No es inclusión todo lo que se dice que lo es
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No es inclusión todo lo que se dice que lo es
INNOVACIÓN EDUCATIVA Pere Pujolàs No es inclusión todo lo que se dice que lo es Se habla mucho de inclusión educativa y de escuelas inclusivas. Los sistemas educativos, siguiendo las orientaciones de la Unesco y de otros organismos e instituciones internacionales, proclaman que la educación debe ser inclusiva, porque es beneficiosa para todo el mundo. En la práctica, sin embargo, no todo lo que se presenta como inclusión lo es en realidad: a veces se confunde con integración escolar, e incluso a veces se percibe como un peligro porque no favorece al alumnado con discapacidades importantes. Palabras clave: inclusión, integración, personalización, individualización, finalidades de la educación. Mientras se discutía la LOCE –es un decir…–, un alto cargo del Gobierno de turno afirmó que lo que proponía esta ley era de verdad un sistema educativo inclusivo, porque atendía a todos los alumnos, no revueltos o mezclados, sino según sus necesidades: «Proponemos que viajen todos en el mismo tren, pero en coches o vagones distintos». Pues bien, esto no es inclusión. Incluir supone no sólo «viajar en el mismo tren», sino también «en el mismo coche»… Personalización frente a individualización A veces se da por supuesto que la personalización de la enseñanza supone necesariamente la atención separada. Se confunde personalización con individualización o atención individualizada, separada. Como si no fuera posible atender de forma ajustada a cada uno según sus necesidades educativas sin que hayamos de separarlo del resto de sus compañeros y compañeras. Es un reflejo más de la «gramática pedagógica» que busca simplificar al máximo los procesos educativos; una manifestación más de lo que podríamos llamar A veces se da por supuesto que la personalización de la enseñanza supone necesariamente la atención separada. Se confunde personalización con individualización o atención individualizada, separada 38 | Aula de Innovación Educativa • núm. 191 • pp. 38-41 • mayo 2010 I Escuela inclusiva una «pedagogía de la simplicidad», opuesta a la «pedagogía de la complejidad» que reclamamos algunos. Como afirma Gerardo Echeita (2003), los problemas educativos son complejos, inciertos, sometidos frecuentemente a situaciones de «conflicto de valor», imprevisibles en muchas ocasiones y simultáneos con otros problemas y, a la hora de la verdad, «casos únicos» y poco generalizables. Y la atención a la diversidad es uno de ellos. Por lo tanto, frente a estos problemas complejos es lógico que tengamos que articular soluciones complejas. Necesitamos, pues, desarrollar una «pedagogía de la complejidad». Apuesta por una «pedagogía de la complejidad» José Gimeno Sacristán entiende este término –pedagogía de la complejidad– como «una estructura educativa capaz de enseñar con un alto nivel intelectual en clases que son heterogéneas desde el punto de vista académico, lingüístico, racial, étnico y social, de forma que las tareas académicas puedan ser atractivas y retadoras» (Gimeno Sacristán, 2000, p. 34). Enseñar juntos a alumnos que son diferentes en muchos aspectos, en un mismo centro y en una misma aula, no es una tarea fácil, pero tampoco es imposible. Y la forma de solucionar este «problema», o de dar respuesta a este «reto», no consiste en anular, reducir o simplificar la «diversidad» de los estudiantes y seguir enseñándoles como si fueran iguales, sino en cambiar la forma de enseñarles y de organizar la actividad en el aula, aunque sea más compleja. Hay que articular respuestas educativas capaces de hacer frente a las demandas de flexibilidad, innovación, apertura y cooperación para poder atender a la diversidad del alumnado en condiciones de igualdad y sin recurrir a la exclusión. Las experiencias de inclusión que se presentan en este mismo número de la revista son una muestra de estas respuestas. Se trata de respuestas complejas, evidentemente, pero demuestran que la inclusión es posible. INNOVACIÓN EDUCATIVA Escuela inclusiva I ESCUELA INCLUSIVA / GENERAL Enseñar juntos a alumnos que son diferentes en muchos aspectos, en un mismo centro y en una misma aula, no es una tarea fácil, pero tampoco es imposible La educación inclusiva es buena y necesaria para todos Cuando se adoptan prácticas educativas selectivas según las necesidades de algunos estudiantes (sordos, ciegos, paralíticos, con discapacidad cognitiva…) con la sana intención de atenderlos mejor, se olvida que para atender en ellos algunas de estas necesidades y para perseguir una formación integral no sólo para ellos, sino para todos, se requiere precisamente que tengan la oportunidad de educarse juntos, en una misma aula, de modo que puedan interactuar de forma continuada unos y otros. Recuerdo una anécdota explicada por Marta Mata en una entrevista que se le hizo en el momento en que se estaba tramitando la LOCE, en la revista Presència. El periodista le preguntó: «¿Se avanza más en una clase heterogénea que en una clase homogénea, en la cual todos los alumnos tengan el mismo nivel?». A lo que Marta Mata respondió: Sí, si es eso lo que te propones. Si lo que quieres enseñar es el pluscuamperfecto, incluso los hay que afirman que es necesario separar a los niños de las niñas, porque dicen que su ritmo intelectual es diferente. Pero si lo que quieres es educar, es decir, hacer crecer las posibilidades de todos los niños, lo mejor es tenerlos juntos. Lo que los niños pueden hacer para ayudarse unos a otros es extraordinario. No hace mucho tiempo una maestra de primaria me explicaba que en su clase tenía un alumno ciego. Resulta que aquel curso fue el mejor curso de lengua que jamás había tenido. El periodista le preguntó por qué. Y ella respondió: Pues porque, con aquel compañero ciego, todos tuvieron que esforzarse en hablarle de tal forma que las palabras suplieran lo que él no veía. Aprendieron a jugar con las palabras, perfeccionaron la precisión del vocabulario y 39 | Aula de Innovación Educativa • núm. 191 • mayo 2010 desarrollaron su lenguaje. Y, además, aprendieron a ser ciegos.1 ¡Qué forma más bella de decirlo! «Además aprendieron a ser ciegos», es decir, a convivir con una persona ciega (a guardar cada cosa en su sitio, a no dejar sillas en medio del pasillo...). La única forma de que aprendan a convivir, juntas, personas diferentes, en los pueblos, los barrios y las ciudades, en los transportes y demás servicios públicos, en los centros de trabajo y en los espacios de ocio…, es ofreciéndoles la oportunidad de educarse juntas, a pesar de sus diferencias personales, en un mismo centro y en una misma aula. Inclusión frente a integración No debemos confundir integración con inclusión. No son dos términos sinónimos, aunque, por supuesto, estén relacionados. Es verdad que, afortunadamente, en algunos países desde hace mucho tiempo (mientras que lamentablemente en otros aún no) muchos niños y muchas niñas con discapacidades importantes se han integrado en los centros ordinarios y, con los debidos apoyos y las adaptaciones curriculares pertinentes, han podido seguir el currículo general, han acreditado la educación secundaria e, incluso, han llegado a la universidad. Esto es así y ha supuesto un gran avance para la atención de estas personas, y debemos felicitarnos por ello. Pero la inclusión va mucho más allá de la integración: no acoge sólo a los que se pueden integrar en un centro ordinario, sino a todos, sin excepción, aunque ni con todos los apoyos ni con todas las adaptaciones que les La única forma de que aprendan a convivir, juntas, personas diferentes, en los pueblos, los barrios y las ciudades, en los transportes y demás servicios públicos, en los centros de trabajo y en los espacios de ocio…, es ofreciéndoles la oportunidad de educarse juntas, a pesar de sus diferencias personales, en un mismo centro y en una misma aula AULA INNOVACIÓN EDUCATIVA Escuela inclusiva I ESCUELA INCLUSIVA / GENERAL ofrezcamos consigan seguir el currículo de la mayoría. Si esto es así –y así es muchas veces, aunque se diga lo contrario–, ya no podemos considerar que se trata de un currículo común. No, no podemos conformarnos con la integración de algunos, sino que debemos exigir la inclusión de todos. Y esto por la simple –y, a la vez, compleja– razón de que «estar juntos en el afecto, con la posibilidad de afectar y de ser afectados» –como dijo Carlos Skliar hace poco en unas jornadas organizadas por la RIINEE2– es vital para todos, para la convivencia, para la «salud» pública de nuestras comunidades. La inclusión como peligro Otra forma de inclusión que no lo es es la que consiste en cambiar el nombre a las prácticas de atención separada que se están llevando a cabo, o «teñirlas» simplemente con un «baño» de inclusión, sin modificarlas a fondo. Me explico. Las personas que conocemos a fondo la educación especial, así como los países o comunidades que tienen muy desarrollado el sistema de educación especial, quizás sin quererlo y sin darnos cuenta (pero otras queriéndolo y, por lo tanto, de forma muy consciente porque de ello depende su poder), corremos el riesgo Optar por una educación inclusiva es dar a todos los niños y las niñas, incluso a los que tienen discapacidades más severas, la oportunidad de poder asistir a la escuela de su comunidad con el derecho garantizado de estar ubicados en una clase común 40 | Aula de Innovación Educativa • núm. 191 • mayo 2010 de percibir la inclusión como un «peligro», como una especie de «virus» del cual deben protegerse. Cuando frente a prácticas claramente excluyentes con relación a la atención educativa que reciben aún muchas personas con alguna discapacidad se insiste en que debemos avanzar hacia prácticas más inclusivas, algunos interpretan que se va en contra de la educación especializada que estas personas sin duda requieren. De todos modos, puesto que el discurso oficial, políticamente correcto, auspiciado por la misma Unesco (1995) y otros organismos internacionales, es el de la inclusión, los que así piensan, por supuesto, no se proclaman partidarios de la exclusión, de la segregación… La manera que han adoptado para defenderse del «virus» de la inclusión, como del de la gripe A, es «vacunarse»: afirmar que lo que están haciendo ya es inclusión. Es como «inyectarse» una pequeña dosis de «inclusión», suficientemente grande para activar las defensas del organismo social, del sistema de educación especial, pero no demasiado grande para que no perjudique la salud de dicho organismo, la pervivencia de dicho sistema. Si de verdad se avanzara decididamente hacia la inclusión, como se proclama en la legislación educativa (como la LOE o la Ley de Educación de Cataluña) no habría aún tantos centros específicos de educación especial, ni se daría, como se da, una concentración de alumnos con una determinada discapacidad en un centro ordinario especialmente preparado para ellos, ni los maestros y las maestras de educación especial de muchos centros atenderían fuera del aula ordinaria a tantos alumnos, en contra de lo que se estipula en las orientaciones y disposiciones organizativas dictadas por la propia administración educativa, ni se «orientaría» a las familias de determinados alumnos hacia otros centros, argumentando que disponen de más recursos y en ellos estarán mejor atendidos… Siguiendo esta práctica de proclamar la inclusión, pero no aplicarla, muchos centros se definen como inclusivos, mientras continúan llevando a cabo medidas y prácticas no inclusivas. INNOVACIÓN EDUCATIVA Escuela inclusiva I ESCUELA INCLUSIVA / GENERAL En un planteamiento inclusivo de la educación, la escuela está abierta a todo el mundo, y no como una concesión gratuita, sino como una exigencia de la justicia. Ya no es necesario seleccionar a los estudiantes; todos, tengan o no alguna discapacidad, se incluyen en la escuela de su comunidad La escuela inclusiva: una escuela para todos En un planteamiento inclusivo de la educación, la escuela está abierta a todo el mundo, y no como una concesión gratuita, sino como una exigencia de la justicia. Ya no es necesario seleccionar a los estudiantes; todos, tengan o no alguna discapacidad, se incluyen en la escuela de su comunidad (de su pueblo, de su barrio...), en la escuela común, en la misma donde van sus hermanos, sus amigos, sus vecinos, y en la clase que les corresponde según su edad. Y es la escuela –y el sistema educativo– la que debe procurarse todos los recursos necesarios para atender a todos los estudiantes. No hay discusión posible, esto no se pone en duda. Así pues, optar por una educación inclusiva es dar a todos los niños y las niñas, incluso a los que tienen discapacidades más severas, la oportunidad de poder asistir a la escuela de su comunidad con el derecho garantizado de estar ubicados en una clase común. Se pueden contemplar otras alternativas, pero sólo eventualmente y cuando se hayan hecho todos los esfuerzos para hacer factible su atención en la clase común, y siempre que estas alternativas representen claramente un mejor beneficio para el alumno. «Como resultado, los estudiantes con necesidades especiales o discapacitados van a la escuela donde irían si no fuesen discapacitados y van a una clase común, con los compañeros de su misma edad» (Porter, 2001, p. 7). Esto sí que es inclusión. Lo demás –proclamarlo, pero no practicarlo– es una simple «vacuna». Créanme: el «virus» no está en la inclusión, y es contra la exclusión educativa y social de las personas más vulnerables –como las que tienen alguna discapacidad– contra lo que debemos «vacunarnos» a base de «inyectarnos» grandes dosis de ilusión, de esperanza, de utopía, como las que espero que ustedes encuentren en las experiencias presentadas en este mismo número de la revista. HEMOS HABLADO DE: . . . Escuela inclusiva. Diversidad. Finalidades de la educación. Notas 1. Revista Presència, núm. 1603. 2. Red Intergubernamental Iberoamericana de Cooperación para Educación de Personas con Necesidades Educativas, auspiciada por el Ministerio de Educación de España, y formada por los responsables de la educación especial de los ministerios de Educación de todos los países iberoamericanos. Esta red se reunió recientemente en Antigua (Guatemala), del 5 al 9 de octubre del 2009, en las VI Jornadas de Cooperación Técnica sobre Educación Especial e Inclusión Educativa. Referencias bibliográficas ECHEITA, G. (2003): «¿Por qué Jorge no puede ir al mismo colegio que su hermano? Un análisis de algunas barreras que dificultan el avance hacia una escuela para todos y con todos», en Actas del Congreso «La respuesta a las necesidades educativas especiales en una escuela inclusiva vasca» (San Sebastián, 29-31 octubre). San Sebastián. Gobierno Vasco. GIMENO SACRISTÁN, J. (2000): «La construcción del discurso acerca de la diversidad y sus causas», en AA.VV. (2000): Atención a la diversidad. Barcelona. Graó. PORTER, G.L. (2001): «Elements crítics per a escoles inclusives. Creant l’escola inclusiva: una perspectiva canadenca basada en quinze anys d’experiència». Suports. Revista Catalana d’Educació Especial i Atenció a la Diversitat, vol. 5(1), pp. 6-14. UNESCO (1995): Conferencia Mundial sobre necesidades educativas especiales. Salamanca. Unesco/Ministerio de Educación y Ciencia. Pere Pujolàs Maset Universidad de Vic [email protected] Este artículo fue solicitado desde AULA DE INNOVACIÓN EDUCATIVA en septiembre del 2009 y aceptado en febrero del 2010 para su publicación. 41 | Aula de Innovación Educativa • núm. 191 • mayo 2010