Ampliar - Orienta Especialidades

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La Depresión: Una enfermedad común, pero poco comprendida
La depresión es una enfermedad frecuente, que genera gran discapacidad y nos afecta a
todos.
La depresión es una enfermedad común, pero grave y la mayor parte de quienes la padecen
necesitan tratamiento para mejorar. Puede afectar a cualquier persona, en cualquier momento
de su vida, sin importar el sexo, raza, estrato social ni nivel de educación.
Un importante estudio de la O.M.S. estima que para el año 2020 la depresión mayor se ubicará
en el segundo lugar como causa de años perdidos por discapacidad entre todas las
enfermedades físicas y psíquicas, y en el primer lugar si sólo se consideran las mujeres. En
Chile, la Encuesta Nacional de Salud del 2009-2010 determinó que prácticamente el 9% de los
hombres y el 26% de las mujeres habían experimentado síntomas depresivos durante el último
año.
Una persona deprimida no sólo experimenta un profundo dolor emocional y en ocasiones una
pérdida del sentido de la vida; sino además, ve disminuida su capacidad para trabajar, estudiar
o realizar las actividades propias de su vida, con las consecuencias personales, familiares y
sociales que ello conlleva. Pensemos en una mujer joven, profesional, que se deprime tras el
nacimiento de un hijo (10% de las mujeres pueden deprimirse en el post parto): Sufre ella al no
tener la energía ni la capacidad para poder cumplir con los cuidados de su hijo como ella
desearía y sufre también al no poder disfrutar de esta bella etapa como imaginaba, lo cual la
llena de culpa y sentimientos contradictorios; puede sufrir su hijo recién nacido, quien parece
percibir el estado emocional de la madre y responde con mayor irritabilidad o con una actitud
más demandante de sus cuidados; también sufre la familia de ella al no lograr comprender bien
lo que sucede y ver que no pueden ayudarla; incluso sufre la empresa donde trabaja al no
contar con el aporte de una trabajadora activa y comprometida…
La depresión es una alteración del estado de ánimo.
Todos podemos sentirnos melancólicos o tristes ante ciertas situaciones (pérdida de un ser
querido, algo no resultó como esperábamos, alguien nos desilusionó…), pero estos
sentimientos, por lo general, resultan comprensibles en relación a la situación que los genera, y
su intensidad y duración es “proporcional” a ella, tendiendo a recuperarse en un tiempo
prudente y sin afectar significativamente nuestra capacidad para realizar nuestras actividades
habituales. A esto le llamamos tristeza normal.
Cuando una persona presenta un cambio en su estado de ánimo habitual, con una tristeza más
intensa que lo normal y que se mantiene la mayor parte del tiempo por un periodo de al menos
dos semanas o más, tal persona podría presentar una Enfermedad Depresiva. Esta alteración
afecta significativamente su vida, disminuyendo su funcionamiento habitual y provocando
sufrimiento tanto a quien la padece como a su entorno.
El síntoma fundamental de la Depresión es la tristeza patológica, entendida como un
sentimiento negativo que tiñe nuestra visión de la realidad y de nosotros mismos, llevando a la
aparición de pensamientos pesimistas, sentimientos de minusvalía o baja autoestima,
disminución del interés y la motivación en las actividades habituales y el surgimiento de
diversos síntomas físicos y psíquicos (ver tabla).
Si bien, puede haber situaciones que generan una gran tristeza, la intensidad o duración de
este sentimiento no se explica por dichas situaciones o es desproporcionada a ellas, haciendo
que muchas veces resulte incomprensible este estado tanto para la persona enferma, como
para los demás. Esto es importante a la hora de decidirse a pedir ayuda o al iniciar un
tratamiento para la depresión. Muchas veces la persona afectada demora innecesariamente la
consulta con el profesional competente debido a la creencia de que este estado es normal,
pasajero, debe o puede ser superado sin ayuda o que nadie será capaz de comprender y
ayudarle con algo que ni ella misma es capaz de entender. Por otro lado, la falta de apoyo por
parte de los cercanos al paciente, muchas veces por falta de conocimiento acerca del carácter
patológico del cuadro (enfermedad), llevan a que con cierta frecuencia las personas afectadas
no consulten o si lo hacen, abandonen el tratamiento prematuramente.
Tabla 1. Principales síntomas del Trastorno Depresivo
Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, o vacío
Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo
Sentimientos de culpa, inutilidad, y/o impotencia
Pérdida de interés en las actividades o pasatiempos que antes disfrutaba, incluso las
relaciones sexuales. Pérdida de la capacidad normal para disfrutar o sentir placer.
Irritabilidad, inquietud, llanto
Fatiga y falta de energía
Dificultad para concentrarse, recordar detalles, y para tomar decisiones
Insomnio, despertar muy temprano, o dormir demasiado.
Comer excesivamente o perder el apetito. Disminución o aumento de peso.
Pensamientos suicidas o intentos de suicidio
Dolores y malestares físicos persistentes (como dolores de cabeza, mialgias o problemas
digestivos) que no se alivian incluso con tratamiento habitual
La depresión es una enfermedad del Cerebro.
Nuestro estado de ánimo, nuestro nivel de energía, nuestra capacidad para disfrutar o sentir
placer y otros aspectos vitales como el apetito o el sueño, están regulados biológicamente por
nuestro cerebro.
En la depresión se altera el normal funcionamiento de áreas del cerebro que controlan tales
funciones, dando origen a los síntomas que hemos mencionado. Se ha visto que esta
alteración ocurre como consecuencia de cambios en las neuronas de estas áreas, tanto a nivel
de su función bioquímica como de su estructura (pérdida de conexiones entre las neuronas,
muerte de neuronas).
Los antidepresivos son fármacos usados para tratar la depresión, puesto que reparan estas
alteraciones de las neuronas llevando a la recuperación del estado de ánimo; sin embargo, para
que sus efectos comiencen a notarse se demoran entre 2-4 semanas desde el inicio del
tratamiento, según el tipo de antidepresivo. Por otro lado, para que la “reparación” neuronal sea
exitosa y la mejoría se mantenga en el tiempo, las personas afectadas deben mantener la dosis
de antidepresivo efectiva (aquella dosis con la que logró recuperarse por completo) por un
tiempo mínimo, que puede ir desde 6 meses o más, según la gravedad de la depresión y si es
el primer episodio o no de la enfermedad. La suspensión del medicamento antes de cumplido
este tiempo, aumenta el riesgo de una “recaída” posterior, lo cual es de suma importancia ya
que hoy está claro que la depresión es una enfermedad que tiende a hacerse crónica,
presentando en muchos casos más de un episodio a lo largo de la vida.
Algunas recomendaciones para una recuperación exitosa.
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Acuda a un especialista competente para un correcto diagnóstico y tratamiento
adecuado. Cualquier médico debería estar capacitado para realizar el diagnóstico y
tratamiento de la depresión, pero es el psiquiatra el más idóneo en los casos más graves
o que no responden adecuadamente.
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Siga todas las indicaciones que le dio su médico. Si tiene algún problema, discútalo con
él prontamente.
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No suspenda los medicamentos sin la supervisión de su médico. Si presenta efectos
adversos comuníqueselos oportunamente para su adecuado manejo.
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No beba alcohol (ni consuma drogas de abuso como Marihuana) mientras está en
tratamiento. Existen interacciones peligrosas entre algunos medicamentos y el alcohol,
el cual además es un “depresor” del cerebro.
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Si le indicaron terapia con psicólogo es muy importante que la realice. En algunos casos
la psicoterapia basta por sí sola para tratar la depresión (casos leves) y en otros casos,
es un tratamiento fundamental para complementar el efecto de los medicamentos.
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Trate de llevar una rutina ordenada, cuidando de su alimentación, sueño y descanso.
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Emplee tiempo suficiente para realizar actividades placenteras, al principio puede que no
sienta ganas de ello, pero en la medida que el tratamiento surte efecto hágalo, le
ayudará mucho en su recuperación.
Dr. Fernando Bravo Vergara
Psiquiatra
Diplomado en Psicodiagnóstico Clínico
Diplomado en Manejo Clínico de las Adicciones

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