La espiritualidad realizada Unidad 1. Sentido de Distanciamiento y

Transcripción

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MÓDULO 3 La espiritualidad realizada
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La espiritualidad exige un contexto. Desde el punto de vista bíblico, la espiritualidad no es algo que
simplemente abruma a una persona. La misma puede ser estimulada mediante la introspección y la
meditación. Puede también surgir cuando una persona está al borde de la muerte. Pero ni la meditación, ni
las crisis llevan automáticamente a la espiritualidad. La espiritualidad está vinculada con estar “en Cristo”.
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Si la espiritualidad es “realizada” a través de Cristo, entonces ¿qué significa ello? En simples palabras,
el compromiso espiritual significa que uno ha tomado una decisión consciente de entregar su vida natural a
Dios aceptando la invitación del evangelio.
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Uno inicia su viaje espiritual antes de convertirse en cristiano. A diferencia de la postura popular que
niega al hombre la capacidad de responder a Dios debido a un pecado heredado de Adán, el Nuevo
Testamento nos enseña que el hombre es capaz de responder al evangelio. Pedro exhortó a la multitud en
Pentecostés y les dijo: “Sálvense de esta generación perversa! Así , pues, los que recibieron su mensaje fueron
bautizados” (Hechos 2: 40-41). Está claro que la espiritualidad es posible para todos aquellos que buscan a
Dios a través de Jesucristo.
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La Etapa 3 del viaje está por comenzar. La misma está relacionada con alcanzar una relación
espiritual con Dios. Al comenzar esta etapa, usted deberá tomar una decisión. ¿Deseo aceptar la propuesta de
que la espiritualidad puede ser realizada? A lo largo del camino, se le pedirá que tome otras decisiones
vinculadas con estudiar la posibilidad de que sea un requisito para lograr la espiritualidad el tener un
sentimiento de estar alejado de Dios; que la vía a la espiritualidad está fijada por Dios mismo y que el
alcanzarla requiere una respuesta que Dios mismo ha fijado. ¿Continuamos?
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Unidad 1. Sentido de Distanciamiento y Necesidad Espiritual
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La decisión de una persona de ir en pos de una relación espiritual con Dios se despierta ante un
sentimiento de distanciamiento de Dios y la sensación de la necesidad de redención. ¿Por qué una persona iría
en busca de la espiritualidad si dicha persona no se siente separada de Dios? ¿Cómo puede uno responder al
ofrecimiento de Dios de una bendición espiritual si uno no tiene necesidad de ella? Uno debe experimentar
un sentimiento de estar perdido, vacío y sin esperanzas. Esta sensación obliga a la conciencia de una persona
a pensar en que hay una circunstancia que no tiene salida alguna humana.
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La clave para entender el distanciamiento de Dios y la necesidad espiritual se desarrolla al
comprender lo espantoso que es el pecado. El pecado es un concepto que no tiene significado fuera del
mundo de lo sagrado. Se lo define negativamente en contraste con la naturaleza de Dios. Los humanos
tienen conocimiento del pecado por la revelación y lo perciben a través de la conciencia humana. Dentro del
hombre, parece haber un sentido general de lo correcto y lo incorrecto. Pero el hombre sólo conoce el alcance
total de lo correcto e incorrecto a través de la revelación.
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La primera fase de la 3ra Etapa requiere una decisión relativa a la realidad del pecado y sus
consecuencias en lo que respecta a prohibir la espiritualidad. Este tema presupone que es necesario tener un
sentimiento de distanciamiento de Dios antes de que uno pueda experimentar la espiritualidad.
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CONCEPTO DE ESPIRITUALIDAD
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A. El pecado
¿Está usted dispuesto a esta altura a considerar la idea de pecado? ¿Está usted dispuesto a estudiar la
probabilidad de que el pecado es una cuestión seria? ¿Está usted dispuesto a admitir que, por lo menos a los
fines de este estudio, el manejo del pecado no puede hacerse mediante la meditación, la obediencia de las
normas legales o el apaciguamiento a través de sacrificios o ritos? De ser así, siga leyendo.
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La palabra más comúnmente utilizada para designar el medio por el cual uno se vuelve impío y
distanciado de Dios es el “pecado”. El hombre natural toma el pecado a la ligera, ya que pone en tela de
juicio su conducta y pensamientos. Constituye más una molestia que un problema. Algunas personas
desechan la seriedad del “pecado”, llamándolo una “enfermedad”, una “adicción” o un “accidente”. En
consecuencia, la culpa es transferida de la persona a la naturaleza o situación. Pero, tal como bien lo saben
aquellas personas que poseen una inclinación espiritual, el pecado es algo mucho más importante y acarrea
serias consecuencias, a menos que el problema sea erradicado.
Dentro de un contexto legal, se puede definir el pecado como la violación de la ley. Pero Jesús dejó
bien en claro que la actitud del corazón también puede ser reprobada (Mateo 5: 21-30). El pecado se comete
cuando uno deja de hacer el bien que sabe que debe hacer (Santiago 4: 17). El pecado implica “no dar en el
blanco”.
El hombre posee tres alternativas respecto del pecado: ignorarlo, justificarlo o buscar un remedio para
el mismo. El ignorar el pecado lleva a las mismas consecuencias espirituales como ignorar el cáncer en el
cuerpo físico. El buscar “justificar” el pecado desplazando la culpa a otro lado es como tener un cáncer de
pulmón y culpar a la industria del tabaco por ello. Usted tiene aún el cáncer. La única alternativa viable que
queda es buscar una solución, encontrar al cura.
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Reflexión. Tómese un poco de tiempo para reflexionar acerca de su propio caso. Usted no necesitará
escribir nada. No será necesario que usted revele sus sentimientos personales a ninguna persona.
Simplemente tómese algún tiempo para reflexionar acerca de sus sentimientos personales con respecto a qué
puede ser considerado pecaminoso.
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B. Un sentido de distanciamiento.
Ahora para la próxima decisión, se le pedirá que usted piense acerca del sentido de distanciamiento.
¿Está usted dispuesto a observar en lo profundo de su ser y determinar si existe dentro suyo un sentido de
distanciamiento de Dios? Si no lo hay, entonces lo que sigue no tendrá mucho significado para usted. Pero
podrá continuar, de todos modos.
El distanciamiento es un estado en el cual uno se encuentra enemistado con alguien. Es esa condición
en la que existe hostilidad. Cuando hay un distanciamiento, uno se siente aislado, separado y distanciado de
otra persona. La sensación es bastante inquietante cuando dos seres humanos se encuentran emocionalmente
agobiados porque uno de ellos no actuó de buena fe hacia el otro. Pero cuando uno se da cuenta del
distanciamiento personal que tiene con respecto a Dios, el sentimiento es de total desamparo. No es necesario
que este sentimiento produzca desesperación ya que el sentido de estar distanciado de Dios es un requisito
para la reconciliación.
En qué momento de nuestra vida puede uno sentir este alejamiento. Para algunos, llega a temprana
edad, cuando el niño tiene edad suficiente para distinguir entre el bien y el mal y se siente culpable ante Dios
por obrar mal. Esto excluye a los bebés y excepcionalmente a los niños pequeños. Y es una cuestión de
criterio el saber cuándo el sentimiento de obrar mal de un niño/a lo enfrenta al dilema moral que es mayor
que el temor al castigo de sus padres. Durante los años en que el niño/a va creciendo, él/ella llega a sentir
con el tiempo un sentimiento parecido al del alejamiento.
Una persona puede vivir toda su vida adulta y nunca enfrentarse con esta necesidad espiritual. Puede
que uno tal vez cierre los ojos a esta necesidad. Quizás una haya vivido en circunstancias que hayan
oscurecido por completo su lado espiritual. Dichas circunstancias no eliminan la responsabilidad, pero ellas
pueden explicar la tardanza con que una persona llega a experimentar el alejamiento y la necesidad espiritual.
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Reflexión. Al igual que en la sección anterior, tómese algún tiempo para reflexionar acerca de qué
sentimientos puede usted experimentar acerca de la posibilidad de tener un alejamiento de Dios.
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C. Necesidad espiritual.
Suponiendo que usted haya admitido haber tenido un sentimiento de alejamiento de Dios en el
pasado o que lo tenga en este momento, ¿está usted dispuesto a considerar que este alejamiento le haya traído,
ya sea en el pasado o en el presente, un sentido de necesidad espiritual? Sin profundizar demasiado en el tema,
la idea es que, a menos que exista un sentido de necesidad espiritual, no puede haber una realización de
espiritualidad, lo que supone que una persona se vuelque hacia la espiritualidad, porque hay algún vacío
espiritual en la vida de esa persona.
A menos que el pecado posea consecuencias indeseables, no existe un sentido de necesidad espiritual.
Pero, si el estar distanciado de Dios por el pecado constituye una cuestión seria, hay una “necesidad”
espiritual, ya sea que uno lo reconozca o no. La necesidad supone que el hombre es responsable ante Dios por
sus pensamientos y su conducta. En este caso, el distanciamiento de Dios no es algo bueno.
Una vez que uno se da cuenta de que el pecado debe ser enfrentado, ¿cómo debe uno proceder a fin
de resolver este tema? Uno puede suponer que Dios ha establecido la solución sin suponer que Él ya había
predeterminado que uno pueda encontrar la solución al problema o no. Si Dios es un Dios de amor y envió a
Jesús a morir por todas las personas del mundo, yo debo suponer que eso me incluye a mí. Cualquier sistema
que excluya indiscriminadamente a alguien a tener acceso a la gracia de Dios no es un buen sistema.
La necesidad espiritual constituye más que un “deseo”. Es una necesidad extrema, que se crea
cuando el hombre se vuelve egoísta e intenta vivir fuera del alcance de Dios. Uno puede suponer que tiene
cubiertas todas las bendiciones físicas y no darse cuenta de que su mayor necesidad es la necesidad espiritual.
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Reflexión. Para concluir esta fase, reflexione acerca de su sentido personal de necesidad espiritual.
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El tener un sentido de distanciamiento y necesidad espiritual no produce espiritualidad. La
espiritualidad depende de encontrar la “redención”. La misma surge de llenar una necesidad espiritual y estar
cerca de Dios. ¿Está usted dispuesto a ir en busca del tema de la redención?
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Unidad 2. Redención
La “redención” implica que uno ha sido comprado nuevamente. En términos religiosos, el concepto
afirma la idea de que el que ha sido redimido fue en algún momento una persona completa y pura. Desde
aquel momento, esa persona se desvió del camino correcto y se perdió. La redención trae una renovación.
Podemos suponer la pureza del hombre en tres puntos históricos: (1) en la creación original, (2) en el
nacimiento de una persona, y (3) en el estado de redención. La pareja original humana no tenía pecado
alguno en el momento de la creación pero fueron dotados con la capacidad de pecar. Cuando ellos deciden
pecar, aparecieron las consecuencias (Génesis 2:25-3:19; cf. 1 Juan 2:16).
La idea de que uno es puro al nacer proviene de lo que el proceso redentor supone. Todo el plan de
redención está construido en base a la premisa de que cada persona es responsable de sus propios pecados y es
responsable de su propia respuesta a la fe. Mientras que todos nosotros sufrimos las consecuencias del pecado
de Adán y Eva, nosotros no cargamos con la culpa de sus propios pecados. Las consecuencias son una vida
más difícil que la que Adán y Eva tuvieron en el Jardín del Edén. Pero cada persona nacida luego de Adán y
Eva ha debido enfrentar las mismas elecciones y ha tomado decisiones igualmente malas (Romanos 3:23). El estado de redención comienza cuando se borra la condena que aparece como producto de haber
violado la ley (Romanos 8:1-2). Es una espiritualidad realizada; no es una garantía de salvación para la
persona redimida que posteriormente elija una fe alternativa o una conducta no espiritual.
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El interés de Dios no se centra en unas pocas y selectas personas, sino que comprende a toda la
humanidad. Su elección de Israel no implicó excluir otros, sino utilizarlos para atraer a otros hacia Él. Este
pensamiento está presente en la promesa que Dios hizo a Abrahán y se hace evidente en las razones por las
cuales Dios eligió a Israel para representarlo en el mundo. El valor del Cristianismo no reside en sus
contribuciones a la sociedad, sino en un valor intrínseco que el mismo posee debido a su vinculación con Dios.
La decisión en este punto está vinculada con un sentido de necesidad de la redención. ¿Es la
redención un requisito para una vida espiritual? Sólo el sentido de estar perdido o alejado de Dios puede
conducir a un sentido de necesidad de redención o salvación. Para continuar, usted deberá estar dispuesto a
explorar el rol de la redención en la realización de la espiritualidad.
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A. La naturaleza de la redención.
La “redención” en sentido religioso es salvación, liberación, exoneración, exención y recuperación. La
redención se volvió crucial debido a que el pecado del hombre ha alejado al hombre de Dios. Debido a la
santidad de Dios, algo debía ocurrir a fin de que el hombre pudiera deshacerse del pecado y lograr que el
hombre alcanzara nuevamente la santidad.
La redención comienza con Dios. Dada la naturaleza de Dios y del hombre, la pecaminosidad
humana no puede ser vencida por los seres humanos mismos. La redención implica que el hombre recupere
una posición ante Dios, la cual permite que la criatura humana dé participación a Dios en el reino sagrado.
No importa cuánto uno trate, no importa cuántas leyes uno pueda respetar, no importa cuántas buenas obras
uno pueda realizar, no importa cuán fervientemente uno pueda orar, el acto divino es necesario para que se
produzca la redención.
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Reflexión. Uno de los conceptos más insondables relativos a la redención es el pensamiento de que Dios no
sólo la inició, sino que Él la llevó a cabo de una manera inpensable. Esto es lo que precisamente distingue al
Cristianismo de todas las otras creencias religiosas. Algunos tipos de fe comienzan con el hombre y permiten
que sea el hombre quien descubra la espiritualidad a través de procesos humanos. Otros tipos de fe creen que
Dios reveló un conjunto de leyes a fin de substituir aquellas que estaban perdidas. Sólo en la Biblia
encontramos un proceso redentor iniciado en forma divina que posee como su eje central el ofrecimiento del
propio Hijo de Dios como sacrificio. Pero esto no debe sorprendernos, dada la naturaleza de lo sagrado y la
postura de Dios mismo. El apóstol Pablo lo dejó bien en claro cuando dijo: “Me explico: El mensaje de la
cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este
mensaje es el poder de Dios. ... Cristo Jesús ... a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría, es decir, nuestra
justificación, nuestra santificación y redención.” Leer 1 Corintios 1:18-30.
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B. El propósito de Dios en la redención.
Si la redención comienza con Dios, deberíamos ver en ella las acciones de Dios. La misma revelación,
que habla acerca de la posibilidad de redención y presenta su esencia, declara que la redención es algo que
Dios concibió antes de la eternidad (Efesios 1:4; 3:11; 1 Pedro 1:19). Luego Él puso en marcha el proceso
luego del pecado de Adán y Eva. Él se lo prometió a Abrahán (Gén. 12:1-4), con la intención de bendecir al
mundo entero (Gálatas 3:8). Lo que Él hizo al enviar a Jesús al mundo es completar su eterno propósito.
El espíritu del relato del Génesis acerca de la creación no es su maravilla científica, sino su revelación
acerca de cómo fue creada la humanidad. El capítulo inicial contiene una presentación rítmica de un universo
en equilibrio, finalizando con la coronación de la creación de Dios: la humanidad. El segundo capítulo hace
referencia al pensamiento introducido en la conclusión del capítulo uno y lo amplía brindando detalles acerca
de la creación de la mujer. Todo ello, a su vez, prepara al lector para el tercer capítulo, el cual presenta el
encuentro con Satanás y el pecado que hizo quebrantar la relación que Adán y Eva tenían con Dios. Para
cuando llegamos al capítulo 12, la necesidad de redención para aquellos que vinieron luego de Adán y Eva se
hace evidente. Con Abrahán, la iniciativa de Dios de brindar redención se vuelve clara.
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Reflexión. Contemple las ideas escritas en Romanos 2:5-11.
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C. Ley y gracia.
Aquí llegamos a una bifurcación crucial en el camino. A fin de seguir viajando por este camino, usted
debe por lo menos estar de acuerdo en estudiar la idea de que una buena relación con Dios no puede lograrse
por medio de actividades que se identifican con uno mismo, por medio de la meditación, una conducta ética
innata, por medio de obras de mérito religioso, e inclusive por medio de ritos definidos en forma divina. La
renovación espiritual es solamente es posible a través de la gracia de Dios. El sistema de creencias, la conducta
ética y el ritual religioso se vuelven sólo la vía a través de la cual uno demuestra su fe y obediencia a Dios. Sólo
Dios establece el proceso por el cual esto tendrá lugar. Él lo realiza de tal manera que el hombre no tiene
razón para reclamar crédito por ello. El proceso mismo está detallado en el Nuevo Testamento.
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Por designio de Dios, el observar las leyes ha resultado inadecuado para el hombre. Debemos
entender que la “ley” en sí misma no es ni buena, ni mala, si bien en las leyes de Dios, hay algo bueno o santo
(Salmo 19:7-14; Romanos 7:12). El problema acerca de observar la ley no reside en la ley misma; el problema
reside en el hombre (Romanos 7:14). El observar las disposiciones legales, aún aquellas que provienen de Dios,
no puede salvar al hombre. Para que esto suceda, el hombre debería respetar todas las leyes de Dios de
manera perfecta. De lo contrario, al quebrantar una ley, uno es condenado por toda la ley (Santiago 2:10).
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Las cláusulas incluídas bajo la Nueva Alianza no pretenden ser leyes mediante las cuales uno puede
justificarse a sí mismo ante Dios. Mas bien, ellas tienden a delinear el tipo de vida espiritual que una persona
debiera llevar. Ésta son llamadas “el fruto del Espíritu: amor, júbilo, paz, paciencia, amabilidad, bondad,
fidelidad, gentileza y autocontrol. Contra tales cosas no existe ley” (Gálatas 5:22-23). Las buenas obras siguen
a la conversion; ellas son la respuesta natural a Dios (Efesios 2:10), pero ellas en sí mismas no implican
salvación.
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El punto a señalar aquí es cómo uno es justificado ante Dios. Si uno no puede justificarse mediante la
meditación, la observancia de la ley o las obras de mérito, ¿cómo se realiza esto? La manera que Dios ha
elegido para redimir al hombre es a través de la muerte de su Hijo. Esta acción requiere de una respuesta
específica de cada ser humano.
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¿Continuamos? La próxima fase del viaje indaga la manera en que uno responde a Dios.
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Unidad 3. Cómo responder a Dios
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Tal como lo afirmamos más arriba, la redención proviene de Dios. Dios la posibilita. Pero ¿debería
haber una respuesta humana? ¿Se supone que el hombre haga algo en dirección a Dios? O ¿elige Dios
arbitrariamente a algunos a llevar una vida espiritual y condena a otros a una muerte espiritual?
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Si podemos afirmar que cada persona en el mundo tiene el derecho de responder a Dios y que cada
persona tiene la capacidad de responder a Dios, entonces podemos decir que el hombre tiene un rol en el
proceso redentor. Dios no hubiese otorgado “el derecho a convertirnos en hijos de Dios” (Juan 1:12) si el
hombre no tuviese la capacidad de hacerlo.
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Esta respuesta humana es hacia la invitación divina. El hombre puede aceptarla o rechazarla; la
decisión es suya. La respuesta exige una decisión personal, seguida por una acción.
A fin de continuar, usted deberá estar abierto a la idea de que la realización de la espiritualidad exige una
respuesta adecuada a Dios.
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A. Fe y confesión.
La respuesta del hombre se inicia al escuchar el ofrecimiento hecho por Dios a obtener la salvación y
una vida espiritual. El hombre es llamado a creer no sólo en Dios, sino también en Jesucristo como Hijo de
Dios. Esa creencia abarca la encarnación de Jesús, su ministerio, su muerte expiatoria (para el perdón de los
pecados), su resurrección y su ascensión al cielo a estar a la derecha de Dios.
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El hombre cree en su corazón, lo cual convierte a la fe en un acto racional (ver Romanos 10:10).
Aquellas personas que escucharon a Jesús hablar, obtuvieron una impresión del Salvador bien cercana. El
resto de nosotros llegamos a conocerlo a través de los Evangelios. Los Evangelios no son biografías de Jesús,
sino que son presentaciones de Jesús como el Cristo, el Salvador, el Redentor. El propósito de los Evangelios
no es el de conducir a los lectores a la fe (Juan 20:30-31) o establecer la plena seguridad de dicha fe (Lucas
1:1-4).
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La fe es algo que uno alberga en su corazón; la confesión de dicha fe en presencia de otros da
testimonio verbal de ella e indica que uno no se avergüenza de llamar a Jesús Señor (Romanos 10:10). La fe
que se confiesa es preliminar a la salvación; la fe en su forma más completa se demuestra mediante la lealtad a
Dios. La fe se niega ante la ausencia del arrepentimiento, el rechazo del bautismo, o la falta de una vida santa.
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B. Arrepentimiento.
Uno se convierte en impío a través del pecado, el cual provoca que uno se aleje de Dios. La santidad
sólo puede ser alcanzada y mantenida a través de la comunión con Dios. Desde una posición de
distanciamiento, el llegar a ser santo requiere que uno se vuelque en dirección a Dios. El “arrepentimiento”
es, en consecuencia, ordenado, porque la persona no-convertida se mueve en un camino que lleva a la
destrucción. El camino de la justicia y el bienestar espiritual se encuentran en la otra dirección.
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El arrepentimiento significa, “volver”, como en darse vuelta. En un sentido religioso, el
arrepentimiento está asociado con la idea de cambiar una persona no espiritual a una persona espiritual. El
mismo surge de una aflicción divina. Uno no cambia de parecer simplemente porque lamenta haber caído en
una acción antisocial. Sólo cuando uno se encuentra realmente perturbado por su falta de atención espiritual
es que uno se aproxima al arrepentimiento. El estar afligido por ser egoísta y por tener centrada su atención
en el mal hace que uno se despoje de toda vanidad y ello abre el camino a la posibilidad de la redención. La
tristeza del mundo sólo produce la muerte; mientras que la tristeza que proviene de Dios lleva a la vida (2
Corintios 7:10).
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C. El Bautismo.
El bautismo marca el punto de entrada a la muerte de Jesucristo (Romanos 6). No hay nada mágico
en el agua o inclusive en el rito en sí mismo. El bautismo surge luego del arrepentimiento y de una confesión
de fe. El bautismo simboliza la muerte de la antigua persona que uno era, del viejo camino del pecado. A
medida que uno ingresa en la muerte de Cristo por medio de la inmersión en el agua, uno deja atrás la
antigua vida e ingresa a una nueva vida espiritual.
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La palabra en castellano “bautismo” proviene de latín “baptismo” y éste del griego baptizō, que
significa sumergir o remojar, inmergir. En consecuencia, el bautismo en el Nuevo Testamento involucraba una
verdadera inmersión de la persona en el agua.
Cuando uno es bautizado, Dios le otorga a esa persona el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38). El
Espíritu constituye la garantía de Dios de que Él es fiel a sus promesas (Efesios 1:13-14). Cuando el Espíritu
Santo vive dentro del nuevo cristiano, la influencia controladora en la vida de uno es el Espíritu de Dios, no la
naturaleza pecaminosa. Sólo aquellos guiados por el Espíritu son hijos de Dios. Sólo ellos podrán tener parte
en la gloria de Cristo (Romanos 8:9-17).
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Reflexión. Lea Romanos 6.
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Acción. Será candidato al bautismo quien sea lo suficientemente maduro como para entender el concepto de
su alejamiento espiritual, quien crea que Jesucristo es el Hijo de Dios, quien tenga un corazón arrepentido y
quien haya confesado que Jesús es el Hijo de Dios públicamente, es decir, en presencia de otros.
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Para el bautismo, es necesario tener suficiente agua (ya sea la du una bañadera, una pileta, un río o un
océano) para sumergir totalmente al candidato. El acto mismo puede ser llevado a cabo por cualquier persona
con capacidad suficiente. Dicha persona no necesita ser ordenada o comisionada especialmente por el cuerpo
de la Iglesia para llevar a cabo dicho acto. Esa persona deberá simplemente pedir una confesión de fe y
manifestar algo parecido a lo siguiente: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo
para la absolución de tus pecados.”
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El acto del bautismo puede tener lugar en cualquier momento que el candidato esté listo: día o noche.
Cuando el momento llegue, el candidato y la persona que administrará el bautismo (más algunos testigos) se
acercarán al agua. El candidato podrá ser sumergido en el agua impulsándolo desde la parte superior de su
cabeza o coronilla, o bien inclinando primero su espalda. La persona que administre el bautismo deberá
sujetar firmemente al candidato a fin de asegurar que el candidato pueda ser sacado del agua de modo
ordenado.
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La espiritualidad realizada Unidad 1. Sentido de Distanciamiento y

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