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O´Neill Cold Water Classics en Tasmania
Sur f
No es una tarde cualquiera. Es el mes de
marzo en una solitaria playa del salvaje
oeste en Tasmania, hay buenas olas y el
cielo sólo presagia una buena sesión de
surf con los amigos...
En el fin del mundo
Decid conmigo: Tasmania, Tasmania, Tasmania… ¿qué sensaciones acuden a vuestra cabeza? Seguro que os
evoca un lugar remoto, exótico, salvaje… Y seguro al 100% que además pensáis –irremediablemente- en el
Demonio de Tasmania. ¿No es así? Pues allí que nos fuimos el mes pasado a la prueba inaugural del Circuito
de surf O´Neill Cold Water Classics. Al mismo fin del mundo ¿Os venís con nosotros?
Texto: Fco. Javier González / Fotos: O'Neill y Fco. Javier González
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El largo viaje a las Antípodas
¿Cuánto se tarda en llegar desde España? Alrededor de 30 horas, en función del lugar en el
que se hagan las escalas y la duración de estas.
En mi caso salí un domingo y –por arte y gracias
de la rotación de la tierra y los cambios horarios- llegué a Tasmania el martes siguiente...
¡perdí diez horas de mi vida! Y es que en total
la distancia desde Madrid hasta la ciudad de
Launceston son 17.572 km… ¡las antípodas!
Así, después de tantas horas de viaje, cuando
por fin sobrevuelas Tasmania, luchas por contener el cansancio y el sueño para no perderte
detalle. Y ya desde el avión, cuando comienza a
sobrevolar la isla, se aprecia que, efectivamente,
entramos en territorio remoto, exótico y salvaje.
Tasmania tiene 315 km de oeste a este, y 286
km de norte a sur. Una superficie comparable a
la República de Irlanda. A pesar de no ser muy
grande, reúne una envidiable variedad de paisajes: playas, bosques, ríos, acantilados, montaOX IGENO
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L
os lugares más al norte, más al sur, más salvajes y más fríos.
Ese es el lema que sirve de premisa a los organizadores
para localizar los lugares de los eventos de surf Cold Water
Classics. Y, sin lugar a dudas, la isla oceánica de Tasmania
se adapta perfectamente a esas condiciones.
La isla de Tasmania-en realidad un archipiélago de más de
300 islas- es un estado de Australia con un área de 68.332
km². Está situada a 240 km al sureste del continente, y es
de una geografía variada y bastante accidentada. Posee
un clima templado, estable y húmedo, y hace gala de ser
el lugar del mundo en el que los medidores meteorológicos
localizan el aire más puro del planeta.
Para surfear así, las olas y la tabla deben ser a tu cuerpo y alma
como el lema de las matrículas tasmanas: "Your Natural State".
ñas. En las matrículas de sus coches se puede
leer “The Natural State” (El Estado Natural),
lo que sin duda hace alusión a un territorio
en el que la naturaleza es la principal protagonista. Un dato: más del 40% de la isla está
protegida con Parques Nacionales o reservas
naturales.
Muertos de sueño y cansancio, y con un coche
automático alquilado, nos dirigimos desde la
ciudad de Launceston hasta nuestro destino
en Tasmania: la localidad de Marrawah, en el
salvaje oeste de la isla. Ya en ruta me asaltaron
algunas comparaciones. A primera vista me
daba la sensación de estar en un lugar mezcla
de África e… Inglaterra. Quizás el hecho de
conducir por la izquierda ayudaba, pero al haber sido -y en cierta medida seguir siendo- una
colonia británica, muchas referencias son las
mismas que en las islas británicas.
Marrawah
Ya en la región de Stanley, al noroeste de la
isla, pudimos comprobar que la fauna salvaje abunda por la zona. Por la carretera se
nos cruzaban pequeños canguros (llamados
wallabys) constantemente, además de otros
animales no identificados. Y es que la fauna
de la isla de Tasmania es en buena parte endémica y, por tanto, muy peculiar, como los
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wombats, las Edchinas (u osos hormigueros
con espinas), los demonios de Tasmania o los
ya extintos tigres de Tasmania.
Al llegar al pueblo de Marrawah, nos sorprendieron lo dispersas que estaban unas casas
de otras, el abundante ganado vacuno en sus
grandes y verdes praderas, los enormes árboles
de curiosas formas, y –cómo no- el pub, auténtico centro neurálgico de una comunidad de
300 personas volcada con un evento de surf
que, una vez al año, les sitúa en el mapa.
La coordinadora de O´Neill nos comentó que
no es nada fácil organizar un evento de surf
de categoría mundial en un lugar tan remoto:
“sin la ayuda de la gente del pueblo sería imposible. No hay hoteles, ni apenas hostales u
otros alojamientos, y durante la semana del
evento la población se multiplica… Por tanto
es indispensable contar con la colaboración
de toda la comunidad, que ceden sus casas,
organizan y cocinan las comidas en el recinto comunitario, y colaboran en las labores de
organización”. Hay que decir que la gente del
pueblo, y de Tasmania en general, derrochan
simpatía, amabilidad y son muy hospitalarios.
Eso sí, incluso una persona que se defienda
bien en inglés pasará apuros para entenderse
los primeros días ¡menudo acentazo!
Las playas y el surf
El surf, y toda la cultura que le rodea, está muy
arraigado en Australia, y se nota: en la cantidad
de furgonetas y autocaravanas con tablas que
se ven, en el amplio abanico de edades de surfistas que es posible conocer, en las fotografías
de los pubs, en las noticias de la televisión…
No por nada un gran porcentaje de los participantes en la primera división del Circuito
mundial de surf son australianos.
En el caso del O´Neill Cold Water de Tasmania, algunos de los mejores surfistas del
mundo estaban allí: el sudafricano Jordy Smith, el hawaiano campeón del mundo Sunny
García, los estadounidenses Cory Lopez y
Bobby Martinez; además de una nutrida participación de españoles como el gallego Gony
Zubizarreta, el canario Jonathan González,
o los vascos Indar Inanue, Aritz Aramburu y
Hodei Collazo.
La playa en la que se desarrolló la competición
-West Point Beach- puede servir perfectamente de referencia para ilustrar el estilo de playas
de la costa oeste tasmania: olvidaros de ver
ningún tipo de edificación, tan sólo algunas
pequeñas cabañas denominadas shacks con
lo mínimo y justo para poder vivir pequeñas
temporadas. Rocas con tonos anaranjados
y formas incisivas. Amplias dunas con vegetación. Potentes mareas oceánicas. Vientos
caprichosos. Campos de algas sacadas de
otros mundos submarinos… 100% salvajes,
ideales para disfrutar de las olas y el surf. ¿La
temperatura del agua? Evidentemente fría, pero la marca O´Neill, como buena fabricante de
neoprenos, no se iba a dejar impresionar por
un detalle así, y menos aún cuando su circuito
se denomina Cold Water Classics (Clásicos de
Aguas Frías).
Cold Water Classics
Presenciar un campeonato de surf es una sensación agridulce. Agrio porque pasan las horas
y parece que nada está pasando a pesar de lo
mucho que ocurre. Dulce porque no todos los
días es posible ver a buena parte de los mejores
del mundo en acción. Como en todo deporte,
lo buenos surfistas hacen que las maniobras
más difíciles parezcan fáciles, y todos los que
hayáis probado alguna vez o lo hagáis habitualmente ya sabréis de sobra que no es así… La
armada española al completo se quedó fuera
de la competición en la segunda manga. Pero
es que avanzar en un campeonato de tanta
categoría es tremendamente difícil, y más aún
en un deporte en el que hay factores que se escapan de las manos de cualquier competidor,
como el día que haga y el tipo de olas que haya,
o la lotería de contrincantes que te puedan tocar en la manga, que suelen ser de cuatro participantes de los que pasan los dos con mejores
puntuaciones, o de uno contra uno a partir de
los cuartos de final. Por otro lado, es bonito
comprobar cómo distintas generaciones de
surfistas -y por tanto de estilos- se encuentran
y en ocasiones se baten: las rondas con maniobras aéreas más propias del skateboard de los
más jóvenes, contra el estilo más depurado y
clásico de los “puretas”. Finalmente fue un joven australiano, Stuart Kennedy, el que venció
en la final frente al brasileño Wiggoly Dantas,
y de paso se llevó a casa los bien merecidos
dólares de premio. En el momento de escribir
estas líneas, se desarrollaba la segunda parada
del Circuito en Escocia, a falta de tres citas más
en Sudáfrica, Canadá y California, está última
localización en el hogar de la mítica marca surfera O´Neill.
Los locals
Una de las mejores cosas de viajar es, sin duda,
la oportunidad de conocer a gente de otros
lugares. Ya he señalado la extrema hospitalidad
y amabilidad de los “locals” que conocí en la
zona, y al respecto puedo contar una pequeña anécdota. Una mañana bien temprano un
compañero nos dejó sin vehículo para poder
acudir al recinto donde se desayunaba (al
más puro estilo inglés: huevos, bacon y baked
beans). Como éste estaba a varios kilómetros,
comenzamos a andar de camino y el primer
coche que pasó a nuestro lado se detuvo y nos
hizo subir. A pesar de no entender ni “papa” de
lo que nos comentaba, su tono y gestos eran de
lo más amigables, y cuando vimos que pasaba
de largo el recinto al que íbamos no dijimos
nada… Cuál fue nuestra sorpresa cuando nos
llevó hasta una casa, la suya, a unos cuantos
kilómetros. Una vez allí nos metió en su cocina
y de su frigorífico nos sacó un paquete con...
un “mutton bird”. Al parecer el mutton bird es
una especie de pájaro protegida que sólo algunas pocas personas tienen permiso para cazar
(no sabemos si él lo tenía o no). Y su forma de
darnos la bienvenida a su tierra fue obsequiarnos con uno, bastante grande por cierto. ¿La
receta? Al horno, tal cual… Esa misma tarde
conocí a Court, un fontanero australiano que
recorría su país en un autobús escolar rehabilitado como vivienda en busca y captura de olas,
acompañado de su fiel pastor alemán Jarrah.
Después de unas cervezas en el pub le conté el
asunto del mutton bird y nos fuimos a cocinarlo para el resto de compañeros. Cuando llegaron y entraron en la casa, sus expresiones hacia
el olor que desprendía el horno fueron de todo
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Una furgoneta, un fiel amigo
canino, una par de tablas de
surf, y un atardecer diario.
¿Imagináis una vida mejor?
menos agradables ¿Tan mal olía? El caso es que
probamos el mutton bird por cortesía hacia su
dador, pero ni siquiera con mostaza de Dijon
fuimos capaces de rebajar su -digamos intenso- sabor. En los siguientes días, Court y Jarrah
ejercerían de guías y agudos comentaristas de
la realidad australiana; y confieso que cada vez
que estaba con él, un sentimiento de sana envidia por su modo de vida recorría mi cuerpo…
Paraíso del outdoor
Tasmania
• población: 494.520 habitantes.
• principales ciudades: Hobart
(capital de Tasmania, 203.600 habitantes),
Launceston (98.500 habitantes), Burnie
(18.000) y Devonport (25,000).
• electricidad: 230/240 voltios. ¡No
olvidéis el adaptador!
• horarios: La mayoría de
supermercados abre de 7 de la mañana
a 9 de la noche. Los bancos de 09:30 a
16 horas; y las gasolineras suelen ser 24
horas, pero en zonas aisladas hay que tener
mucho cuidado con este dato. Recordad
que la zona horaria de Tasmania (Australian
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Eastern Standard Time) supone un adelanto
de 10 horas respecto a la nuestra.
• visados: Es necesario visado para
entrar en Australia, pero –por otra parte- es
muy fácil y cómodo adquirirlo por internet:
www.ecom.immi.gov.au/visas/app/
uu?form=TV
• cuarentena: Australia y Tasmania
tienen uno de los sistemas de regulatorios
de cuarentena más estrictos del mundo,
lo que se traduce en que prácticamente
ningún alimento, planta o animal puede
ser introducido en la isla sin una exhaustiva
revisión y/o cuarentena previa (en el caso de
los perros de tres meses).
M
ás información:
www.oneill.com/cwc
www.discovertasmania.com
Uno de los grandes atractivos turísticos de
Tasmania es su diversidad natural. En cortos
trayectos andando, en coche o en bici es posible vivir grandes contrastes paisajísticos. Eso
sí, a la hora de descubrir la isla, siempre hay
que tener en cuenta que la mayor parte está
muy aislada, y es más que probable recorrer
grandes distancias sin encontrarse apenas signos de civilización. Incluso algunos carteles
nos recuerdan la necesidad de ir bien provistos
de víveres y gasolina si procede, por lo que
siempre es importante una buena preparación
y planificación previa.
Tasmania es, además, es un auténtico paraíso
del deporte outdoor, pues no hay más que pensar en una actividad para encontrar fácilmente
el lugar apropiado para practicarla: trekking
por el “Mount Anne”, “Craddle Mountain” y
la famosa “Overland Track” que, con sus 73
km, es uno de los trekkings más famosos de
Australia… y del mundo; kayak y rafting entre las gargantas y espectaculares paisajes de
“Franklin River” o “Gordon River”; mountain
bike por la red de carreteras y caminos de la isla
o cualquiera de sus reservas naturales, surf en
la espectacular y salvaje costa oeste; o incluso
esquí en la estación-de un único remonte- de
Ben Lomond, no muy lejos de la ciudad de
Launceston.
En el caso de la región que conocimos, llamada Stanley y situada en el extremo noroeste
de la isla, hay unas cuantas actividades que no
debería perderse ningún viajero que se acerque a esta zona, llamada por muchos “el filo
del mundo”.
Entre las localidades de Smithton y Marrawah
se encuentra la zona de bosques protegida denominada “Tarkine”, en la que existe un centro de visitantes como punto de partida para
caminatas por el exuberante mundo de los
bosques de lluvia. Además, tanto para principiantes como para expertos, existen distintas
rutas para realizar en bicicleta de montaña,
que pueden ser alquiladas en el mismo centro
www.adeventureforest.com.au
Una forma de descubrir la variedad de paisajes de la región es través de un vehículo todo
terreno adaptado para varios pasajeros. El guía
y conductor conduce a través de parajes mientras explica y cuenta curiosidades históricas y
geográficas de la isla y la región. Por supuesto
hay tiempo también para espectaculares paseos por costas y bosques “selváticos”.
www.talltimbershotel.com.au
En la zona de la desembocadura del “Arthur
River”, es posible contratar paseos en barco
para descubrir la zona. Otra opción más “oxigenada” es alquilar una canoa o un kayak para
hacerlo por uno mismo con la fuerza de sus
brazos y su propia motivación.
www.arthurrivercruises.com
www.arthurriver.com.au
Diablo de Tasmania
Obviamente, cualquier turista que vaya a Tasmania, quiere ver al demonio de Tasmania…
y hay que decir que aunque no es difícil verlo, tampoco es lo más fácil del mundo. El demonio de Tasmania, Sarcophilus harrisii, es el
marsupial carnivoro más grande del mundo.
Hubo un tiempo que vivió en el continente
australiano, pero hoy en día sólo se pueden
ver en Tasmania. Hay que decir que no es un
animal muy agraciado, y su fama de “mala leche” le precede. A pesar de que su tamaño no
excede el de un pequeño perro, su fiereza -y su
dentadura con una fuerza comparable a la de
un tiburón o un cocodrilo- no es nada despreciable. Un dato curioso es que pueden llegar
a comer el equivalente al 40% de su peso en
menos de 30 minutos…¡menudo bicho, eh!
Las zonas en las que es más fácil verlos son en
el Narawntapu National Park, Mount William
National Park, Cradle Mountain-Lake St Clair
National Park y la zona de Arthur River. ¿La
mejor época? En los meses de septiembre,
octubre y noviembre.
Vuelta a casa
Después de cinco días disfrutando de Tasmania, llegó el momento de volver a asumir
en el cuerpo y en la cabeza otras 30 horas de
vuelo de vuelta a casa: Launceston – Sydney
– Singapur – Frankfurt – Madrid… No queda
más remedio, pero sin duda merece la pena
para cualquier viajero, aventurero y amante
del deporte outdoor. Así que, como dicen por
allí… “No worries, mate!
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