una tecnología disruptiva
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una tecnología disruptiva
I N E V A L una tecnología disruptiva Big data: Harvey S. Sánchez Restrepo Director Ejecutivo de Ineval 20 i i n e v a l n e v a l I N E V A L La evolución de las relaciones sociales se dinamiza con avances tecnológicos. La incesante expansión de la participación de la población en las redes sociales ha abierto las puertas a nuevos fenómenos de autoorganización. Asimismo, la masificación del acceso a la información y la posibilidad de retroalimentar los espacios de interacción social con datos y percepciones, nos brindan la oportunidad de profundizar en la comprensión del entorno y de los fenómenos en diferentes escalas. Uno de los conceptos que beneficiarán enormemente a la educación es algo que hoy es conocido como Big data. El diseño de este tipo de modelos de recolección e integración de grandes volúmenes de datos permite almacenar, analizar y visualizar relaciones no evidentes de manera no supervisada. La posibilidad de generar información y conocimiento en tiempo real desde redes, sensores y todo tipo de dispositivos específicos, aumenta su esfera de posibilidades. Las aplicaciones potenciales de la implementación de un Big data en educación son enormes porque brindan información que es imposible conocer de otra manera. Un ejemplo simple de mejora de la gestión educativa podría ser dejar de invertir tiempo en ‘pasar lista’, al hacer de este un proceso automatizado que coloque todos los días las listas de asistencia en una base de datos, tan solo unos minutos después de la hora de inicio de clases. Esto permitiría conocer la tasa diaria de asistencia en todas las escuelas en cada rincón del país y ayudaría a generar modelos que reconozcan patrones de abandono escolar, que a su vez permitirían realizar acciones preventivas. Y esto sería solo el comienzo. También podríamos extender la comunicación entre pupilos y docentes fomentando la retroalimentación diaria por medio de unos cuantos clics de los estudiantes, por ejemplo, su opinión sobre qué tan interesante o clara ha sido la exposición en cierto día, sin que estas acciones supongan ninguna carga extra de trabajo para nadie, pero sí se convierta en la vía Los modelos de Big data pueden llevar a la evaluación al siguiente nivel de desarrollo: estudiantes, familias, maestros y autoridades podrían monitorear el progreso del sistema educativo para analizar los resultados de la evaluación en el país a cualquier nivel territorial, por escuela o aula y tomar decisiones más efectivas. Esto nos podría ayudar a comparar diferentes patrones de comportamiento y desarrollar soluciones conjuntas para compartir lo que funciona entre los miembros de la comunidad. más eficiente (podría, además, ser anónima) para que el docente conozca aspectos sobre su clase y la motivación de los alumnos, algo que difícilmente se puede hacer cotidianamente, pero que tendría un impacto enorme en la praxis cotidiana del ejercicio docente. Otro ejemplo podría ser la construcción de un repositorio digital que permita integrar toda la información que los estudiantes consideran relevante para abordar cierto tópico, pero diseñado a partir de los ejemplos y estrategias que han empleado para comprenderlo. Regularmente, se emplea la bibliografía sugerida por el profesor, pero esta puede ser sesgada, inadecuada o insuficiente para las necesidades y el nivel de madurez de los alumnos, la mediación entre los contenidos y los objetivos de aprendizaje podrían ser templados por los colectivos de estudiantes y hacer de este proceso algo más profundo y enriquecedor. Por otra parte, los grandes grupos de datos bien ordenados podrían permitir la interoperabilidad de diferentes fuentes de información y hacer que cierto conjunto de datos se pueda convertir en un sistema de información integrado, listo para el conocimiento constante y para retroalimentar a todo el sistema educativo en sus diferentes niveles. Asimismo, los acervos digitales, generados de manera regular por las instituciones educativas, podrían ser integrados en un conjunto de datos estructurados desde la perspectiva cotidiana de estudiantes y docentes, no de los diseñadores del currículo, quienes frecuentemente deciden cómo debe ser y no cómo es el proceso de aprendizaje, para así mejorar su difusión, explotación y aprovechamiento no solo para aquellos dentro del aula, sino para toda la sociedad. Por supuesto, esta es otra de esas tecnologías denominadas ‘disruptivas’ que tendrán muchos opositores. Lo bueno es que ya sabemos cómo evoluciona este fenómeno. La tecnología disruptiva se queda. Hoy más que nunca la educación necesita este tipo de innovaciones, el mundo no va a esperar a que nuestras escuelas mejoren con programas exhaustivos que se enfocan en el hoy y no en el mañana, los estudiantes necesitan habilidades del siglo 21 ahora para garantizar su éxito en el futuro. Ellos ya participan, construyen y comparten, no uno, sino varios Big data en su vida diaria, los sistemas educativos aún no ¿hasta cuándo?. Por otro lado, el uso de grandes volúmenes de datos y su vinculación con las evaluaciones formales ya está produciendo resultados profundamente perspicaces: la integración de grandes conjuntos de datos socioeconómicos, demográficos, afectivos, socioemocionales, ciudadanos y demás, pueden ser recabados de manera mucho más eficiente, incluso de manera automática, para poder identificar, analizar, visualizar, entender y mejorar los aspectos claves en la educación, sobre todo en los países de recursos más limitados y en las comunidades más remotas, ¡es ahí donde estas tecnologías son aún más valiosas! i i n e v a l n e v a l 21