Los 10 mejores discos de los noventa (parte uno)
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Los 10 mejores discos de los noventa (parte uno)
Los 10 mejores discos de los noventa (parte uno) Eustacio Asnar Los años noventa fueron territorio fértil para todas las expresiones artísticas. En el renglón musical, fue el momento para el florecimiento musical de muchas bandas y corrientes importantes, hasta la fecha. Muchas cosas nos trajeron los noventa: el auge definitivo de los gadgets, el posicionamiento del CD como vehículo de almacenamiento de datos y música primordialmente, y claro, la entronización de las computadoras como reinas definitivas de nuestra vida. En lo que refiere a la escena musical, la de los noventa fue una muy emblemática y ecléctica década. Nacieron ídolos, otros murieron, y las tendencias tuvieron un fuerte periodo de prueba. Acompáñanos en este conteo que comprende 10 álbumes en inglés. Mantente pendiente del siguiente conteo, que será de los 10 mejores discos de los noventa en español. 10.- Mellon Collie and the Infinite Sadness de Smashing Pumpkins (1995) Billy Corgan y compañía acababan de experimentar la tremenda exposición que les trajo su producción anterior (Siamese Dream, 1993) y se arriesgaron con la edición de este monumental disco doble, con un largo y extraño nombre. El resultado fue un absoluto éxito comercial, que lamentablemente, se vería empañado por la muerte de su tecladista Johnatan Melvoin (por sobredosis de heroína) durante el tour promocional. A eso siguió el despido de Jimmy Chamberlin, su baterista original, substituyéndolo por Matt Walter, de Filter. Muchos opinan que fue el inicio del fin de los Pumpkins, creativa y emocionalmente hablando. Pero queda la extraordinaria memoria de este álbum doble, que contiene gemas como Bullet with Butterfly Wings, 1979, Tonight Tonight y Zero entre muchas otras. Quedó grabado indeleble en la mente de todos los que fuimos testigos de los noventa. 9.- MTV Unplugged in New York de Nirvana (1994) Aunque la historia de Nirvana siempre estuvo ligada al escándalo, la etapa previa a la producción de este álbum en directo fue una de las más caóticas para Kurt Cobain: el servicio de atención a la infancia del condado de Los Ángeles amenazaba a Cobain y Courtney Love con arrebatarles la custodia de su hija Frances Bean. Por si esto fuera poco, Cobain había estado hospitalizado a finales de 1993 en Irlanda durante un tour europeo, a causa de fuertes problemas estomacales. Además, tuvo un par de intentos de suicidio, ya de regreso en Estados Unidos. Todo este coctel se puede leer en el semblante de Cobain durante la grabación del concierto, y la angustia adquiere el carácter de plegaria cuando se anima a interpretar The Man who sold the World original de David Bowie. Para muchos, ésta presentación es el pináculo de la habilidad interpretativa de Nirvana. 8.- Star de Belly (1993) La lideresa de Belly, Tanya Donelly, había pasado algo de tiempo apoyando a bandas como Throwing Muses, al lado de Kristin Hersh, y un breve momento con The Breeders, al lado de Kim Deal, ex bajista de la mítica banda The Pixies. Decidió que quería formar su propia banda, y en 1992, surge Belly. Su disco debut se materializó como una amalgama de rock indie, pop inteligente y elementos punk. Las melodías incisivas, por momentos agresivas, por momentos angustiantes, pero siempre dulces y evocativas, convirtieron a éste álbum en contendiente por el Grammy de ese año en la categoría de mejor nuevo grupo rock/pop. Canciones como Gepetto, Slow Dog, Dusted y Feed the Tree son argumentos sólidos en el progreso lírico de Donelly. Pero no se dejen engañar: detrás de la dulce voz de la intérprete y de las azucaradas melodías gravitan conceptos como la traición y la muerte. Sublime y contradictorio, en verdad. Este álbum sirvió como catalizador para que muchas bandas de este corte llegaran a probar las mieles de los charts gringos y europeos. Quizás el ejemplo más claro es la llegada de la banda irlandesa Scheer a nuestros oídos. 7.- Superunknown de Soundgarden (1994) Coquetearon sutilmente con el pop. Y les funcionó. La penúltima entrega de Soundgarden fue una obra maestra en todos los sentidos. Claro, le bajaron un poco a sus abruptos cambios de tiempo y a su actitud un tanto punketa. En lugar de ello, se enfocaron en confeccionar paisajes psicodélicos, muy melódicos, pero geniales y plenos de angustia, oscuridad y claro, mucho rock and roll. El sencillo que primero atrapa nuestra atención es Spoonman, oda a un artista que hace música y arte con cucharas, y en el cual se escucha la fórmula probada de Soundgarden, pero con los sutiles cambios mencionados, incluso en las vocales de Chris Cornell. La experiencia se completa con Fell on black days, My Wave y obviamente, Black Hole Sun, corte que da identidad al álbum. Lamentablemente, la banda se fracturó después de la producción del siguiente álbum Down on the Upside de 1996. Para muchos, Superunknown fue su epitafio no oficial. 6.- No Alternative de varios artistas (1993) Esta colección a beneficio de instituciones contra el VIH SIDA fue un álbum completo, que tuvo bastante éxito tanto en lo comercial como en lo musical. Tuvieron el acierto de reunir a varios “pesos pesados” de la escena musical gringa como los Beastie Boys, Patti Smith. Sonic Youth y Nirvana, así como a algunos artistas nuevos como Soul Asylum, Urge Overkill y Matthew Sweet. Quizás las canciones en vivo sean las menos fuertes de esta colección, que son los casos de Sonic Youth, The Breeders y Beastie Boys. Sin embargo, Effigy de Uncle Tupelo, Heavy 33 de Verlaines, Superdeformed de Matthew Sweet, Hold On de Sarah McLachlan, All your jeans were too tight de American Music Club y la extraordinaria versión que Soul Asylum hizo de la original de Marvin Gaye, Sexual Healing, hacen de este álbum una verdadera joya, difícil de repetir por la cantidad de talento congregado para su producción. 5.- Blue Lines de Massive Attack (1991) En este, que es su disco debut, el trío de Bristol, Inglaterra, sienta las bases del movimiento Trip Hop inglés. Más tarde surgirían otros fuertes exponentes del género, como Portishead y Tricky, que incluso ensombrecieron un poco la atención dispensada al grupo. Pero nadie puede negar el carácter de influencia que el grupo logró con este álbum, considerado la punta de lanza del género. En sí, todo el álbum contiene una obscura y hasta ácida vibra, que no niega su vocación dancística. En efecto, Blue Lines es una colección de cortes bailables, pero inteligentes. Cada pieza, desde Safe from Harm hasta Hymn of the Big Wheel, contienen elementos de dub, rap, hip hop y hasta reggae. Todos los exponentes del género le deben a esta producción, ya sea en términos estilísticos, de producción, o de actitud en general. Esta ecléctica mezcla sólo pudo hacer una cosa: quedarse en las mentes de los fanáticos, y claro, en las páginas de la historia de la música. 4.- Core de Stone Temple Pilots (1992) Desde su debut, esta producción del grupo californiano Stone Temple Pilots se vio rápidamente comparada con aquellas de los grupos de Seattle. Aunque su sonido contenía bastantes referencias al llamado Grunge, contaba con un estilo propio y argumentos como para ser considerado algo ligeramente aparte. En este disco se asomaba la enorme promesa que esta banda significaba; guitarras machacantes, duras sin ser metálicas, servían de guía a la, en aquellos días, buena garganta de Scott Weiland, antes de que la droga hiciera de las suyas, tanto con sus cuerdas vocales como con su físico. Lejos se escucha ya la potencia quieta expuesta en Plush, sencillo insignia de esta producción, cuyo video tuvo una altísima rotación en MTV. En cuestión lírica, el álbum destila cinismo ante las relaciones de pareja, descalificando momentos y revalidando el sentimiento en general, que al fin y al cabo, se sume completo en la ausencia, en la soledad. Otras cuatro producciones seguirían en la historia del grupo, ninguna tan bien lograda o completa como ésta. Hoy, Scott Weiland canta en el súper grupo Velvet Revolver, y los hermanos De Leo (bajista y guitarrista de STP) se juntaron para crear otro súper grupo, Army of Anyone, con Richard Patrick, vocalista y líder de Filter, proyecto que sólo dio para un disco y una pequeña gira . 3.- The Downward Spiral de Nine Inch Nails (1994) Trent Reznor ya había sido considerado un genio. Pero le faltaba producir este disco, para entronizarse completamente como tal. Para la creación de su obra maestra, arrendó la mansión en la que ocurrió el asesinato de Sharon Tate a manos de la familia Manson. Pero, como lo comenta en una entrevista del tiempo, no lo hizo con el afán de atraer notoriedad o influenciar con el hecho la producción de su disco, sino por el carácter de “parte extraña de la historia americana” que significaba el lugar. El resultado, sin embargo, contiene toda la vibra siniestra y desilusión por la vida que dicho lugar puede inspirar. The Downward Spiral es una colección de cortes que desgranan conceptos extraídos del existencialismo Nitzcheano, descansados en una base musical de corte electrónico e industrial, no tan agresivo como sus primeros trabajos (Pretty Hate Machina, Broken) pero igualmente intenso e introspectivo. Es una escucha obligada para cualquiera que desee conocer algo más de esta década, y en general, de la historia de la música. 2.- Ten de Pearl Jam (1991) Quizás ninguno de los anteriores álbumes cuente con tal mezcla de ferocidad, visceralidad interpretativa y compromiso con el rock and roll clásico como éste. En Ten, Eddie Vedder y compañía realizaron una obra de arte igualmente preciosa que angustiante. Es un escaparate a la intensidad y oscuridad de ciertas emociones humanas, todo hilvanado en un lienzo duro, incisivo, melódico y épico. Rock and roll puro y sin concesiones, pues. Es uno de esos discos que no se pueden escuchar por partes. Aquí hay que prestarle oído a todo, porque cada canción sugiere un momento específico, una emoción desplegada o reprimida. Desde la poderosa Once, pasando por Evenflow, Porch, Jeremy y rematando con la depresiva pero no menos intensa Black, la banda muestra el porqué estaba destinada, desde un principio, a ser la única que iba a permanecer de todo ese nutrido grupo surgido de la ciudad de Seattle. 1.- Achtung Baby de U2 (1991) Este emblemático álbum encierra casi todo lo que se vivió en la década de los noventa. Desde la experimentación, hasta el desazón y la histeria colectiva, pasando por la mirada a distintas partes del mundo, y el estado de ánimo colectivo de esa generación. Achtung Baby encarnó el paso definitivo de U2 como la siguiente gran y mítica banda, destruyendo cualquier preconcepción existente acerca de esta agrupación irlandesa. Esta producción le dio identidad completa a la década, que trajo consigo tantos cambios, tanto en lo político y social, como en lo musical. Cada corte de Achtung Baby contiene las más sentidas reflexiones sobre varios tópicos vitales: el amor, la soledad, la traición, la ausencia, la amistad. Ninguna de las piezas se siente vacía o de relleno. Cada una es un himno, una poesía, una joya única e irrepetible. De este disco sólo se puede decir algo: este tipo de cosas sólo suceden, con suerte, cada 10 años. Larga vida a los irlandeses ilustres, larga vida a Bono. Larga vida a U2.