La arboleda de los enfermos

Transcripción

La arboleda de los enfermos
Teresa de Cartagena Teresa de Cartagena (1425-­‐¿?) fue una religiosa y escritora mística sorda española. La escritura de sus libros, Arboleda de los enfermos y Admiraçión Operum Dey se debe, en buena medida, a la sordera que afectó a la autora a partir de 1453 o 1459. Está considerada como la primera escritora mística en español y el último de sus libros es, en opinión de algunos autores, el primer texto feminista escrito por una mujer española. Cartagena escribe su primer libro Arboleda de los enfermos en reacción a la soledad a la que se ve reducida por su sordera. Aproximadamente un año o dos después, escribe una defensa para su primer libro llamado Admiraçión operum Dey, ya que muchos habían objetado a su obra que una mujer no habría podido haber escrito una obra tan elocuente y con tan buenas razones. Resulta así que Teresa de Cartagena se incorpora al canon medieval de escritoras feministas al lado de Hildegard von Bingen y Christine de Pisan. Sus obras son semiautobiográficas y testimonian la auténtica voz de la mujer medieval, lo que constituye una verdadera rareza en las obras medievales. Del formalismo escolástico a las corrientes místicas. La característica más acusada de la mística española es su carácter ecléctico, armonizador entre tendencias extremas. Un segundo rasgo es que en la literatura religiosa hispana predomina lo ascético sobre lo místico. El tercero sería su gran elaboración formal: presenta un excelente estilo literario, de forma que muchas de sus obras se cuentan como obras maestras de la literatura en lengua española. Según la teología, la mística se diferencia de la ascética en que ésta ejercita el espíritu humano para la perfección, a manera de una propedéutica para la mística, mediante dos vías o métodos, la purgativa y la iluminativa, mientras que la mística, a la cual sólo pueden acceder unos pocos, añade a un alma perfeccionada por la gracia o por el ejercicio ascético la experiencia de la unión directa y momentánea con Dios, que sólo se consigue por la vía unitiva, mediante un tipo de experiencias denominadas visiones o éxtasis místicos, de los que son propios una plenitud y conocimiento tales que son repetidamente caracterizados como inefables por quienes acceden a ellos. En relación con la escolástica (Tomàs de Aquino) algunos autores defienden que el formalismo escolástico, seco y árido, es ajeno a las almas apasionadas, la escolástica era incapaz de satisfacer los piadosos anhelos de confundirse personalmente con Dios. El ardor religioso, el amor inefable, la sed de una suprema bienaventuranza que sólo puede 1 gozarse en la unión con Dios, desvaneciéndose en Él y perdiéndose nuestra personalidad, arrojó a los espíritus fervorosos por la senda del misticismo, no satisfechos de aquella unión intelectual que el tomismo les brindaba. La Arboleda de los enfermos Primer libro de Teresa, examina el efecto de ser sorda en la vida y su progreso espiritual. Tras ser devastada por el comienzo de su enfermedad, Teresa medita en la silenciosa prisión de su sordera y concluye que Dios la ha afligido para separarla de las distracciones de todos los días. Después de mucha reflexión en la prisión de sonidos eco dentro del claustro de sus orejas, razona que su alma hubiera sido más pura si ella nunca hubiera sido expuesta a la palabra, pues esto nos hace recurrir al mundo exterior material y nos hace olvidar el mundo espiritual interior. El copista, Pero López, indica que la obra de Teresa de Cartagena fue dirigida a Juana de Mendoza, esposa de Gómez Manrique, poeta y prominente figura política en su tiempo, pero aunque en la Arboleda se dirige a una "virtuosa señora", que puede ser Juana de Mendoza, todo parece indicar que el texto se enfoca a una audiencia femenina más extensa. Sin embargo, el género de la consolatio o consolación solía ser escrito por varones y se dirigía a una audiencia masculina; para humillarse estratégicamente ante sus lectores masculinos, la autora reitera la debilidad de su intelecto "la baxeza e grosería de mi mugeril yngenio". Enlace para el texto completo: http://www.uned.es/bieses/TEXTOS/Teresa_Cartagena_Arboleda.htm FRAGMENTOS DEL TEXTO ARBOLEDA DE LOS ENFERMOS Este tractado se llama Arboleda de los enfermos, el qual conpuso Teresa de Cartajena seyendo apasyonada de graues dolençias, espeçialmente auiendo el sentido del oýr perdido del todo. E fizo aquesta obra a loor de Dios e espiritual consolaçión suya e de todos aquellos que enfermedades padeçen, porque, despedidos de la salud corporal, leuante[n] su deseo en Dios que es verdadera Salut. 2 [G]rand tienpo ha, virtuosa señora, que la niebla de tristeza tenporal e humana cubrió los términos de mi beuir e con vn espeso toruellino de angustiosas pasyones me lleuó a vna ýnsula que se llama "Oprobrium hominum et abiecio plebis" donde tantos años ha que en ella biuo, si vida llamar se puede, jamás pude yo ver persona que endereçase mis pies por la carrera de paz, nin me mostrase camino por donde pudiese llegar a poblado de plazeres. Asý que en este exillyo e tenebroso destierro, más sepultada que morada me sintiendo, plogo a la misericordia del muy Altýsimo alunbrarme con la luçerna de su piadosa graçia, porque pudiese poner mi nonbre en la nómina de aquellos de quien es escrito: “Los que morauan en tinieblas y en sonbra de muerte, luz les es demostrada.” E con esta Luz verdadera que alunbra a todo omne que viene [e]n este mundo alunbrado mi entendimiento, desbaratada la niebla de mi pesada <e> tristeza, vi esta ýnsula ya dicha ser buena e saludable morada para mí. E aunque poblar de vezinos no se puede, porque pocos o ningunos hallarés que de su grado en ella quieran morar, ca es estérile de los plazeres tenporales, e muy seca de glorias vanas, e la fuente de los honores humanos tiene muy lexos en verdat, pero puédese poblar de arboledas de buenos consejos y espirituales consolaciones, de guisa que la soledat penosa de las conversçiones del siglo se convierta en conpañía e familiaridat de buenas costunbres. E porque mi pasyón es de tal calidat e tan porfiosa que tan poco me dexa oýr los buenos consejos como los malos, conviene sean tales los consejos consoladores que syn dar bozes a mi sorda oreja, me pued[a]n poner en la claustra de sus graçiosos e santos consejos; para lo qual es neçesario de recorrer a los libros, los quales de arboledas saludables tienen en sý marauillosos enxertos. E como la baxeza e grosería de mi mugeril yngenio a sobir más alto non me consienta, atreuiéndome a la nobleza e santidat del muy virtuoso Rey e Profeta llamado Dauit, comyenço a buscar en su deuotísymo cançionero, que "Salterio" se llama, algunas buenas consolaçiones. E fallé más de lo que buscaua; ca yo buscaua consolaçiones y allé amonestaçiones, buscaua consejos e fallélos syn dubda tantos y tales que, sy por ellos guiarme quisyere, poblaré mi soledat de arboleda graçiosa, so la sombra de la qual pueda descansar mi persona y reçiba mi espíritu ayre de salud. E porque en mi pequeño plato no todos cabrían, dexaré los que non dexan por eso de ser prouechosos y más que buenos, e tomaré algunos para comienço de mesa e otros para la mesma yantar, e reseruaré algunos para levantar de la tabla; y no de aquéllos me entiendo aprouechar que más hazen, no sólo al propósyto de mi pasyón, mas al avmentaçión de mi deuoçión y consolaçión espiritual. E avnque non 3 desenbuelta la lengua, y peor dispuesto el sentido, solamente por no dar lugar a estos dos daños, los quales son soledat e vçiosydat, e pues la soledat no puedo apartar de mí, quiero fuir la vçiosydat porque non pueda trauar casamiento con la soledat, ca sería vn peligroso matrimonio. E sy puede asý arredrar de mi diestro lado soledat [e] la ocçiosidat del lado siniestro, non dubdedes que en ello afanar por descanso lo auría mi mano; ca segund la calidat de mi pasión, si bien lo mirardes, más sola me verés en conpañía de muchos que non quando sola me retraygo a mi çelda. Es ésta la causa: quando estoy sola, soy aconpañada de mí mesma e de ese pobre sentido que tengo, pero quando en conpañía de otrie me veo, yo soy desanparada del todo, ca nin gozo del consorçio o fabla de aquéllos, nin de mí mesma me puedo aprouechar. Fuye de mí el sentido, ca está ocupado en sentir la desygual pena que syento [al] apartarse la razón con el muy razonable tormento que la aflige. La discreçión es poca, pero avnque mucha fuese, asaz ternía que ver en prouocar los mouimientos humanos a paçiençia. E donde el oýr fallesçe, ¿qué tiene que ver el fablar? Quedará la presençia muerta e sola del todo. Asý que, por estas razones, e por el yspirençia que las faze dignas de fee, se puede creer de mí quán[t]o estoy sola; pues asý es que esta tan esquiva e durable soledat apartar de mí no puedo, quiero hazer guerra a la [o]cçiosydat ocupándome en esta peque[ñ]a obra, la qual bien se puede dezir que no es buena nin comunal, mas mala del todo. […] Quando miro esta mi pasyón en los tenporales negoçios, véola muy penosa y de grandísima angustia, mas quando aparto el pensamiento de las cosas ya dichas, recojéndole a mi propio seno, e veo la soledat que me haze sentir, apartándome de las negociaciones mundanas, llámola soledat amable, soledat bienaventurada, soledat que me haze ser sola de peligrosos males e aconpañada de seguros bienes, soledat que me aparta de cosas enpeçibles e dañosas al ánima e avn al cuerpo no muy prouechosas. E paresçe aver acaesçido a mí lo que vehemos acaesçer quando fablan muchos en vn tropel y les paresçe que en otra parte oyen bozes. Ca fazen señal con la mano porque callen y escuchen, e ansý tienen sylençio por mejor poder entender las bozes que en otra parte les paresçe responder. E algunos ay, que no atendiendo prudentemente que aquel fin porque les manda[n] callar, que puede ser cosa que mucho les cunple saber, no dexan por eso de palabrear. Pero si entr'ellos está algund onbre discreto e conoce que aquellas bozes trahen algund prouecho en las oýr, faze señal con el dedo en la boca, e asý les da a 4 entender que les cunple callar, y estonçes çesa del todo su nesçia porfía. E avnque les pesa, tienen silençio, mayormente si el que faze estas señas es persona a quien deuen temor e obidençia. Donde se sygue que escuchan por fuerça lo que de grado escuchar no querían. E asý yo, estando enbuelta en el tropel de las fablas mundanas e bien rebuelto e atado mi entendimiento en el cuydado de aquéllos, no podía oýr las bozes de la santa dotrina que la Escritura nos enseña e amonesta; mas la piadat de Dios que estaua comigo en este ya dicho tropel e con discreto acatamiento veýa la mi perdiçión [e] conosçía quánto era a mi salud conplidero çesar aquellas fablas para mejor entender lo que a mi saluaçión cunplía, hízome de la mano que callase.E bien se puede asý dezir, pues esta pasión es dada a mí por su mano. E aun nuestro acostunbrado hablar asý lo que demuestra, ca desque vehemos alguna persona de grand dolençia o pasyón aflegida, dezimos esforçándole a paçiençia: “Aved paçiençia, pues que nuestro Señor os lo dio. ¿E por qué aués ser triste pues es de la mano de Dios? etç.” Asý que la mano de Dios me hizo señal que callase y çesase las habIas mundanas. E yo callando por fuerça e no escuchando de grado lo que tanto me cunplía, mas con mi neçesidad a cuestas porfiando de lleuar adelante mis daños, añadió su misericordia la segunda sygna del dedo en la boca, dándome claramente a entender que no es su voluntad que yo hable en las cosas del syglo mas que calle e del todo callar. E asaz manifiesto pareçe serme hecha esta sygna con el dedo diuinal, quando en tanto grado es acreçentada mi pasyón que avnque quiero hablar no puedo e aunque me quieren hablar no pueden; bien sé que podrá dezir qualquiera que ésta mi pasyón me pone enbargo en el oýr pero no [en] el hablar, pues la lengua está libre de pasión. A la qual pregunta respondo: "¿Quál es la causa prinçipal porque nos fue dada lengua y hablares?" Verdat que la principal aquello creo ser que menos vsamos, la qual es para loar e bendezir a Dios. Pero después desta, ¿quién dubda que nos fue y es dada para preguntar y ser respondidos? E avn me pareçe, sy bien lo entiendo, que asý lo amonesta el Profecta donde dize: "Pregunta al tu padre e anunçiará a ti; e los tus mayores dirán a ti." En manifiesto es que el fablar e lengua dos es dada, aliende de la prinçipal causa que dixe de loar e bendezir a Dios, para preguntar y ser respondidos, quanto para fabrárselo todo cada vno por sý, ninguna vtilidat ni prouecho ouiera en ello; y esto tal más paresçería y paresçe acto de lo[co] que no de persona que tiene seso natural. E no syn razón me enojan algunas personas quando me ruegan y dizen: “Yd a 5 fulanos qu' os quieren ver e aunque vos no lo oygaes; oyrán ellos a vos." E bien conosco que se me dize con buena amistat e synpleza apartada de toda maliçia, mas ni por esto dexo de me enojar, conosçiendo claramente qu'el ablar es prolixo sin el oýr, se puede dezir fe syn obras. Ca asý como la fe sin las obras es muerta y no aprouecha al que la tine, antes le obliga a mayor pena, asý el fablar syn el oýr no uale nada nin faze otro bien sino acreçentar tormento a su dueño. Asý que la lengua por sí sola no es aprouechosa sino en dos cosas: la una es loar y bendezir a Dios, la otra predicar al pueblo; ca estas dos sin replicato se pueden exer[c]er. Mas en todos los otros actos, eso aprouecha poder fablar e non poder oýr que oýr bien [e] no poder fablar. C'aquí todo el ofiçio al oýr es luego privado e el [e]xer[çi]lçio del fablar. Ca el que no oye, ¿cómo respondrá? Y <que> el que non espera gozar de la respuesta, ¿cómo preguntará? Éste tal, sy discreto fuere, silençio será su guarda. Y pues tanta claustra Dios a puesto en mi oýr, bien paresçe que por ygual peso me mande reglar en el hablar, asý que con la segunda signa del dedo en la boca me manda callar el Señor soberano, demostrándome claramente en l'avmentaçión de mi pasyón que no es su voluntat que me ocupe en ninguna fabla mundana, mas que tenga sylençio entero para que mejor pueda entender lo que con el ruydo de las ocupaçiones seglares entender no pudiera. Ca sin dubda mucho es el entendimiento del honbre desanparado de sý quando del todo es enbuelto en las cosas mundanas, e tanto mejor se recoge en sý mesmo quanto más se aparta de las cosas. Desque alguno anda muy ocupado en negoçios, dezimos que no se acuerda de sý, mas pues para mejor recojer el entendimiento deramado e acordarse onbre de sý neçesario es que ponga sylençio a todo lo propio. Ya es puesto silençio por la mano de Dios, que me manda callar, e increpada mi nesçia porfía con aquel dedo que se entiende, demostrándome abiertamente que me conviene del todo callar, que quiere dezir, del todo apartarme de las hablas mundanas y de sus deseos, que muy poco aprouecha apartar la presençia o conversaçión de aquestas cosas si el deseo e cuydado avn está[n] en ellas enbueltos. Ca esto sólo sería asaz ruydo para que no pudiese entender las bozes; para las quales oýr, me mandan tener tan estremado silençio, segunt vehemos acaesçer algunas vezes en las fablas que hazen vnos a otros, que avnque el hablador o proponedor de la habla sea diligente o atento en lo que dize, y los que escuchan estén callando, pero sy el pensamiento e cuydado del que escuchan están ocupado[s] en otras cosas desuiadas de la habla que le hazen, por mucho 6 qu'el razonador baladre, éste no entenderá cosa quanto le dixeren. Asý acaesçe: "Vos, amigo, no estaes aquí; tornad en vos, o por mejor dezir, tornad por vos." Asý que no solamente es neçesario apartarse onbre de las fablas e conversaciones seglares poniendo del todo silençio en ellas, mas el deseo e cuydado; e forçado es que se aparte e del todo parta de nuestra voluntad si queremos escuchar sin enbargo e ruydo lo que a nuestra salut es conplidero. iO marauillosa caridat del Señor soberano, que tan manifiestas señales me muestras<s> para que escuche lo que a mi salud es neçesario, que no solamente es quita del oýr e fablar mío en las conversaciones del syglo, mas el deseo que me solía hazer no pequeño daño, con la piadosa mano de su diuinal graçia as del todo apartado de mí! ¡O señal prouechosa no punto discrepante de las primeras, mas muy favorable y sostenedora de aquéllas! Mi deseo es ya conforme con mi pasyón, y mi querer con mi padesçer son asý abenidos, que nin yo deseo oýr nin me pueden hablar, nin yo deseo que me hablen. Las que llamaua pasyones agora las llamo resureçiones. Ya son abenidos los dos enemigos, que son mi querer e mi padesçer. iO piadoso Señor, como ha[s] fecho boluer la rienda a mis deseos por otro camino más llano y mejor que ellos mereçen! j O mudança de la diestra del muy altísymo Redentor, que tan manifiestamente me muestras la grandeza de tus mercedes! Que no basta a mí ser apartada de la turbamulta dapnosa de las ocupaçiones mundanas, mas el deseo que pena syn muerto bueno as arredrado de mí, non consyntiendo la tu piedat qu tanto tienpo fuese aflegid[a] del conbate de hesos dos enemigos, los quales son querer y non poder. E yo, que fasta aquí quería e non podía enplear mi tienpo en las conversaçiones seglares e agora, ya nin puedo nin quiero nin querría thener poder para conplir tan dañoso quer<r>er. Por çierto, grand prouecho deuen [hazer] estas palabras por las quales oyrán plaziendo a Dios de asý quitar todos los ynpedimientos y estoruos. Ya soy apartada de las bozes humanas, pues mis orejas non las pueden oýr; ya tiene<n> silençio mi lengua plazera, pues por esta causa non puede fablar. Ya está apartado mi deseo en tanto grado que menor es mi deseo en las cosas tenporales que mi salut, e non me pesa tanto por lo que non puedo oýr como lo que he oýdo en ofensa de Dios. E por mi voluntat, desde la cuna me fuera dada aquesta pasyón, porque no pudiera pasar las claustras de mis orejas palabra en qu'ofendido o no seruido a Dios aya. iO Señor, escuchar e oýr deseo la duçedunbre de la tu boz! Ca syn dubda puedo dezir: "La boz tuya es dulçe e la tu cara fermosa." 7 E con el silençio ya dicho, yncIinando la oreja del mi entendimiento, pues la del cuerpo mal me ayuda, parésceme que espmtualmente oý resonar a aquestas palabras: "Oye fija, e acata e ynclina tu oreja, oluida el pueblo tuyo y la casa de tu padre.” E como las primeras palabras tanto y tanto me aperçiben que oyga y pare mientes e yncIine mi oreja, da a entender que las syguientes de oluidar el pueblo mío e la casa de mi padre otra sygnificaçión trahen de la que luego en sý representan. [C]a para lo entender ansy synplemente como sue[n]a, asaz abastaua vna destas amonestaçiones; mas todas tres juntas, oýr, acatar e ynclinar la oreja, claro me muestran que con toda diligençia deuo myrar no solamente lo que dizen las mesmas palabras, mas la sentençia que consygo trahen. Pero bien es de tener primero lo que dlze para mejor conosçer lo que quiere dezir, ca dize: "Oluida el pueblo tuyo y la casa de tu padre." E non manda olvidar el padre, mas la casa suya. E claro es que no se dize por la casa material, ca no tiene en sý razón de oluidar nin remenbrar, mas por la familia. E avn [a]sý demuestra nuestro común hablar quando dezimos: "Fulano tiene muy grand casa;" lo qual no se entIende por los hedifiçios o çircuyto de la casa en que mora, ser pequeña o grande, mas por la familia e multitud de gente. Pues sy a esta casa nos manda oluidar, sýguese que nos manda oluidar e avn aborresçer el padre, porque quien verdaderamente ama a su padre, no sólo no podrá oluidar su casa, que es la familia de criados e parientes, mas avn yo creo que los amará por respecto de su padre. Pues para poder oluidar a esta ya dicha casa convIene que primero oluidemos y avn aborescamos a nuestros padre. Bien paresçe segunt esto que otra más razonable e saludable significación trahen las palabras ya dichas, ca oluidar onbre de esta manera el su pueblo y la casa de su padre paresç[er]ía contradezir el Mandamiento de Dios que nos manda onrar; ca el que onbre no ama, no le puede onrrar. E a quien desonra, señal es que non le ama, aunque algunas honrras e reuerençias se hazen en este mundo, por las quales dezimos: "Manos besa el onbre, etç." Mas estas tales, fuera e bien lexos las veo del divinal Mandamiento, ca de vna manera honrramos o fazemos reuerençia a nuestros padres y de otra a los señores con quien debdo no auemos; ca onrramos a nuestros padres con filial amor e voluntaria obidençia, [e a los señores] con çerimonia mundana, más subjecta por çierto a abto de cortesya o de justiçia sy tal fuere, que no a cordial amor. E bien se declara asý en el mesmo Mandamiento que dize: "Honrrarás al padre." E non dlze: "Honrrarás a los adelantados, condes e duques." Donde se entiende que esta honor e reuerençia que a nuestros padres hazemos, y con mucha razón deuemos hazer, a de proeçeder y proçede 8 syn dubda de grande amor; e avn el vocablo mesmo lo demuestra, ca diziendo, "Padre," paresçe que resuçita e abiua vn entrable amor en la voluntad. Asý que, pues nos manda honrrar, manifiesto es que nos manda hamar, ca de otra manera, fingida e cautelosa sería la onor o seruiçio que a nuestros padres fiziésemos. Pues a quien onrrar e amar nos manda, ¿cómo nos le mandanaría oluidar? Ca el que bien ama, tarde oluida. Onde asaz manifiesto paresesçe, ansý por el aperçebir de las primeras palabras que con tanta diligençia me amonestan que oyga e acate y encline mi oreja, como por estas sobredichas razones, que esta amonestación e consejo de oluidar el pueblo y la casa de mi padre otra sygnificaçión trae. E yo inclinando quanto más puedo a la oreja de mi entendimiento segunt mi rudo e grosero juyzio me ayuda, entiendo por el pueblo ya dicho la turba multa de las cobdiçias temporales e humanas. E asý como en el pueblo o multitut de gente se falla e deue fallar diuersos linajes e condiçiones, bien asý en las cobdiçias humanas ay grand diuersydad; ca vnos cobdiçian honor e fama, otros riquezas, otros cobdiçian trabajar por la gloria deste mundo y otros reposar por ese mesmo respecto. E sy todo el linaje de las cobdiçias temporales e vanas ouiese dezir, non dubdo que ygualase su número a los doze tribus. Pero dexando en paz sus linajes por dezir la guerra que fazen en la tierra do moran, digo que ansý como en la cibdat sy se leuanta alguna parte del pueblo contra alguno, se haze grand ruydo, pero sy todo el pueblo se mueve contra él, está en asaz peligro y mal librado conbate, bien asý por qualquier cobdiçia tenporal que contra nuestra ánima se leuante, es fecho grand ruydo en la cibdat de nuestra conçiençia; e sy todo este maldito pueblo se leuanta contra el ánima nuestra, [en] tanto mayor peligro e peor librada ella está. Bien se puede llamar pueblo las cobdiçias humanas, ca ansý como el pueblo quanto más acreçentado, tanto más populosa y llena haze ser la çibdat, bien asý quanto más acreçentadas son las cobdiçias tenporales en nuestra voluntat, tanto más llena está la çibdat de nuestra conçiençia de moradores dañosos, e ansý ocupada la tiene, que avnque quiera venir a morar en ella algunt buen vezino, no halla posada, mayormente si es tal persona que del dicho pueblo se tema poderle ser fecha demasçya. Como las virtudes sean de tan grand estado y tan poderosas que syn dubda pueden fazer demasýa y fuerça entera a los viçios, este negro pueblo que tiene ya tomada la çibdat de nuestra conçiençia, no consyente nin da logar que ninguna dellas pase el vnbral de la puerta porque más a su guisa puedan poseer la cabtiua çibdat e bien es de llamar <e> cabtiva la conçiençia que está llena de pecados; porque asý como el cabtiuo está contra su voluntad en el catiuerio, así la nuestra 9 conçieçia so el señorío deste pueblo peruersso. Ca non fazemos pecado nin aún le pensamos, que la conçiençia no nos reprehenda e acuse. Pues bien pareçe que no le plaze dello e a fuerça suya es poblada de tales pobladores, que mejor desoladores dezirse pueden. De oluidar e desenparar del todo este pueblo enemigo, ¿quién es que no vea ser sano consejo? Vengo a lo segundo de que soy amonestada, que oluide a mí mesma [e] la casa de mi padre. Por esta casa yo entiendo la inclinación humana donde moran el padre y el deseo y ábito de pecar, y ansý como el padre es comienço y engendrador de sus fijos, asý el mal deseo es comienço y engendrador de los pecados. Y a este tan abominable padre podemos atribuir lo que dize el Profeta: “Conçibo dolor,” quanclo con deliberada entençión consyente en el pecado para maldat quando le pone en obra. Pues mucho es a mí saludable consejo y no menos prouechosa amonestaçión que oluide el pueblo mío, que son las tenporales cobdiçias e turba multa de vanos cuydados en la casa de mi padre, que es la ynclinaçión humana, donde el deseo e ábito de pecar hazen su abitaçión o morada; porque a mi paresçe[r], en esta quadrilla tiene él asentada su casa. Ca por muy grande que fuese el deseo de pecar, sy non se acogiese a esta guarida e propia casa suya que es la ynclinaçión humana, no podría traher tan grand casa. E muy grant casa trahe fundada e muy costosa a la moneda espiritual, ca de criados e allegados mayor casa tiene que vn marqués éste que por nuestra culpa es hecho padre de nuestro mal beuir. ¿E quién pudiera oýr con las orejas del ánima este tan saludable consejo, si las orejas corporales estuvieran ocupadas en el ruydo de las bozes humanas? ¡O piadoso Señor, cómo es ynestimable la tu soberana bondat! iO cómo son inconprehensybles los tus juyzios, ynvestigables tus vías, que no solamente reçibes a los que a tí se allegan, ni solamente saluas a los que handan por el camino de saluaçión, mas a los que de ti se apartan e de su propio grado se van a perder; con piadosos acatamientos los costriñes y trahes por fuerça a la salut perdurable! Pues bien puedo dezir e avn tomar por mía, doquier que la halle, a esta muy graçiosa y más verdadera cançión de Dauit, la qual en comienço desta synple escritura e por fundamento della tomé, conviene a saber: "en cabestro e freno las mexillas de aquéllos costriñes, que a tí no se allegan e quieren allegar". 10 Para mejor ver cómo e quánto haze a mi propósyto esta autoridat, es de consyderar que este acatamiento de cabestro e freno es dyputado para los animales brutos que careçen de razón, porque con estos artifiçiales acatamientos son traýdos casy por fuerça adonde les cunple e al seruiçio de su dueño conviene, asý que por el cabestro son guiados e por el freno son costreñidos. E ansý como en la boca e çeruiz de los ya dichos animales es puesto cabestro e freno por las dichas razones, bien ansý paresçe por otras dos semejantes causas ser dado a todo animal razonable cabestro y freno. El cabestro es la razón y el freno es la tenprança y la discriçión, ca la razón nos guía e debe guiar a todo lo que es bueno e complidero, no sólo a nuestro bien tenporal mas a lo espiritual e pertenesçiente al seruiçio de nuestro Señor; e la tenplança y dyscriçión nos costriñen a refrenar los apetitos desordenados de nuestra humana flaqueza. E como quier que todo animal razonable tiene en su poder y querer estos dos buenos aparejos para se regir, pero no todos vsan ygualmente dellos, segund se puede juzgar por los actos de cada vno (ca avemos visto y vehemos a vnos rotamente pecar, e a otros vitoriosa e honestamente biuir, y a otros mediana suerte, de guisa que ni muy disolut[o]s en los vnos ni muy perfectos en lo ál), caso que estas diferençias en sus obras vehemos, çierto es que' en la humanidat no hay difereçia ninguna, que tanbién el mucho virtuoso como el mucho pecador, e tanbién el moderado como el disoluto, ygualmente la ynclinaçión humanal los conbida a pecar. De cualquier pecado que el más pecador del mundo comete puede ser tentado y avn reziamente conbatido el más virtuoso e onesto que en esta vida hallar se puede. Pues <que> la causa porque los vnos consyenten y los otros resisten, manifiesto es que se aprouechan más del freno de la tenprança y discriçión e vsan más de la razón los que así virtuosamente biuen, que no los otros. Y a la casa de éstos podemos llamar bien regida, pues manda quien mandar deue, e sirue quien deue seruir, ca señorea e manda la razón a su subjeta que es la sensualidat, [e ésta] obedeçe e serue a la razón; e a estos tales no es neçesario de les poner freno, pues su mesma discreción los enfrena e aparta de todo viçio. Donde se sygue que el onbre que no sabe o no quiere saber aprouechar ni regir por el cabestro y freno dicho, es animal, pero no razonable, pues no vsa de aqueste nonbre, ca el propio exerçiçio de la razón es que nos amonesta e costriñe a desear el bien e esquivar el mal. Pues quien dexa el bien e sigue el mal <y> paresçe qu[e] desanpara a la razón o la razón desanpara a él. Sugund <d>esto, bien es, y más de bien, serIe añadido otro freno asý como animal bruto. Agora veréys cómo tiene su fin derechamente contra mí esta buena abtoridat sobredicha de: "Yn cama et freno, etc." E 11 porque más claramente veaes ser mía e yo suya, pues me llama adonde quiere, diré lo que a mi sinpleza me presenta socorro de aquesta pobre y desnuda escritura. Digo e afirmo que por mi grand bien y manifiesto prouecho, el Señor soberano con cabestro y freno de dolençia e pasyones costriñó las mexillas de mis vanidades. Pues veamos cómo la dolençia se puede llamar cabestro y freno. Syn dubda merescan los que no la conoçen a los que la conoçen; la espirençia je lo fará conoçer, que sus propios actos la fazen cobradora deste nonbre. La dolençia buena y durable es cabestro para abaxar la çeruiz de soberuia e es freno para costreñir los deseos dañosos y enpeçibles al ánima. E avn en esta tenporal vida que a nuestros ojos pareçe, auemos exenplo, ca veemos que vn onbre enfermo no osa nin osará comer de todas las viandas, e avn de las menos dañosas no come quanto quiere. Pues ya paresçe que en los actos corporales resiste y enfrena la dolelençia, ved que deue hazer en los espirituales; ca sy discriçión pone regla en las viandas por conseruar la salut tenporal, mayor discreçión e de más durable prouecho es, en verdat, poner regla en las obras por difensýa y guarda de la salut espiritual. Sea verdat que a todos sería o es conplidero y no poco saludable guardar diecta en el dañoso manjar de los pecados, pero no es dubda que más abiertamente lo amonesta la razón a los enfermos que no a los sanos. Ca asý como en las viandas corporales [a] todos es bien guardarse de lo dañoso, pues çierto es que más estrecho y con mayor premia es costreñido de se guardar el enfermo que el sano, bien asý de los majares dañosos al ánima, que son los pecados, con más premia y manifiesta neçesidat se deue abstener el enfermo qu' no el sano. iO, asaz clara está la sentençia! Lo primero, porque el doliente está asý preso, ca lo tenporal o corporal nin puede aprouechar a sý nin a los otros. Pues estar oçioso en lo espiritual, ¿que de[s]mayada negligençia os paresçe que sería? Lo segundo, y que más despierta la causa, es porqu'el enfermo ya paresçe tener el pie en el estribo para partir desta vida, avnque algunas vezes acaece que más aýna parte desta miserable vida el sano que no el enfermo. Ca avemos visto y vehemos algunos beuir muchos años con grandes dolençias, e a otros que en su sanidad floresçen, avemos vito, por nuestros pecados, partir desta vida de grande ar[r]ebato. Aquí miren los que de la salut corporal son bien guarneçidos, porque el sueño de aquesta suguridat no los apremie de tal guisa que la açelerada e forçosa partida los halle durmiendo. Mucho oluidé a mí mesma en esto que dixe. Miren los que de salud corporal son bien guarneçidos, c’avnque la seca salut me haze apartada deste número, el sueño de los pecados más adormida me tiene que a otro ninguno. Por ende 12 quiero dezir que miren e miremos, asý enfermos <que> como sanos, que no nos tome que no nos tome durmiendo esta partida que muerte se llama, mas plega al Señor soberano, que asý velanyes en obras virtuosas nos halle, que se nos pueda atribuir e podamos gozar de aquella palabra evangélica que dize: “Bienaventurado aquel siervo que quando viniere el Señor suyo le hallare vigilante." E dexando esto, porque va lexos de mi propósyto e no menos, ar[r]edrado de mi menester, digo que por las causas ya dichas e por muchas más que dexo de dezir, se pueden e deven llamar las dolençias e pasiones corporales cabestro e freno. ¿Pues quánto con mayor razón e más propio exerçiçio se puede dezir en esta mi pasyón, que todas sus fuerças no las enplea syno en retraer a mí por fuerça de lo vno y atraerme a lo ál, con tanto, que avnque me pese, he de querer lo que ella quiere y ella sienpre desquite lo que yo quiero? Ca sy quiero oýr, non me lo consyente; e sy fablare, vame la mano, e claramente me dize no ser otra su yntuiçión sinon [deuedar] lo que quiero y hazerme creer lo que no quiero. Lo que quiero es enboluerme en alas ocupaciones mundanas e lo que no quiero es la soledat o apartamiento de todo ello. Pues bien mirada su yntinción, mejor es que no la mía; ca ella me quiere saluar e yo me quiero perder; ella me quiere ar[r]edrar de peligros, e yo me quiero lançar en ellos. Mucho mejor es la yntinçión de mi pasyón que no la mía. Ya voy conociendo su buena voluntat, ca no la ha tanto por me penar como por me saluar, ni tanto trabaja<r> por me hazer padesçer, como por me hazer meresçer. E sy me haze sentir grande aflicción, con deseo de mi saluaçión lo haze. Por ende, yo loo mucho su buen deseo denuesto mi rebeldía, digna de todo denuesto, porque tanto tienpo he pugnado contra su piadosa porfía. Tienpo es ya que la dexe obrar enteramente aquel fin virtuoso lleno de prouecho espiritual porque el Señor me la dió. iO cabestro y freno de pasyón saludable! Sy [hasta aquí] me lleuas rastrando y mal paresçiendo en pos de ti, agora de mi buen grado te quiero seguir! E pues me sygues, y allí quiero colocar mi morada donde claramente me guías, ¿quánto es a mí prouechoso ser atada con estas pasiones, las quales [ca] vsan que mi yndominable porfía sea vençida de la misericordia diuinal! Pues con cabestro [e] freno son costreñidas las mexillas de mis vanos deseos, porque [a] Dios no me quería allegar. […] ¿Y qué çena es ésta donde mi pasyón porfía de me llevar? Creo syn dubda ser aquélla de la qual es escripto: "Bienauenturadas aquéllos que a la çena del Cordero son llamados." 13 Comoquier que la diuinal largueza a todos conbida e llama a esta bienaventurada çena, pero a los enfermos la dolençia rasga el manto e los haze entrar por fuerça. E avn asý lo declara aquella parábola que nuestro Señor dize en el Evangelio de aquel onbre que hizo vna grand çena e llamó a muchos e como fuese fecha ora de çenar enbió su syervo que dixese a los conbidados que viniesen, ca todo estaua aparejado. Los quales, por ocupaciones variables, o por mejor dezir, desuariadas, se escusaron de venir; de lo qual yndignado aquel paterfamilias, dixo al siervo: "Sal luego a las plaças y mercados y quántos enfermos, claudos y débiles hallares, costríñelos que entren, porque sea llena mi casa." E no dixo: "Diles que vengan," como a los primeros, mas: "Hazlos entrar," Por donde paresçe que los enfermos, por fuerça son traýdos a la çena manífiça de la salut perdurable, ca la dolençia les rasga el manto e los haze entrar por la puerta de obras virtuosas, ca sy por esta puerta no entramos, no podremos llegar a tan grande colmo de onor, como es ser asentados a la mesa de la largueza diuinaI. iO bienaventurado convento de los enfermos! De aquéllos digo, que entran de grado d[o]nde la dolençia los lieua por fuerça y non escojen de se quedar en la calle. ¿y cómo entran de grado sy los lleuan por fuertça? En esta manera s'entyende o me paresçe que se deue entender: qualquier enfermo, por bueno e virtuoso que sea, padesçe la dolençia contra su voluntat e avnque sea justo y santo, deseará ser libre de pasyones corporales, y sy aquéllas le hizieren conpañía, no le plaz[e]rá dello. Onde avemos enxemplo en Tobías quando nuestro Señor premitió çegase e como el ángel Rafael la saludase diziendo "Gozo a ti syenpre sea", respondió el santo onbre: “Qual gozo será a mí, pues la luz del çielo no veo?, etç." Donde paresçe que no le plazýa aquella pasyón. ¿E quién es que no desee ser sano más que enfermo? No, ninguno en los humanos yo creo se podría hallar tan perfecto que negase aquello a que naturalmente es ynclinado, que es desear la salut sobre toda cosa. Pues quien deste bien es despojado, sýguese que fuerça es fecha a su querer y deseo, e ya paresçe que le lleva por fuerça aquella pasyón que contra su voluntad padesçe. Pero entra de grado a la çena ya dicha sy conosçe serIe dada por su bien, y con devota paçiençia y acçión de graçias, conforma a su querer con la voluntat de Dios; plaziéndole, no naturalmente, ca esto no podía ser, mas espiritualmente, con todo aquello que al Señor plaze. Y desanpar[a] luego las plaças y mercados donde se conpran y venden los tenporales plazeres e se va llegando a la puerta de la casa donde la mesa de los espirituales manjares e verdaderos bienes está aparejada. E sy la hallare çerrada, no se maraville, ca el çerrojo de sus 14 pecados lo cavsa; ni por eso se torne a las plaças ya dichas, mas llame con el aldaua de la oraçión humilde e deuota. De ser la oraçión propia aldaua para llamar a la puerta de la misericordia de Dios, su mesma palabra lo declara, onde dize: “Qualquier cosa que orando pidierdes, creed que lo reçibirés." E dize mas: "Llamad e será abierto a vosotros." Pues mucho razonable y no menos conplidero es a nosotros que llamemos perseuerantemente con el aldaua ya dicha, mayormente pues el Señor que nos conbida a çenar, ése mesmo nos conbida o orar. Bien paresçe que la oraçión comienço es de la espiritual refecçión que es mantenimiento del ánima. E la espiritual refecçión, ¿a quién es más conplidera que a los enfermos, que por pasyones y dolençias se les va apocando la fuerça corporal? Ca quien en lo humano y tenporal desmaya por flaqueza del cuerpo, en lo espiritual diuino se deve levantar por feruor del espiritual. ¿Mas qué diré de los enfermos que con nuestras dolençias podríamos conseguir tan rica presa y por nuestros pecados escojemos de nos quedar en la calle? ¿Y quáles son los enfermos que se quedan en la calle? Çierto son aquéllos que nin tienen viña de salut corporal en que se deleyt[e]n, nin la villa de los honores humanos en que se tengan, nin el cansamiento de las riquezas los ocupa, que de milI enfermos no hallarés uno rico, e sy lo es, la dolençia le hará pobre en poco tienpo. Asý que [de] todos bienes tenporales desnudos y vestidos de pasyones, tienen su deseo y cuydado en las cosas mundanas, de guisa que, por bien que la dolençia los conbida y traua del manto, no los puede traher a la çena ya dicha. Donde acaece que nin goza[n] de los bienes tenporales, nin quiere[n] entrar en la casa de las espirituales diui<n>çias e asy paresçe que se queda[n] en la calle. E bien, asý como el doliente puesto en meatat de la calle paresçe cosa demasyada e oçiosa, por esa uía el deseo y cuydado suyo puesto en la calle deste mundo, ca es asý cosa demasiada e ocçiosa que a ninguno aprouecha e a sý mesmo daña. E tal enfermo como éste, de creer es que tiene más paralítico el entendimiento que no el cuerpo, y mucho más flaca la discreçión que la conpliçión. Dígolo por mí, ca deste crímine me hacuso, que la verdat mesma me acusa y la perseuerancia de mi pasyón me condena, e la tardanza, syn prouecho, que en la calle deste mundo tantos años me detiene, da testimonio estar paralítico mi entendimiento y muy más flaca y enferma se muestra mi descriçión que mi conplisyón. Pero esta señal de vida a plazido en la misericordia de Dios mostrar en mí, y ésta es: conosco ya mi contu[ma]sçia [e] porfía ser tanto dañosa quanto durable. Conosco en este mi mal el gran bien y merçed [que] Dios me haze en me penar y no menos en me penar tanto 15 tienpo. A la enmienda confieso la culpa, amo la pena e loo la justiçia e gradesco la misericordia. Conosco ser penada o punida justamente, sabiamente, misericordiosamente.… Enlace para el texto completo: http://www.uned.es/bieses/TEXTOS/Teresa_Cartagena_Arboleda.htm 16 

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