Más bonita que ninguna

Transcripción

Más bonita que ninguna
ENTRE SUS LABORES. Kika Tomás y Garrido
MÁS BONITA QUE NINGUNA
No es el estribillo de una canción pero tiene la cadencia de la mejor melodía.
Tampoco se trata de un cuento de hadas. Sin embargo, nuestra protagonista podría haber
sido el hada más bonita de cualquiera de ellos; o quizás una princesa. Cenicienta no. No
pudo perder un zapato de cristal porque aunque su intención era bailar y bailar –‘¡hasta
que se me rompa el vestido!’… le decía a su madre- en la celebración de la boda de su
hermano; no dió ni un paso de baile. Sin embargo, la fiesta giró –sin quitar
protagonismo a los recién casados- alrededor de ella y su novio, al que hace poco
diagnosticaron un tumor en una pierna.
Bueno, creo que no me he explicado bien. En realidad, bailaron marcando
espléndidamente el compás con su saber estar; el cruce de sus miradas y su constante
sonrisa. En vez de amargar la fiesta a nadie, la endulzaron con la ternura de su cariño.
Estoy orgullosa, se trata de mi sobrina y ahijada. La madre naturaleza se ha
portado muy bien con ella. Es muy guapa. Pero ese día su belleza era espectacular. Sus
ojos brillaban con la sabiduría que imprime el sufrimiento y la alegría de quien sabe
querer. Iba perfectamente maquillada, con un juvenil recogido de pelo que dejaba caer
algunos bucles sobre su cuello, acariciando el plisado que ribeteaba la torera que llevaba
sobre un vestido de seda salvaje repleto de volantes.
Él cubría tímidamente la calvicie producida por la quimioterapia, con una gorra
que acentuaba la profundidad de su mirada y daba relieve a su sonrisa de satisfacción
cuando le comentábamos lo guapa que estaba su novia. ¡Cómo va!...decía satisfecho.
¡Cómo estaban –y están- los dos! Casi sin saberlo, entonan a dúo aquella vieja canción:
‘Qué bonito es querer como quiero yo. Qué bonito, entregarse todito completo…’ en la
alegría y en la tristeza; en la salud y en la enfermedad…todos los días de la vida.
En esta sociedad tan desamorada, es gratificante recibir de personas tan jóvenes,
una lección magistral.
Nunca había escrito un artículo que pudiera deslizarse, en revolera, entre los
pliegues y frunces de los volantes de un vestido que una joven –casi niña- estrenó en la
boda de su hermano, dándole brillantez. Con especial brillo.
Nunca había escrito un artículo que caminara al son de unos zapatos de cristal
que bailaron sin bailar.
Nunca había escrito un artículo como si fuera un Julio Romero de Torres de la
escritura, realzando la bondad y belleza de una niña-mujer morena.
Nunca había escrito un artículo en que las palabras se ruborizasen por su torpeza
para expresar tanta belleza… Pero siempre afirmaré lo que ella fue para todos: Más
bonita que ninguna.
Martes 10 de febrero de 2009

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