Lucas 5:8

Transcripción

Lucas 5:8
Lección 11 para el 10 de diciembre de 2016
“Ahora ciñe como varón tus
lomos; Yo te preguntaré, y
tú me contestarás” (Job 38:3)
Al concluir el discurso de Eliú, Dios hace una
aparición repentina y espectacular.
Oculto tras el torbellino (o tempestad), se
manifestó a Job personalmente como lo hizo
con Abraham, Isaac y Jacob (Génesis 15:1-6;
26:4; 32:24-32).
Dios conoce las aflicciones de sus hijos y
quiere manifestarse personalmente a
nosotros para aliviar nuestro sufrimiento.
Por esta razón caminó como hombre entre
nosotros, sufrió como nosotros y abrió un
camino “nuevo y vivo” para que pudiésemos
llegar a Él (Hebreos 10:20).
“Entonces
respondió
Jehová a
Job desde un
torbellino”
(Job 38:1)
No importa cuáles sean nuestras
tristezas, nuestras aflicciones, o lo que
nos confronte en la vida. Podemos
tener la certeza de que Dios está cerca
y que podemos confiar en Él.
“¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe
como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me contestarás” (Job 38:2-3)
Las primeras palabras de Dios
hacia Job no parecen muy
alentadoras: “¿Por qué hablas
de lo que no sabes?”.
Desafía a Job a responder a sus
preguntas. Preguntas que Él
sabe que Job no pude
responder. Entonces, ¿por qué
le hace estas preguntas?
Dios no hace preguntas para
adquirir conocimiento. Las
preguntas divinas están
pensadas para hacer recapacitar
al hombre, y que éste llegue a
las conclusiones correctas.
“¿Quién te enseñó que
estabas desnudo?”
(Génesis 3:11).
“¿Dónde está Abel tu
hermano?
(Génesis 4:9).
“¿Qué haces aquí,
Elías?”
(1ª de Reyes 19:9).
“Saulo, Saulo, ¿por qué
me persigues?”
(Hechos 9:4).
“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? […] Pues entonces
ya habías nacido, y es grande el número de tus días” (Job 38:4, 21)
Job 38:4-7
Job 38:8-11
Job 38:12-15
Job 38:16-17
Job 38:18
Job 38:19-21
“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? […] Pues entonces
ya habías nacido, y es grande el número de tus días” (Job 38:4, 21)
Job 38:22-23
Job 38:24
Job 38:25-28
Job 38:29-30
Job 38:31-33
Job 38:34-35
“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? […] Pues entonces
ya habías nacido, y es grande el número de tus días” (Job 38:4, 21)
Job 38:36
Job 38:39-40
Job 38:37-38
Job 38:41
Job esperaba respuestas sobre el
origen de su calamidad. Dios le
mostró su incapacidad para
comprender la respuesta.
¿Había visto Job el maravilloso acto
de la Creación? ¿Podía ver cómo
actuaba la mano de Dios tras cada
fenómeno natural? Las preguntas de
Dios nos colocan a cada uno de
nosotros ante nuestra gran
ignorancia del mundo creado.
¿Cómo puedo comprender a mi
Creador si ni siquiera puedo
comprender lo que Él creó? Gracias
sean dadas a Dios que se nos reveló
en Jesucristo.
“¿Diste tú hermosas alas al
pavo real, o alas y plumas al
avestruz?” (Job 39:13)
Gracias a la ciencia, hoy
podríamos responder a
algunas de las preguntas
hechas a Job.
Sin embargo, quedan aún
muchas preguntas sin
respuesta.
Nuestro conocimiento de
la Creación sigue siendo
hoy muy limitado.
Job 39:1-4
Job 39:5-8
Job 39:9-12
Job 39:13
Job 39:14-18
Job 39:19-25
“¿Diste tú hermosas alas al
pavo real, o alas y plumas al
avestruz?” (Job 39:13)
Job 39:26
Job 39:27-30
Cuanto más aprendemos
acerca del mundo
creado, tanto más
asombro y misterioso se
nos aparece.
¿De qué modo el mundo
creado hace que te
maravilles ante el poder
de nuestro Dios?
“¿Por qué revistió él la tierra y los árboles de verde vivo,
en vez de un marrón oscuro y sombrío? ¿No es acaso para
que fuesen más agradables a la vista? ¿Y no se llenará
nuestro corazón de gratitud al ver las evidencias de su
sabiduría y amor en las maravillas de su creación?
La misma energía creadora que sacó el mundo a la
existencia, sigue manifestándose en el sostenimiento del
universo y en la continuación de las operaciones de la
naturaleza. La mano de Dios guía los planetas en su
marcha ordenada a través de los cielos. No se debe a un
poder inherente que la tierra continúe su movimiento en
derredor del sol año tras año, y produzca sus
bendiciones. La palabra de Dios controla los elementos. Él
cubre los cielos de nubes y prepara lluvia para la tierra.
Hace fructíferos los valles, y “hace a los montes producir
hierba”. Salmos 147:8. Por su poder florece la vegetación,
aparecen las hojas y se abren las flores.
Todo el mundo natural está destinado a ser intérprete de
las cosas de Dios”
E.G.W. (Consejos para los maestros, pg. 177)
“Job respondió entonces al SEÑOR. Le dijo: «Yo sé
bien que tú lo puedes todo, que no es posible
frustrar ninguno de tus planes. ‘¿Quién es éste —
has preguntado—, que sin conocimiento oscurece mi
consejo?’ Reconozco que he hablado de cosas que no
alcanzo a comprender, de cosas demasiado
maravillosas que me son desconocidas. ‘Ahora
escúchame, que voy a hablar —dijiste—; yo te
cuestionaré, y tú me responderás.’ De oídas había
oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios
ojos. Por tanto, me retracto de lo que he dicho, y
me arrepiento en polvo y ceniza.»” (Job 42:1-6 NVI)
Isaías 6:5
• “Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque
siendo hombre inmundo de labios, y habitando en
medio de pueblo que tiene labios inmundos, han
visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”
Lucas 5:8
• “Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas
ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor,
porque soy hombre pecador”
Cuando Job tuvo una mejor visión de Dios, fue más consciente de su insensatez y
pecaminosidad. Como Isaías y Pedro, cuanto más conocemos de Dios más
conscientes somos de nuestra indignidad. “¿Con qué me presentaré ante Jehová?”
(Miqueas 6:6). “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida” (Romanos 3:27).
Aún los perfectos y rectos, que temen a Dios y se apartan del mal necesitan de un
Salvador. Ante Dios, nuestra única reacción sabia es arrepentirnos en polvo y ceniza.
“No puede haber glorificación de sí
mismo, ni arrogantes pretensiones de
estar libre de pecado, por parte de
aquellos que andan a la sombra de la cruz
del Calvario. Harta cuenta se dan de que
fueron sus pecados los que causaron la
agonía del Hijo de Dios y destrozaron su
corazón; y este pensamiento les inspira
profunda humildad. Los que viven más
cerca de Jesús son también los que mejor
ven la fragilidad y culpabilidad de la
humanidad, y su sola esperanza se cifra
en los méritos de un Salvador
crucificado y resucitado”
E.G.W. (El conflicto de los siglos, pg. 464)

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