Traumatología en pequeños animales
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Traumatología en pequeños animales
LA EDITORIAL DE LOS VETERINARIOS Juan Pablo Zaera Polo ANIMALES DE COMPAÑÍA La obra se ha estructurado en tres partes claramente diferentes. La primera, en la que el lector encontrará los fundamentos básicos necesarios para comprender por qué cada fractura se resuelve y estabiliza de una forma concreta; una segunda parte, en la que se describen las posibles fracturas en cada hueso, su tratamiento y los diferentes sistemas de fijación que admite; y una tercera parte, en la que se muestran casos clínicos de fracturas poco comunes que viene a completar este catálogo de fracturas, como lo ha denominado el propio autor. Sin duda, se trata de una obra eminentemente gráfica con recomendaciones muy útiles en lo que respecta a los posibles tratamientos de las fracturas y que, por lo tanto, le será de gran ayuda en su práctica diaria. Traumatología en pequeños animales Traumatología en pequeños animales es una obra fundamentalmente gráfica cuyo objetivo es mostrar al lector una amplia variedad de fracturas con sus particularidades en las especies canina y felina, así como los procedimientos seguidos en cada caso para su tratamiento. Traumatología en pequeños animales Resolución de las fracturas más frecuentes Juan Pablo Zaera Polo Traumatología en pequeños animales Resolución de las fracturas más frecuentes CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS Autor: Juan Pablo Zaera Polo. Formato: 22 x 28 cm. Número de páginas: 240. Encuadernación: Tapa dura. ISBN: 978-84-940402-4-5 PVP: 70 € Traumatología en pequeños animales es una obra fundamentalmente gráfica cuyo objetivo es mostrar al lector una amplia variedad de fracturas con sus particularidades en las especies canina y felina, así como los procedimientos seguidos en cada caso para su tratamiento. La obra se ha estructurado en tres partes claramente diferentes. La primera, en la que el lector encontrará los fundamentos básicos necesarios para comprender por qué cada fractura se resuelve y estabiliza de una forma concreta; una segunda parte, en la que se describen las posibles fracturas en cada hueso, su tratamiento y los diferentes sistemas de fijación que admite; y una tercera parte, en la que se muestran casos clínicos de fracturas poco comunes que viene a completar este catálogo de fracturas, como lo ha denominado el propio autor. Sin duda, se trata de una obra eminentemente gráfica con recomendaciones muy útiles en lo que respecta a los posibles tratamientos de las fracturas y que, por lo tanto, le será de gran ayuda en su práctica diaria. Dirigido a veterinarios, estudiantes, profesores y profesionales del sector. Centro Empresarial El Trovador, planta 8, oficina I - Plaza Antonio Beltrán Martínez, 1 • 50002 Zaragoza - España Tel.: 976 461 480 • Fax: 976 423 000 • [email protected] • www.grupoasis.com • Grupo Asís Biomedia, S.L. LA EDITORIAL DE LOS VETERINARIOS Juan Pablo Zaera Polo Curriculum vitae Licenciado en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en 1988. Becario del Deutscher Akademischer Austauschdienst (Servicio Alemán de Intercambio Académico, DAAD) en Hannover durante el curso 1989-90. En 1993 recibe el título de Doctor por la Universidad Complutense de Madrid, donde ejerce como profesor. Ha realizado estancias en la Clínica Quirúrgica de la Universidad de Múnich y en el Departamento de Ortopedia de la Universidad de Michigan. Juan Pablo ha colaborado en diversas publicaciones de libros, monografías y artículos, así como en diversas conferencias en congresos, cursos y talleres nacionales e internacionales. Es miembro del Comité Científico del GEVO y del AO-Vet. Actualmente, es profesor titular de Cirugía en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y responsable del Servicio de Traumatología, Artroscopia, Cirugía del raquis y Tomografía Axial Computarizada (locomotor) del Hospital Veterinario Sierra de Madrid (HVSM). Centro Empresarial El Trovador, planta 8, oficina I - Plaza Antonio Beltrán Martínez, 1 • 50002 Zaragoza - España Tel.: 976 461 480 • Fax: 976 423 000 • [email protected] • www.grupoasis.com • Grupo Asís Biomedia, S.L. LA EDITORIAL DE LOS VETERINARIOS Traumatología en pequeños animales Resolución de las fracturas más frecuentes ÍNDICE DE CONTENIDOS 1. El tejido óseo Generalidades Función Estructura Partes del hueso Tipos de hueso Vascularización 2. Crecimiento óseo y cicatrización Crecimiento óseo Estructura de la placa de crecimiento Cicatrización ósea Fase inflamatoria Fase reparadora Fase de remodelación Leyes de la osificación 3. Clasificación de las fracturas Implicación de los tejidos blandos Fracturas cerradas Fracturas abiertas Número de fragmentos Fractura simple Fractura múltiple Fractura conminuta Dirección del plano de la fractura Fractura transversa Fractura oblicua Fractura espiroidea Fracturas metafisarias y epifisarias Fracturas articulares Tratamiento 4. Estimulación ósea Trasplantes óseos Funciones del injerto Tipos de trasplante óseo Trasplante de hueso esponjoso Trasplante de hueso cortical Injertos de BMP o PRP 5. Sistemas de osteosíntesis y biomecánica Biomecánica y aplicación de los diferentes sistemas de osteosíntesis Clavos Agujas de Rush Agujas de Kirschner Cerclajes Cerclajes Combinación con otros sistemas de osteosíntesis Otras aplicaciones Agujas con banda de tensión Procedimiento de colocación Fijadores externos Componentes Fijadores externos de metilmetacrilato Tipos de fijadores Técnica de aplicación de los fijadores externos Clasificación Salter-Harris Ventajas de la aplicación de fijadores externos Afectación de la superficie articular Elección del tipo de fijador externo Fracturas por arrancamiento Centro Empresarial El Trovador, planta 8, oficina I - Plaza Antonio Beltrán Martínez, 1 • 50002 Zaragoza - España Tel.: 976 461 480 • Fax: 976 423 000 • [email protected] • www.grupoasis.com • Grupo Asís Biomedia, S.L. LA EDITORIAL DE LOS VETERINARIOS Tornillos Tipos de tornillo Placas Clasificación de las placas según su diseño 8. Fracturas del miembro anterior Fracturas de escápula Tratamiento de las fracturas más frecuentes Fracturas de húmero Clasificación de las placas según su función Técnicas de estabilización Técnica de aplicación de las placas Abordaje quirúrgico Placas bloqueadas Tratamiento de las fracturas más frecuentes 6. Complicaciones en la cicatrización ósea Enfermedad fracturaria Etiopatogenia Contractura del músculo cuádriceps Etiopatogenia Cuadro clínico Tratamiento Unión retardada-No unión Fracturas de radio y cúbito Técnicas de estabilización Abordaje quirúrgico Tratamiento de las fracturas más frecuentes del radio Tratamiento de las fracturas más frecuentes del cúbito Fracturas del carpo Unión retardada Fracturas de la cabeza distal del radio No unión Fracturas del hueso carporradial Etiopatogenia de la unión retardada y de la no unión Luxación del hueso carporradial Cuadro clínico Tratamiento Consolidación defectuosa (malunión) Etiopatogenia Tratamiento Osteomielitis Etiopatogenia Diagnóstico Clasificación de las osteomielitis Tratamiento de las fracturas abiertas 7. Fracturas de la cabeza Fracturas del cráneo Fracturas del arco cigomático Fracturas de mandíbula Fijación externa Cerclajes Placas Fracturas de metacarpo y metatarso Fractura de la epífisis proximal del V metacarpiano Fracturas de la diáfisis de los metacarpianos y metatarsianos 9. Fracturas del miembro posterior Fracturas de cadera Introducción Tratamiento de las fracturas de cadera más frecuentes Fracturas de fémur Introducción Técnicas de estabilización Abordaje quirúrgico Tratamiento de las fracturas más frecuentes Fracturas de tibia y peroné Técnicas de estabilización Abordaje quirúrgico Centro Empresarial El Trovador, planta 8, oficina I - Plaza Antonio Beltrán Martínez, 1 • 50002 Zaragoza - España Tel.: 976 461 480 • Fax: 976 423 000 • [email protected] • www.grupoasis.com • Grupo Asís Biomedia, S.L. LA EDITORIAL DE LOS VETERINARIOS Fracturas más frecuentes de la tibia CASO 6. F ractura de la tuberosidad glenoidea Fracturas más frecuentes del peroné CASO 7. F ractura de Monteggia Fracturas de tarso Fracturas del calcáneo Fracturas del astrágalo CASO 8. F ractura del cóndilo lateral del fémur CASO 9. F ractura conminuta supracondílea del húmero CASO 10. F ractura supracondílea del fémur 10. Casos clínicos de fracturas poco comunes CASO 1. F ractura Salter Harris III de la cóclea lateral de la tibia CASO 2. F ractura Salter-Harris II de la epífifis distal de la tibia CASO 3. F ractura oblicua de la porción craneal del olécranon CASO 4. F ractura del acetábulo y del cuerpo del ilion CASO 5. F ractura de mandíbula CASO 11. F ractura de los huesos frontal y nasal CASO 12. F ractura del manubrio del esternón CASO 13. F ractura conminuta del tercio proximal del cúbito CASO 14. F ractura conminuta distal del húmero de tres semanas de antigüedad CASO 15. F ractura del astrágalo y fractura conminuta abierta de la tibia y el peroné Centro Empresarial El Trovador, planta 8, oficina I - Plaza Antonio Beltrán Martínez, 1 • 50002 Zaragoza - España Tel.: 976 461 480 • Fax: 976 423 000 • [email protected] • www.grupoasis.com • Grupo Asís Biomedia, S.L. 8 Fracturas del miembro anterior FRACTURAS DE ESCÁPULA Las fracturas de escápula no son frecuentes en los animales de compañía. Ello se debe a su disposición anatómica y al tipo de cargas que recibe. Por una parte, al no estar sujeta rígidamente al tórax puede flotar absorbiendo los impactos que recibe y por otra, se encuentra totalmente rodeada de una masa muscular notable (músculos supra e infraespinoso a cada lado de la espina de la escápula y subescapular y serratos por su cara medial). Dicha musculatura limita considerablemente los movimientos de los fragmentos en caso de fractura y proporciona un soporte vascular importante. Este hecho junto con la riqueza en hueso esponjoso, propia de los huesos planos, hace que la capacidad de cicatrización de la escápula sea muy alta. En los pacientes con fractura de escápula es imprescindible realizar un examen general más exhaustivo de lo normal, ya que su situación anatómica amortigua los golpes, lo que significa que para fracturarse debe haber recibido un impacto de relativa intensidad. Las lesiones concomitantes de pulmón son muy frecuentes, así como posibles fracturas de las costillas. Además se debe realizar una exploración minuciosa del sistema nervioso periférico, pues debido a la proximidad del plexo braquial, su lesión es frecuente. Las fracturas de escápula pueden afectar a cuerpo, espina, cuello y cavidad glenoidea. Los pacientes con fractura de escápula presentan una cojera que puede ser desde muy ligera a muy evidente. En los casos de fracturas del cuerpo de la escápula y sobre todo cuando la fractura es longitudinal, la cojera puede ser muy leve porque apenas se producen desplazamientos de los fragmentos cuando la extremidad sufre cargas (esta es la razón por la que estas fracturas normalmente responden muy bien a tratamientos conservadores). Las fracturas que afectan a la cavidad glenoidea y al cuello, sin embargo, cursan con una cojera muy manifiesta debido al gran desplazamiento y dolor que produce el apoyo de la extremidad. El diagnóstico de las fracturas de escápula se realiza mediante estudio radiográfico en dos proyecciones. La vista lateral en múltiples ocasiones no es capaz de proporcionar una información adecuada, dado que se produce una superposición de estructuras radiopacas que pueden enmascarar la lesión (fig. 2), por ello es recomendable la 124 a Fracturas de escápula FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR 8 b FIGURA 2. Radiografía laterolateral con fractura de escápula. Su visualización es complicada. FIGURA 1. Reconstrucción tridimensional de la escápula a FIGURA 3. Radiografía mediolateral oblicua del caso anterior. FIGURA 4. Radiografía caudocraneal. Fractura de cuello de escápula. b realizada mediante TAC. proyección mediolateral oblicua, si la fractura es distal (fig. 3). La proyección caudocraneal se realiza bajo anestesia, situando al paciente en decúbito supino y traccionando del miembro afectado hacia la cabeza (de esta forma el hueso no se superpone con otras estructuras, fig. 4). Sin embargo, esta proyección tampoco ofrece una buena información acerca de las lesiones que se pueden haber producido en el cuerpo, de manera que en algunos casos puede ser interesante recurrir a la realización de una tomografía axial computarizada (TAC). Tratamiento de las fracturas más frecuentes El tratamiento de las fracturas de escápula varía considerablemente dependiendo de dónde se localicen, así como de la edad del paciente. Normalmente, se emplean placas, agujas y cerclajes. Fracturas del cuerpo y la espina Las fracturas del cuerpo de la escápula pueden recibir tratamiento conservador o quirúrgico. La decisión, como es lógico, depende de los gustos del cirujano, pero se deben tener en cuenta una serie de factores. El abordaje es sencillo, pues para acceder a la práctica totalidad de la pala únicamente se debe incidir a ambos lados de la espina y desinsertar la porción cervical del músculo trapecio y la inserción del músculo infraespinoso, para posteriormente separar los músculos supra e infraespinoso (fig. 5). FIGURA 5. Abordaje de la espina de la escápula. Incidir a ambos lados de la espina (a) y separar los músculos supra e infraespinoso (b). El factor más importante para elegir el tratamiento, quizás sea la dirección de la fractura. Como ya se ha comentado, cuando se trata de fracturas longitudinales, el desplazamiento de los fragmentos durante el apoyo es muy inferior a si la fractura es transversa. Otro problema asociado a las fracturas del cuerpo de la escápula es su reducido grosor, así como la escasa cantidad de hueso cortical que tiene. Esto hace que los tornillos se puedan soltar con relativa facilidad. La mejor manera de conseguir una sujeción óptima de los tornillos es emplazar la placa en la zona de transición entre el cuerpo y la espina, orientando los tornillos de forma oblicua. En esta zona se crea un triángulo de hueso de mayor espesor donde el anclaje es más resistente (fig. 6). FIGURA 6. La placa se coloca en la zona de transición entre el cuerpo y la espina, para orientar los tornillos hacia el nacimiento de la espina. En determinados casos, las fracturas que afectan a la lámina ósea pueden ser estabilizadas mediante cerclajes. El sistema consiste en pasar el alambre por una perforación, realizada a cada lado de la línea de fractura, que actúa como punto de sutura. De esta manera se evita la separación de los fragmentos, mientras se mantiene su alineación gracias a la musculatura. Este sistema debe reservarse a fracturas principalmente longitudinales o bien a los desprendimientos parciales de la espina. En cuanto a las fracturas transversas, estas deben tratarse a ser posible mediante placas de osteosíntesis (fig. 7). En caso de no hacerlo, lo más probable es que la extremidad recupere con el tiempo su funcionalidad; sin embargo, la deformidad de la escápula será estéticamente reconocible 125 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES a b FIGURA 7. Fractura transversa con plegamiento (a). Radiografía de la fractura tratada mediante una placa anclada a la base de la espina (b). en numerosas ocasiones y especialmente en pacientes de pelo corto. Fracturas de cuello Las fracturas de cuello son las más frecuentes, teniendo en cuenta que este hueso se lesiona en reducidas ocasiones. La sintomatología es muy evidente, dado que se produce una incapacidad completa de carga al ser esta zona la que transfiere las fuerzas que soporta el húmero hacia el cuerpo del animal. El diagnóstico se realiza fácilmente mediante un estudio radiológico, y principalmente es visible en la proyección caudocraneal. El tratamiento debe ser siempre quirúrgico puesto que se trata de una zona de transmisión de cargas. Generalmente, a b Fracturas de escápula la estabilización se basa en la aplicación de placas, siendo el principal problema la escasa longitud del fragmento distal. En este tipo de fracturas es muy habitual el uso de placas en T o L con el fin de emplazar el mayor número posible de tornillos distales a la fractura. El abordaje es el mismo que se ha descrito anteriormente, sin embargo, para acceder a la zona de fractura se debe levantar la parte acromial del músculo deltoides. Con este fin hay que realizar una osteotomía del acromion, lo cual permitirá levantar el músculo al desplazar la porción ósea donde se inserta. Para orientar el osteotomo, puede ser de ayuda colocar una pinza de mosquito curva por debajo del músculo deltoides (fig. 8). A continuación se localiza el nervio supraescapular, que discurre por encima del cuello, para no lesionarlo durante la manipulación de los fragmentos, y finalmente se procede a la reducción de la fractura. En algunos casos complicados, o bien cuando se trata de fracturas en la porción caudal de la cavidad glenoidea, puede ser necesario practicar la tenotomía del músculo infraespinoso e incluso del músculo redondo menor para aumentar el espacio de manipulación (fig. 9). Una vez se ha reducido la fractura, se procede a su estabilización mediante placas de osteosíntesis que quedan pegadas a la espina de la escápula. Con el fin de aumentar la estabilidad se pueden emplear dos placas colocadas una a cada lado de la espina, de manera que es posible fijar el fragmento distal con un mayor número de tornillos (fig. 10). Con frecuencia y con este mismo objetivo se pueden emplear placas en forma de L orientando el extremo corto hacia la espina (figs. 11 y 12). a b FIGURA 10. Placas rectas a ambos lados de la espina en una fractura de cuello. FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR FIGURA 11. Placa en L caudal a la espina. Las placas empleadas no necesitan ser excesivamente gruesas porque las fuerzas que deben neutralizar actúan fundamentalmente en la dirección del plano ancho de la placa. Hay que prestar especial atención a la orientación de los tornillos del fragmento distal, dado que al tener la cavidad glenoidea forma de cúpula, se puede cometer el error de introducir un tornillo dentro de la articulación. Una vez finalizada la cirugía se procede a estabilizar la osteotomía del acromion. Se deben colocar agujas con banda de tensión, ya que este fragmento sufrirá fuerzas de tracción. Debido a la forma del acromion y a la delgadez de la cresta, puede ser de ayuda introducir las agujas primeramente de forma retrógrada, de manera que se asegura que quedan introducidas en el fragmento proximal. Por último, cuando se ha reducido la fractura, se realiza una perforación proximal a la línea de corte y se emplaza el cerclaje que actúa como banda de tensión (fig. 13). Fracturas de la cavidad glenoidea FIGURA 8. Osteotomía del acromion. Para orientar el osteotomo se coloca una pinza bajo el músculo deltoides (a). Realización de la osteotomía (b). 126 FIGURA 9. Tenotomía del músculo infraespinoso (a). Detalle del nervio supraescapular (b). Afortunadamente, estas fracturas no son frecuentes debido a que en caso de traumatismo las fuerzas se concentran en la porción del cuello. El tratamiento se basa en los principios de las fracturas articulares: cirugía urgente, reducción correcta y reinicio del movimiento lo antes posible. El abordaje es similar al de las fracturas del cuello y normalmente se asocia a la tenotomía de los músculos infraespinoso y redondo menor con el fin de facilitar el acceso a la zona caudal de la cavidad. 8 FIGURA 12. Placas en L a ambos lados de la espina. a b FIGURA 13. Perforación proximal a la línea de osteotomía (a). Radiografía posquirúrgica en la que se aprecian las agujas con banda de tensión para el tratamiento de la osteotomía (b). 127 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES a Fracturas de húmero FRACTURAS DE HÚMERO b FIGURA 14. Fractura de cuello y cavidad glenoidea (a). Radiografía en la que se aprecia el tratamiento aplicado (placa y agujas) (b). Una vez reducida la fractura, si el tamaño de los fragmentos lo permite, se debe estabilizar, a ser posible mediante la aplicación de tornillos de compresión. En otros casos, cuando los fragmentos son demasiado pequeños no hay otra opción que estabilizarlos mediante agujas de Kirschner (fig. 14). En la mayoría de las fracturas que afectan a la superficie articular puede ser conveniente estabilizar el hombro de forma temporal, especialmente si el sistema de osteosíntesis empleado es muy endeble. La mejor opción es aplicar una férula de Spica, realizada con fibra de vidrio, en posición funcional durante un par de semanas (fig. 15). Aunque no suele ser necesario, en algunos casos de fracturas inestables que afectan a otras zonas de la escápula puede ser preciso aplicar esta misma inmovilización. FIGURA 15. Férula de Spica con fibra de vidrio. El tratamiento consiste en la estabilización del fragmento mediante agujas con banda de tensión o un tornillo de compresión, dado que se trata de una fractura sometida a tracción por el tendón del bíceps. En caso de lesiones muy antiguas, en las que la cicatrización de la fractura es poco probable, o en el caso de que la cirugía no tenga éxito, se puede proceder a eliminar el fragmento y realizar una tenodesis del tendón del bíceps. Otra posibilidad es, como ocurre en los casos de lesiones crónicas del sistema extensor del hombro, eliminar el fragmento óseo y dejar el tendón sujeto por la porción capsular de la corredera del bicipital (fig. 17). Fracturas del tubérculo supraglenoideo El tubérculo supraglenoideo es el punto de inserción del tendón del músculo bíceps. Es importante resaltar que esta porción ósea posee un núcleo de osificación independiente durante los primeros meses de vida del paciente, por lo que en edades tempranas no se debe confundir la línea de crecimiento con una fractura (fig. 16). En caso de duda, se puede realizar un examen radiológico de la extremidad contralateral para confirmar el carácter patológico del hallazgo. Aunque no es frecuente, este tubérculo puede sufrir fracturas por arrancamiento. La cojera puede ser de muy ligera a manifiesta según el desarrollo del proceso (agudo o progresivo). Por otra parte, como núcleo de osificación, el tubérculo supraglenoideo tiene una línea de crecimiento propia que puede sufrir un proceso de desprendimiento progresivo que se manifiesta por una cojera no tan marcada. 128 De los huesos largos de las extremidades de nuestros pacientes el húmero es el que se fractura con menos frecuencia. Estadísticamente, la mayor parte de las fracturas que afectan al húmero se localizan en los tercios medio y distal. En la práctica, la fractura que más se observa es la de cóndilo lateral de la epífisis distal, seguida de las fracturas oblicuas del tercio medio distal. Antes de profundizar en el estudio de las técnicas quirúrgicas que se pueden aplicar en el húmero, se deben conocer ciertas particularidades de este hueso. En primer lugar, se trata de un hueso curvado ligeramente en forma de S. Esta peculiaridad anatómica implica una variación en cuanto a la localización de la cara de tensión que proximalmente se encuentra situada craneolateralmente y en su porción distal se localiza caudomedialmente (fig. 18). Como ya se ha comentado, la cara de tensión es aquella que sufre fuerzas parciales de distracción en la parte más superficial de la cortical en el momento en que el hueso se encuentra sometido a fuerzas de presión longitudinal, es decir, durante el apoyo de la extremidad. Otra característica de este hueso es la existencia de un estrechamiento del canal medular situado entre el tercio medio y el distal. Este estrechamiento hace que el canal medular no sea de anchura constante en toda su longitud (fig. 19). En tercer lugar, la localización del plexo braquial, el cual discurre por la cara medial del húmero, obliga al clínico a valorar la integridad del mismo en los animales que presentan fracturas de este hueso. Un paciente aquejado de una fractura de húmero presenta normalmente la extremidad descansando sobre la parte dorsal de los dedos y el hombro caído. Con frecuencia, esta postura es similar a la que sufre un paciente aquejado de parálisis del nervio radial, por lo cual, antes de proceder a la estabilización de la fractura se debe comprobar la integridad de dicho plexo. La postura que adopta un animal con una fractura en el húmero es similar a la que se observa en casos de parálisis del nervio radial, hecho que obliga a valorar la integridad del plexo braquial. FIGURA 16. Placa de crecimiento en el tubérculo supraglenoideo de un cachorro (flecha). FIGURA 17. Evolución de una extracción del tubérculo supraglenoideo dos años después de la cirugía. Se aprecia una ligera artrosis. Cuando el cirujano se encuentra ante un hueso largo fracturado es prácticamente imposible valorar correctamente la respuesta de los reflejos, pero no así la sensibilidad profunda. FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR 8 Por esta razón, antes de plantear cualquier intervención quirúrgica, es recomendable pellizcar la última falange de los dedos II y IV de la extremidad con el fin de valorar la integridad tanto del nervio radial, como del cubital y el mediano. Al realizar este examen, se debe tener la precaución de no mover la extremidad para que la respuesta del animal no sea debida al dolor provocado en el entorno de la zona de fractura. Debido al estrecho contacto del húmero con la cavidad torácica, cuando se recibe un paciente afectado de una fractura de este hueso, se debe realizar siempre una valoración completa del tórax para descartar la existencia de un hemoneumotórax. Técnicas de estabilización El húmero puede estabilizarse mediante la mayoría de las técnicas de osteosíntesis disponibles en el mercado: placas, fijación intramedular y fijación externa. La inmovilización externa mediante férulas o vendajes no suele ser apropiada, no obstante, se tratará brevemente. Inmovilización externa Para conseguir una correcta estabilidad de un hueso mediante la aplicación de un vendaje, se deben inmovilizar correctamente las dos articulaciones, proximal y distal, en las que participa dicho hueso. En el caso particular del húmero, conseguir una buena inmovilización de la articulación escapulohumeral es imposible por razones anatómicas. Aparte de este motivo, en el hipotético caso de que se pudieran evitar movimientos de esta articulación, nunca se conseguiría una correcta inmovilización del hueso. La razón es que su porción proximal se encuentra rodeada por una masa muscular muy potente. Esta musculatura actúa como si se tratase de material del acolchado del vendaje, de modo que nunca desaparecerían los micromovimientos en el foco de fractura, por muy bien que se inmovilizasen ambas articulaciones. En el caso de querer realizar una inmovilización externa como ayuda a una osteosíntesis mínima, se podría optar por aplicar una férula de Spica (fig. 20) que inmoviliza desde la escápula hasta los dedos de la extremidad. Enclavijamiento intramedular Aunque este sistema de osteosíntesis no sea el más idóneo para el tratamiento de las fracturas de húmero, existen ciertas fracturas que podrían resolverse mediante clavos intramedulares. 129 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES Fracturas de húmero parte proximal del hueso. Si se hiciera de forma retrógrada, al tener que pasar el clavo primeramente en sentido proximal y luego de nuevo hacia el foco de fractura, se perdería cierta firmeza en la sujeción del clavo en la epífisis proximal. Con el fin de evitar, en la medida de lo posible, movimientos de rotación es mejor la inserción de, al menos, dos clavos de menor tamaño en lugar de uno solo, o bien, su asociación a un fijador unilateral uniplanar (tipo I) de forma temporal. Particularidades del húmero que explican la mayor frecuencia de fracturas en su tercio medio-distal La cara de tensión se localiza craneolateralmente, en su parte proximal y según se desciende hacia la epífisis distal la cara de tensión se desplaza hacia la zona caudal, situándose caudomedialmente en su parte más distal (fig. 18). El canal medular no tiene una anchura constante. Se estrecha entre el tercio medio y el distal (fig. 19). a b a b FIGURA 18. Representación del trayecto de la cara de tensión. a FIGURA 20. Férula de Spica colocada para estabilizar una fractura de húmero. este sistema de osteosíntesis son las fracturas simples que no tienden a rotar, es decir, las fracturas oblicuas largas, en las que se deben añadir cerclajes para ganar algo de estabilidad. Este este tipo de fracturas son poco frecuentes en el húmero. El enclavijamiento intramedular no es idóneo en fracturas de húmero, excepto en pacientes jóvenes en los que la falta de estabilidad se compensa con la rapidez de cicatrización ósea. La fractura ideal de húmero para ser tratada mediante enclavijamiento intramedular es la fractura oblicua larga o espiroidea de tercio medio distal de un paciente en crecimiento. La fractura ideal para ser tratada mediante este sistema de osteosíntesis en el húmero es una fractura oblicua larga o espiroidea de tercio medio distal de un paciente en crecimiento. Este tipo de fractura es bastante frecuente en los pacientes jóvenes (fig. 21). En estos casos la asociación de uno o varios cerclajes a la fijación intramedular evitará los movimientos de rotación. De igual forma, la compresión interfragmentaria que se logra mediante los cerclajes impedirá los micromovimientos, consiguiéndose una buena estabilidad. a b 8 En algunos pacientes la introducción de un clavo intramedular puede ayudar a reducir la fractura, principalmente en cuanto a la alineación y longitud del hueso se refiere. Posteriormente, solo se debe orientar la rotación de los fragmentos y aplicar el sistema de osteosíntesis elegido. La alta estabilidad de este sistema de osteosíntesis frente a los movimientos de flexión puede ser de utilidad asociada incluso a placas de osteosíntesis con tornillos monocorticales o bien en las primeras fases de sistemas biológicos de placas (fig. 22). Fijación externa La fijación externa en el húmero, por razones anatómicas, está limitada a la aplicación de fijadores uniplanares unilaterales con una o dos barras conectoras. En algunos casos de fracturas conminutas irreducibles puede ser necesario aplicar una fijación externa tipo tie-in o configuraciones híbridas de este. Esta configuración consiste básicamente en “fusionar” la barra conectora de un hemifijador con un enclavijamiento intramedular (fig. 23). De esta forma se evitan las deficiencias de los clavos y se crea una estructura mucho más estable. Una forma de conseguir una cicatrización más rápida del foco de fractura consiste en colocar el clavo intramedular de forma normógrada a cielo cerrado. De esta manera la vascularización se ve mínimamente afectada. c b FIGURA 19. Imagen de TAC, en la que se muestra el estrechamiento del canal medular en las zonas que se indican en la figura anterior. Porción proximal (a) y distal (b). Este sistema de osteosíntesis, con la excepción de los clavos cerrojados, no consigue estabilizar correctamente los movimientos de rotación en el foco de fractura. De igual forma tampoco evita el colapso, movimientos de distracción y compresión, de la zona fracturada. En consecuencia, las únicas fracturas que son susceptibles de ser tratadas mediante 130 FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR Otro inconveniente es que la inmovilización que se consigue no es del todo completa. En el caso particular del húmero, debido al estrechamiento del canal medular, no se pueden introducir clavos de un diámetro excesivamente grande. Esta dificultad añadida conlleva que el enclavijamiento intramedular en el húmero sea aún menos estable. Por estas razones, los clavos únicamente deben aplicarse en pacientes jóvenes, en los cuales, la falta de estabilidad se compensa con una mayor rapidez de los mecanismos de cicatrización ósea. En el húmero, este implante debe quedar anclado proximalmente en la parte lateral de su tubérculo mayor y distalmente en el epicóndilo medial. Cuando se realiza la inserción de los clavos, es mejor llevarla a cabo de forma normógrada, es decir, desde el tubérculo mayor hacia el foco de fractura. De esta forma, el clavo queda más firmemente anclado en la FIGURA 21. Fractura oblicua larga (a) que se ha resuelto mediante la colocación de dos clavos intramedulares y cerclajes que evitan los movimientos de rotación (b y c). El implante no interfiere con la zona articular y no debe invadir el agujero intercondíleo. 131 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES a Fracturas de húmero La fijación externa se asocia con frecuencia a otros sistemas de osteosíntesis con el fin de conseguir una mayor estabilidad. En estos casos, la fijación externa consigue principalmente oponerse a los movimientos de rotación así como a la aproximación de los fragmentos principales. Por estos motivos se convierte en un complemento ideal a los clavos intramedulares y a las osteosíntesis mínimas del tercio proximal y distal del húmero (fig. 24). b a FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR b 8 c Los sistemas de fijación externa constituyen un complemento ideal a los clavos intramedulares, ya que impiden los movimientos de rotación y la aproximación de los fragmentos (colapso del foco). FIGURA 22. Clavo intramedular asociado a una placa con tornillos monocorticales para resolver una fractura de la diáfisis medio-distal. Proyección caudocraneal (a) y laterolateral (b). a b La localización de los puntos de inserción de los clavos percutáneos, situados en los extremos del hueso, es muy sencilla. El clavo más proximal se inserta en el tubérculo mayor del húmero, el cual puede ser palpado sin ninguna dificultad. El clavo percutáneo más distal se inserta a partir de un punto c FIGURA 24. Radiografía que muestra un caso de no unión debido a un mal empleo de los sistemas de osteosíntesis (a). La fractura se trata con una placa de sostén sin espacio para colocar más tornillos en el fragmento distal, asociada a un hemifijador con doble barra conectora (b). Radiografía en la que se muestra la evolución de la fractura, una vez retirado el hemifijador (c). ligeramente craneodistal a la parte más prominente del epicóndilo lateral del húmero en dirección al epicóndilo medial. De esta manera no existe el riesgo de introducirse en la cavidad articular. La aplicación de los clavos percutáneos de un fijador externo en el húmero a nivel proximal y distal no entraña complicación alguna. En caso de tener que utilizar configuraciones de fijación externa más complejas que una unilateral 1/1, se debe tener cierta precaución al insertar los clavos en el tercio medio y distal para no lesionar el nervio radial (aunque no suele ser frecuente). La aplicación de fijación esquelética externa en el húmero como sistema de osteosíntesis único debe limitarse a fracturas por arma de fuego, abiertas o aquellas fracturas en las que alguno de los fragmentos principales es de un tamaño tal que impide la aplicación de placas. Placas de osteosíntesis FIGURA 23. Fractura múltiple de húmero (a), resuelta mediante un sistema de fijación tie-in; proyecciones craneocaudales es con la extremidad flexionada (b) y extendida (c). 132 Las placas de osteosíntesis son, sin lugar a duda, el sistema de fijación más adecuado para el tratamiento de las fracturas de húmero. Todas las fracturas, excepto las muy proximales y distales, en las que no hay espacio suficiente para colocar un número suficiente de tornillos, se pueden tratar mediante placas de osteosíntesis como sistema único. Las placas de osteosíntesis se deben aplicar, siempre que sea posible, en la cara de tensión del hueso debido a la mayor resistencia del metal frente a las fuerzas de tracción. Como ya se mencionó, en el húmero, la cara de tensión depende de la localización. Por este motivo, por regla general, las fracturas que afecten a su tercio proximal se deben estabilizar aplicando la placa de osteosíntesis en su porción craneolateral (fig. 25). En las fracturas muy proximales, se puede situar la placa cranealmente justo encima de la cresta deltoidea. Sin embargo, en las que se localizan algo más distalmente y por su localización es imposible colocar más de dos tornillos encima de la porción distal de dicha cresta, se debe optar por emplazar la placa lateralmente, dado que otras posiciones harían más complejo el moldeado de la placa. En el húmero, debido a la variación de las caras de tensión, la zona de colocación de las placas de osteosíntesis varía según la localización de la fractura. En las fracturas que afectan al tercio medio, la zona de colocación de la placa depende de varios factores. En primer lugar de la extensión que abarque la fractura. En las fracturas transversas y en las oblicuas cortas es posible aplicar la placa tanto en la cara medial del húmero como en la lateral. Sin embargo, en las fracturas oblicuas largas, 133 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES Aplicaciones de la fijación externa en el húmero •• Fracturas por arma de fuego. •• Fracturas abiertas. •• Fracturas con algún fragmento principal cuyas dimensiones impiden anclar correctamente las placas. a Fracturas de húmero con el tórax, mientras en otras se puede acceder sin ningún tipo de dificultad. En todas las razas es posible colocar el implante en la cara lateral del hueso; no obstante, al quedar situado por encima del epicóndilo lateral, el moldeado de la placa es mucho más complicado (fig. 26). En las fracturas que se localizan en el tercio distal, la zona de elección es siempre la medial, ya que en la rama supracondílea medial el anclaje de la placa es mucho más eficaz como consecuencia del mayor espesor de la cortical. Por otra parte, moldear la placa para aplicarla en esta zona es mucho más sencillo que en el lado contrario (fig. 27). En las fracturas muy distales, al tener que colocar tornillos en la porción más distal del hueso se debe prestar especial atención a no situar ninguno en la fosa intercondílea. Si esto ocurriese, el paciente perdería la capacidad para extender completamente el codo, con la consiguiente anquilosis de la articulación. Para evitar este problema existen las siguientes opciones: abarcar únicamente la rama supracondilar medial, orientar el tornillo muy hacia craneal o bien dirigirlo hacia el epicóndilo lateral (fig. 28). FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR FIGURA 26. Fractura conminuta localizada b a a 8 en el tercio medio del húmero (a) con un par de semanas de evolución. Se estabiliza mediante una placa colocada en la cara lateral del mismo (b). b c d Abordaje quirúrgico b FIGURA 25. Fractura del tercio proximal del húmero (a) estabilizada mediante placa de osteosíntesis en posición craneal (b). espiroideas y conminutas, al ser necesarias para su estabilización placas de mayor longitud, estas se deben anclar más distalmente, siendo recomendable en estos casos colocarlas en la cara medial del húmero. Otro detalle importante a tener en cuenta es la raza del paciente; en algunas el acceso a la parte más proximal del húmero por la cara medial está muy limitado por su relación anatómica 134 El abordaje del húmero para aplicar los distintos sistemas de fijación tiene diferentes alternativas, especialmente cuando se trata de placas. En consecuencia, la vía de abordaje dependerá de la zona en la que se encuentre localizada la fractura. En caso de aplicar como sistema de osteosíntesis clavos intramedulares o cuando se quiere aplicar un fijador externo a cielo abierto, la vía de acceso es la lateral (fig. 29). Este abordaje es mucho más sencillo, y nos permite acceder prácticamente a toda la longitud del hueso. Lateralmente, cabe destacar como estructura a evitar el nervio radial, que es muy fácil de identificar al encontrarse pegado a la porción caudal del músculo braquial. Esta vía de acceso, como ya se ha mencionado, es la de elección también cuando se estabilizan fracturas que afectan al tercio proximal y medio con placas. Si se trata de fracturas del tercio distal o del tercio medio la vía de abordaje de elección para colocar las placas es la medial (fig. 30). Es bastante más compleja, debido a la existencia del plexo braquial y de los nervios mediano y cubital. Ambos nervios se separan al comienzo del tercio distal y van acompañados de un importante paquete vascular. A veces, debido al aspecto edematizado de todos los tejidos que rodean el foco de fractura, se pueden tener ciertas dificultades para localizar este paquete vasculonervioso. Para evitar este problema es posible tomar como referencia el trayecto FIGURA 27. Fractura oblicua corta distal de húmero (a y b), resuelta con la colocación de una placa en su cara medial (c y d). a b c FIGURA 28. Diferentes orientaciones de los tornillos distales para evitar la fosa intercondílea y, en consecuencia, la futura anquilosis de la articulación en diferentes fracturas localizadas en la porción distal del húmero. Fractura espiroidea, el tornillo más distal queda anclado únicamente en la rama supracondílea (a). Pseudoartrosis de más de un año de evolución muy distal; los tornillos distales están orientados hacia el epicóndilo quedando cruzados (b). Pseudoartrosis, en la que el último tornillo está orientado hacia el epicóndilo lateral (c). 135 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES Fracturas de húmero FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR 8 Vías de abordaje según la localización de la fractura La vía de abordaje depende de la localización de la fractura: •• Acceso lateral: 2 2 1 •• Clavos intramedulares o sistemas de fijación externa. •• Placas en fracturas de los tercios proximal y medio. •• Acceso medial: 1 •• Placas en fracturas de los tercios distal y medio. FIGURA 29. Abordaje lateral FIGURA 30. Abordaje medial 1. Nervio radial. 2. Músculo braquial. 1. Nervio cubital. 2. Nervio mediano. del tercio medio del húmero. del tercio distal. del nervio mediano, el cual se puede palpar cuando pasa caudal al epicóndilo medial para posteriormente seguirlo hasta la bifurcación del nervio cubital. Tratamiento de las fracturas más frecuentes En este apartado se describen de forma breve las fracturas más frecuentes del húmero con los principales aspectos a tener en cuenta para elegir el sistema de estabilización más adecuado, así como ciertas particularidades de los mismos. Epifisiólisis de la cabeza humeral Esta fractura es bastante infrecuente. Afecta más a los gatos que a los perros y casi siempre se trata de una fractura tipo Salter I. En primer lugar, es muy importante no confundir la línea de crecimiento con una fractura. Desgraciadamente, no es del todo infrecuente que se justifiquen cojeras de miembro anterior en perros jóvenes de razas de crecimiento rápido con una persistencia de la apertura de la línea de crecimiento proximal del húmero. En estas razas la parte craneal de la línea de crecimiento es visible radiológicamente hasta cerca del año de edad (fig. 31). No se debe confundir una línea de crecimiento con una fractura, lo que es posible en perros jóvenes de razas de crecimiento rápido. 136 Como en todas las epifisiólisis el tratamiento de elección son las agujas tipo Rush o pines. Estos se pueden insertar desde el tubérculo mayor hacia la metáfisis o bien desde esta, de forma divergente, hacia la epífisis, evitando que se introduzcan en la cavidad articular (fig. 32). Este es el único sistema que no produce el cierre prematuro de los cartílagos de crecimiento. En animales que han terminado de crecer, esta fractura también se puede producir durante el periodo que tarda en osificar completamente el cartílago de crecimiento. En estos pacientes, las clavos intramedulares se pueden sustituir por un tornillo de compresión o bien por clavos con banda de tensión. Al haber concluido el crecimiento del paciente estos sistemas no producirán ninguna alteración ósea. En estos casos el material de osteosíntesis se inserta siempre desde el tubérculo mayor del húmero. FIGURA 31. En esta imagen de la metáfisis proximal del húmero se aprecia la línea de crecimiento (flechas). No debe confundirse con una fractura. a b FIGURA 32. Tratamiento de una fractura Salter I de la epífisis proximal del húmero estabilizada mediante tres pines divergentes introducidos desde la metáfisis. a b Fracturas de la diáfisis Comprenden más de la mitad de las fracturas que se producen en el húmero. Como ya se ha comentado, son muy pocas las que son susceptibles de ser tratadas mediante enclavijamiento intramedular. Únicamente se debe optar por este tratamiento en fracturas simples de animales jóvenes en las que se pueden neutralizar los movimientos de rotación. Esto se puede conseguir fácilmente mediante la asociación de cerclajes (fig. 33). En las fracturas múltiples, aparte de la inestabilidad rotacional se debe tener en cuenta la posibilidad de colapso del foco de fractura. En estos casos, aunque el tratamiento ideal sería la estabilización mediante placas, si se aprovechan las ventajas de diferentes sistemas de osteosíntesis y FIGURA 33. Fractura de diáfisis humeral (a), resuelta con clavos intramedulares y cerclajes asociados que impiden el movimiento de rotación (b). se combinan adecuadamente, se podrían neutralizar todas las fuerzas (fig. 34). La estabilización mediante fijación externa de las fracturas de húmero no debe ser una primera opción. Sin embargo, puede aplicarse como sistema asociado para aumentar la estabilidad de otros dispositivos de fijación. FIGURA 34. Fractura múltiple de diáfisis humeral (a). En este caso, la inestabilidad de los clavos intramedulares se ha resuelto mediante la colocación de un sistema de hemifijación externa (b). En fracturas múltiples de diáfisis humeral, se puede llegar a neutralizar convenientemente todas las fuerzas mediante la combinación de diferentes sistemas de osteosíntesis. 137 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES En algunas fracturas es posible que no exista otra alternativa que la estabilización mediante este sistema de osteosíntesis. En estos casos, dado que por condicionamientos anatómicos solo se puede colocar un sistema de hemifijación, la mejor opción es la elección de configuraciones tipo tie-in, o híbridas de esta (fig. 35). En las fracturas de animales adultos, el sistema más adecuado son las placas de osteosíntesis. El tipo de placa que se emplea depende, como es lógico, del tipo de fractura así como de las preferencias del propio cirujano. En la mayoría de los casos, las fracturas diafisarias suelen ser oblicuas y se localizan en el tercio medio distal, a la altura del istmo. Dado su emplazamiento, la placa se debe situar en la cara medial del hueso (fig. 36). Si la fractura lo permite, puede resultar beneficioso asociar a la placa sistemas compresivos que incrementan la estabilidad de la fractura. No obstante, esta posibilidad depende no solo del tipo de fractura sino también de las preferencias del cirujano (fig. 37). En el húmero, quizás el mayor problema de las placas es el moldeado del implante, debido a la forma que tiene y a la gran variabilidad que existe entre especies y razas. a b Fracturas de húmero Cuando se colocan placas en el húmero, el principal inconveniente es el moldeado del implante, debido a la forma del hueso y a la gran variabilidad que se da entre las especies. Este problema se minimiza mediante la aplicación de placas bloqueadas en las que, como ya se ha mencionado, al apretar el tornillo, los fragmentos no se ven traccionados hacia el implante. a FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR b c 8 d Fracturas de la epífisis distal Dentro de las fracturas que afectan a la epífisis distal del húmero se pueden diferenciar dos grandes grupos, aquellas que afectan a la superficie articular y las que se producen en la zona metafisaria distal. Fracturas de la metáfisis distal El problema de las fracturas metafisarias es el poco espacio disponible en el fragmento distal para colocar un número suficiente de tornillos. El sistema de estabilización se debe seleccionar en función de las características propias de cada caso. Muchas veces, y principalmente en pacientes de pequeño tamaño, puede ser suficiente la estabilización mediante agujas tipo Rush asociadas o no a otro tipo de sistemas de estabilización (fig. 38). Por supuesto, en el caso de fracturas que afectan a las placas de crecimiento, no se pueden colocar sistemas FIGURA 36. Imagen de fractura múltiple de la diáfisis distal del húmero (a y b), resuelta con una placa de neutralización con tornillos de compresión (c y d). a b c c FIGURA 37. Fractura distal de húmero (a), que se resuelve con una placa cortable de neutralización asociada a cerclaje (b y c). FIGURA 35. En estas imágenes puede observarse cómo se ha resuelto una fractura por arma de fuego (a), mediante una configuración tie-in (b) y su evolución (c). 138 “puente” entre ambos fragmentos, dado que se interrumpiría el crecimiento. En estos casos, como en todas las fracturas tipo Salter-Harris el único tratamiento es la estabilización mediante agujas perpendiculares a dicha placa (fig. 39). En algunos casos, si las características de la fractura demandan una estabilización más rígida puede ser necesario sustituir las agujas por tornillos. En estos casos, si no se dispone de espacio para colocar tres tornillos puede ser suficiente 139 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES el empleo de únicamente dos. Al quedar estos sujetos en la zona condilar, quedan más firmemente anclados que si fueran atornillados en la zona cortical. Además, las fracturas metafisarias tienen una mayor capacidad de cicatrización (fig. 40). No se pueden colocar sistemas “puente” entre los fragmentos de fracturas que afectan a las placas de crecimiento, ya que se interrumpiría el crecimiento. a b Fracturas de húmero FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR Fracturas de la superficie articular Fracturas Salter-Harris tipo IV El otro gran grupo de fracturas que afectan a la epífisis distal del húmero son las que implican la articulación. Estas fracturas tienen un pronóstico bastante menos favorable y deben tratarse con la mayor rapidez posible. En este caso, es necesario reconstruir perfectamente la superficie articular con el fin de minimizar la aparición de una degeneración articular secundaria. Otra condición necesaria para una recuperación correcta de la funcionalidad articular es que el paciente utilice dicha extremidad cuanto antes, por lo cual se debe conseguir una osteosíntesis lo más estable posible. En pacientes en crecimiento, la fractura más frecuente en la epífisis distal del húmero es la Salter-Harris tipo IV. El cóndilo lateral es el que se ve afectado en el mayor número de ocasiones, al ser el que carga principalmente sobre la cabeza proximal del radio (fig. 41). El tratamiento consiste en colocar un tornillo de compresión intercondíleo después de reducir la superficie articular de la forma más correcta posible mediante una aguja antirrotacional insertada desde el cóndilo fracturado. El procedimiento más adecuado para realizar la osteosíntesis es perforar el agujero de deslizamiento desde la superficie de fractura del cóndilo afectado y, una vez reducida, proceder a la perforación del agujero de tracción a través del primero. c a 8 En los pacientes adultos esta fractura no es muy frecuente y en un elevado número de casos se produce como consecuencia de una falta de osificación de ambos cóndilos. En estos pacientes es recomendable realizar un estudio minucioso del húmero no afectado con el fin de descartar dicha patología. Fractura bicondilar La otra fractura que se produce en la epífisis distal del húmero es la fractura bicondilar. Tiene un pronóstico reservado y para obtener una buena recuperación del paciente se debe realizar una osteosíntesis lo más estable posible dentro de las limitaciones de espacio disponible para colocar los implantes. La técnica ideal es, de nuevo, la colocación de un tornillo de compresión intercondilar asociado a dos placas, una medial, más b c FIGURA 38. Fractura en la epífisis distal del húmero (a), que se resuelve con agujas tipo Rush asociadas a un sistema de fijación externa temporal (b). Radiografía de la fractura una vez retirado el hemifijador (c). a b FIGURA 40. Imagen de la resolución de una fractura epifisaria de húmero mediante una pseudoartrosis. c FIGURA 39. Fractura SalterHarris tipo I de la metáfisis distal del húmero (a). Puede observarse cómo se ha resuelto esta fractura (flecha) mediante la colocación de dos agujas perpendiculares a la placa de crecimiento, proyección caudocraneal (b). Proyección laterolateral (c). 140 a b c FIGURA 41. Fractura 2 1 tipo Salter IV en el cóndilo lateral del húmero (a). Obsérvese la orientación del tornillo de compresión intercondíleo (1) y de la aguja antirrotacional (2), en las proyecciones caudocraneal (b) y laterolateral (c). 141 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES potente, y otra lateral (fig. 42). Esta disposición estabiliza ambos cóndilos con la diáfisis humeral. Con el fin de que la articulación recupere la funcionalidad lo antes posible y evitar complicaciones en la osificación del olécranon, es preferible hacer un doble abordaje quirúrgico antes que realizar una osteotomía del olécranon. a b Fracturas de radio y cúbito En el caso de pacientes en desarrollo, el clínico se enfrenta al inconveniente que supone no poder bloquear las placas de crecimiento. En consecuencia, las placas de osteosíntesis deben sustituirse por agujas tipo Rush, las cuales son mucho menos estables (fig. 43). c d FIGURA 42. Fractura bicondilar en un paciente adulto (a). Se resuelve mediante la colocación de un tornillo de compresión intercondilar, una placa medial (b) y otra lateral (c). Proyección laterolateral en la que se muestra la disposición de las placas medial y lateral (d) . a b FRACTURAS DE RADIO Y CÚBITO Desde un punto de vista estadístico, el radio es el hueso que más se fractura después del fémur. Normalmente, radio y cúbito suelen verse afectados al mismo tiempo, dada su estrecha relación anatómica. No obstante, existen ciertos tipos de fracturas que afectan únicamente al cúbito y que, por sus peculiaridades, se tratarán al final de este capítulo. Anatómicamente, el radio es un hueso aplanado en dirección craneocaudal y rectilíneo (excepto en su tercio distal) en la mayoría de razas (fig. 44). En razas condrodistróficas, el radio adquiere cierto grado de curvatura, que debe tenerse en cuenta por su significación clínica a la hora de instaurar un tratamiento. Las epífisis del radio se encuentran bloqueadas por ambos lados: proximalmente por la superficie articular del húmero, y distalmente, por las superficies articulares de los huesos carporradial y carpocubital. Esta peculiaridad, junto con el pequeño diámetro de su canal medular, hace que la fijación intramedular esté totalmente contraindicada para estabilizar fracturas a este nivel (fig. 45). Por otra parte, la cara de tensión del radio se localiza dorsalmente en toda su longitud. En animales condrodistróficos, debido a la curvatura antes señalada, la cara de tensión se desplaza ligeramente hacia a medial en el tercio distal. El cúbito, por el contrario, al no tener ninguno de los extremos de sus epífisis en contacto directo con otro hueso, acepta perfectamente el enclavijamiento intramedular (fig. 46). En la mayoría de los casos, aunque ambos huesos suelen fracturarse al mismo tiempo, basta con estabilizar el radio, ya que prácticamente el 100 % de las cargas axiales se transmiten a través de este hueso. El cúbito cicatriza sin necesidad de fijación, dado que su foco de fractura, tras estabilizar el radio, no sufre apenas desplazamientos. En algunos casos, en los que no es posible lograr una perfecta estabilización de la fractura de radio, puede ser conveniente fijar también el cúbito con el fin de dotar de mayor estabilidad al conjunto. Además, cabe recordar que toda la región radiocubital se encuentra recubierta de una masa muscular no demasiado potente. Esta falta de masa muscular, principalmente en el tercio distal del antebrazo, hace que los procesos de cicatrización se produzcan más lentamente de lo habitual, lo que dificulta también la consolidación de las fracturas en esta zona. Por este motivo, cuando se deba estabilizar una fractura simple en el tercio distal del radio, se debe optar siempre por sistemas de osteosíntesis muy estables, especialmente en perros adultos de razas enanas. c y cúbito realizada mediante TAC. Las líneas rojas representan las caras de tensión. FIGURA 43. Fractura bicondilar en un paciente joven (a). Obsérvese, en este caso, la aplicación de agujas en lugar de placas para 142 8 b FIGURA 44. Reconstrucción tridimensional de radio permitir el crecimiento óseo. Proyección caudocraneal (b) y laterolateral (c). FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR FIGURA 45. Fractura transversa de radio y cúbito. Obsérvese el reducido diámetro del canal medular del radio que desaconseja la fijación intramedular. FIGURA 46. Clavo intramedular sobresaliendo por la epífisis proximal del cúbito. El cúbito posee un canal medular más ancho que sí permite la utilización de implantes intramedulares. 143 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES Fracturas de radio y cúbito que afecten a pacientes jóvenes, en los cuales los rápidos procesos de cicatrización compensen la falta de estabilidad de la fractura (fig. 47). Aunque no es demasiado frecuente, en algunas ocasiones se pueden producir fracturas de radio sin que el cúbito se vea afectado (fig. 48), y a la inversa. Las fracturas que afectan solo a la diáfisis cubital pueden tratarse correctamente mediante inmovilización externa. En las fracturas que afecten solo al radio, la integridad del cúbito hace que este funcione como una férula interna, lo que permite disminuir en gran medida los movimientos en el foco de fractura del radio, muy especialmente los de colapso durante la carga axial. Si el cúbito no presenta fractura, se incrementan enormemente las posibilidades de instaurar un tratamiento conservador. La mayoría de las no uniones que se observan en traumatología veterinaria se producen en fracturas de radio. Técnicas de estabilización Tal y como se ha mencionado, el diámetro del canal medular es uno de los factores que determina la elección de la técnica de estabilización. Así, el radio admite todos los sistemas de fijación excepto los clavos intramedulares. En el cúbito sucede todo lo contrario, las pocas veces en las que es necesaria su estabilización, el sistema más utilizado es el enclavijamiento intramedular. Además, debido a la escasa masa muscular y a la posibilidad de inmovilizar de forma relativamente eficaz las dos articulaciones en las que participa el radio (codo y carpo), la inmovilización externa mediante vendajes rígidos tipo cast puede ser empleada en ocasiones como tratamiento de algunas fracturas de cúbito y radio. La coaptación externa es factible en pacientes jóvenes que presentan fracturas muy estables. El tratamiento conservador se debe realizar mediante la aplicación de vendajes. Existen muchos tipos de vendajes rígidos capaces de estabilizar el radio. Básicamente, todos se basan en la aplicación de un Robert-Jones ligero que abarque desde la parte distal del antebrazo hasta por encima de la articulación del codo. La etapa de acolchado del vendaje es fundamental, ya que un exceso de material permitirá ligeros movimientos del foco de fractura que pueden ser contraproducentes para la formación del callo óseo. Tras el acolchado, hay que aplicar un componente rígido, como La fijación mediante clavos intramedulares no es la técnica más adecuada en fracturas de radio, pero es el tratamiento de elección cuando es necesario fijar un cúbito fracturado. Coaptación externa En realidad, las fracturas de radio y cúbito susceptibles de ser tratadas de forma conservadora son escasas. Para considerar esta opción, debe tratarse de fracturas muy estables a b c FIGURA 47. Fractura de radio y cúbito en un paciente joven sin desplazamiento (a), se estabiliza mediante una férula (b). Fractura consolidada transcurridas tres semanas de tratamiento (c). 144 FIGURA 48. Fractura de radio sin afección del cúbito. La elección del tratamiento (quirúrgico o conservador) en las fracturas del radio depende de: •• Tipo de fractura. •• Localización. •• Edad del animal. •• Otra serie de factores (como la afectación o no de ambos huesos o el hábitat). una férula, que aporte mayor estabilidad al sistema. Existen muchos tipos de férulas, pero las más idóneas son las vendas de fibra de vidrio. Este material se trabaja de forma muy cómoda y se adapta fácilmente a cada paciente. En caso de necesitar una gran estabilidad, lo ideal es aplicar un vendaje completo semejante a las escayolas tradicionales y proteger bien los bordes mediante material de acolchado con el fin de evitar las lesiones cutáneas producidas por el roce. En otros casos, es suficiente la aplicación de una férula de fibra de vidrio, colocado preferentemente en la parte craneal del radio, que evita los posibles roces con el torus carpiano (almohadilla del hueso accesorio del carpo). Esta opción es sin duda mucho más cómoda para el paciente (fig. 49). Enclavijamiento intramedular La fijación intramedular de las fracturas del antebrazo se debe realizar preferentemente en aquellas que afectan al cúbito. La estabilización de fracturas del radio mediante este sistema no es el más indicado, por la estrechez de su canal medular, y porque no estabiliza completamente los movimientos del radio, hueso propenso a sufrir pseudoartrosis. Además, al tener que sobresalir la fijación por alguna de las epífisis, pueden producirse daños articulares con facilidad (fig. 50). En las fracturas de cúbito, la inserción de este tipo de implante se realiza sin dificultad partiendo del olécranon de forma normógrada. A través de una pequeña incisión en la parte caudal del cúbito, se puede reducir la fractura perfectamente para, una vez introducido el clavo por el canal medular del fragmento distal, continuar insertando el clavo hasta anclarlo en el proceso estiloideo del cúbito. En pacientes de pequeño tamaño, en razas condrodistróficas y en los félidos, en los cuales el olécranon tiene una forma menos rectilínea, puede resultar más fácil introducir los clavos de forma retrógrada. FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR 8 Fijación externa Prácticamente todas las fracturas que afectan al radio se podrían tratar mediante fijación externa. La elección entre este sistema y las placas de osteosíntesis en múltiples ocasiones es una mera cuestión de preferencia por parte del cirujano. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que este sistema de fijación externa no está indicado en fracturas distales de razas miniatura, debido al alto riesgo de no unión existente (fig. 51). La principal ventaja de la fijación externa frente a la estabilización mediante placas es la posibilidad de implantar los fijadores a foco cerrado. Al no tener que abrir el foco de fractura, no se lesiona ningún tejido blando, con lo que el proceso de cicatrización se produce más rápidamente. Otra de las ventajas de este sistema es que al no introducir material en el foco de fractura, se puede emplear en fracturas abiertas o en aquellas en las que se ha producido una gran pérdida de tejidos blandos. El radio acepta todas las configuraciones posibles de fijación esquelética externa, excepto las configuraciones tie-in. Como ya se comentó en el capítulo Sistemas de osteosíntesis y biomecánica (pág. 34), los clavos percutáneos deben introducirse por los llamados corredores de seguridad, evitando las zonas con grandes masas musculares. El punto de referencia para la inserción del clavo percutáneo más proximal es la cara lateral de la cabeza del radio. Este punto es fácilmente FIGURA 49. Férula de vidrio aplicada en la cara craneal del radio. FIGURA 50. Clavos intramedulares invadiendo la articulación del carpo. 145 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES a b FIGURA 51. No unión de una fractura distal de radio por implantación inadecuada de fijadores externos (a). La fractura se redujo finalmente mediante la implantación de una placa de osteosíntesis (b). identificable, ya que se palpa inmediatamente distal al epicóndilo lateral del húmero. En caso de tener que situar el clavo en una situación muy proximal, se debe orientar ligeramente en dirección craneal para que no contacte con la epífisis proximal del cúbito, lo que provocaría dolor en el animal al apoyar la extremidad. El clavo distal, a diferencia del anterior, se inserta a b Fracturas de radio y cúbito de medial a lateral. Su punto de inserción se localiza palpando la apófisis estiloidea situada medialmente en la epífisis distal del radio. En cuanto a la orientación de este clavo, depende básicamente del tipo de fijador que se quiera emplear. En caso de un fijador unilateral uniplanar o biplanar, la dirección no es importante. Por el contrario, si se quiere configurar una fijación tipo II o tipo III, se debe intentar mantener la misma dirección que la del clavo percutáneo previamente emplazado. El resto de los clavos se deben situar en la posición que más interese procurando, como en todos los fijadores externos, aproximarlos lo máximo posible al foco de fractura (fig. 52). Debido a la morfología del radio –prácticamente recto en razas no condrodistróficas–, el moldeado de la placa casi no es necesario (fig. 53). Únicamente cuando se necesite emplazar la placa muy cerca de las epífisis, o cuando se quiera implantar en una situación medial, será necesario curvarla ligeramente. Por último, una de las dificultades intraoperatorias de este tipo de fracturas distales de radio es la escasez de tejidos blandos para poder suturar, aunque es importante evitar el contacto directo de la placa con la piel, en algunos casos no queda otra opción. Placas de osteosíntesis Abordaje quirúrgico Las placas de osteosíntesis son, para casi todos los cirujanos especializados en traumatología de pequeños animales, el sistema más apropiado para el tratamiento de la mayoría de las fracturas de radio. La sencillez del abordaje dorsal de este hueso, junto con la localización craneal de su cara de tensión, hace que prácticamente todas las placas se apliquen en esta zona (fig. 53). Sin duda, el abordaje dorsal o dorsomedial es el más frecuente para acceder al radio. En primer lugar, al incidir la piel, hay que tener la precaución de no profundizar en exceso para no seccionar la vena cefálica que discurre muy superficialmente. Tras desplazar la vena hacia medial o lateral (según preferencias del cirujano y la localización de la fractura), se debe identificar y desplazar la porción tendinosa del músculo extensor carporradial para abordar la diáfisis del radio. A partir de este punto, se prolonga el abordaje en dirección proximal o distal, en función de dónde esté localizada la fractura (fig. 55). Dada la mayor incidencia de fracturas distales, casi siempre se debe ampliar el abordaje hacia el carpo, es decir, hacia distal. En algunos casos puede ser necesario seccionar el músculo abductor largo del dedo I, con el fin de facilitar tanto el manejo de la fractura como la colocación de la placa. Este músculo no ejerce ninguna función importante para la funcionalidad de la extremidad, por lo que se puede dejar sin suturar. Sin embargo, siempre que sea posible, es mejor respetarlo con el fin de aportar una mayor cobertura a la placa tras la cirugía. En las pocas ocasiones en las que se debe acceder a la cabeza proximal del radio, el abordaje se realiza desde lateral, con cuidado de no dañar el nervio radial, que discurre por debajo del músculo extensor radial del carpo y pegado al músculo supinador (fig. 56). En cuanto al cúbito, el abordaje se realiza caudalmente mediante palpación del borde del hueso, que se encuentra cubierto únicamente por piel y tejido subcutáneo. Mediante un periostótomo se procede a la separación del músculo extensor cubital lateralmente y de los músculos flexores digitales medialmente, con cuidado de no dañar el nervio cubital (fig. 56). En fracturas distales, también es posible situarlas en la cara medial del hueso (fig. 54). Con este emplazamiento se consiguen tres efectos: c FIGURA 53. Placa de osteosíntesis situada en la cara dorsal del radio. Prácticamente no ha sido necesario moldearla. FIGURA 54. Placa de osteosíntesis situada en la cara medial del radio para la fijación de una fractura distal del hueso. •• Se evita el roce constante del implante con el tendón del músculo extensor carporradial, principalmente en fracturas muy distales. Esto puede ser de gran importancia en perros de trabajo (perros de caza o de carreras). •• Permite tener más espacio para los tornillos debido a la forma asimétrica de la epífisis distal del radio. •• Se pueden utilizar placas de menor tamaño debido a la situación del implante “de canto” con respecto a la dirección de las fuerzas de flexión, lo que aporta una mayor resistencia frente a estas. Además, al estar los agujeros más próximos unos de otros, las placas necesitan menos longitud de hueso para ser fijadas con un número adecuado de tornillos. FIGURA 52. Fractura transversa de cúbito y radio (a) a la que se le ha implantado una fijación externa tipo II (b). El fijador debe abarcar toda la longitud del hueso (c). 146 FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR Las razas condrodistróficas presentan cierta curvatura craneal del tercio distal del radio, lo que puede complicar la colocación de una placa de osteosíntesis en la cara medial del hueso. 8 147 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES a Fracturas de radio y cúbito b c a FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR b 3 1 FIGURA 55. Abordajes medial y lateral de la diáfisis del radio. Incisión dorsal (a), abordaje medial (b) y abordaje lateral (c). 2 1. Vena cefálica. 2. Tendón extensor carporradial. 3. Músculo extensor carporradial. 4. Tendón abductor del dedo I. 4 a b 2 3 4 1 FIGURA 56. Abordaje FIGURA 57. Fractura proximal de radio en perro condrodistrófico (a) que se ha fijado mediante una placa de osteosíntesis en la cara craneolateral (b). En estas razas es esencial moldear correctamente la placa. En fracturas conminutas, existen dos posibilidades: la estabilización mediante placas de osteosíntesis o mediante fijación externa. Decidir entre una u otra opción depende de numerosos factores, pero el más determinante, a parte de la edad del paciente, es la longitud del fragmento proximal. En este tipo de fracturas, en las que no existe la capacidad de transmisión de fuerzas entre el fragmento proximal y el distal, las fuerzas de palanca que ejerce la placa sobre los a b 8 fragmentos en los que va anclada, aumentan considerablemente. Por esta razón, si el fragmento proximal es corto, se corre el riesgo de que los tornillos se suelten. En el radio, a diferencia del húmero y del fémur, es posible aplicar cualquier tipo de fijación externa, por lo que se puede conseguir una estabilidad adecuada incluso en pacientes de peso elevado y en fracturas de alto grado de conminución (fig. 58). En casos extremos en los que el fragmento proximal no es lo suficientemente amplio para emplazar un mínimo de dos clavos percutáneos, se ha descrito la posibilidad de crear una configuración mixta mediante el anclaje del fijador en la zona proximal del cúbito. La unión entre radio y cúbito cerca de la articulación del codo es, gracias a la existencia del ligamento anular, muy firme. Al no poderse mover el cúbito con respecto al fragmento distal del radio, el foco de fractura no sufre desplazamientos excesivamente importantes. Por otra parte, a diferencia del tercio distal, en el tercio proximal del radio existe una adecuada masa muscular que rodea al hueso, por lo que la vascularización suministrada permite un aporte vital de las células encargadas de la cicatrización durante los primeros días. Por este motivo, es poco frecuente la aparición de retrasos en la cicatrización en las fracturas de tercio proximal del radio. Además, al poder aplicar la fijación externa a foco cerrado, el daño iatrogénico de los tejidos blandos es prácticamente nulo, lo cual evita más si cabe la aparición de problemas de cicatrización. c lateral de la cabeza proximal del radio. 1. Músculo extensor carporadial. 2. Músculo supinador. 3. Músculos flexores. 4. Músculo extensor cubital. Tratamiento de las fracturas más frecuentes del radio Fracturas de la epífisis proximal del radio Las fracturas de radio en la epífisis proximal y las fracturas múltiples son muy poco frecuentes en perros y gatos. En caso de producirse, suelen ser fracturas conminutas del tercio proximal del hueso. 148 La mayoría de las fracturas que afectan al radio suelen producirse en el tercio medio o distal. En las fracturas simples, el tratamiento más adecuado es la estabilización mediante placas de osteosíntesis aplicadas a la cara craneolateral del radio (fig. 57). FIGURA 58. Fractura conminuta muy proximal de radio y cúbito (a) tratada con fijadores externos tipo III (b). El resultado obtenido es aceptable (c). 149 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES Fracturas de radio y cúbito Uno de los riesgos cuando se colocan los clavos percutáneos muy proximales es la aparición de un sangrado profuso a los pocos días de la intervención. Esto ocurre como consecuencia de emplazar uno de los clavos demasiado cerca de una vena debido al roce del clavo sobre la túnica adventicia. Cuando el paciente apoya la extremidad se va produciendo un aneurisma que rompe espontáneamente al cabo de pocos días. La hemorragia es fácilmente controlable por compresión pero, si no se elimina la causa que la produjo, ocurrirá de nuevo. En estos casos, se debe retirar el clavo percutáneo que causa el sangrado y sustituirlo por otro, modificando ligeramente el punto de entrada. La fijación externa a foco cerrada reduce los riesgos de infección y evita retrasos en la cicatrización. Fracturas de la diáfisis del radio Todas las fracturas que afectan a esta zona se pueden tratar tanto de forma externa, mediante fijación esquelética externa, como de forma interna, con placas de osteosíntesis. La decisión depende del tipo de fractura así como de las preferencias del cirujano. Normalmente, en esta localización no existen problemas de espacio para emplazar un número adecuado de tornillos en ambos fragmentos principales, por lo que la fijación mediante placas suele ser la más indicada (figs. 59 y 60). FIGURA 59. Placa de compresión en fractura transversa de radio. a El abordaje quirúrgico de la diáfisis del radio no entraña ninguna dificultad especial. Sin embargo, un posicionamiento correcto del paciente es clave para poder manejar con comodidad la extremidad fracturada. Existen dos opciones: •• Colocar al paciente en decúbito supino con la extremidad extendida hacia el tercio posterior. •• Mantener al paciente en posición de esfinge con las extremidades delanteras apoyadas sobre la mesa. Para conseguir que el animal anestesiado permanezca en esta posición, es necesario sujetarle la cabeza mediante una barra a una altura que mantenga los húmeros en posición vertical (fig. 61). Esta posición permite más precisión y mayor comodidad a la hora de perforar los agujeros, ya que el antebrazo del animal permanece firmemente apoyado sobre la mesa. Como es lógico, la función del implante depende básicamente del tipo de fractura a tratar. La osteosíntesis rígida no se recomienda en fracturas múltiples de radio, ya que el uso de cerclajes se ve dificultado por la forma aplanada de este hueso, que puede complicar además el tensado del alambre. La forma aplanada del radio dificulta el tensado del alambre en sistemas de osteosíntesis rígida, por lo que el uso de cerclajes no está recomendado. FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR 8 de masa ósea (fig. 62). Esta pérdida de masa puede derivar en una reabsorción ósea y posterior desaparición del tejido óseo. Si se detecta este proceso, se debe retirar el implante lo antes posible. Para ello, se deben extraer los tornillos progresivamente, dinamizando la placa hasta dejarla sin ningún tornillo y mantener únicamente la placa como férula interna, ya que si se extrajera la placa junto a los tornillos, el hueso no estaría preparado para soportar las cargas fisiológicas, con el consiguiente riesgo de nuevas fracturas. Una vez que el hueso ha recuperado la densidad normal, se puede proceder a la retirada total del implante (fig. 63). Fracturas de la epífisis distal FIGURA 61. Paciente en posición de esfinge para intervenir cómodamente una fractura de radio. En razas enanas, uno de los problemas en el tratamiento de fracturas del tercio distal del radio es la aparición de lo que se denomina estrés de protección. Debido a la deficiente vascularización y a una disminución de las cargas sobre el radio –al ser estas absorbidas por el implante–, el hueso sufre un proceso de halistéresis, es decir, la pérdida progresiva a b a Las fracturas de la epífisis distal del radio son más frecuentes en gatos, tras caídas desde una gran altura, y en perros de razas miniatura. Como norma general, siempre que se atienda a un animal joven con fractura distal del antebrazo, se debe advertir a los propietarios de la posibilidad de alteraciones del crecimiento óseo. b c d b FIGURA 60. Placa de neutralización en fractura múltiple de radio. Vista dorsopalmar (a) y laterolateral (b). 150 FIGURA 62. Pérdida de masa ósea (halistéresis) por estrés de protección. La pérdida progresiva de densidad ósea es muy notable entre (a) y (b). FIGURA 63. Dinamización progresiva de una placa de osteosíntesis para evitar refracturas. Primero se eliminan los tornillos (a) y se deja la placa como férula interna para estimular la osteosíntesis (b y c). Posteriormente, se retira la placa (d). 151 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES Esta tipología de fracturas de tercio distal han de tratarse bajo los mismos preceptos que las fracturas diafisarias, siempre y cuando no sean excesivamente distales, en cuyo caso el cirujano se encuentra ante los mismo inconvenientes que en las fracturas del tercio proximal. A diferencia de las fracturas proximales, la implantación de fijadores externos no es recomendable en este tipo de fracturas, muy especialmente en las razas pequeñas. La razón, ya comentada con anterioridad, es la precariedad en cuanto a su vascularización, debido a la falta de una masa muscular bien irrigada, que puede complicarse con procesos de halistéresis ósea. Además, la mayoría de las fracturas distales a este nivel son simples, por lo que la estabilidad debe ser máxima, condición más difícil de alcanzar mediante fijación externa. Esto no implica que no se pueda conseguir una cicatrización correcta del hueso si se aplican estructuras que aporten una gran estabilidad como fijadores externos tipo III (fig. 64). En caso de fracturas muy distales, en las que no se dispone de espacio suficiente para emplazar los tres tornillos que recomienda la técnica AO, existen varias opciones: •• Colocar únicamente dos tornillos en el fragmento distal. Esta opción solo es recomendable en el caso de fracturas lo suficientemente transversas como para aplicar compresión estática mediante una placa. Al comprimir la fractura, a b Fracturas de radio y cúbito se alcanza la estabilidad necesaria como para que con solo dos tornillos se puedan soportar todas las fuerzas de flexión (fig. 65). •• Colocar únicamente dos tornillos en el fragmento distal con una placa de osteosíntesis bloqueada. Se trata de una opción más segura que la anterior ya que, como ya se explicó en el capítulo correspondiente (pág. 94), al quedar el tornillo enroscado no solo en el hueso sino también en la placa, basta con colocar dos tornillos para lograr una estabilidad adecuada (fig. 66). •• Colocar la placa en la cara medial del radio, con lo que se gana algo más de espacio, no solo por la localización, sino por la posibilidad de emplear un implante con tornillos de un diámetro menor (fig. 67). •• Aplicar una placa en radio y otra en cúbito. La combinación de ambas placas confiere una magnífica estabilidad al conjunto, con lo que dos tornillos distales en radio pueden ser suficientes para neutralizar correctamente las fuerzas (fig. 68). En el mercado existen placas diseñadas para poder emplazar un mayor número de tornillos en un menor espacio óseo. Para conseguir este objetivo, las placas no son simétricas y presentan un extremo más ancho que el otro, por lo que los agujeros quedan situados en paralelo (fig. 69). Las más habituales son las llamadas placas en T, por la forma c FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR a FIGURA 65. Fractura transversa de radio estabilizada mediante dos tornillos en el fragmento distal. a b a FIGURA 66. Vista mediolateral (a) y dorsomedial (b) de una placa bloqueada estabilizada mediante dos tornillos a cada lado. b c estabilizada mediante una placa aplicada en la cara medial del radio (b), lo que permite emplear tornillos de diámetro inferior. b d de pequeño tamaño aplicadas en radio y cúbito. Proyección caudocraneal (b) y laterolateral (c). FIGURA 64. Fractura transversa distal de radio (a) tratada con fijación externa tridimensional (b). Si se consigue una gran estabilidad, 152 b FIGURA 67. Fractura distal de radio (a) a FIGURA 68. Fractura muy distal de radio (a) estabilizada mediante placas los resultados posoperatorios son buenos (c y d). 8 que presentan. Estos implantes se sitúan debajo de los tendones extensores y enrasan su borde horizontal con la parte más distal del radio, pudiendo albergar tres tornillos en un fragmento óseo muy pequeño. Tradicionalmente, se han utilizado placas de traumatología humana destinadas a cirugías de mano, pero estos implantes presentan el problema de tener un perfil muy delgado, por lo que en algunas ocasiones fallan (fig. 70). En la actualidad, existen placas en T diseñadas FIGURA 69. Placa de tipo cobra para la estabilización de una fractura distal de radio. específicamente para veterinaria con un perfil más grueso y una forma ligeramente triangular, en vez de una forma de T pura, lo cual aporta mayor resistencia (fig. 71). Epifisiólisis de la epífisis distal del radio Se trata de una fractura Salter-Harris tipo I y es algo más frecuente en félidos. La fractura se produce a nivel de la placa de crecimiento distal del radio (fig. 72). Estas fracturas se 153 TRAUMATOLOGÍA EN PEQUEÑOS ANIMALES FIGURA 70. a Fracturas de radio y cúbito b c FRACTURAS DEL MIEMBRO ANTERIOR a Placa en T de traumatología humana. b 8 c FIGURA 71. Placa en T específica de traumatología veterinaria, más gruesas y con un perfil más triangular. deben tratar lo antes posible para conseguir una correcta reducción, sobre todo si la fractura afecta a la placa de crecimiento distal del radio. Si ya han pasado algunos días desde la fractura, los tendones de los músculos extensores, la fractura del cúbito a menudo asociada y el escaso tamaño del fragmento distal hacen que la reducción se complique considerablemente y que la implantación correcta de los implantes sea compleja. El tratamiento consiste en la inserción de dos agujas a partir de ambos lados de la epífisis distal del radio orientadas hacia la diáfisis del radio, una vez reducida la fractura (fig. 73). Debido al escaso tamaño del canal medular de este hueso, prácticamente inexistente en su parte distal en razas pequeñas, las agujas insertadas difícilmente tienen una función de aguja de Rush. Es decir, el crecimiento de esta placa y, por lo tanto, del hueso a este nivel quedará neutralizado. Normalmente, esto no ocasiona ningún impedimento funcional del miembro gracias al crecimiento vicariante de la placa proximal del radio y a la posibilidad de extensión del ángulo de flexión de codo y hombro al realizar el apoyo. Al tratarse de pacientes en crecimiento, se debe tener en cuenta que la placa de crecimiento del cúbito puede estar lesionada como consecuencia de un traumatismo, lo que provoca el cierre prematuro de su epífisis distal y la consiguiente aparición de un radius curvus. En caso de pacientes con gran potencial de crecimiento –animales jóvenes o de razas grandes–, puede ser conveniente realizar una ostectomía cubital preventiva (fig. 74). 154 FIGURA 72. Fractura Salter- Tratamiento de las fracturas más frecuentes del cúbito Cuando tanto radio como cúbito se fracturan, normalmente este último no necesita tratamiento, siempre y cuando se consiga una estabilidad adecuada del radio. Cuando solo se encuentra fracturada la diáfisis cubital, en general tampoco se requiere tratamiento quirúrgico, si bien una fijación intramedular contribuye a estabilizar la fractura (fig. 75). Existen, sin embargo, ciertas fracturas que, debido a su localización, se deben tratar siempre. Fractura del olécranon La fracturas del olécranon suelen ser fracturas por arrancamiento, por lo que requieren una correcta estabilización. El sistema más empleado para el tratamiento de este tipo de fracturas es la aplicación de agujas con banda de tensión. Este sistema permite transformar las fuerzas de tracción en fuerzas compresivas que aceleran los procesos de cicatrización. Para un correcto abordaje quirúrgico, se debe colocar al paciente en decúbito supino con el codo flexionado 90°. En esta posición, el abordaje es realmente sencillo al poder palpar la epífisis proximal del cúbito sin ninguna dificultad. Además, tanto la reducción de la fractura como la colocación de los implantes son más cómodos. Una vez identificada la fractura, se procede a su reducción evitando en la medida de lo posible grandes manipulaciones para dañar lo menos posible los tejidos blandos. Harris tipo I de la epífisis distal del radio. La flecha señala la línea de fractura en la placa de crecimiento. FIGURA 73. Estabilización de una fractura SalterHarris tipo I mediante agujas tipo Rush. FIGURA 74. Ostectomía preventiva del cúbito para evitar un radius curvus (a y b) y su evolución posoperatoria (c). En caso de optar por introducir las agujas de forma retrógrada, estas deben insertarse a partir del foco de fractura. Una vez reducida la fractura, se introducen las agujas hacia el canal medular (fig. 76). No es necesario introducir los clavos en exceso, dado que su función es evitar la rotación y el desplazamiento lateral de los fragmentos, así como servir de anclaje al alambre. Posteriormente, se perfora un agujero en el fragmento distal cerca de la línea de fractura teniendo cuidado de respetar un margen de seguridad tanto hacia el borde de la fractura como hacia la cortical caudal del cúbito. El alambre no debe romper el tejido óseo hacia el plano de fractura cuando la contracción del músculo tríceps traccione del alambre. Posteriormente, se pasa el cerclaje por el agujero y se cruzan ambos extremos sobre la cortical caudal del cúbito. A continuación, se coloca uno de los extremos por delante de la parte que sobresale de los clavos y se tensa la banda de tensión enroscando un extremo con el otro bajo tracción (fig. 77). Por último, se doblan y cortan las agujas, y se orientan los “ganchos” creados en dirección craneal con el fin de sujetar el alambre (fig. 78). Para finalizar, se sutura por planos. En las fracturas del olécranon con más de dos fragmentos, y principalmente en aquellas en las que alguno de estos fragmentos se localizan en la zona craneal del cúbito, la estabilización mediante agujas con banda de tensión puede ser insuficiente. Al transformar las fuerzas de tracción en fuerzas de compresión, las agujas con banda de tensión producen que las fuerzas se concentren principalmente en la zona craneal del cúbito. En caso de existir algún fragmento suelto en dicha zona, este se desplazaría, volviéndose inestable el foco de fractura. En estos casos concretos, es mejor realizar un tratamiento mediante placas de osteosíntesis, colocadas en la cara caudal del cúbito (cara de tensión del hueso). Dependiendo de la posición en la que se encuentra la fractura, la placa se deberá situar en una posición más o menos proximal (fig. 79). En casos de fracturas muy proximales, es conveniente doblar el implante para acomodarlo al olécranon e insertar los tornillos en diferentes direcciones para evitar que sus puntas choquen entre sí (fig. 80). Otra opción posible es emplazar la placa en la cara lateral o medial del cúbito. De este modo, con la placa “de canto”, el implante se comporta de forma muy estable frente a las fuerzas de tracción producidas por el músculo tríceps (fig. 81). Fractura de Monteggia La fractura de Monteggia es la combinación de una fractura de la zona media o del tercio proximal del cúbito asociada a una luxación craneal de la cabeza del radio (fig. 82). El tratamiento consiste en estabilizar la fractura del cúbito mediante enclavijamiento intramedular o mediante placas, dependiendo del tipo de fractura. Como no existe fractura de radio, el sistema de osteosíntesis aplicado en el cúbito no 155