DE LA IRA A LA MISERICORDIA

Transcripción

DE LA IRA A LA MISERICORDIA
DE LA IRA A LA MISERICORDIA
Hugo Muñoz | Ecuador
Sus
manos se mueven
enfatizando la
emotividad de sus palabras, aunque
su rostro es tranquilo y amigable
cuando saluda, Hugo Muñoz adopta
un tono más pausado cuando
comparte su vida anterior. Este
pastor de 33 años está casado,
tiene dos hijos y un hogar estable;
pero asegura que no siempre fue
así.
A sus 16 años se dio cuenta que
tenía problemas con manejo de la
ira después de agredir a su novia.
Desorientado buscó refugio y
protección en pandillas. Pronto se
convirtió en el más popular entre
estos grupos debido a su carácter
violento. Drogas y promiscuidad se
convirtieron en algo “normal” para
él.
Tuvo su primera hija a los 18 años,
pero él recuerda que en lugar de
ser más responsable, los vicios y
las peleas continuaron. Su esposa,
también adolescente, cansada del
maltrato decidió dejarlo. Su escape
a la depresión fueron el alcohol y
amigos. Confiesa que su fe siempre
se limitó a una imagen de la Virgen
guardada en su billetera, pero no en
un cambio de vida aún cuando tuvo
una segunda relación y con gemelas
de por medio.
agrega este sembrador que después
de haber vivido todo aquello, sabe
en su corazón que otras personas
necesitan la misma misericordia.
Hugo recuerda que el papá de su
pareja le compartió de Cristo y
le invitó a la iglesia. “Sentí que la
predica de ese día era para mí”,
asegura entre sonrisas. Ese día él
aceptó a Cristo, aunque no iba
regularmente sintió la necesidad de
leer la Biblia y aprender más.
Por esta razón, él predica en el
sur de Quito donde las pandillas
son comunes debido al fenómeno
migratorio de familias del campo
a las grandes ciudades en busca
de algo mejor. También está
plantando una iglesia en la cárcel
de Quito y traduce el amor de Dios
hacía esas personas en actos de
cuidado.
“No entendía el plan de Dios sino
hasta después que me entere que
mis hijas no eran mías”, dice él.
Esto le devasto por completo ya
que sintió que cosechó todo lo que
sembró, pero algo cambio y en lugar
de optar por el alcohol; fue a los
pies de Dios para recibir sanidad y
consuelo.
Siete años han pasado desde que su
vida fue tocada por Jesús. “Papito
fue misericordioso conmigo”,

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