ENTRE PARÉNTESIS / El Decálogo del libro Por David Martín del

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ENTRE PARÉNTESIS / El Decálogo del libro Por David Martín del
ENTRE PARÉNTESIS / El Decálogo del libro
Por David Martín del Campo
(26-Abr-2011).
La cuestión es rigurosa: ¿acostados o sentados?, porque de pie resulta un contrasentido. Hay algunos héroes del
transporte público que logran la proeza de leer así, o los de la fila del banco. Es cuestión de aislarse y mantener el
pulso firme, aunque el exceso de excesos está sugerido en el libro del escritor mexicano Gabriel Zaid, Cómo leer en
bicicleta que ocasionó, es previsible suponer, más de un brazo fracturado.
De un tiempo acá estamos presenciando una curiosa campaña de fomento a la lectura que ocupa lo mismo anuncios
espectaculares que melifluos promocionales radiofónicos. En ellos se invita a practicar la lectura en el seno familiar
y se ensalza a los prudentes padres que premian a sus hijos con la lectura de un cuento a la hora de la pijama.
La cuestión de fondo es obvia. El hábito de la lectura en México ha estado siempre en permanente extravío, por
decir lo menos. Por eso, y en apoyo a tan intrépida cruzada, se nos ha ocurrido extender el siguiente Decálogo del
libro, y que cada cual lo observe según el propio albedrío:
1. Amarás al libro por sobre todos los medios. Es decir, preferirás las historias originales sin esperar a las reseñas,
las sinopsis o las adaptaciones al cine y la TV. Iniciarás una biblioteca personal, que luego será familiar y un dolor
de cabeza a la hora de la sucesión hereditaria.
2. Honrarás la lectura y no la interrumpirás por ninguna rutina doméstica, ni mucho menos algún capricho familiar.
Marcarás tus lecturas con lápiz, celebrando o denostando los traspiés del autor.
3. Sustraerás un libro cuando la estrechez económica obligue. Nada puede rivalizar contra la expectativa literaria.
No te expongas en las grandes cadenas comerciales; las pequeñas librerías son menos inclementes.
4. Obsequiarás un libro a la menor provocación. No un "buen vino", no un disco de Luis Miguel. El día del
onomástico regalarás aquel libro que ya disfrutaste porque es el mejor modo de compartir los sueños. Un libro
nuevo, obvia decir.
5. No sembrarás un árbol ni tendrás un hijo ni escribirás un libro sin haber leído antes El Quijote de la Mancha. No
un capítulo ni un audio-libro ni una versión compendiada. Estamos hablando del libro de Miguel de Cervantes
Saavedra con sus mil 86 páginas. Es la obra cumbre de nuestra lengua y muchos mueren sin haber tocado siquiera
sus páginas. Y es una pena.
6. Releerás a los clásicos y evitarás todo libro de autoayuda. León Tolstoi sí, Cuauhtémoc Sánchez no. La lista es
larga, pero no interminable.
7. No leerás por compromiso político. Imagínate en una isla desierta con el El Capital de Marx. No te serviría de
nada, ni tampoco el de Carlos Slim.
8. No viajarás sin un libro en el bolsillo. De ese modo el trayecto será doblemente placentero. Nada como una
buena novela en la playa, junto a la ventanilla del avión, en la terraza esperando el crepúsculo. Muchas veces
recordarás más la historia de ese libro que el sitio mismo de la vacación.
9. No culparás al libro de tus ofuscaciones místicas o fornicatorias. Pobres libros, tan hechos para soñar, no los
condenemos por nuestros desvaríos personales. "A ti nunca te pasará esto porque no has leído Madame Bovary".
10. No desearás la biblioteca del prójimo. A lo mejor es un amigo olvidadizo, así que mejor pídele ese libro. "Nunca
prestes la mujer, la pistola ni el caballo", nos enseñaron, pero los libros son otra cosa.
Desde luego que el Decálogo es limitado y perfectible. Además que sólo tendrá vigencia mientras los lectores de
libros no seamos designados "especie en vías de extinción". Sin embargo la cuestión seguirá vigente: los que
prefieren leer en sillones pueden mirar luego hacia los horizontes de la imaginación. Los que preferimos dos
almohadas bajo la cabeza nos arriesgamos a un ladrillazo en el rostro... No todos los autores gozan de amenidad.
Hay algunos, incluso, criminales.

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