DIVISIONES

Transcripción

DIVISIONES
UNA CASA
SIN
DIVISIONES
DERROTANDO AL ESPÍRITU DE DIVISIÓN
¿Quién tiene el poder?
Advertencia: un espíritu destructivo de división
ha sido enviado por el diablo para destruir
nuestros hogares, nuestras iglesias y nuestras
naciones. Pero, las buenas noticias son que
¡podemos mantenernos fuertes y firmes cuando
enfrentamos los intentos divisorios del diablo!
El Cuerpo de Cristo tiene el poder para
mantener al enemigo a raya. Cuando protegemos
nuestro territorio, ¡él no tiene poder para derrotarnos!
En Una casa SIN Divisiones descubrirás:
• Cómo la división y el engaño son las ÚNICAS
herramientas a disposición del enemigo para atacar
nuestros hogares, iglesias y naciones.
• Qué es lo que experimentarás después de que la
división haya operado… en cada ocasión.
• Porqué el “Ministerio de la Reconciliación” es vital
UNA CASA
SIN
DIVISIONES
DERROTANDO AL
ESPÍRITU DE DIVISIÓN
• Cómo puedes desarrollar el corazón amoroso de Dios
para con los demás
Cuando nos decidimos a detener la división de una vez y por todas,
el amor, la fe y la reconciliación se multiplicarán. ¡Nada nos será
imposible!
Una casa dividida no permanecerá… pero como el Cuerpo de Cristo,
podemos mantenernos y convertirnos en…Una Casa SIN Divisiones.
ISBN 978-1-60463-239-2
30-0079S
Publicaciones
Kenneth
Copeland
A House Not Divided-CVR-SP.indd 1
KENNETH COPELAND
9 781604 632392
3/9/15 2:53 PM
UNA CASA
SIN
DIVISIONES
DERROTANDO AL
ESPÍRITU DE DIVISIÓN
KENNETH COPELAND
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas fueron tomadas
de la Versión Reina Valera Contemporánea®, © Sociedades Bíblicas
Unidas, 2009, 2011.
Las citas marcadas con las siglas AMP son traducciones libres del idioma
inglés y fueron tomadas de The Amplified Bible, Old Testament © 1965,
1987 por The Zondervan Corporation, y The Amplified New Testament
© 1958, 1987 por The Lockman Foundation. Usado con permiso.
Una Casa SIN Divisiones:
Derrotando al Espíritu de División
A House NOT Divided
Defeating the Spirit of Division
ePDF ISBN 978-1-60463-287-3
30-8082S
© 2015 Kenneth Copeland
© 2015 Kenneth Copeland
Traducción autorizada de la edición en inglés. Esta traducción es publicada y
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UNA CASA
SIN
DIVISIONES
DERROTANDO AL ESPÍRITU DE DIVISIÓN
Quiero advertirte sobre un espíritu
destructivo que está obrando en nuestro
mundo de hoy, y ponerte en alerta
máxima acerca de su misión, que está en
contra de tu casa y en contra de tu iglesia.
De hecho, este espíritu de división ha
sido enviado especialmente por el diablo
para acosar tu nación y obstaculizar al
Cuerpo de Cristo en su totalidad.
A pesar de que suena irreal, es cierto.
Tampoco es algo novedoso. El mismo
espíritu ha estado en actividad por
siglos, y el diablo sabe cuán destructiva
es esa fuerza divisoria — aún mejor que
la mayoría de los creyentes.
Claro, él no descubrió eso por sí
mismo. Jesús nos enseñó acerca de este
tema en Marcos 3:24-26. Él dijo: «Si un
reino se divide contra sí mismo, no puede
permanecer. Si una casa se divide contra
sí misma, tampoco puede permanecer. Y
si Satanás se subleva contra sí mismo, y
se divide, tampoco puede permanecer.
Su fin habrá llegado».
Pero leamos también lo que dijo a
continuación: «Nadie puede entrar en
la casa de un hombre fuerte y robarle
sus pertenencias, si antes no lo ata.
Entonces sí podrá saquear su casa»
(versículo 27).
Cuando recitamos ese versículo,
usualmente pensamos que el hombre
fuerte al que se hace referencia es
Satanás. Pensamos en atarlo y robarle
sus pertenencias — y eso es cierto.
Pero, déjame recordarte algo: Satanás
ya no es ese hombre fuerte. ¡Él ha sido
derrotado! La Biblia dice que Jesús lo
venció, exhibiéndolo públicamente
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(Colosenses 2:15). Si lo miramos desde
el punto de vista de Dios, sí existe un
hombre fuerte en la Tierra hoy, pero no
es el diablo. Es el Cuerpo de Cristo.
Efesios 6:10 dice: «Por lo demás,
hermanos míos, manténganse firmes en
el SEÑOR y en el poder de Su fuerza».
Nosotros somos el hombre fuerte.
La casa de Dios ha sido investida
con toda la autoridad y el poder en la
Tierra — autoridad y poder recibidos
de parte de Jesús mismo a través de su
poderosa victoria.
Como resultado de ese triunfo,
Satanás no puede entrar a tu casa sin
primero esclavizarte. Él es un enemigo
derrotado. En primer lugar, él tiene
que esclavizarte, y luego tú tienes que
aceptar esa esclavitud. Sencillamente,
Satanás no tiene la autoridad para ir
por allí haciendo lo que le de la gana.
Él anda “buscando a quien devorar”
(1 Pedro 5:8), pero no siempre encuentra
alguien para hacerlo.
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Jesús le dijo a Sus discípulos en
Mateo 28:18-20, «Toda autoridad me
ha sido dada en el cielo y en la Tierra.
Por tanto, vayan y hagan discípulos en
todas las naciones, y bautícenlos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir
todas las cosas que les he mandado. Y
yo estaré con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo».
¿Lo puedes ver? Él dijo: “Toda
autoridad me ha sido dada en el cielo
y en la Tierra. Por lo tanto, tú ve a toda
la Tierra usando Mi Nombre, y en Mi
Nombre tú echarás fuera demonios”.
Entonces, ¿quién tiene el poder?
¡Nosotros! El poder auténtico es nuestro.
Nos ha sido delegado, y nos pertenece.
Un espíritu engañoso
El único poder que el diablo tiene
disponible en nuestra contra es por
medio del engaño — la ilusión. Nos
miente y luego espera que caigamos en
6
esa trampa, porque no puede hacer ni
una sola cosa para saquear nuestra casa
hasta que no nos haya atado. Pero, no te
equivoques. Una vez atados, él nos robará
todo lo que tenga a su alcance hasta que
nosotros hagamos algo al respecto.
Cuando los discípulos de Jesús
vinieron a preguntarle, «Dinos, ¿cuándo
sucederá todo esto, y cuál será la señal de
tu venida y del fin del mundo?» (Mateo
24:3), Jesús les respondió en forma
directa. Les advirtió: «Cuídense de
que nadie los engañe. Porque muchos
vendrán en mi nombre, y dirán: “Yo
soy el Cristo”, y engañarán a muchos»
(versículos 4-5).
Mira el versículo 6, y lee lo que Jesús
dijo que ocurriría: «Ustedes oirán hablar
de guerras y de rumores de guerras;
pero no se angustien».
Estamos atravesando esos tiempos
difíciles en este preciso instante. Los
rumores de guerra y los actos terroristas
y de agresión acaparan las portadas de los
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diarios y las revistas, y son las historias
principales en los noticieros vespertinos.
Los reportes están en todos los medios, y
por ende, el miedo que eso produce.
Pero, ¿cómo se relacionan las guerras
y los rumores de guerra, con la división?
¡En todo!
En Mateo 12:25, Jesús dijo, «Todo
reino dividido internamente acaba
en la ruina. No hay casa o ciudad que
permanezca, si internamente está
dividida». En Marcos 3:25, Él nos
repitió las mismas palabras: «Si una
casa se divide contra sí misma, tampoco
puede permanecer».
No sé cómo lo interpretes, pero
esas declaraciones son muy claras para
mí. Una casa dividida no permanecerá.
No es una probabilidad. No es una
eventualidad. Es inevitable. Una vez
que comienzas a operar en ese espíritu
de división, tu casa se debilita — y Jesús
dijo que se derrumbará.
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Recuerdo un día en el que estaba
orando y me arrepentía ante Dios
por unas palabras críticas que dije
en referencia a otro predicador. Al
finalizar, Dios me dijo: Me alegra que te
hayas arrepentido. De repente, entendí
la seriedad del asunto. Dios sabía que
si me separaba de otra persona en Su
propio Cuerpo, estaría garantizando mi
propia ruina. Me derrumbaría.
Es peligroso cuando no sabes de
estas cosas. Pero es aún más peligroso
cuando sabiéndolas, las ignoras.
El engaño produce división
Entonces, ¿por qué ignoramos estas
cosas? Porque hemos sido engañados.
¿Recuerdas lo que Jesús dijo en Mateo
24:4? Él dijo, «Cuídense de que nadie
los engañe».
El espíritu de división nos ha dicho,
“Esa persona en aquel lugar no cree de
la forma en que tú lo haces. No puedes
comprometer tus principios, así que no te
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le unas”.Y piadosamente se autodenomina
“íntegro” cuando, en verdad, es un espíritu
de juicio y segregación. Es un espíritu que
causa división.
En su primera epístola a los Corintios,
el Apóstol Pablo les dice algo asombroso
a los creyentes de Corinto. Primero, les
reconoce que han sido dotados con todo
don espiritual, y luego les menciona
que han recibido tal revelación de parte
de Dios que no les falta nada. Pero a
continuación, comienza a enumerar
cosas referentes a su crecimiento
espiritual. Se habían levantado dos
facciones antagonistas entre ellos, y un
espíritu de división había detenido su
maduración espiritual. Pablo habla de
ello en 1 Corintios 3:1-3:
«Hermanos, yo no pude hablarles
como a personas espirituales sino
como a gente carnal, como a niños
en Cristo. Les di a beber leche,
pues no eran capaces de asimilar
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alimento sólido, ni lo son todavía,
porque aún son gente carnal. Pues
mientras haya entre ustedes celos,
contiendas y divisiones…»
Los celos, las contiendas y las
divisiones mantenían a estas personas
en un estado natural, o carnal. Habían
impedido de tal manera su crecimiento
espiritual, que no eran capaces de
entender algunas de las cosas que
Pablo quería enseñarles. De hecho,
habían detenido la habilidad de Pablo
para ministrarles con eficacia. Sus
mentes carnales no podían comprender
aquellas cosas porque las cosas de Dios
deben ser discernidas espiritualmente
(1 Corintios 2:14). Y peor aún, ni
siquiera se habían percatado. Su casa
había comenzado a derrumbarse sin
que pudieran reconocer daño alguno en
la fundación.
En esencia, Pablo les estaba diciendo:
“Vine para entregarles muchas cosas,
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pero no han podido recibirlas porque el
espíritu de división está presente entre
ustedes, ¡y están actuando como si fueran
unos bebés! No pude hacer mucho
porque están divididos. Un espíritu de
división ha creado una separación”.
Pero este es un punto interesante:
en otra de sus cartas, Pablo escribe
acerca del crecimiento espiritual a
la iglesia de Éfeso, y dice: “sino para
que profesemos la verdad en amor y
crezcamos en todo en Cristo, que es la
cabeza” (Efesios 4:15).
Compara la expresión “profesemos la
verdad en amor” con “celos, contiendas y
divisiones”. Son directamente opuestas;
no puedes cumplir con ambas al mismo
tiempo. De acuerdo con este último
versículo, cuando profesamos la verdad
en amor, crecemos, — o maduramos —
espiritualmente. Al hacerlo, dejas de
lado ese espíritu de división en favor
de un espíritu de amor y reconciliación.
Los celos, la discordia y la separación
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del cuerpo te transportan una vez más a
tu infancia espiritual.
Leamos de nuevo Mateo 24:4-6,
esta vez en la versión amplificada:
«Cuídense de que nadie los guíe
incorrectamente [engañándolos y
guiándolos al error]. Porque muchos
vendrán en (la autoridad de) mi nombre
[apropiándose del nombre que Me
pertenece], y dirán: “Yo soy el Cristo” (el
Mesías), y engañarán a muchos. Ustedes
oirán hablar de guerras y de rumores de
guerras; pero no se angustien, porque
es necesario que todo esto suceda; pero
aún no será el fin».
Presta atención a la frase en el
versículo 5: “engañarán a muchos”. Otra
forma de decirlo sería: “provocarán
división entre ustedes”.
El trabajo del espíritu de división
es dividir y conquistar — haciendo que
seas arrastrado en múltiples direcciones
por todo viento de doctrina y opiniones
13
diferentes, que podrían resultar en
división. Ésa es su misión, ¡y ha estado
haciendo un trabajo ejemplar por mucho,
mucho tiempo!
¿Cómo lo hace? Al magnificar las
diferencias.
Por ejemplo, en la iglesia tenemos
diferencias entre denominaciones. Existen
los Católicos y los Protestantes, los
Bautistas y los Pentecostales, los
Metodistas y los Episcopales, y así
sucesivamente. En el área social,
existen diferencias entre hombres y
mujeres, y en la familia, diferencias entre
hermanos y hermanas. En el mundo de
los negocios, existen diferencias entre
la clase administrativa y la clase obrera.
Adicionalmente, existen diferencias basadas
en nuestros gustos personales: alguien
maneja un automóvil marca Honda, otro
prefiere una motocicleta Harley.
Pero lo que necesitamos entender es
que la división no es lo mismo que las
diferencias. Dios creó las cosas para que
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sean diferentes. Pero Satanás llega y
magnifica esas diferencias mediante un
espíritu de discordia y resentimiento.
El Espíritu Santo, es decir, el Espíritu
de la unidad, magnifica esas mismas
diferencias por medio del amor, para que
de hecho nos acerquen, compartiendo
y aprendiendo los unos de los otros,
fortaleciéndonos en el proceso.
Cuando caminamos juntos en la
fuerza de la unidad, nos volvemos
peligrosos para el diablo porque
abarcamos todas las facetas en lugar
de una aquí y otra allí. Juntos, somos
plenos — ¡completos, sin que nada nos
falte! Juntos, somos una fuerza que el
diablo no puede detener.
En resumen, éste es el significado de
lo que hemos estudiado: si queremos
alcanzar un lugar poderoso en el reino
de Dios, y por ende convertirnos en
una gran amenaza para el diablo, vamos
a tener que madurar — juntos. No
alcanzará con el crecimiento de un grupo
15
reducido que diga a los restantes: “bueno,
allá ellos”. No funciona de esa manera.
Somos todos miembros, interconectados
los unos a los otros. Somos un solo
Cuerpo — ¡el Cuerpo de Cristo!
Un arma destructora
Una de las influencias más poderosas
y destructivas que hemos enfrentado
por años de parte del espíritu de división
es el racismo. La Biblia no califica ni
juzga al racismo de la misma manera
que el mundo lo hace, o de la forma
en que la mayoría de la gente ha sido
entrenada para percibirlo. Hay mucho
más en el racismo que el color de la
piel o la cultura — o la sola intolerancia
y el prejuicio. La raíz del racismo es el
espíritu de división. El racismo entra en
operación cada vez que el diablo logra
magnificar las diferencias por medio de
este espíritu.
El espíritu de división siempre
magnificará las diferencias en la forma
16
de un espíritu de odio. La reconciliación,
en contraste, magnificará siempre toda
diferencia en la forma de un espíritu de
amor y cooperación.
Por ejemplo, una persona relata:
“esto fue lo que pasó”, mientras que otra
dice: “no, esto es lo que pasó”. Luego,
una tercera persona agrega y dice,
“ambos están mal. Yo estaba allí. Lo vi,
y esto es lo que realmente sucedió”. La
verdad es que todos vieron la misma
cosa, pero la interpretaron de una
manera distinta. La división produce un
espíritu de odio que critica a los demás,
basada en el desacuerdo. Pero el amor
y la reconciliación ayudan a que cada
persona comparta lo que cada uno vio,
para así poder llegar a un acuerdo.
Es desde esta perspectiva que puedes
entender cuan peligroso y destructivo
puede ser el espíritu de división. Es lo
mismo que una dolencia o enfermedad:
si no te mantienes en alerta, logrará
afectarte de una u otra manera y
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tomar el control. El diablo sabe que la
única forma de atar a una persona es
influenciándola a caminar por fuera del
amor, enfocándola en las diferencias.
Pero tú no tienes que caer en
esa trampa. Si te decides a seguir
el liderazgo del amor, el espíritu de
división no podrá engañarte jamás, ni
robarte lo que te pertenece.
Una lección de amor
Una de las historias más
maravillosas que he escuchado alguna
vez acerca de este tópico es la de un
hombre llamado Johnny Johnson,
quien fuera el Secretario Asistente
de la Marina de los Estados Unidos
en el área de Recursos Humanos y
Asuntos Reservados. Si no has leído
todavía su libro titulado “Más allá de la
derrota”, necesitas hacerlo. ¡Es uno de
esos libros que debiera ser un requisito
para toda persona nacida de nuevo,
incluyendo la Biblia!
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En su libro, Johnny comparte acerca
de su padre, quien era muy alto, fornido,
y de descendencia africana Watusi. Era un
hombre que había aprendido acerca del
amor y cómo éste va más allá de la derrota.
Cuando Johnny era solo un niño
pequeño en edad preescolar, otros
niños de raza blanca lo trataron muy
mal. Entonces, su padre le había dicho:
“Hijo, escúchame. No te enojes con
esos niños”.
Cuando Johnny comenzó a discutirle,
su padre lo interrumpió. “No, no debes
enojarte con ellos Johnny. Esos niños
padecen un problema muy grave que
no saben cómo resolver. Su piel blanca
absorbe demasiada luz ultravioleta que
irradia sus cerebros, y justo al mediodía
— cuando ustedes salen al recreo —, sus
cerebros se sobrecalientan. Ni siquiera
se dan cuenta de lo que están haciendo.
Ésa es la razón por la cual tú eres más
inteligente que ellos. No se debe a que
ellos no tengan tu nivel intelectual. Es
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que tu piel negra no permite que tu
cerebro se recaliente”.
Así fue como Johnny volvió a la
escuela pensando que su cerebro estaba
“frío”, lo cual lo hacía más inteligente. A
medida que pensaba de esa manera, sus
notas comenzaron a mejorar.
Cuando alguien lo molestaba en el
parque del colegio, él oraba, “SEÑOR,
por favor ayúdalo; su cerebro se ha
recalentado. Me doy cuenta por la forma
en la que está actuando. ¡Su cerebro está
tan caliente, ya es demasiado!”.
Así fue como Johnny oró
fervorosamente por estos pobres niños
blancos de cerebros recalentados. Los
trató con tanta lástima y amabilidad
que no pasó mucho tiempo para
que ellos se enamoraran de su
personalidad. Pensaban que Johnny
Johnson era la persona más agradable
que alguna vez haya existido sobre la
faz de la Tierra.
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Cuando Johnny creció y ya tuvo la
edad de entender lo que su padre había
hecho, se dio cuenta del principio tan
poderoso que había puesto en práctica:
el amor va más allá de la derrota.
Comprendió que la fe obra por el amor;
y el amor nunca falla. Dios nunca falla;
y Su PALABRA tampoco lo hace.
Tendrás que creer en esas cosas
si quieres que el amor se mantenga
funcionando en tu espíritu, al tiempo
que repeles al espíritu de división.
Gracias a lo que su padre le había
enseñado, Johnny Johnson dejó de lado
todo sentimiento negativo que pudiera
haber experimentado y que podría
haber causado una división entre él y sus
compañeros de colegio; en su lugar, los
reemplazó con amor. En lugar de dejar
que el espíritu de división se enraizara,
pudiendo convertirse en odio, él escogió
amar a sus compañeros y orar por ellos.
La definición de la palabra división
significa “separación por diferencias
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de opinión o percepción; desacuerdo;
disensión”. Es lo que Jesús nos advirtió
en Mateo 24:4 cuando dijo «Cuídense
de que nadie los engañe». Pero
regresemos a ese capítulo y leamos
lo que Jesús dijo en el versículo 7,
instantes después de haberles dicho
a Sus discípulos “no se angustien”, o
no tengan miedo. Él dijo: «porque
se levantará nación contra nación, y
reino contra reino, y habrá hambre y
terremotos en distintos lugares».
La palabra traducida como nación
proviene del griego ethnos, que significa
“grupos étnicos, etnias”. En otras
palabras, Jesús podría haberlo dicho
de esta manera: “Porque se levantarán
etnias contra etnias, y reino contra
reino, y habrá hambre…”
Detente y piensa en eso por un
instante: nación contra nación, etnias
contra etnias. Estamos experimentando
eso mismo a escala mundial en nuestros
días. Lo encontramos prácticamente
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en cualquier lugar, aunque no siempre
lo hemos reconocido como “racismo”,
y ciertamente no lo hemos identificado
como un espíritu de división. La verdad
es que, es el mismo espíritu, y proviene
del mismo diablo.
Toda
esta
división
que
experimentamos en el mundo hoy es
mucho más grave de lo que la mayoría
de la gente asume. Como ya vimos,
el diablo mismo es quien causa esta
separación porque él es el espíritu
de división, y existen demonios a sus
órdenes que han sido asignados para
llevar a cabo este trabajo divisorio.
Pero éstas son las buenas noticias:
Satanás conoce muy bien el tremendo
poder espiritual que se libera por
medio de la unidad. Él sabe que una
casa dividida no puede permanecer;
pero si nosotros, el Cuerpo de Cristo,
nos unimos en la unidad de nuestra
fe, ¡sí permaneceremos! Arribaremos
a la estatura de la plenitud de Cristo
23
(Efesios 4:13). Y para evitar esa realidad,
el espíritu de división tratará de funcionar
y ganar terreno en nuestras vidas a nivel
personal, social, familiar y en nuestras
iglesias; dividiendo y conquistando.
Pero si permanecemos en el amor,
jamás seremos derrotados por el espíritu
de división. Simplemente no podrá
penetrar la barrera del amor. Cuando
caminamos en amor y no cedemos al
espíritu de división, simplemente no
fallamos. La Biblia dice que donde
hay amor, no hay ocasión de tropiezo
(1 Juan 2:10). Y si no hay tropiezo, ¡no
hay caída!
Hace algunos años estaba predicando
en una iglesia de Fort Worth, Texas. Salía
de la oficina del pastor he iba de camino al
auditorio, cuando las puertas de la iglesia
se abrieron y un grupo de “hippies” hizo
su entrada triunfal. ¡Era obvio que no se
habían bañado en mucho tiempo!
Inmediatamente, pensé: ¿Dónde se
sentarán estos muchachos? De repente,
24
escuché al SEÑOR hablándome con tal
intensidad que pude percibirlo en cada
célula de mi cuerpo. Me dijo, ¡nunca
critiques los pies sucios de una persona
hasta que no estés listo para lavarlos!
El impacto fue tan fuerte, que casi
me doblé en dos. Sentí como si alguien
me hubiera arrimado un hierro caliente
y me hubiera traspasado. Esas palabras
marcaron a fuego mi hombre interior.
A medida que ese grupo caminaba
por el auditorio, podía escuchar los
comentarios de la gente. Una mujer
murmuró en voz alta lo mismo que yo
había pensado unos minutos antes: “Dios
mío, ¿dónde se sentarán?” Me di cuenta
que ella también necesitaba escuchar lo que
yo acababa de recibir. Así que me dirigí
hacia la plataforma, detuve el servicio y
compartí con la audiencia exactamente
lo que Dios me había dicho.
Ese momento cambió la vida de esa
iglesia. Causó en ellos lo mismo que causó
en mí: los marcó a fuego en su interior.
25
Cuando todos se pusieron de pié
para irse al finalizar el servicio, un
hombre exclamó: “¿Podrían esperar
un minuto, por favor?”, y continuó,
“creo que no debemos irnos sin antes
recoger una ofrenda y comprarle a
estos jóvenes algo de comida. Lucen
hambrientos. En lo que a mi respecta,
mi casa está disponible para que ellos
tomen un baño caliente o duerman si
así lo necesiten. Y si alguno le queda
buena mi ropa, se la regalo”.
El resto de la congregación comenzó
a asentir, diciendo, “Sí, está bien. ¡Yo
también!” La gente llevaba sus manos
a los bolsillos y ofrendaba para la
comida. El grupo de jóvenes comenzó a
separarse para que cada uno pudiera ir
con alguien de la iglesia ese día.
Esa noche, todos regresaron.
Mientras predicaba, uno de los jóvenes
me interrumpió. “Ya no puedo esperar
más”, me dijo, “¡quiero decirle que
ahora Jesucristo es mi SEÑOR!”
26
Más tarde, le dijeron al pastor: “No
queremos irnos de este lugar. ¿Nos
podemos quedar?” Y se quedaron. Ocho
de ellos se convirtieron más adelante en
ministros de tiempo completo. Satanás
me había tendido una trampa ese día,
pero perdió. En el instante en que miré
a ese grupo esa mañana, el espíritu
de división magnificó toda diferencia
posible para sembrar odio y separación.
Pero el Espíritu de Dios habló. Y
cuando el Espíritu de Dios habla, tú
debes elegir: puedes continuar y seguir
a ese espíritu de división, o puedes darte
la vuelta y echarlo fuera.
Esa mañana, cuando el espíritu de
división fue expulsado en esa iglesia, se
manifestó la reconciliación. Donde el
espíritu de división separa, el Espíritu
de Dios reconcilia, trayendo acuerdo
y armonía. Una palabra de Dios les
proveyó comida a esos muchachos, los
liberó de las drogas y del mundo, y les
cambió la vida para siempre.
27
La Biblia dice que Dios nos ha
reconciliado consigo mismo y que
nos ha encargado el mensaje de la
reconciliación — para que podamos
compartir con los demás que Él no tiene
en cuenta sus pecados (2 Corintios 5:19).
Dios ya los ha perdonado. Él lo hizo
antes de que cualquiera de nosotros se
lo pidiese. Lo único que tenemos que
hacer es tomar la decisión de recibir su
perdón, y estaremos de camino al cielo.
No importa que tipo de ropa usemos
o el color de nuestra piel. Tampoco
importa dónde vivamos ni dónde
nacimos. ¡Lo único que importa es que
hemos nacido de nuevo!
El diablo está empecinado en
mantenernos separados operando en
ese espíritu de división, porque sabe
que si nos unimos, nuestra revelación
de Dios será mucho más maravillosa y
profunda de lo que individualmente (o
cada grupo por separado) podría alguna
vez recibir. El Apóstol Pablo oró en
28
Efesios 3:16-19 a Dios “para que por su
Espíritu, y conforme a las riquezas de su
gloria, los fortalezca interiormente con
poder; para que por la fe Cristo habite
en sus corazones, y para que, arraigados
y cimentados en amor, sean ustedes
plenamente capaces de comprender,
con todos los santos, cuál es la anchura,
la longitud, la profundidad y la
altura del amor de Cristo; en fin, que
conozcan ese amor, que excede a todo
conocimiento, para que sean llenos de
toda la plenitud de Dios”. “Con todos los
santos” significa todos nosotros. Cuando
nos unimos, comprendemos a Dios de
una forma que antes no podíamos — y
ese nivel es mucho más alto del que
experimentamos ahora mismo.
El SEÑOR me ha instado por más
de 45 años a enseñar sólo unos cuantos
tópicos. Me guió a que enseñara la
mayoría del tiempo acerca de la fe
y cómo mantenerse firme sobre Sus
promesas, las cuales encontramos en
29
Su PALABRA. Nunca me pidió que
enseñara acerca de los últimos tiempos.
Él comisionó a otros predicadores
como mi amigo Hilton Sutton, quien
ya se ha ido al cielo con el SEÑOR.
Ésa era su misión. Cuando escuchaba
a Hilton enseñar, recibía revelación
en este tópico que jamás podría haber
recibido por mí mismo.
Lo mismo es cierto para las personas
individuales y para los ministerios. Mi
madre, por ejemplo, oró por años con su
querida amiga y compañera de oración
— quien era de raza negra. ¿Quieres
conocer una de las razones por las que
ella amaba orar con esa maravillosa
mujer? Porque ella conocía cosas acerca
de la oración que mi madre necesitaba
aprender. Esas cosas no eran tan sencillas
de explicar en una charla, sentadas. Mi
madre tuvo que invertir tiempo con su
amiga en oración para aprenderlas.
En el mundo de las cosas espirituales,
tú conoces cosas que yo necesito aprender,
30
y yo conozco cosas que tú necesitas
aprender. Jesús dijo: «Porque donde dos
o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy
yo, en medio de ellos» (Mateo 18:20). Lo
que tenemos que hacer, principalmente,
es unirnos en el espíritu — en fe.
Ya somos uno. Jesús se encargó de
eso en la Cruz. La Biblia dice que ahora
nos toca unirnos en la unidad de nuestra
fe porque cuando eso ocurre, el poder
liberado es mucho más poderoso que
la sumatoria de cada una de las partes
(Efesios 4:13). Si nos uniésemos mil de
nosotros, seríamos más poderosos que
mil personas individuales que posean fe.
El diablo lo sabe muy bien, y tiembla de
miedo. Por eso es que siglos atrás envió
al espíritu de división para separarnos.
Pero si tan solo escucháramos al
Espíritu de Dios, no caeríamos en la
trampa de la división. Por el contrario,
recibiríamos una revelación mucho
mayor de la que alguna vez hayamos
experimentado. La veríamos llegar
31
desde cada rincón. Veríamos la verdad
y el tremendo poder milagroso que
está disponible cuando nos ponemos
de acuerdo —en unanimidad— juntos,
en el nombre de Jesús (Mateo 18:19;
Hechos 2, 4:24-31).
Entonces, si estás listo para que esa
clase de poder milagroso actúe en tu
vida, repite ahora mismo en voz alta
lo siguiente: “Espíritu de división, te
informo en el nombre de Jesús que mi
casa está fuera de tu alcance. ¡Ya nunca
más seré engañado por tus operaciones!
Y desde ahora en adelante, no seré
influenciado por las diferencias que
tenga con los demás. Sólo me influencia
el Espíritu de Dios. Mi ministerio es
el Ministerio de la Reconciliación.
Amo a la gente, porque Dios ama a la
gente — sin importar quiénes sean. No
me importa si los demás me aman, o
no. Yo los amaré porque eso es lo que
Dios me ha dicho que haga. ¡Ése es mi
trabajo, y lo llevaré a cabo a Su manera!”
32
Ahora, ¡prepárate para el comienzo
de un nuevo día, y para recibir una
nueva clase de poder! Recuerda, al
estar divididos, no permaneceremos.
Pero cuando nos unimos, nos
mantenemos firmes. Y todo el cielo nos
respalda — ¡con júbilo!
33
Oración para recibir salvación y el
bautismo del Espíritu Santo
Padre celestial, vengo a Ti en el nombre de Jesús.
Tu Palabra dice: «Y todo el que invoque el nombre del
Señor será salvo» (Hechos 2:21). Estoy invocándote,
llamándote. Oro y te pido Jesús, que vengas a mi
corazón y seas el Señor de mi vida de acuerdo con
Romanos 10:9–10: «Si confiesas con tu boca que Jesús es
el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los
muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para
alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para
alcanzar la salvación». Yo confieso ahora que Jesús es el
Señor, y creo en mi corazón que Dios le resucitó de entre
los muertos. ¡Ahora he nacido de nuevo! ¡Soy cristiano,
hijo del Dios todopoderoso! ¡Soy salvo! Señor, también
dices en Tu Palabra: «Pues si ustedes, que son malos,
saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre
celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?»
(Lucas 11:13). Entonces, te pido que me llenes con Tu
Espíritu. Santo Espíritu, crece dentro de mí a medida
que alabo a Dios. Me mantengo a la expectativa de
hablar en otras lenguas, según Tú me concedas expresar
(Hechos 2:4). En el nombre de Jesús, ¡Amén!
Comienza a alabar a Dios en este instante
por llenarte con el Espíritu Santo. Pronuncia
esas palabras y sílabas que recibes, no hables en
tu idioma, sino en el lenguaje que el Espíritu
Santo te esté dando. Debes usar tu propia voz, ya
que Dios no te forzará a hablar. No te preocupes
por cómo suena, pues ¡es una lengua celestial!
Continúa con la bendición que Dios te ha
dado, y ora en el espíritu cada día. Ahora, eres un
creyente renacido y lleno del Espíritu Santo.
¡Nunca más serás el mismo!
Busca una iglesia donde se predique la
Palabra de Dios con valentía y en obediencia.
Busca conectarte con una iglesia que te ame y
te cuide, y haz lo mismo por ellos. Necesitamos
estar conectados unos con otros. Eso aumenta
nuestra fuerza en Dios; es el plan de Dios para
todos nosotros.
No dejes de mirar semanalmente nuestro
programa La Voz de Victoria del Creyente, disponible
en varias estaciones de TV y en la internet.
Vuélvete un hacedor de la Palabra. Serás bendecido
al ponerla en práctica (lee Santiago 1:22–25).
Acerca del autor
Kenneth Copeland es cofundador y presidente
de los Ministerios Kenneth Copeland en Fort
Worth, Texas, y es autor de varios libros los cuales
incluyen: LA BENDICIÓN del Señor enriquece
y no añade tristeza con ella, y Honor: viviendo en
honestidad, verdad e integridad.
Desde 1967, Kenneth ha ministrado el
evangelio de Cristo y ensenãdo la Palabra de Dios
como maestro. Adicionalmente, ha grabado discos
como cantante y recibido premios por sus álbumes:
Only the Redeemed (también nominado al premio
Grammy), In His Presence, He Is Jehovah, Just a Closer
Walk, Big Band Gospel. También es coprotagonista,
interpretando el papel de Wichita Slim, de los
videos infantiles: The Gunslinger, Covenant Rider,
y de la película: The Treasure of Eagle Mountain.
Asimismo, personificó el papel de Daniel Lyon en
los videos Commander Kellie and the Superkids:™
Armor of Light, y Judgment: The Trial of Commander
Kellie. También es coprotagonista, en su papel de
padrino hispano, en la película The Rally estrenada
en el año 2009.
Con la ayuda de oficinas y personal en los
Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Australia,
Sudáfrica, Ucrania y Singapur, Kenneth está
cumpliendo su visión de predicar con valentía la
Palabra de Dios no adulterada desde la cima más
alta hasta el valle más profundo, y en todos los
confines de la Tierra. Su ministerio llega a millones
de personas en el mundo a través de programas de
televisión semanales, revistas, mensajes en audio y
videos de enseñanza, convenciones y campañas, y
a través de la red mundial internet.
Para más información acerca de los Ministerios
Kenneth Copeland, visita nuestra página web:
es.kcm.org
Cuando el SEÑOR les indicó a Kenneth y Gloria Copeland
que iniciaran la revista La voz de victoria del creyente, les dijo:
Ésta es su semilla. Envíenla a todo aquel que responda a su
ministerio, y ¡jamás permita que alguien pague por la suscripción!
Ha sido un gozo para los Ministerios Kenneth Copeland compartir las
buenas nuevas a los creyentes por más de 40 años. Los lectores disfrutan
enseñanzas por ministros que escriben acerca de sus vidas en comunión
con Dios, y testimonios de creyentes que experimentan la victoria en su
vida diaria a través de la Palabra.
La revista LVVC es enviada mensualmente por correo, llevando ánimo
y bendición a los creyentes de todo el mundo. Incluso, muchos de ellos
la utilizan como una herramienta para ministrar, o la obsequian a otras
personas que ¡desean conocer a Jesús y crecer en su fe!
¡Solicita hoy mismo tu suscripción GRATUITA a
la revista La voz de victoria del creyente!
Visita es.kcm.org/LVVC, o llamános a los teléfonos:
1-800-600-7395 (EE.UU.)
+1-817-852-6000 (Internacional)
Visita es.kcm.org/contacto para información completa de cómo contactarnos
desde tu país. Nuestros ministros de habla hispana están esperando tu llamada.
¡Estamos aquí para ayudarte!
Tu crecimiento en la PALABRA de Dios y tu victoria en Jesús son el
centro mismo de nuestro corazón. Y en cada área en la que Dios nos
ha equipado, te ayudaremos a enfrentar las circunstancias que estás
atravesando para que puedas ser el campeón que Él planeó que tú seas.
La misión de los Ministerios Kenneth Copeland es que nosotros crezcamos
y avancemos juntos. Nuestra oración es que tú recibas el beneficio completo
de todo lo que el SEÑOR nos ha dado para compartirte.
Dondequiera que te encuentres, puedes mirar el programa La voz de
victoria del creyente por televisión (revisa tu programación local) y por la
Internet visitando es.kcm.org/programas.
Nuestro sitio web: es.kcm.org, y nuestro blog ministerioskennethcopeland.org
contienen material para tu crecimiento. También encontrarás información
de contacto para nuestras oficinas internacionales en África, Asia,
Australia, Canadá, Europa, Ucrania, y nuestras oficinas centrales en los
Estados Unidos de América. Cada oficina cuenta con personal dedicado
y preparado para servirte, listo para orar por ti. Puedes comunicarte con
la oficina más cercana, o puedes llamarnos para pedir oración a nuestro
números en Estados Unidos:
1-800-600-7395 (EE.UU.)
+1-817-852-6000 (Internacional)
Nuestros ministros de habla hispana están esperando tu llamada (lunes a
viernes de 9:30 a.m. a 5 p.m., hora central EE.UU.), o visita en la web:
es.kcm.org/oracion
Te animamos a que te comuniques con nosotros a menudo y ¡compartas
con nosotros tus experiencias diarias de fe!
¡Jesús es el SEÑOR!
Kenneth y Gloria Copeland