La apuesta de Haussmann: remodelar París
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La apuesta de Haussmann: remodelar París
URBANISMO I- 2008 Fuente: Atlas Histórico de ciudades Europeas. Ed. SALVAT. Centre de Cuture Contemporánea de Barcelona. PARÍS, 1852-1870 La apuesta de Haussmann: remodelar París La llegada al poder de Napoleón III sobre la ruinas de la Segunda República creó las condiciones necesarias para la aplicación de una política de gran envergadura de transformación de París. El propio emperador, heredero de una tradición de grandiosidad, deseaba profundamente hacer de París una gran capital, de talla y prestigio europeos o mundiales, y para ello necesitaba un programa de grandes obras, de embellecimiento y de construcciones monumentales de tipo cultural o económico, cuyo símbolo podrían ser el teatro de la Ópera o las primeras Exposiciones Universales. Pero Napoleón III también estaba obsesionado por la idea de que la capital podía ser una ciudad peligrosa. Las barricadas de junio de 1848 primero, y de diciembre de 1851 después, demostraron que la protesta obrera y popular ya no era una amenaza en el centro de la ciudad, sino que se había desplazado hacia la periferia y los municipios cercanos, desde donde afluían los manifestantes hacia los arrabales de SaintAntoine o de Poissonniére. Así pues, para erradicar este peligro hacía falta una política de conjunto, de un gran París, que no se limitara a los barrios viejos del centro. El Imperio hizo posible igualmente una política autoritaria, que ni la Monarquía de Julio ni la efímera Segunda República habían tenido medios para imponer. Jeanne Gaillard ha descrito la fuerte reticencia de la Francia rural y provinciana ante una capital gigantesca, cuyo peso demográfico y económico no dejaba de crecer a expensas del resto del país. Estas reservas encontraban expresión sobre todo en las diversas asambleas legislativas, en el momento del voto de los presupuestos, y eran ampliamente aireadas por la prensa conservadora y legitimista, que recuperaba así los argumentos de la fracción girondina de comienzos de la Revolución. En consecuencia, el Imperio decidió retirar a las asambleas el control de las finanzas parisienses. Con todos sus cargos designados directamente por el gobierno, la municipalidad de París quedó sujeta a la autoridad del prefecto del Sena. El poder imperial decidió que todas las decisiones referentes al urbanismo y a los procedimientos de expropiación, alineación, derribo de manzanas insalubres y reconstrucción de los barrios afectados por estas primeras operaciones se tomaran por decreto, sin someter a la consideración de las asambleas parlamentarias ni los proyectos técnicos, ni los presupuestos necesarios para llevarlos a cabo. Edición archivo Arq. N. Czytajlo. Tres elementos permitieron a Napoleón III emprender unas obras de remodelación de París que alcanzaron proporciones desconocidas hasta entonces. El primero fue el conjunto de decretos referentes a las prácticas de expropiación, esbozados por la República y confirmados en 1852 y 1858, decretos que limitaban los derechos de los propietarios y permitían imponer exigencias de estilo, de materiales y de armonización, bastante novedosas en un cuerpo jurídico como el francés, defensor de la propiedad privada. El segundo elemento fue la designación por parte del emperador de un hombre excepcional, el barón Haussmann, que fue nombrado prefecto del Sena en 1853 y permaneció en el cargo con todos los poderes hasta el 5 de enero de 1870. Este administrador fiel al Imperio, que gozaba de la total confianza del emperador (sus Memorias denotan incluso un auténtico espíritu de complicidad entre los dos hombres), consiguió organizar con eficacia el conjunto de los servicios municipales que realizaron las obras urbanísticas y supo rodearse de colaboradores competentes, a los que había conocido en el desempeño de sus anteriores cargos y entre los cuales destacaban Belgrand, ingeniero con experiencia en los servicios del departamento de Yonne, y Alphand, ingeniero de caminos y puentes que había trabajado con Haussmann cuando éste ocupaba el cargo de prefecto de Gironda. El tercer elemento, y probablemente el más importante, fue que el barón Haussmann pudo aprovechar la riqueza de aquella Francia de mediados del siglo XIX; de hecho, la amplitud de los proyectos del nuevo prefecto exigía bastante más que los pocos millones de francos anuales que había tenido a su disposición Rambute-au, uno de sus predecesores. Si bien el presupuesto de París no pasaba de 50 millones al año, el barón Haussmann invirtió en 16 años de ejercicio más de mil millones de francos, la mayor parte de los cuales procedían de créditos y de acuerdos con las primeras grandes entidades financieras (Crédit Foncier). Con la publicación de Comptes fantastiques d'Haussmann, Jules Ferry contribuyó a la caída del poderoso prefecto, pero se limitó a poner por escrito las acusaciones de malversación y de derroche de los fondos públicos de que Haussmann era objeto cada vez con mayor frecuencia. Tras su partida, todavía quedaba mucho por hacer; de los grandes proyectos de urbanismo previstos en 1851 y revisados en 1858 y 1860, muchos sólo habían sido esbozados. Las necesidades financieras eran todavía más considerables de lo que el propio Haussmann había previsto; pero la obra, firmemente encaminada, estaba destinada a modelar París durante más de un siglo. Haussmann pretendía que su obra fuera multifacética, pero fue ante todo Página 1 URBANISMO I- 2008 Fuente: Atlas Histórico de ciudades Europeas. Ed. SALVAT. Centre de Cuture Contemporánea de Barcelona. una obra de urbanismo, cuyo principal centro de interés era la red viaria de la capital, siendo los otros dos aspectos —las obras de saneamiento (derribo de las manzanas insalubres, canalizaciones y mejora de la red colectora del alcantarillado) y el embellecimiento de la ciudad (fuentes, jardines, parques y monumentos)— algo así como un producto derivado del primero. Desde el Plan de los Artistas y la obra de Rambuteau, la preocupación por mejorar la circulación de París se había convertido en un tema prioritario. Era preciso por lo tanto trabajar a partir de un plan de conjunto coherente, plan que Napoleón III comenzó a esbozar en 1849-1850, cuando era todavía príncipe-presidente. Después de reconstruir un servicio del Plan en París, el prefecto del Sena emprendió un proceso de de reordenación del viario de la capital, estructurado en redes sucesivas y coordinadas, de tal forma que ningún barrio de París quedara al margen. El esca-lonamiento de los créditos disponibles, la intensificación de la oposición a partir de 1860 y sobre todo la extensión del territorio sujeto a ordenamiento, tras la anexión en 1860 de los municipios suburbanos, determinan la separación de la obra hauss-manniana en tres "redes" sucesivas. La primera afecta principalmente al centro antiguo, el cual perdió su carácter de enclave y se abrió a una circulación más fluida, al tiempo que se tomaba la decisión de dejar el mercado central, Les Halles, en su emplazamiento histórico. En esta etapa se superponen las operaciones de apertura de explanadas en torno a los monumentos públicos (el HótelDieu y Notre-Dame en la isla de la Cité y el Ayuntamiento, el Louvre y la torre Saint-Jacques en la orilla derecha) y la creación de arterias más anchas y rectilíneas, con trazados y accesos completamente nuevos. Para lograr los resultados buscados, Haussmann, escasamente sensible a los datos históricos o arqueológicos, quería "golpear fuerte" y preveía por lo tanto derribos masivos, para acabar no sólo con las viejas construcciones de madera y adobe mal conservadas a lo largo de los siglos, sino también con edificios prestigiosos, tan es así que la iglesia de Saint-Germainl'Auxerrois, en la ribera derecha, y la cúpula del Instituí de France, en la orilla izquierda, se salvaron por poco de la demolición. Cientos de edificios, la mayoría vetustos y muchos de ellos muy antiguos, fueron expropiados y casi todos derribados. Sin embargo, al ser los costes muy elevados, muchas de las operaciones quedaron inconclusas; por otra parte, los retrasos y aplazamientos alteraron en muchos casos el equilibrio de los espacios buscados por Haussmann, como en el caso de la zona de la Ópera, donde la plaza y las construcciones secundarias se realizaron antes de tomar la decisión de confiar la obra principal a Garnier. La calle de Rivoli, de este a oeste, el bulevar Sebastopol, de norte a sur, la avenida de la Ópera, en diagonal para unir la Ópera con el Palacio Real, y toda una serie de vías secundarias para estructurar el conjunto y facilitar al acceso al mercado central fueron las principales realizaciones en la ribera derecha, al tiempo que comenzaba una vasta reorganización de la red Edición archivo Arq. N. Czytajlo. viaria de la orilla izquierda, en el barrio de la Sorbona, con la apertura de la calle des Écoles, las primeras obras de la calle Monge y la realineación y ampliación del bulevar Saint-Ger-main. Los grandes ejes estaban trazados, pero muchas de las obras iniciadas habían quedado inacabadas y no había solución para dos de los principales proyectos: el de establecerle una continuidad entre la calle de Rennes —salida natural de la estación de Montparnasse— y la ribera derecha, y el despeje completo del espacio de acceso a las estaciones de trenes (en especial la de Saint-Lazare). Aparte de esta red en las viejas zonas céntricas, Haussmann preparó un sistema de grandes arterias periféricas, en torno al antiguo núcleo de París, en el lugar de la derribada muralla de los Fermiers généraux, y sentó las bases para un gran bulevar que rodeara la ciudad, a imagen y semejanza del tren de circunvalación. De hecho, era preciso reunir entre sí los municipios anexionados a la capital. En ese sentido, la obra del prefecto del Sena quedó incompleta. Los tres nuevos distritos del sur (XIII, XIV y XV) prácticamente no se vieron afectados por estos primeros trabajos, mientras que los del este y el norte (XVIII, XIX, XX) vieron el inicio de las obras, pero raramente su terminación, ya que el coste de las operaciones se veía incrementado por el relieve y debido a que el denso habitat obrero impedía una reestructuración total. El mayor esfuerzo se concentró en los distritos del oeste, el vn, el xvr y el xvii, donde se desarrollaron los mejores barrios residenciales, desde Auteuil hasta Passy y desde los Campos Elíseos hasta la Plaine Monce-au. Se trazaron grandes avenidas para unir la plaza del Arco de Triunfo con los nuevos barrios (Neuilly, Ternes, Batignolles), con el parque Monceau y con las zonas céntricas, siendo el bulevar Haussmann, por su propio nombre, el símbolo del alcance de la obra emprendida. Hay que añadir que el barón Haussmann aportó una nueva atención al ambiente y al marco de la vida parisiense. En un texto dedicado a los habitantes de París, Louis Chevalier ha denunciado la falta de interés y hasta el "odio" de los parisienses por los árboles. Pero Haussmann no padecía esta fobia; de hecho, siempre intentó acompañar las grandes avenidas de hileras de árboles y parterres, renovó las especies en mal estado y ensanchó las avenidas más grandes, como los Campos Elíseos, para dejar sitio al arbolado. Se preocupó además por el acondicionamiento de parques junto a los barrios nuevos, entre ellos los parques de Monceau, Buttes-Chaumont y Montsouris. Emprendió finalmente una completa renovación del Bois de Boulogne y del Bois de Vincennes, a cuyas obras dedica largas páginas en sus Memorias. Aun cuando dejó que se fragmentaran estos dos grandes bosques con una red de calles y caminos tal vez excesiva y si bien favoreció el establecimiento de hipódromos en sus límites, hay que reconocer que proporcionó a los parisienses dos espacios verdes de casi i.ooo hectáreas cada uno, que compensan la falta de espacios arbolados en el interior del perímetro urbano. [M. G. Página 2 URBANISMO I- 2008 Fuente: Atlas Histórico de ciudades Europeas. Ed. SALVAT. Centre de Cuture Contemporánea de Barcelona. Edición archivo Arq. N. Czytajlo. Página 3