Trastornos de la médula espinal

Transcripción

Trastornos de la médula espinal
Trastornos de la médula espinal
La médula espinal, la principal vía de comunicación entre el
cerebro y el resto del organismo, es una estructura cilíndrica
de nervios que se extiende desde la base del cerebro en
dirección descendente para terminar en las primeras
vértebras lumbares. La médula está protegida por las
vértebras de la columna vertebral. Los tractos ascendentes y
descendentes de las fibras nerviosas de la médula espinal
pasan a través de las aberturas entre cada vértebra.
La médula espinal está muy organizada; los nervios están
ordenados en fascículos y no al azar. La parte anterior de la
médula espinal contiene los nervios motores, que transmiten
información a los músculos y estimulan el movimiento. La
parte posterior y lateral de la médula espinal contiene los
nervios sensitivos, que llevan la información sensorial al
cerebro acerca del tacto, la posición, el dolor, el calor y el frío.
La médula espinal puede resultar lesionada de muchas
maneras, produciendo diversos patrones de síntomas; estos
patrones permiten que el médico pueda determinar la
localización (nivel) del daño espinal. Las lesiones de la médula
espinal pueden ser consecuencia de una sección de la misma
ocurrida durante un accidente, una compresión o una
infección. Puede sufrir daños cuando se interrumpe el flujo
sanguíneo o por enfermedades que alteran la función nerviosa
(como quistes de médula espinal, espondilosis cervical o
esclerosis múltiple).
Lesiones debidas a accidentes
Cuando la médula espinal resulta afectada por un accidente,
la pérdida de la función neurológica puede ser parcial o total y
producirse en cualquier parte del organismo en el nivel por
debajo de la lesión. Por ejemplo, un trauma medular grave en
medio de la espalda puede paralizar las piernas, pero se
preservará el funcionamiento normal de los brazos. Además,
puede experimentarse dolor en el nivel de la lesión o por
encima de ésta, especialmente cuando se han afectado las
vértebras.
Pueden permanecer intactos algunos movimientos reflejos
que no estén controlados por el cerebro o incluso puede
producirse un aumento de los reflejos por debajo del nivel de
la lesión. Por ejemplo, se mantiene, e incluso puede
exagerarse, el reflejo rotuliano (la parte inferior de la pierna
se flexiona cuando el tendón situado debajo de la rótula se
golpea suavemente con un martillo de goma). La exageración
de los reflejos produce espasmos en las piernas. Los reflejos
que se preservan son los responsables de que se desarrolle
una rigidez muscular que conduce a un tipo de parálisis
espástica. Los músculos espásticos se notan rígidos y duros,
con sensación de pinchazos esporádicos y sacudidas
espasmódicas en las piernas.
La recuperación del movimiento o de la sensibilidad durante la
semana siguiente al traumatismo suele anunciar una
recuperación favorable, pero cualquier disfunción que persista
después de 6 meses es probable que sea permanente. Una
vez que se han destruido los nervios espinales, la disfunción
será permanente.
Tratamiento
El primer objetivo es prevenir daños adicionales. El personal
de urgencias tiene sumo cuidado al mover cualquier
accidentado en el que se sospeche la existencia de una lesión
medular. Se debe mover a la persona en bloque y
transportarla sobre una tabla plana, utilizando almohadillas
para estabilizar su posición. Cuando existe una lesión
medular, cualquier presión, por leve que sea, que condiciona
una alineación inadecuada de la columna, puede aumentar la
posibilidad de una parálisis permanente.
Los médicos suelen administrar de inmediato corticosteroides
como la prednisona para prevenir la hinchazón alrededor de la
lesión. Los relajantes musculares y los analgésicos pueden ser
eficaces para reducir los espasmos. En caso de una fractura
de la columna vertebral u otro tipo de lesión, un cirujano
puede implantar piezas metálicas para estabilizar la zona ósea
dañada y evitar que se produzcan daños adicionales. El
neurocirujano extrae cualquier acumulación de sangre en la
médula espinal.
El cuidado por parte del personal de enfermería mientras se
restablece la médula espinal es de suma importancia a fin de
prevenir las complicaciones que puedan aparecer a causa de
la debilidad o la parálisis. Las personas con lesiones de la
médula espinal son especialmente proclives a presentar
úlceras causadas por la prolongada permanencia en cama.
Existen camas especiales que reducen la presión sobre la piel
y, cuando es necesario, pueden utilizarse otras camas
mecanizadas que cambian la presión de arriba abajo y de lado
a lado, ya que disponen de un mecanismo que permite
modificar su inclinación (aparato de Stryker).
La asistencia emocional de un individuo con una lesión de la
médula espinal está dirigida a combatir la despersonalización
que puede producirse después de la pérdida extensa de
funciones corporales. La persona afectada desea conocer
exactamente lo que ha sucedido y qué puede esperar de
forma inmediata y en un futuro. La fisioterapia y la terapia
ocupacional pueden ser útiles para preservar la función
muscular y enseñar técnicas especiales para compensar la
pérdida funcional. En general, las personas se sienten mejor
si se les muestra comprensión por las emociones que
experimentan, si se ven al cuidado de personal de enfermería
experto y si se les ofrece consejo psicológico. Los familiares y
amigos íntimos también pueden necesitar que se les
aconseje.
Cuál es el área lesionada de la columna vertebral
La columna vertebral está dividida en 4 áreas: cervical
(cuello), torácica (pecho), lumbar (parte baja de la espalda) y
sacro (coxis). Cada área se designa con una letra (C, T, L o
S). Las vértebras dentro de cada área de la columna se
numeran empezando por arriba. Por ejemplo, la primera
vértebra dentro de la columna cervical se designa C1, la
segunda dentro de la columna cervical C2, la segunda dentro
de la columna torácica T2, la cuarta dentro de la columna
lumbar L4, y así sucesivamente.
Los nervios salen de la columna vertebral y se dirigen hacia
áreas específicas del cuerpo. Al detectar dónde la persona
experimenta debilidad, parálisis o pérdida de función (y por
ende, lesión nerviosa) el médico puede buscar y encontrar el
lugar exacto de la lesión de la columna.
Compresión de la médula espinal
Normalmente la médula espinal está protegida por la columna
vertebral, pero ciertas enfermedades pueden comprimirla y
alterar su función normal. La compresión medular puede ser
de origen traumático (por rotura de una vértebra u otro hueso
de la columna, o por rotura de uno o más de los discos
cartilaginosos intervertebrales), infeccioso (absceso medular)
o tumoral vertebral (un tumor en la médula espinal o en la
columna). La causa de la compresión medular repentina se
debe generalmente a un traumatismo o a una hemorragia,
pero también puede ser consecuencia de una infección o de
un tumor. También puede producirse una compresión a causa
de un vaso sanguíneo anormal (malformación arteriovenosa).
Si la compresión es muy intensa, pueden quedar
completamente bloqueadas las señales de los tractos
nerviosos ascendentes y descendentes. Si la compresión es
menos grave, puede producir la disfunción de sólo algunas de
estas señales. La función neurológica puede restablecerse por
completo si la lesión se detecta pronto y se trata antes de que
los nervios se destruyan.
Síntomas
El área medular lesionada determinará las funciones
sensitivas y motoras afectadas. Lo más probable es que por
debajo del nivel de la lesión se desarrolle debilidad o parálisis,
y una disminución o una pérdida completa de la sensibilidad.
Un tumor o una infección dentro de la médula espinal o
alrededor de la misma ejercerá una presión creciente en ella,
produciendo dolor y sensibilidad en el lugar de la compresión,
así como debilidad y cambios sensitivos A medida que la
compresión empeora, el dolor y la debilidad evolucionan hacia
la parálisis y la pérdida de sensibilidad, todo ello en el
transcurso de días o semanas. Sin embargo, si se interrumpe
el flujo sanguíneo a la médula puede producirse parálisis y
pérdida de sensibilidad en cuestión de minutos. La
compresión medular que se produce más lentamente a
menudo se debe a anomalías en los huesos a causa de una
artrosis o de tumores de muy lento crecimiento; la persona
afectada puede que no tenga dolor, y a lo largo de los meses
aparecen trastornos sensitivos (por ejemplo, hormigueo) y
debilidad progresiva.
Diagnóstico
Gracias a la organización específica de los nervios de la
médula espinal, los médicos pueden determinar cuál es la
zona afectada mediante la evaluación de los síntomas y la
exploración física. Por ejemplo, una afectación medular hacia
la mitad del tórax puede producir debilidad motora y
entumecimientos en una pierna pero no en el brazo y,
además, puede afectar a la función de la vejiga urinaria y de
los intestinos. La persona puede tener una sensación de
malestar en forma de cinturón a la altura de la lesión
medular.
Imagen de compresión de la médula espinal por un tumor
La tomografía computadorizada (TC) o la
resonancia magnética (RM) suelen poner
de manifiesto la localización de la
compresión e incluso pueden indicar su
causa. También se puede realizar una
mielografía para determinar, mediante la
inyección de un material de contraste y
posterior estudio radiológico, dónde se
encuentra la parte comprimida, puesto que el contraste se ve
comprimido o pellizcado. Esta prueba es algo más compleja
que la TC o la RM y también más incómoda, pero es la de
mayor precisión cuando todavía existen dudas después de los
resultados de estas exploraciones.
La TC y la RM pueden poner de manifiesto cualquier fractura,
colapso o dislocación de una vértebra, una rotura del disco
intervertebral, un crecimiento óseo, una hemorragia, un
absceso o un tumor. En ocasiones, es necesario realizar más
pruebas. Por ejemplo, si se detecta un crecimiento óseo
anormal, será necesaria una biopsia para determinar si se
trata de un cáncer.
Tratamiento
El tratamiento de la compresión medular depende de su
causa, pero siempre que sea posible debe descomprimirse la
médula de inmediato, porque de lo contrario puede sufrir un
daño permanente. A menudo debe efectuarse una
descompresión quirúrgica, aunque la radioterapia puede
también ser eficaz para tratar la compresión causada por
tumores. Con frecuencia se administran corticosteroides como
la dexametasona para ayudar a reducir la hinchazón de
dentro o de alrededor de la médula que pueda contribuir a la
compresión.
La compresión medular causada por una infección se trata
inmediatamente con antibióticos. El médico, habitualmente un
neurocirujano, procede a vaciar (drenar) la parte infectada
llena de pus (absceso) con una jeringa.
Espondilosis cervical
La espondilosis cervical es una enfermedad que afecta a los
adultos de mediana y avanzada edad que presentan una
degeneración de las vértebras y de los discos intervertebrales
del cuello.
Síntomas
La espondilosis cervical produce un estrechamiento del canal
espinal del cuello (el canal que contiene la médula espinal) y
comprime la médula espinal o las raíces nerviosas espinales,
ocasionando su disfunción. Los síntomas pueden ser
consecuencia tanto de una compresión medular como del
daño en las raíces nerviosas. El primer síntoma de la
compresión de la médula espinal suele ser un cambio en la
marcha. Los movimientos de las piernas pueden llegar a ser
sacudidas (espásticos) y la deambulación se vuelve inestable.
Puede doler el cuello, especialmente si las raíces nerviosas
están afectadas. Antes o después de los síntomas de
compresión medular puede desarrollarse debilidad y atrofia
muscular (adelgazamiento de los músculos) en uno o ambos
brazos.
Dermatomas
Los dermatomas son áreas de la piel inervadas por fibras
provenientes de una sola raíz nerviosa. Hay 8 raíces nerviosas
para las 7 vértebras cervicales; por otro lado, cada una de las
12 vértebras torácicas, de las 5 lumbares y de las 5 sacras
tienen una sola raíz nerviosa espinal que inervan áreas
específicas de la piel. La ilustración muestra cómo los nervios
inervan diferentes áreas. Por ejemplo, un nervio procedente
de la quinta vértebra lumbar (L5) inerva una franja de piel de
la parte baja de la espalda, el exterior del muslo, el interior
de la pierna y el talón.
Diagnóstico y tratamiento
Cuando el médico sospecha una espondilosis cervical, la
resonancia magnética (RM) es útil para mostrar dónde se
produce el estrechamiento del canal espinal, el grado de
compresión y la distribución de las raíces nerviosas afectadas.
La disfunción de la médula espinal producida por la
espondilosis cervical puede mejorar o estabilizarse sin
tratamiento, pero también puede empeorar. Inicialmente el
médico podrá abordar el tratamiento con un collarín blando,
tracción cervical, antiinflamatorios, analgesia y relajantes
musculares. La cirugía estará indicada para evitar que los
síntomas evolucionen cuando el trastorno se agudice o en
caso de que la RM muestre una compresión grave. Como
norma, la cirugía no mejora las alteraciones irreversibles
porque ya están permanentemente afectados algunos de los
nervios espinales.
Quistes de la médula espinal y del cerebro
Un quiste (siringe) es un saco lleno de líquido en el interior
del cerebro (siringobulbia) o de la médula espinal
(siringomielia).
Los quistes de la médula espinal y del cerebro son raros.
Aproximadamente el 50 por ciento de las lesiones son
congénitas pero, por razones desconocidas, no crecen hasta
la adolescencia o los primeros años de la edad adulta. Los
niños con quistes de nacimiento a menudo manifiestan
también otras anomalías. En las etapas más tardías de la
vida, los quistes suelen ser secundarios a tumores o a
traumatismos.
Síntomas
Los quistes que crecen dentro de la médula espinal originan
un efecto de presión sobre la misma. Con frecuencia se inician
en el área cervical, pero pueden producirse prácticamente en
cualquier punto de la médula espinal y a menudo crecen
hasta implicar un largo segmento de ésta. Habitualmente los
nervios más afectados son los que detectan el dolor y la
temperatura. Las quemaduras y los cortes en los dedos son
frecuentes en las personas con este tipo de afectación
nerviosa porque puede que no sientan el dolor ni el calor. A
medida que los quistes se hacen más grandes, pueden
provocar espasmos y debilidad que suele empezar por las
piernas. Finalmente, los músculos que dependen de los
nervios afectados pueden empezar a adelgazar hasta
atrofiarse.
Diagnóstico y tratamiento
El médico puede sospechar un quiste medular cuando un niño
o un adolescente manifiestan los síntomas descritos
anteriormente. La imagen observada en la resonancia
magnética (RM) puede poner de manifiesto el quiste (o la
existencia de un tumor). Si no se dispone de la RM, el médico
podrá establecer el diagnóstico a partir de una mielografía,
seguido de una tomografía computadorizada (TC).
Para prevenir un deterioro mayor, un neurocirujano puede
hacer un drenaje quirúrgico de los quistes, aunque la cirugía
no siempre soluciona el problema. Si el deterioro neurológico
es grave, puede que no se resuelva, a pesar del éxito de la
cirugía.
Mielitis transversa aguda
En la mielitis transversa aguda la conducción de los impulsos
nerviosos ascendentes y descendentes resulta totalmente
bloqueada en uno o más segmentos.
La causa de la mielitis transversa aguda se desconoce, pero
alrededor del 30 al 40 por ciento de los casos aparecen tras
enfermedades víricas inespecíficas. Este síndrome puede
manifestarse en personas con esclerosis múltiple o ciertas
infecciones bacterianas y en adictas a drogas por vía
intravenosa, como la heroína o las anfetaminas. Las
investigaciones sugieren que la mielitis transversa aguda es
una reacción alérgica frente a estas situaciones.
Síntomas
La mielitis transversa aguda habitualmente se inicia con dolor
súbito, localizado en la espalda, seguido de adormecimiento y
debilidad motora que ascienden desde los pies. Estos
trastornos pueden avanzar a lo largo de varios días y, si son
graves, pueden acabar en una parálisis sensitivomotora y
pérdida del control intestinal y de la vejiga urinaria. Según
que la obstrucción se localice en la parte alta o en la parte
baja de la médula espinal, los efectos serán más o menos
graves.
Diagnóstico y tratamiento
Estos síntomas neurológicos tan graves sugieren al médico un
amplio abanico de posibles enfermedades. Para ir descartando
posibilidades, el médico puede realizar varias pruebas, como
una punción lumbar (extracción de líquido cefalorraquídeo
para su examen), una tomografía computadorizada (TC), una
resonancia magnética (RM) o bien una mielografía, al igual
que determinados análisis de sangre.
Ningún tratamiento ha resultado ser eficaz, pero los
corticosteroides a dosis altas (como la prednisona) pueden
controlar lo que se supone se trata de una reacción alérgica.
En general las personas con mielitis transversa aguda se
recuperan por lo menos parcialmente, aunque en muchas
persisten la debilidad motora y el entumecimiento.
Interrupción de la circulación sanguínea
Al igual que todos los tejidos vivos, la médula espinal requiere
un aporte constante de sangre oxigenada. La irrigación de la
médula espinal es muy rica, por lo que es muy raro que la
circulación sanguínea llegue a ser insuficiente. Sin embargo,
un tumor, una rotura de un disco intervertebral (hernia) u
otras causas pueden, en casos excepcionales, comprimir los
vasos arteriales o venosos y obstruir la circulación sanguínea.
En contadas ocasiones, la aterosclerosis o un coágulo pueden
causar una oclusión de los vasos sanguíneos. La parte
superior del tórax es el área más vulnerable a la falta de
irrigación sanguínea.
Síntomas
La oclusión de los vasos que irrigan la cara anterior de la
médula espinal habitualmente ocasiona un dolor súbito en la
espalda. El dolor está seguido de debilidad y de una pérdida
de la sensibilidad (a la temperatura o al dolor) por debajo del
nivel de la oclusión del vaso sanguíneo. Los síntomas son más
intensos durante los primeros días y la recuperación puede
resolverse parcialmente con el paso del tiempo. Si no resulta
afectada la circulación del tracto posterior de la médula, es
probable que estén preservadas las facultades controladas por
esa parte, como la sensibilidad al tacto y a las vibraciones y el
sentido de la posición (apreciación de la localización de las
piernas y de los pies sin necesidad de mirar).
Diagnóstico y tratamiento
Para distinguir las posibles causas, el médico lleva a cabo una
resonancia magnética o una mielografía. Junto con la
mielografía, o en el caso de que la RM sea normal, el médico
practicará una punción lumbar para comprobar la presión del
líquido cefalorraquídeo y para detectar anormalidades en los
valores de proteínas y de otras sustancias. El restablecimiento
de la irrigación no será posible a menos que la compresión de
los vasos sea consecuencia de una hernia discal y que ésta
pueda repararse quirúrgicamente. Es probable que se consiga
una recuperación parcial si la circulación se restablece
rápidamente, pero, en cambio, la recuperación total es muy
rara.
Hematoma espinal
Un hematoma espinal es consecuencia de una hemorragia
alrededor de la médula espinal que la comprime.
Un hematoma puede ser consecuencia de una lesión en la
espalda, de un vaso sanguíneo anormal (malformación
arteriovenosa) o de la toma de anticoagulantes por tener
tendencia a sangrar.
Síntomas
El hematoma suele causar dolor de aparición súbita seguido
de debilidad y pérdida sensitiva por debajo del área medular
afectada. Estos trastornos pueden evolucionar hacia una
parálisis total en minutos u horas, aunque en algunas
personas
pueden
desaparecer
espontáneamente.
En
ocasiones, la sangre asciende hacia el cerebro, lo que produce
alteraciones aún más graves; cuando ello sucede, es posible
que se produzca el coma e incluso la muerte si el hematoma
alcanza la parte superior de la médula espinal e interfiere con
la función respiratoria.
Diagnóstico y tratamiento
El médico puede establecer un diagnóstico aproximado (de
presunción) en función de los síntomas y generalmente lo
confirma con una resonancia magnética (RM), aunque a veces
utiliza una tomografía computadorizada (TC) o la mielografía.
La extracción inmediata de la sangre acumulada puede evitar
una lesión permanente de la médula espinal. La malformación
arteriovenosa puede a veces corregirse con el empleo de
técnicas microquirúrgicas. En las personas que toman
anticoagulantes o que tienen tendencia a las hemorragias, se
administran fármacos para suprimir o reducir dicha tendencia.
Trastornos de las raíces nerviosas
Las raíces nerviosas se originan en la médula espinal y son las
estructuras que reciben y emiten los impulsos de casi todo el
cuerpo. Estas raíces nerviosas salen de la médula espinal a
través de los orificios intervertebrales y cada una de ellas
lleva la información o la sensibilidad a un área en particular
del organismo. Las raíces nerviosas están organizadas en
pares: los nervios motores, que salen de la cara anterior de la
médula espinal y estimulan los músculos, y los nervios
sensitivos, que salen de la cara posterior de la médula espinal
y llevan la información de las sensibilidades al cerebro.
Causas
Una de las causas más frecuentes de lesiones de las raíces
nerviosas es una hernia del disco intervertebral. Las raíces
nerviosas pueden sufrir lesiones como consecuencia del
aplastamiento (colapso) de una vértebra que suele producirse
cuando los huesos se debilitan debido al cáncer, a la
osteoporosis o a una lesión grave. Otra de las causas
frecuentes es la artrosis (afección articular de naturaleza
degenerativa), un trastorno que produce crecimientos
irregulares del hueso (espolones u osteofitos) que comprimen
las raíces nerviosas. Como consecuencia de ello, las personas
de edad avanzada pueden presentar un estrechamiento del
canal vertebral que reduce el espacio disponible para la
médula espinal (estenosis vertebral). Aunque con menor
frecuencia, los tumores medulares o ciertas infecciones (como
la meningitis o el herpes zoster) también pueden afectar a las
raíces nerviosas.
Síntomas
Una lesión de una vértebra o de los discos intervertebrales
suele presionar las raíces nerviosas. La presión ocasiona
dolor, que generalmente empeora cuando la persona mueve
la espalda, y puede aumentar con algunas maniobras como la
tos, los estornudos o el esfuerzo (por ejemplo, al defecar). Si
están comprimidas las raíces lumbares (parte baja de la
espalda), el dolor puede producirse sólo en la zona lumbar o
bien puede desplazarse a través del nervio ciático a las
nalgas, al muslo, la pantorrilla y los pies. Este dolor se conoce
como ciática.
Si la presión es grave, los nervios no pueden transmitir ni
recibir señales a o de los músculos inervados, y con el tiempo
se producirá debilidad y trastornos sensitivos. A veces se
altera la capacidad de orinar y el control de las deposiciones.
Cuando las raíces del cuello están afectadas, el dolor puede
llegar hasta el hombro, el brazo, la mano o la nuca.
Diagnóstico
Debe pensarse en la posibilidad de una lesión de las raíces
cuando la persona experimenta dolor, pérdida de sensibilidad
o debilidad en un segmento específico del cuerpo inervado por
una sola raíz nerviosa. El médico puede deducir cuál es la raíz
afectada según el nivel de dolor o de insensibilidad. Durante
la exploración física el médico toma nota de cualquier
dolorimiento que experimente el afectado en el área de la
columna vertebral. Las radiografías pueden mostrar si las
vértebras han sufrido adelgazamiento, lesiones o si están mal
alineadas. La tomografía computadorizada (TC) o la
resonancia magnética (RM) definen con más detalle qué es lo
que ocurre dentro y alrededor de la médula espinal. Si no se
dispone de RM, puede realizarse una mielografía para
delimitar las anomalías. Pueden ser necesarias otras pruebas
complementarias, especialmente las que miden la actividad
eléctrica en los nervios y en los músculos.
Tratamiento
El tratamiento de los trastornos de las raíces nerviosas
depende de la causa y gravedad de los mismos. Cuando se
trata de un colapso de una vértebra como consecuencia de la
osteoporosis se puede hacer bien poco, excepto sujetar la
espalda con un corsé para limitar el movimiento. En cambio,
cuando la causa se debe a una hernia del disco intervertebral
se dispone de un tratamiento específico. Las infecciones se
tratan inmediatamente con antibióticos y, en caso de
abscesos, es habitual que se proceda al drenaje inmediato.
Para los tumores medulares están indicadas la cirugía, la
radioterapia o ambas.
Los analgésicos son útiles para controlar el dolor, cualquiera
que sea la causa. También se utilizan los relajantes
musculares, aunque no se haya demostrado su eficacia. Sus
efectos secundarios pueden superar a los beneficios,
especialmente en las personas de edad avanzada.
Hernia discal
Las vértebras están separadas por unos discos cartilaginosos
y cada disco está formado por un anillo fibroso externo y una
parte interna blanda (núcleo pulposo) que actúa como
amortiguador durante el movimiento de las vértebras. Si un
disco degenera (por ejemplo a raíz de un traumatismo o por
el envejecimiento) su parte interna puede protruir o romperse
y salir a través del anillo fibroso (hernia discal). La parte
interna del disco puede comprimir o irritar la raíz nerviosa e
incluso puede lesionarla.
Síntomas
La localización de la hernia discal determinará la zona en que
la persona sentirá dolor, trastornos sensitivos o debilidad. La
gravedad de la compresión o de la lesión de la raíz determina
la intensidad del dolor o de los otros síntomas.
En general las hernias discales se producen en la zona baja de
la espalda (columna lumbar) y suelen afectar tan sólo a una
pierna. Tales hernias pueden producir no sólo dolor lumbar
sino también a lo largo del nervio ciático, cuyo trayecto va de
la columna a las nalgas, piernas y talón (dolor ciático). Las
hernias discales en la zona lumbar suelen causar también
debilidad en las piernas y por ello la persona puede
experimentar mucha dificultad en levantar la parte anterior
del pie (tienen el llamado pie caído). Una hernia discal de
gran tamaño localizada en el centro de la columna suele
afectar a los nervios que controlan la función intestinal y de la
vejiga urinaria, alterando la capacidad de defecar u orinar.
Estos trastornos ponen de manifiesto una situación que
requiere una asistencia médica urgente.
El dolor de una hernia discal suele empeorar con el
movimiento y puede exacerbarse con la tos, la risa, la micción
o el esfuerzo de defecación. Puede aparecer entumecimiento
y hormigueo en las piernas y pies y en los dedos de los pies.
Los síntomas pueden iniciarse de modo súbito, desaparecer
de forma espontánea y reaparecer a intervalos, o bien pueden
ser constantes y de larga duración.
Hernia discal
Cuando se rompe un disco
material blando de su interior
débil de la capa exterior, que
causa dolor y, a veces, lesiona
en la columna vertebral, el
se escapa a través de un área
es dura. La rotura de un disco
los nervios.
El cuello (columna cervical) es el segundo punto de mayor
incidencia de las hernias discales. Los síntomas suelen afectar
tan sólo a un brazo. Cuando se produce una hernia de un
disco cervical, la persona suele experimentar dolores que a
menudo se localizan en el omóplato y la axila o en la
eminencia del trapecio y el extremo del hombro, irradiando
por el brazo hacia uno o dos dedos. Los músculos del brazo
pueden debilitarse; con menos frecuencia, se afecta al
movimiento de los dedos.
Diagnóstico
Los síntomas ayudan al médico a establecer el diagnóstico.
Durante la exploración física, el médico busca áreas de
dolorimiento y de alteraciones de la sensibilidad en la
columna, y analiza la coordinación, el tono muscular y los
reflejos
(por
ejemplo,
el
rotuliano).
Utilizando
un
procedimiento que consiste en hacer que el paciente levante
la pierna manteniéndola estirada sin flexionar la rodilla, el
médico determinará en qué posición empeora el dolor.
También valorará el tono muscular del recto introduciendo un
dedo en él. La debilidad de los músculos de alrededor del ano
junto a retención o incontinencia urinarias constituyen
síntomas
particularmente
graves
que
requieren
un
tratamiento urgente.
Las radiografías de la columna vertebral pueden mostrar la
reducción del espacio del disco, pero la tomografía
computadorizada (TC) y la resonancia magnética (RM) son las
pruebas que mejor identifican el problema. La mielografía
puede resultar eficaz, pero en general ha sido sustituida por
la RM.
Tratamiento
Salvo que la pérdida de la función nerviosa sea progresiva y
grave, la mayoría de personas con una hernia discal en la
zona lumbar se recupera sin necesidad de cirugía. El dolor
suele remitir cuando la persona afectada se encuentra
relajada en su hogar; en algunos casos raros, deben guardar
cama durante algunos días. En general deben evitarse las
actividades que requieran un esfuerzo de la columna y que
causen dolor (por ejemplo, levantar objetos pesados,
agacharse o hacer esfuerzos). La tracción no tiene efectos
beneficiosos para la mayoría de la gente. Para dormir es útil
un colchón consistente sobre un soporte rígido.
Muchas personas encuentran alivio modificando ciertas
costumbres para dormir (por ejemplo, utilizar una almohada
bajo la cintura y otra bajo el hombro puede beneficiar a las
personas que duermen de lado; para las que lo hacen de
espaldas, puede ser útil una almohada bajo las rodillas).
La aspirina y otros antiinflamatorios no esteroideos suelen
calmar el dolor y los analgésicos opiáceos se usan en caso de
dolor muy intenso. Algunas personas confían en los relajantes
musculares, aunque su eficacia no ha sido demostrada. Las
personas de edad avanzada son especialmente propensas a
los efectos secundarios de los relajantes musculares.
Para reducir la espasticidad muscular y el dolor y también
para lograr la recuperación con mayor rapidez, a menudo se
recomienda realizar ejercicios. La columna vertebral normal
presenta una curvatura hacia delante en el cuello y otra en la
parte baja de la espalda. El aplanamiento de estas curvaturas,
o incluso su inversión arqueando la espalda, puede aumentar
el espacio para los nervios espinales y aliviar la presión del
disco herniado. Los ejercicios que suelen ayudar son los que
consisten en mantener la espalda recta contra una pared o el
suelo, extraer y flexionar las rodillas alternativamente o
ambas a la vez hasta tocar el pecho y hacer abdominales y
flexiones profundas. Estos ejercicios pueden practicarse en
series de 10 entre 2 a 3 veces al día. Es probable que el
médico disponga de un folleto explicativo. Además, el
fisioterapeuta puede hacer una demostración de los ejercicios
y aconsejar un programa a medida de las necesidades de
cada persona.
Las
medidas
posturales
pueden
promover
cambios
beneficiosos para la curvatura de la espalda, Por ejemplo,
cuando una persona está sentada, puede mover la silla hacia
delante con el fin de mantener la espalda recta, o puede
utilizar un taburete para mantener las rodillas dobladas y la
columna recta.
Si los síntomas neurológicos se agudizan, por ejemplo, si la
persona experimenta debilidad y pérdida de sensibilidad o
dolor grave y persistente, puede considerarse la cirugía. En
general, los casos de incontinencia urinaria e intestinal
requieren una intervención quirúrgica inmediata. Lo más
habitual es que se extirpe el disco herniado. Ello se realiza,
cada vez más, a través de una pequeña incisión, utilizando
técnicas de microcirugía. Disolver la hernia discal mediante
inyecciones locales de sustancias químicas parece resultar
menos eficaz que los demás procedimientos e incluso puede
ser peligroso.
Si la hernia se produce en la columna cervical, pueden ser
útiles la tracción y la utilización de un collarín cervical. La
tracción es un procedimiento que tira de la columna vertebral
para aumentar el espacio intervertebral y reducir la presión.
Por lo general se aplica en el domicilio del paciente utilizando
un mecanismo que estira hacia arriba el cuello y la
mandíbula. Para asegurar el uso correcto del equipo
correspondiente solamente el médico o el fisioterapeuta
deberían prescribir la tracción. La mayoría de los síntomas se
controla con este sencillo procedimiento. Sin embargo, la
cirugía puede estar indicada cuando el dolor y los síntomas
apuntan que puede tratarse de una lesión nerviosa grave y
progresiva.
SALVADOR CERVANTES PONCE
"La oportunidad que estabas esperando en la Vida"
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