una tecnología disruptiva

Transcripción

una tecnología disruptiva
I N E V A L
una tecnología disruptiva
Big data:
Harvey S. Sánchez Restrepo
Director Ejecutivo de Ineval
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I N E V A L
La evolución de las relaciones sociales se dinamiza con avances tecnológicos. La incesante expansión de la
participación de la población en las
redes sociales ha abierto las puertas
a nuevos fenómenos de autoorganización. Asimismo, la masificación del
acceso a la información y la posibilidad de retroalimentar los espacios de
interacción social con datos y percepciones, nos brindan la oportunidad
de profundizar en la comprensión del
entorno y de los fenómenos en diferentes escalas.
Uno de los conceptos que beneficiarán enormemente a la educación es
algo que hoy es conocido como Big
data. El diseño de este tipo de modelos de recolección e integración de
grandes volúmenes de datos permite
almacenar, analizar y visualizar relaciones no evidentes de manera no supervisada. La posibilidad de generar
información y conocimiento en tiempo
real desde redes, sensores y todo tipo
de dispositivos específicos, aumenta
su esfera de posibilidades.
Las aplicaciones potenciales de la
implementación de un Big data en
educación son enormes porque brindan información que es imposible
conocer de otra manera. Un ejemplo
simple de mejora de la gestión educativa podría ser dejar de invertir tiempo
en ‘pasar lista’, al hacer de este un
proceso automatizado que coloque
todos los días las listas de asistencia
en una base de datos, tan solo unos
minutos después de la hora de inicio
de clases. Esto permitiría conocer la
tasa diaria de asistencia en todas las
escuelas en cada rincón del país y
ayudaría a generar modelos que reconozcan patrones de abandono escolar, que a su vez permitirían realizar
acciones preventivas. Y esto sería
solo el comienzo.
También podríamos extender la comunicación entre pupilos y docentes
fomentando la retroalimentación diaria por medio de unos cuantos clics
de los estudiantes, por ejemplo, su
opinión sobre qué tan interesante o
clara ha sido la exposición en cierto
día, sin que estas acciones supongan
ninguna carga extra de trabajo para
nadie, pero sí se convierta en la vía
Los modelos
de Big data
pueden llevar a la evaluación al siguiente nivel
de desarrollo:
estudiantes,
familias, maestros y autoridades
podrían monitorear el
progreso del sistema educativo para
analizar los resultados de la evaluación en el país a cualquier nivel territorial, por escuela o aula y tomar
decisiones más efectivas. Esto nos
podría ayudar a comparar diferentes
patrones de comportamiento y desarrollar soluciones conjuntas para
compartir lo que funciona entre los
miembros de la comunidad.
más eficiente (podría, además, ser
anónima) para que el docente conozca aspectos sobre su clase y la
motivación de los alumnos, algo que
difícilmente se puede hacer cotidianamente, pero que tendría un impacto
enorme en la praxis cotidiana del ejercicio docente.
Otro ejemplo podría ser la construcción de un repositorio digital que permita integrar toda la información que
los estudiantes consideran relevante
para abordar cierto tópico, pero diseñado a partir de los ejemplos y
estrategias que han empleado para
comprenderlo. Regularmente, se
emplea la bibliografía sugerida por
el profesor, pero esta puede ser sesgada, inadecuada o insuficiente para
las necesidades y el nivel de madurez
de los alumnos, la mediación entre los
contenidos y los objetivos de aprendizaje podrían ser templados por los
colectivos de estudiantes y hacer de
este proceso algo más profundo y enriquecedor.
Por otra parte, los grandes grupos de
datos bien ordenados podrían permitir la interoperabilidad de diferentes
fuentes de información y hacer que
cierto conjunto de datos se pueda
convertir en un sistema de información integrado, listo para el conocimiento constante y para retroalimentar a todo el sistema educativo en sus
diferentes niveles.
Asimismo, los acervos digitales, generados de manera regular por las
instituciones educativas, podrían ser
integrados en un conjunto de datos
estructurados desde la perspectiva
cotidiana de estudiantes y docentes,
no de los diseñadores del currículo, quienes frecuentemente deciden
cómo debe ser y no cómo es el proceso de aprendizaje, para así mejorar
su difusión, explotación y aprovechamiento no solo para aquellos dentro
del aula, sino para toda la sociedad.
Por supuesto, esta es otra de esas
tecnologías denominadas ‘disruptivas’ que tendrán muchos opositores. Lo bueno es que ya sabemos
cómo evoluciona este fenómeno.
La tecnología disruptiva se queda.
Hoy más que nunca la educación
necesita este tipo de innovaciones,
el mundo no va a esperar a que
nuestras escuelas mejoren con programas exhaustivos que se enfocan
en el hoy y no en el mañana, los
estudiantes necesitan habilidades
del siglo 21 ahora para garantizar
su éxito en el futuro. Ellos ya participan, construyen y comparten, no
uno, sino varios Big data en su vida
diaria, los sistemas educativos aún
no ¿hasta cuándo?.
Por otro lado, el uso de grandes volúmenes de datos y su vinculación
con las evaluaciones formales ya
está produciendo resultados profundamente perspicaces: la integración
de grandes conjuntos de datos socioeconómicos, demográficos, afectivos, socioemocionales, ciudadanos
y demás, pueden ser recabados de
manera mucho más eficiente, incluso
de manera automática, para poder
identificar, analizar, visualizar, entender y mejorar los aspectos claves en
la educación, sobre todo en los países de recursos más limitados y en
las comunidades más remotas, ¡es
ahí donde estas tecnologías son aún
más valiosas!
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