Procesos de venta de sociedades inmobiliarias: las claves de
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Procesos de venta de sociedades inmobiliarias: las claves de
TRIBUNA DE OPINIÓN ) Procesos de venta de sociedades inmobiliarias: las claves de una adecuada estructuración Mikel Echavarren CEO de Irea L a venta de una sociedad inmobiliaria requiere la realización de un análisis profundo para determinar qué estrategia se va a seguir de cara a optimizar el entorno competitivo de los inversores potenciales. La primera cuestión que debe plantearse a sus accionistas es el atractivo de la sociedad para los posibles inversores. Es obvio que dicho análisis se tiene que realizar de la forma más desapasionada posible, necesariamente por un experto independiente. ¿Qué interés tiene la sociedad para un potencial inversor? ¿Su posicionamiento geográfico, su experiencia en determinado tipo de proyectos, un equipo muy cualificado y difícil de conseguir en el mercado, una gran solvencia ante los principales agentes inmobiliarios y financieros? ¿O es más bien un mix de activos interesantes y que en su conjunto pudieran aportar un valor adicional a un potencial inversor? En definitiva, ¿La estructura actual de la empresa suma valor a una potencial venta en conjunto o resta valor a la venta de las diferentes líneas de negocio y de paquetes de activos de la empresa? Estas cuestiones son clave para comenzar a evaluar la conveniencia de la venta de la sociedad defendiendo un plan de negocio, frente a la venta de sus diferentes partes a valor de mercado, o la convivencia de ambas posibilidades en un proceso que se plantee como la venta del conjunto de la sociedad y, simultáneamente, la posibilidad de vender partes de la misma a diferentes compradores. Asimismo, debe evaluarse si la estructura financiera de la sociedad susceptible de ser vendida aporta valor o la hace vulnerable ante accio- pág 72/nº 81/2016 nes de potenciales inversores. No hay que descartar que durante el proceso de venta algún inversor pretenda conseguir ventajas de la negociación paralela con alguna entidad financiera acreedora. Estas acciones deben anticiparse por el impacto que pudieran tener en el proceso de venta. Adicionalmente a estos aspectos, también se debe reflexionar sobre las ventajas e inconvenientes que supone la presentación en el mercado de una oportunidad de inversión de determinado tamaño. A diferencia de la venta de carteras de deuda hipotecaria, donde su mayor volumen potencia el atractivo y la competencia de diversos fondos, cuando se trata de vender una sociedad inmobiliaria o una cartera de proyectos residenciales y de suelo, el tamaño puede ser un inconveniente para facilitar la necesaria competencia de los potenciales inversores. A mayor tamaño de la sociedad inmobiliaria menor será la competencia que se consiga. De la misma forma, la oferta de una gran cartera de suelo no diversificada en ubicaciones, será atractiva para un número muy reducido de inversores. Ante esta situación, en la que el tamaño de la sociedad y de las líneas de negocio de la misma pudiera dificultar la competencia en el proceso de venta, cabe la posibilidad de estructurar este proceso en dos niveles que aseguren la máxima competencia posible. Nos referimos a la presentación simultánea de la oportunidad como una venta del negocio en su conjunto y de carteras de activos que tengan una dimensión y una homogeneidad suficientes como para permitir incluir en el proceso a promotores y constructores nacionales en competencia con fondos de inversión internacionales. Estas dos alternativas suelen tener distintos tratamientos de la fiscalidad asociada a su desinversión. La venta de la sociedad tiene, a priori, la ventaja de intentar negociar con el comprador el importe del impuesto diferido correspondiente a las plusvalías fiscales latentes, mientras que la venta directa de los activos de la sociedad provocará, sin ninguna reducción sujeta a negociación, el devengo de dichos impuestos. El proceso de venta de los activos inmobiliarios es relativamente previsible, en cuanto a las fases de análisis, competencia y cierre, y permite facilitar el máximo escenario posible de competencia. Sin embargo, la venta de una sociedad añade la complejidad de un proceso de venta en el que el comprador final necesitará realizar un análisis de los riesgos potenciales derivados de la gestión histórica de la sociedad, de carácter legal, fiscal, laboral, medioambiental... por lo que el mantenimiento de la competencia hasta la fecha de la firma de la compraventa pasará necesariamente por el otorgamiento de un periodo de exclusividad a alguno de los potenciales compradores o la asunción por parte de los accionistas de los costes de la due diligence a alguno de los candidatos interesados que se mantengan en las últimas fases del proceso. Por lo tanto, nos encontramos ante la disyuntiva de tener que elegir entre un proceso de venta de la sociedad en su conjunto, que probablemente tenga un mejor tratamiento fiscal, pero un menor grado de competencia y una mayor dificultad de cierre, además de las gravosas representaciones y garantías que hay que otorgar a los compradores, frente un proceso de venta de activos y proyectos en los que la competencia será mayor, el proceso de venta más sencillo, pero la fiscalidad más elevada. La cuestión no es sencilla, y la alternativa de compatibilizar ambos procesos no siempre será posible. Asimismo, la venta de una sociedad inmobiliaria requiere planificar los incentivos que tendrán los gestores clave de la compañía para facilitar el proceso de transición a un nuevo comprador, en el que evidentemente existe el riesgo de que alguno de ellos pierda su trabajo. Es un factor de riesgo avanzar sin haber considerado este aspecto. Una vez definida cuál debería ser la estructura lógica de venta deben anticiparse posibles problemas que imposibiliten la venta en las últimas etapas del proceso. En este sentido, un aspecto fundamental es garantizar a los posibles interesados en la compra de las acciones que los pro- Nos encontramos ante la disyuntiva de tener que elegir entre un proceso de venta de la sociedad en su conjunto, que probablemente tenga un mejor tratamiento fiscal, pero un menor grado de competencia y una mayor dificultad de cierre, además de las gravosas representaciones y garantías que hay que otorgar a los compradores, frente un proceso de venta de activos y proyectos en los que la competencia será mayor, el proceso de venta más sencillo, pero la fiscalidad más elevada pietarios actuales tienen una voluntad decidida y unánime de vender a un precio razonable. Dejar para las últimas etapas del proceso la decisión asamblearia de los accionistas de la sociedad sobre si venden todos o sólo venden algunos puede constituir riesgo muy elevado para los inversores y para el éxito de la venta. No sólo hay que requerir la unanimidad de los accionistas en su decisión de desinvertir en determinadas condiciones de precio sino también sobre las garantías y representaciones que probablemente tendrán que otorgar a los compradores Como puede verse, la complejidad de la venta de una sociedad inmobiliaria es muy elevada, pero puede mitigarse con una adecuada estructuración del proceso desde el inicio. [ ] pág 73/nº 81/2016