LA CORONA DE LOS ADULTOS MAYORES A LA VIRGEN DE

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LA CORONA DE LOS ADULTOS MAYORES A LA VIRGEN DE
LA CORONA DE LOS ADULTOS MAYORES A LA VIRGEN DE JUQUILA
Comunicado de prensa
Marzo 23 de 2014
Me parece urgente poner atención a lo que está pasando en nuestra sociedad; crece el número
de personas y de grupos que marginan, agreden y causan graves daños aún a quienes los cuidaron,
formaron y los sostienen. Una sociedad egoísta y materialista valora a las personas por su rendimiento
físico y económico, se vuelve cada vez más insensible a los valores morales y espirituales que son
indispensables para una vida más humana y una sociedad sana. Sin valores, es ya fácil dar el paso a
robos, corrupción, trata de personas, desmanes y vandalismo, secuestros y hasta el crimen organizado.
Lo ilustro con una historieta.
"Había una vez un anciano que ya no veía ni oía, las manos y las rodillas le temblaban; cuando
se ponía a la mesa, parte de la sopa caía desde su boca sobre el mantel. Su hijo y la nuera estaban
asqueados, ya no lo querían con ellos a la mesa; el pobre anciano debía comer junto a la chimenea su
escasa sopa en un jarrito de barro.
Un día sus manos temblaban más que de costumbre, el jarrito cayó al piso y se quebró; la nuera
le gritó al anciano mil maldiciones sin que el culpable dijera una sola palabra; le compraron un jarrito
de madera y le dijeron: “¡Esto no lo romperás!”.
Por la noche, el hijo y la nuera vieron que su niño recogía los pedazos del jarrito de barro y
trataba de unirlos. “¿Qué haces?”, le preguntaron, y el niño contestó: “Quiero componer el jarrito de
barro para darles de comer a ustedes, papá y mamá, cuando sean viejos”. El hijo y la nuera se miraron y
rompieron a llorar…desde entonces invitaron al ancianito a comer de nuevo a la mesa con ellos, lo
trataron mejor y llegaron a quererlo".
Nuestros ancianos no son personas inútiles ni mucho menos un estorbo; son portadores de todo
un bagaje de valores culturales, espirituales y humanos; ellos vivieron un tiempo y situaciones más
difíciles y con más carencias que nosotros; su generación construyó y mejoró casas, hizo caminos,
embelleció pueblos pero, sobre todo, cuidaron y ayudaron a muchos a vivir y a superarse. Cuántos hijos
y nietos tienen hoy una formación y medios que sus papás y abuelos nunca tuvieron; muchos nos
beneficiamos al convivir con nuestros abuelos y otros ancianos. Nuestra sociedad está endeudada con
los adultos mayores; no podemos, ni debemos olvidarlo.
Los ancianos ordinariamente ya no esperan cargos o trabajos mejor remunerados en la sociedad;
por lo mismo, están libres de intereses y de presiones materiales, libres para hablar y actuar en la
verdad, para transmitir lo que realmente vale, compartir sus enseñanzas y experiencia; quien pregunta y
escucha a los ancianos siempre aprende y se enriquece para la vida. Volvamos los ojos del corazón y
aprendamos de comunidades indígenas la importancia y el servicio de calidad de los ancianos; ellos
tienen mucho que aportar a la sociedad.
Si hay graves desórdenes en la sociedad, pongamos orden primero en nuestro corazón. Mi
llamado a todos los católicos: pongámonos en paz con Dios y con los demás, pidamos perdón y
perdonemos, no hay tiempo que perder; no importan las caídas y fracasos sino llegar a la meta más
importante, dejemos buenos recuerdos. Los adultos mayores cierren su vida con broche de oro con su
palabra oportuna y consejos, con su oración y mirada puesta en la meta final ayúdenos a implorar la
reconciliación y la paz social por intercesión de la Virgen de Juquila; sea esa la corona más agradable
que ustedes ofrezcan a la Santísima Virgen.
Mi saludo, agradecimiento y felicitación a todos los adultos mayores y a los que realmente
buscan la reconciliación y la paz. Que su presencia y compromiso sentido nos muestre que la vida de
calidad no se logra solo con satisfactores materiales y menos con el desorden; que la autoridad moral y
sabiduría no está en la fuerza física ni en alianzas de intereses sino en la entrega de una vida a su
familia y a los demás. ¡No bajen los brazos!, esta generación los necesita.
Con mi saludo y bendición para todos.
+ José Luis Chávez Botello.
Arzobispo de Antequera Oaxaca.

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