Verdad y error en las teodiceas tradicionales
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Verdad y error en las teodiceas tradicionales
Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ VERDAD Y ERROR EN LAS TEODICEAS TRADICIONALES: SOBRE EL GIRO KANTIANO A LA ANTROPODICEA Y LA TEORÍA DEL MAL RADICAL Jorge H. Pacheco Gómez* Recibido 23 de Mayo de 2011 Aceptado 27 de Julio de 2011 RESUMEN Diversos pensadores contemporáneos, en sus reflexiones sobre el problema del mal, abordan la formulación kantiana del Mal Radical desde la obra La Religión dentro de los límites de la mera razón. En el presente artículo abordo un escrito de Kant, anterior y menos conocido que, según expongo, permite explicar el error de las teodiceas tradicionales y realizar el giro hacia aquella formulación retomada por autores contemporáneos. Descriptores: Teodicea - Límites de la Razón – Dios – Mal - Tipos de Mal. * Filósofo, Licenciado en Filosofía, Estudios de Pregrado en Ciencia Política, Estudiante de Maestría en Psicoanálisis, Subjetividad y Cultura. Universidad Nacional de Colombia. Sede Bogotá. Mail: [email protected] 4 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ 1. INTRODUCCIÓN Durante la época medieval, fue común a muchos filósofos cristianos argumentar en torno a aquel problema que de tiempo atrás habría planteado Epicuro, y que David Hume retoma y pone en boca de su personaje Filón mediante las siguientes preguntas: “¿Quiere Dios prevenir el mal pero no puede? Entonces es impotente. ¿Puede y no quiere? Entonces es malévolo. ¿Puede y quiere? Entonces, ¿de dónde viene el mal?”1. Este problema se ha conocido como «problema del mal». Luego de la época medieval, imbuido ya este problema por los intentos de filósofos cristianos representantes de aquella tradición, fue Leibniz quien bautizó aquellos intentos argumentativos como «Teodiceas». Hoy es abundante la literatura filosófica que aborda ese mismo problema, pero en términos principalmente morales, aludiendo a lo que Kant denominó en su escrito La religión dentro de los límites de la mera razón (RDLR) como «Mal Radical», consistiendo éste en una nueva formulación del problema del mal, pero desde una perspectiva ética y antropológica. A pesar de lo común de esta nueva tradición formada desde los planteamientos de Kant, es escasa la literatura que analiza cómo se dio este giro desde su formulación tradicional de Teodicea, a la moderna Antropodicea. En el presente ensayo se expone cómo Kant planteó este giro, y se argumenta que las formulaciones que este autor realiza en Sobre el fracaso de todos los ensayos filosóficos en la teodicea (SFTEFT) de 1791; no sólo es una respuesta contundente a los anteriores intentos explicativos de aquel problema, sino que además, aun en contra de lo que asegura Henry Allison, el ensayo: (SFTEFT), es el primer escrito en el que Kant trata, aborda y analiza el mal como problema, sentando las bases argumentativas y las herramientas teóricas que desarrollará posteriormente en (RDLR).2 Atendiendo a las categorías «Verdad» y «Error», el presente artículo está conformado por dos partes. La primera de ellas expone lo que Kant considera «Error» en las tradicionales teodiceas. En esta parte se presentan las antinomias que Kant antepone a las diferentes formulaciones en teodicea que lo antecedieron, y se muestra cómo y en qué fracasaron aquellos intentos. La segunda parte atiende la categoría «Verdad» en lo que él mismo considera una autentica teodicea. Se muestra en qué 1 HUME, David, Diálogos sobre la religión natural, Tecnos, Madrid, 2004, p. 151. Henry Allison, presenta interesantes análisis e interpretaciones de los argumentos de Kant sobre libertad y moralidad; sin embargo, en la parte II del capítulo 12, titulado Reflections on the Banality of (Radical) Evil, del mencionado libro, Allison explica la concepción de «Mal Diabólico», que Kant rechaza en RDLR, y muestra la relación entre esta concepción del mal y los casos de atrocidad e “irracionalidad” que hubo en el exterminio Judío bajo el régimen Nazi. En su explicación el autor afirma: “In Religion within the Limits of Reason Alone, where Kant for the firts time explicitly thematizes about evil, this all too human tendency to make exceptions for oneself, to quibble with the stern dictates of the law on behalf of self-interest, is inflated into an innate (yet freely chosen) propensity to evil.” (En: ALLISON, Henry, “Reflections on the banality of (radical) evil: A Kantian analysis”, en: Idealism and Freedom, Essays on Kant’s Theoretical and Practical Philosophy, University Press, Cambridge, 1996, p. 174). Esta cita manifiesta un desconocimiento del escrito de 1791; pues, de acuerdo con lo pretendo mostrar, estas tesis sobre el tema del mal como propensión a supeditar la ley moral al principio del amor propio que Allison atribuye a RDLR, ya están presentes en SFTEFT, por lo que no son originales y exclusivas de RDLR. 2 5 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ consiste propiamente el giro de la antropodicea kantiana, cómo se fundamenta y hacía dónde apunta. En esta parte se hace una presentación de las conclusiones a las que Kant llega en (SFTEFT), y cómo éstas dan un soporte teórico-temático a lo que el filósofo alemán expondrá en (RDLR). 2. KANT Y EL FRACASO DE LAS TEODICEAS. Kant se introduce en la tradicional discusión sobre el problema del mal con dos de sus escritos, el primero es: Sobre el fracaso de todos los ensayos filosóficos en la teodicea, (SFTEFT), de 1791. El segundo, mucho más conocido y estudiado por autores contemporáneos, es: La religión dentro de los límites de la mera razón, (RDLR), de 1793. Es en el primero de éstos en el que Kant formula por primera vez la necesidad de revisar y analizar de manera crítica las diferentes teodiceas. En la parte final de (SFTEFT) Kant propone su giro de una teodicea hacia una antropodicea, a través de la cual sienta las bases para su planteamiento final sobre el mal radical; tema que tratará en el segundo de los mencionados escritos (RDLR). La primera tarea que desarrolla Kant en (SFTEFT) consiste en hallar una definición precisa de lo que se entiende por teodicea. Respecto a la definición de este término Kant afirma: “Por teodicea se entiende la defensa de la sabiduría suprema del autor del mundo, de la acusación que la razón eleva contra ella por lo que en el mundo es contraproducente.”3 En esta definición de teodicea Kant antepone Dios y mundo. Ya hay aquí un primer aspecto del giro kantiano, pues, no es el mal que hay en el mundo el que debe ser explicado y justificado en la teodicea. De acuerdo con Kant, la razón media en la anteposición entre Dios y mundo. En esta relación de mediación, el tribunal de la razón acusa y juzga a las cualidades de Dios desde lo que la razón misma conoce en el mundo; esto es, desde la experiencia del mal. Así, para Kant, es la sabiduría del creador la que requiere ser defendida y no el mal el que debe ser justificado. El paso a seguir para Kant es identificar qué es aquello que en el mundo, en tanto contraproducente, se opone a la sabiduría de su autor. Detecta así tres objeciones clásicas en las que entran en confrontación cualidades tradicionales de Dios. Éstas cualidades son: I. su Santidad (como creador), II. Su bondad (como legislador) y, III. Su justicia (como conservador). Las manifestaciones del mal en el mundo que entran en conflicto con aquellas cualidades son: I. El mal moral (el pecado), II., el mal físico (el dolor y el sufrimiento), III. El mal metafísico (las injusticias y la desproporción entre crimen y castigo). A continuación expongo las justificaciones que tradicionalmente se plantearon ante cada manifestación del mal, y las antinomias que Kant presenta a cada una de aquellas. En este ejercicio realizado por el autor prusiano, se identificarán los diferentes errores presentes en las teodiceas tradicionales, y se expondrá el modo y la necesidad de hallar una verdadera demarcación del mal dentro de los límites de la razón. Las 3 KANT, Immanuel, (SFTEFT) “Sobre el fracaso de todos los ensayos filosóficos en la teodicea”, en En defensa de la ilustración, J. Alcoriza. & A. Lastra, (trad.) Alba, Barcelona, 1999, p. 219. 6 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ justificaciones tradicionales son agrupadas por Kant en un conjunto de tres intentos. Así, existen al menos tres modos de justificar el mal moral, defendiendo la santidad de Dios, tres intentos para explicar el mal físico, defendiendo la bondad del Creador, y tres intentos más para explicar el mal metafísico, defendiendo la justicia de Dios. A continuación se expone sucintamente cada intento, y se señala su respectiva antinomia. 2.1 MAL MORAL Y SANTIDAD DE DIOS El primero de los tres intentos plantea que no existe lo absolutamente contraproducente a la santidad divina; pues los pecados, por ejemplo, sólo son infracciones de la sabiduría humana. La sabiduría divina juzga según reglas que son distintas a las nuestras, las cuales escapan a nuestra capacidad de entendimiento y comprensión. Es decir, según esta primera justificación, aquello que nosotros juzgamos reprobable con nuestra razón práctica y su determinación puede ser a los ojos de Dios, a los fines divinos y a la sabiduría suprema, precisamente el medio más adecuado, tanto en lo que respecta a nuestro bienestar en particular como a lo mejor del mundo en general. Podemos decir incluso que los caminos del Supremo no son nuestros caminos y que erramos cuando tomamos una ley que sólo es relativa a los hombres y la juzgamos como un absoluto. Kant afirma respecto a este intento que no es posible ni sensato decir que lo que es malo para nosotros no lo es para Dios, pues, esto contradice la idea de un Dios moral y abre las puertas a una especie de «genio maligno» como aquel que mencionó Descartes en sus meditaciones. Asimismo, de considerar que lo que es malo para nosotros no lo es para Dios, sumergimos a ese Dios en un solipsismo divino que es ajeno e indiferente al sufrimiento humano. Por otra parte, si las leyes divinas son distintas a las nuestras, ¿cómo podemos decir que Dios es santo, justo y bueno, si este juicio lo hacemos desde las únicas leyes y valores que conocemos, es decir, desde nuestras propias leyes? El segundo intento que expone Kant, reconoce la existencia de lo moralmente malo en el mundo. La manera como esta justificación explica el mal moral, es atribuyendo este mal a los límites de la naturaleza del hombre en cuanto ser finito. De esta manera se intenta justificar al creador del mundo porque no ha podido impedir el pecado que hay en su creación. Kant señala al respecto que con esta justificación, antes de salvar a Dios de la existencia del pecado, salvamos al pecado mismo y con él al hombre, pero no a Dios. Pues, al no ser culpa del hombre poseer una naturaleza finita, tal como afirma Juan A. Estrada: “Se exculparía el mal moral en consideración a la debilidad de la naturaleza humana creada por Dios, con lo que indirectamente se cuestionaría por qué Dios ha creado así al hombre, ya que si el pecado es, de alguna forma, inevitable, el hombre estaría exento de culpa moral”4. 4 ESTRADA, Juan Antonio, La imposible teodicea, Trotta, Madrid, 1997, p. 249. 7 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ Por otra parte, es sabido que también se puede discutir acerca de si esta naturaleza no es un defecto o imperfección en la creación de Dios. Así, si apelamos a la naturaleza finita del hombre para explicar el pecado, entonces, éste no sería un mal moral, puesto que el hombre no sería culpable de que Dios lo hubiera creado de esta forma y el pecado revertiría sobre el creador, en tanto que éste sería su agente indirecto. El tercer intento que analiza Kant consiste en afirmar que aunque Dios no desea el pecado, no lo ha aprobado, no lo ha pedido, ni mandado; se ha limitado a permitir lo moralmente malo como acción de los hombres, salvaguardando fines mayores. Es decir, Dios permite el mal pero no lo quiere. Frente a esta justificación podríamos preguntarnos: puesto que ni Dios mismo está en posibilidad de impedir este mal sin perjudicar otros fines superiores e incluso morales (la libertad humana por ejemplo), ¿cómo espera Él que el hombre, siendo un ser con menor grado de perfección y con más limitaciones, pueda evitar el pecado? Además de la dificil cuestión que se abre con la anterior pregunta, también surge la inquietud acerca de por qué un Dios perfecto, omnipotente y sabio habría creado una naturaleza humana que incluye al mal como posibilidad de acción. Si justificamos a Dios apelando a que él no pudo impedirlo para conseguir bienes mayores, atentaríamos contra su omnipotencia. Así, Kant observa que desde el concepto de Dios no hay justificación posible del mal moral. En otras palabras, desde la noción cristiana de Dios no es posible explicar el porqué del pecado. 2.2 MAL FÍSICO Y BONDAD DE DIOS Respecto al asunto del mal físico, el primer intento de justificación plantea que existe una notoria superioridad del bien sobre el dolor, la enfermedad y el sufrimiento del hombre. También se plantea en esta justificación que cualquier hombre por más sufrimientos, angustias, enfermedades y dolores que padezca, preferirá estar vivo a estar muerto. Si tomamos la vida como el bien por excelencia, entonces, se percibe la gran superioridad del bien (la vida) sobre el mal (la enfermedad, el sufrimiento, la angustia y el dolor). Se aclara en esta justificación que si un hombre prefiere cometer un acto de suicidio antes de continuar en una vida con dolor y sufrimiento; este hombre pasaría a un estado en el que ya no hay dolor ni sufrimiento, por lo que ya no habría un mal físico que se opusiera a la bondad del creador. Kant plantea frente a esta justificación que: “Se puede dejar la respuesta de este sofisma al veredicto de cualquier hombre de entendimiento sano, que haya vivido lo suficiente y reflexionado sobre el valor de la vida (...) al preguntarle si él, por acaso, con las condiciones que él quisiera (sólo con que no fueran de un mundo de 8 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ hadas, sino de nuestro mundo), hubiera jugado otra vez con ganas el juego de la vida” 5. El segundo intento de justificación que expone Kant pretende dar respuesta a los problemas que presenta la primera. De acuerdo a ésta, nuestro mal físico depende más de nuestra contingencia y naturaleza finita o animal que de la bondad o maldad de algún Dios creador. La pregunta que se plantea a esta justificación es: ¿por qué Dios ha dado la vida a tanta gente que no desea vivir con esa magnitud de dolor y sufrimiento que tienen que soportar? ¿Acaso Dios no hubiera podido crear seres que, aunque finitos, tuvieran la potestad de vivir sin males como el dolor, la enfermedad o el sufrimiento? Si Dios no está en capacidad de crear una naturaleza que no esté impregnada o expuesta a todo este tipo de males, sin arriesgar otros bienes mayores, entonces está en juego la omnipotencia del creador. Si Dios está en capacidad de hacer una creación sin males físicos, y pesar de ello, no fue ésta la naturaleza que Él creó, entonces está en juego su bondad y su justicia. El tercer intento argumenta que si Dios nos ha puesto en este mundo, en el que compartimos una naturaleza sensible con los animales y en el que experimentamos dolor, felicidad, satisfacciones y enfermedades, es con el propósito de destinarnos a una felicidad mayor a cualquier felicidad que en este mundo podemos experimentar. La consecuencia de esta justificación es que tendríamos que afrontar en nuestras vidas cierto número o conjunto de adversidades para que libremente nos hagamos dignos de un futuro glorioso y bienaventurado. Plantea esta justificación que sólo mediante la experiencia de adversidad y sufrimiento, podemos libremente identificar el incomparable placer y gozo de una vida futura más digna y deseable. Para Kant, esta respuesta es nula, pues apela a cuestiones que superan cualquier conexión con la experiencia. Si la razón puede captar este tipo de asuntos, pero no explicarlos, en la medida en que sobrepasa todas sus facultades, entonces no podemos hablar de ellos, al menos no como algo de lo que se pueda tener algún grado mínimo de certeza. Aun cuando tomáramos en serio este tipo de respuestas podríamos preguntarnos: ¿por qué un Dios bondadoso y amoroso nos somete a dolores y sufrimientos en esta vida para luego, cansados de esta vida, darnos otra vida eterna? Sin lugar a dudas éste sería un Dios que no permite a la criatura ser feliz en todas las fases de su vida. Aunque hasta este momento, ninguna de las justificaciones e intentos planteados por las teodiceas tradicionales han logrado lo que se han propuesto, aun quedan por examinar los intentos que han hecho por explicar las injusticias que a diario se cometen en el mundo y la desproporción entre crimen y castigo. 2.3 JUSTICIA DIVINA Y MAL METAFÍSICO 5 KANT, SFTEFT, ed. cit., p. 224. Es valido mencionar que es frecuente recurrir a esta alternativa de preguntar por el deseo de repetir la vida desde el principio con iguales fortunios e infortunios, cuando se pretende cuestionar la bondad de Dios como legislador. Se pueden encontrar antecedentes de este recurso en HUME, David, Diálogos sobre la religión natural, Tecnos, Madrid, p. 153., y formulaciones posteriores en NIETZSCHE, Friedrich, Crepúsculo de los ídolos, Alianza, Madrid, 2001, p. 43. 9 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ La primera justificación que se plantea para intentar defender la justicia divina de la desproporción y, por tanto, la aparente injusticia en la ecuanimidad del legislador del mundo, consiste en afirmar que no es posible pretender que algunos actos de criminales y depravados quedan impunes en este mundo, puesto que los responsables de estos actos tienen como castigo los tormentos y las objeciones de la conciencia que atormentan con rigor a esos criminales. En objeción a estos planteamientos, argumenta Kant que la experiencia nos muestra que no son los malos los que más sufren, ni los buenos los más felices. Incluso, de aceptar que es la conciencia la que se encarga de castigar la maldad de los hombres, llegamos a una consecuencia muy negativa y es que quien sería más castigado es quien posee mayor virtud o mayor escrupulosidad6. El tercer intento, tratando de superar al anterior, afirma que esa desproporción entre crimen y castigo se encuentra en la naturaleza humana y no en un propósito divino. Según esta justificación, el mal inmerecido en la vida, le sirve al hombre virtuoso para pulir cada vez más y con mayor constancia sus virtudes. Así, en la medida en que un hombre cultiva saludables costumbres que lo alejan del mal actuar, su propia conciencia aprenderá con mayor vehemencia y disciplina a detectar los justos caminos por los que este hombre debería guiar su vida y sus actos hacia una mayor escrupulosidad. Si a un hombre le acaece un castigo debido a que su conciencia le recrimina por un mal acto, el hombre reacciona contra ese castigo rechazando la posibilidad de volver a cometer un acto semejante. Kant responde a este intento señalando que, al afirmar que esa desproporción se basa en la misma naturaleza humana, y que luchar contra la contingencia de nuestra naturaleza constituye la base para alcanzar la virtud y evitar las recriminaciones de la conciencia, estamos retornando a la visión de un «geniecillo maligno» que ríe con nuestro sufrimiento mientras nos somete a prueba. En otras palabras, este Dios sería una especie de entrenador que instruye a su creación para que adquiera correctas destrezas comportamentales. Si conservamos la visión de un Dios creador y desde esta visión planteamos la justificación ya expuesta, ¿quién si no Dios es el responsable de que nuestra naturaleza sea sometida a prueba para superar aquel tipo de imperfecciones? Pues, de acuerdo con esta justificación, la creación necesita pulirse y perfeccionarse mediante el ensayo y error. En esta justificación, al igual que en la anterior, la pena y el castigo le viene con mayor fuerza y tormento al hombre virtuoso, y no porque estos tormentos vayan a transitar de lo menos o nada virtuoso hacia la virtud, sino porque su virtud ha sido refinada. Es decir, entre más virtuoso es un hombre, éste está más expuesto a tormentos que serán cada vez mayores. Si un hombre se guía cada vez más por 6 Kant expone que en caso de que sea nuestra conciencia el directo juez de nuestras acciones, cuanto más virtuoso es el hombre, tanto más duramente le castiga por la menor precipitación que la ley moral desaprueba de él. Sin embargo, donde este modo de pensar y con él la escrupulosidad, falta en absoluto, falta también el tormento por el crimen perpetrado, y el depravado se ríe de las angustias de los honrados al atormentarse éstos con sus propias represiones interiores. (KANT, SFTEFT, ed. cit., p. 226). 10 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ caminos de virtud, guía su vida en contra de su amor propio y, por tanto, hacia una especie de masoquismo moral y psicológico. Para justificar esa lucha contra nuestro propio instinto de preservación, habría que demostrar que el virtuoso es el que siempre triunfa al final. Sin embargo, con un poco de sentido común sabemos que eso es algo que muy rara vez ocurre. Explica Juan Antonio Estrada que: “(...) apelamos a la razón moral creyente (moralishgläubing), desde la que se nos puede pedir paciencia y constancia, sin ofrecer una explicación satisfactoria. Cualquier apelación a un futuro orden justo y sabio, distinto del actual, incide en que (...) la razón sólo puede tomar como guía el orden natural y no se ve cómo puede postular que el actual orden de las cosas se desarrollaría de forma distinta en otro mundo futuro. Por tanto, no se ve cómo pueden converger las leyes naturales y las motivaciones de la libertad con la justicia divina”7. La tercera justificación que expone Kant, consiste en argumentar que debemos distinguir otro orden de cosas aparte de nuestro orden terrenal. Según esta justificación, no es posible decir que los actos de un hombre han de ser juzgados de acuerdo a fines suprasensibles; por el contrario, todo bienestar y todo mal han de ser juzgados como una consecuencia del uso de las facultades de los hombres, según las leyes de la naturaleza, proporcional a la aplicación de su destreza y su prudencia, así como de las circunstancias a las que hayan llegado de manera causal. Kant afirma que si la razón como facultad moralmente legisladora no organiza sus intereses a un veredicto, entonces: “Debe encontrar mucho más verosímil, según meras reglas del conocimiento teórico, que el curso del mundo determine nuestro destino en el más allá como aquí según el orden de la naturaleza. Pues ¿qué otra tiene la razón como hilo conductor para su presuposición teórica, sino la ley de la naturaleza? Y aunque pueda remitirse a la paciencia y esperanza de un futuro mejor: ¿cómo puede esperar que el curso de las cosas según el orden de la naturaleza, que en este mundo es sabio de suyo, sea incierto en un mundo futuro, precisamente según la misma ley?”8. A partir de los anteriores planteamientos, podemos observar que no existe relación alguna comprensible entre los motivos internos que determinan nuestra voluntad, según leyes de la libertad (respecto a nuestro modo de pensar moral), y las causas independientes de nuestra voluntad; es decir, las leyes de la naturaleza. Así, Kant argumenta que no es posible establecer una reciprocidad y correspondencia entre el destino de los hombres y alguna justicia divina, claro está, según los conceptos que nos hacemos de ella, pues no es posible hablar de verdad o error en temas que superan los límites permitidos al uso de nuestra razón. Partir de la justicia divina, algo que es desconocido para nosotros y que desborda nuestra posibilidad de responder con certeza a su indagación, y desde este supuesto pretender explicar el mal que es del todo conocido a nosotros, es caer en un absurdo sin salida posible, es del todo un error en el proceder de nuestro razonamiento. 7 8 ESTRADA, op. cit., pp. 250.-251. KANT, SFTEFT, ed. cit., p. 228. 11 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ Así, luego de someter las teodiceas ante el tribunal de la razón, y mostrar sus continuos errores, Kant concluye que todo ensayo filosófico en teodicea ha fracasado, pues aquellos intentos no han cumplido lo que prometían; esto es, justificar la sabiduría moral en el gobierno del mundo, contra las dudas que sobre ella presentan nuestra razón y nuestra experiencia. Una vez señalados los inconvenientes, Kant procede a mostrar lo que él considera una autentica y verdadera teodicea, llamada con mayor precisión: antropodicea. 3. ANTROPODICEA: EL GIRO KANTIANO Antes de empezar la exposición acerca de cómo se da el giro kantiano, y la relación entre la antropodicea y los planteamientos que hace Kant en RDLR sobre el Mal Radical, es pertinente conocer lo que el autor entiende por Mal Radical en ese escrito, y luego observar si hay o no relación entre aquella tesis del Mal Radical tal como Kant la plantea en este texto, y los planteamientos sobre el problema del mal y la antropodicea en SFTEFT. Kant señala en la RDLR que: “La tesis principal del Mal Radical es que los seres humanos, por naturaleza, somos propensos a hacer el mal, a consecuencia de esto existe en nosotros «un Mal Radical innato».”9 Ahora bien, luego de todo este conjunto de exposiciones y disertaciones que hace en SFTEFT, en torno a la imposibilidad de las teodiceas, Kant procede a hacer una peculiar distinción entre una teodicea doctrinal y lo que él considera una autentica teodicea. Por teodicea doctrinal el autor entiende aquella que examina el mundo con el único propósito de ver en él el designio final de Dios. Por autentica teodicea Kant entiende aquel intento de hallar la voluntad de Dios en la razón humana. Sin embargo, de acuerdo con el filósofo prusiano, no hablamos aquí de una razón especulativa, sino de una razón práctica y soberana. Según afirma Kant, esta razón es la que domina absolutamente sin otros motivos al legislar, más que ella misma, por tanto, “esta razón puede ser vista como la inmediata explicación y voz de Dios.”10 Para explicar esta teodicea auténtica, Kant recurre a hacer una interpretación del libro bíblico de Job. Por medio de esta interpretación él aborda el problema del mal en términos de pecado original. En aquel libro bíblico, una vez que Job ha caído en desgracia, sus amigos tratan de explicar el mal del mundo a partir de la justicia divina; ellos representan así, para Kant, las teodiceas doctrinales. Job, por su parte, reconoce que no hay reproche alguno de su conciencia, que él ha actuado con santidad de acuerdo a las normas y mandamientos divinos, por lo que la justicia divina no puede explicar su desdicha. Kant enaltece la postura de Job, puesto que él manifiesta con total sinceridad los límites de su razón para escrudiñar en los asuntos divinos. 9 KANT, Immanuel, La Religión dentro de los límites de la mera razón, Felipe Martínez Marzoa (trad.) Alianza, Madrid, 1969, AA VI, p. 32. 10 KANT, SFTEFT., ed. cit., p. 231. 12 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ Mediante este reconocimiento de los límites de la razón, Job expone la salvación como un obrar de manera ejemplar. Afirma Kant: “En consecuencia, sólo la sinceridad de corazón, no la ventaja de la evidencia; la honradez para confesar con franqueza sus dudas y la aversión a fingir un convencimiento donde no se siente (…) son las cualidades que han decidido la ventaja del varón honrado, en la persona de Job, sobre el adulador religioso en la sentencia del juez divino. -Con el convencimiento de su ignorancia- demostró que no fundaba su moralidad en la fe, sino la fe en moralidad: en cuyo caso, la fe, por débil que pueda ser, (…) es de tal índole que funda una religión, no de la solicitud de favor, sino de la buena conducta de vida”11. Los amigos de Job recurren a la noción de pecado original, para señalar que en él no hay pureza de conciencia. Esta noción es leída por Kant en términos de propensión o predisposición al mal. Señala Kant que no existe algo así como un mal, o un carácter maligno, que se herede en la naturaleza humana. Lo que sí se hereda es la debilidad para seguir las máximas de la ley moral. Hasta este momento, Kant habla de mal como enemistad, como falta de escrúpulos, de sinceridad, como propensión al engaño fingido; “una inclinación, que en sí es mala, aunque no dañe a nadie: una inclinación a algo que no puede servir de medio para propósito alguno; que, en consecuencia, no es bueno objetivamente para nada.”12 De acuerdo con Kant, nuestra libertad está afectada por una naturaleza débil. Kant, en su analogía explicativa del libro de Job, señala que aquel mal es innato en cuanto es una propensión natural al mal, pero es libremente contraído en cuanto es resultado de nuestra libertad operante. Es decir, para Kant, lo innato no es el mal, sino la predisposición a éste. El hombre es responsable de su libertad, y es precisamente en el mismo ejercicio de esa libertad, en el que el mal surge como desviación libre de la voluntad. Esta desviación, consiste en que el hombre sigue los instintos y no las máximas de la razón. Por tanto, el hombre padece una inclinación natural a la falsedad y a la mentira, Afirma Kant que: “Mientras que esta purificación pública del modo de pensar permanezca interrumpida probablemente hasta una época lejana, acaso hasta el día en que llegue a ser un principio general de la educación y la enseñanza bajo el amparo de la libertad de pensamiento, pueden gastarse algunas líneas en la consideración de aquel vicio, que parece estar profundamente arraigado en la naturaleza humana.”13. En las últimas líneas de su corto ensayo Kant da algunas pistas respecto al surgimiento de sus planteamientos sobre el mal presente en la naturaleza humana. No expone al mal como un condicionante de la libertad o de la acción, sino como una inclinación o predisposición. Kant menciona que ha leído las Cartas sobre las montañas, la historia de la tierra y el hombre, del filántropo Luc. Afirma Kant que este filántropo partió en un viaje a las montañas presuponiendo la bondad originaria 11 Ibíd., pp. 234-235. Ibíd., p. 238. 13 Ibíd., pp., 237-238. 12 13 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ de nuestra especie, con el propósito de confirmar este presupuesto allí donde la opulencia de las ciudades no podía corromper nuestra bondadosa naturaleza humana. Sin embargo, indica Kant que Luc extrajo finalmente esta conclusión: “¡Qué el hombre, en lo que concierne a la benevolencia, sería suficientemente bueno -comenta Kant-: (¡nada de que admirarse!, pues esto se basa en una propensión innata, de la que Dios es el autor) si no residiera en él una mala propensión al engaño fingido -agrega nuevamente Kant-: (lo que tampoco es de admirar, pues impedir esto corresponde al carácter, que el hombre debe formar de sí mismo)”14. Kant reitera así que el problema del mal no es un problema de la razón especulativa, sino de la razón práctica; y en esto consiste el error de las teodiceas doctrinales abundantes en la tradición medieval. Aquellos tradicionales intentos por justificar la justicia divina y explicar el mal en el mundo, no se percataron de la naturaleza del problema y la forma correcta de abordarlo. Para Kant, el problema del mal no es un problema que se logre resolver con teorías, sino que depende de la correcta actuación moral. De esta manera, formulando una teodicea autentica o verdadera, Kant desplaza el problema del mal de Dios al hombre, desplaza a las anteriores teodiceas para crear una antropodicea. En esta nueva formulación kantiana, es el hombre y no Dios quien se debe justificar ante la existencia del mal y combatirlo en la libre elección de sus máximas, procurando así un correcto actuar. Aunque los planteamientos de Kant sobre los que se argumenta su tesis del mal radical, no son tan elaborados en Sobre el fracaso de todos los ensayos filosóficos en la teodicea, como lo son en La religión dentro de los límites de la mera razón; considero que en el primero de estos dos escritos, Kant es lo suficientemente claro como para permitirnos afirmar que es en SFTEFT, donde este autor sugiere por primera vez el problema del mal en la naturaleza humana. Además, como ya se mostró, en SFTEFT Kant hace uso por primera vez de la expresión «propensión al mal». Estos dos elementos, el de ubicar el mal como un problema de la razón práctica, y el de sugerir el mal como una propensión natural del hombre, son los componentes sobre los que Kant construye su teoría del mal radical. A partir de lo anterior, se puede decir que en Sobre el fracaso de todos los ensayos filosóficos en la teodicea Kant realiza el giro de las teodiceas tradicionales a la autentica teodicea o antropodicea moderna. Por medio de este giro, el autor muestra el error en el que caen los antiguos pensadores al tratar el tradicional problema del mal mediante razonamientos que superan los límites de la razón. Su teoría del mal radical, marca así un hito en la historia del problema, al explicarlo como propensión natural del hombre y, por tanto, como un tema que compete a la razón práctica. El propósito de este escrito que presento, no es exhortar a reemplazar la reflexión de la RDLR, tampoco invito a desconocer la riqueza teórica y argumentativa que Kant presenta en aquel libro. El propósito es mostrar que la lectura de la RDLR acompañada de escritos cronológicamente anteriores, permite visualizar la 14 Ibíd., pp. 239-240. 14 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ formulación de las tesis defendidas y expuestas en RDLR con mayor solidez argumentativa y coherencia. Así, el conocimiento de obras como las citadas en el presente artículo, pueden aportar interesantes herramientas para la comprensión y análisis del libro RDLR y de los temas que en él se tratan. 15 Paralaje Nº6 (2011) Dossier Jorge Pacheco ______________________________________________________________________________________________ BIBLIOGRAFÍA ALLISON, Henry. “Reflections on the banality of (radical) evil: A Kantian analysis”, en: Idealism and Freedom, Essays on Kant’s Theoretical and Practical Philosophy, Cambridge, University Press, 1996. ESTRADA, Juan Antonio. La imposible teodicea, Trotta, Madrid, 1997. HUME, David. Diálogos sobre la religión natural, Tecnos, Madrid, 2004 KANT, Immanuel, -La Religión dentro de los límites de la mera razón, Felipe Martínez Marzoa (trad.) Alianza Editorial, Madrid, 1969. -“Sobre el fracaso de todos los ensayos filosóficos en la teodicea”, en: En defensa de la ilustración, J. Alcoriza. & A. Lastra, (trad.) Alba, Barcelona, 1999. 16