LOS USOS SOCIALES POPULARES DE LA TELENOVELA en el
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LOS USOS SOCIALES POPULARES DE LA TELENOVELA en el
LOS USOS SOCIALES POPULARES DE LA TELENOVELA en el mundo urbano * Rosa Maria Alfaro Moreno 1. ENTRE TANTEOS TEORICOS Y DIFICULTADES METODOLOGICAS No fue nada Mcil comenzar. Los puntos te6ricos de partida nos parecfan gaseosos, al momento de organizar la mvestigaci6n. Porque entender la importancia de la vida cotidiana en el desplazamiento de los estudios sobre comunicacion hacia la conflictividad cultural, situindonos en el consumo, eonstituye un desaflo. Era complejo superar y resolver el desajuste te6rico« que existe entre nuestras comprensiones sobre las estructuras, los ordenamientos sociales y la coherencia discursiva en que la telenovela se encuentra, frente a los procesos Irregulares que protagonizan los sujetos receptores, quienes dfa a dfa gozan y se reconocen en ella. Pasar de "la comunicaci6n" a "quienes se comunican" es. todo un reto, casi epistemol6gico. Mis • El preaente es un avance de la investigaci6n sobre la lectura y modos de ver telenovelas que se procesan en la r€cepci6n iirbano popular en Lima, Peril. El equipo de investigaci6n est4 fonnado por Rub^n Tellei, Celao Briteno, Josi Luis GonzAlei, Gladys Taipe y la autora. 223 Rosa Maria Alfaro adn, Ieis intuiciones te6ricas que manejAbamos sustentando este enfoque, seiialaban bien la importancia del uso social que la recepci6n desarrolla, pero nos faltaba cuerpo de analisis. Los grandes esfuerzos de nuestro maestro Jestis Martfn Barbero por orientarnos fueron sumamente utiles, pero nos resultaban todavia especulativos al momento de precisar el m6todo vinculado a las situaciones concretas de ver televisi6n en lets familias. Pero siendo participes y a la vez concientes de esa opacidad casi inevitable, desprendida de nuestras osadas rupturas te6ricas, motivados por la importancia de la busqueda, avanzamos a tientas, averiguando sobre aquel mapa nocturno..."para indagar no otras cosas, sino la dominaci6n, la producci6n y el trabajo, pero desde el otro lado: el de las brecheis, el consumo y el placer... para el reconocimiento de la sltuaci6n desde las mediaciones y los sujetos."^ Asumimos entonces el reto y las inseguridades que dicha perspectiva conlleva, pero enriquecidos con dos satisfacciones a obtener. Aquella que proporciona el sabernos investigadores de un estatus distinto, m6s cercano al descubridor que al acad^mico, donde eBtudiar es averiguar, es vivir una aventura que nos involucra audaz y vitalmente en la busqueda, perdiendo entonces el miedo a los conflictos y los errores, se abandona asi aquel frio acercamiento casi burocrAtico a la realidad para extraer datos que corroboran las hipdtesis previas. Pero tambi^n est^ la gratificaci6n que produce el ser parte de un equipo latinoamericano, definido en un nuevo movimiento te6rico, que sentimos nuestro, acercandonos cada vez mas a las particularidades de este continente, donde IJS movimientos sociales, las cultural populares se incorporan protag6nicaniente en nuestra propia definicion de estudiosos de la comunicacion. En los inicios, los tiempos dedicados a la lectura y 224 LOB UBOB socisJes... la discusi6n fueron cortos. La constitucidn del equipo demord mucho m6s, debido a la precarisdad econ6mica del proyecto y a las dificultades de encontrar personas adecuadas. Luego comenzaron las capacitaciones y el reajuste del diseno de la investigaci6n. En primer lugar, trabajamos la presencia de la televisi6n y del g^nero en los espacios y los tiempos populares de la vida cotidiana en nueve familieis, escogidas con base en las posibilidades amicales o familiares de los estudiantes participantes en la experiencia.^ A partir de esta contribuci6n, reajustamos la metodologfa. Pasamos luego al anAlisis de los modos de ver telenovelcts en otras nueve familias. Pero esta vez la muestra contaba con informantes de diferentes clases sociales. La indagaci6n participante demor6 meses, tratando que ^sta se asimilara justamente a los ritmos y procesos cotidianos de la recepci6n. Durante dos meses mAs, contagiados del mismo ritmo, trabajamos una esquem&tica organizaci6n de los datos y \a3 primeras reflexiones, como tambien las iniciales interpretaciones de conjunto, son las que dan motivo a este informe. Atin no hemos podido profundizar mAs en el an&lisis. La dificultad mAs conflictiva que sufrimos la constituy6 la alteraci6n que se generaba en las condiciones y las espontaneidades de la recepci6n familiar, ante la presencia del investigador. Para recurrir al m^todo antropol6gico en toda su cabalidad, habrla que vivir en las casas. Fue imposible hacerlo por la falta de disponibilidad de tiempo de los miembros del equipo, pero principalmente porque las particularidades del mundo urbano popular no lo permiten. Se notan caracterfsticas culturales de autodefensa del mundo propio, ante la violencia y las inseguridades que suscita la ciudad, m ^ ailn por ser la capital, tan alterada por el alto grado de movilidad social y de crisis poHtica creciente. Una permanencia extrana y for"pada en 225 Rosa Maria Alfaro la casa, provoca resistencias, y resquemores. Ser tratados como conejillos de indias irrita. Si se oculta la verdadera raz6n o no se la comprende, entonces los "fines ^nconfesables" lindan en las interpretaciones con lo delincuencial y lo terrorista (pinico e inseguridad actual en los hogares del Peru). Encontramos una salida al impase: escoger familias, no al azar, sino porque otra argument£ici6n de tipo personal explicaba la presencia de los miembros del equipo durante los momentos del consume Actualmente estamos practicando entrevistas en profundidad a mujeres populares^, artifices fundamentales del consumo familiar de telenovelas, trabajando los dispositivos de la lectura que estdn en la memoria de la vida, en las satisfacciones que se encuentran, en las identidades y reconocimientos que la telenovela moviliza, en ellas y en sus hogares. El siguiente paso apuntard a recuperar el relato que los consumidores hacen de la telenovela, en dos instancias cotidiano-comparativas distintas: La primera serfa una narraci6n de lo que vieron, conservAndose entonces el espacio de lectura familar-individuat. La segunda de cardcter colectivo, mediante el anilisis grupal de una telenovela nueva, en un ambiente no familiar sino comunal, utilizando para ello una videograbadora. Todo lo anterior eonstituye el primer abordaje que se desarrolla en el nivel casufstico. Es a partir de este an^lisis cualitativo que reci^n abordaremos el segundo nivel de la investigaci6n, es decir el cuantitativo, siguiendo la perspectiva inductiva, donde aplicaremos una encuesta que nos permita corroborar a nivel mis representativo los hitos del mapa de los usos involucrados en el consumo de telenovelfis. 226 Log UBOB sodaleB... 2. PRESENCU DE LA TELENOVELA EN LA VIDA COTIDL^.NA: ESPACIO Y TIEMPO FAMILL\R El televisor est& presente en la mayorfa de los hogares de la ciudad.•* Los que no la poseen recurren a vecinos o parientes o a otros espacios de consumo: restaurantes, bares, peluquerfas, vitrinas de algunas tiendas (venta de electrodom^sticos), clubes o incluso lugares publicos donde instituciones estatales (municipios) o privadas dan un servicio a la comunidad, colocando un televisor para muchos. Sin embargo el espacio preferencial de ubicaci6n de este medio lo eonstituye el hogar, comprometi^ndose por lo tanto el consumo familiar. Los otros lugares se asumen como supletorios (16ase donaciones), ante las dificultades econo6micas de algunos sectores, que impiden la compra o el arreglo del televisor malogrado, cuyo costo de reparaci6n les resulta muy alto. En la muestra analizada de dieciocho familias, observamos que en las clases altas y medias-altas existe en la casa mis de un televisor a colores, como regla general. En las medias-bajas, uno o dos; pero uno es siempre a color y el otro bianco y negro. En las familias muy pobres hay uno, casi siempre bianco y negro. Una de las familias de escasos recursos, posefa los dos, sin tener otros electrodom^sticos supuestamente m ^ necesarios a la supervivencia (refrigerador, lavadora). El televisor es infaltable, considerado por lo tanto como un instrumento fundamental de la vida familiar. Lo que supone el funcionamiento de otros criterios de valoraci6n sobre las necesidades b^icas, que no se reduceix a la alimentaci<Sn, el vestido, la vivienda o la salud. Cuando se compra un televisor se est^ asumiendo la importancia del entretenimiento y de la informaci6n en la vida humana del presente, aunque 6staBe encuentre signada por la pobreza. "~ 227 Rosa Msrfa En las familias ubicadas en la clase media baja encontramos m&s combinaciones: dos aparatos en bianco y negro; uno de ambos; uno solo a color o en blanco_y negro. En las medias altas casi siempe son dos, uno de los cuales es necesariamente de color. Las diferencias en la posesion de los aparatos en las diversas clases son por lo tanto muy relativaa, a pesar de existir matices, especialmente en los polos. En una familia de clase alta, que finalmente no ingres6 a la muestra, se encontraron tres televisores a color y uno en bianco y negro para la servidumbre. La propiedad no establece los Umites de las clases, sino las cantidades, tos tipos y las mzircas. El televisor ocupa un lugar preferencial en la casa. Existe uno o varios lugares, donde se le coloca. O e s t ^ en la sala o sala-comedor o en el dormitorio. En las familias de menores ingresos estA casi siempre en la sala o sala-comedor [^rea socializadora interna y externa), de manera fija. Si hay un segundo televisor que generalmente es bianco y negro 6ste se mueve entre los dormitorios, pero muy pocas veces, tnnde a ser fijo y a no usarse. Hemos encontrado una familia, con los dos televisores en la sala, el de color encima del bianco y negro que no se utiliza. En algunas casas populares est6 en el dormitorio que es un ambiente familiar (dormitorio multifamiliar) y oficina de sala {ntima. O si toda la casa es un s61o cuarto, el televisor estA en medio, accesible a todo el conjuntb. Las ciases m ^ acomodadas han eliminado el televisor de la sala. Estd siempre en el segundo piso, (^ea de dormitorios-intimidad), en el hall y/o en los dormitorios. Se mueve de lugar con mucha m ^ Bexibilidad que en las familias m ^ pobres, pero siempre en las &reas privadas. Casi se dirfa que se esconde para los visitantes. La radio es un medio mis ductil aiin. Hay 228 t-OB uaoB socia/es... aparatos en la casa, se alude m ^ al consumo individual, no s61o por la posesi6n, sino porque ^stos son usados por los miembros de la familia de manera personal, llevandolos inclusive hasta el bano. Pero en las clases altas hay m&s coincidencla entre la propiedad del aparato y el consumo individual, que en las clases bajas, donde el aparato es familiar, pero el uso combina el entretenimiento personal con el colectivo. Si bien en los grupos populares la televisi6n est& en el lugar que conecta la vida familiar con la calle, con las amistades, vecinos y parientes, por ser el lugaT mAs piiblico de la casa, sin embargo se nota una cierta pero d^bil tendencia al consumo hacia el dormitorio, en la vida m ^ oculta de la familia (se manifiesta en el segundo televisor). Mientras que el est^reo o la radiola estd siempre en la sala en todas las familias, hasta en las mds acomodadas, destacando su parentesco con la fiesta y la apertura social de la familia, excepto en las muy altas (en la sala de musica). En el dormitorio que oficia tambi^n de espacio familiar, hay una especial atracci6n por la cama de. los padres, donde se comparte el ver, espccialmente. con la madre. En las clases medias altas, inclusive, el televisor que rota o el que estd fijo, es preferido en el espacio donde se viabiliza el compartir con las personas de m ^ autoridad familiar. Los hijos adolescentes y j6venes, aunque tengan televisor, prefieren compartirlo familiarmente, para ver telenovelas. La asociacidn del consumo con la experiencia familiar es evidente, constituye un convenio o valor socializador familiar, ya institucionalizardo. El televisor es un mueble, que no s61o entretiene sino que proporciona importancia sociEil, es un adorno. Se le coloca para ser vi9to por los de la casa, pero tambi^n por los de fuera, desde la calle. Si estd presente, £ste da senas de buena situaci6n, 229 Roaa Maria A/faro pero tambien de vida familiar, de entretenimiento compartido. Es expresion de participacion social, asegura inclusive temas de conversacion entre vecinas, parientes y amistades, constituye un saber. Y cuando el barrio es muy pobre, la casa donde hay television se convierte en espacio compartido, admitiendo visitas, a veces cotidianas, de los otros vecinos, lo cual da cierta primacfa o poder a los duenos de casa. Encontramos una casa, que ademis era peluqueria de senoras, en un callej6n (tugurio) donde se admitfan intrusos de la misma quinta como algo natural, originandose verdaderas tertulias vecinales. Las novelets de la tarde admiten mis apertura barrial. En cambio, en la noche la definicion es mas familiar. Por observaciones y afirmaciones de algunas mujeres^, hemos comprobado que ver television cotidianamente permite conocer y multiplicar informaci6n en el barrio (resemantizada) y provoca que surjan relatos de historias, en el mercado, la tienda, el club o la organizaci6n de mujeres, donde noticieros y melodramas son extendidos mis alM del Ambito del hogar, acomodadas a las propias competencias culturales. Se trata entonces de la socialidad familiar que al, concentrarse sobre si misma, se proyecta en las relaciones que el barrio y los parentescos posibilitan. La vinculaci6n entre el espacio y el tiempo cotidiano familiar es treistocado en su armonfa cuando existen problemas de comufiicacibn insolubles. En el caso de las trabajadoras del hogar, al no contar con un espacio propio y familiar, ocurre un trdnsito de sobrevaloraci6n de la telenovela como aquel tiempo donde el g^nero l&a aisla de la patrona, aunque ella est^ a su lado, entonces reconstruyen un espacio imaginario autoexclusivo y familiar. Una mujer joven, que vive confiictos comunicacionales con el cufiado, asume de distinta manera el espacio familiar cuando ^ste se 230 Loa usos soci'aiu... encuentra en la casa. Entonces se recluye en el dormitorio y ve telenovelas en el otro televisor. Luego, en la cama, ella cuenta que suena con telenovelas, espacios y vivencias de afecto familiar. Y asf muchos otros casos mis, que refiejarlan un mayor compromiso del g^nero con las perturbaciones familiares y el mundo de las relaciones afectivas. No es por lo tanto s61o el espacio fisico, sino el de las emotividades y las identidades familiares, puestas en constante movimiento y producci6n, tanto real como simb61ica. has rutinas familiares cotidianas son completamente heterog^neas. Entre unas y otras (de las 18 familias) s61o encontramos dos elementos unificadores: la mujer ama de casa que ve telenovelas en las tardes y la tendencia al consumo familiar y nocturno de las mismas. Mas aun al interior de cada familia, la casa es un lugar de ingresos y salidas discontinuas; los encuentros en la mayoHa de los casos est&n ubicados s61o en las noches. El momento de ver telenoveleis coincide con el de verse entre los miembros de la casa, donde se recompone la imagen familiar perdida. 3. LA INTENSA ACTIVIDAD DEL TELEVIDENTE: MULTIPLICIDAD SIN SENTIDO Durante IEIS observaciones constatamos la intensa actividad del televidente durante el consumo de telenovel2is, la que describiremos en sus diversas formas de expresi6n. 3.1. MODOS DE VER LA TELENOVELA a. Las posturas exteriores: abandono y cercanfa familiar: Se ve combinando distlntas posturas corporaJes: sentado, echado, parado. En poses multiples, que se van cambiando. Algunas personas se echan en el suelo. 231 Ros» A/aris AJfaro En general, se observa una uctitud de relajamiento, de seguridad, de comodidad, de confianza y abandono, la que se altera cuando alguien que no es de la familia ingresa al espacio de la telenovela, entonces se recupera cierta formalidad ante el extrafio, predominando la urbanidad del sentado, aisl^ndose los contactos fisicos. En esos momentos, aunque se est^n haciendo otras cosas, se estA sin censuras, estableciendo inclusive reiaciones ffsicas de cercanfa, carinos, peinados, hasta se extraen piojos, o simplemente uno estd encima del otro. Las vestimentas son descuidadas, hasta a medio vestir, de casa. Este estado general admite variaciones. Por la edad: la gente m ^ joven tiende a abandonarse m ^ , maneja mas libertades en las posturas. De clase: leis m4s acomodadas combinan y varfan m ^ poses de extremo abandono (uso del suelo, de todo un mueble para echarse, etc.). Mientras que en las dlases populares, el poco espacio da menos libertad, pero admite m ^ cercanfas ffsicas, especialmente en los grupos m ^ criollos y urbanos. Los migrantes tienden a una mayor formalidad. El lugar donde estd el televisor condiciona diversas posturas: el dormitorio y su intimidad real y simboUca expresa mds cercania y abandono en el uso de las camas. Mientras que la sala y su referenda al espacio abierto, en relacion con el afuera, admite m^s formalidad. Los roles familiares estin tambi^n comprometidos. El padre o la madre o ambos tienen prioridad en los sitios. Incluso hay lugares designados para caJa cual, que se respetan especialmente en las familias populares. Los otros lugares son hasta motivo de pugnas y discusi6n. Cuando por alguna raz6n hay mas formalidad, esta situaci6n de entera confianza se manifiesta mis en el hablar, en el comentario y las gesticulaciones. Pero siempre, ver y hablar estin juntos, forman parte del 232 LOB USOS consumo y se proclaman en lets posturas, los gestos y las palabras, expresando m&s bien su esencia de acto Qomunicacional familiar, motivado por el texto melodramitico. La telenovela como g^nero ofertado publicamente, se hace fntimo y privado. Lo que ahf ocurre es apropiado y transformado en un acercamiento familieucotidiano y afectivo, abandonindose las censuras que el "Otro" exterior provoca, aquel no familiar. De tal manera que el consumo se convierte en un acto reiterado de afirmaci6n familiar. Afirmaci6n que reconsidera los roles y afectos b^icos. La madre y las autoridades recuperan su lugar de primacfa. LoS hermanos se acercan. Como tambi^n las pugnas y las discrepancias se ponen de manifiesto. Si bien es notorio el compromise de la familia con el texto televisivo, en este nivel de la observaci6n, destacamos lo que estos comportamientos parecen decir desde el espacio familiar, no mirado por el sistema de producci6n del televisor y por los que all( actilan. Si la comunicacl6n fuese de ida y vuelta, el acto familiar se sumirfa en las definiciones del control. El hecho de vei sin ser visto provoca esta apropiacidn y est« rel&cidn entre los miembros de la familia, lo que recuerda la miscara colectiva con que el mundo privado se defiende del espacio externo y social. Sc trata de una especie de engano pdblico, que oculta ese rostro popular que se define y desarrolla por fuera del propio mensaje y ordenamiento del que produce y organiza el tiempo y los formatos de la programaci6n. b. Formas de consumir un mismo texto. Los diversos miembros del hogar consumen las telenovelas de manera directa, frente a la pantalla. La permanencia alU es variable. Puede ser constante 233 ROSA Maria Alfaro 6 intermitente. Los comerciales producen cambios radicales en el modo de ver. La mayorfa de lets familias deja de prestar atencitSn. Unos se treisladan a otros ambientes y quehaceres, los que son asumidos con un ritmo acelerado a fin de avanzar y poder volver una vez reiniciada la telenovela, estableciendo alK Una continuidad subjetiva del espectador con el texto. Los que se quedan cambian de postura, conversan, leen peri6dicos, hasta suelen bajar el volumen del televisor. Se trata de una pausa y no de una interrupci6n. Algunos aprovechan la tanda publicitaria para ver otra telenovela o programa, en otro canal, luego regresan a la previamente seleccionada que estdn consumiendo. Estas rutinas no se diferencian radicalmente entre las divers£Ls clases, en cuanto al descenso en la atenci6n. Pero sf, las mujeres y los j6venes de los grupos populares son los que tienden a hacer otras cosas en esos momentos. Si los comerciales son considerados nuevos o muy buenos se les ve como algo mAs de curiosidad y se comentan. El momento de recomenzar es anunciado en voz alta para Uamar a los que no estdn. Si no se hace se generan luego quejas y peleas. Se nota con claridad el acomodo de las situaciones del hogar, la hora, los quehaceres, las relaciones, los roles, las identidades logradfis, las rutinas. Es muy dificil precisar cuAl es la relaci6n causal, las pricticas familiares o las innovaciones u horario de la programacion. Hay m ^ bien senas de ciertos acomodamientos permanente entre ambas instancias. En las familias de bajos y medios ingresos, especialmente en el sector femenino, se ven telenovelas de manera indirecta, especialmente a las horas del almuerzo, o en la tarde. Algunas s61o escuchan desde la habitaci6n donde trabajan, pero cuando la escena es muy emocionante corren a ver. Cuando es imposible acercarse, pues hay alguien que cuenta en voz alta, 234 Los naos sociales... este oficia de narrador segundo, introduciendo inclusive ritmos en el relato, que se acomodan a su situaci6n de espectador. Entonces el que escucha recleuna continuidad, manteni^ndose constante comunicaci6n entre ambos y el texto. Hemos encontrado dos casos curiosos. Una senora que plancha casi de espaldas al televisor, pudiendo estar de frente. Dice tener mucho trabajo y se autocensura para ver la telenovela que estd emiti^ndose; de vez en cuando voltea a mirar, cuando ya no puede resistirlo; durante mucho rate su atenci6n auditiva le hace imaginar las escenas y no habla. Otro caso: una familia popular que se instala en la sala por las noches a escuchar telenovelas y noticieros, frente a la pantalla descompuesta. Esto ocurri6 durante muchos meses, pues no habfa dinero para arreglarla. Les daba pena pero la incomodidad no parecfa pertubar. Decfan que se imaginaban las escenas. Nos preguntamos si inclusive cuando hay imagen, esta operaci6n de imaginar o reconstruir lo que se ve no es parte de la magia melodramAtica de la telenovela. Esta no dependencia de la imagen del texto, en sus diversas formas, estarfa anunciando la inmensa actividad subjetiva del receptor, puesto en la rutina del consumir. El gran interns telenovelero parece estar no s61o en el texto y su propia competencia, sino en el mismo espectador y la capacidad de interpretar constantemente las intrigas y emociones, las moralidades involucradas, las imagines sociales comprometideis en su experiencia, las vivencias propias hechas espect^ulo para s(. Pareciera que el texto lo pusiera el receptor. c. Qu£ se hace mientras se ve telenovelas. Mirar televisi6n no es una actividad excluyente de otras. Se comparte el ver con la vida familiar y la Uegada de visitas o parientes. Esas actividades las 235 Rosa Maria Aifaro hemos clasificado de la siguiente manera: Realizajido tr&bajos: Se efectilan trabajos dom^sticos, lavar, planchar, cocinar; pero tambi^n en algunos casos se cose o teje, se corta el pelo a las clientes o se confeccionan artesanfas que conBtituyen trabajos para la venta directa o por contrato. Tambien se estudia mientras se ve, se hacen tareaa escolares. Especialmente en los estratos populares se evidencia un sentimiento angustiado de aprovechar todo el tiempo posible. Porque media un oficio o una ganancia y alii reside su obligatoriedad. Pero como la telenovela fascina y no se puede perder, entonces se comparte. O simplemente porque la televisi6n acompafia y entretiene mientras se trabaja. En otros casos se busca a prop6sito algo que hacer porque se quiere aprovechar el momento libre, dandonos a entender que resulta inc6modo gozarla. Es como si no se tuviera derecho al ocio. Entonces se hacen manualidades o quehaceres de la casa, que resultan ya un hdbito de clase, practicado de manera ^asi compulsiva. En las clases mis acomodadas el tiempo del ocio es asumido con mayor naturalidad, aunque algunas mujeres adultas aprovechan siempre para hacer algo. Ver mientras se trabaja o trabajar mientras se ve, en ambos sentidos, mitiga las tensiones que surgen de las dos actividades. Se observa que en escenas escabrosas (er6ticas) o sumamente dramiticas, se cose o se teje con mayor rapidez. Si la publicidad interrumpe y luego se espera una escena crucial, en ese tiempo relax, la emoci6n se traslada al trabajo y se intensifica, transitandc la continuidad del g^nero al espectador. Asf mismo Io desagradable se puede asumir mejor si se estA viendo telenovelas (comer lo que no gusta). De esa manera ver y hacer se compenetran, convirti^ndose 236 LoM en quehaceres agradables, dos placeres combinado8, que hJicen la vida mis grata, m ^ entretenida y emotiva, en esta ^poca del cAlculo y la violencia. Es curioso como se tiende a mitigar la evidente tensi6n entre el tiempo del trabajo del pobre con el del ocio, que parece no pertenecerle. La telenovela permite el diAlogo entre la obligaci6n cultural de clase y el derecho al entretenimiento, el placer y el aprendizaje. MientreLS se AUmentan: Durante el almuerzo o la comida, en forma individual, pero especialmente como h^bito colectivo, se sueie ver telenovelas mientras se ingieren alimentos. Si el televisor est4 en la cocina o el comedor, la familia se congrega alrededor de la mesa, ya concertada con el aparato. Entonces no s6to se ve y se come, sino que se conversa sobre lo que se ve. Cuando el televisor se apaga, s61o se come, la conversaci6n baja notablemente hasta el silencio, destacando sensiblemente el papel motivador-mediador del g^nero entre !os miembros de la familia. Cuando llega alguien con una noticia de la calle o de otro espacio, se baja el volumen de la TV; si se considera algo importante, la TV pasa a segundo piano; si no, se sigue viendo. Se convierte en un elemento de discernimiento de lo que es vdlido para la familia. Los padres y sus roles en la vida del hogar son generalmente los que instttucionalizan el ver durante las comidas. EUos autorizan en cada oportunidad, u oficializan como permanente la rutina. Comer juntos es considerado un acto esencialmente familiar. Las peleas o litigios se aminoran cuando hay un televisor, se difieren hacia los comentarios que provocan, Uber^ndose la tenflidn. Pero cuando se discute, los padres o la autoridad familiar, especialmente las madres, reivindican la importancia del consumo de telenovelas, defienden la pas familiar, 237 Roaa Maria Alfaro porque durante las comidcis hace dano discutir o pegarse, es el espacio familiar que todos deben respetar, con amigabilidad y carino. La televisi6n lo permite, especialmente la telenovela. Observamps c6mo en las familias la telenovela ritualiza el encuentro de los miembros de la familia, cuyos tiempos han sido alterados por el trabajo 0 los estudios, dificultando la homogeneidad y la coincidencia de los horarios. Por ello la noche resulta el tiempo preferencial en la mayorfa de las familias, donde se reit'ira y se goza de la recomposici6n del espacio familiar el que, al vincularse con la comida, simboliza y enreda "alimentos", satisfacciones y comunicaciones. Conversando: Suele ocurrir en algunas familieis y en especlficcis circunstancias, que el eje de la comunicacion es la conversaci6n entre los miembros de la familia o, cuando hay visitas entre parientes, paisanos, vecinos, amigos o compadres. La telenovela ocupa un segundo foco de atencion. Actiia como un elemento ambientador, generando una atmosfera familiar y cotidiana. Pero alU estA, para ser mirada de vez en cuando, como referente temitico de la conversaci6n; se comenta, se relaciona con lo conversado y luego se toma distancia. Parece a d e m ^ favorecer una ambientaci6n fntima, de confidencia, en la cual la telenovela actua como c6mplice, con sus tem^ticas sentimentales. Las referencias al texto se meten y salen del diilogo familiar, perturb^ndolo por momentos, pero enriqueci^ndolo constantemente. Va y viene como parte de una comunicaci6n intermitente y sigilosa, hasta imprudente, que hace recordar al chisme y a la complicidad de la interlocuci6n entre conocidos y comprometidos. 238 Loa UB08 aocialea... Re&Uzando Juegos: En algunas oportunidades nos hemos percatado de practices liidicas individuals o grupales que se efectiian mientras se ve telenovelsis, tales como naipes o juegos de mesa, inclusive, se suelen Uenar palabras cruzadas (crucigramas) de peri6dicos o revistas. Observamos que la telenovela no requiere de esfuerzo y concentraci6n. Facilita el hacer otras cosas. Se puede perder una parte y luego se recupera con s61o ver y preguntando adem^ a otro pariente o amigo. Los varones y los j6venes son los que combinan formas de ocio, como el g^nero admite tambien la publicidad. La telenovela puede resuitar una actividad excesivamente tranquila o simplemente inc6moda; para ellos merece otro modo de ocio. En unos casos se trata de no aburrirse, en otros de mitigar la tensi6n que la misma historia provoca. El goce doble es tambien una tdctica mis del reencuentro. La superposici6n de entretenimientos habla de una fuerte necesidad por compensar los tiempos laborales y recuperar lo propio familiar, a trav^s del juego y el melodrama, donde lo ludico no se opone a la emocion, a la tensi6n y al Uanto, sino mas bien se complementa con ellos. Podn'a ademas significar una resistencia masculina al triunfo del genero femenino en las vivencias y estrategias familiares. Otras Actividades: AdemAs de las ya mencionadas se practican tareas personales o de relaci6n frente al televisor. Por ejemplo, laS^mujeres alistando a sus hijos para ir al colegio, el aseo personal, vestirse o arreglarse, despiojarse entre unos y otros, como tambien se observan tActicas de acercamiento fisico entre los miembros de la familia, entre el marido y la mujer, entre los hijos y la madre. La telenovela esti enredada con estas actividades de 239 ROMA Maria A/faro relaci6n, mejor dicho, de comunicaci6n de cada sujeto con su propio cuerpo y con los de otros, los de su familia. Pero dada la importancia del g^nero en la vida cotidiana, en las rutlnas familiares, en los gustos y preferencias, este medio ocupa un lugar protag6nico en la construcci6n de afectividades y de vinculaciones que afirman y acrecientan las identidades colectivas. Las familias populares parecen enmaranar m ^ profundamente estas actividades con las telenovelas y las definiciones de las relaciones entre parientes. Mientras que las m4s acomodadas restan su influencia, se trabaja m;is la distancia entre las problem^ticas afectivas y las del texto. La vida cotidiana, los desencuentros en el d(a y los acercamientos nocturnos (de toda la familia) o los de la tarde (de parte de ella), proporcionan la coherencia del ver y el hacer en la constante reconstruccion de lo familiar. La interrupci6n entre capftulo y capltulo no es tal para el que ve, ni tampoco lo es el comercial o el quehacer inevitable. La comprensi6n y la emoci6n continuan, s61o se suspende en su exterioridad gramatical. Porque comprobamos alii una otra dimensi6n de la permanencia, la que surge de la consistencia melodram&tica entre la vida y el g^nero. AUf reside su compenetraci6r- Entonces el espectador imagina la prdxima emisi6n y la espera apostando resoluciones, mientras la vida sigue su existencia, tambi^n confiictuada y dramdtica. 3.2. PROCESOS DE SELECCION Y MECANISMOS DE DECISION Presentamos aquf s61o algunas de las comprobaciones encontradas, fruto de un primer intento de interpretaci6n. 240 £,08 uanm aoeiale«... son las preferencias por tal o cual telenovela? Tanto el consumo recordado como el actual hablan de una presencia abrumadora de las telenovelas mexicanas en los gustos de las clases medias bajas y en las mAs desposefdas. Mientras que las cleises acomodadas y los hijos universitarios de las anteriores, se identifican con las brasilenas. Los argumentos manifests.dos remiten en el primer caso a cuatro vertientes de explicaci6n: a) La claridad y comprensibilidad del texto: si lo entienden lo manejan y no se pierden cuando hay intermitencias en la continuidad del ver. b) La acci6n vinculada a la emoci6n y al melodrama familiar: lo romAntico, los enganos, las traiciones, las definiciones fuertes, la movilizaci6n sentimental. c) La textura socio^tica de la historia: si habla de la pobreza, de las dificultades de la vida, de los obst^culos que se aprenden a veneer y se triunfa. d) Las similitudes culturales entre Mexico y Perii: hablan de los parecidos en las maneras de ser, tratan los mismos problemas y los mismos lenguajes. Las telenovelas venezolanas son tambien gustad{is, pero se diferencian entre las melodram^ticas "con contenido social" ("Esmeralda", "Topacio", "Cristal") y las otras (''las m ^ modernas") que gustan mAs superticialmente, por las modas, las bellezas ffsicas, los escenarios y los actores, que nos remiten al espect^ulo del ver. Algunas mujeres adultas se quejan que no las entienden, que no tlenen emoci6n. Prefieren las mAs tradicionales, aunque no se parezcan a la realidad del pate. Las j6venes gustan de laa venezolanas romAnticas. Unas y otras afirman categdricamente que las peruanas son las peores, no se reconocen en ellas, ni las entienden, les falta emoci6n, no les 241 Rosa Maria Atiaro gustan los modos de hablar. Informan pocos que "Carmfn" en su primera parte era aceptable, pero insoportable en la segianda: no habfa emocion, ni claridad^ no actuaban bien. Algunas familias populares han criticado las telenovelas puertorriquenas, pues, segun ellas les falta fuerza, no saben actuar. Hubo do3 criticas a Andres Garcfa porque era buen actor en las mexicanas, pero no asf en las puertorriquenas. Casi todas las mujeres entrevlstadas opinan que las telenovelas ensenan, especialmente las mexicanas. Fue una sorpresa constatar que la mayorfa de los miembros de las familias populares conocen cientos de telenovelas que guardan en la memoria, con sus personajes, sus tramas y las motivaciones que moviliz6 en ellas. Se sabe adem^ de los actores y sus vidas, distingui^ndolos de sus personajes, lo cual no destruye la magia del melodrama, m ^ aun se acrecienta al comprender a estos actores y su realidad del mismo modo que al ver la telenovela. Se enteran por revisteis y peri6dicos, unificando medios en el mismo consumo del g^nero. Vale la pena destacar c6mo la educaci6n universitaria logra homogeneizar gustos de diversas clases. Por lO que no s61o actua la situ^lci6n econ6mica y la identidad social en las elecciones y preferencias, sino el factor educativo-cultural. Otras situaciones intervienen en las decisiones de elecci6n de las telenoveleis. Esti el tiempo disponible, porque nadie acomoda sus horarios laborales a la telenovela. MAs bien, los ratos Ubres se comparten y se mueven segun l£is ofertas. Las rutinas familiares (horas de ver telenovelas) tienden a continuarse. El alcance de los aparatos para captar bien tal o cual canal, es otro factor de elecci6n no voluntaria. Tambi^n se valoran las actuaciones, los temeis parecidos a los de otras telenovelas que gust&ron: se prefieren los ambientes actuales, los escenarios y 242 Los UBO8 Bocialea... antiguas son generalmente subvalorados. Detectamos ademds razones de orden individual-afectivo mis profundos: escoger una telenovela porque un personaje se parece al hijo, o porque el actor es romAntico y carifioso como su esposo no es, o porque se habla elegante, como ella no sabe hacerlo. Las madres son las personas m ^ importantes en la decisi6n y valoraci6n de lo que se ve en la familia, especialmente cuando se trata del g^nero. La reiteraci6n al melodrama estd vitalmente presente. Y las vidas de los televidentes se enredan con lo que ven. Se ponen ellos en escena con las telenovelas, sus tramas y sus personajes. Pero las problem&ticas rom&hticas, morales y sociales, son vividas en referenda a sus confiictividades culturales. La presencia de la modernizaci6n y sus c6digos de comprensi6n de la vida, se tensionan con l£is resistencias a ella. La participaci6n cuantitativa y cualitativa es gigantesca y significativa. Sin embargo ^sta parece dispersarse sin tener mayor repercusi6n social, menos ailn polftica. 3.3 LOS COMENTARIOS FAMILLVRES DEL MELODRAMA El texto provoca comentarios permanentemente en todas las clases. Pero en las populares se exterioriza con m ^ fuerza su participaci6n. La mtenci6n, la expresividad y la cantidad de comentarios que se emiten alU habtan de otra dimensi6n significativa de la actividad del receptor popular. Los hemos logrado clasificar tomando en cuenta en primer lugar su forma de manifestacidn. No hemos aun trabajado los procesos internos de funcionamiento de los comentarios como discursos analizables. Se trata m ^ bien de destacar la diversidad de actos, la 243 ROBS Maria multipHcidad de usos que ^stos sugieren en el quehacer de los televidentes, mientras se ve telenovelas: a. Comentarioa directos sobre el texto de la telenovela: en torno a los personajes, sus maneras de ser, pensar y parecer, como tambi^n sobre la calidad de la representaci6n. Con respecto a la trama narrativa, t£into como para criticar, asentir, expresar deseos o prever acontecimientos. AIM se habla del orden y la relaci6n entre lo que pasa en cada escena, sobre las expectativas pasadas, sobre las truncadas, sobre las aplicaciones a la vida propia; se es especialmente severo en juzgar la verosimilitud y por Io tanto se va gestando su credibilidad. Pero tambi^n ocurren comentarios con respecto a las problem^ticas planteadas por las historias: se interpretan o se increpan los parecidos con la vida real y social, se discute sobre los aspectos no contemplados, etcetera. b. Aquellos que, movilizados por el texto, comprometen directamente las vivencias y experiencias personales: se encuentran parecidoa de personajes, ^pocaa, situaciones de la vida propia y de otras conocidas. Las visiones y valoraciones de los espectadores sobre tal o cual telenovela, por asociaci6n o contraposici6n con las experiencias vividas y conocidas, toman el lugar preferencial del comentario, distancidndose del texto, pero comprometiendose con 61, en un constante intercambio de ida y vuelta (enredo). c. Acuerdos y dlscrepancias sobre la ubicaci6n del televisor y su nianipulaci6n en la selecci6n del canal. Se expresan sugerencias, crftic2is, pedidos, protestas, peleas sobre el lugar del televisor y sobre el programa y el canal escogido. La imposici6n y la negociaci6n alternadas son formas de organizaci6n de esta actividad. Cuando no se resuelven, loe inconformes gritan o castigan con el silencio, o se retiran, buscando el otro televisor que s61o es utilizado 244 Los usos socialea... en las familias populares cuando ha fracasado el convenio y la armonfa, que siempre concentra sus expectativas en el uso de un solo televisor. d. Comentarios con respecto a los modos de ver: sobre la participaci6n familiar, si ven con tal o cual actitud, si hablan o no, detectando cambios en la conducta de los espectadores. Pedidos o protestas por no Uamarse a la participaci6n colectiva. Sugerencias y crfticas a los lugares ocupados, a las regliis de juego no respetadas. Comentaxios sobre la cantidad de horas dedicadas al consumo del medio. En esta actividad de comentar se cl2islfica, se aprueba, se enjuicia, se apoya a tal o cual personaje o consejo, se expresa disconformidad, se evaliia y se aplaude, se expresa aprendizaje, siempre formulado con emotividad. En cuanto a la intenci6n y sentido de estos comentarios, hemos logrado procesar la siguiente descripci6n mAs cualitativa: los comentarios se manifiestan cuando el equilibrio del bien y el mal es alterado. AlU surgen como expresion de la tension emocional que la telenovela produce, por los conflictos creados y por la valoraci6n ^tica trastocada. El comentario expresa sin embargo goce cuando el bien triunfa y los malos son castigados. Cuando los sentimientos son priorizados por im personaje sobre otros mtereses, genera aprobaci6n y satiBfacci6n. Cuando £stoB son menospreciados, se critica. La flexibilidad moral se manifiesta cuando se comprueba que hay sentimientos que ennoblecen y merecen el perd6n. Se identifica entonces a Io afectivo como valor moral y como expUcaci6n de las intrigas y conflictos que alteran la vida, utiliz&ndolos en forma negativa. Los comentarios est&n siempre cargados de esa definici6n afectiva clara, en su expresividad y no s61o en su contenido, acompanados de alegrfa, tristeza, o tensi6n, donde las li,grimas, las risas, los gritos y las 245 Hosa Maria Alfaro expresiones angustiantes corroboran la compenetraci6n total con lo que se ve, porque toca a cada sujeto y a su colectlvo familiar. Uiio de los comentarios mds frecuentes y significativos es el referente a las anticipaciones que se arriesgan, comprometiendo el deseo de super&cion de los obst&culos y la aciaracidn de los malos entendidos, en los conflictos y en las identidades familiares conf^indidas. Se expresan asf las expectativas en ambos sentidos. Cuando se corroboran producen un gran goce, expresado en el tipo de comentarios y la forma de hacerlos. Anticipar es entonces una actividad permanente, a partir del texto que provoca obscuridades y tensiones, las que a su vez se reciben y reciclan, introduci^ndoles innovaciones individuales y culturales, que vienen del espectador y se anexah a la lectura y su explicitaci6n. En las familias populares esta conexi6n entre lo que se vive y lo que se dice parece ser mAs cercana y descontrolada. Hay menos defensas concientes hacia la infiuencia del texto. Porque al verbalizarse una situaci6n imaginariamente deseada, se convierte al deseo en algo real y se vuelve colectivo, compartido con otros, mientras se ve. Pero hay mAs resistencias inconcientes al colocar la iectura en la identidad y la interpretaci6n familiar comentada. Hay evidencias de identificaci6n con personajes, situaciones y modos de narrar. Como reco/iociiru'ento, porque la familia se ve alU en el texto, sus personajes y conflictos, los que son defendidos y comprendidos o negados y criticados. Tambien como expresion de 1& super&cion de los conflictos, que va mAs allA del reconocimiento presente y pasado y alude a la propia esperanza de cambio. El goce que produce el triunfo personal sobre los problemas sociales, apunta a la definici6n de un voluntarismo transformador de las personsis ante las 246 LOB UBOB dificultades y problematicas de las que no se sienten responsables. Se apuesta al rescate del individuo del mundo de las inmoralidades, de las injusticias, especialmente en su socialidad familiar. La familia es una instancia donde se comprometen las expectativas individuates y las repercusiones sociales. Ella misma provoca comentarios de tipo social y hasta poUtico, comprometida simb61icamente con sus dimensiones personales. Frente a la deflnici6n del propio ordenamiento moral, se distinguen dos procesos: en primer lugar, los comentarios dan cuenta de una actividad de confirinaci6n constante de los valores propios; la telenovela serfa en ese sentido una corroboraci6n, im espacio de afianzamiento de la identidad ideol6gicl>moral. Pero parad6jicamente el propio texto motiva flexibilidades, formuladas como comprensiones que saltan los lfmites de la confirmsicidn. Por ejemplo, se aceptan relaciones de infidelidad que en la vida real no se permitirfan. Hasta se alienta que la v{ctima se rebele y abandone la familia, que se produzcan cambios. Podrlamos hablar de una cierta apertura a la modernidad, como tambi^n al cambio social. Estas transgresiones se justifican en las siguientes oportunidades: Cuando en los personajes privan los sentimientos sobre la intriga y el c^culo. Cuando hay coincidencias evidentes entre lo que se ve y lo que se vive, como una salida no tan cuestionable, que ingresa al terreno de lo posible, entonces se defiende al protagonista, por sobre los valores cuestionados. Cuando entre los personajes comprometidos hay verdadero carino y entendimiento, armonfas consideradas valiosas, compatibUidad de caracteres, empatfa fisica, se constituyen por lo tanto situaciones modelo que tienen que ver con las aspiraciones, por lo tanto, el espectador se pone en 247 Rosa Maria Alfaro el caso del personaje, porque hay algo de sf mismo involucrdndose en esa puesta en escena. Cuando la propia narraci6n crea una 16gica tal que tiene que ocurrir aquello. Cuando se considera que es justo, provocAndose la soHdaridad con el que sufre, con la victima que tiene que ser compensada para recobrar la felicidad a la que tiene derecho, como debiera ser asi en la vida real, para el que ve. El comentario evidencia una partlcipacion valorada, como acci6n colectiva positiva y como simbologia del reconocimiento de la importancia del espectador. A! ser participaci6n expresada se colectiviza. Los comentarios siempre estdn provocando a los interlocutores, invitdndolos a que respondan. Hasta las personas en pugna hablan entre ellas a trav^s del comentario de la telenovela; se dicen cosas, a trav^s de lo que le dicen al texto. Como tambien se habla directamente con los personajes y con la trama, como si estuviesen frente a frente. Pero en realidad se estA hablando a todos los presentes frente al televisor y en la casa. Inclusive, a partir de esos comentarios, se reentablan amistades afectadas por la incomunicaci6n. Se utilizan como tActicas de recuperacion del diilogo. En algunos casos tambien sirve para ahondar las discrepanciag, pero expresadas all! en la colectividad, de cuya ratificaci6n no se concluye con evasiones e ignorancias, sino en la confrontacJ6n, en el abordaje del compromiso de uno con otro, empenando a toda la familia. Esto es mds claro en las clases populares, donde se perdonan las agresiones mutuas, mientras se comenta la telenovela. Es gratificacion en la participaci6n. Es un recurso de relacion. Es reiteracion de las dificultades para constatar sa vigencia de soluci6n. Es algunas veces un m^todo de recuperaci6n de una importancia perdida en la familia (cuando se sabe qu^ va a pasar, por ejemplo, y los demds no saben. 248 LOB uaoa socialeB... entonces se gana prestigio). Un comentario se dice para provocar otro, entonces se responde y se goza con ello. Pero otras veces se elude y se acumulan iras. Si una participaci6n origina crfticas, como muchas veces ocurre, se procesan mecanismos de adecuaci6n de lo que se dice con respecto a los interlocutores. Se ejercitan ensayos nuevos, opiniones que motivan contestaciones, que dan importancia y valoraci6n al que habla y espera ser contestado. En esa perspectiva vale decir a otros aquello que de manera directa nadie se atreverfa a expresarlo. Asf surge el di^logo, espont^neamente, al estar la telenovela en medio. Se puede hablar de muchas cosas porque se suavizan, bajando la agresividad. La telenovela da elenientos de un lenguaje que no se coloca en los extremos sino que viabiliza la comprensi6n, la conciliaci6n. Todo lo cual es agradecido a la telenovela, retribufdo con la recepci6n cotidiana, capturada y fiel. Hay comentarios que manifiestan desfogue, indican una actividad catdrtica. Los aiegres se expresan con mis libertad, se comparten. Los tristes se ocultan algo m4s, especialmente en liis personjis m&a educadas. Las mujeres son menos reprimidas. La expresividad corporal acompana el comentario, resaltando que no es una opini6n lejana y distante con respecto £L1 texto, sino revela la compenetraci6n afectiva con 61. Los comentarios anuncian un antes y un despu^s. Porque son las experiencias vividas, los residuos del pasado, las situaciones problemAticas del presente, individuales, familiares y sociales las que le dan coherencia al comentario, en di&logo con la telenovela. Pero tambien hay un despu^s, en lo que queda, en las huellas de su provocaci6n o su influencia. Esto se observa hasta en las tensiones dram^ticas. Algunas personas no hacen comentarios, aparecen 249 Ro8a Afarja AJfaro ^bsortas, inclusive afirman que no les ha gustado esa telenovela o aquel capftulo. Perd al salir de la sala manifiestan su nerviosismo en otros ambientes, actuando fren^ticamente, o de manera agresiva. Asi nos damos cuenta que el televidente se compara constantemente con lo que ve. Pareciera que en la vida real es diffcil interpretar lo que a la gente le pasa. Mientras que en esa continuidad entre lo que se ve y lo que se vive, la telenovela permite tematizar, categorizar y discutir la propia problemdtica, las experiencias y las salidas, con mucho m ^ facilidad. Porque se est^ en el texto, el que tambi^n se desdobia frente a la familia, como un espejo, que al devolverse posibilita la discusi6n, pero no altera la compenetracidn. Si no se puede ver el siguiente capftulo, se ensayan interpretficiones que reftejan ese compromise entre la vida y la trama. Permite definir categorfas, por ejemplo qu^ es ser rico y pobre, qu^ bueno y malo, qu^ fiel y traidor, poslbilit^ndose entonces la gestacidn de arquetipos, sobre la base del intercambio con la cultura masiva. Se nota que el televidente capta mucha information de cada personaje, m&s de lo que el propio texto dice, al involucrarse en el. Se habla de ellos como si se les conociera personalmente, se sabe de su manera de ser, de su comportamiento social, de sus confiictos, de su nivel educativo, de sus modos de vivir, de su consistencia moral, de su historia, de la adhesi6n subjetiva que cada uno de ellos provoca en el espectador. De los personajes malos se dice mis, se conocen sus multiples estrategias y falsfas. La identificaci6n funciona allf como rechazo. En cada conflicto nuevo se hace mds malo, para el que ve, mientras que el bueno se depura en cada sufrimiento y agresi6n, mereci^ndose la felicidad. Finalmente quisi^ramos destacar la tensi6n que vive el tiempo del ocio asumido y gozado con el 250 LOB uaoB tiempo del trabajo. Notamos un placer que convive con la culpa. Los esposos, los vecinos, critican la p^rdida del tiempo que significa el ver telenovelas. Pero luego elloq tambi^n se sientan a ver. Los hombres tienen vergiienza de confesar ese placer, asociado al goce femenino. Las crfticas van y vienen, provocan discusiones. Los padres obligan a los hijos a dlsminiilr el tiempo dedicado a las telenovelas, presiondfi con argumentos de responsabilidad con los trabajos de la oasa, con los estudios. Pero la mujer y los hijos se rebelan compartiendo ambas actividades para cumplir con la negociacl6n. Hay una cierta prohibici6n que se viola utilizando diversas argucias. Los comentarios asf lo reflejan, comprometiendo las valoraciones, no s61o para afirmarlas slno para conseguir transgredirlas lentamente. 4. LOS USOS SOCIALES EXPLICITOS DURANTE EL CONSUMO DE TELENOVELAS Se han podido establecer dos modos de viabilizar la comprensi6n sobre el uso que los televidentes le dan a la telenovela. 4.1. El que surge de la lectura miama de la telenovela. a. El televidente le asigna una funcl6n educativa: sirve para ensenar, por comparaci6n directa entre lo visto y lo vivido, la telenovela es una metAfara de lo real. Entonces puede pasar algo similar, la telenovela ayuda a preverlo. Por lo tanto se trata de una ejemplificaci6n de personajes y situaciones: lo que ayuda a pensar y actuar para que no les pase lo mismo, o para imitar la actuacidn buena, que ademAs fue premiada, Pareciera sin embargo que lo negativo ensefia m ^ , pues se convierte en t&ctica de defensa ante " 251 Rosa Maria Alfaro la dureza de la vida. Sirye ademas como concreci6n de lo posible, de c6mo se debiera ser, de c6digo de conducta a seguir. b. El objetivo cultural es tambi^n evidente. En primer lugar como reafirmaci6n de valoraciones culturales y de negaci6n de otras. Como orientaci6n en comportamientos culturales nuevos, socialmente aceptados (c6mo vestirse, arreglar la casa y comportarse) los que tienen que ver con la participaci6n en la modernidad y la ciudad- Allf se aprenden normas orientadoras para parecer de otra cultura y esconderse, para saber usar otras palabras y ser aceptado. Se trabaja por lo tanto la apertura cultural hacia otrjis competencias, se ensayan hip6tesis nuevas de identidad, favoreci^ndose las apropiaciones de nuev£ia pr^ticeis culturales, ayudando a liberar en parte la tensi6n que lo nuevo vive con la tradicion y la experiencia de pobreza. Es tambi^n util p>ara conocer las culturas de otras clases sociales y de otros pafses, sus ambientes, sus modos de hablarse y vestirse, posibilitando no s61o mayores conocimientos, sino tambi^n identificando las diferencias. AUf se complican IEIS satisfacciones imaginarias, los deseos personales, las emociones sociales, las de~ mandas colectivas de autovaloraciones, confundi6ndose el reconocimiento, con la ambigiiedad del texto. c. Orientaci6n cognitivo-social. Se aprende de las otraa clases sociales y por lo tanto de la propia, de su formas de pensar, actuar y vivir, tanto en sus familias y sus trabajos, como en ia intimidad. Se confronta la identidad con otros valores sociales y morales. Se trabaja constante y reiteradamente la autodefinici6n social, como punto de partida, pero siempre dirigido a la Uegada, al triunfo de las identidades familiares y sociales por encima de la pobreza, la vlolencia, la incomprensl6n y la injusticia. 252 Loa uBoa «ocisJe«... No se trata de "arribismos", porque si bien ea cierto que el mito del progreso est^ siempre presente como la matriz de comprensidn de los conflictos telenovelescos, pero al ser sumidos en la perspectiva de las fidelidadet y los sentimientos, rebaja el cdlculo, lo econ6mico, y se humaniza. Permite entonces mediar entre los miembros de la familia y de ellos con respecto a la realidad social y polftica, pues permite comprender su articulaci6n con las identidades en conflicto, frente a las cuales el Estado y la modernidad tienen algo que contat y dramatizar. Por extensi6n de lo familiar, como por su enredo cultural, el espectador va entendiendo su proceso de urbanizaci6n como metAfora del desorden de su estadfa en la ciudad; donde todavia hay mucho por aprender y cambiar en medio de tanto movimiento necesario. Podemos decir que el discurso de la telenovela genera en el receptor una interpelaci6n a sus convicciones y experiencias. Siendo ambas el eje de su cosmovisi6n y de su actuacidn, se explica la necesidad de participar activamente en la lectura del discurso, ya sea defendi^ndolo o confirmAndolo. La experiencia personal es un valor socialmente aceptado, principio del saber, la autoridad y el respeto; por lo tanto, dador de reconocimiento y prestigio social. Si aceptamos que la lectura en las clases populares implica una actitud de constante confrontaci6n entre lo que se sabe (experiencia) y lo que se ve (el discurso de la telenovela), actitud, dicho sea de paso, generada por la descoufianza que se tiene ante lo nuevo, lo desconocido. Esto ultimo producto del mismo trajinar de una sociedad que ordena sua relaciones sociales en la confianza de los suyos (los de adentro) y la desconfianza de los otros (los de afuera), sociedad de personas que tienen la convicci6n que el bien esti adentro y el mal 253 Roaa Maria A (faro viene de fuera (el dano), sociedad que es hosca, recelosa a los forineos, agresiva, pero que cuando cree en la sinceridad del forastero le abre aus puertas de psir en par, pues asl los introduce en su mundo, los pone adentro. Sociedad que aun est^ en el transitar de la palabra a los papeles. 4.2. Los espacios generados La telenovela crea espacios de cohesi6n grupal e interpersonal en la vida familiar. A rafz del ver se generan vfnculos cotidianos con continuidad. Funciona como consondaci6n de una relaci6n, como tictica de recomposici6n de algun deterioro familiar o como explicitaci6n de discrepancias que no se atrevfan a formular. Rihas viejas que vuelven a asum^irse; temas confiictivos que se asumen directamente. Se motiva la conversaci6n sobre lo inconversable, ayudando a flexibilizar la comunicaci6n, a que los problemas que se viven no sigan distanciando a las parejas, a las generaciones, sino m ^ bien ayuden a romper los autoritarismos y represiones familiares m ^ tradicionales. Se define como un m^todo cat^tico de relajamiento, acto ludico, polftica de descanso, baja de tensi6n. La conflictividzid dramitica que el melodrama produce distiende la propia conflictividad real en el goce y en la constataci6n de los problemas de los personajes como similitudes compartidas. Se comporta como espacio de socializaci6n en su definicidn de companfa, del compartir la vida f£inuliar y dom^stica al interior del hogar. Es como estar con otros cuando se estd solo. Es como compartir la vida social cuando se ve grupalmente. El mismo hecho de mirar con otros proporciona oportunidades de formaci6n permanente del colectivo familiar, comprometi^ndose alll las propias relaciones vividas y las que se construyen con los canales de televisi6n, loe productores nacionales 254 LoM UBO» aodaleB... y transnacionales, los comerciales que las financian y los personajes que aparecen, todos asf cerca de los espectadores. La telenovela es entonces objeto y pretexto de nuevas formas de relacionarse, de socializarse hacia los demds y ante los d e m ^ . Crea a d e m ^ un ambiente agradable, de disfrute, de companfa. El trabajo laboral o dom^stico ae hace mds llevadero. La tensi6n se carga a la otra de la ficci6n; se descarga, pero a la vez se carga. Se estd viviendo en et texto, pero fuera de el, en la imagen subjetiva de la vlda que se pone en la escena continua de la conflictividad familiar y de ahf "actUando" hacia la ficci6n, y de ella nuevamente, en un continuo ir y venir, se gesta el intercambio que acelera mestizajes imposibles de ordenar y controlar, pero de cuyo dinamismo no es posible transformar las hegemonfas polfticas, desperdicldndose, sin sentido, tanta actlvidad. 5. NUEVAS PERSPECTIVAS DE ANALISIS Aiin no noa hemos atrevido a abordar sistematizaciones te6ricas mayores. Sin embargo, las entrevistas que estamos realizando anuncian nuevas problematizaciones. La historla individual habla de vivencias familiares atravesadas por la complejidad de la mlgraci6n y la estadfa cambiante en la ciudad. El consumo del g6nero melodram&tico en la televisi6n tiene que ver con la adquisici6n de nuevas identidades socioculturalcs en formaci6n y la mediaci6n familiar que se repite y reconstruye, constante y paradojicamente. En ese sentido las complejidades de las historias rebasan las de las telenovelas; mds aun, las prlmeras se simpliiican en las segundas cuyos argimientos se convierten en claves o c6digo8 de entendimiento de las propias vid£is. Guando se relata lo vivido, se oscurecen los Kmites de un 4mbito y del otro en la producci6n del sentido y los desenlaces 255 Roaa Maria AJfaro del espectador, que se convierte en personaje a partir de 8U actuaci6n social. Entonces los t^rminos de la credibilldad* en el texi;o varfan, se trasladan a la escena cultural, social. Desde la familia consumidora, la telenovela resulta un texto ambiguo, pues admite una gran actividad de interpretaci6n, donde la mujer es la protagonista principal del goce y la lectura, articuladora de la participaci6n y la recomposici6n familiar. Ese g^nero, tradicionalmente tan femenino, y su creciente importancia en la vida del barrio y del hogar, le ha permitido procesualmente convertirlo en un espacio de comunicaci6n familiar, como triunfo de la mujer. Ella ha posibilitado el trdnsito hacia el consumo familiar de la telenovela, como una estratagema de revaloraci6n del sentimiento y la cercanfa entre los miembros de la familia, tan afectada en la ciudad removida por la crisis. Las din^micas u operativos del reconocimiento ignoran los escenarios de clase que oscurecen las identidades del texto. Por encima de ellos, lo que allf ocurre es vdlido para la familia popular. La apropiaci6n del g^nero para sus propias necesidades es lo que vale, especialmente en el nivel simb61ico. Debemos entonces preguntarnoB si la coherencia del texto trabaja esa ambiguedad, en las articulaciones confusas entre lo popular y lo masivo iEl gran quehacer mediador del g^nero surge s6Io de la din&mica de los usos sociales? La actividad inmensa y compleja de quien ve, lee y se apropia ^se justifica en la cotidianeidad de la producci6n y la reproducci6n cultural del receptor? ^qu^ del proceso comuniceicional, de las relaciones entre productores y consumidores que allf se posibilitan, al interior de la sustancialidad del genero? Hemos descubierto la importante presencia de la radionovela en el consumo de telenovelas. Hay una tendencia a escuchar los melodramas de la 256 Los uaoa aodalta... televisi6n, donde lo visual es el decorado, la ratificaci6n imprescindible, pero apoyo de aquella otra actividad del escucha radial que, ante el estfmulo sonoro, recrea en su nnente y su coraz6n ante la falta de imagen. Las radionovelas habfan asf posibilitado que cada personaje y cada situaci6n se deHnan en el mundo interior de las interpretaciones de cada uno, en vez de imagen, dialogando con el mundo subjetivo del radioescucha, conectAndose con el deseo, con el recuerdo, con el autoreconocimiento que, aunque social, se personalizaba en cada oyente, alK estaba su embrujo. Y se siguen consumiendo radionovelas en el Perii. La radio es asf una gran matriz de lectura repleta de actividad, modeladora del consumo, orientadora de otros hdbitos de recepci6n para los nuevos medios, como experiencia vivida o transmitida de generaci6n en generaci6n. Sin embargo hoy la telenovela ha evolucionado esa imaginaci6n que transforma y permite la apropiaci6n hacia la recepci6n colectiva familiar. La presencia de la imagen visual recorta la resemantizacidn individual, la pone a disposici6n de la familia, quien recupera el derecho a interpretar, a trascender lo que la forma; el movimiento y el color pretenden sugerir, engolosinando la vista, pero despertando y motivando esa continua actividad, al modo que la radio lo hizo y lo sigue realizando. Flnalmente quisi^ramos destacar la relevancia de la refiexi6n sobre la tensi6n modernidad-tradici6n que el melodrama televisivo activa. Pareciera que el g^nero mismo se instalara en ese conHicto. Del lado del texto, 'porque la tecnologfa ofrece melodramas orientados al desarrollo. Desde el consumidor, porque en la lectura y el uso social conviven la orienteici6n y el progreso, con el temor a lo moderno y la vuelta reiterada a la tradicional busqueda de la identidad 257 Rosa Maria Alfaro familiar. Sin embargo, lo que en el an&lisis parece una tensidn, en la vida de los sujetos existe con aparente fluidez, cuyos enchufes y entendimientos aiin no logpamos explicar, menos todavfa identificar su funcionamiento. Pareciera que el melodrama en la televisi6n va trabajando una complicidad que seduce a productores y consumidores, delineando un oscuro camino de resoluci6n de esas tenslones, convirti^ndolas en normalideid, parte dindmica de la vida misma. Daniela 258 Notas y referencias bibliograficas 1 Martfn Barbero, Jesiia "Vida cotidiana, Melodrama y Televi8i6n",en; Comunicacion. UPB. Comunicaci6n Social, MedeUfn, Colombia. 2 Participaron los estudiantes de la promoci6n 1984 de la Escuela de Coniiinicaci6n Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. 3 Con dichas mujeres ae mantiene ya una relaci6n, a trav6s de su participaci6n en el programa radieil "Nueatra Vida", que emJte la Asociaciin Calandria. 4 En un 96%, segiSn afinna Teresa Quiroz en el documento Los medioa una escuela para/eia a partir de una encuesta practicada a estudiantes del primer ano de secundaria. CuadernoB CICOSUL, Universidad de Lima. 5 Las mujeres que trabajan laa radionovelaa en el programa radial mencionado. 259