La soledad y la desolación en las mujeres

Transcripción

La soledad y la desolación en las mujeres
Esta es la segunda compilación de los artículos del FORO CLAVES FEMINISTAS PARA EL PODERÍO Y LA
AUTONOMÍA DE LAS MUJERES. Segunda y Tercera parte: “Autonomía y poderío de género de las mujeres” y
“Autonomía como alternativa concreta al poder de dominio y la dependencia” respectivamente.
Se compilan en orden de publicación. Se anexan también los comentarios. Cada título se encuentra enlazado con
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La soledad y la desolación en las mujeres
Por Teresa del Pilar Ríos
“Nos han enseñado a tener miedo a la libertad: miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad”. (Lagarde, Marcela,
67). La cultura patriarcal, con la sutil, pero eficaz dinámica, ha ido introyectando en las mujeres el miedo a la
libertad, lo cual se ha ido perpetuando de generación en generación. Tal es así que vamos incorporando
existencialmente en nuestro modo ser y de proceder un talante temeroso de la vida misma. “El miedo a la
soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía, porque desde muy pequeñas y toda la vida
se nos ha formado en el sentimiento de orfandad: porque se nos ha hecho profundamente dependientes de los
demás y se no ha hecho sentir que la soledad es negativa, alrededor de la cual hay toda clase de mitos” (Lagarde,
Marcela, 67).
El sentimiento de orfandad nos lleva a sentirnos incompletas sin la fusión con los otros/as, llámense personas,
instituciones, proyectos, etc. La dependencia es la expresión de un yo raquítico, minusvalorado y desdeñado. Sólo
satisfecho y contento cuando está puesto al cuidado de los “otros” y no de sí mismo. Es un yo enajenado,
hipotecado, exteriorizado, que encuentra su razón de ser siempre en los demás. De ahí que son los “otros/as”
quienes han de legitimar cualquier experiencia por nimia que sea. Solas no podemos, y si acaso lo pudiéramos, no
somos libres para hacerlo. De este modo, el temor a la libertad nos sumerge en la soledad, lo cual nos conduce a
“dos dimensiones reales y fantásticas, que provienen de la configuración tradicional de género y que precisamos
desmontar: una es la omnipotencia de género, esa creencia fantástica de que lo podemos todo (…)” (Lagarde,
Marcela, 65).
Pero, por otro lado, no somos capaces ni tan siquiera de dominar nuestras más básicas emociones; esto es, de ser
soberana en nuestro propio territorio emocional. La otra creencia a deconstruir es la impotencia, “que es uno de
los resultados de la dominación.” (Lagarde, Marcela, 66). Hemos sido dominadas por el sentimiento de orfandad.
De ahí que la soledad, en cualquiera de sus expresiones, nos produce pánico. Basta fijarse en los comentarios,
aparentemente triviales, para constatar esta verdad. Por ejemplo, “voy a probar yo también para que no seas
la única en hacerlo”, “es la única de la comunidad que se dedica a ello”, “es la única que ha hecho tal carrera”,
etc., etc.
Este miedo a la soledad nos impide ser libres en situaciones concretas de la vida. Supongamos que recibimos una
invitación para acudir a un evento determinado, pero no nos sentimos en condiciones de hacerlo, por el motivo
que fuera. No obstante, nos vemos obligadas a acompañar porque no somos suficientemente libres (yo débil)
para decir “no”. Y tampoco queremos dejar de complacer. ¡Cómo quedaría nuestra menguada imagen! Además,
esto sería traicionar nuestra “esencia” de ser para los otros/as. Sería egoísmo y falta de generosidad. En realidad,
dicha mistificación ¿no sería más que un solapado androcentrismo que late como trasfondo de la motivación?
Así las cosas, la soledad vuelta omnipotencia para los/as demás, es finalmente impotencia ante la propia vida,
ante la propia salud, ante la propia autonomía, ante el propio yo… “La precocidad y la dominación que se ejerce
sobre las mujeres hacen que no desarrollemos capacidades para el autocuidado, para proteger nuestros intereses
ni para mantenernos en el centro de nuestras vidas.” (Lagarde, Marcela, 66). Es más, que el centro de nuestra
vida sean los otros/as viene avalado por el mismo “dios padre”, ese Dios patriarcal que nos señala qué es lo
“bueno” para las mujeres.
Es impresionante la cantidad de mitos que se han ido construyendo respecto al tema de la soledad en las
mujeres. Nos han enseñado que experimentar alegría es contársela a alguien, antes que gozarla. “Para las
mujeres, el placer existe sólo cuando es compartido porque el yo no legitima la experiencia; porque el yo no
existe.” (Lagarde, Marcela, 68). Se nos ha dicho que tenemos que ser comunicativas y “comunitarias”. Esto es lo
contrario a usufructuar los propios espacios. Incluso, dichos espacios han de venir determinados por voces ajenas
a la persona interesada. Voces que se imponen, a veces diplomáticamente, a veces consensuadamente, a veces
groseramente. Dichos mitos nos indican que hay en nosotras una necesitad vital de contacto personal, de
establecer una conexión de fusión con los/as otros/as.
Que precisamos entrar en contacto real, material, simbólico, visual, auditivo o de cualquier otro tipo. Sin
embargo, la autonomía pasa por cortar esos cordones umbilicales que no hacen más que aniñarnos,
despersonalizarnos y empobrecernos. “La construcción de la relación entre los géneros tiene muchas
implicaciones y una de ellas es que las mujeres no estamos hechas para estar solas de los hombres, sino que el
sosiego de las mujeres depende de la presencia de los hombres, aun cuando sea como recuerdo.” (Lagarde,
Marcela, 67). A propósito, me surge la pregunta, ¿no será la fuerza de este mito la que esté latiendo en la
prohibición del sacerdocio femenino? Las mujeres podemos ejercer todos los sacramentos, menos el del “orden”.
Necesitamos de alguien masculino que pueda hacer acontecer este orden sagrado en nuestras vidas. Es sabido
que sin dicho sacramento, no hay plenitud de vida cristiana. Con todo, recordemos que los mitos, supuestamente,
han sido superados por los primeros filósofos griegos. He dicho filósofos y no filósofas.
A propósito de mitos y supersticiones, veamos lo que nos dice un pensador postmoderno sobre la negación del
sacerdocio femenino. “Aquí se ve claramente la puesta en práctica de una superstición metafísica (la mujer tiene
un determinado papel natural que no comprende la posibilidad del sacerdocio) contra un deber de caridad que
consiste en atender a la nueva conciencia de las mujeres en nuestra sociedad.” (Vattimo, Gianni, Creer que se
cree, 93).
Ahora bien, según nuestra autora, es conveniente diferenciar la soledad de la desolación. “Estar desolada es el
resultado de sentir una pérdida irreparable. Y en el caso de muchas mujeres, la desolación sobreviene cada vez
que nos quedamos solas, cuando alguien no llegó, o cuando llegó más tarde. Podemos sentir la desolación a cada
instante.” (Lagarde, Marcela, 67). Las mujeres podemos sentir desolación cuando los/as otros/as no piensan
como yo, cuando no responden a mis expectativas, cuando no me acompañan en lo que me hace ilusión, cuando
no tengo poder sobre el otro/a… “Otro componente de la desolación y que es parte de la cultura de género de las
mujeres es la educación fantástica para la esperanza. A la desolación la acompaña la esperanza: la esperanza de
encontrar a alguien que nos quite el sentimiento de desolación.” (Lagarde, Marcela, 67).
“Para enfrentar el miedo a la soledad tenemos que reparar la desolación en las mujeres y la única reparación
posible es poner nuestro yo en el centro y convertir la soledad en un estado de bienestar de la persona.”
(Lagarde, Marcela, 68). Poner nuestro yo en el centro significa decidirse a construir la autonomía personal, a
asumir la soledad y a tomar la distancia que corresponde respecto a la relación con las otras personas, con los
objetos, con las causas. “Para construir la autonomía necesitamos soledad y requerimos eliminar en la práctica
concreta, los múltiples mecanismos que tenemos las mujeres para no estar solas. Demanda mucha disciplina no
salir corriendo a ver a la amiga en el momento que nos quedamos solas.” (Lagarde, Marcela, 68).
Se trata de “convertir la soledad en un estado placentero, de goce, de creatividad, con posibilidad de
pensamiento, de duda, meditación, de reflexión.” (Lagarde, Marcela, 70). Recuerdo que apenas acababa de
conocer a un amigo, y en una de esas pláticas, me dice: “tengo asumida la soledad en mi vida”. Esas palabras
quedaron resonando en mí por mucho tiempo, tal vez sin lograr entenderlas. Creo que recién ahora estaría en
condiciones de poder intuir el significado de las mismas en el contexto de lo que venimos hablando. “La soledad
es un recurso metodológico imprescindible para construir la autonomía. Sin soledad (…) no desarrollaremos las
habilidades del yo. La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Tener momentos de
aislamiento en relación con otras personas es fundamental. Y se requiere disciplina para aislarse
sistemáticamente en un proceso de búsqueda del estado de soledad.” (Lagarde, Marcela, 70).
4 Comentarios
Nancy Olaya Monsalve:
Teresa del Pilar, me gusta mucho tu escrito, gracias!!! Déjame hacer resonancia por lo menos de
dos aspectos. Ciertamente la forma como nos educaron va en contra de lo que verdaderamente
nos hace autónomas y libres. En la familia, el contexto social, laboral e institucional hay un
mandato tácito pero muy potente, lo resumiría en esta frase: "no seas particular, diversa o
distinta".
Es tan impactante este mandato que nos hace muy temerosas y recelosas en comportamientos
propios o de las otras que distingan y/o acentúen posturas, obras, palabra particulares u
originales. Esto junto con otras cosas nos imposibilita una autentica y necesaria individuación, sin
la cual es inviable la autonomía.
Los principios éticos que la autora nos regala en la primera parte del libro son tan importantes,
que deberíamos tenerlos escritos en un lugar destacado para leerlos continuamente: recuerdo
solo algunos: NO AUTODISMINUIRNOS, NO COLOCARNOS EN LA SOMBRA, NO PONERNOS EN
SEGUNDO PLANO... Un abrazo.
Teresa del Pilar:
Gracias Nancy por tus oportunos aportes, los comparto plenamente! Me encanta la idea de tener
por escrito en un lugar visible los principios éticos de la autora... Lo haré, te aseguro!!
Claudia Guzmán:
Hola Teresa, me ha gustado tu escrito porque me ha hecho contactar con las veces que me he
sentido sola por asumir una manera distinta las situaciones. Cuando Nancy menciona lo del
mandato tácito, es algo tan poderoso que se siente su peso casi cotidianamente. Recuerdo
también a Santa Teresa y su insistencia en la soledad, hay toda una invitación desde nuestra
espiritualidad ahondar en todas las posibilidades que esto entraña. Gracias.
Teresa del Pilar:
Sí, Claudia, tienes razón, en nuestra espiritualidad teresiana hay una intuición muy valiosa y
acertada sobre lo que significa la soledad en el crecimiento personal y las relaciones
interpersonales. Hay toda una riqueza latente que reclama mayor profundización.
La autonomía y el poderío de las mujeres. Bloque segundo del libro de M.
Lagarde
Por María José Rosillo
En este segundo bloque, la autora se centra en el concepto de “sujeto” y cuando esta identidad se asume permite
la construcción de nuestra autonomía, de la que hablo en la primera parte de su trabajo. Este “ser” y “sentirse”
sujetos de la propia historia y protagonistas de ésta, es lo que determina el cómo la vivamos realmente y si somos
capaces de despojarnos y renunciar a todo aquello que nos atrasa en nuestro itinerario de construcción de
nuestro “ser”.
Para llevar a cabo una nueva definición de nosotras mismas, lo que la autora menciona como “re-definirse”, es
asumir que hemos de empezar de nuevo a construirnos, al margen de los esquemas patriarcales que muchas de
nosotras, aún tenemos demasiado interiorizados. Este proceso de “deconstrucción” de nuestro yo-sujetos,
requiere la re-definición también de otros conceptos que van aparejados a él, como son:





Asumir que no somos perfectas ni impotentes.
Asumir que podemos superar los sentimientos de soledad (porque ya aprendimos en la primera parte de
este trabajo, el significado de la palabra “autonomía”).
Asumir la distancia y la separación de los otros, como espacios en ocasiones, necesarios para nuestro
crecimiento.
Asumir el peso que sobre nosotras ejerce la herencia aprendida y adquirida de nuestra cultura,
diferenciándola de nuestra identidad real.
Asumir que este proceso de re-construcción de nuestro yo irremediablemente debe hacerse en un
contexto de pacto social, en el que nos movemos entre los polos de la resistencia al cambio, tanto
promovido por nosotras mismas, o por otros agentes externos, y el polo de nuestro deseo de autonomía.
Me satisface ese concepto del que habla la autora, y que tan familiar me está resultando también en los estudios,
de teología feminista, y me refiero al concepto de “reconstrucción”, que lleva aparejado un poderoso
componente crítico a partir del cual poner en tela de juicio el sistema en el que vamos a apoyarnos para
definirnos como sujetos nuevos. Es preciso pues, desmontar el orden previo para desarrollar el nuevo – dice la
autora.
En esta segunda parte, la autora va a ser muy clara y directa con los conceptos de poder y de representación de
las mujeres, y cómo éstos adquieren peso fundamental en el proceso de desarrollo y consolidación de nuestros
derechos de autonomía e independencia. ¿qué significará para las mujeres tener poder real? ¿qué supone para
las mujeres ser representativas/tener representación?
Sin duda, empezamos a movernos ya en terrenos pantanosos e inestables, ya que hablamos de estar en
verdaderos lugares en los que se tomen decisiones vitales de índole económico, social, político, y que afectan a
hombres y por supuesto a mujeres.
“Dar legitimidad al ser de las otras”- reproduciendo la frase de Celia Amorós, o como dice Mary Daly “construir la
sororidad entre las mujeres”. ¿Reconocemos el poder que otras mujeres puedan tener? ¿Reconocemos las
diferencias entre “autoridad” y autoritarismo”? Quizás sería positivo que en los grupos de mujeres podamos
reflexionar sobre ello, y extraer conclusiones en común. Me gusta la frase de la autora que dice que “la autoridad
es la capacidad de mando para convocar”. Me quedo con este lema para mis talleres de formación de líderes. El
principio de autoridad se fundamenta entre otros factores en un concepto que me gustaría destacar: “affidarse”
entendido como “confianza en la otra”.
5 Comentarios
Nancy Olaya Monsalve:
Querida María José, muy oportunas tus palabras, sobre todo aquellas que tienen que ver con esa
postura poco habitual entre nosotras: "El reconocimiento sincero de la AUTORIDAD de las otras
mujeres". Y es que lo más frecuente es adoptar actitudes de desconfianza y descalificación entre
nosotras.
Que rico que en nuestro cotidiano ofrezcamos a las demás mujeres el reconocimiento de su
autoridad y su saber en forma de escucha, respeto, admiración y apoyo...
Erradiquemos en nosotras y en los espacios en los que tengamos alguna influencia, toda actitud de
desvalorización y silenciamiento de la ciencia, la palabra, el poder, la autoridad de cada una de las
mujeres con las que compartimos. Un abrazo.
Teresa del Pilar:
Gracias María José. Comparto contigo lo que dices sobre lo que implica la “deconstrucción” de
nuestro yo. En definitiva, es una visión positiva y esperanzadora de la mujer, creer que somos
capaces de ir cambiando hacia un empoderamiento y una sana autonomía. Para ello es
fundamental el cultivo de la sororidad en confianza, en otras palabras, el affidarse.
Nancy Olaya Monsalve:
Teresa, también me está interesando mucho comprender a fondo el método deconstructivo...
muchas veces lo que hacemos es una colcha de retazos, es decir, yuxtaponemos los nuevos
sentidos a los viejos y por ello no logramos desmontar el sistema. Si tienes bibliografía sobre esta
herramienta, nos la puedes compartir. Un abrazo.
Teresa del Pilar:
Hola Nancy! Te cuento que no resulta muy fácil explicar lo que es la deconstrucción en términos
simples. Por un lado, no se trata de un método que se pueda aplicar mediante una serie de pasos a
seguir, más bien se puede observar como una postura. Por otro lado, la deconstrucción no es
sinónimo de destrucción. Cuando se habla de deconstruir un texto, por ejemplo, nos referimos a
interrogar los supuestos que lo conforman para dar una nueva perspectiva.
Lo que propone Derrida (filósofo francés contemporáneo) en sus libros es una lectura minuciosa
de textos literarios o filosóficos para llevarlos al extremo de darles una significación diferente de lo
que parecían estar diciéndonos. Éste publicó tres libros La voz y el fenómeno (1973), De la
gramatología (1977), y La escritura y la diferencia (1978), que introdujeron el enfoque
deconstructivo en la lectura de textos.
Cualquiera de los tres textos nos acerca al significado profundo de lo que significa deconstrucción.
Pero no es muy fácil abordarlos. Por ahora no tengo en mente ningún autor secundario que pueda
acercarnos con mayor sencillez a su obra. Pero, sin duda alguna, es un interesante desafío
investigar y profundizar en la temática.
Claudia Guzmán:
Interviene en todo este proceso deconstructivo un ejercicio hermenéutico a partir del desarrollo
de nuevos significados que sólo pueden ser construidos colectivamente como en estos espacios en
los que se clarifican posibilidades, opciones, posturas. Gracias
Asegurarle a cada niña, a cada joven y a cada adulta ser el centro de su vida
Por Nancy Olaya
¡Hola todas!!!
Me dispongo a compartir algo de mi reflexión a propósito de la parte del
libro de Marcela L. que nos ocupa. Continúo en clave educativa, esta vez,
haciendo crítica de la educación que hemos recibido o aquella que aún
ofrecemos desde
paradigmas tradicionales, patriarcales
y/o
autoritarios. Hay un cuento de Clarissa Pinkola Estés de su libro "Mujeres
que corren con los lobos" con el que quiero ilustrar lo que plantea M.
Lagarde en esta parte de su libro y que deseo resonar. Aunque se haga
largo lo transcribo, omito algunas partecitas para acortarlo:
"Un hombre fue a casa del sastre Szabó y se probó un traje. Mientras permanecía de pie delante del espejo se dio
cuenta de que la parte inferior del chaleco era un poco desigual. - Bueno no se preocupe por eso - le dijo el sastre Sujete el extremo más corto con la mano izquierda y nadie se dará cuenta.
Mientras así lo hacía, el cliente se dio cuenta de que la solapa de la chaqueta se curvaba en lugar de estar plana. Ah ¿eso? - dijo el sastre - Eso no es nada. Doble un poco la cabeza y asísela con la barbilla.
El cliente así lo hizo y entonces vio que la costura interior de los pantalones era un poco corta y notó que la
entrepierna le apretaba demasiado. - Ah, no se preocupe por eso - dijo el sastre - Tire de la costura hacia abajo
con la mano derecha y todo le caerá perfecto. El cliente accedió a hacerlo y se compró el traje.
Al dia siguiente se puso el nuevo traje, modificándolo con la ayuda de la mano y la barbilla... dos ancianos que
estaban jugando a las damas interrumpieron la partida para verle pasar ranqueando por delante de ellos. - ¡Oh,
Dios mío! - exclamó el primero hombre - ¡Fíjate en este pobre tullido! - El segundo hombre reflexionó un instante y
después dijo en un susurro: - Sí, lástima que esté tan lisiado, pero lo que yo quisiera saber... es de dónde habrá
sacado un traje tan bonito -".
Desde la sicología profunda ese hombre, somos nosotras, es nuestro animus lisiado, incapaz de iniciativa, de
realizar actos premeditados y autónomos. Marcela habla de cómo la cultura patriarcal nos ha hecho creer que en
la vida de las mujeres hay cosas imponderables, imposibles, inalcanzables para nosotras... renqueamos, cojeamos
y nos sumergimos en un mundo de pasividad y auto-descuido.
Fuimos educadas y educamos para ser madres, cuidar de otros (aunque ni siguiera somos capaces de cuidar de
nosotras mismas), nos convirtieron en cuidadoras y hacemos lo mismo con las niñas y las jovencitas de nuestros
espacios educativos. Es hora de enseñar el autocuidado, es hora, bien lo dice Marcela Lagarde, de asegurarle a
cada niña a cada mujer ser el centro de su vida, con nombre propio, con espacio propio, con reconocimiento y
capacidad para elegir.
¿Caben en las competencias que desarrollamos aspectos como el autocuidado, la protección de los propios
intereses y la capacidad de mantenerse en el centro de la propia vida? En este sentido, la autora da algunas
claves, solo las señalo:







Diferenciar entre soledad y desolación. Vivir la soledad como capacidad de crear espacios de "UNA" en
los que no hay intermediarios entre yo y mi subjetividad y sentirme ¡MUY bien!!!
Convertir mi soledad en un espacio de pensamiento propio, de afectividad, erotismo y sexualidad
propias, no para otros/as. Llenar ese espacio con creatividad, goce, reflexión, protagonismo... sin soledad
no desarrollaremos la autonomía... ¡mmm se dice rápido!!!
Separación y distancia emocional y sicológica. Se trata de construir límites, respetar nuestros límites y los
de los demás. No ser invasoras, no ser quejetas, no fusionarme, no poblar con palabras el silencio. En
positivo: ampliar mi experiencia de subjetividad... ¡para mí, aquí y ahora!!!
Resistir la dominación sobre nuestra personalidad y subjetividad. Vivir la propia vida es la creación más
importante que se pueda hacer.
Capacidad para decidir. Desarrollar alternativas, inventar, ser interlocutoras...
Construir sororidad. Ya lo hemos dicho, debemos reconocer y legitimar la autoridad de las otras mujeres
y entablar una relación entre nosotras de mutuo reconocimiento.
... ... ...
Bueno, hasta acá. Es una sección muy rica e iluminadora. Espero que nos esté ayudando como lo está haciendo
conmigo. Les envío un abrazo.
6 Comentarios
Teresa del Pilar:
Hola Nancy. Gracias por el claro, bello y profundo escrito que nos aportas. Te cuento que les envié
a las hermanas de mi provincia y a otras amigas, me han hecho comentarios muy interesantes.
El modo de abordar es didáctico, pues iniciar con el cuento permite situar y comprender con
mayor claridad lo que se quiere comunicar. Tu intuición es muy acertada. El ámbito de la
educación (formal e informal) es la clave para trasmitir, forjar, cuestionar, crear… paradigmas. De
ahí que los ideólogos del patriarcado cuidan celosamente esos espacios, es el modo más eficaz de
seguir reproduciendo sus intereses. La gran pregunta es: ¿cómo utilizamos y aprovechamos
nosotras esos espacios?, ¿para qué lo utilizamos?, ¿qué paradigmas reproducimos, desafiamos,
forjamos…? ¿Sólo reproducimos o, en cambio, desafiamos, creamos? En mi caso, creo que más
bien me limito a reproducir.
Claudia Guzmán:
Me has hecho pensar en la tendencia a ajustarme a lo exterior sólo para que se vea bonito y como
educadora transmitir muchas veces ese tipo de comportamientos, preferir lo que no da
problemas, lo que se adapta, a costa del sacrificio de lo auténtico y humano. Gracias
Nancy Olaya Monsalve:
Teresa y Claudia gracias por sus comentarios. Ese cuento de Pinkola me impresionó desde la
primera vez que lo leí... es una especie de espejo en el que me aterra mirar-me. Sé que debo
hacerlo para poder señalar lo que ha hecho en mí la educación patriarcal y autoritaria; y para
señalar lo que hago cuando pierdo contexto y calco el sistema en los espacios educativos en los
que me muevo.
Mónica Robledo:
Llevo días pensando en el cuento, me parece que en cuanto al tema que tratamos en este foro, tal
vez somos muchas las que nos hemos "comprado" estos trajes, basta pensar en los estándares de
belleza impuestos por los MMCS, pero creo que hay muchos ejemplos más. Muy bonitos y
deseables son los trajes, pero al final nos hacen perder la libertad y la posibilidad de caminar como
podemos.
Me sigue gustando más decir "amistad (entre mujeres)" que sororidad, aunque sea un término
feminista-político me recuerda a sororato (http://es.wikipedia.org/wiki/Sororato) y a otros
términos no muy felices. Además creo que el carisma teresiano tiene la riqueza de hacernos
experimentar que la verdadera amistad iguala condiciones, hace espaldas, impulsa... Me gusta
reconocer que esta competencia si se desarrolla en ambientes teresianos, conozco mucha gente
que se maravilla de cómo se forjan relaciones profundas. Un saludo y gracias por seguir haciendo
este esfuerzo pedagógico!!
Nancy Olaya Monsalve:
Mónica he leído la significación de "sororato" y francamente me descolocas. Gracias por hacernos
caer en la cuenta. Siempre nos han dicho que deviene de raíz francesa pero nadie nos dijo que se
emparenta con esta clase de sentidos... Como dices, debemos seguir buscando términos más
afines a lo que queremos vivir y comunicar. Un abrazo.
Beatriz Pizzanelli:
AUTONOMÍA... subjetividad... diálogo interno y externo posibilitan en nosotras la mayor
fecundidad y disfrute de la ALTERIDAD... Excelente reflexión!!! Sororalmente: Beatriz Pizzanelli
Un, dos, tres, calabaza
Mónica Robledo
En la tercera parte del texto de Marcela Lagarde, “Autonomía como alternativa concreta al poder de dominio y
dependencia” se revisan los prejuicios que alimentan la no-autonomía de las mujeres y el eficaz mecanismo que
los mantiene.
Considero que una buena forma de desenmascararlos consiste en participar en una comunidad de diálogo, que
presupone voluntad de las partes para dialogar. Esto difiere de los semi-diálogos en los que nos enfrascamos
empeñadas/os en tener la razón, cada argumento del otro/a debe ser superado con el propio, resulta casi inútil
participar en esas cansadas discusiones, pues no tiene mucho caso dar una opinión que no será escuchada, esto
sigue siendo una forma de dominación.
Muy distinto me sucede cuando participo en una comunidad de diálogo en la que el objetivo no es tener la razón,
sino construir, aprender, encontrar juntos nuevos conocimientos a partir de evidencias y argumentos sólidos pero
no absolutos. Para mí la alternativa al poder de dominio y dependencia tiene mucho que ver con la posibilidad de
este tipo de diálogo que conocí mejor al tener contacto con el programa de Filosofía para Niños/as, desde
entonces creo en el diálogo más profundamente y he visto que es posible construir conceptos y sentido a partir
de lo que cada uno/a aporta. En este tipo de diálogo hay autonomía pero también interdependencia.
En estas comunidades y en todo espacio público es importante como propone Amelia Valcárcel cuidar “la
equifonía”. Hace un año estaba en un grupo universitario en el que había pocos varones y me impresionaba que
cuando ellos tomaban la palabra el grupo hacía silencio para escucharles de una forma que no sucedía con las
mujeres. En los grupos de jóvenes y adolescentes he visto cómo muchas veces se pide un representante por
equipo, aunque sean mayoría mujeres se elige a un varón y a veces los cuidamos mucho más que a las mujeres, lo
que me hace pensar en lo mucho que falta para lograr una cultura democrática real, no sólo en el ejercicio del
voto o en cubrir las cuotas de mujeres en puestos importantes sino en la conciencia de igualdad, hasta en la toma
de la palabra cotidianamente.
En el artículo se nos llama a “enfrentar estratégicamente la pobreza de género de las mujeres”,
“estratégicamente”, incluye acciones locales y globales. ¿Por qué la migración ahora es en mayor porcentaje
femenina? ¿En qué trabajan las mujeres inmigrantes? Muchas cuidan niños mientras sus niños son cuidados por
las abuelas, cuidan ancianos mientras sus ancianos son cuidados por otras mujeres, cuidan a cambio de un dinero
que enviarán para que su familia esté cuidada. Es un gran reto que no podemos enfrentar eficazmente desde una
visión sólo local.
Dice Marcela Lagarde que solemos criticarnos demasiado entre mujeres y es verdad, pero hay críticas necesarias
y no estar de acuerdo no significa enemistad ni descalificación. En este sentido hay algunos puntos en los que no
coincido como cuando critica las dinámicas de “hablar con tu niña” ya que quizás está generalizando algunas
experiencias que infantilizan dejando de lado otras dinámicas que lo que buscan es lo contrario, escuchar para
poder soltar, dar para no vivir respondiendo inconscientemente a los reclamos infantiles.
Quiero compartir una imagen que escuché hace una semana a Dolores Aleixandre que viene a ilustrar cómo se da
la misoginia especialmente en el campo de los estudios teológicos. Nos hizo pensar en el juego del “escondite
inglés” (en mi tierra “un dos tres calabaza”) que consiste en avanzar a la meta mientras la persona que dirige se
da la vuelta, si alguno/a es sorprendida/o “moviéndose” es descalificada del juego. Ella equipara con humor, este
juego con la dinámica que se da cuando una teóloga trata de avanzar, ¡más le vale no ser vista!
¡Hasta aquí mi reflexión un saludo!!
3 Comentarios
Teresa del Pilar:
Hola Mónica. Sólo quiero retomar el punto que hablas sobre la equifonía. Me parece fundamental.
Equifonía implica ruptura de las tradiciones, del poder tradicional. Estar investidas de poder para
tener voz. Poder hablar con asertividad, con serenidad, con firmeza, con autoridad, en voz alta.
Sólo de este modo se puede dar un diálogo simétrico entre los géneros. Sin embargo, cuán
diferente es lo que sucede en la realidad cotidiana. Es increíble cómo la mayoría de los varones se
las ingenian para impedir este espacio equifónico, en igualdad de condiciones. Y más aún cuando
sienten a la mujer como una amenaza a su poder. Mientras la mujer sea sumisa, servil, no crítica,
“inferior” a ellos, todo marcha sobre rieles, pero cuando perciben lo contrario es cuando
sobreviene todo tipo marginación y hasta de persecución. Esta es la verdadera realidad que nos
toca vivir.
Nancy Olaya Monsalve:
Hola Mónica, por fin puedo comentar tu escrito. Resaltas el valor del diálogo verdadero e
igualitario. Describes muy bien lo que pasa cuando una mujer en asamblea toma la palabra, o
cuando los colectivos están eligiendo sus representantes. En la conferencia de religiosas/os de
Colombia, el único varón fue elegido presidente y ni siquiera asiste a las reuniones, que patético!!!
Hasta hace muy poco, me impresionaba como admirábamos, respetábamos, casi idolatrábamos a
los sacerdotes y/o religiosos que venían a nuestras casas a darnos los retiros espirituales. Poco a
poco, no sin mucha resistencia, fuimos admitiendo la voz de una mujer, su enseñanza, su método,
su sensibilidad en estos espacios, aunque se nota en algunas de nosotras cierta nostalgia por
aquellos santos varones... Gracias por tu reflexión tan aterrizada. Nos haces pensar y reaccionar.
Un abrazo.
Claudia Guzmán.
Me gusta tu aporte sobre el diálogo, sobre todo cuando en él no actúa el conocimiento como un
instrumento de poder, ni mucho menos el rol que se desempeña. Viene a ser esta dinámica una
poderosa herramienta sobre todo en el campo pedagógico, construir a través del diálogo. Muchas
gracias por tu escrito
Imagen y Soledad
Claudia Guzmán
En este momento me encuentro realizando el trabajo de grado sobre un tema que M. Lagarde toca en el libro que
estamos leyendo y es el poder de la Imagen para la construcción de la persona. La construcción de las personas
es siempre una construcción social es decir determinada por las características de la sociedad y la cultura y veo
que en la nuestra hay una serie de presupuestos que nos configuran y nos determinan en cuanto a los valores, las
necesidades, los intereses, es decir toda la volición y las decisiones que vamos tomando a lo largo de la vida.
Y qué decir cuando de lo que se habla es de la imagen de Dios. Como creyente he identificado a Dios con la
“Imagen” más bien patriarcal de la visión y la tradición judeocristiana, de igual manera a Jesucristo. Hay un canto
que hoy me choca mucho; como lo dice Lagarde, comienza a entrar en conflicto con mi reflexión y es el de
adjudicar a Jesús la visión del “hombre perfecto de verdad” porque con frecuencia no sé dónde colocarme a mí y
a las demás mujeres en relación a ese hombre perfecto y en la pastoral con la figura de hombre varón perfecto y
además Dios se explican muchas experiencias de fe: los milagros, la resurrección. De otra parte encuentro mayor
sintonía con la explicación de lo profundamente humano en Jesús y su propio proceso de madurez y desarrollo
como persona.
Sin embargo y también desde la espiritualidad teresiana ha sido para mí buena noticia el que M. Lagarde nos
proponga que la autonomía se construye no sólo socialmente sino que abarca la subjetividad y la experiencia
personal de cada quien (p. 87). Y en este segundo tema toca una de las experiencias más humanas: la soledad.
“Estar muchas veces tratando a solas” dice Teresa de Jesús y le encuentro una gran concordancia con lo que el
texto nos propone de asumir la soledad como un espacio en el que no hay otros que actúen como intermediaros
con nosotras mismas. (p 94). Hacer ejercicios de legitimar experiencias en soledad, sin necesidad de compartirlos
con nadie porque vivir la soledad es una posibilidad de construir autonomía. A lo mejor el primer ejercicio de
autonomía en ellos sería preguntarme: qué llevo a esos espacios, qué poderes me otorgo allí, sobre qué o cómo
quiero hacer mi reflexión. Es en definitiva aprender a vivir el momento presente y a mí misma en él en plenitud.
3 Comentarios
Mónica Robledo:
Hace unos días hice un trabajo sobre el misterio de La Trinidad en la suma teológica y es imposible
no sospechar del "Padre" "Hijo" y "Espíritu" como conceptos-imágenes masculinos. Algunos/as
teólogos/as tratan de mejorar la cuestión diciendo que el Espíritu es femenino por sus
características, otros/as que es Padre y Madre, pero sin duda esta forma de pensar está arraigada
muy profundamente en nuestra cultura religiosa. Lo bueno es que es "La" Trinidad (je) y que D**s
escapa a nuestras definiciones. Gracias por tu reflexión.
Nancy Olaya Monsalve:
Oh Claudi, tocas un tema esencial. La importancia de la imagen no se puede soslayar desde ningún
punto de vista; las imágenes median entre la realidad y nuestra subjetividad. Pensamos a través de
imágenes y conocemos el mundo, las personas y cualquier otra realidad desde ellas. Son tan
poderosas que determinan mi forma de percibir, conocer y relacionarme... Cuídate.
Teresa del Pilar
Claudia, gracias por tu reflexión. Hablas sobre el poder de la imagen en la construcción de la
persona. Sin duda alguna esto es un tema relevante. La imagen “puede” mucho en las personas y
en los colectivos. De ahí que es importante revisar y sanear las imágenes que nos mueven. La
imagen de dios patriarcal que han ido introyectando milenariamente tiene tanta fuerza en el
imaginario personal y colectivo que hasta parece algo “natural”. Si no se hace una crítica
deconstructiva, seguiremos desde este engaño e ilusión.
Los presupuestos culturales, sociales, ideológicos, o del tipo que fuera, ciertamente nos
“condicionan”, pero no nos “determinan”, pues tenemos libertad y gracias a ella podemos ir
decidiendo lo que queremos ser. Gracias a la libertad no estamos determinados/as, aunque los
lastres históricos o biográficos nos pesen, tenemos la posibilidad de cambiar nuestra historia.
La construcción de los sujetos
Ana Lucia Cruz
Las mujeres llevamos cincuenta años planteando que hemos sido invisibilizadas como sujetos históricos y sobre
visibilizadas como cuerpo para otros. Es importante cambiar esta concepción de la mujer y para ello es necesario
ser conscientes de que las representaciones de la mujer, no son naturales sino que tenemos que construirlas,
aprendiendo a realizarlo en forma colectiva.
Es fundamental para la vida de la mujer, darse cuenta que todavía en el siglo XXI, no tenemos las condiciones en
igualdad, para construir discursos, porque siempre han existido los imaginarios: desde este punto de vista, quise
analizar, qué peso tiene la representación que la mujer hace frente a la propuesta de cómo “construir sujetos” Se
nos dice que el sujeto es siempre una construcción de la democracia y afirma: que la propuesta feminista , no
consiste que en aquellos o aquellas que se conviertan en sujetos adquieran características que dominan.
Convertirse en sujeto es siempre una construcción que comprende múltiples procesos, por ello veo, que vale la
pena seguir apostándole a Marcela Lagarde.
El segundo aspecto, señalado por Touraine, afirma que la construcción del sujeto es la construcción de la
individualidad, este principio, es el llamado a formar personas actoras de la propia vida.
Quiero hacerles partícipes de mis conclusiones elaboradas a lo largo de esta lectura, donde el lenguaje de la
estructura feminista me pone alerta al llamado de la “auto identidad” lo cual conlleva a un proceso como
gestoras de la propia vida. Ya que de alguna manera se ha dicho que somos libres, pero en realidad, no hemos
logrado serlo. He podido darme cuenta, que ser autora de la propia vida, significa tener recursos para
comprenderla desde otra dimensión que requiere una correspondencia filosófica entre lo que queremos
alcanzar y los recursos que tenemos para reinterpretar la vida. Hoy se hace necesario este procedimiento de
darnos cuenta y saber valorarnos como mujeres que necesita el mundo actual; ahondando cada día en estos
procesos e interrogándonos acerca de qué nos está pasando, que juicios nos han ayudado a construir lo que
somos y cuales no nos han dejado ser lo que queremos y desmontarlos de una forma contundente.
La lectura del feminismo, hace una convocación a realizar un análisis sobre las dimensiones de la vida y no sólo
en la vida privada de la mujer, sino un despertar para afirmarse en ese mundo de la cultura feminista, tan
fundamental para la preparación de la mujer en los distintos campos de la vida: económico, político, social, e
integrar con una mirada crítica unos parámetros firmes, que ayuden a resolver lo que parece imposible.
Es también, un llamado a despertar ciertos estereotipos que han marcado la vida de la mujer, ya que en
ocasiones nos creemos que tenemos que ser madres todopoderosas, desde cualquier punto de vista y se puede
caer en el riesgo de no saber cuidar de nosotras mismas y muchas veces sentir frustraciones en la vida, se
necesita formar mujeres en el auto cuidado y saber defender nuestros intereses para saber estar en el centro de
nuestras propias vidas.
Me sorprende ver la diversidad de mitos que hay en la formación de la mujer y he venido observando, que la
mujer no está hecha para estar sola. Existen un sinnúmero de fetiches que hay que desmontar en esta cultura
feminista de la mujer. Marcela, me ha ido reafirmando en la necesidad de dejar el pasado, para lograr ser
personas autónomas.
Es importante dar a conocer a las nuevas generaciones el que no se puede continuar con esa herencia patriarcal.
Hay que aprender a desmontar la lealtad que tenemos a todo lo que se nos ha comunicado. Según Marcela,
deconstruir para empezar a construir, enmarcando desde esa visión crítica de la propia cultura el despertar a algo
nuevo en cuanto ideas, valores, etc. abriéndonos a una concepción feminista de género, nada fácil pero tampoco
imposible, desde nuestra realidad.
4 Comentarios
Mónica Robledo (martes, 01 marzo 2011 06:30):
Me hiciste recordar un artículo que cuestionaba por qué cuando una mujer destaca en algún
aspecto que no es deseable, se le reconoce pero se acompaña de un comentario sobre su belleza o
no belleza, por ejemplo. Qué buen discurso dió la diputada y además muy guapa... ¿Por qué no
reconocer el discurso simplemente? ¿Qué significa el añadido?
Gracias por compartir la necesidad de visibilizar otros aspectos de la vida de mujeres (y hombres).
Claudia Guzmán (martes, 15 marzo 2011 09:00):
Las tradiciones recibidas culturalmente tienen un poder muy grande. Cribar los prejuicios que cada
una tiene y saber relativizar su aparente sabiduría omnisciente nos ayudarían a desmontar las
maneras tan fijas en que concebimos la realidad. Gracias por tu escrito
Nancy Olaya Monsalve (sábado, 19 marzo 2011 19:37):
Si Lucía, completamente de acuerdo contigo, debemos acompañar a las nuevas generaciones en su
proceso de proponer nuevas miradas, nuevas narraciones, nuevas representaciones.
Al leerte me acordé de Teresa de Jesús. En un trabajo que estoy haciendo sobre su narración,
dijimos que ella se arriesgó a plantear una mirada alternativa sobre la mujer. Mira la época en la
que vivió, sin embargo, con sus recursos y con las pocas posibilidades que le dio la sociedad de su
época, narro de manera distinta y visibilizó otras voces, otras imágenes de lo femenino. Bendita
Teresa!!!
Teresa del Pilar (lunes, 04 abril 2011 13:52):
Gracias, Ana Lucía por tu compartir. Ciertamente es importante la construcción de los/as sujetos,
en oposición a objetos. Pero yo diría que es más necesaria aún la construcción de personas. El
problema es que la categoría de sujeto concibe al ser humano como un YO, el cual no llega a la
noción de persona con todo el matiz y riqueza de este concepto. De ahí que, entre otros motivos,
más que hablar de sujeto, yo hablaría la construcción de la persona. Desde el punto de vista
filosófico esta noción es mucho más completa.
De todos modos, la idea está, de algún modo, señalada cuando dices (mencionando a Lagarde)
que Touraine afirma que la construcción del sujeto es la construcción de la individualidad.
Principio llamado a formar personas actoras de la propia vida. Esto parece una mera sutileza
teórica, pero es que los marcos teóricos configuran las prácticas y viceversa.
Prejuicios que impiden la autonomía de las mujeres
Teresa del Pilar Ríos
“El poder de dominio, cuando nos cosifica o cuando nos hace cosificadoras de otros, impone valores, prejuicios,
normas, formas de comportamiento, normas de vida, expectativas que para las mujeres aunque sean muy
importantes son desfavorables en el desarrollo de cada mujer.” (Lagarde, Marcela, 109).
Ahora bien, la realidad tiene un poder que se expresa en cada realidad humana, varón o mujer. Dicho poder, en
las mujeres no autónomas, se manifiesta en forma de omni-potencia o de im-potencia. Lo importante es superar
las anteriores y saber cuál es mi potencia real, tangible, no la que imagino o fantaseo. (Cf. Lagarde, Marcela, 125)
Si no tomo conciencia y me hago cargo de lo que realmente puedo, actuaré con “poder de dominio” cosificado o
cosificador. En otras palabras, seré víctima o victimaria. En el último caso, no dejaré que la realidad acontezca,
sino que trataré de imponer valores, puntos de vista, iniciativas, normas, prejuicios, etc. Cuando pretendo
adelantarme a la realidad, intentando “crear” desfiguradamente la realidad misma, a través de “pre-juicios”, lo
que hago es avasallar irrespetuosamente lo que es.
El pre-juicio trata de anular la realidad a través de juicios que son omni-potentes, que lo pueden todo, hasta son
capaces de matar la realidad. La persona prejuiciosa no necesita contactarse con lo que las cosas son, no
precisa escuchar lo que ellas son, puesto que le basta su quimérica y autosuficiente perspectiva. Vive desde
empobrecedoras creencias e invenciones. Las prefiere, ya que situarse de modo descalzo ante la realidad implica
demasiado vaciamiento, para lo cual no se siente preparada. La complejidad de la realidad le asusta, y ante este
miedo se ve empujada a respuestas injustas, simplistas y simplificadoras: manipulaciones, etiquetas,
estigmatizaciones, afán de control…
Efectivamente, el prejuicio tiene un efecto narcótico en tanto que produce una pseudo tranquilidad que inhibe la
aridez de la búsqueda. De ahí que se recurre a un supuesto control de la realidad. La ilusión del control es una
especie de ungüento para la desazón que produce lo otro. Es demasiado doloroso tener que enfrentarse a un
mundo diferente al suyo. La diversidad es una amenaza peligrosa. Desde esta postura ya no se precisa la humilde
fatiga de escudriñar la verdad de las cosas. Sólo queda acogerse a un reduccionismo que amodorra y evita el
peregrinaje de la sorpresa, de lo nuevo, de lo desafiante.
“Todo prejuicio funciona como un dogma: es una verdad absoluta. Y también funciona como un mecanismo que
imposibilita el pensamiento porque si ya lo sabemos todo, no tenemos que pensar. Si en los prejuicios ya
tenemos las respuestas en los prejuicios no tenemos que indagar. Los prejuicios son juicios ultra generalizadores.
Generalizamos cuando decimos “todas las mujeres”, “ninguna mujer”. Nunca, siempre, jamás, todo, nadie, nada
son conceptos que totalizan la experiencia. (Lagarde, Marcela, 122).
Ante el dogma no hay diálogo posible, sino un rotundo y autoritario “no”; las cosas son blancas o negras, son
como son (o creemos que son). Allí no hay lugar para la duda, el matiz, la alternativa, la creatividad, ni la
discusión. “Hay prejuicios anti-intelectuales que han hecho estragos entre las mujeres, particularmente entre
aquellas que vivimos en sociedades carenciadas de recursos académicos, escolares y de difusión del pensamiento
intelectual.” (Lagarde, Marcela, 122).
Una de las manifestaciones de la reacción prejuiciosa anti-intelectualista en las mujeres se expresa a través
del activismo, lo cual es considerado “como superior, antagónico y opuesto.” (Lagarde, Marcela, 123). “Hay que
dejar de valorar el activismo como una calidad en las mujeres y pasar a construir la capacidad actuante de las
mujeres.” (Lagarde, Marcela, 108)
Desde este paradigma – activista - las mujeres que viven haciendo y emprendiendo cosas, en desmedro de una
reflexión profunda y serena, son sobrevaloradas. Dicha sobrevaloración supone una violencia androcéntrica para
la que pretenden fundamentar con lucidez sus acciones y decisiones. “Con esos prejuicios acabamos
reivindicando la ignorancia como un derecho, como un valor positivo en las mujeres para defendernos de lo que
consideramos inadecuado. No criticamos el orden injusto que hace que unas podamos tener acceso a unos
espacios y actividades y otras no; sino que más bien satanizamos a las mujeres que tienen esos recursos y esos
bienes.” (Lagarde, Marcela, 123).
“Pero todo eso lo hacemos de manera excluyente y prejuiciada y seguimos clasificándolas patriarcalmente como
las buenas y las malas.” (Lagarde, Marcela, 123). Lo paradójico es que, por un lado, intentamos proyectos
incluyentes, sin embargo, por otro, en nuestra propia casa nos estamos excluyendo. Lo hacemos cuando
encasillamos a las personas en tal o cual destreza, descalificándola automáticamente de otras posibilidades. El
pensamiento o creencia prejuiciosa se desencadena inconsciente y automáticamente. No obstante, cuando se
intenta tomar conciencia de ello, confrontarlo, dialogar sobre la dinámica que implica, aparecen las resistencias y
los conflictos. Los prejuicios androcéntricos se han hecho connaturales a nuestra manera de ser y de proceder.
Y no sólo esto, “el uso de los prejuicios es utilitario, es oportunista. Eso tiene que ver con la fuente de enormes
dificultades, por ejemplo de las mujeres, para construir la coalición de las mujeres, porque nos defendemos de los
prejuicios, pero se los aplicamos a las demás. Eso impide la construcción de la alianza de las mujeres.” (Lagarde,
Marcela, 122). Tenemos que considerar que el poderío sororal es una forma de empoderamiento que no está
basado en la exclusión, el autoritarismo, la descalificación y la violencia. Estas son formas patriarcales de poder,
las utilizamos porque no hemos hecho la crítica deconstructiva, sino que nos posicionamos desde lo introyectado
culturalmente.
De ahí que, es fundamental “asumir que soy misógina, por lo tanto, me cuido, pongo atención a lo que digo y lo
que hago. En las asambleas, las mujeres no estamos en un espacio de diálogo entre mujeres, sino que muchas
veces instalamos una inquisición para debatir, para enjuiciar y descalificar.” (Lagarde, Marcela, 130) Detectar los
rasgos tóxicos de estas actitudes aparentemente es fácil. En cambio, es más difícil caer en la cuenta de
que invadir constantemente la vida de las/os demás con consejos o indicaciones no pedidos es imposibilitar la
construcción de la autonomía. Pues, “el consejo también es una manifestación misógina.” (Lagarde, Marcela,
130).
Así las cosas, la lectura de este material me está haciendo tomar conciencia lo arraigada que está en mí la
perspectiva patriarcal, la cual se expresa en pre-juicios de toda índole. Nuestra autora menciona las diversas
formas de sexismo, que se expresan en la sexualidad, a ser desmontadas: “la homofobia, lesbofobia, castofobia,
heterofobia. Fobia significa horror, rechazo, indiferencia, reprobación, patologización hacia las prácticas,
pensamientos, etc. de homosexuales, lesbianas, castas, heterosexuales.” (Lagarde, Marcela, 113)
También alude a los prejuicios de edad, clasismo, nacionalismo, racismo, esteticismo, ideológicos, políticos y
religiosos. Ninguno de estos puntos tiene desperdicio, asimismo, a ninguno de ellos estamos ajenas, más de lo
que pudiéramos imaginar. Esta es la razón por la cual, urge revisar críticamente cuáles son nuestros valores,
perspectivas, criterios, creencias y posturas en las situaciones concretas del diario vivir.
Asimismo, nos apremia acceder a los recursos de la palabra hablada y escrita. “Hay que hacer discurso y escribir
discurso.” (Lagarde, Marcela, 127). “No podemos seguir aspirando a hablar desde el closet. Todas tenemos que
salir del closet, de la segregación, del ghetto, de hablar para el autoconsumo.” (Lagarde, Marcela, 128) Estas son
formas de ir desenmascarando y combatiendo con fundamentos sólidos los pre-juicios patriarcales que se
yerguen en detrimento de la autonomía de las mujeres. “Necesitamos apropiarnos del conocimiento y entender
que nada es más práctico que una buena teoría, una buena filosofía. Debemos aspirar a ser ilustradas.” (Lagarde,
Marcela, 128) Ya es hora de despertarnos del sueño.
4 Comentarios
Mónica Robledo (miércoles, 02 marzo 2011 04:18):
Hola Teresa, me gustó mucho tu escrito... sobre todo tus comentarios y análisis sobre los
prejuicios, lo que causan en nosotras y lo importante que resulta soportar las dudas, la
complejidad, la incertidumbre... para no cerrarnos en lo conocido, en lo seguro por mantener así
nuestra comodidad. Me parece importante como tú dices comenzar haciendo conscientes mis
propios prejuicios, y yo creo que pare esto ayuda mucho escuchar voces distintas... un abrazo y
gracias por compartir...
Nancy Olaya Monsalve (sábado, 19 marzo 2011 19:28):
Querida Teresa, tocas un tema que ya varias hay apuntalado: los prejuicios. Creo que nos
preocupa a todas y voy a reflexionar un poco también de mi parte.
¿Sabes que pienso? que los prejuicios o la postura prejuiciosa es una herramienta de los sistemas
patriarcales. Al ser éstos estructuras jerarquizadas, son profundamente excluyentes y adversos a lo
diverso. Claro!!! Unos pocos deben estar en la cúspide gozando de los derechos que se les niega a
todas/os.
En ese sentido pienso que es una herramienta del status quo, no solo una deficiencia de visión.
Conviene que sea así. Mmmm me pregunto ¿y nuestras propias estructuras? ¿hasta cuándo
seguiremos usando el prejuicio para excluir, segregar, in-visibilizar y silenciar? Gracias por tu
reflexión.
Claudia Guzmán (martes, 22 marzo 2011 08:31):
Tu comentario me hace pensar en una manera nueva de organizar nuestras reuniones y
encuentros; también las dinámicas de los grupos de trabajo a los que estamos vinculadas; hacer
ejercicios en los que todos los "equi" (equidistancia, equipolaridad, etc) se pongan en juego, a
funcionar y ver qué sucede. Gracias por tu escrito
Teresa del Pilar (viernes, 25 marzo 2011 12:32):
Queridas Mónica, Claudia y Nancy! Voy a permitir responder a las tres juntas. En cada una me
llama la atención la profundidad de su lectura y la vinculación que logran realizar a temas clave.
Mónica habla de aprender a soportar las dudas, la complejidad, la incertidumbre... Todo un
programa de ascesis, de vida... Estamos muy acostumbrados/as a querer tener todo bajo control
(o al menos hacernos ilusión).
Nancy habla de los prejuicios como recurso patriarcal. Totalmente de acuerdo, no cabe duda de
esto. Aquí subyace la necesidad solapada de mantener los grandes privilegios. De ahí que se da la
necesidad de excluir... Y la inevitable pregunta de cómo andamos por casa mmmm mmmmm.
Claudia hace referencia la práctica de las "equis". Sin duda alguna que por aquí vienen para
nosotras los grandes desafíos en las relaciones interpersonales entre hombres y mujeres. Sobre
todo entre nosotras. Mil gracias a cada una por las luces!!! Somos ilustradas!!
La autonomía como alternativa concreta al poder de dominio y la dependencia
Ma. José Rosillo
Este último bloque de la obra de M. Lagarde constituye una defensa definitiva del concepto de “autonomía”, y
cómo este valor debería considerarse el principio rector hacia el que fueran encaminadas todas las propuestas de
promoción de las mujeres, porque sin autonomía, el desarrollo personal, familiar, comunitario en todas las
dimensiones de la vida cotidiana de las mujeres, nunca será posible. Me quedo con esta definición propuesta por
la autora, después de toda la reflexión realizada en los bloques anteriores, en la que define la autonomía como
“el proceso por el cual se logra que cada quién adquiere los recursos necesarios para transformarse de objeto a
sujeto. Las mujeres queremos transformarnos en sujetas de nuestra propia vida y ello significa: ser protagonistas,
ser pensantes, ser actuantes, elegir, priorizar y también tomar las riendas de nuestra libertad sexual”. Creo que es
una perfecta y completa definición del término.
A continuación hace una breve pero detallada relación de factores que en nuestros días, constituyen claros
impedimentos a la conquista de nuestra autonomía; según estos prejuicios, la autonomía en las mujeres es
calificada como “antinatural, libertina, inmoral, inusual, innecesaria, indigna…”
Me llama poderosamente la atención cómo todos estos prejuicios de los que habla la autora, siguen estando muy
enraizados en nuestra cultura y en nuestra vida diaria. Aunque parezca que en el siglo en el que estamos, ya
hemos superado las mujeres todos los obstáculos. Desgraciadamente no es así.
Me permito utilizar un ejemplo de mi trabajo cotidiano hace unos días con preadolescentes de 12 y 13 años. La
actividad de coeducación y corresponsabilidad en las tareas domésticas, consistía en una serie de preguntas y de
pruebas. En una de ellas se trataba de separar la ropa blanca y la de color para supuesta colada, y luego tenderla.
Algunos chicos participantes, se negaban a hacer la actividad “porque eso era trabajo de mujeres, y ellos nunca
tendrían que hacerlo”.
En el mismo grupo, poco después, surgió el debate sobre las relaciones de pareja y afectivas en población
adolescente. Algunos de los intervinientes (varones) se afianzaban en la opinión de ser “dueños de sus novias y
que por tanto, no les permitían salir a la calle con faldas cortas porque otros chicos las miraban”.
En los días anteriores, impartiendo un módulo temático sobre Exclusión Social a treinta alumnos y alumnas de 25
a 50 años, participantes de una iniciativa de formación para el empleo, surgió un acalorado debate sobre lo
injusto de los derechos homosexuales (a tener hijos, a unirse en pareja, a manifestar su amor sin doble vida…) y
hasta se vislumbraba la posibilidad de contagio de la homosexualidad entre los niños.
¡¡¡¡Estamos en el siglo XXI, pero parece que muchas personas, instituciones e ideologías políticas todavía no se
han dado cuenta!!!!! Es doloroso cómo se extreman los posicionamientos ideológicos en estos momentos
históricos y culturales.
He disfrutado mucho leyendo y reflexionando con este documento de Marcela Lagarde y que ahora comparto con
vosotras. Para mí ha sido todo un descubrimiento y un disfrute. Creo que seguiré “desmembrándolo” hasta
extraerle el máximo jugo, para mí o para cualquier proceso de acompañamiento en el que me pueda ser
necesario.
4 Comentarios
Mónica Robledo (miércoles, 02 marzo 2011 04:29):
Hola Maria José, tus ejemplos de la vida cotidiana son muy buenos. Hace unos días escuché sobre
una mujer que hizo su tesis de teología en la cocina, porque si su familia la veía en el escritorio o
con el ordenador le preguntaban constantemente qué era lo que estaba haciendo tanto tiempo
ahí, pero si estaba en la cocina nadie le preguntaba nada y podía trabajar sin problema... Creo que
no nos queda más que seguir aprendiendo a dialogar a compartir lo que vamos comprendiendo...
Un saludo
Claudia Guzmán (martes, 15 marzo 2011 08:44):
Gracias por tu reflexión. Los momentos de trabajo con grupos como los que compartes y que
también en mi medida he vivido, creo que hacen parte de ese proceso de deconstrucción y aunque
muchas veces yo por lo menos no logro ver "el cambio" o la transformación que quisiera, pienso
que se evidencia para tod@s que existe alguna forma alternativa de ver la realidad
Nancy Olaya Monsalve (viernes, 18 marzo 2011 20:47):
Parece mentira que en estos tiempos, los jóvenes se sitúen desde posturas tan tradicionales y
machistas!!! ¿Será que nuestra educación en perspectiva de género no ha impactado lo suficiente?
o será que ¿aún no educamos en perspectiva de género? mmm... Es un llamado a emprender con
mayor ardor y fervor una educación para la pluralidad y la erradicación de los prejuicios, que
impiden valorar las DIFERENCIAS.
En nuestra propuesta educativa se dice: "Deseamos que las relaciones de RESPETO Y EQUIDAD
sustituyan todo tipo de discriminación, sea por género, raza, lengua, religión,
edad o condición social (u orientación sexual); que hombres y mujeres nos relacionemos con
formas nuevas, inéditas, libres de los estereotipos de la cultura machista, interiorizados en ambos
por el poder del sistema patriarcal" El contenido del paréntesis es mío. Gracias por tus valiosos
aportes.
Teresa del Pilar (lunes, 04 abril 2011 09:10):
Hola María José. Gracias por los ejemplos que nos compartes, son muy parecidos a los nuestros! Y
surge la pregunta de modo espontáneo, ¿qué estamos haciendo con la perspectiva de género en
nuestros centros o lugares de trabajo? Es preocupante..., entiendo que debiéramos pre-ocuparnos
menos y ocuparnos más.
Respecto al comentario de Mónica sobre la mujer que hizo su tesis de teología en la cocina porque
si estaba en otro lugar le cuestionaban. Este hecho representa la misoginia más perfecta. El odio
hacia la mujer que se halla fuera de la cocina. A un ser tan inferior como es la mujer no le cabe
otro espacio físico más que la cocina, de ahí que no verla en dicho recinto es una infidelidad a su
"esencia" misma. Esencia asignada por el interés patriarcal y por nadie más.
De ahí que con más frecuencia debiéramos animarnos a sub-vertir estos prejuicios anti
intelectuales, denigrantes y discriminatorios. Animémonos a mostrar quiénes somos realmente!
La costumbre de actuar según el prejuicio
Por Claudia Guzmán
M. Lagarde nos coloca en su escrito varios ejemplos en los que se evidencian los prejuicios que se tiene hacia
todo lo que implique diversidad, casi que el prejuicio se constituye en una defensa para enfrentar los diverso, lo
desconocido, lo disidente.
Lo curioso es que en nuestra individualidad todas somos diferentes por lo tanto ejercemos el prejuicio hacia
otras, pero también lo sufrimos en carne propia, en algún momento de la vida.
Una de las manifestaciones de estas creencias inconscientes son los comentarios descalificadores, sin embargo
hay otra que en mi opinión se convierte en costumbre y es la de opinar sobre las maneras en las que las y los
demás construyen su vida y toman sus decisiones.
Lagarde menciona otra manera de expresión benévola del prejuicio en el consejo no pedido, pero también está el
de los comentarios con terceras personas sobre la vida de otras personas, lo que nos parece que deberían hacer
en asuntos que ni siquiera incumben a ninguna-o de quienes lo comentan.
Detrás de todo ello creo que se escoden de nuevo el miedo a lo diferente y que se sale del esquema aprendido e
interiorizado.
Otra reflexión que he tenido al abordar el texto tiene relación con lo que en la cultura religiosa a la cual
pertenezco se considera “pastoral”. La mera palabra pastoral me cuestiona por la connotación que tiene detrás
de dirigir, de pretender saber lo que es bueno para quien se dirige, es decir toda una connotación de poder y
jerarquía; esto sin mencionar las actitudes que se le atribuyen a quien debe dejarse dirigir con la resonancia de la
pasividad y obediencia por la imagen de la oveja o el cordero. Así, en quienes lideran trabajos de pastoral se
considera una virtud dar consejos, vigilar, opinar y decir lo que es mejor para tal o cual persona. Este tema del
pastoreo ya fue abordado por Michel de Foucault en una conferencia titulada “sexualidad y poder” y al hacer mi
reflexión sobre el texto de Lagarde me pareció pertinente hacer la relación.
Finalmente quiero decir que el texto me ha cuestionado en su totalidad, algo de ello lo he compartido en este
blog; otros aspectos todavía me resuenan y me encuentro en fase de síntesis, pero es innegable que el aporte de
Lagarde es valioso como herramienta de reflexión sobre mi autonomía en el estilo de vida que he escogido.
2 Comentarios
Nancy Olaya Monsalve(viernes, 18 marzo 2011)
¿Sabes? creo que este miedo a la diversidad, tiene muchas razones, una de ellas es nuestra idea de
Dios y por lo tanto de ser humano.
Ahora recuerdo que en una reunión de mujeres oramos con Gn 38,1-6 y con Rut 1,1-4. Y nos
sorprendimos por la forma como actúa Dios. Nuestro Dios Madre/Padre quiere el MESTIZAJE,
contra la tradición sacerdotal y patriarcal. Desde el comienzo la Biblia describe una MEZCLA
PERMANENTE, un intercambio continuo. En estos pasajes, lo que caracterizó a los hijos de Jacob
fue el acercamiento a lo extranjero, la superación de las fronteras, el derribo de las cercas y la
mirada más allá.
Y lo que pasa en el ámbito simbólico religioso pasa en el ámbito relacional concreto.
Descalificamos y deslegitimamos como lo haría ese Dios segregador y excluyente que en algún
momento desdichado de nuestra historia, aprendimos.
Teresa del Pilar (viernes, 25 marzo 2011 12:38):
Claudia, me parece muy cierto eso de que detrás de los prejuicios está el miedo a lo diferente. Y
me pregunto, ¿qué tendrá lo diferente? Supongo que antes ello cada cual sentirá una motivación
peculiar, pero lo cierto es que, casi siempre, lo nuevo, lo diverso... nos causa miedo. Darse cuenta
de ello y encararlo positivamente sería una posibilidad saludable. GRACIAS POR EL COMPARTIR.
Una nueva ética desde el modo de sentir y actuar de las mujeres
Por Nancy Olaya
Hola queridas, me disculpo por la demora en compartir mi
escrito. Más vale tarde ¿verdad? Ahí va.
No me detendré en aspectos como los prejuicios que
ampliamente toca la autora y que están ya comentados por
todas nosotras en el blog. Más bien, voy a plantear desde la
autora, las líneas de una ética desde el feminismo.
Recordemos que a grandes rasgos, la ética es el estudio del
arte de vivir bien y se refiere entonces a lo "bueno", "malo",
"correcto" e "incorrecto" referido a la acción, decisión o
incluso a la intención de quien decide y actúa.
¿Qué es lo bueno y correcto para las mujeres en el
patriarcado? ¡Ya lo sabemos de sobra!!! Abrámonos a otra
clase de ética, alternativa y centrada en el modo de sentir,
decidir y actuar de las mujeres. Marcela nos permite entrever
algunas claves:

La conversión (vuelta) hacia si misma, expresada en el AUTOCUIDADO.

La atención a los propios deseos: nombrándolos, clasificándolos y priorizándolos ¿cuáles liberan y cuales
oprimen? ¿cuáles conducen a la centralidad de nuestro yo?, etc.

El desarrollo de la conciencia de lo que puedo, es decir del poder real, sabiendo que ese poder es
susceptible de desarrollo y evolución.

El reconocimiento de las NECESIDADES para buscar recursos y poderes para alcanzar este vivir desde
esos principios éticos.

Y lograr la concordancia entre lo que deseo-quiero-puedo y hago. Lo que implica no solo fuerza de
voluntad, sino además y sobre todo: conocimientos, recursos, conciencia y acciones puntuales y eficaces.
La imagen de mujer que se deriva de esta ética es bien distinta a la tradicional-patriarcal. Permítanme citar a
Elizabeth Johnson: "Las mujeres son personas humanas con capacidad de acción moral, con toda la libertad y
responsabilidad que ello implica. Antiguas y androcéntricas definiciones de las mujeres como esencialmente
pasivas han sido superadas en este impulso hacia la AUTONOMÍA MORAL (de las mujeres), conseguida merced a
la lucha y a la acción creativa. Al mismo tiempo, la ética feminista renuncia a la visión del agente moral aislado,
tan apreciado en la concepción masculina". Por eso encuentro tan coherente la propuesta de plantear la ética en
relación con las/os otras/os en esta tercera parte del libro. Las características de esta ética relacional ya algunas
de Ustedes las han comentado muy bien, solo quiero recordarlas:




La equivalencia
La equipolencia
LA equidistancia
La equifonia

La equipotencia
Estas características se desprenden del modo como se relacionan las mujeres entre sí, con los demás y con lo
demás. En las relaciones de mujeres y entre mujeres existe la mutualidad, la interdependencia, la
corresponsabilidad, la valoración mutua, la confianza, el respeto y el afecto, etc., etc., etc.; se renuncia a la
competencia, el dominio y a las actitudes de superioridad.
En síntesis, la persona no se construye desde la oposición como lo fue y es en el sistema androcéntrico, sino
desde la autonomía relacional y de comunión con las otras/os. ¿Suena familiar? Pues tiene que sonar familiar, allí
radica el centro de la espiritualidad teresiana ¿verdad? Un abrazo a cada una y cada uno.
5 Comentarios
Teresa del Pilar (domingo, 03 abril 2011 12:13):
¡Hola Nancy! Por tus escritos siempre vale la pena esperar! Inicias nombrando a la ética. Ésta es
una disciplina filosófica que debiera ser repensada desde una categoría no androcéntrica ni
dicotomizada, empezando por el significado mismo de ética y moral. Y en cuanto a los enfoques y
contenidos, percibo que hay mucha tela que cortar.
Mencionas también una serie de rasgos y elementos muy válidos para ir reconstruyendo una ética
más inclusiva e imparcial. Una ética capaz de considerar los géneros con sus legítimas diferencias.
Cada una de las “equis”, desde esta perspectiva, se merece todo un tratado que abarque las
instancias públicas y privadas del hombre y la mujer. En este sentido, ya hay suficiente camino
hecho, sólo haría falta recogerlo. Gracias por el aporte.
Rosa Emma (lunes, 04 abril 2011 21:46):
Hola Querida Nancy
Las claves me parecen súper interesantes... la mayoría de ellas requiere que nos conozcamos muy
bien y este ejercicio de autoconocimiento es dinámico, permanente; igualmente considero que las
personas con las que compartimos la vida nos ayudan. En mi vida de trabajo en diferentes
equipos, ha sido interesante recibir la percepción que van teniendo sobre mí.
En relación con el autocuidado hace un buen tiempo se viene trabajando; he notado
especialmente en personas de vida consagrada, laicos y laicas comprometidas que lo dejan de
lado, creo que por aquello de la entrega a tiempo y a destiempo, porque muchas veces nos
sentimos imprescindibles en los espacios o asumimos el rol de salvadoras, salvadores.
Nancy Olaya Monsalve (martes, 05 abril 2011 08:49):
Hola Rosa Emma, me sentí impulsada a reaccionar ante una parte de tu comentario. Dices que
ciertas personas descuidamos el auto-cuidado (me incluyo)... tienes razón. La ética tradicional,
sobre todo aquella que se refiere a las mujeres, no a los hombres, y a las/os laicos, no a los
ordenados varones, enseña esta actitud. La hemos aprendido y toca desaprenderla, sobre todo en
nuestra sociedad patriarcal en la que la principal tentación de las mujeres, dice Elizabeth Johnson,
no consiste tanto en la auto afirmación (auto-cuidado) cuanto en la falta de esta característica.
Tu señalas otro aspecto, el de sentirnos indispensables, salvadoras... mmm cierto. Todo eso forma
parte del estereotipo de mujer en la sociedad machista. Gracias por tu comentario.
Claudia (martes, 05 abril 2011 19:00):
Los discursos sobre la ética plantean toda esa "educación" de la voluntad, incluso hay ejercicios
para según ellos dominarla. Bien dice nuestra propuesta que lo volitivo tiene que ver con las
necesidades, los intereses, es decir con un ejercicio de reconocimiento de esa verdad profunda
que conecta o "converge" en su fundamento más profundo con la de otras. También un
comentario a la figura que utilizas, se ve en ella la unión en la diversidad de las que están allí, la
tierra como Madre, vinculada a la Diosa, en su vientre. Muy bonita
Nancy Olaya Monsalve (martes, 05 abril 2011 20:21):
En efecto no creo en la educación que plantea esa clase de desarrollo volitivo, más bien, en
aquella que señalas de nuestra propuesta educativa: hacer emerger, acoger y amar nuestras
necesidades, intereses y deseos.
Ah esta palabra: "convergencia" ahora tiene mucho sentido para mí y tú sabes porque...
Para que haya autonomía se requiere repensar la propia vida...
Blanca Camacho Sandoval
Hola a todas y todos quienes participan en Nakawé, hoy me subo al bus aunque ustedes ya han iniciado el
recorrido, me animada compartir este viaje y nutrirme de otras versiones parecidas, distintas, emergentes. Mi
compartir tiene que ver con la manera como Marcela Lagarde conecta autonomía e identidad, usando
expresiones como: “en la identidad de las mujeres se construye la marca de incompletud” “se construye para
colocarnos en una posición periférica” “la autoidentidad desde afuera, desde el mundo externo es la ser
perfecta”. Sin embargo, más aún, me desafía su propuesta metodológica: trabajar nuestra biografía.
Su propuesta es un ejercicio para repensar la vida, para historizar nuestra vida, lo cual, de hecho me lleva a
pensar en las narrativas de vida, las cuales entiendo como todas aquellas experiencias que se dan en el universo
vivencial, provocadas en el lenguaje y que dan cuenta de la historia, de nuestras historias. Creo que las narrativas
son principios organizadores y operadores de nuestras vidas que dan cuenta de formas de ser, sentir, estar,
relacionarse, convivir: Todas nuestras experiencias se configuran a través de relatos los cuales están llenos de
significados, que interpretan circunstancias.
Entonces, cuando trabajamos nuestra biografía, tenemos la posibilidad de reconocer nuestras vidas a través de
relatos que configuran modos de ser y actuar, lo cual es muy revelador y liberador, porque valida nuestra vivencia
y los significados que la constituyen. La biografía en este sentido es útil, porque da la oportunidad de ser
observadoras y no jueces de nuestros relatos de vida, a la vez permite que actuamos desde un lugar de
agenciamiento, pues reconoce en el relato y no en nosotras lo que constriñe, descalifica, somete, domina, así
como lo que libera, afirma, fortalece. Cuando vemos como se construye el sentido y significado del relato, cómo
se construye su interpretación es posible también cambiar la interpretación de este relato y generar nuevos
relatos.
Es posible deconstruir, para recuperar la trasparencia de los modos en que determinados historias son diseñadas,
sentidas, pensadas y realizadas. Así por ejemplo, cuando nosotras trabajamos o vivimos procesos de transición,
en los cuales nos separamos de ciertos aspectos que queremos trasformar, que en la mayoría de las ocasiones se
caracterizan por cierto malestar, o mejor mucho malestar, confusión, desorganización podemos ver este proceso
como ruptura y desorganización, lo cual puede llevarnos a sentimientos de culpa, de no cumplir con el deber ser.
Sin embargo, nuevos relatos, nuevas interpretaciones nos puede permitir ver ese proceso como una transición de
un pasado de sumisión a un presente y futuro como una expresión de resistencia, de cuidado y no como
desorganización.
La biografía se convierte en un revelador de relatos dominantes que la cultura nos impone sobre nosotras
mismas, que modelan nuestras vidas y nuestras relaciones. La biografía nos ayudara a identificar o generar relatos
alternativos que permitan representar nuevos significados, aportando con ellos posibilidades más deseables,
nuevos significados, que podamos experimentar cómo más útiles satisfactorios y con un final abierto. La biografía
tiene en su semilla una fuente llena de riqueza y fertilidad, para la generación y regeneración de relatos
alternativos. Aquí me remito a la idea que Foucault, quien señala hay conocimientos que pretenden constituir
verdades unitarias y globales y destinan a un cierto modo de vivir, por eso poder y conocimiento son
inseparables.
Para terminar mis reflexiones, la biografía es una invitación a la autoconciencia, como un proceso reflexivo, que
entiendo como una vuelta sobre sí misma, una práctica de auto-observación, de posibilidades de ser. Como dicen
Morín: “La posibilidad de quien voy siendo se construye a través de quién soy, al tiempo que el “mí” se construye
a través de quien voy siendo. Todo lo anterior con el propósito de restaurar el sentido de agencia. Imaginar otra
realidad es al mismo tiempo imaginar las acciones que conducen a ella, y por tanto otra existencia para quien la
imagina, así se van construyendo modelos de lo posible: llegar a ver, a ver-se, a experimentar-se, a describir-se,
a tomar posición de manera diferente. Construir nuestra autonomía.
¿Cuáles son nuestras historias y relatos de vida? ¿Cuáles son los significados que las sostienen? ¿Cuáles de esos
relatos son de competencia, bienestar? ¿Cuáles historias pueden dar confianza, animar, revitalizar, o curar?
Algunas preguntas orientadoras…
6 Comentarios
Nancy Olaya Monsalve (miércoles, 30 marzo 2011 15:12):
Blanca, de nuevo te doy la bienvenida a nuestra comunidad. Oye, recuerda mandarnos tu foto!!!
Tocas uno de las tareas que más me atraen en este momento, la autobiografía escrita desde claves
liberadoras, tú lo expresas como nuevos relatos, nuevas interpretaciones que nos permiten hacer
una transición de un pasado de sumisión a un presente y futuro como una expresión de
resistencia, de cuidado y no como desorganización. Me encanta tu enfoque. Estoy queriendo
escribir una nueva biografía desde estas y otras claves que me ha proporcionado la lectura de
Marcela lagarde...
Y para no se muy larga, tengo que decirte que las preguntas que nos compartes al final, me
cuestionaron bastante, gracias por compartirlas con nosotras. Un abrazo y gracias por unirte al
proyecto. Es una riqueza tenerte con nosotras. Un abrazo.
Teresa del Pilar (domingo, 03 abril 2011 12:50):
Blanca, gracias por la reflexión. Dices que para que haya autonomía se requiere repensar la propia
vida. Ciertamente esto es así, pero también diría que para pensar la propia vida se requiere de
autonomía. Relatar nuestras historias de vida, nuestra biografía implica una dosis importante de
libertad y capacidad para reconocer quiénes somos. Que somos por nosotras mismas y para
nosotras mismas en reciprocidad de relaciones con el varón.
El criterio desde dónde planteamos nuestra biografía es fundamental, sin la perspectiva de género
los relatos de nuestras historias de vida se convierten en una arma que fortalece los intereses del
patriarcado. Estoy pensando en las famosas biografías de las santas que se nos presentan. Te
aseguro que de sólo pensarlo me entra la angustia. Yo conocí a Santa Teresa estudiando literatura
del Siglo de oro español, te aseguro que la hubiese conocido en alguna hagiografía jamás me
habría me cautivado como lo han hecho las letras.
A la luz de este criterio también podríamos revisar cómo son nuestros testimonios sobres las
hermanas que ya fallecieron. Los podemos ver en cada número del Boletín stj, hacia el final de la
página.
Nancy Olaya Monsalve (domingo, 03 abril 2011 14:35):
Teresa, "para pensar la propia vida se requiere autonomía" es una frase para enmarcar!!! Me
resonó fuerte!!! Gracias por decirla.
Oye, si, no aguanto leer o escuchar muchas vidas de santas y santos... patéticas!!!
Blanca Camacho Sandoval (martes, 05 abril 2011 16:44)…
Queridas Nancy y Teresa del Pilar, gracias por su aportes, nutricios, fértiles. Me quedo con la
resonancia de evocar el ejercicio de tejer, de entrelazar, de con-versar, de versar con ustedes... de
incluir nuevos hilos a nuestro proceso: autonomía-repensar la vida-constuir nuevos relatoslibertad-repensar la vida-autonomía-nuevos-relatos... un círculo recursivo, de desprendimientocambio-emergencia-reinvención-dolor-reorganización....etc...etc...
Claudia (martes, 05 abril 2011 19:09):
Blanca bienvenida a nutras comunidad de reflexión. Gracias por tu escrito. Si algo me deja la etapa
de lectura del libro de Marcela Lagarde es esto que comentas sobre la importancia de la biografía.
Alguien ya mencionó que nuestras historias son el lugar teológico donde deberíamos buscar cómo
acontece Dios, un ejercicio de dentro hacia fuera. En mi caso muchas veces esperé que de fuera
me dijeran cómo acontecía Dios para de esas formas buscarlo en mi vida (vidas de santas, santos
que mencionan tu, Nancy y Pilar). Ahora es algo más simple...este blog por ejemplo me da pautas,
pistas no paradigmas, reflexiono en ellas y de repente...tengo un momento de conciencia, de
iluminación de insight... se va tejiendo la autobiografía y Dios en ella, el sentido, mi historia.
Gracias de nuevo.
¡La tierra prometida!!!
Rosa Emma Carrión
Por aquí voy llegando a este espacio, para todas mi saludo amoroso.
Ha sido una interesante experiencia para mí, la lectura de Marcela
Lagarde, agradezco profundamente a Nancy por su persistencia
conmigo. Desde hace varios años había escuchado nombrar a esta
mujer mexicana feminista, pero no me había acercado a su
pensamiento y prácticas.
De mí quiero contarles que soy bogotana, hija única, siempre viví sola
con mi mamá, amo el trabajo con la gente de las comunidades, desde
lo más sencillo compartir la vida, esto me hace profundamente feliz.
Desde el año 2005 inicié procesos de trabajo con mujeres, ha sido una
experiencia maravillosa que me ha enriquecido hermosamente.
Actualmente trabajo en Soacha, lugar que he disfrutado y me he gozado al máximo, acompaño un proceso con
mujeres del grupo “Mujeres Dejando Huellas”, también realizo un voluntariado desde hace tres años en el Barrio
Santafé con Mujeres en ejercicio de prostitución.
La primera sensación que experimenté al ir leyendo el libro fue: esto es prácticamente algo imposible de lograr,
será que lo veré algún día en mí, en las mujeres con las que comparto mi camino, o me pasará como a Moisés que
no pudo ver la Tierra Prometida.
Luego surgen mis preguntas al pensar en las mujeres con las que trabajo: ¿cuál es el proceso que se debe hacer
para lograr la autonomía?
A esta pregunta respondo: en primer lugar debe ser muy bien pensado, quienes hemos trabajado con
comunidades, con las mejores intenciones, desafortunadamente en muchos casos hemos hecho demasiado daño;
me preocupo en muchas ocasiones en poner más cargas a las mujeres de las ya pesadísimas que llevan por no
saber plantear de manera adecuada, asertiva un proceso.
El ejercicio que realizo con los grupos con los que he trabajado es en un primer momento de diagnóstico de las
necesidades, inquietudes, sueños y a partir de ahí se elaboran las propuestas de Itinerarios, mi pregunta ahora es:
si las mujeres no sienten esta necesidad de autonomía en este momento de su vida, ¿debo yo crear esa
necesidad?, si yo creo la necesidad y esto no es una opción personal profunda ¿llegarán hasta el final?, se podrán
sostener a pesar de todas las dificultades, tropiezos, luchas que deban asumir, ¿será tan atractiva la manera cómo
lo podamos ir haciendo que se entregarán al proceso y lo haremos entre todas?
De otra parte, considero que son procesos de largo aliento que requieren acompañamiento permanente, muchos
esfuerzos grandes han quedado a medias por falta de estar ahí, esto lógicamente sin crear dependencias, porque
ahí si iría en contra de lo que se quiere que es precisamente la Autonomía.
Por otro lado, constato que son varios los niveles de intervención que se requieren para conseguir la Autonomía,
porque no solo es un trabajo de mujeres con mujeres, para mujeres, es un trabajo que implica múltiples
instancias: lo personal, lo familiar, lo social, lo cultural, lo político, involucrar igualmente múltiples actores: los
hombres, las instituciones, los medios de comunicación, las entidades gubernamentales.
Por otra parte en nuestra sociedad encuentro una influencia gigantesca del denominado cuarto poder que son
los medios de comunicación social y este hueso es duro de roer, aunque reconozco que ya algunos periodistas y
medios alternativos están poniendo estos temas sobre el tapete, pero ahí también queda mucha tela por cortar.
Otro aspecto que he encontrado en mi práctica es la utilización del lenguaje inclusivo, especialmente como nos
ha costado hacerlo, porque la ridiculización a la que hemos estado sometidas ha sido toda una lucha, recuerdo
cuando trabaje en la Conferencia Episcopal, empezar a pronunciar la palabra “laica” todas las burlas y risas que
produjo en mis compañeros y peor aún en mis compañeras; la utilización de la palabra “una” también la recuerdo
porque la única a quien siempre la escuchaba decirlo era el personaje de Josefa Chivatá, empleada de servicio
doméstico que interpreto Maru Yamayusa en la comedia “Dejémonos de Vainas”
Algo adicional que deseo comentar es que desde hace varios años cuando empecé a trabajar el tema de género
con los grupos de mujeres, siempre he tenido de fondo, me ha acompañado el texto de Rm. 12, 2 “Transfórmense
por medio de la renovación de su mente…”
Finalmente llegan a mi mente muchas canciones que nos recalcan todo el día, todos los días la dependencia,
muchas veces quizás las cantamos o las hemos cantado, han escuchado una de Juanes que se llama “Nada valgo
sin tu amor” dice: “ porque nada valgo, porque nada tengo, sino tengo lo mejor tu amor y compañía en mi
corazón. Me siento débil cuando estoy sin ti y me hago fuerte cuando estás aquí, sin ti yo ya no sé qué es vivir, mi
vida es un túnel sin tu amor, quiero pasar más tiempo junto a ti…, allí hay otro campo para trabajar, que creo
debe ser el Análisis Crítico.
De otra parte conozco un trabajo musical muy interesante de un grupo de ocho mujeres costarricenses que nació
en el año 1991 “Claroscuro”, ellas han vivido un proceso feminista desde la música. Su propósito es que la
producción e interpretación tengan un carácter formativo, representativo y reinvidicador de la cotidianidad de las
mujeres en sus múltiples expresiones.
Aquí seguiremos en contacto, gracias por este espacio que nos permite darnos a conocer, descubrir y profundizar
pensamientos de otras y otros, formarnos, compartir sabidurías y seguir caminando aún cuando parezca que no
veremos la Tierra Prometida!!!
4 Comentarios
Nancy Olaya Monsalve (domingo, 03 abril 2011):
Rosa, he disfrutado mucho tu escrito. Ya eres "nosotras" y estoy muy contenta con ello. Las
preguntas que te haces son las mismas que de alguna manera nos hacemos nosotras, no solo en el
trabajo con comunidades, sino en nuestro propio proceso. Pero ahí vamos, poco a poco, tomando
postura, haciendo pequeños gestos autonómicos, mudando formas de pensar, sentir, actuar...
Esa tierra prometida está aún lejos, es verdad, pero la VISIÓN de su figura nos ayuda a caminar
¿recuerdas quien dijo eso? Andemos y dancemos mirando la tierra prometida!!! Gracias por
compartir.
Blanca Camacho Sandoval (martes, 05 abril 2011 17:21):
Rosa Emma que rico escuchar tu corazón y tu vivencia, ahí está tu tesoro y la luz para las preguntas
que haces que también, por supuesto, muchas veces han sido mis propias preguntas ... Cuando
hablas de la tierra prometida, me haces pensar también en ese texto en Mateo 6:19-21 que dice:
"no os hagáis tesoros en la tierra... haceos tesoros en el cielo... porque donde quiera que este tu
tesoro allí estará tu corazón" El texto en un principio puede ser confuso y contradictorio ¿en el
cielo? pero si estoy en la ¿tierra?... ¿qué significa atesorar?...
Mi trabajo con las comunidades me ha mostró el cielo que está en la vida de las personas que las
habitan, no en su condición política, social, económica, los tesoros muchas veces los fuimos
descubriendo al trabaja; toma tiempo, dedicación, esfuerzo, constancia, es decir hay que madurar,
hay que caminar para conocer el tiempo, las necesidades, las diferentes instancias como bien lo
mencionas y desde ese lugar, acompañar procesos de autonomía.... Gracias por tu nutricia
reflexión
Claudia (martes, 05 abril 2011 19:50):
Gracias Rosa Emma por tu escrito. Me resuena aquello de la renovación de la mente. Una vez
Nancy nos dijo en algún taller que pensábamos en imágenes. Como profesora para mi ese dato fue
esperanzador porque me dije "se trata entonces de acompañar a construir otras imágenes, más
sencillo que cambiar premisas, ideas, etc". Las imágenes, metáforas, palabras, evocaciones, han
sido recursos que siempre he intentado utilizar desde entonces para "renovar la mente", además
permiten el debate, la discusión, el consenso. ¿Cuáles son las imágenes de la autonomía para
nosotras, para nuestros grupos? Hasta otra oportunidad
Rosa Emma (martes, 05 abril 2011 21:30):
Hola Querida Blanquita muchísimas gracias por tu comentario. Me parece muy hermoso esto que
dices que el cielo está en la vida de todas estas personas, eso es maravilloso...

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