Llamados a Crecer en la Fe y dar Frutos

Transcripción

Llamados a Crecer en la Fe y dar Frutos
Llamados a Crecer en la Fe y dar Frutos
F. Javier Orozco (Domingo 11º de tiempo ordinario 2012)
Para muchos de nosotros, los cuales hemos crecido en la ciudad, a veces
es difícil relacionarnos con la cultura campestre. Si bien nos gusta ver los
campos verdes y floridos, no siempre tenemos el conocimiento necesario
que nos ayudaría a producir frutos de la misma tierra. En pocas palabras,
los frutos de la tierra que producimos y consumimos son aquellos los que
ya han sido cultivados por otras manos.
Algo similar sucede con las imágenes de este día. En ellas encontramos
referencias a la vida del campo; se nos habla de plantar árboles y sembrar
semillas. De manera extraordinaria, las lecturas nos indican como las
ramas pequeñas y las semillas insignificantes darán grandes frutos en
árboles y arbustos: “Esto dice Yavé: Yo mismo sacaré del cedro una
patilla y la plantaré en una montaña alta…se desarrollará, dará frutos y se
convertirá en un cedro magnifico” (Ezequiel 17:22-23). El contraste que
nos presentan estas imágenes es significativo.
Podemos decir que frente a nosotros tenemos unas imagines que no
invitan a ser una comparación y conexión con nuestra vida de fe. Si bien
nuestra experiencia con la vida de campo es limitada, todos/as hemos
experimentado ampliamente como nuestra fe pude crecer o disminuir
según el cultivo que le demos.
Como la rama que crece a gran proporción y la semilla de mostaza que se
agrándese, así nuestra fe es capaz de ser abundante. Para que este
crecimiento en la fe sea una realidad, las palabras del salmo y las de Pablo
son de gran ayuda. En el salmo escuchamos como la fe crece en
proporción a la justicia que practicamos: “El justo crecerá como palmera,
se alzará como cedro de Líbano. Los plantados en la casa del Señor darán
flores en los patios de nuestro Dios” (Salmo 92: 13-14).
De igual manera, en las palabras de Pablo a los Corintios vemos como los
frutos de nuestra fe vienen cuando nos encaminamos en la fe: “Así, pues,
nos sentimos seguros en cualquier circunstancia. Sabemos que vivir en el
cuerpo es estar de viaje, lejos del Señor; es el tiempo de la fe, no de la
visión” (2 Corintios 5: 6-7).
Ahora bien, nuestro crecimiento de la fe y su fruto implica que tenemos
que ejercer la justicia y presentar (sembrar) una visión alternativa a la que
el mundo nos ofrece. Como lo vemos en las palabras de Pablo, es el
“tiempo de la fe, no de la visión;” es decir, solo la fe en Dios nos guía por
los caminos a seguir. Solo cuando vivimos en el tiempo de la fe podemos
verdaderamente practicar la justicia—sin temor o impedimento humano.
Con la fe y la justicia en el arado, los surcos que plantamos, entonces, sí
serán capaces de contribuir a la cultivación del Reino de Dios. Un reino
donde todos son bienvenidos y donde todos encuentran su hogar: “¿A qué
se parece el Reino de Dios? Es semejante a una semilla de mostaza; al
sembrarla, es la más pequeña de todas la semillas que se echan en la tierra,
pero una vez sembrada, crece y se hace más grande que todas las plantas
del huerto y sus ramas se hacen tan grandes que los pájaros del cielo
buscan refugio bajo su sombra” (Marcos 4: 30-32).
Vallamos pues con fe al mundo, llevando las semillas de justicia en
nuestras manos y corazones. Repletos de confianza y esperanza, sabemos
que Dios dará gran fruto a nuestros esfuerzos. Ahora es el momento para
vivir en el campo verde que es el Reino de Dios. ¡Animo, sembrador!

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