si The Dark Knight Rises es un filme fascista, es un gran

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si The Dark Knight Rises es un filme fascista, es un gran
…si The Dark Knight Rises es un filme fascista, es
un gran filme fascista…
--Andrew O'Hehir (Salon)--
Todo lo que de tenebroso, sinuoso y perturbado contiene el personaje de Batman y su universo plagado de perfidias e
iniquidades, encontró adecuada summa de la mano del director Christopher Nolan en The Dark Knigth Rises (2012),
cinta angustiosamente conclusiva de la trilogía iniciada en 2005 con Batman Begins y continuada por la sorprendente
The Dark Knight (2008), para erigirse como la, sin reserva alguna, mejor franquicia de toda la historia del cine-cómic
en Occidente, en primer lugar por la profunda indagación y desarrollo dramatúrgico de las sinuosidades mentales del
protagonista, su obsesión enfermiza con la justicia más que el sentido puritano de ésta, la autoflagelación casi
psicóticamente religiosa en que devienen
sus combates y el autosacrificio con equívocos aires de suicidio.
Bruce Wayne, como real eje de la historia, perturbado más allá de la mera obsesión con la fortuita muerte de sus
padres, tal como fue tratado en la previa tetralogía fílmica de Burton/Schumacher, resulta más gótico que la ficticia
ciudad en que habita, signados su vida y procederes por la tragedia de ser. Cada acción y puñetazo de su embozada
segunda identidad, deviene evasivo narcótico para el cáncer que es de sí mismo. El Batman resulta una puerta de
escapatoria para que Wayne descanse momentáneamente de Wayne, soslayando las turbulencias personales a pura
lucha contra el crimen. El doppleganger aliado, además de ayudarlo a sostener a cuatro brazos tanta carga emotiva y
psicológica, facilita esgrimir su confesa arma principal contra los criminales, el miedo, como un desesperado modo de
traspolar a los enemigos sus torcidos demonios mentales, haciéndolos sufrir por él su eterno suplicio. No en balde
Burton declaró recientemente que sus versiones de 1989 (Batman) y 1992 (Batman Returns) en comparación con las
de Nolan son “alegres”…y Schumacher con todas sus frivolidades de neon ¡mejor que ni hable!
Este atípico énfasis del director de las inquietantes Memento (2000), The Prestige (2007) e Inception (2010), en la
compleja personalidad del héroe abocado a la villanía, las más de las veces facilistamente descuidada en el cinecómic USA, no dejó a la buena de Dios la concepción de los contrincantes, sólo diferenciados del protagonista en que
sus obsesiones y trastornos adquieren tintes más homicidas, como el malthusianista propósito de Bane (Tom Hardy),
prefigurado esta vez como heredero ideológico del Ra´s al Ghul interpretado por Liam Neeson en la primera película,
quien combatía la maldad de fascistoide manera, viendo en cada ser humano su ineluctable expresión y a Gotham
City como el infierno en la Tierra. Sin superar histriónicamente al psico-anarquista Jocker de Heat Ledger, el principal
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antagonista de esta vez destaca por su fanática (y de cierta manera metafísica) fe en la erradicación del mal a partir
de la purga de su principal receptáculo y difusor, a no muy larga distancia del Ozymandias de los Watchmen (Zack
Snyder, 2009) quien salvó a la Tierra del peligro de una guerra devastadora entre potencias, sacrificando a millones
de personas en profiláctico holocausto nuclear. Por el terror atómico se decide igualmente este terrorista, modélico
para todo el extremismo del mundo, sea de Oriente o de Occidente, poco importa.
Ante el brutal paladín de ideales inexpugnables apenas puede resistirse el menguado Wayne de la cinta, tras ocho
años sin usar la máscara, corroídas sus energías físicas y espirituales por los sucesos del filme precedente;
convencido además de su extemporaneidad ante la valía de la ley de los Caballeros Blancos como fue Harvey Dent
(Aaron Eckhart) antes de convertirse en Two Face Harvey y lo es el comisionado Gordon (Gary Oldman). Mas los
nuevos acontecimientos le revelan la proverbial superioridad del símbolo concreto sobre los principios abstractos, o
sea, de la fuerza unilateral sobre el consenso plural, del líder poderoso (¡¿el führer?!) sobre las voluntades de la
colectividad que clama por su guía y viste el negro por última vez para responder a lo perentorio del momento.
En este enfrentamiento con una locura superior a la suya, sostenida sobre unos principios mucho más sólidos por
implicar un total desprendimiento del Yo en pos de un fin sagrado y superior como es la destrucción de Gotham City,
el Batman es sometido a una presión sin precedentes, arañando la desesperación. Tal lobreguez es reforzada
formalmente en la cinta por la minuciosa renuncia a cualquier estilizada espectacularidad, común a las escenas de
acción del cine comercial contemporáneo y sobre todo piedra de toque del propio cine-cómic, el cual por iguales
fechas alumbró uno de sus más fructíferos y hueros productos: Marvel´s The Avengers (Joss Whedon, 2012),
verdadero antípoda estético-discursivo de la muy espesa y oscura como la brea, The Dark Knight Rises.
Precisamente, el filme denota un ritmo más pausado que las dos anteriores, en las cuales, asumida Batman Begins
como introducción de la franquicia y The Dark Knight como desarrollo de una trama total, ya se advertía la
densificación consumada en esta anticlimática conclusión. Bane es una mole brutal carente de toda elegancia
guerrera o cualquier tipo de gallardía, frente a un Batman muy debilitado por tanto golpe y porrazo, preso de la
desesperación. Sus mermados movimientos y tácticas nada pueden contra tanta vitalidad, no precisamente provista
por la droga Venom, como es usual para el Bane de las historietas y la animación, donde sí es igual de
insoportablemente molesto, astuto y poderoso, aunque menos fanático. Por esto Nolan no se resistió a graficar la muy
famosa escena de la quebradura del espinazo del caballero oscuro, correspondiente al arco argumental impreso
Batman: Knightfall (*), de 1993. Sin embargo, la obra no adolece por esto en sus dos horas y 45 minutos de torpezas
narrativas o tedio, pues la urdimbre concebida por el propio Nolan, su hermano Jonathan y David S. Goyer, resulta lo
suficientemente ágil como para ir engarzando las subtramas, personajes y conflictos en una trama sólida y terrible.
Subrayada queda la naturaleza antisuperheroica de la película sin llegar a ser definitivamente antiheroica, pues la
crisis desatada procura a Wayne una oportunidad única para redimirse de sí mismo, de sus fantasmas, despejar las
tinieblas en las cuales ha vivido y actuado, incluida la existencia del propio Batman y todos sus agotadores afanes
justicieros, a la par que recupera las fuerzas morales para la postrera acción salvadora de la ciudad. De aquí el
sentido del título de la entrega, pues “ascensión” es uno de los significados del vocablo inglés “rise”.
A pesar de todo esto, convencido Bruce de la imperecedera relevancia del Batman más allá de quien vista el disfraz y
por cuáles motivos sentimentales, altruistas o ególatras lo haga, decide legar la continuidad al joven policía Robin
John Blake (Joseph Gordon-Levitt), sutil referencia al clásico compañero del caballero oscuro, mixturado en estas
circunstancias con el personaje de la serie animada Batman del Futuro. Finalmente encuentra el amor y la paz en una
más atípica Catwoman encarnada decorosamente por Anne Hathaway, cuyo accionar y desarrollo dramático la acerca
más a la Batwoman de los cómics clásicos que a la voluble y erógena ladrona más común del bati-universo impreso,
animado y fílmico.
The Dark Knigth Rises, así como toda la trilogía, versa en definitiva acerca del autorreconocimiento y la autoliberación
de un ser humano obliterado en su propio laberinto, tópico muy caro a Nolan, abordado una y otra vez en su
filmografía, para finalmente trascenderse como obstáculo y alcanzar la paz. También, en una dimensión menos
psicologista, va el filme sobre la desmedida imposición de la voluntad, de la cosmovisión y el sentido personal (e
incompleto) de lo correcto, la verdad y la justicia, por ambas partes en conflicto, expresada esta turbulenta refriega de
oscuridades voluntariosas como nunca en la versión cinematográfica de una historieta de superhéroes. Pues el
murciélago humano, desde su vodevillesca primera versión de 1966 hasta la presente franquicia 2005-2012, ha sido el
“justiciero” mejor caracterizado en el celuloide hasta sobrevolar peligrosamente el cine superlativo.
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Nota:
*“Knightfall”, donde “knight” significa caballero y fall “caída” (caída del caballero) es un juego de palabras con el
término homófono “nightfall”: anochecer, literalmente caída de la noche.
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