Descargar suplemento La Prensa 17 de noviembre de 2013
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EL DÍA, domingo, 17 de noviembre de 2013 p1 ANÁLISIS del domingo El pleito regional canario, visto desde la particular óptica de Francisco Pallero, “Pallo” 6/7 revista semanal de EL DÍA Alexandre Bretillard. Medio siglo al servicio de Francia 1796–1847 (y II) Texto: Juan Tous Meliá Agente consular entre 1816 y 1824 a documentación del consulado de Francia en Tenerife, desde 1712 se encuentra en el Centre des Archives Diplomatiques du Ministere des Affaires Étrangères et européennes de France en Nantes (CADN), y la referente a este cónsul en “Archives des postes diplomatiques, consulaires et de cooperation / Sainte Croix de Tenerife (Consulat): Série A: 30 cartons (3.76 m.l.), 17121907”. Correspondance consulaire et commerciale (1793-1901): Ténériffe Tomo 10 (1793-1824) y Tomo 11 (1825-1851) (Aux Archives Nationales). Sin entrar en la consulta de la anterior documentación, hacemos una sucinta mención a la gestión que realizó nuestro biografiado durante su larga permanencia en el cargo, posiblemente la más dilatada de cuantos cónsules sirvieron a Francia. Después de recibir el citado Regium Exequatur, siendo agente consular puso en marcha la máquina burocrática y por fin, el 11 de enero de 1817, fue requerido para que recogiera los papeles. El acta de entrega dice así: “He recivido del Señor contador Principal de Real Hacienda y Guerra de esta provincia los veinte y nueve cajones que incluyen diferentes manuscritos; diez y ocho libros enquadernados igualmente manuscritos; los impresos porcion de papeles sueltos y distintos paquetes tambien de papeles manuscritos que en calidad de Deposito quedaron en la oficina del derecho de Amortizacion, que en aquella epoca se hallava en la misma casa donde estava la oficina de la real Hacienda según providencia de ocho de Julio de mil ochocientos ocho del Señor Comandante General que fue de estas Islas Marques de Casa Cagigal como todo consta del expediente de los embargos hechos de los Bienes del Consul de Francia Dn Pedro Cuneo D.Ornano al fº ocho cuyos Papeles que se hallan en un cofre, un arca y dos cajones a causa del trascurso del tiempo y humedad de la piesa en que se hallavan e Insectos // que los han L ÁRBOL GENEALÓGICO con los padres y los descendientes de Alexandre Bretillard. roydo se hallan con bastante deterioro, los que recibo y entrega dicho Señor Contador en virtud de la Orden que antecede Santa Cruz Once de Enero de mil ochocientos diez y siete Bretillard (rubricado)” (Embargo p. 52). Cuando fue nombrado agente consular, lo fue “sin sueldo”. Circunstancia que le indujo a solicitarlo. Por un documento francés fechado el 26 de agosto de 1819, cinco años después de la repatriación de los franceses, firmado por Bretillard y dirigido a su Gobierno dice: “Residen en estas islas muchos franceses, pero entre ellos no hay ricos comerciantes ni personas pudientes. Son artesanos y sirvientes, la mayoría pobres, y con numerosos hijos. Tengo rubor en hacerles pagar derechos por sus escritos, firmas y otros servicios”. El cónsul además, pide en su escrito mayor retribución al Gobierno por las funciones que desempañaba; pues, era cierta la difícil situación económica del archipiélago después de una larga guerra y de una epidemia devastadora” (Junta Suprema, p. 491). En 1822 recibió 3.000 francos de tasas de servicio (Geisendorf-Des Gouttes, 1936). Naufragio de Bretillard y de su hijo Enrique En 1822, emprendió un viaje a Francia en compañía de su hijo Enrique, de 17 años, dejando el consulado en manos de Pedro Matías Schwartz (París, 1788-Santa Cruz de Tenerife, 1851), francés que llegó a Tenerife como prisionero de guerra en 1809 (preso en la batalla de Bailén, 18 de julio de 1808), y formó una familia cuya descendencia sigue en Tenerife. Schwartz fue el que atendió a Duperrey y a D’Urville el 28 de agosto de 1822 en su Voyage autour du monde a bordo de la corbeta La Coquille. Por esa circunstancia sabemos que Bretillard inició el viaje en 1822. Además, que debió ser muy accidentado pues el pasaporte expedido por el alcalde de Lorient el 15 de marzo de 1823 (archivo familiar) dice que se le conceda ayuda y protección en caso de necesidad, con un añadido manuscrito de ese día: “Délivré sur sa demande et sur le Dépôt du Certificat de Monsieur le Commisaire de Armaments en ce Port, en date de ce jour constatant le débarquement de ces Mesieurs du transport Anglais L’Edouare et leur provenance de la Flûte du Roi La Cornaline naufragée sur la côte du Portugal” [Librado previa petición y ante la presentación del Certificado del Señor Comisario de Armamento en este puerto, en este día, constatando el desembarco de estos Señores del transporte Inglés L’Edouare (sic) y su procedencia de la corbeta del Rey La Cornaline naufragada sobre la costa de Portugal]. Al dorso el subprefecto le concede visado para ir a París el mismo día, y a Brest, el 1º de abril; finalmente figura una diligencia del Gobierno Militar del Puerto de Santa María que dice: “27 de Septiembre de 1823. Se ha pre- pasa a la pág. siguiente® p2 domingo, 17 de noviembre de 2013, EL DÍA EN PORTADA sentado el Sr. Cónsul y su hijo en este Gobierno”. En relación al naufragio de La Cornaline he localizado un informe de su antiguo comandante FrançoisVictor Lettré dirigido al ministro de Marina y Colonias de Francia (en Annales maritimes et coloniales, 1823, p. 233) sobre la pérdida de esta corbeta, el 2 de febrero 1823, entre las islas Barlingues [faro de la isla de Berlanga, 39º 25’ N; 9º 30’ W] y el cabo Roca en la Costa de Portugal. En el informe figura Bretillard, “agent francais à Tenériffe”, como pasajero, que había embarcado en el puerto Rocheford el 17 de enero de 1823 junto con otros pasajeros y un contingente de tropa. Se le formó consejo de guerra al capitán en el puerto de Brest; seguramente, la diligencia del pasaporte era para testificar como pasajero de la citada corbeta; el capitán fue absuelto, con todos los pronunciamientos favorables. Hemos localizado un bello relato de la tragedia: Le dernier voyage de la corvette (El último viaje de la corbeta), por Eugene Danillon, que dice así: “Estamos a 17 de enero de 1823. La Cornalina corbeta de carga está lista para zarpar de Brest. Su destino las Antillas, a bordo, además de su tripulación y algunos pasajeros entre ellos Monsieur Armand que se traslada a la Martinica, el primer batallón de Guadalupe con 308 soldados con sus oficiales. Fuertes vientos soplan del SE-SSE por la noche, el día 18 por la mañana se calman para reanudarse el 19 de enero. El puerto está bajo una densa niebla que desaparece alrededor de las 10 de la mañana. El capitán de fragata François Victor Lettré ordena a la vela. La isla de Aix es doblada a las 11.30 horas. El 23 a las 3 de la tarde el navío está a la vista del Cabo Ortegal y avanza hacia el Cabo de Finisterre. Los vientos son violentos. A la altura de La Coruña, La Cornalina se encuentra con un bergantín de guerra español y dos mercantes. El 29, el barómetro marca “tormenta” golpes de mar violentos caen sobre el navío. A las 12:30 horas, el cielo se despeja. Dos buques mercantes acompañan a la corbeta, uno bajo bandera sueca, el otro bajo bandera portuguesa. Pero a las 6 de la tarde, un fuerte golpe de mar arranca el foque. La situación es muy peligrosa. El buque se aproxima a las islas Berlangas, son cerca de las 9, se divisa el Cabo Roca. Hay mar gruesa, y terrible marejada cuando la nave se sacude y hiere a seis hombres. Los soldados llenos de pánico vienen de la batería y del entrepuente, suben al puente. Los golpes de mar y los vientos no se debilitan hasta las 4 de la madrugada. Próximos a las islas Berlangas, la vela mayor y el foque se desgajan. La costa portuguesa está a unos 5 kilómetros y la tormenta empuja la nave hacia ella. El capitán da la orden de fondear al ancla, pero a penas el ancla toca fondo, la nave zozobra y en un instante estalla. La nave encalla al pie de la montaña del Jeune Roxent y se parte en dos, hacia las 3 de la tarde y el resto de la embarcación se aferra a la costa rocosa y un mástil se tumba en la orilla, gran parte de los hombres logran refugiarse en tierra. El naufragio tuvo lugar el 2 de febrero 1823. El marinero Riou salva a su capitán del naufragio. 140 hombres no han sobrevivido a esta catástrofe o han desaparecido. Entre ellos Benjamín Laurence Danillon nacido en Solliés Toucas. Tenía 21 años. El Subteniente Abel Pierre Jacques Desmagny del 1er Batallón de la Guadalupe nacido en Paris el 8 junio de 1792, el alférez de navío Adolphe Charles Félicité Duprat-Taxi nacido en París el 7 de marzo 1797, el teniente de navío Messier, el comisario de guerra Magny subteniente de Infantería, Voidel pasajero que iban a Martinica. Entre los supervivientes, los oficiales del barco Guezennec y Touzé, el cirujano de abordo y el cirujano mayor y el pasajero Armand. Todos los supervivientes se refugian en el pequeño pueblo de Assenta luego alcanzaron la localidad más grande de Torres Vedras, donde recibieron ayuda”. Vicecónsul entre 1824 y 1847 El 30 de diciembre de 1824, por real orden, fue nombrado vicecónsul. En realidad debería decir confirmado por el Rey. Por los anuarios sabemos que seguía siendo honorífico. Seguramente a raíz de este nombramiento solicitó al capitán general del distrito un certificado, que le fue expedido en los siguientes términos (AIMC, caja 424): “Certificado: Certifico que Dn Alexandro Bretillard Vice-Consul de S.M. Cristianísima en estas Islas recide en ellas hace mas de 25 años en cuyo dilatado tiempo ha observado la conducta mas arreglada en lo moral, político y religioso haviendo siempre dado muestras de ser mui afecto a la augusta Casa de Borbon y Amante de SS. MM. Catolica y Cristianisima y para que pueda asi hacerlo constar donde le convenga doy el presente a pedimento del interesado en Santa Cruz de Tenerife a quince de Junio de mil ochocientos veinte y cinco”. La gestión de Bretillard no solo se limitaba a tramitar todos los asuntos de los residentes franceses, pasaportes, defunciones, defensa de PASAPORTE EXPEDIDO el 15 de marzo de 1823 por el alcalde de Lorient. A la derecha, firma de A. Bretillard. TARJETA DE VISITA de Mª de la Concepción Bretillard y Vega de Tacoronte sus intereses, etc., sino que también se preocupó de dar la bienvenida a las expediciones científicas que de forma regular hacían escala en Santa Cruz. El 14 junio de 1826 recibió a la expedición de M. Jules Sébastien César Dumont d’Urville, capitaine de frégate [véase Voyage de la corvette l’Astrolabe, Exécuté par Ordre du Roi pendant les années 18261827-1828-1829, publicado en París en 1830]. El cónsul les preparó los medios de transporte necesarios para una excursión al pico del Teide, que se inició de buena mañana el 15 de junio y a las seis del día 20 estaban de regreso en Santa Cruz. M. Jean René Constant Quoy (profesor y naturalista) incluyó una interesante descripción de la excursión en su Journal. Por la tarde el cónsul acompañó a d’Urville a visitar al comandante Megliorino, poseedor de un gabinete de Historia Natural, donde encontró una gran cantidad de armas, conchas, animales, peces, pájaros e, incluso, una momia guanche. En el Almanach royal et national (1831, p. 104), Brétillard, sigue figurando como vicecónsul, aunque ya no figura como honorario, lo que permite afirmar que el puesto pudo estar retribuido. No obstante, nunca fue ascendido a cónsul, según se desprende de las Guías de Forasteros de 1842 a 1847, en las que lacónicamente dice: V.C. (vicecónsul). El 5 de junio de 1833, emprendió viaje hacia Inglaterra. Así figura en una breve noticia en el Diario de Juan de Aguilar [y Fuentes] (RSEAPT, fol. 4). El 1º de octubre de 1837, a las ocho de la mañana, Bretillard recibió a la nueva expedición de Dumont d’Urville al pie del muelle, se encargó de proporcionarle víveres y de los preparativos para la ascensión al Teide, aunque les dijo que era demasiado avanzada la estación para esa carrera debido a la nieve [Voyage au pole sud et dans l’Océanie sur les corvettes l’Astrolabe et la Zelée, exécuté par ordre du roi pendant les années 1837-1838-18391840 sous le comandement de Jules Sébastien C. Dumont d’Urville, Capitaine de vaisseau. 1841]. Acompañó al capitán a cumplimentar al marqués de la Concordia, mariscal de campo y gobernador de las Canarias. El cónsul acompañó a d’Urville a dar una vuelta por la villa y le preparó para el día siguiente un paseo a caballo por La Laguna y Las Mercedes. También le condujo al gabinete de Curiosidades que ya había visitado en 1826. D’Urville comentaba que la calle donde vivía Bretillard (la del Castillo) era la de los grandes almacenes, que contenían mercancías inglesas y francesas, que los tejidos eran generalmente de fabricación inglesa y que la quincallería y otros objetos semejantes “de nuestra manufactura”, añadía que los precios eran muy altos, pues superaban tres o cuatros veces el valor en origen, y que había objetos de difícil adquisición como los lápices y papel de dibujo (M. Desgraz). La única noticia que figura en la prensa histórica de Canarias sobre Bretillard fue publicada en El Atlante del 12 de enero de 1838. Dice así: “Vice Consulado de Francia en esta provincia. Los súbditos franceses transeuntes ó avecindados, que se hallan en esta Villa Capital, se presentarán á la mayor brevedad á inscribirse en la matricula que se ha formado en este Vice Consulado de mi cargo. Los que habitan fuera de dicha capital, podrán escribirse relacionándome sus nombres, apellidos, lugar de nacimiento, edad y profesion. Santa Cruz de Tenerife, Enero 10 de 1838. El Vice Cónsul con funciones de Cónsul en estas Islas.- Bretillard”. En el libro Expédition dans les parties centrales de l’Amérique du Sud (Expedición a las zonas centrales de América del Sur), realizada durante los años 1843 a 1847, Volumen 1, p3 EL DÍA, domingo, 17 de noviembre de 2013 EN PORTADA 1850, escrito por Francis de Castelnau, Hugues Algernon. – Weddell (p. 36), se dice que fueron recibidos por M. Brétillard, hijo del agente consular de Francia, que estaba entonces con licencia. Era el mes de mayo de 1843. Debe de referirse a su hijo Enrique, que ejerció como canciller del consulado entre 1840 y 1849; así lo certifica S. Berthelot (archivo familiar) el 3 de marzo de 1848: “El Sr Henri Bretillard, nuestro canciller ha generado bajo nuestra responsabilidad los Asuntos Consulares de Francia, en Santa Cruz de Tenerife durante nuestras ausencias”. En 1844, Jean-Claude-PhilippeIsidore Hedde, en su libro Description méthodique des produits divers recueillis dans un voyage en Chine (Descripción metódica de los productos diversos recogidos en un viaje a China), dice que hizo escala en Santa Cruz de Tenerife el 11 de marzo, y escribe: “12. Échantillon de cochenille produit de Ténériffe remis par M Bretillard agent consulaire français aux Canaries. Prix: 15 réaux de vellon la livre (12. Muestra de cochinilla producto de Tenerife remitida por M. Bretillard agente comercial francés en las islas Canarias. Precio 15 reales de vellón la libra). A finales de 1847 regresó a las islas Mr. Berthelot “para encargarse de la agencia consular de Francia, que estaba a cargo del apreciable Mr. Bretillard, ya anciano; y poco tiempo después, el conocido poeta y escritor Lamartine ocupando el Ministerio de relaciones Exteriores de la República, le expidió, en 14 de abril de 1848, el nombramiento de Agente Consular. […]”. En 1867 se le nombró cónsul de segunda clase (honorario lo era desde 1861); y el 31 de marzo de 1874, de primera. El 17 de abril del mismo año el Gobierno le reconoció sus derechos al retiro, que había solicitado meses antes; y en 28 del mismo mes y año, el ministro de la República, Mr. Decazes, le participó: “Servíos hacer entrega del servicio de la Agencia (actualmente consulado de primera clase) de Tenerife á Mr. Réné Chassériau, cónsul de 2ª clase, de reemplazo [en disponibilité], que desde abril se encarga de ese puesto, y que debe presentarse próximamente en su nueva residencia” (Revista de Canarias, nº 57, 1981, p. 105). Por último sabemos que Bretillard fue investido como Caballero de la Legión de Honor [Chevalier de la Légion d’Honneur] el 18 de julio de 1847, según sus descendientes; sin embargo, repasando las concesiones de esta alta condecoración, no figura su nombre; la fecha de concesión debió de coincidir con su cese (según Pellegrini, p. 23). Bretillard falleció en La Laguna el 13 de julio de 1852, siendo trasladado para su entierro al cementerio de San Rafael y San Roque, de Santa Cruz de Tenerife (dato proporcionado por Daniel García Pulido, se- BIBLIOGRAFÍA: El autor expresa su agradecimiento a doña Elena y Doña Consuelo Tacoronte y familia por la ayuda recibida para que este trabajo llegara a buen fin. ARCHIVO DE LA FAMILIA TACORONTE ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE. “Asunto. Entre Dn Alexandro Bretillard y el Sr. Dn Juan Máximo de Franchy”, documento sin clasificar; amablemente facilitado por Carlos Rodríguez Morales. ARCHIVO INTERMEDIO MILITAR DE CANARIAS (AIMC): “Cónsules de Francia” (Cajas 412) y “Expediente de Embargo” (06/07/1808 a 05/07/1815): “Sobre los embargos hechos de los bienes del cónsul de Francia don Pedro Cuneo d’Ornano con motivo de la declaración de guerra” (Caja 1.043/6). Almanach royal et national (1831). Annales maritimes et coloniales (1823). Annales maritimes et coloniales (1827). ANÓNIMO (1908). La Famille Cuneo d’Ornano (généalogie, biographies, bibliographie), d’après des documents autentiques. Impr. de L. Gy, Rouen. FARIÑA PESTANO, Febe y GARCÍA PULIDO, Daniel (2009). Santa Cruz de Santiago de Tenerife. Padrón Municipal. 1818. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. GARCÍA PULIDO, Daniel (2000). San Rafael y San Roque. Un camposanto con historia (1810-1916). Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. GEISENDORF-DES GOUTTES, PASAPORTE extendido a nombre de Bretillard, acompañado por su hijo Henry, de 17 años, Archivo familiar. Théophile (1936). Les prisonniers de gún ficha manuscrita de Sebastián Padrón Acosta, donde se consigna que la partida de defunción consta en el Libro XXV, folio 24, aunque curiosamente no figura si se trata de la parroquia donde murió o donde fue enterrado; sin descartar, por el tipo de signatura que sea la de Santa Cruz). Apéndice Ficha personal de Alejandro Bretillard (Pellegrini, pp. 269-270): “Alexandre Bretillard, natural de Versalles, fue a las islas Canarias en 1796. El Sr. Clerget, que era entonces cónsul de Francia, lo empleó en calidad de secretario, y lo envió a Gran Canaria y a la isla de Palma para desarrollar las funciones de vicecónsul con ocasión de la llegada a aquellas islas de corsarios franceses y de embarcaciones por ellos capturadas. En 1799 se embarcó en calidad de ayuda-comisario a bordo de la fragata Parlamentar, alquilada por el Gobierno francés para transportar a Gibraltar a los prisioneros ingleses, habiendo sido encargado del intercambio de estos prisioneros. Después de esto regresó a Francia, donde encontró ocupación en Brest como agente contable. Permaneció allí hasta la paz de Amiens y entonces regresó a las Canarias, donde se casó y se metió en el comercio, y esto no le impidió ser útil al principio al señor Broussonet, comisario de las Comerciales para su correspondencia y la contabilidad. Seguidamente, y más específicamente, (sirvió) al cónsul Sr. Cuneo d’Ornano, actualmente en París, por el cual ha sabido que S.E. el Ministro de Estado (encargado de asuntos exteriores) le había escrito que el Consulado de las Islas Canarias había (sido) suprimido y que si tenía asuntos por concluir esto no debía retrasar su regreso a Francia, pero que si tenía a su cargo una persona de confianza aquella habría sido considerada como agente (consular). Consiguientemente, el Sr. Cuneo d’Ornano, antes de su marcha de Tenerife, en noviembre de 1814, dejó una carta de nombramiento y de instrucciones a Bretillard para que éste, a su regreso a Tenerife, se encargara de los asuntos consulares. Este es el estado actual de las cosas. París a 24 de febrero de 1815. Certificado verdadero en París el 24 de febrero de 1815. Cuneo d’Ornano” guerre au temps du 1er empire: La déportation aux Baléares et aux Canaries (les archipels enchanteurs et farouches) des soldats de Baylen et des marins de Trafalgar (18091814). GUIMERÁ PERAZA, Marcos (1983). “Dos ilustrados tinerfeños: Don Segundo de Franchi, marqués de la Candía, y Don Gaspar de Franchi, marqués del Sauzal” en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 29, pp. págs. 303-386. PICO, Berta y CORBELLA, Dolores (Directoras) (2000). Viajeros franceses a las Islas Canarias. Instituto de Estudios Canarios, La Laguna. PELLEGRINI, Sandro (2008). El sueño francés de la isla de La Palma. Correspondencia de los cónsules franceses en Tenerife durante la época de Napoleón. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna. RUIZ ÁLVAREZ, Antonio (1961) “Un cónsul francés en Tenerife: Pierre-Paul Cuneo d’Ornano (18031814)” en Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo CXLVIII, cuaderno II, pp. 201-248. 4 p4 GALERÍA DE RETRATOS domingo, 17 de noviembre de 2013, EL DÍA José Carlos Gracia Teléfono 922 380 668; [email protected] Lo que no contamos sobre el fuego guanche Resulta emocionante encontrar nuevas aristas en la historia, sobre todo en nuestra historia, que quedará presente para los próximos siglos con la más valiosa colección de pinturas guanches que nos regala José Carlos Gracia en estas páginas que respetan y relatan al máximo las dificultades de los primeros pobladores de las siete islas. Uno de los temas más desconocidos para los investigadores siempre ha sido el fuego, ya que unos aseguran que llegó a tierra a bordo de las naves, otros que los guanches sabían “fabricarlo” con relativa facilidad, y algunos apuntaron que lo trasportaban desde la costa a las altas cimas en vasijas de barro que alimentaban continuamente con ramas para evitar que se apagara. De todo esto ya hemos escrito para un cuadro anterior, mas hoy incorporamos al tema las nuevas investigaciones realizadas por el arqueólogo José Juan Jiménez. Ahora es el momento de relatar lo que halló entre los objetos depositados en el Museo Arqueológico de Tenerife, piezas longitudinales de madera con huellas circulares de pequeño tamaño que muestran evidencias de frotación y combustión: la respuesta es que, efectivamente, conocían desde su llegada el fuego y cómo lo obtenían. Muchos historiadores han trabajado en la investigación de cómo se trabajaban la madera, la piedra o el hueso, pero en cambio hay una escasa información para tener fuego en el hogar, guisar los alimentos, cocer su cerámica o iluminarse en la oscuridad. José Juan defiende la teoría de que las incógnitas sobre el fuego y su potencial logístico y energético le llevan a combinar una propuesta divulgativa basada en cruzar los datos de la arqueología y los provenientes de la etnohistoria: los objetos arqueológicos y los testimonios escritos aportados por los primeros cronistas. Según las fuentes etnohistóricas, los guanches “sacaban fuego con dos palitos, uno recio y con punta y el otro de madera floja en el cual hacían un hoyuelo, y con el otro en ambas manos abiertas lo torcían muy aprisa y hacía primero humo hasta que prendía el fuego”. Los hallazgos depositados en el Museo Arqueológico de Tenerife muestran una pieza de madera de 75,5 centímetros de largo por 9,4 de ancho procedente de los Asientos de Pedro Méndez, en La Orotava, que presenta una acanaladura longitudinal labrada acompañada de otra cilíndrica con señales de haber estado quemada en uno de sus extremos, debido a un antiguo proceso de fricción. Colección “Guanches”, nº 90 (Técnica mixta sobre papel de dibujo de 70 cmx50 cm) p5 EL DÍA, domingo, 17 de noviembre de 2013 ETNOGRAFÍA PERFILES ETNOGRÁFICOS PARA UNA GENUINA CULTURA DE JABLE (XIII) Otros tipos de enlaces matrimoniales Texto: Emiliano Guillén Rodríguez Periodista. Cronista oficial C omo ha quedado dicho, las maneras y modos de emparejamiento entre un hombre y una mujer, dentro del ritual romano, a través del tiempo, han sido múltiples y variadas. Muchas de ellas perseguidas por la Iglesia misma; otras, aunque ilícitas, fueron toleradas, como por ejemplo el amancebamiento o los enlaces de conciencia. En buena medida, estos últimos siempre fueron aceptados socialmente si el comportamiento de los miembros responsables de los mismos cumplen con el resto de los requisitos, costumbres y valores exigidos por la sociedad, o sea: honorabilidad, recogimiento, buena crianza de los hijos, respeto mutuo. Se les llegó a considerar, dentro de su grupo social, como si hubiesen sido realmente bendecidos por el Sacramento. Veamos en este punto algunas de las estrategias más comunes y frecuentes. Los casos han sido extraídos de las anotaciones que figuran en los libros parroquiales, unos, y otros emanados desde la más estricta memoria de tradición. Cuando un pretendiente, por lo general hallado en ese momento en lugar distante del domicilio familiar de la otra parte, deseaba contraer matrimonio canónico, ya consolidada la pareja y aceptado el compromiso, el rito eclesiástico se celebraba del mismo modo que si el otro contrayente estuviese presente en el acto, con la salvedad de que el ausente era sustituido por algún familiar próximo, amigo de confianza o persona que fuese designada mediante poder público para representarle. Este tipo de enlaces proliferaba entre “embarcados”, personas que estuviesen ausentes por servicio de armas oal rey,resolución de asuntos familiares de importancia en otro lugar, alejada residencia, o ausente en Indias, entre otros. Para legitimarlo, la administración eclesiástica debía aceptar auto de conformidad, previa solicitud del interesado justificando la ausencia y mediante poder notarial con el señalamiento de la persona que habría de sustituirle en el acto sacramental. La ceremonia conllevaba también banquete, estrenado de traje, padrinaje y toda la parafernalia exigida por este menester. Luego de concluido el trámite, el sustituto, si se trataba de mujer, solía acompañar a la desposada hasta el lugar donde se hallase su marido o país en el que residiera. Se trataba de un acto protocolario de “entrega”. Estas parejas pudieron haberse conocido previamente. A veces llegaban incluso a casarse sin haberse visto en persona, sólo a través de fotos y cartas; más tarde teléfono. Figuran registrados muchos casos en los que un emigrado propone a otro pariente o buen amigo alguna mujer familiar suya o conocida, siempre merecedora de ser recomendada. Este le pide relaciones con finalidad formal, llegando en muchos casos a buen fin. Véase uno de los tantísimos casos recogidos. Se trata de familias pudientes por ambas partes: “En el Lugar de La Granadilla, a 8 de febrero de 1.746. Ante el Escribano Público Don Lorenzo J. Hernández, se presentó Don Mateo Lozano Fonte del Castillo, hijo del Capitán Don Juan Lozano Fonte del Castillo y de Doña María García. Y dijo que, por cuanto tiene tratado y ajustado el contraer matrimonio con Doña Gabriela Peraza de la Torre, hija del Capitán Don Marcos González de Chávez y de Doña Sebastiana María, vecinos del Lugar de Arico, a quien tiene dado su compromiso y palabra de casamiento, aceptada y prometida. Declara que no puede asistir personalmente al desposorio por hallarse en algunos urgentes “embarazos” (asuntos complicados de resolver). Otorga todo su poder “copioso y bastante” al Alférez Don Bartolomé Delgado Mejías, vecino de Arico, para que, en su nombre y representando su propia persona, en este caso la de Don Mateo Lozano, se pueda desposar y despose “ in facie eclesie” por palabra de presente, que hagan verdadero el matrimonio con dicha Gabriela Peraza, otorgándole por su esposo y marido y recibiéndola por su esposa y mujer y, desde luego, para entonces, dar por hecho y celebrado lo que el dicho Alférez Don Bartolomé hiciese en nombre del otorgante, ratificando el dicho desposorio antes de recibir las bendiciones y a el cumplimiento (…)”. Libro de Matrimonios Número 14. Parroquia de San Juan Bautista de Arico. Folio 320. Esta modalidad matrimonial se aplicaba en el extremo caso en que uno de los dos contrayentes se hallase en peligro de muerte. En caso de que ambos lo estuviesen no se registra, al menos en lo hasta ahora rastreado. Por lo general era previamente solicitado para dejar resueltos asuntos de reconocimiento y legitimación de los hijos gestados durante el periodo de convivencia marital ilícita, o para solventar cualquier dificultad que se previera con relación a las herencias, uno de ellos pedía el sagrado matrimonio en situación de salud preocupante. En algunos casos se solicitaba para morir en paz sin otro condicionante razonable. El desenlace más frecuente para estas circunstancias sezanjabaconelfallecimientodelenfermo DOÑA JULIA GONZÁLEZ Álvarez, casada por poderes. terminal. La Iglesia, no obstante, exigía, en el caso de sanar el afectado, que el sacerdote les velase antes de la consumación carnal del sacramento. De este tipo de enlaces se hallan plagados los libros de registro matrimoniales de todas las parroquias. Los intereses primaban sobre el amor en la mayoría de casos, aunque también, existiese o no el amor previamente, las parejas decidían en última instancia su futuro conyugal.Seencuentrantantoenlassociedadesruralescomoenlasurbanas,incluso los hombres solteros y las mujeres preferían mantener el estado “honesto” antes que casarse con persona de distinta condición. No obstante, conviene aclarar que, entre los esclavos, sí que se registraron con frecuencia matrimonios entre libres y siervos de ambos sexos. En la gran mayoría de los casos, las uniones se convenían y pactaban para seguir manteniendo el estatus social que ellos y sus antecesores habían logrado, mejorado e incrementado, como aclaran muchos testamentos en los que el mantener los bienes y multiplicarlos era cláusula exigida por los testantes. En los registros pertinentes, a nadie debe resultar extraño tropezarse con actas matrimoniales en las que el varón declarase tener edad superior a los sesenta años y su esposa no sobrepasar los dieciséis. La finalidad para estos casos es muy clara. Por lo común, a todos los padres agradaba saber que sus hijos o hijas, e incluso hermanas, iban a quedar amparados, y por ello veían con mucha complacencia este tipo de uniones en las que ambos saldrían beneficiados, siempre que se incrementase el caudal heredable, se solventasealgúnentuertopendienteo,como bien recoge el aforismo popular, “juntamos las huertas de tal o cual sitio”. Como resulta sospechable, esta modalidad de compromiso es mucho más frecuente entre los núcleos domésticos con disposición económica solvente que en el estado llano. Para el primero de los casos nunca se dudó su práctica, si ello beneficiase incluso a dos primos hermanos, tíos y sobrinos, u otros parentescos siempre de alto riesgo. La endogamia es un factor relevante a tener muy en cuenta dentro del entramado social de las pasadas centurias. Los casos de soltería tampoco son desdeñables, bien fuere por no hallar solución idónea o por manifiesta incapacidad del aspirante para ello. Este tipo de enlaces se celebraban en la más íntima familiaridad, porque se tenía por gran afrenta para la familia de la novia que alguna de sus hijas se casase en tal estado. La ceremonia, trajes, adornos y convites quedaban muy amortiguados. Conocido el infortunado lance, se requería al novio para que asumiera responsabilidades, y la boda se celebraba lo más pronto posible. Era necesario ampararla cuanto antes. En el caso de que el padre de la criatura se negase al matrimonio, se originaba un conflicto que podría acarrear grandes desavenencias entre ambos núcleos domésticos. Siempre que cualquiera de los esponsales despertase algún tipo de sospecha, bien fuese por ser desconocido en el lugar, por resultar muy difícil cotejar su documentación, porque viniese de “Indias“ o habiese realizado asiento de nueva residencia en el lugar, se le oficiaba el sacramento, siempre supeditado a que si en algún momento se descubriese que era ilícito quedase anulado de inmediato. Aunque pudiera parecer algo extraño, este tipo de uniones se realizaba con alguna frecuencia, particularmente entre miembros de las altas jerarquías sociales o la nobleza, por interesar a ambos cónyuges. Para ello, los responsables se daban palabra matrimonial ante un representante del clero, e incluso sólo ellos ante un testigo de confianza, y quedaban unidos en matrimonio secreto, válido para los compromisarios, desconocido para el resto de los mortales. Como se ha visto, todas estas modalidades de emparejamiento obedecen al sentido clásico dentro del mundo católico. La modernidad ha generado otro buen ramillete de variantes para las parejas, no mediando, en muchos casos, entre ellos vinculación sacramental alguna, ni tampoco aval civil que lo justifique. 6 domingo, 17 de noviembre de 2013, EL DÍA ANÁLISIS Q ueridos aborígenes y demás foráneos allegados a estas ínsulas bañadas por el océano Atlántico con el sopor de la mar Mapa geográfico: LAS ISLAS TAL COMO DIOS las echó al mundo, sin pleitos todavía templada: Me presento ante ustedes con este corto currículum: soy natural de la Rambla de Pulido. Tenerife. Canary Island. Spain. Más que nada, para que sepan con quién están hablando. En primer lugar, sin querer corregir en absoluto a los que hablan del Pleito Insular, yo, en opinión muy personal, lo elevo a Pleito Regional. Porque existen otros pleitos como puedan ser el provincial en cada provincia; el insular en cada isla; el municipal entre los diversos ayuntamientos, y otros más que explicaré más adelante. Por lo tanto, Pleito Regional, que los abarca a todos. Tras esta primera matización, quiero aclarar que cuando se generaliza, como yo lo voy a hacer, se puede per- Santa Cruz de Tenerife Figura 1 El pleito regional canario a vista de pájaro (I) Texto y gráficos: Francisco Pallero Clavijo, “Pallo” judicar a los que hacen las cosas bien, pero es un riesgo que tengo que correr. Así que aquellos que se sientan aludidos en estas páginas, que me tiren las piedras que crean necesarias. Y empiezo recordándoles que el pecado español por excelencia es la envidia. Pecado capital que se desparrama por las 17 autonomías peninsulares en una extensión de 500.000 Km2, y por las dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla, en el norte de África. Esa mismísima tiña deambula tranquila y continuamente por nuestros peñascos, pero con el agravante de que estamos de Madrid capital a 2.500 Kms. y que nuestro pe-queño territorio, además, está fragmentado, separado y roto en una extensión de solo 7.000 Km2. ¡Éxito asegurado para la tiña! ***** Aquí les expongo unas opiniones complejas y de fricción que podrían resultar aburridas y complicadas… si las mezclara con lo que dicen los expertos en el pleito y los políticos, negándolo. Pero no se preocupen porque este trabajo, más que de investigación, es un ensayo dirigido a los jóvenes de esta provincia con unos sencillos mapas y planos. Porque los mayores ya “pasamos” y porque no lo hemos hecho ni siquiera regular. Espero que hagan uso de él y lo tengan en cuenta para un futuro próximo, a ver si de una vez nos enteramos dónde vivimos y cómo convivimos. Por supuesto que se han hecho cosas bien, ¡faltaría más!, pero este trabajo no es para la alabanza y el halago, sino para la crítica. Y con tal misión arremeto con mi particular punto de vista y afirmo que los diversos pleitos ya mencionados surgen de la geografía rota que nos impuso la madre naturaleza. Así de natural, así de claro. ***** Y empiezo con el mapa más natural: el geográfico de las Islas Canarias. En la figura 1, desde la altura se ven las islas como Dios las echó al mundo en donde no había ninguna clase de pleitos. Los historiadores establecen el inicio del Pleito canario desde hace muchos siglos. No cabe en este tra- bajo referencia a ello, pero sí me a trevo a decirles que los pleitos más antiguos se produjeron entre las islas más cercanas con pleitos intersinsulares, por sus logros o rencillas. Y por ponerme a exagerar, me voy más atrás en el tiempo y me atrevo a asegurar que el Pleito capitalino empezó desde el día en que chicharreros y canariones nos dimos cuenta de que estábamos separados solo por 55 millas marinas (89 kilómetros de nada) y que era muy fácil tirarnos de las greñas. Es decir; el pleito empezó desde que nos conocimos (figura 2). Y es en la geografía –que no miente– donde yo baso la extraña idiosincrasia canaria. Porque seguimos sin saber si estamos más separados de África que de Europa o a la inversa. Y esta privilegiada situación en medio del océano, en vez de expandirnos y engrandecernos, nos empequeñece, aprisiona y achica hasta que, como afirma un catedrático lagunero experto en atlantismos, “nos comportamos como tribus”. Severa aseveración negativa, pero creo que acertadísima. Dando un gran salto en la historia, es en 1927, con la dictadura del general Primo de Rivera, cuando aparece lo que pudiéramos definir como el primer mapa político moderno. Trazando una raya imaginaria, a manera Figura 3 de mediana fronteriza entre Tenerife y Gran Canaria, el archipiélago queda dividido en dos provincias, la occidental y la oriental, con sus capitales al frente. Fue un apaño como diciendo “cada provincia en su casa y Dios en la de todos”, pero lo que apareció fue el demonio. Dando otro salto más cercano –nosotros ya nacidos–, la Constitución de 1978 nos trajo, posteriormente en 1982, el Estatuto de Autonomía de Canarias. Carta Magna canaria que dejó en ridículo al mismísimo pleito de Primo de Rivera, porque surgieron más diferencias. Ahí se avivó el interinsular con el Pleito Autonómico (figura 3). Nunca comprendí las tremendas tragaderas –al menos aparentemente– de los de “enfrente” en reparto tan desequilibrado. Sí, porque si el estatuto concedió a los grancanarios la Delegación del Gobierno, a los chicharreros nos otorgó la sede del Parlamento en Santa Cruz; el Consejo Consultivo en La Laguna y el Diputado del Común en Santa Cruz de La Palma… dejando desnuditas a las restantes islas. Lo que produjo otro pleito afectivo: el de la decepción. Es este, en fin, el Pleito Regional al que yo quiero referirme porque incide en todas y cada una de las islas de este desafortunado archipiélago. Y, ¡oh casualidad!, sus iniciales, que coinciden con las de general Primo de Rivera, también lo hacen con las de nuestro jefe de gobierno, Paulino Rivero. Así que, estupefacto lector, si a usted le apetece les mostraré unos cuantos modelos más, empezando precisamente por el del desánimo o de la decepción. El pleito de la decepción y el desánimo, e incluso de la revancha, surge porque como las dos islas capitalinas agarran todo, cogen todo y mandan en todo, las mal llamadas islas menores, alteradas y decepcionadas, unen sus cabildos, hermanan sus ayuntamientos y hasta compinchan sus asociaciones de vecinos para fastidiar a las dos grandes por egoístas e insolidarias. 7 EL DÍA, domingo, 17 de noviembre de 2013 ANÁLISIS Figura 2 Y todo esto, que pudiera parecer una frivolidad, se convierte en asunto muy serio cuando se trata de sumergimos en profundidades petrolíferas. Entonces nos “petrogaseamos” y de la revancha pasamos al trapicheo… que viene de piche. El pleito del petróleo. La figura 4 nos muestra un gracioso mapa “políticopetrolifero”, pero quizá de los más serios. En él, lo primero que hay que destacar es el “disimulo y desenganche” de la isla de Gran Canaria, como ignorando que entre Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura hay un frente común contra los sondeos. Efectivamente, al presidente del Gobierno canario le apoyan los jefes de los cabildos majorero y conejero a manera de “co/aligación” para decir: ¡petróleo no! A lo que yo añado: petróleo no… de momento o “a según”. Hago aquí un breve inciso en esta polémica “gaseoasfáltica” porque, si se fijan, La Palma, La Gomera y El Hierro aparecen alejadas y despistadas en una burbuja del “no saben no contestan” (?). ¿La geografía o la revancha con Tenerife? “A según”, les decía, porque quizás con el correr del tiempo y ante la posibilidad de obtener “petrodólares”, las dos islas que más se han opuesto a las prospecciones sean las que quieran aprovecharse y exigir más de toda Canarias por cuestión de cerca-nía o supuesta peligrosidad. Y, ojo, esa mancha amarillo/aceitosa cerca de los pozos no indica derrame, sino precisamente la preparación y el aprovechamiento, ¡desde ya!, para lo que pueda revertir en beneficio del puerto de La Luz y de Las Palmas; a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y por supuesto a la gran isla de Gran Canaria. “El puerto es lo primero”… se decía “aquí” antes. Y lo primero “allí” ha sido estar siempre en línea con el poder central. Es, señoras y señores, el Pleito ministe- rial; el de la preponderante política de “altura”. Para no perder tiempo en bagatelas con senadores, diputados y secretarios de Estado, me elevo a los excelentísimos señores ministros. Así, constatamos que en un periodo histórico de unos trescientos y pico años, en España cinco ministros han sido de la provincia de Santa Cruz de Tenerife (uno de ellos de La Palma) y diez de la provincia de “enfrente”. Pero lo más preocupante es que, de los primeritos de la democracia, todos, todos, han nacido en Gran Canaria. A saber: Croissier, Saavedra (dos veces), López Aguilar y el actual, So-ria. Gran Canaria 5; Tenerife 0. Pensando que es más causalidad que casualidad, pregunto: ¿lo mío es obsesión, obcecación o verdaderamente el abrumador porcentaje de ministros canariones es otro dato clave ante el despiste chicharrero? Para terminar con pleito tan comprometedor, sobre todo para mí, yo no sé si la actitud del “canarión” político, empresario, militar, médico, abogado, carpintero o nadador, es debida a la hipocresía, prepotencia, fanfarronería o simplemente –lo digo muy en serio– a ese afán altruista de apoyo y colaboración que siempre ha demostrado privada y públicamente. Es decir: ¿dónde hay más tiña? Pregunto. ***** Especial estudio merece el ámbito militar, que, sin formar parte de pleito, también quiero demostrar que tiene su influencia. El mapa militar. Lo militar, no solo no es un tema aparte, paralelo o de simple acompañamiento de lo social y político, sino también al que hay que tener muy en cuenta en estos “siete portaaviones atlánticos”. Los asuntos de Defensa repercuten de manera importante en el ámbito internacional y, por ello, en el conocimiento de la situación geoestratégica de nuestro archipiélago. Y les añado que en Canarias “lo del Ejército” conlleva y conforma una simbiosis de estructuración y compromiso cívico/político/social/cultural y uni- Lo militar, sin formar parte de él, TIENE SU INFLUENCIA en el pleito regional Figura 4 versitario que ¡no tiene parangón en ninguna otra región de España! Por lo tanto, este apartado va dirigido especialmente a los pacifistas, antimilitaristas, independentistas y también a un buen número de políticos, periodistas, columnistas, catedráticos, médicos, abogados, empresarios, etc. de ideología de izquierdas que critican todo lo relacionado con la Defensa Nacional en nuestras islas. A los que les recuerdo que el general Franco y la Guerra Civil son cosa del siglo pasado. Ya no están. Por eso, ironías aparte, me permito mostrarles de forma muy general lo que, antes el Ejército y ahora el Ministerio de Defensa, despliega en las islas Canarias, no solo en la actualidad, sino desde siempre. Se lo resumo en los tres subapartados siguientes. –De lo estratégico a lo vecinal. Siendo similares los efectivos del Ejército de Tierra en las dos provincias canarias, la presencia física del Ejército del Aire y de la Armada es manifiestamente superior en la oriental. Por mencionarlo sucintamente, el des-pliegue aeronaval en la provincia hermana se centra desde hace mucho tiempo en el Arsenal de la Armada y en la Base Aérea de Gando, amén de sus cuarteles generales. Por eso, la isla de Gran Canaria en el ámbito internacional aparece “por todos lados y en todos lados”. Y no creo que esa proyección exterior –y publicidad gratuita– le quite un solo turista, sino todo lo contrario. Sin olvidar que, en el hipotético caso de una conflagración mundial, estas atlánticas islas –plataforma entre América, África y Europa– por su interés estratégico conforman un “objetivo único”. Por el contrario, en nuestra provincia se nota cierta insolidaridad. Muchos habitantes defienden la sede de la Capitanía General en la plaza de Weyler porque “viste” mucho, pero les molestan la base de Hoya Fría, el cuartel de Ingenieros, la Agrupación Logística de La Cuesta y los helicópteros del Bhelma VI con base en Los Rodeos. En la consabida burbuja más occidental, los herreños se han opuesto siempre al radar de Malpaso (de interés y seguridad para la aviación civil); y para más inri, por ajustes económicos, el Ministerio de Defensa va a cerrar el Centro de Formación para soldados profesionales (CEFOR) de tan feliz convivencia en la Isla Bonita. Ante la segura tristeza de los palmeros de a pie, dudo que sea igual para algunos políticos. Para que no me tiren muchas piedras, sí tengo que decir que entre paisanos y militares cuidamos en el barrio de El Toscal el cuartel de Almeida, donde se encuentra el Centro de Historia y Cultura Militar de Canarias, con el Museo, el Archivo y la Biblioteca. Pero repito que no va este trabajo para la alabanza, por lo que termino con que de la Unidad Militar de Emergencias (UME) no decimos nada, porque como nos apaga el fuego… Y por hoy, apaga y vámonos. Hasta la próxima semana. p8 domingo, 17 de noviembre de 2013, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 903 Recordando a Henry Moore Texto: Antonio Salgado Pérez M anifestar, en determinados círculos británicos, que en Tenerife teníamos una escultura de Henry Moore conllevaba un emblema, una distinción. Y si, además, añadíamos, haciéndonos eco de las palabras del reputado Martín Chirino, que “Tenerife poseía la mayor muestra de esculturas en la calle de España”, pues revivía su esplendor. ¡Imaginen ahora cómo nos mirarán en el Reino Unido cuando se hayan enterado de que en Santa Cruz, concretamente en los entornos de diferentes plazas ( Patriotismo, Príncipe, Candelaria y España), se han instalado nada menos que siete “hermanos” del “Guerrero de Goslar”, fruto de la colaboración entablada por la Obra Social La Caixa, la Fundación CajaCanarias, el Ayuntamiento de Santa Cruz y la Fundación Henry Moore, para conmemorar los 40 años de la I Exposición Internacional de Esculturas en la Calle, una idea que, en su día, auspició el Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias. Cuando ahora, en la plaza del Patriotismo, contemplábamos su peculiar escultura “Óvalo con puntos” –muy fotografiada y palpada–, nuestra imaginación, inevitablemente, viajó a Gran Bretaña, a la villa de Much Hadman, al este del condado de Hertfordshire, entre las ciudades de Ware y Bishop’s Storford, para recordar que Henry Moore había nacido en la localidad de Castleford, en el condado de Yorkshire, en 1898, falleciendo, allí, en la aludida Much Hadman, en 1986. Pues bien, en Much Hadman se encuentra Perry Green, con apenas doscientos habitantes. Allí estaba “El paraíso de Henry Moore”, léase museo al aire libre, con una escogida selección de sus obras más representativas. Llegar a Perry Green nos resultó, tan difícil como encantador. Era un destino lejano, solitario, escondido, de un evidente bucolismo, donde la campiña británica, en su época primaveral, nos sorprendió con exuberantes magnolias, increíbles camelias, fragantes narcisos y esbeltos tulipanes, todo ello entre trebinas, muérdagos y una explosión rosácea de “cherry blossom” o de aquellos émulos de nuestros almendros en flor. Allí nos explicaron que Henry Moore, considerado como uno de los grandes artistas de su época y uno de los que más había contribuido a combatir el concepto de escultura en el arte contemporáneo, había tenido una vida azarosa que, incluso, le llevó a participar durante la Primera Guerra Mundial, como integrante del Regimiento 15 de Londres, en la batalla de Cambrai, localidad francesa que cobró fama mundial por la participación activísima de tanques y en la cual Moore sufrió heridas de consideración cuando sólo tenía 19 años. Su antiguo estudio, en la localidad británica de Hampstead, fue bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial y, por ello, tuvo que trasladarse a la referida Perry Green, que la convirtió en su emplazamiento definitivo. En aquella enriquecedora visita, y entre otras múltiples detalles, el guía nos señaló papeles y más papeles esparcidos por el suelo de lo que había sido su despacho para explicarnos “la habitual desorganización del escultor”. Allí proliferaban maquetas de yeso, dibujos, bocetos, litografías, acuarelas, aguafuertes, etc. Y para entrar en sus antiguos aposentos nos exigían calzarnos “patucos” para cuidar la moqueta y, de paso, observar su generoso salón- biblioteca en la que nos llamó la atención, primero, que todas las fotos, en blanco y negro, mostraban a Moore en plena juventud y, segundo, un libro del norteamericano Nat Fleischer sobre pugilismo. Y nos aclararon: “Es que Moore no sólo practicó el boxeo, sino que también fue entrenador de este deporte en el Ejército”. Antes de acceder a las veinticinco hectáreas donde se exhibían obras de este genio, nos encontramos con una pequeña tienda de “souvenirs”; un bar y unos servicios liliputienses, así como una terraza con bancos y mesas de madera rústica. Y luego, en aquellas amplísimas zonas de hierba cortada y espesa, se observaba que la contribución que hizo Moore al arte estaba vinculada fundamentalmente a su peculiar concepción de la naturaleza: “La figura humana es lo que más profundamente me atrae”. En el caso de Henry Moore, la escultura al aire libre está clasificada como obra de arte. Siempre ansió, y lo consiguió con creces en este idílico entorno, que sus creaciones estuviesen situadas en contacto con la naturaleza, con el paisaje, con el cielo, el campo, la hierba y con árboles, muchos árboles… Para el artista, la escul- tura tenía que ser “de libre acceso, capaz de ser vista a lo lejos, evitando cortinas de muros de cemento, hormigón o vidrio en la parte de atrás, así como agazapadas en remotas esquinas de parques urbanos”. Desde su llegada a Perry Green, en 1940, los jardines siempre fueron primorosamente cultivados por la mujer de Moore, Irima, que, incluso, expandió su estilo a terrenos colindantes, como se podía comprobar perfectamente. De la treintena de obras –algunas descomunales– que en aquella ocasión pudimos contemplar en la denominada The Henry Moore Foundation, muchas se exhibían de forma permanente y, otras, por periodos cortos y de forma itinerante, cumplían programaciones establecidas por la citada entidad en diferentes partes del mundo, como le ha sucedido ahora a Tenerife, donde Moore, allá donde se encuentre, estará satisfecho, muy satisfecho, de comprobar que su “Figura reclinada en dos piezas número 2” y la “Gran figura de pie: filo de cuchillo”, ubicadas en la plaza del Príncipe, están próximas a una ubérrima arboleda, muy cercanas a “la plaza más romántica de España”, según opinión del marqués de Lozoya. También se habrá dado cuenta de que su “Pieza de bloqueo”, “Formas conectadas reclinadas” y “Figura reclinada”, colocadas en la plaza de la Candelaria, no están precisamente en remotas esquinas; y que su “Madre e hijo reclinados”, en la plaza de España, para nosotros la más bella y entrañable de sus esculturas, no está precisamente encorsetada entre muros de hormigón, sino expuesta a cielo abierto, sintiendo el roce de la gente, como género de masa. Tras aquella visita al británico y bucólico “Paraíso de Henry Moore”, empezamos a observar y estudiar, con más admiración si cabía, a nuestro “Guerrero de Goslar”, aquella figura antropomorfa recostada, interpretada a través de la síntesis y la capacidad de abstracción, en la que el autor juega con las superficies curvas, cóncavas y convexas, relacionándolas con aristas y perfiles. Tal figura descansa, como deseaba Moore , al aire libre, bajo ese incomparable túnel vegetal formado por el permanente verdor del laurel de indias, que descontamina y vigoriza a este guerrero que, por cierto, tiene a otros seis gemelos en diferentes partes del mundo; el primero, precisamente, en Goslar, antigua ciudad imperial de la Baja Sajonia y residencia favorita de los primeros emperadores del Sacro Imperio Romano.