El centurión ante la cruz
Transcripción
El centurión ante la cruz
El centurión ante la cruz Introducción: 1. La madrugada debe haber estado fría ya que era en abril cuando los hechos que componen este sermón comenzaron a suceder. 2. Un centurión romano destacamentado en Jerusalén se disponía a cumplir con una desagradable tarea propia de su rango: — Escogería de su centuria a doce soldados que se encargarían de crucificar a tres condenados a muerte, cuatro soldados por cada ejecutado. 3. Cerca de las ocho los trece militares y los tres condenados comenzaron la caminata desde la ciudad a una colina cercana, conocida como el lugar de la Calavera, Gólgota en hebreo. — Los condenados iban cargando, o tal vez arrastrando, cada uno la cruz en que sería clavado. — Cada cruz pesaba unos 150 kilos, que a cada paso parecía aumentar su peso. 4. Uno de los condenados, muy malherido y sangrante, definitivamente ya no pudo seguir y fue necesario que el centurión detuviera a uno que pasaba y le ordenara que ayudara a llevar esa cruz. 5. Eran casi las nueve de la mañana cuando el grupo, por cierto rodeado de una gran multitud, subió a la colina y los soldados se dispusieron a su ingrata tarea. 1) Lo primero que hizo cada grupo de cuatro fue poner sobre su cruz acostada en el suelo al condenado a su cargo. 2) Tres de ellos lo clavaban a las dos tablas cruzadas de los pies y de las manos. 3) Mientras, el cuarto soldado cavaba cerca de la cruz, para el lado de los pies, un hoyo angosto, tal vez de medio metro de profundidad. 4) Cuando los condenados estuvieron ya clavados y los hoyos listos, los soldados levantaron las tres cruces con su triste carga y las fijaron en los hoyos. 6. Todos estos procedimientos eran supervisados cuidadosamente por el centurión. 7. Esto sucedía a las nueve de la mañana. — Seis horas después el centurión dijo las palabras que conforman el texto de este sermón: — Combinemos dos pasajes: Mr 15.39 y Lc 23.47. 8. “Cuando el centurión vio lo que había acontecido…”, dice el segundo pasaje. 1) Ese día algo aconteció que hizo al centurión concluir que Jesús era Hijo de Dios. 2) ¿Qué cosas sucedieron que pudieron hacerlo llegar a su conclusión? 3) Veámoslas en esta mañana. I. Pudo haber sido el primer encuentro del centurión con Jesús. 1. Mt. 27.26. 2. Cuando leemos “le entregó”, podemos concluir que Pilato entregó a Jesús al encargado de crucificarle, es decir, al centurión. 1) Vamos por un momento al v 18: 2) Pilato quería salvar a Jesús de la muerte “porque sabía que por envidia” había sido entregado a los romanos para que lo crucificaran. 3) Casi sería imposible pensar que no le comentó esto a su centurión al entregarle a Jesús. 3. Entonces pudo ser que en el momento de conocer a Jesús, el centurión ya tenía nociones de que iba a crucificar a un inocente. II. Pudo haber sido la manera en que Jesús reaccionó al maltrato y escarnio. 1. Primero en el pretorio: 1) Mt 27. 26-31: 2) Allí sus soldados, escarnecieron y torturaron a Jesús y éste soportó todo sin replicar, en silencio y con una calma impresionante. 3) Esta manera de sufrir calladamente la tortura jamás la había visto antes el centurión. 4) Sería imposible que no se hubiera impresionado mucho con este condenado. 2. Ya estando Jesús en la cruz el centurión no pudo dejar de ver y oír el odio de los gobernantes y autoridades religiosas: Mr 15. 29.32. — El centurión debe haberse asombrado al oír el ruego de Jesús: Lc 23.34. — “¿Cómo puede este hombre desear el perdón a sus escarnecedores y matadores?”, tuvo que preguntarse el centurión. III. Pudo haber sido el observar la forma en que Jesús afrontó la muerte. 1. Mt. 27.34. 1) Esa mezcla se les daba a los que afrontaban la muerte por crucifixión para embotar sus sentidos y así calmar el tremendo dolor que acompañaría a su larga agonía. 2. “No quiso beberlo”. 1) El motivo del rechazo era clarísimo: Jesús quiso experimentar el sufrimiento de su crucifixión con plena conciencia. 3. Todos allí, los espectadores, los enemigos de Jesús, los otros condenados, los verdugos, deben haberse asombrado mucho. 4. Lo que nos interesa a nosotros es que seguramente el centurión observó este rechazo de Jesús con gran asombro. IV. Pudo ser la oscuridad inexplicable que sobrevino a la hora sexta. 1. Mt. 27.45. 2. Exactamente cuando el sol está en todo su esplendor el día se hizo noche. — Este repentino oscurecimiento debe haber sido algo sobrecogedor. 3. Muchos de los presentes no pudieron menos que asociar aquel portento con el crucificado de en medio. — ¿Estaba Dios detrás de lo que estaba pasando? — Como muchos allí, también el centurión ha de haberse preguntado: “¿No serán estas tinieblas una manera en que el Señor del cielo está expresando su desaprobación de lo que se le está haciendo a quien dice que es su hijo?” Las cosas que pasaban desde la madrugada fueron convenciendo al centurión de que algo extraordinario tenía aquel condenado. Ahora puedo decir en mi último punto que... V . Tres horas después el centurión quedó totalmente convencido. 1. Nótese Mt 27,45 de nuevo: “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena”. 1) En este momento las palabras importantes son “hasta la hora novena”. 2) Noten Mr 15.33-37. — Jesús murió a la hora novena que equivale a las 3 de la tarde. 3) Noten ustedes lo mismo que tuvo que haber notado el centurión: 1.- Las tinieblas se disiparon precisamente cuando Jesús murió. 2.- Esto probó definitivamente que las tinieblas tenían que ver con la agonía de Jesús. 3.- “No hay duda. Aquí está pasando algo sobrenatural”, tuvo que haber pensado el centurión. 2. Pero no sólo pasó eso: En el momento de morir Jesús hubo un terremoto: Mt. 27.50,51. — Aunado al regreso de la luz en el mismo momento, el terremoto seguramente era otra señal divina. 3. Algo más asombró al centurión cuando murió Jesús: 1) Mr 15.37-39. 2) Examinemos una frase en el v 39: — “viendo que después de clamar había expirado así…”. 3) “había expirado así” — ¿Así cómo? V. 37: “Dando una gran voz”. — Fue el morir Jesús dando una gran voz lo que convenció al centurión, dice el pasaje. 4) La forma de decir las cosas Marcos muestra que se trata de algo muy importante. — Eso lo confirman los que han estudiado la muerte por crucifixión. 5) Los crucificados morían por asfixia, ya sin oxígeno en sus pulmones. — Es decir, en el momento de morir ya no podían hablar, mucho menos gritar. 6) “Este crucificado no es un simple hombre”, debe haber pensado el centurión. 7) Juntemos Lc 23.46 y Jn 19.30. — Los estudiosos han concluido que las palabras que gritó Jesús — “Consumado es. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”— para enseguida expirar, muestran que él mismo decidió el momento de su propia muerte. — Este detalle no pudo pasar desapercibido al centurión, quien había visto muchas muertes de crucificados. 4. Al centurión no le quedó ninguna duda: 1) El se había fijado que los enemigos de Jesús se burlaban de que él había dicho ser el Hijo de Dios. 2) Jesús había invocado a alguien a quien llamaba su Padre. 3) Después de todo lo que había estado observando, el centurión expresó lo que había concluido: Verdaderamente este era Hijo de Dios. Conclusión: 1. Ciertos escritos de los primeros siglos dicen que el centurión se hizo cristiano. 2. Lo raro hubiera sido que después de todo lo que vio aquel día no se hubiera convertido. 3. Hermanos y amigos, en cierta forma hoy nosotros nos hemos transportado hasta ese día en el monte Calvario y nos hemos situado junto al centurión y hemos visto lo que él vio. 4. En cuanto a nosotros los miembros de la iglesia, lo que hemos visto esta mañana debe fortalecer enormemente nuestra fe. 5. En cuanto a usted, amigo visitante: — No olvide que la muerte de Jesús en la cruz aquel día fue el sacrificio que hizo posible el perdón de nuestros pecados. — Entonces sea agradecido e inteligente y entréguele hoy mismo su vida al Señor Jesús. 6. Exprese su deseo de obedecer el evangelio mientras cantamos el himno. Jorge Rodríguez Guerrero Guadalajara, México, julio 15, 2012