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Jornadas de Investigadores 2015. Secretaría de Investigación y Postgrado. FHyCS-UNaM
Construcción de marcos teórico-metodológicos en las fronteras interdisciplinares
para describir y explicar la gramática misionera
Insaurralde, Silvia
[email protected]
Franco, Sebastián
Simón, Gustavo
Resumen:
Esta segunda ponencia realizará un abordaje de los principales postulados de lo
que llamamos una gramática en uso de la región misionera. A partir de la obra de tres
estudiosos del lenguaje y su uso en Misiones, que consideramos como un conjunto
teórico de base para abordar los estudios sobre el dialecto regional (Grünwald, Amable,
Camblong) espigamos propiedades lexicográficas, sociolingüísticas, dialectológicas y
semióticas, e intentamos un entretejido para obtener una caja de herramientas
metodológicas que nos permita desmontar enunciados dialectales, encarar una
descripción de unidades gramaticales a partir de los recorridos por ejemplarios,
encontrar las recurrencias y las transgresiones a las normas RAE, entre otros aspectos.
Estos procedimientos operan sobre corpus de enunciados propios de semiosferas de la
vida cotidiana, de actividades específicas, de trabajos/ensayos sobre el lenguaje
misionero, etc., y van nutriendo las distintas líneas que cada investigador trabaja en
diversos recorridos y trayectos investigativos. A la vez, los enunciados extraídos de
estas semiosferas constituyen un acervo que posibilita abordar el estudio de las
propiedades gramaticales del dialecto desde un enfoque interfaz que cruza diversos
niveles: léxico, morfológico, semántico, sintáctico y pragmático.
Palabras clave: Gramática – semiótica – didáctica - dialecto misionero - metodología
Presentación
El proyecto se ubica en los entrecruzamientos de la gramática -nuestro objeto de
indagación- con campos colindantes que abordan el lenguaje y la significación. Entre
estos cruces, debemos destacar el diálogo que mantenemos con la semiótica de Lotman,
porque creemos ver en esta perspectiva un buen lugar para salir del cognitivismo que
está poblando los estudios gramaticales hoy día. Fundamentamos nuestro quehacer en
ver que el lenguaje y la gramática existen gracias a un continuum semiótico que permite
que los seres humanos poblemos de signos los espacios que habitamos, y que podamos
generar una cultura a partir de una interacción social donde el lenguaje tiene mucho por
decir y por hacer (entre otras cosas, imponer las reglas de juego y las condiciones para
visualizarlo o representarlo).
Elaboramos un dispositivo teórico metodológico que, partiendo desde la interfaz entre
léxico y gramática (y pragmática), propone un recorrido por varias (semio) esferas
discursivas que enmarcan otras tantas actividades vinculadas con la Provincia de
Misiones: recorridos por lexicones plantarios, por diccionarios etimológicoslingüísticos, de toponimia; por glosarios de medicina, de turismo; por los espacios
cotidianos de ámbitos de intercambio como el escolar, por las representaciones del
dialecto en escenificaciones metadiscursivas de obras de teatro y ensayos teóricos, entre
otras cosas. Pensamos, siguiendo a Bajtín, que las esferas de las prácticas son las que
marcan los modus que devienen en formas ritualizadas o normatizadas del decir y que la
forma del lenguaje no es algo accesorio, sino una construcción socioespacial que
prefigura nuestra manera de “estar” en el mundo. De ahí que persigamos con ahínco el
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abordaje de nuestro dialecto.
Tomando el objetivo general del proyecto que es “instalar un espacio para los estudios
gramaticales como disciplina en múltiples cruces con otros campos del lenguaje”,
sentamos como base para abordar los discursos que se producen en este borde que
habitamos, un lugar de fronteras (geopolíticas, disciplinares y otras) donde se siente el
influjo (como ya lo sostenía Eduardo Holmberg en su Viaje a Misiones de 1899) del
iponá, del ñandeyara y del cagüipe, a lo que podríamos agregar de lo baita o del ngo
como forma de reconocer la influencia del portugués en nuestro dialogar cotidiano
misionero. Una forma de habitar las fronteras (geopolíticas, culturales, lingüísticas) que
reconoce una trilogía de autores fundantes: Guillermo Kaul Grünwald, Hugo Amable y
Ana Camblong. Observamos en los aportes de estos tres estudiosos del uso de la lengua
en Misiones una posibilidad heurística que permite aún un vasto recorrido.
El campo de aplicación prefigurado ha sido el aula y en varios momentos de nuestro
trabajo docente hemos desplegado dispositivos que, por un lado, han permitido
reflexionar sobre el lenguaje en uso y, por otro, recolectar muestras de uso dialectal.
Para este trabajo seleccionamos dos momentos en los que hemos desplegado
dispositivos didácticos para la enseñanza de la gramática y, al mismo tiempo,
recolectado muestras de uso a partir de la elaboración de enunciados. Estos momentos
de labor interpretativa y enunciativa se han dado tanto en el cursado de Gramática en las
carreras de Letras y Portugués, como en el cursillo de ingreso específico del
Departamento de Letras.
a)
Experiencias en el umbral de ingreso
El cursillo de Letras se desarrolla en el marco del Curso de Ingreso de la Facultad de
Humanidades y Ciencias Sociales, que contempla dos etapas: una primera, General,
destinada a los estudiantes, independientemente de las carreras elegidas para cursar (este
año, esta etapa tuvo una duración de una semana y se conformaron comisiones por
orden alfabético), y otra Específica, coordinada por los Departamentos, que programan
actividades orientadas a sus intereses. En el caso de Letras, el cursillo se divide por
áreas: Literaturas, Lingüística, Semiótica, Gramática, Metodologías, Filosofía y
lenguajes artísticos. Cada una de ellas dispone de un día, en el que propone el abordaje
de un cuadernillo con orientaciones a la lectoescritura inicial en el ámbito académico y
que sirve, además, de introducción a los problemas que estudia a través de lecturas
disparadoras. En el caso de Gramática se seleccionaron los siguientes textos: "Lenguaje
correcto y lenguaje ejemplar", uno de los ensayos de Las figuras del habla misionera de
Hugo Amable, y la “Entrevista a Ángela Di Tullio: ´La gramática es el componente
central de la lengua`”, realizada por Martínez Vázquez y Vinelli para la revista Signos
ELE.
La jornada destinada a las reflexiones gramaticales fue coordinada por los equipos de
cátedra de las dos Gramáticas, que se dictan tanto en la Licenciatura como en el
Profesorado. Por Gramática I participaron los docentes Gustavo Simón y Sebastián
Franco y por la II, Raquel Alarcón y Juan Ignacio Pérez Campos. Además participaron
los adscriptos Gonzalo Casco y Norma Malaszenko. Para desarrollar las tareas se
planteó el siguiente dispositivo pedagógico:
A) Primer momento: Lectura de entrevista a Di Tullio.
a) Distribuir en grupos la entrevista a Di Tullio (un fragmento a cada grupo).
Lectura, extracción de principales contenidos. Subrayado, palabras claves,
glosas.
b) A partir de los aportes de cada grupo, ir armando un esquema o una nube en
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pizarrón con los contenidos que figuran en la planilla de distribución del
ingreso: gramática, lengua, palabra, oración, enunciado, texto, morfema.
c) Hacer una reflexión a partir de lo conformado en pizarrón.
B) Segundo momento: Sustantivos y adjetivos, cuadro sinóptico.
a) Presentación de cuadros sinópticos con clasificaciones morfológicas y
semánticas de sustantivos y adjetivos. Remitencia al cuadro sinóptico y su forma
desde lo que se desarrolla en el cuadernillo.
b) Trabajo con ejemplos de palabras que según el uso pueden funcionar como
sustantivos o adjetivos: boludo y careta.
C) Tercer momento: Lectura de Amable. Trabajo con el dialecto misionero.
a) Lectura en voz alta del texto de Amable con intervenciones.
b) Presentación de lo dialectal misionero y de las palabras seleccionadas desde el
diccionario de Grünwald: argel, cabezudo, caté, pichado y tolongo.
c) Presentación de la consigna del trabajo final.
El trabajo final del curso poseía la siguiente consigna:
Elaborar un breve texto u oraciones que contengan las siguientes palabras: argel,
cabezudo, caté, pichado y tolongo (conviene usar sólo una vez cada una de las palabras
para que el trabajo no sea muy extenso).
1)
Armar otro texto donde cuenten si estas palabras fueron utilizadas como
sustantivos o adjetivos tratando de explicar cómo se dan cuenta de ello.
2)
ARGEL. adj. Dícese del individuo antipático o cursi. V. Argelar.
CABEZUDEAR. frec. de cabezudo. Hacer picardías, travesuras.
CATÉ. (del guar.: caté, elegante, distinguido.) adj. Persona de categoría o que
viste bien.
PICHADO. (del guar.: pichá, desilusionarse, abochornarse) adj. Dícese de la
persona que está desilusionada, fastidiada o se siente avergonzada.
TOLONGO. (del port.: toló, aturdido, loco, y de la des. ngo, de tilingo, loco.)
adj. Dícese del desatinado, loco.
A partir de esta consigna, pudimos obtener un ejemplario con todos los textos
presentados, que es nuestra base de análisis, compuesta por 63 producciones de muy
variada extensión. En esta primera aproximación, distinguiremos los fragmentos
extraídos con las iniciales de los autores y, si se repitieran las mismas combinaciones,
agregaremos una clave numérica al final. Este corpus, que recoge muestras de esa
semiosfera propia del umbral de ingreso, devela, como indica Kornfeld, “…aquellas
sistematicidades de la lengua que hacen a nuestro conocimiento como hablantes
nativos…” (2010, 19).
Partimos desde el léxico para analizar la secuencia de enunciados, observando los usos
que le han dado hablantes nativos de la variedad del español que se habla en Misiones.
Somos conscientes de que, para un análisis más profundo, se necesitaría recurrir a
instrumentos de análisis complementarios (como entrevistas, encuestas o estudios de
caso) que nos permitan plantear algunas hipótesis básicas sobre el contexto de uso, lo
cual excede el marco de este trabajo, en el que observaremos algunos hilos sueltos para
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desmadejar el ovillo lingüístico, que hallamos en una universidad periférica como la
nuestra.
Desmadejando el ovillo
Con respecto al léxico, debemos señalar que, si bien la mayoría de los alumnos logró
dar sentido a las palabras seleccionadas del Diccionario de Grünwald, de acuerdo con el
uso dialectal, otros no lograron hacerlo. Entre estos, un ejemplo que resultó muy curioso
fue el de una alumna proveniente de Mártires, localidad semi-rural cercana a Oberá:
El tolongo llegó muy caté al festival del III Encuentro de Literatura Juvenil
e Infantil, en el cual participaron diferentes autores, entre ellos cabezudo,
pichado y otros argel. (IS)
De las palabras seleccionadas, el lexema “caté” es el que presentó mayores dificultades
en la resolución de la consigna. En algunos casos, pareció difícil la aproximación al
campo léxico o al semántico que registramos en la memoria como usuarios de la lengua.
Veamos algunos ejemplos:
En un día caluroso, en vacaciones de verano, Roland, un niño de la alta
sociedad, de estilo caté, salió al patio con ganas de jugar (NN).
Posterior a mis jornadas de observación y a las consiguientes cavilaciones
a las que me condujo pude concluir que, los caté – nosotros- , no notamos
que en su universo todo es diferente, cabezudos sí, pero sin maldad, a veces
se la dan de tolongos, en otras se enojan y se hacen los pichados, pero no
pueden permanecer así (FAM).
Ya veo, el muy caté está tan ocupado que no tiene tiempo para ver lo que
hace su hijo (JEG)
En el primer caso, si bien puede presumirse que “caté” se vincula semánticamente con
‘elegante’ o ‘distinguido’, no califica al “niño de la alta sociedad” sino a su
indumentaria. En el segundo, el uso apela a un “nosotros” inclusivo con que el
enunciador representa su adscripción a una clase social mejor posicionada, que prefiere
el dialecto regional al estándar. En el tercer enunciado, el sintagma “el muy caté” pone
en escena a un hombre que descuida la educación de su hijo, presumiblemente por
dedicarse a su profesión.
En un gran número de enunciados los alumnos retoman el sentido con que Grünwald
define el adjetivo, relacionándolo con la forma de vestir:
Él era un argel y así me gustó, siempre que lo veía yo me vestía bien caté
con la esperanza que me viera y quedara tolongo por mí. Pero al final el
polaco andaba bien pichado en este tiempo porque yo no paraba de
cabezudear (GEZ).
En otros casos, “caté” desborda el campo referencial y se aplica también a los espacios
donde viven o y transitan los caté:
Hace dos días no te escribo y espero sepas disculpar, pero me encontraba
un poco argel con esto de haberme mudado obligadamente a este barrio
caté, que por supuesto no cuenta con las características tan particulares de
nuestra infancia, donde quedaron tan marcadas nuestras anécdotas y en el
cual nuestros vecinos nos apodaban los cabezudos. ¡Qué buenas épocas!
(ASA–CTW).
Tanto la vestimenta como la ropa se conectan más con el sentido de “caté” y con las
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construcciones sociales de significado que se relacionan con el uso de ese adjetivo.
Como sinónimo de refinamiento, lo podemos encontrar en los siguientes ejemplos:
Había una vez un niño llamado Juan que era muy árge por que manifestaba
una conducta muy antipática con sus amigos y era el más cabezudo de su
clase, siendo el más caté, es decir, que se distinguía por su forma de vestir y
se pichaba mucho cuando no ganaba los juegos que realizaban en la
escuela lo cual le ponía loco. (BG1)
Lo único que te pido es que no seas tan tolonga y que empieces a
comportarte como una chica de tu edad y seas un poco más caté (NC).
La dificultad que presentan algunos enunciados en insertar el adjetivo, de acuerdo con el
uso, podría ser índice de los factores histórico-culturales que inciden en el léxico.
Algunos ingresantes utilizaron el lexema sin tener internalizado su significado y uso,
con más artificio que intuición; otros, en cambio, lograron enunciados que estilizan la
oralidad primaria de cualquier hablante de una semiosfera compartida.
Por ello, coincidimos con Giammatteo, Albano, Trombetta y Ghio en “la estrecha
correlación entre dominio léxico, comprensión y producción textual” (2009, 18-9), y
podríamos dar continuidad a nuestra investigación en la línea que proponen estos
especialistas, que engloban las dificultades, producto de dicha relación, en tres ámbitos:
el léxico-semántico, en el que los estudiantes reconocen de manera general el
significado de las palabras porque lo relacionan con el uso coloquial pero tienen
dificultades en identificar matices semánticos propios de contextos específicos; en el
nivel contextual, los estudiantes no logran inferir el significado de las palabras porque
no obtienen información del contexto; y en relación con el dominio conceptual, las
fallas de interpretación obedecen a la ausencia de marcos teóricos que permitan colocar
las palabras en una red de sentido más amplia, vinculada con otros conceptos.
Otro aspecto que nos interesó en este primer abordaje al ejemplario de enunciados de
los ingresantes fue la aparición del leísmo. En los trabajos presentados, observemos los
siguientes enunciados:
…no ganaba los juegos que realizaban en la escuela lo cual le ponía loco
(BG2)
…se apiadó de él dándole un hogar, ropa, comida y llevándole a la
rehabilitación…(PRB)
… no quiere que le vistan con ropa de otro color (XD)
Rolando me dijo que le vio hablando con la hija de Don Álvaro y que era
pura risita todo (ACV)
Ejemplos como estos dan muestra del uso del leísmo en el habla dialectal de los
misioneros, aunque no descartamos que en la resolución de la consigna los alumnos
pudieron haber ficcionalizado la voz locutora y así reproducir la variante. Lo cierto es
que, al recorrer el corpus, es notable el uso del leísmo, una característica que ya
señalaba el lingüista Hugo Amable en 1975:
“En esta región, el predominio del leísmo es absoluto. En todas partes, en
todos los rincones, en todas las ciudades, en el monte, en las chacras, en los
secaderos, en los obrajes, en las escuelas... se emplea el le y el les en
función de objeto directo. Se dice: "Le vi en la calle"; "A Juan le llevaron de
paseo"; "A la madre le vimos llorando";"¿En dónde les hallaste?"; "Les
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castigaron".” (Amable, 2012, 24)
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b) Un baita adjetivo que es muy caté
¿Por qué hemos decidido reflexionar sobre los usos dialectales del español en Misiones
a partir de los adjetivos? Quizás porque, como dice Laura Kornfeld “el español cuenta
con un inventario de adjetivos tan robusto que, de hecho, constituyen la clase de
palabras en la que se filtran mayores diferencias individuales, incluso entre hablantes
relativamente próximos desde el punto de vista geográfico, social o etario” (2010, 10).
Pero, más allá de las variantes de uso que pueden darse entre individuos o pequeños
grupos de personas, “los adjetivos y la cuantificación se encuentran en esa zona de la
gramática donde encontramos una mayor variación geográfica, social y etaria, además
de individual” (16).
El español que se habla en Misiones aún tiene mucho por mostrar, si bien hay estudios y
estudiosos que ya han ensayado abriendo caminos (los mencionados Grünwald, Amable
y Camblong), nuestras “picadas” dialectales no pretenden ser el espacio iniciático para
que las topadoras académicas que vienen de lugares centrales se nutran del monte
discursivo forjado durante siglos, a la sombra de la marginalidad, de la frontera, del
borde, del mboyeré de prácticas que devinieron en diálogos que costaron (y aún cuestan)
conseguir. Y, como animales de monte, vemos cierto peligro en ese chaque discursivo
que propone Kornfeld al decir que “la ilusión de homogeneidad, pretendida por
nuestros próceres y alimentada actualmente por los medios de comunicación, no es la
menor de nuestras fantasías y mitos nacionales” (2010, 16).
Este trabajo dejará pichado al lector que pretenda alguna exhaustividad. Ésta resulta casi
imposible en el estadio de análisis de nuestra forma de hablar, en que apenas
tomaremos cuatro adjetivos (todos calificativos). Sin embargo, en la superficialidad de
nuestro abordaje reposa buena parte de nuestra metodología. De los cuatro adjetivos
seleccionados, tres responden a las influencias a las que refiere Hugo Amable en Las
figuras del habla misionera: dos afloran del sustrato guaraní (¿del duro basáltico o del
suave asperón?, podríamos preguntarnos a partir de la caracterización que hace Ana
María Camblong sobre nuestro dialecto): pichado y caté; y uno, baita, es parte de la
“influencia del brasilero”, aunque para Grünwald es también parte de la cantera de
palabras que el guaraní nos ha legado. La entrada al diccionario de Grünwald para
“baita” no se encuentra en estricto orden alfabético pues está entre BANJHIS y
BAÑADAL y es la siguiente:
BAITA. (del bras. y éste del guar.: mbaité, idea de grande o totalidad.) adj. Se usa para
encarecer a persona, animal o cosa.
Sin embargo, la mera incorporación de lo léxico no basta para dar cuenta del uso, esta
aproximación a estos cuatro adjetivos debe volverse gramatical, y eso argela, pero es
necesario hacerlo, porque, como sostiene Kornfeld, “pensar y repensar lo que puede o
no decirse en una lengua es un modo de acceder al verdadero sistema subyacente que
nos permite construir infinitas oraciones” (2010, 19).
Para completar nuestro análisis del uso, echaremos mano a un ejemplario construido
sobre la base de enunciados escritos por los alumnos de Gramática I. A partir de una
búsqueda de términos del Diccionario de Grünwald (debían, en pequeños grupos,
extraer 10 sustantivos, 10 adjetivos y 10 verbos), se les pedía que elaboren cinco
enunciados en los que debían utilizar al menos dos palabras de las seleccionadas en cada
uno. También guió nuestro trabajo el develamiento de las sistematicidades que hacen
los hablantes nativos a partir de su conocimiento de la lengua, al que ya hemos referido.
Aplicando los criterios de análisis dados por Violeta Demonte, en el capítulo 3 de la
Gramática descriptiva de la lengua española, tenemos como resultado las siguientes
comparaciones. Hemos añadido tres ejemplos más, para poder observar algunas
cuestiones de uso: dos de una radio paraguaya en Facebook, y otro, de un reconocido
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intelectual, para hacer entrar, aunque sea desde un umbral muy pequeño, al “criterio de
autoridad”. En líneas generales, podemos destacar
No admite variación en género: argel
Cuando estoy argel tiro mala onda a todo el muuundo por más que ni ahi tengan la
culpa!Reeesagua'a
la
tipa
!
(https://eses.facebook.com/mandiorama/posts/452486484823709)
No admiten variación en género o en número: caté y baita
Él se hace el caté por eso no viene a tomar tereré con nosotros.
La guaina caté que llegó al pueblo, resultó ser muy argel y comenzó a judear a los
bugres jóvenes quienes se pasaban el día entero mangueándola.
El patrón anda papudo fumando una paia mientras su mujer caté le seba un
aguantador.
Nosotros somos tan caté como ellos (Rodolfo Walsh “Carnaval caté”)
Aquel caipira fue a pescar con miñoca y sacó un baita dorado.
La baita lluviarada que cayó en esta última semana en el interior de la provincia, judeó
a las cosechas, pero no a la capuera.
Permiten ambas cópulas, ser y estar: argel y pichado
El otro siempre fue pichado
…quedó pichado después de que perdieron (estaban pichados porque perdieron).
Mandioqueros ! el tema de hoy es CUANDO ESTOY ARGEL, todo eso que pasa cuando
estas asi bien tembo luego, tranki nomas los perros! (https://eses.facebook.com/mandiorama/posts/452486484823709)
… resultó ser muy argel… (era muy argel)
Es común que se utilice como predicativo: argel, caté y pichado
El payesero fue a montear y volvió pichado porque se curuvicó el dedo del pie con un
tongo
El menchaje quedó pichado después de que perdieron el partido de futbol el domingo,
la hinchada inticaba a los jugadores por papear mucho antes de entrar a la cancha.
… porque se vino muy caté al baile.
… es a su vez demasiado argel y pichado.
Admiten grado: caté, argel y pichado
Juan se fue a carpinchear demasiado caté y por eso le agarró la saladura
El tío de Mariana, que es empresario de una fábrica de chipas, es a su vez demasiado
argel y pichado.
El payesero estaba mangueando la mujer del milico, porque se vino muy caté al baile.
…resultó ser muy argel…
En esta entrada analítica que hemos hecho a nuestro ejemplario, hemos rastreado el uso
de cuatro adjetivos calificativos o atributivos que pueden caracterizarse como los
prototípicos, ya que asignan una determinada cualidad a la entidad designada por el
nombre al que modifican. Esas cualidades pueden observarse desde lo léxico tomado a
partir del Diccionario de Grünwald. Tres de los adjetivos no poseen flexión en género y
dos tampoco flexionan en número, quizás por provenir de otra lengua. De caté pudo
rastrearse esta particularidad, pero de baita no hay muchos registros (más allá de nuestra
memoria discursiva de haberlo escuchado en las chacras misioneras). Es que es un
adjetivo muy especial, un tanto tímido y fronterizo.
Para recorrer un poco más esta entrada gramatical, hemos tenido en cuenta la distinción
operada por Demonte desde lo semántico. Se puede observar que tanto pichado como
argel pueden seleccionar ambas cópulas (desde lo sintáctico) por lo que pueden ser tanto
individuales como episódicos. En tanto, caté pareciera ser individual. “Nosotros somos
tan caté como ellos” escribía Walsh en los 60 al hablar del carnaval correntino. Bien
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parece que caté se es o no se es. ¿Y baita? Si tomamos con formas de cópula a los
ejemplos presentados (“El dorado era baita” o “La guaina es baita”) parecen dar
oraciones extrañas al uso pues parecen verdades de Perogrullo, confeccionadas para un
manual. ¿No será que baita es un adjetivo muy caté?
Recurriendo a las propiedades sintácticas dadas por Demonte para la diferenciación de
adjetivos, damos cuenta de que los adjetivos calificativos pueden funcionar como
predicativos, cosa que puede observarse en el ejemplario con tres de ellos: argel, caté y
pichado. No se han recogido muestras con baita y nuestra memoria discursiva de
diálogo de chacra rememorado, no registra ese uso. Este trabajo también argela al
analista pues, con baita, parece esconderse en la esterilidad de una capuera lingüística.
Sin embargo, algo aflora entre el pedregal camblongiano de nuestra capuera. En los dos
ejemplos donde podemos relevar el uso de baita (que pertenecen a dos grupos
diferentes), éste va antepuesto. Así que nos preguntamos: ¿no estaremos en presencia de
un elativo o de un superlativo intrínseco? Además de la anteposición, la imposibilidad
de que reciba un cuantificador de grado parece apuntar en este sentido. Pero poder
observar eso implicaría un relevamiento mucho mayor y exhaustivo, que excede lo que
nos propusimos al elaborar este trabajo. Solo abrimos una picada (eso solemos hacer los
que vivimos en Misiones) en el inmenso monte discursivo que nos rodea con sus
marañas y complejidades. Y con esa pequeña hendidura del machete pudimos ver
(apenas, pero ver al fin) un adjetivo que nos pareció muy caté y, que si es lo que
hipotetizamos un poco más arriba, daría muestra de que esta construcción dialectal del
español de nuestras comarcas, posee una profundidad y una sistematización que no
merece sucumbir en la homogenización metropolitana de una fantasía o de un mito
nacional.
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A modo de cierre
En esta aventura metodológica-gramatical, hemos transitado enunciados que dan cuenta
del trabajo realizado en las cátedras de Gramática I y Gramática II. Hemos podido,
también, construir ejemplarios que constituyen un valioso acervo para este proyecto,
que se propone analizar las características de la variedad dialectal del español en la
región, visto en sus dimensiones gramaticales, semánticas, pragmáticas, discursivas y
semióticas.
Nos preocupa la relación primaria del hombre con su entorno, por eso hablamos de
semiosis. Porque en esta relación entre signo y hombre con lo que está cerca, con lo que
está a mano, con lo visible, con lo que llama la atención, con lo dejado de lado por
obvio, con el relevamiento o la reconstrucción de figuras del habla cotidiana, con la
vuelta de tuerca hacia lo dialógico, encontramos un espacio de afloración del dialecto.
Y esta metáfora geológica no es casual porque (re)pensamos al dialecto misionero desde
la figura del asperón y basáltico, que Ana Camblong ha utilizado para describir y
conceptualizar a nuestro modo de ser en el lenguaje que tenemos aquellos que vivimos
en Misiones, que vivimos allá ité. Pensar al lenguaje como una cantera donde existe el
negro basáltico duro y ancestral (piedra mora) que marca la presencia de la raíz latina
illac, y la maleable piedra guaraní que amalgama un afijo de esa ancestral lengua de
otro mundo (Alarcón, 2013, 95). Es así como nuestro dialecto, nuestro español
misionero, es una zona de encuentro de dos mundos (de dos, al menos), un emergente
de un existir intercultural, una manera de estar en la frontera.
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Bibliografía:
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