PINTORES ESPAÑOLES EN EL CALLEJERO DE PARÍS

Transcripción

PINTORES ESPAÑOLES EN EL CALLEJERO DE PARÍS
 PINTORES ESPAÑOLES EN EL
CALLEJERO DE PARÍS
Por Antoni Gelonch-Viladegut
Para la Colección Gelonch Viladegut
www.gelonchviladegut.com
París, diciembre 2011.
1. Introducción. Los pintores han honrado París con su presencia, y a su vez la ciudad se lo agradece poniendo placas en las casas en que vivieron y dando sus nombres a algunas calles. Más de 200 calles, avenidas, bulevares, paseos, plazas, jardines, etc., recuerdan la memoria de un pintor, de un grabador o de un dibujante. Pero debe constatarse que, de acuerdo con la mentalidad de la administración municipal, al dar un nombre a una de sus calles, la Ciudad quiere en primer lugar honrar a un parisino o a un francés. Los pintores extranjeros en el callejero son más bien poco numerosos, excepto los que tuvieron una influencia reconocida respecto de la pintura francesa, como es el caso de los maestros del Renacimiento italiano (Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, pero no es el caso ni de Tintoretto ni del Veronés). Aunque no hubieran ido nunca a París, estos grandes artistas fueron las referencias de la enseñanza de las bellas artes, aquéllos por los que los aprendices de pintor iban a Roma. Los españoles, por su parte, tienen una plaza significativa y reservada en el callejero para los grandes pintores “descubiertos” por los románticos. El Greco, Velázquez, Ribera o Murillo tienen su calle, pero no es el caso de Goya (!). Estos grandes pintores del Siglo de Oro español acabaron influenciando tanto a los académicos, tipo Carolus-­‐Duran, como a los realistas tipo Manet. De hecho, sólo 5 calles de París rinden homenaje a un pintor español. La cosecha es, pues, corta pero significativa. Pasaremos a detallar ahora quienes son esos 5 pintores y donde se hallan las calles que les han sido otorgadas. La presentación la haremos siguiendo el orden cronológico. En los cinco casos me he centrado en investigar, básicamente, su relación con París, con la ciudad y/o con sus habitantes. El lector juzgará si lo he conseguido, y si estas informaciones son de su interés. Colección Gelonch Viladegut 2 2. JOSÉ DE RIBERA (1588-­‐1652). La calle en honor de José de Ribera, que se halla en el muy chic distrito XVI, fue declarada como tal en 1869. José (o Josepe) de Ribera, llamado “lo Spagnoletto”, nacido en Xàtiva, pasó toda su vida en Italia, primero en Parma y después en Roma y en Nápoles donde murió. Fue conocido en Francia en el siglo XVIII a través de los grabados realizados a partir de sus obras, pero sobretodo lo fue a partir de principios del siglo XIX gracias a coleccionistas como el Mariscal Soult, que tenía un gran número de obras del maestro en su casa del número 69 de la calle de la Universidad, o como el Dr. Louis La Caze, que poseía el famoso “El pie varo” o “El lisiado” (1642), que legó al Louvre en 1869. El Dr. Louis La Caze poseía una muy importante colección de cuadros, especialmente de pintores españoles, flamencos, holandeses y franceses del siglo XVIII. El Doctor recibía los domingos a sus amigos pintores, como François Bonvin, Fantin-­‐Latour o Manet. Philippe Burty, grabador y crítico de arte decía de él: “Amaba a los artistas. Nos dejaba copiar en su casa todo aquello que queríamos”. En casa del Dr. La Caze se podían admirar obras de Watteau, Chardin, Boucher o Fragonard, que eran artistas poco apreciados en esa época y que no estaban representados en el Louvre. Legó 583 cuadros a los grandes museos franceses, de los cuales más de doscientos fueron a parar al Louvre, entre los cuales “El pie varo” de Ribera (aquí reproducido) y el “Gilles” de Watteau. Por otra parte, debe destacarse también que en la denominada galería española del rey Luis-­‐
Felipe, abierta en el Louvre entre 1838 y 1852, había nada menos que 26 cuadros de Ribera. También cabe subrayar que por la violencia y crudeza de su estilo, Ribera marcó fuertemente a los “realistas” franceses de los años 1860, como Théodule Ribot, François Millet, François Bonvin, Alphonse Legros, etc. Colección Gelonch Viladegut 3 ”El pie varo”, José de Ribera (Museo del Louvre, Paris) Colección Gelonch Viladegut 4 3. DIEGO DE SILVA VELAZQUEZ (1599-­‐1660) La “Avenue Vélasquez” está situada en el 8º arrondissement (distrito). Esta avenida que fue abierta en 1861, en las inmediaciones del muy burgués Parque Monceau, recibió el nombre de Velázquez en 1869. Diego de Silva Velázquez nació en Sevilla y murió en Madrid, donde trabajaba al servicio del rey Felipe IV. Comenzó a ser conocido en Francia durante el siglo XIX, cuando escritores y artistas, como Prospero Mérimée, Théopile Gautier y Delacroix “descubrieron” España. Su influencia sobre la pintura francesa no ha cesado, desde entonces, de aumentar. Uno de los primeros cuadros de Manet, el “Buveur d’absinthe” (en la Ny Carlsberg Glyptotek de Copenhague), que fue rechazado en el Salón de 1859, se inspiró en el “Menipo” (en el Museo del Prado en Madrid) de Velázquez. “Menipo” (Velázquez, Museo del Prado, Madrid) Colección Gelonch Viladegut 5 En 1865, Manet vio sus telas en Madrid y escribió estas líneas a Baudelaire: “En fin, amigo mío, he conocido a Velázquez y os digo que es el mayor pintor que jamás ha existido; he visto en Madrid treinta o cuarenta telas suyas, retratos o cuadros, que son todas obras maestras...” El año siguiente, su amigo Carolus-­‐Duran regresó de una estancia en Madrid con una gran pasión por Velázquez que él transmitiría a sus numerosos alumnos. “Infanta María Teresa de Austria”. Diego de Silva Velázquez, Museo del Louvre, Paris Colección Gelonch Viladegut 6 4. BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (1618-­‐1682). Esta calle, también sita en el distrito VIII, fue abierta asimismo en 1867, en los aledaños del Parque Monceau, y recibió el nombre de Murillo al año siguiente. Nacido y muerto en Sevilla, donde pasó toda su vida, Bartolomé Esteban Murillo era durante el siglo XVIII uno de los escasos pintores españoles conocidos en Francia. Pero Murillo fue sobretodo redescubierto a principios del siglo XIX, gracias a las colecciones reunidas por el Mariscal Soult, gobernador de Andalucía en tiempos de la invasión napoleónica, y después por el banquero Alexandre Aguado, antiguo ayuda de campo de Soult, en su casa del número 6 de la calle Drouot. En esta línea, es interesante destacar cómo Delacroix se acordaba, en su Diario, después de una conversación con Paul Delaroche, de “los admirables Murillo del mariscal Soult que él tenía a bien dejarme admirar” en su casa del número 69 de la parisina calle de la Universidad. El hôtel de Talleyrand-­‐Périgord, del siglo XVIII, comprado por el mariscal Soult, fue demolido el 1868. El mariscal Soult, como ya hemos indicado, había reunido una considerable colección de pinturas, especialmente cuadros de pintores españoles, “constituida” (no entraremos a saber cómo) durante los cuatro años que pasó en Sevilla como gobernador y jefe del segundo cuerpo de la “Grande Armée”, entre 1804 y 1808. Esta colección contribuyó a dar a conocer los pintores españoles en Francia, y especialmente a Murillo y a Zurbarán. Delacroix la visitó el 3 de mayo de 1824. El 30 de noviembre de 1853 la evocaba en su “Diario”, tal y como hemos transcrito un poco más arriba. Aunque este ‘ favor de visita’ del mariscal Soult se acordaba, según parece, con parsimonia si hacemos caso de un artículo aparecido en la revista “L’Artiste” en 1836: “M. Soult se presta, con complacencia, que acompaña de expresiones como si le supiera mal, a dejar visitar su galería a aquellos que se lo solicitan por escrito; pero ello hace que la publicidad sea muy corta; a los artistas no les gusta hacer este tipo de peticiones y, de todos modos, no es mediante una simple visita que podrán analizar estas bellas telas, dibujarlas, tomar algún croquis, hacer estudios; estas obras están, como decía, perdidas para el arte”. Tras la muerte del mariscal, la colección fue dispersada. Los días 19, 21 y 22 de mayo de 1852, 155 cuadros fueron puestos a la venta por el marchante de cuadros Lebrun, el marido de Élisabeth Vigée-­‐Lebrun, en su establecimiento del número 8 de la calle de Sentier. Fue un considerable acontecimiento como lo contaba el pintor y crítico de arte Étienne Jean Delécluze en el “Journal des débats”: “La calle de Sentier ha visto pasar, durante tres días, todas las carrozas del faubourg Saint-­‐Germain y todas las calesas de la Chaussée-­‐d’Antin. La venta de los cuadros del mariscal-­‐general Jean-­‐de-­‐Dieu Soult, duque de Dalmacia…hete aquí el acontecimiento del día…Cada cual explica a su vecino la historia de esta galería, cuya celebridad fue europea: no era una colección particular, era un museo…Hay ahora mismo en el hotel Lebrun quince Murillo entre los que hay telas de primer orden del maestro…”. En 1858, los herederos de Soult cedieron al Louvre cinco cuadros, tras conseguir un acuerdo de tipo fiscal: dos Murillo, la “Cocina de los ángeles” y el “Nacimiento de la Virgen”, dos Zurbarán y un Herrera. En 1867, se organizó otra venta, en este caso de 16 cuadros. Colección Gelonch Viladegut 7 ”Nacimiento de la Virgen”. Bartolomé Esteban Murillo (Museo del Louvre, París) También había cuadros de Murillo en la llamada galería española del rey Luis-­‐Felipe, una colección que fue dispersada a la muerte del rey en Londres en 1850. Murillo fue en el siglo XIX uno de los pintores más copiados del Louvre: sus escenas religiosas eran particularmente apreciadas para decorar las iglesias que habían sido vaciadas por la revolución o bien para decorar nuevos templos. Como ya hemos indicado, dos otras calles recibieron en la misma época el nombre de pintores españoles célebres: Velázquez y Ribera. París reconocía de este modo la influencia de la pintura española del Siglo de Oro sobre el arte francés de esta segunda mitad del siglo XIX. Colección Gelonch Viladegut 8 5. MARIANO FORTUNY Y MARSAL (1838-­‐1874) La antigua calle Guyot Prolongée, en el distrito XVIII, recibió en 1877 el nombre de Mariano Fortuny y Marsal. Se da la circunstancia de que Fortuny había vivido en esta calle. Nacido el 11 de junio de 1838 en Reus (Cataluña) y fallecido el 21 de noviembre de 1874 en Roma, este pintor viajó mucho por Europa, particularmente por España, y también por Marruecos de donde extrajo muchos temas para sus obras. Vivió en París en 1866 y trabó relación con Léon Gérôme y con Ernest Meissonier. Expuso en la galería del marchante de cuadros Goupil quien ostentaba la exclusividad de su producción. ”La Vicaría”, Mariano Fortuny (Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona). « Étude d'après un chapiteau arabe à l'Alhambra de Grenade », Mariano Fortuny, Museo del Louvre, Paris Colección Gelonch Viladegut 9 6. PABLO PICASSO El Carrefour Vavin, a caballo entre los distritos VI y XIV, recibió el nombre de plaza Pablo-­‐
Picasso en 1984. Pablo Picasso nació en Málaga el 25 de octubre de 1881. Fue por primera vez a París el año 1900 acompañado de su amigo Casagemas, con el objetivo de visitar la Exposición Universal. Un cuadro de Picasso, “Los últimos momentos” estaba expuesto en el pabellón español de la Exposición. Picasso y Casagemas se alojaron en el taller que les dejó el pintor Nonell en el número 49 de la calle Gabrielle, en Montmartre. Es aquí donde Picasso pintó “Le Moulin de la Galette” (en el Guggenheim Museum de Nueva York). Picasso había conocido a Nonell en Barcelona en el café vanguardista “Els Quatre Gats”. Volvió a París al año siguiente, y tuvo entonces una habitación y un estudio en el número 130 ter del bulevar de Clichy, en el piso de Pere Manyac, hijo de un industrial catalán, quien se presentaba como su manager. Es en este piso donde pintó “El Tubo”, también llamado “La habitación azul” (hoy en la Phillips Collection, en Washington DC). En el número 128 de este bulevar, donde había un café, fue donde, el 17 de febrero de 1901 se suicidó Carles Casagemas, el amigo de Picasso. Casagemas había organizado una cena para sus amigos antes de regresar a Barcelona. Muy afectado por su desgraciada historia de amor con una modelo, Germaine, le disparó un tiro de revolver que ni tan siquiera la rozó, y después dirigió el arma contra él mismo. Este trágico final afectó mucho a Picasso quien se encontraba en esos días en Madrid: habiendo tenido una relación con Germaine, se sentía en parte responsable del drama. La serie de cuadros que les inspiraron la muerte de su amigo (“La muerte de Casagemas”, “Casagemas en su ataúd” y “Retrato de Casagemas muerto”) marcaron su abandono del expresionismo coloreado, a la Toulouse-­‐Lautrec, y escenificaron su entrada en la tristeza del período azul. Es también en esta época que Picasso entró en relación con el Dr. Jullien, director de la prisión-­‐
hospital de Saint-­‐Lazare (en el número 107 del bulevar Saint-­‐Denis), un centro para prostitutas que padecían alguna enfermedad venérea. Picasso le visitó a menudo y allí encontró en parte la inspiración para sus maternidades del periodo azul. En 1901 también conoció a Max Jacob, del que sería amigo y confidente. Picasso le hizo varios retratos e ilustró varios de sus libros. Muy pobres los dos, compartieron durante poco tiempo una habitación en el bulevar Voltaire. Después de varias idas y venidas entre París y Barcelona, Picasso se instaló el 1904 en el Bateau-­‐Lavoir, sito en el número 13 de la calle Ravignan, en el taller que había dejado libre Paco Durrio, escultor y ceramista. Allí vivía con Fernande Olivier. Picasso estuvo en el Bateau-­‐
Lavoir entre mayo de 1904 y septiembre de 1909, y allí pintó las telas de su período rosa y la celebérrima “Les Demoiselles d’Avignon” (hoy expuesta en el MoMA de Nueva York). Era el principio de las experimentaciones cubistas con Georges Braque, cuyo taller estaba en el número 48 de la calle de Orsel. Como dirá el propio Picasso: “Casi cada noche, yo iba a ver a Braque a su taller o él venía a mi casa, era absolutamente imprescindible que discutiéramos del trabajo que habíamos hecho durante el día”. Colección Gelonch Viladegut 10 “Les Demoiselles d’Avignon”, Pablo Picasso, Museum of Modern Art (MoMA), Nueva York. Fernande Olivier, entonces compañera de Picasso, describió así el taller en “Picasso et ses amis” (1933): “Un somier sobre cuatro patas en una esquina. Una pequeña cubeta de hierro fundido completamente oxidada servía de base para una palangana de arcilla amarilla que servía de toilette; una toalla y un poco de jabón estaban puestos sobre una mesa de madera blanca. En otra esquina, una maletita en negro hacía las veces de un asiento poco confortable. Una silla de paja, caballetes, telas de todas las dimensiones, tubos de colores dispersos por el suelo, pinceles, recipientes con aguarrás, una cubeta para los aguafuertes, sin cortinas. En el cajón de la mesa, había un ratón blanco domesticado que Picasso cuidaba con ternura y que mostraba a todo el mundo”. En 1905, Leo Stein descubre a Picasso tras ver dos cuadros suyos en el establecimiento del marchante de cuadros Sagot, en el número 46 de la calle Laffitte. Estos dos cuadros son “Familia de acróbatas con un mono” y “Niña con un cesto de flores”. Leo fue con su hermana Gertrude al taller de Picasso en el Bateau-­‐Lavoir y le compraron varias telas. Algo más tarde, Gertrude hizo varias veces por semana, y a pie, el camino entre la calle de Fleurus (donde vivían los Stein) y el taller de Picasso en la calle Ravignan. Según parece hasta 90 sesiones fueron necesarias para finalizar su retrato. Después de “Les Demoiselles d’Avignon”, Leo no siguió más a Picasso, mientras que su hermana Gertrude aumentó su grado de intimidad y de amistad con el artista. También en 1905, Picasso frecuentaba el Circo Medrano (instalado en el número 63 del bulevar de Rochechouart), y fue allí donde se inspiró para plasmar los saltimbanquis de su periodo rosa. Es también en esta época (a partir de 1905) en que Picasso frecuentaba la vivienda y taller del Douanier Rousseau (en la calle Perrel, en Montparnasse, hoy desaparecida). En esta finca, el Colección Gelonch Viladegut 11 Douanier Rousseau daba cursos de dibujo, pintura y acuarela para niños y adultos y organizaba veladas musicales y familiares para la gente del barrio, a las que invitaba a sus amigos pintores. Fernande nos cuenta una de estas veladas: “cuando nosotros llegamos sobre las 9, dos o tres parejas endomingadas estaban la mar de tiesas en sus sillas demasiado pegadas, y puestas en fila como si se tratara de una sala de conferencias. Eran los panaderos, los tenderos, los carniceros del barrio. Al fondo, un estrado. Poco a poco, los invitados iban llegando. Para evitar el embotellamiento. Rousseau les obligaba a sentarse conforme iban llegando. Él se sentaba en una silla cerca de la puerta, como una acomodadora de teatro. Cuando todo el mundo había llegado empezaba la sesión. Allí había artistas, ya sea pintores, escritores o actores, como Picasso, Duhamel, Blanche Albane, Max Jacob, Apollinaire, Delaunay, algunos alemanes, mezclados con los comerciantes del barrio y los amigos personales de Rousseau. De golpe, Rousseau montaba en el estrado y tocaba una pieza con su violín y la sesión comenzaba. Justo después aparecían de forma consecutiva personas que cantaban canciones ridículas u otros que declamaban monólogos sin fin. Rousseau, cuando nos íbamos, estaba eufórico, y decía: ¡Ha sido una velada exitosa!”. Es la época también en que “la banda de Picasso” frecuentaba el cabaret “Le lapin agile”, en la calle des Saules, en el distrito XVIII. El 1911, se mudó con Fernande a un piso en el número 11 del bulevar de Clichy, pero enseguida volvió al Bateau-­‐Lavoir, para alejarse de Fernande, pues acababa de conocer a Eva Gouel, quien a su vez vivía con el pintor Marcoussis. En este edificio del bulevar de Clichy, Picasso disponía de un gran estudio orientado al norte y que daba sobre el bulevar y de un piso en el centro cuyas ventanas daban justo a los árboles de la avenida Frochot. Como el éxito le empezaba a llegar, Picasso pudo quitar el taller inhóspito del Bateau-­‐Lavoir para instalarse en este inmueble burgués, propiedad de Théophile Delcassé, antiguo ministro de Asuntos Exteriores. Su compañera Fernande Olivier cuenta, de nuevo, en “Picasso et ses amis” la sorpresa del personal encargado de la mudanza al ver la diferencia entre los dos pisos: “Seguramente, decía uno de ellos…a esta gente les ha tocado la lotería”. La puesta a punto de este piso necesitó algunas compras en las que Picasso mostró su concepto más bien particular de la decoración, concepto que no se correspondía para nada con los gustos más conformistas de su compañera quien, a este propósito escribió: “Picasso no había tenido jamás la mínima idea de como amueblar un estudio…Compraba al azar de sus paseos muebles y objetos que acababan por atestar sus talleres…En materia de decoración, Picasso tenía un gusto que le impulsaba a comprar, a menudo por pura ironía, los objetos más ordinarios…Objetos de vidrio de un azul cegador los ponía al lado de tazas con motivos campestres…Le gustaban los trozos viejos de tapicería, Verdures, Aubusson, Beauvais, en los que en algunos casos era difícil adivinar el motivo porque estaban en muy mal estado. Instrumentos de música, viejos cuadros que habían perdido el aspecto dorado de sus marcos. “ En esta época Picasso frecuentaba asimismo la famosa “La Closerie des lilas” (en el número 171 del bulevar Montparnasse). Tal y como también nos cuenta Fernande en la obra citada: “todos los martes, la banda de Picasso se reunía en La Closerie des lilas, para asistir a las veladas de Vers et Prose de las que Paul Fort era el fundador-­‐director y André Salmon el Colección Gelonch Viladegut 12 secretario…A estas reuniones venían poetas, escritores, pintores, escultores, músicos, jóvenes y viejos. Allí vi las figuras más extrañas de los artistas de la época, casi todos ellos llenos de talento… ¡Qué vida! ¡Qué follón! ¡Qué locuras! Cuantas y cuantas interminables discusiones que el patrón terminaba a menudo poniéndonos de patitas en la calle…” El 1912 cambió Montmartre por Montparnasse, y se instaló con Eva, en el número 242 del bulevar Raspail, donde tenía un taller en lo que se conocía como la “cité Nicolas Poussin”. Es en este taller donde Picasso realizó los collages de Guitare-­‐assemblage y los papeles pegados de su periodo cubista. Pero estuvo poco tiempo, porque a Eva no le gustaba, y al año siguiente, en septiembre de 1913, se mudaron al número 5 bis de la calle Schoelcher. Eva murió de tuberculosis el 14 de diciembre de 1915, y fue entonces cuando Picasso se fue a vivir a Montrouge. Entre 1913 y 1916, pues, Picasso vivió en la calle Schoelcher, en el distrito XIV. El 19 de agosto de 1913 escribía lo siguiente a su amiga Gertrude Stein: “Hemos encontrado un estudio con un apartamento muy grande y lleno de sol, cerca de nuestra casa, es el 5 bis de la calle Schoelcher”. En “Les Années et les Hommes” (1962), Ilya Ehrenbourg se acuerda de su primera visita “a principios de 1915, un frío día de invierno” y dice: “En el estudio, uno no se podía ni mover: el suelo estaba cubierto de cuadros, de trozos de cartón, de telas, de materiales de hierro, de madera. Tubos de colores ocupaban completamente una esquina…Veía pintura por todas partes: en las paredes, en el taburete roto o sobre las cajas de puros. Picasso me confesó que en determinados momentos no podía sufrir ver una superficie que no estuviera cubierta de pintura. Trabajaba con un frenesí increíble…Le pregunté para qué servía la chapa que había allí: Picasso me dijo que quería utilizarla pero que aun no sabía como. Me parece que no existen materiales que él no pudiera utilizar…En el taller había muchas esculturas negras y una gran tela del Douanier Rousseau…” Como se ha dicho, Picasso vivía en esta época con Eva Gouel, su fuente de inspiración durante este periodo cubista: la pintó en sus cuadros bajo el seudónimo de “Ma jolie”. Hizo numerosos estudios de Eva para “Femme en chemise dans un fauteuil”, obra en la que reintrodujo la figura humana tras años de experimentación. En 1918, se casaría con Olga Koklova, bailarina de los Ballets rusos de Diaghilev, y la pareja se trasladó a vivir al número 23 de la calle de La Boétie, donde ocupaban dos apartamentos: uno como piso y el otro como taller. Picasso vivió en esta casa entre 1918 y 1937. Su marchante Paul Rosenberg fue quien le encontró este apartamento. Tras Montmartre y Montparnasse, esta mudanza a un barrio burgués representaba el símbolo del ascenso social del pintor. Picasso vivía en el 5º piso y alquiló el apartamento de arriba para convertirlo en su taller: coexistían pues el piso de Olga, muy estrictamente ordenado, donde ella vivía y recibía a sus amigos, y el del pintor donde reinaba la más absoluta fantasía. Colección Gelonch Viladegut 13 “Retrato de Olga en un sillón”. Pablo Picasso (Museo Picasso, París) En “Conversaciones” con Picasso (1964), el fotógrafo Brassaï nos cuenta su visita al taller: “Nunca un alojamiento burgués fue amueblado de una forma tan poco burguesa; cuatro o cinco habitaciones –cada una con su chimenea en mármol y encima el correspondiente espejo-­‐ completamente vacías de muebles, llenas de cuadros apilados, de cartones, de paquetes, de amasijos conteniendo los moldes de las estatuas, pilas de libros, ramas de papel, objetos ciertamente heteróclitos, puestos de cualquier manera, a lo largo de las paredes, e incluso por el suelo…Las puertas de las habitaciones estaban abiertas o se habían quitado, lo que transformaba el gran apartamento en su taller…Picasso había dispuesto su caballete en la habitación más grande, la que tenía más luz…La ventana daba al sur y ofrecía unas bellas vistas de los tejados de París, repletos de chimeneas rojas y negras, entre las que aparecía, fina y lejana, la silueta de la torre Eiffel”. Picasso hizo muchos dibujos a partir de las vistas desde su ventana. El dibujó también el “Salon de la rue de La Boétie” (1919, Paris, museo Picasso) en el que mostraba con ironía una recepción un poco comedida de Olga con Jean Cocteau, Erik Satie y el crítico inglés Clive Bell. Entre 1936 y 1955 Picasso vivió en el Hôtel de Savoie-­‐Nemours, en el número 7 de la calle de los Grands-­‐Augustins. La fotógrafa Dora Maar, con quien Picasso tenía una relación, habitaba justo al lado, en la calle de Savoie. Fue ella quien le encontró estos aposentos, que habían sido ocupados justo antes por el actor Jean-­‐Louis Barrault. En este hotel del siglo XVII, Picasso pintó en 1937 el “Guernica” (hoy en el Centro Nacional Museo de Arte Reina Sofía de Madrid). Al acabar la guerra, Picasso hizo diversos cuadros a partir de la vista que tenía desde su ventana: los muelles del Sena, Notre-­‐Dame, el Pont-­‐Neuf, el Vert-­‐Galant, etc. Después de la guerra, Picasso se fue a vivir al Sur (al Midi) y no eran frecuentes sus estancias en París, aunque continuó utilizando este taller de la calle Grands-­‐Augustins cuando estaba en la ciudad. Pero, de todas maneras, es un hecho que en 1951 compró dos apartamentos en la calle Gay-­‐Lussac: uno para su segunda esposa, Françoise Gilot, y otro para utilizarlo como taller. El 1967 lo expulsaron de su taller de los Grands-­‐Augustins. En el número 25 de esta calle de Grands-­‐Augustins se encontraba un restaurant denominado “Le Catalan”. Este restaurant fue simbólicamente adoptado por Picasso y llegó a pintar el buffet que se encontraba en la sala. Como él mismo explicó a Robert Desnos: “Yo almorzaba Colección Gelonch Viladegut 14 en Le Catalan desde hacía meses y, tras los dos últimos meses, yo miraba su buffet sin pensar otra cosa que en que ‘es un buffet’. Un día, decidí de hacer un cuadro. Lo hice. Al día siguiente, cuando llegué, el buffet no estaba. Su emplazamiento estaba vacío. Yo debí cogerlo sin darme cuenta al pintarlo” (en Robert Desnos, “Picasso 16 peintures 1939-­‐1943). En mayo de 1943, Picasso encontró a Françoise Gilot en Le Catalan. En “Vivir con Picasso” (1965), ella cuenta que habiéndose apercibido de su presencia, mientras que ella cenaba con el actor Alain Cuny, él se le acercó al final de la cena “con una compotera de cerezas en la mano”: esta compotera figura en un cuadro titulado “Buffet du Catalan”. Picasso fijó de esta manera el recuerdo de este primer encuentro con aquélla que acabaría siendo su segunda esposa. El poeta surrealista Georges Hugnet ha conservado los manteles de papel sobre los que Picasso no paraba de hacer dibujos y los presentó en una exposición en el pabellón de las Artes en marzo de 1995. En la línea de poner en evidencia los lazos entre Picasso y París, cabe también reseñar que en 1958 fue inaugurada la sede de la Unesco (en la plaza de Fontenoy, en el distrito VII), y en esa sede puede admirarse una pintura de Picasso: “La caída de Ícaro”. Picasso murió el 8 de abril de 1973 en la masía de Notre-­‐Dame-­‐de-­‐Vie en Mougins, cerca de Cannes. Y en 1974 se creó, gracias a las daciones de sus herederos, el Museo Picasso de París, sito en el número 5 de la calle de Thorigny, en el hotel Salé. Picasso vivió en París con una gran intensidad, como Picasso lo hizo siempre allí por donde pasó. Hôtel Salé, sede del Museo Picasso de París. Colección Gelonch Viladegut 15 

Documentos relacionados