Daos cuenta del momento en que vivís
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Daos cuenta del momento en que vivís
P .S. SAGR ADO COR AZ ÓN DE JESÚ S, MOCA R D EQUIPO DE LITURGIA DAOS CUENTA DEL MOMENTO EN QUE VIVÍS (Rm 13.11) Comprendan en qué tiempo estamos, y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando llegamos a la fe. A veces perdemos la noción del tiempo; otras veces perdemos sencillamente el tiempo; con frecuencia nos excusamos diciendo que no tenemos tiempo; ocurre también que desaprovechamos ocasiones y oportunidades. En realidad en todos estos casos el tiempo no se muda, somos nosotros quienes no experimentamos ese tiempo como algo profundamente nuestro; la rutina, la distracción, la pereza, la superficialidad, la prisa nos impiden adueñarnos de nuestro propio tiempo... tempus fugit; y la vida queda vacía, vana. También los años litúrgicos pueden pasar sin dejar su poso fecundo en la vida cristiana. La solución del problema debe ser práctica: es el modo de celebrar el año litúrgico lo que hay que mejorar movidos por la convicción de que en la liturgia, especialmente en la eucaristía, se “contiene todo el bien espiritual de la Iglesia” y “la fuente y la cumbre de toda evangelización” (PO 5); aprender a encontrar al Señor también en la celebración y, como decía el cardenal Martini a los presbíteros de la diócesis de Milán, ponernos nosotros al lado del Cristo glorioso que nos habla, nos escucha, nos sana, reza en nuestro nombre, lo mismo que hacía con los apóstoles en los años de su existencia terrena. En este aspecto relativo a la forma de celebrar es también necesario saber asumi r el espíritu y la letra de la norma litúrgica “redescubierta y valorada” (EDE 52). Es también cuidar el modo de celebrar, reservar espacios de tiempo suficiente para acoger la presencia del Señor en la celebración. No se puede celebrar con prisas o con la cabeza llena de preocupaciones. El diálogo con el Señor lleva su tiempo para la escucha interior de la Palabra, para madurar la adhesión al Señor; requiere además silencio y calma. En suma, darse cuenta del momento que se vive, aprovechar el tiempo de la gracia. No echar en saco roto la oportunidad significa vivir con intensidad la propia vida. Y de la vida del cristiano forma parte el ciclo anual de la conmemoración de los misterios de la vida del Señor. Alcanzar el alto grado en la vida cristiana depende mucho del modo de celebrar este misterio del Cristo en el tiempo. (Para recordar) El hombre vive en el tiempo y se siente medido por él; algunos llegan a considerar incluso que el tiempo es oro... Se quedan cortos, el tiempo vale mucho más: es el espacio necesario en que nos hacemos personas y se nos permite acoger la salvación que Dios ha realizado en nuestra historia humana. NO TODO LO QUE DURA MADURA. La madurez personal es un proceso que dura toda la vida; un desarrollo progresivo en el que ciertamente el tiempo tiene su papel, pero en el que, sobre todo, cuenta la intensidad con que se vive el propio tiempo; a ello alude la sabiduría popular: «lo importante no es añadir años a la vida, sino añadir vida a los años»; y lo corrobora el Libro de la Sabiduría: «maduró en pocos años, cumplió mucho tiempo» (Sb 4,13). - Dios te bendiga!