Bart de Wever: "Envidio la fuerte identidad y el compromiso de los

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Bart de Wever: "Envidio la fuerte identidad y el compromiso de los
Bart de Wever: "Envidio la fuerte identidad
y el compromiso de los catalales"
"En Catalunya y Flandes hay la misma sensación de que la
otra parte nos frena", afirma Bart de Wever, presidente de
Nueva Alianza Flamenca”
Internacional
“Espero que todos los partidos se esfuercen porque en España se cree un ambiente más abierto a
dar más autonomía a Catalunya”, afirma el líder nacionalista flamenco, Bart De Wever, en una
entrevista exclusiva con La Vanguardia. Prudente, dice seguir la situación catalana y española
“en la distancia” pero conoce bien sus debates: “Si ves el trato fiscal que tiene el País Vasco, es
evidente que hay precedentes de autonomía fiscal que funcionan”. De Wever planteó los
modelos españoles a los socialistas valones durante las negociaciones para formar gobierno
federal. “Se ponían histéricos, no querían ni verlo”, cuenta. Al final, no hubo acuerdo y su
partido, la N-VA, se quedó fuera del ejecutivo federal a pesar de haber sido el más votado en
Flandes.
Licenciado en Historia, casado con una holandesa y padre de cuatro niños pequeños, De Wever
(Amberes, 1970), preside la soberanista N-VA desde el 2004 y, con un programa conservador y
pragmático (prefiere la evolución a la revoluciones) lo ha convertido en la fuerza política de
referencia del nacionalismo flamenco. Las elecciones locales del próximo 14 de octubre, a las
que se presenta como candidato a la simbólica alcaldía de Amberes, pondrán a prueba su auge.
De Wever ve diferencias significativas entre la situación de Flandes y Catalunya. “ Los catalanes
son una minoría en un gran país y nosotros, la mayoría. La mayor parte de los catalanes están a
favor de la autonomía. En Flandes el desafío está en convencer a la gente sobre la autonomía”,
admite con un punto de “envidia”. “Sin embargo, aunque los catalanes tienen un sentimiento de
identidad más fuerte que los flamencos, tienen el problema de que España está más unida que
Bélgica”, opina, ya que “sigue teniendo cohesión” como democracia. “Catalunya tiene su propia
identidad pero todo el mundo habla español, la gente sigue medios nacionales, hay una élite
española, inmigración española.... Eso es no existe en Bélgica: no hay una lengua nacional, en
Valonia la gente no habla ni entiende neerlandés, no existen medios belgas… Nuestra
democracia está dividida”.
¿Qué similitudes ve?
La identidad se articula también en el plano socieconómico. No se trata sólo una de tener nuestra
propia lengua e historia. También queremos tomar decisiones y no se nos deja. Creo que en
Flandes y en Catalunya tenemos una sensación similar de que nuestra identidad, nuestra
economía están bloqueadas por la otra parte. Otra similitud es la sensación de que siempre
tenemos que pagar sin poder decidir nada. No nos negamos a mostrar solidaridad pero sí a dar
cheques en blanco. Cuando cuestionas cómo se gasta el dinero, te dan lecciones de moral, dicen
que eres rico y egoísta, insolidario...
En Catalunya esa frustración ha crecido con la crisis. En Flandes, al contrario, da la
sensación de que se ha calmado. ¿Se han resuelto los problemas con la última reforma del
Estado?
No, pero al ser una minoría los catalanes tienen una identidad más pronunciada que los
flamencos. Nosotros somos una comunidad muy tranquila, con un sentimiento de identidad
menos fuerte que no se expresa ni se muestra en la calle ni con banderas. Pero no subestime
cómo, en silencio, bajo la superficie, ese sentimiento existe. Más y más gente llega a la
conclusión de que la suma de los dos no funciona. Ahora empezamos a hablar al fin de asuntos
clave, como fiscalidad y política social. Todo lo demás ya se ha transferido. Bélgica, en esencia,
no es más que la suma de la deuda pública y la seguridad social. Si sacas esas dos cosas de
Bélgica, no queda nada... En la calle, no se nota. Igual que cuando caminas sobre un volcán
parece una montaña tranquila, pero puede cambiar rápidamente. La corriente de fondo en
Flandes es muy fuerte, aunque distinta a la de Catalunya, que aflora enseguida, se manifiesta en
la calle, organiza referendos...
¿Envidia esa movilización?
Sí, envidio ese fuerte sentimiento identidad del pueblo catalán. Es algo natural también en
Escocia o País Vasco. Lo bonito además en Catalunya es que es muy inclusivo. No tienes que
haber vivido allí mil años para ser parte de ella. Acogen a otra gente, se convierten en parte del
espacio público. El patriotismo en Flandes es mucho más débil.
¿Qué es más difícil, convivir o divorciarse entre dos o a 17?
Entre dos, sin duda. El federalismo entre dos es insoportable. En España, EE.UU. o Alemania
tienes más componentes y la ventaja de cooperar en un país o un mercado más grande. Es algo
que hay que valorar a la hora de hacer cosas juntos. Además, es más fácil llegar a acuerdos entre
30, porque todo el mundo ha de ceder un poco. Pero si estás solo dos y además no tienes ninguna
ventaja de escala por estar juntos (porque Flandes es pequeño, pero Bélgica también)... Es como
un matrimonio que no funciona, se desgasta con el tiempo.
Su partido no hace campaña por la independencia, confían en que llegará por evolución
natural.
Lo dice en el primer punto de nuestro programa. Creemos que el destino final de la historia es
que Flandes sea un Estado miembro de la UE. La perspectiva europea es esencial. Queremos más
competencias para Flandes, pero cuestiones como la Defensa no deben pasar a un nivel inferior.
Hay que buscar ventajas de escala y transferirlas a Europa. Ahora, si queremos pasar todo hacia
Europa y hacia Flandes, ¿qué queda en medio? Nada. Es lo que llamamos el modelo de
evaporación de Bélgica. Lo que nunca hemos lanzado es consignas revolucionarias. Nunca
hemos dicho que hoy o mañana vamos a acabar con todo.
Desde fuera envidian la fuerza del nacionalismo flamenco.
Como decimos en Flandes, el campo de los vecinos siempre parece más verde… Nosotros
tenemos celos de los catalanes, por lo orgullos que están de su identidad y por lo que están
dispuestos a hacer por ella. A ellos les puede dar envidia que aquí seamos mayoría, que las
reformas del Estado salgan adelante, que tenemos un horizonte flamenco y que el mundo exterior
confíe en que vamos a lograrlo. Los catalanes piden un mejor estatuto fiscal y no les dan nada...
Cabe preguntarse cómo se va a salir de esto. Es normal que les de envidia que aquí se avance.
Pero a nosotros también nos gustaría que el nacionalismo no se relacionada con movimientos de
extrema derecha o racistas como ocurre en Flandes. Vlaams Belang ha estigmatizado muchísimo
el movimiento flamenco por la autonomía.
¿Ve a Europa asumiendo todas esas competencias que desearía quitarle a Bélgica?
En este momento es muy difícil. He de admitir que la perspectiva europea es esencial para mí. Es
Europa lo que debe mantenernos unidos, porque para muchas cosas necesitas tener una escala
grande, global. Esperemos que se superen los problemas. En Bélgica y Europa se viven
situaciones similares. Bélgica es una unión de dos democracias, Europa de 27 democracias. Es el
mismo principio y veo los mismos fallos de construcción. Si en una entidad de este tipo haces
una unión socioeconómica a través de la moneda, los eurobonos o una unión bancaria, debes
poder asegurarte de que la política socioeconómica es coherente. Eso significa que los países
fuertes imponen un estándar a los más débiles.
En Bélgica el problema es que no podemos hacerlo, igual que le pasa a Europa. Se pide a los
alemanes que muestren solidaridad y que tengan salarios más altos para que los otros sean
competitivos; pero así van a decir que no, que no van a pagar hasta que esos otros países no
demuestren que pueden seguir sus estándares presupuestarios.
Los flamencos no tenemos la sensación de que los valones usen las transferencias de miles de
millones de euros que les hacemos para alcanzarnos ni para que haya más cohesión, más bien los
usan para cronificar su situación. Para eso no queremos pagar. Si la unión política de Bélgica
debe mantenerse, seremos solidarios pero la otra parte debe esforzarse y alcanzarnos. Lo mismo
vale para Europa. Creo que los dos debates al final van a converger. Son tiempos muy, muy
interesantes para hacer política.
¿No cambiaría nada de la gestión de la crisis? Insistiendo sólo en esa parte del problema las
cosas no han mejorado mucho.
Sí, sí, como dice la canción de los Black Eyed Peas, ‘Meet me half way’… Eso es lo que debería
ocurrir. No puedes imponer una coraza a la periferia que le impida crecer, porque entras en
círculo vicioso que conduce a la quiebra y deja a la gente sin perspectiva, sin nada que perder,
como se ve en Grecia…
… Empieza a ocurrir en España
Seguimos con los ojos bien abiertos lo que puede pasar en España. Con gran preocupación,
porque lo que vemos es inquietante. Hay que dar algún tipo de perspectiva a estos países,
decirles que hay que seguir un camino pero que éste conduce a algún sitio, no que sólo va a ir
cuesta abajo… Esto exigirá un enorme liderazgo político en Europa. Angela Merkel debe
explicar a su opinión pública que, pase lo que pase, van a tener que pagar, también aunque
explote el euro. Así que por favor síguenos por este camino pero va a salir bien. Al mismo
tiempo, en Grecia, Portugal, España y en menor medida Italia hace falta líderes que digan que
van a tener que consolidarse a un nivel más bajo, pero que a partir de allí se volverá avanzar y a
construir algo. Las dos partes han de encontrarse a mitad de camino. Pero es muy difícil. En este
país llevamos decenas de años así y las cosas están totalmente bloqueadas.
…Si en Bégica no funciona, y es el laboratorio de Europa…
Así es… Somos una mini Europa, ese debate es estructural aquí, desde hace 20 o 30 años. Lo
vamos resolviendo pero está llevando muchísimo tiempo y creo que Europa no tiene el lujo de
estar 20 años hablando.

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