La soledad y la desolación en las mujeres
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La soledad y la desolación en las mujeres
Esta es la segunda compilación de los artículos del FORO CLAVES FEMINISTAS PARA EL PODERÍO Y LA AUTONOMÍA DE LAS MUJERES. Segunda y Tercera parte: “Autonomía y poderío de género de las mujeres” y “Autonomía como alternativa concreta al poder de dominio y la dependencia” respectivamente. Se compilan en orden de publicación. Se anexan también los comentarios. Cada título se encuentra enlazado con el original de la página. Para acceder a él debes apretar la tecla CTRL y hacer clic en el título. La soledad y la desolación en las mujeres Por Teresa del Pilar Ríos “Nos han enseñado a tener miedo a la libertad: miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad”. (Lagarde, Marcela, 67). La cultura patriarcal, con la sutil, pero eficaz dinámica, ha ido introyectando en las mujeres el miedo a la libertad, lo cual se ha ido perpetuando de generación en generación. Tal es así que vamos incorporando existencialmente en nuestro modo ser y de proceder un talante temeroso de la vida misma. “El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía, porque desde muy pequeñas y toda la vida se nos ha formado en el sentimiento de orfandad: porque se nos ha hecho profundamente dependientes de los demás y se no ha hecho sentir que la soledad es negativa, alrededor de la cual hay toda clase de mitos” (Lagarde, Marcela, 67). El sentimiento de orfandad nos lleva a sentirnos incompletas sin la fusión con los otros/as, llámense personas, instituciones, proyectos, etc. La dependencia es la expresión de un yo raquítico, minusvalorado y desdeñado. Sólo satisfecho y contento cuando está puesto al cuidado de los “otros” y no de sí mismo. Es un yo enajenado, hipotecado, exteriorizado, que encuentra su razón de ser siempre en los demás. De ahí que son los “otros/as” quienes han de legitimar cualquier experiencia por nimia que sea. Solas no podemos, y si acaso lo pudiéramos, no somos libres para hacerlo. De este modo, el temor a la libertad nos sumerge en la soledad, lo cual nos conduce a “dos dimensiones reales y fantásticas, que provienen de la configuración tradicional de género y que precisamos desmontar: una es la omnipotencia de género, esa creencia fantástica de que lo podemos todo (…)” (Lagarde, Marcela, 65). Pero, por otro lado, no somos capaces ni tan siquiera de dominar nuestras más básicas emociones; esto es, de ser soberana en nuestro propio territorio emocional. La otra creencia a deconstruir es la impotencia, “que es uno de los resultados de la dominación.” (Lagarde, Marcela, 66). Hemos sido dominadas por el sentimiento de orfandad. De ahí que la soledad, en cualquiera de sus expresiones, nos produce pánico. Basta fijarse en los comentarios, aparentemente triviales, para constatar esta verdad. Por ejemplo, “voy a probar yo también para que no seas la única en hacerlo”, “es la única de la comunidad que se dedica a ello”, “es la única que ha hecho tal carrera”, etc., etc. Este miedo a la soledad nos impide ser libres en situaciones concretas de la vida. Supongamos que recibimos una invitación para acudir a un evento determinado, pero no nos sentimos en condiciones de hacerlo, por el motivo que fuera. No obstante, nos vemos obligadas a acompañar porque no somos suficientemente libres (yo débil) para decir “no”. Y tampoco queremos dejar de complacer. ¡Cómo quedaría nuestra menguada imagen! Además, esto sería traicionar nuestra “esencia” de ser para los otros/as. Sería egoísmo y falta de generosidad. En realidad, dicha mistificación ¿no sería más que un solapado androcentrismo que late como trasfondo de la motivación? Así las cosas, la soledad vuelta omnipotencia para los/as demás, es finalmente impotencia ante la propia vida, ante la propia salud, ante la propia autonomía, ante el propio yo… “La precocidad y la dominación que se ejerce sobre las mujeres hacen que no desarrollemos capacidades para el autocuidado, para proteger nuestros intereses ni para mantenernos en el centro de nuestras vidas.” (Lagarde, Marcela, 66). Es más, que el centro de nuestra vida sean los otros/as viene avalado por el mismo “dios padre”, ese Dios patriarcal que nos señala qué es lo “bueno” para las mujeres. Es impresionante la cantidad de mitos que se han ido construyendo respecto al tema de la soledad en las mujeres. Nos han enseñado que experimentar alegría es contársela a alguien, antes que gozarla. “Para las mujeres, el placer existe sólo cuando es compartido porque el yo no legitima la experiencia; porque el yo no existe.” (Lagarde, Marcela, 68). Se nos ha dicho que tenemos que ser comunicativas y “comunitarias”. Esto es lo contrario a usufructuar los propios espacios. Incluso, dichos espacios han de venir determinados por voces ajenas a la persona interesada. Voces que se imponen, a veces diplomáticamente, a veces consensuadamente, a veces groseramente. Dichos mitos nos indican que hay en nosotras una necesitad vital de contacto personal, de establecer una conexión de fusión con los/as otros/as. Que precisamos entrar en contacto real, material, simbólico, visual, auditivo o de cualquier otro tipo. Sin embargo, la autonomía pasa por cortar esos cordones umbilicales que no hacen más que aniñarnos, despersonalizarnos y empobrecernos. “La construcción de la relación entre los géneros tiene muchas implicaciones y una de ellas es que las mujeres no estamos hechas para estar solas de los hombres, sino que el sosiego de las mujeres depende de la presencia de los hombres, aun cuando sea como recuerdo.” (Lagarde, Marcela, 67). A propósito, me surge la pregunta, ¿no será la fuerza de este mito la que esté latiendo en la prohibición del sacerdocio femenino? Las mujeres podemos ejercer todos los sacramentos, menos el del “orden”. Necesitamos de alguien masculino que pueda hacer acontecer este orden sagrado en nuestras vidas. Es sabido que sin dicho sacramento, no hay plenitud de vida cristiana. Con todo, recordemos que los mitos, supuestamente, han sido superados por los primeros filósofos griegos. He dicho filósofos y no filósofas. A propósito de mitos y supersticiones, veamos lo que nos dice un pensador postmoderno sobre la negación del sacerdocio femenino. “Aquí se ve claramente la puesta en práctica de una superstición metafísica (la mujer tiene un determinado papel natural que no comprende la posibilidad del sacerdocio) contra un deber de caridad que consiste en atender a la nueva conciencia de las mujeres en nuestra sociedad.” (Vattimo, Gianni, Creer que se cree, 93). Ahora bien, según nuestra autora, es conveniente diferenciar la soledad de la desolación. “Estar desolada es el resultado de sentir una pérdida irreparable. Y en el caso de muchas mujeres, la desolación sobreviene cada vez que nos quedamos solas, cuando alguien no llegó, o cuando llegó más tarde. Podemos sentir la desolación a cada instante.” (Lagarde, Marcela, 67). Las mujeres podemos sentir desolación cuando los/as otros/as no piensan como yo, cuando no responden a mis expectativas, cuando no me acompañan en lo que me hace ilusión, cuando no tengo poder sobre el otro/a… “Otro componente de la desolación y que es parte de la cultura de género de las mujeres es la educación fantástica para la esperanza. A la desolación la acompaña la esperanza: la esperanza de encontrar a alguien que nos quite el sentimiento de desolación.” (Lagarde, Marcela, 67). “Para enfrentar el miedo a la soledad tenemos que reparar la desolación en las mujeres y la única reparación posible es poner nuestro yo en el centro y convertir la soledad en un estado de bienestar de la persona.” (Lagarde, Marcela, 68). Poner nuestro yo en el centro significa decidirse a construir la autonomía personal, a asumir la soledad y a tomar la distancia que corresponde respecto a la relación con las otras personas, con los objetos, con las causas. “Para construir la autonomía necesitamos soledad y requerimos eliminar en la práctica concreta, los múltiples mecanismos que tenemos las mujeres para no estar solas. Demanda mucha disciplina no salir corriendo a ver a la amiga en el momento que nos quedamos solas.” (Lagarde, Marcela, 68). Se trata de “convertir la soledad en un estado placentero, de goce, de creatividad, con posibilidad de pensamiento, de duda, meditación, de reflexión.” (Lagarde, Marcela, 70). Recuerdo que apenas acababa de conocer a un amigo, y en una de esas pláticas, me dice: “tengo asumida la soledad en mi vida”. Esas palabras quedaron resonando en mí por mucho tiempo, tal vez sin lograr entenderlas. Creo que recién ahora estaría en condiciones de poder intuir el significado de las mismas en el contexto de lo que venimos hablando. “La soledad es un recurso metodológico imprescindible para construir la autonomía. Sin soledad (…) no desarrollaremos las habilidades del yo. La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Tener momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental. Y se requiere disciplina para aislarse sistemáticamente en un proceso de búsqueda del estado de soledad.” (Lagarde, Marcela, 70). 4 Comentarios Nancy Olaya Monsalve: Teresa del Pilar, me gusta mucho tu escrito, gracias!!! Déjame hacer resonancia por lo menos de dos aspectos. Ciertamente la forma como nos educaron va en contra de lo que verdaderamente nos hace autónomas y libres. En la familia, el contexto social, laboral e institucional hay un mandato tácito pero muy potente, lo resumiría en esta frase: "no seas particular, diversa o distinta". Es tan impactante este mandato que nos hace muy temerosas y recelosas en comportamientos propios o de las otras que distingan y/o acentúen posturas, obras, palabra particulares u originales. Esto junto con otras cosas nos imposibilita una autentica y necesaria individuación, sin la cual es inviable la autonomía. Los principios éticos que la autora nos regala en la primera parte del libro son tan importantes, que deberíamos tenerlos escritos en un lugar destacado para leerlos continuamente: recuerdo solo algunos: NO AUTODISMINUIRNOS, NO COLOCARNOS EN LA SOMBRA, NO PONERNOS EN SEGUNDO PLANO... Un abrazo. Teresa del Pilar: Gracias Nancy por tus oportunos aportes, los comparto plenamente! Me encanta la idea de tener por escrito en un lugar visible los principios éticos de la autora... Lo haré, te aseguro!! Claudia Guzmán: Hola Teresa, me ha gustado tu escrito porque me ha hecho contactar con las veces que me he sentido sola por asumir una manera distinta las situaciones. Cuando Nancy menciona lo del mandato tácito, es algo tan poderoso que se siente su peso casi cotidianamente. Recuerdo también a Santa Teresa y su insistencia en la soledad, hay toda una invitación desde nuestra espiritualidad ahondar en todas las posibilidades que esto entraña. Gracias. Teresa del Pilar: Sí, Claudia, tienes razón, en nuestra espiritualidad teresiana hay una intuición muy valiosa y acertada sobre lo que significa la soledad en el crecimiento personal y las relaciones interpersonales. Hay toda una riqueza latente que reclama mayor profundización. La autonomía y el poderío de las mujeres. Bloque segundo del libro de M. Lagarde Por María José Rosillo En este segundo bloque, la autora se centra en el concepto de “sujeto” y cuando esta identidad se asume permite la construcción de nuestra autonomía, de la que hablo en la primera parte de su trabajo. Este “ser” y “sentirse” sujetos de la propia historia y protagonistas de ésta, es lo que determina el cómo la vivamos realmente y si somos capaces de despojarnos y renunciar a todo aquello que nos atrasa en nuestro itinerario de construcción de nuestro “ser”. Para llevar a cabo una nueva definición de nosotras mismas, lo que la autora menciona como “re-definirse”, es asumir que hemos de empezar de nuevo a construirnos, al margen de los esquemas patriarcales que muchas de nosotras, aún tenemos demasiado interiorizados. Este proceso de “deconstrucción” de nuestro yo-sujetos, requiere la re-definición también de otros conceptos que van aparejados a él, como son: Asumir que no somos perfectas ni impotentes. Asumir que podemos superar los sentimientos de soledad (porque ya aprendimos en la primera parte de este trabajo, el significado de la palabra “autonomía”). Asumir la distancia y la separación de los otros, como espacios en ocasiones, necesarios para nuestro crecimiento. Asumir el peso que sobre nosotras ejerce la herencia aprendida y adquirida de nuestra cultura, diferenciándola de nuestra identidad real. Asumir que este proceso de re-construcción de nuestro yo irremediablemente debe hacerse en un contexto de pacto social, en el que nos movemos entre los polos de la resistencia al cambio, tanto promovido por nosotras mismas, o por otros agentes externos, y el polo de nuestro deseo de autonomía. Me satisface ese concepto del que habla la autora, y que tan familiar me está resultando también en los estudios, de teología feminista, y me refiero al concepto de “reconstrucción”, que lleva aparejado un poderoso componente crítico a partir del cual poner en tela de juicio el sistema en el que vamos a apoyarnos para definirnos como sujetos nuevos. Es preciso pues, desmontar el orden previo para desarrollar el nuevo – dice la autora. En esta segunda parte, la autora va a ser muy clara y directa con los conceptos de poder y de representación de las mujeres, y cómo éstos adquieren peso fundamental en el proceso de desarrollo y consolidación de nuestros derechos de autonomía e independencia. ¿qué significará para las mujeres tener poder real? ¿qué supone para las mujeres ser representativas/tener representación? Sin duda, empezamos a movernos ya en terrenos pantanosos e inestables, ya que hablamos de estar en verdaderos lugares en los que se tomen decisiones vitales de índole económico, social, político, y que afectan a hombres y por supuesto a mujeres. “Dar legitimidad al ser de las otras”- reproduciendo la frase de Celia Amorós, o como dice Mary Daly “construir la sororidad entre las mujeres”. ¿Reconocemos el poder que otras mujeres puedan tener? ¿Reconocemos las diferencias entre “autoridad” y autoritarismo”? Quizás sería positivo que en los grupos de mujeres podamos reflexionar sobre ello, y extraer conclusiones en común. Me gusta la frase de la autora que dice que “la autoridad es la capacidad de mando para convocar”. Me quedo con este lema para mis talleres de formación de líderes. El principio de autoridad se fundamenta entre otros factores en un concepto que me gustaría destacar: “affidarse” entendido como “confianza en la otra”. 5 Comentarios Nancy Olaya Monsalve: Querida María José, muy oportunas tus palabras, sobre todo aquellas que tienen que ver con esa postura poco habitual entre nosotras: "El reconocimiento sincero de la AUTORIDAD de las otras mujeres". Y es que lo más frecuente es adoptar actitudes de desconfianza y descalificación entre nosotras. Que rico que en nuestro cotidiano ofrezcamos a las demás mujeres el reconocimiento de su autoridad y su saber en forma de escucha, respeto, admiración y apoyo... Erradiquemos en nosotras y en los espacios en los que tengamos alguna influencia, toda actitud de desvalorización y silenciamiento de la ciencia, la palabra, el poder, la autoridad de cada una de las mujeres con las que compartimos. Un abrazo. Teresa del Pilar: Gracias María José. Comparto contigo lo que dices sobre lo que implica la “deconstrucción” de nuestro yo. En definitiva, es una visión positiva y esperanzadora de la mujer, creer que somos capaces de ir cambiando hacia un empoderamiento y una sana autonomía. Para ello es fundamental el cultivo de la sororidad en confianza, en otras palabras, el affidarse. Nancy Olaya Monsalve: Teresa, también me está interesando mucho comprender a fondo el método deconstructivo... muchas veces lo que hacemos es una colcha de retazos, es decir, yuxtaponemos los nuevos sentidos a los viejos y por ello no logramos desmontar el sistema. Si tienes bibliografía sobre esta herramienta, nos la puedes compartir. Un abrazo. Teresa del Pilar: Hola Nancy! Te cuento que no resulta muy fácil explicar lo que es la deconstrucción en términos simples. Por un lado, no se trata de un método que se pueda aplicar mediante una serie de pasos a seguir, más bien se puede observar como una postura. Por otro lado, la deconstrucción no es sinónimo de destrucción. Cuando se habla de deconstruir un texto, por ejemplo, nos referimos a interrogar los supuestos que lo conforman para dar una nueva perspectiva. Lo que propone Derrida (filósofo francés contemporáneo) en sus libros es una lectura minuciosa de textos literarios o filosóficos para llevarlos al extremo de darles una significación diferente de lo que parecían estar diciéndonos. Éste publicó tres libros La voz y el fenómeno (1973), De la gramatología (1977), y La escritura y la diferencia (1978), que introdujeron el enfoque deconstructivo en la lectura de textos. Cualquiera de los tres textos nos acerca al significado profundo de lo que significa deconstrucción. Pero no es muy fácil abordarlos. Por ahora no tengo en mente ningún autor secundario que pueda acercarnos con mayor sencillez a su obra. Pero, sin duda alguna, es un interesante desafío investigar y profundizar en la temática. Claudia Guzmán: Interviene en todo este proceso deconstructivo un ejercicio hermenéutico a partir del desarrollo de nuevos significados que sólo pueden ser construidos colectivamente como en estos espacios en los que se clarifican posibilidades, opciones, posturas. Gracias Asegurarle a cada niña, a cada joven y a cada adulta ser el centro de su vida Por Nancy Olaya ¡Hola todas!!! Me dispongo a compartir algo de mi reflexión a propósito de la parte del libro de Marcela L. que nos ocupa. Continúo en clave educativa, esta vez, haciendo crítica de la educación que hemos recibido o aquella que aún ofrecemos desde paradigmas tradicionales, patriarcales y/o autoritarios. Hay un cuento de Clarissa Pinkola Estés de su libro "Mujeres que corren con los lobos" con el que quiero ilustrar lo que plantea M. Lagarde en esta parte de su libro y que deseo resonar. Aunque se haga largo lo transcribo, omito algunas partecitas para acortarlo: "Un hombre fue a casa del sastre Szabó y se probó un traje. Mientras permanecía de pie delante del espejo se dio cuenta de que la parte inferior del chaleco era un poco desigual. - Bueno no se preocupe por eso - le dijo el sastre Sujete el extremo más corto con la mano izquierda y nadie se dará cuenta. Mientras así lo hacía, el cliente se dio cuenta de que la solapa de la chaqueta se curvaba en lugar de estar plana. Ah ¿eso? - dijo el sastre - Eso no es nada. Doble un poco la cabeza y asísela con la barbilla. El cliente así lo hizo y entonces vio que la costura interior de los pantalones era un poco corta y notó que la entrepierna le apretaba demasiado. - Ah, no se preocupe por eso - dijo el sastre - Tire de la costura hacia abajo con la mano derecha y todo le caerá perfecto. El cliente accedió a hacerlo y se compró el traje. Al dia siguiente se puso el nuevo traje, modificándolo con la ayuda de la mano y la barbilla... dos ancianos que estaban jugando a las damas interrumpieron la partida para verle pasar ranqueando por delante de ellos. - ¡Oh, Dios mío! - exclamó el primero hombre - ¡Fíjate en este pobre tullido! - El segundo hombre reflexionó un instante y después dijo en un susurro: - Sí, lástima que esté tan lisiado, pero lo que yo quisiera saber... es de dónde habrá sacado un traje tan bonito -". Desde la sicología profunda ese hombre, somos nosotras, es nuestro animus lisiado, incapaz de iniciativa, de realizar actos premeditados y autónomos. Marcela habla de cómo la cultura patriarcal nos ha hecho creer que en la vida de las mujeres hay cosas imponderables, imposibles, inalcanzables para nosotras... renqueamos, cojeamos y nos sumergimos en un mundo de pasividad y auto-descuido. Fuimos educadas y educamos para ser madres, cuidar de otros (aunque ni siguiera somos capaces de cuidar de nosotras mismas), nos convirtieron en cuidadoras y hacemos lo mismo con las niñas y las jovencitas de nuestros espacios educativos. Es hora de enseñar el autocuidado, es hora, bien lo dice Marcela Lagarde, de asegurarle a cada niña a cada mujer ser el centro de su vida, con nombre propio, con espacio propio, con reconocimiento y capacidad para elegir. ¿Caben en las competencias que desarrollamos aspectos como el autocuidado, la protección de los propios intereses y la capacidad de mantenerse en el centro de la propia vida? En este sentido, la autora da algunas claves, solo las señalo: Diferenciar entre soledad y desolación. Vivir la soledad como capacidad de crear espacios de "UNA" en los que no hay intermediarios entre yo y mi subjetividad y sentirme ¡MUY bien!!! Convertir mi soledad en un espacio de pensamiento propio, de afectividad, erotismo y sexualidad propias, no para otros/as. Llenar ese espacio con creatividad, goce, reflexión, protagonismo... sin soledad no desarrollaremos la autonomía... ¡mmm se dice rápido!!! Separación y distancia emocional y sicológica. Se trata de construir límites, respetar nuestros límites y los de los demás. No ser invasoras, no ser quejetas, no fusionarme, no poblar con palabras el silencio. En positivo: ampliar mi experiencia de subjetividad... ¡para mí, aquí y ahora!!! Resistir la dominación sobre nuestra personalidad y subjetividad. Vivir la propia vida es la creación más importante que se pueda hacer. Capacidad para decidir. Desarrollar alternativas, inventar, ser interlocutoras... Construir sororidad. Ya lo hemos dicho, debemos reconocer y legitimar la autoridad de las otras mujeres y entablar una relación entre nosotras de mutuo reconocimiento. ... ... ... Bueno, hasta acá. Es una sección muy rica e iluminadora. Espero que nos esté ayudando como lo está haciendo conmigo. Les envío un abrazo. 6 Comentarios Teresa del Pilar: Hola Nancy. Gracias por el claro, bello y profundo escrito que nos aportas. Te cuento que les envié a las hermanas de mi provincia y a otras amigas, me han hecho comentarios muy interesantes. El modo de abordar es didáctico, pues iniciar con el cuento permite situar y comprender con mayor claridad lo que se quiere comunicar. Tu intuición es muy acertada. El ámbito de la educación (formal e informal) es la clave para trasmitir, forjar, cuestionar, crear… paradigmas. De ahí que los ideólogos del patriarcado cuidan celosamente esos espacios, es el modo más eficaz de seguir reproduciendo sus intereses. La gran pregunta es: ¿cómo utilizamos y aprovechamos nosotras esos espacios?, ¿para qué lo utilizamos?, ¿qué paradigmas reproducimos, desafiamos, forjamos…? ¿Sólo reproducimos o, en cambio, desafiamos, creamos? En mi caso, creo que más bien me limito a reproducir. Claudia Guzmán: Me has hecho pensar en la tendencia a ajustarme a lo exterior sólo para que se vea bonito y como educadora transmitir muchas veces ese tipo de comportamientos, preferir lo que no da problemas, lo que se adapta, a costa del sacrificio de lo auténtico y humano. Gracias Nancy Olaya Monsalve: Teresa y Claudia gracias por sus comentarios. Ese cuento de Pinkola me impresionó desde la primera vez que lo leí... es una especie de espejo en el que me aterra mirar-me. Sé que debo hacerlo para poder señalar lo que ha hecho en mí la educación patriarcal y autoritaria; y para señalar lo que hago cuando pierdo contexto y calco el sistema en los espacios educativos en los que me muevo. Mónica Robledo: Llevo días pensando en el cuento, me parece que en cuanto al tema que tratamos en este foro, tal vez somos muchas las que nos hemos "comprado" estos trajes, basta pensar en los estándares de belleza impuestos por los MMCS, pero creo que hay muchos ejemplos más. Muy bonitos y deseables son los trajes, pero al final nos hacen perder la libertad y la posibilidad de caminar como podemos. Me sigue gustando más decir "amistad (entre mujeres)" que sororidad, aunque sea un término feminista-político me recuerda a sororato (http://es.wikipedia.org/wiki/Sororato) y a otros términos no muy felices. Además creo que el carisma teresiano tiene la riqueza de hacernos experimentar que la verdadera amistad iguala condiciones, hace espaldas, impulsa... Me gusta reconocer que esta competencia si se desarrolla en ambientes teresianos, conozco mucha gente que se maravilla de cómo se forjan relaciones profundas. Un saludo y gracias por seguir haciendo este esfuerzo pedagógico!! Nancy Olaya Monsalve: Mónica he leído la significación de "sororato" y francamente me descolocas. Gracias por hacernos caer en la cuenta. Siempre nos han dicho que deviene de raíz francesa pero nadie nos dijo que se emparenta con esta clase de sentidos... Como dices, debemos seguir buscando términos más afines a lo que queremos vivir y comunicar. Un abrazo. Beatriz Pizzanelli: AUTONOMÍA... subjetividad... diálogo interno y externo posibilitan en nosotras la mayor fecundidad y disfrute de la ALTERIDAD... Excelente reflexión!!! Sororalmente: Beatriz Pizzanelli Un, dos, tres, calabaza Mónica Robledo En la tercera parte del texto de Marcela Lagarde, “Autonomía como alternativa concreta al poder de dominio y dependencia” se revisan los prejuicios que alimentan la no-autonomía de las mujeres y el eficaz mecanismo que los mantiene. Considero que una buena forma de desenmascararlos consiste en participar en una comunidad de diálogo, que presupone voluntad de las partes para dialogar. Esto difiere de los semi-diálogos en los que nos enfrascamos empeñadas/os en tener la razón, cada argumento del otro/a debe ser superado con el propio, resulta casi inútil participar en esas cansadas discusiones, pues no tiene mucho caso dar una opinión que no será escuchada, esto sigue siendo una forma de dominación. Muy distinto me sucede cuando participo en una comunidad de diálogo en la que el objetivo no es tener la razón, sino construir, aprender, encontrar juntos nuevos conocimientos a partir de evidencias y argumentos sólidos pero no absolutos. Para mí la alternativa al poder de dominio y dependencia tiene mucho que ver con la posibilidad de este tipo de diálogo que conocí mejor al tener contacto con el programa de Filosofía para Niños/as, desde entonces creo en el diálogo más profundamente y he visto que es posible construir conceptos y sentido a partir de lo que cada uno/a aporta. En este tipo de diálogo hay autonomía pero también interdependencia. En estas comunidades y en todo espacio público es importante como propone Amelia Valcárcel cuidar “la equifonía”. Hace un año estaba en un grupo universitario en el que había pocos varones y me impresionaba que cuando ellos tomaban la palabra el grupo hacía silencio para escucharles de una forma que no sucedía con las mujeres. En los grupos de jóvenes y adolescentes he visto cómo muchas veces se pide un representante por equipo, aunque sean mayoría mujeres se elige a un varón y a veces los cuidamos mucho más que a las mujeres, lo que me hace pensar en lo mucho que falta para lograr una cultura democrática real, no sólo en el ejercicio del voto o en cubrir las cuotas de mujeres en puestos importantes sino en la conciencia de igualdad, hasta en la toma de la palabra cotidianamente. En el artículo se nos llama a “enfrentar estratégicamente la pobreza de género de las mujeres”, “estratégicamente”, incluye acciones locales y globales. ¿Por qué la migración ahora es en mayor porcentaje femenina? ¿En qué trabajan las mujeres inmigrantes? Muchas cuidan niños mientras sus niños son cuidados por las abuelas, cuidan ancianos mientras sus ancianos son cuidados por otras mujeres, cuidan a cambio de un dinero que enviarán para que su familia esté cuidada. Es un gran reto que no podemos enfrentar eficazmente desde una visión sólo local. Dice Marcela Lagarde que solemos criticarnos demasiado entre mujeres y es verdad, pero hay críticas necesarias y no estar de acuerdo no significa enemistad ni descalificación. En este sentido hay algunos puntos en los que no coincido como cuando critica las dinámicas de “hablar con tu niña” ya que quizás está generalizando algunas experiencias que infantilizan dejando de lado otras dinámicas que lo que buscan es lo contrario, escuchar para poder soltar, dar para no vivir respondiendo inconscientemente a los reclamos infantiles. Quiero compartir una imagen que escuché hace una semana a Dolores Aleixandre que viene a ilustrar cómo se da la misoginia especialmente en el campo de los estudios teológicos. Nos hizo pensar en el juego del “escondite inglés” (en mi tierra “un dos tres calabaza”) que consiste en avanzar a la meta mientras la persona que dirige se da la vuelta, si alguno/a es sorprendida/o “moviéndose” es descalificada del juego. Ella equipara con humor, este juego con la dinámica que se da cuando una teóloga trata de avanzar, ¡más le vale no ser vista! ¡Hasta aquí mi reflexión un saludo!! 3 Comentarios Teresa del Pilar: Hola Mónica. Sólo quiero retomar el punto que hablas sobre la equifonía. Me parece fundamental. Equifonía implica ruptura de las tradiciones, del poder tradicional. Estar investidas de poder para tener voz. Poder hablar con asertividad, con serenidad, con firmeza, con autoridad, en voz alta. Sólo de este modo se puede dar un diálogo simétrico entre los géneros. Sin embargo, cuán diferente es lo que sucede en la realidad cotidiana. Es increíble cómo la mayoría de los varones se las ingenian para impedir este espacio equifónico, en igualdad de condiciones. Y más aún cuando sienten a la mujer como una amenaza a su poder. Mientras la mujer sea sumisa, servil, no crítica, “inferior” a ellos, todo marcha sobre rieles, pero cuando perciben lo contrario es cuando sobreviene todo tipo marginación y hasta de persecución. Esta es la verdadera realidad que nos toca vivir. Nancy Olaya Monsalve: Hola Mónica, por fin puedo comentar tu escrito. Resaltas el valor del diálogo verdadero e igualitario. Describes muy bien lo que pasa cuando una mujer en asamblea toma la palabra, o cuando los colectivos están eligiendo sus representantes. En la conferencia de religiosas/os de Colombia, el único varón fue elegido presidente y ni siquiera asiste a las reuniones, que patético!!! Hasta hace muy poco, me impresionaba como admirábamos, respetábamos, casi idolatrábamos a los sacerdotes y/o religiosos que venían a nuestras casas a darnos los retiros espirituales. Poco a poco, no sin mucha resistencia, fuimos admitiendo la voz de una mujer, su enseñanza, su método, su sensibilidad en estos espacios, aunque se nota en algunas de nosotras cierta nostalgia por aquellos santos varones... Gracias por tu reflexión tan aterrizada. Nos haces pensar y reaccionar. Un abrazo. Claudia Guzmán. Me gusta tu aporte sobre el diálogo, sobre todo cuando en él no actúa el conocimiento como un instrumento de poder, ni mucho menos el rol que se desempeña. Viene a ser esta dinámica una poderosa herramienta sobre todo en el campo pedagógico, construir a través del diálogo. Muchas gracias por tu escrito Imagen y Soledad Claudia Guzmán En este momento me encuentro realizando el trabajo de grado sobre un tema que M. Lagarde toca en el libro que estamos leyendo y es el poder de la Imagen para la construcción de la persona. La construcción de las personas es siempre una construcción social es decir determinada por las características de la sociedad y la cultura y veo que en la nuestra hay una serie de presupuestos que nos configuran y nos determinan en cuanto a los valores, las necesidades, los intereses, es decir toda la volición y las decisiones que vamos tomando a lo largo de la vida. Y qué decir cuando de lo que se habla es de la imagen de Dios. Como creyente he identificado a Dios con la “Imagen” más bien patriarcal de la visión y la tradición judeocristiana, de igual manera a Jesucristo. Hay un canto que hoy me choca mucho; como lo dice Lagarde, comienza a entrar en conflicto con mi reflexión y es el de adjudicar a Jesús la visión del “hombre perfecto de verdad” porque con frecuencia no sé dónde colocarme a mí y a las demás mujeres en relación a ese hombre perfecto y en la pastoral con la figura de hombre varón perfecto y además Dios se explican muchas experiencias de fe: los milagros, la resurrección. De otra parte encuentro mayor sintonía con la explicación de lo profundamente humano en Jesús y su propio proceso de madurez y desarrollo como persona. Sin embargo y también desde la espiritualidad teresiana ha sido para mí buena noticia el que M. Lagarde nos proponga que la autonomía se construye no sólo socialmente sino que abarca la subjetividad y la experiencia personal de cada quien (p. 87). Y en este segundo tema toca una de las experiencias más humanas: la soledad. “Estar muchas veces tratando a solas” dice Teresa de Jesús y le encuentro una gran concordancia con lo que el texto nos propone de asumir la soledad como un espacio en el que no hay otros que actúen como intermediaros con nosotras mismas. (p 94). Hacer ejercicios de legitimar experiencias en soledad, sin necesidad de compartirlos con nadie porque vivir la soledad es una posibilidad de construir autonomía. A lo mejor el primer ejercicio de autonomía en ellos sería preguntarme: qué llevo a esos espacios, qué poderes me otorgo allí, sobre qué o cómo quiero hacer mi reflexión. Es en definitiva aprender a vivir el momento presente y a mí misma en él en plenitud. 3 Comentarios Mónica Robledo: Hace unos días hice un trabajo sobre el misterio de La Trinidad en la suma teológica y es imposible no sospechar del "Padre" "Hijo" y "Espíritu" como conceptos-imágenes masculinos. Algunos/as teólogos/as tratan de mejorar la cuestión diciendo que el Espíritu es femenino por sus características, otros/as que es Padre y Madre, pero sin duda esta forma de pensar está arraigada muy profundamente en nuestra cultura religiosa. Lo bueno es que es "La" Trinidad (je) y que D**s escapa a nuestras definiciones. Gracias por tu reflexión. Nancy Olaya Monsalve: Oh Claudi, tocas un tema esencial. La importancia de la imagen no se puede soslayar desde ningún punto de vista; las imágenes median entre la realidad y nuestra subjetividad. Pensamos a través de imágenes y conocemos el mundo, las personas y cualquier otra realidad desde ellas. Son tan poderosas que determinan mi forma de percibir, conocer y relacionarme... Cuídate. Teresa del Pilar Claudia, gracias por tu reflexión. Hablas sobre el poder de la imagen en la construcción de la persona. Sin duda alguna esto es un tema relevante. La imagen “puede” mucho en las personas y en los colectivos. De ahí que es importante revisar y sanear las imágenes que nos mueven. La imagen de dios patriarcal que han ido introyectando milenariamente tiene tanta fuerza en el imaginario personal y colectivo que hasta parece algo “natural”. Si no se hace una crítica deconstructiva, seguiremos desde este engaño e ilusión. Los presupuestos culturales, sociales, ideológicos, o del tipo que fuera, ciertamente nos “condicionan”, pero no nos “determinan”, pues tenemos libertad y gracias a ella podemos ir decidiendo lo que queremos ser. Gracias a la libertad no estamos determinados/as, aunque los lastres históricos o biográficos nos pesen, tenemos la posibilidad de cambiar nuestra historia. La construcción de los sujetos Ana Lucia Cruz Las mujeres llevamos cincuenta años planteando que hemos sido invisibilizadas como sujetos históricos y sobre visibilizadas como cuerpo para otros. Es importante cambiar esta concepción de la mujer y para ello es necesario ser conscientes de que las representaciones de la mujer, no son naturales sino que tenemos que construirlas, aprendiendo a realizarlo en forma colectiva. Es fundamental para la vida de la mujer, darse cuenta que todavía en el siglo XXI, no tenemos las condiciones en igualdad, para construir discursos, porque siempre han existido los imaginarios: desde este punto de vista, quise analizar, qué peso tiene la representación que la mujer hace frente a la propuesta de cómo “construir sujetos” Se nos dice que el sujeto es siempre una construcción de la democracia y afirma: que la propuesta feminista , no consiste que en aquellos o aquellas que se conviertan en sujetos adquieran características que dominan. Convertirse en sujeto es siempre una construcción que comprende múltiples procesos, por ello veo, que vale la pena seguir apostándole a Marcela Lagarde. El segundo aspecto, señalado por Touraine, afirma que la construcción del sujeto es la construcción de la individualidad, este principio, es el llamado a formar personas actoras de la propia vida. Quiero hacerles partícipes de mis conclusiones elaboradas a lo largo de esta lectura, donde el lenguaje de la estructura feminista me pone alerta al llamado de la “auto identidad” lo cual conlleva a un proceso como gestoras de la propia vida. Ya que de alguna manera se ha dicho que somos libres, pero en realidad, no hemos logrado serlo. He podido darme cuenta, que ser autora de la propia vida, significa tener recursos para comprenderla desde otra dimensión que requiere una correspondencia filosófica entre lo que queremos alcanzar y los recursos que tenemos para reinterpretar la vida. Hoy se hace necesario este procedimiento de darnos cuenta y saber valorarnos como mujeres que necesita el mundo actual; ahondando cada día en estos procesos e interrogándonos acerca de qué nos está pasando, que juicios nos han ayudado a construir lo que somos y cuales no nos han dejado ser lo que queremos y desmontarlos de una forma contundente. La lectura del feminismo, hace una convocación a realizar un análisis sobre las dimensiones de la vida y no sólo en la vida privada de la mujer, sino un despertar para afirmarse en ese mundo de la cultura feminista, tan fundamental para la preparación de la mujer en los distintos campos de la vida: económico, político, social, e integrar con una mirada crítica unos parámetros firmes, que ayuden a resolver lo que parece imposible. Es también, un llamado a despertar ciertos estereotipos que han marcado la vida de la mujer, ya que en ocasiones nos creemos que tenemos que ser madres todopoderosas, desde cualquier punto de vista y se puede caer en el riesgo de no saber cuidar de nosotras mismas y muchas veces sentir frustraciones en la vida, se necesita formar mujeres en el auto cuidado y saber defender nuestros intereses para saber estar en el centro de nuestras propias vidas. Me sorprende ver la diversidad de mitos que hay en la formación de la mujer y he venido observando, que la mujer no está hecha para estar sola. Existen un sinnúmero de fetiches que hay que desmontar en esta cultura feminista de la mujer. Marcela, me ha ido reafirmando en la necesidad de dejar el pasado, para lograr ser personas autónomas. Es importante dar a conocer a las nuevas generaciones el que no se puede continuar con esa herencia patriarcal. Hay que aprender a desmontar la lealtad que tenemos a todo lo que se nos ha comunicado. Según Marcela, deconstruir para empezar a construir, enmarcando desde esa visión crítica de la propia cultura el despertar a algo nuevo en cuanto ideas, valores, etc. abriéndonos a una concepción feminista de género, nada fácil pero tampoco imposible, desde nuestra realidad. 4 Comentarios Mónica Robledo (martes, 01 marzo 2011 06:30): Me hiciste recordar un artículo que cuestionaba por qué cuando una mujer destaca en algún aspecto que no es deseable, se le reconoce pero se acompaña de un comentario sobre su belleza o no belleza, por ejemplo. Qué buen discurso dió la diputada y además muy guapa... ¿Por qué no reconocer el discurso simplemente? ¿Qué significa el añadido? Gracias por compartir la necesidad de visibilizar otros aspectos de la vida de mujeres (y hombres). Claudia Guzmán (martes, 15 marzo 2011 09:00): Las tradiciones recibidas culturalmente tienen un poder muy grande. Cribar los prejuicios que cada una tiene y saber relativizar su aparente sabiduría omnisciente nos ayudarían a desmontar las maneras tan fijas en que concebimos la realidad. Gracias por tu escrito Nancy Olaya Monsalve (sábado, 19 marzo 2011 19:37): Si Lucía, completamente de acuerdo contigo, debemos acompañar a las nuevas generaciones en su proceso de proponer nuevas miradas, nuevas narraciones, nuevas representaciones. Al leerte me acordé de Teresa de Jesús. En un trabajo que estoy haciendo sobre su narración, dijimos que ella se arriesgó a plantear una mirada alternativa sobre la mujer. Mira la época en la que vivió, sin embargo, con sus recursos y con las pocas posibilidades que le dio la sociedad de su época, narro de manera distinta y visibilizó otras voces, otras imágenes de lo femenino. Bendita Teresa!!! Teresa del Pilar (lunes, 04 abril 2011 13:52): Gracias, Ana Lucía por tu compartir. Ciertamente es importante la construcción de los/as sujetos, en oposición a objetos. Pero yo diría que es más necesaria aún la construcción de personas. El problema es que la categoría de sujeto concibe al ser humano como un YO, el cual no llega a la noción de persona con todo el matiz y riqueza de este concepto. De ahí que, entre otros motivos, más que hablar de sujeto, yo hablaría la construcción de la persona. Desde el punto de vista filosófico esta noción es mucho más completa. De todos modos, la idea está, de algún modo, señalada cuando dices (mencionando a Lagarde) que Touraine afirma que la construcción del sujeto es la construcción de la individualidad. Principio llamado a formar personas actoras de la propia vida. Esto parece una mera sutileza teórica, pero es que los marcos teóricos configuran las prácticas y viceversa. Prejuicios que impiden la autonomía de las mujeres Teresa del Pilar Ríos “El poder de dominio, cuando nos cosifica o cuando nos hace cosificadoras de otros, impone valores, prejuicios, normas, formas de comportamiento, normas de vida, expectativas que para las mujeres aunque sean muy importantes son desfavorables en el desarrollo de cada mujer.” (Lagarde, Marcela, 109). Ahora bien, la realidad tiene un poder que se expresa en cada realidad humana, varón o mujer. Dicho poder, en las mujeres no autónomas, se manifiesta en forma de omni-potencia o de im-potencia. Lo importante es superar las anteriores y saber cuál es mi potencia real, tangible, no la que imagino o fantaseo. (Cf. Lagarde, Marcela, 125) Si no tomo conciencia y me hago cargo de lo que realmente puedo, actuaré con “poder de dominio” cosificado o cosificador. En otras palabras, seré víctima o victimaria. En el último caso, no dejaré que la realidad acontezca, sino que trataré de imponer valores, puntos de vista, iniciativas, normas, prejuicios, etc. Cuando pretendo adelantarme a la realidad, intentando “crear” desfiguradamente la realidad misma, a través de “pre-juicios”, lo que hago es avasallar irrespetuosamente lo que es. El pre-juicio trata de anular la realidad a través de juicios que son omni-potentes, que lo pueden todo, hasta son capaces de matar la realidad. La persona prejuiciosa no necesita contactarse con lo que las cosas son, no precisa escuchar lo que ellas son, puesto que le basta su quimérica y autosuficiente perspectiva. Vive desde empobrecedoras creencias e invenciones. Las prefiere, ya que situarse de modo descalzo ante la realidad implica demasiado vaciamiento, para lo cual no se siente preparada. La complejidad de la realidad le asusta, y ante este miedo se ve empujada a respuestas injustas, simplistas y simplificadoras: manipulaciones, etiquetas, estigmatizaciones, afán de control… Efectivamente, el prejuicio tiene un efecto narcótico en tanto que produce una pseudo tranquilidad que inhibe la aridez de la búsqueda. De ahí que se recurre a un supuesto control de la realidad. La ilusión del control es una especie de ungüento para la desazón que produce lo otro. Es demasiado doloroso tener que enfrentarse a un mundo diferente al suyo. La diversidad es una amenaza peligrosa. Desde esta postura ya no se precisa la humilde fatiga de escudriñar la verdad de las cosas. Sólo queda acogerse a un reduccionismo que amodorra y evita el peregrinaje de la sorpresa, de lo nuevo, de lo desafiante. “Todo prejuicio funciona como un dogma: es una verdad absoluta. Y también funciona como un mecanismo que imposibilita el pensamiento porque si ya lo sabemos todo, no tenemos que pensar. Si en los prejuicios ya tenemos las respuestas en los prejuicios no tenemos que indagar. Los prejuicios son juicios ultra generalizadores. Generalizamos cuando decimos “todas las mujeres”, “ninguna mujer”. Nunca, siempre, jamás, todo, nadie, nada son conceptos que totalizan la experiencia. (Lagarde, Marcela, 122). Ante el dogma no hay diálogo posible, sino un rotundo y autoritario “no”; las cosas son blancas o negras, son como son (o creemos que son). Allí no hay lugar para la duda, el matiz, la alternativa, la creatividad, ni la discusión. “Hay prejuicios anti-intelectuales que han hecho estragos entre las mujeres, particularmente entre aquellas que vivimos en sociedades carenciadas de recursos académicos, escolares y de difusión del pensamiento intelectual.” (Lagarde, Marcela, 122). Una de las manifestaciones de la reacción prejuiciosa anti-intelectualista en las mujeres se expresa a través del activismo, lo cual es considerado “como superior, antagónico y opuesto.” (Lagarde, Marcela, 123). “Hay que dejar de valorar el activismo como una calidad en las mujeres y pasar a construir la capacidad actuante de las mujeres.” (Lagarde, Marcela, 108) Desde este paradigma – activista - las mujeres que viven haciendo y emprendiendo cosas, en desmedro de una reflexión profunda y serena, son sobrevaloradas. Dicha sobrevaloración supone una violencia androcéntrica para la que pretenden fundamentar con lucidez sus acciones y decisiones. “Con esos prejuicios acabamos reivindicando la ignorancia como un derecho, como un valor positivo en las mujeres para defendernos de lo que consideramos inadecuado. No criticamos el orden injusto que hace que unas podamos tener acceso a unos espacios y actividades y otras no; sino que más bien satanizamos a las mujeres que tienen esos recursos y esos bienes.” (Lagarde, Marcela, 123). “Pero todo eso lo hacemos de manera excluyente y prejuiciada y seguimos clasificándolas patriarcalmente como las buenas y las malas.” (Lagarde, Marcela, 123). Lo paradójico es que, por un lado, intentamos proyectos incluyentes, sin embargo, por otro, en nuestra propia casa nos estamos excluyendo. Lo hacemos cuando encasillamos a las personas en tal o cual destreza, descalificándola automáticamente de otras posibilidades. El pensamiento o creencia prejuiciosa se desencadena inconsciente y automáticamente. No obstante, cuando se intenta tomar conciencia de ello, confrontarlo, dialogar sobre la dinámica que implica, aparecen las resistencias y los conflictos. Los prejuicios androcéntricos se han hecho connaturales a nuestra manera de ser y de proceder. Y no sólo esto, “el uso de los prejuicios es utilitario, es oportunista. Eso tiene que ver con la fuente de enormes dificultades, por ejemplo de las mujeres, para construir la coalición de las mujeres, porque nos defendemos de los prejuicios, pero se los aplicamos a las demás. Eso impide la construcción de la alianza de las mujeres.” (Lagarde, Marcela, 122). Tenemos que considerar que el poderío sororal es una forma de empoderamiento que no está basado en la exclusión, el autoritarismo, la descalificación y la violencia. Estas son formas patriarcales de poder, las utilizamos porque no hemos hecho la crítica deconstructiva, sino que nos posicionamos desde lo introyectado culturalmente. De ahí que, es fundamental “asumir que soy misógina, por lo tanto, me cuido, pongo atención a lo que digo y lo que hago. En las asambleas, las mujeres no estamos en un espacio de diálogo entre mujeres, sino que muchas veces instalamos una inquisición para debatir, para enjuiciar y descalificar.” (Lagarde, Marcela, 130) Detectar los rasgos tóxicos de estas actitudes aparentemente es fácil. En cambio, es más difícil caer en la cuenta de que invadir constantemente la vida de las/os demás con consejos o indicaciones no pedidos es imposibilitar la construcción de la autonomía. Pues, “el consejo también es una manifestación misógina.” (Lagarde, Marcela, 130). Así las cosas, la lectura de este material me está haciendo tomar conciencia lo arraigada que está en mí la perspectiva patriarcal, la cual se expresa en pre-juicios de toda índole. Nuestra autora menciona las diversas formas de sexismo, que se expresan en la sexualidad, a ser desmontadas: “la homofobia, lesbofobia, castofobia, heterofobia. Fobia significa horror, rechazo, indiferencia, reprobación, patologización hacia las prácticas, pensamientos, etc. de homosexuales, lesbianas, castas, heterosexuales.” (Lagarde, Marcela, 113) También alude a los prejuicios de edad, clasismo, nacionalismo, racismo, esteticismo, ideológicos, políticos y religiosos. Ninguno de estos puntos tiene desperdicio, asimismo, a ninguno de ellos estamos ajenas, más de lo que pudiéramos imaginar. Esta es la razón por la cual, urge revisar críticamente cuáles son nuestros valores, perspectivas, criterios, creencias y posturas en las situaciones concretas del diario vivir. Asimismo, nos apremia acceder a los recursos de la palabra hablada y escrita. “Hay que hacer discurso y escribir discurso.” (Lagarde, Marcela, 127). “No podemos seguir aspirando a hablar desde el closet. Todas tenemos que salir del closet, de la segregación, del ghetto, de hablar para el autoconsumo.” (Lagarde, Marcela, 128) Estas son formas de ir desenmascarando y combatiendo con fundamentos sólidos los pre-juicios patriarcales que se yerguen en detrimento de la autonomía de las mujeres. “Necesitamos apropiarnos del conocimiento y entender que nada es más práctico que una buena teoría, una buena filosofía. Debemos aspirar a ser ilustradas.” (Lagarde, Marcela, 128) Ya es hora de despertarnos del sueño. 4 Comentarios Mónica Robledo (miércoles, 02 marzo 2011 04:18): Hola Teresa, me gustó mucho tu escrito... sobre todo tus comentarios y análisis sobre los prejuicios, lo que causan en nosotras y lo importante que resulta soportar las dudas, la complejidad, la incertidumbre... para no cerrarnos en lo conocido, en lo seguro por mantener así nuestra comodidad. Me parece importante como tú dices comenzar haciendo conscientes mis propios prejuicios, y yo creo que pare esto ayuda mucho escuchar voces distintas... un abrazo y gracias por compartir... Nancy Olaya Monsalve (sábado, 19 marzo 2011 19:28): Querida Teresa, tocas un tema que ya varias hay apuntalado: los prejuicios. Creo que nos preocupa a todas y voy a reflexionar un poco también de mi parte. ¿Sabes que pienso? que los prejuicios o la postura prejuiciosa es una herramienta de los sistemas patriarcales. Al ser éstos estructuras jerarquizadas, son profundamente excluyentes y adversos a lo diverso. Claro!!! Unos pocos deben estar en la cúspide gozando de los derechos que se les niega a todas/os. En ese sentido pienso que es una herramienta del status quo, no solo una deficiencia de visión. Conviene que sea así. Mmmm me pregunto ¿y nuestras propias estructuras? ¿hasta cuándo seguiremos usando el prejuicio para excluir, segregar, in-visibilizar y silenciar? Gracias por tu reflexión. Claudia Guzmán (martes, 22 marzo 2011 08:31): Tu comentario me hace pensar en una manera nueva de organizar nuestras reuniones y encuentros; también las dinámicas de los grupos de trabajo a los que estamos vinculadas; hacer ejercicios en los que todos los "equi" (equidistancia, equipolaridad, etc) se pongan en juego, a funcionar y ver qué sucede. Gracias por tu escrito Teresa del Pilar (viernes, 25 marzo 2011 12:32): Queridas Mónica, Claudia y Nancy! Voy a permitir responder a las tres juntas. En cada una me llama la atención la profundidad de su lectura y la vinculación que logran realizar a temas clave. Mónica habla de aprender a soportar las dudas, la complejidad, la incertidumbre... Todo un programa de ascesis, de vida... Estamos muy acostumbrados/as a querer tener todo bajo control (o al menos hacernos ilusión). Nancy habla de los prejuicios como recurso patriarcal. Totalmente de acuerdo, no cabe duda de esto. Aquí subyace la necesidad solapada de mantener los grandes privilegios. De ahí que se da la necesidad de excluir... Y la inevitable pregunta de cómo andamos por casa mmmm mmmmm. Claudia hace referencia la práctica de las "equis". Sin duda alguna que por aquí vienen para nosotras los grandes desafíos en las relaciones interpersonales entre hombres y mujeres. Sobre todo entre nosotras. Mil gracias a cada una por las luces!!! Somos ilustradas!! La autonomía como alternativa concreta al poder de dominio y la dependencia Ma. José Rosillo Este último bloque de la obra de M. Lagarde constituye una defensa definitiva del concepto de “autonomía”, y cómo este valor debería considerarse el principio rector hacia el que fueran encaminadas todas las propuestas de promoción de las mujeres, porque sin autonomía, el desarrollo personal, familiar, comunitario en todas las dimensiones de la vida cotidiana de las mujeres, nunca será posible. Me quedo con esta definición propuesta por la autora, después de toda la reflexión realizada en los bloques anteriores, en la que define la autonomía como “el proceso por el cual se logra que cada quién adquiere los recursos necesarios para transformarse de objeto a sujeto. Las mujeres queremos transformarnos en sujetas de nuestra propia vida y ello significa: ser protagonistas, ser pensantes, ser actuantes, elegir, priorizar y también tomar las riendas de nuestra libertad sexual”. Creo que es una perfecta y completa definición del término. A continuación hace una breve pero detallada relación de factores que en nuestros días, constituyen claros impedimentos a la conquista de nuestra autonomía; según estos prejuicios, la autonomía en las mujeres es calificada como “antinatural, libertina, inmoral, inusual, innecesaria, indigna…” Me llama poderosamente la atención cómo todos estos prejuicios de los que habla la autora, siguen estando muy enraizados en nuestra cultura y en nuestra vida diaria. Aunque parezca que en el siglo en el que estamos, ya hemos superado las mujeres todos los obstáculos. Desgraciadamente no es así. Me permito utilizar un ejemplo de mi trabajo cotidiano hace unos días con preadolescentes de 12 y 13 años. La actividad de coeducación y corresponsabilidad en las tareas domésticas, consistía en una serie de preguntas y de pruebas. En una de ellas se trataba de separar la ropa blanca y la de color para supuesta colada, y luego tenderla. Algunos chicos participantes, se negaban a hacer la actividad “porque eso era trabajo de mujeres, y ellos nunca tendrían que hacerlo”. En el mismo grupo, poco después, surgió el debate sobre las relaciones de pareja y afectivas en población adolescente. Algunos de los intervinientes (varones) se afianzaban en la opinión de ser “dueños de sus novias y que por tanto, no les permitían salir a la calle con faldas cortas porque otros chicos las miraban”. En los días anteriores, impartiendo un módulo temático sobre Exclusión Social a treinta alumnos y alumnas de 25 a 50 años, participantes de una iniciativa de formación para el empleo, surgió un acalorado debate sobre lo injusto de los derechos homosexuales (a tener hijos, a unirse en pareja, a manifestar su amor sin doble vida…) y hasta se vislumbraba la posibilidad de contagio de la homosexualidad entre los niños. ¡¡¡¡Estamos en el siglo XXI, pero parece que muchas personas, instituciones e ideologías políticas todavía no se han dado cuenta!!!!! Es doloroso cómo se extreman los posicionamientos ideológicos en estos momentos históricos y culturales. He disfrutado mucho leyendo y reflexionando con este documento de Marcela Lagarde y que ahora comparto con vosotras. Para mí ha sido todo un descubrimiento y un disfrute. Creo que seguiré “desmembrándolo” hasta extraerle el máximo jugo, para mí o para cualquier proceso de acompañamiento en el que me pueda ser necesario. 4 Comentarios Mónica Robledo (miércoles, 02 marzo 2011 04:29): Hola Maria José, tus ejemplos de la vida cotidiana son muy buenos. Hace unos días escuché sobre una mujer que hizo su tesis de teología en la cocina, porque si su familia la veía en el escritorio o con el ordenador le preguntaban constantemente qué era lo que estaba haciendo tanto tiempo ahí, pero si estaba en la cocina nadie le preguntaba nada y podía trabajar sin problema... Creo que no nos queda más que seguir aprendiendo a dialogar a compartir lo que vamos comprendiendo... Un saludo Claudia Guzmán (martes, 15 marzo 2011 08:44): Gracias por tu reflexión. Los momentos de trabajo con grupos como los que compartes y que también en mi medida he vivido, creo que hacen parte de ese proceso de deconstrucción y aunque muchas veces yo por lo menos no logro ver "el cambio" o la transformación que quisiera, pienso que se evidencia para tod@s que existe alguna forma alternativa de ver la realidad Nancy Olaya Monsalve (viernes, 18 marzo 2011 20:47): Parece mentira que en estos tiempos, los jóvenes se sitúen desde posturas tan tradicionales y machistas!!! ¿Será que nuestra educación en perspectiva de género no ha impactado lo suficiente? o será que ¿aún no educamos en perspectiva de género? mmm... Es un llamado a emprender con mayor ardor y fervor una educación para la pluralidad y la erradicación de los prejuicios, que impiden valorar las DIFERENCIAS. En nuestra propuesta educativa se dice: "Deseamos que las relaciones de RESPETO Y EQUIDAD sustituyan todo tipo de discriminación, sea por género, raza, lengua, religión, edad o condición social (u orientación sexual); que hombres y mujeres nos relacionemos con formas nuevas, inéditas, libres de los estereotipos de la cultura machista, interiorizados en ambos por el poder del sistema patriarcal" El contenido del paréntesis es mío. Gracias por tus valiosos aportes. Teresa del Pilar (lunes, 04 abril 2011 09:10): Hola María José. Gracias por los ejemplos que nos compartes, son muy parecidos a los nuestros! Y surge la pregunta de modo espontáneo, ¿qué estamos haciendo con la perspectiva de género en nuestros centros o lugares de trabajo? Es preocupante..., entiendo que debiéramos pre-ocuparnos menos y ocuparnos más. Respecto al comentario de Mónica sobre la mujer que hizo su tesis de teología en la cocina porque si estaba en otro lugar le cuestionaban. Este hecho representa la misoginia más perfecta. El odio hacia la mujer que se halla fuera de la cocina. A un ser tan inferior como es la mujer no le cabe otro espacio físico más que la cocina, de ahí que no verla en dicho recinto es una infidelidad a su "esencia" misma. Esencia asignada por el interés patriarcal y por nadie más. De ahí que con más frecuencia debiéramos animarnos a sub-vertir estos prejuicios anti intelectuales, denigrantes y discriminatorios. Animémonos a mostrar quiénes somos realmente! La costumbre de actuar según el prejuicio Por Claudia Guzmán M. Lagarde nos coloca en su escrito varios ejemplos en los que se evidencian los prejuicios que se tiene hacia todo lo que implique diversidad, casi que el prejuicio se constituye en una defensa para enfrentar los diverso, lo desconocido, lo disidente. Lo curioso es que en nuestra individualidad todas somos diferentes por lo tanto ejercemos el prejuicio hacia otras, pero también lo sufrimos en carne propia, en algún momento de la vida. Una de las manifestaciones de estas creencias inconscientes son los comentarios descalificadores, sin embargo hay otra que en mi opinión se convierte en costumbre y es la de opinar sobre las maneras en las que las y los demás construyen su vida y toman sus decisiones. Lagarde menciona otra manera de expresión benévola del prejuicio en el consejo no pedido, pero también está el de los comentarios con terceras personas sobre la vida de otras personas, lo que nos parece que deberían hacer en asuntos que ni siquiera incumben a ninguna-o de quienes lo comentan. Detrás de todo ello creo que se escoden de nuevo el miedo a lo diferente y que se sale del esquema aprendido e interiorizado. Otra reflexión que he tenido al abordar el texto tiene relación con lo que en la cultura religiosa a la cual pertenezco se considera “pastoral”. La mera palabra pastoral me cuestiona por la connotación que tiene detrás de dirigir, de pretender saber lo que es bueno para quien se dirige, es decir toda una connotación de poder y jerarquía; esto sin mencionar las actitudes que se le atribuyen a quien debe dejarse dirigir con la resonancia de la pasividad y obediencia por la imagen de la oveja o el cordero. Así, en quienes lideran trabajos de pastoral se considera una virtud dar consejos, vigilar, opinar y decir lo que es mejor para tal o cual persona. Este tema del pastoreo ya fue abordado por Michel de Foucault en una conferencia titulada “sexualidad y poder” y al hacer mi reflexión sobre el texto de Lagarde me pareció pertinente hacer la relación. Finalmente quiero decir que el texto me ha cuestionado en su totalidad, algo de ello lo he compartido en este blog; otros aspectos todavía me resuenan y me encuentro en fase de síntesis, pero es innegable que el aporte de Lagarde es valioso como herramienta de reflexión sobre mi autonomía en el estilo de vida que he escogido. 2 Comentarios Nancy Olaya Monsalve(viernes, 18 marzo 2011) ¿Sabes? creo que este miedo a la diversidad, tiene muchas razones, una de ellas es nuestra idea de Dios y por lo tanto de ser humano. Ahora recuerdo que en una reunión de mujeres oramos con Gn 38,1-6 y con Rut 1,1-4. Y nos sorprendimos por la forma como actúa Dios. Nuestro Dios Madre/Padre quiere el MESTIZAJE, contra la tradición sacerdotal y patriarcal. Desde el comienzo la Biblia describe una MEZCLA PERMANENTE, un intercambio continuo. En estos pasajes, lo que caracterizó a los hijos de Jacob fue el acercamiento a lo extranjero, la superación de las fronteras, el derribo de las cercas y la mirada más allá. Y lo que pasa en el ámbito simbólico religioso pasa en el ámbito relacional concreto. Descalificamos y deslegitimamos como lo haría ese Dios segregador y excluyente que en algún momento desdichado de nuestra historia, aprendimos. Teresa del Pilar (viernes, 25 marzo 2011 12:38): Claudia, me parece muy cierto eso de que detrás de los prejuicios está el miedo a lo diferente. Y me pregunto, ¿qué tendrá lo diferente? Supongo que antes ello cada cual sentirá una motivación peculiar, pero lo cierto es que, casi siempre, lo nuevo, lo diverso... nos causa miedo. Darse cuenta de ello y encararlo positivamente sería una posibilidad saludable. GRACIAS POR EL COMPARTIR. Una nueva ética desde el modo de sentir y actuar de las mujeres Por Nancy Olaya Hola queridas, me disculpo por la demora en compartir mi escrito. Más vale tarde ¿verdad? Ahí va. No me detendré en aspectos como los prejuicios que ampliamente toca la autora y que están ya comentados por todas nosotras en el blog. Más bien, voy a plantear desde la autora, las líneas de una ética desde el feminismo. Recordemos que a grandes rasgos, la ética es el estudio del arte de vivir bien y se refiere entonces a lo "bueno", "malo", "correcto" e "incorrecto" referido a la acción, decisión o incluso a la intención de quien decide y actúa. ¿Qué es lo bueno y correcto para las mujeres en el patriarcado? ¡Ya lo sabemos de sobra!!! Abrámonos a otra clase de ética, alternativa y centrada en el modo de sentir, decidir y actuar de las mujeres. Marcela nos permite entrever algunas claves: La conversión (vuelta) hacia si misma, expresada en el AUTOCUIDADO. La atención a los propios deseos: nombrándolos, clasificándolos y priorizándolos ¿cuáles liberan y cuales oprimen? ¿cuáles conducen a la centralidad de nuestro yo?, etc. El desarrollo de la conciencia de lo que puedo, es decir del poder real, sabiendo que ese poder es susceptible de desarrollo y evolución. El reconocimiento de las NECESIDADES para buscar recursos y poderes para alcanzar este vivir desde esos principios éticos. Y lograr la concordancia entre lo que deseo-quiero-puedo y hago. Lo que implica no solo fuerza de voluntad, sino además y sobre todo: conocimientos, recursos, conciencia y acciones puntuales y eficaces. La imagen de mujer que se deriva de esta ética es bien distinta a la tradicional-patriarcal. Permítanme citar a Elizabeth Johnson: "Las mujeres son personas humanas con capacidad de acción moral, con toda la libertad y responsabilidad que ello implica. Antiguas y androcéntricas definiciones de las mujeres como esencialmente pasivas han sido superadas en este impulso hacia la AUTONOMÍA MORAL (de las mujeres), conseguida merced a la lucha y a la acción creativa. Al mismo tiempo, la ética feminista renuncia a la visión del agente moral aislado, tan apreciado en la concepción masculina". Por eso encuentro tan coherente la propuesta de plantear la ética en relación con las/os otras/os en esta tercera parte del libro. Las características de esta ética relacional ya algunas de Ustedes las han comentado muy bien, solo quiero recordarlas: La equivalencia La equipolencia LA equidistancia La equifonia La equipotencia Estas características se desprenden del modo como se relacionan las mujeres entre sí, con los demás y con lo demás. En las relaciones de mujeres y entre mujeres existe la mutualidad, la interdependencia, la corresponsabilidad, la valoración mutua, la confianza, el respeto y el afecto, etc., etc., etc.; se renuncia a la competencia, el dominio y a las actitudes de superioridad. En síntesis, la persona no se construye desde la oposición como lo fue y es en el sistema androcéntrico, sino desde la autonomía relacional y de comunión con las otras/os. ¿Suena familiar? Pues tiene que sonar familiar, allí radica el centro de la espiritualidad teresiana ¿verdad? Un abrazo a cada una y cada uno. 5 Comentarios Teresa del Pilar (domingo, 03 abril 2011 12:13): ¡Hola Nancy! Por tus escritos siempre vale la pena esperar! Inicias nombrando a la ética. Ésta es una disciplina filosófica que debiera ser repensada desde una categoría no androcéntrica ni dicotomizada, empezando por el significado mismo de ética y moral. Y en cuanto a los enfoques y contenidos, percibo que hay mucha tela que cortar. Mencionas también una serie de rasgos y elementos muy válidos para ir reconstruyendo una ética más inclusiva e imparcial. Una ética capaz de considerar los géneros con sus legítimas diferencias. Cada una de las “equis”, desde esta perspectiva, se merece todo un tratado que abarque las instancias públicas y privadas del hombre y la mujer. En este sentido, ya hay suficiente camino hecho, sólo haría falta recogerlo. Gracias por el aporte. Rosa Emma (lunes, 04 abril 2011 21:46): Hola Querida Nancy Las claves me parecen súper interesantes... la mayoría de ellas requiere que nos conozcamos muy bien y este ejercicio de autoconocimiento es dinámico, permanente; igualmente considero que las personas con las que compartimos la vida nos ayudan. En mi vida de trabajo en diferentes equipos, ha sido interesante recibir la percepción que van teniendo sobre mí. En relación con el autocuidado hace un buen tiempo se viene trabajando; he notado especialmente en personas de vida consagrada, laicos y laicas comprometidas que lo dejan de lado, creo que por aquello de la entrega a tiempo y a destiempo, porque muchas veces nos sentimos imprescindibles en los espacios o asumimos el rol de salvadoras, salvadores. Nancy Olaya Monsalve (martes, 05 abril 2011 08:49): Hola Rosa Emma, me sentí impulsada a reaccionar ante una parte de tu comentario. Dices que ciertas personas descuidamos el auto-cuidado (me incluyo)... tienes razón. La ética tradicional, sobre todo aquella que se refiere a las mujeres, no a los hombres, y a las/os laicos, no a los ordenados varones, enseña esta actitud. La hemos aprendido y toca desaprenderla, sobre todo en nuestra sociedad patriarcal en la que la principal tentación de las mujeres, dice Elizabeth Johnson, no consiste tanto en la auto afirmación (auto-cuidado) cuanto en la falta de esta característica. Tu señalas otro aspecto, el de sentirnos indispensables, salvadoras... mmm cierto. Todo eso forma parte del estereotipo de mujer en la sociedad machista. Gracias por tu comentario. Claudia (martes, 05 abril 2011 19:00): Los discursos sobre la ética plantean toda esa "educación" de la voluntad, incluso hay ejercicios para según ellos dominarla. Bien dice nuestra propuesta que lo volitivo tiene que ver con las necesidades, los intereses, es decir con un ejercicio de reconocimiento de esa verdad profunda que conecta o "converge" en su fundamento más profundo con la de otras. También un comentario a la figura que utilizas, se ve en ella la unión en la diversidad de las que están allí, la tierra como Madre, vinculada a la Diosa, en su vientre. Muy bonita Nancy Olaya Monsalve (martes, 05 abril 2011 20:21): En efecto no creo en la educación que plantea esa clase de desarrollo volitivo, más bien, en aquella que señalas de nuestra propuesta educativa: hacer emerger, acoger y amar nuestras necesidades, intereses y deseos. Ah esta palabra: "convergencia" ahora tiene mucho sentido para mí y tú sabes porque... Para que haya autonomía se requiere repensar la propia vida... Blanca Camacho Sandoval Hola a todas y todos quienes participan en Nakawé, hoy me subo al bus aunque ustedes ya han iniciado el recorrido, me animada compartir este viaje y nutrirme de otras versiones parecidas, distintas, emergentes. Mi compartir tiene que ver con la manera como Marcela Lagarde conecta autonomía e identidad, usando expresiones como: “en la identidad de las mujeres se construye la marca de incompletud” “se construye para colocarnos en una posición periférica” “la autoidentidad desde afuera, desde el mundo externo es la ser perfecta”. Sin embargo, más aún, me desafía su propuesta metodológica: trabajar nuestra biografía. Su propuesta es un ejercicio para repensar la vida, para historizar nuestra vida, lo cual, de hecho me lleva a pensar en las narrativas de vida, las cuales entiendo como todas aquellas experiencias que se dan en el universo vivencial, provocadas en el lenguaje y que dan cuenta de la historia, de nuestras historias. Creo que las narrativas son principios organizadores y operadores de nuestras vidas que dan cuenta de formas de ser, sentir, estar, relacionarse, convivir: Todas nuestras experiencias se configuran a través de relatos los cuales están llenos de significados, que interpretan circunstancias. Entonces, cuando trabajamos nuestra biografía, tenemos la posibilidad de reconocer nuestras vidas a través de relatos que configuran modos de ser y actuar, lo cual es muy revelador y liberador, porque valida nuestra vivencia y los significados que la constituyen. La biografía en este sentido es útil, porque da la oportunidad de ser observadoras y no jueces de nuestros relatos de vida, a la vez permite que actuamos desde un lugar de agenciamiento, pues reconoce en el relato y no en nosotras lo que constriñe, descalifica, somete, domina, así como lo que libera, afirma, fortalece. Cuando vemos como se construye el sentido y significado del relato, cómo se construye su interpretación es posible también cambiar la interpretación de este relato y generar nuevos relatos. Es posible deconstruir, para recuperar la trasparencia de los modos en que determinados historias son diseñadas, sentidas, pensadas y realizadas. Así por ejemplo, cuando nosotras trabajamos o vivimos procesos de transición, en los cuales nos separamos de ciertos aspectos que queremos trasformar, que en la mayoría de las ocasiones se caracterizan por cierto malestar, o mejor mucho malestar, confusión, desorganización podemos ver este proceso como ruptura y desorganización, lo cual puede llevarnos a sentimientos de culpa, de no cumplir con el deber ser. Sin embargo, nuevos relatos, nuevas interpretaciones nos puede permitir ver ese proceso como una transición de un pasado de sumisión a un presente y futuro como una expresión de resistencia, de cuidado y no como desorganización. La biografía se convierte en un revelador de relatos dominantes que la cultura nos impone sobre nosotras mismas, que modelan nuestras vidas y nuestras relaciones. La biografía nos ayudara a identificar o generar relatos alternativos que permitan representar nuevos significados, aportando con ellos posibilidades más deseables, nuevos significados, que podamos experimentar cómo más útiles satisfactorios y con un final abierto. La biografía tiene en su semilla una fuente llena de riqueza y fertilidad, para la generación y regeneración de relatos alternativos. Aquí me remito a la idea que Foucault, quien señala hay conocimientos que pretenden constituir verdades unitarias y globales y destinan a un cierto modo de vivir, por eso poder y conocimiento son inseparables. Para terminar mis reflexiones, la biografía es una invitación a la autoconciencia, como un proceso reflexivo, que entiendo como una vuelta sobre sí misma, una práctica de auto-observación, de posibilidades de ser. Como dicen Morín: “La posibilidad de quien voy siendo se construye a través de quién soy, al tiempo que el “mí” se construye a través de quien voy siendo. Todo lo anterior con el propósito de restaurar el sentido de agencia. Imaginar otra realidad es al mismo tiempo imaginar las acciones que conducen a ella, y por tanto otra existencia para quien la imagina, así se van construyendo modelos de lo posible: llegar a ver, a ver-se, a experimentar-se, a describir-se, a tomar posición de manera diferente. Construir nuestra autonomía. ¿Cuáles son nuestras historias y relatos de vida? ¿Cuáles son los significados que las sostienen? ¿Cuáles de esos relatos son de competencia, bienestar? ¿Cuáles historias pueden dar confianza, animar, revitalizar, o curar? Algunas preguntas orientadoras… 6 Comentarios Nancy Olaya Monsalve (miércoles, 30 marzo 2011 15:12): Blanca, de nuevo te doy la bienvenida a nuestra comunidad. Oye, recuerda mandarnos tu foto!!! Tocas uno de las tareas que más me atraen en este momento, la autobiografía escrita desde claves liberadoras, tú lo expresas como nuevos relatos, nuevas interpretaciones que nos permiten hacer una transición de un pasado de sumisión a un presente y futuro como una expresión de resistencia, de cuidado y no como desorganización. Me encanta tu enfoque. Estoy queriendo escribir una nueva biografía desde estas y otras claves que me ha proporcionado la lectura de Marcela lagarde... Y para no se muy larga, tengo que decirte que las preguntas que nos compartes al final, me cuestionaron bastante, gracias por compartirlas con nosotras. Un abrazo y gracias por unirte al proyecto. Es una riqueza tenerte con nosotras. Un abrazo. Teresa del Pilar (domingo, 03 abril 2011 12:50): Blanca, gracias por la reflexión. Dices que para que haya autonomía se requiere repensar la propia vida. Ciertamente esto es así, pero también diría que para pensar la propia vida se requiere de autonomía. Relatar nuestras historias de vida, nuestra biografía implica una dosis importante de libertad y capacidad para reconocer quiénes somos. Que somos por nosotras mismas y para nosotras mismas en reciprocidad de relaciones con el varón. El criterio desde dónde planteamos nuestra biografía es fundamental, sin la perspectiva de género los relatos de nuestras historias de vida se convierten en una arma que fortalece los intereses del patriarcado. Estoy pensando en las famosas biografías de las santas que se nos presentan. Te aseguro que de sólo pensarlo me entra la angustia. Yo conocí a Santa Teresa estudiando literatura del Siglo de oro español, te aseguro que la hubiese conocido en alguna hagiografía jamás me habría me cautivado como lo han hecho las letras. A la luz de este criterio también podríamos revisar cómo son nuestros testimonios sobres las hermanas que ya fallecieron. Los podemos ver en cada número del Boletín stj, hacia el final de la página. Nancy Olaya Monsalve (domingo, 03 abril 2011 14:35): Teresa, "para pensar la propia vida se requiere autonomía" es una frase para enmarcar!!! Me resonó fuerte!!! Gracias por decirla. Oye, si, no aguanto leer o escuchar muchas vidas de santas y santos... patéticas!!! Blanca Camacho Sandoval (martes, 05 abril 2011 16:44)… Queridas Nancy y Teresa del Pilar, gracias por su aportes, nutricios, fértiles. Me quedo con la resonancia de evocar el ejercicio de tejer, de entrelazar, de con-versar, de versar con ustedes... de incluir nuevos hilos a nuestro proceso: autonomía-repensar la vida-constuir nuevos relatoslibertad-repensar la vida-autonomía-nuevos-relatos... un círculo recursivo, de desprendimientocambio-emergencia-reinvención-dolor-reorganización....etc...etc... Claudia (martes, 05 abril 2011 19:09): Blanca bienvenida a nutras comunidad de reflexión. Gracias por tu escrito. Si algo me deja la etapa de lectura del libro de Marcela Lagarde es esto que comentas sobre la importancia de la biografía. Alguien ya mencionó que nuestras historias son el lugar teológico donde deberíamos buscar cómo acontece Dios, un ejercicio de dentro hacia fuera. En mi caso muchas veces esperé que de fuera me dijeran cómo acontecía Dios para de esas formas buscarlo en mi vida (vidas de santas, santos que mencionan tu, Nancy y Pilar). Ahora es algo más simple...este blog por ejemplo me da pautas, pistas no paradigmas, reflexiono en ellas y de repente...tengo un momento de conciencia, de iluminación de insight... se va tejiendo la autobiografía y Dios en ella, el sentido, mi historia. Gracias de nuevo. ¡La tierra prometida!!! Rosa Emma Carrión Por aquí voy llegando a este espacio, para todas mi saludo amoroso. Ha sido una interesante experiencia para mí, la lectura de Marcela Lagarde, agradezco profundamente a Nancy por su persistencia conmigo. Desde hace varios años había escuchado nombrar a esta mujer mexicana feminista, pero no me había acercado a su pensamiento y prácticas. De mí quiero contarles que soy bogotana, hija única, siempre viví sola con mi mamá, amo el trabajo con la gente de las comunidades, desde lo más sencillo compartir la vida, esto me hace profundamente feliz. Desde el año 2005 inicié procesos de trabajo con mujeres, ha sido una experiencia maravillosa que me ha enriquecido hermosamente. Actualmente trabajo en Soacha, lugar que he disfrutado y me he gozado al máximo, acompaño un proceso con mujeres del grupo “Mujeres Dejando Huellas”, también realizo un voluntariado desde hace tres años en el Barrio Santafé con Mujeres en ejercicio de prostitución. La primera sensación que experimenté al ir leyendo el libro fue: esto es prácticamente algo imposible de lograr, será que lo veré algún día en mí, en las mujeres con las que comparto mi camino, o me pasará como a Moisés que no pudo ver la Tierra Prometida. Luego surgen mis preguntas al pensar en las mujeres con las que trabajo: ¿cuál es el proceso que se debe hacer para lograr la autonomía? A esta pregunta respondo: en primer lugar debe ser muy bien pensado, quienes hemos trabajado con comunidades, con las mejores intenciones, desafortunadamente en muchos casos hemos hecho demasiado daño; me preocupo en muchas ocasiones en poner más cargas a las mujeres de las ya pesadísimas que llevan por no saber plantear de manera adecuada, asertiva un proceso. El ejercicio que realizo con los grupos con los que he trabajado es en un primer momento de diagnóstico de las necesidades, inquietudes, sueños y a partir de ahí se elaboran las propuestas de Itinerarios, mi pregunta ahora es: si las mujeres no sienten esta necesidad de autonomía en este momento de su vida, ¿debo yo crear esa necesidad?, si yo creo la necesidad y esto no es una opción personal profunda ¿llegarán hasta el final?, se podrán sostener a pesar de todas las dificultades, tropiezos, luchas que deban asumir, ¿será tan atractiva la manera cómo lo podamos ir haciendo que se entregarán al proceso y lo haremos entre todas? De otra parte, considero que son procesos de largo aliento que requieren acompañamiento permanente, muchos esfuerzos grandes han quedado a medias por falta de estar ahí, esto lógicamente sin crear dependencias, porque ahí si iría en contra de lo que se quiere que es precisamente la Autonomía. Por otro lado, constato que son varios los niveles de intervención que se requieren para conseguir la Autonomía, porque no solo es un trabajo de mujeres con mujeres, para mujeres, es un trabajo que implica múltiples instancias: lo personal, lo familiar, lo social, lo cultural, lo político, involucrar igualmente múltiples actores: los hombres, las instituciones, los medios de comunicación, las entidades gubernamentales. Por otra parte en nuestra sociedad encuentro una influencia gigantesca del denominado cuarto poder que son los medios de comunicación social y este hueso es duro de roer, aunque reconozco que ya algunos periodistas y medios alternativos están poniendo estos temas sobre el tapete, pero ahí también queda mucha tela por cortar. Otro aspecto que he encontrado en mi práctica es la utilización del lenguaje inclusivo, especialmente como nos ha costado hacerlo, porque la ridiculización a la que hemos estado sometidas ha sido toda una lucha, recuerdo cuando trabaje en la Conferencia Episcopal, empezar a pronunciar la palabra “laica” todas las burlas y risas que produjo en mis compañeros y peor aún en mis compañeras; la utilización de la palabra “una” también la recuerdo porque la única a quien siempre la escuchaba decirlo era el personaje de Josefa Chivatá, empleada de servicio doméstico que interpreto Maru Yamayusa en la comedia “Dejémonos de Vainas” Algo adicional que deseo comentar es que desde hace varios años cuando empecé a trabajar el tema de género con los grupos de mujeres, siempre he tenido de fondo, me ha acompañado el texto de Rm. 12, 2 “Transfórmense por medio de la renovación de su mente…” Finalmente llegan a mi mente muchas canciones que nos recalcan todo el día, todos los días la dependencia, muchas veces quizás las cantamos o las hemos cantado, han escuchado una de Juanes que se llama “Nada valgo sin tu amor” dice: “ porque nada valgo, porque nada tengo, sino tengo lo mejor tu amor y compañía en mi corazón. Me siento débil cuando estoy sin ti y me hago fuerte cuando estás aquí, sin ti yo ya no sé qué es vivir, mi vida es un túnel sin tu amor, quiero pasar más tiempo junto a ti…, allí hay otro campo para trabajar, que creo debe ser el Análisis Crítico. De otra parte conozco un trabajo musical muy interesante de un grupo de ocho mujeres costarricenses que nació en el año 1991 “Claroscuro”, ellas han vivido un proceso feminista desde la música. Su propósito es que la producción e interpretación tengan un carácter formativo, representativo y reinvidicador de la cotidianidad de las mujeres en sus múltiples expresiones. Aquí seguiremos en contacto, gracias por este espacio que nos permite darnos a conocer, descubrir y profundizar pensamientos de otras y otros, formarnos, compartir sabidurías y seguir caminando aún cuando parezca que no veremos la Tierra Prometida!!! 4 Comentarios Nancy Olaya Monsalve (domingo, 03 abril 2011): Rosa, he disfrutado mucho tu escrito. Ya eres "nosotras" y estoy muy contenta con ello. Las preguntas que te haces son las mismas que de alguna manera nos hacemos nosotras, no solo en el trabajo con comunidades, sino en nuestro propio proceso. Pero ahí vamos, poco a poco, tomando postura, haciendo pequeños gestos autonómicos, mudando formas de pensar, sentir, actuar... Esa tierra prometida está aún lejos, es verdad, pero la VISIÓN de su figura nos ayuda a caminar ¿recuerdas quien dijo eso? Andemos y dancemos mirando la tierra prometida!!! Gracias por compartir. Blanca Camacho Sandoval (martes, 05 abril 2011 17:21): Rosa Emma que rico escuchar tu corazón y tu vivencia, ahí está tu tesoro y la luz para las preguntas que haces que también, por supuesto, muchas veces han sido mis propias preguntas ... Cuando hablas de la tierra prometida, me haces pensar también en ese texto en Mateo 6:19-21 que dice: "no os hagáis tesoros en la tierra... haceos tesoros en el cielo... porque donde quiera que este tu tesoro allí estará tu corazón" El texto en un principio puede ser confuso y contradictorio ¿en el cielo? pero si estoy en la ¿tierra?... ¿qué significa atesorar?... Mi trabajo con las comunidades me ha mostró el cielo que está en la vida de las personas que las habitan, no en su condición política, social, económica, los tesoros muchas veces los fuimos descubriendo al trabaja; toma tiempo, dedicación, esfuerzo, constancia, es decir hay que madurar, hay que caminar para conocer el tiempo, las necesidades, las diferentes instancias como bien lo mencionas y desde ese lugar, acompañar procesos de autonomía.... Gracias por tu nutricia reflexión Claudia (martes, 05 abril 2011 19:50): Gracias Rosa Emma por tu escrito. Me resuena aquello de la renovación de la mente. Una vez Nancy nos dijo en algún taller que pensábamos en imágenes. Como profesora para mi ese dato fue esperanzador porque me dije "se trata entonces de acompañar a construir otras imágenes, más sencillo que cambiar premisas, ideas, etc". Las imágenes, metáforas, palabras, evocaciones, han sido recursos que siempre he intentado utilizar desde entonces para "renovar la mente", además permiten el debate, la discusión, el consenso. ¿Cuáles son las imágenes de la autonomía para nosotras, para nuestros grupos? Hasta otra oportunidad Rosa Emma (martes, 05 abril 2011 21:30): Hola Querida Blanquita muchísimas gracias por tu comentario. Me parece muy hermoso esto que dices que el cielo está en la vida de todas estas personas, eso es maravilloso...