Primeras Jornadas de Difusión de Tesis sobre Memorias y Pasado
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Primeras Jornadas de Difusión de Tesis sobre Memorias y Pasado
P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Primeras Jornadas de Difusión de Tesis sobre Memorias y Pasado Reciente 22 y 23 de septiembre de 2011 IDES, Ciudad de Buenos Aires El Núc leo de Estudios sobre Memoria del IDES ha organ izado las Primeras Jornadas de Difusión de Tesis sobre M emorias y Pasado Reciente. E sta act ividad se propuso difundir y discut ir los re sultados de invest igaciones terminadas en lo s últ imos años, que dieron lugar a tesis de maestría y de doctorado, tanto en la A rgentina como en otros países latinoameric anos. Estas Jornadas t uvieron como objetivo poner en circulac ión los nuevos saberes producto de dichas in vestigac iones, que a menudo no trascienden más allá de l ámbito instituc ional en el que se realizan y defienden los trabajos de tesis. ¿Cuál es el aporte que realiza cada tesis a los debates teóricos y/o empíricos relativ os al análisis del pasado reciente? ¿Qué aporta sobre la gestión institucional, subjetiva y/o simbólica de las memorias sociales? Los textos que se publican a continuac ión recogen las reflex iones de los expositores en torno a estas preguntas. 1 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte PROGRAMA Mesa 1. Procesos represivos en América Latina Comentario: Elizabeth Jelin ARIEL E IDE LMA N: «El desarr ollo d e lo s aparatos represivos del Estado argentino durante la „Revolución Argentina‟1966 -1973" MARIANA I GLES IAS: « La ex cep ción y la r egla. Estado, partidos políticos y m edidas prontas de seguridad en Uruguay, 1946 -1963» MICHE L KOBE LINSKI: «Heroísm o, sediciones y herejías: la construcci ón de la ufanía y el resentimiento en los „ sertõ es‟ de la „ capitanía‟ de São Paulo, (1768 -1774)» JULIET A ROST ICA: «Racismo, geno cidio y Derech os Humanos. Guatemala, 1978 1999» SVEN SCHUSTER: «La violen cia en Colombia:¿memoria prohibida? La guerra civil en la política y en la sociedad, 1948 -2008» LORENA SOLER: «Régimen político y l egitimidad. La construcci ón del orden stronista (1951 -1989)» Mesa 2. El lugar de las instituciones en las memorias sociales Comentario: Máximo Badar o MARÍA SOL EDA D CATO GGIO: «Contestatarios, Mártires y Hered eros. Sociabilidades políticoreligio sas y as cesis altruist a del catoli cismo argentino en la dictadura y la pos -dictadura» DÉBORA D‟ ANTONIO: «Transformaciones y experiencias carcelarias. Prisión política y sistema penitenciario en la Argentina entre 1974 y 1983» ANA GUGL IEL MUCCI : «El pro ceso social d e consagración de la „memo ria sobr e el terrorismo de Estado‟ como po lítica pública estatal de derech os humano s en Argentina» VALE NTI NA SALV I: «Ni buró cratas, ni cruza dos: militares argentinos. Mem orias castrenses sobre la represión» MARÍA C ELES TE S CHNY DER : « Política y vi olencia en la Demo cracia Argentina. La democratización sub -nacional a la luz de las prácticas partidarias y los uso s de la policía durante el Juarismo en Santiago del Estero» Mesa 3. Los medios de comunicación y las construcciones de senti do sobre el pasado Comentario: Claudia Feld EMANNUEL KAHA N: «Entre la aceptación y el distanciamiento: actitudes social es, posicionamientos y mem oria de la experi encia judía durante la última dictadura militar (1973 - 2007)» FLORENC IA L EVI N: «La r ealidad al cuadrado. Representaciones sobre l o político en el humor gráfico del diario Clarín (1973 -1983)» 2 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte EDUARDO RA ÍCES: «„Mandá esas cartas‟. Humor y su s l ector es en un marco de cambio social autoritario (1978 -1980)» Mesa 4. Organizaciones revolucionaria s y pr ocesos de radicalización política Comentario: Mari na Franc o VERA CAR NOVAL E: «Imaginario y moral en l a construcción identitaria del Partido Revolucionario de lo s Trabajadores -Ejér cito Revolu cionario del Puebl o (PRT-ERP)» ANA LAURA DE GIORGI : «Tribus de la izquierda en los „60: bolches, latas y tupas. Una mirada desde la cultura política» FEDERICO LORE NZ: «„Alg o parecido a la felicidad‟. Una historia de la lucha y represión de la cla se trabajadora durante la década del setenta (1973 – 1978)» SILV INA MERENSO N: «A mí me llaman Pelu do. Cultura, política y nación en los márgenes del Uruguay» ANA MARÍA MOHA DED: «Memorias d e l os „ 70. La propuesta teórica, política y organizativa de la organización Comunista Poder Obrero» ALONDRA PEIRA NO I GL ESIAS : «Reinvenci ones d el f ueg o. R esignificar la lucha revolucionaria desd e el pr esente: el Movimiento de Li beración Nacional Tupamaros uruguayo y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno (1965 -2009)» Mesa 5. Los Juicios: conjugando el pasado en tiempo presente Comentario: Valentina Salvi ENRIQUE ANDRIOT TI ROM ANI N: « Las lu chas p or la mem oria sobr e el pasado dictatorial. Política(s) y mem oria (s) en el Juicio po r la verdad de Mar del Plata» EMILIO CRE NZE L: «Génesis, usos y resignificaciones del Nun ca Más: La memoria de las desapariciones en Argentina» CINTIA GONZ ÁLEZ LEE GSTRA : «„Condena a todos lo s geno cidas, justicia por todos l os compañer os‟. Luchas po líticas en el juicio a Miguel Etchecolatz. Aportes al debate empírico de un campo en construcción» JULIET A MIRA : «La lucha sin fronteras por la justicia: La emergencia de la „memo ria jurídica‟ a partir de los juicios por los desaparecidos» Mesa 6. Lugares y marcas territoriales Comentario: Laura Mombello MARIE- CHRIST INE DUGAL: «La Escu ela S uperior de Mecánica de la Armada (ESMA): Testigo de las luchas de memorias en Argentina» MARÍA GUIL LERM INA FRESSOLI: “¿Es p osible remem orar en el museo? La relación entre recuerdo y mirada en los museos de Ing eniero White” 3 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte LUCIANA MESSI NA: «Políticas de la memoria y construcción de memoria social: acontecimientos, actor es y marcas de lugar. El caso del ex centro clandestino de detención „Olimpo‟» VALE NTI NA ROZAS KRAUSE: «„Ni tan elefa nte, ni tan blanco‟. Cinco lecturas: a partir del urbanismo, la memoria, el deporte, la arquitectura y la modernidad, sobre –y desde– el Estadio Nacional» MARIANO SALO MONE : «Sujetos subalternos, política y memoria. Experien cias políticas y organizativas alrededor de la r ecupera ción de la E stación del ferro carril Gral. San Martín -Mendoza (2006 -2008)» Mesa 7. Transmisión de la Memoria Comentario: Susana Kaufman SANT IAGO CUETO RUA: «„Nacimos en su lu cha, viven en la nuestra‟. Identidad, justicia y memoria en la agrupación HIJOS -La Plata» GABRIE LA FLA STER: «Entre memoria y olvido: representaciones sobre la dictadura 1976-1983 en los jóvenes ingresantes al CBC -UBA 2009 -2010» MARÍA PAULA GO NZÁ LEZ: «L os prof esores y la historia argentina reciente. Saberes y prácticas do centes de secundaria de Buenos Aires» DIE GO HI GUERA RUBIO : «„L o que tod os sa bemos, ¿no?‟ Jóv enes y mem o ria: las representaciones sobre la última dictadura en la escuela» LAURA PANI ZO: «„Dónde están nuestros mu ertos‟: Experiencias rituales d e familiares de desaparecido s de la última dictadura militar en la Argentina y de caídos en la Guerra de Malvinas» 4 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte PONENCIAS Mesa 1. Procesos represivos en América Latina EL DESARROLLO DE LOS APARATOS RE PRESIVOS DEL ESTA DO ARGENTINO DURANTE LA “REVOLUCI ÓN ARGE NT INA”: 1966 1973 1 Ariel Eidelman Doc torad o e n Hi stori a. F ac u l tad de F i l osof í a y Letras. U ni v e rsi dad Nac i ona l de Bu e nos Ai re s. Año de de fe nsa: 2 0 1 0 Esta tesis aborda el desarrollo históric o de los aparatos re presivos del Estado nacional e n la etapa de la dic tadura militar autode nominada “Revolución Argenti na”, entre junio de 1966 y mayo de 1973. Nuestra investi gación se ha dirigido a estudiar la estructu ra y actividades de los princi pales aparatos de carác te r re presivo d el Estado y su intervención, e n prime r lugar, e n la Capital Fede ral. La inve stigación se orientó a pa rtir de cuatro inter rogantes inte rrelaciona dos: ¿cómo funci ona la relación e ntre la estructu ra del Estado y los apa ratos es pecializados de r epresión?, ¿c ómo s e lleva adelante la implantación d e la Doc tri na de Seguridad Naci onal e n la estructu ra esta tal? En el marc o d e la c risis política, ¿cuál es e l g rado de autonomía que desarrolla el Estado res pec to de la clase dominante? y, por último, ¿a través de qué me canismos el Es ta do inte nta legitimar su actividad represiva? Los tres gobie rnos militares que se sucedieron desde 1966 y hasta 1973 no sól o pote nciar on el r ol de esos órganos de re presión, sino que los integrar on en un siste ma de seguridad inte rior, a mpliaron sus capacidades ope rativas y los llevaron a desarrollar nuevas prác ticas y actividades de contr ol social y político de la población. Nos ha inter esado estudiar la actividad represiva del Estado a partir de la acción desplegada por el Ejército A rgentino y Policía Federal Argenti na. En la medida en que las fuentes lo hicier on posible, tambié n se rec ons truy ó la actividad de los principales servi cios de inteligencia: la Secre taría de I nteligencia del Estado, que res pondía directamente a la Presidencia de la Nación; la Dirección de Coordi nación Federal, que era el órgano de inteligencia de la PFA y el Servicio de Inteligencia del Ejército. P or últi mo, dedic amos un es pacio importante al estudio de la adaptación de las cárceles y el Servicio Penite nciario Fede ral para la custodia de presos políticos. Nos he mos c onc entrad o en la actividad de la policía, el sistema penite nciario y, desde el punto de vis ta legal, en la Cámara E sta te si s de Doc torado f u e pre se ntada e n l a Fac u l tad de F il osof í a y Le tras de l a U ni v e rsi dad de Bue nos Ai re s. F u e di ri gi da por l a Doc tor a Mi rta L oba to y a pro bada , e n agosto de 2 0 1 0 , por u n j u rado i nte grado por l os doc tore s Marí a Mati l de Ol l ie r, Dani e l Lv ov ic h y Al e j andro Sc hne i de r. 1 5 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Federal en l o Pe nal de la Nación, que entre julio de 1971 y mayo d e 1973 concentr ó la may oría de las causas vinculadas a “actividades subversivas”. Hemos de dicado una ate nción es pecial a estudiar las respuestas de la sociedad civil a la ofensiva represiva del Estado y especialmente la creación de organizaciones de defe nsa y solidaridad con los presos políticos. Para abordar esta investigación, se trabajó con fuentes de diferente tipo y varios archivos pú blicos y privados. E n virtud de rec ons truir la historia de los aparatos represivos, se ha n revisado las distintas historias institucionales sobre la Policía Federal y algunas obras instituci onales sobre la historia de la inteligencia del ejérci to. También hemos re visado la legislación e specífica referida a las FF.AA ., fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia. S e consultar on las publicaciones del SPF c omo el Boletín Público Servicio Penitenciario F ederal y la Revista Penal y Penitenciaria. De la PFA se revisaron las Disposiciones, Ordenes del Día y la memoria c orr espondie nte a 1971. También fueron c onsultadas publicaciones es pecializadas en derec ho penal como Nuevo Pensamiento Penal (1972 -1977) y la Revista de Derech o Penal y Criminología (1968 1972). Para rec ons truir el desar roll o y des pliegue de la actividad repr esiva del Estado entre 1966 y 1973, del discurso of icial sobre la lucha contra “el ter rorismo y la subversión” y de la actividad paraesta tal, he mos revisado diferentes periódic os y revistas políticas de la época. En funci ón del estudio de la Cámara Federal en lo Penal de la Nación s e utilizaron una gran cantidad de fallos de las tr es salas de ese tribunal y material pe riodístic o, lo que nos per mitió r econstruir la actividad burocrá tica del tribunal, el tipo de c ond enas pr oducidas, etc. Es te tri bunal ad hoc conce ntr ó, c on jurisdicción en todo el país y durante más de un a ño la gran mayor ía de las causas vinculadas a la represión de “la subversión y el ter rorismo”. En cuanto a la búsqueda de documentación r ealizada en archi vos hemos rec olectad o y analizado gran cantidad de documentos es tatales pr ovenie ntes del fond o del Ministe rio del I nterior, en el A rchivo Ge neral d e la Naci ón y d el archivo de la División de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIP BA), en ma nos de la Comisión P rovincial por la Memoria, de la pr ovincia de Bue nos Air es. Ese arc hivo contiene mate riales pr oducidos por diferentes se rvicios de inteligencia y las difer entes áreas de la estructura d e la DIPBA . Asimismo, hemos c onsultad o el a rc hivo d e la asociación M emoria Abier ta. E n particular, he mos utilizado la impor tante c olección d e testimoni os de abogados defe nsores de pres os políticos que posee su archivo oral, para rec onstruir la actividad de las organizaciones cons tituidas para la de fensa legal de los dete nidos como el cuer po legal de la CGT de los Arge ntinos y la Asociación Gremial de Abogados. He mos realizado algunas entr evistas a militantes políticos procesados por la Cámara Federal en lo Pe nal y a activistas de las comisiones de f amiliares que nos per mitier on un conocimiento may or del funcionamiento de esas organizaciones. La tesis doctoral está organizada en función de los diferentes temas específicos que aborda. E n la introducción se plantea n los obje tivos básicos de la tesis, el estado de la cuestión y las orientaci ones teóricas y metodológicas. 6 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte En el capítulo uno, se rec ons truye el desarr ollo históric o de algunos de los principales aparatos re presivos del Es tado nacional. A partir de identificar tres eta pas -1930-1955, 1955 -1966 y 1966 -1973 - y d e e xaminar la legislación y normativa cor respondiente a la Policía Federal Arge nti na y su órgano de inteligencia, el Se rvicio de Inf or maciones del Ejército y la Se cre taría de Inteligencia del Es tado, buscamos pr ecisar con claridad el co ntexto d e su creación, sus principales características y tra nsformaci ones . Se estudia en particular la adopción de la Doctri na de Seguridad Nacional, como ideología estatal, y las caracte rísticas de los aparatos represivos, buscando mostrar su moder nizaci ón y la ex pansión d e sus funciones y capacidades. La última par te, c orr espondie nte a los años 1966 1973, se ocupa básicamente de l os apa ratos r epr esivos durante la “Revolución Argentina”, de sus características principales y su reorganización a partir de una nueva ley de seguridad nacional, que crea un Sistema Nacional de Planeamiento y Ac ción para la Seguridad. Se a punta a rec onoc er la especificidad del d esarr ollo de los a paratos en relación a la e tapa a nte rior , buscando continuidades y transf or maciones . S e hace u n análisis de las caracte rísticas del CO NASE y de la amplia legislación represiva apr obada e n la etapa. La hipótesis de la que partimos e n el capítulo uno es que el golpe d e 1966 lleva a un impor tante ref orzamiento de tende ncias previas, que apunta ba n a una militarización de las estructuras es tatales y un r eforzado pr otagonismo de los aparatos re pr esivos del Estado. El capítulo dos se centra en las acciones de carácte r ilegal y de la represión pa rapolicial desarr ollada en el pa ís entre 1970 y 1973. Nuestro princi pal inter és es compr ende r cómo se c ombinar on las actividades legales con las ilegales. Nos preocupa e nte nde r que llevó al Estado a c olocar par te d e su actividad represiva en la clandestinidad. La hipótesis de tra bajo es que ante la pérdida d el monopolio d e la violencia, la clandestinización de par te de su interve nción implicó la ampliación de las formas de la actividad represiva. El eje del capítulo está colocad o en los sec uestros y desapa riciones de pers onas que tuvieron lugar desde 1970 y que fueron realizados por organismos del Estado o por grupos que actuaron bajo su amparo. En es te último se ntid o, rastrea mos el surgimiento y las actividades de varios grupos parapoliciales a lo largo del país, los cuales intervinier on en la es cena pú blic a muy centralmente a partir del año 1971 mediante campañas de amenazas y a tentados expl osivos contra dirigentes militantes, dirigentes sociales o abogados. Las desaparici one s están fuerteme nte vinculadas a la represión de las organizaciones político milita res. Por último, se a borda la impunida d para los asesinos ide ntificados como un rasgo d estacad o de esa actividad. Las fuentes pri ncipales utilizadas son los c omunicad os de los grupos pa rapoliciales aparecidos en la pre nsa periódica de la época y la activid ad de las organizaciones que denunciaban la represión estatal. El capítulo tres re construye la impor tante experiencia de la Cá mara Federal en lo Pe nal de la Nación, un tribunal ad hoc y de carác te r anticonstituci onal, (por su origen e n un de creto del PE N y por violar el artículo 18 de la Constitución Naci onal, que prohíbe expresame nte las comisiones es peciales para juzgar ciudadanos ), c onocido como el fuer o 7 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte antisubversivo. Esa cámara fue cr eada especi almente por el gobier no militar para ser el princi pal ins trume nto de a plicación de la legislación repr esiva de la actividad política y social de carác ter opositor. La Cámara Fede ral conce ntró, entre julio de 1971 y mayo de 1973, todos los pr ocesos por delitos vinculados a la “subversión y el terr orismo”. Se exam ina n las características pr ocesales, la importa nte ac tividad desplegada por el tri bunal en base a la legislación represiva de la época, las estrategias desarrolladas por los abogados defe nsores, los fallos y condenas que produjo y los deba tes que su existe ncia gener ó en la sociedad civil. También se estudian fallos de otros tribunales y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La hipótesis del capítulo ter cer o es que si bien esa cámara es una institución que se encue ntra formalmente en el seno d el Pod er Judicial, las circunsta ncias de su creación, sus objetivos y caracterís ticas procesales la coloca n entre el Poder Judicial y el PEN y puede pensa rse como u n instrume nto re pr esivo específico. El capítulo cuatr o se enf oca en la Policía Fed eral Arge ntina y a naliza, en particular, la fuerte c risis de la identidad institucional tras 1969. Tomand o como fuente una revista institucional que la PFA publica para sus miembr os desde diciembre de 1969 –Mundo Policial- se busca ver las distintas estrategias con que la insti tución busca c onte ne r el re pudio que gene ra y la crisis de la imagen institucional en la sociedad civil y en s us propios agentes y , e n segund o lugar, examinar la forma en que es repr esentada y compre ndida en la publicación la violencia política. Conc reta me nte , la hipótesis de este capítulo es que la revista es un intento de r espuesta a l a crisis de la imagen institucional e inclusive de la identidad policial de los miembr os de la PFA. El capítulo cinco s e ocupa de estudiar las pri ncipales tra nsfor maci ones e n las cárceles argentinas y e n el Servicio Pe nitenciario Fed eral, desde 1966. A partir d e la normativa y de la infor mación brindada e n las publicaciones institucionales del Se rvicio Penite nciario Fed e ral, la Revista Penal y Penitenciara y el Boletín Público d el S ervicio Penitenciario Fed eral, apuntamos a rec ons truir la forma e n que dicho se rvicio y las institucione s penales fueron adaptados pa ra la vigilancia y castigo de los pres os políticos. Se analizan los efectos que tiene la masacre de Trelew e n el tratamie nto de los dete nidos por motivos políticos. La hipótesis es que existió una pr ofunda militarización y adaptación d el SPF ante el fenóme no de los presos por motivos políticos. Finalmente, el capítulo seis aborda las respuestas que el accionar represivo ge ner ó en la sociedad civil, en particular, a nte las dime nsiones masivas que adquirió el fenóme no d e los pres os políticos. P or un lado s e trata de la actividad que las presas y los presos llevaron adelante en las instituciones penales como una fo rma de resiste ncia al poder y como un inte nto de mej ora r sus condiciones de r eclusión. Por otr o lado se aborda el surgimiento de diferentes organizaciones vinculadas a la solidaridad social y defensa de los pres os políticos, como las comisiones de familiar es de de te nidos y las organizaciones de abogados c ompr ometidos en la defe nsa legal de los militantes polític os. La hipótesis de la que par timos es que la actividad de esas organizaciones debe considera rse c omo un anteced ente fundamental del movimiento de d e rec hos huma nos en la Argentina que hunde sus raíces en un 8 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte pasado d ond e el ac ciona r represivo llevó a l encar celamiento, de portaci ón, tortura y el asesinato de los opositores políticos. 9 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte LA EX CEPCIÓ N Y LA REGLA. ES TA DO, PARTIDOS POLÍ TICOS Y MEDI DAS PRONT AS DE SE GURIDA D EN URUGUAY, 1946 -1963 Mariana Iglesias Mae strí a e n C i e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Naci onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 10 El obje tivo de la pres ente tesis fue dar cue nta del r ecurso al es tado de excepción para abordar problemas inter nos de diversa índole en Uruguay entre 1946 y 1963. La indagación estuvo centrad a en el análisis de la decisión gubernamental de afronta r una situación pu ntual mediante la disposición de medidas pr ontas de segu ridad (mps) - principal figura de estado de exc epci ón en Uruguay- entendiend o que el a bordaje de una situación puntual c omo anor mal es ese ncialmente política. E n tal sentido, el análisis estuvo ce ntrado en las justificaciones que los sectores partida rios go ber nantes construyer on al momento de pres entar situaciones es pecíficas como causantes de estad os de necesidad anulando, c omo c onse cuencia, la posibilidad de enmarcarlas en las disposiciones generales de la legislación prevista para casos normales. El estado de exce pción fue un recurso habitual en el Uruguay durante tod o el siglo XX, que s ólo se i nte rrumpió tras el resta blecimiento de la democracia e n 1985. Sin e mba rgo, tanto e n el sentido común ciudadano c omo en la pr oducción de las ciencias sociales urugua yas la disposición del r ecurso ha quedado ide ntificada con el pe ríod o previo al golpe cívico militar d e 1973, más específicame nte con el gobier no c olorado de Jorge Pachec o A rec o, iniciado en 1968. Hasta el momento, es te tema ha sido abordad o únicame nte en función de lógicas de avance autoritario vincu ladas más con el fenóme no d e la dictadura que con prác ticas gubernamentales previas reforzánd ose la idea de que en los 60‟ el país atravesó una c risis económica y política tal que rompió con las prác ticas c onse nsuales, negociadoras y pacíficas, que supuesta mente caracte rizaban al funcionamiento político d el país. En es e ma rco, el estad o de excepción es pr esentado como un da to del proc eso d e r esquebrajamiento del sistema político durante la referida década y las instancias previas en que se lo dispuso quedan huérfanas de marcos analíticos propios. Desde es te punto d e vista, la tesis pretend e apor tar al es tado ac tual del conocimie nto d el pasado re ciente e n d os aspectos. Uno, empírico, vinculado estric tame nte a la historia del Uruguay. El otr o, te óric o, relacionad o con la pr oble matización del recurso al estado de ex cepci ón ente ndiénd olo como un aspecto de regímenes políticos d emocrá ticos, lo cual puede ser útil para repensar as pec tos del funciona miento d e la democr acia uruguaya y de otr os países. En relación c on los apor tes de la tesis al conocimie nto de la historia reciente del Uruguay, la inte nción d e es ta inv estigación fue pone r e n suspe nso la filiación de las mps con el perí odo 1968 -1973 buscando realizar un a po rte , por un lado, a la compre nsión ge neral de la funcionalidad política que el recurso al estado de exc epci ón tuvo en Uruguay y, por el otro, al conocimie nto de ciertos rasgos de la historia política del país que han quedado marginados y que no tienen cabi da d entr o de los parámetros analíticos que suste nta n la idea del Uruguay excepcional/ batllista. 10 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte La investigación demostró que el recurs o al e stado de exc epci ón fue una her ramienta prese nte en el horizonte d e posibilidades de los distintos gobier nos nacio nales a lo largo de tod o el siglo XX. Dura nte el períod o específico trabajado en la tesis (1946 -1963), las mps fueron tomadas fre nte a la aparición de conflictos de fu ncionarios público que pusieron e n cuestión - no necesariamente c on inte nción ni con poten cialidad desestabilizadora decisiones tomadas por las autoridades guber name ntales en su calidad de jefes y cuando ac tores sociales o polític os pusier on en duda las capacidades básicas del gobierno en materia de mante nimie nto de servicios públicos y/o subsistencia de la población. Fr ente a la impleme ntación de recurs os como la huelga, la paralización de servicios y la ocupación de es tableci mientos e n el marc o de conflictos que se ve nían trami tando e n ins tancias formales, contr oladas por los se ctores par tida rios que conf or maban el PE y a par tir de las que se implementaban los mecanismos de negociación, distintos gobie rnos pr ocedier on a la construcción de la situación en clave de excepci onalidad a fin de abordarla c omo una situación anor mal. C omo c ontraposició n a la refe rida situación conflictiva, se construía un esce nario ideal, que no dejaba cabida para la impleme ntaci ón de medidas de fuerza por par te d e grupos s ociales y que concebía a la tra mitación del conflicto medi ante los canales institucionales, contr olados por los par tidos políticos, como si tuación nor mal. En esas coyunturas, y como c onse cuencia de los pr ofusos debates que se daban durante el proc eso de sanción de mps, la disposición del recurs o per mitió re pr oducir y fijar se ntidos e n torno a las posi ciones que los sec tores políticos g obe rna ntes ocupa ban f rente a ac tores sociales organizados y a grupos partidarios adversarios y, desd e ese lugar, contri buir a re pr oducir la centralidad de los pa rtidos polític os tradicionales en el sistema polític o. C omo conse cuencia, se pod ría pensar que la aplicación del recurs o cumplió, al menos, una doble funci onalidad. Por u n lado, r efor zar el lugar de autoridad de los sectores gober nantes sobr e cualquier actor soc ial que buscara legitimarse como represe ntante de i nte reses sociales por fuera de los marc os institucionales que ellos controlaba n. P or el otr o, enf rentar cuestionamie ntos al dese mpe ño de los distintos partid os en el gobierno e n su calidad de garantes del bie nestar ge neral por te ne r a cargo la dirección del P E. T odo lo cual está estricta me nte vinculado con un rasgo caracterís tico del sistema político uruguayo: el peso que los partidos políticos tradicionales han tenido a lo largo del siglo XX. En cuanto a los a portes te óric os, útiles par a el análisis de la his toria reciente tanto de Uruguay como de otros países, la línea de investigación iniciada con la tesis pre tend e apor tar ele mentos pa ra re pe nsar la utilidad conceptual de la dicotomía democracia -dic tadura al momento de abordar pr oble mas tales como la disposi ción de recurs os autorita rios fre nte a conflictos sociales y el resguardo de garantías individuales por parte del Es tado. Si bien ello no es un pr oble ma específico del pasa do recie nte , es evidente que las décadas tra nscurridas e ntre los 50 y l os 70 r equier en una r eflexión específica en tor no a los medi os que las diversas democ racias utilizaron para tramita r la conflictividad social y el modo en que impleme ntar on diversos medios para hacer fr ente a crecie ntes c onflictos de índole política e ideológica. 11 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Desde la c onf or mación de l os Estad os modernos los ord enamie ntos jurídicos cuentan con diversas pre rr ogativas cons titucionales que permite n al Poder Ejecu tivo, gene ralmente c on ve nia parlamentaria, disponer la suspensión total o parcial del estado de der ec ho e n casos que considere de c onmoción inter na o de ataque exterior. Ello, con el obje tivo de dispone r medidas rápidas y eficientes para el abordaje de las situaciones calificadas como e merge ncia. Estas medidas pueden ser d e diversa índ ole y ello depend e ta mbié n del grad o de regulación constitucional y/o legal de las distintas formas de estad o de excepción. E n general, este mecanismo habilita a la detenci ón d e pers onas por parte del Poder Ejecutivo y a su traslado en el territorio, a la participación de militares en la solución de la situación calificada como emerge ncia; el recurso tambié n ha ha bilitado la toma de me didas económicas y a la sanción de medidas legislativas por par te d el Ejecutivo si n la corres pondiente a pr obaci ón parlame ntaria. Los regíme nes d emocrá ticos contemporáne os , estructurad os e n torno a las reglas pautadas por estados de der echo, ha n mantenid o estas pre rr ogativas y las han puesto e n funcionamie nto e n rei tera das oportu nidades a lo largo del siglo XX. No obsta nte, el pes o que la dicotomía de moc racia -dictadura ha cobrado e n las ciencias sociales y la identificación de las segundas con la participaci ón d e los militares en política, el problema del r ecurso al estado de excepción ha quedado opacado por la pred ominancia de la pr egunta sobr e el por qué de los golpes de estado, principalmente en los 70‟. Lo que pare ce verse potenciado como c onsecuencia de la usual identificación, a veces te órica, a veces de sentido c omún, entre es tado de exce pción y dictadura. La línea de investigación adoptada con la pre sente tesis pr opone abor dar el recurso al estado de ex cepción c omo un problema es pecífico de las democracias mode rnas. A pa rtir de ello, la pr opuesta analítica es pensar las funcionalidades políticas que la decisión de solucionar uno o varios conflic tos inter nos mediante la disposición d e medid as exce pcionales tuvo para los grupos gober nantes que controlaba n el Pod e r Ejecutivo. Lo que les per mitía colocar e n el lugar de lo ilegal a quienes eran indicados como causantes de la esgrimida emergencia, posi cionánd olos como objeto directo del ejercicio del pode r guber name ntal al ser puestos en lugar de enemigos. Así, tenie ndo en cuenta el carácter polític o – no obje tivo- del recurs o al estado de e xce pción, la pr opuesta en que se inscri be la inves tigación que continúa la pres ente tesis, y a pa rtir de la cual se pr ete nde pr ofundizar el d oble apor te r eferid o, es pensar la disposición del estado de e xce pción como una her ramienta guber name ntal ponie ndo el ace nto, por un lado, e n el análisis de las justificaciones m ediante las que distintos gobiernos decidier on abor dar situaciones conflictivas mediante pre rr ogativas de excepci ón. P or otr o lado, detec tand o los cambios que se observar on en el relacionamie nto del g obier no con la oposición y c on sec tores sociale s organiz ados en el período inmediatamente anteri or y pos teri or al que se dispuso el estado de exce pción. En ese marc o e ntonces, la pr opues ta es dar c uenta de la funcionalidad política que tuvo ese proc eder para los grupos q ue contr olaban instituci ones de gobier no de moc ráticas. 12 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte AS RAÍZES HI STÓRIC AS E RESSENT IME NTO NO BRAS IL Michel Kobelinski SOCI AIS DO UFANISMO E DO Doc torad o e n Hi stori a. U ni v e rsi dad E stadu al P au li sta . Añ o de def e nsa: 2 0 08 O ufanismo e o ressentime nto são me canismos de construçã o dos indivíduos e das sociedades. As raízes destas sensibilidades, caracterizadas pela relação de oposição e c ompleme nta ridade, estão prese ntes na história do Brasil. 2 Considera ndo a impor tância do te ma no âmbi to da História & Sensibilidades é necessário refletir na 1ª Jor nada de Difusión de Tesis sobr e Memorias y Pasado Reciente , do Núcleo d e Estudios sobre Me moria del Insti tuto d e Desarr ollo Ec onómic o y S ocial, as relações possíveis entre história e me mória e seus apor tes teóricos e me tod ológicos. A pres ente abordage m parec e não ter vinculação à história do te mpo pr esente. Mas foi justamente a partir das injunções históricas, s ociais e compor tame ntais que busquei as raízes de um problema cr ônic o, o das sensibilidades em oposição. A ostentação que os brasileiros manifes tam pelo país e por si mesmos , e que seguidamente as pesquisas de opinião pública realizadas pelo Ministério do Meio A mbiente e pelo Ins tituto de Estud os d as Religiões evidenciam, não são surpree nde ntes. Há uma pr ofunda r elação entr e a memória social e um pas sad o forjado nas c ontradiç ões s ociais. 3 O país é visto pelos brasileiros como o reino da natureza, da hospitalidade e da cordialidade. Mas até que ponto es te comporta mento anestesia a memória social e acarre ta a apatia política de sujeitos que não querem t er f orça para mudar realidades conflitantes? Vejamos breve mente algumas respostas provisórias par a este problema, e d epois, como os vínculos memoriais foram construídos a partir de re pr esentações históricas e literárias. As repr esentações de um olha r par a o futuro encar nado na nos talgia se ampliaram a parti r d o último ano d o século XIX. O c ond e Aff ons o Cels o, membr o do IH GB, e nume rava as principais vantagens do B rasil em relação às outras nações: o clima, a beleza e a riqueza do te rritório, a miscibilidad e racial, sua força militar, seu povo e sua história. A integraçã o nacional, o patriotismo e o civismo seriam as armas para vencer os perigos que ameaçavam o Brasil. Porta nto, a ausê ncia de tais valores somad a aos maus gover nos seriam as causas do atraso e conômic o e polític o. Daí a necessidade de realçar o passado, mostrand o como a formaçã o d o B rasil devia muito aos “band eirantes paulistas”; eles “reduziram os indígenas à escravidão” e “ex pulsaram os espanhóis do ter ritório português”. 4 Esta mitologia, simb olizada nos livros didáticos de história até os anos 1980, era o resultado d e disputas político KOBE LINSKI, Mi c he l . He roís mos , s e diç õe s e he re s ias : a c onstru ç ão do u f ani smo e do re s se nti me nt o n os se rtõe s da c api tani a de Sã o P au l o (1 7 6 8 -1 7 7 4 ). 2 0 0 8 . 2 5 0 f . Te se (Dou torad o e m Hi s tóri a), U ni v e rsi dade E stadu al P aul i sta, As si s, 2008. 3 “O q u e o bra si l e i ro pe nsa d o Me i o Ambi e nte e do c o nsu mo su ste nt áv e l ”, c om e di ç õe s nos anos de 1 99 2 , 19 9 7 , 2 0 01 e 2 00 6 . 4 C E LSO, Af f onso de A. F . Por que me uf ano do me u país : right or wrong, my c ou ntry . Ri o de Janei ro: F . Bri gu ie t & C i a., 19 4 3 . 2 13 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte econômicas e de rec ons truç ões historiográfic as. Era uma identidade tramada que associava o progress o de São Paulo à sua história. 5 A interve nção na política r epublicana reivindicou poder político que se justificava pelo trabalho, pelo pr ogress o e pela riqueza de São Paulo. T udo isto suplantava o atras o e a indolência no B rasil. 6 Historiad ores como Alfr edo Ellis Jr, Affonso D‟Esc ragnolle Taunay e Alcântara Mac hado , e ntre outr os, “lembravam” que o pr ogresso se iniciara com os se rta nistas d e São Paulo, isto é, c om s eus descend entes. Pa ra isto tiveram que abrir mã o da consanguinidade para a tribuir aos imigrantes uma identidade associada ao trabalho e ao progress o naci onal. Os ecos memoriais e históric os deste mito influenciaram os intelec tuais paranae nses. O paranismo, movime nto que e xaltava o home m, a terra e o pr ogresso, ampar ou -se no sentime nto de injustiça e abandono daquele estado pela federaçã o, desd e a guerra d o Pa raguai. Criou -se no i maginário um ideal pr ogressista que alinhava o desenvolvimento do Paraná ao de São Paulo e do Brasil. 7 David Carneir o - um d os me ntor es d o para nismo - transitou entre o ufanismo e o resse ntime nto. A posição pe nd ular decor ria da per da d e pode r político e econômic o advindo da crise prov oc ada com a conc orr ência argentina na pr odução de erva - mate. E m sua obra o her oísmo se rta nista contrasta com a apatia de desce nde ntes d e por tugueses que se tornara m re traídos e modestos, cujo comporta mento emper rou, não só o d esenvolvimento da P rovíncia do Paraná (1853), mas também o d o Estado d o Paraná, na década de 1940. 8 Em Pioneiro s do Iguatemi (1957) a escritora Helle Velozzo procur ou fugir da mitologia da qual se valia o governad or M oisés Lupion (1946 -50; 1955 -59). O discurso daquele político privilegiava o progress o e deixava em segundo plano os problemas s ociais que dizia resolver. 9 O her ói romanes co (Júlio Estêvão) luta pela c ons olidação d o amor mes tiço (da í ndia Nyaca ) e contra os desvios de cará ter de portugueses e es panhóis, considerad os ambiciosos e mesquinhos. Tra ta -se da idealização de uma s ociedade amena que r esolve seus pr oble mas e escancara a realidade. Embora não se revolva o lodo me morial e histórico d os resse nti mentos , tanto daquela sociedade quanto dos c onflitos entre “castelha nos” e luso - brasileiros no séc ulo XVIII, mos tra - nos as feridas sociais latentes da integraçã o é tnica e s oc ial. Apesar disso, a c rítica ao pr ocesso formativo esba rra na integração sacrificial do índio e d o negr o à sociedade para naense e brasileira. 10 ABU D, Káti a Mari a. O s ang ue itimorato e as nobilís s imas tradiç ões . A c onstru ç ão de u m sí mbol o pau l i sta: o bande i rant e . Te se de dou torado, U ni v e rsi dade do E stado de São P au l o, São P au l o, 1 98 5 . 6 MOU TINHO, J. M. N. A pau l i stani dade re v ista: al g u mas re f l e xõe s sobre u m di sc u rso pol í ti c o. Te mpo Soc ial , Rev i sta de Soci ol ogi a, São P au l o, p. 1 09 -1 1 7 , 1 9 91 . 7 P E RE IRA, Lu i s F e rnando. Paranis mo: o P araná i nv e ntado; c u l tu ra e i magi nári o no P araná da I Re pú bl ic a. Cu ri ti ba: Aos Qu atro Ve nt os, 1 9 9 7 . 8 C ARNE IRO, Dav i d. His tória Ps ic ológic a do Paraná . C u ri ti ba: Ti p. J oão Hau p t, 1944. 9 ROLIM, R. C . A re organi zaç ão da pol í c i a no E stado do P araná n os an os 1 9 5 0 . P onta Gro ssa: U E P G, Re vis ta de His tória Re gional , 2 0 0 0 , v . 5 , n. 1 , p. 15 3 -1 66 . 10 BOSI, Al f re do. U m m i to sac ri fi c i al : o i ndi ani smo de Al e nc ar. In: Dialé tic a da c oloniz aç ão . São P au l o: C ompanhi a das Le tras, 1 9 9 2 , p. 1 76 -1 9 3 . 5 14 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte E se a vene ração das virtudes ofusca o se nso c rítico d os sujeitos é porque traz consigo o antagonismo dos sentime ntos. Es te exc esso dissimula a inter nalização dos ressentimentos e cria a falsa idéia de integração n acional. No B rasil o recalque é um legado psíquico cujas bases se assentam na luxúria, na ambição e na tristeza, c ombinação esta qu e desatina os “se ntidos”. 11 Paulo Prado ao es tudar os sentime ntos e simbolismos em nossa for mação e ntend eu que o “esgotame nto se nsorial” e as pertur baç ões somático -psíqu icas induziram ao senti mento d e não pe rte ncime nto ao Brasil, embora oc or resse o encantame nto pela na tureza. O resultado foi a ausência de apeg o ao “solo nutridor” e a a pare nte consagração mate rial e humana. 12 Quant o aos sertanis tas, desmistificou - os aponta ndo a obsessão diabólica pelo our o e os crimes que come tera m para satisfazere m suas paixões. Deste modo, por baixo do manto de superioridade d os brasileiros, is to é, d o ufanismo, esc onde -se o complexo de inferi orid ade (resse ntime nto). Logo, te m se ntido a necessidade cons tante de red escobe rtas retóricas e da busc a pela identidade pe rdida. 13Afinal de contas, escamoteou -s e a tentativa d e construção d e uma nação exclusivamente branca e civilizada através do mito do c ongr aça me nto racial e da imigração. 14 A literatura do século X IX, a exemplo d e J osé de Alenca r, ousou criticar a história e os funda mentos da nacionalidade que tinham mais a ver com ficção d o que com a realidade. A valorização de si, da felicidade e da sensua lidade esconde comporta mentos enrustidos e i nconscientes. 15 A impotê ncia, a alienação e a subserviência significaram a recusa à me mória de desagravos e injustiças. 16 Suas facetas são implícitas e às vezes violentas. 17 Aliás, Gilberto Frey re ao estudar as bases psicol ógicas, sociais e históricas da sociedade brasileira consta tou o equilíbrio de antagonismos, principalmente aquele entre o se nhor e o esc ravo. 18 Se houve resse ntimento, se rviu apenas como instrume nto de profilaxia cristã conta os her étic os mou ros e es panhóis que se abrigavam no B rasil. Mas o amalgama de indivíduos extrover tidos e introvertidos permi tiu a adaptação e a plasticidade sadomasoquista de um povo que sente prazer em pr ovoca r sofrime nto e m pessoas e a nimais, ao mesmo tempo e m que se c ompraz c om o P RADO, P au l o. Provínc ia & naç ão . P aul í sti c a. Re trato do Brasi l : e nsai o sobre a tri ste za brasi l e i ra. Ri o de Jane i ro: Li v rari a José Oly mpi o E di tora, 1 9 7 2 . 12 ME LLO e SOUZ A, Lau ra. Aspe c to s da hi s tori ograf i a da c u l tu ra sobre o Brasi l c ol oni al . In: F RE ITAS, Ma rc os C e zar. His toriograf ia bras ile ira e m pe rs pe c tiva . São P au l o: C onte xto, 2 0 0 3 , p. 2 0 6 . 13 BRE SC IANI, S. Ide nti dade s i nc onc l u sas no Brasi l do sé c ul o XIX. F u ndame ntos de u m l u gar c omu m. In: BRE SC IANI, S., NA XARA, M. (Org.). M e mória e (re s )s e ntime nto . C ampi nas: E di tora U ni c amp, 2 00 4 , p. 4 0 3 -4 3 0 . 14 MARTIU S, K. F . P . C omo se de v e e sc rev e r a Hi stóri a do Bra si l . In: Re vis ta do I HG B. Ri o de Janei ro, 6 (2 4 ), p. 3 81 -4 0 3 , j an., 1 84 5 . 15 NIE TSC HE , F .W. G e ne alog ia da moral . U m a pol ê mi c a. São P au l o: C i a. Das Le tras, 2 0 0 2 . 16 KE HL, Mari a Ri ta. Re s s e ntime nto . São P au l o: C asa do P si c ól ogo, 2 0 0 4 , p. 2 0 6 e t se q . 17 F E RRO, Marc . O re s s e ntime nto na his tória: e nsai o. Ri o de Ja ne i ro: Agi r, 2 0 0 9 , p. 14. 18 F REY RE , Gi l be rto. Cas a g rande & Se nz ala : i ntrodu ç ão à soc i e dade patri arc al no Brasi l . Ri o de Janei ro: Re c ord, 1 99 0 . 11 15 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte sofrime nto físico e moral que lhe prov ocam. A felicidade dos brasileiros que se manifesta no riso e na z ombaria de seus se melhantes e de sujeitos de outras nacionalidades pode se r conside rada como uma forma de agressão. A pulsão agressiva, que dá sen tido à existê ncia huma na, é um meio d e proteçã o que garante a existência do sujeito e uma mediação com o grupo com o qual se identifica, e que simultaneamente ri c om des prez o d o outr o ou daquele que é diferente. 19 A de rrisão é , por tanto, uma condiç ão das se nsibilidades originadas na mestiçagem, nos conflitos sociais e na fundação nacional. Nota-se, portanto, que a dialética das sensibilidades no B rasil també m foi o substra to dos e mba tes entr e a mode rnida de e o moder nismo. Tanto pela exacer bação d o dese nvolv imento quanto pelo se nti mento de desilusão ideológica e cultural. 20 A princi pal discussão no início das primeiras décadas depr essivas do século XX e ra sobre a ide ntid ade brasileira e os obs táculos ao desenvolvimento econômico, político, social. Holanda soub e muito be m desvelar o resse nti mento i ncrustrado no movime nto mode rnista, se m se r ressentido. O aspec to crí tico do r essentime nto per mitiu questionar o pes o do passado no pres ente, numa s ociedade mar cada pelo pe rsonalismo e pela associação entr e as esferas pública e privada. Daí a dificuldade em ultrapassar os limites políticos da colonização e de nos desvencilharmos dos laços de cordialidade, mesmo porque no pr ocesso de mestiçage m não oc or reu solidariedade entre os brasileiros. 21 É por i sto que Holanda e nte n deu a democracia brasileira como um mal e nte ndido e a c ordialidade como e mpe cilho ao desenvolvimento da nação. As raízes históricas do ufanismo e do ressentime nto podem se r identificadas durante o pe ríodo c olonial. Naquele mome nto o ufanismo significa su perioridade, os te ntaçã o e s ober ba, associando -se ao poder que um grupo ou uma pessoa tinha em relação aos outros, e uma for ma de orgulho e prazer d e “varões ilustres” que enca rnavam o her oísmo, quer pela nobreza de sangue, quer pelas virtudes. O termo, de origem espa nhola significava “vangloriar-se de si ou do que se dispõe”, além de associar -se à jactância e à vaidade. 22 O ufanismo estava presente na narra tiva dos tempos fabulosos, na literatura de viagens, e xplorações e r ec onhecimento do Nov o Mund o. S eu pend or mític o e xaltava as ter ras ignotas, “coisas, home ns e cos tumes”; 23 LORE NZ , Konrad. L ’ ag re ss ion, une his toire nature lle du mal . P ari s : F l amari on, 1 9 6 9 , p. 26 6 e t seq . 20 VE C C HI, R. A i nsu s te ntáv e l l e v e za do pass a do q u e não pas sa: se nti me nt o e re sse nti me nto d o te mp o de ntro e f ora do c ânon e mode rni sta. In : BRE SC IANI, S. , NAXAR A, M. (Org.). M e mória e (re s )s e ntime nto . C ampi nas: E di tora U ni c amp , 2 0 0 4 , p. 45 7 -4 69 . 21 HOLANDA, S. B. de . Raíz es do Bras il . São P au lo: C ompa nhi a das Le tras, 1 9 9 5 . 22 Di c ci onari o de l a le ngu a c aste l l ana, e n qu e se expl i c a el ve rdade ro se nti do de l as v oc e s, su natu ral e za y c al i dad, c on l as phrase s o modos de h abl ar, l o s prov e rbi o s o re f rane s, y otras c o sas c o nv e ni e nte s al u so de l a l e ngu a [...]. C ompu e sto p or l a Re al Ac ade mi a E spañol a. Qu e c onti e ne l as le tras S.T.V.X.Y .Z . Madri d. Impre nta de l a Re al Ac ade mi a E spañol a, por l os he re de ros de F ranc i sc o de l Hie rro, 1 7 3 9 , p. 3 8 4 . 23 C OU TINHO, Af râni o, F ARIA C OU TINHO, E du ardo de . A lite ratura no Bras il . E ra Barroc a, e ra Ne oc l ássi c a. São P au l o, Gl obal , 1 9 9 9 . 19 16 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte desejava -se a simplicidade e a graciosidade campes tre por meio da imitação presci ndida da tradição clássica. 24 A poé tica de Manuel B otel ho d e Oliveira (1636 -1711) conve rteu A narda em mus a bras ileira. A tra nsfiguração do ideal lusitano nas selvas brasileiras era mediada pela saciedade dos prazeres e pela busca da e ter nidade. Mas a melancolia e a solidão formavam um abismo e ntre a metáf ora e a realidade colonial. Em 1731, Nuno Ma rques Perei ra (1652 -1731) também valorizou a índ ole moral e es piritual dos emboabas (portugueses) e m detrimento d os paulistas. 25 Suas elucubrações fora m subsidiadas pelos elementos naturais, riqueza, virtude, conhe cimento e artes, além do empreg o do te rmo pátria para designar simultaneame nte P or tugal e a colônia luso brasileira. Todavia, Cláudio Manuel da Costa (1768 e 1774) reorie ntou o discurso em favor d os se rtanis tas ao apree nder a natur eza, na pele e na alma. O mund o exte rior c onduzia à intr ospec ção e à contempla ção, e admitia também o simultâneo, o mau gosto, o sofri mento e a desapr ovação d o pe rce bido. O clássico poema Vila Rica retrata a fundação de Our o P reto, as lutas entr e paulistas e emboa bas e o Gover no de Al buquerque, que procurava estabelecer a orde m diante d os inúmer os conflitos pr ovocados pela cobiça do our o. 26 A camuflagem do ódio na colônia conti nuou com os historiadores paulistas Pedro Taques de Almeida Paes Leme e frei Gaspar da Madre de Deus, que viram no passado um instrume nto e luta política para o bter em pod er e valorizar a si mesmos. Eles r eabilitaram seus anc estrais atr avés do ufanismo e da refutação dos escritos jesuíticos de Charlevoix e Vaissette que, inversamente, mostravam imagens da barbárie e da degeneraçã o social na formação da capital pau lista. Para finalizar este tex to exe mplifico c om d ois lugares de memória, os quais envolvem repr esentações reais e ima ginárias da história brasileira e sentimentos identitários abstraídos da me mória coletiva. 27 No sul do Brasil, na cidade de União da Vi tó ria, a escultura em ma deira do bandeira nte Fer não Dias Paes Leme re toma indire tame nte o mito d o he rói ba ndeirante; inversame nte, na cidade minei ra de Caeté, um de seus monume ntos evoca a “raça colonizadora” e o início da guerra dos embobas pr omovida por Ma nuel Nunes Viana contra os sertanis tas paulistas. Como podemos concluir o ufanismo e o ressentimento são ma neiras de agir e reagir dentr o de es trutu ras sociais coope radoras e conflitantes, abrange ndo dife re ntes te mporalidades e caric aturas do passado e da memória social. De um lado há a c onsagraçã o dos vínc ulos entr e indivíduo, te rritório e pode r. De outr o, a inca pacidade de reagir e a ruminaçã o do ódio como BOSSI, Al f re do. His tória c onc is a da lite r atur a bras ile ira . São P au l o, C u l tri x, 1994. 25 RODRIGU E S, J. Ho nóri o . His tória da His tória do B r as il : hi st ori ograf i a c ol oni al . São P au l o, E di tora Nac i onal ; Brasí li a, INL, 19 7 9 . GOLGHE R, I. G ue rra dos e mboabas : a pri me i ra gu e rra c i vi l nas Amé ri c as. Be l o Hori zonte , E d. Itati ai a, 1 9 5 6 . ME LLO, José Soare s de . E mboabas . São P au l o: Gov e rno do E stado de S ã o P au l o, 1979. 26 VE RÍSSIMO, José . His tória da lite ratura bras ile ira : de Be nto Te i xe i ra (16 0 1 ) a Mac hado de Assi s (1 9 0 8 ) . Brasí l i a: E di tora da U ni v e rsi dade de Brasí l i a, 19 6 3 . 27 NORA, P i e rre . E ntre Me móri a e Hi stóri a: a pro bl e máti c a dos l u gare s. In : Proje to His tória . São P au l o: P UC , n. 1 0 , pp. 0 7 -28 , de zembro de 1 9 9 3 . 24 17 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte alterna tiva de combater o outro. Estas sensibi lidades em oposição provocaram um quadro de te nsões e de negociaç ões que marcara m a história brasileira, ontem e hoje. 18 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte RACISMO, GENOC IDIO Y DERE CHOS HUMANOS. GUATE MALA 1978-1999 Julieta Carla Ros tica Doc torad o c on me nc i ón e n C i e nc i as Soc i al e s y Hu manas. U ni v e rsi dad Nac i onal de Qu il me s. Año de def e nsa: 2 0 1 0 De f or ma gene ral, la tesis titulada Racismo, genocidio y der echos humanos. Guatemala 1978 -1999 prete nde intr oducir el caso nacional de Guate mala al debate sobr e el pasado reciente de las diferentes ex perie ncias dictatoriales y represivas del Cono Sur . F undame ntalmente porque c ons tituye la única expe riencia represiva en América La tina que f ue admitida como genocidio por la comisión de verdad oficial, y porque en l a transición hacia la democracia política a la par de las organizaciones de derec hos humanos se crea ron y movilizaron organizaciones i ndígenas que demandar on der echos c olec tivos. Ambos datos constituye n el pu ntapié inicial para indagar sobre las coincide ncias, que las hubo, y las difer enci as respec to del Cono Sur. E n relación a las inter pre tacione s de la historia re ciente guate malteca, el apor te de la tesis se orientó e n cuatro aspe ctos: -1La tesis aborda la relación entre racismo y genocidio, una conclusión hipoté tica abier ta a la i nvestigación a la que ha n llegado las elaboraciones historiográ ficas, sociológicas y antr opológicas de los noventa, década signada por los diálogos d e paz e ntre las organizaciones guerrilleras y el gobie rno de Guatemala. El deba te principal de es tos relatos giró e n tor no al grado d e responsabilidad de la guer rilla en el surgimie nto y desarr ollo d e la violencia. Partier on d e un relato focalizado e n la coyu ntura del e nfr entamie nto armad o que no cuestionó la tesis de la violencia reacti va. Mientras que la guerra de guerrillas se generalizó en Guate mala hacia fines de los años sete nta y comienzos de los años ochenta, los intelec tuales marxistas guatemalte cos justificaron el uso de la violencia por par te de la clase dominada c omo her ramie nta legítima pa ra e nfre nta r la violencia de la clase domina nte . I nter pre tar on que en Gua te mala hubo un conflicto armad o porque la lucha de clases alcanzó su etapa final, el nivel de la lucha armada a princi pios d e la década del sese nta. Para e nfre nta r la guerra de guer rillas, concepto militar estratégico que guiaba la lucha de clases en su ex pr esión armada en Amé rica Lati na, la clase dominante utilizaba el terr or como tác tica de c ontrainsurge ncia desde 1966. (Aguilera Peralta, 1981) 28 En la década d el nove nta esta mirada obtuvo una versión más sofisticada. Se centró e n la violencia desplegada p or el Estado y la explicó como res puesta a deter minados actos de resiste ncia. Al considerar que estos actos no fuer on necesaria y solamente ar mados, re basó la reflexión c entra da en las vanguardias armadas e E l mi smo f ue gal ardonado c on u n pre mi o e n el se gu ndo c onc u rso de l a re vi sta Hi stori a y Soc i e dad, re v i sta l ati noame ri c ana de pe nsami e nt o marxi s ta f u ndada e n 1 9 6 5 cu y o C onse j o E di tori al c ongre g aba a i nte l e c tu ale s tal e s c omo R oge r Bartra, The otoni o D os Sa nto s, E nri q u e Fl ore sc ano, Jos é Manu el F ortu ny , P abl o Gonzál e z C asanov a, e ntre otro s. 28 19 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte incluyó e n el relato a múltiples ac tores colectiv os: indígenas, campesinos, estudiantes, obr er os, religiosos . (Figueroa Iba r ra, 1990 y 1999 y Falla , 1992) Si tod os es tos intelectuales r esponsabilizaron al Estad o te rr orista por obra de la clase dominante del surgimiento d e la violencia desatada contra la sociedad civil (circa 1978 -1983), otr os autores destacar on la responsabilidad de la guerrilla (Le Bot, 1995 y Stoll, 2000). Los primer os advirtier on que este tipo de inter pr etaciones justificaba la “reacción” por la “rebelión”, que la rebelión no me recía d e la detenci ón, la tor tura y asesinato ex trajudiciales, y te rmi naron explicand o los actos de r esistencia y el uso de la violencia por el punto extr emo de c onflictividad social que se fue genera ndo desd e la contra rrevolución de 1954. Más de acuerdo a los se gundos las relaciones de opresión ya ha bían sido desafiadas por la población indígena por la vía no armada durante las d écadas del sese nta y se tenta y por ello la guerrilla tenía una responsabilidad central en la producción de la violencia. En es tos relatos prima ron las acusaciones y l as justificaciones en vez de las inter pre taciones de la violencia polític a. Ninguno de ellos alcanz ó a explicar el tipo de violencia espe cífica que constituy ó el genocidio, y por ello pr opusieron, aunque no abordar on, en últim o término el racismo. -2La tesis rec haza una conside ración f recue nte en los relatos del pasad o reciente guatemaltec o respecto d e la población i ndígena: el aislamiento y pasividad de la población indígena r espe cto de los problemas sociopolíticos nacional es y la consecue nte r e -victimización de las víctimas del genocidio. De acuerd o a algunos autores para los i ndígenas guatemaltec os el uso d e la violencia no era una vía legítima para el cambio social. Se preguntar on entonces ¿ porqué apoyaron el proyec to rev ol ucionario? La clave es taba e n la forma e n que se produjo la adhesión. C oncluye ron que el movimiento revolucionari o popular de los primer os años de la década de 1980 surgió como conse cuencia d e la “violencia dual” (Le Bot, 1995 y Stoll, 2000). Se tra ta de una aproximación que adoptó un e nfoque binario en tor no al pr otagonismo de los dos actor es armados, la guerrilla y el ejército, y que comprendi ó a la población indígena c omo «objeto» “entre dos fuegos” en el conflicto a nivel nacional. Podría afirmarse q ue se trata d e una versión de la “te oría de los d os demonios”. Una lógica nar rativa que no es un dato singular de Guatemala. Comúnme nte, tras pr ocesos de autorita rismo y violencia, la historia naci onal se narra convulsionada por un ter ror que proviene tant o desde la extre ma dere cha como de la ex tre ma izquierda, dejando a la sociedad indefe nsa, c omo víctima carente de res ponsabilidad o acción cole ctiva. Es una narrativa que responde a los discursos de l os testigos y familiares de la s víctimas que suelen orga nizarse en función de la omisión de la militancia y la negación de la política para exculpar a los sujetos víctimas de la violencia política estatal, para hacer audibles sus reclamos de ve rdad y justicia, lo que a su vez es consecue ncia de la criminalizaci ón de la política fome nta da durante las dictaduras. En Guatemala esta teoría se ref orz ó e n la década de 1990, cuando el neoi ndigenismo favoreci ó el for talecimie nto de las identidades étnicas, la 20 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte creación d el “movimie nto maya” y los discurs os, para de cirlo a bier tame nte , de victimización milenaria de la población indíge na. El historiador Greg Gra ndin fue quien indicó que el problema de Stoll y Le B ot fue basarse e n el uso d e la noción de c omunidades corporativas cerradas. (Grandin, 1997) El consideró que la i dentidad social y cultural de la población Maya fue más compleja y que las relaciones intra -c omunales y el contex to histórico -social debieron se r analizados. Se trata ba de una pe rspe ctiva de larga duración que atendía al cambio social 29 a partir de la cual se desarrollar on las inves tigaciones más re cientes que sostienen que en Guate mala además de una guerra de guerrillas hubo una rebelión indíge na -campesina. Es el caso de la tesis de doc torado de M anolo Vela, cuy o abordaje comparativo al res to de A mérica La t ina lo guió a cuestionars e por las condici ones de posibilidad del genocidio que reconoció únicamente e n Guatemala, c onfigurand o la siguiente pregunta de inves tigación: ¿cuál fue el pr oceso histórico e n el cual los perpetradores del genocidio se c onstruyer o n a partir de la res puesta a la re belión? (Vela, 2009: 18) Según Vela “el ge nocidio en Guate mala fue la respuesta a la rebelión d e los de abajo.” (Vela, 2009: 46) Sin embargo falta dilucidar precisame nte porqué. La rebelión no alcanza a explicar por sí mis ma el uso del tipo de violencia específica que fue el genocidio. De acue rdo al soci ólogo, la r espuesta esta tal represiva y la reestructuración d el régime n polític o fuer on l as dos estrategias utilizadas para librar mejor y ganar la guer ra. El genocidio f ue entendid o c omo un medio del conflicto armad o, una idea sostenida en el informe de la comisión de verdad que veremos a continuación. -3La tesis pr ocura te nsiona r la inter pre tación d el genocidio sos tenida e n el infor me d e la c omisión de verdad oficial, la Comisión para el Esclarecimie nto Históric o (CEH ), produc to del mandato de uno de los acuerdos de paz y auspiciada por Naciones Unidas. El infor me, anclado en las relaciones d e fuerza del pr oceso de negociación de la paz e ntre la guer rilla y el ejército (1 994-1996), brindó her ramientas pa ra esclarec er la res ponsabilidad relativa en los hec hos d e violencia de ambos contrinca ntes armad os, el deba te principal de los noventa. Aún esclare ciend o es o y complejizando el r elato histórico, la presión política de cons truir “narra tivas simétricas” instituyó un relato binario. La inter pre tación de genocidio adoptada e n su informe se construy ó sobr e cuatro pilares. En primer lugar, la definición del grupo víctima de genocidio por los rasgos subjetivos y objetivos del grup o étnico (Ixil, Ac hi, K‟iche‟, C huj y Q‟anjob‟al), no por los móviles de los pe rpe trad or es. E n segundo lugar, la exclusión de la “motivación” para tipificar el crimen de genocidio. E n ter cer lugar, la negación de que haya habido motivaciones racistas en los actos de genocidio que estudia. En cuarto lugar, la negación que haya habido una “política de genocidio”. Lí ne a i nte rpre tati v a de sarrol l ada por E de l be rto Torre s -Ri v as (p or e j e mpl o 2 0 0 4 y 2 0 0 6 ) y Al ai n Rouq u ié (19 9 4 ). 29 21 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte El informe relaciona racismo y genocidio d e una forma laxa, pues le asigna al primer o u n r ol c ontex tual. Motivos políticos - militares que ex cluyen el racismo, c onstituye n para ella factores de termina ntes del genocidio. Esta cor relación no alcanza a explicar porqué el ejército pa ra ganar la supuesta guerra come tió ac tos d e genocidio contra los grupos é tnic os I xil, Achi, K‟iche , Chuj y Q‟anjob‟al. El infor me de la CEH prese ntó una polarización política en dos bandos al igual que las otras c omisiones d e verdad ofic iales latinoamerica nas de las que se nutri ó. 30 La difere ncia fue el discurso q ue utilizó para re prese nta r lo sucedido. Este no alcanzó a despoli tizar y re-victimizar a las víctimas de las violaciones a los der echos humanos, más c oncreta me nte a l os indígenas de las zonas rurales blanc o del ge nocidio. Sin emba rgo, al se parar el racismo de las motivaciones que pued en explicar el genocidio, llegó a de s politizar el racismo, un fenóme no sociopolítico fundamental en la cons titución del estado -nación y las clases sociales, en el mante nimie nto de la e xclusión del “indio” de la nación y en el desarrollo de la violencia política en Guatemala. Como cons ecuenci a no se reflexionó s obre el grado d e conse nso s ociopolítico res pec to de las prácticas represivas del Estado, c ómo el racismo estruc tural actuó en la subje tividad de los diversos actor es políticos y sociales. Si hay algo d e noved oso en la tesis es que inte n ta investigar c ómo u na variable como el racismo se modificó en una dete rminada c oyuntura his tórica. Entie nde que el racismo es un verdade ro fe nóme no sociopolítico total que se inscribe e n prác ticas, discursos y re pr es entaci ones y es produc to de imaginarios sociales que generan su realidad. En tal sentido, orientan y motivan la acción. Por ello sostie ne que el racismo es más que un factor de contex to al genocidio. -4Desde 1990 las diferentes elaboraciones del pasado recie nte de Guatemala -historiográficas , s ociológicas, antr opológicas ya citadas -, las contenidas en los infor mes de las comisiones de verdad y los tr abajos académicos más re cientes que estudian específicamente el genocidio e n Guatemala 31 se organizaron bajo la trama del denominad o “conflicto a r mad o inte rno”. Sobr e la pre misa de la existencia de d os bandos armad os -la guerrilla y el ejérci to - el ge nocidio apareció como un episodio c ontra la población civil rebelde, pe ro ine rme : el ejército, e n su voluntad de aniquilar a la guerrilla y ganar la su puesta guerra, cometió ac tos de ge nocidio contra dete rmi nadas etnias mayas (I xil, Achi, La C omi si ón Nac i onal so bre l a De sapari c i ón de Pe rsonas de Arge nti na, l a C omi si ó n Nac i onal de Ve rdad y Re c onc il i aci ón de C hi l e y l a C omi si ón de La Ve rdad de E l Sal v ador. 31 Sanf ord, 2 0 0 4 ; Garc í a, 20 0 5 ; Bre tt, 2 0 0 7 . Hay u na bi bl i ograf í a q ue se c e ntró e spe c í fi c ame nte e n l a v i ncu l aci ón e ntre rac i smo y ge noc i di o e n Gu ate mal a, au nq ue e s nota bl e me nte e sc asa y tampoc o c u e sti ona l a i nte rpre tac i ón de l a CE H. El Ce ntro par a l a Ac c i ón Le gal e n De rec hos Hu manos (C A L DH) v i nc u l ó e stas dos noc i one s e nte ndi e ndo al ge noc i di o c omo l a máxi ma e xpre si ón de rac i smo (C e ntro para l a Ac c i ón Le gal e n De re c hos Hu manos, Pr i mer Encuent r o en G uat emala sobr e Raci smo y G enoci di o: G enoci di o la máxi ma expr esi ón de r aci sm o , Gu ate mal a, 2 0 0 4 ) i de a q ue fu e re tomada por Roddy Bre tt (2 0 0 4 : 16 y 2 00 7 ) y Marta C asáu s Arzú (2 0 08 ) 30 22 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte K‟iche, Chuj y Q‟anj ob‟al). T odas estas elaboraciones no ex plicaron c ómo y porqué pudo utilizarse o producirse ese tipo dete rminad o de violencia política que fue el genocidio. En este proc eso, a nuestr o juicio, hay i nte ntos de sutura del pasado. (Jelin, 2007: 308 -309) En Guatemala hay una tesis que no se ha cuestionado. La «tesis del c onflicto armad o inte rno» se ha ma nte nido intac ta e inalte rable a lo largo de más dos dé cadas. La explicación a e llo puede radicar e n las ventajas que acuña dicha elaboración del pasado par a ambos contrinca ntes armad os, per o es pecialmente para la sociedad e nte r a, p uesto que pued e llegar a invisibilizar o a poner e n segund o plano fac tores, c om o el racismo, que puede n llegar a haber favorecido el genocidio. Las comisiones de verdad s on una forma institucional pa rticular de elaborar una me moria veraz. Ellas son parte d e las tra nsiciones a la de mocracia política y el produc to de las relaciones de fu erza y d el impe rativo jurídico y moral de ate nder los de rec hos de las víctimas a la verdad, justicia y reparación pr opias del períod o. C omo advierte Le rner F ebr es, el trabajo que realiza una comisión de la verdad es “un eje rcicio de me moria, pe ro c on la par ticularidad de trata rse de una práctica ins titucional, oficia l y en algunos casos estatal de la memoria.” (L er ner Fe br es, 2010: 12) La paradoja es que escriben desde la oficialidad un relato sobr e el pasado que puede contrade cir e incluso re ctificar la versión de la historia oficial. De la misma forma, sus relatos puede n ser cuestionad os por las mismas víctimas o por nuevos sujetos sociales y políticos , e incluso ser modificados dada una nueva c oyuntu ra histórica. La puesta en tensión del r elato de la C EH aún no se ha dado en la comunidad académica que estudia el pasado reciente de Guatemala. Bibliografía Aguilera Peralta, Ga briel (1981), “La viole ncia en Guatemala”, Historia y Sociedad , Méxic o DF. 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LA GUERRA CIVIL E N LA POLÍ TIC A Y EN LA SOCIEDA D, 1948 -2008 Sven Schuster Doc torad o e n Hi st ori a de Amé ri c a Lati na . U ni v e rsi dad C atól i c a de E i c hst ättIngol stadt . Año de d e f e nsa: 2 0 08 Bajo el térmi no La Violencia, escrito en may úsculas, los colombian os se refiere n a la guerra civil de los años 40 y 50 del siglo pasado. Aunque no haya un cons enso d efinitivo acer ca de la periodizaci ón de la época, la mayoría de los historiadores c oincide en limitarla al período co m pr endido e ntre 1946 y 1963. No obs tante, c onside rand o las más de 200.000 víctimas, los millones d e refugiados y los i ncalculables daños materi ales que dejó La Violencia, es extra ño que la época no haya recibid o la atenc ión debida por par te de las élites políticas. Al contrario, polític os como A l ber to Lleras – prime r presidente del Frente Naci onal (1958 -74) – creían que fuera suficiente for talece r las instituciones del Estado y c onv ocar elec cione s para alcanzar la paz. Como la guerra había empezado a raíz de diferencias políticas, así la teoría, tambié n podía finalizarse mediante un acuerdo pol ítico. Ignorand o por comple to el carác ter ec onómic o, social y revolucionario d e La Violencia, las élites pref erier on hace r cas o omiso del pasado sangrie nto. Así, como i ndica Darío Aceved o Ca rmona: y a el docu me nto fundacional del Frente Nacional, el T ratad o de Be nidorm, fue conc ebido c omo un “pacto d e olvido” por sus artífices, el dirigente conse rvador Laureano Gómez y el lib eral Alber to Lle ras. De hec ho, le r etórica política en los primer os años del Fre nte Nacional giraba al rededor de tres ele me ntos discursivos: paz, r ec onciliación y olvido. En nume ros os debates pa rlamentarios, por me dio de la prensa y en eventos públicos, l os líderes políticos subraya ron la i mportancia de olvidar el pasado. Según l os por tavoc es del bipar tidismo el olvido c olec tivo ha bría servido de “antídoto” contra el “cáncer” de La Violencia. En el marco de mi tesis de doctorad o sobre la época de La Viole ncia en la cultura de la m e moria en Colombia me hice las siguientes preguntas: ¿Cómo pudo te ne r un conflicto tan devast ad or y sangriento un impac to tan limitado sobre la opinión pública? ¿Cuál es el lugar de La Vi olencia en la memoria c olec tiva? ¿Dónde se e ncuentra n los monume ntos que re cuerdan a las víctimas, a los soldados y los guerr illeros? ¿Hay museos que proyec tan de forma c rítica el confli cto ar mado ac tual y sus raíces en La Viole ncia? ¿Por qué la responsabil idad de las élites no for ma parte del discurs o históric o domina nte , como es difundido por los medios? Tenie ndo en cuenta el alto nivel académic o de los es tudios sobre La Violencia – que, en su mayoría, están lejos de omitir la responsabilidad histórica de las clases dirigentes – es aún más lamenta ble que la conexión e ntre la investigación y la esfera pública sea tan d ébil. Mie ntras en algunos países europeos y latinoamericanos, el pasado viole nto ha contribuido no sól o a una vasta literatura científica, sino tambié n a la formación de un discurso his tórico públicamente ace ptado, en Col ombia la época de La Violencia se presta a cualquier inter pre tación, muchas veces sin impor tar la solidez de los argumentos. A tra pados e n un co nflicto que no pare ce tener inicio ni fin, la 25 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte mayoría de la gente ya ha perdido todo se ntido d e su temporalidad. Se ha impuesto un rel ato totalizante y ahist órico de l pasado, en el cual La Violencia aparece c omo un episodio ind efin ido dentr o d e una serie de desastres. Cre o que la memoria colec tiva de La Viole ncia es aún muy fragme nta ria y está lejos de represe nta r un discurso cohe rente. A exc epci ón d e algunas comisiones poc o exitosas, no ha ha bido hasta ahora ningún intento s erio de institucionalizar la recupe ración del pasado violento. Refiriénd ose a es ta situación, Gonzalo Sá nc hez ha bla acertada mente d e “me moria pr ohibida”. Siguiendo a Sánchez y a otros , cons ider o que las imágenes básicas que orde nan las conc epci ones actuales de La Vi ole ncia se f orjaron en los albores del F rente Nacional, s obre todo en la prime ra fase d el pacto b ipar tidista, e n la cual sus dirigentes impusieron el discurso de paz, rec onciliaci ón y olvido. Para mostrar la función legitimadora y encubridora de dicho pacto, he analizado alg unos campos en los cuales la instrume ntalización política de la historia es más notoria: la política en la esfera pública, la histori ografía, la educación y, finalmente, la memorialización oficiali sta del 9 de abril. Apoyánd ome en el c oncepto alemán de Geschichtspo litik , traducid o libreme nte c omo “utiliz ación de la historia c on fines políticos”, he tra tado de rec onstruir el discurso político de las élites acerc a de La Violencia. El historiador c reador del conce pto, Edgar Wolfrum, decidió ce ntrar sus investigaciones e n la me ntalidad de las élite s políticas para e ntend er cómo podían d esarr ollarse me morias colec tivas tan distintas e n las dos Ale manias de la Guerra Fría. Mientras que la mayoría de los investigadores interesad os en el estudio de la memoria se ha c onc entrad o en el poder di scursivo de la historiografía, cuya fuerza supuesta mente consiste e n se rvir de base para las ponencias políticas, los libros de tex t o, las exposiciones en el museo o la difusión del relato histórico por los medios masivos, Wolfrum subraya la relativa autono mía del discurso político. S egún él, en una sociedad moder na son ante tod o los políticos quienes moldean e l discurso histórico d om ina nte y no ne cesariame nte los historiad ores. Es más, para ejerce r el pode r polític o, el uso de la historia c omo fue nte de legitimid ad se vuelve ese ncial. No pocas veces las élites se e ncuentran así en un conflicto con la visión objetivadora de la historiog rafía académica. De pe ndiend o de la fue rza de la última, las dos esferas están en una lucha per mane nte por el derec ho a la interpre tación. En es te se ntido, Geschi chtspolitik se refie re al campo e n el cual diferentes pr otagonistas, como por eje mplo polít icos, peri odistas, intelectuales o investigadores, tratan de es tablec er un discurso histórico hegemónic o. E n manos de las élites políticas la historia es utilizada para legitimizar, m ovilizar, politizar, esca ndalizar o difamar. Para el análisis del discurs o hay que diferenciar las cuatr o dime nsiones del conce pto: En principi o es u n campo de acción, en el cual los inte reses par ticul ares de los diversos pr otagonistas definen el tra tamiento del pasado. La lucha de las élites interpr e tadoras por la aceptaci ón pública de sus relatos muestra a la vez una amplia gama de inter depende ncias entre los campos de la política, la opinión académica y la pública. Segund o, se trata d e una tar ea pedagógica, la cual puede solucionars e en el sentido crític o- racional, per o tambi é n d e manera regresiva y legitimad ora. En terc er lugar, és te sie mpr e se d esarr olla en un a mbie nte de per manente 26 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte tensión entre la cie ncia y la política, r esultado de la reclamación d e una “objetividad relativa” o “intersubjetividad” por parte de la academia . Y finalmente, a diferencia del conce pto llamado Vergangenheitspolitik , traducido libreme nte c omo “políticas del pasado”, G eschi chtspolitik no se limita s olame nte a la superación d e un viejo sistema, por eje mplo autoritari o o dicta torial. Es mucho más. I ncluyend o esta dime nsi ón, ta mbién se refiere a las implicaciones prác ticas de un proces o de tra nsición de mocrá tica, como por ejemplo la indemnización de las víctimas, el juicio de l os victimarios o la instalación de Comisiones de la Ve rdad. A pesar de algu nas limitaciones c once ptuales, las cuales no quisiera pr ofundizar ahora, el c once pto desar rollado por Wolfrum s e destaca por su gran valor heu rístico. Combinad o c on t e orías de la rece pción de los medios y el análisis del discurso permite r ec onstruir los ej es más i mpor tantes del discurso político. Basado en la revisión sistemática de los editoriales y columnas d e El E spectador , El Tiempo, La R epública y El Sigl o desd e ma yo del 1957 hasta f inales del 1962, he podido mostrar cómo las élites se apr ovec haron de sus estr echos vínculos c on la “gran pre nsa” para difundir sus inter pr etaciones a cerca de La Viole ncia. Para desenl azar la construcción de una memoria domina nte re pasé además un sinnúme ro de de bates pa rlame ntari os, leí autobiografías, memorias, documentos o fi ciales y manuscritos inédi tos, tambié n estudié el papel de las amnistías y de las Comisiones de La Violencia. Por otra parte y fundame ntalmente pa ra mostrar la longev idad del discurso oficialista, observé la evolución de las conmemoraciones del 9 de abri l y su cober tura en la pre nsa. Por último, te niend o en cuenta la dimensión didáctica del concepto de Geschi chtspolitik , también inve stigué las represe ntaciones de La Violencia en los ma nuales de la escuela, los libros de historia y los museos estatales. El análisis de la prensa me pe rmitió ide ntificar algunas tendencias generales. Resulta clar o que el discurs o más importa nte , por lo me nos en el sentido cuantitativo, fue el d e “pe rd ón y olvido”. Desd e el i nicio d el Fre nte Nacional, los líde res de ambos part id os difundieron su visión del pas ad o por tod os los medios. El lema más repetido e n esa fase fue la famosa tríada de “paz, reconciliación y olvido”, con fuer te énfa sis en la última reclamación. De todos modos , al inicio de los años 60 ya se oyen ocasionalm ente las prime ras voces de pr otesta c ontra la visión conciliadora y encu bridora del Frente Nacional, cuyo funda mento id eol ógico está basado e n un pacto tá cito entre las élites para no per mitir discusiones pr ofu ndas sobr e el pasado. Mientras ta nto, muchos d e los responsables de La Viole ncia volvieron a ocupa r cargos importantes en el nuevo gobier no. La continuidad personal del Fre nte Nacional fue tan abrumad ora que una discusión abie rta sobre las actuaciones individuales durante la guerra habría puesto en pe ligro la esta bilidad del sistema mismo. Sin e mba rgo, algunos gr upos d e la izquierda, como por eje mpl o el Movimiento Revolucinario Libe ral, así como un pequeño cír culo de intelec tuales, cuestionar on pú blicamente el tratamiento de la historia por la sección dirigente d el Fre nte Nacional. Fi nalmente, con la publicación del prime r tomo del revelador libro La Violencia en C olombia en julio del 1962, el discurso oficialista perdió fuerza y se mos tr ó cada vez más quebrant ad o. C omo 27 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte conse cuencia, de bates controve rsi ales sobre l a inter pre tación de La Violencia se volvieron comunes, mie ntras que el oficialismo luchaba por suprimi rl os. Apar te de la te ndencia claramente ide ntific able de llamar al olvido, tambié n ha bía quienes pr eferían una ve rsion a pologé tica de la hist oria. Aunque Alber to Lle ras y sus seguidores ha bían exigido no pr ofundizar el te ma de La Violencia, algunos grupos dentro de las élites estaban ansi osos de encontrar “culpables”. Los hallaron, por supuesto, fuera de la clase política. En esta tarea de fals ificación de la historia se destacaron sobre tod o políticos conse rvador es, quienes alegaron la supues ta “bar baridad” y la falta de “cultura” de las masas populares como principales ca usantes de La Violencia. Así, sin diferenciar, c rear on la imagen, muchas veces racista, de un “pueblo degene rado y mil veces ta rado”, c omo de cía un editorial del periódico conse rvador La República . El contex to s ocioe conómic o de la época fue raras veces tra tado por los periodistas y c olumnistas de la gran pr ensa. E n vez de habla r sobre l os pe rma nentes fra c asos de la é lite al fortalece r el Estad o y sus instituciones, su oposición a una verdade ra r efor ma agr aria, la no aceptación de la función social de la propiedad o la persistencia del clientelismo, iniciaron debates su perficiale s sobre la r eintroducci ón de la pena capital o las diversas explicaciones étno -culturales de La Violencia. Además del “ oscur o e i nepto vulgo”, como decía Laureano Gómez cuando se refería al pueblo, las élites tambié n ide ntific aron a d os pers onajes c oncreto s c omo i nstigadores de La Violencia: los dic tador es Gustavo R ojas Pinilla y Fidel Castro. Pocas se manas después de la caída del “jefe supremo” colombiano en m a yo de 1957 los medios informa ron con gran satisfacción que Rojas había sido el principal culpable del c onflicto. Aquel discurso s ólo fu e igualado por el no menos falso sobr e la participación activa de agentes comunistas en la primera fase de La Violencia. Según es ta versión, es pecialmente popular después del 1959 – año de la revolución cubana, fu eron c omu nistas pr ocede ntes de La Habana y de Moscú quienes instigaron La Vi olencia. Por otr o lado, en el mund o académic o se observa a partir de los años 60, un tratamie nto m uc ho más pr ofund o del te ma. Mie ntras que la historiografia oficialista pierd e importa ncia, ganan ter reno l os acadé micos d e tend encia marxista. Al comienzo de esa década se publican los prim er os estudios que contienen una crítica explícita al comporta miento de las élites durante La Vi olencia. Todavía de una manera muy esquemática, incluyendo la inevitable r etórica d e la lucha d e clases, estos trabajos re pr esentan el c omie nzo de la historiografía conte mporánea e n Col ombia. Aunque los historiador es marxistas no hayan ejer cido mucha i nfluenci a sobre el discurso polític o, ni sobr e la enseñanza de la historia en los colegios, por la cual seg uía velando la conse rvadora Acade mia C olombiana de la Historia, sí contribuían a un ca mbi o pr ofundo en las universidades. Después de esa ruptura, más y más investigadores se interesar on por las manifes taciones c ulturales y r egionales de La Violencia, alejándose gr adualmente del mar xismo dogmá tico. Con el nacimie nto de la así llamada Nueva Historia, los resultados de la investigación histór ica e mpezar on a apa rece r e n los manuales escolares . Hoy e n día, los libros de tex to más actuales prese nta n La Violencia como un conflicto multicausal, dentr o de su c ontex to histór ic o. Lo que no suelen me ncionar es la 28 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte responsabilidad explícita de algunos miembr os de la clase dominante . Además, figuras como el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, cuyo asesinato en la tard e del 9 de abril de 1948 marca el inicio de La Violencia en las ciudades, o la persona del presidente Albe ro Lle ras todavía son mit ificadas. Esta mitificación de Gaitá n ta mbié n es motiv o de las conme moraciones del 9 de abril, cuyo efecto para la memoria colectiva es básicamente la reducción de La Violencia a la figura del jefe liberal. Mientras que l os sucesos históricos de la guerra son pe rcibid os como pa rte d e un confli cto pe rma nente e indefinido, lo cual no pe rmi te delimitar sus causas y sus caracterí sticas propias, el día del asesinato de Gaitán se ha tra nsfor mado en un lugar de memoria por excelencia. Las clases dirigentes invirtier on toda su energía en conme morar esa fecha simbólica para aprove char polít ica mente su significado. Con el tiempo, la figura del caudillo se ha vuelto un mero plano de pr oy ección, vacío de cualquier conte nido histórico, reclamada tanto por políticos d e la izquierda como por los de la derecha. Para concluir, ¿es ace rtada la afirma ción d e que las imágenes básicas sobr e La Vi olencia se f orjar on dura nte la primera fase del Fre nte Naci onal y d e que se trata ba e n ese entonc es de i mpone r una sola memoria? Sí y no. P or u n lado, es rec onocible una especie de me mori a domi na nte, construida por los líderes políticos. E n este sentido cr eo que la política de los prim er os años del Frente Nacional sigue tenie ndo efec tos s obre nuestra ma nera de ve r La Violencia. Sin e mba rg o, no se trató nunca de un discurso elaborad o, único y con u n solo se ntid o. El anál isis sistemático de las fuentes históricas mues tra más bien que existían inte rpretaci ones muy d iversas, junto con la te nde ncia generalizada de minimizar la importa ncia de La Violencia o, e n el peor de los casos, de poner en duda su existe ncia. El e lemento unificador del discurso político ace rca de La Violencia se puede resumir así: no adm itir nada. 29 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte RÉGIM EN PO LÍ TICO Y LEGIT IMI DAD. LA CONS TRUCCIÓ N DEL ORDEN STRONISTA (1954 -1989) 32. Lorena Soler 33 Mae strí a e n Inv e sti gac i ón Soc i al . F ac u l tad de Ci e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 0 9 Si bien los escena rios guaraníes i nspirar on a Voltaire pa ra ambientar parte de su novela Candide; a la hermana de Friedrich Nietzsc he a marc har, a princi pios de 1886 con su r eciente esposo Be r nhard F örster, para fu ndar una colonia aria; a Montesquieu a observar en aquellos jesuitas un límite al pod er despótico del mona rca espa ñol y a Pablo Ner uda en su Canto General, algunos versos a la muerte desolada de Francia, Paraguay ha dejado de ser un t ema conv ocante para las ciencias sociales y humanas en general. Las pr oducciones científicas, cuando existe n, han estad o principalmente centradas e n l os ac ontecimie ntos bélicos, la Guer ra de la Tri ple Alianza, especialme nte por su c rucial momento de ge st ación, y la Guer ra del C haco y las producciones de estudios sobre relaciones inte rnaci onales que dichos acontecimie ntos alentar on, la mayoría de las veces r ealizadas bajo contex tos atravesados por estrictos posicionamientos ideológicos. Las producciones acerca del pasado recie nte, en may or medida de la “dictadura stronista” como sobr e la transición a la democracia tampoc o han sido obje to de estudio. “El período r efer ente a la dictadura de Stroessne r , 1954 -1989 (…) recié n en es tos últimos tie mpos se va nota n do una r eflex ión mayor, aunque todavía la literatura sea la puer ta de entrada más utilizada para ace rcarse a es tos a ños tenebros os” (T elesca; 2009:67). Asimismo, e s factible constata r su ausencia tanto e n los trabajos clásicos de la reflexión académica de la región (Card oso y Faletto, 1994) como e n la bibliografía sobr e las Dictaduras Instituci onales de las FFAA del Cono Sur y l os regíme nes autoritarios de Centr o A mérica y el Caribe, salvo en su r efer encia al Plan Cóndor (Calloni, 1999 y González Vera, 2002b) y en es tudios re cientes sobr e memoria (González Vera, 2002a). Aún, en los pr oyec tos más ambicios os (O‟ Donnell, Schmitte r, Whitehead, 1994) para el abordaje de la temática e n A mérica La tina s e constata la ausencia del “caso paraguayo”. Parte de esto, amé n de sus efectivas diferencias políticas y sociales, debe relacionarse c on la tempora lidad de la experie ncia de la dictadura paraguaya que se inicia, a excepción de la nicaragüense, en los comie nzos de la liberalización política de los pr oces os autori tario s de C entr o América y casi diez a ños a ntes de la inaugurac ión de la Dic tadura I nstitucional de las FFAA en Brasil (1964 -1985), para finalizar en coincidencia con la chilena (1973 -1989). La te si s f u e de fe ndi da el 3 de agosto de 2 0 0 9 y la di re cc i ón e stu v o a c argo del Dr. Wal do Ans al di . E l j u rado, i nte grado por l a Dr a. Li l i ana De Ri z y l os Doc tore s Ge rardo Hal pe rn, E du ardo Ri ne si , aprobó l a te si s c on l a c al i fi c aci ón: “Sobre sal i e nte , c on re c ome ndac i ón de pu bli c ac i ón.” 33 Soc i ól oga y doc e nte de Hi stori a Soc i al Lati noame ri c ana (F SOC -U BA). Ac tu al me nte e s be c ari a C ONIC E T y e sc ri be su te si s de doc torado, M oder ni z aci ón, cambi o so ci al y ci enci as soci al es. L os ofi c i os del soci ólog o en t i empos del r ég i men st r oni st a en Par ag uay (19 5 4 1 9 8 9 ). 32 30 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Tal vez, por alguna de todas es tas razones, pe ro también por la cons trucci ón de u n discurso político de la “ex cepci ón latinoa merica na” (S oler, 2010), respaldado por el revisionismo his tórico, el pe ríod o quedó sometid o a trata mientos analíticos singulares (Rivarola, Cavarozzi, Garretón c omps., 1991) por no circuns cribirse a los modelos o categor ías con que suelen a bordarse los regímenes autoritarios de la región 34. Asimismo, cuando la e xtr ema singularidad y exce pcionalidad avanzó sobre el trata miento de la dictadura y el pr oces o de transición, éstos fueron abordad os, al igual que las dictaduras de la región, con enfoques más politológicos que sociológicos (Ansaldi, 2007). Sin embargo, esta pers pec tiva de análisis, predomina nte en la agenda d e las ciencias sociales de la década de 1980, se ha topado con un importa nte obs táculo a la hora de realizar ex plicaciones significativas, especialmente e n Paraguay, dado que el abordaje desd e c onceptos de la tradición política libe ral ha te nido límites para explicar pr oc esos soc iales y políticos en u n país de socialización conservadora y consistentem ente agrario con eleme ntos históric os estructu rales que deben rastrears e desde su indepe nde ncia. Nos refe rimos a la histórica amenaza a la sobe ranía política y su depend encia ec onómica de los “herma nos latinoame ricanos”, pasando por dos guerras de conse cuencias dete rmina ntes en la pr ovisión de élites políti cas y la modificación del ord en político y ec onómic o, que desemboca en una de las dictaduras más largas de la historia de América Latina para finalizar en una transición forzada en 1989. Los problemas de la coyuntura y los tiempos cortos. La larga duración como perspectiva de análisi s. En cuanto a su metod ología general, este e studio se pr opone tra bajar sobr e la base de las premisas me tod ológicas de la sociología histórica. El inte nto es examinar la relación entre acción humana -pers onal o colec tiva - y la organización o estructura s ocial como algo que se construye e n el tie mpo (Abrams, 1982, Tilly). De este mod o, s e pr e tend e unificar la mirada para la identificación de los pr oble mas a es tud iar con la doble pe rspe ctiva de la historia y la sociología. Es decir, tanto anclar y derivar el problema históric o de la lógica de los pr ocesos acae cidos e n un l ugar y tiempo dados , como tomar el problema sociol ógico a partir de cier to apa r ato conce ptual. En tal sentido l os es tudios anteriores cuando existe, ha n pres tado poca atenci ón a es tudiar las condiciones de la estr uctura política y social en la que se inserta el str onismo ate ndiendo a eleme ntos de larga duración, que sumen claves explicativas del p eríodo que se inaugura con su indepe nde ncia hasta la llegada de Stroessne r, observand o los fér reos obstáculos pa ra la formación de un régimen político liberal y el fracaso del mismo hasta des pués de 1989. A difere ncia de la pe rspectiva propuesta por la te sis, el rasgo común d e los tra bajos que han abor dado el s tr onismo, además del carác ter pe rsonalista del ejercicio del pod er, ha sido la centralidad otorgada al Partido Colorado y a las Fuerzas Armadas para explicar el andamiaje institucional y político sob r e el E xi ste u n trabaj o q u e e xce pc i onal me nte anal i za e l stroni smo e n di ál ogo c o n l as c ate gorí as c on l as q u e su e le n abordar se l as Di c tadu ras Insti tu c i onal e s de l C ono Su r . Ve r Ri q ue l me (1 9 92 ). 34 31 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte que se organizó lo que generalmente se ha denominado la dictadura más larga de América La tina. Estos análisis, a partir del resultado final del régimen, han pr ovocado la ex tra polación de algunas concl usiones. Las más e xte ndidas han prese ntad o al Partido Col orado como P artido Es tado, fusión que ha posibilitado, a través de las pr ebendas, el funcionamiento de un régime n autoritari o como una configuración de hec ho para una sociedad “atrasada”. Se sumó, ade más, la función coerci tiva llevada adelante por l as Fuerzas Ar madas en un c ontex to de c recimie nto e conómico cau sado por el giro en las relaciones inter nacionales y la “nueva” orientación que Stroess ner imprimió c on B rasil. Sin embargo, en caso de ac eptarse una lec tura del régime n desde el resultado final, el logro es bastante pos terior a su llegada, puesto que, en su larga temporalidad , se produjer on pr ofundas modificaciones y tensiones que claramente ex cedier on una legitimidad asentada en las prebendas o la c oerci ón. En un país poc o fr ecuentado por las ciencias sociales, y a par tir de las lecturas realizadas en la apertura democ rática, ha primado el análisis desde el resultado último de un régimen de 35 años, sin detenerse en el pro ceso por el cual se cons truy ó ese r esultado. Por tal razón, el obje tivo de la tesis es deconstruir lo que se ha presentado muc has veces como naturalizado, dando lugar al proceso que posibilitó un resultado siempr e for tuito y no necesario de un orden polític o dete rminad o. Para ello re toma la pregunta clásica acerca de la domi n ación política, realizando un análisis que intente explicar las posibilidades de ejercicio d el poder por tr einta y ci nco años y, en consecue ncia, que supere los argumentos s obre la mera práctica d espótic a y autoritaria del ejercicio del pode r polític o. Par te de la hipótesis que e l régimen stronista adopta una fórmula política que per mite la r esolución d el orde n ante la evidencia histórica del inacabado régime n de moc rátic o liberal que luego de la Guerra del Chaco se exhibe c on total crudeza. Asume que la re s olución del ord en ocur re bajo la paradoja de prese ntars e como un régime n político que per mitía incluir la idea del funcionamie nto for mal de la democracia, per o articulando e n ella un orden legal inscripto e n las modificaciones d el orde n político y de s ent ido operadas luego del triunfo militar sobre B olivia. Nos referi mos a la resignificación de nuevas tramas de sentido político que habilitaron y pe rmitie ron a Str oessner reinventarse como hered er o y sucesor de las “familias fundadoras” (Sole r, 2007) mediante el resca te del pasado nacional, en un clima antiliberal, nacional y militar propicio. La a pelación a ese pa sado, el único a nte cede nte de estabilidad política y de “ her oísmo” con que conta ba el país, sumand o a la cons trucci ón de un r égimen bajo meca nismos del liberalismo político que recr earon en parte la posibilidad de la constru cción del régime n str onista. De es ta for ma, la tesis postula que -fre nte a la ausencia de una revolución política inde pe nde ntista, de hér oes y ba nde ras y de d ete rmi nadas condici ones estructu rales -, la Gue rra de la Triple Alianza, propició un conjunto de represe ntaciones e i mágenes políticas que, en disponibilidad y Guer ra del Chaco mediante, resultar on de suma eficacia para la dictadura stronista. E n este ma rco, cre emos que la f órmula política del régimen stronista consistió e n habe r articulado e n su ejercicio d e la dominación tanto el r escate d e los “padres fundad ores” como el hecho d e ha ber prese ntad o un orde n político de 32 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte pre te nsiones democ ráticas “resolviend o”, d e esta forma, la ines tabilidad política y obturand o su históric o reclamo. El objetivo gene ral de esta investigación es, entonc es, realizar un análisis que intente ex plicar las posibilidades del ejer cicio del pod er durante trei nta y cinco años, asumiendo que dicho exame n debe c onsidera r eleme ntos estructu rales de larga duración de la propia estructura social sobr e la cual se asienta el régimen. En tal sentido, se pr opone rever las modificaciones en el orde n político, militar y ec onómic o pr evias que posibilitaron este tip o de régimen pe ro desd e la decons trucci ón y rec onstruc ción d el devenir históric o, en un intento por ensayar una ex plicación que discurra en una posición inter media: sin atarse a tipologías pr evias ni tampoc o v olverse ese ncialista y pr oveer más argume ntos a c erca de la ex cepcionalidad paraguaya. La pr opues ta es, entonces, una mirada que asuma la estructura social y política e n el cual se apoya el régimen y devele lo inaugural del orden str onista. En tal sentido, el trabajo tie ne d os obje tivos e n la doble pe rspec tiva de la larga duración y de la coyuntura: 1) En la larga duración, buscar algunas claves explicativas que den cuenta de su historia política, con la pre te nsión d e demos trar c ómo los orígenes de la constituci ón de un Estado y la invención de una Nación, al compás de la siempre posible a menaza de la Guerra de la Triple Alianza pero también de su derr ota, c onfigura ron tradiciones de las cuales fue tributa rio el siste ma político durante la may or parte de su vida indepe ndie nte ; 2) y e n la coyuntura, desc ribir y ex plicar e l proceso d el régime n polític o e indagar y analizar el marco jurídico str onista, y especialme nte constitucional, en ta nto c odificador de una nueva relación entre el Es tado y la sociedad, y cristalizador de una forma de organización de la dominación. Por e nte nde r que es la construcci ón de una nueva forma de dominación con ca racte rísticas que se mante ndrán en el largo tiempo, se analiza el período que se inicia con la asunción del poder de Alfred o Stroessne r desde el concepto d e régime n pol ítico antes que el de dictadura. Conce bimos e ntonces que esta opci ón ca pta ría mejor la cons trucci ón de un orde n político que asume, modalidades c omplejas de c onstruc ción y ejercicio del poder y de la dominaci ón política. Esto no implica negar que también s ea una dictadura, per o las especificidades del orden stronista, e n relación c on su pr opia historia como a la luz del resto de las experie ncias latinoamericanas, e n la modalidad de Dictaduras I nstitucionales del C ono Sur como las pa trimonialista de C entr o América, supera n a nuestr o e ntend er la posibilidad de a nalizarlo (o enc orse tarlo) a partir de dicha categoría. Sin embargo, si bien algunas expe riencias políticas autoritarias y militares en Amé rica Latina puede n y debe n ser carac ter izadas como dictaduras, a lo que a Paraguay se refiere quienes tomar on el pode r no quebraron un or den cons titucional pr eviamente existe nte . Ta mbié n, ha carecid o a difere ncia de sus pares, d e elemento d e exc epci onalidad política . Lo que tendi ó fue la fusión de formas puras de do minación y la coexis te ncia de estructuras legales con sistemas patrimonialistas de distribución de poder polític o y ec onómic o. Tuvo la capacidad de ensamblar la moder nidad pol ítica con eleme ntos autóctonos. Tod o ello dio por resultado final la constr ucción de un régime n político, mediante una f or ma de gobier no que, a través de sus pr opias r eglas (jurídicas), 33 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte renovados actores e instituciones (Fuerzas de Seguridad, Partidos Políticos, Parlamento), rec reó, nuevas relaciones entre la sociedad y el Estado. Al t iempo que, si bien inauguró nuevas prácticas, restituyó viejas identidades políticas resignificadas bajo una nueva época inaugurando un nueva forma de dominaci ón y un nuevo régime n político, en el que pudieron coexistir lógica s liberales con práctica s auto ritarias y corporativas . Así, la república despótica fue capaz de instaurar dominaci ón política y hege monía social. Bibliografía Citada Abrams , Philip (1982): Histori cal So ciol ogy , Cap 2 y 10, Open Books, Somme rse t, Inglater ra. 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SOCIAB ILIDA DES POLÍTI CO-RE LI GIOSAS Y ASCE SIS ALTRUISTA DE L CATOL ICIS MO AR GENTI NO E N LA DICTA DU RA Y LA POS DIC TADURA María Soledad Ca toggio Doc torad o e n C i e nc i as Soc i ale s. F ac ul tad de Ci e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 1 0 Cuando iniciamos es ta investigación nos e nc ontramos c on una explosi ón y pr oliferación de homenajes desti nados a los especialistas religiosos del catolicismo vícti mas de la re presión es tatal. La s conme moraciones amplificaron la visibilidad de estos actores, acer cándol os a generaciones que no los habían conocido y e mpeza ban a preguntarse quién es eran. Durante el desarr ollo de esta investigación el f enóme no no hizo más que cre cer, dand o lugar a una significativa cantidad de libros y docu me ntales que fueron publicitados masivamente . Al mismo tiempo, c obró i mpulso el pr oceso de reaper tura de las causas judiciales. Este entr elazamiento entre memoria, historia y justicia se instaló como d esafío desde el c omie nzo de nuestra indagación. Descu brimos e n el camino, tal c omo lo f or muló Enz o Trave r so (2006), que la justicia es un momento i mpor tante en la el aboración de la memoria y e n la formaci ón d e una conciencia histórica colec tiva. Al mismo tie mpo, la pr oliferación de esta s memorias en el espaci o público fue crucial para compre nder la relev ancia social de este conjunto de actores, home najeados fuera de la “sacristía” por asociaciones bar riales, murgas, militantes y organizaciones polític as, madres de Plaza de Mayo, funcionari os polític os, e ntre otr os. C on el ti empo, una mirada adiestrada en nombres, lugares y palabras clave nos permitió advertir una pres e ncia mucho más exte ndida de lo que en un princi pio suponíamos de es tos actor es y sus biografías. Su importancia, y la de las opciones sociales y políticas que tomaron e n es te perí odo, no fue el número si no la refer encia social que encarna ron en aquella época y los hitos de me moria a los que dieron lugar posteriormente. En el pr oces o investigativo he mos seguido la advertencia formulada por C. Ginzburg (1993). Parafraseando sus tér minos, el investigador no debe erigirse en juez, no puede e mitir s entencias, s u verdad -el r esultado de su investigación- no tie ne un cará cte r normativo sino que sigue siend o pa rcial y pr ovisoria, jamás definitiva. Esta verdad no sólo es provisoria, sino tambié n pr oble mática, r esponde a una opera ción i ntelectual que busca mos trar la s estructu ras subyace ntes a los aconte cimientos, las relaciones s ociales en las cuales están implicados los hombres . En fin, e s otra verdad . Con ese horizonte, los i nte rr ogantes que impulsaron es ta investigación fueron los siguientes: ¿Qué relaciones se puede n esta blecer entr e un tipo de sociabilidad político -r eligiosa y las estrategias puestas en juego por obispos, sace rdotes, 36 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte religiosos y religiosas del catolicismo para dotar de se ntid o a la situación represiva vivida durante la última dictadura militar en la sociedad argentina? ¿Qué vínculos se pued e esta blece r e ntre es tas sociabilidades y las formas d e la memoria social construidas durante la posdictadura? Estas preguntas e nglobantes se valieron de u na batería de interr ogantes más conc retos que guia ron la organización de los distintos capítulos. En prime r lugar la incógnita e n torno a quiénes fuer on efec tivamente los especialistas religiosos del catolicismo vícti mas de la represión es tatal nos condujo e n prime r lugar a la historia. El pr oceso diná mic o de conquista de espacios sociales y desarr ollo de afinidades políticas empre ndidas por el cuerpo de especialistas religiosos del catolicismo durante el siglo XX dio lugar a la conf or mación de una matriz común de pe nsa miento y acción: el “catolicismo integral”. A su vez, es te mod o de ser católico en toda la vida , obediente a Roma, pre ocupad o por lo social y con un afán político intra nsigente con el liberalismo en sus diversas expresiones, enc ontr ó afinida des y de marc ó sociabilidades con diversas formas de construcción utópica, modelos de transf or mación social y pr opuestas de c ons trucci ón del orde n: anarquistas, socialistas, radicales, nacionalistas, militares, revolucionarios de i zquierda y de derec ha y otr os variopintos hicie ron suya la identidad católica. De ntro d e este mund o ta n vasto, los especialistas religiosos tuvieron trayectorias semejantes en tér minos de circuitos iniciáticos, lugares de pasaje y formación de grupos, c onverge ntes en torno al descubrimiento de una sensibilidad social que marca el pu nto d e inicio en una car re ra de toma de opci ones. En tér minos ge ne rales, cor responden a d os gene raciones bie n mar cadas: una nacida en los años cuarenta y otra e n los tr einta. Para los primer os, la efe rvesce ncia c onciliar vivida entre 1962 y 1965 los encuen tra pr omediando la veintena. S on jóve nes que se vuelcan de lleno a la renovación pastoral y formulan un model o destinado a otr os jóve nes c omo ellos. A los segundos, el Concilio los encuentra llegand o al fin de sus trei nta. P ara ellos, el afán renovador no supone ne cesariame nte una ru ptura c on el viejo esquema de acumulación ter ritorial del catolicismo integral: el mund o parr oquial sigue siendo un locu s para la acción. Aún con es ta de marcación posible , los ca minos a s eguir cubrier on un a mplio ar co de posi bi lidades, uno de cuyos ex tr emos era cier to tipo de desti natarios (los jóve nes, los pobres , los indígenas, los trabajadores, entre otros) y el otr o era un tipo de lugar social (la fábrica, la villa, la comunidad, la coope rativa rural) en cuyo lí mite se situa ba la opción por la lucha armada. Sin embargo, a pesar de reunir un conjunto hete rogé ne o de per te nencias institucionales, es tos ac tores guardaban entre sí pu ntos de contacto en distintos mome ntos de sus carr era s vitales y de rr ote ros cole ctivos. Estos conta c tos ma nte nidos en distintos c írculos, organizaciones y redes sociales habilitaron interacci ones , ampliación y/o rec omposición de redes y grupos sociales y transac ciones de sentido que hicieron posible la conf or mación de una sociabilidad común. De esta man e ra, la pregunta por el quiénes, nos c ondujo al cómo. El conjunto en apariencia he ter ogéneo de casos individuales resultó estar atravesado por histor ias comunes. Descubri mos que la participación e interc ambio entablados e n los círculos sociales analizados funcionaron como plataforma común que dio lugar 37 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte a una sociabilidad que en esta tesis hemos de nominad o ascétic o -altruista. Entre las disposiciones pa ra la acción, pr opias de e sta sociabilidad y portad oras de una orie ntación al mund o, e nc ontra mos una fuerte a scesis intramundana demarcada por un c onjunto d e tópic os recurr entes (tra bajo, inser ción, compr omiso y testimonio) e n el discurso de los actores y las fuentes de época que funcionar on como té rmi nos i ndisociables de una misma u nidad de se ntid o. Esta orie ntaci ón ascé tica, combi nada con un fuerte c ompone nte místico, configura el rasgo común de nuestra población. Una ascesis cuyo ca rácte r altruista se plasma en la resignación d e opc iones a la mano e n pos de una búsqueda de experimentación mística. Esta config uración ascétic o-altruista per mite c ompre nde r el sentido de las acciones elegidas por los sujetos así como las c onsecuencias no buscadas de es tos cursos de ac ción. A par tir del análisis de fuentes de la época esta blecimos un hilo conductor entr e la histori a y la memoria que recorr e esta tesis: el car ácter altruista adjudicado a las víctimas del catolicismo que pasaron a e ngrosar la categoría de “mártires” e n las conme moraciones actuales es una reelaboración de la memoria viva construida, ejercida y comparti da en términos generales por este grupo del catolicismo durante los años 1960 y 1970 . Por una par te, la idea -fuerza del mar tirio es u na figura de larga tradición en el c ristianismo, que se re monta a sus primeros siglos. Por otra, ya para los años setenta este modelo del márti r esta ba integrado a un imaginario polític o y era acudido por diversos sec tores sociales para dota r de sentido a la política argentina. Para entonc es, Simón Radowitsky, Eva Perón, El “Che” Guevara, entre otr os, eran ya íconos c onsagrad os del ma rtir ologio polític o. En este contexto, la configuración d e una sociabilidad ascético -altruista fue condición de posibilidad y conse cuencia d e un proceso de difere nciación y de construcción ide nti taria que demarc ó fr onteras simbólicas de ntro del mundo católico. Esta de marcación basada e n e l compr omiso del individuo -c rey ente y en su per te ne ncia c omunita ria antes que e n la fidelidad a una tradición autorizada se valió de la reinvención de linaje s. En es te movimiento pasó a un segundo plano el rec on ocimie nto de una pa rentesc o institucional (familiar), frente a la cor respond encia c on una “comunid ad de valores”, que justificaba la cons trucci ón de u na “frater nidad de ele cción”, c once bida como una “frater nidad ideal” (cfr. Hervieu -Léger, 2005). En este proc eso, algunos actores s obresalientes por su r ol instituci onal, su presencia mediática y/o exclusivamente por su carisma pe rsonal para generar ad hesión se c onvir tier on tempra name nte en íconos dad or es de ide ntida d. En té rminos típico -ideales, la eficacia simbólica que generar on es tas figuras articuló en la práctica - más allá de la intenci onalidad de l os sujetos en juego - distintos tipos d e r edes egocentradas. En conc reto, estas figuras ejemplares ge nera ban un efec to de atracción pe rsonal que se traducía en la búsqueda por e nta blar un contacto cara a cara, uno a uno, el afán por se r nombrad o por el líder, ser r econocido pa ra participa r de su carisma e integrarse a esa “c omunidad de valores”. A su vez, la inte nsidad afectiva de estas comunidades rea les y evoc adas mantuvo vivo el recuerd o de las víctimas a través de las generaciones. Hechas estas a pr oximaciones, la siguiente pregunta fue el qué. Qué l es sucedió y qué hicieron fueron los disparadores para profundizar por una parte en 38 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte la morfología de la repr esió n de la cual fueron objeto y, por otra, e n las estrategias que pusieron e n juego para hac er f r ente a esa re pr esión esta tal. Para llevar adelante este propósito, tuvimos que sortear un obstáculo inicial: la tesis de la existe ncia de “d os iglesias”, una cómplice y otra perseguida , que por mucho tiempo ha funcionado c omo clave de lec tur a canónica sobre es ta te mática obs taculizando, a veces, una compre nsión más profunda d el fenóme no. Sin perd er de vista la efectiva convergencia entr e “víctimas y victimarios” de ntro de un mismo cuer po d e funcionarios d e un mundo común - como el es el catolicismo -; e nc ontra mos, la pote ncialidad de esta condición para l os fines heurísticos de nues tr o tra bajo. Esta par tic ularidad situaba a los obispos, sacerdotes, r eligiosos y religi osas víctimas del ter rorismo de Estado en un cas o paradojal para e xplorar las te nsiones ex presadas durante la expe riencia traumática del gobier no militar y espe cialmente pr oductivo para d esentra ñar la zona gris de esta experie ncia trágica. Desde es te pu nto de vista, ex plora mos las r elaciones de c ontinuidad y ruptura e ntre r epresión estatal y disciplina miento ins titucional y hallamos resultados que nos per mitier on poner en cuestión algunos supuestos ins talados en la lite ratura del fenómeno. Entre ellos, el r ecurso al obispo s e ins taló c omo un camino natural. Si en el pe ríod o previo al golpe de 1976 la intervenci ón d e los obispo fre nte a la situación de dete nción ha bía sido públicame nte rec hazada por las víctimas -en una demostración de exaltación ascé tico altruista- por c onsiderarla un “privilegio” que los separaba d el “pueblo”. En e l nuevo conte xto de escalada represiva se acudía, en cambio, a la “función de autoridad” y a su eficacia simbólica para inter pelar a otras autoridades institucionales, como los fun ciona rios d el gobierno militar. Es ta c onfianza en la capacidad de injere ncia institucional, en tanto que obispo d e la iglesia católica, deja e ntrever que, en d efinitiva, se tr ataba de la apelación a una vieja estrategia del catolicismo integral: el recurso a un modus vivendi basado en una negociación e ntre el pod er religioso (católic o) y el poder militar; e n d etrimento de la búsqueda de un procedimie nto racional -legal propio de una administración de justicia. Sobre este modus vivendi se generalizó el recurs o a canales privados de neg ociación, que fuer on pa uta común, i ncluso e ntre aquellas figuras que se habían ca racte rizado e n el período previo por su enf rentamie nto abierto c on las autoridades militares. Por último, la super posición d e sanciones eclesiástica s orientadas al disciplinamiento i nstitucional con el avance de la represión estatal sobre esos actor es era un fe nómeno existente ya en l os años previos al gol pe d e 1976. Señalada esta continuidad, nos conce ntramos e n analizar el “plus” de significado que adquirió e n el c ontex to re presivo d e la última dictadura militar la imposición de este tipo de sanciones. E n ese mar co, descubrimos que, más allá de la fuerza viva de las represe ntaciones aú n vigentes entre las víctimas y sus allegados, de hech o estas medi das no funcionar on como “luz verde” para las fuerzas de seguridad. Los agentes de la represión no necesi taban de la suspensi ón ministerial, ni de la desafectación institucional de los sace rdotes para inc or porarlos al catálogo de la “subversión” y/o conver t irlos e n obje to d e ope rativos de re pr esión. Sí, en cambio, como c onsecue ncia no buscada de la acción, las circuns tancias de “desprotec ción ins titucional” en las cuales algunos especialistas religiosos del 39 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte catolicismo r esultaron víctimas de la repres ión est atal tuvieron tal eficacia simbólica que otros clérigos inte rpre taron el gesto c omo una señal de “alerta”. En diversas c oyunturas, la imposibilidad de obte ne r las licencias ministe riales se convirtió e n una “luz roja” para ac tores que perci bier on una a mena za pa ra su vida y tomaron entonces las medidas del caso. En el reverso de es te continuo, en ocasiones la coordina ción entre re pr esión es tatal y disciplinamiento institucional fue eficaz para sacar a los propios cuadr os del circuito re presivo, a c ondición d e tomar las medidas disciplinarias cor respondientes. A su vez, el qué les sucedió nos condujo, por u n lado, a analizar las represe ntaciones de los agentes de seguridad sobr e los actores estudiados plasmadas en los docume ntos desclasificados de inteligenci a a los fines de desentraña r los me canismos mediante los cuales estos actor es dejaba n d e se r obje to de vigilancia, fichaje y clasificación para pasar a engrosar la categ oría de “delincuente subversivo”. Por el otro, busca mos d elinear algunas conexiones de sentido e ntre las traye ctorias sociales e inte racciones sociales de las víctimas y la morf ología de la represión (asesinatos, detenci ones a disposición del Pode r Eje cutivo Naci onal, d esapariciones, expulsiones, exilios, etc.) de la que fueron obje to. El tra bajo acumulado nos per mitió hallar una serie de pautas d e homoge neidad. La contrastación entre las redes egoc entradas, construidas previame nte y la morfología de la represión i mplementada sobre cada c onjunto de los ac tores hizo posi ble distinguir una o d os modalidades predomina ntes e n cada caso y a pr oximar una inter pre tación posi ble de esos resultados. En primer lugar, en la red egocentrada e n tor no a la figura de A. Paoli se conce ntró el mayor núme ro de casos de desaparici ón de per sonas. En c ontraste, ta nto la red generada e n tor no a la figura de C. Mugica, como la articulada en torno al obispo A ngelelli como “eg o” reunie ron fundamentalme nte casos de dete nciones a disposición del Pode r Ejec utivo Nacional y un númer o significativo de asesinatos. Para comp re nde r la racionalidad repr esiva que giró en torno a estas categorías mayormente e mpl eadas (detenci ones a disposición del Pode r Eje cutivo Na cional y asesinatos) acudimos a u na inter pre tación basada en la visibilidad y notoriedad pública adquirida por este conjunto de actores en el perí odo previo. E n c ontraste, ha llamos que los derroter os de los actores que integraron la red dond e se conc entra un mayor númer o de desaparecid os tie nen en común en té rminos típico -ideales el hecho de ser “trayec torias de ru ptura ”: abu ndan l os pasajes institucionales, de una congr egación a otra, del clero a una congregación y pred omina de igual modo una dinámica tipo secta de grupo “selecto” y de sociabilidad intensa, por sobre una la lógica de Igl esia, por definición me nos r iguro sa y masiva. A su vez, estos casos resaltan por su ausencia deliberada e ntre los r ecortes de diarios, par tes de inteligencia o siquiera pedidos de inf or mac ión que integran l os documentos desclasificados de inteligencia a los que pudimos accede r. Es bozamos al respe cto una hipótesis inte rpreta tiva que postula que su incor poración e n la categoría d e “delincue nte subversivo” tuvo c omo c ondici ón y/o c or relato un borramie nto de su c ondici ón religiosa. Una hipótesis tal prevé que haya que rec orr er otr os circuitos del archivo para dar c on sus legajos, ingresados no e n 40 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte tanto que sacerdotes , religiosos/as y/o seminaristas, sino en ta nto que militantes de organizaciones armadas. Frente a la contunde ncia de esta inge niería represiva: ¿qué hicieron? La ruptura del ord en naturalizado del mund o de l a vida de los sujetos, en el marc o de situaciones límite entr e la vida y la muerte, motivó la pues ta en juego de diversas estrategias para hac er fre nte a la represión es tatal. Esas acciones conf or mar on un re pe rtorio de es trategia s habituales combi nadas frente a los casos de re presi ón es tatal a obispos, sac erdotes, religiosos, religiosas y seminaristas d el catolicismo. El trabajo ana lítico reu nido en esta tesis se dedicó a ex plorar la diversidad de efe ctos obtenidos a partir del e m ple o de las mismas estra tegias en situaciones similares, por actores y /o grupos, situados en posiciones se mejantes. En efec to, lo que primó y caracterizó al fenómeno, a nuestr o juicio, fue la h eterog eneidad de r esultados conseguidos a partir de un sistema d e opciones habituales. Una mi rada gene ral sobr e las estrategias empleadas nos per mitió c oncluir que, más allá de los resultados puntuales obtenidos según el caso, las propias autoridades eclesiales, al nuncio, los militares y los diplomátic os fueron perci bidos como interlocutor es inmediatos y con capacidad de influir directamente sobre la ingeniería represiva. La desconfianza del sistema judicial, conse cuente con el descreimie nto en las instituciones democrá ticas forjada a lo largo del siglo XX, permite co mprend er la apelación e n pri mer orde n a un modus operandi largamente practicad o entre los especialistas religiosos del catolicismo: la negociación dir ecta entre poder r eligioso (ca tólico) y poder militar. Estos pr ocedimie ntos funciona ron f recuente mente com o poleas de trans misión de inf or mación –i ncluso bajo la forma del “rumor” - , aunque no fueran suficiente me nte influyentes como pa ra resca tar a las pers onas del circuito re pr esivo. En cambi o, los ámbitos de la justicia, la prensa y el recurso a los orga nismos nacionales e inter nacionales de de rec hos huma nos tuvieron mayor trasce nde ncia en el largo plazo, al menos para crea r las condiciones de cons trucci ón d e “verdad histórica” y “de justi cia”. En el nivel de la coyuntura, el recurso a estas instituciones, aun que rutinario e ineficaz, permi tió la persiste ncia de los grupos y sus d emandas, que luego llegarían a c ons truir las condici ones históricas de judicialización. Hasta tanto, se instaló s ocialmente la necesid ad de velar por un deb er de memoria . En es e nuevo marc o, las pr eguntas que orientar on nuestro a nálisis de las formas de la memoria social en tor no a los especialistas religiosos del catolicismo víctimas de la re pr esión esta tal fueron dura nte la posdictadura ¿cómo y para qué recordar? En esa clave, en pri me r lugar, encontramos una serie de re pr esentaciones pr oducidas durante los años sete nta que deter minar on las for mas de elaboración de ese pasado traumátic o y si guen vigentes en las me morias actuales. La oposición entre víctimas “inoce ntes” y “culpables” -vinculadas a la lucha armada - demarc ó te mpranamente un estre cho marge n para pr ocesa r aquellas experiencias. En ese escena rio, la figura del mártir funcionó a la mane ra significante vacío en la disputa de los actores por d efinir el es tatuto legítimo de las víctimas. La categoría, ya fuer a para reivindicar la “inocencia” de las víctimas o la ejemplaridad del “verdade ro mártir” que muer e realizando 41 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte la voluntad divina, incluso por medi os violentos, quedó te mpranamente fijada en el cruce entre la religión y la política. Segundo, el análisis de las trayec torias pos te r iores a la dic tadura militar nos per mitió mostra r de qué mane ra la reco nversión e n distintos á mbitos de actores que compa rtían un núcleo de ex pe riencias fundantes e n té rminos identitari os gener ó un efecto comple me ntar io: la circulación de un bagaje simbólico d e carác ter polític o - religioso por espacios de la sociedad civil (organismos d e de rec hos huma nos, las orga nizaciones no guber name ntales, espacios de memoria etc .) y d el Estado (a par tir de su inc orporación a cargos de la administración pública). E n este decu rso, tiene lugar un pr oces o de resignificación política d e la categoría religiosa de “mar tirio” y de rei nvención religiosa de la figura del “desaparecido”. Esta s transacciones de se ntid o de un ámbito de actividad social a otr o quedan plasmadas en las modalidades de homenaje a las víctimas, en d ond e se e nta blan relaciones de alianza y/o compe tencia entre ac tores sociales y agentes estatales para d efinir la disputa por el patrimonio simbólico de la nación. En pa ralelo, abordamos el fenóme no por el c ual nuevos actores que, sin ser pr otagonistas históricos, se siente n identificados con aquella experiencia recurr en a ese ac ervo d e la memoria de los “mártires” pa ra reelabora r sus pr opias trayec torias como “linajes”, reposicionánd ose e n el lugar de “hered er os” del esta tuto ejemplar d e las víctimas . Desde es ta posición subjetiva, reivindican y hac en pr opia aquella “ascesis altruista” que profesaron estos católicos que se sentían “elegidos” en los años s ete nta. Esta operación reúne a víctimas, sobrevivientes y a nuevas g eneracio nes en un mismo espacio simbólico d e sociabilidad. Ahora bie n ¿ para qué r eivindicar a los mártires? Esta línea d e c ontinuidad simbólica es eficaz para legitimar un discurso contes ta tario y hete rod ox o, que reinventa la tradición de ntro de la ins titución eclesial y e n el es pacio público. Esta apelación per mite dar continuidad a viejas causas y sentido a otras nuevas: la resistencia al neoliberalismo, la defensa y organización de los villeros, la “lucha contra el paco”, el apoyo al matrimonio igualitario, entre otras se convier te n e n ex pr esiones de asc esis altruistas acordes a los nuevos tie mpos dond e la resignación de la pr opia vida entra en tensión c on la vigencia de un paradigma humanitari o dond e la vida se ha erigido como valor supr emo. De esta ma nera, vícti mas, sobrevivientes y generaciones más jóve nes devenidos también e n empre nded or es de memoria colaboran activame nte en el pr oceso de politización de la figura del mártir que, en e l mismo movimie nto, se seculariza y pasa a formar pa rte d e un re per torio de símbol os disponi ble para diversos actor es r eligiosos, sociales y/ o políti cos para orientar la acción e n el prese nte, proy ecta rse hacia el futuro o legitimar el pasado. En suma, ¿cuál es el aporte que realiza la tesis a los debates teóricos y/ o empíric os r elativos al análisis del pasado r eciente, la gestión ins titucional, subjetiva y/o simbólica de las memorias sociales? En té rmi nos e mpíric os asistimos a un doble pr oceso. En el cí r culo mas estre cho que configura el grupo pr otagonistas, sobr evivientes y hered er os del catolicismo la transmisión gene racional manti ene viva la memoria social de los “mártires” y pe rmite rei nventar la tradición autorizada, dando c ontinuidad a un 42 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte catolicis mo c ontesta tario e n los sete nta y en los dos mil. En un círculo más exte ndido, los lugares de memoria destinad os a los mártires católicos se convier te n e n rituales para a ctores sin ritual: amplios s ector es de la sociedad civil y el estad o hacen suya la mem oria social de estos má rtires pa ra legitimar un discurso contestata rio. E n té rmi nos teóricos, el c once pto de “reconversión” nos per mite dar cue nta d el reorde namie nto del trabaj o identitari o de los ac tores estudiados. Esta r econversión es tuvo fuer temente condici onada no s ólo por el contexto represivo, sino también por la necesidad de reproducir una identidad contestataria c onstruida para diferenciarse dentr o del vasto mundo del catolicismo. No hubo un solo camino, per o sí una tend encia a readministrar el po der simbólico, transforma ndo el capital social acumulado a partir del protagonismo ganado en los años sese nta y setenta en tanto que especialista religioso del catolicismo y rei nvirtiénd olo -e n muc hos casos mediand o el a bandono del cler o - ta nto e n el espac i o de l os der echos humanos como e n diversos es pacios de me moria. Por último, en tér minos teórico -me todológic os, los límites que c omparte n tanto las fue ntes orales y como escri tas, impr egnadas ambas por la fuerza del rumor, para la rec onstrucción de l os hec hos per pe trados bajo una inge niería re pr esiva clandestina vuelve imperativa la necesidad de poner e n diálogo las fuentes históricas y los testimonios de l os actores para la reconstrucción de u na verdad judicializable. 43 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte TRANSFORMA CIONES Y EXPERI ENC IAS CARCE LAR IAS. PR ISIÓ N POLÍTI CA Y SIS TEMA PE NI TENCIARI O EN LA ARGE NT INA ENTRE 1974 Y 1983. Débora D´Anto nio 35 Doc torad o e n Hi stori a. F ac u l tad de F i l osof í a y Letras. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de de fe nsa: 2 0 1 1 Desde el golpe de Es tado d e 1955 y po r más de veinte años, la Argentina es tuvo atravesada por la imposi bilidad de res olver la crisis de dominaci ón política. C on el pr opósito d e ce rr ar esta crisis, en 1966 se instauró la primera dic tadura institucional de las Fuerzas Armadas inspirada e n la Doc trina de Seguridad Nacional. El i nte nto d e disciplinar a la sociedad civil se fue tor nand o cada vez más coactivo a medida que la sociedad rechazaba estas prác ticas autorita rias. Movilizaciones como la s del Cord obazo en 1969 y otros levantamientos populare s en distintas pr ovincias en 1970 y 1971, que inter pelar on la estrategia re presiva, llevaron a una elite empe cinada en defende r sus inte reses a redoblar aun más la coerci ón. De este mod o, la crecie nte militarización, pr ofesionalización y articulación del a parato r epresivo fue de la mano de la conculcación d e de rec hos individuales, políticos y sociales. Simultáneamente, se fue i mplantand o una legislación ade cuada para preve nir o dire cta mente er radicar toda oposición política, social o cultural. Por estos motivos nu mer osas prácticas r epresivas que tuvieron lugar cuand o los militares llegaron a contr olar nuevame nte al Poder Eje cutivo en 1976, tenían ya más de una d écada de d esarr ollo. De tal modo, el perí odo históric o abie rto pos t 1955 puede se r c oncebid o c omo una unidad cambiante pe ro con una lógica interna e n la que los conflictos sociales fueron pr ocesados d esde y por el Estado en un sentido cada vez más represivo. La mayor par te de los trabajos históric os sobre la violencia per pe trada por la última dictadur a se han centrad o e n los aspec tos más clandes tinos e invisibles de la represión, soslayando el carác ter pr ocesual que adquirieron las contradicci ones sociales a lo largo de varias décadas. Es precisamente posicionánd ose únicame nte e n la experie ncia de los centros clandes tinos de dete nción o de los desa parecid os donde r esulta más difícil establecer la conexión con la crecie nte ins titucionalización de la violencia anterior a 1976, ya que unos y otros, no tiene n prec edentes más allá de algunos poc os casos aisl ados, aunque no obsta nte significativos, como el de Felipe Vallese en 1962 o el de Luis Enrique Pujals en 1971. Cree mos e ntonces, que el foco d e análisis casi exclusivo que se le ha dispensado a esta fase de la violencia ref orzó una mirada ex cepcionalista de la expe riencia del último r égimen militar. P or este motivo esta tesis c oloc ó su punto de mira e n las cárceles, un ámbito que no ha bía concitad o la atención del campo histori ográfico y que por su largo desarr ollo per mite justame nte , indagar en los eleme ntos de c ontinuidad histórica. Esta tesis ha demostrado que si bien es cierto que la violencia en las cárceles tuvo mayores límites que en sus expresiones clandes tinas, la violencia estatal fuera esta legal o ilegal, 35 U BA-IIE GE 44 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte visible u oculta, en los campos de de te nción o en las cárceles, estuvo anudada a un proceso político unificado que no puede analizarse ni fragmentadame nte ni en té rminos de escalas de sufrimientos de las víctimas. Asimismo, es ta tesis ha puesto en evidenci a que, confluyente c on el ánimo de mov ilización y organización social existente d esde mediados de los años sese nta, el S ervicio Pe nite nciario Fede r al fue jerarquizado y actualizado en conc ordancia con las necesidades político -e stratégicas del Estado. Hasta ese momento las cárc eles habían sid o c ompr endid as como espacios de encierr o que transf or marían a los varones que habían violado la ley en trabajadores respe tuosos del orde n legal, y a las mujeres e n bue nas esposas y a mas de casa. Sin e mbarg o, c on la radicalización política de distintos sector es sociales, el Estado pasó a i nte resarse me nos en el c ontr ol social del mund o c riminal y más en la sujeción de estos sector es rebeldes. La c árcel se reconfiguró así como un aparato de ca ptura para disciplinar a los/as activistas políticos y sociales. En esta i nvestigación se ha d emostrado ta mbié n que las instrucci ones carcelarias, la reglamentación inter na de las fuerzas de seguridad y la misma ley peni tenciaria operar on c omo marc o r egulatorio ge neral que atravesó a l os gobier nos c onstitucionales y milita res d esde 1 966 y hasta 1976, instando a una uniformidad i nstitucional que sería utilizada, c ada vez más prog resivamente, en favor de la lucha contra la “subversión”. La tr ansfor mación mode rnizadora por la que efectivamente pasó el Servicio Pe nite nciario Fe de ral implicó, por un lado, la construcción de esta blecimientos pe ni tenciarios, y la jerarquización de los mismos por el otr o, c on el fin de graduar la peligrosidad de presos y presas de acuerdo con cri teri os más políticos que sociales. Como los estudios a ce rca de la violencia política no ha n pr oble matizado la cár cel del Estad o ter rorista, perdie ron d e vista tambié n que la mod er nización del siste ma penitenciari o se ajustó a una estrategia al servicio de un idea rio “antisubversivo” que llevó a que esta fuera compatible con la utilización de métod os violentos e n el “tratamie nto” pe nitenciario, a tal punto que uno de los ejes de esta nueva etapa fue la creación de un servicio de inteligenc ia propi o y la formaci ón de su pers onal pe nite nciario con ideas afines a la Doctrina de Seguridad Nacional. Al plantears e reinte rpreta r el incr eme nto del autoritarismo y la represión del Estad o arge ntino a través del estudio de la cárc el, esta tesis ofreci ó otras posibilidades de análisis, partic ularmente en l o que refiere a la relación entr e la violencia estatal y su visibilidad en la sociedad civil. Se trata de un te ma c rucial que si bien cons tituye uno de los puntos claves de la inter pr etación d e la última dictadura militar, es sin e mbarg o, uno de los tópicos me nos es tudiad os por la historiograf ía y otras ciencias sociales que exploraron el pe ríod o. Nuestr o a nálisis plante a que esta te nsión e ntre l o oculto y lo visible constituy ó una dialéctica que el mismo Estado te rr orista alentó y que fue estructurante de la legitimidad c onseguida. La prisión política y el mod o e n que esta se ar ticuló c on otr os aspec tos d e la re pr esión nos per mitier on enlazar la dinámica par ticular de esta institución c on la r elación más general del modus operandi del régime n militar en tor no a l o oculto y l o visible. Sabemos que la cárcel, siguiendo los lineamie ntos de Massimo Pavarini, forma par te del pr oceso históric o de diferenciación - espe cialización 45 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte institucional de las políticas del Estado que a íslan las contradicci ones s ociales en es pacios de enci e rr o velados y s eparad os de la sociedad, r ecluyend o a los sectores ind eseables, sea n estos, pres os comu nes, pres os políticos o l ocos . De este mod o el pod er peni tenciario ejer ce la ejecución de la pe na y r estri nge la movilidad de los pe nados fuera d e la vis ta de lo cotidiano de la sociedad civil. En este sentido, la cárcel misma se torna e n evidencia de la dinámica que el Estado ins tala en cuanto a la visibilidad e invisibilidad de su violencia. Sin emba rgo, el crecie nte afán represivo obse rvable en los pres idios desd e mediados d e los a ños sesenta, y sobr e tod o du rante la última dictadura, r esulta de una pr ofundización d e esa relación entr e lo visible y lo invisible, y de cómo esta se articuló en el modo e n que el Estado ter rorista ejerció su domi nio. E n el marco de es ta estra tegia, las cárceles fueron la cara visible y manifiesta de la represión en un juego e ntre lo que se “debía” ocultar y lo que se “podía” visibilizar en el pleno de la represión. Esta investigación, per meada por los es tudios de gé ner o y de la sexualidad, se propuso demostrar que ambos s on fac tores nodales para a hondar en la comprensión de este proceso, pues si bien la relación entr e la invisibilización y la visibilización de la lógica represiva no es equivalente a la lógica del sistema sex o -gé ne ro, ambas operan con ma rcos similares. Es tos s e entrelazan de manera inex tricable a punto tal que la invisibilización de la cuestiones de gé ner o e n el análisis, obtura la posibilidad de pensar la relación entre lo visible y lo invisible en la tensión e ntre el Estado, su violencia y la sociedad civil. Justame nte , el despliegue de esa pe rspec tiva y de los e nlaces e n los que rever bera ha pe rmi tido en es ta tesis poner en esce na los dispositivos yuxtapuestos que deter minar on que la cárcel política se subdi vidiera entr e la cárcel “vidriera” para las mujeres (Villa Devoto) y la cár cel lejana, oculta y más represiva para los varones (Rawson). Una división que evidencia que los roles de géne ro se e ntrelazan a la vez con lo que se podía ver y lo que se de bía ocu ltar. De este modo, el proceso re pr esivo e stuvo marcad o por cues tiones de géner o que se observan en la evolución del encierr o mismo. Ya señalamos que las cárceles legales no tuvieron por objetivo inicial el exte rmini o que se ensay ó e n los ce ntros clandest inos de d etenci ón, pues se inte ntó transforma r a los/las “subversivos/as” por medio de té cnicas de disciplinamiento rigurosas, reglamentos restric tivos y clasificaciones peni tenciarias. Mas esta política no se mos tr ó del todo ef ectiva, pues presos y presas siguieron def endie ndo su carác ter politizado, lo que llevó al pode r peni tenciario militar a aumentar la coa cción y eliminar progresivame nte todos los derec hos legales de los/as presos/as políticos/as. A partir d e 1976 ya no alcanzó con es ta supresión d e der echos y se empre ndió un plan de des trucci ón de la subjetividad con la finalidad última de desarticular toda oposición política. E n ese proy ecto de desubjetivación se puede obs ervar, tal como he mos analizado, el modo e n que oper ó la represión de lo fe meni no y de l o masculino. A las mujeres presas ya no se intentó resocializarlas en roles d e géner o tradicionales como el de madr es o amas d e casa, como se había practicad o en la larga época de la rege ncia de las monjas 46 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte del Buen Pastor, pe ro sí se pr ete ndió de s maternalizarlas y desfeminizarlas así como patologizar su sexualidad. En el caso de los varones, numer osas accione s del pe rsonal pe nite nciario tuvieron como fin d esmasculinizar y d esvirilizar a los pres os, para desd e allí ahondar en una desubjetivación f ísica, política y moral. Si la destrucción ideológica fue el objetivo “prescripto” del régimen, esto se enlazó “de hec ho” con el siste ma de sexo -géner o nor malizador. Se trató de una pre tensi ón de destrucci ón subjetiva que se manifestó articulada con el at aque al cuerpo físico y a la masculinidad de los presos polític os. De este mod o, tanto e n Rawson como e n Devoto las políticas de destrucci ón de la subjetividad genérica que el régimen practic ó de mane ra oculta en los es pacios de e ncie rr o fueron la contraca ra de lo que las autoridades militares clamaba n en sus discursos públicos. E n ellos pri maba una prédica “ restauracionista” de los roles de gé ner o ac ord e c on una hipoté tica cultura argenti na derivada de la “tradi ción occide ntal y cristiana”. Contradic toriamente, el régimen militar p rod ujo en l os es pacios ocultos una fuerte subversión de los s entidos a tribuidos e n el discurso público al géne ro y a lo sexual. Como hemos se ñalado, el régime n militar desplegó públicamente una retórica de las madres c omo pilares fund amentales de la familia, a la vez que secuestró a los hijos de las mujeres prisioneras e n los campos d e de te nción clandestinos e inte ntó quebrar el lazo filial entr e madres e hijos/as, desmate rnalizando a las presas políticas. La mater nidad fue de est e modo válida solo para aquellas mujeres que no impugnaban el orde n s ocial. Per o para quienes eran disidentes, el Estad o reservaba un a taque directo a su subjetividad, lo cual incluía subvertir las represe ntaciones y prácticas de géner o norma tivas. En el p enal de Rawson, tal como lo de mos tramos, se intentó doblegar a los varones humillándolos por medio del ejercicio de prácticas que de ninguna mane ra fortalecían el sistema normativo de se xo -géne ro sino que, por lo c ontrari o, constituían un desafío mismo a s u existencia. Así, los peni tenciarios subvirtieron sus roles tradicionales y para ello se convirtie ron en pene tradores sexuales o voyeuristas de prácticas sexuales, trastor nand o los se nti dos de s exo -géne ro presc riptos socialmente. La dictadura militar que se presentaba como garante y gendarme de la familia y de los roles de gé ne ro tradicionales, en realidad no hizo más que alterar las reglas de este sistema en los espac ios ocultos o se mi ocultos de la sociedad. El último escalón represivo e n la cárcel prete ndi ó instituir el borramie nto de toda subjetividad políticamente radicalizada utilizando, para ganar en eficacia, una tec nol ogía de dominio soste nida de hec ha en una lógica de ataque al género. Los análisis del género y la sexualidad en las ciencias social es han tendid o a enfatizar s olamente el carác te r e mancipa torio de la subversi ón de roles, identidades, prácticas y re prese nta ciones. Por este motivo, cre emos que estas dimensiones han pasado desa per cibidas para la historiografía, ya que bajo la dictadura militar, la subversión del género y la sexualidad no tuvieron un carácte r liberad or. Esta tesis ha de mostrad o que, por el c ontra rio, se trató de una impor tante he rra mienta que utilizó el régimen para intentar destruir la 47 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte subjetividad, que a la vez tenía por fi n último, d esarticular toda f orma de agencia política. No se tra ta de negar que la desestabilización de una estruc tura sexo-ge né rica opresiva pueda ser efe ctivamente libe radora sino por el contra rio, de subraya r que no todas las impugnaciones a una estr uc tura sexo genérica tiene n en sí mismo un carác ter emanci pador . E n esa di recci ón, cree mos que la dificultad de c onc ebir for mas autoritarias de la desestabilización sex o -gené rica ha consti tuido un obstáculo epistemológico para compre nde r la expe riencia de la última dictadura en este punto. Esta tesis, en consecue ncia, ha pe rmi tido carac terizar al régimen militar más allá de su discurso explícito de r estauración de la opresión sexual y de géner o, recupe rand o c ríticame nte la ambivalencia que la misma dictadur a instaló d e hec ho al respec to. La impor tancia del género y la sexualidad no sólo fue percibida en esta tesis, en tér minos d el análisis del proceso político observado a escala de las prác ticas del Estado, sino que tambié n se indagó con es te marc o ex plicat ivo, la expe riencia del encie rr o de pr esas y pres os políticos. Hemos podido observar que ambos r einter pre tar on e n clave de gé ner o y sexual la política re presiva. Unas y otros resistier on la política de desubjetivación, a veces negociando, otras rec hazando órd enes, reglame ntos y disposiciones carcelarias que minara n su sexualidad. Las madres y/o pad res que es taban d esposeídos d el ejer cicio d e la patria potestad sobr e sus hijos e hijas, con todas las dificultades, hicieron lo imposible pa ra que ese vínculo no desapareciese . Una resistencia que pos teriormente a través de los testi monios y memorias, nos pe rmiti ó evidenciar la ficticia auto repr esentación que la dictadura puso de manifiesto ac erca de la defensa del tradicional sistema sex o -gé ner o. Esta tesis reveló también que las relaciones c onstruidas en la vida política previa al encierr o cumplier on un rol fu ndame ntal e n el dise ño de l os vínculos durante es ta larga etapa. En el caso de las mujeres especialme nte, los lazos de jerarquía política que habían desa r rollado a nte rior me nte e n los espacios de militancia se integra ron en nuevas redes horizontales también políticas. Emper o, en la cárc el sus prácticas atravesar on los límites de las organizaciones particulares reasentados en una e xpe riencia fusionada más am plia. Esta f or ma de estruc turación de las relaciones ayudó a limar las diferencias políticas existentes y l os r oces d e la vida en convivencia, trazand o una ide ntidad feme nina politizada y ente ndida en tér minos colec tivos. Muchos de es tos vínculos se prolongar on e n la socialización posterior que las mujeres, ahora ex presas, e nsayaron fuera de la cárcel. Para los varones, sin e mba rgo, siguieron siendo más impor tantes las relaciones de jerarquía política que cualquier otr o vínculo transversal, aunque cuando s e conv irtier on e n ex presos, logra ron cons truir también una fuerte identidad colec ti va. La cultura car celaria de la prisión política e stuvo condicionada por la disposición del servicio penitenciario d e considerar la cárcel como un frente más de la lucha c o ntra la “subversión”. Esta conside ración c ondujo a presos y presas a poner en práctica estrategias tendie ntes a amor tiguar las embestidas represivas en las que combi naron l os aprendi zajes realizados previamente con los desafíos que imponía el nuevo espacio d e encier ro. De tal suerte he mos podido poner d e manifiesto que las expe rie ncias políticas pre té ritas fuer on 48 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte desplegadas y reactualizadas en el presidio. La cárcel fue conce bida como un frente polític o más y como par te de las conse cuencias de la lucha rev olucionaria. El pr esidio no significó el fin sino el c omie nzo de una política en tér minos de r esistencia, aunque debier on enfr entar la magnitud d e una represión que ex cedía aquello que los mismos militantes ha bían podid o imaginar. Las re prese ntaci ones que los y las militantes manejaba n sobr e c ómo debían se r l os tie mpos d e e ncier ro, les pe rmitie ron s oste ne rse tanto individualmente como cole ctivame nte . En la cárcel se prac ticó un sistema d e dones y contradones prove nientes de la cultura militante, y los lazos de sociabilidad entre pres os/as y familiares de pres os/as fueron tan fuer tes en opor tunidades como lo lazos par entales. El te mple y la multidime nsión de las relaciones construidas contri buyer on a q ue unos y otras madura ran inter namente la larga etapa de e ncierro. Las prác ticas acompasadas de los organismos de de rec hos humanos, l os familiares y los pres os y presas políticos f ueron, junto con la r esistencia obrera, agentes que contribuye ron a la erosión del régimen militar. Es te desgaste, a la vez, se vio di namizado por el arribo a la Argentina de la Comisión I nteramericana de De rec hos H umanos en el año 1979. La historización de estos he chos nos per mitió pr ofundizar en la ecuación e ntr e lo oculto y lo visible, ya que fue a partir de ese momento que se comenz ó a hacer más evidente lo que hasta allí se ha bía inte ntado ocultar. Los pres os y presas políticos apr ovec haron es te impulso para seguir luchando por comba r la vara y conseguir una s erie d e de rec hos en el ámbito pe nite nciario que redundara n pos teriormente e n el te rre no de las libertades. 49 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte EL PROCESO SOCI AL DE CONSA GRAC IÓN DE LA “MEMORI A SOBRE E L T ERRORISMO DE EST ADO” COMO O BJE TO DE POLÍTI CAS PÚBL ICAS ESTA TALES DE DDHH EN LA C IUDA D DE BUENOS AIRES, ARGENTINA Ana Guglielmucci 36 Doc torad o e n An trop ol ogí a Soc i al . F ac u l tad de Fi l osof í a y Le tras. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 1 1 La convocatoria que aquí nos reúne pr ocura r eflexionar sobr e los apor tes de nuestras tesis al análisis teórico y empíric o sobr e el pasado recie nte. A ntes de c ome nta r cuáles son l os apor tes que puede brindar mi trabajo de investigación doc toral sobre el proc eso de c onsagración de la memoria como obje to de políticas públicas de de rec hos huma nos en Buenos Air es, me gustaría referir me a los obstáculos que dificultaron m i investigación e mpí rica y el trabajo de esc ritura. Respec to a la inves tigación e mpírica, uno de los pri ncipales esc ollos fue lidiar con mi propio compromiso polític o -afe ctivo c on el tema estudiado y mi inserción pr ofesional e n pr ogramas de ges tión relaci onad os con la prese rvación y pr omoción de la memoria sobr e el ter rorismo de Es tado. Como antropól oga, una de las cuestiones pr epond erantes consistió e n c ómo construir el distanciamiento nec esario pa ra dar cue nta de l punto de vista de los ac tores involucrados e n el proceso a nalizado, y, al mismo tiempo, ma nte ne r una posición crítica y comprome tida con la pr oducción y circulación de los resultados del tra bajo. Estas dificultades se expresa ron con fuerza en la etapa de la escritura, cuand o vi reflejada en mis tex tos una perspec tiva institucional, que aportaba muc has respuestas ya dadas y muy pocas preguntas nuevas. Luego de varios inte ntos fallidos de escritura, realicé un ejercicio al que denominé “el ex orcismo”. En él me pr opuse describir y analizar las dific ultades metodol ógicas, ligadas a los compromisos personales, a la hora de elabora r registros e tnográficos e n diversas situaciones sociales (actos públicos no gubernamentales y oficiales, reuni ones legislativas, jornadas académicas, etc .) y realizar entrevi stas a integrantes de orga nismos de der echos humanos, organizaciones s ociales, empelados guber name ntales y políticos. A medida que fui elaborand o es ta r eflexión sobr e mi tray ectoria de investigación caí e n cuenta que una de las mayores dificultades derivab a del intento de c onciliar diferentes pe rspectivas respecto a la memoria sobr e el ter rorismo d e Estado e n nuestr o país, a las que caractericé de la siguiente mane ra: militante, profesional y académica . La distinción de estas tres pers pec tivas, heter ogéneas y comple me ntarias entre sí, me condujo a indagar de qué manera diversos actores se ha n aproximado al tema de la memoria y lo han instaurado c omo un pr oble ma social, una meta de trabajo y /o un obje to de investigación. Es decir , mas allá de los deba tes teóricos sobr e el fenómeno del recuerd o y el olvido, me inte resó centrar me e n las represe ntaciones y las pr ácticas de los pr opios actores 36 Dra. Antro pol ogí a, F F y L, U BA. Inv e sti gadora C ONIC E T. 50 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte respe cto al status de la memoria como f or ma de aproximación al pasado en Argentina. E n otras palabras, me enf oqué en d escr ibi r analíticame nte el pr oceso social por el cual la categoría me moria ha sido inscri ta en una serie d e actividades y normas públicas, así como en obras arquitectónicas y urbanísticas en la ciudad de Buenos Aires. Constr ucción del problema de investigació n En mi tesis de licenciatura mi interés s e centr ó e n indagar las represe ntaciones c olectivas sobre la militancia política en organizaciones revolucionarias, entr e inicios de la década del setenta y mediados de la década del ochenta, de un grupo de mujeres ide ntific adas como e x presas políticas de la cárcel de Devoto. Mi objetivo, e n es e momento, era comprobar la existe ncia de me morias discordantes, que circulaban a través de canales de transmisión caracte rizados como privados y que no e ran r e conocidos en e l es pacio público. Durante esa investigación, más allá de constatar la existe ncia de distintos relatos e inter pre taciones históricas sobre la violencia política pasada, una cuestión que llamó mi atenci ón fue la r elativización por pa rte de mis interl ocutora s sobr e su carac te rización c omo ví ctimas (e n ta nto ellas se prese nta ban a sí mismas c omo protagonistas) y sobre la impor tancia social otorgada al acto de “hac er me moria” (pue s muchas de ellas alegaron lo importa nte que e ra el poder olvidar ). En aquella oca sión, si bien sus obse rvaciones me per mitier on c omplejizar las diferentes inter pre taciones sobr e el pasado re ciente, no per caté que la pr opia noci ón d e memoria no tie ne el mismo s entido ni sta tus para todos. Más adel ante, esto me condujo a des tacar que la incor poración de la ca tegoría “ memori a sobre el te rr orismo d e Es tado”, como obje to d e políticas públicas estatales pa ra refe rirse al pasado, supone un pr oceso s ocial previo de pr oducción y r econocimiento c omo “pr oble ma social de tod os los argentinos” y ob jeto de interés pú blico. Para la tesis de doctorado, e ntonces, e n conti nuidad con mis inquietudes como inves tigadora, mi inte rés se volcó a ex plorar las características que ha asumido este pr oces o social de pr oducción e implementación de la categ oría “memoria sobre el ter rorismo de Estado” como el modo adecuado de referir nos a la violencia pasada a través de su incorporaci ón c omo objeto de políticas públicas estatales de DD.HH . Este cambio de f oco e n el análisis, se pr ofundizó con mi incor poración como té cnica en la Dirección Ge neral de Dere chos Humanos del Gobierno de la Ciudad. Ello me pe rmiti ó accede r a otra dimensión de estudio ligada a los proc esos polític o -ins titucionales de pr oducción de “políticas de memoria” y la construc ción s ocial de ma rcos normativos que suponían cier ta homoge nei zación y hege monización s obre cómo dar cuenta de dete rminad os hec hos pasa dos. La partici pación e n la DGDH me per mitió observar de qué manera, a través del trabajo de difere ntes actores (ac tivistas de DD.HH., familiare s de dete nidos -d esapare cidos, sobrevivientes , funcionarios y legisladores), la categoría “me moria sobre el terr oris mo de Estado” come nzó a ser inc or porada en distintos pr oyec tos, leyes y progra mas del Gobier no de la Ciudad Autónoma de Bue nos Aires, ce remon ias oficiales y ar tefactos c onme morativos en el espacio público ur bano (c omo la c ons trucci ón d e monumentos y muse os o 51 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte espacios para la me moria). Es te tra bajo c onj unto i mplicó la inte racción e ntre actores con tray ectorias y pe rspec tivas diversas, y la creac ión de dispositivos y ámbitos de gestión política espe cíficos. A pa rtir de esta observación, mi inte rés se volcó a analizar, no tanto las disputas entre me morias o los usos político instrume ntales del pasado, sino más bien el pr oceso s ocial de pr oducción e impleme ntaci ón de la categoría “memoria sobr e el terr orismo de Estad o” como obje to de políticas públicas estatales de DD.H H. Lo que me interes ó fue examina r c ómo son c ons truidos e impleme ntad os socialmente los “marc os estata les de la memoria”. Si acept amos como premisa que la vivencia común de un acontecimie nto no deviene necesariamente en “me moria colec tiva”, sino que para que ello tenga lugar es necesari o que existan actores y nor mas espe cíficos (home najes, conme moraciones, ritos, esc ritos autobiográf icos, d ocumentos, etc.), que guíen la forma y contenido de lo rec orda ble; e ntonces, pa ra que poda mos hablar d e “memoria colec tiva” no sólo tie ne que habe r e xperie ncias vividas en común, es pre ciso que se de un proceso de homoge neización y, cabría agregar, de hegemonización de la diversidad de los recuerd os pe rsonales. Pues, la “memoria colectiva” no existe e n sí, sino que - como ya han subrayad o numer osos inves tigadores - es produc to de un pr oces o social. Ac tualmente, nuevos tra bajos de investigación se est án a boca ndo a analizar los proc esos sociales y políticos que atraviesan las principal es iniciativas públicas en materia de memoria cole ctiva sobre la violencia de los setenta en nuestr o país. Con mi tesis he aspirado a colaborar en es ta línea de estudios. Objetivo s e hipótesis de la tesis En tér minos ge nerales, me aboqué a analizar el pr oceso social de institucionalización de una categoría definid a para referirse a la “violencia política de los se te nta”, y su c onsagración estatal a través d e su incor pora ción en leyes, ce remonias y a rtefac tos conmemor ativos per durables e n el es pacio público de la Ciudad de Buenos Aires. En prime r lugar, con el pr opósito de dar cuenta de este pr oces o, describí analíticamente quiénes y de qué mane ra participa ron en el posicionamiento de la categ oría me moria como un pr oblema social y en su institucionalización c omo objeto de políticas públicas de DD.HH. e n el ámbito del Gobie rno de la Ciudad, considerand o un perí odo temporal que abarca, desde mediados de la década del noventa , hasta fines de la década del 2000. En segundo lugar, me enfoqué en el estudio del proc eso de consagración estatal de la categoría “memoria sobre el ter r orismo de Es tado” en el espacio público, a través del a nálisis de una serie de c eremonias oficiales y la creación de artefactos c onme morativos perdura bles e n el es pacio público, como los “Espacios para la M emoria” cread os e n los lugares donde funciona ron los C CD “ESMA” y “Olimpo”. Inicialmente, mis hipótesis de trabajo par tí an del presupues to de la importa ncia de la memoria como fenómeno social y de las disputas por impone r sentidos sobr e el pasado desd e el presente c omo obje to de estudio primordial. Sin e mbargo, el análisis de cómo la categoría “me moria” fue elaborada e i ncorporada c omo obje to d e polí ticas públicas esta tales nos 52 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte per mitió a mpliar nuestras preguntas iniciales y considerar , e n cambio, de qué mane ra ella fue valorizada socialmente en sí misma. Más allá de relevar los sentidos que distintos actores s ociales le asignan al pasado, en tér minos de memoria versus memoria, come nzamos a interesar nos e ntonc es en el propio estatus social de la categoría memoria y los se ntidos atribuidos a ella como valor social y objeto de políticas públicas . Núcleos temáticos de la tesis En pri mer lugar, para dar cuenta del pr oce so social de activación e incor poración institucional de la categoría “memoria sobre el ter rorismo de Estado” como obje to de políticas esta tales realice una caracterización d e los pr otagonistas del proceso social estudiado, s us principales ac tividades en pos de un obje tivo común, las cree ncias y valores que sustenta n estas actividades, las modalidades que asume la interacción con otros ac tores (estudiosos s obre memoria, políticos, funci onari os y téc nicos ), y cómo fuer on dand o forma - a trav és de dichos vínculos inter pe rsonales - al tejido institucional y norma tivo que delinea los marcos estatales de la memoria sobre la violencia política de los setenta. Respec to a los ac tores ca racterizados c omo activistas de la mem oria (vinculados al movimiento de d ere chos huma nos), des cribimos de qué ma nera y en qué contexto, algunos de ellos identificaron y divulgaron la existencia de un amplio inter és social por “ mantener viva la memoria” (ca racte rizado c omo un “tiempo óptimo pa ra la me moria”) y lo ar tic ularon c on la nec esidad de f or mar nuevas organizaciones no gube rnamentales (Buena M emoria y memoria Abier ta) enf ocadas en la creación de pr oy ectos públicos tendie ntes a “preservar y promove r la memoria s obre el ter rorismo de Estad o” e n la ciudad de Buenos Aires (c omo el Parque de la Memoria, el Monumento a todos los desa parecid os y asesinados del país, y el Museo de la Me moria pensad o pa ra los ex C CD Olimpo y ESMA ). E n este sentido, fue releva nte el modo e n que presentar on este inter és social como un f enóme no focalizado en la expe riencia del ter rorismo de Estad o, intrínseca mente relaci onad o con la “lucha contra la impunidad” liderada por l os organismos de DD.HH., que dema ndaba “nuevas formas de justicia para las víctimas” frente a los pr oye ctos de olvido y a mnistía pr opiciados e n ese mome nto desde el Gobie rno Nacional. Este registro nos per mitió a nalizar la fundamentación elaborada por es tos actores, que apelar on a distintos argumentos: desd e aquellos que hicieron hincapié en los sentimie ntos pers onales d e qu ienes los encara ron y el interés político -afectivo de agruparse en pos de impulsar un “homenaje a los compa ñer os desaparecid os”, hasta los que elaboran argumentos más impers onales sustentad os e n la caracterización de una se rie de factores s ociales favorabl es a la elaboración de iniciativas tendie ntes a “for mar la concie ncia histórica de la ciudadanía”. A conti nuación, a nalizamos la articulación social entre ac tivistas de DD.HH. y ac tores que ope ran con la ca tegoría “memoria” tomá ndola c omo “objeto de es tu dio”, más que c omo u n fin que orie nta el sentido de su actividad político-militante. Nos inte resamos en las modalidades que asumió la interac ción e ntre activistas y estudiosos, y las posibles re per cusiones sobre las 53 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte conceptualizaciones de la categoría “mem oria ” en sus respectivos dominios de compe tencia - sea académica, política, militante, pr ofesional. Nos ce ntramos en estudiar de qué mane ra y e n base a qué condic iones ope ra el re conocimiento d e la competencia de cada uno de ellos en cier tos dominios d e ac tividad que, en un princi pio, son tomados c omo “pr opi os”, y la posibilidad o no de que esta compe tencia sea rec onocida e n un d omi nio conside rado “ajeno”. Asimismo, relevamos el mod o e n que las considera cione s de los estudios os acer ca de la categoría “me mo ria” y su posible uso como “valor” y “fin” en sí mismo, generalme nte te nsionan el contenido y la for ma que los ac tivistas le atribuye n para referi rse a deter minados aconteci mientos pasados y viceversa, fortalecie nd o muc has veces las fronteras exi stentes e n tre ellos d e un mod o definido o volviéndolas porosas en cier tas oca siones. Otro eje de nuestras preocupaciones radicó en analizar el proceso de obje tivación de la categ oría memoria e n un amplio corpus d e normas, y la creación de organismos guber name ntales y programas enfocados e n preservar y pr omover la me moria sobre el ter rorismo de Estad o. A lo largo de este pr oceso, nume ros os activistas de DD.HH. se incor poraron a la estructura político -adminis trativa del Estado e n tanto a gentes acredi tados para ocupa rs e de su definición y plasmaci ón e n obras mate riales de gran e nvergadura. C on relación a ello nos inte resamos en dar cue nta de la modalidad de ocupación de los nuevos ca rgos públicos por pers onas con trayec torias par ticulares y analizamos los valores d estac ados por los pr opios actores refe ridos a las cualidades personales para acced er y per mane cer en los nuevos carg os, ya sea como funciona rios pú blicos o ser empleados en estos nuevos organismos y pr ogramas de DD.HH . (c ompr omis o militantes, capacidad té cnica y el establecimie nto d e r elaciones de confianza sustentadas e n el tra bajo c onjunto). En es te sentido, identificamos l o que cad a grupo de ac tores (ac tivistas, políticos, e mpleados guber name ntales ) e ntie nde por preservar y pr omover la memoria a través de sus actividades específicas, tanto presc ritas como eje rcidas (ya sea como par te de su desempeño como funcionario o e mplead o publico, su militancia política en un organismo d e DD.HH., o su formaci ón téc nico pr ofesional) y c ómo fue configurándose el c ontenid o n or mativo y perf or mativo de la memoria institucionalmente c onvocada a través de distintos progra mas gubernamentales. Un segundo eje de análisis desarrollado en esta tesis se centró e n la puesta e n re pr esentación pú blica de la categor ía memoria a través de una serie de cere monias oficiales, como los eventos or ganizados por r eprese ntantes del Poder Ejecutivo Nacional y me tr opolitano, y la consolidación de ar tefactos conme morativos e n el es pacio ur bano de la Ciudad de Buenos Ai res, caracte rizados y tipificados como “espacios pa ra la memoria”. Es decir, analizamos de qué mane ra las repre sentaciones pr oducidas por los activistas de DD.HH. y políticos sobre el pasado s on impuestas efectivame nte s obre otr os grupos a través de su puesta en esce na. Nos centramos en una serie de eventos vinculados a un proy ecto en pa rticular: la creación de un “Espacio para la Me moria” en el predi o donde funcionó el C CD “ESMA”. El a nálisis de este tipo d e eve ntos nos per mitió a nalizar la capacidad de distintos actores de producir e im pone r r epr esentaciones (r eglas, valores, 54 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte conceptos , ex pr esiones simbólicas) ace rca de qué rec orda r y qué olvidar respe cto a un períod o histórico específ ico carac terizado por fuer tes enfre ntamientos políticos e ntre varios sec tores sociales y sobre cómo se debe rían res olver c onflictos políticos vigentes . A su vez, exploramos el modo en que la puesta e n es cena de la “voluntad política” de r ecordar el pasad o como “memoria del ter rorismo de Estad o”, es conjugada con una serie de dispositivos y actos parlame ntari os, a par tir de los cuales esta categ oría es tensionada y, fi nalmente, inscri ta legítimame nte, a través de la votaci ón d e una Ley. A continuación, nos inte resó a nalizar el sustrato mate rial involucrado e n el pr oces o social de c onsagración pública de la c ategoría “me moria del ter rorismo d e Estad o”, con el fin de ate nder , entr e otras cosas, a su clasificación y eficacia práctica. Sobr e tod o porque, en tanto el sustra to mate rial generalmente sobrevive físicamente a los eventos con los que están relacionad os, tie nde n a ser pe rcibidas como par te intríns eca de acontecimie ntos pasados. Es tas cualidades les confiere n un pode r ambiguo a los obje tos pues, los obje tos funciona n simultáneame nte como signos y símbol os, al traer una parte del pasado al presente , pe ro ta mbié n ca rgar e ter nas reinter pre taciones simbólicas. Primer o, realizamos una carac terización c ompara tiva de los pr oces os sociales de marcación de los ex CC D “ESMA ” y “Olimpo” como lugares a ser “recuperad os” como “sitios de memoria”, y c ómo se fueron confo rma ndo los órganos políticos e ncargad os de defi nir qué ha cer e n ellos. Respe cto al pr oc eso de “marcación” en tanto “sitios de memoria”, analizamos las diferentes modalidades de pr otesta realizadas por a ctivistas y otr os ac tores, para manifestar públicame nt e la r elevancia de los e x CCD, ide ntificados y valorados como “patrimonio cultural de tod os los arge ntinos” y “testimonio material para la justicia”. Analizamos la constitución d e una red d e actor es mutuame nte rec onocidos como l os protagonistas d e la re c u peración de cada uno de es tos lugares, y cómo fuer on inc or porados (con ciertas condiciones) e n tanto represe ntantes legitimados para integra r unida des de ges tión, c readas de ntro de la estructura político -administrativa del Gobie rno, c on la finalidad de def inir el destino de cada uno de los predios en tanto “e spacios para la memoria”. Luego, nos ocupamos de analizar el trabajo r ealizado por los integrantes de cada uno de l os organismos de gesti ón política en l os “espacios para la memoria” identificados c omo “ESMA” y “Olimpo”. En prime r lugar, distinguimos los principales ejes d e de bates en tor no a qué hac er en estos lugares, como el que gira entor no a la prese rvación o r econstrucción de los edificios (si es adecuado volver a construirse las celdas o, al cont ra rio, de be n destacarse las huellas de su existe ncia y las acciones llevadas a cabo para ocultarlas), o la definición d el relato histór ico sobre el lugar (que implica definir cómo ex plicar lo sucedido, desde dónd e comenzar el relato, qué tipo de infor mación se ría primordial para elaborarl o y trans mitirlo, etc .). Ello nos ha per mitido re tomar l os dilemas e n torno a la autoridad na rrativa a la hora de inscribir relatos “sobr e” tales lugares, así como visualizar los puentes de sentido (conce ptuales, cognitivos y pragmáticos) entre pasado, pr esente y futuro construidos a través de ellos. 55 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Por último, el análisis del caleidoscopi o de actividades pr oye ctado y desarrollado por cada uno de los orga nismos de gestión, según las diferentes resoluciones a las que fuer on llegando, nos permiti ó delinear las limitaciones puestas en juego sobre lo que puede o no hacerse e n cada sitio, y lo que efectivame nte se ha n plasmado hasta ahora. E n síntesis, analizamos cómo cada uno de es tos gru pos ha ido delineando una or ganización y mar cación simbólica particular de cada lugar en tanto “espacio pa r a la memoria”, al mismo tiempo que desde el Gobierno Nacional y Metr opolitano se va configurando una red institucional que procura integrarlos y homoge nizar ciertas represe ntaciones e n torn o a cómo dar cuenta de los pr ofund os enfr enta mientos que atravesaron a la sociedad argentina e ntre las dé cadas del sese nta y oc he nta, f ocalizadas en la expe riencia d el te rr orismo d e Es tado. Sin duda, estas d efiniciones prove en – más allá de cier tos fac tore s comunes - repr esentaci ones acer ca del pasado, pautadas por las relaciones establecidas por los actores que participan en los distintos es pacios de discusión y toma de d ecisiones, per o no deja de estar vinculada con el sustrato material par ticular que las informa. Principales apor tes 1. Un primer des cubrimie nto al que llegué a partir de mi trabajo etnográfico, consiste en que si bie n hoy e n d ía se rec onoce al movimiento de DD.HH. (en su totalidad) como activador de la memoria, la incorporaci ón de esta ca tegoría como obje to d e nor mas, cere monias y artefac tos conme morativos públic os con partici pación esta tal no fue u n objetivo compar tido desde un inicio y de mod o unívoc o por todas las organizaciones de DD.HH. Para algunas de ellas, “preservar y pr omover la memoria” consistía en un recurso polític o- militante supe ditado a la demanda de “Ve rdad y Justicia” hacia el Estado Nacional. 2. A través de nuestro trabajo r elevamos y analizamos el dinamismo de las relaciones, alianzas, negociaciones y c onflictos entre ac tivistas de DD.HH. en pos de “pr eservar y promove r la memoria sobre el te rr orismo de estado”. E n este sentido, el surgimiento de nuevas entidad es al interior del movimiento de DD.HH. , c omo Buena Me moria y Memoria Abier ta, que c onte mplar on este obje tivo como un eje c entral de su tra bajo, fue un eleme nto clave que permiti ó nuclear a otros organismos de DD.HH. en torno a la realización de proyec tos conme morativos c on par ticipación c onjunta d el Gobier no d e la Ciudad (como los del Monume nto y el Museo de la Memo ria). 3. El análisis de una serie de actividades conjuntas entr e activistas, especialistas y estudios os nos per mitió, a su vez, distinguir diferentes pers pec tivas sobre la noción de “memor ia” y relativizar los sentidos domina ntes asociad os a ella por cada uno de estos actores e n deter minados contex tos de actividades. 4. Relevamos y analizamos, de qué manera e ntre fines de la década del nove nta y mediados de la década del 2000, a través de la c reación de divers os organismos guber namentales enf ocad os e n su prese rvación y pr omoción (CP M, DGDH , SS DH, IEM ), la categoría “memoria sobre el te rr orismo de Estad o” fue instituida como obje to de políticas públicas de derechos humanos dentr o del organigrama del Gobier no de la Ciudad. Simultáneamente, algunos 56 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte activistas de DD.HH. fue ron inc or porados a la estructura política y té cnic o administrativa del gobier no c omo funci onarios, empleados y gestores encargados d e dirigir e imple mentar su institucionalización pública. Y, sobr e tod o, c ómo l os organismos de DD.H H. fueron r ec onocidos como represe ntantes d e la sociedad civil en aquellos organismos de gesti ón política de iniciativas conmemora tivas constituyé nd ose, entonces, c omo inte rlocutor es legítimos entre “Sociedad” y “Estado”. 5. El reconocimie nto social dado a la categ oría “memoria sobre el ter rorismo de estado” adquirió otro ma tiz cuando fue inc or porado en el domini o del Gobierno Nacional, a través de una serie de cer emonias oficiales de gran trascend encia pública (como el ac to d el 24 de ma rzo en la “ESMA”) y la impleme ntaci ón de un c onjunto d e pr oyec tos unificados a l o largo del país, (como la c reación del “Día Nacional de la Me moria” y la creaci ón d e “Espacios para la Memoria”), instalando e n la escena pública el modo adecuado de referirs e a la “violencia política de los s ete nta”. Paulatinamente, la “me moria sobr e el ter rorismo de Es tado”, fue consagrada en el es pacio público como u n compone nte clave de una política estatal sobre DD.HH. El análisis de este pr oceso de produc ción e imple mentación d e la categoría “memoria ” como obje to de políticas públicas de DD. HH, nos per mitió obse rvar, paradójicame nte, que a medida que se ha ido ampliado su rec onocimie nto estatal, el de bate e n tor no a su sentido se ha ido localizando e n de te rminad os actores y de ter minad os lugares. Al mi smo tie mpo que los ac tivistas de DD.HH. se constituye ron c omo los ac tores le gitimados para garantizar la impleme ntaci ón d e proyec tos c onme morativos de gran e nvergadura (c omo el “Parque de la Memoria” y el “Monume nto a las víctimas del terrorismo d e Estado” , o los “Espacios para la Memoria” de la “ESMA” y el “Olimpo”), estos pr oye ctos se constituy er on como dispositivos que res paldan las concepciones de memoria de es tos ac tores, al consagrarse como lo lugares de “memoria auténtica”. Por último, a lo largo de esta tesis analizamos cómo divers os actores han pr ocurado instaurar u na política de monumentos y “espacios para la memoria”, procurand o c ons olidar c onc epci one s comunes que nos indiquen una forma validada de re cordar. En este pr oceso de cr eación de es paci os memoriales, los monume ntos y me moriales propagan la ilusión de una memoria común. Sin duda, la construcción del “Monu mento a las víctimas del ter rorismo de es tado” y la (re)funcionalización de algunos ex CCD c omo “Espacios para la memoria” cons tituye n p ilares para inscribir cier to tipo de marc os sociales a partir de los cuales interpretar públicamente la “violencia política de los s ete nta” y exponer la exis tencia de cier tas conce pciones comunes pa ra la convivencia en la actualidad (como los valor es de moc rátic os y la doctrina de l os der echos humanos). Per o, más allá de esta generalización, nada nos indica: ¿Qué es lo que pauta la r elación e ntre “sitio” y “me moria”?, ¿Cuáles son los procesos y circuns tancias que dete rmi nan que un lugar y no otro sea re conoc id o públicamente como “sitio de me moria” o “patrimonio”? ¿Cuáles son los factores que dan a una es truc tura inerte el poder de c ons truir o evocar re prese ntaciones ace rca de un pasad o e impa rtir lecciones para el 57 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte futuro? En este sentido, l os proc esos s ociale s de marcaci ón d e algunos CC D como “espaci os para la memoria”, los rituale s públicos y el caleidos copio de actividades asociados a ellos y plasmados sobre ellos, han constituido fac tor es fundamentales para que dete rminad os lugares sean rec onocidos c omo “patrimonio cultural de tod os los argentinos ”. No obstante, queda abier ta la preguntas sobre cuáles son los alcances d e e sta política pública sustentada a través de las actividades de deter minados a ctores y esta red de relaciones inter pe rsonales y el tejido i nstitucional urdido a partir de ellas. 58 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte NI BURÓCRATAS NI CRUZA DOS: M I LITARE S ARGE NTI NOS. MEMORIAS CASTRE NSES SOBRE LA RE PRESIÓNS C ASTRE NSES SOBRE LA REPRESIÓN Valentina Sa lvi Doc torad o e n C i e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad E stadu al de C ampi nas. Añ o de de f e nsa: 2 00 8 La tesis aborda las memorias militares sobre la represión en A rgentina, más específicamente, las memorias del ejército, buscand o rec onoce r las diferencias entr e las narrativas de la institución, de los oficiales retirados que fueron c ontemporáneos de la represión y de los grupos civiles cercanos estos últimos, así como se ñalar las posiciones relativas y conflictos que atraviesan y conf or man a esta comunidad de me moria. Se aborda la memoria oficial del ejército, es to es, el relato pú blico que la ins titución muestra a la sociedad, las memorias de los oficiales retirad os que fuer on conte mporá ne os de la re presión y que, en el caso de esta inves tigación, en su mayoría par ticipar on en el Opera tivo I nde pend encia en Tucumán entr e 1 975 y 1978 y las memorias de los familiares y amigos de oficiales muertos durante la década del 70‟ que se agrupan tras la consigna “Memoria Completa”. El objetivo general de la investigación es identificar cuáles y cómo son no sólo los sentidos y r eprese ntaciones que tanto el ejé r cito como los oficiales retirad os actualizan y elaboran para evocar y justificar la así llamada “lucha contra la subversión”, sino tambié n las prácticas c onme morativas que escenifican junto a las familias y a las organizaciones civiles de “Memoria Completa” para homenajear a los oficiales “muertos por la subversión”. Las memorias castre nses sobr e la re pr esión res ponde n tanto a la continuidad de una matriz nar rativa sobr e el pasado r eciente que refuerza la auto -valoración del ejército como una c omunidad mor al difere nciada de la sociedad civil, como a las transfor maciones e innovaciones que le van pe rmitie ndo a la insti tución y a sus hombres posicionars e fre nte al fortale cimiento d e la me moria de los desaparecid os y al discurso de los organismos de Derec hos H umanos. C on el inter és de ate nder al devenir te mporal d e es tas memorias desde los prime ros años d e la transición de mocrática hasta el inic io de l os juicios por crímenes de lesa humanidad, uno de los inte rr ogantes que anima esta investigación es cómo se articulan cambi o y c ontinuidad en la me moria u na insti tución –y de l os oficiales que fueron c onte mporá neos de los he chos -para los cuales el pasado es una fuente de legitimidad e identidad, pe ro que al mismo tiempo s on ené rgicamente cues tionad os por una s ocied ad que le exige respuestas por los críme nes cometid os. Ahora bien, pa ra dar cuenta del problema de las continuidades y rupturas en las me morias del ejérci to y de los cuadros en situación de reti ro, la tesis se pr opone indagar en el vínculo que estas memor ias estable cen no sólo con el pasado que buscan rememorar sino c on el horizonte de futur o al que se di rigen sus legados. Pasado y futuro se super pone n a quí bajo la forma de te nde ncias a la elaboración (a travesamiento) o la actuación (re pe tición c ompulsiva) de los sentidos de un pasado autoritario y violento que tiene al ejército y a sus hombres como uno de sus principales respons ables. De mod o tal que recorda r 59 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte el pasado recie nte implica para la institución y para la generación de oficiales retirad os que fue ron c onte mporá neos de la represión asumir o evadir las responsabilidades morales, jurídicas y políticas sobre la desaparición de pers onas c ons truye nd o argume ntos justificatori os y tambié n es tra tegias políticas para c ontr olar y vigilar la transmisión de sen tidos a las nuevas generaciones. Por último, esta tesis se plantea indagar cómo la “lucha contra la subversión”, en tanto que práctica y discurso, incide a la vez que se reapropia de las significaciones morales de las oficiales del ejército y de la doctri na y prác ticas castre nses, así como de sus valores, tradiciones y sentimientos. Pa ra ello, busca i nvestigar las relaciones entre moralidad, memoria e ide ntidad, pres tand o princi pal ate nción a lo que une a los oficiales, a lo que los obligó o conve nció actu ar d e uno u otro modo, a l os pa tr ones de normalidad que organizan su sociabilidad, a lo que per miten o pr ohíben implícita o explícitame nte sus códigos comunes, a los crite rios de bie n y de mal que dete nta n, e n fin, a los se ntid os y prácticas que estimulan y justifican a la violencia. La investigación se bas ó en u n tra bajo de campo que reunió diversas fuentes. E ntre 2004 y 2007, realicé una serie de entr evistas no directivas a oficiales retirad os que participa ron e n el Ope r ativo I ndepend encia e n Tucumán ent re 1975 y 1978 e hice obse rvaciones e n d os ámbitos: por un lado, e n los “actos de home naje” a los camaradas “mue r tos por la subversión” que los oficiales retirad os y las familias realizaron entre 2004 y 2006 en clubes militares e iglesias castrenses; y por otro lado, en los actos pú blicos que las organizaciones cívico - militares c elebraron en plazas de la ciudad de Buenos Aires (2006 -2007) con el pr opósito de compr end er las significaciones y prese ncias del pasado que los oficiales retirad os y los grupos civi les cons truye n, esce nifican y trans mite n. Además , la informaci ón relevada en las entrevistas y en la observación fue cruzada con los datos obte nidos a partir de fuentes prima rias y secundarias: cade nas de mails, revistas, libr os, páginas webs, discursos, pa nfletos, c omunicaci ones , manuales, docu mentos oficiales e infor mes de inteligencia de la DIPBA, etc. La tesis r econstruye la memoria ins tituciona l de la fuerza desde 1983 hasta la gestión del gene ral Bendini, ide ntific ando sus líneas de continuidad y sus rupturas con el discurso del régimen militar y las negociaciones y conflictos que mantiene n con el relato d e los organismos d e de rec hos humanos. A parti r de la posición asumida en el Documento Final de la Junta Militar sobre la Guerra contra la Subversión y el T errorismo en 1983, la tesis avanza analiza el Mensaje al País del general Martín Balza en 1995, la consigna de Memoria Completa promovida por el general R icardo B rinzoni e n el 2000 y la política de des -instituci onalización de la memoria de la “lucha contra la subversión” implementada por el general Rober to B endini desde 2003. Entre las continuidades se destaca una narrativa aglutinante y hege mónica que perseve ra e n la me moria institucional en l os tr es primer os ciclos a nalizados. Es la que concibe la par ticipación del ejé rcito e n actividades represivas como una acción de guerra en la que se defendió a la patria de la “amenaza terr orista”. Esta na rrativa se va desa rticulando durante la gestión de Be ndini por un 60 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte argumento más inespe cífico que va diluyend o la noción de “guerra” y la figura de la “subversión”. La propuesta de re conciliación naci onal como alte rnativa a la acción de la Justicia es una constante e n el discurso del ejército hasta la aceptaci ón o al me nos la no resistencia de la gestión de Be ndi ni a los juicios por críme nes de lesa humanidad llevados adelante por la justicia federal desde 2006. Así mismo, la tesis se conce ntra en la centralidad que adquirió la noción de “Memoria Completa” pr opiciada por el general Brinz oni y su recuperaci ón de la “teoría de los demonios”. Esta tarea de historización de las reconfiguraciones de las memorias de la “lucha contra la subversión” se ex tiend e también a las memorias colec tivas de los oficiales retirad os. Las memorias de los oficiales que fueron pa rte de la represión sufre n un giro significativo, luego de las declaraciones d el capi tán Adolfo S cilingo y del e x -suboficial del ejército Víctor I báñez y del mensaje d el jefe del ejérci to, gene ral Martí n Balza, quedan sin chance de prese ntars e ante la opini ón pú blica como los “salvadores de la patria de la amenaza marxista”. El preside nte del Círculo Militar (1994 -2002) y ex-jefe del I I cue rpo de ejérci to y ministr o de planeamie nto del régime n militar, el general (R) Ramón Díaz Bessone, que dirigió la publicación In Memorian (1998) sentó las bases pa ra un giro de la me moria de los cuadr os hacia la f igura de las “víctimas militares” que resulta central en la construcción de la consigna “Memoria Comple ta”. La tesis muestra ta mbié n que, si bien la na rra tiva sobre los “muer tos por la subversión” tiene su soporte estructurante en la actividad propagandista de apoy o al régime n militar e ntre 1976 y 1979 (Lor enz, 2005) y e n las misas que conv ocaba Familiares y Amigos d e Muertos por la Subversión (FAMUS) dura nte los prime ros años de democ racia a pr opósito de las causas judiciales a ex represores y al informe sobr e la desapa rición de pers onas d e la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CO NA DEP), se fue modificand o en los últimos 25 años. Mie ntras FAMUS sos tenía u na evocación de l os muer tos en clave de sacrificio que se acercaba más a la figura castrense del caído y del hér oe que a la de la víctima traumatizada, las agrupaciones de familiares y civiles que se aglutinan tras la consigna de “M emoria Comple ta” reivi ndican las figuras del mayor Argentino del Valle Larrabure y el tenie nte c or onel J orge Ibarzábal, quienes fue ron murier on luego de perma nec er s ecuestrad os, en espejo c on la figura del detenido -desapar ecido. A par tir de la indagación de las prácticas conme morativas y en las represe ntaciones sobr e el pasado recie nte d e las agrupaciones de familiares y civiles que se agrupan tras la consigna de “Memoria C ompleta”, la tesis indaga en el uso público de los símbolos, figuras y lenguajes provenientes, por un lado, de los organismos de Der echos Humanos ; y por otr o lado, de la ideología y de la historia nacional, que estas agrupaciones hac en para difundir y trans mitir su na rrativa sobre el pasado reci ente. A través de u na me moria especular y reac tiva que al mismo ti empo se refleja y se c ontrapone a la memoria de los desapar ecidos, es tas agrupaciones buscan posicionarse c omo un nuevo ac tor e n el esce nario de la me moria, poner e n cuesti ón la legitimidad de los organismos de Der ec hos Humanos, divulgar y popularizar sus reivindicaciones y d ema ndas y avanzar en la política por la “rec onciliación nacional”. De allí que en su retórica se mezclen las represe ntaci ones que 61 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte hicieron posible la criminilización de las fuerzas armadas con la resignificación de las consignas que die ron se ntid o a la lucha de los organismos de der ec hos humanos, “Memoria, Verdad y Justicia”, así como se articulan las tradiciones militares del má rtir he roic o c on la nar rativa humanitaria forjada para de nunciar los crímenes de la dictadura e n la construcci ón de la figura de las “víctimas del ter rorismo”. A par tir del análisis e inte rpretaci ón de l os r elatos e n pri mera pe rsona d e oficiales retirados del ejército que participa ron en el Ope rativo Independe ncia en la pr ovincia de Tucumán e ntre 1975 y 1978 obte nidos por medi o de entrevistas, la tesis busca dar cuenta de las formas de c ompresión, visión y expr esión de la pr opia vida que produce la generación de oficiales que fue conte mporá nea de la represión. El relato de l os oficiales re tirados s e apoya e n imágenes y eventos c ohere ntes con las gestas militares y patrióticas a par tir de la memoria de los “elegidos” que les per mite una cohe rencia nar rativa tanto para el individuo como pa ra el grupo a pa r tir de un relato que des taca el “heroís mo”, la “c onvicción”, e l “compromiso”, el “orgullo”. Se tra ta de un relato que conse rva la imagen d e sí y las estructuras de se ntimie nto que conf or man la subjetividad del “comba tiente” y que se escenifican en l os “actos de home naje” a los cama radas “muertos por la subversión”. P er o tambié n se perfilan, e n sus memorias, sentidos, inte r pre taciones, se ntimie ntos sobre episodios de viole ncia que, si bien son cuidadosamente evitad os durante los “actos de home naje”, reme moran la atmósfera de “miedo” y “paranoia” que ha sido fre cuenteme nte re tratada por la me moria pública de la “lucha contra la subversión”, sino ta mbié n los se ntimie ntos de “furia”, “bronca”, “odio” y “revancha” que son cuidadosame nte evitados en la imagen he roica, patriótica y de sacrificio que los oficiales retirados bu scan mostrar públicamente. Por último, la tesis muestra que la “reconciliación na cional” sostie ne que la violencia es el resultado del enfrentamiento entr e “dos band os”, las “fuerzas legales” y los “terr oristas”. Con es te cliché, que fue re pr oducido en l o s prime ros años de la democracia por la “teoría de los dos demonios”, se sostiene que en la A rgentina hu bo d os males, que resultan igualables y equiparables. Sin embargo, la re conciliación ya no se f or mula como un “arrepe nti miento doble” que deben pronunci ar los r esponsables de “cada band o” sino como un “perd ón mu tuo”. La “M emoria Completa” se presenta en el escena rio d e la me moria of recie ndo la “mano a bierta” a “sus agresores” y renunciando a la venganza por las afrentas y humillaciones que padecieron los “muertos por la subversión”. Esto se simboli za como un acto r enunciamiento que vuelve a los oficiales procesados y condenados ta mbié n acreed ores del perd ón por los actos atr oces que cometier on. 62 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte VIOLENCIA POLÍTICA Y TERRITORIO. REPENSANDO LOS CONTORNOS TEMPORALES Y TERRITORIALES DE LA MEMORIA A LA LUZ DEL JUARISMO EN SANTIAGO DEL ESTERO. María Celeste Schnyder* Doc torad o e n C i e nc i a P ol í ti c a. F ac u l tad de Ci e nc i a P ol í ti c a y Re l ac i one s Inte rnac i onal e s. U ni v e rsi dad Nac i onal de Rosari o. Año de de fe nsa: 2 0 1 1 La investigación social así como la construcción de memoria sobre la violencia política en Argentina ha tendido a centrarse en torno al periodo del autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional que diera lugar a la última dictadura militar, y en las características que asumió el terrorismo de Estado y la lucha armada en los grandes centros urbanos 37. Esta tendencia, que fuera predominante en los años 80`y 90`, ha venido constriñendo la posibilidad de que fueran incorporadas a la agenda de investigación las especificidades en los procesos de articulación de la violencia política en el nivel sub-nacional38. Inclusive las políticas de la memoria39 de la violencia política promovidas desde el nivel nacional, que siguen teniendo como eje fundamental al periodo dictatorial, aun permanecen impermeables a la incorporación de las memorias locales40. La prevalencia de las coordenadas témporo-espaciales nacionales en la interpretación de la violencia política, ha opacado los actores y líneas de conflicto locales intervinientes en su producción en el nivel subnacional. En ese sentido, parte de hallazgos de mi tesis de doctorado41 presentados en esta ponencia echan luz sobre las singularidades en el proceso represivo en Santiago del Estero y aportan a una Li c e nc i ada e n Soc i ol ogí a (U NSE ). D oc tora e n C i e nc i a P ol í tic a (U NR). I nte grante de l proy ec to de i nv e sti gaci ón “P ol í ti c a y c iu dadaní a e n Santi ago de l E ste ro” c on se de e n e l Inst i tu to de E stu di os para e l De sarrol l o Soc i al (INDE S) . F ac u l tad de Hu mani dade s, C i e nci as Soc i ale s y de l a Salu d. U ni v e rsi dad Naci onal de Santi ago del E ste ro. Di re c ci ón e l ec tróni c a: ce l e ste sc hny de r@ gmai l .c om 37 E sta te nde nc i a q u e fu e parti cu l arme nte marc ada e n l os añ os 8 0 ` y 9 0 ` c ome nzó a se r de saf i ada e n l a pri me ra dé c ada de l pre se nte sigl o a parti r de l a probl e mati zac i ón de l l l amado pasado r eci ent e. Al re spe c to, Obe rti y P i ttal u ga (20 0 6 ) q u e e l pasado re c ie nte c ompre nde más q u e l os año s de l a di c ta du ra e i nc o rporan a l o s a ños 6 0 ` y l os añ os de l a dé c ada de l 7 0 ´pre v i os al Gol pe Mi l i tar de 1 9 7 6 . E n e se se nti do, Rabot ni k of (2 0 0 7 ) ha se ñal ado q u e e l ll amado p asado re c i e nte se c ompone de u na ac u mu l ac i ón de di sti ntas “c apas de te mporal i dad” (e l pasado i nme di ato de l a transi c i ón; e l pasado ante ri or a l a di c tadu ra, el pasado más l e j ano) q u e f ue ron hom oge ne i zados baj o l a noc i ón de pasado v i ol e nto para marc ar u na ru ptu ra c on e l pre se nte de moc ráti c o qu e apu ntal ó al c ambi o de régi me n pol í ti c o. P ara ampl i ar c onsu l tar F ranc o Mari na y Le v í n F l ore nc i a (C omps .), 2 0 0 7 , Hi st or i a Reci ent e. Per spe ct i vas y desafí os par a un campo en const r ucci ón, Bu e nos Ai re s: P ai dós. 38 Ve r e n De l P i no P o nc i ano y Je l i n E l i zabe th (C om ps. ), 2 0 0 3 , L uch as lo cal es, comuni dades e i dent i dades, N º6 C ol e cc i ón Me morias de l a Re pre si ón, Madri d: Si gl o Ve i nti u no se analizan los procesos de construcción de memorias en comunidades locales, ver en particular Da Si l v a C ate l a, Lu dmi l a “Apagón e n e l Inge ni o, e sc rac he e n e l Mu se o. Te nsi one s y di spu ta s e nt re me mori as l oc a l e s y me mori as of i c i ale s e n tor no a u n e pi sodi o de re pre si ón”. v e r si hay e sc ri tos sobre córdoba , Tu c u mán 39 E nte nde mos a l as polí t i cas de la m emor i a e n e l se nti do se ñal ado por Ra bot ni k of (2 0 0 7 ) a l as f ormas de ge sti onar e l pasado q u e c ompre nde n me di das de ju sti c i a re troac ti v a, j u i ci os hi st óri c o -pol í ti c os, i nstau rac i ón de c onme m orac i one s, f e c has y l u gare s, apropi ac i one s si mból i c as de di sti nto ti po. 40 Los j u i c i os a l o s re pre sore s q u e se e stán de sarrol l ando e n di sti nta s prov i nc i as e stá n c ontri bu y e ndo a v i s i bi l i zar l as e spec i fi c i dade s de los proc e sos re pre si v os. 41 La te si s se ti tu l a P ol í tic a y v i ol e nci a e n l a De moc rac i a Arge nti na. La * 63 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte problematización de los contornos temporales y territoriales que delimitan a la memoria sobre la violencia política en Argentina. 1. La construcción de memoria frente a las singularidades de la represión en el nivel sub-nacional. Es sabido que las memorias, lejos de constituir una construcción de significado unívoca, son en sí mismas diversas y heterogéneas. Cuando señalamos que la construcción de memoria sobre la violencia política ha relegado las especificidades presentes en el nivel sub-nacional buscamos plantear, más que la idea de memorias en conflicto señalada por Nora, la existencia de una constelación de memorias comunitarias sobre la violencia política (Del Pino y Jelin, 2003). No se trata del conflicto entre una memoria oficial y contra-memorias construidas en torno a un mismo acontecimiento, sino de reconocer la diversidad memorias locales en torno a diferentes acontecimientos y/o conflictos constitutivos de la violencia política en sus comunidades. Si bien es cierto que “no hay memorias al margen de las relaciones sociales y de los conflictos inscriptos en estas relaciones” (Oberti y Pittaluga, 2006:30); tampoco hay construcción de memoria al margen de una “territorialidad sentida” (Del Pino y Jelin, 2003) 42. De modo que la diversidad de memorias no solo reside en la presencia de distintos actores que las articulan, sino también en la presencia de líneas de conflictos y luchas ancladas en el territorio. Es en este “marco de luchas locales más antiguas y más amplias” donde se inscriben y cobran sentidos los conflictos y violencias que reconocen su epicentro en el “centro” del país (Del Pino y Jelin, 2003:4). Es en este marco donde queremos inscribir algunos de los hallazgos de nuestra investigación referida a los usos de violencia institucional dentro de las prácticas políticas de un régimen político sub-nacional. En el siguiente apartado expondremos brevemente el planteo de la tesis para luego avanzar hacia algunos hallazgos que pueden aportar al debate sobre la gestión simbólica de las memorias sobre la violencia política en la Argentina. 1.1. La violencia política y el Juarismo en Santiago del Estero. La tesis analizó la relación entre política y violencia en democracia y la contrastó con los usos y sentidos particulares de la violencia institucional presentes en las prácticas políticas del Juarismo en Santiago del Estero entre 1995 y 2004. El sentido que el pensamiento democrático-liberal, construido en la segunda mitad de SXX, por el cual la violencia se opone a la política democrática ha supuesto que ésta no fuera tenida en cuenta en los análisis en torno a la democracia. Esa concepción de la política, básicamente edificada en la búsqueda de consenso, ha descuidado el análisis de la violencia como uno de los componentes de las relaciones de poder. En esta dirección, los estudios relativos a los problemas de democratización en el nivel sub-nacional quedaron subsumidos en las categorías producidas para de moc rati zac i ón su b -nac i onal a l a l u z de l as prác ti c as parti dari as y l os u sos de l a pol i c í a du rante e l Ju ari smo e n Santi ago de l E ste ro. Te si s pre se ntada e l 1 4 /0 6 /20 1 1 e n e l Doc torado e n C i e nc i a P ol í tic a de l a F acu l tad de C i e nci a P olí ti c a y Rel ac i one s Inte rnac i onal e s de l a U ni v e rsi dad Nac i onal de Rosari o. E n proc e so de ev al u ac i ón. 42 C on l a noc i ón de t er r i t or i ali dad sent i da l os au tore s de si gnan a l a c one xi ón e xi s te nte e ntre e l lug ar , c omo mani f e stac i ón de l a e xpe rie nc i a y e l se nti do, y l as pr áct i cas soci ales . “C ompu e sto por e pi s odi os de hi s tori as v i tal e s si tu ados e n u n e spac i o c on di me nsi one s ge ográf i c as (re al e s, i magi nadas o u t ópi c as), l a c omu ni dad c o nstru i da e i magi nada e s u na u ni dad soc i oe spac i al c on u na du rac i ón hi st óri c a re l ati v ame nte l arga, u na c ate gorí a soc i al y c u l tu ral qu e i nc orpora u na di me nsi ón c ol e c ti v a e xpl í ci ta, q ue re pre se nta l as prác ti c as i nsti tu c i onal e s se di me ntadas ” . De l P i no y Je li n, 2 0 0 3 , Op. C i t, pág: 3 . 64 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte pensar el régimen político nacional, y estuvieron centrados en aspectos clásicos de la sociología política como el liderazgo o el carisma de los gobernantes o el funcionamiento del régimen político. El caso santiagueño indica que las prácticas de violencia institucional han sido uno de los elementos que contribuyeron a estructurar el lazo político. Por eso sostenemos que el funcionamiento del régimen político democrático no excluye que actores políticos y policiales puedan articular, a través del Estado, prácticas de violencia que desafían la legalidad y la legitimidad. Entre las principales prácticas de violencia institucional observadas en el periodo, podemos mencionar aquellas relacionadas a la vigilancia y el disciplinamiento político. Vinculamos dichas prácticas, en primer lugar, con el poder de policía del Estado sobre la sociedad civil. Desde una perspectiva foucaultiana, este poder policial designa un conjunto de prerrogativas que le permiten al Estado limitar las libertades públicas y derechos individuales en función del resguardo del orden público. Este conjunto de prerrogativas encarnan en las leyes orgánicas de la policía (Tiscornia, 2004), las cuales fueron sancionadas, en la mayoría de los casos, al calor de la expansión por América del Sur de la Doctrina de Seguridad Nacional y en el marco del proceso nacional de militarización de las fuerzas de seguridad. En el caso del Juarismo analizamos la Ley Orgánica de la Policía de Santiago del Estero Nº 4793 de 1979, en particular en lo referente a las funciones de su órgano de inteligencia: el Departamento de Informaciones Policiales (DIP) / D-2. Como en otras provincias, el D-2 es una de las burocracias vinculadas con la violencia política en Santiago del Estero en los prolegómenos y durante la última dictadura militar. La vigencia de estas facultades durante el periodo post-dictatorial43 ha favorecido la permanencia, no sin conflictos, de esta burocracia policial y algunos de sus funcionarios. Esto ha delineado que esta herramienta institucional diseñada para la vigilancia y el disciplinamiento político, estuviera disponible para los sucesivos gobiernos surgidos de los procesos electorales democráticos. En este marco es que, en segundo lugar, abordamos el papel desempeñado por el PJ-Juarista, uno de los partidos que ejerció la mayoría de los gobiernos desde la recuperación de la democracia, en relación a la burocracia estatal y, en particular, la policía. En ese sentido el análisis de la categoría nativa “trabajo político” permitió iluminar las tareas como el sistema de recompensas a la participación dentro del juarismo. Así, encontramos que el “trabajo político” de los militantes fue con frecuencia recompensado por el PJ-Juarista a través de designaciones y ascensos en la administración pública. Este mecanismo supuso en el periodo estudiado un proceso de partidización de la burocracia estatal y de la institución policial en particular, dando lugar a un proceso de desprofesionalización y a la discrecionalidad en la práctica policial. Como corolario de ese proceso remarcamos la formación de vínculos informales y ocultos entre la policía y dirigentes del PJ-Juarista, especialmente de la Juventud Peronista y la Rama Femenina, que componen una zona gris en la política contemporánea (Auyero, 2007). Esos vínculos informales posibilitaron el uso partidario del DIP para ejercer vigilancia y disciplinamiento político al interior de sus redes partidarias y sobre la sociedad civil. A los fines de esta presentación interesa destacar que la violencia institucional observada en el periodo estudiado44 se encuentra vinculada con la formación de dicha zona gris en la política Me nc i onar al gu nas de e stas f ac u l tade s Las prác ti c as de v i ol e nci a i nsti tu c i onal asu mi e ron c arac te rí sti c as di fe re nci al e s e n re l ac i ón a l os “oposi tore s” y a l os “trai dore s”. E n e l pri me r c aso, e l DIP ha te ni do u na parti c i pac i ón pre ponde rante a trav é s de i nte rv e nc i one s ori e ntadas a de sarti c ul ar l a mov i l i zaci ón y /o l a mani f e stac i ón de aqu el l as organi zac i one s pol í ti c as y soc i al e s c u y as de mandas y re i v i ndi c ac i one s l as c ol oc aban e n o posi c i ón al Ju ari smo . Ide nti f i c amos l a pre se nc i a de prác ti c as c omo “apri e te s”, se gui mi e ntos e i nte l i ge nc i a, ame nazas de mu e rte sobre re f e re nte s de l as organi zac i one s. E n e l se gu ndo c aso, l as 43 44 65 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte santiagueña y con la vigencia de un poder policial estatal configurado durante los gobiernos militares de la provincia en función de una representación autoritaria del orden público. El estudio de la conformación del poder policial del Estado santiagueño con el objetivo de control de la llamada “delincuencia subversiva”, puso de relieve la participación en dicho proceso de dirigentes de la Democracia Cristiana (DC)45, partido a cargo de la intervención militar entre 1971-1973, y de Carlos Juárez46, gobernador electo entre 1973-1976. Estos actores expresan líneas de conflicto locales sobre las que se instaló posteriormente la violencia dictatorial. En el siguiente apartado exponemos algunas especificidades en el proceso represivo provincial que consideramos pueden aportar al debate sobre la gestión simbólica de las memorias sobre la violencia política en la Argentina. 1.2. Hacia una descentralización de la construcción de la memoria sobre la violencia política. Uno de los resultados de la tesis que consideramos puede aportar a la discusión sobre las memorias sociales radica en que las singularidades observadas en el proceso represivo en la provincia problematizan los contornos temporales y territoriales que delimitan a la memoria sobre la violencia política en Argentina. Si bien el DIP fue creado en 1971 en el marco de un proceso nacional de militarización de las fuerzas de seguridad para el combate de la “delincuencia subversiva”, la alianza entre el interventor militar Jensen, un importante referente de la DC, y el gobernador Juárez electo en la apertura democrática de 1973 posibilitó la consolidación de un dispositivo montado para la vigilancia y disciplinamiento político 47. Durante el interregno democrático previo a la instalación de la última dictadura, el D-2 realizó 45 detenciones ilegales y produjo la desaparición de 14 santiagueños entre 1975 y marzo de 197648. Organismos de derechos humanos de la provincia han sanc i one s e ran di f e re nc i adas de ac ue rdo al rango parti dari o . A sí c omo e l “trabaj o pol í ti c o” de l os m i l i tante s de base s ol í a se r re c ompe nsado a trav é s de de si gnac i one s y asc e nsos e n l a admi ni strac i ón pú bl i c a, l as sanc i one s se c onc re taron a trav é s de de gradac i one s e n e l e sc al af ón admi ni strati v o, trasl ado s a zo nas de sf av orabl e s , c e santí as y e xone rac i one s. E ste ti p o de sa nc i on e s se i nsc ri bi e ron e n l a di me nsi ó n moral dado q u e su poní a e l de spoj o de l os me di os de su bsi ste nc i a e c onómi c a, e l de sarrai go, e l ai sl ami e nto. E n e l ni v e l di ri ge nc i al se apl i c aron sa nc i one s di ri gi das a de spoj ar de l os atri bu to s q u e su ste nt ab an l a ac u mu l ac i ón de c api tal pol í ti c o. Aq u í di sti ngu i mos u na gradi e nte de sanc i one s qu e c ulmi naban c o n l a “mu e rte pol í tic a” de u n di ri ge nte ac u sado de “trai dor”. E n e se se nti do, i de nti f i c amos e l ai sl ami e nto (e l “f re eze r”), l a e sti gmati zac i ón y l a j u dic i a li zac i ón. 45 E l l ec tor de be te ne r e n cu e nta q ue l a Igle si a C atól i c a c onsti tu y e u no de l os f ac tore s de pode r más i mporta nte s de l a prov i nc i a. C abe se ñal ar q u e de l a De moc rac i a C ri sti ana su rgi e ron hom bre s i m port ante s de l a e c ono mí a, c u l tu ra y l a p ol í ti c a l oc a l , e ntre e ll os e l propi o C arl os Ju áre z. 46 E l Ju ari smo e je rci ó se i s mandatos, de l os c u al e s c i nc o f ue ron de l C au di l l o: 19 4 9 1 9 5 2 , 19 7 3 -19 7 6 , 19 8 3 -19 8 7 , 1 9 9 5 -1 9 9 9 , 1 9 99 -20 0 1 . Su e sposa, “Ni n a” Aragoné s e j e rc i ó e l ú l ti mo mandato de sde e l año2 0 0 2 hasta l a Inte rv e nc i ón F e de ral a l a prov i nc i a e n marzo de 2 0 0 4 c omo c onse c u e nc i a de l a prote sta s oc i al por l o s c rí me ne s de l a Dárse na. 47 Du rante e l se gu ndo manda to c ons ti tu c i onal de Ju áre z e l D -2 f u e rati f ic ado e n su s f u nc i one s, e l e je cu ti v o promov i ó e l e ntre nami e nt o y adi e strami e nto de al gu nos de su s of i c i ale s e n l a E scu el a de Gue rra del Ej é rc i to de Bu e nos Ai re s. 48 E xpe di e nte de l a magac au sa ju di ci al 90 0 2 /0 3 abie rto por l a Se c re tarí a de De rec hos Hu manos de l a Nac i ón e n e l Ju zgado Fe de ral de Santi ago de l E ste ro. 66 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte señalado que “11 de los 14 desaparecidos (…) eran peronistas opositores a Juárez” 49. Esto sugiere que existió un doble eje articulador de la violencia política en la provincia: a) la lucha contrarevolucionaria iniciada con el Operativo Independencia en Tucumán y extendida a todo el país por los decretos 2270/75 y 2272/75 del Consejo de Seguridad Interior; b) el enfrentamiento al interior del peronismo provincial entre el juarismo y los sectores peronistas anti-juaristas. Este doble eje de articulación de la violencia se tradujo a nivel de la estructura represiva: el Ejército atendió a la lucha antisubversiva y la policía provincial al conflicto local50. Esta coexistencia de ejes de conflicto indica que el advenimiento de la violencia de la dictadura tuvo como telón de fondo la violencia política articulada por los actores locales. Durante la dictadura militar, el D-2 quedó subordinado a las órdenes del Comandante del Tercer Cuerpo del Ejército con asiento en Córdoba Luciano Benjamín Menéndez, y al Jefe de la Quinta Brigada del Ejército de Tucumán General Domingo Bussi. El Jefe del DIP, Antonio Musa Azar, fue ratificado en funciones y ascendido a Comisario General y el grupo de tareas del D-2 fue incorporado a las actividades represivas del Batallón de Ingenieros de Combate 141. Con la apertura del proceso de transición democrática en la década del ochenta, el foco de la investigación de la CONADEP y de los juicios se centró en los crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad durante la dictadura. La participación de las policías provinciales en el terrorismo de Estado quedó en un cono de sombras. En el caso santiagueño, este proceso opacó la participación de la policía provincial en la articulación de la violencia política durante el segundo juarismo 51. Esta situación ha favorecido a la permanencia, sin reformas tendientes a su democratización, de una burocracia policial ligada a la violencia política. Esta permanencia se tradujo, en la década del noventa, en la designación de represores en funciones de seguridad y las actividades de espionaje político que se materializaron en el archivo del D-2 allanado en diciembre de 2003. Esta permanencia ha sentado un contexto político adverso a la articulación de las memorias sobre la violencia política vinculada con el juarismo. El caso del juarismo llama a complejizar los ejes en torno a los cuales está construida la memoria sobre la violencia política, la que permanece centrada en las características de la represión dictatorial en las grandes ciudades. Los conflictos y enfrentamientos entre los actores locales constituyen el sustrato sobre el cual pudo apuntalarse la violencia dictatorial. Abrirnos a la idea de que existe una diversidad de memorias sobre la violencia política a partir de las singularidades de los E ntre v i sta al Dr. Ante nor F e rre y ra, AP DH f i li al Santi ago de l E ste ro, pu bl i c ada e n P ági na 1 2 , 2 5 /06 /2 00 8 . 50 “se produ j o u n a di v i si ón e n l as ac ti v i dade s re pr e si v as de l a su bv e rsi ón c u mpl i das por l as f u e rzas de se gu ri dad l e gal e s y e l marc o de l a le gali dad: por u n a parte , e l gobe rnador Ju áre z, e l Mi ni stro de Go bi e rno, R ob i n Z ai e k , l a e sposa de l gobe rnado r Sra. Mari na de Ju áre z, Mari no, Ni s y f u nc i onari os de l a j e rarq u í a de l a P ol i cí a de l a prov i nc i a, re pri mí an l a ac ti v i dad su bv e rsi v a mo ti v ados por e l c u mpl i mi e nto d e l a l e y y f u ndame ntal me nte porq u e al se r j u sti c i ali stas se op oní an a c u al q ui e r otra i de ol ogí a. Y e l otro e sc al ón de re pre si ón de l as ac ti v i dade s su bv e rsi v as l o c onsti tu í an l a gu arni c i ón mi l i tar de Santi ago de l E ste ro y el c omi sari o ge ne ral Mu sa Azar, j ef e de l a of i c i na de nomi nada Si de , donde l a si tu ac i ón i de ológi c a no te ní a pe so y su de se mpe ño e staba re gi do p or u n c o nc e pto de pr of e si onal i da d”. Te sti moni o de u n e x age nte de i nte l i ge nci a, Ju an Ve l asc o. La de c l arac i ón c orre sponde al e xpe di e nte sobre l a de sapa ri c i ón de Robe rto Horac i o Bugatti e n Las P i rq u i tas, prov i nc i a de C atamarc a, pu bl i c ado e n DANDAN, Al e j andra, (e t al ) 2 0 0 4 , Op. C i t, pág.: 1 5 6 -1 5 7 51 Los se c u e stros y de sapari ci one s produ c i das e ntre 1 97 3 y 19 7 6 sól o pu di e ron se r de nu nc i adas a f i ne s de l año 2 0 0 3 e n e l marc o de l a prote st a s oc i al por e l do bl e c ri me n de l a Dárse na y l as re pe rc u si one s j u di ci al es de l c aso so bre e l Ju ari smo p or e l q u e l a prov i nc i a fu e i nte rv e ni da a f i ne s de marzo de 20 0 4 . 49 67 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte procesos represivos provinciales, es abrirnos a la posibilidad de “descentralizar” las interpretaciones sobre el pasado, qué se recuerda y cómo se recuerda. 68 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Mesa 3. Los medios de comunicación y las construcciones de sentido sobre el pasado ENTRE LA ACEP TAC IÓN Y E L DISTA NC IAMI ENTO : ACT ITUDE S SOCIAL ES, POS ICIO NAM IENTOS Y MEMORI A DE LA EXPERIENCIA JUDÍA DURA NTE LA ÚLTIM A DICT ADURA MIL ITAR (1973 -2007) Emmanuel Nicolás Kahan Doc torad o e n Hi stori a. F ac u l tad de Hu mani dades y C ie nc i as de l a E du c aci ón. U ni v e rsi dad Naci onal de La P l ata. Año de def e nsa: 2 0 1 1 Resumen de la tesis Durante el períod o que abarcó esta in v estigación tuvo lugar el autodenomi nado P roceso de R eorganización Nacional. La dictadura militar que clausuró la aper tura de mocrática iniciada en 1973 desplegó una política d e vigilancia, persecución y extermi no sobr e individuos social y políticamente activos, aunque también sobre aquellos que eran sospec hos os de serlo. Si bien esta situación de asec hanza se extendía a la población e n su conjunto, los testimoni os de las víctimas y los inf or mes re alizados por la CI DH (Comisión Interamericana de Derec hos Hum anos ) y la CONADEP (C omisión Nacional sobr e la Desaparición de Pe rsonas) des tacar on que para los “judíos” detenidos en los centr os clandestinos de dete nción se inte nsificó la acción repr esiva y criminal del Estado autori tario. Como c ontra par tida de es ta si tuación c oac tiva por par te del Estad o nacional, una e xte ndida red i nstitucional de la “comunidad judía” argentina desarrolló u na diversa gama de actividades. La pr opuesta d e la tesis fue indagar acerca de c ómo se d esarr ollaron estas actividades y en qué me dida aquella red de instituciones se posicionó f rente al r égimen militar. I nte nta ndo, a su vez, analizar la relación entre la cara cte rización de un ex te ndido antisemitismo desplegado dura nte la r epresión ilegal y las pr ácticas y re prese ntaciones que las instituciones de la “comunidad judía” pr od ujeron fre nte a este problema. Particularmente la investigación analizó las organizaciones ce ntralizadoras de la actividad comunitaria judía en A rgentina - la DAIA, AMIA , el I CUF, entr e otras- y diversas publicaciones “comu nitarias” - Mundo Israelita, Nueva Sión, Tiempo, La Luz, Plural y Nueva Presen cia . No obstante, a esta red de carác ter local se sumaron una serie de organizaciones “judías” inter nacionales: el American Jewish Comittee (A JC ), la Anti - Difamation League de B´ nei B´ri th (A DL), el Ame rican Distri bution Joint, y la Agencia Judía (AJ) d e Israel. Aunq ue estas tuvieron un alto impac to en las denuncias sobre las violaciones a los derec hos huma nos que aconte cían en A rgentina, sus acusaciones ace rca del carácte r “ antisemita” del régime n dictatorial produjer on, en algunas ocasiones, el enfre nta miento c on las entidades locales. La inves tigación abord ó, a su vez, las tensiones entre es tas entidades i nte rnaci onales y las organizaciones locales de la “comu nidad judía” 69 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte en torno de las r eprese ntaciones ac erca d el carácte r “antise mita” de la política represiva. La prese nte investigación buscó pr ofundizar los análisis de las actitudes y posicionamientos sociales que tuvieron lugar fre nte a la dictadura militar. Utiliz ando marc os c once ptuales que refie re n al problema de la a ceptación y el distanciamiento durante los regíme nes totalita rios europeos , nuestro proyec to pre te ndió inves tigar la diversidad de res pues tas que pr odujo la “comunidad judía” durante el períod o estud iado. De esta forma, además, pudimos avanzar en la perspectiva de rec ons truir un paisaje más global de las actitudes y posicionamientos que tuvieron las institucione s y organismos d e la “comunidad judía” que, hasta el momento, no habían sido abordadas. La hipótesis gene ral de la investigación sostiene que en el seno de las organizaciones judías se pudo obs ervar una gama de actitudes y posicionamientos f re nte a la dictadura militar que van del con senso y la adaptación a la disidencia y oposición . No obsta nt e, estas ac titudes de pe ndier on d e aspectos político-ide ológicos de cada una d e las organizaciones analizadas como de la expe riencia sensible d e aquellos años y , es pecialmente, del propio desgaste de la legitimidad inicial en tor no del cual se estructuró el consenso d e los prime ros años de la dictadura. El registr o d ocume ntal de las diversas instituciones y organismos de la “comunidad judía” fueron abordad os d esde marc os conce ptuales utilizados para el estudio del consenso y la oposición en re gímenes totalitarios europe os (el fascismo, el nazismo y el franquismo). Es tos análisis abrieron el mar co analítico pa ra la inte rpre tación y el d eba te en torno d e las categ orías de coacción , consen so, op osición , r esist encia , adaptación, distanciamiento . Estas categorías nos sirvier on para poner e n inter relación las políticas de Es tado des tinadas a generar consenso en la sociedad civil y las formas de rece pción que es tas tuvieron e ntre los d estinata rios. Par ticularmente, indagar en las diversas actitudes y posicionamientos que individuos, instituciones y organismos de la “comunidad judía” tuvieron fre nte a las políticas de consenso y coa cción dispuestas por el régimen militar. ¿Cual es el apor te que realiza la tesi s a los deba tes teóricos y/o empíricos relativos al análisi s del pasa do reciente, la gestión insti tucional y/o simbólica de las memorias sociales? En prime r lugar debe ría señalarse que entr e los aportes que r ealiza la investigación se encue ntra el de haber puesto en suspens o el relato c ristalizado en torno de la conducta y ex perie ncia de la “comunidad judía” durante la última dictadura militar. Este relato, que tuvo su origen en el tempra no testimoni o de Jacobo Time rma n 52, soste nía dos fuertes aseveraciones. La prime ra e ra que el régime n dic tatorial poseía un mar ca do carácter a ntise mita. La pri me ra e di c i ón de Pr i si oner wi th out a name, ce l l wi t h o ut a number (Pr eso si n nombr e, celda si n númer o) f u e l anzada e n E stados U ni dos d e Amé ri c a e l 2 1 de may o de 1 9 81 y c au só u na e norme pol é mi c a. Si bi e n no f u e u n gran é xi to c ome rc i al , te rmi nó de c onsagrar a Ti me rman c om o u n c am pe ón de l os de re c hos hu mano s. Au nq u e su pri me ra e di c i ón e n e spañol e s bas tante p os te ri or - e n n ov i e mbre de 1 98 2 El C i d E di tor di stri bu y ó u na c opi a “pi rata” -, l a re pe rc u sión e n Arge nti na re su l tó te mprana. 52 70 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte La segunda cuestionaba a l os dirigentes de la DA IA por su acti tud cond esce ndiente para con la dictadura pese al antisemitismo impera nte . Si bie n el testimonio de Timer man de be c ompr end erse a través de su expe riencia pers onal en c ond ición de “dete nido” y en el contex to situacional en el que se gestó su “liberación” - revalorizando la efec tividad instrume ntal que su palabra tuvo en la denuncia inter nacional del régimen -, el problema es que sus conside raciones se tra nsfor mar on e n un cano n pa ra pe nsar el pr oble ma. Es decir, d esde e ntonces cada investigación sobre la “comu nidad judía” en la dictadura militar venía a confirmar lo que Jacobo Time rma n había denunciado. Sin emba rgo, el relevamie nto pormenorizado de un conjunto divers o de fuentes y la realización d e algunas entrevistas pe rmitie ron matizar el juicio de Timer man. Para seguir el orde n de l os tópi cos sos tenid os por quien fuera director de La Opinión , pres entare mos una síntesis de los “hallazgos” empíric os y conce ptuales de la invest igación. En prime r lugar - y de carácte r polémico - la tesis sostiene que no se puede cara cte rizar a la dictadura militar como “antisemita”. No porque no haya habido reg istro d e actos de a ntisemi tismo durante aquellos años, sino porque sus registros se circu nsc ribe n mayoritariame nte al orde n de lo clandesti no: l os CCD. No obstante, en el ámbito público l os mie mbr os de la Junta Militar c omo sus Ministros se mostrar on re ceptivos de las denuncias que prese ntara la DAI A a lo largo del períod o y ac tivos pr omotore s de políticas y definiciones pú blicas que condena ban el actuar de organizacione s que podían ser consideradas “nazis” - sobre todo e n c omparación con el período inmediatame nte anteri or (1973 -1976)-. Si bien el “antisemitismo” exis tió e n el orde n de lo clandestinoámbito e n el que ninguna organización de la sociedad civil pudo ingresar para alivianar el sufrimiento de los “dete nidos” -, en el á mbito público el régimen dictatorial se c omportó may or me nte c omo u n cel oso guardián d el funcionamie nto de la vida in stitucional “judía”. El segundo tópico resulta un poc o más c omplejo. La acusación de Jacobo Ti mer man sos te nía que la dirigencia de la DAIA había tenido una actitud cómplice pa ra con la dictadura al no inte rced er fr ente a los atr opellos antisemitas qu e tenían lugar durante el pe ríod o - en par ticular en los CC D. E n prime r lugar, la aseveración no era del todo ci erta: la DA IA denu nció cada acto público de antisemitismo que tuvo lugar durante el perí odo. Si es ver dad que la DAIA hizo poc o fre nte a la “dete nción -desa parición” de j óvenes que tenían algún vínculo con lo judío. Pe ro, al menos pa ra los primer os tie mpos, es o fue una actitud ex te ndida. Incluso quienes luego serán c onve rtid os en adalides de la denuncia por violación a los de rec hos hu manos, c omo mue s tra el capítulo dos de la tesis, fuer on condesce ndie ntes con el objetivo de la lucha antisubversiva, negar on el carác ter “antisemita” del PRN y/o no dijeron nada sobr e la dete nción-d esaparición de pers onas. (Esto incluye al rabino Mars hall Mayer, el pe riodista Her man Sc hiller y al propi o Jacobo Timer man). En es te s entido, la tesis intenta r ec omponer , al menos e n su segund o capítulo, las formas en que los diversos actores manifes taron grados de aceptaci ón y conse nso con el régimen dicta torial. Al menos con su faceta “orde nadora” d e la vida social y, e n c onse cuencia, re pr esiva. Por el contrario, el capítulo quinto muestra c ómo, por qué y en qué for mas los actor es 71 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte comie nzan a tomar distancia del régimen dictatorial al iniciarse la década del 80´. Un dato que no es menor - y que tiene que ver con c ómo se c ons truye ron pos teriormente las “me morias” acerca de lo a ctuado por la “comunidad judía” durante la dictadura militar, te mas de los capí tulos seis y siete de la tesis - fue rec onoce r que la cuesti ón de l os “der ec hos humanos” ocu pó tardíamente u n lugar central: en 1983 y con más ahínco en 1984. Programá ticame nte el ca pítulo cuar to es el más arriesgado. El mism o aborda l os diversos r egistros d e vida normalizada en un c ontex to signado por el estado de ex cep ción . Las nociones de “normalidad” y “florecimie nto” de la vida institucional judía se transformar on en un tópico ce ntral de las caracte rizaciones que desd e la dirigencia de la “comunidad judía” se efectuar on para dar cuenta de c ómo se ha bía desarroll ado la cotidia neidad durante la dictadura militar. ¿Por qué debe ría sor pre nde rnos las categorías de “florecimiento” y/o “normalidad” del funcionamiento de la vida institucional judía durante el contexto dictatorial? ¿Acaso sería cor rec to se ñalar los registr os de vida “normalizada” en un contexto signado por el estado de excepción ? Si los estudios sobre la dictadura se han centrado en ex plicar el carácter represivo del régime n, no sería un pr oble ma menor compre nder c ómo es que un actor - supuestame nte sensible a la implem entación de las políticas perse cutorias - pud o desar rollar una vida pública sin sentirse ame nazado. Quizás, incluso, ayude a c ompre nde r por qué para la dirigencia judía no cons tituyó la desaparici ón de “individuos de origen judío” un te ma central o por qué ni siquiera afectó la dinámica de la vida institucional. Pues, en contras te c on las te nsiones que caracte rizaron la “vida judía” en durante el terc er gobie rno pe ronista, la vida ins titucional durante el perí odo dictatorial “floreció” de f or ma tal como no h abía r egistr o en la memoria próxi ma de los actores. No obstante, el relevamiento d ocume ntal permite pr oponer una hipótesis aún más polémica: el desar rollo d e ciertas actividades bajo los marc os de las instituciones “judías” brindaron un hálito de segurid ad e, incluso, de libertad a i ndividuos que corrían riesgos al hacer esas mismas actividades en otros ámbitos. Liliana Hecker se ñala, en una entrevista realizada por María Matilde Ollier, que durante la dictadura e mpe zó a dar talleres [lite rarios ] e n el Teatr o IFT, “que e ra de izquierda”: “Era impresionante la ca ntidad de gente que venía y ahí surge n l os taller es c omo fe nómeno, porque e n la dic tadura funcionan como pequeños ámbitos d e liber tad donde se podía leer y , por ejemplo, se podía hablar de Freud, qu e afuera estaba pr ohi bido”. 53 El Teatro IFT , ubicad o e n el ba rrio del O nce, no s ólo e ra d e izquierda, sino que per te necía al ICUF: el Idisher Folks Teater (T eatr o Popular Judío) era un teatr o de izquierda pertene ciente a la “comunidad judía”. Como en el ca so de Hecker, el análisis del material documenta l nos per mitió e ncontrar nos c on diversas voces que, pr ovenientes d e la universidad, el periodismo, la ec onomía Ol li e r, M. M., De l a Rev ol u ci ón Arge nti na a la de moc rac i a. C ambi os pri v ados, pú bl i c os y pol í ti c os de l a i zq u ie rda arge ti na., Bu e nos Ai re s, Si gl o Ve i nti u no, 2 0 0 9 , pág.: 1 0 9 . 53 72 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte y la política, encontra ron un ámbito para “ha blar”, per o también un auditorio que estuviera dispu esto a escucharlos. En es te se ntido, este capí tulo intenta matiza r la pr opues ta for mulada por Novar o y Palermo en su trabajo sobr e la dictadura militar. 54 Estos autores señalan que entre las estrategias de la dictadura militar para obtu rar toda posible oposición al régimen, este suprimi ó celosame nte el uso del espacio público. Ente ndiénd olo como un es pacio al alcance de tod os, d e libr e circulación de voces y discursos y de libre vinculación y contienda e ntr e los actores, el régimen c onsiguió que dejara de e xistir por varios años de forma inédita. Según los autores, el régimen no estuvo dispuesto a permiti r ninguna acción que pudiera re construir dicho espacio público, d onde eme rgieran voces desafiantes c on discursos c rític os, o ar ticulaciones entre grupos o a ctores sociales, ni siquiera iniciativas culturales que pudieran dar lugar a aventuras estéticas autónomas. 55 En torno a los aportes teóricos y/ c onceptuales, la investigación per mitió realizar un ejer cicio de redef inición de algunas categorías, fuerte mente cris talizadas en el sentido comú n comu nitario ta nto como e n el extra comunitari o, que c onsideran la re pres entaci ón del “judío” como una víctima particular del terr orismo de Estad o. Desde el Nunca Más hasta el último Informe de la DA IA (2007), se ha s os tenid o la existencia de un “tra to espe cial a los judíos” en los CCD. No obstante, la recol ección de testimoni os a lo largo de esta tr eintena d e años na rrand o las es pantosas torturas sufridas por tod os los dete nidos en l os CCD, pe rmitiría pensar que más a llá de ciertas torturas específicas hacia los “desa parecid os de orig en judío”, estos no tuvieron un trato es pecialme nte cruel r espe cto del r esto de los desapa recidos . O mejor dicho, el “trato cruel” en los CCD fue extendi do para todos sus habitantes. Los nuevos abordajes analític os de berá n pone r e n suspe nso algunos relatos pr oducidos en pos d e re -victimizar la expe riencia de los judíos en los CCD. No porque estos no haya n sido vícti mas, sino porque no fue ron las únicas: las prácticas genocidas- para ci tar u na c ategoría propuesta e n el Inform e DAIA - se ex te ndier on a judíos y no judíos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, argenti nos y ex tra njer os, etc . Dos pre guntas per mitirán eje mplificar el sentido d e estas afirmaciones: ¿Cuál sería la diferencia entr e la acusación de “judío de mierda”, “puta de mierda”, “negro de mierda”, “c oya de mierda” o “guerrillero de mierda” por pa rte de un miembr o de los Grupos de Tar eas a un dete nido durante una sesión de torturas? O ¿dónde radicaría la distinción entr e hacerle vociferar a un detenido de origen judío “¡Heil Hitler!” y la violación sistemática de mujer es, o el robo/apr opia ción de sus hijos, durante la expe riencia conce ntraciona ria vivida en Arge ntina durante la última dic tadura militar? Asimismo, fue puesta en suspen s o la noción d e “sobr e - represe ntaci ón” de las víctimas “judías” entre los “de te nidos - desaparecid os”. No porque su “númer o” sea irrelevante. Sino porque el motivo de esa “sobre -r eprese ntación” Nov aro, M . y P al e rmo, V., La di c tadu ra mi l i tar 1 9 7 7 /1 9 8 3 . Del gol pe de E stado a l a re stau rac i ón de moc ráti c a., Bu e nos Ai re s, P ai dós, 2 0 0 3 , pág.: 1 5 0 . 55 Nov aro, M. y P ale rmo, V., L a di ct adur a mi li t ar … , Op. C i t. 54 73 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte pueda de berse a que los jóvenes “judíos” se e ncontraba n “sobre represe ntad os” entr e las organizaciones político -militares, universitarias o sociales; es decir, el objeto de la persecución perpetrada por la Junta Militar. Finalmente, la noción misma de “dete nido -de saparecido de origen judío” tambié n de be se r un pr oblem a pa ra historiad ores y cientistas sociales. Si bien su uso fue acuñado en una é poca temprana, s u utilización se ha extendido de forma tal que consti tuye una noción más d e l “sentido común” ace rca de la expe riencia c onc entraci onaria que asoló a la Argentina e ntre 1976 -1983. No obs tante, su invocación - así tambié n c omo la instrume ntación d e la misma como categoría para “ce nsar” a los “detenid os -desa parecid os” - resulta pr oble mática. ¿Por qué? La res puesta e ncuentra un marc o de refe re nc ia general e n el c ontex t o previo a la irrupción militar y las pers e cuciones desembozadas contra militantes políticos, g remiales y sociales - te ma del prime r capítulo d e la tesis. Muchos de l os jóve nes que habían par ticipad o de las filas de los movimientos juveniles sionistas y no sionistas, c ome nzar on a alejarse de la militancia judía en los albor es de los sete nta - es pecialme nte , e ntre la “dictadura lanussista” y la “primavera camporis ta”. Muchos d e esos j óvenes que e ngrosar on las filas de las formaciones políticas - militares, las agrupaciones universitarias y/o las organizaciones sociales, habían tomad o distancia de las diversas formas de identificación que pr oponía el mund o judío. Incluso, algunos habían llegado a i mpugnarlo. Pe ro, tambié n es cie rto, una vez e n las fauces de la r epresión clandes tina, el sambe nito de su “judeidad” era re puesto por los torturad ores du rante la impleme ntaci ón de los tor mentos. ¿Cómo se cons truy ó la noción de “dete nidos -desapare cidos de orige n judío”? Esta pregunta nos pone a las puertas de una serie de proble mas. Pues, si bien estamos fre nte a una categoría aceptada y utilizada de manera frecue nte , conf ronta mos con el hec ho de que muchos de los jóve nes que e ngrosa n las listas de detenidos -despar ecidos fuer on r e -j udeizados por sus tor turadores. ¿Acaso estamos siend o justos con las trayec torias pers onales y militantes de esos jóvenes que hoy denomi namos “desapar ecidos judíos”? Volver sobr e los debates en torno a sus pr opias traye ctoria s, los distanciamie ntos con las diversas formas de militancia judía y el renunc iamiento a la vida socialista en el Kibutz, nos ayudó a c ompre nde r cómo es que esos jóvenes fuer on d evorad os por la experiencia conc entracionaria. No obstante, no puede me nos cabarse la fuerza que el c oncepto d e “detenid o-desa parecid o de origen j udío” ha te nido a lo largo d e esta tr eintena de años. Ha servido como her ramie nta de de nuncia política por par te de los familiares en detrime nto de los dirigentes c omunita rios. Y, asimismo, c omo categoría instrume ntal para legitimar la injerencia de la jus ticia española en la investigación de los críme nes de lesa humanidad ocurrid os en Arge ntina durante el pe ríodo 1976 -1983. 56 Sin e mbarg o, las investigaciones sobre la E n 1 9 96 , e l tri bu nal e spañol pre si di do por e l j u ez Bal tasar Garzón hi zo l u gar a u na de manda pre se ntada por e l F i sc al C arl os C astre sana , mi e mbr o de l a U ni ón P rogre si sta de F i sc al e s, para q u e se an j u zgados p o r c rí me ne s de l e sa hu mani dad l os 56 74 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte comunidad judía durante la dictadura militar debe rán re cupera r un cúmulo de expe riencias y traye ctorias militantes que estar án en te nsión con la categoría de “desaparecido judío”. Y no es un problema menor, porque entonces también tend re mos que poner en suspe nso algunas nociones s obre la res ponsabilidad, complicidad y la resiste ncia de divers os sec tor es del amplio marc o c omu nitario judío frente a la dictadura militar. re spon sabl e s de l te rrori smo de E stado e n Argenti na. E l pe di do de l a f i sc al í a se c i me ntó e n l a c onsi de rac i ón de l F i sc al ac e rc a de qu e “ la r epr esi ón pr oduci da en Arg ent i na t ení a compor t ami ent os o connot aci ones g enoci das , r ela t i va s en par t i cular a una det er mi nada r az a, al espe ci al obj et o de p er secu ci ón que se h i z o cont r a los ci udadanos ar g ent i nos de or i g en j udí o ”. Ve r C o.So .F am (2 0 0 6 ), L a vi olaci ón de los der e ch os h umanos de ar g ent i nos j udí os baj o e l r ég i men mi li t ar (1 9 7 6 -1 9 83 ), Bu e nos Ai re s, Mi l á. 75 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte LA REAL IDA D A L CUADRA DO. REPRES ENTA CIONES SOBRE LO POLÍTI CO EN EL HUMOR GRÁFICO DE L DIARIO CLARÍN (1973 1983) Florencia Levi n Doc torad o e n Hi stori a. F ac u l tad de F i l osof í a y Letras. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de de fe nsa: 2 0 1 0 La elaboración de mi tesis tiene que ver c on una vieja inquietud relativa a las modalidades a partir de las cuales la sociedad de entonc es elaboró, significó e inter pre tó el vertiginoso y traumá ti co proc eso político que se inicia emble máticame nte con el Cord obazo y rec or r e los años del ter rorismo esta tal ¿Qué significados sobre la política, sus instituciones y sus prácticas, sus dirigentes y sus canales de participación elaboró la sociedad de ent onces? ¿Qué valores, sentidos, e xpe cta tivas circularon y d e batier on? ¿C ómo se posicionó la sociedad c on res pec to a la violencia insur gente? ¿ Qué respuestas fue ron elaboradas a los c recie ntes niveles de censu ra y r epresión? ¿Qué grad os de conocimie nto/desc onocimie nto había c on r espec to a los meca nismos d e represión? Desde ya que estos inte rr ogantes no tienen ni podrían tener una respuesta única ni definitiva pero es pos ible bord earlos desde diversos registros . Uno de ellos c ompre nde el estudi o de l os medios de circulación masiva y dentro de ellos, el que yo elegí, fue el análisis sistemático de las represe ntaciones c ons truidas por el humor gráfico del diario Clarín , que por entonces ya e ra el matuti no d e may or tir ada a nivel nacional, entre la nacionalización d e la contratapa humorístic a en marzo d e 1973 hasta la asunción de Raúl Alfonsín. Discurso subordinad o a otr os discursos, constituido c omo “r egistro y espacio de tra nsfor mación y trans posición de signos y marcas discursivas circunscri ptas e n tod os los es p acios del inte rc ambio s ocial” prove nientes tanto de la oralidad y la gestualidad como de la escritura y cualquier otro gé ner o y sopor te me diático (Stei mbe rg, 2001: 7), el humor gráfic o se c ons tituye entonces e n una vía de entrada pa ra conoce r, a través de una imagen ciertamente peculiar y sometida a sus propia s reglas de género, algo de esos imaginarios sociales. Asimismo, en tanto actores sociales, analizar las modalidades de producci ón de l os humoristas en un pr oces o signado por la censura y la re pr esión constituye , asimismo, un aporte para el análisis de las respuestas de los distintos actores sociales a la repr esión y la dictadura. En mi investigación intenté de mostrar que que existió un impor tante margen de autonomía relativa del humor gráfico de Clarín con res pec to a su línea editorial que per mitió la expresión de un variado y heter ogéne o c onjunto de puntos de vista que complejizaron y enriquecieron la postura del matutino con r espe cto a los gobiernos y regíme nes de turno y que permitie ron asimismo la emergencia de re pr esentaciones sobre aspectos de la realidad ocluidos en otros espaci os del diario. Asimismo, se planteó que la nacionalización de la página humorística d e Clarín en marzo a mplió el es pacio d e opinión d el diario. E n efe cto, la incor poración de una ge neraci ón más joven de humoristas, r elacionad os con nuevas modalidades esté ticas y te máticas de un lenguaje en auge y con un 76 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte universo de valor es ampliamente asociados c on la llamada Nueva Izquierda, nutrió al diario Clarín de miradas y voces al ternativas tanto a la de Landrú, ya instalado en el cuerpo del diario de inicios de los „70 como de la línea institucional del matu tino y , sin ne cesariame nte contradecirla ni c onf ronta rla, le otorgaron mayor riqueza interpreta tiva. En tal se ntido, se pre te ndi ó de mostrar, por un lado, c ómo diversos marc os es tétic os, polític os e ideol ógicos deter minar on la obra d e los humoristas del diario, trazando sus similitudes y sus diferencias. Por otro, a través de la historización d el discurso humor ístico en el contex to de la línea editorial del diario, se señalaron los mome ntos de sinc ronía y des sincronización e ntre ambos tipos de discursos para demos trar que el lenguaje del humor pudo aborda r cuestiones por mucho tiempo elididas del espacio institucional de Clarín . Asimismo, se pr opuso que el humor gráfico fue un género desvalorizado no sólo por los discurs os y las prác ticas “cultas” sino también por la mirada inquisitoria de las autoridades e incluso por los propios e ditores d el diario, que considerar on el espacio humorístico c omo un elemento mode rnizante pe ro al mismo tiempo ba nal y retórica mente intra scende nte. S e pr opuso entonces que gracias a esa relativa desvalorización, el humor gráfico de Clarín pudo resguardar ciertos grados de liber tad y de autonomía. En ef ec to, se plantea que existió un impor tante marge n d e invisibilidad (paradójico, dad o por su gra n impacto visual en las páginas del diario) a partir del cual pudo c ons tituirse e n un potente canal para c omu nicar y secundari amente para ex pr esar sentidos y opini ones censuradas e incluso perseguidas durante casi todo el pe ríod o estudiado. Así, mientras una férrea y cre ciente represión y una silenciosa autoce nsura regulaban la producción y cir c ulación de infor mación, algunos espacios, me nos obvios y e n cierto mod o menos visibles, se c onvirtie ron e n áreas en las cuales la expresión de las ideas y la circulación de la crítica fuer on en cie rta medida posibles gracias a la utilización de re cursos tales c omo metáf oras, alegorías, analogías, etc. Finalmente, e n la inve stigación se afirma que en el es pacio humorístic o del diario Clarín es posible e ncontrar, junto c on la rutinización, la neutralización, el vaciamiento de refe rencias contex tuales y la trivialización pr opias de la producción cultural en tiempos de re pr esión , la expresión de rebeldía, desencanto e incluso de denuncias que permitier on la expresión de deseos y opi niones de ciertos sector es de la sociedad argentina. Finalmente, dada la polisemia e indeter minación del discurso humorístico, la tesis propone que e s imposi ble atribuir a priori un único sentido (crí tico, complaciente, resistente, c onse nsual) al humor gráfico y se propone que sus sentidos son divers os, y que los mismos de be n descu brirse me diante el análisis de los juegos inte rte xtuales entr e el humor gráfico y otr os discursos que coha bitan e n un mismo me dio. Hasta acá he prese ntad o un sucinto resume n de las principales hipótesis de mi trabajo con el objetivo d e brindar una rápida prese ntación del mismo. Yend o entonc es ahora sí a respond er la pr egunta q ue organiza estas jor nadas, he escogido algunos aspec tos elaborados en las conclusiones de la investigación que cr eo que son los que apor tan a una respues ta que vincula la 77 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte investigación c on el campo problemá tico de l a historia recie nte y la me moria (otr os aspec tos de las c onclusiones, c re o, c on suer te represe nten u n apor te a los estudios de los medios de prensa y del géne ro humorístic o pe ro en tod o caso no alumbran resultados que sean específ icos o privativos del campo que nos concie rne ). Me gustaría entonces come nzar señaland o que el análisis del humor gráfico de Clarín nos pe rmite c omplejizar y matizar algunas imágenes ref eridas al comporta miento de la s ociedad arge nti na durante la historia re ciente ampliamente ad optadas por la historiog rafía o por algunos discurs os de la memoria social. Así, por ejemplo, s e ha intentado cuestionar la represe ntación del exte ndido consens o s ocial que recibió el golpe militar de 1976 y del rol que le cupo a la prensa e n dicho c onsens o. Porque si bien la misma es incuestiona bl e como tal, el análisis del humor gráfico ha per mitido matizar o complejizar las inter pr etaciones sobr e el diario Clarín ante el golpe militar (sin por ello, de ningún modo, des responsa bilizarlo por el apoyo brindad o) al mos trar que los humoristas de la co ntratapa mantuvieron una distancia prudente per o crítica d e la campaña de deslegitimación del gobier no per onista y se mantuvier on igualmente cautos pe ro crí ticos con res pec to a l golpe y el régimen militar. Asimismo, el análisis realizado pe rmi te disc utir la imagen ampliame nte difundida por el discurso de la memoria del “Nunca Más” y la Teoría de los dos de monios sobr e la existe ncia de u n importante grad o de desc onocimie nto de la sociedad argentina te nía con r espe c to a los ope rativos re pr esivos impulsados primer o por g rupos paramilitares y luego por el estad o ter rorista, de los cuales se habría enterad o una vez i niciado el proceso de tra nsición y sobr e todo a par tir del inf or me de la C ONADEP . Esta image n queda pr oble matizada a partir de la evidencia de una p e rsistente y nutrida serie d e cartoons protagonizados por diverso tipo de verdugos que escenifican situaciones de tortura, deca pitación y ejecuciones y que incluso muestran la aparición de cuer pos y fragme ntos de cuerpos . Aun cuando estas imágenes no nos puede n dar una idea acabada del grado y tipo de conocimie nto de la sociedad con r espe cto al horr or cland estino, a l menos nos devuelven la certeza de que en el diario Clarín existieron contund entes, claras y explícitas represe ntaciones s obre el hor ror de mod o que la imagen de una sociedad inoce nte es difícil de sostene r. El análisis del humor gráfic o también ha podi do matizar otro conjunto d e ideas que habitualmente circulan en la historiografía y los discursos de las memorias mos trando por eje mplo los límite s y los márgenes del fervor patri ótic o desatad o por la guerra de Malvinas al encontrar un c onjunto d e obras que expresan un nacionalismo popular no oficialista y una distancia crítica con r espe cto al gobier no y c on respecto a esa sociedad e n gran medida movilizada por el patriotismo conse rvador. Asimismo, se ha podido complejizar la imagen fes tiva que pr opone el encuentr o feliz del puebl o con su destino r e publicano e n la última tra nsición estudiada y la imagen de una “fe boba” (expr esión empleada por Luis Albe rto Rome ro) con respe cto a la democracia. E n efe cto, se ha visto que a pesar de la liturgia institucionalista y de un lenguaje pedagógico, los humoristas de la 78 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte contra tapa mos trar on por un lado una mirada por c ompleto c rítica y desenca ntada de los dirig entes polític os y, por otr o, ex pusieron una serie de dudas y recaudos con r espe cto a la democ racia y la plantea ron no como el mundo ideal sino tan sólo c omo el mejor de los posibles. El estudio del humor gráfico ta mbié n ha per mitido problema tizar y complej izar las inte rpre taciones sobr e la férrea ce nsura eje rcida por el gobier no militar al corr obora r, por un lado, la génesis de sus efectos en el humor gráfico durante el gobie rno pe ronista y, por otr o, los márge nes por los cuales el discurso del humor, por d ivers os motivos, pudo e xpresar imágenes, represe ntaciones y valores pr oble mátic os c on respec to al r égimen militar cuando no francamente disidentes. En otr o orde n, a través del análisis de las represe ntaci ones humorísticas sobr e el terr or clandesti no se han podido ex pl orar l os tiempos , las modalidades y la génesis de la elaboración d e un proces o como pro ceso traumático. Se ha sugerido que el humor gráfic o estuvo constre ñido por - y al mismo tie mpo fue vehículo para - la flexibilización de los límites de lo dec ible. Al respec to, se plante ó que el complejo juego de lo decible/indeci ble y de lo represe ntable/i rre pr esentable se defi ne fuera del campo del humor gráfic o y que en el mismo interviene n, por un lado, los pr ece ptos de la censura y la política r epresiva de l gobie rno (isabelista pri mer o más tar de dic tatorial) y, por otro, los c omplejos proc esos sociales de construc ción de c rite rios morales relativamente consensuados ace rca de las modalidades y los límites de la represe ntación. Así, se advirtió un ar co que d ibujan los desapare cidos de la represe ntación a la irre pres entabilidad: Primer o la figura del desapa recid o aparece (valga la aparente contradicción) enca rnada e n los cuer pos d e hombres que yacen e n la mesa de a plicación de pic ana eléctrica o e n las diversa s escenificaciones de tor tura (e n el caso de Landrú) o como guer rilleros o prisioner os a punto de ser ejecutados (en el caso de Crist y Fonta narr osa). E n cambio, a par tir de 1980 -1981, van a tender a aparecer ta n solo como significantes, vaciados de cuerpo , de identidad , de historia mie ntras que en este segundo tiempo, y a pr opósito de la serie vinculada a los de rec hos humanos, aparece n figuras responsabilizadas por las des apariciones , como los presidentes militares. Un similar juego de tijeras puede plante arse a rticulando las represe ntaciones humorísticas sobre la repr esión clandesti na con la línea editorial del diario: mientras e n una primera etapa el diario prác ticame nte no se pre ocupó por la r epresión y consider ó al fenóme no d e la violencia como el emerg e nte d e una estructura s ocioe conómica atrasada, algunas producci ones humorísticas tematizar on la violencia y la represión r ecr eand o incluso escenas explícitas de tor tura con picana eléc trica, e n un segundo mome nto el humor asumió la irrepresentabilidad est é tica del fe nómeno mientras el diario, a la pa r que difundía noticias sobr e los d esapare cidos , se pr onuncia finalmente en su línea editorial repudiando el fenómeno y exigiendo aclaraciones. A parti r de es te proceso mediante el cual la represión clandes tina se tor na irreprese nta ble para el lenguaje humorístic o al tiempo que se tor na decible pa ra el discurso serio del diario se postula que la 79 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte represe ntabilidad/irre pr esentabilidad del fenómeno, así como su decibilidad/indecibilidad, tiene que ver en gran medid a con el grado de conciencia c olectivo y las negociaciones socia les a partir de las cuales algo se va torna ndo moral y éticamente sancionabl e y por lo ta nto estéticamente irreprese nta ble al tiempo que comienza a ser decible por parte del discurso serio. Ha sta que tal cosa ocurri ó e n tor no al resquebrajamiento d el régime n y el contexto transicional, existieron espacios para la representación esté tica del horr or en sus diversas dimensiones. En tod o caso, se ha plantead o que el ámbito de actuación de la censur a en este campo temátic o oper ó en las modalidades de c ons trucci ón d e esas re pr ese ntaciones, que fuer on pe rdiend o paulatinamente sus grados de referencialidad con el contex to de argentino, per o no en la posibilidad de construir represe ntaciones sobre el hor ror. En suma, como intenté ex poner c on estos suc intos ejemplos, este ti po de investigación pe rmite pe rforar algunos lugares comunes no sólo d e los discursos maniqueos de las memorias sino también de par te de la historiografía que ha traspuesto es os pr ejuic ios otorgándole s la legitimidad de lo científico. De es te mod o, y si n por ello dejar de preocuparse por la r esponsabilidad de los responsables y la culpa de l os culpables, el cuadro que e merge del análisis sistemático de fuentes c omo la abordada en la inv estigación permite cuestiona r la idea de que nada era decible en el marco de la censura y de que tod o lo decible es relaciona ble c on la resiste ncia activa y militante y per mite , asimismo, inter rogar la supuesta ignorancia y ajenidad de la sociedad r espe ct o al proces o represivo vigente. 80 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte HUMOR, SUS CREADORE S Y SUS LEC TOR ES. NOTA S ALRE DEDOR DE UNA EXPERIE NCI A DE TES IS Eduardo Raíces Mae strí a e n C i e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Naci onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de d ef e nsa: 2 0 10 La tesis obje to d e es ta r eseña, “ Mandá esas c artas. Humor y sus lector es en un marc o d e cambio s ocial autorita rio (1978 -1980)”, se aplicó al estudio de la revista Humor, durante u n period o es peci fico de su trayec toria, desde su surgimiento, en 1978 y hasta 1980, bajo la dirección de la Dra. Claudia Feld y la codirección del Dr. Mariano Plotkin. Te ngo la intención de sintetizar e n los siguientes apar tados las cuestiones alreded or de las cuales me propuse pr oble matizar el objeto de estudio. La unila teralización de la “resistencia” Este asunto fue una de uno de l os pri mer os tópicos que me llamó la atenci ón cuand o come ncé a tra bajar la revista Humor al uso académico. Entre las muchas versiones sobr e la resiste ncia y la oposición a la dictadura, s e encuentra aquella que pone a la revista Humor en un lugar simbólico consagratori o. La impor tante visibilidad cons eguida por la r evista en razón de su labor satírica y, poste riorme nte, su criticismo político del régime n desde un discurso reivindicador d el sistema de moc rátic o re pres entativo, hicieron que la revista ocupara un lugar icónico e n la posdictadura como par te de las expr esiones ne tame nte opositoras. Los testimonios sobre Humor, c on frecuencia centrados en sus principales gestores, contribuyer on a reforzar esa imagen simplificada, volviendo sie mpre a las mismas anéc dotas y situaciones (legítimas, pe ro emblemá ticas 57), que per mitían confirmar lo que cie rto imaginario mediático, estatal y de la “sociedad civil” había contri buido a forjar. Se pr odujo al lí lo que se conoce como “fetic hismo”: dicho en pocas palabras, tomar una parte por el tod o, y se hizo de su encomiable (por si hace falta señalarlo) tarea disidente dura nte l os últimos años de la dictadura un destino inscrito en ella desde el principio de su existe ncia. Me pare ce que es un efecto pr opio d el mome nto históric o de la llamada “transición a la democracia”, cuya gesto insti tuyente puso a Humor e n un sitio desde donde muchas pe rsonas la recuerda n. Ahora bie n, mi plante o al encarar el estudio de l a revista apuntó a volver a sus páginas, rehistorizarla y, por ende res tituirle, contra las visiones Lic e nci ado e n C i e nc i a P olí ti c a U BA; Magi ste r en C i e nc i as Soc i al e s (U NGS -IDE S). Be c ari o doc toral C ONICE T. 57 C abe re fe ri r q ue l o “e mbl e máti c o” i mpl i c a hace r de u n ac onte c i mi e nto o u n obj e to u n sí mbol o , pre c i same nte más al l á de toda d oc u me ntac i ón hi st óri c a. Me di ante su pre se nc i a, se pre v é q u e e l l ec tor de be i de nti f ic ar la e sc e na i ne qu í v oc ame nte , Me baso e n Mari e -Anne Matard -Bonu c c i , e n “Le dif í ci l témoi gnage para l ‟i mage ”; c i tado e n F e l d, Cl au di a, “‟Aq ue l l os oj os q u e c onte mpl aro n e l l í mi te ‟. La pu e sta e n e sce na te l e vi si v a de te sti moni os s obre l a de sapari c i ón”, p. 1 0 0 . E n í de m y Sti te s Mor, El pasado que mi r amos. M emor i a e i mag en ant e la h i st or i a r eci ent e , Bu e nos Ai re s, P ai dós, 2 0 0 9 , pp. 7 7 -1 0 9 . 81 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte afines al “destino ma nifiesto”, la c omplejidad inhe rente a toda práctica e institución s ostenida a lo largo del tie mpo. La revisión del c or pus –Humor durante la dic tadura - per mitió delimitar d os periodos, ya esbozados por otr os autores pe ro quizás no demasiado fundamentados en función de los contenid os concre tos. De resultas de la pesquisa, pude delimitar una eta pa de surgimiento y consolidación, donde tiend e a pred omina r, en acuer do c on una ex te ndida tradición editorial en nuestr o país, el humoris mo satírico sobr e la vida cotidiana (c ostumbrista) y una medida sátira política, c on cie rtas audacias con relación a un clima de época aún favora ble al bloque de po de r de la dictadura. A ella le sigue un lapso –que no fue objeto de mi investigación - de conversión paulatina de Humor en un medio c on mayor cober tura de la actualidad, tanto desde el lenguaje que la bautizó como por la incorporación de c olumnistas políticos, que hac en de sus secci ones los a partados “serios” de la revista. Es, tambié n, el momento e n comienza a cubrir regularmente sus páginas los fenóme nos culturales expr esivos de posiciones disidentes con distintos aspectos de las políticas oficiales. El ca mbio en la orie ntación de Humor debe pensars e en c or relación con la crisis social, económica y política de la dictadura, evidenciada ya a fines de la década del 70. Se trata, visto e n forma retros pec tiva, de un parteaguas en la existencia del régimen, pues to que el relativo relajamiento de las res tric ciones públicas impuestas (a cambi o de inte ntar gara ntir u na transición futura con impunidad hacia los c ríme nes cometidos y c on una de moc racia bajo u na tute la militar institucionalizada) con motivo del denomi nado “dialogo político”, relanza con fuerza al espacio público a distintos ac tores disidentes y opositores e n una dinámica que el fugaz conse nso de Malvinas no pudo d ete ne r y que con el fin del c onflicto ocasionó su derrumbe. El lugar del lector Humor se volvió un espacio de reanudación de lazos interpersonales inter rumpidos, a través de la posibilidad dada a los lectores de c ompar tir distintas inquietudes. Es to es, dar a publicidad sus necesidades c omu nicativas en un c ontex to de pr ogresivo relajamiento de l control re presivo estatal. El inter cambio e ntre Humor y sus lectores urd ió un vínculo que presupuso y alentó sujeto s a ctivos y con opinión. Pretendí en la tesis mos trar el mod o fundamental de par ticipación de los lec tores c on ate nción al lugar que esta l es fue confiriend o c omo inte rlocutor es c on que compulsar la pr opuesta editorial de la revista. Per o cuya gravitancia e n tér minos de la rece pción, selección y publicación d e numer osa corres ponde ncia, hizo que la sección de cartas d e lectores (“Que má esas ca rtas”) se torna ra un espacio apto no sólo para opi nar sobr e la revista, sino tambié n para sostene r debates sobr e cuestiones que en otros medios no e ran ad mitidas. De la pe squisa subsiguiente se sigue la evidencia de una c onfor mación del lec tor ado me nos hom ogénea en sus opini ones que las versiones más usuales sobr e la historia de la r evista podían hacer suponer. F re nte a la idea de un público uniformeme nte “opositor”, nuestr o relevamie nto de la cor respondencia publicada pudo destacar , aún en debates s obre cu estiones públicas de delicado trata miento durante la dictadura, la existencia de opiniones variadas en su raigambre ideol ógica, per o 82 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte coincide ntes en el rec onocimie nto de Humo r como un medio r ece ptivo de ciertas inquietudes inex presa bles en otros lar es. Con sider o que el estudio de las polémicas que indicaremos en el pá rrafo s iguiente da cuenta, a su mane ra, de esa cualidad distintiva de la revista. Por otra par te, indicamos la existe ncia de d e ter minadas “situaciones de inter pelación” -refe re ntes a la credibi lidad discursiva de un medio -, fre nte a los cuales los responsa bles del medio se ven obligados a explicitar los valores esenciales del pr oyec to editorial. E n el c aso de Humor, a nalizamos dos contr oversias con una par ticipación destacada de los lector es, cu ya connotación aludía a asuntos de delicado tra mitamiento durante los años de la dictadura. Ambas se originaron luego de la publicación de unos c histes y de una historieta que generar on controve rsia en l os lector es (c on la revista y e ntre sí por la dispari dad de crite rios), respecto a los alcances é ticos d e la represe ntación humorís tica. En el prime r c aso, acerca de la licitud aludir mediante chistes el hor ror res pec to d el genocidio del pue blo judío; en el segundo, s obre los modos de c onstruir la figura del sujeto de las clases populares. Ante los re clamos de d e determi nados actor es afectados y de un lectorado dispuesto a polemizar, la revista pr oduce las primeras ex plicitaciones de los valores que defiende desd e su surgimiento en 1978. Los lec tores -autores epistolar es, por su parte, lejos de apare cer c omo un todo homogéneo, apa rece n soste niend o pos turas divergentes que deben ser leídas también c on r elación a las proble máticas de su contemporaneidad. Léase, el debate sobre l os chistes acerca de la Shoah, d eri vó en la discusión s obre la situación de la c omu nidad judía en Argentina; a su vez, la figura caricaturizada del “cabecita negra”, conv ocó de nuevo la cuestión étnico -clasista como pr oble ma decisivo de la integración social del país. Desde u n plano más gen eral, anotemos que la par ticipación e n la sec ción de corr esponde ncia de u n medio requiere un tipo de lec tor c on de ter minadas compe tencias letradas. Desde es te aspec to, buscamos evidenciar c ómo el espacio comunicativo abie rto por Humor pa ra los lectores c on ella y entre sí presuponía y promovía autores y regulaba su producción epistolar mediante distintos mecanismos de constricción y es tímulo. En es te último s entido, ef ectuamos e n la tesi s un análisis con intenci ón teórica sobre el manejo y regulación del c o r re o de lec tores e n la prensa gráfica, como meca nismo de consulta y d e ad ministrac ión d e las de mandas del público. Este es un í tem que el r elevamiento e mprendid o compr obó c omo poc o explorado e n la literatura académico, y c uya desatención relativa, a mi ent ende r, c onlleva consecue ncias metodol ógicas estimables. La trama profesional A parti r de la década del 60, moder nización s ocial mediante , las revistas de humor sufrieron la influencia del cruce de saberes ar tístico -profesionales de los que Humor, una rev ista pe nsada con l ógica comercial, sería un caso elocuente. La trama relacional de la r evista con otr os medios, c olegas e instituciones per mitió visualizar sus estrategia s para a portar al re conocimiento social de un campo es pecífico d e la actividad prof esi onal y editorial, el del humor e historieta, y legitimarse dentr o de él. Esta iniciativa estuvo destinada, 83 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte según pudimos mos tra r, tanto a afirmar la calidad artístico -laboral de su labor ante unos lec tores históricame nte habituados a leer este tipo de pu bl icaciones como mer o entr ete nimiento, c omo a c onfir marla ante los ojos ex per tos de l os colegas de profesión. Del mismo mod o pue de ente nders e su reflexividad o “autoconsciencia”, en la medida en que Humor no se limitó a pu blicar mate riales humorístic os, sino que se refirió a las condiciones pr oductivas de su pr opia labor y la de los creadores y publicaciones que consider ó congéneres. Su prédica s obre la calidad ético -estética es c ompre nsible si se considera que la dinámica de la historia cultural argentina (p e ro ta mbié n oc cidental) ubicó al humor gráfico y es crito y la historie ta, e ntre otros, en el es pec tr o de los “géneros me nores”, de baja calidad y pr opios del consumo masificado. Fr ente a ese deméri to, Humor se plantea no sólo c omo un espacio produc tivo de lo “menor”, sino de conscie nte r eivindicación de su calidad artística y cultural. Por otra parte, plantear la revista desd e un cr uce entr e su de curso como obje to cultural en la arena pública y las traye ctorias individuales de quienes la hacen (con sus sabe res pr evios, su r ol de ntro del medio y tambié n sus posiciones simultáneas en otros ámbitos), permite rec ompone r la condici ón histórica de toda pr oducción s ocial. Espe cialmente fr ente a las pers pec tivas analíticas que, por caso, privilegian el estudio de l o discursivo en los medios de pre nsa, ignora ndo otras dime nsiones que lo condiciona n. Para concluir Si debo e nunciar un plano de ref ere ncia ge neral, diría que mi tesis se integra al ter re no de estudio sobre el pasado r eciente que tomó auge desde los años 90 en el campo acadé mico y que se prolonga hasta nuestros días. Al respe cto, me ide ntifico c on una se rie de inve stigaciones llevadas adelante por otros c olegas, muchos de ellas y ellos genera cionalme nte pr óximos y, al igual que quien escribe, beca rios del CONICET y de otros pr ogramas 58. Desde ese punto de vista, más allá de lo individual, consider o que hay una suer te d e apor te colec tivo e n la re consideración d el panorama s ociopolític o y cultural de la Argentina de las últimas décadas del cual me siento par t e. La ampl i ac i ón del cu po de bec as del CO NIC ET c omo pol í ti c a pú bl i c a y su ef e c to mu l ti pl i c ador de l os e stu di os so bre e l pasado re c ie nte e s al go q u e no pu e do f u ndame ntar, pe ro q u e de j o se ntado c omo probl e ma. 58 84 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Mesa 4. Organizaciones revolucionarias y procesos de radicalización política IMAGINARIO Y MORA L E N LA CONS T RUCCIÓN I DE NTI TARIA DEL PARTI DO REVO LUCIONARIO DE LOS TRABA JADORES EJÉRCI TO REVOLUCIO NARIO DE L PUEB LO (PRT -ERP ) Vera Carnovale Doc torad o e n Hi stori a . F acu l tad de F il osof í a y Le tras. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de de fe nsa: 2 0 1 0 La investigación que aquí se prese nta se ciñe a un aspecto específico de la historia del Partido Revolucionario de los Trabajadores -Ejér cito Revolucionario del Pue blo (en adelante PRT -ERP): el del proc eso d e cons trucci ón identitaria de la organización y la subjetividad en él implicada. El análisis de este proc eso exige presta r par ticular atención al conjunto de for mulaciones ide ológicas, re pr esentacione s, valores y prác ticas colec tivas que, retroalime ntá ndose , fueron delimitando las fronteras del grupo y sus rasgos par ticulares, c onf or mando, al mismo ti empo, un sistema compar tido de cree ncias y pr oyec ciones que no sólo d eterminó la línea política de la organización sino que además – y quizás fundamentalme nte - otorg ó un sentido a los actos de sus integrantes. Así, el estudio c omienza ate ndiendo a las di stintas c or rientes polític o ideológicas que nutrieron a la organización e n su etapa forma tiva (1963 -1968) para adentrarse luego e n la identificación y el análisis de ciertas conce pciones y figuras que poblaron su imaginario e impulsaron su accionar: la guerra revolucionaria , el enemigo, el h ombre nuev o. Finalmente, e xplora la dime nsión de las prác ticas cotidianas y el funcionamie nto i nte rno del colec tivo pa rtidario pres tand o par ticular atención tanto a las tensiones allí manifiestas como a los dispositivos disciplinatorios des tinados a c onjurar las fuerzas centrífugas latentes. Se tra ta, e n defini tiva, de una rec o nstrucci ón d e la subjetividad y la pers pec tiva per retistas, d e la lógica implicada en el accionar de la organización. Las razones de este r ec or te se sustenta n en la expec tativa de contri buir no ya a la evaluación sino al entendimiento de una organi zación q ue se erigió c omo u no de los pr otagonistas de l os sangrie ntos e nfre nta mientos políticos que signaron los años sete nta. Miradas retrospectiv as; enfoques historiográficos Tras la derr ota del PRT - ERP, los distintos balances de la experiencia per retis ta diero n lugar –con algunas excepciones y ma tices - a un conjunto bastante homogéne o de c ríticas de lo que había sido la actuación de la organización. Es tas críticas, hoy bastante e xte ndidas en el campo de los estudios sobre el pasado recie nte, se concentran, fun dame ntalme nte, en dete rminad os posicionamie ntos polític os y prácticas de la organización que estarían evide nciando un “proceso de militarización”. Este postulado pr oces o, 85 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte junto a la inca pacidad par tidaria para preve r el “reflujo de masas” que tuviera lugar tras las movilizaciones de julio de 1975, estaría en la base de u n pr ogresivo “aislamiento” polític o del PRT -ER P, aislamiento éste que no podía sino contribuir a la propia derr ota de los revol ucionarios. Hay un elemento fundame ntal a c onsidera r a la hora d e pondera r estas miradas re tr ospec tivas: los primer os tex tos que alcanzaron un grado importa nte d e circulación fuer on escritos por antiguos integrantes de la organización (E nrique Gor riarán Me rlo, Julio Santucho, Luis Mattini, Ma ría Seoane). Sin may ores sorpresas, se advierte que estos relatos –a la par que inte ntan una historia gene ral del PRT -ERP- se caracterizan, fundame ntalmente, por deba tes y cuestionamie ntos polític os. La voluntad de buscar el punto exacto de “desviación” te órica y/o práctica q ue pe r mita explicar la “derr ota” del pr oye cto per retis ta, c ons tituye un elemento nodal de aquellas narra tivas y, de alguna mane ra, aquella voluntad ope ró c omo pregunta de ref ere ncia e n muchas de las inte rvenciones que les siguieron. De mod o que resulta necesari o prese nta r una breve síntesis de las respues tas que se han of recid o a la cuestión de la “derr ota” del PRT -ERP ya que és tas mar caron, e n gra n medida, el pulso y el tono d el deba te. Es tas res puestas puede n ser agrupadas a par tir de cie rtos tópicos estrec ha me nte vinculados entr e sí que aparece n reiteradame nte en la mayoría de las narrativas. El pri mer o d e aquellos tópic os es el de los “e rrores y c ontradicciones e n la línea”. Fue Enrique Gorriarán Merlo, mie mbr o de la direc ción par tidaria hasta 1979, quien pr ime rame nte vulgarizó esta pers pec tiva autocrítica (prefigurada, en gra n medida, por el pr opio PRT -ERP e n 1976 y 1979) en d os libros que asumen la forma de repor tajes. La intervención d e Gorriarán adquiere gran impor tancia ya que muchos de los eleme ntos que compone n su balance fueron re tomados en las interve ncione s que le siguieron. A la hora d e e xplicitar los “er rores” y pa sos e n falso que habrían dete rminad o, junto c on el accionar represi vo ilegal, la derrota final del pr oyec to pe rre tista, el antiguo diri gente señala, en prime r lugar, la dete rminaci ón de conti nuar el accionar armad o durante el gobier no de Héctor Cámpora. E n inse parable vínculo c on l o anter ior, señala un segundo fallido: el habe r llevado adelante una “política de alianzas confusas”. La mism a, se manifestó en la ausencia de un “Proyecto de Revolución Viable”. La “desviación militarista” se suma al conjunto de er rores pe rre tistas “limitand o la incorporaci ón del pue blo al ERP”. Esta “desviación” no está aquí referida a la imper tine ncia de los g ra ndes gestos bélicos sino a prác ticas cotidianas y exte ndidas e n las que ante un de ter minad o c onflicto (barrial, laboral, e tc éte ra) la acción militar de un c omando a cabó supliendo de hec ho “el trabajo d e organización y autodef ensa de las masas”. Finalment e, el último e ir repa rable paso e n falso fue la “subestimación del e nemigo” y la definición de u na línea política “ofensiva” en medio del r epliegue de masas que siguió a las jornadas de julio de 1975. Un segundo tópico que se r eitera en las nar ra tivas sob re el PRT-ERP es aquel referido a las “conce pciones er radas” y los “lastres ide ológicos”. Aun a riesgo de pasar por alto difer encias y matices, se incluyen aquí las narrativas de Julio Santucho y Luis Matti ni. 86 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte En el balance que el primer o realiza de la his toria partidaria se destacan negativamente d os cuestiones clave que contr ibuyeron al fracaso per re tista: la concepción de “guerra revoluciona ria” adoptada por la organización y la “absolutización” de la lucha armada, a mbas derivadas de una traslación "mecá nica" y “esquemática” de otras experie ncias, en espe cial la del “modelo castrista”. Para el autor, esta suer te de miopía política obedeció a que el PR T no logr ó desprend erse de los “dogmas secta rios y militaristas” que signaron su matriz ide ológica origina l. Éstos estarían vinculados, por un lado, c on un conjunto de legados guevarianos donde la apelación a la voluntad militante y al her oísmo pare cía ser suficiente para la c ons trucción de una alter nativa revolucionaria; por otr o, c on cier to “lastre” de signo trotskista que no sól o habría impues to cie rta te nde ncia a teorizar “partiendo de las grandes generalizaciones” sino que además habría te ñido de características secta rias a la organización. Siguiendo al autor , las teorizaciones per re tistas cristalizaron e n un “sistema dog mático y ultraizquierdista” (cuyas deficiencias pasaban inadvertidas en el clima insurre ccional de la Argentina de los años 1969 -1972) que resultó finalmente inca paz de dar cabida al cambio de estrategia radical que exigía el triunfo elect oral del per onismo e n 1973. Por su parte, Mattini entiend e el rec or rido del PRT -ERP como u n pr oceso “truncado d e maduraci ón política” evidenciado e n un consta nte fracaso: el de c onsti tuirse en partid o prole tario. Para el autor, si bien el partid o pudo y s upo c ombatir -y hasta “desenmascara r” - la presencia de sujetos, conce pciones y tradiciones ide ológicas de “nefasta” influencia (“espontaneísmo”, “foquismo”, “morenis mo”, e ntre otros) sus bie n inte ncionados postulados nunca llegaron a mate rializarse en una “correc ta política de masas”. Por otra par te, la línea política par tidaria estuvo condici onada por u n “er ror en la cara cte rización” del proc eso polític o. Al pensar es te pr oces o c omo “guerra rev oluciona ria” se alimenta ba un militarismo que habría de te ne r consecue ncias fatales . Así, el PRT pec ó de “falta de política” al prese ntar la “guerra rev olucionaria” como única alter nativa en todas las coyunturas de la política nacional. Un terc er tópico, prese nte en todas las citadas interve nciones -y a las que se suma la del historiador Pabl o Pozzi - es aquel que remite a las “insuficiencias”, las “pobrezas”, las “faltas” y los “esquematismos” de la militancia pe rre tista e n ge ne ral y de los cuadros d e la dire cción partidaria e n particular. E n efe cto, tod os los autore s hasta aquí mencionad os, al mome nto de pe nsar las causas de los “err ores de la línea” y las “conc eptualizaciones políticas fallidas”, han vuelto su mirada sobre la “falta de política” (expresada en la s obreesti mación de la lucha armada ); s obre la “insufic iencia en el ma nejo del marxismo”; sobr e la “comprensión supe rficial de postulados ideológicos”; sobr e la “pobreza te órica” y la “inexperie ncia política” de la dirigencia partidaria; sobre la “castración ideol ógica” del conjunto de la militancia. Un prime r señalamiento que aquí inter esa destacar es que del conjunto de estos tópicos e me rge, e n principio, una impug nación pr escriptiva. Esto es: que no se debería haber a pelado a la conce pción d e “guerra revolucionaria”, que no se debe ría haber “trasladado esqu emática mente” los model os de otras expe riencias, que se debe ría haber “e rradic ado” las herencias trotskistas y 87 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte guevarianas, que se tendría que habe r cambiado la estrategia política en 1973, en definitiva, que se debería haber pensad o y he cho otra cosa de l a que efectivame nte se pens ó y se hizo. El pr oble ma radica, quizás, en que desde esta pers pec tiva no logra explicarse la dinámica a partir de la cual la organización fue siendo y haciend o, sino que se denuncia aquellos aspectos que la habrían alejado de lo que de be ría habe r sido y d e lo q ue debe ría haber hec ho. Subyace allí, entonc es, el presupuesto de la existencia de una línea política correcta , derivable de una tambié n correcta interpretación del marxismo que habría conducid o a la historia a un final cor r ec to, a uno que le cor res pondía . Y emerge , en consecuencia, otra figura: la de lo incomple to, la de la historia trunca, castrada o no c onsumada a causa de “d esviaciones” y “er rores”. Y en el origen de aquella desviación histórica, los hombres: sus dogmati smos, sus decisiones equívocas, sus inter pre taciones er radas, sus faltas. No se trata de d esme rec er aquí la dimensión de los sujetos en el entramado de la historia, en a bsoluto; el c onju nto de esta inves tigación aborda, pre cisamente, la dimensión de la sub jetividad par tidaria. El problema se encuentra, más bien, en cie rtas pr emisas subyacentes a estas interve nciones, pre misas que no logra n trascender l os postulados generales del sistema d e cree ncia de los propios actores. Los rev olucionarios pa rtie ron de la certeza de que su acción se inscribía en el esce nario de una Historia inex orable que comenzaba a des plegarse pa ra culminar en la sociedad s ocialista. Confiar on, además, e n que el marxismo leninismo constituía no s ólo una her ramie nta para “leer objetivamen te la realidad objetiva” sino, tambié n, una “guía” infalible que ofrecía múltiples claves para opera r sobr e aquella realidad acelerando, así, el pas o de la Historia. Fracasado su proyec to, es casi inevitable que se preguntara n „¿por qué no pasó lo que tení a que pasar? Si la revoluci ón estaba destinada a triunfar y si só lo n ecesitaba de nuestra acción y sacrificio para su consagración, entonces, fuimos derr otados porque en algo nos equivocamos. ¿En qué?‟ A partir de allí, si se sostiene no ta nto la “justeza de la causa” como, fundame ntalmente, su sistema de cree ncias, no puede menos que encontrarse las razones del fracaso en las “lecturas pobres”, e n las “insuficiencias en el manejo d el marxis mo” (la “guía”) que habrían dete rminad o los “er rores”, trunca ndo o de sviando, en consecue ncia, una historia destinada a ser otra. No es sor pre nde nte que este esquema argumentativo alimente los debates y balances políticos entre los pr opi os actor es, pero de be ad mitirse que se vuelve pobre e n la pluma del historiador allí d onde se espera que éste contri buya a explicar a su objeto (por qué actuaron como ac tuaron) y no a valorar sus decisiones y rasgos par ticulares a par tir d e postulados y mod elos ideales. Finalmente, hay un último tópic o que se re corta de la bibliografía sob r e el PRT-ERP y que interesa señalar par ticularmente aquí puesto que, junto a los ante riores , ha operad o c omo refe re nte de d iálogo de es ta investigación: la imposibilidad de la militancia pe rre tista de d ete nerse a tiempo o r etroc ede r, aún bajo la sospecha siempre sec reta de es tar encami nánd ose hacia una muerte segura o hacia la de rr ota. Se i ncluyen dentr o de este tópic o los trabajos d e María Seoane y Ana L ong oni. 88 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte En la biog rafía de Rober to M. Sa ntuc ho, esc rita por S eoa ne, se dejan ve r no s ólo las contradicc iones, pasiones y d eseos de un hombr e; se erige, además y fundame ntalmente, el Santucho di rigente cuyo voluntarismo y obstinada tenacidad le impide n v olver c ríticame nte la mirada sobr e sus propias dete rminaci ones, detene rse o r eorientar el r umbo aún fre nte a cos tos os y estre pitosos fracasos . En una dire cción similar se inscribe el ar tículo de Ana Longoni. Se ñala allí la autora la existencia de indicios que estarían evidenciando una c onciencia íntima entr e los militantes de que se dirigían irremediableme nte hacia una der rota aplastante y, e n último té rmino, hacia la pr opia muer te. ¿“Por qué persistier on?” es la inquietante pr egunta que vertebra su escrito. Han sido, entonces, el problema de la línea política par tidaria – especialme nte aquél referido a la así l lamada “militarización” - y el de la imposibilidad de la militancia per retis ta de dete nerse a tiempo o re tr oc eder aquellos que han delimitad o el conjunto d e vectores que orie ntó la pres ente investigación. Si al abordar es tos pr oble mas me he ce ntrado en la subjetividad partidaria es porque entie ndo que existe una fuer te lógica inter na entre lo que los militantes del PRT -ERP pensar on, pr oy ectaron, cre yer on y aquello que efectivame nte hicier on (al mismo tiempo que ese hac er nutri ó sus ideas, sus represe ntaciones y cre encias). En otras palabra s: no me he interesad o tanto por los ajustes o desajustes entre su línea política y la realidad histórica como por la unidad entre su sistema de cree ncias y valores, por un lado, y su hacer , por otro. De ahí, que haya renun ciado a la noción de “err or” como categoría explicativa, optando, en c ontra posición, por d esplegar la perspectiva pa rtidaria y rec ons truir la tra ma de ideas, cre encias, represe ntaciones y valor es que fueron de te rmina ndo su acciona r. Si muchas de las interv enciones sobre el PRT-ERP que han inte ntad o ex plicar el derrote ro de la organización ha n enc ontrad o en el pulso errático de sus hombr es, en sus falencias, necedades y miopías las causas del gran equívoco que tor ció una historia des tinada a ser otra, es ta i nvestigación se orie nta en dire cción c ontra ria. I nte nta afirmar, más bien, que aquellos hombres actuaron en todo mome nto precisame nte c on aquello que portaba n: un conglome rado de formulaciones y cr ee ncias -que no podía sino impulsar la acción ar mada de la organización - articulado c on u n puñado d e ma ndatos morales defi nitivamente irrenu nciables e n ta nto hacían a su pr opio ser r evolucionario. La propuesta es, entonces, volver la mirada s obre esa articulación y sobr e la subjetividad resultante buscand o allí lo s elementos que contribuyan a ex plicar los actos de a quellos hombres y mujer es que hallaron e n las c onsignas “hasta ve nce r o morir, por una A rgentina e n armas, de cada puño un fusil” el sentido total de sus vidas y de sus muertes. 89 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte TRIBUS DE L A IZ QUIERDA E N LOS 6 0´: BOLCHES , LAT AS Y TUPAS. UNA MIRADA DESDE LA CULTUR A POLÍTI CA Ana Laura de Giorgi 59 Mae strí a e n C ie nc i as P ol í ti c as. F ac u l tad de Ci e ncias Soc i al e s. U ni v e rsi dad de l a Re pú bl i c a, U ru gu ay . Año de def e nsa: 2 0 10 Este trabajo pre tendió mostra r cómo en l os años 60 existían diferentes formas de se r de izquierda. Ser comunista, socialista o tupamaro, no implicaba solamente sos tener cie rtas ideas y estar de acuerdo con cier ta estrategia. Además, suponía valorar y actuar en un senti do par ticular, que tenía se ntido y era compre ndido e n la medida que uno per te necía a un colec tivo y no a otro. La izquierda también se difere nciaba en térmi nos de cultura política. Se definió la cultura política como los valores y las prácticas de cada organización. Se busc ó identif icar los campos compa rtid os y sus diferenciaciones, c on el objetivo de d escribi r y comprend er a la vez, cuáles eran los componentes defini torios de la cultura bolc he, lata y tupa. Pa ra cada una de las dos dimensiones d e la cultura políti ca, valores y práct icas, se a nalizó la autoridad, las jerarquías, la disciplina, la discusión, los pr oces os de decisión y las características del militante. Algunas de las preguntas que buscó res pond er la investigación fue ron: ¿Qué valores guían el comportamie nto de c omunist as, socialistas y tupamaros?, ¿Cuáles son sus prác ticas políticas que los identifican y dan s entido a su accionar?, ¿C ómo se relaciona n valores y prácticas?, ¿En té rmi nos de qué valores y qué prácticas, coincide n y se diferenc ian? Esta fue una investigaci ón realizada desde la disciplina de la cie ncia política pe ro que dialogó e n forma per mane nte con otras disciplinas, especialme nte c on la s ociología, la historia y la antr opología. La pe rspectiva teórica del estudio, la cultura política, no fue la más utili zada ni la más conocida e n cie ncia política, sino que r ecurri ó a nuevos d esarr ollos te óric os, dentro de la disciplina per o que tomó en cu enta a otras disciplinas del área social. Realizar una descripción d ensa e n té rminos de Gee rtz (1992), fecunda e n tér minos de R oss (1997), per mitió hace r intel igibles algunos c ódigos inter nos de funciona miento. La des cripci ón minuciosa de cada cultura dejó en evidencia cómo esta tarea desc riptiva es de suma impor tancia para c ompre nde r las culturas políticas. De otra f or ma ha bría sido muy complej o e nte nde r las lógicas de funcionamie nto de socialistas, comunistas y tupamaros y quedaríamos pres os de los motes que estos utilizaban para refere nciarse e ntre ellos. 60 Esto per mitió compre nder e i ncluso ex plicar las distintas raci on alidades de cada cultura política. La opción de distinguir entre valores y prác ticas en cada cultura política para analizar en qué medida los valores s e traduce n a prácticas y pueden Insti tu to de C ie nc i a P ol í ti c a, F acu l tad de Ci enc i as Soc i al e s, U niv e rsi dad de l a Re pú bl i c a, U ru gu ay . anal au rade gi orgi @ gmail .c om 60 “F i e rre ros”, “u l tras”, “gru pú sc u l os me si áni c os”, “c u adrados”, “patri nq u e ros”, e ran al gu nas de l as e xpre si one s u ti l i zadas q u e daba n c u e nta de l as c u l tu ras pol í ti c a s ri v al e s. 59 90 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte explicar la acción, fue otro de l os aciertos, ya que en más de una oport unidad pudimos consta tar un cuerpo de valores no tra ducidos a prácticas. Otra de las novedades del estudio fue la perspe ctiva compa rada para analizar la izquierda uruguaya. Se seleccionó al Partido Comunista, al Partido Socialista y al Movimiento Na cional de Li beración – Tupama ros desde el entendido que ha bía que estudiarlos de forma c omparada para pod er compr ende rlos e n su ca balidad. Para comprender a los tupama ros nec esitamos conoce r a los comunistas; no pode mos compr end er a estos últimos si no conoce mos bien a los socialistas; y no es posible compre nde r a los socialistas sin repa rar e n los tupama ros y los c omunistas. Son tr es organizaciones que cons truye ron su identidad a par tir de un pr oc eso de similitud y dife renciación dentro de la izquierda y que mer ecían ser estu diadas y compre ndidas desde sus lógicas internas. 61 La pe rspe ctiva compa rada pe rmiti ó c ompre nder la racionalidad de cada cultura política e n tér minos de racionalidades rivales. La pers pec tiva relacional fue especialmente útil ya que de no ha be rse realizado la compa ración habría sido más complej o identificar qué cosas tiene n en c omún y qué cosas distinguen a comunistas, socialistas y tupamaros en los 60´. La perspec tiva comparada pe rmitió pre cisar en té rminos de qué cosas se establecen las diferencias y se disputan los espacios físicos y simbólicos. Esta tesis per mitió no sólo compre nder el re sultado de un fenóme no, la cultura política de tal o cual organización, sino su proc eso de produc ción y reproducci ón. Considero que este es uno de l os aport es sustanciales: a través de la experie ncia individual poder obse rvar y analizar una experiencia colectiva que daba sentido de per te nencia. En es te último s entido, ca be se ñalar que la memoria fue la fuente fundamental para realizar esta investigación, a t ravés de ella se buscó alcanzar el objetivo d e compre nder prác ticas y valoraciones políticas. Este no fue un trabajo s obre la me moria, sino que apeló a ella para cons truir otro obje to d e estudio, la cultura política de la izquierda uruguaya en los años 60´ . Pero trabajar c on la memoria fue todo un d esafío que nos lleva a repensa r cuán cuidadosos debe mos ser los investig adores, al igual que con los docume ntos o c on otras fuentes, a la hora de recur rir a aquella. Esta investigación trabajó c on la me moria de i ntegrantes de organizaciones con diferentes actitudes o prác ticas discursivas, sobre las que se debió estar alerta y respe cto a las cuales, posible me nte , se come tió algún er ror e n el ejercici o de inter pr etación. Tod os sabemos que las lecturas del pasado se realizan desde un prese nte y ese prese nte no es el mismo para las organiz aciones aquí en estudio. No sólo por el rol que ocupan en el escenario político hoy en día, sino por el discurso que mantie nen. Es tas difere ncias se iba n viendo dura nte el proceso de P or su pu e sto q u e otras i zq u i e rdas tambi é n c ontri bu y e ron a f orj ar l a c u l tu ra f re nti sta, l a De moc rac i a C ri sti ana y e l Anarq u i smo, s on c l aros e j e mpl os de e l l os y ú ni c ame nte por l i mi tac i one s de ti e mpo para d e sarrol l ar l a i nv e sti gac i ón f ue ron e xc l ui dos de e ste trabaj o. 61 91 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte relevamiento de inf or mación, funda menta lmente entre quienes fuer on comunis tas y tupamaros e n aquella época. Aunque no se cuenta con un instrumento de medición específico o éste no fue pe nsado ni diseñad o, desde la perc epción gene ral de quien realizó las entrevistas, pod ría decirse que las actitudes res pec to a la entr evista misma variaban: los tupamar os estaba n orgullosos y contaba n su historia verborrágicame nte, los comu nistas algo incómod os con la suya eran un poc o más parcos. Segurame nte los desempeños p olíticos de las organizaciones de refer encia, vistos como exitosos o fracasados por ellos mismos, incidan en esta distribución de ac titudes. Y justamente por esto, también es posible entender por qué los testimoni os tupa maros solían ser ta n homogéneos mie ntras esto no suce día con los testimoni os comunistas. ¿Cuánto incide e n la homogeneidad del relato la pers pec tiva triunfalista? Muchos e ntrevistados que fueron tupamar os, recurrie ron a la image n de Mujica, luego hic ieron una traspolación Mujica Sendic, l uego explicaron el MLN -T desde Se nd ic. A su vez la homogeneidad del relato tupa maro per cibida a través de la realización de entrevistas, posible mente ta mbié n tenga que ver con la capacidad de las organizaciones para escribi r su historia. El MLN -T ha sido más que pr olífero c ontand o su de rr ote ro, ide ntificand o hi tos y hér oes, que en muchos relatos se r eite raban. S epara r lo que era la vida de Sendic de la vida de otro tupa maro o tupamara, fue todo un desafío. El acceso y disponibilidad de los archivos tampoco es casualidad, tiene que ver con estas prácticas discursivas. El MLN -T pone a disposición su “arsenal docume ntal”, declaraciones de guerra, curs os de entre namiento militar, manuales de inter rogatorios, curs os para fabricar bombas, manej o de armas, etc. , etc. Por otra pa rte hay otr o arc hivo, seguramente con muc ha más infor mación, más or denad o per o bien guardado, el a rc hivo del PCU, impe netrable, guardado e n la casa de la reciente fallecida Alcira Legaspi, viuda del líder máximo y en la sede del Partido Com unista 62. Para el caso del Partido Socialista, los archivos están despe rdigados en las casas particulares de los dirigentes d e aquella época. Ojalá en un fu turo podamos c ontar con fue ntes docume ntales que nos per mitan c ontras tar la información por igual. Además, es impor tante señalar que apelar a la memoria desde la pers pec tiva relacional, ta mbié n fue un desafío a la hora de distinguir y sepa rar las “cuentas pendientes”. Algunas lecturas del pasado, es tán muy ancladas en el reproche, caso clarísimo, el de l os comunistas hacia los tupamar os. C omo señala Torrejón, estudiar es te perí odo no es tarea se ncilla “…las narraciones sobr e este pasado está n sumergidas en la é tic a de he roísmo y d el mar tirio, sin salir de la tra mpa d el homenaje para unos, d el desprecio pa ra otr os. (T orr ejón: 2007:95) Esta investigación, finalmente fue una oportunidad para que la ciencia política ingresa ra al campo de los es tudios del pasado recie nte , algo poc o Si n c on tar ade má s c on l os arc hi v os e n p ode r de l a Di re c c i ón de Inte l i ge nc i a cu y o ac c e so e s re stri ngi do y su e le se r f ru to de de c i si one s arbi trari as. 62 92 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte común en Uruguay, aportand o desde una pers pec tiva teórica es pecífica y apre ndiend o de otras disciplinas a compr end e r y r eflexiona r sobre el pasado y la memoria. 93 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte “ALGO PARECI DO A LA FELICI DAD”. UNA HISTORIA DE LA LUCHA Y REPRESIÓN DE LA C LASE TRA BAJA DORA DURANTE LA DÉCA DA DE L SETE NTA (1973 – 1978) Federico Lorenz Doc torad o e n C i e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad Na c i onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 10 La historia de la Agrupación Naval Peronista de astilleros Astarsa es un caso que, aunque con caracterís ticas excepcionales, no deja de comparti r muchos aspectos con otras experiencias que se desarrollaron en el mar co del amplio fe nómeno de movilización social de la década del sete nta. El trabajo estuvo regido por la idea de que la concie ncia de clase no es algo que comie nza a existir a partir d e un descubrimiento, sino a lgo que se construy e en el ha cer cotidiano, y que se tra nsmite e n es ta misma operación. De allí que la estrategia analítica fue narrativa, a pa rtir d e la idea de que la clase es una relación histórica que se verifica en un pr oces o, es decir, mientras ocurre . La investigación analizó cómo sucedía esto en un espacio y tie mpo acotados, y por eso tomó c omo refe rencia mod elos de la microhistoria. El obre ro es obr er o dentro y fuera de la fábrica; y en el caso de la Agrupación Nav al y los Montone ros esto se r eforzó por las ca racte r ísticas de la política ter ritorial, tanto d e esa organización c omo de otras que a ctuaban en el es pacio ge ográfico de la zona Norte del Conur bano bonaer ense . Comenzamos por un he cho fundacional: la toma d e los astilleros As tarsa por un grupo de jóvenes tra bajadores, conte mporáneame nte a la asunción d el gobier no per onista de Héc tor J. Cámpora, entre finales de may o y los prime ros días de junio de 1973. La toma fue un mome nto de gran visibilidad pública y política; se trató de un he cho muy breve por su duración pe ro pr ofundamente significativo en aquellos años. El golpe al pod er pa tr onal provino de un gru po pequeño de trabajadores que produjo un hec ho que r ompió las reglas de juego vigentes en el astillero ha sta ese mome nto. Pe ro ni fue espontáneo ni impr ovisado: respondi ó a una estrategia política desarrollada por militantes de organizaciones revoluciona rias dentro y fuer a del astillero, apoyad os en una estructu ra de agrupaciones y f rentes ter ritoriales que e n el caso de los Montone ros esta ban e n pleno c recimie nto. Y fue esa ins erción en las estructu ras te rritoriales de una organización político – militar lo que resultó decisivo para asegurar el éxito de la toma: esta per tenencia les aseguró redes de apoy o log ístico, legal y polític o, e ins cribió la exitosa c oncre ción de esa e tapa de su lucha en un pr oces o político may or. La toma de l os astilleros y otr os conflictos que se sucedie ron fuer on una eta pa en la lucha de agrupaciones que se organizaban en los bar rios , fábricas y talleres de la zona Nor te y que en algunos casos funcionaban desde los años inici ales de la Resistencia Peronista. Esta constatación da mayor precisión a algunas lecturas ya clásicas sobre el períod o. Nuestra investigación encontró un trabajo de armad o político en el astillero que llevaba por lo me nos dos años, con liderazgos definidos que ya conf ronta ban abie rta mente con la conducción sindical antes d e la toma. La Agrupación Naval, por sus vínculos con agrupaciones más antiguas, “heredaba” tambié n el prestigio y la inser ción d e un activ ismo de dos d écadas en la zona. 94 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Se trataba d e grupos cuy os integrantes tenían una amplia y variada experie ncia política y sindical, que además era n r efere ntes pa ra la militancia pe ronista (como los he rma nos Liza so). E n cons ecuencia, en el caso de los astilleros es importa nte matizar la idea de que los grupos clasistas y radicalizados eran “recién llegados” a las fábricas y la política. Lo más fructífer o es preguntarse qué hizo que muchos trabajador es jóvenes se r adicalizaran, en qué prác ticas ante riores se a poya ron, y por qué ese pr oces o no alcanzó a un may or nú mer o de sus compañe ros. La toma de finales de mayo y junio de 1973 estuvo conducida y pr otagonizada por un grupo d e obre ros jóvenes que aunque de origen heter ogéne o c ompar tían diversas carac terístic as: un corte ge ne racional c on los trabajadores más viejos que los e nfre nta ba a ellos, fuertes vínculos bar riales y afectivos y una politización a nclada en el contex to revolucionario d e comie nzos de los años setent a. Los militantes de la Agrupación consti tuyer on un sector d e la clase obrera, juvenil y radica lizado, per o que se alimentó de formas d e lucha y valoraciones de profund o arraigo e n és ta. Los jóvenes obrer os y futuros integrantes de la Agrupación se nutrie r on de ese clima de la mano de algunos militantes de may or ex per iencia que fueron claves e n su politización. Esto llama la ate nción a la circu lación e ntr e la mic ro y la mac ro política, a la “dimensión política nacional”, 63 que encarna ba a escala territorial en las prácticas militantes de hombr es y mujeres. Esta idea orie nta la inter pr etación en dos sentidos: en prime r lugar, sobr e la riqueza analítica de estudiar la “traducción” a la escala local y micro de las grandes c onsignas y líneas de acci ón política; l uego, d e esf orzar nos por es tudiar ambos espacios inter relacionados, como círculos concé ntric os de un movimiento c omún. El discurso clasista y reivindicativo a nivel d e la fábrica se insc ribió en discursos mayores de liberación nacional e ins tauración d el socialismo. Lo que no se puede ignora r para el períod o es la retr oalimenta ción e ntre un contex to nacional c onvulsionado y radicalizado y lo que sucedía en la fábrica, no c omo mundos pa ralelos sino como ondas de un movimiento gene ral, que adquirían especifi cidad de acuerdo al territorio y la experiencia que atravesaban. La idea de pe nsar e n “ondas” lleva, también, a pensar los pr oces os de avance y retroc eso de ese movimiento, o sea, e n su historicidad. La per te ne ncia de la Agrupación a la Juventud Trabajado ra Pe ronista fue la traducción política d e es te movimiento d e e ncuentr o e ntre las dema ndas sindicales y procesos y pr oye ctos políticos más amplios, y los militantes sindicales los actores de esa articulación. Si analizamos el “éxito” de la Agrupación en su s primer os tie mpos, és te s e basó e n las for mas de acción política y e n las caracte rísticas de sus demandas: salariales, laborales, y de cuestiona miento a dirigencias sindicales criticadas. Señalamos, sin embarg o, que el origen de la Agrupación Alesia fue h eter ogéneo, tanto e n té rminos de traye ctorias de vida como políticas. E n su crecimie nto y politización, la Agrupación se valió de su pertene ncia a una or ganización político - militar para forzar a la pa tr onal a ace pta r una serie d e condiciones que exc edían las Gare th Ste dman Jo ne s, Le ngu aj e s de c l ase . E stu di os sobre l a hi stori a de l a c l ase obre ra i ngl e sa (1 8 32 -1 9 82 ), Madri d, Si gl o XXI, 1 98 9 , p. 1 0 . 63 95 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte reivindicaciones salariales, ya que la creación de la C omisión d e C ontr ol Obre ro de Higiene y Seguridad les permitía incidir sobre la planificación de las actividades del establecimiento y en sus ganancias. Con la toma, los trabajadores de Astarsa rom pie ron no sólo los “criterios tácitos de je rarquía espacial”, 64 sino que simbólicame nte , invirtier on el or den s ocial mismo que los soste nía: durante a pr oximadame nte dos años, el pulso de la fábrica lo marcar on ellos. Sin e mbarg o, d ebe mos introducir ma tices a e sta idea. Uno d e ellos es el lugar que las mujeres tuvieron e n el pr oye cto político d e sus compa ñer os y, por exte nsión, de organizaciones revolucionarias como la Agrupación Naval. Las esposas de los trabajadores, sus familias (el “hogar”) quedaron escrupulosame nte afuera del pr oceso: por prec aución, por mac hismo, o por una combinación de a mbos eleme ntos. Mie ntras los hombres es taba n embarcad os en la lucha política, las mujeres c ontinuar on s iendo “amas de casa” y es posas, reproducie ndo un esquema pr esent e e n la cultura de los sector es populares. Esto es contradictorio inclusive con las propias prácticas te rritoriales de la Agrupación, uno de cuyos es pacios de traba jo lo cons tituyer on las familias navales de Rincón de Milbe rg, muchas de las cuales particip aron activame nte de la militancia ter ritorial. Cuando llegó la r epr esión s obre es os espaci os, el “aislamiento” en el que ha bían vivido las esposas de muchos de ellos pote nció sus efectos destruc tivos. Con es tas caracte rísticas, entre 1972 y 1975 encontra mo s un fenóme no d e crecimie nto del espacio de influencia de los militantes navales de JTP, de la fábrica al barrio, y d el bar rio a la incidencia como Agrupación e n la política nacional a parti r de la participación en una organización r evolucionaria que estaba aún a la of ensiva. Esa ex pansión se produjo en per mane nte enfre ntamiento c on l o que los tra bajadores ll amaban la “Santísima Tri nidad”: la “burocracia sindical”, la patr onal y la policía. Desarr ollada entre 1973 y 1975, coincide con el conflicto inte rno d el pe ronismo y la prese ncia creciente de la violencia y la lucha armada en la política. Enfre ntaba n a una patr onal pode rosa aunque mome ntáneame nte a la defensiva, que comenz ó a teje r alianzas con la facción sindical opositora a la JTP, muy fuerte y cultura lmente importa nte e ntre los obrer os que la Agrupación quería repr esentar. Sus formas de hace r política y el bagaje ideológico de sus demandas los alejaron gradualmente d e su condición d e re pr esentantes de l os trabajadores para confi narlos en la carac teriza ción de “subversivos” o “guerrilleros”, como una deriva de su c ondición i nicial de “bic hos colorados”. Aunque en auge dura nte el camporismo, de bier on def end er posiciones e n un conte xto polític o crecie nte me nte hos til por pa rte del Estad o per onista. En esta lucha la violencia fue una opción, que los navales sufrieron y pr odigaron. Pe ro una opción significa agencia. Enc ontramos en los tes timonios que no aparece un rec hazo explícito al uso de la violencia: las muertes, propias y ajenas, son justificadas a parti r de u n c ontexto históric o e n el que és ta era uno de los le nguajes de la política. Los e nfr enta mientos c on la “bur ocracia” muestra n que ambas facciones sindicales apela ron a recurs os que iban desde la 64 Dani e l Jame s, Re si ste nc i a e i nte grac i ón, p. 4 9 96 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte asamblea hasta el asesinato pe nalizador. Y es to no es u na equiparación e ntre una masacre desmesurada que comenz ó en 1975 –organizada desde el Estado y con la activa participación de los sec tores sindicales ortodoxos y el empresariado - y se c or onó du rante el te rr oris mo d e es tado y las acciones d e las organizaci ones insurge ntes, sino un intento de devolver especificidad política a esta discusión para que tal equiparación no sea posible. La per tenencia a Montoner os fue un elemento de presión eficaz mientras esta organización ma ntuvo un importa nte trabajo de masas y una visibilidad que no se re ducía a las espec taculares acciones armadas y actos ter roristas a las que se volcó fundamentalmente luego de s u pase a la clandestinidad, en septie mbre de 1974. Pero desd e finales de ese año, dic ha pe rte ne ncia come nzó a volverse en c ontra: simbólicame nte , pe ro sobr e todo por la pérdida de la iniciativa que introdujer on en los militantes y en el conjunto d e los obre ros el miedo y la inc er tidumbr e a par tir de la seguidilla de asesinatos y secuestr os e n la zona. La contradicción más fuerte a resolver –pu es debían ac tuarla en sus prác ticas políticas - fue aquella entre las for mas de la acción política que su per te nencia a una organización político militar clandestina les exigía y aquellas pr opias del activismo sindical, agravadas p or su forma de vida: pública, conocida, c on fue rte a rraigo e n el lugar de tra bajo y el ter ritorio. Si a mediados de 1970 la consigna d e los Montoner os era replegarse sobre las bases, y que las casas obreras s erían “f or tines montoner os”, estas bases no tení an forma de hacer un r epliegue semejante : no te nían na da a sus espaldas más que sus pr opias casas. Los márgenes pa ra decisiones e n este contex to era n seguramente muy pequeños, y llegaban a dos extre mos: el dilema entre u na for ma de militancia sindical que les había dado la victoria en otr o contexto político, prác ticame nte suicida en 1975, y la militarización, e n un conte xto en el que el ambiente que habían dominad o les era hostil y peligroso. Los militantes navales no fue ron uná nimes en la ac eptación de las direc tivas de M ontoner os. Algunos de ellos se clandestinizaron y pr ofundizaron su compromiso político, otros se alejaron tanto d e la Agrupación como del espacio d e tra bajo. Influyer on e n estas decisiones tanto pos turas políticas como situaciones vitales y senti mientos. Es to obliga a eludir el camino directo de pensar las relaciones entre la militancia sindical combativa y la guerrilla sólo como un espacio d e fricción e ntre ambas for mas de lucha, soslayando el análisis de los desafíos que planteaban uno y otr o espacio a los militantes, y sobr e tod o la inter relación entre a mbos. Analíticamente es más fructífer o ver las prácticas pr opias de la violencia política como un e spacio de inte racción entre las militancias específicame nte si ndicales y las de las organ izaciones político – militares, antes que como un ter ritorio de pura contradicción. El repliegue de los años 1974 y 1975, prod ucido por las agresiones y asesinatos de las bandas paraes tatales y sindicales, se transformó en d err ota y matanza por el gol pe de Es tado de 1976. No obstante, el impacto simbólico del 24 de marzo, cons olidado por la militancia de varias décadas de las organizaciones de der echos humanos, no d ebe borra r la idea d e que los sectores sindicales combativos, al igual que otras organizacion es ter ritoriales, venían siendo pe rseguidos y asesinados desde dos años antes de esa fecha 97 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte emble mática. El estudio de la represión al movimiento obrer o cuestiona la idea (ref orzada por las c onmemoraci ones ) de que el terr orismo de Estad o “come nzó” c on el golpe d e Estad o: las ba ndas de la Triple A , e n articulación con miembr os de las Fuerzas Armadas, funcionaban desd e dos años antes, y e n tod o caso debe pe nsarse e n etapas de un plan repr esivo, constituido: a) por la instauración de es tos escuadr ones de la mue r te (1973 – 1975), b) los decre tos cons titucionales de “aniquilamiento” que le dieron may or autonomía y control de la re pr esión a los militares (1975); c) la toma del pod er por las Fuerzas Armadas (1976). Es to llama a analizar las responsabilidades de dife re ntes sectores sociales, per o sobr e todo l os partidos políticos legales y los empresarios. L os trabajadores sufrían una r epr esión y violencia cre cientes desde finales de 1973. Y si bien no es c ompara ble en su magnitud al te rr orismo de Estado des plegado de sde 1976, no deben estudiarse c omo cuestiones separadas sino como e tapas de un mismo proc eso re presivo. ¿Cuáles serían las consecue ncias de ex plorar este c or rimiento simbólico? Aparec en inicialmente algunos caminos analíticos y nudos te máticos: analizar las redes civiles de la represión, revisar las actitudes de los partidos polític os y otras instituciones políticas y sociales en el tejido de complicidades y responsabilidades que impulsaron o al menos facilitaron la matanza posteri or (clandes tina e n par te de sus formas per o fuer temente e nraizada y visible en la expe riencia c otidiana de quienes vivieron, tr as la época de la Triple A, los llamados “años de plomo” del terr orismo d e estado). Esto aún no ha sido hec ho y requiere de más es tudios de caso y tra bajo s compa rativos que pe rmita n contras tar lo que emerge del caso Astarsa: que los grupos políticos radicalizados de trabajadores (y por ex tensión, la clase) sufrieron el embate represivo desde mediados de la década del setenta (en el caso de los astiller os, el prime r asesinado da ta de may o de 1974, mientras que en el ter ritorio enc ontramos mue rtos de la JTP ya e n noviembre d e 1973), en for ma visible y amenazante en sus lugares de trabajo y vivienda. Por último, tene r pr esente que el conflicto, que llegó a ser casi una guerra entre las organizaciones revolucionarias (incluidos sus frentes de masas ) y la or tod oxia sindical 65 mer ece ser estudiada desde una pers pec tiva que tenga en cuenta el enf re ntamie nto intra clase que los sec tores d omina ntes aprove char on y poten ciaron, para luego avanzar sobre el conjunto de los trabajador es. Con la impleme ntación del te rr orismo de Estado se pr ofundizó la represión a los es pacios más ele mentales y esenciales de las redes de sociabilidad obre ra: se pasó d e las fábricas al barrio, del bar rio a las casas, para luego tener d e re he nes a sus familias tanto c on el mied o a las re pr esalias como con la espe ranza del regres o. La re presi ón, c omo mues tra la historia de Mar tín Toledo, el obr er o secuestrado d e la casa en c onstruc ción que es taba levanta ndo ante la ord en de Montoner os de cambiar de d omicilio, r ompió la lógica de que “los problemas d e la fábrica e ran de la fábric a”. Lo hizo desapar eciend o a los E nte nde mos q u e l a noc i ón de “gu e rra” e s probl e máti c a. Si n e mbargo , de sde e l pu nto de v i sta de l a e xpe ri e nc i a de l os ac t ore s, d e l os doc u me nto s o rgáni c os de su s e stru c tu ras y de l a organi zac i ón de su s rec u rsos en f u nc i ón de l a l u c ha pol í tic a, e sta f u e c onc e bi da así . 65 98 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte militantes, amed rentand o a sus familias (e n muc hos casos asesiná ndolas tambié n) como una f or ma de cortar c on e l ejemplo, de darle ca rnadura, nombres y apellidos a la revancha f rente a los avances y a los miedos vividos por sec tores d omina ntes a ntes del golpe. El miedo fue sin duda un importa nte elemento disciplinador, y espar cido a escala loc al se ramificó c on pr ofundidad en el espacio y e n el tiempo, ya que como vimos en algunos testi monios continúa su trabajo en la tra nsmisión de la ex perie ncia de los militantes a nivel familiar. 99 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte A MÍ ME LLAMAN PELUDO . CULTURA, POLÍTI CA Y NAC IÓN EN LOS MÁRGE NES DE L URUGUAY Silvina Merenson Doc torad o e n C i e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad Na c i onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 10 Desde la segunda pa rte del siglo XX, la palabra peludo nomi na a las pers onas vinculadas al trabajo ru ral en la ciudad de Bella Unión, si tuada en el depar tame nto de Ar tigas, en la frontera te rritorial que Uruguay comparte con Argentina y Brasil. 66 La tesis aborda la historia esquiva, contradictoria y fragmentaria de es ta palabra –peludo -, de las pers onas que se autodefinen a partir de ella y del múltiple juego d e re pr esentaciones del que deriva el sujeto que esta palabra refier e: l os p eludos. En la supe rposición d e es tos tr es niveles de análisis hallamos una vía de acceso a las sedimenta ciones y transf or maciones que, entre 1940 y 2006, trama ron algunas de las diversas narra tivas sobr e la nación e n Uruguay. Se tra ta de una vía de acceso privilegiada dado que el derr oter o que siguió y sigue la palabra peludo, las trayectorias de las persona s que esta palabra (auto)nomina y el sujeto que ella refiere permi ten indagar con pers pec tiva histórica un problema que hasta el momento ha mere cido poca atenci ón: los márge nes inte rior es que delimitan las narrativas nacionales. La tesis, más específicame n te, se pregunta por los pr oces os de c ons titución de estos má rgenes para pe nsar las relaciones e ntr e la (re)pr oducción de nar rativas nacionales, las for maciones nacionales de alteridad y las f(r)icciones e n que éstas se sustentan. Aun cuand o la tesis inicia su recor rido con el nacimiento de la agroindustria azucarera en Bella Unión, hacia mediados de la d écada de 1940, en lo que sigue me dete nd ré e n los capítulos y dimensiones que conside ro per tine ntes a la convocatoria. Tal como pued e despr ende rse de la literatura militante 67, desde principios de la década d e 1960 a la actualidad, el pr oceso d e organización sindical y radicalización política de los peludo s de Bella Unión captó la atención de la amplia y he te rogé nea “izquierda montevideana”. El arribo a B ella Unión d e Raúl Sendic (el máximo líder del Movimie nto de Li beraci ón Nacional – Tupamar os), su desempeño como notario de la Unión de Trabajadores Azucareros d e Ar tigas (UTAA), es de cir del s indicato que reú ne desd e 1961 a los p eludos, las 5 marc has realizad as por este s indicato hacia Montevideo e ntre 1962 y 1971, y la relación de la UTAA con el MLN -T son algunos de los varios “eventos crític os” (Das, 1997) que jalonaron esta ate nción. Sin e mba rgo, hasta el momento, la (r e)pr oducción del proceso d e emblematiz ación de l os p eludos E sta no mi nac i ón e s produ c to de u na anal ogí a c on u n a ni mal de l a zona. C o mo e l “pe l u do” –o Tatú - l os trabaj adore s ru ral e s, e spe ci a l me nte l os c ortadore s de c aña de azú c ar - re ali zan su trabaj o e nc orv ados sobre e l su rc o, y q ue dan e nne grec i dos por l a me l aza de l a c aña q ue mada ante s de l c orte . 67 Me re f ie ro a l os te xtos pu bl i c ados por q u ie ne s, con di sti nt os grados de c ompro mi so y re sponsa bi l i dade s, f ormaron p arte de al gu na de l as organi zac i one s re v olu c i onari as pol í ti c ame nte ac ti v as e n l os años se se n ta y se te nta. E ntre e l l os/as Rose nc of (1 9 8 9 ), F e rnánde z Hu i dobro (1 9 8 6 y 2 0 0 4 ), Bl i xe n (2 0 0 0 ), Gi l i o (2 0 0 4 ), F ont ora (1 9 8 9 ), C osta (1 9 7 2 ), P ri e to (1 98 6 ). 66 100 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte como sujeto y motor de la r evolución en el Uruguay de los años sese nta y setenta y sus distintas sedime ntaciones no c onsideraba las pr opias pers pec tivas de este sujeto. E n c onse cuencia, entiend o que uno de los apor tes de la tesis radica en el trabajo de campo realizado en la zona Bella Unión, entr e peludos (hombres y mujeres ) pe rtene cientes a 3 generaciones , integra ntes o no de la UTAA. Sus prácticas de historización, atra vesadas por las dime nsiones de géner o y generación, puestas en di álogo c on distintas fuentes y soportes culturales 68, per mitió pone r en discusión algunas cuestiones que me ncionaré muy breve mente. Cre o que la tesis puede ser una contribución a la hora de descentrar l o que Demasi (1995) identificó c omo “una imagen netamen te montevideana” acerca de las memorias de la violencia polític a y el terr orismo de Es tado. E n este sentido, el trabajo de campo e n Bella Unión indicó d os cuestiones claves relacionadas entr e sí. Por una par te, la nec esidad de revisar la cronología conse nsuada hasta el momento para la dictad ura uruguaya (1973 -1985). Por la otra, la necesidad de c onside rar las articulaciones e ntre cultura, política y religión pr opues tas por lo s peludos . Estas ar ticulaciones, ex presadas muchas veces en lo que denomina n sucedi dos 69, hizo posi ble captar las tra nsfor maciones del tiempo históric o, anclado e n múltiples ex periencias vinculadas al trabajo, la vida familiar, la política, la visibilidad/invisibilidad del sujeto, etc. Entre otras cuestiones, la tesis analiza los mod os s iempr e complejos y conflictivos e n que la militancia citadina y los peludos aporta ron a la producción ritual de una formación discursiva que, entre 1961 y 1971 consagró la represe ntación é pica y miserabilista del sujeto en cuestión . En las bases de tal rep rese ntación, e n la que enc ontra mos un pr ofundo cuestionamiento de la narra tiva acerca del “Uruguay Feliz” o la “Suiza de América”, obse rvamos las disputas que siguieron a la inscripción del país en la senda Latinoame ricana. Para dar cuenta de ello des cribi mos y c ontrastamos los mod os en que la militancia citadina y lo s peludos nar ran el arri bo de Raúl Sendic a Bella Unión, la fundación de la UTAA y las repr esenta ciones que los/as tiene n por pr otagonistas de la primera (1962) a la quinta marcha cañera (1971) hacia Montevideo. Pensar las cinco marchas cañera s como “ritual de larga duración” (Chaves, 2000) nos pe rmiti ó obse rvar la c opr oducción de lo s p eludos como un sujeto cuya inclusión o exclusión d el colec tivo nacional fue y es en sí mismo una for ma de posic ionarse e n relación con y ente nde r el Uruguay. En el potencial de refuerz o, disti nción y/ o agregación d esplegado e n las marcha s pueden observarse los “ingr edientes” que hici eron a la f or mación discursiva ya mencionada: la identificación de los cuer pos d e los peludo s y la inscripción de la 68 Ade más de re l ev ar l a pre nsa e sc ri ta de c i rcu l ac ión l oc al y nac i onal e ntre 1 9 40 y 2 0 0 5 , trabaj é c on ot ras f u e nte s y s op orte s c u l tu ral e s q ue i nc l uy e n l as au di c i one s radi al e s de l a U TAA, al gu nos nú me ros de su bo l e tí n i nf ormati v o y l as ac tas de l a C omi si ón Di re c ti v a. Ade más de l a l i te ratu ra mi l i tante , re c u rrí a te xtos te sti moni al e s, l i te rari os, c anc i one s, f oros v i rtu al e s, i máge ne s, y al c i ne doc u me ntal . 69 Los su cedi dos so n re l atos e sc e ni f i c ados q u e , si e mpre apare nte me nte tu v i e ron l u gar e n e l pasado re moto o re c i e nte , a parti r de l os cu al e s los peludos i de nti f i c an ac tore s, e xpone n v al orac i one s, of re c e n ref l e xi one s y repre se ntac i one s so bre e l pasado, e l pre se nte y e l f u tu ro. 101 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte pobreza e n ellos; su ter ritorialización, que puede adver tirse e n las ideas y distinciones e ntre campo, ciudad y norte y la c ombinación de dos le nguajes: el lenguaje sagrado de la política y el lenguaje honorífico de la vio lencia. Indagar e n los tér minos menci onad os hasta a quí el que fuera uno de los períodos de mayor visibilidad de los peludos nos pe rmitió a bordar los r egistros de la violencia política y el terrorismo de Estado de un mod o que hasta entonces no había sido c onsiderad o. A pa rti r del pr oces o sociopolític o que atravesó Bella Unión entre 1972 exploramos la creación, operacionalización y superposición de disti ntos sistemas clasificatorios. Estos sistemas clasificatorios no s ólo resultan funda mentales pa ra compr end er las represe ntaciones, persiste ncias y transf or maciones e n los distintos pr oces os de implicación nacional atravesados ta nto por quienes f or maron parte de la UTAA como por quienes no lo hicier on . Ta mbié n per mite n obs ervar las sedimentaciones loca les y nacionales de la repr esentaci ón mise rabilista -é pica de los peludo s y las tensiones que ello supone. E n las clasificaciones rojo-azul-verdeamarillo-blanco-co lorado, las distinciones entr e quien es y no es considerado/a hijo del pueblo y entr e tendencistas-prol etarios-r enunciantes-dirigentes histórico s hallamos las lecturas que los peludos ofr ece n como r espuestas a la formaci ón discursiva ya mencionada. Las distintas combinaciones posibles de estos y otros sistemas clasificatorios por quienes se qu edaron en Be lla Unión, marc har on al exilio o fueron de tenid os/as resultó un punto de ingreso clave a las conti nuidades y transf or maciones ope radas sobre las repres entaci ones de l os peludo s e n el contex to pos -dic tatorial. La muer te de S endic (1989), el r esu ltado d el plebiscito por la “Le y de caducidad de la pre te nsión punitiva del Estad o” (1989) y el ingreso a la UTAA de una nueva generación de militantes socializada en formas de lucha, negociación y prác ticas políticas distintas a las expe rime ntadas por la gene ración fundadora del sindicato marcar on las discusiones acerca de lo que lo s peludo s c onsid eraban que de bía ser la redención social del sindicato. Entr e fines de los años ‟80 y fines de los ‟90, a partir de los diversos sentidos atribuidos a tres palab ras que fueron par te del vocabulario de la militancia de la UTAA y de quienes s e refirier on a ella para nar rar el Uruguay -conversión, reconver sión e integración - analizamos las articulaciones del “lenguaje de la clase”, el “lenguaje de los derec hos huma no s” y el incipie nte “lenguaje de la inclusión” propio de la sociedad política desc rita por Chatterge e (2007). Estos tránsitos, no exentos de te nsiones, especialme nte generacionales, indicar on una transf or mación del idioma de la política y, por ende, una se rie de tra nsformaciones en los pr oces os ide ntificatori os que ubicaron a lo s peludo s de la UTAA en una nueva posición en relación a las narra tivas sobre la nación, fuerteme nte ligadas al Mercosur. Hasta aquí intenté resumir l os apor tes más bien de orde n e m pírico que, entie ndo, r ealiza la tesis. En té rmi nos teóric os, si cabe esta suer te de falsa distinción, cre o que lo fundamental estaría dado por la necesidad de pensar una acepción más a mplia de lo que implica el estudio de “las culturas de los sectores populares”, ha bitualmente asociada a los sec tores populares ur banos ; la discusión acerca de la relación entr e la agencia y los sentimientos de implicación nacional de es tos se ctores a lo l argo de un proceso histórico y, 102 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte finalmente, la intr oducción de u na cate g orí a – “f(r )icción” - que pe rmi tiría analizar las relaciones entr e la (re )producci ón de nar rativas nacionales y las formaci ones nacionales de alteridad. Inspirada en Car dos o de Oliveira (1963), a lo largo de la tesis empleo la idea de “f(r )icción” para al udir el d oble movimiento inte rpreta tivo que, al mismo tiempo que busca esta blece r una ide ntificación – siempre ar bitra ria, diría Hall (2006)- como marca distintiva de un grupo social, indica un desajuste con otras identificaciones posibles, promovid as por otr os actores. Esta d oble condici ón por la que se pretende conocer y re c onoce r a un grupo social a partir de dete rmi nadas marcaciones supone u na “ficción” y una “fricción”: “ficción” no como falsead, sino c omo c ons trucci ón social, histórica y reguladora, portadora de significado y, “fricción”, por que siempre implica potenciales tensiones, disputas y desacuerd os de diversos tipos. Cuando pie nso en las “f(r )icciones” desencadenadas en la producci ón d e relatos acer ca del pasado recie nte, me re fiero a contexto s e ins tancias pr oble máticas más sutiles y quizá menos conflictivas que las abordadas por Cardos o de Oliveira: pienso e n el juego de repr esentaciones, pujas y disputas de sentidos que ope ran, en este caso, sobr e p eludo y s obre las pers onas que se definen y s on d efinidas a partir de es ta nomi nación. La tesis propone que una parte sustantiva de la incorporación de lo s pelu dos a las “for maciones naci onales de alteridad” en el Uruguay se sustenta en la coproduc ción histórica de es tas “f(r)icci ones” que habitan en las distintas narr ativas acerca del pasado reciente . Bibliografía Blixen, Samuel (2000) Sendic. Montevideo: Tril ce. Cardos o de Oliveira, Robe rto (1977) “Articulación interé tnica e n B rasil”. En: Hermitte - Cha terje e, Par tha (2007) La nación en tiemp o h eterog éneo y otro s estudios subalternos. 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Año de de f e nsa: 2 00 9 La tesis aborda el proceso de c onf or mación y consolidación de la pr opuesta te órica, política, organizativa y prác tica de la Organización Comunis ta Pod er Obrer o (OCPO), desd e su gestación hasta su afianzamiento en el país. El relato de esta h istoria surge del entre cruzamiento de difer entes voces y f or matos discursivos, como son las más de cuare nta entrevistas a e x militantes de OCPO y, la revisión de mate rial bibliográfico y d ocume ntación de la época. La nar ración está c ons truida a par tir de d os c oordenadas: la temporalidad (compre nde la década 1965 – 1975), y la espacialidad. Esta última refiere a los centr os urbanos en los que OCPO tuvo un d esarrollo significativo: Córd oba, Buenos Aires, La Plata, Tucumán y Santa Fe. Cre o que el apor te más ex plícito que la tesis propone es ampliar el deba te en torno al pensa miento político y mod os or ganización de la izquierda de los 70, y también en tor no a tópic os para revisar el pasado reciente. Cuando empecé a trabajarla, la litera tura sobre O CPO no te nía circulación o era basta nte desc onocida. Ac tu almente sigue siendo u na deuda pendie nte. Sí son nume rosas las investigaciones, ensayos, ar tículos sobre otras agrupaciones políticas de la etapa, tal el cas o de Montoner os o del Par tido Revolucionario de los Tr a bajadores y Ejér cito Revolucionario del Pueblo. E n menor medida, ta mbié n fueron apa recie nd o te xtos sobre FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y FA L (Fuerzas Armadas de Libe ración). Sobre OCPO hubie ron algunas publicacion es de escasa tirada y, en general, circunsc riptas a temas más especí ficos, como -por eje mplo -, la expe riencia en las Coordinad oras y M esas de Gre mios e n Lucha (1974/75), o la pr opuesta alreded or d el docume nto “De moc r acia y Revolución” (1975) 71. En 2005 la R evista Lucha Armada en la Argentina Nº1, incluye un Dossier sobr e OCPO, y e n el 2009 se publica el libro Organización Comunista Poder Obr ero. Una Aproximación al Socialismo Revolucionario en los 70 72, el mismo se agotó en poc os meses (es tos dos últimos son publicaciones motivadas por esta investigación). C e ntro de E stu di os Av anzado s - y Dp to. de C i ne y TV de l a E scu el a de Ar te s F Fy H de l a U ni ve rsi dad nac i onal de C órdoba 71 Re v i sta ¿Qu é hace r? P or e l re arme te óri c o e n l a c lase trabaj adora. Nº1 . A t r ei nt a Años del g olpe: R evolu ci ón y Cont r ar r evoluci ón en Ar g ent i na (2 0 0 6 ) Bue nos Ai re s. E di t. C ol e c ti v o Qu é Hace r C u ade rnos de l M -IR. D emocr aci a y r evoluci ón, Or g ani z aci ón Comuni st a Poder Obr er o. (2 0 0 6 ). Se rie Doc u me ntos Marabu nta Izq u i e rda Re v ol uc i onari a. Bue nos Ai re s. E di ci one s Si n Tre gu a. 72 Or g ani z aci ón Comuni st a Poder Obr er o. Una Apr oxi maci ón al Soci ali smo Revolu ci onar i o de los 7 0 . (2 0 09 ) Obra c ole c ti v a. E dic i one s A Ve nc e r. Bue nos Ai re s. 70 105 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Ahora bien, deci r que esta tesis da cuenta de una propuesta política de la que había poc os r egistros publicados no i ndic a claramente ninguna novedad, o importa ncia del asunto. La izquierda en nuestro país fu e muy pr olífera en esos años y son muc hísimos los agrupamie ntos que corre n la misma suerte de omisión. L os casi 30 años de d emocracia y l a más recie nte res titución (e n el ideario social) del valor de la política como espacio de construc ción que nos compe te a tod os, r eactivó la necesidad de inda gar en la inmensa riqueza te órica y política de los de bates , te nsiones, crí ticas, err ores, pote ncialidades etc., que habitar on el pasad o recie nte. Y en los últimos dos años surgieron algunas publicaciones que rec oge n ma teriales de aquellos deba tes d e las organizaciones más conocidas y tambié n de las no tanto. En la década del 70 fui militante de la C or riente Universita ria por la Revolución Socialista -cuyo r efere nte político era OCPO - , y e n la actualidad mis recuerd os y bagajes teóric os no alcanzaban para explicar aquella práctica por la que transité , por lo que me propuse és ta búsqueda, no sólo pa ra calmar inquietudes pers onales, sino ta mbié n c omo un aporte reflexivo s obre esa expe riencia, desde una pers pec tiva críti ca de la discursividad que atraviesa el tiempo ac tual, en el que, a su vez, c reo que es posible pr oducir es tas respuestas. Con toda la subjetividad pasional a cuesta, y de la que solo pued o distanciarme ética mente en pos de cie rta honestidad c omo inves tiga dora, entie ndo que el aporte de esta tesis esta en que hay en la experie ncia de OCPO aspectos inte resantes y distintivos en lo teóric o, en lo político y en lo organizativo. Es una organización tardía res pec to de las otras más conocidas. Se cons tituye en f inales de 1974 en virtud de una fusión largamente anunciada de e ntr e siete y diez agrupamie ntos de las grandes ciudades industriales. Es muy inter esante ese pr oces o de unificación, c imentad o mas en la práctica de los militantes que e n los acue rdos (que tam bié n) d e las direcciones orgánicas. Por lo que en el desar rollo de la tesis hay u n espe cial cuidado en destacar esos aportes teóricos, metod ológicos, políticos, práctic os y humanos que los testimoniantes destaca n de las tray ectorias pr evias. Estos pr oces os de fusión –que atraviesan la vida de OCPO - obligan a un funcionamiento de direcciones c olegiadas y al debate de divers as trayec torias y aportes e n la teoría y u na definición d e las ta reas revolucionarias para la A rgentina, recupe rand o aspec tos del marxis mo, cuestiona ndo al estalinismo y valorando la experiencia pe ronista. En el tex to hay un desarr ollo de las definiciones que van nutrie ndo los acuerdos de la “nueva izquierda” naciente: la afirmación de que la etapa mostraba las condici ones de una situació n pr e rrevolucionaria; la asignación de que el liderazgo político del pr oces o le pe r tenece a la clase obrera, y más especialme nte al pr oleta riado industrial; y que las tareas ce ntrales se disputaban e n los ce ntr os urbanos del país. Sobre esas claves se mont an los acuerdos que ex plicitan la nec esidad de conformar una organización indepe ndiente del par tidismo tradicional. Hay un acercamiento a las per cepciones y descripciones de una dinámica que caracteriza el caldero político d e los 60 y 70 y una exploración de las matrices que moldean la 106 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte denominada “nueva izquierda socialista”, franja que en ese entonc es se diferenciaba de la posición de montoner os y del prt -er p. Desde l o teórico los a ctivistas ligados a OCP O resca tan y unen de bates que se venían desar roll and o e n diversas ver tie ntes de la izquierda y concluyen en una defi nición d e país no c omo c olonia, sino e n térmi nos d e capitalismo depe ndiente, asevera n que no hay un par tido r evolucionario que pueda hacers e por voluntad de unos resueltos militantes , inc lu so niegan la posibilidad de que pueda habe r un único par tido, y aún estos varios depe nde n de condiciones de lucha y relaciones d e fuerza, y no d e deci siones de grupos más o menos numer osos; plantea n que la hegemonía de un Frente Revolucionario no se garantiza con progra mas previos, ni solo c on acuerdos d e c onducci ones, sino que se redefine e n cada momento de lucha; aseguraban que la lucha por la democracia y el socialismo tenía un carác ter i rre mediablemente viole nto y que ese e nfre nta miento -e ntre el pr ole ta riado y s us aliados, por un lado, y la gran burguesía y el imperialismo, por el otro - se resolvía en una Guerra Civil Revolucionaria. La constitución de OCPO es pr oducto – entre otras cosas - de la decantaci ón de un profund o pr oces o autocríti co de numer os as agrupaciones de izquierda respec to de ha ber promocionado el voto r epudio ante las elecciones de 1973, esto las lleva a re pasar se riamente su concepto, posicionamie ntos y prac ticas fre nte al pe ronismo. La autoc rític a puso e n cues tión ta mbié n las dinámica s del ce ntralismo o del ver ticalismo en los modos d e funcionamie nto de las organizaciones políticas contrainsurge ntes. Por otra pa rte , en la edición de las entrevistas se señala que -en virtud de sus prácticas políticas - , los activistas crear on l azos ident itari os y subjetividades compar tidas que marcar on las vidas para siempr e; que las autocrí ticas desarrolladas pr opiciar on una ex pe riencia refl exiva impor tante y una dinámica cuestionad ora de funciona miento; y q ue la estrategia de frentes y alianzas que signa la política de OCPO, es una huella inter esante para revisar las contradicci ones e ntre pe ronismo e izquierda que perma nece n en el pr esente. Algunos de los supues tos que a traviesan y el trabajo son: que al relatar la pers pec tiva política de OCPO se constru y e una versión de los aconte cimientos socio- históricos , asumiendo la focalización s ubjetiva de los entr evistados en combinación c on la organización de la narrativa elaborada; que l a posibilidad de pone r en común esa ex pe riencia desde las memorias de sus ha cedores acarrea el peligro de la imprecisión, el ocultamiento, la tergiversación y la subjetivación, pe ro que tie ne la ventaja de la posibilidad de accede r a distintas miradas y sentidos, de rec ons truir ac onteci mientos desde u na pluralidad de expe riencias y vivencias, y de ac erca rnos a la dimensión pasional que tod o pr oyec to político e ntraña. El géne ro discursivo elegido per mite trazar un rec or rido te mátic o que se inicia con la génesis de la organización OCPO. Sobr esale de este momento histórico su proc eso constitu tivo en el que confluyen se ctor es de la denominada -en ese mome nto-, “la nueva izquierda socialista”, y otr os c on traye ctoria per onista. El rec or rido continúa con el surgimiento de la propues ta que abarca: una descripción de la realidad polític a y social del país, entre los años 1969 y 1975; la caracterización de los procesos de ca mbio s ocial y la 107 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte explicitación de las estrategias para sustentar tales proc esos de ca mbio. Asimismo, a lo largo de toda la superficie textual se transpare nta el mod o d e funcionamie nto que se pr opuso OCPO c omo organización política, su pr ograma, su relación con diversos sector es, su propuesta de alianzas, y las reflexiones autocrí ticas que se formularon des de su origen. Al cons truir es te r elato a nclado e piste mológic amen te e n los causes de la memoria, la vuelta al pasado está marcada por el prese nte. Esa relación de movimiento te mporal se verifica en divers os aspectos. El prese nte es el punto de par tida de la memoria, porque -sea individual o grupal - de pe nde d el entorno o r ealidad social. Como s eñala Halbwachs (2004), las memorias no son un tesoro individual guardado en una caja en el desván, se van construye ndo e n relaciones inte rde pendie ntes. Vienen unas e n apoy o de las otras, no como un simple encade namie nto, sino en r e lación c on dete rminad os marc os sociales: “esto s marco s co lectivos de la memoria no son simples f ormas vacías donde lo s recuerdo s que vienen de otras partes se encajarían como un ajuste de piezas, todo lo contrario, esto s marcos son precisamente lo s instrum entos que la mem oria col ectiva utiliza para reconstruir una imagen del pasado acorde con cada época y en sintonía con los pensamientos dominantes de la sociedad.” (Halbwachs, 2004:10). Por su par te, la frase de Walte r Benjamin, “adueñarse de un recuerdo ta l y como relumbra en el instante de peligro” (Be njamin, 1987:180), le permite a Pilar Calveiro (2004) reforzar el conce pto ante rior cuand o dice “ef ectivamente creo que son los peligro s del presente lo s que convo can la memoria, y nos llevan entonces a traer el pasado, a traerlo como r elámpago que ilumina fugazmente, en un instante, lo s peligro s de la actualidad, los p eligros que en este momento repr esentan para nosotros un desafío.” (Calveiro, 2004: 72) Richard Flacks (1994), en un análisis que hace desde lo s movimientos sociales en Estad os Unidos, y que trasciende a su esencia a nivel inter nacional, sostiene que existe una continuidad entre la tradición cultural de la izquierda de los 60/70 y los grupos que impulsan los nuevos movimientos s ociales hoy ; y pr onostica que, fre nte a la crisis de los par tidos políticos de masas tradicionales, esos movimie ntos van a desempe ñar un pa pel de cre ciente importa ncia como alter nativas de participación en la vida pública. Desde las investigaciones, prác ticas polític as, actividades docentes y acciones discursivas e ideológico -personale s que transi to , no e ncue ntro certezas acerca de c ómo los pue blos y gr upos sociales se nutr en de las “enseña nzas” que acarrean las memorias y la historia. Es difícil afirmar que sirven pa ra que los hombres y las mujeres distingamos -e n nuevos signos adverte ncias del pasado, y con ello podamos preve nirnos “para no re pe tir los mismos e rr ores”. Pe ro sí sabe mos que las personas nos c omunica mos c on las expe riencias propias y ajenas, y que estos p r oces os -d ond e se produc en sentidos y se gene ran pasiones -, nos pote ncian dime nsiones colec tivas o individuales, afectivas u ofensivas, de reconocimiento o de indifer encia hacia los otr os. Desentra ñar aspectos de esas páginas de la historia socio -política de nuestr o país es hoy un desafío, porque fueron escritas e n un tiempo signado por la participación e n pr oye ctos colec tivos, solidarios y equitativitas, movimientos que luego se pusier on en crisis; porque sus re significaciones necesita n de la pluralidad de voces que las engend raron, la mayoría de las 108 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte cuales están ausentes; y porque el prese nte propone -i mpone relatos y le cturas desde marc os sociales diferentes. Cuando trabajamos con memorias de l os 60 /70 aparecen – inevitableme nte -, valoraciones sobre esa eta pa, y se abre un espacio de disputas que abarca no s ólo la nominación d el pasado, sino –y consecue nte me nte - u n posicionamiento e n el prese nte soci o - polític o argentino, y la legitimación de teorías y de prácticas, de sentidos y de mod os de cons truirse c omo país. Esta tesis es también, entonces , un intento para cimentar un r elato que partie ndo d e aquellas subjetividades, del desentraña miento de las ideas políticas y los pr esupuestos que sos tenían las práctica s de OCPO, de las focalizaciones de los e ntrevistados, d el entra mand o y combinado situaciones/ ac ciones de otros tie mpos -, ac tualice la apuesta de cons tr uir una sociedad donde la justicia, la libertad y la igualdad no sean solo debates teóric os. 109 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte REINVE NC IONES DEL FUEGO. RESI GNIF ICAR LA LUCH A REVOLUCIONARIA DESDE E L PRESE NT E: EL MOV IMI ENTO DE LIBERA CIÓ N NA CIONAL -TUPAMAROS URUGUAYO Y EL MOVIM IENTO DE IZQUI ERDA REVO LUCIONAR IA CHI LE NO (1965 -2009). 73 Alondra Peira no Iglesias 74 Mae strí a e n E stu di os Lati noame ri c anos. F ac u l tad de Fi l osof í a y Hu mani dade s. U ni v e rsi dad de C hil e . Año de de fe nsa: 2 0 0 9 Para empezar Para empezar, me par ece ne cesario detene rme un mome nto en la pr egunta pr opuesta. En primer lugar, y aunque par ezca evidente, es basta nte complicad o e incluso arriesgado evaluar una misma el apor te te ór ic o o e mpíric o de la tesis. Cre o que ese impacto se verá con el tiempo, l os pr oces os de reflexión y de bate teóricos y empíricos tie nen sus propios ri tmos. S obre todo que, inevitableme nte, la idea de “memorias sociales” tiene que ver con los procesos históricos mis mos, es d ecir és tas se construy en y tensi onan pe rma nente mente dentro d e la compleja telaraña de relaciones y transf or maciones políticas, sociales, culturales, económicas, ideológicas, episte mológicas, etc . Dicho esto, cre o que otra c osa es analizar algunas problematizaciones que pueda plantea r la tesis en torno a cier tos ele me ntos pr esentes e n el deba te sobr e la batalla de las memorias, como un ejer cicio de autocrí tica. Nuevas ba tallas por la memoria bajo los go biernos progresistas en la Región: iz quierda versus izquierda Un elemento que resca taría de esta tesis como apor te a los debates e n torno a la recons trucción simbólica e históric a de las memorias sociales es la reflexión más política ace rca de la r elación entre Me morias, DDHH y gobier nos pr og resistas. En la última d écada la historia recie nte de nuestra región ha sido e n gran par te rec ons truida en base a la historia oral. Es ta her ramienta teórico -metodol ógica resulta pa rticularmente útil pa ra res catar las memorias vivas, sin dejar por ello de s e r un ter ritorio funda mentalme nte contradic torio. Lo r eciente de las dictaduras cono sureñas tiene como uno de sus efectos que la tra nsmisión d e la experienc ia de los y las protagonis tas aún se realice de mane ra directa. La tesis aquí prese ntada plantea un análisis comparativo e ntre aspe ctos específic os de los pr oces os polític os chileno y uruguayo de los últimos cincuenta años . A tra vés de esta c omparación, la tesis analizó cómo se resignifica y reinter pre ta la experie ncia revolucionaria pasada desde los inter eses polític os y cargos guberna mentales actuales 75. P rof e sor patroc i nante C arl os Ru i z Sc hne i de r. Grado 1 , C e ntro de E stu di os Inte rdi sc i plinari os U ru gu ay os, F ac ul tad de Hu mani dade s y C ie nc i as de l a E duc aci ón, U de l aR. 75P ara e sto he re al i zado oc h o e ntre v i stas ( se mi -abi e rtas): se i s mi l i tante s de l Mov i mi e nto de Li be rac i ón Nac i onal -Tu pamaros ( e n ade l ante MLN, c i nc o hombre s y u na mu j e r) y dos e x mi l i tan te s de l Mov i mi e nt o de Izq u i e rda Re v ol uc i onara (e n ade l ante MIR) -ac tu al e s soc i al i stas (u n h ombre y u na mu j e r). He i nc l u i do tambi é n al anál i si s u na e ntre v i sta re al i zada e l año 2 00 5 a Ju an Saav e dra (e x mi ri sta -ac tu al 73 74 110 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Para empezar de mos un pas o hacia atrás, y veamos e l giro político d e cierto sec tor de la izquierda que de revolucionario e n los sesenta -se te nta pasó a ser prog resista e n las últimas décadas. Muy sucinta me nte, dura nte los años ochenta y noventa se proc esó u n pr ofundo giro ide ológico e n la izquierda. La tend encia hacia la hegemonía neolibe ral (ide ológica y económica) desd e hace aproximadame nte cuatr o o cinco d écadas es una transformación a nivel mundial, y las dictaduras latinoamericanas hacen par te d e este proceso de mediano plazo. Aquí es d ond e se inser tan los cambios de paradigmas teóricos , que tienen por resultado actual la imposición de un meta -discurso político que en aparie ncia es único. E n este sentido, el proceso s ocial y cultural que impusieron las dictaduras en el Cono Su r caló pr ofundame nte nuestras sociedades, aunque con ritmos difere ntes. Entre los aspe ctos más evidentes de dichos giros polític o -culturales, la mane ra de ente nde r y ejer cer la po lítica es uno de l os rasgos más tristeme nte palpables. Si bien e n su pre te nsión d e cie ntif icidad y tec nicismo, la ideología neolibe ral se autolegitima c omo a - política y a -ideológica, e n c onc orda ncia con el sociólogo c hileno T omás M oulian, ésta contiene los tr es eleme ntos propios de las “ideologías utópicas”: una idea natural de lo s ocial, una idea absoluta del futuro y la justificación del re curso a la fuerz a para la defensa de esos ideales sociales 76. Es una ideología que n aturaliza la organización social, política y económica actual: ésta no se muestra ni como una posibilidad entr e otras ni como una más de las distintas opciones e n conflicto, sino c omo lo natural, se plantea c omo la verdad, como el ejer cicio neutro y objetivo de la administración social. Es te pragma tismo univ ersaliza las relaciones de pode r y las dinámicas sociales, autolegitima las estruc turas ec onómicas y políticas que sostienen y justifican su poder y domi nación. Al obviar los pr ocesos históricos más amplios en que las situaciones y circunsta ncias actuales se c ons truye n, es ta ide ología sepulta la historicidad de los pueblos, i nvisibiliza y silencia la lucha de clases, los conflictos de i nte reses y las correlaciones de fuerza, en que las construcciones y luchas sociales y la prác tica política se inse rtan. “El ree mplazo d e la política como c onf rontaci ón por la política c omo ad ministra ción, generar á las condici ones de la pe rfec ta gober nabilidad.” 77 La clase política domina nte s e compone de pr ofesionales del pode r. Esto se manifiesta de mane ra evid ente e n el tipo d e partid os y coaliciones que hoy día se expa nde n como ve hículo y espacio del ejercicio de la política insti tucional; partid os que se fund an en la nec esidad de ser más compe titivos elec toralme nte y que, en vías de es te obje tivo, aba ndon an mi l i tante de l P arti do P or l a De moc rac i a –e n adelante P P D -, q u i e n e n e se mome nto e ra Al c al de de l a C omu na de P e dro Agu i rre Ce rda), e n e l marc o de l a i nv e sti gac i ón para mi se mi nari o de grado para o ptar a l a l i c e nc i atu ra e n Hi stori a, F acu l tad de F i l osof í a y Hu mani dade s, U ni v e rsi dad de C hi l e , 20 0 6 . La di spari dad e n e l nú me ro de e ntre v i stas de u n paí s y e l otro re sponde a l a di fic u l tad q ue e nc ontré para c onse gu i r l as e ntre v i stas e n C hi l e . E ste aspe c to e s tambi é n parte de l anál i si s, si e nte nde mo s di c ha di f ic ul tad c omo u n si l e nc i o qu e re sponde a l o probl e máti c o q u e le s re su l ta a l os e x MIR -ac tu ale s P S re fe ri rse a su pasado re v olu c i onari o. 76 Tomás Mou l i an, Ch i le Act ual: anat omí a de un mi t o, Santi ago: LOM e di ci one s, 1 9 9 7 . 77 i de m, 59 . 111 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte pr oyec tos d e c ons trucción s ocial, política y ec onómica (ejemplo de esto son el Partido por la De mocracia y el Partid o Socialista en C hile y el Movimiento d e Participación Popular en Uruguay). Es to se re fleja de manera aún más evidente en la prác tica ins titucional de las coaliciones pr ogresistas: por eje mpl o el Frente A mplio en Uruguay y la Conce rtaci ón de Partidos por la De mocracia e n Chile –con algunos matices impor tantes - ad optaron opciones pragmá ticas y tec nóc ratas -si es que se puede calificar así, e n el fond o siempre hay voluntad política, pod ríamos hablar de una voluntad política te cnóc rata - como gobier nos. Avalan y adopta n oportunis tame nte la lógica del conse nso, que a grandes rasgos es la opci ón política de l a anulación de las difere ncias ideológi cas: la clase política simula la discusión política y gene ra un apare nte “acuerdo” acerca de cuáles son los fines que se buscan. A parti r de este giro ideológic o aparec en los acomod os políticos y las reinter pre taciones de la ex perie ncia pasada, específicam e nte de las pe rsonas entrevistadas. Existe una innegable re - negación d e proyec tos revoluciona rios de tra nsformación social, se aband ona n viejos, pe ro no obsole tos, paradigmas clásicos de la izquierda: como la lucha de clases y la necesidad del enfre ntamien to direc to a las es tructu ras de dominación. Aquí hay que dete nerse un segund o a pe nsar quiénes s on los que hoy aband onan las ideas de emanci pación social. Si pensamos que es tos sectores, que anta ño fue ron revolucionari os, e ntendie ron la rev olución c omo una lucha coyu ntural que pasaba por la toma d e las armas, e ntonces cl aro que el proyec to se les agotó. El foco, más allá de sus variantes y ve rsione s, plantea una pers pec tiva cor to placista de la construcción r evolucionaria, d onde el centr o d e los linea miento s estratégicos está en la lucha armada, y no en la larga y lenta cons trucci ón social de pode r popular 78. Así, y e n relación c on l o plantead o, otra manifestación clara, aunque no por ello menos c ompleja, de es te gir o político se plantea e ntonces e n el ca mpo de la batalla de las memorias. Hagamos un poc o de memoria. De mane ra sucinta, e n sus inicios el, tan he ter ogéneo c omo c onflictivo, movimiento de DDHH a parec e c omo consecue ncia de la repr esión ejercida por las dictaduras. A finales de los años setenta, los DDHH se definían c omo un conce pto muy acotad o por un lado y como una tarea fundamentalmente de fa miliares: se plasmó mayoritariame nte e n de mandas anti -re presivas muy c oncre tas que jugaron un rol ce ntral en el limitado espac io público de r esistencia a las dictaduras 79. Más adelante, durante los años oche nta, por un lado estas demandas tomar on c onsistencia como reivind icaciones políticas de “Verdad y Justicia”, sobre tod o d e verdad , e n la voz de los/as familiares que exigían saber dónde esta ban sus desapareci dos/as y lo que había pasado con ellos/as. Como lo relata Jelin e n “ L os der echos huma nos y la me moria de la violencia E ste te ma da para u n trabaj o e n sí mi smo. Mark arí an, Va ni a, I dos y r eci én lleg ados . Mo nte v i deo: E di c i one s l a Vasi j a, C or re o de l Mae stro, 2 0 0 6 . 78 79 112 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte política y la represión... ” 80, es e n es ta década que el campo d e la me moria, como te ma académico y espaci o polític o surge de las luchas soc iales por derr ocar a las dictaduras. P or otro lado, ta nto en C hile como en Uruguay, más allá de los importa ntes matices que entr e ambos procesos existe n, el te ma de los DDHH estuvo pr esente en las negociaciones hec has entr e algunos de l os partid os polític os y los militares, para las salidas pactadas de las dictaduras. Luego, e n los años noventa y d os mil, du rante las transiciones y /o después de éstas –depe ndiendo de los países -, es la exigencia de justicia la que va tomand o el ce ntro de la lucha del mov imie nto de DDHH: durante el segundo lustro de los oche nta y los prime ros años de los noventa aparece n los prime ros Inf or mes de la r epresión e n el C ono Sur 81. Y luego, fundada e n és tos y en l os testimonios de los/as sobr evivientes, comie nza a instalarse la de man da desde las organizaciones sociales de DDHH de juicio y castigo a los responsables, militares prime ro y civiles des pués, de crí menes y tor turas. Es durante es ta etapa que se judicializa la lucha por los DDHH. Al parec er una de las condiciones de la “estab ilidad democ rática ” es que no se moles te a la casta militar res ponsabilizándola de l os c ríme nes políticos come tidos en dictadura. Y esto, necesariame nte, redunda en que las ex pec tativas de cie rto sec tor d e la sociedad en cuanto a la justicia por la violaci ón de los DDHH y a la verdad con respe cto a los y las detenidos/as desaparecidos/as no sea n satisfechas. Hoy, esta deuda aún vigente después de décadas de procesos de rede moc ratización e n el Cono Sur, nos pe rmite poner fuer te mente e n cuestión estas democra cias ne olibe rales. Y en particular los gobie rnos pr ogresistas, que tiene n una relación profunda me nte c ontradic toria con el tema. Es cierto que durante la última década hemos asistido a cierta “explosión de las memorias” bajo los gobier nos prog r esistas, que se ha manifestado fundamentalme nte en algunos c oncesiones muy limitadas al heter ogé neo movimiento de DDHH : gestos d e r econocimi ento s ocial de la r esponsabilidad del Estado en estas violaciones (tibias y muy d iscutibles políticas de re paración y rec onocimi e nto, inclusión e n los prog ramas escolares, museos, e tc ), y en algunas iniciativas sociales de señalamiento (memoriales, monu mentos, etc.), que son más bien simbólicas, aunque también necesa rias ética y socialmente . Es más, muchas de las iniciativas que se han llevado adelante como políticas públicas bajo los gobier nos pr ogresistas re sponden a pequeños logr os del movimiento de DDHH e n su dura y larga lucha por el re conoci miento s ocial de la violación de los DDHH. Pe ro una vez ins titucionalizadas ciertas lóg icas de rec onocimiento, es como si, desde cie rtos sectores, se quisiera pone r punto final a esa lucha. Así, estos gestos muc has veces no pasan de se r simbólicos, dejando en un segund o plano la búsqueda de la verdad sobre los/as desaparecid os/as y la conden a social, histórica y jurídica de los responsables. Je l i n, E li zabe th, “Los de re c hos hu man os y l a me mori a de l a v i ol e nci a pol í ti c a y l a re pre si ón: l a c on stru c c i ón de u n c ampo nu e c o e n l as c i e nc i as soc i al e s”. C u ade rnos de l Ide s, n. 2 , oc tu bre , 20 0 3 81 Al do Marc he si , “Las l e c c i one s de l pasado. Me m ori a y c i u dadaní a e n l os i nf orme s „Nu nc a Más‟. ”, 2 0 0 1 , e n http://www.c l ac so.org.a r /bi bl i ote c a. 80 113 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte En este sentido, bajo los gobiernos progr esistas la lucha por las memorias ya no se ex pr esa sólo en la oposición izquierda -derec ha o d emocracia dictadura, sino que se plantean pugnas al inter ior de la izq uierda y se enf re nta n pr oyec tos sociales e n d emocracia. S e complejizan las relaciones de pode r, y las memorias c omo un ca mpo es pecífico dentr o d e éstas se rec onfiguran. Apar ece n nuevos foc os de te nsiones d onde cuajan nuev as contradicciones: se r eactualiza una vieja pugna “izquierda versus izquierda”, ahora en torno al tema de los DDHH, y el para qué y cómo de la memoria, aunque no únicamente. Desde su surgimiento en el Cono Sur en la década de los oche nta, los estudios de me moria se plantear on c omo un l uga r de denuncia de la izquierda. La caracte rización de un nuevo foco de te nsiones d onde se confr ontarían distintas posturas, visiones y c ons truccione s de izquierda, problematiza el campo de la me moria, re politizand o el de bate e n torno a las memorias. Podríam os entonces pr oponer una pe riodización muy te nta tiva de la relación entre DDHH, me morias y luchas político -soci ales. Una prime ra eta pa de fuer te implicancia política del tema de los DDH H en las luchas sociales anti dictatoriales durante los años oc he nta; u na segunda etapa de apaciguamiento e n torno al te ma durante los años nove nta; y una ter cera eta pa, la actual, de nuevas tensi ones bajo l os gobier nos pr ogresi stas: la institucionalización de la gestión política de los DDHH se confr onta con la ne cesidad de a rticular los DDHH con proy ectos políticos de tra nsfor mac iones sociales más amplios. A modo de conclusión parcial Este tra bajo, realizado durante los años 2008 -2009, trata de pr opone r una politización de algunos deba tes e n torno a la memoria, articulando una reflexión histórico -política con un análisis de la recons trucción histórica de la memoria c olec tiva. Esta tesis, y los desar rollos teóricos que de ella se despre ndier on posteriorme nte, pr oble matizan, con una fuer te carga ideológica, el para qué, el cóm o y el por qué de algunas memorias, como el resultado, nunca acabado, de una larga lucha social y política. Se e xplicitan así las contradicci ones propias de toda gestión, más bien prefier o hablar de rec onstrucción, simbólica y subjetiva de las memorias soc iales. Este campo político -ideológico no deja de estar también impregnad o de las tensiones propias de las relaciones de poder. La batalla por las memorias es, como campo social y político, un eleme nto más dentr o de la lucha de clases actual, sobr e todo en es tas sociedades posdi ctatoriales y en estos contextos actuales donde pe rsiste n y se agudizan fuertes desigualdades económicas y pr ofundas injusticias sociales. Paradójicame nte, y sin ir más lejos, hoy día desde los g obier nos progr esistas se es tá asumiend o, legitimand o e institucionalizando el uso de la violencia estatal -con tod os los atropellos, brutalidades y humillaciones que ella ampara - como res puesta a los pr oble mas sociales: viejos problemas c omo el de la pobreza, y nuevos como l o son la masividad del consumo de dr ogas y su tráfico. La lucha por los DDHH no pued e ni e ntend er se ni construirse de manera aislada. Esta tiene que articularse necesariamente en pr oyec tos políticos que se asuman desde una memoria viva, activa y combativa, tiene que hace rs e pa rte de construc ciones sociales tra nsfor madoras más amplias. La consolidación de 114 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte esta memoria va cuajando en la medida que construimos tod os los días nuestra emanci pación, en c oordinación con todos los actores sociales: tra bajadores/as, campesinos/as, p oblad ores/as, es tudiantes , desocupad os/as y pue blos originarios. Es la compr ensión integ ral, y no fragmentada, de los distintos aspectos y niveles de la vida social, y la articulación de la lucha contra las distintas violaciones de los DDHH, algunas más ev identes otras más sutiles, en un mismo pr oye cto político tra nsformador, l as que nos pe rmitirá n r ealmente luchar por un mundo justo. Y dejo has ta por acá esta r eflexión, porque lo que sigue, desde mi punto de vista, se los dejamos, con nosotras/os compr ometidas/os en ellos, a los pr ocesos de l ucha. 115 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Mesa 5. Los Juicios: conjugando el pasado en tiempo presente LAS LUCHAS POR LA MEMORI A SOBRE EL PA SADO DIC TATORIA L. POL ÍT ICA (S) Y ME MORIA (S) EN E L JUI CIO POR LA VERDA D DE MAR DE L PLAT A. Enrique Salva dor Andr iotti Romanin Doc torad o e n C i e nc i as Soc i al e s. U ni v e rsi dad Na c i onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 11 El trabajo que aquí presentamos es un resumen de la tesis titulada “Las luchas por el sentido del pa sado dicta torial en la ciudad feliz. Memoria(s) y política(s ) en el Juicio por la Verdad de Mar del Plata”. En dicha tesis hemos prese ntad o la historia del Juicio por la Verdad de Mar del Plata, algunos de sus pr otag onistas, las luchas y conf lictos en tor n o al mismo, y la incidencia en la realización de este juicio de distintos pr oc esos polític os y culturales que rec or rieron a la sociedad arg entina conte mporánea. Mediante e ntrevistas, expedie ntes judiciales, notas pe riodísticas y docume ntos rec ons tr uimos la historia del mismo, desde una pers pec tiva centrada en los actor es que impulsaron esta modalidad como mane ra de acercar nos a compre nder las luchas por la verdad, la justicia en relación al ter rorismo de Estado en la ciudad de Mar del Plata. La tesis const ituyó un apor te empírico al conocimie nto de lo acontecido en tor no a esta modalidad jurídica conocida como Juicios por la Verdad, su impor ta ncia en relación a la presentación del pasado recie nte y las dimensiones de la acción colec tiva de los org anismos d e dere chos humanos de la ciudad de Mar del Plata . Los resultados alcanzados a lo larg o de la investig ación nos per mite n rec onoce r algunas singularidades que distinguen a este Juicio de los otros Juicios por la Verdad realizados en el país. E n primer l ug ar, al igual que otr os pr ocesos, este juicio fue impulsado por org anismos de der echos huma nos y org anizaciones s ociales. La “novedad” es que en este juicio algunas instituciones públicas decidieron prese nta rse como querellantes. Así, junto con los org anismos de dere chos humanos confor maron la denominada “Comisión del Juicio por la Verdad”. Esta comisión log ró l a adhesión de más de sesenta sindicatos, par tid os polític os y org anizaciones sociales de la ciudad. En segundo lug ar, a diferencia de lo que acont eci ó con otr os Juicios por la Verdad, éste no se realizó en la instancia establecida para la realización de esta modalidad jurídica, las Cámaras Federales, sino en un tribunal de primera instancia que no tenía compete ncia originaria en la materia, el Tribu nal Oral Federal N° 1 de la ciudad de Mar del Plata. Esto significó una innovación jurídica, que posterior me nte sería utilizada en la prese ntación de otr os Juicios por la Verdad, y fue el resultado de una estrategia política tendiente a evitar la inter ve nción de miembr os del Pode r Judicial que podían obturar la r ealización de este pr oceso. Por último, este juicio fue uno de los dos que continuar on lueg o de la declaración de nulidad de las leyes de Obediencia De bida y Punto 116 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Final en 2005, siendo además el p rimer o que emitió una resolución jurídica acerca de la par ticipación de civiles en el ter rorismo de Estado. Una mirada más detallada de la historia del juicio y su desar rollo nos per mi tió establec er algunas conclusiones y, a su vez, discutir cier tos presupues tos que están presentes en la literatura acerca de los Juicios por la Verdad. A continuación pres entamos algunas de ellas: En pri mer lug ar, demostramos que el orig en de este juicio se explica, en par te, por la aparición de procesos judiciales a nivel inter nacional que se desar r ollaron durante el pri mer g obier no de Carlos Mene m y por cambios políticos ac ontecid os a nivel nacional y local. Entre los procesos judiciales a nivel inte r nacional se destac ó el inicio de un juicio en España por violacione s a los derechos huma nos e n la Arg entina en mar zo de 1996. Este proces o g ener ó una demanda dire cta de inf or ma ción ac erc a de lo acontecid o durante el ter rorismo d e Estado e n la ciudad que dio inicio a un proceso de c oope ración entre un g r upo de integ ra ntes de org anismos de dere chos humanos y sobr evivientes a fin de satisfacer esta demanda. Entre los cambios polític os a nivel nacional se destacó la aparición en otras par tes del país de los denominad os Juicios por la Verdad y el ac uerdo alcanzado c on el Estado arg entino en el caso Aguiar de Lapacó. Estos cambios eran resultantes de la acción de los org anismos de der echos hu manos de Arg entina y su conocimiento y difusión per mi tió la visualización de nuevas opor tunidades para los integ ra ntes de org anismos a nivel local tendientes a la búsqueda de la verdad. A su vez también i ncidieron algunos cambios en la política munici pal que per mi tier on un ace rcamie nto e ntre los integ rantes de los org anismos de dere chos humanos y miembr os del poder político mu nicipal y la apa rición de aliados inf luyentes en la justicia local que per mitier on a los integ rantes de los org anismos de de re chos huma nos e xplorar nue vos caminos en el Pode r Judicial para la búsqueda de la verdad acerca de lo aconte cido durante el Ter r orismo de Estado. La dinámica de converg encia entre cambios políticos, opor tunidades y acción de los org anismos de der echos hu manos nos per mitió pond erar la impor tancia que debe asignarse a los cambios en las coyunturas políticas a la hora de c ompre nde r el orig en de estos empre ndimientos. Consideramos que la aparición de nuevas opor tunidades y cambios políticos resultó clave para compr ende r el orig en del juicio, per o su desar r ollo nos indica que su incidencia es relativa: los actores no solo actúan tomando dichas ventajas o como respuesta a éstas, sino que también crean las condiciones para que estas opor tunidades se materialicen e n nuevas acciones. Para ello, pone n en jueg o relaciones políticas y s ociales, toma n decisi ones políticas que clausuran o habilitan nuevas posi b ilidades y constr uye n alianzas con otros ac tores sociales. En este plano, el análisis de las decisiones tomadas a lo larg o del juicio nos indica que estas involucraron aspec tos es tratégicos, afectivos, políticos e ideológicos. Las decisiones de los actores per mi tier on visualizar la combinación per manente de factores es tr atégicos/no estratégicos y se expr esaron en los conf lictos e ntre los distintos actores que promovieron el juicio en tor no a qué conside rar c omo ter rorismo de Estado, a cómo evaluar 117 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte las responsabilidades sociales durante el mismo o acer ca del alcance de la verdad, entre otr os. En segundo lug ar, a lo larg o de la investig ación analizamos la acción d e los empr end edores en tor no al juicio. Esto nos per mitió obser var que el Juicio por la Verdad supuso para los promotor es una relación de continuidad con el for mato de las luchas despleg adas anterior mente, pe ro también un g rado de apre ndizaje, r uptura e innovación e n sus estra tegias y modalidades de acción. A fin de realizar este juicio decidier on ca mbiar algunas características que definían sus luchas estableciend o nuevas alianzas y ampliando los mecanismos de toma de decisiones. Como indicamos ante rior mente una innovación se visualizó par ticular mente en la confor mación de la Comisión promotora del juicio, la Comisión del Juicio por la Verdad (en adelante C JV ) integ rada por instituciones públicas, par tidos políticos, org anizaciones sociales y org anismos de derechos huma nos. Su creación nos per mite obser var la existencia de un obje tivo estra tégico co mpar tido por la mayoría de sus org anizaciones integ ra ntes, defi nido por la impor tancia de la búsqueda de la verdad. La apelación a la verdad funcionó como un ma rco que facilitó la ampliación de sus aliados, definió las acciones llevadas adelante en tor no a g ran par te del juicio, y per miti ó la adhesión de una par te de la sociedad mar platense. C onjuntame nte a este objetivo tambié n se prese ntó otr o: la búsqueda de la justicia. La existencia de un obje tivo prioritario d efinió otro aspe cto del empr endimie nto que se hizo pres ente e n innume rables mome ntos del mismo, e n especial en la toma de decisiones, conf lictos y te nsiones que ocur rie ron en tor no al juicio. La creación de la CJV per mitió ampliación de los actor es y la conf or mación de una instancia de interse cci ón entre instituciones, org anizaciones de dere chos humanos y otras org anizaciones sociales, políticas y g remiales de la ciudad, que se identificaron e n un mismo es pacio c omún, bajo una misma identificación c olectiva, e n tor no a una demanda única. Aunqu e la par ticipaci ón de g r upos e instituciones pe r mi tió la ampliación de los actores sociales e institucionales que demandan la búsqueda de la verdad y la justicia, en la CJV se mantuvo en líneas g enerales la centralidad del lug ar simbólico y político ocupad o por los org anismos. La lucha que estos habían d espleg ado, desde finales de la dictadura, constituye en g ran medida el fundame nto de su legitimidad. La modalidad org anizativa de la CJV tambié n nos per miti ó obser var la existencia de una jerarquía implícit a entre los org anismos y las luchas por el pode r. En es te se ntid o, las disputas políticas e n la CJV estuvieron desde un comienzo y se manifestaron en la modalidad org anizativa, en los debates de la etapa previa del juicio, en especi al, en tor no a los casos a tratar y en la definición del alcance del mismo. En terc er lug ar el análisis del desar rollo del juicio nos pe r miti ó obser var las implicancias de la búsqueda judicial de la verdad en el marc o de un proce dimiento de justicia penal sin horizonte punit ivo. Esta modalidad jurídica trajo aparejados algunos cambios en relación a lo que ocur ría en el marc o de los procesos pe nales ordinarios. Es to nos per mitió difere nciar este juicio de otras modalidades de obtención d e la verdad, como las denominadas Comisi ones de Verdad, y aproxima r nos a responde r un inter rog ante res pec to a 118 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte si en esta modalidad de juicios apareció un relato acer ca del enfrenta miento político y la lucha ar mada. Pr ovisionalme nte pode mos ofr ece r una res puesta al respe cto: si bien este juicio a mplió las posibilidades para la aparición de un relato político sobre la lucha ar mada previa al ter r orismo de Estado, esto ocur ri ó e n par te. En g ran medida que esto no ocur rie ra se de bió a una de cisión política de los actores que promovieron el juicio , en espe cial los profesionales jurídicos y a los familiares de víctimas de ter rorismo de Estad o, que eligieron la oclusión de este tema como manera de evitar reforzar la denominada “teoría de los dos demonios”. Finalmente, e n la investig ación analizamos có mo en tor no a este juicio se realizó una presentación del pasado de ter r orismo de Estado e n la ciudad de Mar del Plata en un escenario de g ran re percu sión mediática. El ter r orismo de Estado fue pr esentado a par tir de una “cronología ampliada” que puso en cuestión la cr onología oficial que sitúa el inicio del mismo a par tir del Gol pe de Estado d e marzo d e 1976. En este aspec to, dura nte el juicio se presentó una caracte rización del te r r orismo de Esta do como la cooperación cívico militar iniciada en 1975 entr e org anizaciones de la derecha del pe ronismo, en par ticular la Conce ntración Nacional Unive rsitaria ( e n adelante C NU), y distintas instituciones del Estad o nacional. A par tir de esta carac terización, los testig os de nunciaron a los miembros de la CNU por s u responsabilidad en la re pr esión, pe ro tambié n plantear on la compl ejidad de las relaciones entre el “mundo civil” y “el militar” en la etapa poster ior al g olpe. Esta cronología fue el resultado de una disputa política entre distintos actores sociales involucrados e n el juicio. A su vez, en el transcurso del mismo, y en g ran medida como su resultante, se produjo la denuncia pública de la par ticipación de funcionari os del Poder Judicial en el ter r orismo de Estado por par te de org anismos de dere chos huma nos, y también d enu ncias penales impulsadas por distintas Secre tarias del Estado nacional y pr ovincial. Así, la actuación de jueces, fiscales, abog ados y funcionarios del Poder Judicial fue analizada en el juicio demos tra ndo la complicidad de este con las Fu erzas Ar madas, pero también el accionar de l os pr omotor es del juicio más allá del ámbito judicial promovió lug ar a una ref lexión más amplia acerca del lug ar ocupado por algunos sector es de la sociedad mar platense en la etapa pre via y poste rior al g olpe mil itar, desdibujando la imag en de esta como “víctima” de la violencia política y de la dictadura militar. De este mod o, el juicio por la verdad fue un escenario desd e dond e se presentó un relato acerca del periodo de ter r orismo de Estado que pr og resivame nte se constituy ó en dominante y se centró en el carácter cívico militar de la re presión en la “ciudad feliz”. 119 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte LA HISTORI A POLÍT ICA DEL NU NCA MÁ S. LA MEMORI A DE LA S DESAPARI CIO NES EN LA AR GENTI NA Emilio Crenzel Doc torad o e n C i e nc i as Soc i ale s. F ac ul tad de Ci e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 0 6 Mi tesis de doc torado rec ons truye y e xamina l a historia del informe Nunca Más, elaborado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Pe rsonas (CONA DEP ), integrada por pe rso nalidades de la sociedad civil y represe ntantes de la Cámara de Diputados de la Nación. La CONA DEP, creada por el pr esidente constitucional Raúl Alfonsín el 15 de dicie mbre de 1983 tras el retorno de la democracia a la argentina, tuvo por objetivos reci bir denu ncias y pruebas sobre las desapariciones y r emiti rlas a la Justicia, investigar el destino de las pe rsonas desapar ecidas y la ubicación d e niños sustraídos , denunciar a la Justicia tod o inte nto de oculta r o destruir pruebas vinculadas a estos hechos y emitir un informe final. El Nunca Más, e xpuso la responsabilidad del E stado e n la es truc turación y funcionamie nto d el sistema d e desapa rición y sus características y dime nsiones. De inmediato, este inf or me se c onvirtió e n un éxito editorial sin pre cede nte s en este tema alcanzando desde su publicación e n noviembr e de 1984 hasta 2010, 515.330 ejemplares vendidos. La impor tancia pública del Nunca Más se potenció cuando la investigación de la cual fue resultad o y su estilo na rrativo y expositivo vertebró, en 1 985, la estrategia de la acusación de la fiscalía en el juicio a las Juntas militares y el tribunal legitimó su condición de verdad acepta ndo su calidad probatoria. Asimismo, el tratamiento original del pasado de violencia política en Argentina convocó la atención de los actores que impulsaban el proc eso de democ ratización en la región. En este c ontex to, la CONADEP y el Nunca Más fueron analizados por los Estados y diversas organizaciones de de rec hos humanos como vehículos para tramita r y ex pone r la violen cia política que atravesaron las sociedades del contine nte en las décadas del setenta y nove nta. A pa rtir de ello, las “comisiones de la verdad” se consti tuyer on e n la región e n el principal modo de pr oducir un sabe r y una verdad sobre es tos pr ocesos y , má s allá de que estas investigaciones estuvieron o no asociadas a proc esos judiciales o que sus infor mes pr opusier on otras estrategias nar rati vas y ex plicativas, el Nunca Más argentino fue un modelo ins oslayable para tod as ellas. Desde mediados d e los a ños n oventa, el Nunca Más ingres ó e n A rgentina en un nuevo ciclo de difusión masiva al ser pos tulado como medio para trans mitir a las nuevas gene raciones un sentid o del pasado de viole ncia política y dictadura. Entonces , fue incorporad o al c urrículo educativo, editad o por entregas en pe riódic os de alcance nacional, y junto a películas sobre el pe ríod o. Su título fue inscripto en innume rables placas, usado como c onsigna política y pos tulado como nombre para diversos museos de la memoria pr oyec tados para prese rvar y trans mitir l o ocurrid o. Mediante e stos usos, el Nunca Más c onservó su lugar de privilegio para inter pr etar l o ocur rido en l os tiempos d e violencia per o, al mismo tie mpo, sus sentidos fueron obje to de múltiples resignificaciones. 120 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte La tesis se compone d e cuatr o capítulos. E n ellos, se analiza el proceso de elaboración del Nun ca Más, su conte nido y la historia de las prác ticas que explican sus usos y resignificaciones . El primero, prese nta un panora ma de la historia política argentina del Siglo XX y precisa las cualidades que distinguieron a las desa pariciones e n es a inte nsa historia de viole ncia política. Expone , luego, el carác ter he te rogé neo del c onocimie nto y el r econocimiento de los atributos y la naturaleza de las desapariciones entre sus denunciantes y la configuración paralela entr e ellos de un di scurso homogéneo, basado en la cultura de los derechos humanos, para de nunciarlas. El capítulo contri buye a pensar los obs táculos específicos que instalaron las desapariciones en el plano del conocimie nto y l a evocación y la adopci ón, por diversos actor es, de un estilo de relato sobre la violencia de Estad o que se propone c omo anteced ente del que adoptó el infor me Nunca Más. En el segundo capí tulo se estudia el proces o polític o que enmar có la investigación de la CONA DEP. Se analiza cómo es ta Comisión c ons tituyó un nuevo conocimiento sobr e la dimensión d el sistema de desa parición, y un corpu s pr obatori o iné dito pa ra juzgar a sus responsa bles a partir de la articulación de la voluntad de la c onducción del Es tado y la mayoría del movimiento de derec hos humanos. E n es te se ntid o, el ca pítulo, por un lado, pos tula una nueva inter pr etación s obre la naturaleza de la CO NADEP y de su investigación, visualizada en los estudios sobre la historia re ciente a rgentina y en la literatura inter nacional sobre justicia transicional sólo como una comisión d e "personalidades" o "notables" a través de la cual el Estado se pronunció s obre las violaciones a los derechos humanos. El capítulo pr opone, e n cambio, que el éxito de su invest igación y el pr opio inf or me, Nunca Más, ex pr esó la síntesi s del esfuerzo compar tido de los dos actor es menci onad os . Si, como s eñala Raoul Girardet, “la historia de cualquier símbolo empieza en gene ral con u n enigma, el del misterio de sus orígenes”, es te c apítulo c ontribuye a develar c omo se cons tituyó es ta nar ración e inter pr etación del pasado recie nte que se cons tituyó e n su represe nta ción emble mática. 82 El terce r capítulo a naliza la inter pre tación que propone el Nunca Má s sobr e la violencia política, exam ina el es tilo narrativo mediante el cual expone al sistema de desaparición forzada de pers onas y propone la responsabilidad de sus per petradores. El capí tulo c oncluye que, s iguiendo la conce ptualización de Steve S ter n, el Nunca Más pr opuso en la esc ena pú b lica una nueva "me moria emble mática". Es to es una lec tura fundacional sobr e la violencia política y las desapariciones la cual integr ó la na rrativa hu manitaria forjada durante la dictadura para denunciar este c rime n c on los postulad os que instauró el gobie r no d el preside nte Alfonsín, al recuperarse la democr acia política en 1983, sobre este pasado. 83 Raou l Gi rarde t, “The thre e c ol ors ne i the r whi te not re d” e n Realms of M emor y: r et h i nki ng t h e Fr ench past , e d. P ie rre Nora, (Ne w Y ork : C ol u mbi a U ni ve rsi ty P re ss, 1 9 9 8 ), 5 . 83 Vé ase Ste v e Ste rn, “De l a me mori a su e l ta a la me mori a e mbl e máti c a. Hac i a el re c ordar y e l olv i dar c omo proc e so hi s tóri c o (C hi l e , 1 9 73 -1 9 98 )” e n M emor i a par a un 82 121 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte En el cuarto y último capí tulo se examinan los usos y resignificaciones del Nunca Más desde su publicación en 1984 hasta la actualidad. Este análisis muestra c omo la "memoria emble mática" que el Nunca Más configuró sobre la violencia política y las desapariciones se fue tornand o hegemónica, dura nte el gobier no d e Alfonsín (1983 -1989), mediante la repr oducción de sus claves narra tivas e inter pr etativas en l os est rados judiciales, en el discurso públic o, e n el deba te polític o y en las principales pr oduc ciones culturales sobre este tema mientras su sentido e ra inte rpre tado, y obje to de disputas públicas, en función de las me tas que, e n el te rre no judicial, dividían a este gobier no, las Fuerzas Armadas y a los organismos de d ere chos hu manos. Asimismo, se a naliza cómo, durante l os gobie rnos del presidente Carlos Mene m (1989 -1995 y 1995 -1999), tras unos años de eclipse editorial, el Nunca Más fue adquiriendo la condició n de vehículo para tra nsmitir el pasado r eciente. En ese proceso, fue utilizado por distintos grupos de la sociedad civil y luego por una nueva conducción del Estado, el gobier no d e Nés tor Kirc hner (2003 -2007), para exponer sus pr opias lecturas sobre la vi olencia política, las de sapariciones y la dictadura. Se pr opone , por último, que estas inte rvenci ones contribuye ron a la repr oducción ampliada del carác te r ca nónico del Nunca M ás y, a la vez, resignificaron su sentido al intr oducir nuevas inte rpretaci ones que cuestiona ron cier tas pre misas del régimen de memoria que el infor me configuró al recupe rarse la democracia política en Arge nti na. Precisame nte, la idea que vertebra la tesis es que el Nunca Más conformó un nuevo régime n de memoria sobre la violencia po lítica y las desapariciones en Arge ntina, que integr ó ciertos principi os generales de la democ racia política, los pos tulados del gobier no d e Al fonsín para juzgar la violencia política y la nar rativa humani taria forjada dur ante la dictadura para de nunciar sus crímenes. P ropongo el c once pto de r égimen d e me moria para r etratar a aquellas "memorias emblemá ticas" que se tornan hege mónicas en la esce na pública al instaurar, a través de prácticas y d iscursos diversos, los marc os de selección de l o memora ble y las claves inter preta tivas y los es tilos nar rativos para evocarlo, pe nsarlo y trans mitirlo. Los reg ímenes de memoria son resultado de relaciones d e pode r y a la vez contribuyen a su reproducci ón. Sin e mba rgo, sería er róne o pensarl os desd e una pe rspe ctiva meca n icista de la memoria y del pode r, ya que si bie n su configuración y ex pansión en la esfera pú blica es pr oducto de la relación de fuerzas políticas obedec e, también, a la integración de sentidos s obre el pasado pr oducidos por a ctores que, al calor de sus lu chas contra las ideas domina ntes, elaboran y l ogra n e imponer sus propios ma rcos inter pr eta tivos o se apropian y resignifican otros ins tituidos por los g rupos hegemónic os. La sucesión d e r egímenes de memoria no es lineal. Por un lado, porque siempr e es posible de tec tar la conti nuidad de vestigios de r egímenes previos e n sus sucesores, ya que su trayectoria es resultado de ciertas premisas instituidas por el régime n pre cede nte que el nuevo re org aniza a otro nivel y consti tuye, a nuevo si g lo: Ch i le, mi r adas a la s eg unda mi t ad del si g lo XX , e d. Ju l i o P i nto, Ma rí a Roj as , Mari o Garc e s, Mi gu el U rru ti a, Mi ri am Ol guí n and P e dro Mi l os (Santi ago de C hi l e : LOM, 2 0 00 ), 1 1 -33 . 122 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte la vez, en las condiciones p ara la for mación del siguiente. Por otro, porque pr oducto de un cambio político o cultural pr of undo los pa tr ones y claves de un régimen de memoria puede n se r desec hados y substituidos por nuevos. Así, los regímenes de memoria compar te n el carácte r r eversib le de tod o proc eso social. La perdurabilidad de un régimen de me moria depe nde, c omo la suerte de otro tipo de constelaciones ide ológicas, de que sus núcleos inter pr etativos y narra tivos sean re pr oducidos por divers os actores a lo largo del tie mpo y que logren trasc ende r los cambios culturales y políticos e n la esc ena pública. La conformación de los regímenes de memoria es compleja ya que supone la adopción, por diferentes ac tores, de núcleos pr opositivos c omunes pa ra evoca r el pasado. Sin emba rgo, nunca un régimen de memoria logra uniformizar los recuerdos, o evitar que circulen interpretaciones distintas u opuestas a sus postulados. Estos conflictos no invalidan sino que incluso, cuando no rebasan ciertos marcos, contribuyen a su reproducción en el tiempo. Justamente, la propiedad distintiva de un régimen de me moria radica en que sus pr oposiciones organizan e l debate público, se convierten en objeto privilegiado de las luchas por d otar de s entido el pasado y moldean y delimitan, incluso, las interpretaciones divergentes.84 En síntesis, la tesis contribuye a c ompre nde r los proc esos polític os y culturales que hicieron del Nunca Más el relato que estructur ó, desde el retor no de la democracia en 1983, la forma de evocar y pensar a la dictadura, a las desaparici ones y a la violencia política en Argentina, y a c onoc er cómo su sentido está siend o modificado por nuevos modos de r eme morar e inte rpreta r estos pr oces os. Dado el carác ter canónic o del Nunca Más, este análisis alumbra, a la vez, los cambios y conti nuidade s más substantivos en la memoria social sobr e este pasado e n el país. P i e nso e l c onc e pto de “ré gi me n de me mori a” a parti r de l as pr op osi c i one s de F ou c aul t sobre l os “re gí me ne s de ve rdad” y de l as c rí ti c as a F ouc au l t sobre l as propi e dade s de l a cu l tu ra popu l ar f ormu l adas por Gi nzbu rg. Ve r Mi c he l Foucault, Truth and Judicial Forms (Ne w Y ork : Ne w P re ss, 2 0 00 ) y Carlo Ginzburg, The Cheese and the Worms: The Cosmos of a Sixteenth-Century Miller (Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1992). La i de a sobre l a su c e si ón se c ue nc i al y l as propi e dade s de l os re gí me ne s de me mori a prov i e ne de Rol ando Garc í a y Je an P i age t, Psych og enesi s and t h e h i st or y of sci ence (Ne w Y ork : C ol u mbi a U ni ve rsi ty P re ss, 1 9 8 9 ). 84 123 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte “CONDE NA A TODOS LOS GE NOCI DAS , JUSTIC IA POR TODOS LOS COMPAÑEROS” LUCHAS POLÍT ICAS EN EL JUIC IO A MI GUEL ETCHECO LAT Z. APORT ES A L DEBAT E E MPÍRICO DE U N CA MPO EN CONS TRUCCIÓN Cintia González Leegstra Mae strí a e n C i e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Naci onal de Ge ne ral Sarmi e nto Insti tu to de De sarrol l o E c onómi c o y Soc i al . Año de def e nsa: 2 0 11 Esta tesis de maestría estudia las luchas políticas de los distintos actores que participar on del juicio a Etc hec olatz, re alizado en La Plata en 2006. Se trata de un estudio de caso, en el cual se tomó el prime r juicio penal realizado a partir de la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia De bida. E n ese sentido, puede afirmarse que este juic io abr e un nuevo cicl o e n el trata miento del pasado dicta torial, y que se pr oduce e n un c ontex to polític o sumamente distinto a los juicios de los años oche nta y a los juicios sin conde na de los noventa. Asimismo, se tra ta de un juicio local. A difer encia del juicio a las Juntas (1985), que fue realizado en la capital nac ional y juzgaba hec hos a nivel nacional, o de la Causa Camps, que si bien juzgaba a los responsables de la policía de la provincia de Buenos Air es también fue realizado en la Capital Federa l y no contó c on gran difusión mediática, este pr oces o tuvo lugar en La Plata y se juzgaban hec hos locales. Esta ciudad cuenta con un cordón industrial importa nte, y es sed e de la administración pública provincial. Presenta un alto porc entaje de desapa rec i dos y un gra n desar rollo del movimiento de d ere chos humanos , es d ecir, que los desapar ecidos han sido significados como víctimas de violaciones a los dere chos humanos, generando organizaciones en d ema nda de verdad, justicia y me moria. Como consecue ncia de este desar rollo del movimiento de d ere chos huma nos l ocal, fue sed e del Juicio por la Verdad desd e 1998, proceso que fue impulsado por algunos organismos y que jurídicamente c ons tituye algo inédito. Asimismo, esta ciudad universitaria cuenta con un fue rte desar rollo de un movimiento estudiantil, así como una fuerte actividad gremial, en parte vinculada a la Universidad. Esto se vincula al tercer aspec to a destacar de este juicio, que consiste en que a diferencia de los juicios de los años ochenta cuenta co n la figura de querellantes. Y son justame nte es tas organizaciones estudiantiles, si ndicales y los organismos de d ere chos huma nos quienes se pr esentan como querellantes, impulsando los juicios. Afectad os y organizaciones de la sociedad civil pueden prese nta rse y participa r de la acusación junto a la Fiscalía. Estas organizaciones se c onside ra que repr esentan “inte reses difusos”. Un organismo de derec hos humanos puede prese nta rse como querellante ya que repr esenta a los derec hos huma nos que han sido vulnerad os por el imputad o. En ese sentido, es preciso puntualizar quiénes son los actor es de este juicio: la defensa, el tri bunal, la acusación, l os testigos, el público y la prensa. La acusación, a su vez, está integrada por la fiscalía y las querellas. Las querellas son la de Mariani –una conocida refe rente el movimiento de de rec hos humanos que se pr esenta por un i nte rés c oncreto, que es el homicidio de su 124 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte nuera y la búsqueda de su nieta -, la Asamble a Permane nte por los De rec hos Humanos La Plata –AP DH La Plata, organismo de dere chos huma nos c read o en 1979 e integrado por pr ofesionales del d erec ho y dirigentes políticos - y Justicia Ya! –un colectivo de organizacione s que incluye a organismos de afectados c omo la Asociación de E x De te nidos Desa parecid os (AE DD) e HIJOS pe ro tambié n a organizaciones estudiantiles y sindicales vinculadas a partid os de izquierda. Conside ro que los ac tores que se presentan e n estos juicios son “empr end edores de la memoria” en el sentido de que buscan el reconocimie nto y la legitimación d e su versión sobre el pa sado y que buscan mantener la atenci ón social y política sobre ese e mprend imiento de me moria. Asimismo, parafraseand o a J elin, propongo pe nsarlos como “e mprend edores de la justicia”, en el sentido de que el empr endimiento sobre el c ual buscan mantene r la ate nción es la búsqueda de justicia 85. Estos empre nded ores de la memoria y de la justicia son actores políti cos que apuestan a un es pacio jurídico. Afirmo en la tesis que par to del supuesto de que los actores es pera n no solamente que el tribunal conde ne o absuelva sino también que establezca una verdad. Sin embargo, és te es un supuesto te ór ico. Luego, los actor es concibe n de distintas ma neras la relación e ntre ve rdad y justicia. En el caso de la fiscalía hay una búsqueda de la verdad, que el fiscal llama “rigor de verdad”, en pr ocura de la realización de “juicios justos”. En el caso de APDH, han apostad o al Juicio por la Verdad. La AEDD e HIJOS, en cambio, c riticaban a ese pr oces o por ser un juicio sin conde na. En ese sentido, la consig na de “juicio y castigo” le da un rol primordial a la idea de castigo. Por ejemplo, e n la tesis menciono un cruce que se produjo entre el fiscal y una de las abogadas querellantes donde el fiscal afirma que está allí para averiguar la verdad, y la abogada le contesta “no, estamos acá para c onde nar a Etche colatz, la verdad búsquela en otra par te”. De esta mane ra, en la consigna “me moria, verdad y justicia” los térmi nos no siempr e van unidos ni tiene n el mismo peso. Justicia se encue ntra unida a la idea de co ndena o de castigo. E n el caso del juez Rozanski –presidente del tri bunal que puede ser considerad o también un empre nded or de la me moria y de la justicia -, justicia se encuentra asociada a la idea de r eparaci ón –re paración a las víctimas a través del casti go, es de cir, una concepción r etributiva de justicia. En relación a las expecta tivas de los actor es, c abe destacar que tres par tes de la sentencia fueron sumame nte aplaudidas el día de la lectura del fallo. Se trata de tr es cuesti ones cuya resolución e ra i ncierta – era cier to, e n ca mbio, que Etc hec olatz sería conde nado, por la abundanc ia de pruebas - . La prime ra fue la pena a re clusión per pe tua –es de cir, la pe na más grave, en lugar de prisión per pe tua -. La segunda, la pe na a cárc el comú n –en lugar de prisión domiciliaria, de la cual podría habe r gozado el imputad o por su edad -. La E sta j u sti c i a e s e nte ndi da de di fe re nte s mane r as por l o s di sti nt os ac t ore s: c omo c onde na e n e l c aso de l os acu sadore s, c omo ab so l u ci ón e n e l c aso de l a de fe nsa, y a q u e l os de fe nsore s de E tc he c ol atz c onsi de ran u na i nj u sti c a q ue su de fe ndi do se a c onde nado. 85 125 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte terc era, la cond ena por hec hos come tidos en el marco de un genocidio. Las prime ras dos remi ten al castigo –se trata de l a mayor pe na posible e n el peor lugar posible-. La última ref ier e a la (re )politización de los hec hos y, nuevamente, a la pe or figura penal posible, la más grave c onocida e n Occidente. La defe nsa, por su parte, no espe raba que el tribunal rec onociera su verdad, ya que no c reía en la neutralidad de los jueces ni en su autoridad. C reía que el tribunal tenía un interés polític o en la causa, en consonancia c on la voluntad política del g obie rno nacional. Los acusadores, en cambio, sí conside raban al tribunal como mediana mente neutral, mediana mente indepe ndiente res pec to del Pod er Ejecutivo Nacional. E n ese se ntid o, grupos que se autodefinían como opositores al gobierno nacional apostaba n a la justicia, que la conc ebían c omo más neutral. S i el reconocimiento de la verdad de los organismos de de rec hos huma nos por parte del g obie rno de Kirc hner Ferná ndez de Kirc hner e ra considerado, por Justicia Ya!, como de magógico y opor tunista, la justicia era conce bida como una arena más neutral, en la cual podían disputar el rec onocimie nto de su verdad, de su memoria –en este caso, el reconocimiento de la comisión de un ge nocidio y el r econocimiento d e la identidad política de las víctimas -. En esta tesis se pudo cons tatar una lucha política por la verdad y la memoria que se legitimaba en el espacio juríd ico. Este era un espaci o a ganar desde la lógica política de las querellas, una legitimación de su lucha política. En ese se ntido, debe destacars e que los organismos que se pres entaron c omo querellantes llegaron a este juicio con un poder c ons truido en su historia de lucha. Y el tribunal los legitimó. Distintos autores han d estacad o la despolitización que se pr odujo e n el juicio a las Juntas. En este juicio, en cambio, consta té que la política emergía cons tantemente. Tanto los querellantes c omo los defens or es conce bían a sus prác ticas como prácticas políticas -si bien algunos distinguían entre u n lenguaje político que utilizaban fuera de la escena jurídica y un le nguaje jurídico-téc nico pr opio del es pacio - . En ese se ntido, cabe destacar la diferencia entre la es trategia jurídico -política de la AP DH y la de Justicia Ya! Es ta última querella sostenía una estra tegia más política e n el se ntid o de forzar los límites de lo jurídico. Al solicitar c ond ena por el delito de ge nocidio esta ba forzand o los límites de lo jurídico, ya que se trata de un a figura delictual que por diversas razones técnicas r esulta difícil de aplicar. APDH, en ca mbi o, desarrolló una es trategia más legalista, en el sentido d e pedir la aplicación de la ley vigente -que conti nuaba en alguna medida la estrategia legalista de la APDH Buenos Aires d e los años oche nta, que estud ió Jelin, si bie n hay difer encias entre una y otra filial -. Es por eso que este organismo refier e a la noción de genocidio fuera d e la escena jurídica y solicita cond ena por el delito de traición a la patri a. Sin embargo, traición a la patria además de ser una figura más sólida jurídicamente tambié n implica una lucha política, en el sentid o de disputar el sentid o de la patria, la traición a la patria y lo naci onal. Y de hec ho la defensa acusa a los Montoner o s de traición a la patria. Por otra par te, el rol del tribunal fue sumamente importante en es te juicio, ya que permitió la politización. Autorizó pr eguntas que refe rían a la 126 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte identidad de las víctimas y per mitió que los te stigos refiriera n a sus identidades políticas, r ealizaran juicios de valor y explicac iones políticas sobre l os he chos. Asimismo pe rmi tió algunas manifestaciones políticas por par te del públic o, siendo muc ho más pe rmisivo que otros tribuna les. El juicio estudiado presentó elementos noved osos en materia jurídica y en mate ria política. En mate ria jurídica, la incor poración de nuevos elementos pr obatori os, algunos de los cuales fueron posibilitados por el paso del tie mpo, como mayor desar rollo del trabajo d el Equipo A rgentino de A ntr opología Fore nse que identificó cue rpos, o la incorpora ción d e legajos de inteligencia de la policía de la provincia de Bue nos Air es, a partir d el secuestr o de este archivo por parte de la Cá mara Fed eral. Asi mismo es importante destacar la incor poración del testimoni o de Calvo, que declaró en r eprese ntación de la AEDD exponiend o el produc to d e la investigación que llevan adelante sobr e la represión e n la pr ovincia y es pecialme nte e n el circuito Camps . Si e n el juicio a las Juntas sólo podía incorpora rse inf or mación pro ve niente d e la investigación de la CONA DEP, que era un organismo ofi cial, aquí el tribunal estatiza un conocimie nto pr oducido por un organismo de la sociedad civil, un organismo de derec hos huma nos. En materia política, se arriba a una sente ncia muy distin ta a la del Juicio a las Juntas. Si en 1985 el tribunal historiza los hechos refiriendo a las acciones armadas de la “subversión”, en el juicio estudiado tambié n hay una refe rencia al contex to his tórico pe ro no refe re ncias a la lucha armada. En ese sentido , el texto se asemeja al nuevo prólog o del Nunca Más (2006), pareciera habe r “un solo demonio”, víctimas y victimarios. Si a grandes rasgos la sentencia del juicio a las Juntas está en cons onancia con la línea de Alfonsín y el discurso de la CONADEP , es ta sente ncia es tá en c ons ona ncia con el discurso d el gobie rno nacional y el nuevo pr ólogo al Nunca Más. En el nuevo campo de estudios que se abr e a partir de la reanudación d e las causas judiciales por delitos d e lesa huma nidad come tidos dura nte la última dictadura, interesa i ndagar c ómo se concibe la relación e ntre justicia y ver dad, por un lado, y justicia y política, por el otro, desde la pe rspe ctiva de l os actores. E n ese se ntid o, es ta tesis consti tuye un aporte e mpíric o que per mitirá la comparación c on ot r os pr ocesos realizados en dife re ntes localidades, por distintos tri bunales y con difer entes quere llantes inte resados en disputa r políticame nte el reconocimiento de su memori a en el espacio jurídico. 127 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte LA LUCHA SIN FRONTERAS POR LA JUSTICI A: LA EMER GE NCI A DE LA „ MEMORI A JURÍDICA‟ A PAR TIR DE LO S JUIC IOS POR LOS DESAPARE CIDOS Julieta Mira Mae strí a e n C omu ni c ac i ón y Cu l tu ra. F ac ul tad de C i e nc i as Soci al e s. U ni ve rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 0 9 1. Introducción: la emergencia de una “memoria jurídica” La tesis plantea la posibilidad de considerar la emergencia de una “memoria jurídica” en torno a los procesos de justicia por graves violaciones a los derechos humanos en el pasado, a partir del abordaje etnográfico de juicios penales. Esta mirada etnográfica tiene la capacidad de favorecer el surgimiento de nuevas preguntas en relación a los sentidos de la justicia y sus usos sociales, rescata las experiencias de los actores durante el ritual judicial y es esperable que contribuya a nutrir los análisis críticos sobre la justicia penal por graves crímenes de Estado y sus vinculaciones con la memoria. En relación a la pregunta sobre el aporte de esta tesis a “los debates teóricos y empíricos relativos al análisis del pasado reciente, la gestión institucional, subjetiva y simbólica de las memorias sociales”; puede encontrarse una respuesta en el planteo y la discusión de la noción de análisis construida de “memoria jurídica”, la cual se propuso luego del trabajo de campo. Es decir, cómo los juicios por crímenes de lesa humanidad despliegan potencialmente escenarios de memoria y eventualmente generarían vehículos y lugares de memoria. 2. Los juicios penales propician escenarios, vehículos y espacios de la memoria ¿Qué presenciamos cuando estamos frente a un juicio oral por crímenes de lesa humanidad? Es posible responder a esta pregunta más allá del sentido judicial o procesal del evento. Desde una mirada etnográfica, un proceso judicial constituye un ritual (Fele, 1997; Giglioli, 1997 y Kaufman, 1991), mientras que un juicio penal implica un ritual con características particulares. Pier Paolo Giglioli expresa que los juicios penales, como los celebrados en Italia por el caso denominado Mani Pulite, se caracterizan por ser “ceremonias de degradación” y expresan una función simbólica que da cuenta de eventos no instrumentales, ya que no remiten a la investigación de los hechos y a su consecuente evaluación de la responsabilidad de los imputados (1997, 31). De este modo “…se celebra la solemnidad de la justicia” y se le recuerda a los participantes y al público “…la separación neta existente entre la vida cotidiana y la actividad judicial” (1997, 31). El juicio penal, en tanto ritual, propicia una “reparación catártica” de la violencia sufrida (Garland, 1999, 108). Al mismo tiempo los juicios penales pueden analizarse a través de la óptica de los estudios de memoria social herederos de Maurice Halbwachs (1950). En primer lugar, los juicios propician escenarios de la memoria, en los cuales acontece el ritual. En este sentido, se retoma por analogía el análisis que Claudia Feld realiza sobre la televisión como tecnología, vehículo, emprendedora o escenario de la memoria (2004, 72-73). Los juicios penales como escenarios de la memoria en tanto pueden constituir “…un espacio en el que se hace ver y oír a un público determinado un relato veritativo sobre el pasado” (Feld, 2004, 73). La idea del escenario permite aprehender “…problemas relacionados con la puesta en escena, la tensión dramática, los dispositivos narrativos puestos al servicio de la construcción de sentidos sobre el pasado, y los mecanismos por los cuales se seleccionan, jerarquizan y reúnen diversas voces o testimonios” (Feld, 2004, 73). A partir de estas premisas, en la tesis se desarrollan dos aspectos que configuran al escenario de la memoria, por un lado, el espacio simbólico de la sala del tribunal y, por otro, la puesta en escena del juicio. El espacio escenográfico es una condición necesaria para que la acción 128 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte dramática tenga lugar. De este modo, por ejemplo, queda en evidencia que la sala del tribunal constituye un espacio que responde a las características de un teatro donde existe espacio para los distintos actores del ritual y otro para el público. En el teatro se encuentra, generalmente, un escenario elevado al frente en el cual se desarrolla la escena. En este caso, en el recinto -por ejemplo la sala judicial en el “Tribunal de Rebibbia”- también existe una parte ligeramente más alta que el resto que se corresponde al estrado que ocupan los integrantes del tribunal oral. Sin embargo, la escena judicial se encuentra compartida entre el estrado y los otros subsectores presentes que ocupan la fiscalía, los abogadores defensores y los abogados de la querella. Es por esto que la altura en este caso responde a materializar la asimetría de poder existente entre el tribunal y el resto de las partes que conforman la escena judicial. Mientras que la puesta en escena de todo juicio tiene que ver con el desarrollo del ritual hasta una conclusión o desenlace dramático, que tiene por fin generar una solución catártica al conflicto que se pretende dirimir en el Tribunal. Para que esto sea posible el desarrollo de la institución judicial y de los propios juicios requiere de la existencia de un lenguaje y discurso jurídico. Antoine Garapon destacó que la justicia trabaja “de cuerpo presente” (2002, 95), dado que inviste al espacio judicial en receptor de una pluralidad de voces y valores a través de la comparecencia de los protagonistas ante el tribunal y la co-presencia del juez, la víctima y el acusado durante el juicio (2002, 95-96). Es esta co-presencia la que permite intercambios y percepciones entre los actores. Como así también esta interacción social pone en juego las caras (Goffman, 1959) de los presentes y posibilita observar los trabajos que hacen con ellas. Es decir, en un juicio es factible considerar cómo imputados y testigos presentan sus caras y sobre todo atender a los intentos de defensa de sus “caras” en esa situación pública (Fele, 1997, 139-142). Garapon destaca que la presencia física es central en tanto función simbólica que: “…permite la catarsis judicial; pero también presencia del acusado ante sí mismo, el cual es exhortado a explicar, a asumir lo que hizo, a tener his day in court; presencia de una sociedad ante sí misma, como lo ha mostrado –con gran ambigüedad- el juicio contra Papon. Los juristas utilizan, asimismo, la palabra „confrontación‟: entre el agresor y su víctima, entre los testigos y el acusado, entre el fiscal y el abogado defensor, y de todos los anteriores con el juez” (2002, 95). Así en la celebración del juicio participan diversos actores de forma estrictamente pautada y reglada: jueces, fiscales, funcionarios judiciales, abogados, imputados y testigos (actores fijos). Mientras que simplemente pueden estar presentes periodistas y público (actores variables). Es el Tribunal quien organiza la participación en el debate y ordena los intercambios verbales, como así también es quien convoca el ingreso y autoriza el egreso de los testigos. Es decir, el Tribunal controla la routine y la interacción en la sala. En el juicio oral se habilita un espacio de escucha para las víctimas-testigos incluyendo a aquellos sobrevivientes de experiencias extremas. Es decir, quienes vivieron en primera persona los hechos y los pueden narrar (González Bombal, 1995, 210). Sin embargo, la escucha y el testimonio durante el juicio se encuentran condicionados a la obtención de la prueba jurídica requerida por el proceso. Los testimonios que son encuadrados en los parámetros de la acción judicial se orientan a la producción de evidencia para el esclarecimiento del crimen y el posterior castigo de los culpables (González Bombal, 1995, 210-211 y Oberti y Pittaluga, 2006, 17). También es relevante tener en consideración que cuando se celebra un acto de justicia se trabaja con el tiempo, Garapon analiza la temporalidad en los procesos judiciales donde los hechos se vuelven presentes y así se reconstituyen los tiempos pasados (2002, 93-99). El momento de la sentencia en tanto producto jurídico-final concluye el tiempo procesal y genera un “epílogo social” (Garapon, 2002, 99). El arribo a la sentencia genera la conclusión del ritual y el desciframiento de la “verdad jurídica” a través de la práctica judicial permite la asignación de responsabilidad penal por 129 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte los crímenes que fueron objeto del proceso y, en consecuencia, sancionar a sus culpables. En esperable que la “verdad jurídica” influya en la memoria que se construya durante y posteriormente al proceso judicial sobre esos hechos. La sentencia da lugar a la condena que en el sistema punitivo moderno se salda con la reclusión en la cárcel de los condenados y esto se traduce en improntas en la memoria. En segundo lugar, a raíz de la tesis, es posible plantearse como una pregunta abierta la función de los juicios en tanto vehículos de la memoria, que supondría un canal o ámbito de “…transmisión de experiencias del pasado a las generaciones que no vivieron los acontecimientos” (Feld, 2004, 72). En este punto se ha visto cómo se han generado algunas acciones, con menor o mayor intensidad, tanto en Italia como en la Argentina por promover la presencia en los juicios de estudiantes. En este sentido también merece una reflexión la cobertura periodística de estos juicios que dista de ser minuciosa, profunda e inclusiva de los distintos juicios a lo largo del país y de la cantidad de audiencias que tienen lugar en cada uno de ellos. La envergadura de estos juicios y su duración (generalmente más de un año y varias audiencias semanales) hacen difícil su seguimiento por un público amplio. De todos modos queda para futuras investigaciones indagar en el rol de estos juicios en la educación de las nuevas generaciones. En tercer y último lugar, los juicios una vez concluido el ritual podrían materializarse en lugares de la memoria cuando, por ejemplo, finalmente personajes significativos son enviados a la cárcel y como lo ejemplifica Henry Rousso: “Barbie en la cárcel se vuelve propiamente un lugar de memoria al igual que un monumento” (2002, 8). Si bien las sentencias podrían traducirse en lugares de memoria, a partir del trabajo de investigación, cabe preguntarse qué ocurre cuando los condenados cumplen su pena en prisión domiciliaria o bien cuando se confrontan los resultados cuantitativos de la justicia. Es decir, al simplemente comparar la cantidad de sentencias obtenidas y el número de condenados frente al universo de crímenes y perpetradores de crímenes de lesa humanidad. 3. Reflexión final: la tensión entre memoria y justicia La justicia a través de estos juicios penales busca establecer una “verdad oficial” sobre las violaciones a los derechos humanos y guiar hacia un cierre del conflicto (Garapon, 2002). Mientras que en este proceso que busca dirimir el conflicto del pasado, el “discurso jurídico” genera desplazamientos y ocultamientos que tienden a despolitizar los acontecimientos históricos (Marí, 1982). Sobre todo se desplaza el conflicto, o bien se oculta en lo simbólico (Entelman, 1982). En consecuencia señala Kaufman que “…las prácticas judiciales no dejan indemnes las historias que ingresan en su campo; éstas son capturadas por mecanismos clasificatorios complejos que desplazan su entendimiento hacia grupos especializados (los juristas) y que despojan a los hechos narrados del lenguaje político que los hacía accesibles al hombre común y a la generalidad de los actores sociales” (1991, 6). En este terreno emerge una memoria particular en tanto “memoria jurídica”. A lo largo del proceso judicial, como lo expresó Garapon (2002), se interpela la rememoración colectiva de modo de reactivar la memoria sobre los sucesos para que ésta recobre su libertad. Con este mecanismo se evita el riesgo de que la memoria permanezca como una “memoria bloqueada” y se abre el espacio al advenimiento de una “memoria apaciguada” –como efecto de una purga de la memoria(Garapon, 2002, 98-100). En consecuencia, se destaca la “advertencia” que Garapon ha planteado ante la pretensión de búsqueda de memoria por medio de los procesos judiciales porque el juicio “…es, al mismo tiempo, la culminación de un trabajo de la memoria y el punto de partida de un proceso de superación” (2002, 98). 130 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Esta “advertencia” también significa una guía o bien un faro en las miradas orientadas a investigar procesos judiciales. Así, el autor deja a la vista la tensión entre memoria y justicia -esta mirada puede fortalecer la investigación etnográfica en este terreno-, por medio de las siguientes preguntas centrales: “¿Pueden los procesos judiciales ayudar al trabajo de memoria? ¿Tienen la virtud de acelerarlo o, por el contrario, es de temer que lo paralicen? ¿Bajo qué condiciones puede la justicia apaciguar, o bien, agudizar la memoria? En los últimos años, sobre todo en Francia, se ha recurrido mucho a la justicia para que salga en auxilio de la memoria. ¿No se corre el riesgo de desnaturalizarla al asignarle una función pedagógica, no sólo diferente, sino incluso inconciliable con la de juzgar la conducta humana, que es propiamente el fin para el cual fue concebida? La justicia, con su ritual y sus exigencias procesales, ¿podrá hacer frente a semejante tarea?” (Garapon, 2002, 90). Aunque en este punto la cuestión relevante es adentrarse a indagar cómo sería posible la conformación de una “memoria jurídica” emergente de los juicios de lesa humanidad y luego cómo se trasmitiría socialmente. Es decir, qué discursos la integrarían y qué tipo de recortes se producen en su configuración, dado que la suerte de la “memoria jurídica” se encuentra íntimamente vinculada al discurso jurídico. La “memoria jurídica” corre el riesgo de ser despolitizada o de ceñirse al registro testimonial restringido a las necesidades de la prueba (sean los testimonios de sobrevivientes, familiares o peritos). Como ha expuesto Michael Pollak (2006), el testimonio en el marco judicial no permite reconstruir las relaciones sociales generadas al interior de los campos de detención, tampoco da lugar a recuperar lo que fueron las condiciones de la vida en ese tipo de situación extrema ni facilita adentrarse con cautela en las zonas grises nominadas por Primo Levi (1986). Para concluir, si bien resultaría posible pensar en la emergencia de una memoria en la sala de un tribunal a partir de las audiencias de juicios por los crímenes perpetrados por la última dictadura militar en la Argentina, esta memoria sin lugar a dudas estará determinada y aún delimitada por las propias necesidades del ritual judicial. 4. Bibliografía Entelman, R. (1982) “Aportes a la formación de una epistemología jurídica en base a algunos análisis del funcionamiento del discurso jurídico”. En Entelman, R. y otros, El Discurso Jurídico. Perspectiva psicoanalítica y otros abordajes epistemológicos. Buenos Aires, Hachette, 1982, 83-109. Feld, C. (2004) “Memoria y televisión: una relación compleja”. En Oficios Terrestres, 2004, número 15/16, año X, 70-77. Fele, G. (1997) “Strategia discorsive e forme della degradazione pubblica in tribunale”. En Giglioli, P. y otros, Rituali di degradazione. Anatomia del processo Cusani. Bologna, Il Mulino, 1997, 135-208. Foucault, M. 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Desde los princi pios de la dictadura, individuos y grupos de la sociedad civil comenzaron a inte rpreta r lo que pasaba en Argentina y construyer on na rrativas. (Jelin, 2007). Algunos rápida me nte asociaron el régime n al horr or y a la violencia desmesurada y arbitra ria. Opusieron sus demandas de verd ad y eventualmente de justicia contra la inte rpretaci ón d e las fuerzas armad as que defendían lo que hacían como una “guerra justa” contra la “subv ersión” (Jelin y Kaufman, 2000). Éstos afirmaban que los valores de la nación es taban ame nazados y te nían que pr otege rlos. A nte las de nuncias de violación de los d ere chos huma nos y de desapariciones, las fuerzas armadas ofrecían su silencio. En mi tesis d e maestría, analicé cómo la lucha entr e es tos dos significados – que se conver tirían e n d os me morias de la dictadura – se había cristalizado en las paredes de la ESMA. El primer capí tulo de mi tesis explora la materialidad de la ESMA: la historia del lug ar, los cambios físicos que sucedieron desde 1976 y las luchas para su apropiación y su utilización. La memoria, que ente nde mos como el sentido que damos a una experiencia y no solamente su recuerd o (S ter n, 2004), es cambiante y malea bles en el tiempo. De mane ra similar, los objetos que son cread os para represe nta rla no gara ntizan la per ennidad del significado que se le quiere conceder. Como a portación a l os de bates sobre el pasa do r eciente y memoria, mi tesis ilustra cómo la historia física de un lugar p uede revelar o reflejar las tensiones entre las difere ntes me morias que unos y otr os quieren ver encar nadas en el lugar. Explica James Young que los memoriales, una vez creados, cobra n vida pr opia (You ng, 1993a). La ES MA, tal y c omo la conoce mos , no fue cr eada c omo un memori al. El predi o fue c ons truido en 1924 para procurar una instrucción militar a los diferentes grados de la marina de guerra. Sin embargo, la arquitectura d el pr edio y su acondicionamiento revelaban la voluntad de pr oyec tar en el lugar la i magen de la mari na argentina y por ex te nsión de todas las fuerzas armadas. El predio de la ESMA de 14 hectá reas y media (o más, según las fuentes) está poblado de ár boles c ente narios, de una treinte na de edificios y de un campo depor tivo. En este es pacio , que fue ocupado por el Ministe rio de la Marina desde 1924 hasta el 2004, se levantaron taller es, escuelas, oficinas, casas, piscinas, una enferme ría y una panadería. Estas infraestructuras testimonian la existencia d e una micr o -socied ad organizada. Duran te oc henta 133 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte años, miembr os de la Marina de tod os gr ados y edades f recue ntar on la institución. Diariame nte puede habe r tenid o una cir culación de miles de pers onas. De ahí, el sentido de per te nencia y de identificación d e la Marina argentina a la ESMA. Las nume rosas inf raestructuras, la gra n superficie d el predio y e l númer o importa nte d e personas que convivían en el reci nto de f or ma diaria sugerían la fuerza de la Marina. De la ESMA se despre ndía una impr esión d e grandeza, de fuerza y de prestigio. El edifi cio de entrada, el pabellón princi pal de la ESMA, evocaba por sí mismo estas caracte rísticas con su altura, su blancura y sus impone ntes c olumnas. Siend o además, este pa bellón el emblema de la institución. El hecho de conocer la existencia de un campo d e conce ntración e n este es pacio de r ecti tud, grandeza y de orgullo marcó el nacimiento d e una lucha de significados. Si bien puede ser difícil conce bir que los lugares puedan expr esar una me moria por sí mismos (porque ésta existe difícilme nte sin l os human os que la mantienen), l os lugares pos een, sin e mbargo, una historia. Contar la historia del campo de conce ntración de la ESM A es posi ble gracias a la voluntad de los y las que denunciaron los c rímenes pe rpetrados ahí durante la dictadura y que exigieron el fin de la impunidad. Así, el conocimiento d el funcionamie nto de la ESMA durante la dictadura es la expresión de una memoria de la r epresión que está asociada d e mane ra muy fundame ntal a la voluntad de sacar a la luz las atrocidades per petradas por las fue rzas armadas. Esta historia que no se ría posible sin la voluntad de memoria de los sobr evivientes, de los ser es queridos de los desa parecid os y de las organizaciones de d efensa de los de rec hos humanos, c ontribuy e a forma r el sentido atribuido al pasado, a eso que llamamos memoria. El centro de detención ilegal de la ESMA fue acondicionado e n el edificio donde alojaban los oficiales de la marina. Entre 1975 y 1983, 5000 pers onas fueron secuestradas y tor turadas en este ce ntr o; la mayoría no volvieron a ser vistas. El casino de oficiales se ubica en la extremidad oeste d el predi o de la ESMA. Fr ente a la fuerza, a la grandeza, a la rectitud del predio de la ESMA y de su pabellón principal, la falta de aire y las luces prendidas 24 horas en el sótano del casin o de oficiales, (d onde los detenid os -desapa recidos eran llevados cuando llegaban a la ESMA), las salas de tor tura con su mobiliario simple (cama d e hier ro para la víctima, silla para el verdugo, un enc hufe para la picana), el gran frío en invierno y el air e irrespirable e n verano del altillo donde las víctimas perma necían ac ostadas con grilletes en los pies, sin posibilidad de ver de bido a la capucha que les obligaban a llevar, el “cuarto de embarazadas” donde de te nidas -des aparecidas daban a luz antes de que sus bebes fuesen apr opiados por el régimen, el “pañol” donde se acumulaban los bienes robados a los desa parecid os y la “puerta de los traslados” que atravesaban cada semana las pers onas que iban a ser tiradas vivas al río desde un avión de la marina. Además de su vida propia, estas habitaciones y otros as pec tos mate riales del casino de oficiales conocie ron una suer te de vida virtual. Hasta el 2007, no fue posible ver las instalaciones, per o se sabía de su existencia y se sabía de la mane ra especial en la que se las nombraba (c apucha, ca puchita, pañol, pece ra, 134 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte huevera). Du rante años, las habitaciones del casino de oficiales fueron accesibles a través del imaginario y gracias a testimonios y d enuncias de lo que pasaba y había pasado en la ESMA. La lucha e ntre los dos significados (ESMA , símbolo del ter rorismo de estad o y la ESM A, represe ntación d el honor militar ) tenía lugar en el conte xto de una lucha más gene ral donde se conf ronta ban los que denunciaban las violaciones de derec hos humanos y reclamaban v erdad y justicia y las fuerzas armadas, quienes afirmaban que el país estaba en guerra y negaban las atrocidades de las cuales eran acusados. Las re novaciones del casino de oficiales previas a la visita de la Comisión Inte rame ricana de Derec hos Humanos (CI DH ) en 1979 son una clara manifestación de la voluntad, por pa rte d e la marina, de silenciar lo que pasaba. C omo se pud o c ompr oba r gracias a diferentes planos del casino d e oficiales elaborados por la Asociación de Ex De tenid os - Desapar ecidos, el sótano fue comple tame nte tra nsfor mado antes de la visita: el acceso a la escalera que las víctimas utilizaban para subir desde el sóta no al altillo fue bloqueado y las salas de tortura del sóta no desaparecie ron para dar paso a habitaciones d edicadas al trabajo de los marinos y su r ecr eación. Aunque es os cambios podían s ocavar la credibilidad de los sobr evivientes que declararon ante la CIDH, el obje tivo era ocultar el secuestr o, la tortura y la exter minación de los dete nidos -d esapare cidos. Ade más de borra r las h uellas materiales de la existencia del campo, los marinos llevaron la mayoría de los s ecuestrados a una isla en el río Tigre. Los que se quedaron en la ESMA durante la visita fueron disfrazados de marinos. T od o estaba pensa ndo para pr otege r a los miembr os de la marina ante posi bles re cursos judiciales, pe ro el silencio y la mentira per mitían también a los mari nos no pe rde r totalmente el control sobre lo que represe ntaba la ES MA, y e n c onse cuencia lo que repr esentaba la dictadura. La prese ncia de un campo de conce ntración de ntro de la ESMA c ontrad ecía la imagen de grandeza del predio y de guerra justa. Aunque poc o a poco fue siend o más c onocido que un campo d e concentraci ón funci onaba y había funcionad o en la ESMA, el c ontr ol de la marina sobr e el predio era una ventaja en l a guerra de significados. Así al menos, el símbolo de grandeza no esta ba de bilitado en el inte rior. Durante y después de la dictadura, la principal arma de la marina en esta lucha era pr oseguir con las actividades “normales” de la ESMA. La vida regulada de la ESMA, las levantadas de la bandera argentina, las ceremonias militares, la continuación de las actividades de enseñanza evocaban el ord en y la disciplina que están atri buidos gene ralmente a las fuerzas armadas. Prosiguiendo sus actividades como si la dic tadura no hubie ra existido, la ma rina afirma ba su voluntad de silenciar las atrocidades que ella misma había perpetrado y alimentaba la imagen de infalibilidad que deseaba pr oyec tar. En varias ocasiones después d el inicio d e la transic ión hacia la democracia e n 1983, manifestaciones que de nunciaban la dictadura tuvieron lugar en las inmediaciones de la ESMA. I mpasible, la marina mantuvo sus actividades hasta 2004. Ese mismo año, el preside nte Kirchne r anunció la retroc esión de la ESMA a la ciudad de Buenos Aires y al poder ejecu tivo nacional. Junto con las organizaciones de def ensa de los dere chos humanos se 135 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte decidió transf or mar la ins titución e n Es pacio pa ra la Me moria y para la Promoción y la Defensa de los Dere chos Humanos. Durante l a cer emonia del 24 de marz o de 20 04, la multitud se adentr ó en el recinto de la ES MA (aunque lo previsto era que solo los fir mantes d el acta de re tr ocesión estarían de ntr o de las r ejas) dand o la impresión de que la población tomaba posesión del lugar y que en adelante sería la res ponsable d e su significado. La disputa por el sentido d e la ESMA se pare cía a una lucha por el ter ritorio. La fac hada muy mediatizada del pabellón central llevaría en adelante una larga bandera sobre la cual se leía “Espacio para la Memoria y para la Pr omoción y la Defensa d e los De rec hos Hu manos.” Como si de una bande ra fijada en un te rritori o c onquistado se tratase, ésta simbolizaba el cambio de guardia en la ESMA. Eventualmente, las habitaci ones y otras par tes del casino de ofi ciales fueron identificadas con letrer os que explicaban cuál había sido su uso durante la dictadura. Así el c ontr ol (compa rtido c on el gobier no) sobre el predio per mitió a las organizaciones de der ec hos huma nos anclar su interpretaci ón del pasado. Elizabeth Jelin s ostiene que las luchas de memorias son verdade ras luchas políticas (Jelin, 2002). Son libradas e n e l espacio público porque sus portavoc es o sus “empresari os” (como los llaman Michael Pollack y Elizabeth Jelin) (P ollack,1993 y Jelin, 2002) desea n verl as compar tidas cada día por más pers onas. De esta f or ma, puede aumentar s u influencia y la posibilidad de verlas crear u n impacto s obre el prese nte . Observamos que esas luchas puede n echar raíces en lo material y que es e material se puede volver en una her ramienta de ntro d el conte xto de la lucha. La toma d e la ESMA por el estad o argentino apoyado por las organizaciones de d efensa de de rec hos hu manos di o mucha fuerza, al menos simbólicame nte, al movimiento que reclamaba justicia y verdad sobre el pasa do. Muchas raz ones ex plican por qué se eligió la ESMA (y no otr os ex - campos de c oncentraci ón) par a establece r el “Espacio para la memoria”. Una de ellas podría ser el deseo de ver hundirse el símbolo de orgullo y de pr estigio, construido sobre el silencio y la me nti ra de la marina, que fue la ESMA. Retomar la grandeza de la marina pa ra dar paso al símbolo oficial del terrorismo de estado le dio a éste una fuerza evocadora incompara ble (Dugal, 2010). Con el desalojo de la marina, se firmó el r echaz o estatal de su inter pr etación del pasado. Marca ndo así una ruptura histórica, la recupe ración y la transformaci ón d e la ESMA pueden haber c onvencid o a más gente de la necesidad de buscar la verdad y la justicia. James Y oung afirma que los sitios de me mori a existen para que la gente pueda descargarse de su obligación de rec ord ar en ellos (Y oung, 1993). Opino que este argumento no es válido en el caso de la ESMA ya que su transf or mación en un “Espaci o pa ra la memoria” no era el fin último de la lucha conducida por la s organizaciones de de fensa de los de rec hos humanos , los sobrevivientes de la dictadura y los familiares de los d esapare cidos. El fin sigue siendo la justicia y la verdad. Con sitios de memoria o sin ellos, sin justicia no se acabará la memoria. Además, l a naturaleza misma del “Espacio para la memoria” que acoge en su seno grupos de pe rsonas que sufrieron la dictadura y organizaciones de d efensa de l os d erec hos humanos lo distingue de otros sitios d e memoria. La prese ncia de estos “empresari os” de la memori a 136 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte dentro del sitio de memoria hace pensar que se puede mante ner viva la memoria. Per o como otras me morias oficiales, aquella que está promovida por el espacio puede contribuir a negar memorias locales y relatos alter nativos. Bibliografía Dugal, Marie-Christine . “De camp de c oncentration à lieu de mé moir e: l‟Éc ole de Mécanique de la Marine (ESMA) e n Arge ntine”, Amerika [En línea], 3 | 2010, URL : http://amerika.revues.org/1396. Jelin, Elizabeth y Susana G. Kaufma n, “Laye r s of Memor y: Twe nty years after in Argenti na” en T. G Ashplant , Graham Daw son y Michael R ope r. 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Intro ducción Esta tesis indaga en tor no a las estrategias desarrolladas en las formas de dar a ver el mund o por dos museos munici pales ubicados en la localidad de Ingenie ro Whi te, Pr ovincia de Buenos Aires: el Museo del Pu erto, dedicado a la inmigración, cos tumbres y vida cotidiana del pueblo, y el Museo Taller Ferr owhite que versa sobre el vaciamiento del mu ndo d el tra bajo dura nte los a ños „90. Este trabajo se realizó pr estand o es pecial ate nción en torno a las modalidades en que dentr o de es tos museos se ar ti culan perc epci ón, me moria y conocimie nto. A partir d e allí se estableció que el mod o en que ambos museos recupe ran la materialidad en la reflexión sobre el pasado ofrec e saberes prác ticos r elacionados con la construcci ón d e model os crític os de museografía, avocados a la reflexión c olectiva sobre un pasado común d entr o de u n te rr eno inestable que pr omueve, a su vez, un ejercici o de d eliberaci ón constante en la arena pública. El desarrollo del problema El pr oble ma de mi tesis se consti tuyó en torno a cuestionamie ntos iníciales sobre las cualidades y articulación que adquiere la tríada memoria, conocimie nto y pe rce pción en el marc o de la experiencia artística. Particularmente es de mi inte rés es tudiar las especi ficidades que esa tríada articuladas al problema de la mirada - pued en provee r pa ra pe nsar algunos mate riales de la cultura relacionados con la construc ción de la memoria. En ese mar co la figura del museo me pr oveyó de un obje to de trabajo que per mitía c onfluir la ar ticulación de lo a rtísti co y lo cultural en la reflexi ón sobr e la memoria. Ya que por un lado estas instituciones deviene n en la conte mpora neidad órganos sustanciales de una cultura de la memoria en expansión; y por otro, al ser dispositivos de mos tración, comprome te n estrategias que afectan al proble ma artístico si n llegar por eso a constituirse en obras de arte, pe ro sí establecie ndo un dialogo en torno a lo sensible. La selección de l os museos a estudiar par tió de la observación (a través de autor es que tra bajan el te ma) d e que la industria cultural ejerce un d escuido sobr e la mate rialidad por efe cto de la lógica de espec tacularización y/ o merca ntilización que la constituye. Este pr oble ma se refere ncia específicame nte a una forma de perc epci ó n homogeneizada que obse rva el museo como gra n almacén dejand o afuera cuestiones como las siguientes: qué tipo de espec tadores asisten a un museo; c ómo el mus eo se r elaciona c on el siste ma de mirada de un es pacio- tiempo espe cifico; qué ti pos de mate riales son mos trados 138 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte y cómo de be n pensars e e n relación a su singularidad; cómo es posible pr omover lo que Huyssen llama el valor anamnésico de los objetos; qué cor poralidades compone n las perf oma nces requeridas por las diferentes pr opuestas, qué te nsiones y dislo caciones promueve en la construcción d e sentido y/o e n r elación a la recuperación del pasado las diferentes estrategias de mos traci ón, etc. Cuestiones, todas, que d efinen el campo de ac ción d e la institución museística y que dentr o de lo q ue Stoiquita deno mina como el museo- carr efour apare cen negadas. Frente a dicho pr oble ma el caso de los museos de Ingenie ro White es de particular interés e n ta nto estas insti tuciones manifiestan la recuperación de la mate rialidad y una reflexividad sobre la misma que es u tilizada en la definición de sus programas. E n virtud de es ta caracterís tica mi tra bajo de tesis c onsidera los casos seleccionados se constituy en en modelos de una museografía crítica. En ta nto, al recuperar la materia, sus accidentes y el devenir al que t od o cuerpo es tá sujeto e n el mund o, estos muse os de be n redefini rse cons tantemente. Es to les pe rmite relaciona rse y actuar en su entor no, a través de un dens o trabajo sobr e las transf or macione s de la cultura y el espacio en el que se insertan. La recupe raci ón de la mate rialidad se realiza a través de un trabajo c on la mirada que se prese nta c omo ineludible. Las disputa de los museos d e Ingenie ro White c on el avasallamiento de la corporeidad afe ctada por el avance del puerto autónomo 86 compromete, en un primer momento, una instancia deconstructiva en la que se debe lidiar con un modelo de visión domina nte; y, en una segunda ins tancia, una eta pa constructiva en la que se propone u n nuevo ejercicio del ver destinad o a recuperar lo accidental y conti ngente del mundo, ca racte rística que a su vez genera el desplazamiento c ons tante del mirar. En es te sistema de trabajo que recu pera la vida material, esta tesis encuentra, se ma nifiestan r estos de lo a rtístic o que en te nsión con lo cultural pueden ofr ecer res puestas n ovedosas pa ra pe nsar modelos museográficos que puedan relacionarse crítica mente c on su espacio de acción. El desarrollo El prime r trabajo impor tante que estos muse os realizan se relaciona c on una mirada sobre su espacio de acción, que en el caso de White diagnostica un ter rible proc eso de “conta minación de la visión” a través del devenir del desarrollo por tuario que fue antagónico al desarrollo de la localidad. Antagonismo que se traduce e n un fuerte sentimiento melanc ólico que preg na La au tonomi zac i ón de l P u e rto de Inge nie ro W hi te e s e l pu nto c ul mi ne de u na transf or mac i ón e c onómi c a q u e i nc i di ó drásti c amente sobre l as prác ti c as y f i sonomí a Inge ni e ro Whi te . E ntre e sto s c ambi o s e s posi bl e me nc i onar l a di smi nu c i ón de l a pobl ac i ón de bi do a q u e el mode l o de pue rto au tóno mo re q u ie re m e nos pu e stos de trabaj o, e l de te ri oro de l me di o ambi e nte qu e i nc i de e n l os c ambi os de l a die ta y e n l a pe rdi da de e spac i os de e sparc i mi e nto re l ac i onados c o n e l u so de l mar hoy u su f ruc tu ado e xcl u si v ame nte por e mpre sas mu l ti nac i onal e s y e l pol o pe troq u í mi c o, l a v u l ne rabi l i dad a l a qu e e stán e xpu e stos l os habi tante s de Whi te y a se a por e l se di me nto de l c e re al si e mpre pre se nte e n e l ai re y l os ri e sgos de e sc ape s o e xpl osi one s e n e l pol o. 86 139 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte la visión whitense y e n relación a la cual ambos museos definen y des plazan sus pr ogramas. A pa rtir de dar cuenta de cómo la tra nsformación portuaria incide en la tra nsformación de l os cuer pos y el le nguaje, estos museos avocan el diseño de sus pr ogramas a la discusión sobre la administración del espaci o y tiempo. E n dicho trabajo se produce la puesta en cuestión de la forma e n que memoria, pe rce pción y c onocimie nto se artic ulan dentr o un modelo de visión domina nte . El modelo c rítico de es tos muse os tal como fue establecido e n mi tesis se trama en u n sistema pe ndular donde la mirada se te nsiona entr e d os ex tre mos . Toma ndo a Be rgson, estos pod rían definirse c omo el extremo en que pri ma un sistema de ide ntificación y otro signado por la lógica de la duración 87. Entre esos extre mos y sus gradientes, las diferentes acciones del museo buscan reponer una te mporalidad anulada en el prime r ex tre mo a través del ingres o de lo estétic o en su trabajo. En relación al pri mer polo del pé ndulo, d onde la compre nsión del mund o se ejerce c omo un pr ocedi miento automá tico dictado por una c onve nción que ha bor rado su carácte r arbitra rio, el pr ograma del museo se dirige a perturbar formas d e apr ehe nsión del mund o es tablecida s a través de la dislocación d e la mirada. Tal es el objeto d e la singularidad de los siste mas de mos traci ón que exhibe n, que en el caso del Museo del Puerto se definió como inme rsión/ rec hazo y en el caso de F er rowhi te c omo restricción/ expa nsión. Estos sistemas establec en un obs táculo sobre las formas usuales de compre nde r el mundo pe rtu rbánd olas e i mponie ndo nuevas, en tal sentido buscan molestar la melanc olía como impedime nto de nuevos predicados. Este dialogo sobre la visión que el muse o es tablece con su c omunidad no es un dialogo ameno sino que se desarr olla con tensiones que el museo se dispone a negociar y res olver e ntre su inte nci onalidad y las de quienes habitan en White. Allí se manifiesta una te nsión entre lo que aquí se considera un res to de lo ar tístico y lo cultural. T oma ndo a mod o de eje mpl o el caso del Museo Ferr owhi te , en relación a lo ar tístico puede me ncionarse la voluntad d e desplazar la mirada al reconoci miento e n el espacio fabril del museo c omo testimoni o del proc eso vaciamiento de los a ños 90; y en r elación a lo cultural, el impulso a la nostalgia y la evocaci ón de quienes conocier on ese es pacio activo y se resisten al vacio radical. En esa discusión las caracterizaciones del régimen de ide ntificación comie nzan a se r pues tas en crisis. Esto es: la memoria c ompre ndida como patrimonio del pasado estable ; la per ce pción dominada por un sistema visual que requiere un régimen de adaptabilidad cons tante que no repa ra en los accidentes; y el conocimiento c omo sistema explicativo, en que se establece una escisión clara, y sin sinuosidades, entre sujeto y obje to. A través de la mirada pr opuesta por los museos estas moda lidades son puestas en cuesti ón E ntre e sos e xt re mos e s po si bl e di stri bu i r l o s di f e re nte s c onc e ptos a nal í ti c os u ti l i zados e n e sta te si s: mu se o/c ol e c ci oni smo e n Be nj ami n; c u ri osi dad y asombro e n He i degge r, ne mne y ananme si s e n Ri c ou e r, l a di sc u si ón e ntre e rl e bni s y e rf ahru ng, e ntre otros. 87 140 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte para dar lugar a la evaluación y aper tura del mundo a través de la re cupera ción de las singularidades que se manifiestan en cad a experie ncia. La acción transf or madora del tiem po sucedié ndose se advierte a través de la impor tancia que adquiere el conce pto de tr abajo en la estructura pr opues tas por los museos: tra bajo del re cuerd o y trabaj o de la mirada aconte cen en un tiempo que transcur re atento a la c ontinge ncia del mund o. Y que si bien comie nzan a estar prese ntes en la per turba ción inicial, se manifiestan de modo aún más evidente en los espacio del museo en los que la mirada deviene evento o acción prolongada. La eventualidad de una caminata, un almuerzo o una fiesta, deviene n espaci os en l os que el museo i nte nsifica su acción de escucha y dond e, junto al resto d e los miembr os d e la c omunidad, la mirada es delibe rada en un acto que confr onta mate rialidades: el maíz que cae de los camiones camino al puer to, la fuer te pr esencia d el pes c ado e n la dieta y las dificultades oficio de la pesca hoy, la perdida de balnea rios comunita rios y el acceso al mar, las margaritas que dejaron de crec er como ante s luego de los escapes de cloro. Aquí la mirada abandona el esce nario de disputa que el museo establece en un primer momento ya no es un juego d onde se te nsiona lo que se desea a ver y lo que el museo da ver, si no que la mir ada indaga con mayor libe rtad y amplia su modalidad de acción incorpora ndo e l caminar, el come r, el respira r o el hace r. Es e n es te plano d ond e el museo r ecobra una vitalidad avasallada y visibiliza los espacios de supe rvivencia frente a un d estino ine xorable. La per cepción a mplía aún más sus sentidos e n la conside ración de la grasa, su olor y textura, o los sedimentos d el cereal en el aire. Fuera del impulso inicial que molesta los presupuestos esta blecidos se ofrec en espacios de ind ete rmina ción donde l as ruinas y los fragme ntos son ofrecid os al advenimiento de predicad os noved osos. De es te mod o la represe ntación es tabl e d el mund o es re emplazada por la imagen incomple ta que ofrec e el fragmento, la ruina y que también caracte riza a lenguaje poétic o. Estos últimos adquieren dentr o del sistema cr eado por el museo una vitalidad que los desplaza hacia el siguiente extre mo del péndulo, e n el que memoria, per cepción y conocimiento devienen orgánicos e inestables a partir del ingreso del tiempo y c on él del accidente. En es te extr emo la memoria se abre el pasado a través de sujetos y te mporalidades diversas, en la perc epci ón s e pr oduce un entre cruzamiento entr e campo visual y mundo visual que reclama una mirada más atenta sobre el mund o y el conoci miento se carac teriza por un ingreso de la multiplicidad que desvanece el quiebre entr e sujeto obje to pr opiciand o un acto de escuc ha so br e la mater ialidad del mundo. Conclusio nes Dentr o es te sistema y en discusión c on los pr oble mas que pres enta el avance de la industria cultural, esta tesis demuestra, es fundamental considera r la noción del museo como meme nto mori. Fuera de la pretensió n de ete rnidad estos museos recupe ran el cuer po y la mate rialidad principalme nte a par tir d e la consideración de la muerte manifiesta de modo ter rible en el destino inexorable del puer to. En ese es pacio de de rr ota la recuperación del cuer po, las mate rialidades del entor no y su carácte r pe rec eder o, implica para los miembr os de esta comunidad - en pe rpe tua ame naza -, la recupe ración de espacios de 141 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte supervivencia donde la experie ncia se trama e n la posibilidad de volver a decir y actuar en la arena pública. En se mejante ta rea la atención sobre lo es té tico, que permite recuperar el trabajo c on las materialidades y la utilización de la ruina o l o poé tico como espa cios de inde ter mi nación, se vuelve sustancial pa ra que los individuos puedan recuperar su capa cidad de a cción sobr e el mund o, manifiesta entre otras cosas en los nuevos pre dicados que el pasado adquiere. Así esta tesis establece - y he aquí su principal apor te para la reflexión en torno a sabe res práctic os que puedan s er impleme ntad os e n la museografía y espacios de gestión de es pacios de memoria - el museo adquiere su carácter crítico por un sistema de acción que se propone c omo r ecupe ración consta nte de una materialidad avasallada y en tra nsfor mación. Por ello, su función se define en una discusión en tor no a lo sensible que encuentra en la mirada una modalidad de discusión e intervención sobr e los regímenes de sensi bilidad conte mporá nea. Finalme nte el des pliegue de d ichos siste ma de acción sobr e un organismo vivo define a es tos museos como un espacio de escuc ha d entr o d el cual devienen críticos pese a sí mismos, en tanto los sentid os que emerge n no están siempre bajo su regulación. 142 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte POLÍTI CAS DE LA ME MORIA Y CO NST RUCCIÓN DE MEMORI A SOCIAL : ACO NTE CIM IENTOS, A CTORES Y MARC AS DE LUGAR. EL CASO DEL EX CE NTRO CLAN DES TINO DE DETE NCIÓ N „OLIMPO‟ Luciana Messina Doc torad o e n A ntro pol ogí a. F ac u l tad de F i l osof í a y Le tras. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re . Año de def e nsa: 2 01 1 I En es ta investigación me pr opuse pr oblematizar y a nalizar las modalidades de articulación entr e las política s de la memoria y los lugares de memoria en los pr oces os de construcción de memoria social sobre el ter rorismo de Es tado e n Arge nti na. Memoria social, políticas de la memoria y lugares de memoria ha n operad o, entonces , como conce ptos orde nador es básicos (Saltalamacc hia, 1992) . El foco d e la investigación es tuvo puesto e n analizar la política de la memoria vinculada al ex centr o clandes tino de dete nción conocid o como “Olimpo”. En la tesis se rec orr en dos ejes fundamentales. El prime ro está cons tituido por el análisis del proceso político y so cial que dio lugar a la emerge ncia y al despliegue de un pr ograma i nstitucional de memoria en el ex centr o cland estino d e de te nción “Olimpo”. P ara dicho análisis, he ce ntrado la atenci ón e n la reconstru cción etnográfica d e la trama de actores que han impulsado y han par ticipado activame nte e n la c onc reci ón del prog rama, haciend o f oco e n las disputas de s entido q ue se pusieron e n juego en los debates y discusiones durante sus primer os a ños d e su desar roll o (2004 -2007) (Capítulos 3 y4). El segundo eje está centrado e n la problematiz ación de lo que constituy e un aspecto espe cífico de dicho pr ograma de memoria, esto es, la dimensión de lugar. En este sentid o, en la tesis describo las distintas interve nciones mate riales sobre el predi o y las modalidades de apropiación por pa rte d e diferentes actor es sociales. La pregunta que articula este eje indaga los modos en que se entr elazan las marcas te rritoriales y los usos del lugar e n la cons trucci ón de un relato te n diente a la tra nsmisión del pasado re ciente de ter rorismo d e Estad o y, es pecíficame nte , de la experie ncia conce ntraciona ria (Capítulos 5 y 6). Toma r como obje to de análisis las políticas de memoria en relación al ter rorismo de Es tado supuso, por un lad o, r eflexionar en tor no al obje to mismo que da lugar a esas políticas –la memor ia social – y, por otr o, indagar en torno al pasado al que hacen refe rencia, o, mejor dic ho, en torno a las distintas pers pec tivas que a lo largo de 30 años han configurado disti ntas memorias sobr e ese pasado. En es te se ntido, he recuperado las pr opues tas teóricas de una variedad de autores que, de una u otra forma, ha n contribuido a la conf or mación de un campo de estudios ar ticulado en tor no del concepto d e memoria social. Las premis as de Halbwachs en tor no a qué es y c ómo se cons truye la me moria colec tiva han se ntad o las bases pa ra estudios pos teri ores , dond e la me moria no es ya c onc ebida c omo el revivir individual de una expe riencia pasada que se conserva en es tado puro e inmutable, sino como 143 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte obje to de disputas entr e difere ntes actores sociales en tor no al sentid o del pasado. Por ello, la me moria se dice siempre en plural y. l os cambios e n los regímenes de la memoria guardan una estre c ha vinculación con la coyuntu ra política y social . Con el fin de reflexiona r en tor no a las memorias de la política, he r ecupe rado u na pe riodización que da cuenta d e la historicidad de las perspectivas desde las cuales se inter pela e l pasado, pe rspec tivas que se ha n ido modificando a través de los distin tos “ pr esentes políticos”. Asimismo, me he inter esado e n analizar las modalidades en que se anudan, e n es tas pers pec tivas, las concepciones e n torno a la política y la violencia (Capí tulos 1 y 2). II La investigación supuso una prol ongada expe riencia de tra bajo de camp o que comenz ó a fines de 2004. El trabajo de campo inte nsivo lo realicé e ntre abril de 2005 y diciembre de 2007 y consistió, fundamentalme nte , en la realización de obse rvación pa rticipa nte e n las reuniones que comenzar on a realizarse en el g obierno de la ciudad de Buenos Aires a fines de 2004, luego de la firma del acuer do de tras paso del predio del ex “Olimpo” de Nación a Ciudad. La observación par ticipante e n esas reuniones quincenales me pe rmiti ó ir empezand o a c onoce r y c ons truir el mapa d e los ac tores intervinie ntes en el pr ograma del ex “Olimpo”. A demás, realic é entr evistas en profundidad a algunos de los actores clave que participaban e n esas reuniones . Quisiera reflexiona r muy breve mente s obre algunos aspec tos del trabaj o de campo, es pecialmente, e n tor no a la prác tica de observación par ticipante. Cuando comencé el trabajo de campo, el pr oceso de c ons titución del ex “Olimpo” en un lugar de memoria estaba a penas comenzando. Ade ntrase a indagar un proceso s ocial y político e n el mome nto e n que se está cons tituye ndo e n ta nto tal tie ne sus ventajas y sus desventajas. A lo largo de ese tiempo, fuer on muchas las marc has y contr amarchas, las dudas, los titubeos y las tensiones e n la prá ctica de i nvestigación. Si bien a mediados del 2004 ya había realizado algunas entrevistas exploratori as, el momento de “e ntrada” a lo que –por efec to de r etroversi ón – se consti tuyó en mi campo de investigación tuvo lugar a pri ncipios de abril del 2005, cuando, e n un eve nto organizado por Abuelas, conocí a famil iar de desaparecid os del “Olimpo” que me invitó a participa r e n una reuni ón en la sede en el gobi erno de la ciudad. Esa invitación cons tituyó la vía de acceso a lo que se convertiría, a partir de allí, en el ámbito privilegiado para desar rollar la prác tica d e observación par ticipante: la comisión de trabajo, deve nida luego en Me sa de Trabajo y C onse nso del pr ograma del ex “Olimpo”. Toda la prime ra etapa del trabajo de ca mpo fue jugosa en anécdotas y situaciones de las más variadas. Todo era nuevo, un mundo de relaciones se abría a mis ojos de observadora. C ome ncé poco a poco a conocer a los difer entes actores s ociales, a mante ne r conversaciones infor males con ellos, a conjetura r hipótesis sobre las diferencias que animaban las discusiones. Sin embargo, u na d e dificultades mayor es te nía que ver justamente con mi posición de obse rvadora; una cuestión que, de manera más general, se ligaba con los mod os e n que me “ autorizaba” como investigadora. Lo que se ponía en juego era cómo obse rvar, de qué forma participa r en el 144 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte espacio, c ómo involucrar me. P odría resumirl o con el siguiente inte rr ogante: ¿cómo c ons tituirme e n obse rvadora en un espacio atravesado por un alto grad o de conflictividad entre los actores s ociales inte rvinientes? Dura nte los prime ros meses me preocu paba mante ner un semblante que no mos trara más simpatías con unos actores que con otros , porque, dado el nivel de disputas entre ellos, te ner mucha afinidad c on unos podía significar ganarse la ene mistad de otros. Si bien no e ncontré una respuesta unívoca para todas las circunsta ncias, en la may oría de las r eunione s opté por no interve nir e n las discusiones y participar sól o obs ervand o. III Como parte del prime r eje que se ñalé al comienz o, r ealicé la rec onstrucción del pr ograma de me moria del ex “Olimpo” a partir de te ner e n cuenta dos niveles de análisis de las políticas de la memoria: como pro ceso s social es d e larga duración e n el que se articulan expe riencias, de bates , prácticas, etc. d e diverso ord en, que van c onfigurand o nar rativas en torno al pasado reciente; y c omo cur so s de acción insti tucional (Besse, 2007). Partí d el supuesto de que las políticas de me moria vinculadas a los crí menes del ter rorismo de Estado re conoc en c omo ante cede nte general a las experie ncias de movilización social llevadas adela nte, fundamentalmente, por los organismos de der echos humanos para obte ne r verdad y justicia desde fines de la dictadura. Ahora bien, una de mis preguntas centrales e ra: ¿por qué e l ex “Olimpo” c ons tituye uno de los pocos ex ce ntros clandes tinos “recu pera d os” en los que actualmente se despliega una política de memoria? Una primer a reflexión que surge del análisis prese ntad o e n la tesis sugiere que no se trata de un hec ho azar oso sino que se asienta sobr e una se rie d e fe nóme nos que, por haber contribuido a i ncr eme ntar su visibilidad e inscripción social como c e ntro clandes tino de dete nción, pudieron ha ber operad o c omo condiciones d e la emerge ncia del progra ma de memoria. Funda mentalme nte , me refie ro a la participaci ón ac tiva de distintos actores sociales y po lític os e n tor no a la “r ecuperaci ón” del predi o, que se combinó en la puesta en marc ha de distintas estrategias que incluyeron desde movilizaciones hasta prese ntaciones de pr oye ctos de ley . Per o también, a la incor poración de la problemática de la memoria social dentro de la agenda de gobier no naci onal y municipal. Una de las cuestiones que consider o r elevante destacar es que l os actor es social es del programa del ex “Olimpo” se fuer on con stituyendo en las mismas prácticas de “recupera ción” del predio, prác ticas que lo singularizan como lugar de memoria. Más allá de la (obvia) pr eexiste ncia de los or ganismos de der echos huma nos, las organizaciones vecinales, los sobrevivientes y familiares, lo que los cons tituyó como ac tores sociales de la política de me mori a del ex “Olimpo” fueron esas prácticas d e “recu peraci ón”. En este sentido, l os actor es y sus posiciones se fueron cons truye nd o, en pa rte , en las reuniones quincenales de discusión en tor no al proyec to para el ex “Olimpo”. En función d e esto adquiere senti do que, por ejemplo, u n mismo organismo haya sos tenid o una posición en el ex “Olimpo” y otra diferente en, por eje mplo, la ex Esma. Desde mi pers pec tiva, esto no supone una postura c ontradictoria sino que da cuenta de cómo son los espacios de partici pación (su conformaci ón, diná mica y 145 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte obje tivos) y las prác ticas que en ellos se articulan los que configuran la singularidad de cada caso. He propuesto también que la política de memoria desplegada en el ex “Olimpo” se fue institucionalizando de mane ra pr ogresiv a; es decir, que se pr odujo un pasaje progresivo d e te nsiones y e nfre nta mientos a la constitución de formas organizativas de carácter institucional. En la tesis describo c ómo los actores sociales que conforma ban la M esa del ex “Olimpo” fue ron cons truye ndo mecanismos organizativos que les permi tier on ir canalizando las tensiones y los e nfre nta mientos que primar on e n una primera eta pa (por ejemplo, la construcción de un reglame nto interno que regulara y legitimara su funcionamie nto y las decisiones que allí s e tomara n). Los lazos de c onfianza política que dichos actor es fueron c ons truye ndo a partir de la experie ncia de trabajar conjuntamente dura nte varios años f ueron fundame ntales para que el pr ograma conti nuara aun en pe ríod os de adversidad política. Esta pr ogresiva institucionalización también se ex pr esó en el alejamiento de algunos actores sociales (es pecialmente de u na de las or ganizaciones vecinales) que no acordaba n c on la participa ción del Estad o en la gestión del predi o y del pr ograma de me moria. Con r espe cto a la dinámica de la comisión, el imperativo del consenso fue un orde nador de los mod os de discutir y de toma r decisiones; es decir, de cómo se iban a dar los términos del debate . Se trató de una modalidad de trabajo no sólo impulsada desde el gobi erno d e la ciudad sino también ace ptada por el resto de los actores intervinie ntes. E n e se sentido, el cons enso funcionó como una suerte de se ntido c omún c ompartid o por los actores. Más allá de la complejidad misma del concepto (y de sus implicancias teóri cas en tanto puede ser pe nsado como una forma de dominación encubie rta), entre los actor es del pr ograma del ex “Olimpo”, el c onse nso no eq uivalía a la ausencia de debate o a la evasión de la disidencia sino, más bien, a una modalidad de trabajo que afectaba la forma misma en que se planteaba el debate. La valoraci ón posi tiva del consens o c omo metodología de tra bajo y de toma de decisiones revel ó, e n alguna medida, las conexiones con las forma s de hacer política privilegiadas durante la expe riencia asamblear ia de fines d el 2001 y 2002, donde primaban las prácticas de consens o ligadas a la horizontalidad, la autogestión y a la inclusión de las voc es mi noritarias (e n d etrimento de, y c on fuer tes c ríticas hacia, la votación, la organización ve rticalista y el pri vilegio de la voz de la mayoría). En es te se ntido, se tra ta de una prá ctica que trasciende el campo de la memoria y se enlaza con otras ex perie ncias políticas. La investigación demos tr ó, entonc es, la produc tividad de reflexionar e n torno a cómo las expe riencias asamblearias –y también las pr ácticas de resiste ncia al model o neolibe ral que comenzar on a ar ticularse hacia mediados de los años 90 – afectar on la reformulación de la prác ticas de la militancia en general y de las organizaciones de de rec hos huma nos e n los pr ogramas de memoria actuales. La descripción e tnográfica del proc eso de “r e cuperación” del pr edio me ha per mitido re conoc er los ejes de discusión, los acuerdos y los cambios en los posicionamientos de l os distintos actores, y ponerlos en relación c o n las distintas c oyunturas político -i nstitucionales. Tambié n, me per mitió i ndagar la hipótesis que sos tiene que la consti tución d el ex “Olimpo” c omo lugar de 146 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte memoria no es el resultado de una decisión c anónica, tomada en un momento pre ciso, de una vez y pa ra siempre, sino que es, en todo caso, el produc to de las decisiones c ons ensuadas, reu nión tr as reunión, por los actores intervinie ntes en la Mesa, con las marchas y contrama rchas que implica la dinámica de tra bajo por c onsens o. E n este s entido, he analiza do las disputas de sentido que se pusieron e n juego entre ellos en relación a cues tiones tales como cuál debe ser el rol del Es tado, qué historia del ex “Olimpo” es relevante contar, y c ómo re memora r la militancia de las décadas del 60 y 70. La discusión en tor no al rol del Estad o en el ex “Olimpo” puso de relieve una cuestión que parecie ra atravesar las políticas de memoria en ge neral: cuáles son las voces legitimadas para llevarlas adelante. Los disti ntos c onse nsos a los que fueron arriband o los ac tores d e la Mesa sentar on las bases para la c ons trucción d e un pr oyec to integral en relación al ex “Olimpo”. IV En relación el segund o eje que re corre la te sis, me he pr opuesto da r cuenta de cómo las diferentes modalidades de intervención y usos del predio – puestas en relación genealógica con las discusiones que les dieron lugar – fueron delineand o la singularidad del ex “Olimpo” c omo lugar de me moria. Para ello, r ecupe ré c ómo fue ron c onceptualizadas las marcas te rritoriales y los lugares de memoria, asumiend o qu e no son conc eptos inter cambiables. La revisión de estas pers pec tivas teóricas me per mitió sugerir que, si el c oncepto de marcas ter ritoriales da cuenta de – o pe rmi te pensar– los pr oces os políticos que las producen, la noción de lugar pondría de relieve al go del orden de las modalidades en que los sujetos sociales hacen uso de esas marcas. E n este sentido, sos teng o que mientras las marcas territoriales son producidas e n la articulación de acciones concre tas de diferentes actores sociales, los lugares son constituidos en la relación subjetiva que cada uno de ellos mantiene c on la marca (es decir , la noción d e lugar aludiría a los mod os e n que los sujetos se ven implicados, convocad os, enlazados a la marca). La apuesta es, entonc es, pensar , por un lado, las ma r cas te rritorial es como produc to de acci ones deliberadas, acordadas y llevadas adelante por los actores sociales en pos de inscribir un significado, d e imprimirle un se ntido al es pacio sema ntizado; y, por otr o, el lugar de memoria como aquello que, pr oba bl eme nte, r equiere de la marca pe ro que no es c ompletamente capturado por ella. E n este se ntido, la cons trucci ón de la mar ca habilita difere ntes apropiaciones subjetivas que la excede rían. Los difere ntes soportes de mar cac ión y se ñalización del “Olimpo” como ex c entr o cland estino d e de te nción y sitio de c onmemora ción ha bilitan, entonces, difere ntes apr opiaciones: c omo lugar de duelo, de despedida o d e encuentr o c on los se res queridos, c omo lugar de lucha, de militancia o de organización política, como lugar d e e ncue ntro ge neraci onal y d e transmisión de expe riencias y saberes de distinto orde n. Tambié n c omo pa rte d e es te eje, a nalicé las formas e n que fue abordad o el conc epto de centr o clandes tino d e detención a par tir de tres ma teriales pr oducidos en distintos momentos y prove nientes de distintos campos: el político -ins titucional (el inf orme Nunca Más ), el académic o (el libr o Poder y Desaparición de Pilar Calveiro) y el jurídico (fallo del juez Rafecas). Es ta 147 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte reflexión estuvo motivada por una sue rte de equipara ción o utilización indistinta –que enc ontré tanto e n buena parte de la bibliografía como e n mi expe riencia de trabajo de ca mpo – entr e los c entros cland estinos argentinos y los campos de c onc entración alema nes. E n es te sentido, sugier o que, más allá de los elementos compa rtidos, aquello que no ter mina de capturar (o de de cir) el conc epto de campo de c oncentra ción para pensar la ex perie ncia re presiva argentina tiene que ver c on la clandes tinidad, combinada con la existencia de muchos de es tos ce ntros e n el en tramado urbano (como es el caso del “Olimpo”). El i nte nto por singularizar los centr os clandes tinos argentinos resultó relevante pa ra pe nsar las prácticas de “recuperación” ya que, por ejemplo, uno de los ejes d el pr ograma del ex “Olimpo” consiste e n poner en tensión el “adentr o” y el “afuera” del centr o y buscar una relación con la comunidad bar rial. En este sentido, s ostengo que la equiparación acrítica e ntre campo de conce ntración y ce ntro cland estino, si bien contri buye a aumenta r la visibilidad del pr oces o re presivo, también tiene por efec to desdi bujar la singularidad de experie ncia argentina. Asimismo, este c onc epto se puso e n juego en la r ede nominación de l centr o como c entr o clandesti no de de te nción, tor tura y ex ter minio (CC DTyE ) impulsada por los ac tores sociales intervinie ntes e n el pr ograma. C onside ro que dicha resimbolización incorpora eleme ntos de los tres registros discursivos mencionad os y da cuenta del intento por capturar lo mejor posible –según los actores inte rvinientes – lo que implicó la l ógica conce ntracionaria: no fue solo un centr o de dete nción clandes tina, sino también uno de tor tura que funcionó en base a una lógica de exterminio. V En función de lo abordado e n los distintos c apítulos, pr opong o que el ex “Olimpo” puede ser leído y an alizado des de lo que podríamos de nominar como distintas tramas memoriales. En tanto objeto memorial, el ex “Olimpo” puede ser c once bido de ntro d e un complej o entramado de lugares y prác ticas que lo excede n y c ontienen a la vez. Esta pers pec tiva permi te pen sar su ligazón con otr os lugares de memoria, su posición re specto de ellos y las series que, juntos, c onforman; series ord enadas según distintas tramas, que, lejos d e excluirse, se superponen y pote ncian e ntr e sí. Propongo pe nsar al ex “Olimpo”, entonces, de ntro de las siguientes tra mas: testi monial -jurídica, militante -te rritorial y político -instituci onal. En cada una de ellas, el ex “Olimpo” se anudaría c on otr os lugares de me moria según se privilegie –en sus formas d e re me moración – su ubicación física (en el bar rio de Flores ta de la ciudad de Buenos Aires), su posición dentr o del sistema represivo (como un eslabón de un circuito represivo) o su inserci ón e n la agenda gubernamental (a partir d e un progra ma concr eto que for ma par te de las políticas de memori a de la ciudad de Buenos Aires). En primer lugar, el ex “Olimpo” forma par te de una trama en la que hace serie c on otros d os ex c entr os clandesti nos: el “Atlétic o” y el “Banco”. La ligazón entre estos tr es centros clandes tinos se establece en los tes timoni os de los sobrevivientes y se fu nda en las conti nuidades del sistema re presivo durante el te rr orismo d e Estad o. De nomino testimonial -jurídica a esta trama 148 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte memorial justamente porque su configuración fue posible gracias a los testimoni os brindad os por sobre vivientes e n c ontex tos judiciales a los fines de establece r la verdad d e lo ocur rido e n el e x “Olimpo” e n el marc o de u n pr oceso penal contra los repres or es que actuaron en él. La continuidad que avalaría hablar de un circuito re presivo “A tlético -Banco -Oli mpo” se explica por los desplazamientos conjuntos de de teni dos -desa parecid os, re pr esor es e incluso mobiliario y mate riales infraestruc turales de un centro a otro. Es ta continuidad represiva en el pasado se expr esa como conti nuidad memorial en el prese nte, por ejemplo, e n las formas de narrar lo que ocurrió en el ex “Olimpo”. En los relatos y testimonios el ex “Olimpo” aparec e ligado de mane ra indisociable a aquellos otros dos centros clandes tinos . Hay varios indicios que dan cuenta d e esta ligazón en el dis positivo me morial del ex “Olimpo”. Por ejemplo, e n los carteles que cons tituyen la señalización inter na del “pozo” y en el relato de los guías que acompañan al visitante en su rec orrid o por dicho sector del pr edio. En segund o lugar, r econocemos una trama militante -terri torial en la que el ex “Olimpo” hace serie c on el ex “Automotores Orle tti”, otro ce ntr o clandestino de dete nción que funcionó a sólo 10 cuadras de distancia; pero e n la que, sobre todo, el ex “Olimpo” se inscri be c omo un lugar de refe rencia barrial de la resistencia y la lucha popular. C omo ya dijimos, desde mediados de los años 90 y hasta la “recuperación” del predio, organizaciones de vecinos, junto a sobrevivientes y familiares del e x “Olimpo”, realizaron ac tos, festivales, movilizaciones y diversas actividades con el fin tanto de de nunciar las violaciones a los dere chos huma nos allí cometidas como d e protesta r por la per mane ncia de la Policía Federal. En este sentido, el proc eso de “recupera ción” del ex “Olimpo” c ome nzó mucho antes de que existiera un Programa d e gobie rno c on su nombre. La v oz de los vecinos ha sido incluida, por ejemplo, e n los car teles de se ñalización ex ter na del ex “Olimpo”. P ode mos decir, e ntonces, que estos car teles no cumplen sólo la función de se ñalizar sino que expresan ta nto la intención de incluir a la comunidad vecinal y como la expec tativa de que ex “Olimpo” sea reconocido por el bar rio c omo lugar de memoria y de organización política que contri buya a recons truir el lazo social que fue arrasado por la dictadura. En ter cer lugar, rec onoce mos una trama político -ins titucional e n la que el ex “Olimpo” haría serie con los otr os cuatro ex c entr os clandestinos de dete nción “recu perad os” (Vir rey C eballos, Cl ub Atlétic o, Automotores Orle tti y ESMA ) y con otros lugares de memoria de la ciudad de Buenos Aires, como el Parque de la Memoria. De nomino político -ins titucional a es ta trama porque la serie que conforma n se explica por su inserción ins titucional dentro de la agenda del gobier no municipal. En relación a esto, sugiero que el ex “Olimpo” parec e estar ubicad o en una suer te de periferi a geográfica y política de la cual se “perjudica” y “beneficia” a la vez. Bibliografía 149 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Besse, Juan (2007) “Posfacio. P olíticas de memoria: usos y desusos”. E n: Besse, Juan y Kawabata, Al ejandr o (comps. ) Grafías del ´55. Otros repartos entre recuerd os y olvido. La nús: Ediciones de la UNLa. S A L TA LA MA C C H IA , H. (1992) Capítulo 2 “El encuadre e pistemológico y las preguntas de la investigación”. Historia de Vida, San Juan de Puerto Rico, Ed . CIJUP. 150 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte NI T AN E LEFA NTE , NI TA N B LANCO . CINCO LE CTURAS DEL ESTADIO NAC IONA L DE SA NTI AGO DE CHILE: URBA NISMO , ARQUITEC TURA, DEPORTE, M EMORIA Y MODERNIDA D Valentina Rozas Krause Mae strí a e n De sarrol l o U rbano y Tí tu l o de Arq ui te c to. F ac u l tad de Arq u i te c tu ra, Di se ño y E stu di os U rbanos de l a P onti f i c i a U ni ve rsi dad C atól i c a de C hi le . Año de de fe nsa: 2 0 1 1 La tesis aborda los dilemas progra máticos de un edificio per mane nteme nte sometido a dema ndas adicionales a su función original, en especial aquellas por r eprese ntar el pasado. De este modo, “ Ni tan elefante, ni tan blanco” aborda el pr oble ma de la incorporaci ón de de mandas extrafuncionales, propias del siglo XX, a espacios creados con otros fines, a partir de u n caso ejemplificador: el Estadio Nacional de Sa ntiag o d e C hile. El Estadio Naci onal, declarad o M onumento Históric o por el Consejo d e Monu mentos Nacionales el año 2003, se consi deró un cas o apr opiado para ser estudiado porque: a) reúne con espe cial densidad las premisas de modernidad de una sociedad que pla nteaba re novarse a inicios del siglo XX; b) se consti tuye como un es pacio que se plantea como educativo desde su creación, y se e nfr enta en la actualidad al debe r de educar respecto a los err ores del pasado; c) implica la super posición de d os usos cuasi a ntagónic os: el de porte espec táculo y la memoria a las víctimas de la dictadura y del pasado del predio. Desde un punto de vista ur banístico, “Ni tan elefante, ni tan blanco” docume nta y discute la profusión de proy ec tos urbanos que convergen e n un predi o cuyas proporciones no son el único atractivo pa ra estar, cons tantemente, re -imaginánd olo, re -fundánd olo y modificándol o. A nalizando el desarr ollo del Estadio Nacional a la luz de cada uno de los pr oy ectos urbanos a los que ha sido sometid o, la tesis se pr opone diseñar una versión pr opia de los desafíos urbanísticos que el predio prese nta en la actualidad. Desde un punto de vista arquitectónic o, “N i tan elefante, ni tan blanco” reflexiona sobre la naturaleza del edificio principal del predio: el Coliseo. C o n un enf oque pr ocesual, el reci nto es e xami nado tanto e n sus dime nsiones tangibles como no tangibles. Entre las prime ras se encuentra el proy ecto de mode rnismo esta tal que represe nta el Coliseo; mientras que entre las segundas se destaca el d esafío de pe ns ar un pr oye cto alterna tivo a las memorializaciones existentes, e ntre las que se destaca un memor ial denominado “Escotilla 8” que se basa en la pres ervación de 185m2 de grade rías antiguas, en c ontraste c on la reposición del res to de las aposentadurías por b utacas individuales En tér minos ge ne rales, la tesis se propone c ontribuir en el estudio de las represe ntaciones físicas de deter minados valor es cívicos. En el c ontex to d e una crecie nte de manda ciudadana pa trimonial, e sta tesis es un aporte que se configura entre el límite del patrimonio c on valor histórico y el patri monio creado ex prof eso, lo que se ha llamado monu mentalización. Mientras que en el prime ro d omina un impulso de conservación, en el segundo se configura una 151 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte estrategia de crea ción, la que se co nvierte en el eje de la investigación pr oyec tual. La tesis buscó, entonces, r esponde r a las preguntas generales: ¿Cómo se inserta n los us os c onmemora tivos e n c ontextos c otidianos y ur banos no destinados originalmente a ellos? y ¿Cuáles son los conflictos q ue supone es ta situación en el contex to del espaci o público ur bano? En c onsecue ncia, su obje tivo gene ral fue entende r el desar rollo del Estadio Nacional a través de la tray ectoria de l os pr oye ctos e interve nciones de modificación de su espacio, así como d e sus usos. De este modo, se configura una metodología de análisis proyec tual que se intersec ta con la ideología, cultura y prácticas de sus contex tos de producción. Las cinco miradas de “Ni tan elefante, ni tan blanco” se configuran a parti r de cinco preg untas: ¿Por qué la infraestructura del Estadio Nacional se desarrolla de manera puntual y fragmenta ria, si se trata de uno de los predios más ambiciosamente planificados del siglo XX? ¿Por qué se u tiliza el estadio de portivo má s importa nte de Chile, en tér minos de usos y visibilidad, como campo de refugiados y de concentraci ón? ¿Por qué hay elementos del pasado en un es tadio mode rnizado? ¿Por qué el Estadio Nacional pe rdió su mode rnidad educad ora original y se convirti ó en un espacio obs oleto y degradad o? ¿Qué tipo de pr oyec to puede inc or porar dinamismo en el Es tadio Nacional integra ndo su pasado y al mismo tie mpo c ons ervand o su orientación a las masas? En relación con la prime ra pregunta: ¿Por qué la infraestructura del Estadio Nacional se desa rr olla de ma nera puntual y fragme ntaria, si se trata d e uno de l os predios más ambiciosa mente planif icados del siglo XX?, se propone relativizar el fracaso de las utopías urba nas para redimir la c ondición original del Estadio Nacional, y c ompre nde r de es ta f orma el estado ac tual del recinto. El análisis del plan original para el Esta dio Nacional de 1937 (Müller, Cor matc hes, Fuentealba) per mitió desmitificar la supuesta endémica obs olescencia del Estadi o. Los hallazgos en la trayec toria urba na del predi o per mitier on re conoc er al ambicioso éxito del plan de 1937, ya que el “ Elefante Blanco” no sólo fue un é xito rotund o en atra cción d e espe ctad ores, sino que además fue considerad o por largo tie mpo un atributo urbano positivo para el barrio e n el que se insertó. Esta valo rización del barrio del Estadio Nacional fue capitalizada por el Estad o, pr omoviéndose un d esarr ollo inmobiliario compuesto por edificios educativos, residencia s e instituciones públicas. Los resultados de la segunda pregunta enunc iada: ¿Por qué se utiliza el estadio de portivo más impor tante d e C hile, e n térmi nos d e usos y visibilidad, como campo de r efugiados y de conce ntración? se centrar on e n tr es grandes períodos de análisis: el primer períod o del Nacional que transcur re desde su creación hasta su uso c omo campo de c once ntración (1938 -1973); un segundo período, que se suscribe a los 58 días de militarización del reci nto (1973); y un terc er períod o, que relata la lenta expurgación del Nacional, prime ro bajo la dictadura, y luego bajo la democracia restitu ida (1974 -1990). 152 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte El análisis del primer pe ríod o de mos tr ó que la matriz de significación pred omi nante del Estadio Nacional, en el tra nscurso de es tas pri meras dé cadas, es su vocación educad ora y disciplinar or questada por el Es tado ce ntral preside ncialista . De este mod o, los orígenes del Nacional están d ete rmi nados por un Es tado e mpeñad o e n adoctri nar a sus ciudadanos, trasmitiend o valores de moralidad, salud y bienestar. Su masividad y visibilidad fueron factor es dete rmina ntes pa ra la consecución de este f i n social. El Estadio Nacional se configuró e ntonces como el locus de la nueva política de masas del Estado mode rno c hileno, por lo que se convirti ó e n el lugar predilecto del preside ncialismo del siglo XX. Retomand o la prime ra par te de la pregunta ¿Por q ué se llega a utilizar el Estadio Nacional con es tos fines?, tanto e n el caso de los refugiados como los prisioner os políticos , debe abordars e en primer lugar una respuesta funcional. El Nacional fue y sigue siendo uno de los lugares techados más amplios disponibles en la capital. Su falta de uso c oti diano lo c onvier te e n un r efugio ideal para emergencias, y es así como se utilizó tanto pa ra acoger a cientos de refugiados europe os, como a daminificados por desastres naturales. Coincide nteme nte, el Estadio N acional se constituy ó en u n reci nto ideal para los miles de prisione ros políticos que la dictadura pretendía seg regar d e la sociedad. De es e mod o, res pec to al segundo pe ríod o d e militarización del recinto, se puede deducir que el campo d e c onc entración in stalado en el Es tadio Nacional r espond e a de mandas funci onales , así como se i nscribe e n un contex to mundial de actuaciones similares. Sin emba rgo, la conversión d el Nacional en prisión y lugar de tor tura pública obed ece ade más a otros c rite rios que son particulares al caso. El Estadio Naci onal fue -desde su creación- uno de los lugares predilectos del presidencialismo. Tanto por su oposición a este sistema de gobier no, c omo por su afán de legitimación política -o revanc ha pública - el Nacional se prese ntó co mo un esce nario atrac tivo a ser conquistado por el r égimen militar. Al mismo tiempo, el rol del ca mpo de portivo como espacio d e adoctrinamie nto -físico, político y moral - fue utilizado como recurso educativo pa ra los nuevos fines d el Estado impuesto a trav és de la violencia. Si el Es tadio había sido cread o por el Estad o mod er no para d esviar al pueblo c hileno del alcoholismo y las “malas costumbres”, ahora el Es tado dictatorial pretendía exte rmi nar a su oposición política dentro de él. En es te terc er perí odo coinciden tanto las justas depor tivas como la ausencia de planificación urbana compre he nsiva. Desaparece n los grandes planes maes tr os y apare cen las actuaciones parciales y funcionales a las demandas de i nfraestructura pública. Las hu ellas del pasado del Nacional se inte ntan borrar de esta manera, lo que dete r minará los pr óximos 16 años de predi o ñuñoino bajo dictadura. Finalmente, c on la vuelta a la democracia, el Estadio Nacional se reinc or pora c omo espacio público a conquistar. La democracia tratará d e ex purgar su pasado osc uro, per o recién e n el año 2003 será reconocido su valor como patri monio edilicio históric o. La te rce ra pregunta que se plante ó es ta tesis ¿Por qué hay elementos del pasa do en un es tadio mo dernizado? , e ncuentra su res puesta desde dos puntos de vista difere ntes y diverge ntes: la me moria montada d esde la sociedad 153 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte civil y, en oposición, la memoria estatal. Las respuestas a esta pregunta fueron un ejercicio metodológic o desde la sociedad y desde el Estado, c on el objetivo de comprend er a l os ac tores involucr ados en las dema ndas por memorialización, tanto de este caso pa rticular c omo e n ge neral. Uno de los prime ros resultados que se obtuvieron, per mitió se ñalar que, aunque ambas aproximaciones a la memoria pública tiende n a justificarse autó nomame nte , éstas son interde pe ndientes y carec en de autonomía. La cuarta pregunta que se propuso indagar la presente inves tigación señala: ¿Por qué el Estadio Nacional perdió su modernida d educadora original y se convir tió en un espacio o bsol eto y degrada d o? Los resultados de esta indagación c ondujer on a descri bir los s ucesivos quiebres que ha sufrido el Estadio Nacional con la moder nidad raciona lista que lo inspiró. Sea modernidad imitada o adecuada (Fernánd ez Cox 1991), desde su creación el Estadio Nacional fue conducido por u n pr ogresivo pr oc eso de des mode rnización. Mie ntras que la obra or iginal permane ció eter name nte inconclusa, la ampliación para el Mundial de Fútbol d ensificó las grade rías del Coliseo obs truye ndo l os acier tos es paciales del original, para ree mplazarlos por graderías disfuncionales. La des - moder nización espacial fue seguida por una simbólica, que cambió el templo del deport e moderno por el templo d el horr or e n el recuerd o de la mayoría de los chilenos. Luego vend ría la monume ntalizaci ón del hor ror en las propias entrañas del mod er nismo, a través d el me morial “ Escotilla 8”, que se propuso represe ntar , a través de grad erías antiguas segregadas del uso c otidiano del Estadio, la ausencia de las víctimas de la dictadura. De este mod o, la fu nción más básica del Estadio Nacional -c omo tribuna de espectáculos - es te rgiversada por un monumento que restringe el uso de los asistentes al recinto. Se concluye entonces , que las lecciones del pasado ya no puede n marginarse del desar rollo espacial del Nacional, lo que suscita la quinta y última pregunta que se planteó la tesis: ¿ Qué tipo de proyecto puede incorporar di namismo en el Estadio Nacio nal integrando su pasa do y al mismo tiempo conservando su orientación a las masas? “Ni tan elefante, ni tan b lanco” partió de la premisa de pr oy ecta r un pr ograma que no se opusiera espacialme nte sobre los usos actuales del Coliseo y del campo depor tivo. Al mismo tiempo, el proyec to se pr opuso integrar nuevos tipos de usuarios en nuevas franjas horarias, para aume ntar de es ta mane ra la diversidad de usos d el Estadio Nac ional. C on el fin d e e nc ontrar el pr ograma adecuado para dicho espaci o se c onstruy ó una ma triz de análisis a partir de la comparaci ón d e dos monume ntos y dos muse os, cuyo resultado fue la elección del museo conte mporá neo c omo proy ecto de me morialización para el Estadio Nacional. El museo se prese ntó c omo el pr ograma más adecuado para el Nacional, por configurar un espacio más dúctil, activo y masivo que el monume nto. Es así como la pr opues ta de me mori alización de “Ni tan elefante, ni tan blanco” ree mplaza el monumento existe nte “ Escotilla 8”, por c onside rarlo un eleme nto d e obstrucción al uso del Es ta dio, a la vez que un esce nario estático de la memoria subjetiva (Tod or ov 2000). Finalmente, la investi gación “Ni tan elefante, ni tan blanco” cons tituye una aproximación al estad o ac tual del Estadi o Na cional desde su pa trimoni o, sus 154 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte utopías y sus fracasos. Se sugiere que la incor poración de estas dimensi ones e n el futuro del Nacional resulta impresci ndible , como señala Young: “C on estas dimensiones en mente, miramos no solamente las ma neras en que monumentos individuales crean y realzan particulares memorias (…), sino q ue también prestamos atención a la s formas en que ev entos r e -ingresan a la vida política en forma de m onumentos.” 88(1993: 14). Se tra ta del doble juego: r eprese ntamos c iertos eve ntos del pasado que no queremos olvidar, y al mismo tiempo, los eve ntos del pasado no c onsiderados toman cuer po físico en los monume ntos que creamos. En cuanto a las conclusiones de pr oy ección gene ral que propone la tesis “Ni tan elefante, ni tan blanco”, la investigación se e nma rca e n la cre ciente influencia de los pretéritos prese ntes que señala Huyssen (2002). En ese contex to el espaci o se c onvier te en u n esce nario de manifestación d e dichas demandas por pasado. Nu nca antes se habían mar cado, pres ervado, rec onstruido y e te rnizado lugares como e n la actualidad. En consecuencia, la tesis es un i nte nto por inte rpreta r, c onte xtualizar y plantear res puestas fre nte al avance de las fuerzas patri monializadoras y monume ntalizadoras d el espaci o público. En ese se ntid o, se llegó a concluir que el pasado puede conver tirse e n u n elemento revitalizador del espacio, en vez de eter nizar un estado pre téri to de él. Lo que supone c onv e rtir la noción es tática y conte mplativa del monumento en un progra ma activo tanto e n el pr oces o d e re cordar, como en la dinámica urbana. C omo se ñala Young (1993), es impor tante c onside rar los usos que se pr oyec tan para estos es pacios, así como las nuevas apropiaciones ines pe radas y espontá neas que pueden surgir a parti r de su incorporaci ón a la red d e espa cios públicos de la ciudad. Es así c omo “Ni tan el efante, ni tan blanco” aspira a cuestiona r los actuales modelos de prese rvación del pasado, intr oducien d o cuestiona mientos de usabilidad, equidad y accesibilidad, utilizando el pasado como ele mento de r evitalización del espacio público del prese nte. De este mod o, se i nvita a cuestionar toda re pres entación del pasado que por sobre reflexionar, intente rigidi zar una determinada noci ón e n el espacio público. La me todología de investigación aplicada sobre el Nacional se pr opone como matriz de análisis para estudiar otras edificaciones públicas de la ciudad. El edificio de la UNCTA D III (ac tual Ce ntr o Cultural Ga briela Mistral), el Palacio de la Moneda, el Parque O‟Higgins y el Barri o Cívico e n Santiago, junto con innume rables edificaciones e n otras ciudades del país y del mundo, son casos eje mplares que per mite n analizar a través de su obra c ons truida, re cons tru ida y pr oyec tada las características de una sociedad que plasmó e n ese espacio sus paradigmas socio -culturales. 88 Tradu cc i ón propi a e n base a Y ou ng 1 9 93 : 14 . 155 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte SUJETOS SUB ALT ERNOS, PO LÍ TICA Y M EMORIA. EXPERI ENC IAS POLÍTI CAS Y ORGANI ZAT IVAS A LREDE DOR DE LA RECUPERACIÓN DE LA EST ACIÓ N DE L FERROCARR IL GRAL. SAN MART ÍN -ME NDOZ A (2006 -2008) Mariano Salomo ne Doc torad o e n C i e nc i as Soc i ale s. F ac ul tad de Ci e nc i as Soc i ale s. U ni v e rsi dad Nac i onal de Bu e nos Ai re s. Año de def e nsa: 2 0 1 0 El trabajo de tesis se ubica en el campo de problemas que suscita la investigación sociológica sobre la ex perie ncia política de los sec tores subalternos, su for ma de inscripción en c ondic iones ma teriales de existe ncia no elegidas, su dimensión histórica, la relación entre tray ectorias individuales y rec orrid os c olec tivos, las tra nsformaci ones oc urridas en los últimos tiempos en los temas de conflicto. La indagación se ha concentrad o en una ex periencia singular, que tuvo lugar en la lucha en tor no de la re cupera ción de la Estación d el Ferr ocar ril General San Mar tín c omo espa cio pú blico en Mend oza, entre 2006 y 2008. Una serie de i nte rr ogantes movieron la pesquisa ¿qué relación existe entr e memoria, expe riencia y práctica política? ¿C ómo incide en la ex pe riencia política de los sectores subalter nos la r elación e ntre pasado y prese nt e , e ntre subjetividad y condici ones ma teriales de existencia, entre sujeto individual y sujeto colectivo? A princi pios de los ‟90, como parte de las políticas neolibe rales, el gobier no de Ca rlos Me ne m ce rr ó la may oría d e los ramales que forma ban par te de l os Fer rocarriles Arge nti nos. Entre ellos s e enc ontra ba el Fer rocarril Gral. San Martí n, que realizó su último viaje el 10 de marzo de 1993. Desde entonces, la Es tación Ce ntral de la ciudad d e Me ndoza y gran par te d e los ter renos e n los que se ubica (36 he c tár eas), per mane ció aba ndonada. En la actualidad estos ter re nos consti tuyen el último gra n es pacio “ baldío” que puede e nc ontra rse e n ple no ce ntro de la C apital de la P rovincia. Ello ha pr ovocado u na polé mica entre dife re ntes pr oyectos políticos e n tor no a cuál es, pueda y deba ser su destino y quiénes los sujetos calificados para decidir acerca del mismo. E n dicho c onflicto es posible reconoc er una dinámica social que enfrenta dos tipos de valoración del te rr itorio, uno d ete rmi nado por las necesidades del c apital (acumulación-cálculo de utilidad -ganancia) y favorecido por un Es tado d e corte “empr esarialista”; el otro, d etermi nado por el uso que deciden darle quienes lo asume n como es pacio público y e n efec to se oponen a su apropiación privada. Si la prime ra encarna e n torno a la Es tación e n pr oyec tos de i nversión i nmobiliarios -principa lmente a través de los c onve nios firmados e ntre el Gobie rno Naci onal, la Municipalidad de Capital y la Cor poración Antiguo Puerto Made ro -, la segunda agrupa a tres organizacion es sociales que, en de te rminad o momento, decid en c onfluir e n una lucha común por la recuperación de esos te rr enos como espacio público. La tesis ha tenid o como finalidad analizar la experie ncia política de es tos colectivos reunidos alrede dor de la defensa de la Estación como espacio público. En tal sentido, ha procurado c ontribu ir en dos direcciones. 156 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Por una parte, el análisis de la singularidad del conflicto abie rto alreded or de los ter renos de la Estación Ce ntral del FCGSM en Me ndoza. Lo cual implicó llevar adelante un trabajo d e historización d e ese conflicto, esto es, rei nscribi r su dinámica en una trama histórica que per mitiera articular su pasado, a su prese nte y su futuro. El interés por compre nder la dinámica de ese conflicto me llevó a interr ogar por la historia de lo que había hecho de ese lugar un ter ritorio de dispu ta, y por las f or mas y proc esos a través d e los cuales diversos sujetos c olec tivos se c ompr ome tie ron e n la recuperación de ese espacio, reivindicando el dere cho a la decisión c olectiv a y apostando a su defensa como bie n común. La prioridad otorgada a la experiencia de los sujetos dete rminó un mod o de abordaje cualitativo del proble ma, a través de un trabajo de ca mpo que pe rmi tiera una des cripción d ensa de la expe riencia. La memoria pol ítica de los sujetos, sus rela tos ace rca de su experiencia, cons tituye n un recurs o impor tante pa ra una lectura a contra pelo del mund o histórico -social. En el análisis de dicha experie ncia de lucha he procurado atend er a la doble di mensi ón, espacial y temp oral, de la práctica de los sujetos agrupados en def ensa de los ter renos de la Estación de tre nes. En cuanto al espacio, el conflicto por los ter renos de la Estación da cuenta del pr oc eso de ter ritorialización de la política, que ubica en el lugar central la disputa entre l o público y lo privado. Se tra ta del pr oces o d e espacialización de la lucha de clases teorizado hoy como “acumulación por desposesión”, que continúa la tend encia es pecífica de la lógica capitalista: la privatización paulatina de tod o lo público y común, i ncluido el ter ritorio. Privatización que implica la separación c ontinua de los sujetos respe cto d el control y decisión s obre sus condici ones d e existencia. Bajo la iniciativa de las clases dominantes, como condici ones históricas que impone n “límites y presiones” a la praxis de los sujetos subalternos, éstos se posicionar on y organizaron significando el conflicto c omo un “ no al u so privado de tierr a pública ”; “planeamiento y gestión participativos sobre los destinos de la Estación ”. En cuan to a la dime nsión histórica , la espacialización de la lucha de clases deja marcas ter ritoriales. De allí que el conflicto por la recuperación de la Estación se a poy e e n las significaciones político -culturales que las par edes d e la Estación, c omo lugar de l a memoria, porta n. La c ons titución de los sujetos, su experiencia de lucha, refiere a los pr oces os de reme moración que pone n e n marc ha sus prácticas políticas. La ir rupción de la Estación en el espacio público dispara recue rdos que ocupará n un lugar ambiva lente en la experiencia de los sujetos: prove e una temporalidad común a los difere ntes cole ctivos conv ocados, el relato ace rca de la historia nacional, a la vez que pr ovoca tensiones entre las memorias particulares de los sujetos. La imagen e n ruinas de la Estación pr opor ciona un re curso ambi valente: a la vez que habilita la crítica a los efectos del neolibe ralismo, el abandono y el saqueo, los negoci os privados en de tri mento d e los usos sociales y colec tivos, reac tualiza la expec tativa de re tomar el cami no de la modernización y el pr ogres o, que tambié n puede llevarse a cabo a través de proy ectos privatizantes. En segundo lugar, la tesis ha proc urado contribuir a una pr oble matización de he rramie ntas c onc eptuales para el análisis de la 157 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte conflictividad social; específicamente ate ndiendo al lugar que ocupa la memoria en el trabajo de c ons titución de los sujetos s ubalternos y la configuración de sus demandas. ¿Por qué ese recurso al pasado de la Estación? ¿Cuál es el lugar que ocupa la memoria en la c onfiguración d e e ste c onflicto y e n la constitución de los sujetos c olectivos? ¿ Qué pasado es el que sobr evive y se actualiza en él? Estas pre ocupaciones consti tuyen el telón de fond o sobre el cual se desarrolla el siguiente apar tado. Las res puestas a estos inte rr ogan tes llevan a analizar la significación que tiene la problemá tica de la memoria, c omo asunto teórico y político, e n la ex perie ncia de l os sec tores subalternos: ¿Cuánd o la cuesti ón d e la memoria se convier te en un asunto r elevante en sus experie ncias polític as? ¿Qué c ondiciones históricas y subjetivas permiten hac er del r ecuerd o u n recurso para r eelaborar la historia y construir el futuro deseado? Las preguntas coloca n en el centro el papel de la memoria en la construc ción de las identidades políticas de los/ las subalter nos/ as y en las articulaciones entr e memoria y praxis. Entre las distintas f or mas de i ndagar por el vínculo entre subjetividad y política, he inte ntad o hace rlo ma nte niend o la mirada atenta a la dialéctica entre sujeto e historia. Los sujetos su balternos se constituye n en c ondiciones histórico -sociales no elegidas, en ter renos ma rcados por las iniciativas de las clases dominantes. A hora bien, aún cuando la desigualdad de clases impone “límites y presiones” a su praxis, los sujetos subalternos se organizan y llevan a cabo sus prác ticas a pa rtir de su pr opia histor ia, y aún cuand o sus memorias y tradiciones políticas sean fragme nta rias y dispersas, sus ex perie ncias los conduc en a me nudo a advertir las te nsiones y c onflictos e ntre “ellos” y “nosotr os ”, por decirl o a la manera de Hoggar t. En tal sentido, he retomad o la mirada de E. P. T homps on, para quien las relaciones d e dominación no se impone n sobre una “mate ria pri ma” iner te , sino s obre sujetos con una dete rminada historia política, cultural y eco nómica, con capacidad activa para ubicarse e n el mund o e n posiciones de resiste ncia, c onse nti miento, trasgresión. Es decir, no hay un sujeto, las clases domina ntes, y un objeto de dominación, las clases subalternas, sino sujetos que se forman y conforma n m utuame nte sus relaciones e n el ter reno de la historia. El conflicto por los terr enos de la Estac ión pone en evidencia la continuidad del pr oces o de privatización de bienes pú blicos y c omunes. De a hí que la disputa social se configure en torno a l as siguie ntes de mandas: te ne mos derec ho al uso de ese espacio, a participar en la decisión s obre el futur o d e esos te rre nos. Así, la singularidad del conflicto debe pe nsarse desde su inscripción en esa conflictividad más amplia que supone el pr oces o de espacialización de la lucha de clases, la separación paulatina de los sujetos respe cto del contr ol y decisión sobre sus condiciones materiales de existencia, incluido el te rritori o ur bano. Es s obre el s uelo ásper o d e las te nsiones y contradicci ones que impone la total idad histórica actual, que c obra se ntido la pregunta por la ex pe riencia, las tradiciones políticas y la memoria de l os sujetos subalternos. La c onstrucción de bie ne s comunes es situada , se inscribe en la historia política y cultural de los sujetos. Desde e sa singularidad, que reúne tradiciones políticas, ex perie ncias colec tivas y procesos d e reme moración, se abre tod o una ec onomía moral a partir d e la cual los sujetos 158 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte movilizan una prác tica política -se opone n al “ uso privado d e tierra pública” - y cons truye n un “nosotr os” frente a un “ellos”. En efec to, la posibilidad de cons truir, histórica mente, noci ones de bien c omún r eprese nta la resistencia de la memoria de los puebl os a quedar conge lada en esa natu ralización, que pre te nde imponer el ca pital global, de la tendencia a la plena privatización y merca ntilización como únic o pr oyec to de vida. Esa es la riqueza de abordar la compre nsión de los conflictos sociales a través de la prác tica de los sujetos, de los re latos que proporcionan sobr e su expe riencia y su m emoria política, pues permiten pe nsar las condiciones obje tivas, heredadas, como c ondiciones de posibilidad, es decir, c omo condici ones históricas y sociales, y por ello, modificables a par tir de su praxis. En ese se ntid o, consider o la expe riencia de subor dinaci ón no s ólo como un estado de eme rgencia, sino también c omo una oportu nidad crí tica para pr oducir la desna turalización del orde n es tablecido. Las miradas desde abajo per mite n a menudo adver tir el carácte r no na tural de la dominación, sos pec har que las decisiones tomadas por unos poc os s obre lo que es d e tod os, no son sino pr oducto de la violencia y la expropiación ejercida sobre el común. 159 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Mesa 7. Transmisión de la Memoria “NACIMOS EN SU LUCHA, V IVE N EN LA NUESTRA”. IDENTIDAD, JUSTIC IA Y MEMORI A EN LA A GRUPACI ÓN HIJOS -LA PLA TA Santiago Cueto R úa 89 Mae strí a e n Hi stori a y Me mori a. F ac ul tad de Hu mani dade s y C ie nc i as de l a E du c ac i ón. U ni v e rsi dad Nac i onal de La Pl ata. Año de de fe nsa: 2 0 0 9 I. La Tesis aquí referida prete ndió ser un apor te a la compre nsió n de las formas e n que la sociedad argentina se vincula con su propio pasad o. Lej os de una mirada e nsayística o teórica de largo alcance, la base d e es ta investigación es el estudio de un caso e mpíric o. La i nte nción fue, a través de un conocimie nto que pod ría denomina rse mic rosociológico, i ndagar en una organización par ticular un pr oble ma de or den más general. E n suma, s e parte del análisis de la agrupación HIJOS La Plata con la espera nza de que, además de c onoce r a este grupo, se pueda apor tar algo al c ono cimie nto d e la sociedad argentina, o d e ma nera más modes ta y r ealista, del movimiento de de rec hos humanos. II. Un resume n de la Tesis servirá como ma rco pa ra luego especificar cuáles fueron sus apor tes. Es te trabajo a naliza a la agrupación HIJOS La Plata , organismo de de rec hos humanos conforma do ce ntralmente por hijos de víctimas del terr orismo de Estad o. Uno de los objetivos es indagar cuál es la particularidad de es te grupo y cuáles han si do sus ruptu ras y c ontinuidades respe cto de las otras organizacio nes huma nitarias. Algunas de las preguntas que guían esta investigación y entrelazan l os c apítulos plantean: ¿C ómo logra n los HIJOS una doble ar ticulación entre la perte ne ncia al campo huma nitario (pacifista y contrari o a la violencia política) y la reivin dicación de la lucha revolucionaria de sus padres? ¿Qué conflictos supone es te d oble vínculo? ¿Qué matices inte rnos pueden analizarse en tor no a las tensiones que nace n de esas miradas casi opuestas? Dada la centralidad de la noción de “víctima” dentro del campo de los de rec hos humanos en el contexto arge ntino, ¿c ómo elabora n sus discursos y llevan adelante sus prác tica s los HI JOS, para construir la imagen de sus padres entr e las nociones de “victimas” y “revolucionarios”? En el prime r capítulo se realiza un breve re corrido por la historia de los organismos de de rec hos humanos (ODH ) y se enfatiza en el mod o en que elaborar on r elatos ac erca d e lo sucedido dura nte el ter rorismo d e Es tado y e n la etapa de enfr entamientos polític os pr evia. El objetivo es mostra r los rasgos princi pales de la “narrativa humanitaria” a la cual HIJOS La Plata se enfrenta (y a la vez hereda). El segundo capítulo parte de los siguientes interr ogantes : ¿Cómo fue para aquellos sujetos que formar on par te de HI JO S -La Plata vivir su condi ción de hijos de desaparecidos antes de for mar par te de la organización? Aquí se analiza cómo ser “hijo de desapare cidos” no supone habe r vivido de modo 89 IDIHC S-U NLP /CONIC E T 160 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte idéntic o la ausencia de sus padres. Esto impl ica que los miembr os del grupo forma n un c onjunto suma me nt e he ter ogéneo en tér minos del modo en que pr ocesar on pe rsonal y políticamente lo sucedi do con sus padr es. De modo que cuando surge la agrupación sus integrantes compar ten una e xpe riencia (ser hijos de desaparecid os) que los vuelve “hermanos”, pe ro a su vez portan traye ctorias y perfiles sumamente dispar es. En este capítulo también se analiza una suerte de “pr oto-H IJOS” llamado Taller d e la amistad, creado por las redes de relaciones pe rsonales ligadas al movimiento de d ere chos humanos cuand o los hijos de desaparecidos era n niños. En el te rcer capitulo se indaga cómo la re gional La Plata de HIJOS comie nza a c obrar f or ma. ¿Qué sintier on los “hijos” cuando llegaron allí por prime ra vez? ¿Cómo fue forma r un O DH a par tir de esa multiplicidad de expe riencias que había por de trás de ellos? ¿Cómo resolvieron las difere ntes expec tativas que tenían al mome nto de f or mar el grupo? Ad emás, se des cribe cómo fue el pr oces o de nacimiento d e HIJOS La Plata y la conformación de su identidad cole ctiva como ODH . En es e proc eso jugó un rol ce ntral la discusión, apasionada y sumame nte conflictiva, por la me mbresía de la agrupación ¿Quiénes te nían la legitimidad para confor mar una agrupación de “hijos de víctimas del terrorismo esta tal”? El cuarto capí tulo se centra e n un análisis de los legados y vínculos de HIJOS con otr os ODH, ta nto en sus relaciones c on otras r egionales de H.I.J.O .S. como c on otras organizaciones humanitarias. Allí se destaca el carácte r radicalizado que HIJOS La Plata construye hacia dentro del movimiento humanitari o, lo cual implica no poco conflictos. El quinto capítulo analiza cómo entiend en los HIJOS la demanda de justicia, qué estrategias utilizan y en qué medida se acercan o difere ncian de los otros O DH. A su vez, se muestra qué par ticularidades ha adquir ido dicha demanda a pa rtir d e los escra ches, una de las prác ticas identificatorias de la agrupación, tanto para su r egional La Plata como para el resto de la Red Nacional. En el último capítulo se indaga c ómo l os HI J OS disputan el se ntido del pasado con di stintas versiones y con difere nte s actor es. Se observa que incluso tambié n hay dife re ncias inte rnas e n el grupo s obre qué rec ordar , dand o muestras de una heter ogeneidad que reafir ma el carácte r disputado y plural de la memoria. Se analiza los problemas der ivados de reivindicar la lucha de las organizaciones de l os años setenta y realizarlo desde el seno de un movimiento como el humanita rio que se gestó rec hazand o la utilización de tod o tipo de violencia para dirimir los conflictos políticos . Para cerrar ca be des tacar que uno de los objetivos de esta investigación fue distinguir cuál es la particularidad de HIJOS como organismo d e dere chos humanos, y cuáles han sido sus rupturas y continuidades r espe cto de las otras organizaciones humanitarias. Respond er lo p rimer o implica rec onoce r y señalar que una vez conformad o el grupo, pr ete nd ieron se r quienes corriera n las fronte ras del movimie nto de de rec hos hu manos. Pa ra eso, por un lado, ampliaron sus horizontes de inte rés y pr ete ndieron partici par de actividades exte rnas al campo. E n algunas ocasiones lograron realizarlas con cierta continuidad y e n otras no. P or otro lado, c omenzaron a rec ordar a sus padres , 161 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte no s ólo c omo víctimas pasivas del terr or desatado, sino ta mbié n como pr otagonistas de una historia de luchas políticas (pr evias a la represión) que decidieron reivindicar. De mod o que se vieron inme rsos en una tensión que los rec orri ó de lado a lado. Concibier on los c onfli ctos políticos de los años sete nta en el marc o de la narrativa humanitaria que les per mitió pe nsarse c omo hijos de víctimas y no de c ombatientes, o subversivos, o terr oristas; per o a la vez, a partir de c onoce r las historias de militancia de sus padres, quisieron pe nsar la política del mismo modo en que ellos lo habían hecho. De allí resultan tensiones que nunca ter minar on de r esolverse. “Nacimos e n su lucha, viven en la nuestra”, es una consigna que los HIJOS cr earon cuando se ntían que ya se sabía quiénes eran y de quiénes eran hijos. El rasgo distintivo de esta autodescripción es la continuidad entr e pasado y pr esente que de ella se desprende. Los padr es y los hijos: esa es la genealogía que los HIJOS encuentran, constr uyen, disputan. En es ta Tesis se inte ntó mostrar que los integrantes de esta or ganización son hijos, además, del movimiento de d e rec hos humanos y que esto les otorga ciertas te nsiones al momento de ma rcar una línea directa con la lucha de sus padres. III. Es pecifica ción de los apor tes de la Tesis: a. en tér minos mic ros ociológicos la Tesis per mite compre nder las lógicas de funciona miento de HI JOS La Plata, orga nismo que por sus discursos y prác ticas se coloca e n un extremo ideol ógico del movimie nto de de rec hos humanos. Si aceptamos que el movimie nto –en tér minos gene rales - se cons tituyó c omo un ac tor pacífico e impugnador de todo t ipo d e violencia política, los discursos de HIJOS La Plata con los cuales se reivindica la lucha de los años setenta –incluida la lucha - suponen un i nte nto de corrimie nto d e sus límites o una puesta en tensi ón de algunas de sus certezas. b. la tesis ta mbi é n supone una reflexión sobre qué implica para u n investigador de la historia reciente, que comparte un mismo espacio “soci o político” (a falta de una definición mejor ) con los sujetos que estudia, vincularse con “víctimas del ter rorismo d e Estado”. ¿Debe el investigador tomar la distancia que construiría frente a cualquier otro objeto de estudio?¿Es esto posible?¿Cómo se vinculan los roles de investigador y ciudadano en una pesquisa como esta?¿Está el investigador f rente al mandato políticamente cor rec to de “dar la voz a los que no tie ne n voz”? o, por el c ontra rio ¿los sujetos estudiados además d e víctimas s on por tador es de una legitimidad superior a la del pr opio investigador pa ra analizar los hec hos y las significaciones del pasado reciente? c. la reinco rporaci ón de la figura de la guerra para pe nsar los conflictos políticos de l os años se tenta que r ealizan algunos d e los HIJOS pone e n juego la dificultad del intento de a rticular d os tradiciones políticas distintas (cuand o no enf re ntadas): la militancia r evolucionaria de sus padres y la militancia humanitaria de la que HIJOS es he rede ra. Si la demanda de justicia (y su canalización, zigzaguente per o imbor rable ) implicó que los organismos de derec hos humanos logra ran desba ratar el discurso de la guerra (pro f erido por los militares para justificar su acci onar y d efe ndido por algunas organizaciones político -militares ), la reincorporaci ón de las memorias sete ntistas, e n algunos 162 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte caso planteadas en los mismos té rmi nos e n que fueron pensadas en su momento conforma un esc enari o cargados d e te nsiones difíciles de res olver. ¿Hubo una guerra en la Argentina? Los HIJOS no tienen una res puesta homogé nea a esta pregunta, l o cual indica que su discurso se cons truye d e mane ra pendular entre r eproducir las lógicas discursiva s del movimiento humanitari o y recupe rar de mod o acrític o los esquemas de percepción de algunos de sus padres y sus organizaciones. d. la agrupación HIJOS e n general y su regional La Plata en particular son concebid os como una organizaciones “barde r a” (to mo el tér mino de Luciano Alonso) que a través de los escrach es pone e n escena algún tipo de violencia política, lo cual produce tensiones haci a el interior de movimiento humanitari o. Es ta investigación pe rmi te ver los matices hacia el interi or d el grupo y su heter ogeneidad, lo cual se traduce en las distintas significaciones que el escrache implica para ellos. e. la tesis permite ver cómo la legitimidad que los ”afectados directos” posee n hacia el interi or de los ODH es super ior a la de otros ciudadanos que posee n las mismas intenci ones d e par ticipar en estos es pacios. No sól o el vínculos sanguíneo fue la carta que permitía ingresar al grupo sino que dentro de las víctimas del ter rorismo de Estado eran l os hijos de asesinad os y desaparecid os lo que imponían su cri teri o pa ra restringir la me mbresía a, por ejemplo, los hijos de exiliados o presos políticos. Con lo cual esta Tesis per mite ver cómo los H IJOS r eactualizan y r efuerzan clasificaciones sociales her edadas, a saber: 1. las víctimas del terr ori smo de es tado por antonomasia son los desapare cidos y los asesinados; y b. sus familiares, en este caso sus hijos, son quienes pose en la legitimidad para reclamar en su nombr e. f. se muestra c ómo las redes de r elaciones q ue comenzar on a ac tuar e n dictadura y confor mar on el movimie nto humanitari o c ontinuaron desarrollánd ose en de moc racia y fueron un marco a partir del cual muchos de los HJIJOS no sólo se conocie ron entre sí, sino que además compa rtier on un mismo modo de conce bir los conflictos políticos del pasado r eciente. De mod o esquemático, es to explicaría por qué los HIJOS optaron por cr ear un organismo de derec hos humanos y no, por eje mplo, un pa rtido político. g. el vínculo te nso que HIJOS tuvo c on el resto de los organismos se debe, e n par te, a la originalida d de sus memorias: distante de la narra tiva humanitaria y reivindicativa de la lucha revolucionaria. Esto los c olocaba e n una posición más c erca na a la línea de la Asociación Madr es de Plaza de May o (con cuya líder algunos hijos tenían conta ctos pe rsonales fluidos) y a la de l os compañe ros de militancia de sus padres. h. la radicalidad de algunos de discurso de HJOS pued e llevar a pe nsar que su demanda de justicia (incluidos los escra ches) no se orientaba al Es tado y a sus instituciones sino que suponían un ej ercicio de justicia paralela a la estatal (tal como lo pe nsó el Cole ctivo Situaciones). Si n embargo, el acercamie nto a sus esquemas de pe rce pción que suponen las entrevistas per mitió que se observara que en tod os los HIJOS, por más crític os que fueran del sistema político o de los difere ntes gobiernos, la justicia llevada adelante por el Estado se hallaba como horizonte de sus reivindicaciones. 163 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte i. los HIJOS se e nfre nta n tanto a la teoría de los do s demonios (que igualaba las violencias del Estado con la s insurgentes), como a aquella mirada propia de los organis mos humanita rios que des tacan la inocencia d e las víctimas, silenciando sus experie ncias políticas, muchas veces violentas. Los HI JOS elabora n una suer te d e continuum , cuya prime r a instancia se hal la en la idea – rec hazable- de sus padres como “subversivos” o “te rr oristas”; una supe ración de eso significó la noción de “víctimas” (cuya instalación pública fue mé rito de los organismos de d ere chos humanos), sólo para luego lograr que se l os conside re “rev olucionarios”, o incluso me nos ambiciosa mente “luchadores populares”. El pr oble ma surge cuand o estas clasificaciones lejos de prese nta rse en línea rec ta, lo hac en bajo una forma ci rcular, de modo tal que re cupera r el carácte r “rev olucionario” d e sus padr es, e n el marc o de cuyas prácticas se incluía la violencia política, los reconec ta de un mod o confuso con la noción de “subversivos” o “demonios”. IV. A mod o de aclaración : El trabajo de campo fue realizado en los primer os años del ciclo de gobier no kirchne rista y se centr ó en bue na medida en la conformaci ón del grupo, acae cida en el año 1995. De mane ra que muchas de las afirmaciones aquí planteadas sobr e HIJOS y s obre el mov imiento de der echo huma nos e n general deberían se r comple me ntadas y r esignificada s a la luz de las transf or maciones que supuso para el movimiento humani tario las políticas estatales en tor no al pasado recie nte arge ntino. 164 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte ENTRE M EMORIA Y O LVI DO: REPRESE NTAC IONE S SOBRE LA DIC TADURA 1976 -1983 EN LOS JÓVENES INGRESA NT ES AL CB C UBA 2009 -2010 Gabriela Flaster Mae strí a e n Me todol ogí a de l a I nv e sti gaci ón C ientí f i c a. U ni ve rsi dad Nac i onal de Lanú s. Año de def e nsa: 2 0 10 Intro ducción Una serie de aconte cimientos c onfiguraron el escenario de la tesis de Maestría. Un tiempo único para r eflexiona r, recordar, de batir y trans mitir. Parafraseando a A nd reas Huyssen 90, este estu dio se desar rolla en tiempos d e “explosión de memoria”. Una obsesión atraviesa a la sociedad conte mporá nea, la fiebre memorialista que plantea interr ogantes y discusiones en re lación c on la cultura de la memoria. En los últimos a ños en Arge ntina, se han evidenciado iniciativas que impulsan la inscri pción de las me morias e n nuestr o pr esente a través de cere monias y conme moraciones r eferidas al la dictadura 1976 -83. Durante 2010 y 2011 se han venido desar rollándos e un conjunto de juicios e n diferentes provincias de la Argentina. La aparición d e nuevos nietos, el conocimie nto sobre el destino final de cada desaparecid o, las intervenci ones espontá neas, la proliferaci ón de texto s que abordan es ta te mática, entr e otr os, dan lugar a un momento auspicioso pa ra la cons trucción de una cultura de la memoria. Al tiempo que el ímpetu por la memoria se instala en la sociedad argentina desde ac ciones impulsadas por e l Estado, así tambié n desd e diferentes sec tores de la sociedad civil, resulta sugestivo plantear su impacto en el mundo juvenil. En es te se ntid o, ca be preguntar si esta coyu ntura encuentra eco en l os jóvenes. ¿Se es tá haciendo efec tiva la transmisión de las expe riencias qu e da n f orma a la memoria s ocial? ¿De qué ma nera los jóvenes se apropian de una ex perie ncia no vivida y por lo tanto, ajena? ¿Cómo cons truye n sus repres entaciones a partir de los relatos ajenos? En la tesis de Maes tría defe ndida se pr opuso abordar el ví nculo 91 92 memoria y juventud a partir d e la relación entre la dictadura arge ntina 1976-1983 y los jóvenes universitarios. El princi pal apor te de es te trabajo descansó e n la indagación y el análisis d e las represe ntaci ones s obre la dictadura argentina 197 6-1983 de los jóvenes ingresantes entr e 17 y 24 años al Ciclo Básico C omún de la Universidad de Bue nos Air es (C BC -UB A) 2009 -2010. Los es tudios sobr e represe ntaciones sociales e imaginarios sociales E n e ste pu n to e l au tor c on si de ra q u e podrí a e nte nde rse e sta ac ti tu d me mori al í sti c a c omo u na e str ate gi a i nsi di osa para prov oc ar e n l os he c ho s e l ol v i do, q u e se gú n se se ñal a, e s l o q u e q u ie re ev i tarse . P ara e l de sarrol l o de l f e nóme no de l a me mori a c omo pre oc u pac i ón c e ntral de l a c u l tu ra y l a pol í ti c a de l as soc i e dade s oc ci de ntal e s v e r HUY SSE N, Andre as, En bus ca de l fut ur o per di do. Cult ur a y memor i a en t i empos d e g lobali z aci ón , F CE , Mé xi c o, 20 0 2 . 91 Se trabaj ó c on l os aporte s te óri c os de Je li n, Raf f in, Tod orov , N ora, e ntre otro s. 92 La c ondi c i ón ju ve ni l e s e stu di ada de l a mano de Re gu il l o, C hav e s y F e i xas. 90 165 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte cons tituye n una línea de inves tigación transver sal 93, en tanto modelo de a nálisis que permite el abordaje de los pr oces os de simbolización y la construcción de la realidad. La juventud aparece como uno de las tanta s claves en la que pueden leerse los pr oces os sociales. ¿Por qué indagar en las nar rativas de los jó venes que no ha n vivido la experie ncia del hor ror? Porque lo que se e ncuentra en los relatos juveniles nos per mite vislumbrar las visiones de aquellos que no habiend o atravesado la dictadura 1976 -83, conviven sin embargo en mayor o menor medida con la resonancia del pasado re ciente . Y para que la memoria de nuestr o pasado reciente se transf or me e n una actividad en prese nte que mire al futuro junto c on los jóvenes . Consideraciones metodo lógicas La investigación consistió e n un es tudio ex plora torio p rivilegiando un marc o metodológic o cualitativo. Para ello se seleccionó una mues tra no pr obabilística, intencional, c on cuotas similares de edad, sex o y gru po d e carre ras compues ta por 53 jóvenes entre 17 y 24 años ing resantes al CBC UBA 2009 -2010 94. Se utilizó un cuestionario semi - estructurad o que indagaba sobre 63 variables. Las respuestas codificadas se cargaron en una matriz de datos y se pr ocesar on c on pr ograma SPSS. Asimismo, se analizaron los contenid os de las respuestas de las preguntas abier tas . A partir del ma terial de campo, se es tructur ó la descripción y el análisis de los datos a través de los siguientes ejes: a) información, acces o a la infor mación sobre la dictadura 76 -83, b) identificación de espaci os de memoria, c ) consumos culturales s obre el períod o dic tatorial y c) represe ntaciones, valoraciones sobr e la dic tadura. Lo que sigue, es una selección de las respuestas for muladas por los jóvenes universitarios. Representaciones so bre ingresantes al CBC la dictadura 1 976 -83 de los jóvenes Información, acceso a la información Entre los acontecimie ntos históricos más importantes de los últimos 60 años e n la Argentina se mencionó e n prime r lugar, la dictadura 1976 -83 (77%), luego la crisis de 2001 (52%) y el per onismo (37%). Luego le sigue n en orde n de importa ncia la vuelta a la democ racia (33%) y la Guerra de Malvinas (29%). P ara e l l o se u ti l i zó e l abordaj e de l as mi smas de sde l as pe rspe c ti v as de Mosc ov i c i Jode l e t. 94 Las se de s de l C BC -UBA se l ec c i onadas f u e ron: C i u dad U ni ve r si tari a, La P ate rnal y E x Bu l ne s.Se e sc ogi e ron e stu di ante s de am bos se xos de l a s c arre ras de S oc i al e s Hu mani dade s (C i e nc i as de l a E du c aci ón, C i e nc i as de l a C omu ni c ac i ón, C i e nc i a P ol í ti c a, Soc i ol ogí a, Antropol ogí a, Re l ac i one s del Trabaj o, Li c e nci atu ra e n Ar te s e Hi stori a) De re c ho -C i e nc i as E c onómi c as (C o nt ador P ú bl i c o, Admi ni s trac i ón de E mpre sas, E c onomí a, Si ste ma s de Inf ormac i ón de l as Organi zaci one s) y C ie nc i as de l a Sal u d (Me di c i na, Nu tric i ón, Ki ne si ol ogí a, Ve te ri nari a). 93 166 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte El análisis de estos datos nos pe rmite afirmar que la gran mayoría de los jóvenes estudiantes entrevistados no sólo r ecuerda la dictadura 76 -83 sino que jerarquiza este acontecimie nto a la hora de enume rar los hec hos más sobr esalientes de los últimos 60 años. A simple vista es te resultado podría inter pr etars e como un logr o en la tra nsmisión interge ne racional de la memoria. Esto de berá c onfir marse o refutarse a medida que avancemos e n el recor rido de los relatos juveniles. Identif icación de los sectores y personas que participaro n dura nte la dictadura 76 -83 Con r espe cto al conocimiento sobr e los sectores y pe rsonas que participa ron e n este pe ríod o histórico (respues ta múltiple ), el 73% mencionó al sector militar, el 44% a Videla, el 23% a Massera, el 19% a la Iglesia, 19% a sectores altos sin prese ntar variaciones significativas con respec to a las variables de corte (sex o, e dad, car rera, si tuación laboral, tipo de es cuela y clima educativo). Para los entrevistados no existe n dudas a la hora de pri orizar al sector militar como principal partícipe del períod o 1976 -83 ya sea, refiriéndose tanto a la corpora ción c omo a algunos de sus integr antes. De este modo, se refl ejan apreciaciones que le asignan un lugar secundario a otros sec tores de la sociedad tales como la Iglesia, los medios de comunicación, el sector político y los grupos económic os. Son los alumnos de Ciencias Sociales y Huma nidades quienes c ons truye n una nar ración más a mplia con res pec to a los s ectores que for mar on par te de la dictadura 1976 -83 incluyendo en sus relatos tanto a las FFAA como a sec tores religiosos, polític os y civiles. Asimismo, s on los estudiantes e ntre 20 -24 años quienes mencionan ademá s, figuras tales como Bignone, Bussi, Viola. Exhibición de imágenes Se les mos tr ó ocho i mágenes pa ra que las re conocie ran ( Falc ón Ver de, Astiz, Primera Junta Militar, Galtieri, Videl a y Martinez de Hoz, Videla y Pinoc het, r onda de las Mad res de Plaza de Mayo, Malvinas). El 83% de los entrevistados rec onoció la ronda de Madr es d e Plaza de Mayo, aunque algunos refirier on tanto a madr es como a abuelas. El 72% identificó la escena de la Guerra de Malvinas, el 68% reconoció a Videla en la imagen de la Jun ta Militar y el 47% indicó rec onoce r al Ford Falcón ver de de la época. Estas fuer on las imágenes más re conocidas por l os jóvenes : M adres -A buelas de Plaza de Mayo, Malvinas, Videla y el Falcón Verde. A la hora de ide ntificar imáge nes, se prese nta ron las primeras inconsistencias apreciativas. Si bien Massera fue mencionado c omo integrante de la dictadura no pudo ser r econocido cuand o se les mostró su imagen. Esta situación se repite con Galtieri, Agosti, Ma r tinez de Hoz. Estos datos van reflejando algo de la andadura de los r elatos d e los jóvenes . Nar raciones que se disrrumpe n, se limitan a cie rtas ma rcas e mblemáticas pr escindie ndo d e una dinámica integradora en su explicación. Acerca del 24/3 167 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte A partir de 2006, a poco de cumplirse 30 años del golpe mili tar, se oficializó el “24/3 como Día de la M emori a, por la Verdad y la Justicia”. Proye cto impulsado por el Gobierno de Néstor Kirc hner y que instauró feriado nacional inamovible el 24 de marzo, en conme moración del golpe de Estado. El 59% de los entr evistad os del CBC no s upo a par tir d e cuánd o s e instauró el 24/3 como feriado mie ntras que el 41% sí declara conocerlo. El perfil de los e ntrevistados que saben se carac teriza por residir e n CAB A y por tener e ntr e 20 -24 años. Ahora bie n, la mayoría de los que dicen saber desde cuándo es feriad o r espondie ron ace rtadamente (60%) (d esde el gobie rno d e Kirchner, hace 3 -4 años). Entre las pri ncipales características de los entrevistados que respondie ron corr ecta mente se obse rva que la mayoría asistió a escu elas privadas. El 24/3 es una fec ha que des pe rtó polé micas. Difer entes lec turas acer ca de la elección del 24/3 se enfrenta ron y siguen en disputa. A pesar d e eso, desde 2006 es feriado nacional. Si bien es re ciente la c onmemoraci ón de esta fecha, cabe pr eguntar si se prese nta c omo un vehículo de la memoria. A pesa r de que los jóve nes e ntrevistados ya ha n transi tado entre 3 y 4 aniversa rios no distinguen c on claridad el mome nto e n que se tomó la decisión de integra r esa fecha a la vida cotidiana de la población. Esta iniciativa tiene la posibilidad de c ontribuir al desarr ollo de una cultura de la memoria siempre que se la acompañe con otra serie d e prác ticas que estimulen la reflexión. De lo c ontrario, s e cor re el riesgo d e c onver tir el 24/3 en un fe riado vacío de significado, má s cercano a un día no laborable que a una experiencia reflexiva. Asociación de palabras Se utilizó la téc nica de asociación de palabras para i ndagar sobr e las represe ntaciones de los jóvenes r ecurrie nd o al siguiente fraseo: “elegí cuatro palabras en or den de importa ncia que asocies con la dictadura 76 -83. En gene ral, las asociaciones espontáneas mencionadas no pr esentan distinciones según la car rera elegida. Es posible enc ontra r un conjunto de tér minos comunes utilizados po r l os estudiantes para referi rse a este perí odo de la historia. Las palabras más me nci onadas fuer on “re presión” y “desaparecidos”. A su vez, “repr esión” fue la palabra más importante. La palabra más nombrada en el segundo lugar de impor tancia fue “desapa recidos”. Como elemento disti ntivo e ntre las carre ras, se puede señalar que se registrar on reacci ones subje tivas frente al hor r or e n los estudiantes de Cie ncias de la Salud y de Derecho y Ciencias Económic as: “Dolor , sufrimiento, mied o, inc ompr ensi ón, tr isteza, impotencia, pérdida”. Las asociaciones espontáneas r emite n, casi invariableme nte , a la figura del horr or. Esto c or respond ería al núcleo ce ntral de la represe ntaci ón s ocial sobr e la dictadura. Esto se evidencia cuando los entrevistados ex pr esan la crueldad y violencia en relación a este ac ontecimiento. P or ejemplo, algunos entrevistados asociar on la dictadura 1976 -83 a: “Autoritarismo, opr esión, violencia, hor ror”. 168 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte “Terr or, r epresión, genocidio, lucha”. “Tiranía, violencia, corrupción”. “Impu nidad, violencia, tor turas, despare cidos”. Otro tipo de imágenes evocadas hicieron refe rencia a la falta de libertad, a la censura, al miedo y falta de d erec hos que domina ba ese pe ríodo históric o. Son exce pcionales las imágenes refe ridas a la situación e conómica atravesada en esa época. Sobre los lugares de memoria El emplazamiento del Parque de la Memoria y de un monume nto a las víctimas del Terr orismo de Estad o fue inaugurado parcialme nte en agosto de 2001 en la Ciudad de Buenos Aires (la Costa nera No r te). Este aconte cimiento desper tó críticas e intensas controve rsias entre quienes considera ron que se trata ba de un “Parque temátic o” esc ondido e n un rinc ón de la ciudad, y pa ra quienes el parque re pr esentaba un lugar de espar cimiento para los cicli stas que pasean por la zona los fines de s emana, burlando así la intención de los memoriales de ser lugares de recogimiento. De los 53 entr evistados, 25 cursar on e n Ciuda d Universitaria, la cual se encuentra a pocos metros del Parque de la M emoria. Sin e mba rgo, cuand o se les preguntó si c onocían es pacios e n la ciudad y alreded ores que recuerd en la dictadura 76 -83 sólo el 3% pudo identificarlo. Ta n próxi mo y tan lejano. S e trata de un siti o que no ha adquirido visibilidad para estos jóvenes. Ca be preguntar si esto res ponde a lo que algunos sostienen c omo la limitación de los mod os canónic os de re pres entación o a la insuficiente difusión de su existencia. Los lugares de me moria son objeto de d eba te. Algunos privilegian los actos, inte rvenci ones, el d esplie gue del pr oceso de la memoria antes que obje tos de rever encia que busquen el efec to d e rec ogimiento. Ges tos efímer os no montados en espacios conc retos y monu mentales, que planteen la me moria de nuestr o pasado re ciente como una actividad en prese nte que m ira al futuro. Ahora bie n, el 74% de los jóve nes mencionó lugares de me moria en la Ciudad de Buenos Aires y Gra n Buenos Aires . Entre los es pacios de memoria más citados se observa: Esma (23%) y Plaza de Mayo (17%). Un 19% represe nta a “ otros”, a aquella s respuesta s únicas: Agrupación Mad res, Abuelas, baldosas conme morativas, Olimpo, debajo de la autopista en Paseo Colón, placas en plazas, en Pablo Podestá, e n el colegio, en la facultad. Significación de la dicta dura Se obse rva que todos los entrevistad os estuvie ron de acuerdo c on que la dictadura tuvo aspectos negativos. Se puede n e ncontrar frases tales como: “se cu e strar a l os c hic os o no de j ar qu e e ll os pu e dan e xpre sarse ”(C Nº33 , Antr opol ogí a), “e l pode r mi l i tar, e l e xtre mi smo, l as mu e rte s, l a v i ol e nc i a, matar ge nte ” (C Nº 9 , P si c ol ogí a,), “todos , e l te rror e n l as c al l e s, l a ge nte n o e sta ba i nf ormada, de sa pare c í an tod o e l tie mpo pe rsona s, no de j aban e xpre sar a l a ge nte”(C Nº 4 2 , Hi stori a). 169 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Nuevamente apar ece n los señalamie ntos rec urrentes ace rca del carác te r represivo de la dic tadura. Se c onvierte n e n id eas domina ntes que opaca n otr o tipo de relaciones que e n me nor medida, a parec en reflejadas e n u n grupo reducido de jóvenes: “l a de sapari c i ón de l a ge nte , l a re pre si ón, se de bi li tó mu c ho e c onómi c ame nte al paí s”, l a gu e rra de Mal v i nas (C Nº5 1 , Re l aci one s de l Trabaj o), “grav e s c onse c u e nci as e c onómi c as” (C Nº2 9 , Me dic i na), “l a de sapari c i ón de pe rso nas, e so e s grav í si mo y av al ado por tod os, v e nta de l patri mo ni o e statal ”(C Nº4 8 , Me di c i na) . El análisis de un conjunto de narraci ones de l os jóvenes sobre el pasado reciente per mite afir mar que la totalidad de los jóvenes entrevistados impugnaron la dic tadura por las violaciones de los d ere chos huma nos y la represión a la población civil. Sin e mbar go, no se ma n ifestó c on igual inte nsidad la repr obaci ón a la dictadura por habe r instrume ntad o un proyec to económico apoyado e n la desindustrialización y la creación de la deuda exte rna. Por otro lad o, la violencia política se c onvir tió en u n tema olvidado. Su incre mento desde el regreso de Per ón al país no fue mencionado al momento de ha blar de este períod o. S e advierte un borramie nto de las identidades políticas de los d esaparecid os y de sus c ompr omisos c on la lucha por un país socialmente más justo. Las res puestas desar rolladas sobre el té rmino des pare cido s e circunscri ben a “al gu ie n qu e f ue sec ue strado, pri v ado de su li be rtad y q ue no se e nc ue ntra (e n l a may orí a de l os c asos mu ri ó)” (C Nº 5 , C i e nci as de l a C omu ni c aci ón), “al he c ho de qu e l as pe rsonas no e stán y no se han e nc ontrado a l os c u e rpos, por l o tant o no se pu e de n dar por mu e rtas a l as persona s” (C Nº 2 3 , De rec ho), “al gu ie n q ue no e stá más , n o se e nc u e ntra, no hay ra stro s” (C Nº3 3 , Arq u e ol ogí a), “ge nte qu e se ll ev aban por al gu na razón q u e el l os l e s pare cí a, si n ni ngu na j u sti f ic ac i ón y qu e no v ol ví an a apare ce r” (C Nº24 , C ontador P ú bl i c o). Si bien es posible distinguir que los estudiantes d e Cie ncias Sociales y Humanidades expresan u n may or interés por l a temá tica planteada (a través de rec orrid os por lectura s, mar chas del 24/3, y otras actividades); sus lecturas del pasado arrastran tambié n difer entes usos de la memoria: públicos y académicos. De este mod o, se pone en evidencia en el conjunto de los jóvenes entrevistados un c onocimie nto f ragme ntari o y end eble . Es responsabilidad de los adultos tor nar observables las razones que hicieron posi ble la dictadura así como los disti ntos niveles de par ticipación e n estos hec hos. Avanzar en esta dirección pe rmitirá de rriba r las explicaciones míticas, las represe ntaci on es que obs taculizan la irrupción de preguntas por los pr oces os políticos, sociales, económicos que condijer on al te rr orismo d e Estado y por l os niveles de responsabilidad del conjunto de la sociedad. 170 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Transmisión del tema en la escuela Los jóve nes me ncionar on que si bien el tema fue tratad o, no se l o abord ó en pr ofundidad sino aisladamente y sin mayor profundización. Entre las frases formuladas por los jóvenes es posible e ncontrar: “ante ri or al dí a f e ri ado se habl aba de l o q ue habí a pa sado y bu sc ábam o s i nf ormac i ón y n os i nf ormá bamo s ac e rc a de l o q u e habí a p asado . Se gu rame nte se hac i a u n ac to de n c onme morac i ón a l o q ue habí a pasado” (C Nº 2 , C i e nci as de l a E duc aci ón), “más o me nos. N o te i nf orman de masi ado , no se bri nda de masi ada i nf ormac i ón a l os j óv e ne s. Hu bo ac tiv i dade s, de sorgani zadas”( C Nº 6 , Ci e nc i a P ol í tic a), “e n mu c has mate ri as, c on mu c hos prof e sore s, tra t ando de doc u me ntar bastan te i nf ormac i ón”(C Nº 1 2 , Ve te ri nari a), “todos l os a ños , mos trand o i nf orme s, dando di sc u rsos, bu sc and o te sti moni o s” (C Nº 2 7 , Soc i ol ogí a), “prác ti c ame nte no se trató e l te ma”(C Nº3 1 , Me dic i na). Resulta interesante des tacar la opinión generalizada de los jóvenes acerca del lugar que ocupa la escuela en la transmisión del pasado. Mientras que los medios de comunicación no son mencionad os como agentes de trans misión, la institución educa tiva ocupará un lugar relevante. Cuando se les preguntó ace rca de las acciones posibles para f or talecer el c onoci miento sobre este período de la historia argentina, la gran may oría consensuó e n asignarle a la es cuela un rol de importa ncia. Palabras finales Luego del re corrido planteado a través de los relatos de l os jóvenes es posible sos te ner que los mismos ex pr esan conocimie nto, informaci ón y opini ones formadas con res pec to a la dictadur a argentina 1976 -1983. Ahora bien, ¿de qué inf or mación s e trata? De una infor mación desarticulada, fragmentada, difusa de dic ho pe ríod o histórico. Dominan las dudas, los olvidos, los silencios. S e advierten i nte ntos por ace rcars e a una realidad lejana y por mome ntos inc ompr ensible per o que a la vez suscita interés, plantea preguntas no res pondidas y tareas pendientes como lecturas, visitas, debates. En las palabras del grupo de jóvenes universitarios entr evistados, lo que aparece c on fuerza en sus relat os es la memor ia de la represión, las figuras de la ausencia, muerte y desaparición de las cua les no es posible d esprend er nos. La dictadura como símbolo de la a tr ocidad, del Nunca Más. Es ta caracte rización es cor rec ta per o a la vez insuficiente. Las r e prese ntaci ones de los jóvenes universitarios no da n cuenta de la imple mentación de un proy ecto político, ec onómic o y s ocial llevado a cabo a partir del 24 de marzo d e 1976. Por el contrario, se des taca el ca rácte r repres ivo de un gobier no c onf or mado por l as FFAA como actor fundame ntal. Un silencio rec or re las entr evistas: la refe re ncia explícita a la violencia política, a las prácticas y pr opues tas polític as de quienes opta ron por la violencia armada. Las únicas ref ere ncias re miten a pe rsonas que pensaba n distinto sin distinci ón de edad, clase social, ocupación. De es te modo, en los 171 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte relatos no aparec e la referencia a la clase obrera, como uno de los sector es que tambié n sufrió la persecución y la desaparición forzada de personas. Para finalizar, me gusta ría retomar algunas cuestiones vinculadas con las preguntas formuladas al comie nzo d e es te trabajo ace rca d el alcance d e un conjunto d e iniciativas impulsadas con el fin de promove r políticas de la memoria. Las mismas constituy en sin duda u n aporte ind ispe nsable y valioso, per o aún i nsuficiente. E n es te se ntido c abe preguntar acer ca de l os mecanismos más adecuados pa ra la trans misión e instalación de esta pr oble mática en las generaci ones que no vivieron es e pe ríod o. ¿Cómo contri buir a la apropiación de un pasado recie nte pe ro lejano al mismo tiempo para quienes han nacid o hacia fines de los ‟80 y princi pios de los ‟90? Activar la memoria, en quienes for man parte de una gene ración nacida en de moc racia, no de bería converti rse en una acumulación sin sen tid o de acontecimie ntos que sólo contribuya a profundizar la ajenidad. Con f recuencia escuchamos tanto e n espa cios académicos c omo no académicos, frases que asocian a los jóvenes con el desconocimiento y desinte rés por la his toria. Estas afir maciones sim plifican una realidad compleja en la que por otra parte, los adultos debe rían revisar c onc epciones y los mod os de invitación al inte rés y a l conocimie nto, supuesta me nte inexiste ntes. De lo que se trata es de convertir e n significativa la experiencia vivida por otros. Para que la historia reciente sea una experie ncia comu nicable no debe ría quedar anquilosada en un recurso de reme moración que solo pr omueve el empobrecimie nto de la experienc ia comunicable. Una experie ncia comunica ble debería fundarse en una plur alidad de miradas como algo en cons trucci ón que debe ser una y otra vez pens ada. “Explosión de la memoria”, “períod o caliente ” 95, coyuntura propicia para inaugurar nuevos modos de trans misión que pe rmi tan el diálogo interge ne racional. Tiempo d e memorias habi tado por nuevas gene raciones que, aunque no vivieron la é poca, ta mbié n quieren saber. Pre deces ores y suces ores . Entre ellos una here ncia, que para que se transforme en nuestra, hay que salir a conquistarla. Así como la me moria, la transmi sión supone un trabajo 96 que pr oduce tra nsformaciones en la vida social. Bibliografía HUYSSEN, A ndreas, E n busca del futuro perdid o. Cultura y me moria en tiempos de globalización, FCE, Méxic o, 2002. BACZKO, Br onislaw, Los imaginarios s ociales. colectivas, Nueva Visión, Buenos Aires, 1999. Memorias y esperanzas E xpre si ón u ti l i zada por Bro ni sl aw Bac zk o pa ra de si gnar l os m ome nt os e n q u e l a me mori a se de spi e rta, re mon ta a l a su pe rf i c ie de l a v i da soc i al mani f e stándose de di v e rsos modos . Ve r Baczk o, Broni sl aw, “Los i magi nari os soc i al e s. Me mori as y e spe ranzas c ol e c ti v as”, Nue v a Vi si ón, Bue nos Ai re s, 1 9 9 9 , pag 1 59 . 96 E li zabe th Je l i n habl a de “trabaj os de l a me mori a”. 95 172 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte CHAVES, Mariana, Lo s espacio s urbanos d e jóv enes en La Plata . T esis doc toral. Facultad de Ciencias Na turales y Muse o. U niversidad Nacional de La Plata, 2005. FEIXA, Carles, De jóvenes, bandas y tr ibus, Barcelona, Ariel, 1998. HASSOUN, Jacques, Lo s contrabandistas de la memoria , Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1996. JELI N, Elizabe th, Los trabajos de la memoria , Siglo XXI de Espa ña Editores , Buenos Aires, 2002. JODE LET, De nise, La representación social: fenómeno s, conceptos y teoría . E n Mosc ovici, Serge (ed. ), Psicología social, vol II, Barcelona, Ed. Paidós, 1986. NORA, Pierre, L es Linux de mémoire, Paris, Gallimard, 1984. RAFFIN, Mar celo, La ex perie ncia del horr or. 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Año de def e nsa: 2 0 0 8 La investigación desarr ollada rec onoce e i nterpreta sabe res y prácticas doce ntes asociados al trata miento e sc olar de la historia argentina recie nte, particularme nte de la última dictadura 97. Esta tarea resulta noved osa y problemá tica para la escuela y la historia como disciplina esc olar, es pecialme nte ardua para muc hos pr ofesores que ha n vivido esa por ción del p asado y difícil para otros que no han sido f or mados para esa labor. ¿Cómo res ponde n los docentes ante es te impe rativo de e nse ñar y conme morar el pasado recie nte? ¿ Qué ex perimentaciones y adaptaciones despliegan? Dichos saberes y prácticas docentes son int e rpre tados como tácticas cons truidas en el cruc e del pr opio espaci o biográfico del prof esor y los sentidos que le otorga a su oficio y un contexto entramad o por: las represe ntaciones d e la me moria que circulan públicamente; las tradiciones d e la “cultura escolar” y su “gramática” 98; la historia como disciplina esc olar e n tanto pr oducto s ocio -históric o 99; las presc ripci ones de las políticas educativas, las instituciones y las aulas en particular. 100 La tesis abord ó las lecturas –c omo prác ticas de significació n activas - que los pr ofesores realizan de: a) el pasado re ciente; b) las propuestas oficiales referidas a la e nse ñanza y a las conme moraciones de ese pasado; c) l os contex tos esc olares y áulicos, es decir las instituciones –c on sus tradiciones e imaginarios- y las aulas en par ticular - ; d ) los contenid os a ense ñar; e) las estrategias y los recursos. 97. E l re c orte de j ó de l ado e l pe rí odo p os te ri or al ú l ti mo go bi e rno mi l i tar para c e ntrarse e n l a di c tadu ra y l os años pre v i os. 98. Domi ni q u e Ju l i a, A c ul tu ra e sc ol ar c omo obj e t o hi st ó ri c o. E n Revi st a B r asi ler a de Hi st ór i a da Educaçao, nº 1 , 2 0 0 1 , págs . 9 -4 3 . Dav i d Ty ac k y Larry Cu ban, En bus ca d e l a ut opí a. Un si g lo de r efor mas de las escu elas públi ca s , Bu e nos Ai re s , F o ndo de C u l tu ra E c onómi c a 2 0 0 1 . Antoni o Vi ña o, Si st e mas educ at i vos, cult ur as esco lar es y r efor mas : cont i nui dades y cambi os . Madri d, Morata, 2 0 0 2 . Goods on , Iv or (1 9 9 5 ). Hi st ori a del cur r í culum. L a const r ucci ón soci al de las di sci pli nas es col ar es. Barc e l ona: P omare s -C orre dor. 99. André C he rv e l , Hi stori a de l as di sci pl i nas e sc ol are s : re f le xi one s sobre u n c ampo de i nv e sti gac i ón. Revi st a de educaci ón , Nº 2 9 5 , 1 9 91 , págs. 5 9 -1 1 1 . Iv or Goodso n, Hi st or i a del cur r í culum . L a const r ucci ón so ci al de las di sci pl i nas esco lar es. Barc e l ona, P omare s C orre dor, 1 9 9 5 . 100. E sto i mpl i c a q u e no e xi ste n re c e pc i one s o pro du c ci one s su bj e ti v as y pu rame nte i ndi v i du ale s si no su pu e stos pe rti ne nte s, pr ác ti c as si gni f i c ativ as y propósi to s re l ev ante s. La mane ra e n q u e l os ac tore s soc i al e s otorga n se n ti do a su s prác ti c as y a su s e nu nc i ados se u bi c a e n l a te nsi ón e ntre , po r u n l ado, l as c apac i dade s i nve nti v as de l os i ndi v i du os o l as c omu ni dade s y , p or otro , l as re stri c c i one s y l as c onv e nc i one s q u e l i mi tan l o q u e le s e s posi bl e pe nsar, de c i r y hac e r. Vé ase Roge r C harti e r, L a h i st ori a o la lect ur a del t i empo, Barc el ona, Ge di s a, 2 00 7 . 174 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Para ello, se ha e mpleado una metodol ogía cualitativa y una estrategia exploratoria cuyo núcle o c entral fuer on e ntrevistas en profundidad con pr ofesores de sec undaria de escuelas públicas y privadas –laicas y conf esionales - d el área me tr opolitana de Bue nos Aires 101, fuentes a las que se sumó la consulta de otras voces (de pr ofes ore s en formación inicial y continua así como de alumnos) y la indagación d ocumental de tex tos legislativos, normativos, curriculares, editoriales, esc olares, pedagógic os y didáctic os pr oducidos desde la refor ma educativa de los ‟90 hasta 2007. 102 Así, la tesis reconstruyó l os diversos posicionamientos que los d oce ntes señalan en relación c on las represe ntaciones de la última dictadura, e n narra tivas alimentadas por “c omu nidades de inte rpre tación” c omo la familia y la escuela pero ta mbié n a partir de r efere nc ias de otras ciencias sociales y prác ticas culturales (cine, literatura, etc.). Así, l os profesores relatar on posiciones diversas -desde la adhesión al golpe, pasand o por l os “dos demonios”, la valoración de la militancia, etc. - pe ro que en clave escolar se traducen, mayoritariame nte, e n la tra nsmisión de la dic tadura desde el ca non del Nunca Más que circuns cribe las responsa bilidades a las cúpulas militares que ejecutaron el golpe del „76. Los r elatos de los prof esores muestran que este pasado no les resulta indiferente: les genera incomodidad, lo hace n entrar al aula, lo dejan fuera, les p r ovoca d olor , intentan tra nsmitirl o, desea n eludirlo. Las expe riencias, r ecuerd os y memorias afectan a los pr ofesores y s e evidencian e n los mod os de tratar el te ma, de posicionarse f rente a l os alumnos, de rec or tar los conte nidos, de pensar estrategias, e tc. 101. Du rante 2 0 0 5 se e ntre v i staro n v e i nte doc e nte s, c u atro de l os c u al e s se de se mpe ñaban, ade más , c omo di re c tore s. La c onformac i ón de e sta mu e stra bu sc ó u na aproxi mac i ón al pe rf i l doce nte se gú n e l úl ti mo C e nso Nac i onal Doc e nte di sponi bl e (de 2 0 0 4 ) y au nqu e e sto n o si gni f i c ó u na c onst ru c c i ón re pre se ntati v a o prob abi l í sti c a i mpl i c ó mante ne r c i e rtos pará me tros c e nsal e s al mome nt o de t omar de c i si one s s obre l as e ntre v i stas a re al i zar (anti güe dad doc e nte , f ormac i ón i ni c i al , lu gare s de trabaj o, e tc .). La se l e c c i ón de c i u dad y prov i nc i a de Bue nos Ai re s c om o áre as pri nc i pal e s par a l a i ndagac i ón se v i nc u l aron no s ól o c o n l as po si bi l i dade s pe rsonal e s y mate ri al e s para e l de sarrol l o de l a te si s si no tam bi é n e n l a o pc i ó n de anal i zar do s j u ri sdi c c i one s c on gran pe s o re l ati v o e n e l ma pa e du c ati v o nac i on al y c on orga ni zac i one s y di se ño s c u rric u l are s di fe re nte s de sde 19 9 3 . 102. Al c orpu s pri nc i pal de e ntre v i stas, se su mó l a c onsu l ta a 60 prof e sore s e n f ormac i ón i ni c i al y 17 e n f ormac i ón c onti nu a a tr av é s de u na c ombi nat ori a de re l atos e sc ri tos y se si one s de di sc u si ón. Tambi é n se e f e c tu aron e ntre v i stas gru pal e s c on e stu di ante s de se cu ndari a de tre s e scu e l as –dos de c i u dad y u na de prov i nc i a de di sti nto ti p o de ge sti ón -. Tambi é n se anal i za ron te xt os l e gi sl ati v os (l e ye s de e du c ac i ón de 1 99 3 y 2 0 0 6 ); normati v os (di s po si c i one s para l a c o nme morac i ón de l as nu e v as e f e mé ri de s del 2 4 de marzo y 1 6 de se ti e mbre ); c u rri cu l are s (di se ños par a E GB3 , P ol i modal y Se c u ndari a); doc u me ntac i ón e sc ol ar y doc e nte (pr ogramas de prof e sore s, c al e ndari os i ns ti tu c i onal e s, e tc .); mate ri al pe dagógi c o y propu e stas di dác ti c as de di ve rso ori ge n (e di tori al e s, of ic i al e s, si ndi c al e s, de organi smos de DD.HH., e tc .). E st a i ndagac i ón doc u me ntal t om ó te xt os produ c i dos para e l ámbi t o nac i onal , pa ra pr ov i nc i a de Bu e nos Ai re s y para C i u dad de Bue nos Ai re s de sde l a re f orma e du c ativ a de l os ‟9 0 hasta 2 0 0 7 . C omo añadi do, y de mane ra i nf ormal , l as v i si tas re al i zadas a v ari as e sc u e l as aportar on i nf or mac i one s re l e v ante s para u n c u adro c ompre nsi v o may or. 175 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Asimismo, la investigación dio cuenta de la lectura y traducción que los pr ofesores realizan de las pr opuestas ofi ciales para la ense ñanza y la conme moración d el pasado r eciente. En es tos casos, se evidenciar on divers os mod os de afronta r el trata mien to e n las aulas -se ponde ra, se tra baja, se comenta, se delega o se evita - y difer entes forma tos para dar cuer po a las conme moraciones -j or nadas especiales, activ idad de toda la es cuela, clases alusivas, actos, come ntari os, algunos susurros y varios silenc ios-. E n tod o ese arco, se vislumbra la te nsión e ntre el r ecuerd o y la ex plicación y, nuevame nte , la hegemonía de la narrativa “terrorismo de Estado”. Ade más, las efemérides del pasado cercano y traumátic o conviven con las conmemoraciones del pasado remoto y patri ótic o por lo que, en ocasiones , se confunde n bajo los mismos forma tos simbólicos y rituales ponie ndo e n evidencia la pote ncia de la gramática esc olar. Al mismo tie mpo, las f or mas que adopta n y los lugares que ocupan estas conmemoraciones reflejan l a cultura escolar clásica: el patio, la formaci ón, el discurso, el acto, el pizarrón son los espacios y recurs os más citados aunque tambié n apar ezcan citadas – aunque en menor medida - otras iniciativas llevadas adelante por los estudiante s. En lo que conci er ne al lugar de la historia argentina recie nte e n la “propuesta oficial”, la indagación y el análisis docume ntal r ealizado mostrar on que los conte nidos r eferid os al pasado recie nte fuer on ganando –a través de sucesivos diseños - es pacio y de nsidad semántic a y matices, c on d efiniciones y temá ticas que intentan colocar a la dictadura en la trama de los años pr evios y compr ende r los actores, esce narios e interes es en juego. Asimismo, y tenie nd o en cuenta el rec or rido d e la historiografía (q ue hasta mediados d e l os ‟90 no abord ó de manera sistemática este último perí odo dicta torial), puede verse que la inclusión del pasado recie nte en l os plane s y pr ogramas d e e nseña nza no respondi ó tanto a los avances de la historia -en tanto disciplina de refer encia como a l os apor tes d e otras cie ncias sociales y prácticas culturales y a la vigencia y prese ncia pública de las luchas por la memoria en A rgentina. Para el caso de la nor mativa espe cífica sobre c onme mora ciones puede verse e n es os textos la influencia de los cambio s en las representaciones de la memoria (en relación c on los c ontex tos políticos de su enu nciación) aunque, nuevame nte , la cond ena a la última dictadura sin historización es la inter pre tación que ha anclado con más fuerza. Por otra parte, y respe cto a las instituciones escolares, los d oce ntes rec onstruyer on lo que hemos dado en llamar “atmósferas de tra nsmisión” diversas –rec hazo, omisión, rutina y aliento - a bonadas por los divers os ac tores de la comunidad educativa (directivos, profes ores, pad res y alumno s). E n estas situaciones se puede n rec onoc er múltiples v ariables , algunas más ex plícitas (direc tivas de las autoridades, calendarios esc olares, posiciones d e los alumnos, demandas de las familias) y otras tácitas (tales como historias institucionales, silencios, tradiciones, c ostumbr es). No obs tante , esas atmósf eras se rec or tan, en muc hos cas os, como marc os flexible s que dan lugar a diversos posicionamientos doce ntes fre nte al trata miento de la última dictadura e n sus clases. Asimismo, los testimonios dejar on a la vista que el mayor o menor compr omiso ins titucional respe cto a la trans misión del pasado r eciente (sobre 176 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte tod o e n las nuevas efemé rides) no se relaciona linealmente c on ser colegios públicos o privados, laicos o religiosos, sino con los actores que los habitan. Además, la investigación ex plor ó de qué mane ra los profes or es propone n trabajar la historia r eciente con sus alumnos en las aulas -hablar, escuc har, debatir y trans mitir -, f or mas inte rpre tadas como tácticas e n c onte xto que cabalgan entre una pre te ndida autonomía crítica d e los alumnos y las dificultades que supone la r esponsabilidad de los adultos en una “é tica de la trans misión” 103. Esta cuestión, además, se cruza –y no pocas veces choca - c on la ilusión de neutralidad de la escuela en gene ral y de la enseñanza de la historia en particular. Al mismo tie mpo, l os prof esores selec ciona n y rec or tan conte nidos que pondera n la dictadura e n sí misma y sus consecuencias o que la colocan e n relación con c onc eptos más gene rales (golpe de Estad o, gobier no d e facto) dejando c omo punto ciego las preguntas en torno a las causas. Ese silencio entra diálogo con el ya citad o canon i nte rpre tativo del “ter rorismo de Estad o” y con los inte rr ogantes pendientes acerca de la sociedad donde la dictadura tuvo lugar –que no de riven e n res puestas autocomplacientes o indiscriminadame nte conde natorias -. Es tos silencios y omisiones no son resueltos e n la escuela, entr e otras cosas, porque la historia, como disciplina escolar, está más ha bituada a los pasados gloriosos y lejanos que a los cerca nos, abier tos y vergonzantes. Finalmente, y en tor no a los recursos en las aulas (de los que se indagó especialme nte el uso del cine y la circulación del informe de la CONA DEP), los profes ores ma nejan es os tex tos como r e ferencias, tes timon ios y fue ntes atravesados por los desafíos éticos, esté ticos y pedagógicos que supone la naturaleza traumá tica del pasado recie nte. A lgunos pr ofesores menciona n la incomodidad que les pr ovoca trabajar c on tes timonios de d ete nidos desaparecid os, las dudas que se les plantean f rente a películas que repr oducen escenas de tor turas, e tc. Qué hacer fre nte al d olor de los d emás, re tomand o la expr esión de S ontag 104, pr ovoca diversas pos iciones: evitarl o, atenuarlo o colocarl o en su mayor c rudeza para sensibilizar a los más jóvenes. En suma, los saberes y prác ticas de los doce ntes e n torno a la historia reciente mues tran lec turas y traducciones cr uzadas por tensiones, diversas e imbricadas, que puede n relacionarse c on: a) el carácte r re ciente y las dudas sobr e su hi storicidad –al que se responde con la persistencia de criterios cronol ógicos en la selección y secue nciación de conte nidos para eludirlo -; b) la condici ón a bier ta e inc onclusa además d el car ácter contr oversial y polémic o que se resuelve a través de te mas paradi gmáticos (desapar ecidos, d euda exte rna, guer ra de Malvinas) o binomios excluyentes (como dic tadura / democracia) que s or tean con mejor éxito l as tensiones -; c ) la na turaleza traumática que genera inc omodidad y va a contramano de las tradiciones de la historia como disciplina escolar habituada a una memoria gloriosa; d) las cuestiones éticas y políticas ineludibles que prese nta el trata miento d e la 103. Jac q u e s Hassou n, L os cont r abandi st as d e la m emo r i a . Bu e nos Ai re s, E di c i one s de l a F l or, 1 9 96 . 104. Su san Sontag, Ant e al dolor de los demás . Madri d, Al f agu ara, 2 00 3 . 177 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte historia recie nte –que se opone a padres que reclaman objetividad; direc tivos que demandan impa rcialidad, y doce ntes que asumen que no de be n mani pular a sus alumnos; y e) el privilegio de la memoria sobre la historia –en sintonía con la “forma esc olar”, con el trata miento que tuvo la última dictadura en la agenda pública y las políticas de memoria, y con las propias tradiciones de la enseña nza de la historia (una disciplina poco habituada a la actualidad y las contradicci ones ). No obstante, aun c on todas es tas te nsiones, c on may or o me nor grad o de inte nsidad o fragilidad, la escuela es ente ndida mayoritariame nte como un espacio para la transmisión de la his toria r eciente y la c ons trucci ón d e la memoria. Como c onclusión, entre las estrategias dictadas por la “cultura política o normativa” y la “cultura científico -pedagógic a” y también entre las memorias pers onales y colec tivas, la tesis reconstruy e cómo los pr ofesores leen y traducen la e nseña nza y conme moración de la historia arge ntina recie nte e inter pr eta esa “cultura e mpíric o - prác tica” de l os doc entes c omo un despliegue de tácticas continge ntes, opor tunas y situadas. 178 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte “LO QUE TODOS SABE MOS, ¿NO?”. JÓV ENES Y ME MORIA: LAS REPRESENTA CIO NES SO BRE LA ÚLTI MA DICT ADURA E N LA ESCUELA Diego M. Higuera Rubio 105 Mae strí a e n C i e nci as Soc i al e s c on Orie ntac ión e n E du c ac i ón . F acu l tad Lati noame ri c ana de C ie nc i as Soc i ale s. Se de Arge nti na . Año de de f e nsa: 2 00 9 En es ta investigación me inte resaba a bordar dos aspec tos de la memoria colectiva acerca de la última dictadura argentina. Por un lado, quería indagar sobr e la repr esentación de ese pe ríod o entre l as personas que no tuvi eron una relación direc ta c on él y que la construy en a par tir d e los difere ntes significados que circulan en la sociedad. Por otr o lado, buscaba c onoce r las acciones d e la escuela con respecto al te ma, la manera c omo lo integra d entr o de su dinámica y, en especial, el papel que cumple e n su trans misión a las nuevas generaciones. Puesto que estaba inte re sado en el análisis de aquello que ocurr e en las escuelas así como el punto de vista de los jóvenes, relegué el exame n detallado de la legislación, las presc ri pciones curriculares y los libros de texto. De cidí, entonces, realizar un trabajo de campo con una perspectiva etnográfica en d os escuelas públicas de la ciudad de Buenos Air es. Esta e ntrada tambié n obede cía al panora ma bibliográ fico pues, cuand o inicié la investigación, existían tra bajos pedagógic os y teóricos, pe ro es casos estudios acerca de lo que efectivamente ocurría en el interior d e las instituciones escolares 106. Visité las escuelas durante el a ño 2004 y par te del 2005, obse rvé actividades en aulas y patios, además, realicé entrevistas abiertas y semiestruc turadas con alumnos y d oc entes. Decidí tomar c omo unidad de análisis los cursos del último año per tenecie ntes a sec tores medios heter ogéne os, bajo tres pr esupuestos. El primer o, de corte te órico metodol ógico, tiene que ver c on la renuncia a tomar una „ muestra represe ntativa‟ de la población esc olar o un s ector de ella, debido a la actual fragmentación d el sistema educativo y el e nfoque de la investigación. En segundo lugar, busqué escuelas que no se des tacaran por el trata miento de la historia recie nte y cuyo perfil fuera más cer cano al „ pr omedi o‟ d e las instituciones públicas de la ciudad. Finalmente , supuse que el trabajo c on jóvenes que habían estad o en los difer entes ci clos de la escuela, me per m itiría rastrea r el pa pel de es ta instituci ón e n la cons trucción de sus r eprese ntaciones sobr e el pasado. De este modo, las conclusiones de la tesis constituye n un apor te a la compresión del te ma y no un abor daje general, debido a las grandes Antro pól og o, U ni v e rsi dad Nac i onal de C ol ombi a. Doc torand o e n C i e nc i as Soc i ale s U BA. Be c ari o doc toral de l C ONIC E T. di e gohi g@ yahoo .e s . 106 Hoy dí a l a si tu ac i ón e s di f e re nte y l os t rabaj os se mu l ti pl i c an, a mane ra de e j e mpl o, c i to dos i nv e sti gac i one s: P e re y ra, A. La re l ac i ón de l os adol e sc e nte s c on l a hi stori a re c i e nte de Arge nti na: u n e s tu di o e xpl oratori o de l a c o nc i e nc i a hi stóri c a e ntre e stu di ante s de e scu e l as me di as pú bl i c as de l a Ci u dad de Bu e nos Ai re s, Te si s doc toral , Bu e nos Ai re s, F LAC SO, 2 0 0 7 . F ri e dri c h, D. C re ati ng a pa st i n the pre se nt . Me mory , i de nti ty and te ac hi ng i n post -di c tator shi p Arge nti na . P hD Di sse rta ti on . U ni v e rsi ty of Wi sc onsi n, Madi son , 2 0 1 0 . 105 179 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte diferencias en tre las escuelas según la jurisdicción en la que se encuentra n o su per te nencia al sector público o privado. La relación entr e me moria y escuela se establece de acuerdo c on la gramática de esta institución moder na, cuyos cimientos es tán sufriend o pr ofundas tra nsformaciones. La escuela ya no es el lugar aislado del mundo dond e el sabe r y los valores trasce nde ntales vinculados con la nación y la ciencia, son transmitid os a las nuevas generaciones por unos d oce ntes investidos con una autoridad incuestionabl e. El crecimiento del sistema escolar, el avance de los pr oces os de individualización y las contradicciones inher entes a la moder nidad, ha n horadad o los fundamentos d e la escuela y la autoridad de los docentes, quienes ahora de ben ense ñarle a grupos de niños y adolescentes que no es tán dispuestos a someterse pasivamente a la disciplina y la cultura escolar. E n este contexto -que algunos autores carac terizan d e c risis y otros, c on más acier to, llaman declive institucional 107- el pasado reciente ingresó a las aula s con implicaciones es pecíficas. En pri ncipio, no parec e que los pr oble mas insti tucionales afec te n dra máticamente la e nseña nza pues los alumnos manifiestan gran ex pec tativa frente a lo que puede ofrece rles la cultura escolar y la voz de los docentes con re specto a un pasado que marca de múltiples formas la sociedad en la que crecieron, per o que los adultos omiten, aborda n de mane ra ambigua o contradictoria. Si bien los adultos rompen los silenci os a partir de pr eguntas de los jóvenes, por comentarios a not as en los medios o las conmemoraciones vinculadas con el períod o; estas alusiones br e ves e incompletas no le brinda n a los chicos suficientes ele mentos para hace r se una idea clara sobre lo que ocurri ó, por lo que es pera n e nc ontrar en la escuela „una explic ación‟ que les per mita trasce nder la pers pec tiva fragmentada y ambigua del mundo adulto. Si n emba rgo, las entrevistas mues tran que las formas de transmisión de los adultos y los discursos presentes en la sociedad han generad o un saber entre los jóvenes. La may oría ha bló de „la dictadura‟ -o sus variantes, „el golpe‟ y „la represión‟- c omo uno de los períod os más importantes de la historia re ciente de su país y afirmar on que e n esa é poca las fuerzas de seguridad del Estado cometier on una serie de crímenes mu y graves contra la población, “uno sabe que fue terrible, que pasaron c osas desastr osas... que fueron los militares, l o sabés, desde que sos chico, porque tá” (Mariana, escuela 2). Varios c hicos se refirie ron al te ma c omo eso “que lamentablemente sabemos tod os”, es decir, a un conjunto de significados que han interiorizado en distintos ámbitos durante su proc eso de socialización, que ubican en el universo de lo evidente y c onside ran par te d e aquello compa rtido por el sujeto colectivo al que pe rte ne cen. Dada s las ca racte rísticas de ese núcleo de significados, lo identifiqué bajo el conce pto sentido común 108. Éste subyace a la DU BE T, F . ¿Mu taci one s i nsti tu c i onal e s y /o ne ol i be ral i smo? E n: Te nti , E . (org.). G ober nabi li dad de los si st emas educ at i vos en Amé r i ca L at i na . Bu e nos Ai re s, IIP E U NE SC O, 2 0 0 4 . p 1 5 -43 . 108 Re tomo, e n parte , l a de f i ni c i ón propu e sta p or G e e rtz. E ste au tor c onsi de ra q ue el se nti do c omú n e s u n si s te ma de si gni f i c ados q u e pose e u na l ógi c a par ti c u l ar de ntro de c ada c u l tu ra y e s e mpl e ado por su s mi e mbros para c om pre nde r, e xpl i c ar y ac tu ar f re nte a di v e rsos f e nóme nos y si tu ac i one s. Se c arac te ri za, e ntre otras c osa s, p or su 107 180 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte mayor pa rte de l os r elatos expues tos por los entrevistados mie ntras que los significados prove nientes de otros discurs os, que justificaro n la dictadura o la impunidad de sus crímenes, s on marginales. La conf orma ción de este se ntid o común, indica el pred omini o de algunos recuerd os que sirvieron a los organismos de dere chos humanos para c onf rontar los discursos de impunidad durante la transic ión de mocrática de ntr o del pr oces o de c onstrucci ón d e la memoria c olectiva. Su eje fue la c onde na ha cia los ejecutores de los c ríme nes de Estado, por lo que el sentido común tie nde a interpreta r el pasado desde un plano moral que restri nge los actor es de l a d inámica social y política en una división entre „los malos‟ y „las víctimas‟. Ahora, el pasado re ciente es incorporad o bajo los paráme tr os de la cultura escolar y adquiere dos for mas, por un lado, se convierte e n un tema dentro d e las conme moraciones de l calendari o de actos esc olares y, por otr o, ingresa como par te de un c onte nido disci plinario cur ricular. En la tesis describo las dinámicas que se generan e n ca da escuela con res pec to a es tas formas de incorporación, por qué se presenta n situaciones semej antes y cómo las características ins titucionales y el pe rfil de los doce ntes, gene ran diferencias importa ntes a nivel de la trans misión, así c omo d e la pers pec tiva sobr e pasado de los c hicos. Al r espe cto me limito a s eñalar algunas conclusiones. Aunque el sentido común subyace a la mayor par te d e los relatos de los entrevistados en las d os escuelas, exis ten diferencias impor tantes: e ntre l os jóvenes de la escuela 1 predomi nan relatos limitados al sentido común, mientras que en la escuela 2, se presentan r el atos con may or elaboración que incluyen otr os ele me ntos y, en algunos c asos, se c one ctan con marc os explicativos generales (sobre el golpe militar, la transición d emocrá tica, conexiones pasado/prese nte, etc .). E n las entrevistas con los jóvenes de la escuela 2, la institución ocu pa un lugar impor tante y se la ubica como una de las fuentes principales d e los r elatos. Para los chic os de la escuela 1, la institución no tiene la misma relevancia, no se la menciona como un eje orde nador y la asocian con r efer enc ias eve ntuales acer ca de la dic tadura: recuerd os f ragmentarios de actos esc olares, la proyecci ón de u na película o alusiones esporádicas e n clase. En este caso, la escuela tiende a cor roborar el sentido c omún inc or porado en otr os ámbitos sociales, así mism o, sus acciones derivan en algo semejante a lo registrado e ntr e algunos jóvenes de la escuela 2: se esta blece u na r elación con el pasado y las víctimas que no logra trasc ende r los hec hos violentos para ente nder sus ca usas y el contex to en el que ocurrie ron. Los jóvenes trae n un sabe r que la escuela puede reafirma r o incluir para cuestiona rlo y complejizarlo. E n el prime r caso, si la escuela plantea actividades dispersas, no pr ofundiza en los te mas abordad os y desaprovec ha el inter és de los jóvenes, estará c onde nada a cristalizar el sentido común. Los relatos más elaborados d e la escuela 2, mue stran que los d oce ntes tie ne n la capacidad de ofre cerle a los jóvenes eleme ntos para enriquece r sus perspe ctivas ac c e si bi li dad, se nc i l le z y asi ste mati c i dad (GE E RTZ , C . “E l se nti do c omú n c om o si ste ma c u l tu ral ”, e n Conoci mi ent o local , pp. 9 3 -1 1 6 , Barc el ona, P ai dós, 1 9 8 4 , p. 11 4 ). 181 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte sobr e el pasado, gene rarles inquietudes y habilitar dif ere ntes vínculos entre l os pr oble mas del pasado y el presente. Sin e mbargo, este caso tambié n muestra que las formas de conme moración y ense ñanza propias de la escuela muchas veces no c ontemplan la pluralidad de las subjetividades, obstaculizando los pr ocesos de trans misión y diálogo con los jóve nes. El sentido c omún habilita una yuxtaposición discursiva por la que ingresan algunos de l os eleme ntos discursivos que sostuvieron l os regíme nes autoritari os. Esta „ paradoja‟ se pr esenta entr e los entrevistados cu y o r elato no logra despr ende rse del se ntido común, quiene s no lo cues tiona n y r eproduce n de ma nera casi automá tica: “[l os militares ] hicieron d esastres , eje rcier on el pode r muy... injustamente. C re o que lo único bueno de eso fue que... el te ma de seguridad y el tema de conducta, es taba muy dominad o ¿no?, por ejempl o no había piquetes o todas las cosas que se ven a hora, ha bía autoridad... la delincuencia y todo es o esta ba dominado” (J orge, escuela 1). La dictadura es algo que simpleme nte ocur rió, no es objet o de preguntas o una base para reflexionar y e nte nde r el presente. ¿ Cuáles son valores ele mentales de la convivencia social?, ¿cómo pod ría haber piquetes en una sociedad basada en el miedo?, ¿qué se requiere pa ra que la conduc ta esté c ontr olada? El pr oces o de socialización de los jóve nes no es cohe rente y por ello han interiorizado distintos mar cos d e r eprese ntación d el pasad o que los c ons tituye en actores con memorias „plurales‟ 109. Además, los j óvenes que ocupan el ce ntro de mi trabajo han crecid o e n un mom ento históric o donde la política ha sido desacreditada, no es conside rada c omo el depósito de los sue ños y las utopías, sino el á mbito d el pillaje. En la actualidad, pa rece que no e xiste una c or respondencia entr e las formas de gobier no y una mane ra de conc ebir la sociedad, ¿cómo puede n entende r los jóvenes las profundas raíces pol íticas del pasado recie nte si hoy día „lo político‟ no es una her ramie nta pa ra inte rpre tar la realidad y actuar en ella? En la tesis muestr o que los may ores d esafíos para los educa dores que buscan transmiti r las „lecciones‟ del pasad o, no se r estringe a evitar la reproducci ón de los discursos que justificaron la dictadura y la impunidad. Trabajar sobre este se ntid o común, cues tionarlo y transgredir sus límites a través de for mas esc olares novedosas, permi tirá que las nuevas generaciones encuentr en otr os se ntid os e n el pasado, u biquen e n él sus inte reses, les per mitan considerarl o c omo propio y los ayu de a radicalizar la democ racia en el presente. LAHIRE , B. “E l ac tor pl u ral ”, e n El h ombr e plur a l . Barc e l ona: E di c i ons Be l l ate rra, P p. 2 7 -6 7 , 2 0 04 . 109 182 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte DONDE EST ÁN NUES TROS MUERTOS . E XPERIENCIAS RI TUALE S DE FA MIL IARES DE DESAPARECIDOS DE LA ÚLTI MA DIC TADURA M ILI TAR E N LA AR GENTI NA Y DE CA ÍDOS E N LA GUERRA DE MALV INA S Laura Marina Pa nizo Doctorado en Antropología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Buenos Aires. Año de defensa: 2011 Intro ducción La muerte violenta y la falta del cuerpo en el c ontex to de la desaparición de pers onas y de la Guer ra de Malvinas, en el ma rco d e la última dictadura militar en A rgentina (1976 -1982), produjer on un quiebr e e n las formas habi tuale s de enfre ntar las muerte por lo que los familiares debieron re crear c reativame nte los modelos convencionales para sobrellevar las. El objetivo general de esta investigación fue r econstruir c omparativame nte los pr oces os a través de los cuales familiares de desaparecido s y los familiares de los caídos e n la guerra de Malvinas, responde n a la pr oble mática d e la muer te pr estand o a tención a la falta del cuerpo e indagand o sobr e las prácticas rituales originales, y las expe riencias ex tra ordinarias. Para ello, tr abajé c on dos organismos conf or mados a pa rtir d e la guerra y la desaparición: “Familiares de Desapare cidos y Dete nidos por razones Políticas” y “Familiares de Caídos en la Guerra de Malvinas e Islas del Atlántico S ur”. De es ta ma nera se pretendi ó ofrec er u na pers pec tiva original al revisar compara tivamente las ex pe riencias relativas a la muerte de familiares que perdieron a sus seres queridos en dos acontecimie ntos que sucedieron contemporáneamente bajo un mismo régime n dictatorial, y que no han sido tra baj ados c ompara tivamente por las cie ncias sociales desde la problemá tica de la muerte por la falta del cuerpo. La desaparición de pe rsonas y el la Guerra d e Malvinas se dieron e n el contex to de la última dictadura militar e n Arge nti na (1976 -1982). Este gobier no implementó sistemática mente la me todología de desaparición de personas que implicó la de tención de i ndividuos en C e ntros Clandestinos d e Dete nción, en donde los tortura ban y asesina ban, des ha ciéndose de los cuer pos . En el marc o de esta violación siste m ática a los De r echos Humanos, en el año 1982, la dictadura militar decide recupe rar las islas Malvinas a la fuerza. En el contex to de c ómo denomi nar a las muertes de los conflictos “inter nos” y “exter nos”, la administración de las muer tes por el Es tado Ter rorista, fue en el caso de las víctimas de la represión, la negati va y el ocultamiento a los hec hos sucedidos en mate ria de desaparecidos . Por otr o lado, aunque la forma de muerte en la guer ra no fue investigada ni clara mente infor mada por par te del Es tado , las muertes de l os caídos en este c onflicto, f ueron e nte ndidas a difer encia d el caso de los desaparecidos c omo “concr etas” “nacionales” y “heroicas”. En este marc o, e n la Argentina se c onf or maron difere ntes organizacione s de Der echos Humanos para re clam ar sobre el parader o de sus seres queridos, a quienes ente ndían a los desa parecid os como víctimas de la dictadura militar. Entre estos organismo de Der echos Humanos aquí trabajaremos c on Familiares de Desapar ecidos y Detenid os por Razones P olíticas. Así como se c onf or mar on organizaciones res pec to a los desaparecido s, te r minada la guerra de Malvinas se 183 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte crear on difer entes organizaciones no gube rna mentales tanto de civiles como de ex soldados. A pesar de que algunos familiares colaboran o partici pan actualment e de las organizaciones d e e x solda dos u otras refe ridas a la Gue rra, la única comisión oficial que agrupa a familiares desde la posguerra hasta nuestr os días es Familiares de Caídos en la Guerra de Malvinas e Islas del Atlántic o Sur. Los dos grupos aqu í trabajados hicier on e co de las represe ntaci one s instaladas social e históricame nte para enf rentar las pérdidas cons tituyé ndos e dos par es opuestos de ca tegorías: desaparecido/victima , muerto en combate/h éro e. Así comenzar on u n proceso de legitimación d e l pasado político de los muer tos, en r espuesta a las categorías ya me ncionadas. Unos, elevand o la figura del caído en calidad de héroe, c omo una resiste nc ia política a involucrar la Guerra de Malvinas de ntr o de las acci ones c ome tidas por el g obie rno dic tator ial en lo que respecta a la violación de los De rec hos Humanos. Otros, u bicando a los desaparecid os como víctimas del Te rr orismo de Es tado, y legitimand o la categoría de d esaparición como una resiste ncia política que niega las muertes hasta que no aparezcan los cuer pos y los culpables. Muerte, cuerpo y ritual Del trabajó resultó que la constitución ta nto simbólica como mate rial del cuerpo mue rto, y el carácter activo y transformador de éste en la práctica ritual110, hace que su ausencia obstaculice los proc es os de duelo y luto, por lo que su ejecución, tanto e n el á mbito privado c omo público, d epe nde de factores culturales e históricos. E ntonces, dado que la falta del cuerpo inhabilita las prácticas socialmente establecidas, el enfrentamiento a la muerte “cara a cara” se facilita si se cuenta con un marco interpretativo colectivo, que pueda ofrecer herramientas simbólicas que posibiliten prácticas mortuorias a pesar de esta ausencia. En este proceso de conformación de nuevos espacios sociales habilitados para enfrentar la muerte, el lugar que ocupan el grupo de pertenencia de los familiares en tanto comunidad de iguales, el Estado y la sociedad en general, juegan un rol fundamental. El trabajo de campo y del pr oces o de homoge nización visualizado en las entrevistas me hizo e nte nde r que la forma e n que se enfre nta ban a la muer te con la falta del cuerpo tenía una relación di recta c on la integración de los familiares a grupos de iguales. En es te se ntido, el conce pto d e marco simbólico de interpretación me sirvió para hacer r efere ncia a los model os de inte rpretaci ón de dichos grupos que a través de un selección de símbolos y orientados por una ideología particular, orientan la forma e n que los familiares deben darle sentido a la muerte en el c ontex to de la guerra y el mod o en que se deben realizar las prácticas rituales tanto en el ámbito público como privado. Es a través de estos modelos que los familiares simbolizan un tipo de relación específica con sus seres queridos, y se identifican entre sí c omo mie mbros d e grupos sociales deter minados. En es te se ntid o, el grupo e n ta nto c omunidad de iguales cumple un rol fundamental en cuanto le da a sus miembros herramientas para enfrentar las pérdidas. En este sentido, varios autores que han es tudiado las experiencias humanas frente a situaciones límite ha n utilizado el conce pto de marco pa ra hablar d e la forma e n que los individuos seleccionan ciertos “hitos” que lo pone n e n 110 P ara prof u ndi zar sobre e ste te ma v e r P ani zo 20 1 1:4 0 -5 9 184 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte relación c on otr os, para fijar pará metros d e identidad, y que constituy en los marc os sociales pa ra “e ncuadrar las memorias” ( Jelin, 2002.). Por otr o lado, el tér mino de marco interpretativo ha sido utilizado por varios es tudios de los movimientos sociales para designar esquemas de interpre tación definié nd ose por su función orie ntad ora y organizadora d e l a expe riencia (Car ozzi, 1998:21). Retomand o estos apor tes, aquí utilizo la noción de marcos simbólicos de inter pr etación, poniend o é nfasis en que los model os de significación de los grupos es tán r eprese ntad os en símbolos a través de los cuales actúan y s e movilizan. La muerte en clave Entonces, las muertes de l os desaparecidos y los caídos en la guerra está n enma rcadas en modelos simbólic os que orie ntan sobre las f or mas adecuadas de trata r a los mue rtos y a los cuerpos e n ta nto sujetos históricame n te significativos. Pero los model os inte rpre tativos de los grupos, es tán enma rcados a la vez, e n un contexto históric o -social compar tido, por cuanto los familiares recurrieron, a las “configuraciones culturales sedimentadas históricame nte” (Grims on, 2007:2 9). En ambos casos, estas c onfiguraciones son apropiadas de manera distinta según las expe riencias pa rticulares y los inter eses de l os grupos . Por ejemplo, señala Alejandro Grimson, e n la Argentina pred omina n sentimie ntos contradictorios ace rca de los símb ol os nacionales por el uso político que les dieron los militares (Ibíd.:15.). Así, los familiares de Malvinas a difere ncia de l os de los desaparecidos, re currier on a la Virgen de Luján, como ic ono de identidad pr incipal, y ta mbié n a la bande ra, los próc eres y hér oes argenti nos, c omo for ma de pensar la identidad y unidad nacional. Por el contrario, del tra bajo resulta que Familiares de Desaparecidos recurr en a símbol os enfatizand o la denuncia social, por cuanto se resalta el conflicto fre nte a la unidad, y d esentiende n a los muertos de las conduc tas her oicas asociadas a los caídos en Malvinas. En otras palabras, el nacionalismo católico, y la demanda por los Dere chos Humanos son f ormas de la imaginación cultural cristalizadas en los marc os simbólicos de es to s grupos par ticulares. Entre estas re pr esentaciones se encuentra n las que organizó el Es tado a travé s de 1) la pr omulgación d e leyes; 2) las iniciativas políticas referidas a los Dere chos Humanos como la conf or mación de la CONADEP y la elabor ación d el Nunca Más; o 3) su participaci ón y apoy o económico a actividades específicas como la cons trucci ón del Monume nto a las Víctimas del Terr orismo de Estad o, o la cons trucci ón del M onu mento a los Caídos en Malvinas, en el ceme nterio d e Darwin. De es ta mane ra, la s decisiones d el Estad o a través de norma tivas y leyes actuaron como dispositivos que no sólo i nstalaron oficialmente categ orías sociales: desaparecidos en acción , muerto en comba te y héroe de guerra (en el caso de los caídos en Malvinas) ausente por desaparición forzada , víctima de la dictadura (en el caso de lo s desaparecido s) sino que dispusieron de un tipo de fond o social de inter pr etación de las muertes. Así mientras los familiares de Malvinas elevaron la figura del caído e n calidad de héroe , como una f or ma de se parar el conflicto d e Malvinas dentr o 185 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte de las acciones come tidas por el g obier no di ctatorial y sus violaciones a los derec hos huma nos, los familiares de los desaparecidos ente ndier on a sus seres queridos como víctimas del Ter rorismo de Estado y legitimaron la categoría de desaparición como una resiste ncia política que niega las muertes hasta la aparición los cuer pos y los culpables. Entonces, la muerte, está en estos casos enmarcada en modelos inter pr eta tivos que como había señalado, c orr esp ond en a una diferenciada selección de símbolos y re prese ntaci ones que ofrece la historia reciente compar tida. He llamado esta f or ma de e nfre ntar la mue rte en el caso de l os desaparecid os muerte desatendida , en cuanto no se pr oduce n prác ticas sociales, que con una simbología mor tuoria especifica, pres te n ate nción ritual a los cambios existenciales tanto d e los muertos como de los deudos, e n el seno d e la sociedad. De esta mane ra, los familiares “cor porizan” la desaparición a través de difere ntes i nstancias rituales o acciones oficiales, como el ce rtificado de desaparición forzada , las solicitadas sacadas en el diario Página/12 , el Monumento a Las Víctima del Ter rorismo de Estado, que mantiene n y ex pr esan la ambigüedad de la condición existe ncial de sus seres queridos 111. El tipo de enf rentamie nto a las pé rdidas en el caso de los familiares de Malvinas, en oposición a la muerte d esatendida , no s olo es enf re ntada e n es pacios públicos de r ec onocimiento social, sino legiti mada por difere ntes sector es de la socieda d. Ese tipo de muer te es posibilitada, en primera insta ncia, por un rec onocimiento oficial/estatal. E n este sentido, Familiares de Malvinas cor poriza a los mue rtos a través de prác ticas oficiales o privadas, públicas o domés ticas, como el ce rtificado de d efunción, las misas o el monumento. Así tambié n, mate rializan su forma de e ntende r las muertes a través de difere ntes rituales mortu orios c omo las misas, los bustos, los altares, y la inauguración del Monu mento a los Caíd os emplazado en el ceme nte rio de D arwin, Isla Soledad 112. Palabras Fi nales El pr opósito de la tesis fue hac er la inte rpre tación compa rativa desde u na pers pec tiva simbólica y ritual que nos permitie ra analizar los desafíos afrontados por l os familiares para lidiar con las muertes y la ausen cia de los cuerpos. La importancia de esta pers pec tiva radica en que posibilitó ve r, no sólo c ómo es simbolizada la muerte e n es tos casos es peciales, sino c omo es simbolizado también el contex to históric o social vivido. De este modo, analizar la problemáti ca d e la mue rte en estos casos nos hizo obse rvar de qué mane ra los ri tuales mortuorios o los relativos a la desaparición , son un camino para compre nder la ma nera en que los familiares se relacionan con la historia de la sociedad a par tir d e un pr oces o d e s elección d e sedimentaciones culturales, que creativamente enmarcadas en modelos inter pr etativos particulares, consti tuyen sus refer encias identi tarias. Bibliografía 111 112 P ara prof u ndi zar sobre e stas prác ti c as ve r P ani zo 2 0 11 :7 7 -9 5 . P ara prof u ndi zar sobre e stas prá c ti c as ve r P ani zo 2 0 11 :1 3 3 -17 8 186 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Carozzi, M. (1998). “El conce pto de marc o inter pr eta tivo en el es tudio de movimientos r el igiosos”. Sociedad y Religión 16/17:33 -51. Grims on, A. (c omp.) (2007). “Intr oducción”. Pasiones Nacional es. Política y cultura en Brasil y Argentina. Buenos Aires. Edhasa. Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid. Siglo XXI. 187 P ri me ras Jornadas de Di f u si ón de Te si s sobre Memori as y P asado Re c ie nte Núcleo de Estudios sobre Memoria (IDES) Coordinación de las Jornadas: Elizabeth Jelin, Silvina Merenson y Laura Mombello Informes: [email protected] 188