La decisión es suya - Kenneth Copeland Ministries
Transcripción
La decisión es suya - Kenneth Copeland Ministries
TM Publicaciones Kenneth Copeland A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas fueron tomadas de la Versión Reina Valera 1960. Las citas marcadas con las siglas NVI fueron tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® © 1999 por la Biblica, Inc.® Las citas marcadas con las siglas DHH fueron tomadas de la Biblia Dios Habla Hoy® © Sociedades Biblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. La Decisión Es Suya The Decision Is Yours PDF ISBN 978-0-88114-317-1 30-8012S Traducido y editado por KCM Guatemala. © 1978 Kenneth Copeland Ministries Inc. © 1985 International Church of the Word of Faith Inc. ahora Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland. Traducción autorizada de la edición en inglés. Esta traducción es publicada y vendida de acuerdo con el permiso de Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland. Propietario de todos los derechos para publicar y vender este material. Derechos reservados de acuerdo con leyes internacionales. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida en ninguna forma o por ningún medio electrónico o mecánico, de fotocopia, grabación, por ningún sistema de almacenamiento y recuperación informática sin el permiso escrito del editor; a excepción de citas breves usadas en reseñas. Este libro digital es autorizado para su uso personal, no comercial y no puede ser re-vendido o regalado a otras personas. Si usted desea compartir este libro, o desea sembrar una copia en la vida de otra persona, por favor, compre una copia adicional para cada persona con quien desea compartirlo. Si está leyendo este libro y no lo compró, y/o no lo adquirió para su uso personal, por favor visite es.kcm.org y adquiera su propia copia. Publicaciones Kenneth Copeland Fort Worth, TX 76192-0001 Para obtener más información acerca de Ministerios Kenneth Copeland, visite es.kcm.org o llame al 1-800-600-7395 (sólo EE.UU.) o +1-817-852-6000. La decisión es suya A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la Tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar. —Deuteronomio 30:19-20 En este libro, usted aprenderá una de las verdades fundamentales de la Biblia. Si usted invierte el tiempo necesario para meditar en este principio, y luego lo pone en práctica, recibirá de Dios todo lo que le falte. Libertad para elegir Dios le dijo a Su pueblo: «… escoge, pues…» (Deuteronomio 30:19). Dios lo exhorta a usted a escoger. Éste es un privilegio divino y también es una responsabilidad, pues Él ha puesto delante de nosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Por tanto, la decisión es nuestra. Muchos cristianos se preguntan equivocadamente por qué Dios no los sana o no los prospera. Pero la verdad es que Dios envió a Jesús a la Cruz, lo resucitó de los muertos, destruyó el poder del pecado, de la enfermedad, de los demonios y del temor. También el 4 Señor nos dio Su nombre, Su Palabra y Su Espíritu Santo. Él ha terminado Su obra. Dios ya cumplió Su parte. Dios es santo y perfecto. Una vez que Él decide algo y lo declara, no cambia de parecer. Bien sea que nos guste o no, nuestras emociones y lágrimas no lo conmoverán. Aunque se compadece de nuestras debilidades (Hebreos 4:15). Lo único que mueve a Dios es nuestra fe. De acuerdo con Deuteronomio 30:19-20, el Señor nos ha invitado a escoger entre la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Por tanto, podemos elegir a Dios y gozar de una vida abundante; o por el contrario, optar por lo que el mundo nos ofrece, y vivir en escasez. Dios podría forzarnos a aceptar Su voluntad, pero Él ha decidido no hacerlo. 5 Dios nos creó a Su semejanza1: con la habilidad de pensar por nosotros mismos y escoger nuestro propio destino. Si dependiera de Satanás, no tendríamos libre albedrío, es decir, si el diablo pudiera, nos quitaría nuestro poder de elección. Es más, si se lo permitimos, el adversario vendrá a pisotearnos y a golpearnos espiritual, mental y físicamente. Satanás nos odia porque nosotros representamos a Dios —porque fuimos creados a Su imagen—. La siguiente afirmación, aunque parezca muy severa, es cierta: Dios dejaria que usted se muriera, si eso es lo que usted escoge. También le permitiria ir al infierno. Pues Él le dio libre albedrío: la decisión es suya. Jesús aseguró que si el Hijo lo hace libre a usted, es verdaderamente libre. 6 Génesis 1:26-28 1 Es libre cada instante de su vida. Al aceptar a Jesucristo como su Señor, usted lo eligió a Él al ejercer su libre albedrío. En ese momento, ni todos los demonios del infierno pudieron impedir que usted naciera de nuevo. Cuando Dios le pidió a Su pueblo que eligiera, le habló también al cielo y a la Tierra (Deuteronomio 30:19). Y puesto que el diablo es el dios de este mundo (2 Corintios 4:4), Dios le estaba advirtiendo a él que la humanidad tiene el derecho de escoger. Entonces, Satanás no puede hacer nada, a menos que las personas se lo permitan. Gozar de la libertad de elegir es una enorme responsabilidad para el creyente. Esta libertad es un privilegio único para la humanidad (conjunto de seres semejantes a Dios), ni siquiera los ángeles pueden decidir o escoger por 7 sí mismos; pues sólo hacen y dicen lo que se les ordena. Únicamente los seres humanos —por haber sido hechos a la imagen y semejanza del Creador— tienen el derecho, dado por Dios, de elegir. Desde el día en que nace una persona, enfrenta la necesidad de tomar decisiones: Jesús o el mundo, Jesús o la muerte, Jesús o un cuerpo enfermo, Jesús o una mente preocupada, Jesús o una boca insensata. La razón por la que a muchos religiosos les es difícil creerle al Señor, se debe a que la religión enseña que es un atrevimiento insolente querer tomar decisiones sobre la vida. Se describe a Dios como un ser supremo que decide nuestro destino —sin que nosotros podamos opinar al respecto—. Por otro lado, los inconversos cuestionan el cristianismo, pues creen que éste les robará su libertad. Yo pensaba 8 así, tenía la idea de que si aceptaba a Cristo, no volvería a pilotar un avión y jamás disfrutaría de la vida. Yo creía que debía adaptarme al “molde cristiano” como en ese momento lo concebía. Muchas veces, tenemos ideas preconcebidas de cómo deben actuar y lucir las personas. Analice lo siguiente: Imagine que un hombre recibe la salvación y llega a una iglesia luciendo su atuendo acostumbrado. Él no se peina, ni se viste, ni actúa como los miembros de esa congregación. Y como no encaja en el “molde”, ellos piensan que algo anda mal en la relación de ese hombre con Dios. Sin embargo, no tienen autoridad para juzgar a nadie, y lo están haciendo basándose en las apariencias. He visto a personas que no encajan en el prototipo que antes tenía en 9 mi mente. Sin embargo, Dios las bendice y las usa. ¿Por qué? Porque sus corazones están bien delante del Señor, pues como leemos en 1 Samuel 16:7: Dios mira el corazón. Algunos cristianos, en cambio, tienen un aspecto impecable, y en su interior están llenos de religión muerta y de pensamientos de contienda. Libertad de pensamiento El omnipotente Dios, mediante el poder de Su Hijo, nos hizo absolutamente libres para escoger nuestro destino. Tenemos la facultad de razonar por nosotros mismos —a fin de elegir nuestros pensamientos—. En Filipenses 4:8, leemos: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es 10 de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad». En otras palabras, somos nosotros quienes debemos tomar la decisión de pensar en cosas buenas. Dios no nos forzará a aceptar Sus pensamientos. ¿Por qué? Porque no es Su cerebro ni Su mente. En el principio, Él creó al ser humano con la capacidad de razonar y elegir su propio destino; y aunque Él nos permite conocer la mente de Cristo y saber cuál es Su voluntad para nuestra vida, jamás nos obligará o nos impondrá lo que debemos pensar. El apóstol Pablo le escribió a la iglesia de Corinto: «Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos 11 y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10:3-5). La mente dominada por la preocupación y el temor, es aquella que no está sujeta a Dios ni es controlada por el Espíritu Santo. Ahora bien, quizá alguien podría argumentar: “No puedo dejar de preocuparme. Trato de que mis pensamientos sean los correctos, pero cuando lo intento, mi mente empieza a pensar de forma negativa”. Esto es lo mismo que expresa un alcohólico con respecto a su vicio: “No puedo dejarlo”. Y el fumador, lo dice en relación al tabaco. En Lucas 21:34, leemos: «Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes 12 de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día». Glotonería significa: “comer con exceso y con ansia”; en otras palabras, es la falta de moderación en la autocomplacencia, la cual al final nos causa disgustos. El mismo Jesús clasifica los afanes de esta vida en la misma categoría de las borracheras y la glotonería. Es socialmente aceptable ser un glotón, y también ser una persona saturada de preocupaciones; no sucede lo mismo con el alcohólico. La sociedad establece diferencias entre estos vicios. En cambio, en la Palabra de Dios se considera que las tres formas de proceder son erróneas. La autoridad de pensar por nosotros mismos trae consigo el derecho de elegir lo que decimos. 13 Los pensamientos se transfieren a la boca, y luego actuamos conforme a ellos. Entonces obtenemos resultados, ya sean buenos o malos. En Mateo 12:36, se nos indica que de toda palabra ociosa que salga de nuestra boca, daremos cuenta en el día del juicio. En Santiago 3:8-10, vemos que con nuestra lengua bendecimos a Dios y maldecimos a las personas. Luego se nos explica: «…hermanos míos, esto no debe ser así». Esto significa que debemos elegir entre bendecir o maldecir. Elija a Jesús Tenemos el derecho de escoger nuestros pensamientos, palabras y acciones. Pero ¿cómo se logra poner en práctica lo que uno decide? Jesús nos da la clave para lograrlo. 14 Hablando Él estas cosas, muchos creyeron en él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. —Juan 8:30-36 15 Observe las palabras de Jesús en los versículos 31-32: «…Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Sin embargo, Jesús empezó diciendo: «…Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos». El término discípulo implica disciplina. Es decir, si permanecemos firmes en Su Palabra seremos disciplinados como Él. Muchas personas sólo mencionan la parte de: «…y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Jesús es la Palabra viviente de Dios. Elegir a Jesús es optar por la Palabra. Recuerde que en Deuteronomio 30:19-20, leímos que escoger la vida es preferir a Dios. En Proverbios 4:22, se nos enseña que Sus Palabras son vida. Jesús también dijo: 16 «…las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida» ( Juan 6:63). Sin embargo, usted no puede simplemente tomar la Biblia, leerla y decir: “Muy bien, soy libre”. ¡Se necesita hacer algo más! Usted debe tomar una decisión. Y si decide tomar la Palabra como la autoridad final en su vida y ponerla en práctica, usted hace su elección delante de Dios. En ese momento, el Espíritu del Señor entrará en acción y comenzará a mostrarle cómo debe pensar, actuar y hablar de acuerdo con la Palabra que usted eligió. El poder sobrenatural del Espíritu obrará para eliminar cualquier estorbo de su vida. Si usted necesita sanidad, tome una decisión. Determínese a recibirla, luego, acuda a Dios y espere hasta que Él le dé una revelación en Su Palabra acerca de cómo ser sano. Satanás tratará de detenerlo, pero recuerde, él 17 no tiene ningún poder en contra de la Palabra. El diablo no puede impedir que se cumpla esa Palabra, así como tampoco es capaz de detener el nuevo nacimiento. Cuando usted nació de nuevo, se cumplió la Palabra escrita en 1 Pedro 1:23: «Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre». Nuestra autoridad como creyentes En el mundo de los negocios, cuando a una persona se le da el derecho de tomar decisiones en su empresa, se dice que se le ha delegado autoridad. El jefe le asigna a su empleado un trabajo, y a la vez, la responsabilidad del mismo. A partir de ese momento, el empleado decide qué hacer; y su éxito o fracaso 18 dependen de sus propias acciones. Si es diligente será recompensado; y en caso contrario, deberá asumir las consecuencias de su negligencia. Éste es un hecho inevitable. El mismo principio se aplica en el cristianismo. Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, se apareció a Sus discípulos y les delegó Su autoridad cuando les dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la Tierra. Por tanto, ustedes deben ir por todo el mundo y en Mi nombre, ustedes echarán fuera a los demonios, y ustedes pondrán manos sobre los enfermos y éstos sanarán” (Mateo 28:18; Marcos 16:15-18, paráfrasis del autor) Esa misma autoridad nos pertenece a nosotros como creyentes. En Mateo 18:18, leemos: «Les aseguro que lo que ustedes aten en la tierra quedará 19 atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo» (NVI). Efesios 6:10-18, puede leerse de la siguiente manera: “…Ustedes fortalézcanse con el gran poder del Señor. Ustedes pónganse toda la armadura de Dios para que ustedes puedan hacer frente a las artimañas del diablo… Ustedes manténgase firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia… Sobre todo, ustedes tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Ustedes tomen… la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Ustedes oren en el Espíritu… con peticiones y ruegos…” . En esta Tierra, Jesús le delegó Su autoridad a Su Cuerpo de creyentes, pero no nos obligará a usarla. Aún tenemos derecho a decidir si aceptamos esa autoridad y la aplicamos. 20 La decisión de alta calidad Quiero relatarle, a manera de ejemplo, una experiencia personal sobre cómo decidir y permanecer firme ante la tentación. Hace varios años, tomé una decisión de alta calidad al escoger a Jesús en el área de los hábitos alimenticios. En determinado momento de mi vida, llegué a pesar 265 libras y a tener una cintura de 117 centímetros. En ese tiempo, mi cintura era más grande ¡que lo que mide mis hombros ahora! Hoy peso 185 libras, y mi cintura mide 91 centímetros. Desde niño, tuve un trastorno alimenticio. Empecé a comer demasiado, y esto se convirtió en una costumbre. En el pueblo donde vivía con mi familia, se hallaba una señora que elaboraba pasteles para un hotel. Ella dejó ese empleo, y trabajó 21 en nuestra casa como cocinera. Nos horneaba pasteles, los cuales eran ¡absolutamente deliciosos! Llegué al extremo de comerme un pastel entero cada día. En ese entonces, yo no tenía problemas con mi peso, pues era muy activo. Siempre jugaba fútbol en la escuela, pero un día recibí la notificación de reclutamiento del Ejército. Desde ese día, hasta mi ingreso al servicio militar, no hice nada más que estar sentado en mi casa y comer. Mi rutina alimenticia era irracional, y como no me ejercitaba en lo absoluto, empecé a engordar. Durante el entrenamiento de la milicia, estuve bajo un estricto control de peso y me puse en forma; no obstante, eso no cambió el problema principal. Comencé a anhelar la comida y a pensar en 22 ella, como un borracho piensa en el licor. Me despertaba a medianoche sudando frío y deseando comer. Por esa razón, siempre guardaba caramelos en mis bolsillos; y no podía comerme sólo uno. Abría un paquete, y me comía la mitad de su contenido. Yo era adicto a los dulces, así como un alcohólico es adicto al licor. Sin embargo, el problema del goloso es más complicado, debido a que la sociedad acepta la glotonería. Eso lo hace doblemente difícil de controlar y de vencer. Para la gente, el tarro de las galletas no es malo como lo sería una botella de whisky. Sin embargo, ambos sirven para el mismo propósito: crear hábitos nocivos. Yo no podría sentarme en la iglesia con un Martini y ser aceptado por todos. En cambio, sí podría 23 comerme un dulce para satisfacer mi ansiedad, y nadie pensaría mal de mí. Tras salir del Ejército, de inmediato comencé a subir de peso. Mi cuerpo estaba repleto de azúcar y siempre quería más. Recuerdo que cuando lograba terminar una dieta en la que había perdido de 20 a 25 libras, me sentaba a comer varios kilogramos de chocolate de una sola vez. No podía controlarlo. Con ambas manos llenas de dulces, me los llevaba a la boca ¡tan rápido como podía! Esa situación me estaba enfermando, pero no podía evitarla. ¡Eso me asustó! Es aterrador para un ebrio reconocer su problema. Los cacahuates también eran un verdadero conflicto para mí. Cuando trataba de adelgazar, sólo pensaba en terminar la dieta para poder comerlos. 24 Y nunca me comía pocos, sino una cantidad enorme de ellos. Y cada Navidad, yo consumía ¡dos grandes latas de maní! Además, era adicto al pan recién horneado. Tenía un amigo que trabajaba en una panadería, y yo pasaba por ahí a comprar hogazas de pan caliente, a las cuales les hacían un agujero en el centro, para rellenarlas con barras de mantequilla. Por supuesto, yo me daba cuenta de que tenía un serio problema. Podía controlar la comida por un tiempo y perder peso, para luego volver a recuperarlo. Deseaba adelgazar, pero sin cambiar mis hábitos alimenticios. Era como el alcohólico que quisiera beber licor constantemente, sin sufrir los efectos. Yo quería comer nueve veces al día, y pesar 165 libras. 25 Lloraba y me quejaba con Dios acerca de mi peso. Le decía: Padre, no entiendo qué está pasando. He sido liberado de los vicios del alcohol y del tabaco, y ¡no puedo liberarme de comer en exceso ni de la gordura! Yo razonaba así: Puedo vivir sin alcohol y tabaco, no obstante ¿cómo podría vivir sin la comida? Me parecía una injusticia pertenecer al grupo de personas que suben de peso tan fácilmente. El alcohólico también se pregunta por qué no nació con la capacidad de beber más. Algunas personas comen en demasía y no engordan; eso no quiere decir que esté bien lo que hacen. Hay glotones delgados en este mundo, y tienen serios problemas. Aunque no aumenten de peso, esa complacencia inmoderada a los apetitos se reflejará en otras áreas de su vida. Satanás se asegurará de que así sea. De 26 igual manera, hay alcohólicos que no demuestran serlo, pero son tan borrachos como el vago tambaleante que cae en las cunetas. Sinceramente, yo anhelaba mi liberación. Sabía que algo andaba mal, pues no tenía el poder de Dios en mi vida para ayudarme a vencer el problema. Cuando Su poder actuó contra el asunto del tabaco, el vicio desapareció y quedé como si nunca hubiera fumado. Lo mismo sucedió con el alcohol, el deseo de beber se desvaneció para siempre gracias al poder de Dios. Y cuando ese poder aniquiló las enfermedades y dolencias, también fui liberado. Yo había utilizado mi fe y le había creído a Dios para dominar todo eso. Sin embargo, cuando yo mismo me imponía una dieta, casi me volvía loco antes de completarla. Y eso sucedía porque yo 27 actuaba sin ningún apoyo espiritual, mi esfuerzo era carnal. Si usted trata de controlar al ser humano sólo con el poder natural, será derrotado, pues el diablo está involucrado; y a Satanás no se le controla con un poder natural. Recuerde lo que está escrito en 2 Corintios 10:4: «Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, [o naturales] sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas». Por último, tomé una decisión de alta calidad y le dije a Dios: Ya no daré un paso más en este estado físico. En el nombre de Jesús de Nazaret, ¡encontraré las respuestas que necesito! Ayuné, y oré así: Señor, no comeré hasta que Tú me digas algo acerca de esta situación. Me alejé de las personas, y decidí escuchar a Dios. Tomé la determinación de actuar de acuerdo con Su Palabra. 28 Durante ese ayuno, aprendí mucho con respecto a la comida. Y me di cuenta que debía cambiar mi actitud al respecto, pues el problema fundamental no era mi peso, sino los alimentos que yo ingería. En Proverbios 23:21, leí que el bebedor y el comilón empobrecerán; entonces comprendí que Dios clasifica la glotonería a la par de la embriaguez. Tuve que admitir que yo era un glotón, aunque no me gustaba llamarme así. En ese momento, entendí cuán difícil es para una persona alcohólica reconocer lo que es. Yo le confesé a Dios mi pecado de gula: «Padre, ésta es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. He sido liberado del vicio del alcohol, y no me importa si nunca más lo vuelvo a beber mientras viva. También he sido liberado del tabaco y de otros malos hábitos, pero no puedo 29 renunciar a la comida porque moriría». Dios me respondió: Nunca te pedí ni te pediré que dejes de comer. Sólo debes renunciar a ciertos tipos de alimentos. En Proverbios 23:3, se habla acerca del pan engañoso. Permítame usar algunos ejemplos: una persona que ya no necesita beber alcohol, continúa consumiendo otras bebidas, pues fue liberado de tomar esa sustancia química; y el que ha sido liberado del vicio de fumar, sigue necesitando inhalar, pero no inhala humo. El Señor también me dijo: Tú nunca has reconocido que tengo la habilidad de cambiar tus gustos alimenticios, de tal forma que disfrutes de las comidas que antes rechazabas. Recordé entonces que la mayoría de alcohólicos no toleran el sabor del agua pura; sin embargo, cuando dejan de ingerir licor, adquieren un gusto por el agua. 30 Usted debe acudir a Dios y pedirle que le dé un gusto por las comidas y bebidas nutritivas, en vez de la comida chatarra que puede matarlo. Entonces cuando tenga hambre, Él hará que prefiera una rica ensalada, y no un pastel de pecanas. ¡La decisión es suya! Cuando yo decidí vencer este problema, expresé: Padre, soy un adicto a la comida, pero en el nombre de Jesús de Nazaret, a partir de hoy, no entrarán en mi boca cosas que no debo comer. ¡Esto se acabó! Elijo a Jesús. No faltaron las ocasiones para flaquear, pues cuando veía la comida que antes me gustaba, por un instante se me antojaba. Pero yo me resistía, y respondía: Prefiero a Jesús y a la Palabra, en lugar de esto. Me mantenía firme, y el deseo desaparecía. Tomé una excelente decisión y escogí la vida de mejor calidad. Elegí a Jesús, en vez de las golosinas y el 31 pan; escogí a Jesús, y no los pasteles. Actualmente, ya no tengo problemas con mis alimentos. Puedo ver a otros mientras comen galletas o bizcochos, y no me afecta para nada. ¡Alabado sea Dios! ¡Estoy feliz de ser libre! Ser libre es una dulce experiencia. Decida ser libre En 1 Pedro 5:8, leemos: «…vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar». Satanás anda al acecho para destruir a las personas, pero no tendrá éxito a menos que se lo permitamos. El enemigo puede atraparnos sólo cuando tomamos decisiones equivocadas, entonces entra como un torrente. Luego usted puede orar, llorar y pedirle a otros que le impongan manos. También puede echar fuera 32 al diablo, pero nada funcionará hasta que usted mismo tome la decisión de ponerle un alto a la influencia de Satanás en su vida. No importa cuál sea el problema que esté enfrentando, quizá sea una enfermedad o una dolencia; recuerde lo que Jesús le preguntó al hombre enfermo del estanque de Betesda: «…¿Quieres ser sano?» (Juan 5:6). Eso significa que el hombre tenía que desear su sanidad antes de poder recibirla. Algunas personas ni desean sanar, y aunque hablan acerca de lograr su sanidad, en realidad disfrutan sus padecimientos. Les gusta que las compadezcan y quieren mantenerse enfermas. He visto algunos que han sido sanados y actúan como si estuvieran padeciendo un mal. Hay gente que se enoja cuando escucha mensajes sobre sanidad, pues ¡defienden su derecho a estar enfermas! 33 Dios envió a Jesús a la Cruz para saldar nuestra deuda, la cual fue pagada totalmente. Él llevó nuestras enfermedades, dolencias, preocupaciones, angustias, tristezas y dolores. En 1 Pedro 5:7, se nos invita a depositar toda ansiedad sobre Él, pero es necesario tomar la decisión de hacerlo. Por ejemplo, se requiere de una decisión, a fin de sanar y permanecer en completo bienestar; nuestra determinación debe ser fuerte, ya que Satanás nos presionará para que le permitamos estorbarnos. Cuando predico, algunas veces me acusan de querer eliminar la diversión de la vida. Pero si el gozo de su existencia está en una barra de caramelo, déjeme decirle que ¡se conforma con poco! Las personas en el mundo piensan que están pasándola bien, y creen que su vida es divertida. 34 Yo pensaba así, hasta que escogí a Jesús y descubrí una clase de vida superior. En Colosenses 2:9, leemos: «Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad». He encontrado el verdadero gozo en imponer manos sobre los enfermos y verlos sanar. Me entusiasma oír informes de cómo nuestros programas están supliendo las necesidades de las personas. Me emociona lo que Dios está haciendo. ¡Tengo mucho más satisfacción de la que sentía cuando era un hombre mundano! Amo la gran calidad de vida que me ha dado mi Padre celestial. Desde 1967, he estado en éxtasis con Jesús gracias a la Palabra de Dios, ¡y mi euforia no se termina! La enseñanza que ahora estoy compartiendo, se aplica a todas las áreas de la vida. He usado el ejemplo acerca de comer en exceso, pues yo 35 mismo lo experimenté. Quizá usted tenga problemas de otro tipo, pero en realidad no importa cuál sea, lo realmente importante es si decidirá vencerlo o no, la decisión es suya. La base de fe es la misma para superar todas las dificultades. Recuerde que Jesús dijo: «…Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» ( Juan 8:31-32). Y en Deuteronomio 30:19, leemos: «…escoge, pues, la vida…». Luego en el versículo 20 se indica que Dios es vida para nosotros. En Juan 1:1, se nos explica: «En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios» (versión Dios habla hoy). Y en Proverbios 4:20-22, leemos: «Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones... porque son vida…». 36 Dios, la Palabra y la Vida son lo mismo. Escoger a Dios es elegir Su Palabra; optar por la vida es escoger la Palabra. Para que usted pueda cambiar su manera de pensar, hablar y actuar, deberá elegir la Palabra del Señor. Cuando decide que sus pensamientos serán conforme a la Palabra, su mente se renovará y sus acciones serán transformadas. Permitir que la Palabra de Dios domine su manera de pensar, equivale a preferir la mente superior de Dios en lugar de la suya, la cual es pequeña y limitada. Jesús dijo: «En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios» ( Juan 3:21, NVI). Nosotros decidimos si aceptamos o no la Palabra del Señor. Si la escogemos como el modelo para nuestros pensamientos, nuestras palabras y 37 nuestras acciones, el poder de Dios obrará a nuestro favor; y nuestras circunstancias y situaciones serán dirigidas por el Señor. Cuando usted escoge a Dios, lo incluye en el escenario de su vida. Independientemente de cuál sea la crisis del momento, si usted permanece firme en la Palabra y busca a Dios, las circunstancias cambiarán de alguna manera, ¡le guste o no a Satanás y a sus seguidores! Elija a Jesús, y verá cómo su cuerpo se adapta a esa decisión. Escoja a Jesús, y su vida será transformada. Persevere en la Palabra, y conocerá la verdad, y ¡la verdad lo hará libre! 38 Oración para recibir salvación y el bautismo del Espíritu Santo Padre celestial, vengo a Ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» (Hechos 2:21). Jesús, yo te invoco y te pido que vengas a mi corazón y seas el Señor de mi vida de acuerdo con Romanos 10:9–10: «Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación». Yo confieso ahora que Jesús es el Señor, y creo en mi corazón que Dios le resucitó de entre los muertos. ¡Ahora he nacido de nuevo! ¡Soy cristiano, hijo del Dios todopoderoso! ¡Soy salvo! Señor, Tú también afirmas en Tu Palabra: «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» (Lucas 11:13). Entonces te pido que me llenes con Tu Espíritu. Santo Espíritu, engrandécete dentro de mí a medida que alabo a Dios. Estoy plenamente convencido de que hablaré en otras lenguas, según Tú me concedas expresar (Hechos 2:4). En el nombre de Jesús, ¡amén! En este momento, comience a alabar a Dios por llenarte con el Espíritu Santo. Pronuncia esas palabras y sílabas que recibes, no hables en tu idioma, sino en el lenguaje que el Espíritu Santo te da. Debes usar tu propia voz, ya que Dios no te forzará a hablar. No te preocupes por cómo suena, pues ¡es una lengua celestial! Continúa con la bendición que Dios te ha dado, y ora en el espíritu cada día. Ahora, eres un creyente renacido y lleno del Espíritu Santo. ¡Tú nunca serás el mismo! Busca una iglesia donde se predique la Palabra de Dios valientemente, y obedece esa Palabra. Forma parte de la familia cristiana que te amará y cuidará, así como tú ames y cuides de ellos. Necesitamos estar conectados unos con otros, lo cual aumenta nuestra fuerza en Dios, y es el plan del Señor para nosotros. Vuélvete un hacedor de la Palabra. Tú serás bendecido al ponerla en práctica (lee Santiago 1:22–25). Acerca del autor Kenneth Copeland es cofundador y presidente de los Ministerios Kenneth Copeland en Fort Worth, Texas, y es autor de varios libros cuales incluyen LA BENDICIÍON del Señor enriquece y no añade tristeza con ella y Honor: viviendo en honestidad, verdad e integridad. Desde el 1967, Kenneth ha sido ministro del evangelio de Jesucristo y maestro de la Palabra de Dios. Él es también el cantante en álbumes premiados y algunos nominados para el Grammy como, Only the Redeemed, In His Presence, He Is Jehovah, Just a Closer Walk, y su álbum recientemente lanzado Big Band Gospel. También es coprotagonista, haciendo el papel de Wichita Slim, en los videos infantiles, The Gunslinger, Covenant Rider y la película de largo metraje The Treasure of Eagle Mountain, y también en el papel de Daniel Lyon en los videos de la Comandante Kellie y los Superniños , Armor of Light y Judgment: The Trial of Commander Kellie. Kenneth también coprotagoniza como padrino hispano en la película del 2009 The Rally. Con la ayuda de oficinas en los Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Australia, Sudáfrica, Ucrania y Singapur, Kenneth está cumpliendo su visión de predicar con valentía la Palabra de Dios no adulterada desde el tope del mundo hasta el valle más profundo, y todo alrededor. Su ministerio llega a millones de personas en el mundo a través de programas de televisión semanales, revistas, mensajes en audio y videos de enseñanza, convenciones y campañas, y a través de la red mundial del internet. TM Adquiere más información acerca de los Ministerios Kenneth Copeland. Visita nuestra página web es.kcm.org Cuando el SEÑOR le indicó a Kenneth y Gloria Copeland que iniciaran la revista La Voz de Victoria del Creyente... Les dijo: Ésta es su semilla. Envíensela a todo el que responda a su ministerio, y ¡jamás permitan que alguien pague por su suscripción! Por más de 40 años, ha sido un gozo para los Ministerios Kenneth Copeland llevarles las buenas nuevas a los creyentes. Los lectores disfrutan las enseñanzas de ministros que escriben acerca de vidas en comunión con Dios, y testimonios de creyentes que experimentan la victoria en su vida diaria a través de la Palabra. Hoy, la revista LVVC es enviada mensualmente por correo, llevando ánimo y bendición a los creyentes de todo el mundo. Incluso muchos de ellos la utilizan como una herramienta para ministrar, se la obsequian a otras personas que ¡desean conocer a Jesús y crecer en su fe! Solicite hoy una suscripción GRATUITA para recibir la revista La Voz de Victoria del Creyente! Visita es.kcm.org/LVVC para enviar tus datos, o escríbanos a: Kenneth Copeland Ministries, Fort Worth, TX 76192-0001. También puede suscribirse llamándonos al 1-800-600-7395 (sólo en EE.UU.) o al +1-817-852-6000 ¡Estamos aquí para ti! Tu crecimiento en la PALABRA de Dios y tu victoria en Jesús son el centro mismo de nuestro corazón. Y en cada área en que Dios nos ha equipado, te ayudaremos a enfrentar las circunstancias que estás atravesando para que puedas ser el victorioso campeón que Él planeó que tú sea. La misión de los Ministerios Kenneth Copeland, es que todos nosotros crezcamos y avancemos juntos. Nuestra oración es que tú recibas el beneficio completo de todo lo que el SEÑOR nos ha dado para compartirle. Dondequiera que te encuentres, puedes mirar el programa La Voz de Victoria del Creyente por televisión (revisa tu programación local) y por la Internet visitando es.kcm.org. Nuestro sitio web: es.kcm.org, te brinda acceso a todos los recursos que hemos desarrollado para tu victoria. Y, puedes hallar información para comunicarte con nuestras oficinas internacionales en África, Asia, Australia, Canadá, Europa, Ucrania, y con nuestras oficinas centrales en Estados Unidos de América. Cada oficina cuenta con un personal dedicado, preparado para servirte y para orar por ti. Puedes comunicarte con una oficina a nivel mundial más cercana a ti para recibir asistencia, y puedes llamarnos para pedir oración a nuestro número en Estados Unidos, 1-817-852-6000, de lunes a viernes de 9:30 am a 5:00 pm (Hora central). Te animamos a que te comunique con nosotros a menudo y ¡nos permitas formar parte de tu andar de fe de cada día! ¡Jesús es el SEÑOR! Kenneth y Gloria Copeland
Documentos relacionados
Viviendo libre de todo temor - Kenneth Copeland Ministries
© 1985 International Church of the Word of Faith Inc. ahora Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland. Traducción autorizada de la edición en ingl...
Más detalles