introducción a la asfixia erótica

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introducción a la asfixia erótica
INTRODUCCIÓN A LA ASFIXIA ERÓTICA
Todas las personas, por tener sexo, somos sexuadas. Pero no de una vez y
para siempre, sino que estamos en un proceso inacabable de sexuación, con
sus modos, matices y peculiaridades, que da resultados diversos (Amezúa,
1999). Uno de esos resultados produce el disfrute con imágenes o acciones
relacionadas con la asfixia. Quiero subrayar esta palabra: disfrute. Las
peculiaridades, como nos recuerda Ullerstam en Las minorías eróticas, son
posibilidades de felicidad. Como sexólogos, lo que a nosotros nos va a
interesar es conocer, por un lado, la erótica de la asfixia; y por el otro, ayudar a
las personas así sexuadas a aceptarse y a expresar su erótica de modo que
sean felices.
La asfixia se puede producir ahorcándose, estrangulándose con una cuerda,
envolviendo la cara en una bolsa de plástico, sumergiéndose en agua, etc. Al
ser la falta de oxígeno el elemento con el que se juega, los errores en la técnica
pueden ser fatales (Wiseman, 2004). De ahí, también, que ése haya sido el
lado más publicitado. Aunque tal vez el adjetivo no sea el más adecuado. Las
muertes por autoasfixia erótica tienden a no mencionarse en los periódicos por
temor a un supuesto efecto contagio, al igual que sucede con los suicidios. De
hecho, muchas de estas muertes se consideran familiarmente como suicidios
para evitar la vergüenza asociada con esta peculiaridad (Jenkins, 2000). Hasta
los propios jueces de instrucción, a veces por desconocimiento y otras por
presiones sociales, con frecuencia consideran este tipo de muertes
accidentales como suicidios (Boglioli y Taff, 1994). Eso dificulta la obtención y
fiabilidad de las estadísticas1. Es más, las únicas estadísticas que existen
proceden del ámbito forense. ¿Qué representatividad tienen los que acaban
mal respecto de los que viven su peculiaridad de forma segura y anónima? No
lo sabemos.
En fin, la bibliografía forense es relativamente amplia2, pero poco relevante
para nuestros propósitos. Si en las revistas médicas es frecuente percibir un
tono de censura y predomina el campo semántico de la psicopatología, con sus
ejes de normalidad y anormalidad, en la sexología los intereses van por otros
cauces: comprensión, cultivo y gestión.
Como la sexología es la ciencia que estudia el sexo, la comprensión de todos
sus fenómenos –es de Perogrullo recordarlo- constituye su tarea fundamental.
En coherencia con ello, dos de los más grandes sexólogos, Havelock Ellis
1
Los últimos estudios hablan de unas 500-1000 muertes al año en Estados Unidos (Sauvageau, 2006), que tiene una
población de 300 millones de habitantes. Las víctimas tienen desde 11 hasta más de 60 años (Rosenblum y Faber
,1979; Turvey, 1995); son de todas las clases sociales; la mayoría son hombres heterosexuales (Sauvageau, 2006;
Boglioli y Taff, 1994); y con frecuencia usan ropa femenina durante la asfixia.
2
Consúltese: www.autoerotic-asphyxiation.com/ y www.datenschlag.org/howto/atem/english/links.html
(1859-1939) y John Money (1921-2006), dedicaron parte de su obra a estudiar
la asfixia erótica. Veámoslo.
En el tercer volumen de su monumental Studies in the psychology of sex,
publicado en 1927, Havelock Ellis dedica un breve capítulo3 al impulso de
estrangular al objeto de deseo. Su atención se centra básicamente en la
siguiente idea: para un hombre estrangular a una mujer está frecuentemente
asociado con la emoción sexual (o la excitación, según la terminología actual).
Para Ellis, habría que considerar esto como un aspecto del arrebato físico, la
dominación y el abrazo por la fuerza correspondientes a los elementos
primitivos del cortejo.
La explicación de este fenómeno radicaría en el papel que la excitación
respiratoria desempeña en el proceso de tumescencia y detumescencia, y en el
cortejo y su clímax. Asimismo, considera que cualquier constricción de la
actividad muscular tiende a elevar la excitación sexual asociada a esa
actividad.
Cree también que la conexión placentera entre el pensamiento de ser
estrangulado y la emoción sexual es más frecuente en las mujeres. (A modo de
ilustración, cita una carta de una mujer en la que ésta imagina el placer de ser
estrangulada por la persona que ama y menciona la sensibilidad de la garganta
y el cuello.) No obstante, Ellis estima infrecuentes los casos en que un hombre
llega a estrangular hasta la muerte a una mujer en el momento del coito.
Lo común es que este deseo surja a una edad temprana y no le parece que
pueda explicarse por alguna asociación casual o experiencia. Lo ve como una
fantasía puramente psíquica, con una base orgánica sólida. Distingue entre un
deseo activo de estrangular a alguien y uno pasivo de ser estrangulado por
otros. Curiosamente, no aborda la autoasfixia.
Importa subrayar esto: para Ellis el deseo de estrangulamiento es
fundamentalmente una situación imaginaria, una idea, en fin: una fantasía.
Han de pasar más de 50 años para que otro sexólogo ahonde en algunas
intuiciones de Ellis y estudie en profundidad esta peculiaridad erótica. En 1981
John Money publica The breathless orgasm. A lovemap biography of
asphyxiophilia. Se trata de un estudio biográfico del “mapa del amor” de una
persona que disfruta con la asfixia. El mapa del amor es un concepto acuñado
por Money que hace referencia al patrón mental en el que se representa el plan
idealizado de actividad erótica con el amante, ya sea en imágenes (fantasía) o
se lleve a cabo en la realidad.
A raíz de su intervención en un programa televisivo, un joven fijó su atención en
Money. Ahí mencionaba que las personas con peculiaridades (Money diría
3
Disponible en la sección de peculiaridades de la biblioteca.
parafilias; de hecho, fue él quien puso en circulación el término) repiten una
“cinta mental” del ritual erótico más que llevarlo a cabo en la realidad. Como
eso de repasar mentalmente una situación erótica (en su caso, relacionado con
la asfixia) le sucedía con mucha frecuencia, decidió ponerse en contacto con
Money. Fruto de sus entrevistas con él salió el libro mencionado como una
especie de historia de vida o repaso biográfico de qué le excitaba, cuándo, con
qué frecuencia, qué pensaba, qué hacía, etc. Con otras palabras: Money
empleó el método biográfico para intentar entender el modo en que su
sexuación configuró una erótica de la asfixia. No es cuestión de entretenerse
ahora demasiado en los pormenores de este caso4, uno de tantos, y sí de
extraer algunas conclusiones.
Money considera que el disfrute con la asfixia es en realidad una expiación
autoinfligida (Money, 1986, p. 42). Cree que la gente con una educación
católica estricta se siente culpable al masturbarse y necesita castigarse. La
asfixia sería, pues, una punición extrema que algunas personas ya
predispuestas emplean para poder disfrutar. Es decir, el disfrute quedaría
redimido por el castigo de la asfixia.
Para Money las peculiaridades comienzan en la infancia, antes de la pubertad.
La persona que entrevista recuerda haber estado siempre fascinado con el
estrangulamiento, la asfixia, el ahogamiento, etc. A los 4 años ya le
entusiasmaba oír gritar de miedo a las niñas y a los 8 años sintió que se volvía
loco de placer al retener a una de ellas por la muñeca durante una pelea. Es
decir, no son peculiaridades que procedan de ver o leer pornografía, como a
veces algunos parecen sugerir.
Me gustaría traer a colación un episodio de su vida especialmente significativo.
Una chica del vecindario de la que se había enamorado se ahogó nadando en
la playa. Y él empezó a fantasear imaginando su cuerpo desnudo ahogado,
qué sentiría al ahogarse… al tiempo que empezó a masturbarse. Una vez más,
comprobamos que las peculiaridades eróticas se basan más en las imágenes
mentales, en las fantasías, que en su realización real.
Hay un último punto de interés y es que Money le recomienda que escriba
acerca de sus fantasías como modo de ganar control sobre ellas. Incluso le
propone que dé una charla sobre su peculiaridad en la universidad. Del mismo
modo en que le alivió leer en el periódico el caso de dos chicos con esa
peculiaridad, pues vio que no era el único, nota que estar con gente interesada
en sus deseos le ayuda. Es decir, en vez de ocultación y juicios morales
fulminantes, la mayor ayuda para esta persona que se sentía culpable y
avergonzada de su peculiaridad consistió en sacarlo a la luz.
4
Puede leerse un resumen del propio Money en “The lovemap of asphyxiophilia”, capítulo 24 de Lovemaps (1986),
disponible en la sección de peculiaridades de la biblioteca.
Recapitulo. Decía al principio que a la sexología no le interesa decir si algo es
bueno o malo, normal o anormal, sino que su propósito es comprender, cultivar
y gestionar los deseos.
¿Qué hemos aprendido? Que las peculiaridades están presentes desde muy
temprano y no desaparecen por más que se critiquen. Esa presencia puede ser
en el ámbito de la fantasía, o en el mundo real. También hemos visto que
pueden cultivarse, leyendo, hablando y escribiendo sobre ellas. Y eso ayuda a
quitarle ansiedad interiorizada por el juicio social a la persona que las tiene, así
como a encauzarlas por la vía que se considere preferible. Es más manejable
un discurso explícito que un magma oscuro del que no se puede hablar. Como
el mundo de las fantasías es ilimitado y no acarrea consecuencias negativas,
merece la pena cultivar especialmente este aspecto, sobre todo por los riesgos
que la asfixia real conlleva. Tiende a reducirse la erótica a la conducta
despreciándose el poder de la imaginación. El campo de las fantasías está
infrautilizado y es también fuente de placer.
¿Qué nos queda por saber? Mucho; casi todo. Desconocemos qué papel
juegan los agentes sexuantes en el desarrollo de esta peculiaridad (qué
acentúa, qué atenúa, qué promueve). Sabemos que la asfixia erótica se da
más en hombres que en mujeres, ¿pero cómo varía según los modos
(masculino, femenino)? También es más frecuente en heterosexuales. ¿Por
qué? ¿Qué diferencias hay según esos matices (homo y hetero)? ¿Y qué
relación amatoria puede establecerse entre personas con distintas
peculiaridades (complementariedades, contraindicaciones…)? ¿Cómo se
apañan estas personas en pareja? Las preguntas podrían multiplicarse.
En vista del panorama, me gustaría animaros a investigar. En tiempos de
internet, lo más fácil sería encontrar un foro o bitácora de personas con esta
peculiaridad en la que contasen sus experiencias, deseos, fantasías, etc. El
anonimato les facilitaría expresarse sin temores. Y sería un material cualitativo
de partida muy valioso.
Lo esencial, en último término, es no perder de vista que la asfixia erótica es
una peculiaridad resultado de la sexuación, esto es, “una de las expresiones
del valor de la condición humana hecha para convivir. Para ello es posible
organizar la convivencia contando con ese valor en lugar de convertirlo en
amenaza mediante su exclusión, su criminalización” (Amezúa, 2003).
J.L.V.
Referencias
Amezúa, E. (1999) Teoría de los sexos. Revista española de sexología, nº 9596.
Amezúa, E. (2003) El sexo: Historia de una idea. Revista española de
sexología, nº 115-116.
Boglioli y Taff (1994) The medicolegal investigation of autoerotic asphyxial
deaths. En Krivacska y Money (eds.), The handbook of forensic sexology.
Prometheus Books.
Ellis, Havelock (1927) Studies in the psychology of sex. Vol 3. Analysis of the
sexual Impulse. Love and Pain. F.A. Davis Company.
Jenkins, A. (2000) When self-pleasuring becomes self-destruction: autoerotic
asphyxiation paraphilia. The International Electronic Journal of Health
Education, 3 (3). http://www.autoerotic-asphyxiation.com/jenkins.pdf
Money, John (1986) Lovemaps. Prometheus Books.
Money, John; Wainwright, G.; Hingsburger, D. (1981) The breathless orgasm. A
lovemap biography of asphyxiophilia. Prometheus Books.
Rosenblum y Faber (1979) The adolescent asphyxia syndrome. American
Journal of Child Psychiatry, 18.
Sauvageau, A. (2006) Autoerotic deaths in the literature from 1954 to 2004: A
review. Journal of Forensic Sciences, Vol. 51, nº 1.
Turvey, B. (1995) An objective overview of autoerotic fatalities. Knowledge
Solutions Library, June, Electronic Publication http://www.corpusdelicti.com/auto.html
Ullerstam, L (1967 [1964]) Las minorías eróticas. Grijalbo.
Wiseman, Jay (2004 [1996]) BDSM. Introducción a las técnicas y su significado.
Bellaterra.

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