PRESENCIA DEL ANALISTA En el Seminario XI
Transcripción
PRESENCIA DEL ANALISTA En el Seminario XI
PRESENCIA DEL ANALISTA En el Seminario XI ( Los Cuatro Conceptos ) Lacan plantea que abordar las bases del psicoanálisis supone introducir cierta coherencia entre los conceptos principales que la fundan, asì, liga el concepto de Inconciente al de la presencia del analista, diciendo que esta es una manifestación del mismo, no su rechazo como alguna lectura podría suponerlo. ¿En qué sentido podíamos entender estas afirmaciones? Esta ligazón entre Inconciente y presencia del analista sigue, a mi entender, la lógica Freudiana de Dinámica de la Transferencia, donde aparece una conceptualización de la Transferencia diferente a la de los textos anteriores ( Psicoterapia de la Histeria ) pero ya anticipada en el Epílogo del Caso Dora. Digo esto porque si bien Freud ya había planteado una resistencia del decir del analizante a medida que sus asociaciones se acercaban a lo que el sitúa como “núcleo patógeno”, es en este trabajo de 1912, cuando incluye al analista localizado en la superficie psíquica despejada anteriormente. La Transferencia, osea lo que allí ubica como “enlace a la persona del médico”, aparecerá en dichos puntos de la resistencia. Es decir, que la Transferencia es esencialmente resistente. En este texto Freud plantea que las mociones pulsionales cohartadas en su fin, es decir, insatisfechas ( insatisfacción que encuentra su estatuto en tanto que situada por la función de la falta como causa ), se enlazan por la vía del “clisé” ( que no es “modelo”, porque Freud acentúa la cuestión del rasgo ) a la persona del médico, que queda incluído en una de las series psíquicas inconcientes, en un momento particular del análisis que él marca como de instalación de la Transferencia. Así, podemos encontrar que en una nota a pie de página de Psicología de las Masas liga el fenómeno hipnótico a este momento de desarrollo de la Transferencia diciendo: “ Esta situación en la que el sujeto mantiene fija su atención inconciente en el hipnotizador, mientras se ocupa concientemente con percepciones invariables y desprovistas de interés, halla su pareja en determinados fenómenos del tratamiento psicoanalítico. Por lo menos una vez, en todo análisis, llega el sujeto a afirmar tenazmente que ninguna idea acude ya a su imaginación. Sus asociaciones libres quedan detenidas, y los estímulos que de costumbre la provocan permanecen ineficaces. Pero, a fuerza de insistir, se acaba por hacer confesar al paciente que piensa en el paisaje que descubre a través de las ventanas del gabinete de consulta, en el tapíz que adorna el muro o en la lámpara que pende del techo. Deducimos entonces que comienza a experimentar la Transferencia, que es absorbido por ideas aún inconcientes que se refieren al médico, y vemos desaparecer la detención de sus asociaciones en cuanto le explicamos su estado.” Esta captación por la imagen encuentra su origen donde hay un punto de resistencia, hay detención de las asociaciones, momento de interrupción que Lacan plantea como el más significativo de la aproximación a la verdad ( Seminario I ). Este detenimiento en las asociaciones, que no es dificultad para comunicarlas, hace signo en el campo del Otro como presencia. En este mismo Seminario encontramos : “El sujeto experimenta en el punto más sensible, más significativo del fenómeno de la resistencia la brusca percepción de algo que no es tan fácil de definir: la presencia” y plantea que en su forma más pura las palabras del analizante podrían ser: “súbitamente me doy cuenta de su presencia”. Habla allí de la presencia “ en tanto tal” para diferenciarla de las presencias habituales que dan consistecia, densidad a nuestro entorno, y tienden a borrar esta otra manifestación de la presencia, más inquietante. Parecería estar hablando entonces del borde más cercano a lo real de la presencia y diferenciándola de lo especular. Esto parecería indicar el hecho de que retome estas consideraciones a cerca de la presencia al trabajar una nota a pie de página de “ Las Lecciones Introductorias al Psicoanálisis” donde Freud habla del sueño de una paciente del cual queda como resto la palabra “canal”. El texto del relato del sueño es el siguiente: “Una paciente, escéptica, y a la vez muy interesada en Freud, le cuenta un sueño bastante largo en el curso del cual varias personas le hablan del libro sobre el Witz, elogiándolo. Luego cambia de tema, y todo lo que queda del sueño es: “canal”. Quizás en otro libro figure esa palabra, algo vinculado a canal..., no sabe, no entiende bien. Al día siguiente, la paciente cuenta que se le ocurrió una idea que se relaciona con “canal”. Se trata precisamente de una agudeza. Una travesía de Dover a Calais, un inglés y un francés. En el curso de la conversación, el inglés cita la conocida frase: “De lo sublime a lo rdículo no hay más que un paso”. Y el francés, gentil, responde: “Sí, el Paso de Calais”. Freud encuentra que lo más interesante es que lo que quede del sueño sea un pequeño resto rodeado de incertidumbre, no se sabe de dónde viene, hacia dónde va. Esto es solidario a su idea respecto a la duda sobre el contenido del sueño: si el paciente duda sobre cierto punto, entonces podemos estar más seguros de su aproximación a la verdad. Estos “restos” son los que permitirán, vía asociación, encontrar los pensamientos inconcientes que están en su base, al decir de Freud. Ahora bien, Lacan ubica precisamente en ese mismo lugar, digo en el lugar de “canal”, de esos restos del sueño, la función de la presencia en el momento de la máxima resistencia. Por la vía de la asociación, a partir de “canal” aparece “de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso”, este es el punto donde el sueño se “engancha” al oyente, dice Lacan, porque este sueño es para Freud. Así podemos pensar que lo que va de “canal” a este pensamiento ( de lo sublime...) es análogo a lo que iría del surgimiento de la presencia “en tanto tal” a las “ideas inconcientes respecto a la persona del médico”. Cito nuevamente a Lacan: “ Es en el punto preciso en que el sueño no es sino huella, un resto de sueño, un vocablo aislado, que encontramos su alusión transferencial. He evocado ya esa interrupción significativa, aislada, que puede ser el punto de viraje de un momento de la sesión psicoanalítica. El sueño se moldea pués según un movimiento idéntico.” El “enganche al otro” introduce el campo de lo especular, pero este “enganche” aparece en puntos muy precisos que tienen que ver con el detenimiento de las asociaciones; es entonces que Lacan plantea que la resistencia proyecta sus resultados en el sistema del yo, en tanto el sistema del yo no puede concebirse sin el sistema del otro, le es correlativo, pero parte de otro lado: “de la impotencia del Sujeto para llegar hasta el final en el ámbito de la realización de su verdad”. El “enganche al otro” ocultaría en el campo del Sujeto lo que de la pulsión no pasa al discurso, y en el campo del otro recubre la presencia “en tanto tal” que presentifica, valga la redundancia, un límite al estilo del “ombligo del sueño”. Ahora bien, esta presencia “en tanto tal” no es lo real, sino que en todo caso lo real toma lugar en esa presencia y da pie a una condición de posibilidad del análisis que no puede transcurrir “in absentia o in effigie”. María Alvarez