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James Franco
¿Guapo? Sí. ¿Listo? Mucho.
¿Provocador? Un rato. Lo tiene todo,
incluso, una vida ‘Rolling’. Pág. 18
Odd Future
¿La actuación más comentada del
verano? Sí. Te presentamos al grupo
que parte la pana en L.A. Pág. 24
Kate Moss
Su boda rockera ha revalorizado a la
modelo inglesa. Te mostramos a sus
amistades tóxicas. Pág. 35
Me lo paso todo por ‘el foro’
¿Que tiene internet para hacernos perder las formas? ¿Qué extraño poder nos da la Red para opinar desde la
violencia o generar el más ácido de los debates? ¿Necesitamos un nuevo manual de buenos modales online?
Debatimos con expertos la mala leche que se respira en los foros. por carlos risco • ilustración sergio jiménez
B
ajo el ‘nickname’ de renkorpunk se oculta el autor de
estas perlas que copiamos y
pegamos [hemos editado las
faltas de ortografía]: “Que tío más gilipollas, dan ganas de reventarle la puta
cabeza a hostias, joder. Sólo me ha
hecho falta un minuto para casi vomitar del asco que me da el gilipollas éste
al versionar mal la canción”.
La declaración completa está alojada
en la página de YouTube donde un
músico nacional versiona con poca fortuna un conocido éxito generacional de
Nirvana. Provoque o no sonrisas (el
vídeo o sus comentarios), la actitud de
Renkorpunk es la de un gamberro de
los espacios de reunión y conversación
digital con intenciones muy diversas,
prevaleciendo la voluntad de provocar
“Con la distancia y el anonimato, sale lo
peor de cada uno por falta de cercanía”
los foros en internet, lo que en la jerga
digital se llama troll: agente extraño que
interviene para bombardear, difamar e
incendiar desde el anonimato de la
Red. Tipos como él entran a diario en
a un grupo de pensamiento divergente
y de generar polémica.
Una noticia sobre la Memoria Histórica en un diario digital puede ser la
excusa perfecta para carbonizar un
diálogo estéril sobre los republicanos
en la batalla del Jarama, del mismo
modo que el linchamiento sónico a Nirvana en YouTube que leíamos antes.
Estos comportamientos existen desde los inicios de internet y sus primeros
foros, pero, con la expansión de las
redes sociales y la bilateralidad de la
Red como espacio de reunión e intercambio de ideas, los trolls inundan de
hípertexto allí donde hay retroalimentación desde el anonimato.
Tú mismo podrías ser un troll, porque el teclado también [Pasa a pág. 14]
rollingstone.es 13
[Viene de la pág. 13 ] eclipsa el decoro.
¿Qué tiene internet para hacernos
perder los modales? “Con la lejanía
y el anonimato, sale lo peor de cada
uno por falta de cercanía”, dice
Ricardo Galli, fundador de la
web de noticias Menéame, para
quien “lo peligroso es caer en estas
dinámicas del odio”.
Galli recurre a la psicología para
definir este fenómeno, como el concepto anillos de empatía. “Son redes
de empatía social que, en internet,
por su enormidad y lejanía, anula
toda empatía que podamos tener”.
Cristina Botella, psicóloga
experta en nuevas tecnologías, incide en este tema: “El anonimato y el
confort de un teclado genera algún
tipo de mala educación debido a
frustraciones identitarias, buscando dar una imagen que, a lo mejor,
no se ajusta a la realidad”.
Entonces, ¿caminamos hacia un
nuevo tipo de modales digitales?
“Las redes cuidan la educación de
sus usuarios”, recuerda Botella.
Toda red social que se precie castiga
a quien no se está comportando.
“Internet refleja el modo de relacionarnos en la vida real”, concluye.
Si convivimos con internet con la
misma imperfección humana que en
la vida real, la gestión de los trolls
quedará pues a decisión de cada
uno. Mario Vaquerizo y Alaska,
pareja del underground cañí, definían así su bitácora en la conservadora plataforma Libertad Digital.
“Lo nuestro es un blog a cuatro
manos, donde nos hablamos el uno
al otro, pero con los comentarios
cerrados, no queremos que la gente
insulte”. Galli, que ha sido víctima
de acosos y difamaciones online
(“llegaron a acusarme de pederastia”, recuerda), cree que la mejor
solución antes que la autocensura o
cierre es “la transparencia pública”.
Algunos, actúan desde la prudencia integral. El músico y colaborador
de Rolling Stone Andrés Calamaro afirma, con brutal honestidad: “No entiendo cómo webs de
periódicos nacionales que tienen
que respetar una ética, publican
comentarios reaccionarios fascistas
y xenófobos que los lectores escriben. Una cosa es libertad de expresión y otra expresión de libertad”.
Pero, ¿quién es el Pericles [político ateniense] para decidir el exilio o
el castigo al intruso? No hay más
Gran Hermano o censor que la
comunidad de seguidores.
Una libertad de la que Torbe,
uno de los héroes nacionales del
porno digital, se aprovecha para
postear sus coitos 2.0 “sin las censuras de Facebook o YouTube”,
como confesaba hace poco en un
programa de la parrilla española.
En este maremágnum del internet
fragmentado, la masa, cuanto más
diversa, es más inteligente: Hernán
Casciari, escritor y editor independiente resume que “en el mundo
analógico, la persona individual
tiende a ser civilizada, en tanto la
masa tiende a ser muy incívica. En el
mundo digital, la persona individual
se llama troll y es la que rompe las
reglas. En cambio, la masa, cuanto
más grande, es más ilustrada”.
Lo cierto es que la Red deja espacio al troll. Y la ley, aunque bienin-
¿ERES UN TROLl?
Cuando lees una noticia en internet…
a) Acudes a tus diarios de confianza.
b) Optas por entrar en los que son de ideología
contraria, por aquello de la “multilatelaridad
informativa”.
c) Te frotas las manos y bajas la barra directamente a la zona de los comentarios.
En un diario digital…
a) Te registras con tu nombre y proporcionas
una dirección de correo válida.
b) Participas en el debate, pero con un nickname
falso, no vaya a ser que alguien te reconozca.
c) Te inventas un alter ego y repartes toda la leña
que puedas.
Si participas en algún hilo caliente,
hablando de algún tema pasional como
música, fútbol o política…
tencionada, se queda corta en este
espacio de libertad. El abogado
experto en nuevas tecnologías Víctor Roselló reconoce que, “a pesar
de que la ley debería hacer sentirnos
seguros, su aplicación práctica hace
que su eficacia sea muy baja y más
considerando que lo que es accesible en un foro, se hace accesible, al
poco tiempo, en los principales buscadores”. Anna Karenina (nombre ficticio, obviamente) tiene 27
años y es diseñadora de moda y
obsesa del folk psicodélico. Internet
es el espacio ideal para dar rienda
suelta a sus pasiones y ejerce de troll
orgullosa. “Entro en foros y no me
corto en decir lo que pienso, a veces
con el peor de los tonos”.
¿Qué mueve a esta chica de
apariencia delicada para enzarzarse virtualmente contra arquitectos, melómanos y modernos?
“Hay mucho inculto y no soporto
las tonterías que veo escritas.
Seguro que en la calle lo hablaríamos con otro tono”.
Los fuegos estilísticos de nuestra
troll no pasan del email, pero, cuando la cosa se pone fea, Roselló apunta recursos legales: “Lo primero es
utilizar los medios que pone a nuestra disposición el responsable del
foro, para comunicar los comentarios injuriosos. Si no, es recomendable enviar una nueva notificación,
esta vez constancia de que dicha
petición se ha enviado (mediante
correo certificado o burofax)”. Lo
último es presentar denuncia ante la
Policía Nacional. “Así se podría
identificar y perseguir legalmente la
ofensa”, argumenta el abogado.
Breve test sobre
urbanidad digital
a) Comentas y respondes sin perder los nervios.
b) Utilizas las mayúsculas y adjuntas links a
blogs y definiciones de Wikipedia.
c) Respondes directamente al autor del post enemigo y copias y pegas tu respuesta varias veces.
Si de sarman tus argumentos en una
discusión en la Red…
a) Acatas y aprendes.
b) Te despides precipitadamente con el link a
YouTube más hiriente que puedas encontrar.
c) Entras al trapo y abres la conversación por
algún otro flanco más sensible.
Si el webmaster borra tu comentario...
a) Cambias de foro o apagas el ordenador.
b) Tratas de explicarte con mejores argumentos.
c) Creas una nueva identidad y atacas con
más fuerza. Esta vez, con los ojos cerrados.
Conclusiones: a) Tu decoro digital es aceptable, eres bienvenido a cualquier foro, ya sea el 15-M, la trama Gürtel o el canon
digital. B) Eres un pequeño Enjuto Mojamuto, deberías salir más y dejar el teclado. C) Háztelo mirar. Tu violencia online es el mejor
argumento para aquellos que exigen hacer de la web un estado policial. Seguro que te han echado de tantos bares como foros.
14 rollingstone.es
no a todo
Una visión incisiva de la vida rock por
ÍÑIGO LÓPEZ PALACIOS
Vota si
hay premio
H
e escrito a la unión fonográfica
independiente (UFI) para saber
cuánta gente votó en sus premios. 35.000 personas, me han
dicho. Hice esta misma pregunta a la responsable de los Premios de la Música
hace unos meses y me contestó que ese
dato solo lo sabía el notario, pero que
había unos 5.300 académicos. Es decir,
no contestó a lo que le pregunté. Da igual,
reconozco que tengo un problema con las
votaciones populares: las detesto. Pasé
muchos años manejando una encuesta
anual y de ello saqué unas enseñanzas
que me gustaría compartir con ustedes.
Uno. Siempre gana el candidato más
popular. Que no significa el mejor (ni tampoco lo contrario, ojo). Casi nunca falla. Les
puedo decir a quien le van a dar un premio
con sólo ver la lista de candidatos: al más
conocido. Por ejemplo, que el galardón a
Mejor disco de rock alternativo en la última
edición de los Premios de la Música se lo llevara Una ópera egipcia, de Los Planetas, se
entiende mejor cuando ves que los otros
finalistas eran Standstill, Lapido y Triángulo de Amor Bizarro.
“tengo un
problema con
las votaciones
populares:
las detesto”
Dos. El cumplimiento de la regla uno es
directamente proporcional al número de
votantes. Es decir, cuanta más gente
vota, más seguro es que ganará el más
famoso. La cantidad de votantes crece,
misteriosamente, si se sortea un regalo. Y
de qué regalo es. Si sorteas un lote de discos de Warp [sello de electrónica],
alguien votará. Si ofreces un viaje a Praga,
las papeletas llegarán en masa.
Tres. El cumplimiento de la regla uno es
inversamente proporcional a la importancia
de la categoría . A veces te llevas una sorpresa con premios tipo Mejor disco del año, pero
cuando se llega a la casilla Mejor arreglista
de polka, no falla. Ya puede ser mierda en
bote: si a la gente le suena el nombre, lo
vota. No me creo que quienes votaron a
Chano Domínguez como Mejor disco de
jazz, te sepan justificar por qué su álbum era
mejor que el de Jerry González.
Cuatro. El márketing funciona. Si eres
una publicación o emisora, patrocina festivales y escenarios. Si eres un músico,
moviliza a familia y fans. No te rindas,
pelea hasta el último voto. Servidor ha
visto cambiar un resultado que parecía
decidido en cuestión de horas.

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