Somos lo que pensamos y sentimos

Transcripción

Somos lo que pensamos y sentimos
Inteligencia
Emocional
Somos lo que pensamos
y sentimos
Miguel Angel Diaz Escoto
www.miguelangeldiaz.net
Para tí...
Que te debo la mitad de lo que soy,
que me apoyas y me ayudas cuando me caigo,
que me recuerdas mi valía en los momentos malos,
que aportas ilusión y cariño,
a ti, que me quieres incondicionalmente...
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¿Por qué este
ebook?
En unos meses cumpliré diez años desde que un día decidí
dejar mi “seguro” trabajo en una gran compañía dentro del
departamento de Recursos Humanos y me marché a encontrar mi pasión.
Desde ese momento, la verdad es que muy pocas veces he
tenido la sensación de “estar trabajando”, son casi 10.000
horas las realizadas entre seminarios, talleres y conferencias
y muchas las reflexiones que he intentado recoger en mis artículos, algunos publicados en mi blog y otros en algunas publicaciones en las que colaboro.
Por eso, he creído conveniente celebrar mis casi 10 años de
autonomía laboral, con una recopilación de los artículos que
más han sido valorados pos las personas que habitualmente
me siguen, leen y comentan los mismos.
Espero que te añadan valor, que te inviten a reflexionar y
que te ayuden a ser cada día un poquito mejor en aquello a
lo que te dediques. Sinceramente, con esa voluntad me decidí a redactarlos, para ayudar a los demás.
Tanto si es la primer vez que me lees, como si eres un asiduo seguidor de mis reflexiones, aprovecho para agradecerte sinceramente, tu cariño e interés.
Espero que te guste
Miguel Angel
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¿Qué son las
emociones?
Emociones... Cuántas veces habremos utilizado esta palabra
y que difícil nos puede resultar definirla. Todos sentimos
emociones a diario, pero nos fijamos muy poco en ellas y no
suelen gozar de nuestra atención, quizás por eso, en multitud de ocasiones nos cuesta tanto expresar aquellos que sentimos, porque no estamos acostumbrados a hablar de ellas y
mucho menos identificarlas e etiquetarlas adecuadamente.
# Podríamos definir una emoción como esa reacción psicofisiológica (entran en juego mente y cuerpo) basada en nuestra percepción de la realidad que nos rodea y que nos permite adaptarnos a los estímulos del entorno o internos a nosotros. Suelen durar poco, desde segundos hasta horas y casi
siempre según vienen se van.
# En muchas ocasiones comento que las emociones son pura
química. Cuando sentimos una determinada emoción, nuestro cerebro activa determinadas zonas para segregar una serie de hormonas y neurotransmisores determinados, que serán los encargados de generar los cambios fisiológicos en
nuestro organismo. Así por ejemplo, cuando sentimos mie-
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do, nuestro hipotálamo permite liberar Adrenalina, Noradrenalina y ciertos corticoides como el Cortisol. Sin embargo, cuando estamos alegres y contentos, son otras las sustancias
segregadas, Endorfinas, Dopamina, Serotonina, etc.
# Para mí, la explicación más sencilla, es que las emociones son la combinación de dos cosas, activación por un lado (hay emociones que activan más y liberan más energía y otras
menos) y por otro agradabilidad de lo que siento (hay emociones que gustan y otras que no
gusta sentirlas). De la combinación de estos dos factores, generaríamos un mapa donde podríamos colocar absolutamente todas las emociones. Si midiéramos estas variables en una
escala del 1 al 10, podríamos decir que la Ira tendría un 10 de activación y un 1 de agradabilidad (por ejemplo) y la Ilusión un 8 de activación y un 9 de agradabilidad.
# Es paradójico pero habitualmente percibimos e interpretamos los sucesos en virtud de cómo nos sentimos, sin embargo, también nos sentimos de una forma u otra en función de
cómo hemos interpretado la realidad que observamos. Por todos es conocido que cuando
estamos tristes no interpretamos la realidad de la misma forma que cuando estamos contentos, del mismo modo, ahora conocemos que cuando interpretamos las cosas de una manera negativa, son las emociones más desagradables como la indignación, la frustración o la
hostilidad las que tienen una mayor probabilidad de aparecer, generando un auténtico círculo vicioso. Curioso ¿no?
# Una emoción se diferencia de un sentimiento, en que el segundo es como una emoción
compleja, se genera por un cúmulo de varias emociones (por ejemplo el amor surgiría de la
mezcla de serenidad, alegría, aceptación y confianza). Se produce en una zona del cerebro
distinta (el cortex para los sentimientos y el cerebro límbico para las emociones) y es un
proceso más mental o cognitivo, ya que se centra más en la experiencia subjetiva de esa
emoción, es decir, requiere de nuestro análisis. Por resumirlo podríamos decir que “la emoción se siente y el sentimiento se piensa”.
# También es fácil confundir las emociones con los estados de ánimo, aunque se diferencian claramente por su duración, los segundos son mucho más prolongados en el tiempo
(pueden durar meses o años), son menos concretos y menos fundamentados en hechos vividos. Pueden provenir de emociones muy intensas que se han quedado enquistadas y amplificadas en el tiempo, y nos predispone a vivir emociones positivas o negativas.
Y ahora, si te preguntaran que es una emoción ¿sabrías responder?
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¿Qué es la
Inteligencia
Emocional?
Cada vez que me realizan esta pregunta, se genera en mi
mente una sensación de desconcierto que dura solo unos segundos, pero que sirve para que tome conciencia del amplio
bagaje que el término va adquiriendo con el paso de los
años y de los estudios científicos realizados.
Para muchos la Inteligencia Emocional (IE) surgió cuando
Daniel Goleman, psicólogo estadounidense redactor del
New York Times, publicó su libro “Emotional Intelligence”
en 1995 y del que ha vendido más de 5 millones de ejemplares y se ha traducido a más de 30 idiomas. Pero verdaderamente, este fue solo el detonante que popularizó el término,
porque conocemos múltiples referencias anteriores que ya
intentaban explicar que había algo más que el cociente intelectual (CI) para justificar cómo ciertas personas tenían un
rendimiento superior a otras en determinados entornos, sobre todo profesionales.
Desde 1920, cuando el psicólogo Thorndike utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y motivar a otras personas, pasando por la Teoría de las
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Inteligencias múltiples de Howard Gardner que en 1983 ya hablaba de una Inteligencia Intrapersonal (capacidad para comprenderse a uno mismo) y otra Interpersonal (capacidad
para comprender a los demás y sus motivaciones).
A principios de los 90 autores como John Mayer y Peter Salovey, comenzaron a contemplar
la Inteligencia Emocional como un conjunto de habilidades que permitían a las personas
afrontar mucho mejor las demandas de la vida cotidiana. Para ellos, un individuo que fuera
capaz de identificar emociones (en si mismo y en los demás), que pudiera reflexionar sobre la manera correcta de usar dicha emoción en la siguiente situación, con el conocimiento suficiente para comprender de donde le viene esa emoción y que pudiera manejar su
impacto de una manera adecuada, podría considerarse como una persona con una elevada
Inteligencia Emocional.
También en la época de los 90, comenzaba el doctor Reuven Bar-On a estudiar las diferentes variables de la Inteligencia Emocional. Él la define como “la capacidad de entender y encaminar nuestras emociones para que estas trabajen para nosotros y no en contra, lo que nos ayuda a ser
más eficaces y a tener éxito en distintas áreas de la vida” y contempla en su modelo 5 grandes
componentes clave que englobarían cada uno, a su vez, tres factores más. Los cinco componentes clave de la IE según Reuven Bar-On son: Percepción de uno mismo, Expresión de
uno mismo, Componente Interpersonal, Toma de decisiones y Manejo del estrés.
Comprendéis mi sensación de desconcierto cuando me preguntan que es la IE, ¿Qué es?,
¿Según qué autor?, ¿Tomando que punto de partida?, ¿Bajo que modelo?, etc. Al final siempre acabo haciendo mi propia definición, que al menos a mí me sirve para poder explicar
adecuadamente el concepto.
Desde mi punto de vista es la capacidad que tenemos las personas para identificar nuestras
propias emociones (autoconocimiento), ejercer un control consciente sobre las mismas (autocontrol), identificar los estados emocionales de las personas que nos rodean (empatía),
para poder interactuar adecuada y satisfactoriamente con ellas (habilidades sociales).
Y ahora ¿Sabrías explicar que es la Inteligencia Emocional?
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Magia,
Autoayuda y
Ciencia
En los últimos cien años, las personas hemos comenzado a
sufrir además de enfermedades físicas, otro tipo de dolencias emocionales, que precisamente por no ser visibles, han
sido causa de estudio y quizás por esto, al arrojarles luz encima, han ido aflorando más en los últimos años. Lo que es curioso no es este hecho, sino el analizar a través de que ámbitos el ser humano intentaba abordar dichos problemas para
mitigarlos o para encontrar una solución.
# Por ejemplo, desde hace muchos años, se ha documentado
y las personas han podido experimentar el conocido “efecto
placebo” que se produce cuando nuestra esperanza y nuestras expectativas futuras generan curaciones o mejoras, a través de medicamentos o terapias que ni curan ni tienen efecto negativos sobre nuestra enfermedad.
# Seguro que en alguna ocasión te has visto afectado por este efecto. Cómo ese día en el que sufrías un horroroso dolor
de cabeza y un conocido tuyo te dijo que si te tumbabas en
la cama en posición fetal y recostado en el lado derecho, tu
problema desaparecería. Le hiciste caso y cuando despertas-
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te el dolor de cabeza había desaparecido. Sin tener una evidencia científica, como te funcionó (o al menos eso crees, no achacando tu mejoría a otra cosa) te vas a convertir en uno de
los apóstoles de este remedio, recomendándoselo a cualquier persona con la que te cruces
y que sufra la misma dolencia que tenías tú. Seguro que encuentras varios ejemplos parecidos a este en tu propia experiencia.
# Al principio se abordaba este efecto, al igual que muchos otros (no sé lo que me pasa por
dentro, estoy desganado, más irritable de lo normal, triste, tengo problemas de memoria,
etc) creyendo que, algún suceso más próximo a la magia que a cualquier otra cosa habría
ocurrido para que se produjera esa mejora en los pacientes. Es decir, no sabemos como se
produce la mejoría pero sabemos que funciona, cuando a alguna persona le ocurre “A”, realiza “B” y casi por arte de magia, mejora.
# 50 años después, los médicos comienzan a darse cuenta de este efecto y comienzan a utilizarlo conscientemente, pero todavía desconociendo porque motivo se producía, solo que si
hacían creer a un paciente que algo le ayudaría, existían unas altas probabilidades de que
esto ocurriera. En este momento comienza a aflorar una corriente de libros, conferencias y
seminarios, para explicar estos hechos, englobados bajo el término de autoayuda. Era algo
así como: “Desconocemos por qué ocurre pero cuando una persona piensa en positivo, es
más probable que le ocurran cosas positivas o al menos que ella las perciba”
# En estos momentos, la ciencia, está colocando nombres y apellidos a todos estos efectos
y se sabe que las expectativas que nos realizamos sobre una cosa, en ocasiones son lo suficientemente potentes como para inducir en el cerebro la producción de hormonas y neurotransmisores que imitarán el efecto esperado. Esto se debe a la activación del circuito de
recompensa cerebral y de respuesta condicionada: “Si me tomo esto mejoraré, como ha
ocurrido siempre que me he tomado lo que me ha recetado el doctor”, por eso pienso que
me voy a poner mejor, empiezo a comportarme como si ya me sintiera mejor y al final, termino encontrándome mejor..
# Este efecto, está ocurriendo con la mayoría de cosas que afectan al ser humano. La Ciencia está sustituyendo a la Autoayuda, la cual a su vez le dio el relevó a la Magia, única manera antaño para dar respuestas a las cosas que ocurrían. Por fortuna, muchos incrédulos comienzan a recibir datos irrefutables desde la ciencia de lo maravillosa que es la mente humana y del poder infinito que tenemos las personas.
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¿Por qué las
cebras no
tienen úlcera?
Una cebra se haya comiendo hierba en medio de la sabana y
de repente una ráfaga de aire le permite sentir la proximidad de una leona, dispuesta a que sirva de alimento para ella
y toda su familia. En ese mismo momento, el hemisferio izquierdo de la cebra, activa el centro del miedo (situado en
una zona del cerebro llamada la amígdala o núcleos amigdalinos), la cual da órdenes a una bomba de hormonas situada a
la altura de nuestra nuca, llamada el hipotálamo, para que
segregue a toda velocidad una serie de sustancias, las cuales
tienen la misión de generar los cambios adecuados en su organismo y que este se encuentre preparado para poder salvar la vida.
Su sangre se llena de Adrenalina, Cortisol, Noradrenalina y
otras sustancias. Se aumenta el ritmo cardíaco, la tensión arterial y el cerebro manda paralizar todos aquellos sistemas
que funcionan a largo plazo: Se deja de segregar hormona
del crecimiento, se paraliza el sistema reproductor, el sistema inmunitario baja su actividad, el sistema digestivo se para y todo el cuerpo de la cebra, se centra en generar energía
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a corto plazo, para poder alcanzar la mayor velocidad posible y poder huir de la leona. Lo
verdaderamente curioso es que, la cebra, es capaz de correr, correr y correr, y detenerse a
comer hierba de nuevo, en cuanto deja de ver a la leona y todo vuelve a su sitio. Es decir, es
un sistema que solo se activa ante la presencia del peligro y es capaz de desactivarse cuando el supuesto peligro deja de ser percibido por la cebra.
Igualito que nosotros, ¿Verdad? Pongamos un ejemplo. Si una noche salimos tarde del cine
y de camino a nuestro coche 2 cacos intentaran atracarnos, nuestro cerebro comenzaría a
realizar las mismas operaciones que realizaba con la cebra y nos permitiría correr más que
en nuestra vida, con tal de salir de esta situación de extremo peligro. Este proceso ancestral es el que nos ha permitido que nuestra especie sobreviva hasta nuestros tiempos, sin
embargo, imaginaros que en el mejor de los casos, conseguimos dar esquinazo a los cacos y
nos paramos en medio de la acera casi desierta ¿Nos pondríamos tranquilamente a ver
unos zapatos que nos encantan en un escaparate? Seguro que no, continuaríamos en nuestro estado de ansiedad, pensando…………. “¿Habré conseguido perderlos de vista o me estarán esperando en la siguiente esquina? ¿Y si saben donde vivo? ¿Y si me vuelvo a cruzar con
ellos?” Aspectos que harán que cada vez estemos más nerviosos, estresados y con el cuerpo
más activado, aún cuando el peligro ya no esté delante y tampoco sea seguro que vaya a volver a producirse. Así como la cebra es capaz de desactivar este mecanismo en cuanto deja
de ver el peligro, a los seres humanos nos cuesta mucho más hacerlo porque somos capaces
de pensar en dicho peligro y de desencadenar los mismos efectos en nuestro organismo
con solo imaginar un hecho.
Y si os cuento que ese mismo sistema, también lo ponemos en marcha antes de hacer un
examen, antes de comenzar a hablar en público, en la cola del Dragón Khan de Port Aventura, cuando acudimos al despacho de nuestro jefe que nos ha llamado con un tono de pocos amigos o cuando vamos a resolver un conflicto con una persona cercana a nosotros.
Igual que la cebra es capaz de activar dicho sistema ante peligros reales, lo cierto es que a
nuestro alrededor cada vez existen menos y hemos enseñado a nuestro cerebro a identificar como riesgos vitales, algunas situaciones sociales. Como el centro del miedo no discrimina entre si la situación es muy nociva para nosotros o lo es solo potencialmente, se activa ante cualquier mínimo riesgo, puesto que no puede calibrarse y sólo tiene 2 posiciones:
On – Off.
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La gran diferencia entre los humanos y los animales es que nosotros somos capaces de autogenerarnos estados de ansiedad con eventos que todavía no han ocurrido y que posiblemente nunca ocurrirán, lo que hace que llevemos nuestro cuerpo totalmente revolucionado en
muchas ocasiones, cuando no es necesario: “¿Qué pasará si me quedo sin trabajo? ¿Y si pierdo a algún familiar querido? ¿Y si este mes tampoco vendo nada?”
Quizás por eso no sea de extrañar, que algunas de las enfermedades que ocupan las primeras posiciones en el ranking de afectación a la raza humana, sean enfermedades psicológicas: Trastornos de Ansiedad, Depresión y sobre todo el Estrés que nos va debilitando poco
a poco y que afecta a nuestras defensas (sistema inmunológico). En el año 1900, la esperanza de vida era de 35,3 años y hace apenas 60 años estas enfermedades no ocupaban el “Top
Ten” de afectación al ser humano.
¿Qué está pasando? Cuándo resolvemos unos problemas o no tenemos……. ¿Nos generamos otros? Hemos multiplicado las situaciones estresantes en nuestro día a día en los últimos años y todo esto, con total seguridad, lo generamos nosotros mismos.
Yo por si acaso, voy a seguir el ejemplo de la cebra y solo voy a preocuparme (y movilizar
todos mis recursos de inmediato) cuando tenga el problema delante.
Y tú, ¿Qué vas a hacer?
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El síndrome
del Porsche
Cayenne
Hace poco, mientras mantenía una conversación con un
amigo de la familia, una persona de unos 65 años, hecho a sí
mismo y muy autodidacta, ocurrió algo curioso. Me contaba, con aire de resignación y de autocomplacencia, que la ilusión de su vida hubiera sido estudiar una carrera universitaria. Me dijo que le hubiera gustado tener las mismas oportunidades que tuve yo y la gente de mi generación, pero que
en su época, corrían otros tiempos y tuvo que ponerse a trabajar muy joven para poder ayudar a su familia.
Cuando llevábamos pocos minutos hablando, y después de
varias quejas, rápidamente pude intuir por donde iban los
tiros y lo frené en seco, preguntándole:
-#¿Me quieres decir que estudiar una carrera hubiera sido la
ilusión de tu vida?
-#Así es, me respondió él.
-#Pues vete pensando que te gustaría estudiar que mañana te
acompaño a la secretaría de la facultad y nos informamos pa-
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ra formalizar la matrícula. Le contesté de una manera directa.
-#No, hombre, ahora ya no puedo……..
-#¿Cómo que no? Le dije yo. Pero, si ahora estás jubilado, precisamente lo que te sobra es
tiempo.
-#No, ahora ya es demasiado tarde, ya no puedo. Me dijo de una manera tajante mientras
cambiaba de tema rápidamente.
¿No puedo o no quiero? Quizás durante unos instantes se vio teniendo que ir a clase todos
los días, conviviendo con gente que podrían ser sus nietos, teniendo que hacer el esfuerzo
por estudiar y asumir compromisos consigo mismo, soportando las bromas de los estudiantes más jóvenes y posiblemente le pareció demasiado esfuerzo para tan poca recompensa,
el problema es que si decía “No, no quiero” se estaba contradiciendo y además, perdía el derecho a la queja y al victimismo.
# ¿Acaso deseamos las cosas pero no estamos dispuestos a realizar el esfuerzo necesario para conseguirlas? Porque si es de boquilla, yo no quiero conformarme con solo una carrera,
quiero 6!!! Y nada de hablar solo un par de idiomas, quiero hablar por lo menos 8. ¿A quién
no le gustaría tener un Porche Cayenne si no hubiera que pagarlo y no hubiera que mantenerlo?
Hemos de ser conscientes, que la vida no funciona así, si quieres algo, no basta con quejarte desde tu inmovilidad y repetirte lo “desgraciadito que eres”, tienes que ir a por ello y renunciar a unas cosas para conseguir otras. Pero, lo bonito de la vida, es que no tiene límites
y si quieres algo (un Porche Cayenne por ejemplo) y es la ilusión de tu vida, puedes conseguirlo. Hay quien se puede comprar mañana mismo un par, quién tendrá que privarse de cosas durante 3 años y quien tendrá que ahorrar toda la vida para conseguirlo, pero si es la ilusión de tu vida, esta o cualquier otra cosa, quiero que sepas que puedes conseguirlo y si no,
no la desees, o por lo menos no intoxiques a tu mente con cosas que crees que no puedes
conseguir y que ni siquiera haces nada por intentarlo.
Plantéate si cada vez que te dices “No puedo”, verdaderamente lo que deberías de decir es
“No quiero” e inmediatamente dejar de quejarte y centrarte en lo que verdaderamente deseas...
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No es normal
sentirse
insatisfecho
en el trabajo
Esta semana, mientras impartía un seminario sobre trabajo
en equipo para el colectivo de directivos de una gran compañía española, surgió en una de las ruedas de opinión un comentario que me hizo reflexionar bastante y que generó un
debate tremendamente interesante cuando analizábamos el
estado emocional de sus equipos y como condicionaba esto
su rendimiento. El asistente comentó que lo sorprendente
para él no era el hecho de que no trabajar en equipo les impidiera disfrutar del día a día, esto era algo obvio para él, sino que se habían acostumbrado a convivir con esa insatisfacción, es decir, ya era normal para ellos la insatisfacción y el
clima negativo que este hecho les provocaba.
La insatisfacción de los miembros de un equipo, es una de
las principales consecuencias del desajuste del mismo. Sus
componentes se dan cuenta de que sus expectativas, ya sean
frente al resto del colectivo o hacia algún compañero puntual, no han sido satisfechas y entran en un estado de descontento que les impide canalizar toda su energía y predisposición hacia el objetivo del equipo. Hasta aquí no hemos
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descubierto nada, lo curioso viene cuando analizamos dicho concepto de insatisfacción y
descubrimos que está tremendamente extendido en la mayoría de organizaciones que conocemos y sobre todo, que la mayoría de las personas que las constituyen consideran este hecho como algo “normal”.
En casi todas ellas el número de “insatisfechos” suele ser superior (y con creces) al número
de personas que se sienten plenas y encantadas en su puesto de trabajo, en las relaciones
con otras personas y con la organización en general. Es más, si alguien se siente contento y
feliz, lo vemos hasta raro, pensando que seguro que nos está mintiendo y que todo no puede ser de color de rosa.
¿Nos estaremos acostumbrando tanto a ese estado que incluso lo vemos como algo normal?
Quizás, se esté produciendo una especie de indefensión aprendida en las compañías que
provoca que las personas sean capaces de soportar y de convivir con esa insatisfacción, terminando por verlo como algo cotidiano y consecuente.
Desde mi punto de vista, es “anormal” que una persona no disfrute en su trabajo. Es insano
y tremendamente perjudicial para uno mismo a medio y largo plazo. Nuestra tendencia tendría que encaminarse a identificar el foco causante de ese desajuste y movilizar nuestros recursos para intentar que las cosas cambien. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, este suele ser el principal problema, somos capaces de identificar el evento o persona que está causando dicha insatisfacción pero no realizamos nada para que las cosas cambien.
Nos acostumbramos a esas sensaciones, a esas molestias y como pensamos que nuestra integridad (física o mental) no corre peligro, aceptamos convivir con esas emociones alimentando creencias del tipo “en el trabajo no se puede disfrutar”, “no existe el trabajo perfecto”, “no puedo hacer nada para que las cosas cambien”, “a veces tienes que aguantar cosas
que no te gustan”.
Pienso que las organizaciones, como cualquier otro colectivo de personas (familia, amigos,
etc) ofrecen todo lo necesario para que las personas puedan desarrollarse, crecer y ser felices, pero lastimosamente, en la mayoría de las ocasiones somos las personas las que no sabemos crear los escenarios adecuados para que esto se produzca.
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Cada uno
tiene el
equipo que se
merece
Desde 1920 al 1990 se han escrito más de 250 definiciones
de liderazgo diferentes, y cientos de libros se han escrito para intentar explicar este fenómeno que se produce entre las
personas que gestionan equipos y los miembros que los conforman. Dejando a un lado, el motivo por el cual, las personas decidimos seguir a alguien y dejarnos liderar por él, hay
un fenómeno que se produce en la mayoría de los casos y es
que, según estoy explicando en la primera edición del seminario “Liderazgo Emocional” (el primero de su categoría
que cuenta con la certificación oficial de la Asociación Nacional de Inteligencia Emocional): “Cada uno tiene el equipo que se merece”.
# Son muchas las empresas visitadas y más de 250 los equipos que han pasado por mis manos en los últimos 9 años y
casi todos tenían un punto en común, aquellos equipos liderados por buenas personas, solían estar formados por personas similares: Si el líder era una persona íntegra, los miembros de su equipo también lo eran, si estaba predispuesto a
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la ayuda, ellos también, si estaba implicado y comprometido con el proyecto, su equipo
también lo estaba. Un efecto curioso……..
Por otro lado, cuando el equipo estaba gestionado por una persona sin demasiados “principios”, su equipo se comportaba de una manera semejante y se oyen expresiones como: “No
te puedes fiar de ellos, te dan respuestas socialmente aceptadas (sin ser ciertas), son muy
individualistas, buscan su éxito personal, se eximen de las culpas sobre un problema aunque impliquen a otra persona de su equipo, etc.”
Quizás este famoso refrán de “Dios los cría y ellos se juntan” también tenga sentido a la hora de conformar los equipos en las organizaciones. Y esto puede venir provocado por varios motivos:
-#Las personas con valores y principios sólidos, no quieren estar gestionados por una persona que no los tiene.
-#Ante un mal jefe, los buenos empleados (los talentosos) se van marchando y se quedan
aquellos que no tienen adonde ir o no son tan atractivos para otras empresas. Por eso, “a
jefe mediocre, equipo mediocre”.
-#El propio líder ejerce un efecto de formación sobre su equipo e invita de una manera inconsciente a los demás a comportarse como él.
-#Los buenos líderes no toleran ciertas conductas (por ejemplo de desconfianza o de falta
de apoyo mutuo), acciones que van educando poco a poco a sus equipos, haciéndolos a su
imagen y semejanza.
Mirar el tipo de personas de nuestros equipos o que tenemos a nuestro alrededor, puede
ser una muestra de cómo somos, porque en muchas ocasiones, ellos nos harán de “espejo”
y veremos reflejados en ellos, nuestras actitudes y comportamientos. De hecho, hay estudios que demuestran que cuanto más elevada es la posición ocupada por una persona en el
organigrama, mas distorsionada se encontrará su autoimagen (por estar basada en la información que le rodea, la que le proporcionan las personas que les rodean y que tienen una
marcada tendencia a exagerar lo bueno y minimizar lo negativo). Curioso ¿no?
Por eso y casi ineludiblemente a medio y largo plazo, cada uno tiene el equipo que se merece, porque habrá estado trabajando y proyectando sobre él, muchos de sus valores.
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Opinión,
Certeza y
Convicción
Una gran parte de los conflictos que se generan entre las personas, pienso que vienen provocados por una falta de calidad y cariño en las conversaciones que mantenemos. No solemos dedicar el tiempo suficiente para pensar en lo que
queremos transmitir, escoger las palabras concretas y luego
decirlas de una manera adecuada. Preocupándonos solamente de lo que tenemos “que” decir y no prestamos atención al
“cómo” lo decimos. Tampoco observamos (y por lo tanto corregimos y aprendemos) de los mensajes que emitimos y de
cómo muchas veces nos equivocamos de nivel, ya que confundimos opiniones, con certezas o convicciones. ¿Cuál es
la diferencia?
Una opinión suele estar basada en impresiones pasajeras sobre algo, pueden cambiar fácilmente y no necesitamos manejar demasiados datos para pensar “este modelo me gusta” o
“no estoy de acuerdo con tu opinión”. Por eso las opiniones
son prácticamente irrefutables, porque no tienen porqué estar avaladas por datos concretos y precisos.
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Por otro lado, una certeza se suele basar en experiencias repetidas en el tiempo y vienen
acompañadas con una importante carga emotiva, por eso suelen ser mucho más firmes. Si
identificamos que algo se ha producido varias veces, generamos la certeza de que si se repiten las mismas circunstancias, volverá a producirse, por eso las defendemos de una manera
contundente. Sin embargo, estas certezas pueden cambiar si se presentan nuevos datos objetivos que la contradigan.
Finalmente, una convicción viene respaldada por una tremenda carga emocional que provoca que la persona no se cuestione dicha creencia e incluso puede generar un gran rechazo ante cierta información contradictoria. En ocasiones produce cierta “ceguera emocional” ya que la persona solo recuerda aquellos hechos que apoyan la convicción (porque ahí
concentra su atención), desechando inconscientemente la información que resulta contradictoria. Observamos varias veces un efecto y lo convertimos en ley, dando por supuesto
que no puede ser de otra manera.
El hecho de no prestar atención a estos tres niveles, genera multitud de roces y disputas, ya
que, en ocasiones podemos estar presentando opiniones como si fueran convicciones, sin
darnos cuenta de que no están apoyadas en datos objetivos. “Compramos esta nevera porque es mejor” decimos cuando verdaderamente lo que queremos decir es “Me gustaría comprar esta nevera porque me parece más bonita que la otra”.
También genera múltiples problemas, elevar certezas a convicciones, ya que en muchas ocasiones, cuando disponemos de ciertos datos, generamos una creencia o ley, y esta es la que
utilizamos para comunicarnos con la finalidad de ahorrar tiempo, dando por supuesto que
la otra persona ve el problema como nosotros e incluso que maneja nuestros mismos datos.
“No compremos este coche porque se estropea mucho, a mi hermano le paso” decimos
cuando deberíamos de decir “Conozco a personas que han tenido problemas con ese coche. Prefiero buscar otra marca que me parezca más fiable”. Que se haya producido alguna
vez ese hecho no significa que tenga que volver a producirse, pero nosotros lo expresamos
de esa manera.
# Con un poco de atención y de reflexión previa, podremos mejorar poco a poco la calidad
de nuestras conversaciones y reduciremos el número de conflictos que generemos a nuestro alrededor. No tienes porque creértelo, pero si lo pruebas y te funciona, ¡¡¡quédatelo!!!
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La
coherencia
cardíaca
Nuestro corazón late a un ritmo constante, no obstante el
tiempo entre los latidos de nuestro corazón varia intervalo a
intervalo. Esta variación de ritmo es lo que se conoce como
Variabilidad del Pulso Cardíaco (VPC). Si la variación es
constante y regular decimos que el corazón se halla en un estado de alta Coherencia Cardíaca y cuando es irregular hablamos de “Caos cardíaco”. Este efecto ha sido estudiado
por multitud de médicos y científicos descubriendo que existe una elevada correlación con los niveles de estrés de la persona, con la capacidad reactiva de su corazón y con sus estados emocionales, así como con nuestros niveles de energía.
# En la multitud de pruebas que se han realizado, se ha demostrado que en los estados de estrés, ansiedad, depresión
o cólera, la frecuencia del ritmo cardíaco entre dos latidos
de los participantes se tornaba irregular o “caótica”, sin embargo, cuando las personas verbalizaban estar sintiendo bienestar, compasión, alegría o gratitud, esta frecuencia se torna mucho más armónica y “coherente”, describiendo unas
curvas sin aristas y con las puntas muy redondeadas.
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# Después de realizar este hallazgo, se intentó replicar este estudio en un entorno profesional, para poder evaluar si se producía el mismo efecto entre puestos de trabajo sometidos a
cantidades importantes de estrés. Dicho estudio fue realizado en Londres y se consistió en
reunir a un grupo de seis mil ejecutivos de grandes empresas, los cuales fueron medidos antes de la intervención (lo que en la técnica analítica se denomina un “pretest”) y posteriormente recibieron una acción formativa sobre coherencia del ritmo cardíaco, donde se les
enseñaron diferentes técnicas para reducir sus niveles de estrés y para comenzar a sentir
emociones mucho más beneficiosas para su organismo y su corazón. Un mes después del
curso, los directivos fueron evaluados de nuevo (“postest”) encontrándose los siguientes
cambios en su fisiología: Su tensión arterial había descendido como si hubieran perdido 10
kilos de peso, se produjo una mejora en su equilibrio hormonal, aumentó la tasa de DHEA
(hormona de la juventud) en un 100%, su tasa de cortisol (la hormona del estrés por excelencia, asociada a subidas de la tensión arterial, envejecimiento de la piel y el acné) se redujo en un 23%.
# Este efecto nos demuestra que si se minimizan los elementos estresantes que rodean los
entornos organizativos o si se aportan recursos personales a los profesionales para afrontar
dichas exigencias, su salud física mejora. Sin embargo, lo verdaderamente curioso se produjo cuando se llevó este estudio un paso más allá. ¿Qué pasaría cuando la persona no responde a un hecho concreto y tangible, sino que simplemente piensa o visualiza mentalmente
algo negativo o nocivo?#
Determinados estudios han confirmado que este efecto sobre el organismo también se produce cuando el elemento estresante no existe o no se encuentra delante. Es decir, el simple
recuerdo de algún aspecto negativo, produce ciertos minutos de caos cardíaco, lo que provoca una caída de la secreción de Inmunoglobulina A (IgA) (la primera línea de defensa de
nuestro organismo contra los agentes infecciosos). Del mismo modo que, un recuerdo positivo induce varios minutos de coherencia cardíaca, acompañados de un aumento de la producción de IgA durante las 6 horas posteriores.
# Es decir, que nuestros pensamientos, generan emociones, estas inciden en nuestro corazón, el cual nos puede hacer perder energía e “intoxicar” nuestro organismo con una química determinada que no es necesaria y que nos provocará un desgaste excesivo del mismo.
# Así que…. ten cuidado con lo que piensas, porque tu cuerpo lo nota.
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Visión
interior
positiva
Por todos es conocido que ser optimista en la vida nos puede aportar muchas cosas positivas o mejor dicho, nos evita
muchas cosas negativas. Pensar constantemente en aquellas
cosas que no funcionan bien o que están desajustadas provoca un gran desgaste a nivel mental, invita a que nuestro cerebro libere una serie de hormonas que prepararán a nuestro
organismo para la batalla (sin que hayan demasiados motivos para ello), que nuestros sistemas corporales se vean altamente afectados en su funcionamiento (por ejemplo los niveles de Inmunoglobulina A), que nuestro corazón lata y se
comporte de una manera menos relajada, etc.
Ser optimista aporta mucho beneficio al cuerpo y a la mente, pero cuesta tanto. De hecho, parece que nuestra mente
tenga una mayor inclinación a pensar en negativo que en positivo, por lo que en muchas ocasiones, tenemos que hacer
un verdadero esfuerzo por encontrar el lado positivo de las
cosas, ya que aparentemente no nos salen solas.
Muchos piensan que este es el motivo de que existamos a
día de hoy sobre la faz de la tierra. Cómo nuestro cerebro
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tiene una mayor inclinación hacia los peligros y las coas negativas, eso es lo que ha provocado que hayamos subsistido y evolucionado hasta nuestros tiempos, sin embargo, ahora conocemos que proceder de esa manera nos provoca pagar en muchas ocasiones un peaje físico y mental muy elevado.
Ahora sabemos que cuando tenemos que resolver un problema, siempre encontramos más
y mejores alternativas, si estamos afrontando el problema desde una perspectiva positiva.
Es como si nuestro mapa de la situación se estirase y tuviéramos acceso a zonas que desde
el negativismo no podíamos contemplar, pero contamos con el handicap, de que nuestra
mente no estará predispuesta a buscar el lado positivo de las cosas.
Por eso en coaching, en muchas ocasiones trabajamos con la técnica VIP (Visión Interior
Positiva), que persigue que la persona (o nosotros si nos la auto-aplicamos) busque 3 cosas
positivas en lo que le acaba de ocurrir o en alguna acción que a priori valora como negativa.
Al principio genera bastante rechazo, sin embargo a medio plazo conseguimos nivelar la balanza y que el estado emocional de la persona se encuentre mucho más equilibrado, aspecto que ayudará al afrontamiento de la situación problemática. Por ejemplo:
- ¿Cómo estás?
- Pues bastante mal, la semana pasada me despidieron y claro, con 55 años, me va a resultar
muy complicado encontrar un nuevo empleo tal y como están las cosas ahora.
- ¿Que puede tener de positivo esto?
- (¿Tu estás tonto o qué?, piensa la persona) Esto no tiene nada de bueno...
- Bueno, haz un esfuerzo, todo en la vida tiene lados claros y lados más oscuros. ¿Qué puede tener de bueno esto?
- (Después de un par de minutos) Vale..... Dentro de lo malo, he recibido una indemnización y poseo una prestación económica que me permitirá tener dos años sin problemas
económicos mientras busco un nuevo empleo.
- Muy bien, ¿Qué más puede tener esto de bueno?
- Bufffff.... Bueno, ahora puedo ayudar a mis hijos con los estudios. Antes llegaba a casa
muy tarde y demasiado cansado como para implicarme con sus carreras académicas.
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- Fenomenal. ¿Qué más puede tener de positivo esto?
- La verdad es que siempre quise dedicarme a otra cosa (llevaba 25 años como contable), pero nunca me atreví a dar el paso. Quizás ahora pueda ser un buen momento para formarme en alguna otra cosa donde pueda aprovechar mi conocimiento y donde disfrute más.
Como podréis imaginar, mientras la persona va identificando cosas positivas de esta situación, su cara le va cambiando y su estado emocional se vuelve mucho más equilibrado. Ya
no se siente tan mal como cuando comenzó la conversación, momentos en los que la ira, la
culpa y el miedo se apoderaban de él, y le hacían sentir extremadamente preocupado. Quizás ahora, siendo consciente de que continúa teniendo un problema, se sienta mucho más
animado para enfrentarse a una entrevista de trabajo (y no demostrar angustia o agonía por
encontrar un puesto).
Por supuesto que el problema no ha desaparecido, ni se ha resuelto mágicamente, y posiblemente la decepción, el daño o el sufrimiento producido por dicha acción perdurarán durante un tiempo, sino sería insano, pero si hacemos un esfuerzo por buscar aspectos positivos
en las cosas que habitualmente nos pasan, notaremos una importante mejoría tanto en lo
cuantitativo (número de ideas que se me ocurren para resolver el problema) como en lo
cualitativo (riqueza y validez de esas ideas).
Este ejercicio resulta extremadamente saludable, a la par que objetivo, ya que cualquier cosa que nos ocurre en la vida (tanto positiva como negativa), ambas tienen componentes para hacernos disfrutar y componentes potencialmente peligrosos y seremos nosotros mismo
los que alimentaremos unos o los otros.
Y tú ¿Qué tres cosas positivas has sacado de leer este artículo……….?#
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© Miguel Angel Diaz Escoto 2015
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