugar –que no de riven e n res puestas autocomplacientes o
indiscriminadame nte conde natorias -. Es tos silencios y omisiones no son
resueltos e n la escuela, entr e otras cosas, porque la historia, como disciplina
escolar, está más ha bituada a los pasados gloriosos y lejanos que a los
cerca nos, abier tos y vergonzantes.
Finalmente, y en tor no a los recursos en las aulas (de los que se indagó
especialme nte el uso del cine y la circulación del informe de la CONA DEP),
los profes ores ma nejan es os tex tos como r e ferencias, tes timon ios y fue ntes
atravesados por los desafíos éticos, esté ticos y pedagógicos que supone la
naturaleza traumá tica del pasado recie nte. A lgunos pr ofesores menciona n la
incomodidad que les pr ovoca trabajar c on tes timonios de d ete nidos desaparecid os, las dudas que se les plantean f rente a películas que repr oducen
escenas de tor turas, e tc. Qué hacer fre nte al d olor de los d emás, re tomand o la
expr esión de S ontag 104, pr ovoca diversas pos iciones: evitarl o, atenuarlo o
colocarl o en su mayor c rudeza para sensibilizar a los más jóvenes.
En suma, los saberes y prác ticas de los doce ntes e n torno a la historia
reciente mues tran lec turas y traducciones cr uzadas por tensiones, diversas e
imbricadas, que puede n relacionarse c on: a) el carácte r re ciente y las dudas
sobr e su hi storicidad –al que se responde con la persistencia de criterios
cronol ógicos en la selección y secue nciación de conte nidos para eludirlo -; b) la
condici ón a bier ta e inc onclusa además d el car ácter contr oversial y polémic o que se resuelve a través de te mas paradi gmáticos (desapar ecidos, d euda
exte rna, guer ra de Malvinas) o binomios excluyentes (como dic tadura /
democracia) que s or tean con mejor éxito l as tensiones -; c ) la na turaleza
traumática que genera inc omodidad y va a contramano de las tradiciones de la
historia como disciplina escolar habituada a una memoria gloriosa; d) las
cuestiones éticas y políticas ineludibles que prese nta el trata miento d e la
103.
Jac q u e s Hassou n, L os cont r abandi st as d e la m emo r i a . Bu e nos Ai re s, E di c i one s de l a
F l or, 1 9 96 .
104. Su san Sontag, Ant e al dolor de los demás . Madri d, Al f agu ara, 2 00 3 .
177
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
historia recie nte –que se opone a padres que reclaman objetividad; direc tivos
que demandan impa rcialidad, y doce ntes que asumen que no de be n mani pular a
sus alumnos; y e) el privilegio de la memoria sobre la historia –en sintonía con
la “forma esc olar”, con el trata miento que tuvo la última dictadura en la
agenda pública y las políticas de memoria, y con las propias tradiciones de la
enseña nza de la historia (una disciplina poco habituada a la actualidad y las
contradicci ones ).
No obstante, aun c on todas es tas te nsiones, c on may or o me nor grad o de
inte nsidad o fragilidad, la escuela es ente ndida mayoritariame nte como un
espacio para la transmisión de la his toria r eciente y la c ons trucci ón d e la
memoria.
Como c onclusión, entre las estrategias dictadas por la “cultura política o
normativa” y la “cultura científico -pedagógic a” y también entre las memorias
pers onales y colec tivas, la tesis reconstruy e cómo los pr ofesores leen y
traducen la e nseña nza y conme moración de la historia arge ntina recie nte e
inter pr eta esa “cultura e mpíric o - prác tica” de l os doc entes c omo un despliegue
de tácticas continge ntes, opor tunas y situadas.
178
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
“LO QUE TODOS SABE MOS, ¿NO?”. JÓV ENES Y ME MORIA: LAS
REPRESENTA CIO NES SO BRE LA ÚLTI MA DICT ADURA E N LA
ESCUELA
Diego M. Higuera Rubio 105
Mae strí a e n C i e nci as Soc i al e s c on Orie ntac ión e n E du c ac i ón . F acu l tad
Lati noame ri c ana de C ie nc i as Soc i ale s. Se de Arge nti na . Año de de f e nsa: 2 00 9
En es ta investigación me inte resaba a bordar dos aspec tos de la memoria
colectiva acerca de la última dictadura argentina. Por un lado, quería indagar
sobr e la repr esentación de ese pe ríod o entre l as personas que no tuvi eron una
relación direc ta c on él y que la construy en a par tir d e los difere ntes
significados que circulan en la sociedad. Por otr o lado, buscaba c onoce r las
acciones d e la escuela con respecto al te ma, la manera c omo lo integra d entr o
de su dinámica y, en especial, el papel que cumple e n su trans misión a las
nuevas generaciones. Puesto que estaba inte re sado en el análisis de aquello que
ocurr e en las escuelas así como el punto de vista de los jóvenes, relegué el
exame n detallado de la legislación, las presc ri pciones curriculares y los libros
de texto. De cidí, entonces, realizar un trabajo de campo con una perspectiva
etnográfica en d os escuelas públicas de la ciudad de Buenos Air es. Esta e ntrada
tambié n obede cía al panora ma bibliográ fico pues, cuand o inicié la
investigación, existían tra bajos pedagógic os y teóricos, pe ro es casos estudios
acerca de lo que efectivamente ocurría en el interior d e las instituciones
escolares 106.
Visité las escuelas durante el a ño 2004 y par te del 2005, obse rvé
actividades en aulas y patios, además, realicé entrevistas abiertas y
semiestruc turadas con alumnos y d oc entes. Decidí tomar c omo unidad de
análisis los cursos del último año per tenecie ntes a sec tores medios
heter ogéne os, bajo tres pr esupuestos. El primer o, de corte te órico metodol ógico, tiene que ver c on la renuncia a tomar una „ muestra
represe ntativa‟ de la población esc olar o un s ector de ella, debido a la actual
fragmentación d el sistema educativo y el e nfoque de la investigación. En
segundo lugar, busqué escuelas que no se des tacaran por el trata miento de la
historia recie nte y cuyo perfil fuera más cer cano al „ pr omedi o‟ d e las
instituciones públicas de la ciudad. Finalmente , supuse que el trabajo c on
jóvenes que habían estad o en los difer entes ci clos de la escuela, me per m itiría
rastrea r el pa pel de es ta instituci ón e n la cons trucción de sus r eprese ntaciones
sobr e el pasado. De este modo, las conclusiones de la tesis constituye n un
apor te a la compresión del te ma y no un abor daje general, debido a las grandes
Antro pól og o, U ni v e rsi dad Nac i onal de C ol ombi a. Doc torand o e n C i e nc i as Soc i ale s
U BA. Be c ari o doc toral de l C ONIC E T. di e gohi g@ yahoo .e s .
106 Hoy dí a l a si tu ac i ón e s di f e re nte y l os t rabaj os se mu l ti pl i c an, a mane ra de
e j e mpl o, c i to dos i nv e sti gac i one s: P e re y ra, A. La re l ac i ón de l os adol e sc e nte s c on l a
hi stori a re c i e nte de Arge nti na: u n e s tu di o e xpl oratori o de l a c o nc i e nc i a hi stóri c a
e ntre e stu di ante s de e scu e l as me di as pú bl i c as de l a Ci u dad de Bu e nos Ai re s, Te si s
doc toral , Bu e nos Ai re s, F LAC SO, 2 0 0 7 . F ri e dri c h, D. C re ati ng a pa st i n the pre se nt .
Me mory , i de nti ty and te ac hi ng i n post -di c tator shi p Arge nti na . P hD Di sse rta ti on .
U ni v e rsi ty of Wi sc onsi n, Madi son , 2 0 1 0 .
105
179
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
diferencias en tre las escuelas según la jurisdicción en la que se encuentra n o su
per te nencia al sector público o privado.
La relación entr e me moria y escuela se establece de acuerdo c on la
gramática de esta institución moder na, cuyos cimientos es tán sufriend o
pr ofundas tra nsformaciones. La escuela ya no es el lugar aislado del mundo
dond e el sabe r y los valores trasce nde ntales vinculados con la nación y la
ciencia, son transmitid os a las nuevas generaciones por unos d oce ntes
investidos con una autoridad incuestionabl e. El crecimiento del sistema
escolar, el avance de los pr oces os de individualización y las contradicciones
inher entes a la moder nidad, ha n horadad o los fundamentos d e la escuela y la
autoridad de los docentes, quienes ahora de ben ense ñarle a grupos de niños y
adolescentes que no es tán dispuestos a someterse pasivamente a la disciplina y
la cultura escolar. E n este contexto -que algunos autores carac terizan d e c risis
y otros, c on más acier to, llaman declive institucional 107- el pasado reciente
ingresó a las aula s con implicaciones es pecíficas. En pri ncipio, no parec e que
los pr oble mas insti tucionales afec te n dra máticamente la e nseña nza pues los
alumnos manifiestan gran ex pec tativa frente a lo que puede ofrece rles la
cultura escolar y la voz de los docentes con re specto a un pasado que marca de
múltiples formas la sociedad en la que crecieron, per o que los adultos omiten,
aborda n de mane ra ambigua o contradictoria.
Si bien los adultos rompen los silenci os a partir de pr eguntas de los
jóvenes, por comentarios a not as en los medios o las conmemoraciones
vinculadas con el períod o; estas alusiones br e ves e incompletas no le brinda n a
los chicos suficientes ele mentos para hace r se una idea clara sobre lo que
ocurri ó, por lo que es pera n e nc ontrar en la escuela „una explic ación‟ que les
per mita trasce nder la pers pec tiva fragmentada y ambigua del mundo adulto. Si n
emba rgo, las entrevistas mues tran que las formas de transmisión de los adultos
y los discursos presentes en la sociedad han generad o un saber entre los
jóvenes. La may oría ha bló de „la dictadura‟ -o sus variantes, „el golpe‟ y „la
represión‟- c omo uno de los períod os más importantes de la historia re ciente
de su país y afirmar on que e n esa é poca las fuerzas de seguridad del Estado
cometier on una serie de crímenes mu y graves contra la población, “uno sabe
que fue terrible, que pasaron c osas desastr osas... que fueron los militares, l o
sabés, desde que sos chico, porque tá” (Mariana, escuela 2).
Varios c hicos se refirie ron al te ma c omo eso “que lamentablemente
sabemos tod os”, es decir, a un conjunto de significados que han interiorizado
en distintos ámbitos durante su proc eso de socialización, que ubican en el
universo de lo evidente y c onside ran par te d e aquello compa rtido por el sujeto
colectivo al que pe rte ne cen. Dada s las ca racte rísticas de ese núcleo de
significados, lo identifiqué bajo el conce pto sentido común 108. Éste subyace a la
DU BE T, F . ¿Mu taci one s i nsti tu c i onal e s y /o ne ol i be ral i smo? E n: Te nti , E . (org.).
G ober nabi li dad de los si st emas educ at i vos en Amé r i ca L at i na . Bu e nos Ai re s, IIP E U NE SC O, 2 0 0 4 . p 1 5 -43 .
108 Re tomo, e n parte , l a de f i ni c i ón propu e sta p or G e e rtz. E ste au tor c onsi de ra q ue el
se nti do c omú n e s u n si s te ma de si gni f i c ados q u e pose e u na l ógi c a par ti c u l ar de ntro
de c ada c u l tu ra y e s e mpl e ado por su s mi e mbros para c om pre nde r, e xpl i c ar y ac tu ar
f re nte a di v e rsos f e nóme nos y si tu ac i one s. Se c arac te ri za, e ntre otras c osa s, p or su
107
180
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
mayor pa rte de l os r elatos expues tos por los entrevistados mie ntras que los
significados prove nientes de otros discurs os, que justificaro n la dictadura o la
impunidad de sus crímenes, s on marginales. La conf orma ción de este se ntid o
común, indica el pred omini o de algunos recuerd os que sirvieron a los
organismos de dere chos humanos para c onf rontar los discursos de impunidad
durante la transic ión de mocrática de ntr o del pr oces o de c onstrucci ón d e la
memoria c olectiva. Su eje fue la c onde na ha cia los ejecutores de los c ríme nes
de Estado, por lo que el sentido común tie nde a interpreta r el pasado desde un
plano moral que restri nge los actor es de l a d inámica social y política en una
división entre „los malos‟ y „las víctimas‟.
Ahora, el pasado re ciente es incorporad o bajo los paráme tr os de la
cultura escolar y adquiere dos for mas, por un lado, se convierte e n un tema
dentro d e las conme moraciones de l calendari o de actos esc olares y, por otr o,
ingresa como par te de un c onte nido disci plinario cur ricular. En la tesis
describo las dinámicas que se generan e n ca da escuela con res pec to a es tas
formas de incorporación, por qué se presenta n situaciones semej antes y cómo
las características ins titucionales y el pe rfil de los doce ntes, gene ran
diferencias importa ntes a nivel de la trans misión, así c omo d e la pers pec tiva
sobr e pasado de los c hicos. Al r espe cto me limito a s eñalar algunas
conclusiones.
Aunque el sentido común subyace a la mayor par te d e los relatos de los
entrevistados en las d os escuelas, exis ten diferencias impor tantes: e ntre l os
jóvenes de la escuela 1 predomi nan relatos limitados al sentido común,
mientras que en la escuela 2, se presentan r el atos con may or elaboración que
incluyen otr os ele me ntos y, en algunos c asos, se c one ctan con marc os
explicativos generales (sobre el golpe militar, la transición d emocrá tica,
conexiones pasado/prese nte, etc .). E n las entrevistas con los jóvenes de la
escuela 2, la institución ocu pa un lugar impor tante y se la ubica como una de
las fuentes principales d e los r elatos. Para los chic os de la escuela 1, la
institución no tiene la misma relevancia, no se la menciona como un eje
orde nador y la asocian con r efer enc ias eve ntuales acer ca de la dic tadura:
recuerd os f ragmentarios de actos esc olares, la proyecci ón de u na película o
alusiones esporádicas e n clase. En este caso, la escuela tiende a cor roborar el
sentido c omún inc or porado en otr os ámbitos sociales, así mism o, sus acciones
derivan en algo semejante a lo registrado e ntr e algunos jóvenes de la escuela 2:
se esta blece u na r elación con el pasado y las víctimas que no logra trasc ende r
los hec hos violentos para ente nder sus ca usas y el contex to en el que
ocurrie ron.
Los jóvenes trae n un sabe r que la escuela puede reafirma r o incluir para
cuestiona rlo y complejizarlo. E n el prime r caso, si la escuela plantea
actividades dispersas, no pr ofundiza en los te mas abordad os y desaprovec ha el
inter és de los jóvenes, estará c onde nada a cristalizar el sentido común. Los
relatos más elaborados d e la escuela 2, mue stran que los d oce ntes tie ne n la
capacidad de ofre cerle a los jóvenes eleme ntos para enriquece r sus perspe ctivas
ac c e si bi li dad, se nc i l le z y asi ste mati c i dad (GE E RTZ , C . “E l se nti do c omú n c om o
si ste ma c u l tu ral ”, e n Conoci mi ent o local , pp. 9 3 -1 1 6 , Barc el ona, P ai dós, 1 9 8 4 , p. 11 4 ).
181
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
sobr e el pasado, gene rarles inquietudes y habilitar dif ere ntes vínculos entre l os
pr oble mas del pasado y el presente. Sin e mbargo, este caso tambié n muestra
que las formas de conme moración y ense ñanza propias de la escuela muchas
veces no c ontemplan la pluralidad de las subjetividades, obstaculizando los
pr ocesos de trans misión y diálogo con los jóve nes.
El sentido c omún habilita una yuxtaposición discursiva por la que
ingresan algunos de l os eleme ntos discursivos que sostuvieron l os regíme nes
autoritari os. Esta „ paradoja‟ se pr esenta entr e los entrevistados cu y o r elato no
logra despr ende rse del se ntido común, quiene s no lo cues tiona n y r eproduce n
de ma nera casi automá tica: “[l os militares ] hicieron d esastres , eje rcier on el
pode r muy... injustamente. C re o que lo único bueno de eso fue que... el te ma
de seguridad y el tema de conducta, es taba muy dominad o ¿no?, por ejempl o no
había piquetes o todas las cosas que se ven a hora, ha bía autoridad... la
delincuencia y todo es o esta ba dominado” (J orge, escuela 1). La dictadura es
algo que simpleme nte ocur rió, no es objet o de preguntas o una base para
reflexionar y e nte nde r el presente. ¿ Cuáles son valores ele mentales de la
convivencia social?, ¿cómo pod ría haber piquetes en una sociedad basada en el
miedo?, ¿qué se requiere pa ra que la conduc ta esté c ontr olada? El pr oces o de
socialización de los jóve nes no es cohe rente y por ello han interiorizado
distintos mar cos d e r eprese ntación d el pasad o que los c ons tituye en actores
con memorias „plurales‟ 109.
Además, los j óvenes que ocupan el ce ntro de mi trabajo han crecid o e n
un mom ento históric o donde la política ha sido desacreditada, no es
conside rada c omo el depósito de los sue ños y las utopías, sino el á mbito d el
pillaje. En la actualidad, pa rece que no e xiste una c or respondencia entr e las
formas de gobier no y una mane ra de conc ebir la sociedad, ¿cómo puede n
entende r los jóvenes las profundas raíces pol íticas del pasado recie nte si hoy
día „lo político‟ no es una her ramie nta pa ra inte rpre tar la realidad y actuar en
ella? En la tesis muestr o que los may ores d esafíos para los educa dores que
buscan transmiti r las „lecciones‟ del pasad o, no se r estringe a evitar la
reproducci ón de los discursos que justificaron la dictadura y la impunidad.
Trabajar sobre este se ntid o común, cues tionarlo y transgredir sus límites a
través de for mas esc olares novedosas, permi tirá que las nuevas generaciones
encuentr en otr os se ntid os e n el pasado, u biquen e n él sus inte reses, les
per mitan considerarl o c omo propio y los ayu de a radicalizar la democ racia en
el presente.
LAHIRE , B. “E l ac tor pl u ral ”, e n El h ombr e plur a l . Barc e l ona: E di c i ons Be l l ate rra,
P p. 2 7 -6 7 , 2 0 04 .
109
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
DONDE EST ÁN NUES TROS MUERTOS . E XPERIENCIAS RI TUALE S
DE
FA MIL IARES
DE
DESAPARECIDOS
DE
LA
ÚLTI MA
DIC TADURA M ILI TAR E N LA AR GENTI NA Y DE CA ÍDOS E N LA
GUERRA DE MALV INA S
Laura Marina Pa nizo
Doctorado en Antropología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Buenos Aires.
Año de defensa: 2011
Intro ducción
La muerte violenta y la falta del cuerpo en el c ontex to de la desaparición de
pers onas y de la Guer ra de Malvinas, en el ma rco d e la última dictadura militar
en A rgentina (1976 -1982), produjer on un quiebr e e n las formas habi tuale s de
enfre ntar las muerte por lo que los familiares debieron re crear c reativame nte
los modelos convencionales para sobrellevar las. El objetivo general de esta
investigación fue r econstruir c omparativame nte los pr oces os a través de los
cuales familiares de desaparecido s y los familiares de los caídos e n la guerra de
Malvinas, responde n a la pr oble mática d e la muer te pr estand o a tención a la
falta del cuerpo e indagand o sobr e las prácticas rituales originales, y las
expe riencias ex tra ordinarias. Para ello, tr abajé c on dos organismos
conf or mados a pa rtir d e la guerra y la desaparición: “Familiares de
Desapare cidos y Dete nidos por razones Políticas” y “Familiares de Caídos en
la Guerra de Malvinas e Islas del Atlántico S ur”. De es ta ma nera se pretendi ó
ofrec er u na pers pec tiva original al revisar compara tivamente las ex pe riencias
relativas a la muerte de familiares que perdieron a sus seres queridos en dos
acontecimie ntos que sucedieron contemporáneamente bajo un mismo régime n
dictatorial, y que no han sido tra baj ados c ompara tivamente por las cie ncias
sociales desde la problemá tica de la muerte por la falta del cuerpo.
La desaparición de pe rsonas y el la Guerra d e Malvinas se dieron e n el
contex to de la última dictadura militar e n Arge nti na (1976 -1982). Este
gobier no implementó sistemática mente la me todología de desaparición de personas
que implicó la de tención de i ndividuos en C e ntros Clandestinos d e Dete nción,
en donde los tortura ban y asesina ban, des ha ciéndose de los cuer pos . En el
marc o de esta violación siste m ática a los De r echos Humanos, en el año 1982,
la dictadura militar decide recupe rar las islas Malvinas a la fuerza. En el
contex to de c ómo denomi nar a las muertes de los conflictos “inter nos” y
“exter nos”, la administración de las muer tes por el Es tado Ter rorista, fue en el
caso de las víctimas de la represión, la negati va y el ocultamiento a los hec hos
sucedidos en mate ria de desaparecidos . Por otr o lado, aunque la forma de muerte
en la guer ra no fue investigada ni clara mente infor mada por par te del Es tado ,
las muertes de l os caídos en este c onflicto, f ueron e nte ndidas a difer encia d el
caso de los desaparecidos c omo “concr etas” “nacionales” y “heroicas”.
En este marc o, e n la Argentina se c onf or maron difere ntes organizacione s
de Der echos Humanos para re clam ar sobre el parader o de sus seres queridos, a
quienes ente ndían a los desa parecid os como víctimas de la dictadura militar.
Entre estos organismo de Der echos Humanos aquí trabajaremos c on Familiares
de Desapar ecidos y Detenid os por Razones P olíticas. Así como se c onf or mar on
organizaciones res pec to a los desaparecido s, te r minada la guerra de Malvinas se
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
crear on difer entes organizaciones no gube rna mentales tanto de civiles como de
ex soldados. A pesar de que algunos familiares colaboran o partici pan
actualment e de las organizaciones d e e x solda dos u otras refe ridas a la Gue rra,
la única comisión oficial que agrupa a familiares desde la posguerra hasta
nuestr os días es Familiares de Caídos en la Guerra de Malvinas e Islas del
Atlántic o Sur.
Los dos grupos aqu í trabajados hicier on e co de las represe ntaci one s
instaladas social e históricame nte para enf rentar las pérdidas cons tituyé ndos e
dos par es opuestos de ca tegorías: desaparecido/victima , muerto en combate/h éro e.
Así comenzar on u n proceso de legitimación d e l pasado político de los muer tos,
en r espuesta a las categorías ya me ncionadas. Unos, elevand o la figura del
caído en calidad de héroe, c omo una resiste nc ia política a involucrar la Guerra
de Malvinas de ntr o de las acci ones c ome tidas por el g obie rno dic tator ial en lo
que respecta a la violación de los De rec hos Humanos. Otros, u bicando a los
desaparecid os como víctimas del Te rr orismo de Es tado, y legitimand o la
categoría de d esaparición como una resiste ncia política que niega las muertes
hasta que no aparezcan los cuer pos y los culpables.
Muerte, cuerpo y ritual
Del trabajó resultó que la constitución ta nto simbólica como mate rial del
cuerpo mue rto, y el carácter activo y transformador de éste en la práctica ritual110, hace que
su ausencia obstaculice los proc es os de duelo y luto, por lo que su ejecución,
tanto e n el á mbito privado c omo público, d epe nde de factores culturales e
históricos. E ntonces, dado que la falta del cuerpo inhabilita las prácticas socialmente
establecidas, el enfrentamiento a la muerte “cara a cara” se facilita si se cuenta con un marco
interpretativo colectivo, que pueda ofrecer herramientas simbólicas que posibiliten prácticas
mortuorias a pesar de esta ausencia. En este proceso de conformación de nuevos espacios sociales
habilitados para enfrentar la muerte, el lugar que ocupan el grupo de pertenencia de los familiares en
tanto comunidad de iguales, el Estado y la sociedad en general, juegan un rol fundamental.
El trabajo de campo y del pr oces o de homoge nización visualizado en las
entrevistas me hizo e nte nde r que la forma e n que se enfre nta ban a la muer te
con la falta del cuerpo tenía una relación di recta c on la integración de los
familiares a grupos de iguales. En es te se ntido, el conce pto d e marco simbólico de
interpretación me sirvió para hacer r efere ncia a los model os de inte rpretaci ón de
dichos grupos que a través de un selección de símbolos y orientados por una
ideología particular, orientan la forma e n que los familiares deben darle
sentido a la muerte en el c ontex to de la guerra y el mod o en que se deben
realizar las prácticas rituales tanto en el ámbito público como privado. Es a
través de estos modelos que los familiares simbolizan un tipo de relación
específica con sus seres queridos, y se identifican entre sí c omo mie mbros d e
grupos sociales deter minados. En es te se ntid o, el grupo e n ta nto c omunidad de
iguales cumple un rol fundamental en cuanto le da a sus miembros herramientas para enfrentar las
pérdidas. En este sentido, varios autores que han es tudiado las experiencias humanas
frente a situaciones límite ha n utilizado el conce pto de marco pa ra hablar d e la
forma e n que los individuos seleccionan ciertos “hitos” que lo pone n e n
110
P ara prof u ndi zar sobre e ste te ma v e r P ani zo 20 1 1:4 0 -5 9
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
relación c on otr os, para fijar pará metros d e identidad, y que constituy en los
marc os sociales pa ra “e ncuadrar las memorias” ( Jelin, 2002.). Por otr o lado, el
tér mino de marco interpretativo ha sido utilizado por varios es tudios de los
movimientos sociales para designar esquemas de interpre tación definié nd ose
por su función orie ntad ora y organizadora d e l a expe riencia (Car ozzi, 1998:21).
Retomand o estos apor tes,
aquí utilizo la noción de marcos simbólicos de
inter pr etación, poniend o é nfasis en que los model os de significación de los
grupos es tán r eprese ntad os en símbolos a través de los cuales actúan y s e
movilizan.
La muerte en clave
Entonces, las muertes de l os desaparecidos y los caídos en la guerra está n
enma rcadas en modelos simbólic os que orie ntan sobre las f or mas adecuadas de
trata r a los mue rtos y a los cuerpos e n ta nto sujetos históricame n te
significativos. Pero los model os inte rpre tativos de los grupos, es tán
enma rcados a la vez, e n un contexto históric o -social compar tido, por cuanto
los familiares recurrieron, a las “configuraciones culturales sedimentadas
históricame nte” (Grims on, 2007:2 9). En ambos casos, estas c onfiguraciones
son apropiadas de manera distinta según las expe riencias pa rticulares y los
inter eses de l os grupos . Por ejemplo, señala Alejandro Grimson, e n la
Argentina pred omina n sentimie ntos contradictorios ace rca de los símb ol os
nacionales por el uso político que les dieron los militares (Ibíd.:15.). Así, los
familiares de Malvinas a difere ncia de l os de los desaparecidos, re currier on a la
Virgen de Luján, como ic ono de identidad pr incipal, y ta mbié n a la bande ra,
los próc eres y hér oes argenti nos, c omo for ma de pensar la identidad y unidad
nacional. Por el contrario, del tra bajo resulta que Familiares de Desaparecidos
recurr en a símbol os enfatizand o la denuncia social, por cuanto se resalta el
conflicto fre nte a la unidad, y d esentiende n a los muertos de las conduc tas
her oicas asociadas a los caídos en Malvinas.
En otras palabras, el nacionalismo católico, y la demanda por los
Dere chos Humanos son f ormas de la imaginación cultural cristalizadas en los
marc os simbólicos de es to s grupos par ticulares. Entre estas re pr esentaciones se
encuentra n las que organizó el Es tado a travé s de 1) la pr omulgación d e leyes;
2) las iniciativas políticas referidas a los Dere chos Humanos como la
conf or mación de la CONADEP y la elabor ación d el Nunca Más; o 3) su
participaci ón y apoy o económico a actividades específicas como la
cons trucci ón del Monume nto a las Víctimas del Terr orismo de Estad o, o la
cons trucci ón del M onu mento a los Caídos en Malvinas, en el ceme nterio d e
Darwin.
De es ta mane ra, la s decisiones d el Estad o a través de norma tivas y leyes
actuaron como dispositivos que no sólo i nstalaron oficialmente categ orías
sociales: desaparecidos en acción , muerto en comba te y héroe de guerra (en el caso de
los caídos en Malvinas) ausente por desaparición forzada , víctima de la dictadura (en
el caso de lo s desaparecido s) sino que dispusieron de un tipo de fond o social de
inter pr etación de las muertes.
Así mientras los familiares de Malvinas elevaron la figura del caído e n
calidad de héroe , como una f or ma de se parar el conflicto d e Malvinas dentr o
185
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
de las acciones come tidas por el g obier no di ctatorial y sus violaciones a los
derec hos huma nos, los familiares de los desaparecidos ente ndier on a sus seres
queridos como víctimas del Ter rorismo de Estado y legitimaron la categoría
de desaparición como una resiste ncia política que niega las muertes hasta la
aparición los cuer pos y los culpables.
Entonces, la muerte, está en estos casos enmarcada en modelos
inter pr eta tivos que como había señalado, c orr esp ond en a una diferenciada
selección de símbolos y re prese ntaci ones que ofrece la historia reciente
compar tida. He llamado esta f or ma de e nfre ntar la mue rte en el caso de l os
desaparecid os muerte desatendida , en cuanto no se pr oduce n prác ticas sociales,
que con una simbología mor tuoria especifica, pres te n ate nción ritual a los
cambios existenciales tanto d e los muertos como de los deudos, e n el seno d e
la sociedad. De esta mane ra, los familiares “cor porizan” la desaparición a través
de difere ntes i nstancias rituales o acciones oficiales, como el ce rtificado de
desaparición forzada , las solicitadas sacadas en el diario Página/12 , el Monumento
a Las Víctima del Ter rorismo de Estado, que mantiene n y ex pr esan la
ambigüedad de la condición existe ncial de sus seres queridos 111.
El tipo de enf rentamie nto a las pé rdidas en el caso de los familiares de
Malvinas, en oposición a la muerte d esatendida , no s olo es enf re ntada e n es pacios
públicos de r ec onocimiento social, sino legiti mada por difere ntes sector es de la
socieda d. Ese tipo de muer te es posibilitada, en primera insta ncia, por un
rec onocimiento oficial/estatal. E n este sentido,
Familiares de Malvinas
cor poriza a los mue rtos a través de prác ticas oficiales o privadas, públicas o
domés ticas, como el ce rtificado de d efunción, las misas o el monumento. Así
tambié n, mate rializan su forma de e ntende r las muertes a través de difere ntes
rituales mortu orios c omo las misas, los bustos, los altares, y la inauguración
del Monu mento a los Caíd os emplazado en el ceme nte rio de D arwin, Isla
Soledad 112.
Palabras Fi nales
El pr opósito de la tesis fue hac er la inte rpre tación compa rativa desde u na
pers pec tiva simbólica y ritual que nos permitie ra analizar los desafíos
afrontados por l os familiares para lidiar con las muertes y la ausen cia de los
cuerpos. La importancia de esta pers pec tiva radica en que posibilitó ve r, no
sólo c ómo es simbolizada la muerte e n es tos casos es peciales, sino c omo es
simbolizado también el contex to históric o social vivido. De este modo,
analizar la problemáti ca d e la mue rte en estos casos nos hizo obse rvar de qué
mane ra los ri tuales mortuorios o los relativos a la desaparición , son un camino
para compre nder la ma nera en que los familiares se relacionan con la historia
de la sociedad a par tir d e un pr oces o d e s elección d e sedimentaciones
culturales, que creativamente enmarcadas en modelos inter pr etativos
particulares, consti tuyen sus refer encias identi tarias.
Bibliografía
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P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte
Núcleo de Estudios sobre Memoria
(IDES)
Coordinación de las Jornadas:
Elizabeth Jelin, Silvina Merenson y Laura Mombello
Informes:
[email protected]
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