Miguel Orozco (50)

Transcripción

Miguel Orozco (50)
Abel Campos (50)
Walter Javier Colavita (51)
Vive en Lobería y trabaja en el Departamento
de Veteranos de Guerra, en Sede Central, desde
su creación.
Trabaja en IOMA Balcarce y es profesor de Contabilidad
en un Bachillerato de Adultos.
“Pasé de estar tocando
el tambor a pasar frío, en
el medio de la nada”
“No todos tuvieron la
suerte de ir a las Islas”
Tocaba el tambor en la Banda del Regimiento
7. El 2 de abril lo cambiaron de sector: ya no
era músico sino Infante, aunque no sabía disparar. Le dieron capa, granadas, municiones,
cargadores y aterrizó en Malvinas. Mantenía
guardia en un puesto de avanzada. Los proyectiles le caían cerca y cada noche sobrevivía a intensos bombardeos.
Caminaba 8 horas para conseguir una
escasa ración de comida. Sus cuerpos
quedaban mojados, congelados y
exhaustos. Con amigos de otra Brigada, que
custodiaban un galpón, intercambiaba ovejas
por galletas, azúcar, leche, chocolate.
Pasó frío, hambre, perdió compañeros y
vivió situaciones angustiantes, por eso
siente que no tiene asignaturas pendientes
con Malvinas y no quiere volver a pisarlas.
Era soldado en Mar del Plata. Fue a hacer
unas compras para el Ejército y en el viaje el
chofer le contó de la recuperación de Malvinas. “¡En el cuartel nadie nos había dicho
nada!”. Pasada la furia, llegó el entusiasmo.
“No todos tuvieron la suerte de ir. Estábamos
contentos, no dimensionábamos lo que podía
suceder”.
En las Islas se desempeñaba en el área de
comunicaciones. “Tuve el honor de
transmitir el primer alerta rojo en
combate, desde la defensa antiaérea del Ejército Argentino”.
Pero el orgullo que sintió en la guerra, no se
reflejó en su vuelta. “Nos trasladaron de
noche o con las lonas de los camiones cerradas, casi como presos. Para que la gente no
viera las imágenes de la derrota, ni de nuestra
condición física”.
No volvió a Malvinas, pero le gustaría. Hoy
disfruta de los viajes con su familia y practica
ciclismo.
Juan Angel Lavorato (50)
Ingresó al IOMA en 2006. Actualmente trabaja en el
Area de Medicamentos de la Delegación Luján.
Ramón Ledesma (50)
Ingresó al IOMA a través del Departamento
de Veteranos de Guerra y desde hace 5 años se
desempeña en el Sector de Amparos.
“Cuando los ingleses
toquen tierra, hacé un
pozo y escondete”
“En ese momento sentí
la protección de Dios en
nuestras vidas”
Hacía el servicio militar obligatorio en el Regimiento de Infantería Mecanizado 3 de General
Belgrano. El 13 de abril de 1982 llegó a Malvinas. Lo asignaron a un puesto ubicado a 100
metros de la línea de combate para asistir a
los heridos; o lo que quedaba de ellos.
“Mi abuelo me mandó una sola carta: ‘Cuando
los ingleses toquen tierra, hacé un pozo y
escondete’, me dijo”.
Fue uno de los dos “rancheros” de la compañía, preparaba la comida para 260 soldados.
Cocinaban guisos a base de porotos, garbanzos y cebollas.
Ubicaron la cocina debajo de una piedra, para
resguardarse, pero cuando los ataques fueron
más intensos no quedó nada de ella. Pasaron
los últimos días de la guerra solos, sin
armas, en el pico de un cerro.
No sabía rezar, pero aprendió a tener fe, a
creer y sintió la protección de Dios en su
vida.
Su principal preocupación era saber cómo
estaba su familia, en Berazategui. No le molesta recordar, siente que las Islas son
parte de su vida y espera volver acompañado por uno de sus 4 hijos, Andrés.
Cada noche era igual a la anterior y a
la siguiente. Consistían, básicamente,
en “soportar el bombardeo de los
barcos”. Atravesó todo aquello junto a un
amigo, el del resto de la vida, con quien planeaba volver a las Islas. No pudo ser. Murió el
año pasado y el regreso es hoy, para Juan, “una
materia pendiente”.
“El recuerdo siempre
está presente”
Lo habían dado de baja en enero, pero a mediados de marzo tuvo que reincorporarse a su
unidad EECB10. Ya en Malvinas, estuvo primero en el pueblo y luego pasó a ocupar posiciones de defensa, frente al Moody Brook.
El 1° de mayo empezaron los bombardeos en
el aeropuerto. En los días que siguieron,
su unidad soportó ataques navales y
aéreos de día y de noche, sumados a las
inclemencias del clima.
Fue en Monte Dos Hermanas donde su compañía sufrió las primeras bajas en combate.
Hoy no le gusta hablar de las Islas. Juega al
tenis, se reúne con compañeros Veteranos y
rinden honor a quienes cayeron en Malvinas.
El recuerdo está ahí, siempre presente.
Rubén Serrano (51)
José María Raschia (50)
Miguel Orozco (50)
A través del Departamento de Veteranos de Guerra
ingresó a IOMA, en la Región San Isidro. Trabajó 5 años
en Tigre y actualmente se desempeña en la Delegación
Malvinas Argentinas.
El 1º de marzo de 2000 se sumó al Departamento de
Veteranos de Guerra de Malvinas, sector que hoy
tiene a su cargo.
Entró en IOMA hace 13 años. Estuvo en el
Departamento de Veteranos, en varias delegaciones
y hace ya una década que es chofer en Morón.
“Sentí que estaba
dispuesto a morir y lo
lamenté por mis padres”
“Ellos (los militares)
eran tus dueños”
“A la noche hablaba
solo… hacía que
hablaba con mi familia”
Su Compañía minaba terrenos, pero con dos
meses en el servicio militar no había aprendido lo suficiente. En la madrugada del 1º de
mayo presenció la llegada de los ingleses a
las Islas y el inicio de un bombardeo sin fin,
que se extendió durante más de un mes.
Frío, nieve, viento, agua, explosiones, gritos:
“Sentí que estaba dispuesto a morir y lo lamenté por mis padres”.
Se sumó a un repliegue generalizado y caminó
con el resto de la tropa hacia la ciudad, sintiendo “hasta el agua que salpicaban las
bombas cuando caían”.
En la rendición le sacaron las armas;
no pudieron quitarle una bandera argentina que trajo escondida en su
pecho. Nunca volvió a Malvinas, pero tiene
Hacía el servicio militar obligatorio en Puerto
Belgrano. El 26 de marzo les ordenaron ir a
buscar las armas. Ya no podían salir. Los embarcaron. Nadie sabía a dónde iban, ni para
qué. El 1º de abril de 1982, un capellán les
anunció: “Señores, vamos a tomar Malvinas”.
Estaban en el rompehielos Irízar. Recibió dos
chapitas sin nombre y un rosario cuyas cuentas aprendió a pasar esa misma noche.
No llegó a bajar a las Islas. Le vio los ojos
a la muerte desde el barco.
En agosto de 1982 volvió a su casa de Lobos
con 20 años y mucho enojo.
Recién en 1996 pudo hablar de Malvinas. No
regresó, ni quiere hacerlo; no hasta que cada
tumba en aquel suelo tenga el nombre de
quien allí descansa.
la esperanza de hacerlo, con sus compañeros
y sin pasaporte.
Estaba en Infantería de Marina cuando le tocó
en suerte ser acompañante de Anfibios. Navegaron cinco días y sus noches hasta llegar a
las Islas, el 1º de abril. 24 horas después,
desembarcaron en el cabo San Antonio.
“Del otro lado nos tiraban con morteros”.
En aquellas lides le tocó la terrible tarea de
colocar en una bolsa para cadáveres al del
jefe del desembarco, capitán Pedro Giacchino.
Estuvo dos días sin comer y 17 sin
sentir las piernas, después de quedarse dormido en un cerro y despertarse “blanco de nieve”.
Volvió a encontrarse con los suyos en agosto
de 1982, con 54 kilos y ni una lágrima por derramar. “No podía. Yo lloré 10 años después,
cuando murió mi vieja”. Las palabras también
le son esquivas, todavía ahora. “No cuento
todo porque me hace mal”.
2 de mayo Hundimiento del
1982 Guerra de Malvinas
1960 Nace una generación…
Jorge Aguirre (51)
Vive en Ituzaingó. Trabaja en la Delegación Merlo
desde hace 10 años.
Crucero General Belgrano
2 de abril Desembarco de
tropas argentinas en las Islas
1de mayo Los ingleses despliegan el ataque
sobre Malvinas
14 de junio
Se acuerda el alto al fuego y la rendición.
Soldados regresan al continente y son ocultados
por el gobierno militar
Estos compañeros
también son veteranos
de Malvinas y trabajan
en IOMA
Carlos Piñeyro (51)
Eduardo Fajardo (55)
Luis Escobedo (50)
Sergio Cestari (50)
Ingresó al Departamento de Veteranos en el 2001.
Actualmente trabaja en la región Junín, sector
Medicamentos.
Ingresó con la apertura del Departamento de
Veteranos, en el año 2000. Trabaja en la delegación
de IOMA en Bahía Blanca.
Ingresó a IOMA en 2001. Actualmente es el encargado de la delegación Lomas de Zamora.
“No teníamos qué comer.
¡Pescamos un mero y se
lo comió una gaviota!”
“Mi inconsciencia era
total, hasta fui a comprar
un souvenir”
“Quiero volver para
cerrar mi historia”
“En el barco de vuelta
éramos huesitos”
Estaba en plena colimba. Desconocía que los
ejercicios de entrenamiento eran, en realidad,
parte de la guerra que se estaba gestando. Se
enteró como todos, el 2 de abril.
Su tarea fue trasladar combustible en un buque
y dar apoyo a la flota en caso de siniestro.
En 1982 trabajaba como personal civil de la
Marina. Eran apenas dos entre las 1100 almas
que enfilaron en aquel barco desde Puerto
Belgrano hacia Malvinas. Como faltaban camilleros, a él y al otro civil les dieron en tres
días un curso acelerado de primeros auxilios.
A las 3 de la tarde del 2 de abril, pisó las Islas.
“Mi inconsciencia era total”. Lo prueba una
anécdota que vivió junto al otro civil del
barco:“Entramos en un negocio para comprar
un souvenir y nos encontramos con el periodista Daniel Mendoza, pero nosotros no pudimos llevar nada porque no teníamos dólares
ni libras esterlinas o malvinenses”. Mendoza
sí compró, aunque esa es otra historia.
Era futbolista profesional (jugaba en el club
Los Andes), cuando en abril de 1982 supo por
los diarios que “la Décima Brigada, que era la
mía, estaba acuartelada”. Seis días después
pisaba el suelo de Malvinas.
“Se acercaba el invierno, el frío era ya muy
fuerte y la comida no llegaba. Teníamos una
única muda de ropa que se nos mojaba y
cuando salía el sol se nos secaba”.
Pisó las Islas el 13 de abril, con 20 años
recién cumplidos y sus 17 compañeros del
Regimiento 6 de Mercedes. “No sabíamos
que íbamos a estar en una guerra”. Todo se
complicó después del 1 de mayo, cuando el
bombardeo se hizo constante.
“Teníamos que ir hasta el pozo de zorro y
quedarnos ahí… otra cosa no podíamos
hacer”. El miedo y el frío se aliaron con el
hambre: “Ibamos a un basural y sa-
Estaba entusiasmado. Pero su espíritu patriota fue aplacado por la cara
del comandante y sus silencios.
Cuando se acabaron los víveres del barco,
comían lo que pescaban. “Atrapamos un mero.
Lo estábamos sacando del agua, con tanta
mala suerte que pasó una gaviota y se lo llevó!”
Fin de la guerra. Les dijeron que no hicieran lío
y se fueran tranquilos a su casa.
Durante años soñó que volvía a la colimba y al
barco. En el 2007 pisó de nuevo Usuhaia, pudo
ver otra vez su embarcación y cerrar una
etapa. Entonces dejó de soñar.
El y los demás tomaron consciencia
de la gravedad del asunto con el
hundimiento del Belgrano, de donde
sistema solidario de IOMA. Ley 12006
1983
9
Fin de la dictadura cívico-militar.
Retorno a la Democracia
Mario Javier Romero (50)
Entró a IOMA hace 10 años. Trabaja en el área
de Afiliaciones de la delegación Luján.
Julio Aro (51)
Ingresó al Departamento de Veteranos en el año
2000. Vive en Mar del Plata.
Alberto La Porta (50)
Desde 2003 trabaja en IOMA, en la delegación de
Moreno, sector Medicamentos.
Walter Avendaño
Sede Central
Fernando Burgueño
“Jamás se pensó en ganar o perder,
porque jamás pensamos que una
guerra sirviera para algo, por lo menos
en mi caso. Se pensaba en sobrevivir. Mantenerse vivo con todo lo que uno pasa”.
Luis volvió a las Islas en 2012, aunque quiere
regresar una vez más, la definitiva, para
“cerrar mi historia”.
estaban a 4 horas de distancia. Cuando terminó todo, dejó la Marina.
1997 Ex combatientes reciben cobertura del
Se sumó al Departamento de Veteranos de Guerra en el
año 2000. Ahora trabaja en la delegación Mercedes.
cábamos algo para comer”.
En ese momento estaban obsesionados con
volver a su lugar, a su gente, pero nada de eso
alivió el espanto de la rendición. “Fue un momento feo. Y ver el izamiento de la bandera inglesa significó una impotencia terrible”.
Después sobrevino la “dieta de engorde en
Campo de Mayo”. La “puesta a punto” para
ocultar las marcas del horror. Y el regreso
por la ruta 5, con los pañuelos agitando la
bienvenida: “Siempre nos reconocieron,
porque los gobernantes son de turno, pero
la gente no”.
2000 Se crea en IOMA el Departamento
de Veteranos de Guerra de Malvinas
2002
El Departamento Veteranos se extiende a
las Regiones de IOMA
“Los ingleses degollaron
a 45 correntinos mientras
dormían”
“Necesitaba volver …
tenía la mochila demasiado
cargada”
Estaba esperando la baja de la colimba,
cuando le ordenaron “tome las valijas del
mortero 81 con las seis bombas” y lo mandaron a Malvinas. “Yo ni sabía dónde estaban”.
El primer día le dieron un uniforme que usó
hasta el final de la guerra. Comió oveja cruda
y chocolate. Tomó agua del piso. Y aunque
sus borceguíes estaban descocidos, el teniente primero los pretendía lustrados. Supo
que estaba en guerra por los bombardeos, el
ruido de los barcos y los compañeros muertos. Recibió dos cartas. Y escribió dos.
Después de la rendición los llevaron a un
galpón, recuerda bien, lleno de queso y dulce
de membrillo.
Ya de vuelta, los militares “nos culparon de haber perdido la guerra”,
mientras él se preguntaba: ¿Cómo pudo ser
que mientras nosotros peleábamos se jugaba
Trabajaba de mozo. “Dejé la bandeja y volví al
el Mundial? No lo duda: “Malvinas me
regimiento”. Les prometieron que su
unidad no saldría del cuartel, pero un
avión los llevó hasta Malvinas, a
ellos... y a la promesa. Estuvo en la
ciudad, pero las bombas le pasaron cerca. El
último día, la onda expansiva de una de ellas
lo tiró para atrás. Sus compañeros murieron,
él se salvó.
Al regresar los retuvieron acuartelados con la
excusa de una “exhaustiva” revisación médica
que se limitó a un “¿qué te duele, la panza?...
seguí”. Sólo querían lavarles la cabeza con un
“muchachos, la guerra la perdimos pero hay
que hablar bien”.
26 años después volvió a Malvinas. “Necesitaba ir a buscarme. Fui un mar de lágrimas. Me
hizo muy bien”.
Hoy lucha por los veteranos, los familiares de
los caìdos y por restituir la identidad a los NN.
“Veía al Belgrano escorado
desde un ojo de buey”
Con 19 años cumplía el servicio militar en
Puerto Belgrano, Bahía Blanca. Era radio operador y tripulaba un destructor, el Piedra
Buena.
Ya en guerra, conformaban una flotilla de tres
barcos. Junto con el Buchard, debían escoltar
al Crucero Belgrano y detectar la presencia
submarina. Pero aquel 2 de mayo, “el mar
estaba muy, muy picado” y no se advirtió al enemigo bajo el agua.
Desde unos 1.600 metros vio escorar al Buque
Escuela. Luego del hundimiento participó en
las tareas de rescate de los náufragos, trabajaron 5 horas y auxiliaron a más de 200 personas.
Le gustaría recorrer nuevamente la zona en la
que sucumbió el Belgrano, aunque allí “sólo se
ve mar, es una cosa inhóspita, fría, en el medio
de la nada, espantoso”.
Región San Isidro
Néstor Krusich
Sede Central
Antonio Luna
Delegación San Miguel / Región San Isidro
Hugo Machado
Región San Isidro
Sergio Maemuta
Delegación Quilmes - Región Lomas de Zamora
Daniel Muscolini
Delegación Salto - Región Pergamino
Héctor Páez
Región La Matanza
Ernesto Roa
Región Lomas de Zamora
Isidro Vallejos
Región San Isidro
Mario Villoldo
Sede Central
arruinó la vida”.
2012 Proyecto ADN para identificar
cuerpos sepultados como NN
2011 Retorno. Cada vez son más los compañeros que vuelven a las Islas
2013
Argentina continúa con el reclamo
diplomático por la soberanía