humor y moda

Transcripción

humor y moda
Jean-Paul
Goude:
HUMOR Y MODA
¿A quien se le hubiera
ocurrido transformar
a Laetitia Casta en
un hombre, encerrar a
Vanessa Paradis en
una jaula, convertir a
Azzedine Alaïa en un
muñeco en manos de
una gigantesca Farida
Khelfa o subir a Naomi
Campbell sobre un
elefante? A Jean-Paul
Goude. Publicista,
fotógrafo, grafista,
director y responsable
de la imagen de las
Galerías Lafayette
Fotos: cortesia de jean-paul goude. Izquierda: efe.
Por Florencia Sañudo
“Soy un autor
de imágenes”
Eso dice de sí mismo
Jean-Paul Goude (arriba).
A la izquierda, Bétes
de Mode, en Galerías
Lafayette, París, 2006.
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Personajes en
movimiento
Izquierda: Azzedine
Alaïa y Farida Khelfa en
Azzedine y Farida;
París, 1985.
Aquí: Naomi Campbell;
Knysna, Sudáfrica, 2009.
Abajo, a la izquierda:
Laetitia Casta
transformada en
L’Homme, en Galerías
Lafayette; París, 2004.
Abajo, a la derecha:
Libertango, proyecto
de ropa de escena;
Nueva York, 1981.
A
A nivel popular, su nombre no es tan conocido
como sus imagenes,
pero en el medio de
la publicidad y de la
moda, el hombre es un
mito. Desde hace más de 40 años, JeanPaul Goude juega con su imaginación
—y la del público— a través del dibujo,
la fotografía y la publicidad, destilando
imágenes originales e irreverentes que provocan asombro y, a menudo, una sonrisa.
Su estilo es tan personal, que cuando otros
apuestan a los colores y al humor se dice
que están “haciendo Goude”. El, por su
parte, se considera incalificable, y si debe
explicar su trabajo, dice sencillamente:
“Soy un autor de imágenes”.
Embellecer la realidad
Jean-Paul Goude nació en 1940, en
Saint-Mandé, una comuna tranquila de
las afueras de París. Su padre era francés
y su madre, una bailarina estadounidense
que dejó Broadway por amor, para instalarse en Francia. Fue ella quien lo introdujo en el mundo de la danza y de
la música, que luego serían parte
intrínseca de su obra. “En casa
se hablaba constantemente
de danza; de quién bailaba bien y quién no”,
recuerda Goude. De su
madre también heredó
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una tendencia a exagerar, a embellecer
la realidad y fue ella quien le transmitió
el principio de ser fiel a sí mismo y
libre de prejuicios.
Ya de pequeño su talento por el
dibujo era totalmente natural. “Como todos
los niños de mi generación adoraba los
westerns y dibujaba soldados, indios, cowboys… pero siempre estaba del lado de los
pieles rojas, de los guerreros africanos...
Cuando vi Las minas del rey Salomón, un
filme de aventuras filmado en Africa, que
incluía una imagen de danza con auténticos
guerreros tutsis, todo cambió para mí. A
partir de entonces, solo dibujé personajes
en movimiento”, señala. “Esa es mi herencia, la base de mi trabajo: el gusto por el
exotismo, el cuerpo,
la imagen dibu-
jada, la música, la danza y, sobre todo, el
estilo”, afirma Goude.
Como es obvio, estudió dibujo y rápidamente debutó su carrera como ilustrador, primero para la revista Marie Claire
y luego para la tienda Au Printemps, que
en 1964 lo contrató para decorar el departamento masculino. Pero su primera gran
oportunidad surgió en 1969, cuando el
director de la revista norteamericana Esquire, a quien le había hecho llegar sus
dibujos, le encargó un número especial y
terminó ofreciéndole la dirección artística.
Allí, fue observando el trabajo de sus
colegas y comprobó hasta qué punto los intentos de los ilustradores para imitar el realismo fotográfico, de moda en esa época,
no solo eran vanos, sino que exigían un
empeño desproporcionado. Era necesario
tomar una enorme
cantidad de fotos de
referencia para poder
componer la imagen,
un esfuerzo patéticamente trabajoso. ¿Por
qué no pintar directamente sobre las fotos
y componerlas como
un collage? Entonces
comenzó a hacer exactamente eso, aunque fue en
los años 1990, con el principio de la era numérica,
que pudo producir imágenes de manera más asidua y regular. Pero sus herramientas indispensables,
entonces como ahora, siguen siendo las mismas: cinta
adhesiva, tijeras, cutter…
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Transformaciones
audaces
Izquierda: Christian
Lacroix saluda a Elsa
Schiaparelli, 2013.
Derecha: Grace Jones en
Grace, revisada y
corregida, foto pintada;
Nueva York, 1978.
Debajo de estas líneas: Jean
Paul Gaultier, en Galerías
Lafayette; París, 2011.
Abajo: Le correcteur corrigé,
París, 1998. En colaboración
con Mario Testino.
La publicidad
Su segunda oportunidad —una propuesta
para hacer la publicidad de una marca de
jeans— lo llevó de Nueva York nuevamente a París. La consideró con un poco
de reticencia, pero la carta blanca que la
agencia le ofrecía venció sus dudas. Y
finalmente fue allí que afirmó su singular
estilo y su visión.
Hoy puede afirmarse que Goude es
el autor de algunos de los más bellos
filmes publicitarios del mundo. De su
enorme producción en los años 1980,
1990 y 2000 muchos se convirtieron en
verdaderos clásicos, como el célebre que
hizo para el perfume Egoïste, de
Chanel, con decenas de mujeres
furiosas abriendo y cerrando ventanas al grito de: “¡Egoísta!”, o el
de Vanessa Paradis convertida
en un pájaro de paraíso encerrado
en una jaula dorada para el perfume Coco, también de Chanel.
(Cabe decir que ambas campañas ayudaron a vender cientos de
miles de litros de las fragancias en
pocos meses).
De la publicidad de la mujer
rugiente que desafía a un león por
una botella de Perrier a las imágenes ultracoloridas de la publicidad de Kenzo en el 2013, tanto
como las campañas de Orangina,
Citroën, Kodak, Guerlain,
Louis Vuitton, Hitachi y MTV,
todas llevan la firma de Goude:
una inconfundible joie de vivre.
Pero la gran historia de amor
de Goude, profesionalmente hablando, es la que vive con las Ga56
lerías Lafayette. Desde el 2001, Goude ha
hecho para esta célebre tienda parisina una
continua producción de afiches que alegran
las paredes del metro parisino y los buses
que recorren la ciudad, con sus imágenes
que son inmediatamente identificables.
Las siluetas que pueblan el universo que
Goude imagina para Lafayette desde
hace 13 años son, originales e inmensas.
Puede ser una mujer con un sombrero en
forma de corazón, una de larguísimas
piernas sujetando un ramo de flores, una
pelirroja exuberante disputándose una
camisa con una adversaria invisible o
Laetitia Casta convertida en hombre,
cuando no la figura de alguna de las
muchas celebridades que participan de
estas campañas, de Jean Paul Gaultier
a Pedro Almodóvar, pasando por
Inès de la Fressange.
Sea lo que fuere, las imágenes
evocarán un sentimiento feliz,
porque las mujeres de Goude,
relajadas y atrevidas, a menudo
sonríen o ríen con desparpajo. No
es casual: Goude desprecia la tendencia de mostrar a las modelos
malhumoradas como diosas inalcanzables y las imágenes S&M
(sadomasoquistas) tan habituales
en la fotografía de moda. “Detesto
la obsesión de algunos fotógrafos
por el S&M. Lo que a mí me gusta
es provocar alegría…”, dice.
Un desfile para
recordar
Curiosamente, un punto culminante en su carrera no tuvo nada
que ver con la publicidad. Fue en
1989, cuando se le encargó imaginar un desfile muy especial por
el bicentenario de la Revolución
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su Vida privada
Francesa. El resultado fue un evento espectacular sobre los Champs Elysées, al
que asistieron 40 jefes de estado, en el que
mucha gente estuvo representada: entre
otros, una banda americana haciendo el
moonwalk, gaiteros escoceses desfilando
bajo lluvia artificial, africanos montados
sobre caballos pintados como cebras y la
imponente soprano Jessye Norman cantando la Marsellesa envuelta en una bandera francesa. “Yo quise hacer desfilar a
aquellos que nunca lo hacen. Fue un evento
muy idealista a la gloria de la familia humana”, recordó luego. Por esto, así
como por su extensa carrera, el estado francés le otorgó en el 2012 el
título de Comandante de las Artes y
las Letras, el más alto honor que
se concede a un artista.
Originales e
irreverentes
Arriba: Laetitia Casta
convertida en
Mujer cinta; París, 2004.
Derecha: Farida Khelfa en
Farida, óleo sobre foto;
París, 1985.
Al centro, extrema derecha:
Caroline, foto pintada;
Nueva York, 1976.
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La vida y obra de Goude están íntimamente
asociadas y el término pigmalión surge a
menudo al hablar de él y de sus musas. Pero
en la mitología griega, Pigmalión era un
rey de Chipre que esculpió una estatua a
la que Afrodita dio vida y con la que él se
casó. Goude, en cambio, esculpe la estatua
a partir de la mujer que ama, convirtiéndola en criatura de sueño y de leyenda. El
llama a su sistema french correction (otro
juego de palabras a los que es tan afecto):
“una pequeña guía para poner en valor”,
que consiste en sublimar el cuerpo de sus
modelos como un cirujano-artista, usando
la tijera sobre las fotos, para modificar,
multiplicar y mejorar su imagen.
Goude siempre sintió una atracción
por la cultura africana y por las mujeres de
color, muchas de las cuales compartieron
su vida. “Ya de pequeño me extasiaba ante
las figuras de mujeres africanas, asiáticas
y magrebíes semidesnudas, esculpidas en
la fachada del Museo de las Colonias, a
100 metros (328 pies) de nuestra casa”,
recuerda. De las mujeres que amó, su musa
más célebre fue Grace Jones, en los años
1970 y principios del 1980. La colaboración profesional entre ambos (él modificó
su imagen, creó espectáculos y vestuarios
especialmente para ella), estableció a
Goude como uno los más grandes pioneros
visuales del siglo XX y transformó a Jones
de una cantante disco en una figura icónica.
Tras la ruptura con Jones, en 1982,
Goude decidió volver a Francia y fue allí
donde encontró otra musa estatuesca,
esta vez de origen argelino:
Farida Khelfa (actual
imagen de la maison
Schiaparelli), quien
fue su compañera hasta 1990.
Goude hizo de ella su modelo favorita,
convirtiéndola en el icono del estilo beur,
el de los jóvenes de la inmigración magrebí. ¿Manipulador? Nada de eso. “La
mujer para mí lo es todo”, dice. “No quiero
cambiarla, deseo que los demás la amen”.
Su actual esposa, la coreana Karen Park,
también ha posado para él, pero sobre todo
le ha dado dos hijos: Lorelei, de 18 años,
y Theo, de 14. “Miro el rostro de Karen y
me da placer”, confiesa. No puede evitarlo.
“Soy un romántico. Adoro las mujeres”.
¿Es ese el secreto de su éxito? “Creo que
es porque creo una ilusión de la realidad”,
y agrega, pragmático, “y porque mi trabajo
es original; no se parece a ningún otro”.
una exposicion
Le Théâtre de la Photographie et de
l’Image de la Ville de, Niza, Francia,
propone hasta el 25 de mayo una
exposición consagrada a la obra de
Jean-Paul Goude. A través de más
de 200 obras y un filme realizado
especialmente para la ocasión, recorre
el universo imaginario del artista, desde
sus comienzos hasta el presente.
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