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Clegg ha pasado de ser un completo
desconocido a una estrella mediática
que es comparado exageradamente con Sir
Winston Churchill y Barack Obama
Por Sergio Paz Murga
va a suceder. Todo lo que sé es que las
antiguas anclas, los antiguos patrones,
las rutinas establecidas hace tiempo,
están derrumbándose”, dijo un entusiasta
Clegg a la cadena BBC.
Las razones de su éxito han sido muchas
y se han potencializado al sumarse los
errores de sus contrincantes –David
Cameron y Gordon Brown– pero
podríamos resumirlas de la siguiente
manera:
–solo uno de tres británicos lo reconocía–
a una estrella mediática que es
comparado exageradamente con Sir
Winston Churchill y Barack Obama.
El “Obama británico”
Nick Clegg
Líder de los Liberal-Demócratas se convierte
en la sensación de la campaña electoral en
Reino Unido.
E
n un país como Reino Unido donde
la vieja tradición democrática de
su sistema lo ha vuelto predecible,
señorial y, en especial, una eterna lucha
de dos grandes partidos –tories vs. whigs
en siglo XVIII, tories vs. liberales en el XIX,
tories vs. laboristas en el XX– la irrupción
de Nick Clegg supone un acontecimiento histórico.
Clegg es el líder del Partido LiberalDemócrata y en las últimas semanas ha
pasado de ser un completo desconocido
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Tras un espectacular performance en
un primer debate televisivo el pasado 16
de abril, Clegg logró que su agrupación
subiera nada menos que 15 puntos y
disputara el primer lugar de los sondeos
a los eternos protagonistas de la política
británica: los conservadores y los
laboristas.
Ya no se trataba, entonces, de un
aburrido affaire entre dos, sino de
un tentador ménage à trois que ha
revolucionado las elecciones y pone en
peligro el tradicional bipartidismo del
Reino Unido, concebido para favorecer
mayorías absolutas y gobiernos fuertes.
“Existe una fluidez en estas elecciones
que no hemos visto quizá en ninguna
generación. No puedo predecir lo que
La salvación de un país. Las cosas no
andan bien en Reino Unido. La crisis
económica mundial ha golpeado a
la potencia europea y ha dejado las
cuentas en números rojos, a niveles no
vistos desde la Segunda Guerra Mundial.
Mientras, la corrupción brota como
pus en Parlamento y el gobierno, con
legisladores y ministros pagando las
remodelaciones de sus casas y hasta
los cortes de pelo de sus mascotas con
dinero del Estado.
Clegg parece ser la carta de salvación,
en especial para los jóvenes, hartos del
desempleo y la corrupción provocada
por los políticos tradicionales. “Él no es
como los viejos tiburones”, dicen.
Un joven brillante. A sus 43 años, el curriculum vitae de Clegg es impresionante.
Fue educado en las prestigiosas escuelas Caldicott (Buckinghamshire) y Westminster (Londres). Estudió arqueología y
antropología en la Universidad de Cambridge y después logró una beca para
estudiar en la Universidad de Minnesota
durante un año, donde escribió una tesis
sobre la filosofía política del movimiento
de la ecología profunda.
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una segregación racial hace menos de 50
años, y era el representante de uno de los
dos grandes partidos norteamericanos:
el Demócrata.
Clegg, en cambio, blanco como la
leche, y líder de los liberal-demócratas –
un partido que desde los años 20 dejó de
ser alternativa en el poder y pasó a ser
una minúscula tercera fuerza política–¬
proviene de una familia emparentada
con la añeja nobleza europea.
Su tatarabuelo fue el noble ruso Ignaty
Zakrevsky, procurador general del
Senado en la Rusia imperial, y su tía
abuela fue la escritora y baronesa Moura
Budberg. Su madre, por lo demás, es la
multimillonaria holandesa Hermance van
den Wall Bake.
Ha trabajado también como periodista,
funcionario de la Unión Europea y
eurodiputado, lo que lo convierte en
el más europeísta de los candidatos,
una cualidad extraña entre los políticos
ingleses.
Además, es políglota. Habla fluidamente
alemán, holandés, francés y un pulcro
español, que haría sentir orgulloso al viejo
Cervantes.
Carisma al estilo Obama. Esta es la
primera vez en la historia del país que los
candidatos aceptaron participar en una
serie de debates televisivos y el resultado
casi imitó las consecuencias logradas en
ese primer encuentro en Estados Unidos en
el que un joven y destemplado Kennedy
superó a un fatigado y desaliñado Nixon
en 1960, lo que le dio el pase a la Casa
Blanca.
En el primer debate entre los tres
candidatos, Clegg emergió de la
oscuridad política y deslumbró al público
mostrando una vitalidad y un carisma sin
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Los desesperados laboristas han
acusado a Clegg de ser un producto
del dinero y un elitista insensible con viejas
añoranzas por su pasado noble
precedentes, mientras Brown y Cameron,
más acartonados y atacándose entre
ellos, se presentaron de forma tradicional.
Los desesperados laboristas han acusado
a Clegg de ser un producto del dinero y
un elitista insensible con viejas añoranzas
por su pasado noble, y lo que es peor,
ruso.
Sin embargo, Gordon Brown y su gente
parecen olvidar el hecho de que su reina
Isabel II, aquella a quien reverencian
y besan la mano al saludar –mismo
Papa–, también está emparentada con
los Romanov, la familia imperial rusa
asesinada por los bolcheviques en 1917.
Quienes conocen a Clegg aseguran que
es un tipo asequible, para nada un snob
millonario y superficial. Un líder nato que
hace falta no ya en el Reino Unido sino
en Europa y el mundo.
Veremos pues si el 6 de mayo Nick Clegg
logra convertirse en la “nueva esperanza
británica” y tomar el poder para bien –o
para mal– en el tan ansiado número 10
del Downing Street.
MÁS DATOS
- Entre las principales propuestas de los
liberal-demócratas están la reforma del
sistema electoral –de mayoría simple que
favorece el bipartidismo–, regularizar
la situación de 800,000 inmigrantes sin
papeles, y profundizar la alianza con la
Unión Europea.
- Si ninguno de los partidos obtiene una
mayoría absoluta en las legislativas será
necesario formar un gobierno de coalición,
algo que no sucede desde 1974.
Clegg, de pronto, hizo recordar el estilo
Obama. Un dominio escénico total,
excelente oratoria y una verdadera
preocupación por el tema social. Habló
de hacer renacer la esperanza en el
país y dejar atrás las viejas prácticas
partidistas, de unirse en torno a un ideal
nacional de desarrollo y prosperidad.
Aunque el parecido es notable –y ello
agrada a los nuevos electores– habría
que recordar que entre Clegg y Obama
hay varias cosas que los distancian. Entre
ellas, que el presidente estadounidense
tiene un origen humilde, su color de piel
era un tabú en una sociedad que vivió
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