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www.30giorni.it
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ED. TRENTA GIORNI SOC. COOP. A R. L.
ISSN 0328-2228
En la Iglesia y en el mundo
Director: Giulio Andreotti
REVISTA MENSUAL AÑO XXX - N.5 - 2012 - € 5
In caso di mancato recapito rinviare a Uff. Poste Roma Romanina per la restituzione al mittente previo addebito. If
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En cas de non distribution, renvoyer pour restitution à lʼexpéditeur, en port dû, à: Ufficio Poste Roma Romanina, Italie
nella Chiesa e nel mondo
«Ven, pues, Señor Jesús...
Ven hacia mí, búscame, encuéntrame,
tómame en brazos, llévame»
San Ambrosio
Valtellina cumple 75 años.
Buen cumpleaños, futuro.
INFRAESTRUCTURAS DE RED
RETES TLC DE COBRE Y DE FIBRA
ENLACES RADIO E INTEGRACIÓN ENTRE TLC E IT
AUTOMATIZACIÓN VIARIA Y FERROVIARIA
ENERGÍA & AMBIENTE
AHORRO ENERGÉTICO EN LA ILUMINACIÓN PÚBLICA
DATA CENTER “LLAVE EN MANO”
Valtellina S.p.A.
Via Buonarroti, 34
Valtellina celebra sus primeros 75 años de actividad mirando al futuro con nuevas e
importantes perspectivas de crecimiento en Italia y en el mundo. Valtellina nació como
empresa operante en las infraestructuras para redes telefónicas y hoy es una realidad
de referencia y “system integrator” en sectores estratégicos para el desarrollo y el
progreso. En todos los ámbitos y naciones donde desarrolla sus actividades la empresa
aplica los valores guía que la caracterizan desde siempre: alta capacidad de trabajo,
seriedad, respeto riguroso de los contratos. Es en absoluto una de las empresas
bergamascas más importantes, cuenta con casi 1000 empleados y demuestra
concretamente que tradición e innovación conviven en el principio de la Calidad.
Gorle (Bérgamo) Itália
+39 035 42 05 111
www.valtellina.com
año XXX
N. 5
- 2012
En la portada:
El beso del crucifijo, Giovanni Segantini,
Kunstmuseum St. Gallen, Suiza (Roma)
Portada
En memoria de don Giacomo Tantardini
35 «Ven, pues, Señor Jesús...
Ven hacia mí, búscame, encuéntrame,
tómame en brazos, llévame»
36 Mi amigo don Giacomo
pag. 35
— por el cardenal Jorge Mario Bergoglio
3OGIORNI
nella Chiesa e nel mondo
Director Giulio Andreotti
40 Una amistad que floreció bajo
el signo de san Agustín — por Pietro Calogero
43 En el surco de las Bienaventuranzas,
el testimonio de don Giacomo Tantardini
Direccion y Redacción
Via Vincenzo Manzini, 45
00173 Roma - Italia
Tel. +39 06 72.64.041
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Vicedirectores
Roberto Rotondo - [email protected]
Giovanni Cubeddu - [email protected]
Redacción
Alessandra Francioni - [email protected]
Davide Malacaria - [email protected]
Paolo Mattei - [email protected]
Massimo Quattrucci [email protected]
Gianni Valente - [email protected]
Oficina Legal
Davide Ramazzotti - [email protected]
Secretaría de redacción
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3OGIORNI nella Chiesa e nel mondo
es una publicación mensual registrada
en el Tribunal de Roma, el 11/11/93, n. 501.
La revista beneficia de las contribuciones
estatales directas según la ley 7 agosto
1990,n.250
47 El cristianismo: una historia sencilla
Sociedad editora
Trenta Giorni soc. coop. a r. l.
Sede legale: Vincenzo Manzini, 45
00173 Roma
En este número
Gráfica
Marco Pigliapoco - [email protected]
Vincenzo Scicolone - [email protected]
Marco Viola - [email protected]
Consejo de administración
Giampaolo Frezza (presidente),
Massimo Quattrucci , Giovanni Cubeddu,
Paolo Mattei, Roberto Rotondo,
Michele Sancioni, Gianni Valente
Editor fotográfico
Paolo Galosi - [email protected]
Director responsable
Roberto Rotondo
Colaboradores
Pierluca Azzaro, Françoise-Marie Babinet,
Pina Baglioni, Marie-Ange Beaugrand,
Maurizio Benzi, Lorenzo Bianchi,
Lorenzo Biondi, Massimo Borghesi,
Lucio Brunelli, Rodolfo Caporale,
Lorenzo Cappelletti, Gianni Cardinale,
Stefania Falasca, Giuseppe Frangi,
Silvia Kritzenberger, Walter Montini, Jane
Nogara, Stefano M. Paci, Felix Palacios,
Tommaso Ricci, Giovanni Ricciardi
Imprenta
Arti Grafiche La Moderna
Via di Tor Cervara, 00171 - Roma
Han colaborado en este número
el cardenal Jorge Mario Bergoglio,
Pietro Calogero,
el cardenal Jean-Louis Tauran
Homilía del cardenal Angelo Sodano
en la santa misa exequial por don Giacomo Tantardini
Oficina de suscripción y difusión
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Rev.Mensual distribuida por suscripción
postal § 26 art.2 ley 549/95 Roma
Este número se cerró en la redacción
el 10 de junio de 2012
Se terminó de imprimir en junio de 2012
— por don Giacomo Tantardini
Año de la fe
16 Un rosario para todo el mundo
entrevista al cardenal Fernando Filoni — por G. Valente
18 El prefecto de las Iglesias “jóvenes”
— por G. Valente
24 Volvamos a san Agustín
entrevista al patriarca de Venecia Francesco Moraglia
— por G. Valente
25 Un patriarca para la gente — por G. Valente
Diálogo interreligioso
30 Haber visto al Papa rezar
— por el cardenal Jean-Louis Tauran
CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS: Kunstmuseum St. Gallen, St. Gallen, Suiza/Foto Flury,
Pontresina: Portada, p.35; Romano Siciliani: pp.11,18; Paolo Galosi: pp.16,38,43; Osservatore
Romano: pp.17,18,20,34; Afp/Getty Images: p.19; Associated Press/LaPresse: pp.20,22,32,33;
Alessandro Digaetano: p.21; Federico Roiter: pp.24,28; Foto tomada del libro “Con voi e per voi”,
editado por Cid/Gente Veneta: p.25; Valter Liotto: p. 27; Por amable concesión del Consejo
Pontificio para el diálogo Interreligioso: pp.32-33; Massimo Quattrucci: pp.37,44,45,46;
Franco Cosimo Panini Editore: p.53; Scala, Florencia: p.57.
Secciones
6
Cartas desde el mundo
3ODIAS
3
Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo •
CUBA
Quien reza se salva y 30Días
son magníficos para una tierra de misión
La Habana, 1 de marzo de 2012
QUIEN REZA SE SALVA
«Quien se confiesa bien, se hace santo».
«Bien», es decir, cumpliendo con lo que
la Iglesia pide para hacer una buena confesión. Esta intuición acompañó a don
Giacomo Tantardini en los últimos años
de su vida. La repetía a menudo esa frase: a los amigos, durante las homilías.
Una intuición, explicaba, que nació tras
la muerte de don Luigi Giussani, como
una pequeña gracia recibida. Pero que
tenía su fundamento en la atención que
don Giacomo prestó siempre al sacramento de la confesión. Desde comienzos de la década de los ochenta, como
ayuda para su apostolado entre jóvenes
y adultos, había hecho imprimir un librito, El sacramento de la penitencia o confesión. A este librito quiso añadirle en
2001 las oraciones más sencillas de la vida cristiana. Nacía así Quien reza se salva, traducido a varios idiomas (francés,
inglés, español, alemán, portugués, chino) y difundido en todo el mundo. En
2005, este librito tuvo el privilegio de
que le escribiera el prólogo el entonces
prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, el cardenal
Joseph Ratzinger, quien se convertiría luego en el
papa Benedicto
XVI. Quien reza se
salva , repetía don
Giacomo, es lo más
entrañable, lo más bello, lo más importante
que ha hecho 30Giorni.
6
3ODIAS
A la Asociación Piccola Via onlus.
Queridos hermanos:
¡Paz y salud!
Les escribo desde mi amada Cuba, país de misión,
para agradecerles por los catecismos [Quien reza
se salva]; 30Días también es otro de sus magníficos regalos. Tanto los catecismos como la revista
30Días tienen un alto nivel de enseñanza e información católica; magníficos para tierra de misión en
las comunidades campesinas en las que trabajamos.
Tenemos también un proyecto con el nombre
del beato cubano José Olallo Valdés, mediante el
cual nos ocupamos de ayudar a familias que tienen
niñas y niños minusválidos, cuadripléjicos, o con
enfermedades graves. Por desgracia, casi todos les
dan de lado y abandonan. Son doce en total y para
ellos solo pido su misericordia junto a la de Jesús, en
especial para material de aseo y leche en polvo.
A Giulio Andreotti y a sus colaboradores los he
invitado a estar en Cuba, a ustedes también los invito. Los italianos en Cuba gozan de gran cariño y
también trabajan acá varios sacerdotes italianos.
Gracias por todo,
Sergio León Mendiboure, misionero
MÉXICO
ADORATRICES PERPETUAS DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
MONASTERIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA
Cien ejemplares de Quien reza se salva
para mis “ovejitas”
Cotija, Michoacán de Ocampo,
9 de marzo de 2012
¡Alabado sea el Santísimo Sacramento!
Estimada Asociación Piccola Via onlus,
Los saludo cordialmente deseando que la Paz de
Cristo inunde cada uno de sus apostolados y cada
miembro de la asociación.
• Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo
El santuario Nuestra Señora
del Bosque, en Imbersago (Lecco);
a la derecha, la talla
de María y el Niño Jesús
conservada en el santuario
Antes que nada los felicito por su bella revista
30Giorni, que hace tanto bien a las almas. Pues cada uno de sus temas nos fortalece en la fe, y por lo
que veo son muchas las almas contemplativas a las
que hacen mucho bien. Pediré para que su apostolado sea bendecido.
Mucho he pensado en esto, y siempre he terminado con un ¡mejor no lo pido! Pues quisiera que
me hicieran la caridad de enviarme 100 libros de
Quien reza se salva, pero como soy pobre no tengo dinero, pero como nuestra beata madre fundadora dijo: «Yo tengo un esposo muy rico…». Confiando en Él y en su Providencia divina se los pido a
título de caridad. «Él es muy rico, que Él se los pague», como solamente Él sabe hacerlo.
Díganle a Jesús que su esposa quiere estos libros, pues hay muchas ovejitas que no saben rezar, ni hacer su examen de conciencia para la
confesión.
Yo solamente puedo ofrecerles mis pobres oraciones ante el Trono Eucarístico de día y de noche.
Que nuestra beata madre fundadora María
Magdalena de la Encarnación interceda por la
Asociación.
¡Que Dios se lo pague! Cuente con mis oraciones.
sor María Yolanda de Jesús,
adoratriz perpetua del Santísimo Sacramento
FILIPINAS
CLARISAS CAPUCHINAS DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA
Who prays is saved
como regalo para los fieles
Laoag City, 13 de marzo de 2012
Estimado senador Andreotti:
¡Paz y bien!
Deseamos expresarle una vez más nuestra gratitud
por la amabilidad y generosidad con que nos envía
regular y gratuitamente los ejemplares de 30Days.
Su revista, tan rica en información, es desde hace
tiempo fuente constante para nosotras de noticias
sobre la Iglesia y el mundo exterior, y de este maravilloso regalo le estamos de verdad agradecidas. ¬
3ODIAS
7
Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo •
A la izquierda, la Virgen
con el Niño y las dos jóvenes
de la aparición de Gallivaggio.
La talla de madera, de 1631,
está conservada en el nicho
del altar mayor del santuario
de Gallivaggio (Sondrio),
foto grande
fieles que el 11 de agosto de 2012 se unirán a
nosotras para las celebraciones con ocasión
de la fiesta de nuestra
madre. Quisiéramos pedirles quinientos ejemplares, pero si no es posible, alegremente nos conformamos con los que puedan enviarnos. Gracias
infinitas y que el Señor le siga bendiciendo a usted
y a todas sus intenciones, mientras nosotras seguiremos rezando por el éxito de su misión.
Con respeto, suya,
sor María Lilia Javier, ccs, y comunidad
Laoag City, 25 de abril de 2012
Se acerca la clausura de las celebraciones por los
ochocientos años de fundación de la orden de
Santa Clara y nos alegra informarle que, mientras
escribimos estas letras, las reliquias de nuestra madre santa Clara están aquí en Filipinas, traídas por
el embajador de Filipinas ante la Santa Sed, y están visitando las varias comunidades de clarisas del
archipiélago. Al respecto, le pedimos humildemente a usted y a sus colaboradores algunos ejemplares gratuitos de Who prays is saved. Hemos
pensado que sería una magnífico regalo para los
8
3ODIAS
Estimado señor senador:
¡Paz y bien!
Le manifestamos una vez más nuestra gratitud por
su amabilidad y generosidad por su inmediata respuesta a nuestra petición de ejemplares gratuitos de
Who prays is saved. Muchas gracias por haber hecho realidad nuestro deseo con tanta solicitud. Que
el Señor, insuperable en generosidad, le recompense por su trabajo. Por nuestra parte le prometemos
recordar sus intenciones en nuestras oraciones, sobre todo cuando estamos de rodillas ante el Santísimo Sacramento.
Que Dios nos bendiga a todos.
Respetuosamente suyas,
por sor María Lilia Javier, ccs, y comunidad
sor María Ana de san José
• Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO
PARROQUIA NOTRE-DAME DE L’ASSOMPTION
Qui prie sauve son âme
para los niños y las familias
Boma, 19 de marzo de 2012
Señor director:
Le doy las gracias porque he recibido los rosarios:
son de verdad necesarios para los niños. Pero aún
nos hacen falta libritos de Qui prie sauve son âme,
muy solicitados por los niños y las familias de nuestra parroquia y diócesis.
Gracias por lo que ha hecho hasta ahora. ¡Qué
Dios le bendiga!
Roger Phanzu-Kumbu
GUINEA-BISSAU
MISIÓN CATÓLICA DE CANCHUNGO
Quem reza se salva
para distribuir entre los jóvenes
Canchungo, 27 de marzo de 2012
Dos imágenes del santuario de la Virgen de las Lágrimas,
en Lezzeno (Como)
Muy señores míos
de 30Giorni:
Debido a mi cambio de dirección he recibido solo ahora algunos números atrasados.
Por el mismo motivo tampoco he recibido el CD de los
cantos gregorianos. Y pensar
que aún conservo el Liber
usualis que compre en los años
cincuenta cuando estaba en el
seminario menor.
Además, les hago una propuesta: mándenme, por favor, la edición en portugués
de 30Dias, de modo que les
sirva también a mis hermanos. Aquí en Guinea-Bissau el
portugués es el idioma oficial,
aunque se habla también el
kriol. Quisiera aconsejarles
esto para todos los ejemplares que envían a Guinea-Bissau, aunque, naturalmente, no es de mi incumbencia esta propuesta.
Desearía, además, que
me enviaran algunos
ejemplares de Quem reza
se salva, igualmente en
portugués, que distribuiré
a los que tengan una idea
vocacional o a algún buen
joven. Para ello les envío
cien euros.
Perdonen las molestias.
padre Rino Furlato, ofm
3ODIAS
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Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo •
PANAMÁ
PARROQUIA SAN PEDRO APÓSTOL
Los fieles siguen pidiendo
Quien reza se salva
Santa Fe, 23 de abril de 2012
Debajo, vista del santuario de Tirano (Sondrio).
Junto al campanario de estilo románico-lombardo,
la majestosa cúpula realizada en 1580;
a la derecha, la estatua de la Virgen de Tirano
Apreciados hermanos:
Mi nombre es Arcelio Castro y trabajo desde hace
nueve meses en la parroquia San Pedro Apóstol de
Santa Fe, al norte de la
provincia de Veraguas en
Panamá.
Con estas cortas letras
deseo ante todo agradecer
de corazón a todos los que
han trabajado en la elaboración del folleto Quien reza se salva, de manera especial a sus directores Giulio Andreotti y Roberto Rotondo. Recibí meses atrás
500 ejemplares del mismo
a través del Monasterio de
la Visitación en Panamá y ya todos han sido distribuidos por familia, siendo muy
bien acogidos, incluso por aquellos que
han estado alejados de la práctica religiosa. Muchos los han pedido prestados para
leerlos despacio en sus casas.
Los fieles siguen pidiéndome ejemplares del folleto y se nos han terminado, es
por eso que deseamos hacerles un nuevo
pedido de unos 500 ejemplares más. De
ser posible pueden ser enviados a la misma dirección del Monasterio de la Visitación en Panamá. Si es necesario algún
aporte más, nos lo comunican. De nuestra
parte continuamos pidiendo a los beneficiarios de los libros oraciones por los donantes y yo mismo ofrezco algunas misas.
Sin más, Dios les bendiga abundantemente por el apoyo a nuestra parroquia.
Fraternalmente,
padre Arcelio Castro
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3ODIAS
• Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo
Arriba, interior de la Santa Casa en la Basílica
de la Santa Casa (foto de la derecha), en Loreto (Ancona)
MÉXICO
ADORATRICES PERPETUAS DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
DEL MONASTERIO SAN JUAN BAUTISTA
Recibimos con inmensa gratitud
Quien reza se salva
y las demás publicaciones
Coscomatepec, Veracruz, 25 de abril de 2012
Muy respetable senador Giulio Andreotti:
¡Alabado sea el Santísimo Sacramento!
Reciba un saludo fraterno en Jesús Resucitado, deseando de corazón que Él le bendiga en abundancia
y recompense su generosidad con nuestra comunidad monástica.
Somos las Hnas. Adoratrices Perpetuas del
Santísimo Sacramento del Monasterio de San
Juan Bautista de Coscomatepec. Nuestra misión
es testimoniar la presencia de nuestro Señor Jesús
en la Eucaristía postradas a sus pies día y noche
ofreciendo nuestras continuas oraciones y adoraciones por la humanidad entera, es por ello que
con inmensa gratitud nos dirigimos a usted al recibir de su gran generosidad la revista 30Días, el libro Quien reza se salva, El Hijo no puede hacer
nada por su cuenta y Los cantos de la Tradición.
No teniendo como pagar el bien que nos hace pedimos a Dios en nuestras plegarias y ponemos en
las manos de María Santísima de Guadalupe sus
necesidades y la de todas las personas que cola- ¬
3ODIAS
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Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo •
COLOMBIA
VICARIATO APOSTÓLICO
DE SAN VICENTE – PUERTO LEGUÍZAMO
boran en la publicación de este enriquecedor material que nos informa y retroalimenta para nuestra vida espiritual. La última vez que recibimos la
revista fue el pasado mes de diciembre; hasta estos
momentos no hemos obtenido la más reciente. Esperamos vernos favorecidas recibiendo mensualmente la publicación y las de otros libros que están
bajo su dirección.
Seguras de que Jesús Eucaristía será su compensación y la de los suyos, nos despedimos.
Afectísima en Cristo:
R.M. Esperanza del Corazón de Jesús y comunidad
Arriba, la imagen de la Virgen de la Salud
venerada en la Basílica romana de San Cosme
y San Damián, en la foto de la derecha
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Quiero proporcionar
Quien reza se salva
a los catequistas
San Vicente, 1 de mayo de 2012
Estimado senador Giulio Andreotti:
Soy un sacerdote diocesano del Vicariato Apostólico de San Vicente - Puerto Leguízamo, extensa región (96.000 kilómetros cuadrados) de la amazonía colombiana; mi trabajo, desde hace más de diez
años, es el de vicario de pastoral y director de los
departamentos de catequesis, animación bíblica y
Obras Misionales Pontificias... somos pocos y hay
que responder a más de un compromiso. Me dirijo
a usted para solicitarle encarecidamente nos pueda
proporcionar un buen número de los libros Quien
reza se salva, pues quiero proporcionar a los catequistas y animadores de la Palabra un buen material como éste para que continúen con su ministerio de la catequesis.
• Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo • Cartas desde el mundo
Arriba, el santuario romano de la Virgen del Amor Divino;
LÍBANO
a la derecha, la imagen venerada en el santuario
ORDEN DE LOS PADRES CARMELITAS
Es esta una Iglesia local con muchas necesidades y desafíos, pues es escenario frecuente de enfrentamientos entre soldados del Ejército Nacional y la guerrilla de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), control de tráfico de
drogas y de paramilitares, creando continuamente zozobra en nuestra población y comunidades;
nuestras opciones y acción misionera nos exigen
estar siempre con nuestra gente, ser voz profética para denunciar atropellos e irregularidades
que de parte y parte violentan los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
Somos una Iglesia creíble y con una buena aceptación en nuestros fieles. Los desafíos son muchos, pero la fe y esperanza en Aquel que ha resucitado nos confortan y animan a continuar con
la misión encomendada. Mil gracias por al atención prestada.
padre Ricardo Tovar Sánchez
Qui prie sauve son âme,
instrumento sencillo y práctico
para la oración
Hazmieh, 11 de mayo de 2012
Querido director:
¡Que la paz del Señor esté siempre con usted!
Gracias por la revista 30Jours que me llega siempre. He leído mucho acerca del libro Qui prie sauve
son âme que tanto bien ha hecho a todas las personas que se han beneficiado. Por esto le pido con la
presente, si es posible, que nos envíe un centenar
de ejemplares, dado que muchos de nuestros jóvenes (grupos de oración) desean utilizar este instrumento tan sencillo y práctico para la oración.
Que el buen Dios siga manteniéndole en buena
salud y bendiga su misión en la Iglesia.
padre Makhoul Farha, ocd,
superior provincial de los Carmelitas en Líbano
3ODIAS
13
Cartas desde el mundo •
BENÍN
MONASTERIO ETOILE NOTRE-DAME
Qui prie sauve son âme ayuda
a rezar bien
La estatua de la Virgen en la gruta de Lourdes;
Parakou, 29 de mayo de 2012
debajo, la fachada de la Basílica
Señor director:
Le escribo para agradecerle el envío de 30Jours,
revista muy bien documentada y con un aspecto
gráfico estupendo. Pero también para decirle que
hace unos años le pedimos algunos ejemplares del
librito Qui prie sauve son âme. Todos los ejemplares se distribuyeron en poquísimo tiempo para el
bien espiritual de quienes lo recibieron. Ahora son
muchos los que piden estos libritos que les ayudan a
rezar bien. Esto evitaría que se refugiaran en las sectas, muy numerosas en Benín.
Si pudiera renovar su generoso gesto, le estaríamos profundamente agradecidas. Un agradecimiento anticipado de parte de todas las personas
que, gracias a usted, se acercarán a Dios.
Respetuosamente,
madre Bibiane Ignaro
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3ODIAS
Año de la fe
Un rosario
para todo el mundo
«El Año de la fe es ante todo un año en el que hemos de rezar
por la fe, y pedirle al Señor que nos la conceda». Entrevista abierta
con el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación
para la Evangelización de los pueblos.
De las ordenaciones de los obispos chinos a la “campaña”
de oraciones por el anuncio del Evangelio en cada continente
por Gianni Valente
E
l pasado 19 de febrero le
tocó a él presentar a Benedicto XVI las deferencias de
todos los nuevos cardenales creados en el Consistorio del día anterior. En aquella ocasión, su eminencia Filoni colocó el servicio
cardenalicio de los nuevos purpurados «bajo la protección de María, Madre de la Gracia». Ahora,
su “estrategia” para vivir el inminente Año de la fe es un simple rosario. Una corona de oraciones
que ofrecer para el anuncio del
Evangelio en cada continente. El
modo más sencillo para «pedirle al
Señor el don de la fe», para sí y para los demás. Se trata de una
Campaña de oración mundial para la evangelización que ha de
acompañar al Año de la fe, a la
que dio su bendición el papa Benedicto XVI el pasado 11 de mayo, con motivo de la audiencia
concedida a los Directores nacionales de las Obras Pontificias Misionales, que serán los animadores de la iniciativa en cada uno de
sus países.
Fernando Filoni, prefecto de la
Congregación para la Evangelización de los pueblos, ha viajado por
16
3ODIAS
Fernando Filoni recibe el birrete cardenalicio de manos del papa Benedicto XVI
en el Consistorio del 18 de febrero de 2012
todo el mundo y sabe cómo funciona. De él se conoce su carácter
reservado, su indisposición hacia
el cotilleo, su gran capacidad de
trabajo, su capacidad de dar enseguida con el centro del problema
buscando soluciones con realismo. Y el hecho de que estas dotes
no representan el perfil de un “burócrata” vaticano, sino que dejan
entrever una sabiduría espiritual y
un modo de ver las cosas de la Igle-
sia y del mundo sencillo y concreto. Como la corona de un rosario.
30Días lo ha entrevistado en
su estudio, en el histórico Palacio
romano de Propaganda Fide, asomado a la Plaza de España. De la
Congregación para la Evangelización de los pueblos dependen hoy
más de un millar de circunscripciones eclesiásticas, entre ellas la mayoría de las diócesis africanas,
asiáticas y de Oceanía, además de
universidades, seminarios, hospitales, escuelas.
Cuando fue creado cardenal, pudo leerse en la nota
biográfica que publicó L’Osservatore Romano que de niño «su casa estaba justo delante de la iglesia de su pueblo». Evidentemente, este fue
un detalle importante de su
vida...
FERNANDO FILONI: Dios
ofrece muchas posibilidades, y
construye nuestra historia según
lo que somos. Yo iba a la parroquia, ayudaba a los sacerdotes en
la misa, y estando con ellos alrededor del altar intuía el significado de
su dedicación. Hasta que el párroco nos preguntó una tarde a todos
los monaguillos si alguno de nosotros quería entrar en el seminario.
Yo levanté la mano y dije: ¡Yo! Había mucha espontaneidad infantil
en aquel arranque. Pero también
el que hubiera crecido teniendo
ante mi vista la fe de mis padres en
las cosas de todos los días.
Los años de su preparación al sacerdocio fueron los
del Concilio Vaticano II.
Nuestros superiores nos ha cían leer durante las comidas las
crónicas del Concilio. La televisión, aunque era en blanco y negro, nos ofrecía visualmente la
imagen de la universalidad y de la
variada diversidad humana de la
Arriba, Benedicto XVI
con el cardenal Filoni
con motivo de la audiencia
a los directores nacionales
de las Obras Misionales
Pontificias en la sala
Clementina, el 11 de mayo
de 2012; a la derecha,
el cardenal Filoni con
motivo de la toma
de posesión de la diaconía
de Nuestra Señora
de Coromoto en San Juan
de Dios, Roma,
el 23 de febrero de 2012
Iglesia: el Papa, los patriarcas de
Oriente y los obispos que en procesión entraban en San Pedro.
Blancos, negros, con barba, occidentales, orientales... Cuando comencé Teología en el seminario
de Viterbo, el Concilio había terminado. Los escaños que habían
servido para las congregaciones
generales de los padres conciliares se mandaron a los distintos seminarios. Con los que llegaron a
Viterbo se montó el aula de teología. Así que asistíamos a las clases
sentados en los escaños de los padres conciliares. E intentábamos
imaginar quién se había sentado
en aquellos escaños que ahora
ocupábamos nosotros.
Su lema episcopal es «Lumen gentium Christus». Alude a las primeras palabras de
la constitución dogmática sobre la Iglesia, el documento
más importante que salió del
Concilio.
Estábamos impresionados por
el gran debate sobre la Iglesia que
había representado el corazón del
Concilio: «Lumen gentium Christus», todo en solo tres palabras. El
comienzo de la constitución conciliar hacía alusión al misterio y la
misión de la Iglesia. Si la Iglesia no
refleja la luz de Cristo, no tiene
motivo de ser. También a nosotros
se nos pedía que anunciáramos y
diéramos testimonio de Cristo.
Esta es la misión que la Iglesia me
ha confiado también a mí. Como
sacerdote, y luego como obispo y
también como nuncio.
Después de la ordenación
sacerdotal vino usted a Ro- ¬
3ODIAS
17
Año de la fe
A la izquierda, padres conciliares a la salida de la Basílica de San Pedro durante los trabajos del Concilio Vaticano II. El lema episcopal
de Filoni, «Lumen gentium Christus» alude al título de la constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio; a la derecha, Benedicto XVI
firma la encíclica Caritas in veritate el 29 de junio de 2009: a su lado, monseñor Filoni, entonces sustituto en la Secretaría de Estado
El Prefecto de las Iglesias “jóvenes”
F
ernando Filoni nació el 15 de
abril de 1946 en Manduria,
provincia de Taranto, en el seno
de una familia natural de Galatone (Lecce), cuyo padre era policía
de delitos financieros. Hizo los primeros años de secundaria superior en Nardó y terminó los estudios de bachillerato en Molfetta,
en el seminario regional pullés
Pío XI y los de Teología en Viterbo, en el seminario Santa María
della Quercia. Fue ordenado sacerdote por Antonio Rosario Mennonna, obispo de Nardò, el 3 de
julio de 1970. Se trasladó a Roma
y cursó estudios en la Universidad Lateranense, consiguiendo
la licenciatura en Derecho canónico, y en la Universidad estatal
La Sapienza, donde se licenció
en Filosofía. En la Pro Deo (hoy
Libre Universidad Internacional
de Estudios Sociales) consiguió
el diploma en Ciencias y técnicas
de la opinión pública, especializándose en periodismo. Al terminar sus estudios, el cardenal vicario de Roma, Ugo Poletti, le propuso entrar en la Pontificia Academia Eclesiástica.
En 1981 comenzó su misión diplomática al servicio de la Santa
Sede en Sri Lanka. Luego estuvo
destinado en Irán de 1983 a 1985.
Después de algunos años de ser-
vicios prestados en la Secretaría
de Estado, en 1989 fue trasladado
a Brasil, donde se quedó hasta
1992, cuando cambió su residencia a Hong Kong. En la entonces
colonia británica la Santa Sede
había abierto una “Misión de estudio” –formalmente vinculada a la
nunciatura ante las Filipinas– para
seguir de cerca la situación de la
Iglesia en China. Su permanencia
en Hong Kong duró hasta enero
de 2001, cuando Juan Pablo II le
nombró arzobispo titular de Volturno y nuncio pontificio en Jordania
e Irak. En Bagdad se quedó durante los últimos dos años del régimen de Sadam Husein, y luego
durante la guerra y los siguientes
tres años, hasta marzo de 2006,
cuando Benedicto XVI lo trasladó
como nuncio a Filipinas. En junio
de 2007 fue nombrado sustituto de
la Secretaría de Estado, cargo que
cubrió hasta el 10 de mayo de
2011, día de su nombramiento como prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos. Benedicto XVI lo
creó cardenal en el
Consistorio ordinario
público del 18 de febrero de 2012.
G. V.
ma para seguir sus estudios.
Vivía y desarrollaba su servicio pastoral en una parroquia, y enseñaba en un instituto romano. ¿Qué recuerdos
conserva de aquel período?
Mi obispo me había permitido
ir a Roma para completar los estudios. Opté por quedarme en una
parroquia, y no en un colegio. Fueron años muy bonitos. La parroquia era la de San Tito, que ahora
está dedicada a San Leonardo Murialdo. Yo enseñaba religión en el
instituto clásico Vivona, en la sede
separada que luego se convirtió en
el instituto Sócrates. Conocí a
cientos de chicos y chicas. Eran los
años setenta, los años de la protesta. Para mí, que estudiaba teología, el diálogo continuo con ellos
era una ayuda para confrontar lo
que estábamos estudiando con la
vida concreta. También para los
chicos, creo, era una experiencia
interesante oír hablar de teología y
de historia de la Iglesia fuera de las
generalizaciones que se leían en
muchos periódicos.
¿Cómo llegó al servicio diplomático de la
Santa Sede?
Cuando mi obispo me
pidió que volviera a la diócesis –de la que faltaba
desde hacía ocho años–,
el cardenal vicario Ugo
Poletti, con sus modales
Un rosario para todo el mundo
bonachones y cautivadores, me
dijo: «Tu diócesis ya tiene muchos
sacerdotes. En la Secretaría de Estado me preguntan si hay disponibilidad...». Puede parecer un incidente en el camino. Pero para mí
también aquello formaba parte de
la línea que Dios traza en la vida de
cada uno de nosotros.
Después de un período en
Sri Lanka, fue mandado usted a Irán. ¿Cómo era este
país en aquellos años?
fácil. Pero nos respetaban mucho. Se había dado el caso de los
empleados secuestrados en la
embajada de Estados Unidos. Pero aquel asunto había dado origen
a una estima hacia la nunciatura,
que había afrontado la difícil cuestión desde un punto de vista humanitario, sin intervenir en el terreno político. Y esto había sido
apreciado.
Después de otras etapas
diplomáticas (Secretaría de
La ciudad de Faluya, en Irak, bombardeada masivamente en noviembre de 2004
Era el durísimo período de la
guerra entre Irán e Irak. Los bombardeos llegaban hasta Teherán.
Era una guerra muy cruel, con
cientos de miles de muertos. La
Santa Sede tenía allí una antigua
misión, desde que una representación del papa Urbano VIII se estableciera en Isfahan en 1629 a
petición del sha Abbas el Grande,
artífice de un renacimiento cultural y político persa. Una presencia que conoció altibajos, hasta el
establecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre Irán y la
Santa Sede, en 1953. Yo pude
compartir allí la vida de la comunidad cristiana local, compuesta
por armenios católicos y ortodoxos, católicos latinos y caldeos.
Para ellos la vida no era siempre
Estado, Brasil), fue mandado
usted a Hong Kong, punto de
observación privilegiado sobre China Popular. Entonces
estaba todavía muy difundida la idea de que una gran
parte de la catolicidad china,
presionada por las autoridades civiles, estaba abocada a
crear una Iglesia nacional independiente. ¿Qué experiencias tuvo en este sentido?
Cuando yo era seminarista me
impresionaron los testimonios de
fidelidad al Evangelio que procedían de China. Había leído las
memorias de Gaetano Pollio, el
arzobispo de Kaifeng que había
sido encarcelado y expulsado en
los primeros años del régimen
maoísta, que luego fue arzobispo
de Otranto y más tarde de Salerno. Me asombraba que, en los sufrimientos, había servido a la Iglesia y amado al pueblo chino.
Aquellos acontecimientos me volvían a la mente después de recibir
el cargo en Hong Kong. Eran los
años de la apertura propiciada
por Deng Xiaoping. Ahora vemos claramente la amplitud de
miras de Deng. La Santa Sede
quería que su posición internacional no se identificara con Taiwán,
donde hay una sede diplomática
vaticana. Así pues en Hong Kong
se había abierto una “Misión de
estudio”, que se había de ocupar
de China Popular, además de la
entonces colonia británica y de
Macao. Era el momento en el que
también la Iglesia de China iba reorganizándose. La Santa Sede
quería comprender como progresaba la situación, y manifestar su
cercanía a los católicos chinos
que mostraban su gran deseo de
vivir su fe en comunión con el
Obispo de Roma. Un vínculo de
comunión que los obispos chinos
habían seguido confesando también en las persecuciones.
¿Cómo consideraba las divisiones existentes en la Iglesia china entre los llamados
“oficiales” y los “clandestinos”?
La división no era el resultado
de dinámicas eclesiales, sino de
circunstancias históricas y políticas. Era una situación de sufrimiento y de prueba. Y había que
ayudar a la Iglesia de China, tanto
al área llamada underground como a la no correctamente llamada
“patriótica”, a mirar la situación
con una perspectiva futura. Para
que me entendieran yo decía entonces que la situación del catolicismo chino era comparable a un
manantial cuya agua, en un momento determinado, encontraba
un obstáculo en su fluir, se dividía
en dos corrientes. Una parte buscaba la manera de seguir fluyendo
abiertamente. La otra había encontrado la manera de fluir ba- ¬
3ODIAS
19
Año de la fe
jo la superficie de la tierra. Las dos
corrientes, nacidas de la misma
fuente, estaban de todos modos
destinadas a volver a encontrarse
en la unidad del mar. Y el mar –decía entonces– es el corazón de
Dios. Las dos comunidades eclesiales, si hubieran seguido en la fe
de los apóstoles, se hubieran vuelto a encontrar luego un día unidas
en Cristo. Claro que desde que las
dos corrientes se separaron ha habido muchas complicaciones. Pero creo que antes o después se llegará a una solución.
Luego, como nuncio, vivió
usted la crucial experiencia
en Irak, donde vivió los bombardeos
Estuve allí durante el primer
período terminal del régimen de
Sadam Husein, mientras se endu-
gociaciones. Sadam me había
manifestado también a mí que esta era su petición. Pero como cada líder, especialmente en el mundo árabe, si se quería tratar con él
no había que humillarlo. Faltó
comprensión de la situación. Bajo
el régimen los cristianos sufrían
injusticias, como toda la sociedad.
Pero el régimen, para mantener
la paz interna, tutelaba por lo menos la libertad de culto. La guerra
no se justificaba desde el punto de
vista político y de la justicia internacional. Porque Irak no había tomado parte en los atentados del
11 de septiembre. Y la cuestión
de las armas de destrucción masiva era un pretexto. Un mes antes
del comienzo de los bombardeos,
Sadam había conseguido de la
asamblea de los jefes de tribu la
aprobación de la ley con la que
Irak se comprometía a no dotarse
de armas de destrucción masiva.
Todos decíamos que era importante que ocurriera esto, que era
una señal de su disposición a colaborar. Pero no sirvió para nada.
Evidentemente la guerra estaba
ya decidida. Y ya entonces se
comprendía que después iba a llegar el caos, la guerra ha desestabilizado no solo la pequeña comunidad cristiana, sino todos los aspectos de la vida del país, provocando decenas de miles de muertos. Esto es lo que aún hoy seguimos teniendo ante nuestra vista.
Después de un breve paréntesis en las Filipinas, fue
llamado usted a Roma como
sustituto en la Secretaría de
Estado. ¿Qué puede decirnos
sobre el ritmo del trabajo y
sus modalidades?
El sustituto es uno de los primeros colaboradores del Papa. Responde directamente a él y al secretario de Estado. Para mí fue un período muy hermoso, sobre todo
A la izquierda, bautizos en una
parroquia de Dili, Timor Oriental;
debajo, Benedicto XVI con el cardenal
Filoni con motivo de la audiencia a los
directores nacionales de las Obras
Misionales Pontificias en la Sala
Clementina, el 11 de mayo de 2012
recían de manera increíble las sanciones de la ONU para doblegar al
régimen. La voz de la Iglesia era
profética. Repetíamos en todas
partes solo lo que veíamos: que en
realidad las sanciones afectaban al
pueblo, no al régimen.
¿Cómo interpreta hoy las
intervenciones militares en
Irak y todo lo que siguió después, para aquella área del
mundo y sobre todo para sus
comunidades cristianas?
La guerra fue un error en sí
misma. No se puede pensar que
se puede exportar la democracia
con la guerra. En aquel tiempo
existían condiciones para las ne-
20
3ODIAS
Un rosario para todo el mundo
Fieles en oración junto al santuario
de She Shan, cerca de Shangai,
con motivo de la peregrinación anual
del 24 de mayo
porque me dio la posibilidad de
conocer de cerca a Benedicto XVI
y de tener un contacto muy frecuente con él, que es un padre, un
maestro, y es extremadamente
amable. Son esas riquezas y esos
dones de gracia que quien los ha
recibido lleva siempre consigo. Y
por los que solo se puede dar gracias a Dios. El ritmo y las modalidades requerían mucho esfuerzo,
pero formaban parte del trabajo.
Ahora es usted prefecto de
la Congregación para la
Evangelización de los pueblos. ¿Cuáles son los criterios que le orientan en la tarea que le ha sido asignada?
La Congregación de Propaganda Fide está llena de historia.
Quienes trabajan aquí tienen que
sentir el gran legado de este dicasterio que fue y sigue siendo tan
importante para ayudar a la vida
de las Iglesias en todo el mundo.
Su primera razón de ser es el
anuncio del Evangelio en todo el
mundo. Y puesto que la Iglesia
ahora está arraigada en muchos
de aquellos que antiguamente
eran territorios de misión, Propaganda Fide sigue ofreciendo sus
servicios a los obispos, los sacerdotes, los religiosos y los laicos de
aquellas Iglesias particulares. De
este modo contribuye a expresar
la «solicitud del Papa por todas las
Iglesias», una fórmula evocadora,
que siempre me asombra. An-
dando el tiempo incluso las Iglesias más jóvenes adquieren consistencia en términos de seminarios, sedes, escuelas, universidades, asistencia sanitaria en las ciudades y los pueblos. El anuncio
del Evangelio se expresa también
abrazando las necesidades de los
pueblos. Veo una antigua sabiduría en la decisión de confiar a Propaganda Fe el servicio y el cuidado en favor de las nuevas Iglesias
no solo por lo que respecta a los
aspectos estrictamente eclesiales,
sino también a la hora de apoyar
las obras materiales gracias a las
Obras Misionales Pontificias, la
red nacida de la intuición de Paulina Jaricot, la venerable que murió
en la pobreza en las calles de
Lyon precisamente hace quinientos años.
La propagación de la fe,
¿es asimilable a una estrategia de expansión cultural y
religiosa?
La dinámica propia de la evangelización procede del mismo
Cristo. Es Él, el enviado del Padre, quien mandó a sus discípulos
a anunciar el Evangelio primero
de dos en dos, y luego poniendo
en sus manos plenamente este
mandato de manera definitiva antes de la Ascensión. Las estrategias de expansionismo responden a una lógica comercial o política. El dinamismo interior de la
fe, en realidad, no es paragonable
a todo esto. Se puede ver en los
Evangelios: cuando los primeros
discípulos encontraron a Jesús no
le pidieron otra cosa más que estar a su lado, conocerlo, escucharlo: «Maestro, ¿dónde vives?».
«Venid y veréis». Y se quedaron
con él. No había estrategia, no
había idea de expansión, solo el
deseo de conocerlo, porque nadie
hablaba de Dios como él. Evangelizar es difícil. Lo sabía muy bien
san Pablo y lo saben bien nuestros
misioneros. La evangelización
paga cada año un alto tributo incluso de sangre, pero nuestros
misioneros, como el Apóstol de
las gentes, tienen el consuelo de
Dios, como san Pablo, el cual,
después de innumerables persecuciones, vio en sueños al Señor
que le decía: «¡Ánimo! Así como
has dado testimonio de mí en Jerusalén, también es necesario que
des testimonio de mí en Roma»
(Hch 23, 11).
Como prefecto de Propaganda Fide, se encuentra usted de nuevo en la tesitura de
tratar los acontecimientos de
China. Los organismos gubernamentales siguen queriendo ejercer formas de control en el nombramiento de
los obispos. ¿Cómo puede
abordarse este problema?
Ha que abandonar la idea equivocada de que el obispo es un funcionario. Si no se sale de esta lógica, todo sigue estando condicionado por una visión política. Para
ser funcionario de un partido o de
un gobierno hay determinados
criterios. Los utilizados para el
nombramiento de los obispos son
diferentes. Y hay que respetar esta peculiaridad. Lo que nosotros
pedimos en todas partes, no solo
en China, es que los obispos sean
buenos obispos, dignos de la tarea que se les confía. Es decir, ¬
3ODIAS
21
Año de la fe
que sean hombres de Dios y también que sean capaces de tener
una visión de conjunto de la vida
de su Iglesia particular, para confirmar a los hermanos y ordenar
sacerdotes en la fe y en la gracia
de Dios. Se requiere una idoneidad particular, espiritual, y una
madurez psicológica, que implica
también equilibrio y prudencia.
En la elección de obispos que se
hace también en China son estos
los criterios que dirigen el comportamiento de la Santa Sede.
sensus fidei, purificado por años
de sufrimiento.
¿Cuál es la tarea de la Santa Sede para con la Iglesia en
China?
La Iglesia es una realidad de
comunión. No es una estructura
verticalizada, en la que el único
problema es hacer que pasen las
órdenes que llegan de arriba. La
tarea del magisterio no es afirmar
ciertas ideas o convicciones del
Papa o de los obispos. Su función
propia es la salus animarum, es
Rezando el rosario en la Catedral de la Inmaculada Concepción de Pekín
Sabiendo bien, naturalmente, que
también los obispos son ciudadanos de su propio país, y que, como tales, han de ser leales con su
patria, dando al César lo que es
del César, pero no en perjuicio de
dar a Dios lo que es de Dios. Como sucesores de los apóstoles, se
les exige que sean fieles totalmente a la doctrina de la Iglesia. Esta
no es una “orden” del Papa. Lo
desean ante todo los fieles. Son
los fieles los que en concreto juzgan luego la idoneidad y la dignidad de sus obispos: los aman o los
marginan. El bien precioso que es
lo más importante para el Papa y
los pastores en China, y que nos
pide el Señor, es el cuidado pastoral del pueblo de Dios, el cual en
China posee un extraordinario
22
3ODIAS
la de confirmar al pueblo de Dios
en la fe y en la fidelidad a Cristo,
es vivir, en la comunión con toda
la Iglesia, en la fidelidad al Papa.
En China como en todas partes,
cuando surgen dificultades hay
que intervenir, y a veces corregir
si es necesario. Pero tampoco en
este proceso nadie decide por sí
mismo. Se necesita el consenso
de los fieles, de los sacerdotes y
de los obispos. La Iglesia vive en
este mundo y camina en la historia. Es esencial que también en las
relaciones con la realidad civil y
política los obispos, los sacerdotes, los religiosos y los fieles ayuden a la Sede Apostólica ofreciendo elementos de valoración.
Lo único que no se puede hacer
es separar y contraponer el Suce-
sor de Pedro a los obispos, o bien
a los sacerdotes contra los obispos, y mantener la unidad del
pueblo de Dios. Aquí vuelve el tema de la Lumen gentium: si la
Iglesia es Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, no se pueden poner
en contraposición los elementos
que pertenecen tanto a su tradición como a su realidad viva.
Benedicto XVI ha convocado un Año de la fe. ¿De qué
modo participará usted y su
dicasterio en esta perspectiva solicitada por el Papa a toda la Iglesia?
Nosotros, como Congregación, afrontamos el Año de la fe
en la perspectiva del primer anuncio. Y creemos que el Año de la fe
es ante todo un año en el que hemos de rezar por la fe, es decir,
hemos de pedir al Señor que nos
la de. Sin esto, incluso todas nuestras obras y la red de ayudas que
abarca todo el mundo, en especial
el misionero, perderían su verdadera razón de ser. Por eso hemos
pensado en una pequeña señal
concreta: repartiremos un simple
rosario cuyas cuentas intermedias
entre una decena y la otra serán
de distintos colores, representando los cinco continentes, como
para significar que esa decena está dedicada especialmente a las
exigencias de la evangelización y
la fe en ese continente (los colores
son: blanco para Europa, rojo para América, amarillo para Asia,
azul para Oceanía y verde para
África). Lo difundiremos por todo
el mundo, recogiendo las peticiones y adhesiones también a través
de internet. De este modo, quienquiera podrá rezar a la Madre de
Jesús por el anuncio del Evangelio
en todos los continentes. Me gusta pensar en la invitación que, en
Canaán de Galilea, María dirigió a
los criados: «Haced lo que él os diga». Si escuchamos esta invitación, estamos seguros de que el
Señor no dejará que le falte a su
Iglesia el mejor vino de la fe para
todo el mundo.
q
Año de la fe
Volvamos a san Agustín
«Hablar de la Iglesia solo en términos de programación lleva
ineluctablemente a pensar que, al final, son los hombres los que
están en el comienzo del acto de fe. Y esta es la transposición,
en términos pastorales, del pensamiento de Pelagio».
Entrevista con Francesco Moraglia, patriarca de Venecia
por Gianni Valente
o seremos capaces de
dar respuestas adecuadas sin una nueva
acogida del don de la Gracia; no
sabremos conquistar a los hombres para el Evangelio a no ser que
nosotros mismos seamos los primeros en volver a una profunda
experiencia de Dios». Así habló
Benedicto XVI a los obispos italianos reunidos en asamblea plenaria el pasado 24 de mayo. Mientras se acerca el Año de la fe, el
«N
24
3ODIAS
Sucesor de Pedro no pierde ocasión de sugerir lo único que parece
realmente interesarle. Son tiempos confusos, tiempos que contemplar de todos modos con «una
mirada de gratitud por el crecimiento del grano de trigo incluso
en un terreno que se presenta a
menudo árido». Tiempos en los
que también la actualidad eclesiástica parece otorgar más evidencia
y resplandor a las palabras de Jesús: «Sin mí no podéis hacer nada»
(Jn 15, 5). «Yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).
En este marco ha vivido monseñor Francesco Moraglia los primeros pasos de su ministerio como nuevo patriarca de Venecia.
Sus respuestas, en la entrevista
En estas páginas, el nuevo Patriarca
de Venecia Francesco Moraglia durante
la ceremonia de toma de posesión
el 25 de marzo de 2012
que sigue, son una ayuda sencilla
para vivir como tiempo propicio
el inminente Año de la fe, desbrozando el campo de todo peligro de
“auto-ocupación” eclesial.
Benedicto XVI, durante su
viaje a Portugal, había dicho:
«Con frecuencia nos preocupamos afanosamente por las
consecuencias sociales, culturales y políticas de la fe,
dando por descontado que
hay fe, lo cual, lamentablemente, es cada vez menos
realista». Luego convocó un
año de la fe. ¿Qué quiso sugerir el Papa con esto?
FRANCESCO MORAGLIA:
Al convocar el Año de la fe, el
Santo Padre ha querido indicar
que lo que desde siempre –es decir, también hoy– es la realidad
que fundamenta la vida del creyente y de la Iglesia es la fe.
Es precisamente el concepto
que se tiene de fe lo que determina
consiguientemente la manera de
entender el cristianismo; y siendo
la fe el comienzo de la vida cristiana, entonces, para la fe vale lo que
el evangelista Marco dice a propósito de la parábola del sembrador:
si no comprendéis esta, ¿cómo
vais a comprender las otras parábolas? Es definitiva: según la idea
que tengamos de la fe se origina y
despliega un tipo u otro de cristianismo.
Los periódicos escriben:
este año sirve para “revitalizar” la fe. Pero, ¿está esto en
nuestro poder? ¿Somos nosotros –la Iglesia, el Papa, o
los fieles– los artífices de
nuestra fe?
La Iglesia, el Papa, los fieles,
como también los teólogos, no están en el origen del hecho de fe ni
de la vida del creyente.
Por eso hemos de prestar atención a nuestro modo de hablar. En
el ámbito humano y eclesial el lenguaje reviste una importancia fundamental; ahora bien, hablar de la
Iglesia solo o principalmente en tér-
minos de programación, como
también reducir la evangelización a
una cuestión de lenguaje, lleva ineluctablemente a pensar que, al final,
son los hombres los que están en el
origen del acto de fe. De este modo
se reduce todo a una operación humana. Pero esta–bien mirado– es la
transposición, en términos pastorales, del pensamiento de Pelagio; a
mi modo de ver, hoy más que nunca
ha de oírse alto y claro el nombre de
Agustín, a cuya escuela hemos de
volver todos, pastores y fieles.
Para volver a su pregunta: la
Iglesia, el Papa y los fieles pue- ¬
Un patriarca para la gente
F
rancesco Moraglia, segundogénito de cuatro hijos (dos
chicas y dos chicos), nació en
Génova el 25 de mayo de 1953
de un padre abogado –fallecido
el pasado mes de febrero– y una
madre maestra y luego ama de
casa. Fue ordenado sacerdote
el 29 de junio de 1977.
En 1979 fue nombrado vicepárroco en una parroquia del
centro de Génova, cargo que
mantuvo hasta 1988. En 1981
se doctoró en Teología dogmática y en 1986 comenzó la docencia en el Instituto Superior de
Ciencias religiosas de la región
Liguria, enseñando Teología
dogmática fundamental y Teología sacramentaria. Desde 1994
hasta 2007 fue también director
del mismo Instituto. Desde finales de los ochenta ha enseñado
también Cristología, Antropología, Teología sacramentaria e
Historia de la teología en la Facultad teológica de la Italia septentrional, sección del Seminario de Génova.
De 1990 hasta 2007 fue asistente diocesano del MEIC (Movimiento eclesial de compromiso
cultural). En 1995 fue nombrado
presidente de la Comisión diocesana para los problemas pastorales de los movimientos religiosos alternativos y de las sectas,
y también, desde 1996, director
de la Oficina diocesana para la
cultura y la universidad.
El 6 de diciembre de 2007 fue
nombrado obispo de la sede
episcopal de La Spezia – Sarzana – Brugnato. Lo ordenó obispo, el 3 de febrero de 2008, el
cardenal Angelo Bagnasco.
En abril de 2010 fue nombrado presidente del consejo de administración de la Fundación comunicación y cultura de la CEI,
de la que depende la cadena
Tv2000.
Benedicto XVI lo nombró patriarca de Venecia el 31 de enero
de 2012. El 29 de mayo de 2012
fue elegido presidente de la Conferencia episcopal del Trivéneto.
En concomitancia con el ingreso y con los primeros meses
de ministerio pastoral en la Serenísima, al nuevo Patriarca se
le han dedicado ya dos instantbooks editados por Cid/Gente
Veneta: Francesco, Patriarca
dei due mari (con prefacio de Dino Boffo) y Con voi e per voi (con
prefacio de don Sandro Vigani).
De ellos hemos sacado algunas
de las fotos de estas páginas.
G. V.
3ODIAS
25
Año de la fe
den –propiamente hablando– revitalizar la fe, ante todo, colocándola con renovada fuerza en el
centro de la vida eclesial y proponiéndola como método de vida, o
mejor dicho, como el caso serio
del cristiano.
¿Cómo comienza la fe?
¿Puede ser el resultado de un
plan educativo que hace surgir el sentimiento religioso
del hombre?
Me limito a decir que la fe, siendo el término de la gracia, es puro
don. No quisiera que, sobre todo
en el contexto actual, diluyendo el
vigor de esta afirmación se termine –como ya he dicho– por calificar a la fe con términos demasiado
humanos. Qué duda cabe que la
expresión “la fe es pura gracia”
hay que entenderla en el sentido
de que la fe siempre se nos ofrece
de manera humana, es decir, interpelando nuestra libertad y nunca
prescindiendo de ella como tampoco de nuestra responsabilidad.
¿Cómo se mantiene, se alimenta y crece la fe? ¿Cómo
no se pierde? ¿Es cuestión de
tenacidad?
La fe se mantiene sencillamente
viviéndola cotidianamente en compañía de la Iglesia; día a día, pues,
se alimenta y crece perteneciendo
al mundo de la fe y renovando cada
día la opción de la fe; en otros términos, dejándose llevar por la fe y
recordando que –en lo concreto de
la vida–, al final, para el cristiano todo es don. Sin duda alguna, descubrirse criaturas y gozar siéndolo,
percibirse en la propia persona y
en la propia historia como parte de
un todo, de un proyecto que siempre nos precede y acompaña, esta
es, podemos decir, la gracia que actúa. Encuentro especialmente eficaz la expresión usada por Benedicto XVI en Porta fidei: «La fe crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se
comunica como experiencia de
gracia y gozo...».
Cuando se habla de la fe,
las llamadas al Espíritu, a la
Gracia, a Jesús, a veces parecen como formularios rituales, premisas obligadas de la
“jerga” eclesial, para luego
pasar al “discurso de verdad”, en el que el acento cae
en la estrategia, en la fórmula
que adoptar, en el plan educativo que tenemos que desarrollar.
A veces pasa que también estas llamadas están ausentes casi
por completo del lenguaje de quienes, a pesar de todo, se confiesan
cristianos. De este modo se anulan los fundamentos de la vida
bautismal. Esto es aún más grave
si pensamos que el lenguaje es la
mayor forma expresiva de la cultura de una persona; en cierto tipo
de catequesis, por poner un ejemplo, se ha pasado de la confesión
de Jesús salvador a Jesús entendido como maestro, luego amigo, y
en fin como fuerza espiritual.
Pero si la fe, que en la vida de la
persona y de la Iglesia es esencialmente don y cumplimiento, queda
envilecida en esta dimensión, y todo tiende a ser programación pastoral y construcción humana, encajonando al Espíritu en decisiones organizativas, entonces también la salvación se convierte de
hecho en puro proyecto teológico
y or ganización pastoral. Los
ejemplos pueden multiplicarse,
aquí me limito a indicar uno en el
ámbito de la celebración litúrgica:
la hiperactividad creativa y cierto
protagonismo ante la asamblea.
En muchos discursos, a la
fe cristiana se la identifica e
contrario, como si su afirmación fuera ante todo una
respuesta a tendencias y filones culturales de la modernidad en la que vivimos.
¿Qué piensa de esta modalidad de enfoque? ¿Tiene la fe
como primer objetivo expresivo la confutación cultural
de la no-fe?
Sí, es cierto, el riesgo indicado
existe realmente.
La fe, ante todo, ha de ser fiel a
sí misma, es decir, ha de decir Jesucristo, decirlo bien, decírselo a
todos, decirlo de manera comprensible y a partir –como nos enseña la Dei Verbum– de la Palabra
de Dios transmitida por la Iglesia.
La crítica que se le dirigía a
cierta manualística coincidía precisamente en que se dejaba tomar
Jesús y la samaritana, detalle
de los mosaicos de la Basílica
de San Marcos de Venecia
26
3ODIAS
Volvamos a san Agustín
por determinadas “cuestiones”
que se querían confutar, pero terminando por reducir o incluso distorsionar, de manera inaceptable,
las verdades de fe que, de por sí,
se querían anunciar.
Concretamente, para
aprovechar la ocasión del
Año de la fe, ¿qué hay que hac e r ? ¿ To m a r i n i c i a t i v a s ?
¿Echar discursos?
La fe es respuesta a una persona –a la persona de Jesucristo–;
así que los discursos, las conferencias, los simposios por sí solo
siguen siendo insuficientes ante la
realidad humano-divina de la fe;
serían suficientes si la fe se colo-
–muerte/resurrección– de Cristo; de este modo somos inmediatamente conducidos al centro del
acontecimiento salvífico que
puede vivirse solo en la fe; el corazón del hecho eucarístico se
connota, precisamente, como
mysterium fidei.
Si la fe es un don de gracia,
al comienzo y en cada paso
del camino, ¿qué comporta
esto para la Iglesia, para su
forma y sus dinámicas?
Comporta innumerables cosas. Indico una que, sin embargo,
me parece que ayuda a comprender: me refiero al uso del adjetivo
posesivo “nuestra”, colocado de-
case únicamente en el plano humano, si fuera una pura opción
ética o una tesis filosófica. Pero,
en cambio, la fe pide que se la
acepte y viva en su realidad sacramental, es decir, realidad humana y divina.
Estoy, pues, convencido, por
poner un ejemplo, de que una participación más intensa y una cuidada educación para la celebración litúrgica, por parte del pueblo de
Dios –pastores y fieles–, de cara a
una renovada vida de caridad hacia
Dios y el prójimo, es una propuesta
adecuada, un punto de partida justo, con vistas al Año de la fe.
Se trata, lo repito, de implicar
a toda la comunidad eclesial en el
acontecimiento de la Pascua
lante del sustantivo Iglesia; esto es
un modo de expresarse que expresa cercanía, cariño, simpatía
hacia la Iglesia pero si no tenemos
cuidado de mantenerlo unido a la
otra expresión, “Su” Iglesia, corremos el riesgo de considerar a la
Esposa de Cristo como una criatura nuestra, un producto nuestro,
una realización humana que, al final, precisamente porque es
“nuestra” podemos siempre y de
nuevo reconstruir y deconstruir a
nuestro gusto. En cambio, la Iglesia es, ante todo, Suya, es decir, es
de Cristo, quien, según la hermosa simbología patrística de los primeros siglos, retomada luego en
la Edad Media, es el sol, mientras
que la Iglesia se coloca como mys-
terium lunae y está totalmente
iluminada por el sol.
A veces, también en nuestra reciente actualidad eclesial, esta percepción del punto manantío de la Iglesia queda ofuscada para muchos
cristianos, como una especie
de vuelco: de reflejo de la presencia de Cristo, se pasa a
percibir al grupo eclesial como una realidad enfrascada
en atestiguar por sí misma
su presencia relevante en la
historia. Y este atestado de sí
misma es presentado como
un modo para “demostrar” la
credibilidad del cristianismo.
¿Para qué pueden servir estas dinámicas?
Si se pierde de vista que el
acontecimiento cristiano es algo
real e histórico, que tiene que ver
con la carne y la sangre, entonces
este hecho nos lleva a una visión
“espiritualista” que ya no intercepta al hombre concreto, hecho
precisamente de carne y sangre.
De este modo, si se pierde de
vista que la Iglesia es cuerpo de
Cristo, entonces, a cada instante,
la Iglesia se pondrá a la búsqueda
de su legitimación y afirmación,
convirtiéndose en autorreferencial. Pensemos en los dos discípulos de Emaús que no se dan cuenta
del Resucitado, que seguían hablando de sus problemas, de sus
tristezas y que no consiguen abrir
los ojos a Él y verlo.
Es el drama siempre posible de
la autorreferencialidad de la Iglesia, que quiere decir: extravío de
su identidad sacramental; la Iglesia, en efecto, nos sigue recordando el Vaticano II, en la Lumen
gentium, es sacramento de Cristo
y, por lo tanto, si esta realidad se
empaña la cuestión no es para nada insignificante.
Del mismo modo, a veces
parece que la intención de
atestiguar la fe en el mundo
es algo que hay que confiar a
iniciativas extraordinarias o
incluso espectaculares.
¬
3ODIAS
27
Año de la fe
Pero encaminarse por este camino significa no marchar de
acuerdo con lo que Jesús dijo e hizo en el Evangelio, ni con la propia realidad del vivir humano, hecho de gestos cotidianos. La Iglesia, de este modo, se autoliquidaría; no se puede vivir, en efecto, de
cosas extraordinarias, sino ordinarias: las cosas de cada día; el
Evangelio no es para pocos elegidos ni está hecho de cosas vividas
una vez y basta. Antes al contrario, es cuestión de salvación todos
los días y para cada hombre.
El comienzo del Año de la
fe coincide con los cincuenta
años del comienzo del Concilio Vaticano II. Algunos atribuyen directamente a aquel
acontecimiento la crisis de fe,
llegando a interpretarlo como el origen del retroceso del
cristianismo o incluso como
el instrumento de penetración de un pensamiento no
católico en la Iglesia. ¿Qué
piensa usted?
Mi ordenación sacerdotal tuvo
lugar en 1977, por lo que puedo
decir que nací teológicamente y
como sacerdote después del gran
acontecimiento eclesial del Concilio ecuménico Vaticano II. Si volvemos a leer los textos conciliares, si interpretamos su espíritu a
partir de la letra y no contra la letra, si no nos apresuramos a lanzar afirmaciones del tipo “por fidelidad al Concilio hay que ir más
allá del Concilio” (frase en la que
cada cual puede encontrar lo que
más le guste cada vez), entonces
no podemos más que considerar
el Concilio como una verdadera
gracia para la Iglesia de nuestro
tiempo. También aquí, una vez
más, Benedicto XVI nos ha indicado el camino principal hablando de la hermenéutica de la reforma en la continuidad y tomando
las distancias de toda hermenéutica de la ruptura.
El Año de la fe tiene su precedente en el que declaró Pablo VI en 1967 y que culminó
28
3ODIAS
con la proclamación del Credo del pueblo de Dios. ¿Cómo vivió personalmente aquel
momento, cómo lo recuerda?
Entonces yo era un adolescente, tenía catorce años; pero me
acuerdo muy bien de que se percibía en los medios de comunicación, y por consiguiente en la sociedad, el crecimiento de un clima
de sospecha y animadversión hacia
el magisterio de la Iglesia. Estaba
claro el intento de dividir el cuerpo
eclesial, contraponiendo el magisterio –sobre todo el del Papa– a los
fieles, considerados el verdadero
pueblo de Dios. Se olvidaba, o quizá no se quería recordar, que la Lumen gentium, hablando del pueblo de Dios como de quien disponía del poder profético y carismático, afirma, citando a Agustín: «La
universalidad de los fieles no puede
equivocarse en creer... “cuando
desde los obispos hasta a los últimos fieles laicos” (cfr. san Agustín,
De praedestinatione Sanctorum
14, 27: PL 44, 980) muestra el
consenso universal en cuestiones
de fe y de moral». Eran años en los
que, con una catequesis oportuna,
se habría tenido que apoyar y
acompañar mayormente la fe de
los sencillos frente al enorme poder de los especialistas.
El Año de la fe coincide
con una crisis económica
que está ahogado incluso a
las sociedades del bienestar.
Alguien dirá que se busca refugio en lo espiritual para
soportar los problemas materiales. ¿Qué tiene que ver,
por ejemplo, la fe con la pérdida del trabajo que está angustiando también en Italia a
millones de personas?
Corresponde a una idea equivocada de fe la de quien se refugia
en la fe solo para no sucumbir a los
problemas materiales; el creyente,
efectivamente, es aquel que se adhiere al Señor Jesús prescindiendo
de que las cosas, humanamente, le
vayan bien o mal.
La fe, “sobre todo”, no tiene
que ver con nada que sea colateral
al hombre. El hombre no está ya
completo en sí prescindiendo de
su relación con Jesucristo. Antes
bien, la fe es lo que lleva a la realización total humana respetándola
en su especificidad y autonomía.
Dicho esto, qué duda cabe de
que la fe sostiene de manera particular a quienes atraviesan momentos difíciles, ayudándoles a
vivirlos y colocarlos en un horizonte más amplio; sin embargo,
con esto la fe no exime al creyente de cumplir todos los pasos que
humanamente ha de llevar a cabo y de todo lo que está en sus
manos hacer.
En una historieta que circulaba en ámbito teológico hace al-
Volvamos a san Agustín
Jesús
resucitado y el
apóstol Tomás,
detalle de los
mosaicos
de la Basílica
de San Marcos,
Venecia
gunos años, se cuenta que un
barco se está hundiendo y que,
entonces, el comandante ordena: «¡Los ateos a las pompas, los
creyentes a rezar!».
Usted nació y creció en
Génova y ahora es patriarca
de Venecia. ¿Hay algún rasgo particular que connota y
distingue la fe de la gente
de mar?
El amor por la propia historia y
el vínculo con las raíces, el mantener vivos los recuerdos y las tradiciones, el valor que se da a la religiosidad popular y, además, entender el sentido de la vida como
viaje, ir hacia una meta. Por lo
tanto, en última instancia, una
gran apertura al futuro y a los demás. Por otra parte, el mar une
orillas de países y continentes distintos, el mar hace posible la comunicación entre los hombres
mediante encuentros e intercambios comerciales pero sobre todo
culturales; en fin, el mar, precisamente en su inmensidad, se convierte en símbolo de Dios y de su
infinidad.
¿Y qué diría usted de su fe?
¿Cómo germinó? ¿Qué acontecimientos y encuentros la
alimentaron?
Mi fe, como asentimiento a
las realidades creídas, es ahora la
misma de cuando hace ya muchos años me preparaba para la
primera comunión y de cuando
era monaguillo; esto es para mí
una cosa muy hermosa porque
dice una vez más la verdad del
Evangelio. Me refiero a la invitación de Jesús: dejad que los niños se acerquen a mí; la fe, de este modo, se muestra como es realmente a todos: niños y adultos,
sencillos y doctos, ricos y pobres; aquí se muestra, en un sentido verdadero, toda la “democraticidad” de la fe.
La modalidad de adhesión,
pues, no afecta a la sustancia del
acto de fe que está, precisamente,
en la gracia, adhesión al misterio
y no elaboración cultural. Precisamente por esto, los diferentes y
múltiples modo de adhesión, más
o menos cultos, no tocan a la fe
en sí, es decir, al sí que salva.
¿Y qué indicaciones les
dará a todos para vivir el Año
de la fe?
La indicación es volver a descubrir la fe en sus características
propias, superando toda posible
reducción y distorsión. El riesgo
es hacer de ella una realidad intelectual o sentimental, no comprendiéndola ya como evento salvífico que hace que la humanidad
se complete; el hombre, solo, no
puede hacerlo, y la fe le permite
realizar su humanidad; la fe completa lo que la criatura que soy yo
solo entrevé y preanuncia.
Por eso, la indicación de método que Jesús da a los suyos, cuando los llama al apostolado, es fundamental. A la pregunta: maestro, ¿dónde vives?, Jesús responde invitándoles a seguirlo. También nosotros al comienzo de este
Año de la fe, en primer lugar, hemos de volver a descubrir la vida
eclesial como sequela Christi. Se
trata de vivir no solamente en la
Iglesia, sino, como decía casi hace un siglo Romano Guardini, la
Iglesia. Y para ello es fundamental volver a centrarse en una oración más auténtica –especialmente la litúrgica– y también volver a
descubrir el gesto humilde de la
peregrinación, señal de un camino común hacia la meta, que es el
Señor Jesús, comienzo y realización de nuestra fe.
El Papa Luciani, también
patriarca, hizo como Papa
sus primeras catequesis sobre fe, esperanza y caridad.
¿De qué manera puede ofrecer esta figura puntos de
edificación en la actividad
pastoral?
Este año se cumple el centenario de su nacimiento, y trataremos de celebrarlo de manera digna. Algunos lo han considerado
duro e incluso le han achacado
que era demasiado fiel al Papa y a
su magisterio. En realidad él trató
en todo momento de poder componer las cosas y dar con la solución de los problemas. Y a más de
treinta años de su muerte, en el
pueblo y las parroquias ha quedado un recuerdo muy vivo de Luciani. Los venecianos, tanto de
tierra como de mar, conservan un
recuerdo grato y afectuoso de este patriarca. Lo recuerdan como
un hombre de Dios, un pastor que
dejó una huella en el pueblo, también con lo concreto de sus homilías y con su capacidad de diálogo
y escucha.
q
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Iglesia  Diálogo interreligioso
Haber visto
al Papa rezar
Es lo que cuenta también
en el diálogo con el islam.
Apuntes y reflexiones
del presidente
del Consejo Pontificio
para el Diálogo interreligioso
por el cardenal Jean-Louis Tauran
R
ecientemente un profesor
de la Universidad de Túnez les dijo a sus alumnos:
«Estad atentos a no dejar caer
vuestra plumas, porque si no en
32
3ODIAS
vuestras manos quedarán los cuchillos». Es un aviso sabio. Cuanto más precaria es la situación,
más necesario es el diálogo, porque no hay alternativa. Cierta-
mente los cristianos, –en las escuelas, universidades y hospitales
que mantenemos en los países de
mayoría musulmana– cuidamos
solícitamente de dar testimonio
Fieles iraquíes en una iglesia caldea de Bagdad; en la página de al lado, Benedicto XVI durante el rezo del rosario;
el cardenal Jean-Louis Tauran con los estudiantes del centro de formación profesional Inter-Faith,
en Bokkos, Nigeria
del amor hacia todos y sin
condiciones o distinciones, y nuestros amigos
musulmanes aprecian sinceramente esta actitud.
Día tras día, trabajando en
este Consejo Pontificio,
descubro una dimensión a
veces arrinconada: nuestros amigos musulmanes
respetan a la gente que reza. Una liturgia o una Eucaristía bien preparadas y
bien celebradas son un válido testimonio cristiano.
No olvidaré nunca lo que
me dijo, cuando trabajaba
en la Secretaría de Estado,
un embajador de religión
musulmana que vino a hacer la tradicional visita de
despedida: «Después de
tres años de misión ante la Santa
Sede, lo que más me ha llamado
la atención no ha sido vuestra
postura política sobre Oriente
Medio o el prestigio de la diplomacia vaticana, sino haber visto
al Papa rezar». Creo que esto es
para nosotros como una invita-
ción a ser siempre personas de
fe, a no tener nunca miedo de
manifestarla. Naturalmente pueden existir obstáculos externos (la
discriminación por motivos religiosos) o incluso internos (ignorancia, pecado) que hacen que
nuestro testimonio no sea siempre luminoso.
Es importante que quien entra
en diálogo tenga una idea clara
del contenido de su propia fe y un
perfil espiritual bien determinado: no puede haber un diálogo
basado en la ambigüedad. Por
desgracia, muchos jóvenes cristianos tienen una idea superficial
del contenido de su fe; por esto es
una gracia enorme tener a un Papa como Benedicto XVI, que sabe dar testimonio y enseñar que
nuestra fe no es un sentimiento o
una emoción –quizás también lo
es, en algunos momentos– y desde luego no es un mito. Jesucristo existió, fue un hombre en medio de los hombres, vivió en un
periodo y en un lugar históricamente determinados de la historia, murió y resucitó. El Papa Be-
nedicto nos habla también del
equilibrio entre razón y fe. Decía
en una homilía pronunciada en
Alemania: «La fe es sencilla. Creemos en Dios, principio y fin de
la vida humana. En el Dios que
entra en relación con nosotros,
los seres humanos». Pero se preguntaba: «¿Es algo razonable?», y
precisaba: «Creemos que en el
origen está el Verbo eterno, la
Razón y no la Irracionalidad»
(santa misa en Regensburg, 12
de septiembre de 2006).
Junto con la fe y la razón,
también es importante la amistad. El diálogo interreligioso no
es un diálogo entre las religiones,
sino entre los creyentes llamados
a testimoniar en el mundo de hoy
que no solo de pan vive el hombre. Todo empieza con el respeto para acabar en una amistad
respetuosa. Cuando estamos ante alguien que cree y reza de distinta manera que nosotros, lo
primero es tomarse el tiempo
para conocerle, para comprender sus aspiraciones espirituales;
luego revisaremos lo que nos ¬
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33
Iglesia  Diálogo interreligioso
distingue y lo que, en cambio,
nos une. Y si existe un patrimonio común, entonces todos debemos ofrecerlo a la sociedad
que nos rodea, porque el diálogo
religioso no está destinado a mi
comunidad, sino a la otra, a la de
mi interlocutor. El diálogo es una
apertura que nos llama a acercarnos con delicadeza a la religión y
a la cultura de los demás.
¿Qué es lo que me ayuda en
mi trabajo? El testimonio admirable de los cristianos que he tenido
la gracia de conocer en países de
Oriente Próximo, del Lejano
Oriente y recientemente en África. Su adhesión convencida a la
fe, su fidelidad a la Iglesia, el afecto filial que tienen al Papa, todo
esto es una gran ayuda para todos. Jesús está allí en estas pequeñas comunidades. Es la fe de
los sencillos, disponibles a acoger
al obispo que les visita, a pedir
una bendición, porque saben mediante una fe intuitiva que la Iglesia es una familia.
Después de mi ordenación sacerdotal no me imaginaba, por
supuesto, que viviría mi sacerdocio practicando el diálogo, primero “diplomático”, hoy “interreligioso”, aunque, en las estampitas
de mi ordenación sacerdotal,
mandé imprimir las palabras de
Pablo a los Corintios: «Somos
embajadores de Cristo: como si
Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os
suplicamos: ¡reconciliaos con
Dios» (2Co 5, 20).
He de confesar que el dialogo
interreligioso me ha permitido
profundizar en mi fe, porque
cuando le pregunto a alguien cómo vive su fe, sé que mañana me
harán la misma pregunta a mí. En
el mundo pluralista de hoy, estamos llamados cada vez más «a dar
respuesta a todo el que nos pida
razón de nuestra esperanza…
con dulzura y respeto», como recomendaba Pedro (1P 3, 15-16).
Recientemente estaba en Nigeria y me invitaron a visitar una
34
3ODIAS
Benedicto XVI de rodillas ante el altar de la tumba de san Francisco,
con algunos líderes y representantes de las Iglesias, de las Comunidades eclesiales
y de las religiones del mundo, con ocasión del Encuentro de Asís,
el 27 de octubre de 2011
escuela profesional fundada por
un sacerdote, que acoge durante
dos años a jóvenes, tanto musulmanes como cristianos. Admiré
el respeto mutuo que demostraban, la alegría de estar juntos y
también la dimensión religiosa
que ese sacerdote ha sabido infundir en ellos, sin relativismo o
sincretismo.
Estoy convencido de que es
posible vivir juntos en las sociedades humanas desgarradas por
tanta violencia y ser, como creyentes, fermentos de perdón, reconciliación y paz.
En fin, en varias ocasiones me
han preguntado si “el presbítero
Tauran” logra dar testimonio
dentro de sus compromisos institucionales.
No sé si mi vida ha sido un testimonio creíble, pero después de
mi ordenación he tenido siempre
una convicción: primero debo ser
sacerdote, sean cuales sean las
circunstancias. Lo importante
para un sacerdote, pero también
para los fieles, es que mediante
nuestra vida de cada día quien no
conoce a Jesús pueda “entrever”
su presencia en medio de nosotros. De ahí la importancia de
una Iglesia unida y misionera.
Dentro de unos días pronunciaré en Rouen el panegírico de
Juana de Arco y meditaré sobre
algunas frases que ella pronunció
antes de morir. Quisiera mencionar una que aprendí en los años
del seminario: «Dieu fait ma route
/ Dios traza mi camino». Lo importante en la vida de todo cristiano, y con mayor razón para un
sacerdote o un obispo, es cultivar
la libertad interior para permitirle
a Dios que realice, a pesar de
nuestros límites, su proyecto:
reunir a todos los hombres en
una única familia.
(Texto recogido
por Giovanni Cubeddu)
EN RECUERDO DE DON GIACOMO TANTARDINI
27 de marzo de 1946 – 19 de abril de 2012
«Ven, pues, Señor Jesús...
Ven hacia mí, búscame, encuéntrame,
tómame en brazos, llévame»
(san Ambrosio,
Expositio in psalmum 118)
P O RTA D A
RECUERDO
Mi amigo don Giacomo
36
3ODIAS
El cardenal Jorge Mario Bergoglio durante la homilía en la Basílica de San Lorenzo Extramuros el 18 de febrero de 2012
«En la ceremonia de las Confirmaciones
en San Lorenzo Extramuros pedimos por su salud…
y agradeció con un gesto de esperanza de curarse y,
a la vez, de entrega». El cardenal Bergoglio recuerda
a Giacomo Tantardini, sacerdote
por el cardenal Jorge Mario Bergoglio, s.j.
arzobispo de Buenos Aires
Jesús y Juan,
detalle de La última cena,
Giotto, Capilla de los Scrovegni,
Padua
cuérdense de vuestros dirigentes, porque ellos les anunciaron la Palabra de Dios: consideren cómo terminó su vida e imi-
“A
ten su fe” (Heb 13, 7). Así nos
exhorta el autor de la Carta a los
Hebreos a tener en cuenta aquellos que nos anunciaron el Evangelio y que ya han partido. ¬
3ODIAS
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RECUERDO
El cardenal Bergoglio con don Giacomo Tantardini en una foto de marzo de 2009
Así, por gracia, se puede perseverar en el camino,
hasta el final: el hombre-niño se abandona
en los brazos de Jesús mientras pide que pase
este cáliz, y es tomado y llevado en brazos,
con las manos juntas y los ojos abiertos.
Dejándose sorprender una vez más
por el don más grande.
Nos pide que los recordemos pero no con la memoria formal y
tantas veces compasiva del
“¡qué bueno que era!” escuchada con frecuencia en el peristilo
de los cementerios. Tal memoria
es un simple recuerdo de formalidad social. Nos pide, en cambio, que los recordemos desde la
fecundidad de su siembra entre
nosotros. Nos pide que los recordemos desde la memoria del
corazón, esa memoria deuteronómica que edifica sobre piedra,
que plasma vidas y sella corazones. Sí, nuestro corazón se edifi-
38
3ODIAS
ca sobre la memoria de aquellos
hombres y mujeres que supieron
acercarnos a fuentes de vida y de
esperanza, de las que podrán beber los que nos sigan. Es la memoria de la herencia recibida y
que, a su vez, hemos de trasmitir
a nuestros hijos.
Así, con esta memoria, recordamos a Don Giacomo, y nos
preguntamos ¿qué nos dejó?,
¿qué huellas suyas encontramos
en el camino de nuestras existencia? Simplemente me atrevo a
decir que dejó las huellas de un
hombre-niño que nunca terminó
Dejad que
los niños
se acerquen a mí,
Carl Vogel
von Vogelstein,
Galería de Arte
Moderna,
Florencia
de sorprenderse. Don Giacomo,
el hombre de la sorpresa; el
hombre que se dejó sorprender
por Dios y supo abrir el camino
para que esa sorpresa anidara en
los demás.
Mi amigo don Giacomo
Don Giacomo, un sorprendido que mirando al Señor que lo
llamaba continuamente y se preguntaba, casi sin poderlo creer,
como el Mateo del Caravaggio
¿a mí Señor?; un sorprendido
ante esa indescriptible “sobreabundancia” vencedora de la gracia sobre la abundancia mezquina del pecado, de ese pecado
que siempre nos disminuye; un
sorprendido que se sintió busca-
do, esperado y amado por el Señor, mucho antes de que él atinara a buscarlo, esperarlo y amarlo; un sorprendido que, como los
del lago de Tiberiades, no se
atrevía a preguntarle a Él quién
era porque bien sabía que era el
Señor.
Y este sorprendido se dejó
preguntar una y otra vez: “¿me
amas?” para responder con la
sencillez fogosa del amor: “Señor, tú sabes que te amo”. Y esto
fue así porque este hombre-niño
alimentaba su amor con la sencilla pero sapiencial prontitud de
la contemplación de toda aquella
Gracia que lo superaba.
Así era Don Giacomo. No había perdido la capacidad de
asombrarse; reflexionaba desde
ese estupor que recibía y alimentaba en la oración. A veces daba
la impresión de que esa sensibilidad lo agobiaba, lo cansaba o lo
ponía nervioso, y esto no es raro
en un hombre de temperamento
humano fuerte a quien la Gracia
no cesó de trabajarlo en su conversión a la mansedumbre.
La última imagen de él me
conmueve: en la ceremonia de
las Confirmaciones en San Lorenzo Extramuros, las manos
juntas, los ojos abiertos y asombrados, sonriente y serio a la
vez. Allí pedimos por su salud…
y agradeció con un gesto de esperanza de curarse y, a la vez, de
entrega. Así, por gracia, se puede perseverar en el camino, hasta el final: el hombre-niño se
abandona en los brazos de Jesús
mientras pide que pase este cáliz, y es tomado y llevado en brazos, con las manos juntas y los
ojos abiertos. Dejándose sorprender una vez más por el don
más grande.
Agradezco a Dios nuestro Señor el haberlo conocido. A mí
también me cabe el “consideren
como terminó su vida e imiten su
fe” de la Carta de los Hebreos.
Buenos Aires, 6 de mayo de 2012
3ODIAS
39
RECUERDO
Una amistad
que floreció bajo
el signo de san Agustín
Los congresos sobre la actualidad del santo de Hipona
en la Universidad de Padua se convierten en ocasión
de una amistad, profunda y duradera, entre un sacerdote,
el desaparecido don Giacomo Tantardini, y un magistrado,
Pietro Calogero, que entrega a 30Días su conmovido recuerdo
por Pietro Calogero
on Giacomo me recibió
con una tímida caricia de
sus ojos y un leve e infantil rubor cuando el 1 de abril de
2003 le fui presentado en el aula
magna de la Universidad de Padua, poco antes de comenzar la
tercera lección del ciclo de Convenios dedicados a la actualidad
de san Agustín.
El aula estaba repleta de jóvenes que esperan su palabra. Joven era también el rostro de don
Giacomo, sobre el que formaban
una mágica trama los colores
acuarelados de la piel, la púrpura
y el ámbar. Hacía tono con los colores incluso su voz, nobilísimo y
refinado destilado de un inagotable manantial de ideas.
La lectura y el comentario de
textos agustinianos sobre la gracia y la belleza de la fe cristiana se
D
40
3ODIAS
oyeron en el aula durante casi
una hora. En mi imaginación la figura de don Giacomo creció hasta lo indecible y cuando al terminar la lección me pidió que preparara algo para la lección siguiente, aun siendo consciente
de mis límites, no tuve el valor de
negarme.
Así fue como el 20 de mayo de
2003, introduciendo en la misma
aula la cuarta lección que iba a
dar don Giacomo, traté el tema
de la justicia terrenal en san
Agustín e ilustré la actualidad de
la misma especialmente en las relaciones con la política.
Antes de afrontar los temas
que él había preparado para su
lección, que trataba sobre otras temáticas muy distintas, don Giacomo quiso intervenir sobre la concepción agustiniana de la justicia.
Confieso que lo escuché con
admirado estupor por su capacidad de alcanzar en un tiempo
brevísimo una síntesis alta y completa de la temática que yo acababa de tratar.
Pensé que era señal de genuino talento especulativo y de profundo conocimiento del pensamiento del obispo de Hipona,
que había madurado como colofón de un proceso de identificación con este último, y que yo
ahora quiero recordar aquí a
grandes rasgos.
«De lo que el procurador nos
acaba de ilustrar», observó don
Giacomo, «me han asombrado
sobre todo tres cosas, que me parecen profundamente agustinianas y profundamente actuales.
La primera es la alusión al hecho
de que la justicia en sentido hu-
El bautismo de san Agustín
en un fresco del siglo XIV
conservado en la iglesia
de los Ermitaños de Padua
mano, cuya tarea es dar a cada
cual lo suyo, es un bonum de la
ciudad terrenal, es una cosa buena de aquella ciudad que Agustín
describe como el realismo subrayado por el episodio del encuentro del emperador Alejandro
Magno con el pirata» (comentando el cual él se pregunta: «Remota itaque iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia?»,
arrinconada, pues, la justicia, ¿en
qué quedarían los reinos sino en
grandes bandas de ladrones?).
«Lo segundo que me asombró
especialmente», siguió diciendo
don Giacomo, «es que esta justicia tiene como raíz la naturaleza
humana, la persona humana.
Agustín sabe muy bien que el pecado original hiere la naturaleza
humana como tal. Y sin embargo
él defiende la naturaleza humana
afirmando que ningún pecado
puede destruir extrema vestigia
naturae, el último umbral de la
naturaleza humana que fue creada buena y en la que habitat veritas, no en el sentido de que crea
la verdad sino en el sentido de
que en la naturaleza humana
existe la posibilidad de reconocer
la verdad, existe la posibilidad de
reconocer la belleza, existe la posibilidad de reconocer el bien.
Una naturaleza humana herida
en la que permanece la apertura
a la belleza, a la verdad, a la bondad, a la justicia. Una naturaleza
humana herida, y sin embargo,
capax Dei».
«Lo último por lo que estoy
verdaderamente agradecido al
procurador», terminó diciendo
don Giacomo, «son las alusiones
finales a la historicidad de la justicia humana y a su relatividad.
Creo que esto es lo que Agustín
pone más en evidencia, de manera original, con respecto inclu- ¬
3ODIAS
41
RECUERDO
Confieso que lo escuché con admirado
estupor por su capacidad de alcanzar
en un tiempo brevísimo una síntesis alta
y completa de la temática que yo acababa
de tratar, señal de genuino talento especulativo
y de profundo conocimiento del pensamiento
Las portadas
de los dos libros
del obispo de Hipona, que había madurado
de don Giacomo Tantardini,
editados por Città Nuova en
como colofón de un proceso
2006 y en 2009, que recogen
de identificación con este último
sus lecciones dedicadas a la
actualidad de san Agustín
Pietro Calogero, cuando era
joven fiscal auxiliar de Treviso,
investigó la matanza de la plaza Fontana, descubriendo la
llamada “pista negra” y sacando a la luz las maniobras y encubrimientos de los servicios
secretos italianos, delineando
el proyecto subversivo conocido comúnmente como “estrategia de la tensión”. En Padua,
durante los años setenta, dirigió la investigación que llevó a
la detención de los jefes de
Autonomia Operaia (Negri,
Scalzone, Piperno), poniendo
al descubierto los vínculos entre esta organización y las Brigadas Rojas. Actualmente es
fiscal general en el Tribunal de
Apelación de Venecia
42
3ODIAS
so a otros puntos presentes en la
filosofía cristiana: la historicidad
y la relatividad de la justicia de la
ciudad terrenal con respecto a la
justicia que es don gratuito de
Dios. Pero esta historicidad y esta
relatividad son posibilidades de
fecundidad, son posibilidades de
valorizar todos los modelos históricos sin imponer nada a los demás, son facilidades de diálogo.
Precisamente por esa historicidad el De civitate Dei es de una
inmediatez y de una evidencia
continuas. Agustín describe con
realismo las cosas tal como son.
Este realismo permite no imponer nada y valorar todas las posibilidades positivas. Esta alusión
es lo que más me asombró de las
cosas que escuché, junto a las
amplias citas de Cicerón en su
diálogo sobre la res publica.
Muy interesante y actual es
que en la concepción del hombre, en la concepción de los bona
naturae, de los bienes de la naturaleza, Agustín no valoriza la tradición neoplatónica, sino que valoriza la tradición romana de Varrón y Cicerón. También a nivel
cultural me parece realmente una
de las cosas más importantes y
actuales. Agustín, que normalmente es considerado un cristia-
no platónico, en la concepción
de la naturaleza humana y de los
bienes esenciales de la naturaleza
humana valoriza la tradición romana relativista (digo relativista
en el sentido en que hablaba el
procurador Calogero de historicidad y de relatividad) y no la tradición del neoplatonismo».
Para terminar: un gran maestro, don Giacomo, que supo despertar en mí con la fuerza encantadora de su cultura y con su arrollador arte de la comunicación la
antigua pasión por las ideas, las
experiencias de la vida, el altísimo sentido de lo humano y de lo
justo de Agustín, figura fundamental del cristianismo militante
de los primeros siglos.
Y al mismo tiempo un amigo:
un amigo muy sensible, perennemente joven, humilde, esquivo,
transparente como la más transparente de las porcelanas que hayan salido jamás de las manos del
hombre.
Maestro y amigo con el que me
relacioné tiernamente hasta pocas semanas antes del gran vacío
que nos ha dejado su muerte inesperada y al que ahora, con la mirada dirigida hacia el cielo, añoro.
Venecia, 31 de mayo de 2012
El mosaico del arco de triunfo de la Basílica de San Lorenzo Extramuros, Roma
En el surco
de las Bienaventuranzas,
el testimonio
de don Giacomo Tantardini
Homilía del cardenal Angelo Sodano,
decano del Colegio cardenalicio, en la santa misa exequial
por don Giacomo Tantardini
Roma, Basílica de San Lorenzo Extramuros, 23 de abril de 2012
Queridos hermanos obispos y sacerdotes,
distinguidas autoridades, parientes y amigos
del llorado don Giacomo, hermanos y hermanas en el Señor:
Ha llegado la hora de dar el último adiós a
nuestro querido don Giacomo Tantardini, que
nos dejó silenciosamente la tarde del pasado jueves, poniendo fin a una vida completamente dedicada a ese Cristo que lo había “apresado”, como decía él recordando una palabra usada por
san Pablo hablando de sí mismo en la Carta a los
Filipenses (Fil 3, 12).
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3ODIAS
43
RECUERDO
Hoy nos hemos reunido en gran número entre los muros de esta hermosa Basílica que él
tanto quería, para darle nuestro adiós. Un adiós
afectuoso, agradecido. Por mi parte me he unido de buena gana a todos vosotros, que le habéis querido tanto, y prueba de ello es la cantidad de personas que hoy ha venido a este templo. Juntos, queridos amigos, daremos gracias
al Señor por habérnoslo dado y lo confiaremos
luego a las manos del Padre que está en los cielos, un Padre “rico en misericordia”, o, para decirlo con las palabras latinas
tan queridas por don Giacomo, un Padre “dives in
misericordia” (cfr. Ef 2, 4).
Cristo. Creo que el término griego usado por
san Lucas (cfr. Hch 4, 29), el término parresia
(παρρησία) está más que indicado para describir el estilo seguido por don Giacomo en su
apostolado. Parresia lo traducen los estudiosos
con palabras distintas: intrepidez, valor, fortaleza, franqueza, pero todos ellos son términos
que indican el espíritu interior de nuestro querido difunto.
Incluso parecía que se inspiraba en el mensaje que dejó san Agustín a los cristianos de África:
Nuestro Te Deum
Hermanos míos, en cada
misa damos gracias al Señor por los dones que nos
da a lo lar go de nuestra
existencia.
Hoy, especialmente,
queremos elevar a Dios un
himno de gratitud por el
don que ha hecho a su santa
Iglesia con la vida y las obras
de este gran sacerdote.
Un día lejano el Buen
Pastor le había hecho escuchar su voz misteriosa
que le decía: «Ven y sígueme» (Mt 19, 21) y el joven
generoso de Barzio, en la
tierra de Lecco, respondió
generosamente a aquella
invitación. A la edad de
veinticuatro años se hizo
ministro del Señor y coUna imagen de la misa exequial por don Giacomo Tantardini
menzó de este modo aquella misión generosa que lo
traería luego a Roma, a esta Roma cristiana «Sed entusiastas de la verdad, sin soberbia», o
que él tanto quería, donde invirtió con santo con el hermoso latín ciceroniano que tanto
ardor la mayor parte de sus 42 años de sacer- amaba don Giacomo: «Sine superbia de veritadocio. Todos vosotros sois testigos de su afec- te praesumite» (Contra litteras Petiliani I, 31:
to y su celo.
Pl 43, 259).
Nosotros queremos cantar hoy por la vida de
Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de
Pedro y de Juan, quienes después de Pentecos- don Giacomo nuestro Te Deum de agradecités predicaban «con intrepidez» la palabra de miento al Señor.
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3ODIAS
En el surco de las Bienaventuranzas, el testimonio de don Giacomo Tantardini
En el Cántico de las criaturas, san Francisco
daba gracias al Señor por “hermana muerte”.
Nosotros hoy, en primer lugar, queremos dar
gracias al Señor por “hermana vida”, por la vida
concedida a don Giacomo, la vida de la naturaleza y sobre todo por la vida más preciosa, como
es la de la gracia.
Nuestro sufragio
En segundo lugar, hermanos míos, hoy nuestra
Eucaristía quiere también ser una oración de
ciones, y especialmente el Sacrificio eucarístico, para que nuestros difuntos, debidamente purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1032).
La luz de la fe
Hermanos míos, nuestra celebración eucarística, además, está iluminada toda ella por el esplendor de estas páginas de la Palabra de Dios,
que acabamos de escuchar.
Hoy, en particular, queremos
elevar a Dios un himno
de gratitud por el don que
le ha hecho a su santa Iglesia
con la vida y las obras
de este gran sacerdote.
Un día lejano el Buen Pastor
le había hecho escuchar
su voz misteriosa que le decía:
«Ven y sígueme» (Mt 19, 21)
El cardenal Angelo Sodano durante la homilía
sufragio. La fe cristiana nos enseña que nada
que no sea puro, que no sea santo, llega ante la
presencia de Dios. En efecto, el Libro de los
Proverbios de la Sagrada Escritura nos dice
que «también el justo puede caer siete veces al
día» (Pr 24, 16).
Por eso la Iglesia, nuestra Madre y Maestra, siempre nos ha enseñado a ofrecer ora-
En la primera lectura hemos escuchado algunas palabras de gran esperanza: «Las almas de
los justos están en las manos de Dios» (Sap 3, 1),
y luego hemos cantado en el Salmo del responso: «Misericordioso y piadoso es el Señor» (Sal
102): una visión de esperanza.
En la segunda lectura, el apóstol Pablo escribía
ya hace dos mil años a los romanos, que sufrí- ¬
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RECUERDO
Hasta parecía que se inspiraba en el mensaje que dejó san Agustín
a los cristianos de África: « Sed entusiastas de la verdad,
sin soberbia», o con el hermoso latín ciceroniano que tanto
amaba don Giacomo: «Sine superbia de veritate praesumite»
La Basílica de San Lorenzo Extramuros llena de fieles durante la misa exequial
an por las persecuciones y el martirio de tantos de
sus hermanos: «Tanto si vivimos como si morimos, somos siempre del Señor» (Rm 14, 7-9).
El Evangelio, en fin, nos ha vuelto a ofrecer
el mensaje de las Bienaventuranzas. Es ese
mensaje grandioso y exigente se inspiró nuestro llorado don Giacomo. Por eso confiamos
en que se haga realidad también para él lo que
Cristo prometió a sus discípulos: «Vuestro será
el Reino de los Cielos».
El Aleluya pascual
Con esta visión de fe, podemos despedir hoy a
nuestro querido hermano don Giacomo. Al final de la misa, la liturgia pondrá en nuestros labios un canto conmovedor de la tradición cristiana primitiva: In Paradisum deducant te Angeli, que los Ángeles te acompañen al Paraíso.
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3ODIAS
Y hoy también nosotros cantaremos esta dulce melodía, conservando en el corazón el espíritu del Aleluya pascual. “Alabad al Señor” es el
significado original de la palabra “Aleluya” que
suena desde hace dos mil años en nuestras iglesias. Sí, también hoy queremos alabar al Señor.
Hoy y siempre cantaremos Aleluya.
Conclusión
A María Santísima, por la que nuestro querido don
Giacomo sentía una devoción filial, le confiamos,
en fin, el alma bendita de quien nos ha dejado.
Las letanías lauretanas, llamadas así porque surgieron en Loreto, invocan a María como Ianua Coeli, Puerta del Cielo. Que reciba entre sus brazos
amorosos a este hijo suyo amado y lo introduzca
amorosamente al encuentro definitivo con Su Hijo
Jesús, en la patria eterna del Paraíso. Así sea. q
Lecturas
EL CRISTIANISMO:
UNA HISTORIA SENCILLA
Descanso en la huida a Egipto, detalle, Caravaggio, Galería Doria Pamphilj, Roma
Encuentro con don Giacomo Tantardini
en el Centro cultural Fabio Locatelli de Bérgamo, Italia,
15 de diciembre de 2000
Lecturas
Don Giacomo Tantardini
Quisiera comenzar con una frase de una poesía de Charles Péguy que resume de
alguna manera lo que acabamos de escuchar. Dice Péguy en una de sus poesías a
Nuestra Señora de Chartres: «Nos han dicho tantas cosas, oh Reina de los Apóstoles, /
que no nos atraen los discursos. / Ya no tenemos más altares que los tuyos, / ya no sabemos
más que una simple oración».
Creo que cuando Péguy a principios del siglo iba en peregrinación a Chartres a
pedir la gracia de la curación para sus hijos… que no estaban bautizados: Péguy
convivía, por así decir, con una mujer judía que no había aceptado bautizar a sus
hijos. Péguy, por tanto, no pudo nunca casarse cristianamente y no podía recibir
los sacramentos de la Iglesia, y, sin embargo, creo que Péguy ha sido el testimonio
poético más grande de estos últimos siglos, el más grande después de Dante. La
gracia del Señor es dada según la medida del don de Cristo, como quiere Él.
«Nos han dicho tantas cosas, oh Reina de los Apóstoles, / que no nos atraen los discursos. / Ya no tenemos más altares que los tuyos, / ya no sabemos más que una simple oración». Y, sin embargo, esta tarde debo hablar. Quisiera, pues, decir simplemente
tres cosas que me parecen que son las que la Tradición de la Iglesia, que la sencillez
de la Tradición (oración sencilla evoca la sencillez de la Tradición), que la sencillez de
la Tradición cristiana, precisamente por Navidad, reitera, repite.
1. Hay una expresión dogmática que el mundo moderno, sobre todo en las últimas décadas, el mundo, ese mundo que está en la Iglesia, sobre todo ese mundo
que está en la Iglesia, ha tratado casi de censurar. En cambio, no se entiende nada
de la vida de los hombres y tampoco se entiende el cristianismo si no se parte de
aquí: del pecado original. El pecado original. Es que todos los hombres, excepto
María, nacen con el pecado original. No se comprende nada de la vida, no se comprende nada –dice en una expresión muy hermosa el último Concilio ecuménico
de la Iglesia– de la sociedad humana, si no se parte de aquí: que los hombres nacen malos. Como dice Jesús: «Vosotros que sois malos». «¿Por qué me llamas bueno?
Nadie es bueno sino sólo Dios». «Si homo non periisset, Filius hominis non venisset», así
resume san Agustín la conciencia de la Iglesia: si el hombre no hubiera pecado, el Hijo
del hombre no habría venido.
Quisiera leer el comienzo del himno Il Natale (La Navidad) de Alessandro Manzoni…
Alessandro Manzoni en muchos aspectos no es, digamos, un autor actual, porque en su estupenda novela, Los Novios, describe una condición cristiana como ya
dada y, por tanto, no habla de nosotros, porque hoy ya no existe esa condición.
Quizá la pagina más actual de Los Novios es la que describe la conversión del Innominado, cuando el Innominado, después de aquella noche, ve la gente contenta
que va a recibir al cardenal Federico y se pregunta: «¿Qué tiene toda esa gente para es48
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EL CRISTIANISMO: UNA HISTORIA SENCILLA
Dios llama a Adán y Eva después del pecado original, Capilla Palatina, Palermo
tar alegre?». Esta es la página más actual. «¿Qué tiene toda esa gente para estar alegre?». Y le nace en el corazón la curiosidad de ver por qué esta gente está alegre. Es la
página que describe como uno puede hacerse cristiano hoy… Los antepasados de
Alessandro Manzoni eran de mi pueblo, que es Barzio, un pequeño pueblo sobre
Lecco, y el abuelo de Alessandro Manzoni se llamaba Alessandro porque el patrono de Barzio, como el patrono de Bérgamo, es san Alejandro. Y creo que también
el autor de Los Novios se llama Alessandro por esto… Otros motivos hacen que lo
sienta cercano. Aunque, repito, Manzoni en muchos aspectos no es actual, no es
ciertamente como Péguy.
El himno La Navidad comienza con la imagen de esa roca que se ha desprendido de lo alto de la montaña y está en el fondo del valle: «Là dove cadde, immobile ¬
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Caín mata a Abel, Catedral de Monreale, Palermo
/ Giace in sua lenta mole; / Né, per mutar di secoli, / Fia che riveda il sole / Della sua cima antica, / Se una virtude amica / In alto nol trarrà» (Allí donde cayó, inmóvil / yace su inerte mole; / ni, con el pasar de los siglos, / volverá a ver el sol /de su antigua cumbre, / si una virtud amiga / no la levanta). La roca que cae al valle desde
lo alto de la montaña no será posible que vuelva a ver el sol de la cumbre, si una
fuerza amiga no la toma consigo y la lleva de nuevo arriba. «Tal si giaceva il misero
/ Figliol del fallo primo» (Así yacía el pobre / Hijo de la primera culpa). Así yacía el
hombre, hijo del primer pecado. Así. «Donde il superbo collo / più non potea levar»
(Que el soberbio cuello / ya no podía erguir). Creo que esta es la definición más
realista del pecado original.
¿Qué es el pecado original? Don Giussani, en el último volumen de la colección que recoge los diálogos en una casa de los Memores Domini, dice: «¿Qué es
el pecado original? ¿Qué es el orgullo del pecado original? Es la afirmación de sí
mismo antes que de la realidad». El hombre no ve nada más que sí mismo. Caído
desde esta altura no ve nada más que sí mismo. La afirmación de sí mismo antes
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EL CRISTIANISMO: UNA HISTORIA SENCILLA
que de la realidad. Hay además una estrofa en el himno que la leo toda porque es
muy realista: «Qual mai tra i nati all’odio» (Quién entre los nacidos para el odio).
Nacidos para el odio. Así. Es así la condición humana. Me llamó la atención hace
unas semanas que un escritor no cristiano, no católico, Bobbio, al recibir un premio en la Universidad de Stuttgart, citara a Hegel (Hegel maestro de todos, por
desgracia, en estos decenios), citara a Hegel en una de sus pocas expresiones realistas, cuando dice que la historia de la humanidad no es más que una gran carnicería.
Así es. La historia de la humanidad es una gran carnicería. La historia de la humanidad, dice san Agustín, tomando el ejemplo de Roma, de la historia de Roma que
nace de un fratricidio, va de homicidio en homicidio. «Qual mai tra i nati all’odio»
(Quién entre los nacidos para el odio). Nacidos para el odio. No por el gesto creador. La creación es buena. Pero de hecho, por el pecado original, se nace para el
odio. Y también las cosas buenas, las cosas bellas, inmediatamente se precipitan
en la indiferencia. Y de esta condición del pecado original se puede hacer experiencia, el hombre hace experiencia. La gran poesía no hace más que hablar de esto. Para reconocer los efectos del pecado original no hace falta la fe, es suficiente la
inteligencia humana. No reconocer los efectos del pecado original es una cuestión de no inteligencia, de ilusión, de idealismo.
«Qual mai tra i nati all’odio, / Quale era mai persona, / Che al Santo inaccessibile…»
(¿Quién entre los nacidos para el odio, / ¿quién era la persona,/ que al Santo inaccesible...). Qué cristiano es en este momento Manzoni. «Inaccesible»: al Santo que
no se puede alcanzar, al Santo desconocido, al Santo cuya faz no se conoce. Y si
uno dice Dios existe pero no lo ve (dice san Bernardo en una lectura del Breviario
para el tiempo de Navidad), después de un tiempo ¿cómo puede reconocer que
existe, si no puede llegar a Él, si se ha despeñado hasta el fondo del abismo, y a la
luz del inicio, a la luz de la aurora del primer inicio de la creación, no puede llegar?
¿Cómo puede decir que existe? «Qual era mai persona, / Che al Santo inaccessibile /
Potesse dir: perdona?» (¿Quién era la persona,/ que al Santo inaccesible / pudiera
decir: perdona?). ¡Perdón! « ¿A quién darle las gracias? ¿Contra quién blasfemar?», preguntaba Cesare Pavese en una de las últimas frases de su diario. ¿A
quién darle las gracias?, ¿contra quién blasfemar si el Misterio existe pero es inaccesible, existe pero no tiene rostro, existe pero es incomprensible, existe pero no
se puede conocer? «Far novo patto eterno? / Al vincitore inferno / La preda sua strappar?» (¿Hacer un nuevo pacto eterno? / ¿Al vencedor infierno / su presa arrebatar?). ¿Quién podía arrebatarle su presa al diablo?
Esta es la primera sugerencia: se nace con el pecado original. Y el dogma de la
Iglesia dice que el pecado original hiere al hombre in naturalibus, en sus dimensiones naturales. No sólo hace que la coherencia sea imposible. Por ejemplo, uno
sabe que el aborto es pecado, pero luego es incoherente. No es solamente así. El
pecado original impide sucesivamente darse cuenta de que el aborto es pecado,
porque el pecado original hiere a los hombres en su inteligencia natural: el ¬
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Lecturas
pecado original no sólo debilita la voluntad, sino que ofusca la inteligencia en
cuanto tal. De modo que, incluso lo que es natural, lo que es creatural, y también lo que va contra el corazón, contra el gesto creatural, el hombre está ofuscado a la hora de reconocerlo. No es que no pueda reconocerlo, es que está ofuscado interiormente. No se comprende la realidad, no se comprende el mundo,
si no se parte de aquí. No se comprende el mundo en que vivimos, no se comprenden las circunstancias en que estamos.
2. ¿Qué es lo que permanece en esta condición? El Misterio inaccesible, que no
tiene rostro, y el hombre, para quien la luz (la luz quiere decir sorpresa de la creación, que es buena), esta luz, ya no es familiar. La creación ya no es cara beldad, ya
no es querida belleza, sino ajenidad, enemistad, hasta el punto de que Caín mata
a Abel. ¿Qué es lo que queda? Queda el corazón. El corazón herido, pero el corazón permanece corazón. Esta es la otra cosa importante que dice el catolicismo.
Herido, ofuscado en el reconocimiento de lo verdadero y debilitado en la posibilidad de ser coherente con lo verdadero, y, sin embargo, el corazón permanece. Permanece el corazón del hombre. El corazón que nuestra madre, nuestro padre nos
han dado, que Dios mediante ellos nos ha dado, permanece corazón. Es decir, el
corazón permanece expectativa, expectativa de encontrar algo. El corazón permanece petición de estar contento, el corazón permanece petición de felicidad. El corazón herido sigue siendo corazón.
Les leo dos fragmentos de la poesía más hermosa de Leopardi, A su dama, cuando Leopardi dice que lo que buscaba en la belleza de la mujer era una belleza más
grande, una belleza que finalmente pudiera satisfacer la expectativa del corazón.
Pero añade que esto era un sueño de cuando era adolescente. Al llegar a la edad
adulta se da cuenta de que este sueño es imposible. «Viva mirarti omai / Nulla spene
m’avanza» (De mirarte viva /ninguna esperanza me queda). No tengo ninguna esperanza de verte viva, oh belleza. Ya no tengo ninguna esperanza de encontrar,
aquí en esta vida, esa cosa imprevista, esa cosa imprevisible, que mi corazón espera. «Già sul novello / Aprir di mia giornata incerta e bruna» (Ya apenas al abrirse / de
mi jornada incierta, oscura). La genialidad humana es profecía de Cristo. No en el
sentido de que anticipa a Cristo, no en el sentido de que hace discursos cristianos.
Sino en el sentido de que Lo espera, rogando o blasfemando, pero Lo espera. «Già
sul novello / Aprir di mia giornata incerta e bruna» (Ya apenas al abrirse / de mi jornada incierta, oscura). «Incierta». Si el Santo, si el Misterio es inaccesible, ¿qué puede
hacer el hombre si no permanecer incierto? ¿Qué puede hacer el hombre? No se
puede condenar al hombre, no se puede condenar al hombre por su nihilismo, no
se puede condenar al hombre por su “no fe”. ¿Qué puede hacer si el Misterio no
tiene rostro? ¿Qué puede hacer? Porque, además, el nihilismo (san Agustín en esto anticipa y responde a Nietzsche) nace del hecho de que uno se da cuenta de que
ese Dios que uno mismo afirma es una proyección de uno mismo, es decir se da
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La ofrenda de Abel y Caín, Capilla Palatina, Palermo
cuenta de que no existe. Si Dios es una proyección, una imagen de uno mismo,
uno se da cuenta de que ese Dios no existe, no es nada. Nihil est, no es nada. «…incerta e bruna, / Te viatrice in questo arido suolo / Io mi pensai» (…incierta, oscura, / viajera en este árido suelo / te imaginé). Pensé que te encontraría en este árido suelo,
encontrar lo que el corazón espera. «Ma non è cosa in terra / Che ti somigli». Pero en
la tierra no he encontrado nada, nada que meritase hasta el fondo mi corazón.
Muchas cosas (también Leopardi tuvo muchas mujeres), pero nada, ninguna
realmente que meritase hasta el fondo mi corazón. «Ma non è cosa in terra / Che ti
somigli; e s’anco pari alcuna / Ti fosse al volto, agli atti, alla favella, / Saria, così conforme,
assai men bella» (Mas no hay nada en esta tierra/ que se asemeje a ti; y si acaso alguna / en el rostro, en los actos, en el habla / pudiera parecerse, sería mucho menos
hermosa). Aquí está la intuición, que puede ser solo gracia: si acaso hubiera un cosa que se te pareciera en el rostro, en las palabras, en los gestos, «sería mucho menos
hermosa» de lo que mi corazón espera.
Esta poesía termina con una oración, la oración más estupenda de un ateo, porque Giacomo Leopardi era ateo y materialista. Ningún devoto ha escrito una oración así al Misterio que se ha revelado: «Se delle eterne idee / L’una sei tu cui di sen- ¬
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La Anunciación, con la escena de la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal tras el pecado original,
Fray Angélico, Museo del Prado, Madrid
sibil forma / Sdegni l’eterno senno esser vestita» (Si una de las ideas / eternas eres tú, a
la que de sensibles formas / no vistió la sabiduría eterna). Si tú, oh belleza, si tú, oh
cosa que el corazón espera, si tú, oh cosa que el corazón pide, si tú, felicidad, eres
una de las ideas eternas que desdeña vestirse de sensible forma. «E fra caduche spoglie / Provar gli affanni di funerea vita» (ni en caducos despojos, lúgubre, /probó los
afanes de funérea vida), y desdeñas experimentar aquí en la tierra los afanes de esta vida que corre hacia la muerte, «Di qua dove son gli anni infausti e brevi, / Questo
d’ignoto amante inno ricevi» (De aquí, donde el vivir es triste y breve, / de ignoto
amante este himno recibe).
«De aquí, donde el vivir es triste y breve». Esto es realismo cristiano. De un ateo,
pero es realismo cristiano. Es realismo humano y, por tanto, profecía de Quien
el corazón lo ha creado así. De aquí donde las cosas pasan rápidamente. Pasa rápidamente también lo bello, también la sonrisa del niño, del hijo, el cariño a la
mujer que se ama. «De aquí, donde el vivir es triste y breve, / de ignoto amante este
himno recibe». Queda el corazón, el corazón que espera algo así. Pero el hombre
(y usamos una vez más una expresión de Agustín, que de este corazón ha sido
en la Iglesia el testimonio quizás humanamente más fascinante), el hombre está
lejos de este corazón, fugitivus cordis sui. El hombre esta lejos de esta petición y el
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EL CRISTIANISMO: UNA HISTORIA SENCILLA
hombre se conforma. Se da por contento. ¿De qué se contenta el hombre? De la
usura, de la lujuria y del poder. Y no hay religión que resista. Se contenta con estas tres cosas, el dinero, la lujuria y el poder, tanto los que creen en Dios como
los que no creen. Esto es una de las cosas más impresionantes del De civitate Dei
de Agustín. Creer en Dios de por sí no cambia la vida, de por sí no cambia la vida. Todos los libros del De civitate Dei de Agustín son actuales. En los libros VIII,
IX y X Agustín habla de los filósofos que conocieron a Dios, que reconocieron la
existencia de Dios. Y, sin embargo, al final «pensaron que debían ofrecer honores divinos y sacrificios al diablo». El satanismo puede ser también la consecuencia de
proclamarse creyente en Dios, porque creer en Dios no cambia realmente la vida. Es otra cosa lo que cambia la vida. Si creer en Dios cambiara la vida, no era
menester que María diera a luz.
3. Por esto celebramos la Navidad. ¿Comprenden? Porque si creer en Dios
cambiara la vida, no hubiera sido necesario lo que ocurrió hace dos mil años. Y
además: no podríamos estar agradecidos como lo estamos. Cuando hace dos mil
años en aquel pueblo, al límite de Palestina, en la Galilea de los gentiles, fue enviado
el ángel Gabriel a una muchacha judía de nombre María… Comenzó todo allí. El
Santo inaccesible, Aquel que ha creado el corazón bueno… (pero el pecado original ha conducido a esta condición por la que el hombre de hecho se contenta, no
puede por menos que contentarse con la lujuria, el dinero y el poder), el Santo
inaccesible se hizo carne en el vientre de una mujer. Un hecho. Esa historia sencilla comenzó allí. Y comenzó precisamente como historia, como historia sencilla.
Comenzó con «Salve, llena de gracia, el Señor es contigo». Y esta muchacha judía,
que no comprendió inmediatamente, se conturbó y se preguntaba qué significaría ese saludo. Y el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia
ante Dios». Y entonces la joven pronunció aquel «Sí», aquel «Heme aquí», por lo
que el hombre tiene la esperanza de ser salvado. Sin aquel «Heme aquí», el creer
en Dios no da esperanza al hombre. Aquel «Heme aquí» inicia una historia, una
historia sencilla. Una historia quiere decir que Aquel que comenzó así con María
(«Has encontrado gracia ante Dios ») es Él, es Él quien lleva adelante este inicio.
En efecto, piensen en la Virgen. Piensen: permaneció en este «Heme aquí» incluso
cuando el ángel la dejó y se fue. Piensen en el consuelo… (es una de las cosas que
más me impresionan, que más me conmueven con relación a la Virgen), piensen
en el primer consuelo que tuvo, la prima vez que vio confirmado que lo que había
oído era real, cuando como toda mujer se da cuenta de que está embarazada. Debió ser algo del otro mundo. Porque quería decir que aquella promesa era real, la
promesa a la que inmediatamente había dicho «Sí», a la que inmediatamente había dicho «Heme aquí», esa promesa era real, lo que Otro había comenzado lo iba
a llevar a cabo. Y, así, el otro consuelo que me asombra y me conmueve es cuando
a san José se le apareció en sueños el ángel y le dijo: «José, hijo de David, no te- ¬
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Lecturas
mas tomar contigo a María tu esposa, porque lo concebido en ella viene del Espíritu Santo». Y piensen, porque lo podemos imaginar… (y es otra cosa respecto a todas las religiones de este mundo, es otra cosa. Es una historia de hombres, de jóvenes, eran dos jóvenes), piensen en qué sintió María cuando José la tomó consigo.
Un hecho que le confirmó una vez más que aquel encuentro, aquel «Salve, llena
de gracia» era real. Y luego fueron juntos a ver a Isabel, porque el ángel le había dicho que también Isabel esperaba un hijo y este hecho confirmaba asimismo aquel
«Salve, llena de gracia, no temas, María».
¿Por qué es una historia sencilla el cristianismo? Es una historia sencilla (usamos una palabra que usa la Iglesia desde hace dos mil años) porque es gracia,
porque es un acontecimiento y, por tanto, una historia de gracia. Si no fuera gracia, sería una cosa complicada. ¿Por qué no es sencilla la religiosidad humana?
Porque nace del hombre. Porque es el intento bueno del hombre, partiendo de
las cosas creadas, de reconocer al Creador. Pero esto no es una cosa sencilla, es
una cosa fatigosa. Dice el dogma de fe: es una cosa fatigosa, una cosa de pocos,
una cosa que, incluso cuando la religiosidad llega a su término (el Misterio existe), está mezclada con errores. Son las palabras del dogma de la Iglesia. No solo es
de pocos, no solo es fatigosa, sino que incluso cuando uno llega a decir «Dios
existe», esta afirmación está mezclada con errores. En cambio, hace dos mil
años comenzó una cosa que es muy sencilla. A aquella muchacha se le prometió
que concebiría y daría a luz. Y durante esos nueve meses, sucedieron muchos
hechos muy humanos… Ante todo, se da cuenta de que está embarazada y que
su vientre aumenta como el vientre de una mujer embarazada. Y el testimonio
de José, que la toma consigo obedeciendo al Misterio más grande que él. Y el
testimonio de su prima Isabel: también ella tiene un hijo. Y aquella Navidad,
aquella primera Navidad, cuando por primera vez los ojos de dos muchachos,
de María y de José, vieron a Dios. Vieron a Dios. Así comienza el cristianismo.
No creyeron que Dios existe, no, esto lo creen también los musulmanes que
quizá en esta religiosidad son más religiosos que nosotros, pero no han visto.
No han visto – y, sin embargo, ha venido– y en la religiosidad y en la moralidad
pueden ser más morales y más religiosos que nosotros. Por esto, entre otras cosas, fue grande Pablo VI cuando no hizo nada contra la construcción de la mezquita de Roma, es más, a quienes le decían que por lo menos consiguiera la reciprocidad, les respondía que la Iglesia no se rebajaba a ese nivel. Pero hay algo
más. El cristianismo es otra cosa respecto a todas las religiones del mundo, a todas las morales del mundo. Y es que hace dos mil años un chico y una chica, José
y María, vieron a Dios con sus ojos, no en una visión mística. María lo parió. Y
José y ella asombrados lo miraron. Así comenzó la historia cristiana. Estaban allí
mirando a Dios. Y luego, esa misma noche, los ángeles anunciaron a los pastores que en la ciudad de David (porque Dios es fiel a sus promesas), «Hoy, en la
ciudad de David, os ha nacido el Salvador».Y los pastores fueron, fueron y vie56
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Descanso en la huida a Egipto, Bartolomé Esteban Murillo, Museo Puskin, Moscú
ron a un niño. Este niño era Dios. Así cuando en el Credo decimos «Dios de Dios,
Luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero [ese niño], engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho, que por nosotros los hombres y
por nuestra salvación [por nosotros los hombres, por el hombre que se contenta
de la lujuria, de la usura y del poder, por este hombre, no por los hombres de
buena voluntad (la buena voluntad es la de Él), sino por este hombre concreto],
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó…».
Añado esto. Después de María y José, después de esos treinta años en que el
Eterno, que comenzó a existir y a crecer en el tiempo (el Eterno, permaneciendo
eterno, comenzó a existir y a crecer en el tiempo y a contar los días, las horas, los
meses y los años, como todos los niños), después de esos treinta años que vivió en
Nazaret, obedeciendo a su padre y a su madre, empieza la misión, cuando aquella
tarde a orillas del Jordán los dos primeros lo encontraron, cuando Juan y Andrés,
después de que Juan Bautista dijera señalando «He aquí el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo», se fueron detrás de Él. Fueron detrás de Él atraídos
por Él. Y entonces Jesús se vuelve y a estos dos muchachos –Andrés estaba casado,
tendría, pues, algunos años más, pero Juan era jovencísimo–, a estos dos muchachos les pregunta: «¿Qué buscáis?». Me llama siempre la atención esto. No le ¬
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respondieron buscamos la verdad, buscamos la felicidad, tampoco le dijeron buscamos al Mesías. Lo que buscaba el corazón Lo tenían delante. Lo tenían delante.
El corazón es infalible, en esto el corazón es infalible. Hay una tesis muy hermosa
de la teología católica que habla de la infalibilidad de la fe. La infalibilidad del magisterio es secundaria respecto a la infalibilidad de la fe. La fe es infalible. Lo que
buscaban, lo que el corazón buscaba, lo tenían delante. Entonces, a la pregunta,
«¿Qué buscáis?», responden preguntando lo único que se puede preguntar. Cuando uno encuentra lo que el corazón desea, puede solo pedir que eso permanezca.
«Maestro, ¿dónde vives?», es decir «¿dónde te quedas?». ¿Dónde estás para quedarnos contigo? Públicamente, aquí. Allí, con María y José, digamos, privadamente. Los treinta años de vida privada, privada pero con muchos episodios pú-
La vocación de Mateo, Caravaggio, iglesia de San Luis de los Franceses, Roma
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blicos: los pastores, luego los Magos, después cuando tenía doce años en el Templo… Pero, con todo, una historia privada. Este es el inicio de la historia pública,
de la historia por la que esta tarde estamos aquí. Por la que existe en el mundo esta
historia sencilla de personas que se asombraron porque lo encontraron. Historia
sencilla: se asombraron porque lo habían encontrado y una vez que lo encontraron depende de Él, no depende ante todo de ti, depende de Él que permanezca
contigo. Es sencillo por esto. De no ser así –puesto que el inicio del cristianismo es
gracia (si uno es cristiano, esto lo tiene que decir)– se introduce otra dinámica.
¡No! Una vez que se ha encontrado, ¿qué sucede? ¿Qué has hecho para encontrarlo? Nada. Entonces, mira, no te afanes, porque depende de Él. Depende de Él, que
te ha encontrado y que permanece fiel. Depende de Él, que te es fiel, no depende
en primer lugar de tu fidelidad. Depende de Él. Por esto es sencillo. Es sencillo
porque no solo te encuentra Él, no solo fue Él quien salió al encuentro de los primeros, sino que depende de Él que permaneciera con los primeros, depende de Él
que al día siguiente se dejara encontrar de nuevo por los primeros, depende de Él
que al otro día también…
Andrés aquella tarde volvió a su casa y le dijo a su hermano Pedro: «Hemos encontrado al Mesías». Otra cosa que me asombra es pensar que Pedro la primera
vez que entrevió humanamente al Misterio hecho carne fue mirando el rostro de
su hermano. Nunca había visto el rostro de Andrés así, el rostro de su hermano no
lo había visto nunca así, porque la gracia tiene un reverbero en lo humano. La gracia es visible. Tiene una fuente invisible, pero tiene un reverbero visible, el reflejo
de la gracia se ve, se ve y es inconfundible. Es infalible el reflejo de la gracia, es inconfundible con cualquier otra belleza. Es la belleza por la que el corazón ha sido
creado. Entonces no solo es Él quien sale al encuentro, sino que es Él quien permanece, y así al día siguiente, cuando vio a Pedro, le dijo: «Tu eres Simón, hijo de
Juan, tú te llamarás Pedro». Y de dos pasaron a ser tres y así siguieron adelante durante tres años… Así. Pero piensen en esos tres años, piensen de quién era la iniciativa. No era de los que le seguían, la iniciativa era siempre suya. Como cuando
el joven rico, que fue invitado a seguirle, es más, al que amó… Jesús lo miró y se
enterneció, lo amó. Y, sin embargo, el joven no le sigue, y entonces Jesús dice que
para un rico es imposible entrar en el Reino de los Cielos, y Pedro le pregunta: «¿Y
quién podrá salvarse?». Y aquí hay una de las frases más bellas del Evangelio: «Y Jesús fijando en ellos su mirada [mirándolos, no haciendo teología, mirándolos]
les dijo: “Para Dios nada es imposible”». Mirándolos: porque lo que para él era evidente como Misterio, como hombre lo aprendía de lo que sucedía, como nosotros aprendemos de lo que sucede. Si Pedro estaba allí, si Juan estaba allí, si Mateo
estaba allí (pensaba hoy, viendo los cuadros de Caravaggio, pensaba en la Vocación
de Mateo de Caravaggio en San Luis de los Franceses, en Roma), si Zaqueo bajó del
árbol lleno de alegría, quiere decir que para Dios nada es imposible. Porque Mateo era rico, recaudaba el dinero para los invasores romanos, y Zaqueo, el más ¬
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rico de Jericó… si ellos estaban allí, quiere decir que para Dios nada es imposible. También Jesús, como hombre, aprendió la naturaleza del Misterio de lo que
sucedía. Lo que como Dios conocía, lo aprendió como hombre de la experiencia. Dice san Bernardo en una de las frases más estupendas sobre el misterio de
Jesús: lo que por naturaleza conocía desde la eternidad (que para Dios nada es
imposible) lo aprendió de la experiencia humana. También él se asombró
cuando vio a Zaqueo echarse a correr. Piensen en el episodio de Zaqueo. Este
hombre pequeño de estatura que tuvo que subirse a un árbol para verle pasar.
Este pequeño hombre que era el jefe de las bandas ilegales de la ciudad de Jericó, y Jesús que pasa, lo mira y le dice: «Zaqueo, vengo a tu casa». No dijo nada,
no le respondió. Lleno de alegría bajó. Y luego distribuyó el cuádruplo de lo que
había robado. Pero luego, ¡luego! Inmediatamente, lleno de alegría bajó y corrió a su casa. Entonces es sencillo, es sencillo no solo porque el inicio es gracia,
sino porque cada paso es gracia. Dice santo Tomás en una de sus frases más hermosas (la Iglesia católica, usando también esta frase, firmó el año pasado un
documento con los luteranos en el que decía que en los aspectos esenciales de la
doctrina de la justificación los católicos y los protestantes reconocen lo mismo): «Gratia facit fidem», la gracia crea la fe. La fe es el reconocimiento de este
atractivo, la fe es el reconocimiento de este encuentro, la fe es el asombro reconocido de este encuentro. «Gratia facit fidem non solum quando fides incipit esse in
homine», la gracia crea la fe no solo cuando la fe comienza en una persona, «sed
quamdiu fides durat», sino durante cada momento en que la fe permanece. En cada momento, no solo al inicio, en cada momento la iniciativa es Suya.
Esta tarde fui a ver, aquí en Bérgamo, la exposición sobre Caravaggio. Maravillosa. Nos hacía de guía un sacerdote que describía las obras muy humanamente y
de una manera muy atractiva. Pero en cierto momento dijo que Caravaggio expresa la dificultad de la fe. Yo no diría esto. La fe, cuando sucede, no es nunca dificil.
La “no fe” es fácil. Esto sí, es muy fácil la “no fe”. «Hombres de poca fe, ¿por qué
dudáis?». Es muy fácil, también para los que le seguían, es muy fácil la “no fe”, es
facilísima la duda, es facilísima la blasfemia, esto sí. Porque la gracia del Bautismo
borra el pecado original, pero no las consecuencias del pecado original. Es facilísima la “no fe”, es facilísima la duda, es facilísima la traición. Piensen en Pedro:
«Aunque todos te abandonen yo no te abandonaré nunca». Tres horas después…
¡Tres horas después! En primer lugar, media hora después ya se había quedado
dormido. Y luego, tres horas después, lo traicionó. Es facilísima la traición. Pero la
fe es más fácil. Es más fácil la fe. De no ser así, quiere decir que no se sabe lo que es.
Es más fácil, porque cuando Jesús, después de la traición, lo miró, era más fácil
echarse a llorar, más fácil que cualquier otra cosa. La fe es más fácil. No existe una
fe difícil. Es más fácil. Es una imagen no cristiana de fe decir que la fe es difícil. Es
más fácil, es aún más fácil que la traición. Piensen en Pedro, aquel pobre hombre,
aquel pobre pecador: cuando Jesús lo mira, fue lo más fácil de la vida romper en
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El arrepentimiento de san Pedro, José de Ribera, Museo del Hermitage, San Petersburgo
llanto, fue lo más fácil de la vida echarse a llorar. Fue lo más fácil de la vida decir:
«Cuánto me amas, cuánto me amas, y, sin embargo, te he traicionado». Es fácil la
fe, es fácil. No existe fe (esto es un dogma de fe), no existe fe si el Espíritu Santo no
da la dulzura (habla de dulzura, no puede ser difícil la dulzura, sería una cosa inhumana), la dulzura de adherirse. Es el Espíritu, es la gracia lo que da la dulzura de
adherirse. Utiliza la palabra dulzura: ¡más fácil, imposible! Es fácil la fe. Un instante después, se puede no creer. Un instante después, se puede blasfemar, un instante después se puede correr tras el dinero, la lujuria y el poder. Pero si uno ha experimentado esta dulzura, puede correr tras esas cosas como todos, y, sin embargo, esta dulzura es lo más fácil, es lo más fácil. Y echarse a llorar después de haber
corrido tras la lujuria, el dinero y el poder, echarse a llorar, porque esta dulzura se
presenta de nuevo, porque esa mirada te vuelve a mirar, echarse a llorar es lo más
fácil. No hay nada más fácil para el niño que, después de todos los caprichos de ¬
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este mundo, se abandona en brazos de su padre y su madre, no hay nada más fácil.
¿Piensan que es difícil para el niño? Sería una cosa inhumana si no se abandonara. Es lo más fácil de este mundo abandonarse en brazos de los padres.
Quisiera añadir la última observación. ¿Qué es lo que le pide al hombre esta
gracia sin la cual el hombre no hace nada? «Que tu gracia continuamente nos preceda
y acompañe» dice una de las oraciones de la Iglesia. Lex orandi legem statuat credendi,
decía la antigua fórmula que citó Pío XII, y que, quizás previniendo lo que sucedería, la cambió luego por Lex credendi legem statuat orandi, lo que significa: que la ley
de la fe determina la ley de la oración. Pero la antigua fórmula decía que es la ley
de la oración la que determina la ley de la fe. San Agustín, para responder a los pelagianos, usa normalmente este argumento: Decís que la fe no es gracia, ¿por qué,
entonces, la Iglesia ruega que un no creyente se convierta? O estas oraciones son
una manera de decir, o es Dios quien convierte el corazón. Decís que permanecer
en la fe no es gracia, pero entonces, ¿por qué pedimos en la oración del Señor que
no nos deje caer en tentación? Si vencer la tentación fuera una capacidad nuestra
no rogaríamos que no nos deje caer en tentación. Por tanto, quiere decir que el no
dejarse vencer por la tentación es gracia. O las oraciones que dice la Iglesia son superfluas, o tenéis que aceptar, dice Agustín a los herejes pelagianos, que cada paso
La vocación de Pedro y Andrés, Caravaggio, Royal Gallery Collection, Hampton Court Palace, Londres
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de la vida cristiana es gracia; de lo contrario tenéis que eliminar las oraciones de la
Iglesia. «Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe». Entonces, ¿qué
le toca hacer al hombre en este camino en que la iniciativa es suya? «Si tú no tomas
la iniciativa yo no emprendo el viaje», decía el día antes de su muerte imprevista el
papa Luciani. El jueves por la noche murió y el miércoles había hecho el gesto que
todos los miércoles hace el Papa, hablando de la caridad. Gesto centrado completamente en esto: si tú no tomas la iniciativa yo no emprendo el viaje. Y decía: ¿qué
quiere decir tomar la iniciativa? (y citaba a san Agustín, una de las frases más estupendas de Agustín). No quiere decir solamente que atrae mi libertad, sino que
también quiere decir que hace que esté contento de ser atraído. No solo me atrae,
sino que me da el placer (Agustín dice precisamente voluptas, placer) de ser atraído. Si no me da el placer de adherirse, si no me da el placer de seguirlo, no puedo
seguirlo. No solo atrae la voluntad, sino que da el placer de ser atraído. Este discurso sobre la caridad que el papa Luciani pronunció hace veintidós años es una de
las páginas más hermosas del magisterio ordinario de la Iglesia.
Pero entonces, ¿qué es posible para el hombre? Lo digo con las palabras de don
Giussani en un artículo sobre el Santo Rosario publicado en el periódico Avvenire
el domingo 30 de abril (en mi opinión una de las cosas más bellas en absoluto, no
sólo de Giussani, sino de toda la Iglesia en estas décadas): «La respuesta a esta gracia consiste por entero en la petición de la que seamos capaces». La respuesta a esta
gracia (que no es sólo del inicio, sino de cada paso) consiste por entero en la oración de la que seamos capaces. Nuestra respuesta es una oración, es una petición.
Nuestra respuesta es la sorpresa de una pregunta, una pregunta como la de Juan y
Andrés: «¿Dónde vives?». Frente a algo tan hermoso nuestra respuesta es: «¡Quédate!». Frente a una dulzura tan grande, nuestra respuesta es: «No me abandones,
¡quédate!». Nuestra respuesta es esta, y es la respuesta del niño cuando su padre y
su madre lo aman. «Nuestra respuesta es una oración. No es una capacidad especial, es
solamente el gesto de la oración». Puede ser el llanto del niño pidiéndoles a sus padres que lo amen. El llanto. En la antigua liturgia existía una misa para pedir el
don de las lágrimas. Se pide mucho más con las lágrimas que con las palabras. El
gesto, el impulso de una petición. Habet et laetitia lacrimas suas. Decía san Ambrosio. Cuando uno se alegra de esta dulzura, también esta alegría tiene sus lágrimas. En el fondo la alegría se expresa solamente llorando. Decía Giussani en el
artículo citado: «Nuestra respuesta es una petición, y no tener una capacidad particular, es solamente el gesto de la oración». Luego añade Giussani (deseo leer esto porque remite a Péguy, con quien comenzamos): «Entramos en el mes de mayo [ahora estamos en la novena de la Navidad]. Creo que el pueblo cristiano se
ha visto desde hace siglos bendecido [el inicio es Suyo: bendecido] y confirmado
en su camino hacia la salvación [confirmado: porque si Él no confirma, aunque
lo hayamos encontrado, no permanecemos en el encuentro. Es la sencillez de la
Tradición. Por ejemplo un dogma del Concilio de Trento dice: «Si uno está en ¬
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estado de gracia, sin una ayuda especial de la gracia, no puede permanecer en
gracia». ¿Comprenden que toda la vida cristiana está sostenida por Su iniciativa? Si uno está en estado de gracia, sin la ayuda especial de la gracia que es algo que se puede pedir, sin el atractivo que se renueva, no permanece en ese
atractivo. No se puede vivir de un amor pasado, no se puede vivir del atractivo
de ayer, ni tampoco del atractivo de hace un instante. No se puede. Se vive solo
del presente. Por tanto, si uno está en estado de gracia, para permanecer en él
es preciso que esta ayuda especial se renueve]. Creo que el pueblo cristiano se
ha visto desde hace siglos bendecido y confirmado en su camino hacia la salvación, sobre todo, por una cosa: el Santo Rosario». Es sencilla la vida cristiana, es sencilla. Después de decenios de tantas palabras, de tantas luchas, de
tantos retos… Dijo durante un Ángelus el papa Luciani: «Menos batallas y más
oraciones». Creo que el pueblo cristiano se ha visto bendecido y confirmado,
por una cosa: el rezo del Santo Rosario.
Termino leyendo algunos versos de la poesía de Péguy con la que comencé.
Describe el permanecer en esta gracia. «Este es el lugar del mundo donde todo se
hace fácil». Fácil también el pecado, la traición, como Pedro. Fácil también la
tentación de correr tras la lujuria, la usura y el poder. Pero fácil ser abrazados de
nuevo. Y llorar de gratitud. Más fácil. La diferencia es que quien no lo experimenta no sabe esta cosa más fácil. Sabe todas las demás cosas, pero no sabe esta cosa más fácil. Más fácil, más hermosa, más sencilla. Todo se torna fácil. «La
tristeza, la partida, incluso el acontecimiento». También es fácil que aquel estupor
suceda de nuevo: en el Paraíso será perenne, aquí es fácil, aquí es fácil que suceda de nuevo, no perenne. Y dice también san Agustín: el Señor en algunos momentos puede no dar a sus elegidos, a sus santos, el atractivo arrebatador que
los atrae hacia Él para que así, experimentando que son pecadores, pongan en
Él su esperanza y no en sí mismos. Fácil. «Y el adiós temporal y la separación. / El
único lugar de la tierra donde todo se hace dócil. […] Lo que en cualquier otro lugar
requiere un examen / No es aquí sino fruto de una juventud inerme». Lo que en todas
partes requiere un examen por lo que debes demostrar que eres bueno. También en casa es así, muchas veces. Debes demostrar que eres bueno. Y no puedes ser un pobre pecador. Debes demostrar que eres bueno. Así, al hecho de ser
pecador como todos, añades también la hipocresía, que es pecado más grave,
el de los fariseos. «Lo que en cualquier otro lugar requiere un examen / no es aquí sino fruto de una juventud inerme. / Lo que en cualquier otro lugar requiere un mañana
/ no es aquí sino fruto de una debilidad repentina. / Lo que en cualquier otro lugar requiere una certificación / no es aquí sino fruto de una pobre ternura. / Lo que en cualquier otro lugar requiere un toque de destreza / no es aquí sino fruto de una humilde
ineptitud […]. Lo que en cualquier otro lugar es constricción de regla / no es aquí sino
un gesto y un abandono». Como dice Giussani. Solo el gesto de la oración, solo el
gesto de la petición. Como el niño que durante el día puede romper muchas
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Detalle de La Virgen del Rosario, Caravaggio, Kunsthistorisches Museum, Viena
veces un vaso. Que lo rompa incluso mil veces y mil veces diga “mamá, ayúdame a no romperlo”, este es el hombre cristiano. “Mamá, ayúdame a no romperlo”. Y es más fácil, más feliz para el niño decir en brazos de su madre: “Mamá, ayúdame a no romperlo”, que incluso romper el vaso. « Lo que en cualquier otro lugar es constricción de regla / no es aquí sino un gesto y un abandono; / Lo que en cualquier otro lugar es una dura penalización/ no es aquí sino una debilidad que es liberada. […] Lo que en cualquier otro lugar sería duro esfuerzo / no es
aquí sino sencillez y quietud; / Lo que en cualquier otro lugar es una rugosa corteza /
no es aquí sino la savia y las lágrimas del sarmiento. […] Lo que en cualquier otro lugar es un bien perecedero / no es aquí sino un plácido y breve desinterés. / Lo que en
cualquier otro lugar es un enorgullecerse / no es aquí sino una rosa y una huella en la
arena. […] Nos han dicho tantas cosas, oh Reina de los Apóstoles, / que no nos atraen
los discursos. / Ya no tenemos más altares que los tuyos, / ya no sabemos más que una
simple oración». Feliz Navidad.
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