charla juego y juguetes - Joan Contreras, orientador i psicoterapeuta

Transcripción

charla juego y juguetes - Joan Contreras, orientador i psicoterapeuta
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Los niños y el juego (resumen de la charla)
Niños muy pequeños
Desde que nace el niño/a el adulto intenta instintivamente establecer una relación con él
mediante el juego. Una vez resueltas las necesidades fisiológicas básicas, las alimentarias,
higiénicas y sanitarias (“el bebé está bien de salud”), es un juego cuando empezamos a
experimentar con las posibles reacciones que puede tener ante una caricia, una risa o con los
típicos balbuceos de los adultos que con la mirada fija en el bebé, que apenas se mueve y que no
por ello dejamos de insistir con nuestros “agós i ajás”. Agradeciendo con gran alborozo cualquier
pequeña señal que pudiera ser interpretada como de respuesta (un eructo, un bostezo, un
estiramiento,….).
Niños de meses
Más tarde, los niños que pudiendo girarse y gatear aún no caminan suelen tener una
mayor respuesta. Los adultos aumentamos las posibilidades para poder relacionarnos con ellos
utilizando las expresiones faciales, abrimos los ojos y la boca, imitandoles, haciendo ruiditos,
haciendo sonar el sonajero asegurándonos que le cae atrativo, buscamos otros juguetes con otros
ruidos, otras formas y colores….El niño le encanta todo esto. También es cierto que su “gran
juego” consiste en llevar a la boca todo lo que esté a su alcance.
Cabe destacar los “juegos de falda” en donde las madres y los padres, nos podemos
entretener durante horas simplemente repitiendo pequeños juegos en donde el mover el cuerpo
del niño, los brazos, al ritmo de una canción, jugando a tapar la cara con un pañuelo,
levantándolo o haciéndole caer entre las piernas,….Un auténtico alborozo para los dos.
1-2 años.
Si nos fijamos, cuando estamos jugando con un niño que ya puede caminar, estamos
cruzando constantemente miradas con él, a partir del juego o del juguete que tenga entre
manos, creándose un triángulo niño-adulto-objeto. Aquí las miradas son constantes, entre el
juguete y nosotros mismos. Los niños muestran fascinación por los dos, se quedan boquiabiertos.
Y a medida que manipulan, lo descubren o lo rompen, van mirándonos y preguntándonos a la
vez si aquello que están haciendo está bien o mal. Según la cara que nosotros pongamos así ellos
reaccionarán.
El juego es un acto comunicativo importantísimo en la vida de un niño, que le permite
experimentar a través de la mirada del adulto que lo guía. Trasmitimos emociones en la relación
y transmitiendo a su vez los primeros valores de “esto está bien” o “esto está mal”. Si en la
etapa anterior le decimos que no coja algo es fácil que le niño simplemente llore sin asimilar
valor alguno a lo que está haciendo.
Es a partir de dichas emociones que el lenguaje verbal va fluyendo.
Pasamos a la etapa de 3-4 años.
Ya no tenemos un bebote que camina y que se fascina ante el mundo que observa sino
una personita capaz de tener un criterio propio, una mayor independencia del adulto, que puede
jugar solo o con otros niños, que empieza a verbalizar lo que pasa o lo que le pasa y que empieza
a adquirir conceptos con los que clasificar el mundo.
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En esta etapa cualquier excusa sirve como juego, puesto que su capacidad imaginativa de
representación mental (juego simbólico) le posibilita atribuir cualidades a objetos que no la
tienen: un simple palo se convierte en un coche, en un cohete, en una escoba, en un
lápiz,…..Estamos en la antesala de lo que será en la siguiente etapa 5-7 años, donde la capacidad
de abstracción, de generalización, de secuenciación, estarán preparadas para asumir la
lectoescritura.
En esta etapa los juegos con los niños no suelen revestir ningún problema más que el
tener tiempo para pasarlo con ellos jugando. El concepto “tiempo”, la orientación temporal no
está asimilada, por lo que es fácil que jugar durante horas lo identifiquen con “tan poco tiempo
para jugar…!!!” y que a penas unos minutos esperando se les convierta en una eternidad.
Les encanta “hacer de….” coches, bomberos, pájaros, al mismo tiempo que se utilizan
objetos y juguetes en sus juegos cargados de imaginación y ritmo. Imitan contínuamente a los
profesores, a los padres, todo lo que ven…. Empiezan a relacionarse con los compañeros y
aparecen las primeras disputas al tener que marcar cada uno su territorio.
Asimilamos la etapa anterior, la de quedarse ensimismados con el juguete y la relación
con el adulto, de una forma ya más ágil y dinámica. La curiosidad, constante, les impulsa a ser
desordenados e impulsivos. Veremos a muchos papás recogiendo juguetes tras los juegos. O
detrás de los niños para que los recojan. Serán esfuerzos rutinarios que tendrá que hacer el niño/a,
esforzarse poco pero cada día.
Los adultos nos sentimos interpelados –ordenados, en algunos casos- a que participemos
con ellos en sus andanzas. Es importante en esta etapa conservar situaciones de la anterior de
fascinación, por objetos, animales, procesos, que hacen un alto en el juego, una necesaria parada
para que fijen su atención en algo. Todos tenemos en la cabeza la típica imagen de un padre
enseñando a sus hijos, teniendo ellos las cabezas agolpadas a su alrededor y los ojos bien
abiertos, un animal herido, una planta, las espinas de una rosa, las patas de un saltamontes….
También es tiempo de empezar a “dar cuerda” en sus juegos para que aprendan a entretenerse
con hermanos y amigos, incluso los ratos en que tienen que estar solos.
El deporte constituye un punto de crecimiento y maduración al implicar un juego reglado,
con ejercicio físico y de competición, donde medirse entre iguales. Recomendable a cualquier
edad a partir de los 4-5 años.
Edad de 5-7 años y mayores.
En esta edad a los niños ya no se les ve “tan niños” y les comienzamos a exigir una serie
de comportamientos y reglas sociales que antes se podrían llegar a pasar por alto.
En esta etapa es cuando los adultos caemos en las trampas más típicas de los juguetes:
1.-“Cómprame”: si fuera por los niños los padres tendrían que comprar toda la
juguetería entera. La tele influye de forma determinante en la selección. Sin embargo
observamos muchas veces cómo la parte de curiosidad y manipulación de los materials
dominan muchas veces más que el contenido propio del juego: es decir que se entretienen
más tiempo comprobando la resistencia de la caja de cartón que no jugando con el fuerte
indio. O directamente pasan a comprobar la resistencia del fuerte indio intentando romper todas
sus partes. También se pueden complementar: utilizar la caja de cartón para ampliar el “fuerte de
los pistoleros” que hay dentro.
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2.-“¿Qué te han regalado?”: a estas edades la avalancha de juguetes es tal que esta
pregunta pone en aprietos en más de una vez a los niños al tener que enumerar las muchas cosas
que ha recibido. Abuelos, tíos, amigos,…..La gran mayoría de padres dosifica los juguetes
guardando una gran parte en el armario y sacándolos en función de los gustos y las
circunstancias (cuando están enfermos, cuando se ha roto algún otro,…).
3.-“Pérdida de valor”: dado el número de juguetes que puede haber –en un cumpleaños,
p.ej.- puede existir un juego, muy atractivo, el de lanzarlos como cohetes. Es un uso que se le da
al juguete desplazando su función inicial. Podemos ver cómo sirve, p.ej. de objeto arrojadizo una
marioneta, perdiendo valor como marioneta en sí. Cuantos más juguetes tiene un niño menos
valor les da. Es lógico. ¿Queremos que los cuide y que los recoja y conserve?¿O queremos
juguetes de usar y tirar –y recoger generalmente los padres?
Hay familias que dedican una habitación, diferente a la de dormir, para juegos. En
muchas ocasiones dicha habitación es un “caos particular” donde el niños o los niños hacen su
mundo. ¿Qué valores trasmiten en estas situación los padres?. Cada familia es un mundo.
A partir de ahora es cuando la influencia de los medios de comunicación hace su
“agosto”. La fascinación de los anuncios les llega como anillo al dedo a las ilusiones de los
pequeños quedándose enamorados de la Barbie, la nave espacial, el miniordenador,….Los padres
empiezan a ver que los hijos juegan solos o con hermanos o amigo sin problemas y es fácil que
empecemos a jugar menos tiempo con ellos.
Hay juegos que empiezan a despuntar como el jugar al fútbol –más de papás y de niños- y
el montar historias con muñecas o muñecos –más común en las chicas-. Quizás el tiempo que
pasamos con ellos jugando es menor pero empieza a ser mucho más significativo. La pelota
de fútbos suele ser algo primordial en cualquier familia e independientemente del sexo de los
hijos.
Si saben perder, si saben hacer trampas, si saben ganar, si se emocionan con un juego, si
se lo toman demasiado en serio….Nos están describiendo su personalidad en aspectos de la vida
en que puede perder cualquiera sin problemas.
Nos encontramos con lo que sería una personalidad muy establecida y con un
temperamento que los acompañarán durante toda su vida.
Nos encontramos más que el adulto ofrece contextos –nos vamos a pasear con los críos,
vamos con fulanito y que jueguen,…- y de forma más o menos puntual el adulto organiza o sigue
los juegos de los niños.
Importante el que hagamos partícipes a los niños de aficiones de los mayores: puede ser
ir a pescar en la playa con ellos, llevarles con nosotros al tenis y que practiquen, que nos
acompañen un rato a la petanca, ir con ellos a la piscina semanalmente….
Los juegos de palabras, de números, de vocabulario, de control de tiempo, de habilidad,
de descubrimiento, son atractivos y adecuados. Todos aquellos que tengan en cuenta una actitud
activa del niño y participativa-compartida con otros.
Es ya a partir de los 10 años que podemos encontrar los videojuegos.
Como todo en el mundo de la tecnología es bueno o malo según el uso que se haga. El
tiempo de juego con la cónsola es importante regularlo, puesto que suele crear actitudes de tipo
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adictivo. Aunque la media de usuarios de los videojuegos ronda los 25 años para los niños son
muy atractivos:
-
necesidad de una habilidad visomanual automatizada
sin necesidad a penas de razonamiento verbal,
contínuos retos a conseguir con recompensa,
competencia entre sus compañeros así como comunicación de estrategias,
discurrir rápido de la acción,
la frustración o el error como factores motivantes para volver a empezar –no como
nos puede pasar a los adultos, que es la excusa para dejarlos…-, etc.
Con los videojuegos cabe destacar dos ventajas: podemos utilizarla como premio-castigo
y por otro lado siempre podemos encontrar algún videojuego en el que podamos participar con
ellos y que no sea difícil, como p.ej. carreras de coches.
Atención: ver la tele no es estar jugando, es estar viendo la tele.
Adolescencia.
El aislamiento en el grupo de amigos, además de en su habitación, es una característica
típica de esta etapa. En casos puntuales los adolescentes juegan y se relacionan con sus padres de
una forma maravillosa, lo cual causa sorpresa y escepticismo entre los amigos de grupo.
En un principio el adolescente rechaza el juego puesto que le crea resonancia de “niño
pequeño” de la etapa anterior. Si se consigue traspasar este primer impedimento veremos como
la visceralidad y entrega del adolescente es total en cualquier situación lúdica, perdiendo incluso
la vergüenza que tanto caracteriza también esta etapa.
El más interesante juego para el adolescente es el prohibido, el jugar a ser adultos, el
poder llegar a hacer lo mismo que hacen los adultos de referencia, los de veinte o veintipico años.
El hablar, más que el jugar, es la situación que más les encanta, dada su nueva capacidad de
compartir experiencias vitales, emociones, desilusiones, injusticias, rebeldías y necesidades. Se
pueden pasar horas y horas hablando sin hacer nada más.

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