Extracto Chamberí

Transcripción

Extracto Chamberí
Índice
La relación de locales, comercios e instituciones que figura en este libro es consecuencia de
una investigación llevada a cabo en 2010, por lo que algunos de ellos podrían haber cerrado
o modificado su actividad.
© 2013, Juan Miguel Sánchez Vigil y María Olivera Zaldua
© 2013, de esta edición, TEMPORAE
C/ Mayor, 80
28013 Madrid
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Cartografía: Rafael Sanz
Maquetación: Pura Portero Azorín
ISBN: 978-84-940432-9-1
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esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.
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Agradecimientos
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Introducción
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Chamberí en su historia
De la Guerra de la Independencia a las coplas carlistas El agua del Lozoya y el ensanche de Castro Fin de siglo: el crimen de la calle Fuencarral La prensa local, el Metro y el campo del Racing Nuevos Ministerios, barbarie y posguerra De las tiendas de ultramarinos a Galerías Preciados
Los escalextrics y Jesucristo Superstar
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(Re)descubriendo Chamberí
Almagro
Arapiles
Gaztambide
Ríos Rosas
Trafalgar
Vallehermoso
Calles que fueron
Vivir en Chamberí: personajes
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41
101
139
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207
255
293
297
Bibliografía
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AGRADECIMIENTOS
Introducción
Los autores agradecen la colaboración de las siguientes personas y
entidades:
Marisa Andreu Cortes, Isabel Argerich, Federico Ayala Sorensem, Juan
Berrendero, Enrique Blasco Sacristán, Antonio Campuzano, Teresa Carballo
de Frutos, Manuel Durán Blázquez, Ángeles García del Olmo, Juan González
Cárceles, Inés González Rodríguez, Carlos González Ximénez, Carmen
Guío, María Teresa Guijarro Serrano, Ana Gutiérrez, Clara Herrera, Miguel
Ángel Lasso de la Vega, Nereida López Blasco, María Antonia Manzaneque,
Miguel Ángel Morillas, José María Mur Astudillo, Miguel Olivera Zaldua,
Pilar Piñón, Blanca Pons-Sorolla, Alejandro Sanz, Ángel Sanz Díaz, Ángel
Sanz Martín, Fernando Sigler, Carlos Teixidor, Isabel Tuda, Concha Tejedor,
Asen Uña, Pedro de la Vega, Antonio Lence Moreno, Rosario Mariblanca,
María Santoyo, Lucrecia Enseñat Benlliure, Miguel Ángel Urech.
Diario ABC, Fundación Diario Madrid, Agencia EFE, Archivo Ragel,
Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, Bicicletas Berrendero,
Ceseden, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Convento de la
Visitación (Salesas), Escuela de Ingenieros de Minas de la Universidad
Politécnica, Espasa Calpe, Fundación Federico Fliedner, Fundación Ortega
y Gasset, Iglesia de La Milagrosa, Instituto Internacional, Librería Sanz,
MR-Chamberí (Pedro de la Vega), Museo Sorolla, Radio Intercontinental,
Fundación Canal de Isabel II, Viena Capellanes, Ediciones La Librería,
Colección Izquierdo-Mariblanca, Fundación Mariano Benlliure, Archivo
Urech.
Chamberí es una ciudad dentro de la ciudad, un distrito cuyo nombre sugiere historias.
Surgió de la nada, de la necesidad de sobrevivir junto a la cerca que delimitaba el Madrid
de los Austrias, y creció hacia las afueras a golpe de cincel, tallando un espacio que a vista
de pájaro semeja una bandera al viento. El término, asociado al casticismo decimonónico,
ya ha trascendido los mundos del sainete y hace tiempo que la leyenda populista fue
superada. Este distrito es el de la diversidad, representado en su arquitectura altanera y
popular, desde los palacetes galantes hasta las corralas, donde el eco de las voces hace tiro
en las chimeneas. Es modélico en paisaje y paisanaje, por los edificios emblemáticos y los
nombres propios que lo habitaron y lo habitan: Vicente Aleixandre, Mariano Benlliure,
Pérez Galdós, González-Ruano, Camilo José Cela, Haro Tecglen, Miguel Gila, FernánGómez, Antonio Machado, Carmen de Burgos, Manuel Altolaguirre, Carlos Arniches, Pío
Baroja, Luis Cernuda, Julián y Javier Marías, Marcial Lalanda, Gerardo Diego, Agustín Díaz
Yanes, Andrés Amorós…
Espacio de cultura con un centenar de instituciones repartidas en sus barrios: Museo
Sorolla, Fundación Ortega y Gasset, Escuela de Minas, Instituto Internacional, Casa
del Libro, Institución Libre de Enseñanza, Biblioteca Central de la Comunidad, Museo
Instituto Valencia de Don Juan, Fundación Universidad Complutense, Facultad de
Documentación…
Pero si algo caracteriza al distrito es el comercio, desde los grandes almacenes a las
minúsculas tiendas. Al amanecer comienza el trasiego en los mercados, con el vocerío
de los menestrales y el chirrido de los cierres metálicos. A las siete de la mañana,
todavía con las calles despejadas de tráfico y a la luz tenue de las farolas, los barrios se
despiertan. Huele al aceite frito de las churrerías envuelto en aromas de acacias y los
sonidos de la ciudad coinciden en tiempo con los despertadores. En las medianerías se
abren los portones de los talleres de automóviles y de los bares brota el tintineo de las
tazas de café.
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9
Es esta una visión particular de Chamberí, con una dosis de historia, un paseo por sus
barrios, una revisión del ocio y un canto a la literatura. De los lugares, las costumbres y las
gentes dan muestra las imágenes recopiladas en centros de documentación y colecciones
públicas y privadas, con más de un siglo de historia en un centenar de instantes.
La fotografía constata los hechos, nunca miente, porque no es solo lo que vemos
impreso en tintas o impregnado en platas, sino lo que creemos o queremos ver, lo que
vivimos o lo que hubiéramos querido vivir. Esas fotografías de tonos grises o sepias no
son otra cosa que el tiempo. El tuyo, el suyo, el mío, el de todos, aquel que cantó Miguel
Hernández en sus versos: «Pero yo sé que algún día/ se pondrá el tiempo amarillo/ sobre
mi fotografía».
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Chamberí en su historia
Chamberí fue, es y será lo que fueron, son y serán sus gentes
La historia de Chamberí se aproxima a los dos siglos si tomamos como referencia la década
de los años treinta del siglo xix, cuando un puñado de madrileños levantaron las primeras casas
bajas más allá de la cerca de Felipe IV para vivir de la agricultura y de los talleres e industrias
familiares. Escribió Unamuno que la historia no era otra cosa más que la intrahistoria; es decir,
la experiencia vital
de cada día. En el
plano de Madrid
que Pedro Texeira
trazó en 1656 se
observan los terrenos
despejados sobre los
que se construyó
el barrio, con las
tres puertas que
cerraban la villa por
el lado norte y que
formaban las plazas
de Santa Bárbara
(Alonso Martínez),
Pozos de la Nieve
(Bilbao) y Fuencarral
(San Bernardo). Al
otro lado del muro
Las tierras del futuro Chamberí en el plano Texeira, 1656. Colección
de adobe y piedra
particular.
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dibujó los campos de cultivo y los tres
caminos por los que se accedía a la capital:
Alcobendas desde la calle del Noviciado,
Fuencarral por la prolongación de la vía
del mismo nombre, y Hortaleza cruzando
el portillo de Santa Bárbara, dejando a la
izquierda el gran molino llamado Madrid y
que se encontraba en el triángulo que hoy
forman Santa Engracia, Sagasta y Luchana.
Allí estuvieron también el convento de
Mercedarios Descalzos y la cárcel del
Saladero, así denominada por haber sido
matadero de cerdos, y junto a ellos la Real
Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, de la
que escribió Madoz en 1849:
En los primeros años del siglo pasado trató
el rey Felipe V de establecer una fábrica de
tapices a imitación de la de París, haciendo venir
Capilla del cementerio General del Norte. Graal efecto de Amberes a uno de los fabricantes de
bado de 1876.
aquella ciudad, llamado Jacobo Vandergoten,
quien trajo consigo sus 4 hijos ya enterados
de este artefacto y 2 oficiales; todos los cuales
sirvieron de base para fundar esta fábrica que
lo fue en un principio en la calle Santa Isabel.
A los pocos años no siendo ya suficiente aquel
local por el acrecentamiento de brazos, todos españoles, se trasladó a la casa donde hoy
existe… Edificio hecho de mampostería, albañilería y entramados de madera sin ornato
alguno de arquitectura. La planta está destinada para la fabricación. El primitivo destino
de esta casa fue para fábrica de pólvora…
¿De dónde Chamberí? ¿Por qué ese nombre? Una pregunta que los historiadores han
respondido siguiendo a los cronistas de la Villa y Corte. Pedro de Répide lo atribuye a la capital
de la Saboya francesa, patria de la primera mujer de Felipe V, y a las monjas de las Salesas,
procedentes del monasterio de la ciudad francesa de Chamberí. En un documento sobre
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agricultura de 1753 se cita por primera vez el nombre 1, y en otro de finales del xviii se hace
referencia a una casa de campo propiedad de Saturio Ángel Velasco, marqués de Santiago, en la
plaza de Chamberí, así como a los tejares y alfares de los alrededores.
En el plano de Chalmandrier de 1761 ya aparece Chamberí junto al camino de Hortaleza y a
la Fábrica de Tapices, y en el de Espinosa de 1769 figura el paseo de Chamberí en el espacio que
hoy ocupa la actual calle de Santa Engracia (Gea Ortigas, 2005: 20). Este terreno de huertas,
labor, desmontes y vaguadas se fue salpicando de casas en torno a los caminos, y las tierras
que fueron primero de la orden del Temple y luego del antiguo pueblo de Fuencarral pasaron
a propiedad privada y tomaron el nombre de sus propietarios, como las del tío Mereje en el
triángulo comprendido entre Santa Engracia, Luchana y Sagasta en el siglo xviii.
De la Guerra de la Independencia a las coplas carlistas
La Guerra de la Independencia tiene un capítulo en Chamberí, en los alrededores de
Fuencarral. Cuenta Pedro de Répide que en la casona de la plaza que hubo donde hoy se
encuentra la Junta Municipal, pernoctó Napoleón en 1808 cuando dirigió el asalto a la Puerta
de Bilbao, defendida por el marqués de San Simón. En la zona se abrieron fosos defensivos para
obstaculizar y frenar el ataque, según relata con maestría Benito Pérez Galdós en Napoleón en
Chamartín (2008: 122). En 1809 se inauguró el Cementerio General del Norte más allá de la
Puerta de Fuencarral, que comprendía las sacramentales de San Martín, San Ginés, Santiago,
El Salvador, Santa María, San Luis, San José y La Patriarcal, descrito por Mesonero Romanos
(1831: 173):
Fue construido por el arquitecto don Juan de Villanueva, y empezó a servir en 1809.
Consiste en seis patios abiertos, en cuyas paredes están los nichos o depósitos para
aquellas personas que pueden pagarlos. Cuesta cada uno 464 reales, y permanece en él el
cuerpo por espacio de cuatro años, pasados los cuales hay que renovar el pago, pues de
lo contrario pasa al depósito general u osario.
1
Archivo de Villa ASA 1-194-35.
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Vino después un periodo de
sosiego y de reconstrucción de todo
lo destruido durante la contienda
con los franceses. La ciudad había
quedado en estado de abandono,
de ahí que los viajeros románticos
no vieran en los alrededores de
Madrid nada destacable. Hasta el
gran Richard Ford, aquel que en
1830 calificara a España como «país
de lo imprevisto», se refirió a las
afueras como «desierto calcinado,
feos, áridos y sin color alguno». Sin
embargo, en esos terrenos se abrieron
La fuente del Obelisco en la Castellana dio nombre a uno
algunas fábricas, se construyeron
de los paseos característicos de Chamberí, que unía esta
unas doscientas casas y se realizaron
vía con la plaza de Iglesia (actual Martínez Campos). Se enobras públicas de interés como los
contraba donde hoy está el monumento a Emilio Castelar,
paseos del Obelisco, Luchana, Santa
rodeada de un bosque con cenadores. Fue instalada para
Bárbara y del Cisne.
conmemorar el nacimiento de Isabel II, obra del arquitecto
En torno a la cerca o muralla
Francisco Javier Mariátegui, con un gran pedestal de granito
surgieron casas bajas o de dos
y una cornisa de piedra caliza adornada con dos esfinges en
alturas que fueron conformando el
bronce del escultor José Tomás. El monumento fue traslacorazón del arrabal chamberilero,
dado primero a la plaza de Manuel Becerra, y en la década
habitadas por gentes de condición
de los ochenta del siglo pasado al parque de la Arganzuela.
humilde y por inmigrantes llegados
Foto Jean Laurent, ca. 1880. Colección Vigil.
de los pueblos que se ocuparon en la
construcción o en las fábricas de tejas
como jornaleros, o bien como labradores en las huertas de la zona. Mesonero Romanos pintaba
a los madrileños en 1831 como vivos, penetrantes, satíricos, dotados de una fina amabilidad,
y entusiastas por la moda, impresionados por las costumbres extranjeras y hablando con cierta
superficialidad engañosa. Por Chamberí entraban en la ciudad campesinos y artesanos con las
hortalizas y mercancías para la venta ambulante.
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Durante la regencia de la reina María Cristina, tras la muerte de Fernando VII, un grupo de
vecinos liberales protagonizó un suceso en pro de la democracia que vino a alterar la convivencia.
En el centro del barrio colocaron una placa con la inscripción: «Plaza de la Constitución de
Chamberí». La autoridad ordenó retirarla, pero fue recolocada por militares constitucionalistas.
En 1837 el regidor Lino Campos informó sobre la formación de un arrabal al norte de la tapia
de la villa, advirtiendo que su regulación se hacía imprescindible para evitar que el lugar se
convirtiera en zona peligrosa: «Al paso que se edifica en la población de Chamberí y casas que
llaman de Herrera, solo se alzará un asilo de gentes de mal vivir; los edificios están construidos
de tierra sin cimientos y dándoles gran elevación sin permiso del Ayuntamiento. Este cuerpo
municipal no debe mirar con indiferencia la construcción de unas miserables barracas, asilo de
ladrones» 2. La denuncia tuvo eco en el consistorio y el Ayuntamiento dictó las «Reglas que se
deberán observar en lo sucesivo para la construcción de los edificios que se intentan labrar en
los arrabales del sitio extramuros al Norte de esta capital llamada Chamberí», con las normas
para levantar viviendas, los espacios urbanos, la anchura de calles y plazas y, por supuesto, la
necesidad de permisos oficiales para construir. Nada fue respetado, porque la necesidad de
casas baratas para los obreros estaba por encima de los reglamentos.
La población infantil hizo que se abriera la primera escuela para niños en 1839. El arrabal
contaba, según el periódico El Correo Nacional, con 300 habitantes de los que un treinta
por ciento estaba en edad escolar. Por entonces un grupo de fieles inició las gestiones para
levantar una iglesia y se constituyó la Sociedad Religiosa de Santa Teresa y Santa Isabel. Los
terrenos para construir el templo fueron cedidos por Francisco de la Casa y el diseño lo trazó el
arquitecto Antonio de Cachavera y Lángara. El Ayuntamiento colaboró con la cesión del agua
y algunos materiales, y en octubre de 1842 comenzaron las obras sufragadas con donativos
y recaudaciones de espectáculos, entre ellas funciones de teatro y corridas de toros, como la
celebrada el 12 de octubre de 1843, con la presencia de la reina Isabel II, en la que actuaron
Cuchares, Lavi y La Santera.
Aunque en 1847 Carlos Drake del Castillo, conde de Vegamar, y Andrés Arango impulsaron
la industria, los avances del distrito fueron mínimos y en 1852, tras la denuncia de la prensa
del estado ruinoso en que se encontraba el templo, se llevó a cabo una gran reforma bajo la
Tomado de las «Normas de la ejecución de obras en el asilo de Chamberí», citado por Díez de Baldeón,
Clementina (1986) en Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo xix. Madrid: Siglo xxi, p. 141.
2
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dirección de Cabezuelo.
Por fin el 1 de noviembre
de 1856 se abrió el templo
al público, que permaneció
anexionado a la iglesia de
San José hasta 1876.
Durante los primeros
veinticinco
años
del
reinado de Isabel II, entre
1843 y 1868, se diseñó
una gran transformación
de Madrid para tratar
de equiparar la villa a
las principales ciudades
europeas. La reforma del
Cabecera del periódico romántico El Laberinto, de 1 de agosto
casco histórico, sobre todo
de 1844, donde se publican Los Misterios de Chamberí de Ande la Puerta del Sol, el
tonio Flores.
ensanche y la canalización
para llevar el agua del río
Lozoya hasta el centro fueron los principales proyectos (Bonet Correa, 2002: 148-150). En 1843
el polvorín del Campo de Guardias que se encontraba en las afueras del distrito, donde después
se instalarían los cementerios (manzana de Cea Bermúdez, Bravo Murillo e Islas Filipinas), fue
volado por las tropas del general Narváez en el levantamiento conocido como Vicalvarada. En
este lugar se llevaban a cabo las ejecuciones de los reos condenados a muerte.
El 1 de agosto de 1844, el escritor y periodista Antonio Flores mitificó el barrio al publicar
la novela breve Los misterios de Chamberí en el semanario ilustrado El Laberinto. Las reformas
continuaron y en 1846 se formaron cinco grandes arrabales extramuros, entre ellos el de
Chamberí al que se refirió Madoz en estos términos (1849: 922):
Que todos hemos visto nacer hace pocos años, y que siguiendo el plano adoptado se
extenderá muy pronto hasta las puertas de Madrid, e ingresará en su recinto, poblando la
gran extensión de terreno que media entre la puerta de Santa Bárbara y la de Fuencarral.
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Andrés Arango fue el constructor más importante del barrio en los años cuarenta y cincuenta,
promocionando casas en zonas próximas a la puerta de Bilbao, sobre todo en la llamada Charca
de Mena, actual Cardenal Cisneros, y en los terrenos de las plazas de Olavide e Iglesia. En 1846
se inauguró en la calle Almagro, entonces un descampado próximo a la Castellana, el primer
hipódromo de Madrid, que fracasó a los dos años y pasó a ser local de fiestas y bailes vascos
gestionado por la Sociedad La Juventud Vascongada. En 1847 se rotularon y numeraron las
calles y casas por primera vez, y ese año Pascual Madoz nos informa que Chamberí dependía
del juzgado de Maravillas, en el distrito de Hospicio, junto a Colón, Barco y Jacometrezo, con
límites en el camino de Francia, la fuente de la Castellana y la puerta de Santa Bárbara. Su
población era de 840 almas repartidas en 262 familias, es decir el 4% de los 202.570 habitantes
de la capital. Tenía 323 casas, dos de ellas de recreo, un jardín, cuatro fuentes, una casa de
labor, otra de peones camineros, cinco corrales para el ganado, ocho huertas con dos casas
anejas, 41 fanegas de secano y 24 de regadío, 133 fanegas de tierras de pan, una casa de tapices,
una tahona, dos fondas, seis tejares con tres casas anejas, tres juegos de bolos, un polvorín, un
cuerpo de guardia y dos escuelas con 50 plazas cada una para niños y niñas.
La interminable guerra civil
entre carlistas y realistas diezmó la
población de toda España. Miles
de jóvenes fueron reclutados por
uno y otro bando y obligados
a combatir por ideales que
no comprendían. Los barrios
populares de la capital fueron
cantera para el experimento, y en
las fondas y tabernas surgieron
coplas contra los carlistas (Gil,
1958: 351):
Iglesia de Santa Teresa y Santa
Isabel en Chamberí. Grabado de
1850.
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Disfrazado de perro de presa
un carlista se vino a Madrid,
pero un guardia del Ayuntamiento
la morcilla le dio en Chamberí.
El agua del Lozoya y el ensanche de Castro
Las primeras fiestas civiles de la Virgen del Carmen se celebraron en 1848, con carreras
de gallos sobre barro y fuegos artificiales en la plaza de Olavide, más los bailes en las calles y
plazas de Sagunto, Luchana, Fuencarral, La Habana, Santa Bárbara, Quevedo, Bilbao e Iglesia.
Hasta entonces las fiestas se habían organizado cerca de la Puerta de Alcalá, en Vallecas y en
Prosperidad. Un año después, en 1849, se inauguró la sacramental de San Martín en terrenos de
baldío que se encontraban a la izquierda del camino de Fuencarral. El crecimiento de la capital
hizo necesario habilitar nuevos espacios para los enterramientos y Chamberí fue la zona elegida.
Gutiérrez Solana describió el paraje como desmonte con algunas casas nuevas «en las que vive
gente pobre, vestida de andrajos, que pide limosna, y algunos ayudan su vida criando gallinas,
tristes y flacas como ellos, o albergando algún vagabundo» (1923: 45).
En 1850 la población era
de 700 vecinos, con quince
fábricas, entre ellas una de
tejidos, varias de productos
químicos y las fundiciones
de Sandorf y Bonaplata, una
casa de baños, numerosos comercios, tres establecimientos
de diversiones públicas y cerca
de 70 tabernas. Había además
Ejecución del cura Martín Merino en el Campo de Guardias el
7 de febrero de 1852.
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algunos talleres de impresión, como el de Antonio Huertas en Eloy Gonzalo (paseo de la Habana,
5), y la editorial Manini en el 4 de Garcilaso, donde Juan Martínez Villergas publicó Los misterios
de Madrid y dio a luz sus primeras obras Manuel Fernández y González. Este movimiento cultural
contrarrestaba la mala fama del barrio, con leyendas de corrupción y de crimen. Cuando en 1854
Ramón Mesonero Romanos publicó su Nuevo manual histórico-topográfico-artístico y descripción de
Madrid, el barrio había adquirido entidad en torno a la finca primitiva levantada en los altos del
paseo del Cisne, desde donde se divisaba la arboleda de la Castellana y los campos de cultivo en
dirección a Fuencarral.
El 7 de febrero de 1852 fue ejecutado en el Campo de Guardias, lugar donde se construyeron
después los depósitos del Canal, el cura Martín Merino, tan solo una semana más tarde del
atentado contra Isabel II. A la explanada acudieron propios y extraños para contemplar como
el garrote acababa con la vida del sacerdote, vestido de amarillo y con las ropas manchadas de
sangre del matadero como ordenaba la ley. Todo un espectáculo en aquellos tiempos.
La gran obra pública del distrito fue el Canal de Isabel II, un macroproyecto del ministro
Juan Bravo Murillo que llevó el agua desde la sierra madrileña hasta la plaza de San Bernardo
en el año 1858. La primera piedra en la presa del Pontón de la Oliva la colocó el rey consorte
Francisco de Asís en 1851, y las obras duraron siete años. Trabajaron 1600 obreros, buena parte
presidiarios que consiguieron así reducir su condena. Desde la presa se trazaron 77 kilómetros
de canales y el 24 de junio de 1858 se inauguró el surtidor de San Bernardo. Para conmemorar
el evento el escultor Sabino Medina talló la fuente alegórica del Lozoya, dedicada a la agricultura
y la industria. El reportaje fotográfico de la obra pública lo realizó el inglés Charles Clifford y
según Juan Antonio Cabezas (1971: 460) la mayoría de los aguadores de Madrid se quedaron
sin trabajo al proliferar las fuentes.
En 1860 el ingeniero Carlos María de Castro vio aprobado su proyecto de ensanche de la
ciudad, que comprendía entre otros los barrios de Argüelles, Vallehermoso y Chamberí. Castro
pretendía establecer un cinturón de casas de campo al estilo europeo, con jardines y calles bien
empedradas y alumbradas, sin embargo los vecinos no aceptaron muchos de los cambios y se
entablaron varios procesos que paralizaron las obras. Los afectados denunciaron las actuaciones
del Ayuntamiento con el fin de evitar los derribos de sus casas, muchas de ellas en torno a las
fábricas y talleres. El pleito fue largo y en 1863 el arquitecto presentó las modificaciones al
plan, pero tampoco consiguió que se llevaran a efecto (Pallol, 2004: 47). El resultado fue la
instalación del alumbrado, la revitalización de la plaza de Olavide y el cambio de nombre a
varias calles, entre ellas Arango que pasó a llamarse Juan de Austria.
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