LA INQUIETUD UN SÍNTOMA DE TENSIÓN INFANTIL - Integra-T

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LA INQUIETUD UN SÍNTOMA DE TENSIÓN INFANTIL - Integra-T
 LA INQUIETUD UN SÍNTOMA DE TENSIÓN INFANTIL
¿Qué significa normal?
Niñas y niños callados, que no llaman la atención, que no alborotan y que se someten a las normas
sociales de los adultos, ésa es la imagen del “niño bueno”; el niño atento, estudioso, reflexivo,
modosito, totalmente regulado y autocontrolado.
Los adultos hablan de comportamientos problemático cuando el niño altera el orden, la
tranquilidad, pone nerviosos a los mayores con las cosas que hace, da demasiado trabajo o,
simplemente no supera una determinada situación de la manera que ellos esperaban. Dicho de
otro modo, hay mucha más tolerancia para el niño “demasiado tranquilo” que para los revoltosos y
ruidosos.
Pero realmente, los síntomas de inquietud en los niños indican, en ocasiones ser fases de
transición de una etapa a otra del desarrollo, y/o la presencia de tensiones que se acumulan y que
no se consiguen desahogar adecuadamente.
¿Qué aspectos pueden producir dichas tensiones?
Señalarles límites a los niños es un factor detonante de tensión, regular su conducta, normar el
comportamiento, pero también transmitirles la noción o enseñarles que está permitido exteriorizar
sentimientos de enojo, frustración o tristeza, lo cual es sano y permitido, y al ser menores en
proceso de madurez emocional tendrán seguramente explosiones emocionales o conductas no
gratas al entorno, pero no por ello malas o de preocupación.
Los niños a los que no se les ha permitido esa asimilación, son más propensos a descargar la
frustración desviando la agresividad hacia otros, o permaneciendo ensimismados en sus
necesidades o sentimientos adversos a su persona, disminuyendo su confianza y habilidades de
socialización. Es importante considerar que los niños necesitan el movimiento para descargar
tensiones, cuando esa posibilidad falta o se halla demasiado limitada, desarrollarán otros
mecanismos para lograr la distensión, generalmente inadecuados.
Así mismo el aprendizaje comportamental que el exterior genera en un niño es motivo de tomar en
cuenta, esto se puede dar con una permanencia demasiado prolongada frente al televisor, mismo
que deja una acumulación de impresiones, estímulos y recuerdos que el pequeño no es capaz de
procesar, lo que produce estados de saturación, a veces angustia, tensiones y aprendizajes que
después buscara reproducir.
El vínculo con los padres y sus comportamientos asociados en ello, tienen considerable influencia
sobre el desarrollo físico y emocional de los niños. El niño que logra establecer una relación sólida
con sus figuras paternas, más tarde soporta mucho mejor las tensiones, y además dispone de
mecanismos adecuados para resolverlas, comprendiendo las señales que se le envían y sabiendo
interpretarlas, reaccionando con prontitud, asertividad y conforme a la situación y su edad.
Consideremos que los niños con déficit de atención muestran carencias peculiares; tienen poco
autocontrol, deficiente noción de temporalidad y limitaciones específicas. En estas condiciones la
conciencia, la experiencia, la sensación y las conductas también se vuelven caóticas. No sirve de
nada el desgaste con expresiones ¡Deja de moverte tanto, que me estás poniendo nervioso!
“Obedece o no te dejaré hacer esto o no te compraré lo otro”. Por el contrario como estrategia se
sugiere que los adultos formulen con claridad qué comportamientos desean, en vez de limitarse a
subrayar lo que no desean. Haciendo que el menor se fije en sus propias destrezas, se consigue
más, que criticándoles los comportamientos no deseados.
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