LA DISTINCIÓN EPISTEMOLÓGICA COMO PRAEAMBULA FIDEI
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LA DISTINCIÓN EPISTEMOLÓGICA COMO PRAEAMBULA FIDEI
LA DISTINCIÓN EPISTEMOLÓGICA COMO PRAEAMBULA FIDEI 1 En la Gramática del Asentimiento de John Henri Newman En nuestra exposición y dado el trabajo realizado en estos días, daremos por supuesto una serie de elementos biográficos, antecedentes teológicos y análisis contextuales que anticipan y preparan el camino hacia lo que abordamos en este escrito. Los conceptos y reflexiones ya citados posibilitan en este momento de nuestra propuesta comenzar a clarificar y esbozar dichas comprensiones hacia aquello que se presenta como eje de nuestra ponencia. 1. La inferencia y el asentimiento real “En cuanto a mí, no era la lógica quien me llevaba adelante; sería como decir que es el mercurio del barómetro quien hace cambiar el tiempo. Es el hombre concreto quien piensa; pasan, unos cuantos años y me encuentro con que pienso de otra manera, ¿cómo es esto? Toda la persona ha cambiado, la lógica de papel no hace más que dar cuenta y tomar nota.” 2 Con esta cita de la Apología pro vita sua, 3 ejemplificamos la síntesis de aquello que queremos ir desarrollando en esta reflexión ―siguiendo a Newman― distinguir lo real de 1 El concepto de praeambula fidei se circunscribe en la dimensión apologética del acto de fe, que surgió en el quehacer teológico a partir de la publicación de la Aeterni patris de León XIII en 1879. El contexto moderno exigió a la fe su justificación, y posibilitó el paso de una teología centrada en la objetividad de lo que se cree hacia las condiciones de posibilidad que están en el hombre mismo y, que posibilitan el acto del creer en virtud de las características que nos presenta la propia razón Cf. Fisichella, R y Latourelle, R, Op. cit., p. 208. También pp. 104-114. Si bien la fórmula ya era conocida en la escolástica del siglo XIII, estableciéndose como condición que afirma la no arbitrariedad en el hecho religioso respecto de la razón humana. No obstante, los praeambula fidei han recuperado su lugar particular, como expresión de las condiciones de posibilidad internas-externas de la Revelación y como momento de su inteligibilidad. Estas verdades se reconocen como presupuestos, no en el sentido que su conocimiento preceda al acto de creer en sí mismo, sino más bien, en que su negación traería la falsedad de las verdades reveladas sin la cual no sería posible una comprensión intelectual interior de los misterios de la fe. En este sentido, su función no es la de demostrar el hecho de la Revelación divina, sino la de hacer inteligible su contenido, en el cual están implícitas lógicamente. Esta es la forma de comprender los praeambula fidei en la gran mayoría de los teólogos contemporáneos (Rahner; Alfaro; Beinert; Fisichella; Verweyen; Gottier; Vorgrimler, entre otros), y es evidentemente la comprensión que nosotros recogemos aquí. Cf. Pie-Ninot, S., Op. cit., p. 199. También pp. 30-45. 2 “For myself, it was not logic that carried me on; as well might one say that the quicksilver in the barometer changes the weather. It is the concrete being that reasons; pass a number of years, and I find my mind in a new place; how? the whole man moves; paper logic is but the record of it.” Newman, J., Apología pro vita sua, Op. cit., p. 110. 3 Si bien es una obra que ya hemos citado en este trabajo, señalemos que se trata de un texto que nuestro autor escribió con el fin de dar cuenta de cómo fue viviendo su proceso de conversión a la Iglesia Católica (su primera publicación data de 1865, solo cinco años antes de publicar la Grammar of Assent). Aquí expresa, 1 lo nocional desde la perspectiva de la aprehensión. En efecto el oxoniense nos describe en la Gramática del asentimiento, la diversidad de momentos en que la inferencia (vinculada a lo nocional) y el asentimiento (vinculado a lo real) actúan en el individuo. En coherencia con este principio, Newman comienza por aceptar los hechos ―en particular aquellos de la imaginación― en vez de cuestionarlos. 4 Ahora bien, al hablar de imaginación no estamos señalando una especulación posible o probable, fruto de divagaciones mentales, sino aquella imagen mental que se ha producido en virtud de una determinada experiencia, y que estando en la mente posibilita desarrollar a partir de ella nuevas imágenes. Pensemos en cómo se vislumbran las ideas del oxoniense en el proceso cognoscitivo que se nos va presentando. El primer elemento es que existe una experiencia (E) que un primer individuo (A) aprehende, llamémosle a esta realidad captada X. La experiencia (E) puede ser aprehendida por otro individuo (B) pudiendo generar en él una imagen distinta (Y) a la del individuo A. Con ello se pueden suscitar también proposiciones distintas que en cada uno de los individuos (A-B) se harán coherentes y consecuentes con la realidad experiencial aprehendida (E). Estas aprehensiones pueden posibilitar un asentimiento a la realidad que enuncian, dada la experiencia que de ellas se ha alcanzado. Pensemos ahora en un tercer individuo (C) que sólo aprehende lo que le es formulado por A y B, es decir, X e Y. En este caso el individuo C no tiene experiencia de E salvo los antecedentes aportados por A y B. Lo que sucede en C tiene entonces solo dos posibilidades, o bien se presenta en C una noción (N) de aquello que siendo real ha sido transmitido por A y B o, por razón de experiencias previas (EP), de imágenes mentales antecedentes, C pueda concatenar estas imágenes permitiéndole asentir a la aprehensión de aquello que A y B a su vez aprehendieron. En un esquema: como él mismo lo dice, sus ideas religiosas, las influencias que tuvo en su proceso vital, las circunstancias que fueron mellando sus convicciones, y los descubrimientos que se fueron suscitando en su vida, al punto de conducirlo a la Iglesia de Roma. Por lo mismo, para conocer el itinerario espiritual y teológico que va gestándose en Newman, esta obra resulta ser de lectura irrenunciable. Cf. Op. cit., Preface, pp. iii-xv. 4 Cf. Schmucker, J, Op. cit., p. 205. Cf. también el punto dos de la primera parte: La comprensión epistemológica de Newman. Asimismo el punto 4.2, acerca del asentimiento real. O el punto que desarrollamos más abajo sobre lo absurdo que resulta justificar racionalmente la experiencia de la fe. 2 P A N X C E B EP Y S R E En cualquier caso para que se diera un asentimiento real de C se requiere de la experiencia a priori a X e Y. Si no existen antecedentes previos, la noción aportada a C por A y B puede ser asentida pero sólo nocionalmente (N). Para que C alcance un asentimiento real (R) debe tener experiencia de E o asociar por imágenes de experiencias previas (EP) a E con sus propias imágenes mentales fruto de sus experiencias. Sea de modo directo o indirecto, la experiencia juega un rol determinante en el asentimiento real. La validez de las nociones solicita la experiencia, y a su vez la experiencia requiere de la noción para ampliar conocimiento. En sentido negativo lo que hemos afirmado más arriba dice relación con aquello que surge de la experiencia, que terminará siendo siempre real en sí mismo, exista o no aprehensión a la proposición que de ello surja. Por esto mismo aquello que llamamos nocional dice relación con las proposiciones y no respecto de las experiencias. Lo nocional es sólo proposicional y lo real es experiencial. Por ello en el asentimiento nocional asentimos por uno u otro motivo a la verdad de la proposición, pero no a aquello que enuncia la proposición. En clave teológica diríamos que no hay asentimiento al Misterio de Dios mismo, sino al enunciado que hacemos de él. Newmaniana hablando la inferencia aporta en el sentido que posibilita avanzar en nuestros razonamientos y reflexiones. No obstante, ella se ve limitada a la hora de ponernos frente a lo real de nuestras decisiones que, como hemos explicitado, no se rigen necesariamente por la formalidad de conjeturas. En efecto, la inferencia será tanto más limitada mientras más abstracción haya en los conceptos e ideas que esté manejando y sean 3 sujeto de reflexión. En este sentido la inferencia es en sí misma una abstracción que puede conducirnos, bajo una concatenación de conjeturas, a nuevas abstracciones. El tema es cómo ella se puede erigir en instrumento capaz de aportar a reflexiones más consistentes y tocantes a la vida real. Para alcanzar este lugar de la inferencia nuestro autor profundiza en la idea de la inferencia informal. 5 Lo propio de la inferencia informal es que si bien es igual a la inferencia formal en casi todos sus términos (en lo fundamental su realidad condicionada a las premisas) esta tiene una marcada diferencia en un aspecto en particular, a saber, que se aplica a las realidades de la vida y no a una abstracción. 6 Esto quiere decir que no nos encontramos aquí frente a un discurso formal y abstracto, sino que hay otros elementos que a la hora de hacer y emitir un juicio entran a jugar un rol preponderante. Sus consideraciones dicen relación con lo concreto. 7 La inferencia informal pudiendo ser ─bajo un análisis de premisas y conclusiones─ igual en todos los casos a la inferencia formal, al situarse en un individuo en particular, este puede llegar a conclusiones diversas, respecto de los otros, dada la variabilidad de posibilidades que en lo concreto le afecten. Estas posibilidades inciden en las conclusiones a las que este individuo en particular llegue, así se expresa la inferencia informal, pues el rol inferencial se comprende ahora en relación con la comprensión que sobre determinados fenómenos tenga un individuo. El hombre para actuar racionalmente, según esta propuesta, no se guía en sentido estricto por una concatenación de demostraciones, sino por la probabilidad, intentando buscar el camino más seguro (safest way). 5 A ella le dedican varias páginas de la obra (en la Grammar of Assent, pp. 230-260). Y en el Asentimiento religioso (261-304). Siguiendo el Asentimiento religioso podemos adelantar que la inferencia informal es en definitiva, el método verdadero y necesario para obtener la certeza respecto de algo (261). Característica propia del raciocinio verdadero en cosas concretas (264-286). Ella no sustituye la inferencia formal, pero en lugar de la abstracción remite a las realidades de la vida. (266-271). En síntesis: muchas de nuestras certezas dependen de pruebas que no son formales, sino personales, no se someten a una regla lógica (272). 6 “[…] que no viene a sustituir el tipo de inferencia lógica, sino que es idéntico con ella: con la diferencia que ya no es una abstracción, sino que ha sido llevado a las realidades de la vida”. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., p. 264. 7 Se trata del carácter concreto de la realidad logrado a través de una aprehensión imaginativa que suscita, por ejemplo ─respecto de Dios y de sus atributos─ una confesión real, tal y cual se produce en el hombre una aprehensión real. Cf. Schumucker, J, Op. cit.,p. 206. 4 En el ámbito religioso este principio posibilita la justificación de la razonabilidad de la fe, pues al guiarse por la probabilidad no se está prescindiendo de la certeza, sino que se reconoce la posibilidad de alcanzar una certeza moral razonable aunque no demostrativa. 8 Este tipo de razonamiento abarca una realidad más global que la sola inferencia formal, pues la mente ─nos señala Newman─ no puede llevar un análisis exhaustivo de cada uno de sus aciertos y asentimientos. 9 Hay determinadas circunstancias en donde estos asentimientos recurren a ideas que se encuentran en un marco general y que sería imposible detenerse a analizar en cada caso: “[…] que tal proceso de raciocinio es más o menos implícito y sin directa y plena advertencia de la mente que lo ejerce […] nuestra mente no es capaz de llevar a cabo un análisis completo de los motivos que la llevan a una conclusión particular, y está movida y determinada sólo por una prueba global, que es únicamente reconocida en su conjunto y no en sus partes constituyentes.” 10 Este modo de llegar a conclusiones sería para nuestro autor la forma regular del razonamiento. Ahora bien, el no reconocimiento de las formas o partes que constituyen una determinada estructura no significan que estas en particular no estén, sino simplemente que el ejercicio de asentir a tal o cual proposición involucra informalmente una serie de elementos que forman parte de una realidad más global en el individuo en particular. 11 En síntesis, la inferencia informal en su carácter inferencial ─y por tanto de dependencia absoluta de las premisas─ está presente, aunque no necesariamente de modo explícito. 12 8 Cf. Copleston Frederick., Historia de la Filosofía, V, Ariel, Barcelona, 2004, pp.160-164. En este sentido pareciese que Newman nos describe aquello que él descubre en sí mismo. Esta es la afirmación que hace un newmaniano: “The conclusión we reach when we try to determine the source of Newman’s thought about the logic of faith is that the source is basically Newman himself.” Pailin, D, Op. cit., p. 91. 10 “[…] that such a process of reasoning is more or less implicit, and without the direct and full advertence of the mind exercising it […] so is the mind unequal to a complete analysis of the motives which carry it on to a particular conclusion, and is swayed and determined by a body of proof, which it recognizes only as a body, and not in its constituent parts”. Newman, J, Grammar of Assent, Op .cit. p. 233. También Cf. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., p. 264;272;295. 11 Aquí se percibe aquello que Keble, amigo de Newman e interlocutor con él en la formación del movimiento de Oxford, señalaba frente a las ideas de las disposiciones personales de un individuo para darle asentimiento a la fe. En efecto, para Keble la firmeza del asentimiento a la doctrina religiosa no depende tanto de las probabilidades (como señalaba Butler), sino del poder vivo de la fe y del amor que la aceptan, son la fe y el amor los que dan a la probabilidad una fuerza que por sí misma no tiene. Cf. Newman, J, Apología pro vita sua, Op. cit., p. 18 12 Newman desarrolla esta idea de un modo particular en sus Sermones Universitarios, en concreto en el sermón XIII. Cf. Newman, J, University Sermons, Notre Dame, Indiana, 2003, p. 251. 9 5 Cuando usamos la inferencia formal para asimilar cosas concretas, esta sólo nos aproxima a resultados probables, pues las premisas de las que parte son supuestas, y las conclusiones que de ellas derivan son abstractas. Pues estas premisas se remontan en sentido ulterior a los primeros principios 13 y todo argumento exige una serie de presuposiciones que se deben aceptar sin demostración alguna. En este sentido las conclusiones a las que llega terminan siendo aproximativas, pues no alcanzan la realidad particular. En síntesis, se hace necesario dirigir la atención al modo de razonar de la mente acerca de hechos concretos. La inferencia formal tiene su valor y utilidad, pero no agota todas las posibilidades de razonar. 14 2.- La primacía de lo real Estas reflexiones newmanianas tienen en materia de fe implicancias enormes, ya nos detendremos en ello. Solo afirmemos aquí que al situar la inferencia informal en una especie de dependencia directa de las características y procesos personales ─los que a su vez son el resultado de una serie de elementos culturales, educacionales, familiares, etc.─ 15 esta queda sujeta al ámbito de lo que en la persona se ha construido y constituido, por lo que pasa a ser una característica del individuo que bajo una impronta colectiva, lee y analiza la situación particular que se le presenta (y por tanto razona) a modo de “don personal.” 16 13 Entendemos por principios, con Newman, aquellas realidades básicas, más allá de las cuales no podemos remontarnos y no obstante se transforman en sujetos de los que procede todo razonamiento: “cuando se sigue la pista de nuestro argumento hasta sus elementos más simples, siempre tiene que haber supuesto en último término, algo no susceptible de prueba, y sin lo cual nuestra conclusión sería tan ilógica como la fe suele parecerlo a los mundanos.” Newman, J, La fe y la razón, sermones universitarios, Encuentro, Madrid, 1993, p.264. Para un estudio mas profundo y detallado de la evolución y significado de los primeros principios (First Principles) proponemos confrontar con, Achten, R., First Principles and our Way of Faith. A Fundamental-Theological Study of John Henry Newman’s Notion of First Principles, European University Studies Series XXIII, Vol. 539, Peter Lang, Frankfurt, 1995. 14 Cf. Morado, G. También nosotros creemos porque amamos: Newman y la cuestión de la fe, Op. cit., p. 46 15 “un problema intelectual puede afectar de forma distinta a mentes diversas”. Cf. Op. cit., Newman, J, Asentimiento religioso, p. 272. 16 No por una necesidad científica; sino por acción de la propia mente; por la percepción individual de la verdad; por un sentimiento de deber con cierta conciencia intelectual, más explícitamente, conciencia como componente intelectual del asentimiento. Cf. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., p. 285. El tema de la conciencia así entendido es el que nuestro autor desarrolla en su obra póstuma The philosophical Notebook, aquí se intenta mostrar una prueba metafísica de la existencia de Dios, en donde el punto de partida no es el mundo exterior sino un hecho interior, a saber, la conciencia moral, que le da cuenta al sujeto no sólo de la conciencia de sí mismo sino la de su Creador. Cf. Newman, J, The philosophical Notebook, Birmingham Oratory, Nauwelaerts Publishing House, Louvain, 1969. También, Walgrave, J.H. Consciencie de soi et consciencie de Dieu. Notes sur le Cahier Philosophique de Newman, Thomas Review, N°71, 1971, pp. 367- 6 La logicidad y el discurso formal tienen su rol, pero, no tiene primacía, pues la mente elabora y asiente a realidades que solicitan de tantas variables como incidencias en ella, tal o cual hecho puede sugerir. En efecto, para nuestro autor, el proceso mental tiene un rol protagónico y activo en la toma de decisiones y no responde a lógicas preestablecidas, pues la logicidad es una cualidad del proceso mental y no al revés. Aunque existiesen las posibilidades de que varios individuos llegaran a las mismas conclusiones los caminos por los cuales se llega a tal o cual asentimiento son o pueden ser diversos. Siempre hay un acto personal en tal o cual asentimiento sobre tal o cual realidad. Newman apela a la naturaleza del hombre, a lo concreto de los datos que constituyen al ser humano ontológicamente, como elemento primario. La fuerza objetiva de un argumento requiere siempre del acto personal: el carácter de la persona; su situación vital; lo que el sujeto haya aprehendido en forma real son elementos que tienen incidencia directa en el asentimiento del individuo. 17 Esta clara preeminencia de lo real y concreto se vislumbra en el oxoniense con eximia claridad, su apuesta dice relación con la realidad de los hechos y por tanto es esto lo que prevalece en su análisis: “Vivimos en un mundo de hechos y hacemos uso de ellos, pues no podemos hacer uso de otra cosa.” 18 Esta comprensión realista de Newman refleja en parte su trasfondo religioso: “Como la estructura del universo nos habla de aquel que lo hizo, así también las leyes de nuestra mente son la expresión, no solamente del orden establecido, sino también de su voluntad.” 19 De este modo nos encontramos con una intención y comprensión newmaniana respecto de la realidad de las cosas y el universo en cuanto tal. Por lo mismo es que no elabora a priori una teoría sobre el acto de fe, sino que parte de ella tal como se encuentra plasmada en la Sagrada Escritura, vivida por los santos, expresada en los credos y practicada en la Iglesia. 380. Es la misma idea de la Grammar: “Tal organon viviente es un don personal, no un mero método o cálculo”. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., p. 284. 17 Cf. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., pp. 270-274. 18 “We are in a world of facts, and we use them; for there is nothing else to use.” Newman, J, Grammar of Assent, Op. cit., p. 272. 19 “As the structure of the universe speaks to us of Him who made it, so the laws of the mind are the expression, not of mere constituted order, but of His will.” Cf. Op.cit. Newman, J, Grammar of Assent, p.275. 7 En este sentido la certeza garantiza la verdad de la proposición de la que estamos ciertos, pero la verdad de la certeza misma sólo puede estar garantizada por otra certeza, y así infinitamente, por lo que exige en sí misma una garantía de verdad. 20 Esta garantía versa sobre la particularidad de tal y cual certeza, no sobre el todo de la infalibilidad del que da la certeza y la sostiene sobre la peculiaridad de un hecho. De este modo la certeza se evidencia como un estado natural de la mente y, pudiendo eventualmente haber razones para ser más cautelosos, no las habrá para rechazar la realidad sobre la que se tiene certeza. En otras palabras, si damos asentimiento a proposiciones falsas, lo que falla no es el asentimiento mismo sino los motivos que a él nos llevaron. La base de nuestro conocimiento se constituye sobre hechos y verdades sobre los cuales podemos tener certeza, pues fuera de ellos nos quedamos en el ámbito de la opinión. 21 Es así con las generalidades de la historia o las generalizaciones de la ciencia, existe en ellas un substrato último cierto sobre el que deviene la certeza y sus probabilidades. La religión, análogamente, en tanto tiene el conocimiento corriente y directo del Creador (atributos, actos, obras…), para ser auténtica, solicita de certezas o al menos de asentimientos sobre los que venga la certeza. 22 En efecto, “la fe es propiamente un asentimiento, un asentir sin dudar, o sea, una certeza.” 23 “Pero si la religión ha de consistir en verdadera devoción y no ha de ser un mero sentimentalismo, si ha de constituir el principio supremo de nuestra vida […] necesitamos más que un cierto contrapeso de argumentos para fijar y controlar nuestro espíritu. El sacrificio de las riquezas de la fama, de la posición, la fe y la esperanza, el dominio de si mismo […] presuponen una 20 Aunque el tema de la certeza Newman lo había trabajado en los University Sermons, es en la Gramática del Asentimiento donde se profundiza en ella en relación al asentimiento. La certeza, en efecto, exige una ausencia de duda; ahora bien, si la fe es un asentimiento, se entiende que esta no se puede dar en la mente junto a la duda. La certeza se expresa como asentimiento complejo, es un nuevo asentimiento después de llevar a cabo una reflexión acerca de los fundamentos que apoyan el asentimiento primero sobre el que la certeza recae. Cf. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., pp. 182-183. 21 Esto sucede precisamente en el ámbito de la fe. En efecto, a juicio de Newman, la fe considerada como hábito interior no depende de investigaciones ni de exámenes positivista-científicos, sino que tiene su propia base específica, cualquiera sea esta, tan real como la tiene la conciencia. Cf. Op. cit., Newman, J, University Sermons, p. 184. 22 Cf. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., pp. 221-222 23 Juergens, S., Op. cit., pp. 101-102 8 aprehensión real y una intuición habitual de los objetos de la revelación, que no puede tener otro nombre que certeza.” 24 Con esto ya está en camino de descripción y análisis del proceso que nos permite alcanzar, a modo de instrumento, algún conocimiento. Insistimos en que no estamos aquí hablando de aquello que pretenda ser afirmativamente conocido, pues esto nos llevaría a un problema de carácter más bien gnoseológico que epistémico. 25 Como señala el propio Newman: “No es de mi incumbencia aquí determinar cómo es que llegamos a la certeza: me basta con que sintamos de hecho que estamos ciertos”. 26 Se trata entonces de describir el proceso, y analizarlo tal y cual se nos presenta, y de este modo justificar un conocimiento cierto hacia una determinada realidad. Ratificando un poco más esta intención, reitera Newman: “Mi intención […] no ha sido exponer una teoría que pueda dar razón de los fenómenos intelectuales que se mencionan [la inferencia formal e informal], sino averiguar los hechos […] o sea, cuando damos nuestro asentimiento a una proposición y en qué circunstancias.” 27 Este asentimiento se sitúa, por decir así, en otro estadio que va más lejos: allí donde más que preguntas y argumentaciones nos topamos con la aceptación de realidades. 24 “but if religion is to be devotion, and not a mere matter of sentiment, if it is to be made the ruling principle of our lives […], we need something higher than a mere balance of arguments to fix and to control our minds. Sacrifice of wealth, name, or position, faith and hope, self-conquest,[…] presuppose a real hold and habitual intuition of the objects of Revelation, which is certitude under another name.” Newman, J, Grammar of Assent, Op .cit., p.181. Queremos reparar en esta nota en el cuestionamiento que a Newman le parece el problema de sostener y comprender la fe como mero sentimiento. En efecto, con esta afirmación nuestro autor cuestiona el antecedente opuesto al racionalismo, a saber, el evangelismo que se levantaba como camino hacia la fe sobre la base de los puros sentimientos, en oposición a la High Church. Tanto el racionalismo como el sentimentalismo, pasan a preocupar al oxoniense no renunciando a sus aportes vitales y necesarios en la constitución de una fe real. Lo que Newman cuestiona de ellas es evidentemente ambas tendencias solo comprendidas en sus límites propios. Para comprender mejor estas polarizaciones de la fe que nuestro autor intenta abordar, véase en la introducción de nuestro trabajo el acápite concerniente a la Iglesia de Inglaterra (1.3). 25 Recordemos que la cuestión de la fe se enmarca aquí no como objeto a alcanzar, de lo que se trata es de validar el cómo es posible llegar razonablemente a ella. Lo que nos detiene es la praeambula. En este sentido, se abre un marco mucho más amplio, como condición de posibilidad, a la adhesión de un individuo en particular a la fe misma. Cf. Nédoncelle, M. Newman, John Henry, 1801-1890. Oeuvres philosophiques de Newman, trad. de S. Jankelevith, Aubier, París, 1945, p.114. 26 “How it comes about that we can be certain is not my business to determine; for me it is sufficient that certitude is felt.” Newman, J, Grammar of Assent, Op. cit., p. 270. 27 “My object […], not to form a theory which may account for those phenomena of the intellect of which they treat, viz. those which characterize inference and assent, but to ascertain what is the matter of fact[…], that is, when it is that assent is given to propositions which are inferred, and under what circumstances.” Op. cit., p. 305. 9 “Si creemos en la revelación hemos de creer en lo revelado, en todo lo revelado, por cualquier medio que venga a nuestro conocimiento, sea por razonamiento o de otra manera. El que cree que Cristo es la verdad y que los evangelistas son veraces, cree todo lo que Cristo ha dicho a través de ellos, aunque de hecho no haya leído más que a San Mateo, pero no a San Juan. El que cree en el depósito de la revelación, cree en todas las doctrinas en él contenidas; y puesto que no puede conocerlas todas a la vez, conocerá algunas de ellas y no conocerá otras. Puede ser que conozca tan solo el credo, o algunas partes más importantes del credo. Pero si conoce mucho o conoce poco, tiene la intención de creer todo lo que hay que creer ─si es que realmente cree en la revelación─ siempre que y tan pronto como le sea conocido. Abraza con su intención y con un solo acto de fe todo lo que de momento conoce revelado, y todo lo que conocerá como revelado, y todo lo que puede ser conocido como tal. De lo contrario creería esto o aquello por puro accidente, no por ser revelado. Esta fe virtual, interpretativa o prospectiva se llama fe implícita.” 28 Newman destaca el hecho que el profundizar e investigar nuestros fundamentos en razón de alguna cuestión con el asentimiento a la misma no es incompatible, no obstante cuando inquirimos hablamos de algo distinto, pues el inquirir supone la duda y esto es incompatible con el asentimiento. 29 El asentimiento, de por sí, da fuerza a aquello que asentimos y la confirmación del mismo, en cuanto asentimiento al asentimiento, revela el acto reflejo pero debilita el asentimiento mismo. En otras palabras, el asentimiento tiene un valor en sí mismo, más allá de los fundamentos que le sostienen, pues estos últimos exigen 28 “And so, in like manner, of the whole depositum of faith, or the revealed word:— If we believe in the revelation, we believe in what is revealed, in all that is revealed, however it may be brought home to us, by reasoning or in any other way. He who believes that Christ is the Truth, and that the Evangelists are truthful, believes all that He has said through them, though he has only read St. Matthew and has not read St. John. He who believes in the depositum of Revelation, believes in all the doctrines of the depositum; and since he cannot know them all at once, he knows some doctrines, and does not know others; he may know only the Creed, nay, perhaps only the chief portions of the Creed; but, whether he knows little or much, he has the intention of believing all that there is to believe whenever and as soon as it is brought home to him, if he believes in Revelation at all. All that he knows now as revealed, and all that he shall know, and all that there is to know, he embraces it all in his intention by one act of faith; otherwise, it is but an accident that he believes this or that, not because it is a revelation. This virtual, interpretative, or prospective belief is called a believing implicitè.” Cf. Op. cit., Newman, J, Grammar of Assent, pp. 130-131. 29 Pues, en algunos casos, señala Newman, lo que puede parecer como una corriente de escepticismo o una fe fundada sobre la duda, puede no ser más que mera tentación, aunque intranquilice a la certeza. En tal caso, la fe puede expresar la firme convicción del entendimiento; seguridad grave, profunda, reposada de la experiencia madura, aunque ya no el fácil asentimiento del joven, o del espíritu generoso o irreflexivo. Cf. Newman, J, Asentimiento religioso, Op .cit., p.207. 10 el ejercicio intelectual que no nos toca directamente. 30 El asentimiento resulta una realidad operante. 31 He aquí el aporte fundamental que hace Newman respecto de los vínculos de la inferencia con el asentimiento, pues lo inferencial que responde a partir de lo señalado a la lógica formal busca su descripción y análisis argumentativo a partir de las fuentes externas a la misma. Sin embargo, el raciocinio que interesa a nuestro autor es el mental, es decir, aquello que de hecho sucede en la mente y que no dice relación con la explicación argumentativa formal propia de la inferencia. Lo inferencial intenta explicitar aquello que de hecho sucede en la mente, es el reflejo externo de ella, pero al explicitar el conocimiento se topa con los límites propios del lenguaje y comprensión respecto de lo que realmente sucede. En este sentido Newman se preocupa de las cosas tal y cual se dan, aunque estas digan relación con este determinado raciocinio mental del cual nuestro autor da cuenta. La mente va buscando, analizando y solicitando elementos que no necesariamente forman parte de un discurso formal y sin embargo concluye, y a veces con más intensidad y fuerza que aquellas formalidades externas que le pueden venir a ella: “Lo que raciocina y asiente es la mente, no un esquema sobre un papel “ 32 . No obstante, hay que decir con Newman que aquí se trata de probabilidades frente a las que la mente asiente y que le permiten, también en el ámbito del asentimiento, bajo un cúmulo de acepciones, llegar a acciones concluyentes de carácter implícito, 33 pues a la hora de explicitarlas aparece la formalidad y es de ella precisamente que nuestro autor quiere 30 Recordemos que “el asentimiento a una proposición real es asentimiento a una imagen, y la imagen, por proporcionar objetos adecuados a nuestra naturaleza emocional y moral es capaz de ser principio de acción.” Cf. Loc. cit. p. 203. 31 Del mismo modo, señala Newman que aquella profundidad que se gana con el asentimiento reflejo, se pierde en frescura y vigor como característica del asentimiento en si mismo. Cf. Op. cit. p. 204. 32 “It is the mind that reasons and assents, not a diagram on paper”. Newman, J, Grammar of Assent, Op. cit., p. 151. 33 El modo de obtener la certeza no es inalcanzable en este caso, sino que el modo de llegar a ella es distinto al demostrativo, pues es posible obtener certeza siguiendo un método de convergencia de probabilidades mutuamente independientes, posibilitando el paso de una inferencia condicional al asentimiento incondicional. Cf. Morado, G, Newman y la cuestión de la fe, En: También nosotros creemos porque amamos, Op. cit., p. 51. 11 verse liberado. 34 Veámoslo en un ejemplo que nos da el propio Newman: “si vamos inscribiendo polígonos regulares en un círculo, a medida que los lados van siendo menores el polígono tiende a convertirse en círculo, pero en realidad deja de ser polígono antes de convertirse en círculo, de manera que su tendencia a ser círculo, aunque está cada vez más cerca de cumplirse, de hecho no llega a cumplirse jamás.” 35 Pues de igual forma podemos prever una conclusión en lo referente a lo concreto, aunque de ningún modo podamos alcanzarla realmente. 36 “Todos estos procesos de raciocinio a menudo están controlados y dirigidos por un instrumento intelectual que es demasiado sutil y espiritual para que pueda ser científico.” 37 Con lo que hemos descrito sistematizamos en lo elemental los vínculos de la inferencia respecto del asentimiento, que nos permiten dar cuenta en la distinción newmaniana, la condición de posibilidad para que acontezca realmente el acto de fe. 3. El conocimiento real concomitante a la fe real Nuestro autor describe un modo de conocer, y eventualmente asentir a aquello que no necesariamente se expresa en el plano lógico-formal. Hablamos de un modo de conocimiento distinto, el que él llama real, que como hemos citado no dice relación directa con la formalidad de premisas, y por tanto no se condiciona a idea abstracta alguna. 38 Esto lógicamente nos exige una explicitación de este tipo de conocimiento, aplicado ya a lo que en materia religiosa respecta. Específicamente hablamos de un tipo de conocimiento propio en la experiencia de fe religiosa. Hemos podido ya descubrir que en la epistemología presentada por nuestro autor hay que distinguir varios estadios o momentos que dan cuenta de su esquema en el plano 34 Newman propone tres ejemplos en la obra para dar cuenta del proceso a través del cual la mente infiere, también en materia de leyes matemáticas o científicas y, por tanto, los métodos positivistas caen en último término en los mismos mecanismos y procesos lógicos que el desarrollo inferencial mental. Cf. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., pp. 289-294. 35 Cf. Op. cit. pp. 287-288. 36 Sin embargo, aunque no se pueda alcanzar, solicita la indefectibilidad hacia la certeza como característica esencial. Cf. Brunton, J.A., The indefectibility of Certitude, Downside Review 86, July 1968, pp. 250-65. 37 Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., p. 322 38 “El propósito de Newman era, pues reivindicar el derecho del hombre normal y corriente, y especialmente del sencillo y poco instruido, a asentir, y a tener certeza de verdades que nunca había demostrado y, probablemente, nunca podría demostrar.” Dessain, C, Op. cit., p. 207. 12 del conocimiento. Pues las realidades tal y cual se nos presentan (N) son parte de un proceso cognoscitivo, pero aquello que percibimos de tales realidades (Z) forman un antecedente distinto de la misma realidad.39 A su vez, aquello que hemos percibido (Z) de tales realidades (N) no son lo mismo que aquello que eventualmente podemos decir de ellas (R). En todo caso lo que convoca nuestro estudio es aquello que encontramos en lo percibido (Z). Es precisamente aquí donde se juega el rol personal de cada individuo, aquello que él conoce realmente es lo que le permite prescindir en un segundo estadio de las consideraciones previas y especulaciones posteriores. Una mente bien dispuesta podrá recibir aquello que por ella puede ser conocido y a esto conocido otorgará, al menos como posibilidad, tal o cual asentimiento. Pues se trata de una adhesión de la mente, un acto intelectual, en donde la globalidad del individuo (razón; afectos; imaginación…) están mutuamente implicadas. La capacidad del dogma de provocar en el individuo en particular un asentimiento real está dada por la misma estructura histórica y concreta de la revelación, en la que Dios mismo sale al encuentro del hombre y lo interpela personalmente. 40 N Realidad que se nos presenta Z R Rol personal Lo que decimos de la realidad conocida Esto en materia de fe religiosa, propiamente tal, resulta sistemáticamente relevante pues “en lo que toca a la investigación religiosa, cada uno de nosotros puede hablar únicamente por sí mismo, y tiene derecho a hablar sólo en lo que se refiere a sí. A él le bastan sus propias experiencias, pero no puede pretender hablar para los demás, no puede asentar la ley general, sólo puede aportar sus propias experiencias al acervo común de los hechos psicológicos. Él sabe lo que le ha satisfecho y lo que le satisface a él, es probable que satisfaga también a otros […] Y sin duda encontrará de hecho que lo que a él le 39 Se trata de una forma personal de la inteligencia. Cf. Jervolino, D, Op. cit., pp. 79-80. Cf. Morado, G, Visión newmaniana del acto de fe. En: También nosotros creemos porque amamos, Op. cit. p. 95. 40 13 convence, convence también a los demás, teniendo en cuenta la diversidad de inteligencias y maneras de hablar.” 41 Lo que el individuo ha alcanzado personalmente en materia de fe es lo determinante en su vida, y por tanto la autenticidad de esa misma fe revelará la calidad de la misma, y aquí confluyen diversas realidades que en último término son propias del individuo. Pero este individuo no está solo, él vive en un medio que, dependiendo de las circunstancias en las que se desarrolle, puede o no experimentar una cercanía con la experiencia religiosa. La comunidad o el entorno pueden favorecer el despertar religioso de aquel, pero no por caminos formales, sino que dadas las prescripciones correctas en el individuo la experiencia de otros ─al menos como posibilidad─ puede resultar motivante y creíble. Estas prescripciones son constitutivas de una fe real y, a su vez, resultado de un conocimiento real de esta misma experiencia de fe que se atestigua. 42 La causa de este modo de conocimiento y acceso a la fe radica precisamente en esta limitación que “mientras yo puedo probar a satisfacción mía que el cristianismo es de origen divino, no pueda forzar a nadie a admitir esa verdad.” 43 Por tanto, un proceso inferencial no podría en el camino que Newman nos presenta conducirnos a una fe real, pues la fe verdadera supone necesariamente un conocimiento verdadero, pero este ─como hemos ya citado─ dice relación con una realidad, pre-teórica; pre-conceptual; pre-formal. 44 En definitiva, vital. 41 “In religious inquiry each of us can speak only for himself, and for himself he has a right to speak. His own experiences are enough for himself, but he cannot speak for others: he cannot lay down the law; he can only bring his own experiences to the common stock of psychological facts. He knows what has satisfied and satisfies himself; if it satisfies him, it is likely to satisfy others; […]. And doubtless he does find in fact, that, allowing for the difference of minds and of modes of speech, what convinces him, does convince others also.” Cf. Newman, J, Grammar of Assent, Op. cit., p.300. 42 “No puedo convertir a nadie partiendo de presupuestos que ellos no me quieren conceder; y sin presupuestos nadie puede probar nada sobre nada”. Newman, J, Asentimiento religioso, Op. cit., p. 358. 43 Cf. Op. cit. p. 359. 44 Esta afirmación, es la que nos llevará en el apartado siguiente a resolver el ejercicio teológico como acto segundo respecto de la fe. No se trata de un antirracionalismo, sino más bien de reconocer la racionalidad como un proceso humano que tiene su tiempo y lugar necesario, el mismo Newman señala que “Ser racional, poder hablar, pasar por cambios sucesivos desde la infancia al sepulcro es algo propio de la naturaleza humana”. Op. cit. p.102. Pero el lugar de la razón, en lo que respecta al creer, pasa por un momento distinto dentro del mismo acto del creer. 14 El camino e intento por probar la veracidad del cristianismo se enmarca en “el hecho” causal que posibilita dar razón de lo que se cree, más que en la razón que puede justificar un hecho, “[…] el intentar probar la verdad del cristianismo de la misma manera informal con que yo he nacido en este mundo y que moriré para salir de él.” 45 Y todo esto por la misma razón de informalidad con que llegamos a la fe: “El cristianismo crea una certeza de su verdad por medio de argumentos que son demasiado variados para que puedan enumerarse, demasiado profundos y personales para que puedan expresarse con palabras, demasiado poderosos y convergentes para que puedan refutarse.” 46 Aquí nos encontramos con los mismos principios que nuestro autor explicita respecto del conocimiento real, que ahora aplica a la fe cristiana. De este modo el conocimiento real en toda su estructuración y distinción epistémica, da cuenta de una fe real que bajo esta clave, se nos presenta no sólo razonablemente, sino que humanamente posible. La fe real supone un conocimiento real. Pero este conocimiento real se construye, como ya hemos visto, sobre realidades que están de hecho, que no se condicionan a premisas, que no están sujetos a formalidades, pero, que no obstante, se muestran con evidencia en el acontecer personal y social. En efecto, es otro tipo de conocimiento, es otra racionalidad la que pone en juego las caracterizaciones propias que hacen posible un camino epistemológico hacia una verdadera fe. 47 Es el conocimiento real que se torna concomitante a una fe real, lo otro es la formalidad, que si bien resulta relevante, no acarrea consigo, necesariamente, una fe real. Cuando necesitamos de un conocimiento real o abstracto, el método ─dice Newman─ está en concomitancia directa con la materia de que se trata; más en particular 45 Op. cit. p. 360. Op. cit. pp. 420-421, también, p. 358. En la Grammar of Assent, p. 379. “Christianity creating a certitude of its truth by arguments too various for direct enumeration, too personal and deep for words, too powerful and concurrent for refutation”. 47 Newman situará la fe en el marco del proceso a través del cual el hombre alcanza conocimiento. Su visión del acto de fe es inseparable de su concepción general del conocimiento humano. Frente al racionalismo, la epistemología de Newman destaca la primacía de lo real, tal como se manifiesta en la experiencia humana. Cf. Morado G, Newman y la cuestión de la fe, En: También nosotros creemos porque amamos, Op. cit., p. 61. Véase también: Lamont, John R. Newman and faith and rationality. International Journal for Philosophy of religion. N°40, 1996, 2. pp. 63-84; Connolly, John R. Newman on human faith and divine faith: clarifying some ambiguities, Horizons, 23, 1996, 2, pp. 261-280; Merrigan, Terrence,The image of the Word: faith and imagination in John Henry Newman and John Hick, Newman and the Word, 2000, pp. 5-47; Fuente Martínez, Alberto, Revelación y fe en Henry Newman, Mayéutica, N° 24,1998, 58, pp. 431-484. 46 15 por el carácter concreto-abstracto de la misma. La cosa o materia condiciona o determina el modo de acceder y conocer. 48 Por la razón antes señalada, la experiencia religiosa solicita por su propia naturaleza de cosas concretas, de experiencias reales que se vean liberadas de discursos formales que no logran, como ya hemos dicho en la primera parte de este escrito, mover al individuo; y en el caso particular de la fe cristiana, transformar la vida. La fe será real, si y solo sí, esta logra ser movida por el carácter experiencial, vital, de un individuo en particular. 49 En síntesis podemos concluir con Newman que: 1. La dimensión de lo real es concomitante al asentimiento. 2. La racionalidad lógico discursiva (conocimiento nocional) no es la instancia suprema que justifique cualquier operación humana. 3. La distinción epistemológica nocional-real no nos habla de elementos que se excluyen recíprocamente. El planteamiento de Newman nos demuestra una clara complementariedad. 4. Newman no intenta hacer una distinción temporal que derive en momentos cronológicos distintos, su distinción es ontológica, y en último término se fundamenta antropológicamente. 5. La relación nocional-real fundamenta una epistemología que opera como distinción en la unidad. La distinción se erige al servicio de la relación. 6. Todo esto nos lleva a la conclusión que en el mismo acto de fe se produce una distinción, nocional-real, que subyace al propio acto, y se da en el mismo individuo que cree. 7. Newman reconoce la fe como un acontecimiento vital. Esto es lo que hará posible, a modo de condición de posibilidad, que el asentimiento a la fe cristiana no esté sólo reservado a los ingenios superiores, sino también a los hombres comunes y corrientes. 48 Cf. Op. cit. p. 245. Nuestro autor utiliza el verbo “to realice” para hablar de la operación del espíritu que hace posible pasar de lo nocional a lo real. En ello se hace necesaria la vinculación con la propia experiencia, que se posibilita por una aprehensión real de una proposición, pues, permite captar los términos de la misma, no como nociones, sino como realidades. Cf. Op. cit. p. 97. Y como profundización en las mismas ideas, Cf. Morales, José, Experiencia religiosa, Scripta Theologica 27, 1995, pp. 69-91 49 16 8. El ser humano, la persona toda, es más que pura racionalidad. La fe, por tanto, en cuanto acto humano, no exige de una fundamentación exclusivamente racional para dar cuenta de su razonabilidad. 9. La fe es un acto global que involucra a toda la persona, es el hombre completo el que actúa movido por la experiencia de la fe, no una parcialidad de él. Esto solicita entonces que haya verdadero asentimiento para provocar efectivamente esta adhesión. 10. La epistemología newmaniana no reconoce vaguedades de conciencia, pues la certeza frente a tal o cual conocimiento se descubre previa al análisis del mismo. La distinción epistemológica (real-nocional) por su propia naturaleza se circunscribe a un ámbito esencial de una vida humana integral. Aunque en el aspecto más práctico de su formulación, se transforma en realidades que actúan en conjunto. En efecto, aquello que en un plano del conocimiento lógico-formal exige una distinción, en lo real-concreto se asume y vive, recibiendo de la formalidad su fundamentación racional. 11. La imaginación se ve enriquecida por la razón, cuando esta le colabora en su sed divina. De hecho, ambas realidades conviven y se retroalimentan enriqueciéndose mutuamente. Este sería el ideal primigenio de una fe madura: imaginación y razón, cada una según su particular modo. La razón, por tanto, se complementa con la imaginación, lo nocional contribuye a lo real. 12. El conocimiento real de Dios se realiza a través de los canales habituales para el asentimiento. Experiencia, afección, imagen, asentimiento. 13. En el acto del creer se evidencian los rasgos propios de la razón que permiten adquirir conocimiento a partir de fundamentos dados, y afirman una realidad porque existe otra que posibilita tal o cual afirmación. Con todo, la Gramática del asentimiento explicita la autenticidad de la fe religiosa y su razonabilidad, que no apela a otro instrumento, sino al modo común en que el hombre adquiere conocimiento, asintiendo a lo que la imaginación le propone como objeto de fe. Esta prueba experiencial que requiere lo real, se transforma así en la base epistemológica que permite fundamentar a nuestro autor un momento previo, subyacente ─a modo de praeambula─ en el acto de fe. 17