ENTREVISTA A JOSEFINA AlDECOA

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ENTREVISTA A JOSEFINA AlDECOA
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CONFESIONES
DE UNA ESCRITORA:
•
ENTREVISTA A JOSEFINA AlDECOA
Eugenio Sáenz de Santa María / Carlos Villar Flor
"El compromiso ético
es una de nuestras señas
de identidad, uno de los
rasgos que nos une a los
escritores de los 50"
En verano, Santander es una fiesta. Un sarao ecléctico
arena fina, sol y pieles tostadas, un borbotón
incontenible
y un punto pagano de
de vida a pie de chi-
ringuito, entre las calles atestadas, en lo más alto del faro, desde donde se divisa
la ciudad
hormigueante
y ajena a conceptos
como prisa, horas o dolor. En la
península que parte en dos la espina dorsal de las playas santanderinas,
se yer-
gue aristocrático el palacio de La Magdalena, antigua propiedad de la Monarquía
que ahora, por esas cosas de la Democracia, disfruta el Pueblo en toda su extensión\- que acoge en sus estancias las actividades de la Universidad
Internacional
Menéndez Pelayo (UIMP). Las familias retozan en los cuidados jardines y se sientan ante las espléndidas vistas de la bahía, con un interés estético que se resume
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en interjecciones y silencios pensativos.
En la UIMP, entre cursos, ponencias y debates, una masa multicolor
atesta los
pulcros pasillos de palacio, antaño recorridos por quizá ociosos infantes, ayas
con uniformes almidonados y mayordomos de librea impoluta. En estos tiempos
de moda prett á porter, las sandal ias que envuelven tobi Ilos del icados se confunden con zapatos que brillan
lustrosos; junto a camisetas desenfadadas caminan
trajes de lino y corbatas que elevan, puede que sin precisarlo, rasurados mentones. y entre jóvenes que viven ilusionados sus primeras incursiones en ámbitos
tan excelsos, uno puede encontrarse, de sopetón, al ex jefe de la Casa Real, don
Sabino Fernández Campo, como abandonado
a su suerte junto a un grupo de
extranjeras que ignoran la porción de Historia que pasa a su lado; o, incurriendo
unos metros más en el dédalo del palacio,
"La novela es un género
de madurez, por lo que
no se puede escribir
acerca de algo vivido
en el momento."
puede
aparecer, trajeado y con carpeta, el ínclito actor
Chinarro; o, en fin, el vistante bisoño de la UIMP
puede acudir a la cafetería y, al solicitar
las consu-
miciones, darse cuenta de que le acaba de quitar la
vez al flamante premio Cervantes, don José Hierro,
que le mira sin verle desde sus atalayas poéticas.
y entre la vorágine de carpetas, curiosidades y pasillos concurridos,
descubrimos
nos encontramos
con una mujer, que sabíamos escritora y que
bella y sabia. A estas cualidades del cuerpo y el espíritu cabría aña-
dir la de una juventud
que resume siete décadas de historia, personal y del país,
un devenir que ella se empeña en perpetuar a través de sus palabras, escritas y
habladas. Esta mujer comprometida usa su voz para recordarnos el pasado, no
con afán de revancha, sino con intención
pedagógica. Conocernos
en los tiem-
pos pretéritos es aprender, asegura, y las lecciones hay que desarrollarlas
incierto examen del futuro.
Josefina Aldecoa
en el
llega a la UIMP para explicar su relación con la literatura,
para dar cuenta del compromiso
ético que asumió la generación de la que ella
formó parte. En el caso de la autora, esa intención se ha plasmado en títulos que
componen
su estela creativa. En 1961 publicó A ninguna parte. A finales de la
década de los sesenta, se abre un paréntesis provocado por la muerte de su marido, el escritor Ignacio Aldecoa. Su reencuentro con la publicación
se produce en
los ochenta, con títulos como Los niños de la guerra, una obra de memoria personal y gen~racional; la novela La enredadera, en la que analiza la personalidad
femenina
a través de dos personajes en situaciones opuestas; y Porque éramos
jóvenes, libro donde se recoge la responsabilidad
de cada uno en la elección de
la trayectoria vital. En El vergel, obra que publica a finales de los ochenta, se produce una ruptura en el juego constante de la autora entre el pasado y el presente.
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Hay más títulos que quedan como hitos de su carrera, como Mujeres de Negro o
Confesiones de una abuela, y otros (esperamos que muchos) por venir, como el
de la novela que actualmente elabora con el provisional título de El enigma.
- Háblenos del grupo de novelistas de los años 50 al que usted perteneció.
¿Cómo era la relación literaria y personal entre ustedes en aquellos años?
Maravillosa. La mayoría nos habíamos conocido en la facultad de Letras de
Madrid, pero no precisamente en el aula: Ignacio (Aldecoa), jesús Femández
Santos y Ferlosio no aparecían por clase, había que encontrarlos en el bar. Los
que iban a la universidad por aquellos años pretendiendo aprender literatura y
queriendo ser escritores, no encontraban lo que buscaban. Quizá eso nunca se
encuentra, pero entonces menos, teniendo en cuenta que en mi adolescencia
estaban prohibidos libros como Platero y yo ... El grupo nació espontáneamente,
unos por otros; Ignacio y Carmen Martín Gaite se habían conocido en Salamanca,
luego fueron a Madrid y nos conocieron al resto; yo conocí a Ferlosio antes que
a Ignacio .. En total, éramos un grupo de unas diez o doce personas que mantuvimos una gran amistad.
Existía una igualdad total entre los hombres y las mujeres del grupo - Carmen
Martín Gaite, Ana María Matute, la actriz María Luisa Romero y yo - tanto en el
plano superficial (nadie nos cedía el paso o el sitio, todos pagábamos las consumiciones) como en el profundo. A la hora de discutir o hablar de literatura existía una igualdad total, éramos un grupo muy bien avenido. Hacíamos lecturas de
nuestras creaciones - sobre la base "si me lees, te leo"- y opinábamos con igualdad; asistíamos todos a las primeras obras de teatro de Alfonso (Sastre), nos quedábamos toda la noche en espera de las críticas, lo mismo las chicas que los chicos; recibimos con verdadera alegría la publicación de la primera novela de Ana
María, que publicó jovencísima; nos alegrábamos cuando alguno obtenía premios literarios como si fuera nuestro ... Creo que fuimos las primeras mujeres
escritoras que fueron verdaderas compaíieras en igualdad de los hombres escritores, sin discriminación, durante muchos años. Teníamos una relación verdaderamente avanzada para la época.
Buero Vallejo, que era una especie de hermano mayor; como Cela y otros,
definía nuestras tertulias como lilas catacumbas". Este clima clandestino de confianza nos acercaba más y disolvía todas las diferencias artificiales que se pueden
crear socialmente.
- ¿Qué otros rasgos les unían, además de la amistad?
La mayoría éramos estudiantes de universidad en Madrid o Barcelona, y a
todos nos unía una experiencia cronológica: la guerra civil que vivimos en nues-
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tra infancia. Muchos empezaron en los 50 a publicar sus primeras novelas, poemas, cuentos u obras de teatro con unos rasgos comunes: la preocupación por la
realidad que les rodeaba, la tristeza, sordidez y miseria de un país que arrastraba
las consecuencias de una guerra civil y después una guerra mundial. La dureza
de la posguerra, el aislamiento, las dificultades materiales y culturales, el exilio y
represión de los grandes maestros ... Muchas veces he pensado que lo que impulsó a escribir a mis compañeros fue esa necesidad de contar lo vivido: se les l/amó
Ilescritores realistas, sociales o socio-realistas ... " Sin duda, el compromiso ético es
una de nuestras señas de identidad, uno de los rasgos que nos une a los escritores de los 50.
- ¿le parece que se mantiene este compromiso en las nuevas generaciones
literarias?
Todos somos hijos de la consecuencia histórica que nos ha tocado vivir, ya
la generación de mis hijos o de mis nietosl lo que les contamos de esos años les
parece la guerra de las Galias. Los nuevos escritores no tienen por qué sentir la
necesidad de ese compromiso ético: cuando la realidad es más dulce uno se
puede permitir el lujo como escritor de abordar otros problemas humanos, y no
se puede decir que eso esté mal, depende de la época.
La literatura también acusó la transición. Muchos jóvenes se incorporaron a
las filas literarias en los 60, los 70 y 80, interesados en nuevas corrientes, modos
de expresión, influencias externas, etc., y no tenían nada que ver con los escritores sociales y comprometidos de los años anteriores. También éstos, en plena
madurez literaria y humana, habían cambiado: se sintieron relevados de su obligación testimonial y libres para escribir de lo que quisieran, cambiar de temas,
estilos, tratamientos, elegir lo que probablemente hubieran elegido: intimismo,
fantasía, amor, problemas de una sociedad emergente ... Temas libres para escritores libres.
- Sigamos con las comparaciones odiosas. Antes se ha referido a la actividad
de su grupo de amigos escritores con unas connotaciones románticas: se reunían en las "catacumbas", leían y comentaban libros prohibidos, etc ... ¿Qué le
parece el contraste con la generación literaria actual? ¿Cree que la libertad de
expresión sin límites de la que gozan ahora ha producido los frutos de calidad
esperados?
No estoy tremendamente al día de los escritores actuales más jóvenes.
Conozco a Múgica, a Ray Loriga, ya algunos otros, y creo que el/os también tienen su propia "catacumba", de otro tipo distinto: el/os parecen moverse dentro
de un ámbito muy determinado, y son testigos de una juventud con similares
hábitos de diversión, sexuales, vitales, etc. Pero también se han formado su pro-
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pia catacumba, sus propios códigos que han de seguir si no quieren sentirse de:>plazados. Esto es propio de la juventud, y yo lo vi en mis hijos y lo veo en mi
alumnos y ahora en mis nietos: el joven necesita pertenecer a un grupo, no se
halla en solitario, tiene que protegerse mediante la pertenencia a un colectivo y
sigue los códigos que ese colectivo marca. En literatura pasa algo parecido.
En cuanto a los frutos literarios de esta nueva generación, no podemos aún
hablar, nos falta perspectiva. Pero creo que los resultados de una educación más
abierta tienen que ser a la larga positivos. Se dice que los jóvenes de hoy no leen,
pero yo creo que no es del todo cierto: el problema es que tienen mucho donde
escoger, desde literatura popular, cómics, canciones, películas, televisión; videojuegos ... Una gran variedad de opciones que influyen en el modo de entender la
vida.
Yo creo que en esta cuestión se aplicará la idea del péndulo: se publican de
vez en cuando verdaderas aberraciones haciendo gala de libertad de expresión,
pero las aguas volverán a su cauce cuando se haya asumido una auténtica noción
de libertad.
- Volvamos a los comienzos. ¿Podría resumimos su trayectoria
literaria
desde los años 50 y 60?
En esos años yo ya escribía; como mis amigos; artículos; cuentos, reseñas;
alguna traducción ... He de añadir que eran difíciles de ;;colocar'; en las escasas
revistas y periódicos que existían; pues, a diferencia de hoy, ser joven no era un
valor que se cotizara en bolsa.
Reuní mis primeros cuentos en el libro A ninguna parte. Escribí dos novelas;
una de las cuales; La casa gris; quedó finalista
del Nadal en 1953. Los premios eran entonces
"Nada de lo vivido
casi la única salida para una novela. A finales de
permanece encerrado
los 60, la muerte de Ignacio sumió mi vida en un
por mucho tiempo en
largo paréntesis de silencio, etapa que duraría
la censura del subconsciente"
casi diez años, durante los cuales todo mi trabajo literario se redujo a la lectura. En 1979, un
amigo editor insistió en que hiciera un largo prólogo para una selección con notas
de los cuentos de Ignacio; y para ese mismo editor escribí Los niños de la guerra,
memoria generacional como homenaje a mis amigos. El hielo estaba roto.
Después escribí una novela no social, La enredadera (1984) la historia de dos
mujeres que habitan una misma casa con cien años de diferencia. El contraste
entre ambas vidas me sirvió para hacer una exploración de la condición femenina y para reflexionar sobre lo que tienen en común mujeres separadas por un
siglo. Seguirán, en 1986; Porque éramos jóvenes, y El vergel (J 988). Tratan de las
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JOSEFINA
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R. ALDECOA
Historia de
una maestra
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Mujeres de negro
11'1
ANAGRAMA
NafTaINa"NspAr>l<:as
relaciones humanas, de los encuentros y desencuentros, los problemas de la
mujer en lucha con su destino, la búsqueda personal de los propios errores y
aciertos. Pero en estos libros ha desaparecido el compromiso social directo.
- Cuando retornó la escritura después de los años de silencio, ¿sentía más
miedo que cuando empezó?
Yo creo que, aunque mi descanso literario fue forzado por mi situación psicológica de entonces, me vino bien en otro aspecto: durante el tiempo en que no
escribí maduré en muchos sentidos. Cuando volví yo había cambiado en cuanto
a la capacidad de expresión, a mis experiencias humanas ... No había cambiado
de ideas, de ideología, de sentido crítico, pero me vi impulsada a escribir de lo
que estaba escribiendo todo el mundo. Ya no quería escribir de la posguerra. No
es que pensara que ya no existía penuria o miseria, pero había una especie de
pacto en el ambiente de no tratar de esas realidades, a ver si con la transición
empezábamos a vivir en paz. Durante estos años había leído muchas cosas y me
preocupaba la situación de la mujer.
Yo había estado alejada de la creación literaria, pero no del mundo literario,
el mundo literario eran mis amigos. Además, creo que de lo que se está viviendo
inmediatamente no se puede escribir. Yo había vivido recientemente un drama
personal, la muerte de Ignacio, pero no hubiera podido escribir ni una novela ni
un cuento en torno a lo que estaba sintiendo entonces. Creo que la novela exige
una perspectiva, y que es un género de madurez, por lo que no se puede escribir
acerca de algo vivido en el momento. Así que, de lo que yo me retiré durante esos
diez años no fue de la pasión literaria, de la lectura, de saber lo que les sucedía
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a mis amigos - que se reunían en mi casa cada martes y viernes -, de estar al día
de lo que pasaba en el ámbito literario. No escribí durante esos diez aíios, pero
sin darme cuenta estaba siendo influida por lo que pensaban, hacían o "maquinaban" los demás.
- lY
qué ocurrió para que en 1990 publicara Historia de una maestra, una
novela en la que vuelve a tomar el hilo de los cuentos de los años 50?
La memoria es la explicación. Nada de lo vivido permanece encerrado por
mucho tiempo en la censura del subconsciente. Precisamente el hecho de escribir tiene mucho que ver con la liberación del subconsciente. También es cierto
que todo escritor en un momento u otro de su vida vuelve a la infancia, que en
mi caso transcurrió en parte antes de la guerra civil y en parte durante ella.
Pero ese despertar de la memoria no se produjo por causalidad. En las cercanías de 7990 mi madre vivía sus últimos años, y regresaba con frecuencia a las
historias de su juventud, a su estancia en los pueblos de la montaña leonesa, a la
llegada de la república, a la revolución de octubre, a la guerra ... Parte de esos
recuerdos que ella reavivaba en mí estaban archivados en mi memoria, yaparecían de repente como flashes repentinos al hilo de su evocación. Impulsada por
esto decidí escribir Historia de una maestra. Cuando la terminé en 7990, mi editor mostró gran interés por ella, pero con una sombra de duda: ¿va a interesar en
este momento? ¿ Va a ser aceptada una novela que trata de los temas tachados por
la transición? El editor asumió el riesgo, pues le gustaba, y tuvo un éxito inesperado. Lectores, críticos y amigos me pedían que continuara con la historia inicial,
llevando a los personajes adelante en el tiempo, y me decidí a continuar, completando con los tres libros una trilogía que trata de la historia de una mujer a lo
largo de todo el siglo XX.
- lA qué atribuye el interés que despertó esa novela incluso entre los jóvenes?
A finales de los 80 en el ambiente se larvaba la percepción de que la circustancia histórica había vuelto a cambiar. Los años 90 se estrenan con una alarmante descenso del optimismo anterior: en el 93 los socialistas sufren un revés
que se confirma en el 96, se suceden los ataques entre los partidos políticos y el
enconamiento entre las posiciones mutuas, las campañas de descréditos, las situación delicada de los nacionalismos ..., hacen dudar a los españoles de esa transición pacífica e idílica. Y con un sobresalto, una pregunta se introduce en la mente
de muchos: ¿dónde hemos dejado la memoria? ¿dónde está el análisis reposado y
sereno, pero ineludible, de lo que fue la guerra, la postguerra y los cuarenta años
de dictadura? Los pueblos no pueden olvidar su historia, dice Santayana que el
pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Los 90 marcan el
final de la euforia de la transición, yeso explica el éxito de mi libro.
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- ¿le parece que entre los escritores de su generación que aún escriben se
ha producido un interés similar por recuperar la memoria?
Un dato muy significativo es que al mismo tiempo que yo escribía Historia
de una maestra otros escritores de mi generación. habían empezado también a
escribir de la memoria: todos habían sentido la necesidad de no pactar con el
olvido, de recuperar la memoria de lo que hemos vivido, para dejar testimonio a
los que vengan después. De la verdadera, profunda, humana historia de España,
esa que no se ve en los libros de texto, la historia pequeña de la gente, de lo que
la gente sufría, sentía y vivía en aquellos días.
A lo largo de los 90 una corriente de exaltación de la memoria se extiende
por el país, y aparecen novelas, ensayos, y sobre todo, muchas memorias personales en torno a la historia de España en el siglo XX. Por citar algunos, Caballero
'Bonald, Castilla del Pino, Fernán Cómez, Marsillach Haro Tecglen, jesús Pardo,
Carda Posada. En cuanto a mí, creo que han terminado las novelas que reflejan
directamente los acontecimientos históricos que he vivido, pero quedan las huellas, y es fácil que en otros personajes de mis novelas surjan recuerdos más o
menos relevantes, interpretaciones de conductas cuyas raíces están en el pasado.
- ¿No se siente también tentada a escribir un libro de memorias?
Respecto a escribir un libro de memorias al uso, mi problema es que tengo
muy mala memoria inmediata. Incluso cuando leo libros similares de amigos y se
refieren a acontecimientos que tienen que ver conmigo, a veces he de admitir que
yo no me acuerdo, me asombra la memoria que tienen. La otra forma de memoria, la de incorporar a la escritura recuerdos personales, archivados con claridad
y lucidez, eso sí que lo he intentado hacer. Pero no el tipo de libro de memoria
personales en que relaciono nombres, personajes, acontecimientos, fechas ... Para
eso no valgo.
- ¿Reconoce sus influencias literarias? ¿Se ha planteado algún proceso de
depuración para quitarse el fardo de éstas conforme pasa el tiempo?
Cuando se es joven, las influencias se notan de modo más acusado, no
conozco a ningún escritor que no haya sido también buen lector. Truman Capote
respondió ante una pregunta similar: /lamí me han influido todos/l. A mí también,
creo que me han influido desde las novelas de Tarzán, las de Crompton que leí
de cría, todo. Las influencias son una especie de poso, lo que queda cuando todo
se ha olvidado, al igual que dicen de la cultura. Es natural que escritores más afines nos influyan - en mi caso, la literatura anglosajona -, pero es un proceso
inconsciente. A veces se nota especialmente con los muy jóvenes, como cuando
se dio el boom de la novela hispanoamericana y todos los escritores que entonces empezaban escribían influidos por esa novela fantástica, en el sentido tropi-
E
cal del término. Pero eso no quiere decir que vaya a continuar así. ConiornE
avanzas/ esa influencia desaparece/ aunque quede un poso/ que no podemos ni
analizar.
- Correremos el riesgo de no ser muy originales ... ¿Influyó Ignacio en su
forma de escribir?
Más que influencia directa/ en el estilo/ fue encontrarme con la persona que
encarnaba mi temprano entusiasmo por la literatura. Ignacio fue la persona que
más me influyó en ese respecto. También
discutíamos muchas veces/ pero hasta que
Ignacio no decía la última palabra ante
cualquier terna de discusión (por ejemplo/
cómo entendíamos
el existencialismo
"En los años 90 se ha producido
una tendecia ente los escritores
a recuperar la memoria"
francés/ la influencia de la novela objetivista francesa/ etc ...) yo no estaba segura.
Hablábamos tanto de literatura/ él era un ser tan literario/ con tanta formación
literaria/ que yo aprendí mucho de él. De todos modos/ creo que mi estilo tiene
poco que ver con el suyo ...
- Volviendo a Historia de una maestra, allí refleja una universidad itinerante, que recorre pueblos instruyendo a la gente inculta. ¿No cree que la universidad actual está distanciada del pueblo, aislada?
Sí/ pero no olvidemos que las "misiones pedagógicas// de los años 30 de las
que hablo en mi novela no pueden aislarse del momento histórico en que sucedieron. Respondieron a una labor de profesores/ estudiantes y profesionales que
de modo altruísta se implicaron en culturizar a los habitantes de pueblos muy
atrasados. Yo misma me propuse/ con Ignacio y Alfonso Sastre y otros amigos/
re5ucitar el espíritu de aquellas misiones a comienzos de los SO. Pero son cosas
del pasado/ hoy en día no tendría sentido hacer algo parecido.
Pero sí me preocupan otros temas relacionados con la educación: la masificación de la universidad/ la falta de preparación previa en primaria y secundaria/
la carencia de ilusión. Por mis alumnos y nietos veo que la universidad produce
gran desencanto/ cuando debería ser una inyección de ilusión/ de esperanza/ de
cosas que no fueran estrictamente universitarias. Quizá no el tipo de misiones de
las que hablo/ pero sí otras misiones adaptadas a los tiempos. A los jóvenes les
falta este estímulo/ considerando el entusiasmo que despiertan entre ellos las
ONG/ el medio ambiente/ ete. Siempre estoy a favor de los jóvenes/ creo que el
responsable de los defectos que les achacamos es la sociedad adulta. Habría que
aplicar la imaginación a la educación.
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- ¿Y qué le dice su experiencia como maestra al respecto?
Pienso que la educación ha de ser libre y razonada¡ pero no soy partidaria de
dejar que los niños hagan lo que quieran. Ese es un peligro actual: algunos
padres¡ quizá debido a la educación más estricta que recibieron¡ quieren que sus hijos no
"los escritores jóvenes de
pasen lo que ellos pasaron y les dan una libertad
hoy también se han creado
ilimitada¡ pero eso es erróneo. Al niño hay que
su propia catacumba"
apoyarle en su crecimiento con firmeza¡ no
puede hacer lo que le venga en gana. Cada
época tiene sus características¡ que a veces funcionan como un péndulo¡ de un
extremo a otro. Yo confío en que pronto volveremos a una situación de mayor
normalidad en la educación.
- Por último, ¿qué proyectos literarios contempla?
Ahora estoy escribiendo una novela que trata de relaciones personales entre
hombre y mujer. Puede que tenga que ver con el pasado en algún rasgo de carácter o educación de alguno de los personajes. ¿Un título? De modo absolutamente
provisional¡ El enigma¡ pero es muy posible que lo cambie. No sé cuando saldrá¡
hace dos años que la empecé¡ pero no tengo mucho tiempo libre para escribir.
En cualquier caso¡ a lo que nunca renunciaré como escritora es al compromiso con el ser humano¡ sus dudas y sus miedos¡ sus heroísmos y sus cobardías¡ sus
triunfos y derrotas¡ porque esa es¡ en mi opinión¡ la esencia de la literatura. ea..

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