Germán Glez Nuestra Gente - Sedu
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Germán Glez Nuestra Gente - Sedu
Germán González Navarro Investigación y semblanza por Renata Chapa NUESTRA GENTE Todos los derechos reservados conforme a la ley. © icocult © Diseño de portada y diagramación: Jazmín Esparza Fotografía de portada: Nancy López Cuidado editorial: Odila Fuentes/José Antonio Santos/Miguel Gaona Impreso en México PRESENTACIÓN Q uienes laboramos para el pueblo de Coahuila desde el Gobierno del Estado somos conscientes de que, además de las estrategias institucionales en materia de seguridad, salud, educación y obra pública que hemos implementado, algo indispensable para generar riqueza e igualdad entre los coahuilenses es el compromiso activo de todos los miembros de nuestra sociedad. Los programas tienen un impacto inmediato y cuantificable, pero es sólo la voluntad y el trabajo de la gente lo que puede transformar estos hechos de gobierno en beneficio comunitario permanente. Es por ello que ofrecemos a los ciudadanos este proyecto editorial: Nuestra Gente, colección de semblanzas biográficas de quienes desde la iniciativa privada, la academia, el servicio público, el activismo comunitario y la asistencia pública no gubernamental, están contribuyendo día a día a hacer de Coahuila un estado más seguro, más competitivo y, sobre todo, justo. El texto que tienen ustedes en sus manos se refiere al incansable espíritu de don Germán González Navarro, torreonense de cepa única que, a sus 84 años, alimenta la historia de la ciudad que lo vio nacer por medio de sus diarias enseñanzas. Don Germán, sin duda, es un coahuilense distinto. Por su sensibilidad, por sus conquistas y hasta por su alegre humor no sería extraño creer que es un auténtico consentido del destino. O de Dios, como él mismo afirmaría. No es un exceso ni adulación per se calificar a don Germán como un hombre de bondad, apreciado profundamente. En las distintas áreas abordadas en la presente semblanza —la familia, el trabajo, la fe, la mujer, el altruismo y el deporte— don Germán refleja que el bien común es 5 Nuestra Gente su meta y no deja de correr de manera extraordinaria hasta llegar a ella. Mientras unos apenas van en la carrera de los retos cotidianos, otros más desisten y algunos nunca llegan a dar un paso, don Germán ya fue y vino ocho veces, como cuando subía corriendo el Cerro de las Noas en Torreón. Don Germán es imparable. Su lucha es inspirativa. Se vuelve guía férrea. Convivir con él es sinónimo de crecimiento. Sus palabras, hasta en sus breves frases acuñadas a lo largo de décadas, son muestra congruente de cómo sí es posible construir una ciudadanía distinta —valiente, solidaria, responsable, productiva, respetuosa, empática— si el amor funge como principio vertebral. Aquí, don Germán enseña otra de sus fórmulas de vida: jamás sentir pena por declararse enamorado de alguien o de algo. Nunca. Incluso recomienda de manera enfática amar a plenitud sin esperar reciprocidad y abre una especie de invitación colectiva para el entrenamiento de conductas amorosas en todo momento, independientemente de la edad, género, estado civil, condición económica, religión o profesión. Como puede leerse en estas líneas y en las páginas subsecuentes, las lecciones de don Germán son de efectos inmediatos y poderosos. Llegan hasta donde tienen que llegar y en el momento preciso. A través de estos títulos, Nuestra Gente se propone un doble objetivo: por una parte, ofrecer un justo homenaje a quienes hoy por hoy han sido pilares de nuestra ciudadanía, dando a conocer al público coahuilense los detalles de su vida y su obra. Por otra, nos interesa que el ejemplo de estos hombres y mujeres se arraigue en los lectores y cristalice, a la larga, en nuevas generaciones de individuos cuya voluntad y espíritu de servicio estén a la altura del porvenir. Gobierno de Coahuila 6 GERMÁN GONZÁLEZ NAVARRO El secreto de la vida es estar enamorado. De lo que sea, pero enamorado. Amar es vivir, vivir es compartir. No importa que a uno no lo amen. Hay que amar. Germán González Navarro Torreón, Coahuila. Agosto 11 de 2010 Cumpleaños 84 I. Un árbol fértil y abundante Desde la primera charla que sostuve con don Germán González Navarro supe que me había sacado la rifa del ángel. Estoy convencida que nuestro encuentro no fue obra de la casualidad. Su carisma, traducido en constantes lecciones de vida, dinamizó el ánimo que debía dar cuenta de su trayectoria. Fue aire fresco para oxigenar la creatividad. Logró crear un canal de comunicación virtuoso para que las ideas transitaran de manera libre. Jamás será lo mismo leer una semblanza sobre don Germán González que tener el privilegio de charlar con él. Pero, precisamente por el valor de su actitud ante la vida, es necesario dejar un legado escrito donde muchos puedan constatar que la ternura sí es un asunto de caballeros y que es posible darse a los demás y multiplicar el bien con un corazón convencido. Pero, ¿por dónde rastrear las pistas que dieran respuesta a los porqués de esa intensa luz que irradia don Germán? Opté por un camino sin pierde: el de su genealo- 7 Nuestra Gente gía. Una mirada a las trayectorias de sus antepasados me reveló que eso de plantarse con aplomo para cumplir proyectos que dejan huella le viene de familia. Su abuelo materno, don Luis Manuel Navarro Garza, un líder nato, dejó marcas importantes en la historia de la política de la ciudad de Parras y, principalmente, en la de Torreón. Sobre el segundo apellido de don Luis Manuel —según lo aclara el doctor en historia y cronista de la ciudad de Torreón, Sergio Antonio Corona Páez— “a finales del siglo XIX, muchos apellidos eran intercalados como si nada. Un mismo individuo podía llamarse a sí mismo ‘De Fuentes’, ‘De la Fuente’ o ‘Fuentes’. El criterio era distinguirse de su familia o parentela cercana. El ‘Garza’ y ‘De la Garza’ seguía exactamente el mismo criterio. Las familias ‘Garza’ y ‘De la Garza’ nunca existieron como familias de diferente origen. Podían adoptar esas variantes en su grafía, y a nadie le molestaba. Todos los Garza norteños provienen de don Marcos Alonso de la Garza Falcón. Sean ‘Garza’ o ‘De la Garza’, todos proceden de él” (Corona, Sergio, comunicación personal, septiembre 17 de 2010). Fue el ex gobernador del estado de Coahuila durante la presidencia de Porfirio Díaz, José María Garza Galán, quien nombró a don Luis Manuel Navarro “Jefe Político de los distritos de Parras y de Viesca. Poco después, don Luis asumió el cargo de Presidente Municipal de Parras, Coahuila cuyo puesto desempeñó hasta el 17 de enero de 1898” (www.estaciontorreon.galeon.com/ productos631291.html, recuperado el 25 de septiembre de 2010). Gracias al desarrollo logrado en aquella época en la Villa de Torreón fue también en 1898 cuando “el Gobierno creó la Jefatura Política de Torreón para la que fue nombrado don Luis M. Navarro que había demostrado su capacidad y energía para el desempeño del nuevo cargo, del que tomó posesión en enero de ese año” (Ibid.). 8 Germán González Navarro Y también en 1898, don Luis “lanzó su candidatura para presidente municipal y resultó electo, tomando posesión de su cargo el primero de enero de 1899, teniendo posteriormente seis reelecciones consecutivas para períodos de un año: (…) 1900, 1901, 1902, 1903,1904 y 1905” (Ib.). Tomar decisiones estratégicas para la transformación de la ciudad de Torreón fue otro de los vínculos importantes que unieron a don Luis Manuel Navarro Garza y a su nieto, don Germán, a través del tiempo. La siguiente triada de ejemplos es muestra de ello. El primero tiene que ver con el orden de la ciudad, sus construcciones y remodelaciones. Don Luis dotó “a la primitiva colonia del Ferrocarril de una nomenclatura adecuada para sus calles y avenidas, y de acuerdo con las opiniones de la gente importante de la Villa, les asignó los siguientes nombres a las calles de Norte a Sur y a las Avenidas de Poniente a Oriente, como sigue: calle Viesca, en honor del General Andrés S. Viesca; calle Múzquiz, para honrar la memoria del General Melchor Múzquiz, coahuilense distinguido que había sido Presidente de México; calle Ramos Arizpe, en honor del Chantre don Miguel Ramos Arizpe, diputado coahuilense que asistió a las Cortes de Cádiz, España, en 1812; calle Juan Antonio de la Fuente, cuyo nombre correspondía al coahuilense que llevó ese nombre y fue ministro de Juárez y gran diplomático; calle Zaragoza, en honor del coahuilense distinguido, vencedor de los franceses en la Batalla de Puebla el 5 de Mayo de 1862, Ignacio Zaragoza; calle Valdés Carrillo, en honor del distinguido coahuilense Antonio Valdés Carrillo, fundador del Ateneo Fuente; calle Cepeda, en honor del varias veces Gobernador de Coahuila, Victoriano Cepeda; calle Rodríguez, en honor del también Gobernador de Coahuila, Santiago Rodríguez; calle Acuña, en honor del gran poeta coahuilense, Manuel Acuña; calle Blanco, 9 Nuestra Gente recordando al distinguido coahuilense que fuera Ministro de Juárez, el General Miguel Blanco; calle Falcón, en recuerdo del famoso guerrillero coahuilense de la época de la Intervención, Anacleto Falcón; calle Treviño, en recuerdo del general Gerónimo Treviño; calle Ildefonso Fuentes, nombre del guerrillero de la Reforma y de cuna coahuilense; calle Leona Vicario, en recuerdo de la heroína de la Independencia, de ese nombre. (…) Avenida Ferrocarril, que partía paralela a la vía del Ferrocarril; avenida Hidalgo, en recuerdo del Padre de la Patria, Miguel Hidalgo y Costilla; avenida Juárez, en honor del Benemérito de las Américas, Benito Juárez; avenida Morelos, en recuerdo del héroe de la Independencia, José María Morelos y Pavón; avenida Matamoros, en recuerdo del cura de la Independencia, Mariano Matamoros; avenida Allende, en recuerdo del Caudillo de la Independencia, capitán Ignacio Allende; y la avenida Abasolo, en recuerdo del Caudillo de la Independencia, capitán Mariano Abasolo” (Ib.). En el plano de las edificaciones y remozamientos —segundo ejemplo de la huella familiar en don Germán por parte de su abuelo— destacan varias obras. “En el Álbum de la paz y del trabajo editado en 1910 para celebrar las fiestas del Centenario de la Independencia de México son mencionados hombres de empresa de toda la República Mexicana y al referirse al señor Navarro de Torreón, Coahuila (son señaladas las siguientes acciones)… mandó derrumbar un sinnúmero de barracas que existían y dio a los habitantes de ellas, nuevos alojamientos. Muchas de las calles en número de cinco kilómetros, las mandó empedrar y sus embanquetados fueron bien arreglados con lo que dio a la población bonito aspecto. En la plaza 2 de Abril (hoy plaza de Armas), se repuso todo el pavimento, enladrillándose nuevamente, se dotó de sotas y se construyó el kiosko, importando éste cuatro mil y tantos 10 Germán González Navarro pesos. Sobre los tajos mandó construir puentes de madera y tres de bóveda, dejando en obra otros más. Construyó una noria productora de agua para regar la plaza principal y calles de la ciudad, movida por vapor. Para la pavimentación de las calles se compró un rodillo aplanador (…). Dotó a la Alameda con una máquina para sacar agua y regar. (…) Se construyó un bordo de defensa en la margen derecha del Río Nazas para librar a la población de alguna fuerte avenida de dicho río que pudiera causar una inundación” (Ib.) La tercera evidencia de la fuerza de la herencia familiar recibida por don Germán González Navarro, una de tantas más, es la que muestra el tesón de su abuelo don Luis por impulsar el comercio y a la industria como fueron las “jaboneras, hilados y tejidos, metalúrgicos” (Ib). Don Luis Manuel Navarro “(…) dotó a la ciudad (entonces era Villa) con un molino para nixtamal (…) e hizo las gestiones necesarias para que se constituyera la primitiva Empresa Abastecedora de Agua y Drenaje, de la que fue socio fundador con una acción, levantándose el Acta Constitutiva de la mencionada empresa que fue protocolizada por un Notario Público de Saltillo, Coahuila, en 1903” (Ib.). Ahora bien, don Luis Manuel Navarro, abuelo materno de don Germán, contrajo nupcias con doña Lucinda de la Garza Vidaurri y procrearon catorce hijos: Lucinda, Luis, Victoriano, Esther —bautizada como Esther Guadalupe del Santísimo Corazón de Jesús y madre de don Germán—, Julio*, Aurelio*, Julio Aurelio*, María del Refugio, Beatriz, Aurelio, Alfonso Alfredo*, María Concepción Blanca, Beatriz y Guillermo Luis (*murieron a una corta edad). Él relata con gusto: “Mi abuelo Luis era muy aventado. Le llevaba 16 años a mi abuela. Se casaron en Estados Unidos porque ella era descendiente del fundador de Laredo, Texas y en aquella ciudad fue donde llegaron al altar. Mis abuelos Luis y Lucinda tenían bastantes bienes, pero vino la Revolución en 1910 y los dejaron 11 Nuestra Gente a mano. Les quitaron de todo, hasta la ropa tan elegante que me cuentan que pedían a París”. Por el lado paterno, fueron don Urbano Lucio González Toro y doña Josefa Calderón Ávila los abuelos de don Germán. Ellos tuvieron siete hijos: Fernando, José — el padre de don Germán—, Aurora, Belén, Rosa, Francisco y Ángel. Don Germán explica que una de las principales preocupaciones de don Urbano era defender su patrimonio familiar. Él y sus dos hermanos, José y Joaquín González Toro, recibieron por parte de su tío, el coronel Carlos González Montes de Oca, la donación de un terreno de 87 mil 882 hectáreas, es decir, un espacio más grande que algunos países de Europa. “Esto sucedió en 1902. Yo tengo la escritura”, señala don Germán. En ese tiempo previo a la Revolución Mexicana, don Urbano, sus hermanos y sus familias, como tantas otras ubicadas en Parras, Coahuila, necesitaban cuidarse de los indios. “En las torres de la iglesia de Parras había vigías que observaban las 24 horas de todos los días para advertir la llegada de lo indios. Tocar una campana era la señal con que los vigías alertaban al pueblo que los indios venían en camino. Ese sonido era la señal que los ponía en guardia y a temblar. Los indios elaboraban con mucha maestría las puntas de sus flechas, los ‘chuzos’. Eran de todos tamaños. Tenían forma de ancla para que penetraran rápido en el cuerpo humano, pero no para que pudieran salir con facilidad. Pero esas flechas fueron combatidas por los parrenses con rifles y así perdieron la vida muchos indios. Posteriormente, ellos también usaron armas y ahí sí se puso difícil la cosa porque los indios siempre fueron diestros jinetes que montaban a pelo, sin silla de montar, y usaban la crin del caballo como base para disparar: la dividían en dos partes que luego amarraban para formar una especie de círculo por donde metían el brazo para 12 Germán González Navarro luego, desde ahí tirar con más firmeza. Cuando estalló la Revolución Mexicana, mi abuelo Urbano y sus dos hermanos tuvieron que defender tanto sus bienes inmuebles como su propia vida con más fuerza aún. Desafortunadamente, ellos fueron saqueados. Les robaron todo y en el enfrentamiento con los revolucionarios, fallecieron mis dos tíos abuelos, José y Joaquín, dejando a sus viudas e hijos solos. Mi abuelo Urbano fue el que tuvo que seguir adelante apoyando a las familias, dedicándose a la agricultura, digamos que casi partiendo de cero”. El abuelo Urbano dio muestra cabal no sólo de lo que significa el trabajo constante, sino también de lo relativo que es el dinero y que en él, como bien lo habría de sostener su nieto Germán años después, no radica la felicidad. El abuelo Urbano se repuso del saqueo y prosperó una vez más. Sin embargo, el esfuerzo extraordinario de esos años —de admirarse, en realidad— quedó reducido a nada por segunda ocasión. Llegó 1936, año del Reparto Agrario, es decir, la disposición presidencial que por decreto oficial sólo permitía a los agricultores disponer de una propiedad de 150 hectáreas. “La de mi abuelo Urbano fue una de las pérdidas más terribles. Pasar de más de 87 mil hectáreas a 150 era un absurdo, pero eso era lo que estipulaba el Reparto Agrario y tuvieron que acatarlo. Algunos dueños de propiedades pusieron a nombre de los hijos sus terrenos y los pudieron conservar; otros pensaron que no les iban a quitar nada y se quedaron sin propiedades. Pero cuando a mi abuelo le dieron la parte que, según ellos, le correspondía, él y su familia no la toman. ¡Para qué si ni las mulas les iban a caber! Fue una fecha que jamás se olvidará: al día siguiente de aquel 6 de octubre de 1936 amanecieron con sólo 150 hectáreas. Sólo sus cosas más personales agarraron. Varios hijos se vinieron a Torreón; otros a Monterrey; algunos más a San Luis Potosí y varios a México. Mi papá 13 Nuestra Gente fue uno de los que radicaron en La Laguna. El llamado era a trabajar, no a lamentar. Dios no sólo quiso ayudar por tercera vez mi abuelo, sino que en esta ocasión, la gracia fue repartida para todos sus hijos”. Si bien, los abuelos de don Germán fueron marcando pautas importantes para su vida futura, faltaban los ingredientes clave para que su pasta fuera única en su tipo. Es aquí donde se arraiga con fuerza la influencia de sus padres, Esther Navarro de la Garza —la tercera hija del matrimonio de don Luis Manuel Navarro Garza y Lucinda de la Garza Vidaurri, ahijada de don Ernesto Madero, fundador de Met-Mex Peñoles— y el ingeniero José González Calderón —el segundo hijo del matrimonio de don Urbano Lucio González Toro y doña Josefa Calderón Ávila—. Fue en Parras, Coahuila donde nacieron los padres de don Germán, pero no el sitio donde se conocieron. A pesar de que la ciudad era pequeña, jamás coincidieron. “En 1902, Parras era apenas un detalle geográfico, pero ya tenía tren y fue la primera ciudad en México que tuvo energía eléctrica gracias a que Evaristo Madero —capitán de industria y fundador de la Compañía Industrial de Parras Fábrica La Estrella— era amigo de Tomás Alba Edison. Los años pasaron y, por diferentes razones, las familias de mis padres cambiaron su residencia a Torreón. Mi papá incluso tuvo la oportunidad de dejar La Laguna por un tiempo para estudiar la carrera de ingeniero civil en la Escuela de Ingeniería, ubicada en el Palacio de Ingeniería, en la ciudad de México. Ya en el ejercicio de su profesión, asumió la tarea de construir una vía cercana a la zona fronteriza por Yucatán. Allá contrajo el paludismo y de inmediato tuvo que regresar a Torreón para atenderse. Pero corrió con doble suerte porque no sólo pudo recuperarse a tiempo, sino que después, por fin conoció 14 Germán González Navarro a la mujer con quien formaría una familia. ¿Que cómo se dio el romance? De una manera muy simpática. Para poder coincidir con mi mamá, mi padre tenía bien calculados los rumbos por los que ella andaba. Se colocaba en puntos estratégicos y ahí comenzaba a desarrollar su plan. Él le buscaba la mirada para saludarla y después le decía que su carro Ford se le había descompuesto. Y así comenzaba a hacer su luchita. Él quería echarle el ojo y sabía muy bien cómo hacerse pato. Lo bueno fue que mis padres se entendieron. Después de un noviazgo de alrededor de dos años, contrajeron matrimonio”. Siete fueron los hijos del matrimonio González Navarro. “En el Torreón de los años veinte, nace don Germán siendo el tercer hijo (…). Él, junto a sus hermanos José de Jesús, Urbano Luis, Enrique, Guillermo, Jaime y Esther, aprende de sus padres a trabajar arduamente” (Cabral, Valeria, “Germán González Navarro”, Perfiles del Centenario, Siglo Nuevo, Año 2, Número 2, 14 de julio de 2007, p. 22). Don Germán regresa al tiempo de su infancia: “Vivíamos en una zona que antes se llamaba San Julián y que hoy corresponde a la colonia Luis M. Navarro donde se en- Urbano Luis, Guillermo, Germán, Enrique y José de Jesús González Navarro. 15 Nuestra Gente cuentra el centro comercial Cimaco Cuatro Caminos. Esos terrenos eran propiedad de mi abuelo Luis Manuel. Para llegar a nuestra casa, cruzábamos la avenida Juárez y continuábamos por la que ahora es la avenida Cuauhtémoc, antes llamada calzada Porfirio Díaz, la cual, por cierto, no estaba pavimentada. Sólo era tierra y más tierra. Cuando llovía, era prácticamente imposible que saliéramos de casa porque corríamos el riesgo de quedarnos atascados. No había camiones. Era como un rancho. En nuestro trayecto por la avenida Juárez, mi papá siempre veía con calma un terreno. Lo miraba con sus ojos de ingeniero civil, pero también con los de un ciudadano preocupado. Él sabía que personas de escasos recursos casi no tenían opciones recreativas qué visitar los domingos. Pensaba en aquellos padres de familia que, luego de trabajar durante casi toda la semana, corrían a sus casas a emborracharse y a pelear con sus esposas e hijos quienes, al final de cuentas, son los que en estos casos ‘la llevan’”. Un buen día, el ingeniero José González Calderón por fin supo qué hacer con el conocido terreno que tanto había visto y que por algún motivo le había llamado la atención: decidió convertirlo en un agradable punto de reunión sin distingos sociales y siempre abierto al público; un espacio acondicionado para que las familias pudieran practicar deportes y recrearse; una amplia área verde que fuera el primer pulmón para la ciudad de Torreón. La voz la tiene don Germán: “Mi padre decidió dar vida al Bosque Venustiano Carranza”. Don Germán tiene varios recuerdos de esta experiencia compartida al lado de su papá: “Él primero comenzó a hacer el trazo del Bosque tal y como se lo había imaginado durante tantos años. Luego se ocupó en diseñar un plano que sometió a la aprobación del Gobierno del Estado a través del general Pedro V. Rodríguez Tria- 16 Germán González Navarro na. Yo estaba chiquito. Tendría unos 13 o 14 años. En un inicio, el general no estuvo muy de acuerdo en que el terreno fuera expropiado porque pertenecía a los ferrocarrileros, y como don Pedro era el líder encargado de expropiar propiedades en La Laguna —era la década de los treinta, tiempos de Lázaro Cárdenas y del famoso Reparto Agrario— supuso que tendría problemas. Pero mi papá se defendió recurriendo a la misma idea que Plano original del Bossque Venustiano Carranza, trazado por el ingeniero José González Calderón, padre de don Germán. 17 Nuestra Gente Equipo de trabajadores asignados para la construcción del Bosque Venustiano Carranza. Fotografía tomada en la esquina de la calzada Cuauhtémoc y Juárez, pudiéndose observar al fondo las torres de las luminarias del estadio Nazario Ortiz Garza. estaba detrás del Reparto, es decir, la expropiación de amplios terrenos para entregarlos a las personas con menos poder adquisitivo. Y es que su proyecto pugnaba casi por lo mismo, salvo que el espacio que él solicitaba significaba beneficios para toda la comunidad e incluso para quienes visitaban Torreón. Mi padre no se dio por vencido y me enseñó a llegar a la meta. Todavía recuerdo cuando lo acompañamos mi madre, mis hermanos y yo a plantar el primer árbol”. Quién fuera a decir que 51 años después, en 1991, don Germán González Navarro sería el presidente del patronato del Bosque Venustiano Carranza y que, entre otras mejoras, sería el encargado de instalar uno de los más modernos sistemas de riego por aspersión ubicados en aquel entonces. “(Don Germán) invita a personas distinguidas a que siembren un nuevo árbol, pues considera que esta acción es muy formativa para el que lo hace. Entre las personas que han dejado un recuerdo se encuentran la señora Olga de Juambelz y de Horcasitas a quien invitó a sembrar un árbol para celebrar el centenario de la vida de su padre, 18 Germán González Navarro don Antonio de Juambelz y Bracho, propietario del periódico El Siglo de Torreón, así como al señor don Francisco Martín Borque, fundador del Grupo Soriana. El 3 de enero de 2000, fecha en que murió la señora María de las Mercedes de Borbón, condesa de Barcelona, y madre del Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, don Germán en Con el Bosque Venustiano Carranza como marco, Olga de Juambelz y de Horcasitas, don Germán González e invitados especiales llevaron a cabo la siembra del árbol en conmemoración del centenario de vida de don Antonio de Juambelz y Bracho. 19 Nuestra Gente su memoria plantó un nogal. Igual lo hizo cuando falleció la madre Teresa de Calcuta y, anteriormente, el 12 de octubre de 1992 invitó al Vicecónsul de España en esta ciudad a plantar un laurel con motivo de los 500 años del descubrimiento de América” (González, Germán, Archivo personal con valor curricular, Premio Compartir, Torreón, Coahuila, 2004). Otras personas también invitadas por don Germán para plantar un árbol en el Bosque Venustiano Carranza fueron doña Consuelo Maisterrena de Iriarte, doña María Antonieta Torres de Fernández y don Arturo Orona Gámez, destacado líder agrario. Otro sitio inaugurado en presencia de los González Navarro fue el edificio de la delegación de la Cruz Roja en Torreón. “Mi papá fue el presidente”, comenta con el entusiasmo de un niño don Germán cuando trae el tema a la conversación. Menciona que el primer presidente de la benemérita institución fue don Antonio Morales Barrera, pero que dos meses después se retiró del cargo por motivos de salud, siendo invitado el ingeniero José González a ser el nuevo presidente. Don Ger- Don Francisco Martín Borque y su esposa Ana Mary Bringas de Martín en la ceremonia de plantación de su árbol en el Bosque Venustiano Carranza. 20 Germán González Navarro Don Arturo Orona Gámez, destacado líder obrero, y el ex presidente Luis Echeverría Álvarez. mán conserva el libro Historia de la Cruz Roja en Torreón escrito por el ex cronista de la ciudad de Torreón, Homero del Bosque Villarreal (Editorial del Norte Mexicano S.A. de C.V., 2ª. ed., Torreón, 2008), donde varios pasajes retratan esta otra labor titánica de su padre a favor de la comunidad. Una marca que también fue indeleble: “La directiva, cuyo presidente era el ingeniero José González Calderón, se empeñaba afanosamente para localizar un terreno adecuado en extensión, con posibilidades de ampliar la propiedad y que además estuviera localizado en un lugar adecuado e idóneo para los propósitos. Al fin lo encontró; el terreno que se adquirió se ubica en la esquina de la avenida Hidalgo oriente y calle Cuauhtémoc comprándose en principio los metros cuadrados suficien- 21 Nuestra Gente tes para la construcción que se proyectaba (…). El día 23 de junio de 1946 se llevó a cabo en imponente y festiva ceremonia la colocación de la primera piedra con que se iniciaba la construcción del edificio destinado al servicio de la Delegación de la Cruz Roja de Torreón (…). El Presidente de la Delegación de Torreón que seguía siendo el ingeniero José González Calderón, acompañado de la Presidenta del Comité de Damas doña Virginia Herrera de Franco, llevó a cabo materialmente el asentamiento de la primera piedra siendo asistentes y testigos de este compromiso que se echó a cuestas la Cruz Roja de Torreón, su Presidente Municipal el señor Braulio Fernández Aguirre; los representantes de las autoridades civiles y militares; de las distintas Cámaras; de la iniciativa privada y los miembros del Comité de Consejo de Administración, Comité de Damas, Cuerpo Médico, Enfermeras y Ambulantes. (…) El Consejo Directivo, el Comité de Damas se afanaban pidiendo aportaciones específicas a personas morales y físicas, promoviendo colectas generales, celebrando eventos sociales, bailes, corridas de toros, noches de juego en el Casino de La Laguna y colaborando en los festejos anuales que celebraban los Clubes de Leones y Rotarios en los meses de febrero y septiembre, respectivamente, para obtener participación en el reparto de utilidades. Pero a pesar de tanto afán, los gastos de sostenimiento de los servicios que prestaba la benemérita institución y por otra parte la adquisición de dos ambulancias más —tenían con ellas un total de cuatro— la compra de aparatos e instrumental no sólo necesario, sino indispensable para el trabajo, y la nómina cada vez más elevada hicieron que la construcción no se realizara con el ritmo y rapidez anhelados, pero al fin se inaugura el edificio del puesto de socorros de la Cruz Roja Mexicana Delegación Torreón. Cinco años después de que se colocó la 22 Germán González Navarro primera piedra de la construcción del edificio de la Delegación de la Cruz Roja de Torreón se vieron realizados los propósitos de los directivos, alcanzando la meta de colocar la última piedra y de inaugurar su edificio. Quien tanto trabajó para ese logro, el ingeniero José González Calderón, murió el 6 de noviembre de 1950 teniendo a la vista, como Moisés desde la cumbre del Nebo, la ciudad prometida” (pp. 24-25). El padre de don Germán, por diferente vías y en muy distintas circunstancias, le mostró el valor del servicio a los demás: “Don Germán acompañaba a su papá a ver cómo construía escuelas primarias en los ejidos del municipio de Torreón, a lo largo de las carreteras vecinales (…) Desde 1954 y hasta 1958, don Germán dedicaba las tardes de los sábados a visitar enfermos en los ejidos Coyote y Reseña del padre de don Germán escrita por el ex cronista de la ciudad, Eduardo Guerra, y publicada en el número 60 de la revista Casino de La Laguna. 23 Nuestra Gente Solima, en el municipio de Matamoros, Coahuila” (González, Germán, Archivo personal con valor curricular, Premio Compartir, Torreón, Coahuila, 2004). Otra de las enseñanzas recibidas por don Germán por parte de sus padres y que merece comentarios aparte fue la del valor inconmensurable del trabajo mencionado párrafos atrás. Desde pequeño, al igual que a sus hermanos, lo encaminaron hacia la cultura del esfuerzo, misma que también le dio disciplina, capacidad de administración, pero, sobre todo, la actitud de persistir con una visión positiva aun en las circunstancias más retadoras. Don Germán tiene cualquier cantidad de anécdotas que nutren su historia en el mundo del trabajo. Una de ellas tiene que ver con las inesperadas reacciones que mostraba su padre ante situaciones laborales nada sencillas. Todas se convirtieron en ejemplos que don Germán mantiene vivos en mente y corazón: “En materia de cultivos, sé que era demasiado lo que mi padre invertía para lograr sus cosechas. Por esfuerzo no paraba. En una ocasión, recuerdo que había sembrado en el rancho Ana — hoy es un ejido ubicado al noreste de Torreón, colindando con el también antes rancho y hoy ejido La Concha, cercano al Territorio Santos Modelo— doscientas hectáreas de trigo y que todas estaban listas para ser trilladas. Se había preparado varias semanas con las máquinas y con los trabajadores necesarios para esa labor. Llegó contento a la casa la noche previa a la cosecha. En la mañana siguiente, muy temprano, escuchamos que tocaban la puerta. Eran varios de los peones. Estaban llorando. ‘Granizó, patrón. Toda la cosecha se perdió’. Esa granizada histórica dejó en la calle a varias personas dedicadas a la agricultura. Y mi papá, luego de consolar y despachar a los peones a sus casas, volteó a ver a mi mamá y le dijo, ‘te invito al cine’. Tuvieron que pasar muchos años para que yo com- 24 Germán González Navarro prendiera esa reacción de mi padre como un acto de amor hacia nosotros. No nos quería preocupar. Pero tampoco quiso que tomáramos la situación desapercibida o a la ligera y vio la manera de lograrlo. Al día siguiente y con sólo 125 pesos en la bolsa, varios de los hermanos nos fuimos con él a comprar dos becerritas, una ya estaba cubierta. Cien pesos nos costó una y 25 la otra. Cómo sería el concepto que tenía mi padre del trabajo que con sólo esos dos animales logramos formar un establo. Ordeñábamos, salíamos a repartir leche y seguíamos enseñándonos a trabajar como perros. Mucha gente me comenta: ‘Yo no quiero que mi hijo sufra lo que yo sufrí’. Y yo les contesto: ‘Poco se me hace lo que yo sufrí y aun así salí medio bueno para nada’. ¡Si me metí unas pelas brutas! Mis hermanos y yo teníamos que ir a fertilizar la tierra. Llevábamos en tinas la arena; las asas calaban y nos dejaban callos. Me acuerdo que nos daban las siete de la tarde y aún seguíamos en el campo. Pero eso sí: a los trece años, gracias a mis ahorros y a mi trabajo, yo ya tenía una vaquilla que me compré solito. Mi madre nos inculcó mucho el sentido del ahorro. Ella nos pedía que no nos gastáramos todo el dinero. Que siempre guardáramos una parte. Y que si no podíamos, que pugnáramos por ganar más. Y con esa mentalidad nos fuimos criando. Ella así lo hacía y nos lo demostraba con el ejemplo. Mi madre era la que controlaba el establo y siempre apoyó mucho a mi papá. Sobre todo, cuando él fue gerente de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torreón”. Cuenta don Germán que al crecer con este tipo de experiencias diarias, a él le iba quedando cada vez más claro que una de las mayores bendiciones del Señor era el trabajo, pero también la salud. Que una y otro son complementos perfectos. Sobre el cuidado de la salud, don José también dejó huella a perpetuidad en su hijo 25 Nuestra Gente Germán a través del ejemplo porque era un hombre que no fumaba ni tomaba. Sus únicos vicios, por llamarlos de alguna manera, eran el trabajo y la lectura. Don Germán comparte su propio testimonio: “Yo de soltero tomaba un poco en eventos sociales para ‘taparle el ojo al macho’. Pero me casé y no volví a beber una sola gota. Tampoco he fumado ni ninguno de mis hijos. En una ocasión, estaba observando un estanque en Parras, Coahuila. Veía con mucho interés la cantidad de agua que salía a borbotones. Meditaba encantado porque, para mí, el agua es una gracia de Dios. De repente, pasó un señor que me miró de reojo y se siguió de largo. Cuando había transcurrido más o menos una hora, volvió a pasar el mismo señor y vio que yo seguía igual, ahí sentado. Se paró y me dijo: ‘Oiga, le puedo hacer una pregunta, ¿en qué piensa? Porque hace rato pasé y estaba igual, como ido’. Y le respondí: ‘Pienso que poco se me hace este caudal de agua para los ríos de sangre y lágrimas que ha costado a madres, esposas e hijas el vicio del alcohol’. El hombre se quedó un momento serio. Luego, me volvió a preguntar: ‘¿De verdad en eso estaba pensando?’. Cuando le dije que sí, me confesó que él era aa y me invitó a la sesión de esa noche. Acepté porque me pareció demasiada casualidad lo que había sucedido y supuse que algo tenía que aprender de la experiencia. Ya estando ahí, me di cuenta que tuve razón en aceptar. Cada integrante de ese grupo de aa pasó a contar vivencias que yo jamás imaginé que fueran posibles y menos aún, que las fuera a escuchar. Me angustié tanto con lo que ellos compartieron que me dieron unas ganas inmensas de llorar. Así grandote y viejo como estoy, tuve que sacar el pañuelo porque no aguanté. De pronto, me pasaron a hablar y, de verdad, conmovido y convencido, les dije un breve mensaje que llevo muy presente: ‘Los felicito porque después de lo que oí —que es 26 Germán González Navarro terrible— sé que ustedes están tratando de regenerarse. No desistan, pero tampoco se apuren demasiado. Quiero decirles que somos muchos los que aparentamos ser muy buenos y por dentro somos lo contrario. Nuestros defectos son invisibles y los suyos, visibles. Yo sé que de aquí va a salir un líder que nos va a dar un ejemplo mayor’. La despedida de aquella noche fue inolvidable”. Las lecciones que los padres brindan a sus hijos son interminables. Incluso cuando ya no se cuenta con su presencia física al lado, el legado espiritual jamás se agota. Don Germán es ejemplo vivo de su madre y de su padre. Pero fue del ingeniero don José de quien me dice que obtuvo la enseñanza más grande: “Él siempre fue un caballero con las damas, empezando con mi mamá. Mi padre fue respetuoso y nos lo enseñó a nosotros desde chiquitos por medio del ejemplo del respeto con que trataba a mi madre. Siempre fue cariñoso con ella. Le abría la puerta del carro, le ayudaba a que pasara, se quitaba el sombrero. Yo tengo una frase que ilustra la concepción que los hombres debemos tener en relación a las mujeres. Y cuando digo ‘los hombres’ me refiero a todos, sea yo o sea el que sea. Algunos me dicen que exagero y yo les respondo que ésa es su opinión, tan libre y soberana como el estado de Coahuila. Pero para mí, todo hombre debe ser respetuoso con la mujer. Así se usaba en el tiempo que yo crecí junto a mis padres y también vi que los amigos de mi papá trataban a las mujeres con gran deferencia. La frase es la siguiente: ‘En el camino de la vida, a los hombres que no sabemos apreciar el infinito valor de la más pequeña partícula de una lágrima de mujer, nos falta mucho camino por recorrer’. Quiero resaltar algo que me une a mi padre y que cómo me gustaría que quedara grabado en la mente y corazón de todo hombre: ‘En atenciones a la mujercita, jamás de los jamases podremos exagerar’. 27 Nuestra Gente El día en que falleció, el 6 de noviembre de 1950, el doctor Samuel Silva le escribió una despedida muy hermosa. Cada uno andaba con su propio proyecto. Mi papá con el del Bosque Venustiano Carranza y el doctor con el del asilo de ancianos que precisamente se encuentra al lado del Bosque y que hoy lleva su nombre, Casa del Anciano Doctor Samuel Silva. Sus palabras fueron sinceras y precisas. Describieron a mi padre con esa sensibilidad que sólo se da entre dos personas que entienden el lenguaje del servicio amoroso a la comunidad: ‘Una pena y un dolor para la ciudad y para la sociedad de Torreón; la muerte repentina de uno de los laguneros más característicos, más rectilíneos, más dinámicos y más creadores, el señor ingeniero José González Calderón. Decimos que nuestra ciudad sufre una pena y experimenta un dolor por la muerte de este hombre simpático, bueno y atrayente; porque uno de sus amores de su vida rectilínea fue Torreón, donde puso su mano laboriosa con cariño y con una vigilancia de hijo amoroso que cuida, que higieniza y que hermosea su ciudad. Profundo duelo e inmensa tristeza ocasionó su muerte en la sociedad torreonense, su sepelio concurrido como pocos, midió las simpatías de que gozaba, el aprecio que se le tenía y el respeto que inspiraba su gran valor moral. Su vida laboriosa de rectitud, su inteligencia, su franqueza, su atrayente trato dieron a su doble apellido, González Calderón, una limpia y consistente connotación ética que sus hijos han sabido conservar y consolidar, y perpetuarán seguramente en todos los actos de sus vidas, para honrar siempre la memoria del que supo ser esposo, buen padre, gran ciudadano y excelente ejemplar lagunero. LAGUNERO, timbre de ciudadanía, de provincialismo constructor, de regionalismo patriótico y creador, de la- 28 Germán González Navarro boriosidad y de incansable afán de prosperidad y de entrañable amor al suelo que nutre al cuerpo y al cielo que ilumina la vida con las luces de la esperanza, del ensueño, de la fe y de todos los ideales humanos. LAGUNERO, ciudadano de limpio espíritu que ama a La Laguna porque ama a México. Amor a la Patria y amor a la Provincia es un solo amor en corazón de mexicano. LAGUNERO, auténtico con alma y corazón de mexicano fue el ingeniero José González Calderón. Ahorita que escribo su nombre, que respetaron todos los que lo trataron, veo en sus labios retratarse su característico gesto de constante franqueza, de desagrado para todo lo malo, de ironía algunas veces de condenación para toda la falta y, en sus ojos distingo, en el recuerdo doloroso, las luces de los conocimientos de su profesión y los que le brindó pródiga la vida de actividad alegre. A poco de conocerlo y tratarlo se distinguía en él, una clara personalidad de rectitud, de hombría de bien, de dinamismo y de voluntad siempre pronta para el servicio que se presta o se da sin interés. De amplísimo criterio, amaba la verdad y el bien. Con la humildad de su espíritu amó al humilde campesino con el que siempre estuvo en contacto por vocación y por amor. Las flores que unos campesinos regaron sobre su tumba es amor de correspondencia a su bondad. Dios lo dotó con ese don de simpatía que atrae, que conquista voluntades y abre brazos y corazones de amistad. Chepo era diminutivo que encerraba en cuatro letras toda la simpatía que inspiraba, toda adhesión que se le tenía y todo el cariño que se le profesaba. El ingeniero José González Calderón era de los hombres que llama Montalvo, el gran ecuatoriano, de geometría moral, en los que el espíritu es triángulo, polígono o circunferencia de líneas purísimas que han trazado el 29 Nuestra Gente amor a todo lo bueno, a todo lo grande y a todo lo bello. Dentro de ese triángulo, polígono o circunferencia viven, palpitan y accionan todos los valores éticos positivos que son los que le dan personalidad verdadera e inequívoca al hombre. Una de las virtudes más grandes del señor ingeniero José González Calderón fue la perseverancia, que suele ser, dice el autor de los Siete Tratados, una de las virtudes más difíciles, y por lo mismo, más rara en los hombres. Los que practican esa reconcentración de las potencias humanas en un solo objeto durante años enteros, los que ejercitan esa tenacidad del amor sin correspondencia, sólo buscan su dicha en la voluptuosidad de la íntima satisfacción y de los depurados placeres que proporciona al espíritu el amor al bien que se realiza. Esa reconcentración de sus potencias creadoras, esa tenacidad de su amor por Torreón, las tuvo en altísimo grado el señor ingeniero José González Calderón al convertir un extenso páramo en un útil y hermoso bosque: el Venustiano Carranza, oasis, pulmón paraíso y encantadora belleza de Torreón. Cada árbol de los miles y miles que forman ahora ese bosque, orgullo de nuestra ciudad, lo sembró la mano amorosa del ingeniero José González Calderón, o lo sembraron siempre bajo su mirada vigilante y amorosa. El sol de muchos días y varios años tostó la piel morena de su cara mientras no tuvieron sus hijos árboles ramas e hijas que le dieran sombra y frescura a su cabeza siempre erguida. Los vio nacer y crecer hora por hora y día por día a todos esos árboles que hoy le dan a los que los admiran y los quieren, acariciante sombra y perfumado ambiente. Cuántas veces en las mañanas claras y frescas de las primaveras o de los otoños idos, fuimos a platicar con 30 Germán González Navarro él, ya cubierto el erial por las ramas verdes de sus hojas, después de que nos habíamos reído de su ilusión escrita en una grande tabla: Bosque Venustiano Carranza cuando por allí no había más árboles que el de su preciosa, florida y ejemplar vida. No volveremos a su bosque hasta que el tiempo mitigue en nuestro corazón el dolor de su repentina desaparición y nos dé el Supremo Creador el lenitivo de la conformidad consoladora. Su figura, su constancia, su laboriosidad y su amor de lagunero quedaron para siempre entre las frondas de ese bosque; en los troncos y en las ramas de los árboles en el tallo de los arbustos, en la corola de las flores, en el canto de los pájaros, y en el murmullo del agua que corre por los surcos para ir a acariciar con beso de frescura las raíces que él hizo brotar de las semillas que sembró o de los retoños que sepultó en el seno amoroso de la tierra. Que la pena y el dolor que sienten la ciudad y sociedad de Torreón por la muerte del señor ingeniero González Calderón no viva en silencio en el alma de la ciudad y de cada torreonense, sino que se exteriorice en amor de gratitud levantando a su memoria en una de las glorietas del hermoso bosque que él hizo brotar de un extenso y feo erial, un busto de bronce o de mármol que haga saber como Voz de Historia, a las generaciones que nos sucedan, que esa belleza de vegetación, que ese tesoro de verdura, de sombra, de descanso y de frescura; templo de silencio y de poesía para la meditación, se le debe a su esfuerzo, a su perseverancia y a su amor para nuestro amado Torreón. Todos los que entristecidos, enlutada el alma acompañamos su cadáver para entregarlo a nuestra madre la tierra a cuyo seno hemos de ir; todos los que con coronas de flores cubrieron la oquedad ingrata de su tumba 31 Nuestra Gente y testificaron así su iglesia, pedimos a Dios por su alma buena, juntemos nuestras voluntades, nuestro respeto a su memoria, nuestro dolor y coloquemos en ese Bosque Venustiano Carranza un busto del Lagunero y del amigo ingeniero José González Calderón. Yo os invito amigos de este querido Lagunero a realizar este homenaje en su memoria. Ustedes me dirán si su dolor se pierde en el silencio o se traduce en obra de amor y de justicia. Así, él seguirá viviendo bajo la sombra protectora y perfumada de sus hijos los árboles que tanto amó. La brisa que agita las hojas y los fresnos acariciará su frente hecha blancura de mármol y blancura de recuerdo y de gratitud patentizada, y los pájaros a la luz de las auroras y entre la fronda que se embriaga de luz, cantarán con notas de sentimentalidad torreonense: LAGUNERO, LAGUNERO, LAGUNERO, por ti tenemos ramas donde colgar nuestros nidos, y por ti tiene Torreón la belleza de su paseo y oasis de meditación y de su recreo’”. (Silva, Samuel, “José González Calderón”, La Opinión, 13 de noviembre de 1950, Torreón, Coahuila). II. Disciplina es evolución Un zorrillo desidioso. Con esa imagen llena de chispa y franqueza se define don Germán como estudiante. Entre broma y broma, me deja claro un nuevo mensaje relacionado con la autenticidad, el tesón y el respeto. “En mis tiempos de escuela lo que más me gustaba era el béisbol. Lo jugaba demasiado. Y a pesar de que era un deporte, si éste llega a ser un vicio, pues ya se amuela lo demás. Y como yo era un vicioso del beis, dejaba para después las tareas. Tenía un hermano que desde el viernes alistaba lo que presentaría el lunes. Pero yo, a las doce de la noche 32 Germán González Navarro del domingo, apenas estaba como zorrillo dándome prisa y desvelándome para tener todo listo. Era desidioso. Tuvieron que pasar los años para que aprendiera que una de las conductas más graves es precisamente ésa, la desidia. Tengo una frase que para ponerla en un libro está medio carambita, pero ahí le va: ‘La ociosidad es la madre de todo desmadre’. La prueba está que en mi caso, me gradué sin honores de la escuela a pesar de que tenía con qué conseguirlos. Lástima. Perdí esa oportunidad, pero intenté compensar con creces”. La primaria de don Germán le llenó de recuerdos gratos. De 1932 a 1938 estudió en el Colegio Modelo, ubicado entre las calles Morelos y Juárez. La escuela estaba a cargo de la maestra Elvira Vargas Sosa, originaria de San Pedro de las Colonias, Coahuila: “Dios la tenga en su gloria porque era muy enérgica, activa y muy inteligente. También recuerdo a la señorita Librada porque todos le teníamos miedo. Y ahora les agradezco que hayan sido así. La primaria la cursamos juntos un grupo de compañeros: mis hermanos José y Urbano (estábamos en el mismo año; yo era el más chico, pero me metieron a fuerza para cursar en el primer año); el hoy doctor Roberto Villarreal Roiz; el notario Eduardo García Flores (†); el licenciado Carlos Canales Martínez (†); Guillermo Corral Domene (†); el doctor Salvador de Lara Tamayo; y la señoras Estela Gutiérrez viuda de Castro; Margarita Issa de Juan Marcos y Elena Giacomán de Chávez Hita, entre otros. Luego cada quien agarró su camino, pero convivimos los seis años de primaria”. En el capítulo de la formación escolar, los padres de don Germán —siguiendo una especie de canon generacional— eran figuras de incuestionable autoridad. El temor a Dios y a los padres era parte del día a día con el que crecieron varias generaciones. Don Germán platica la parte de historia que le corresponde y que define el duro y, a la 33 Nuestra Gente vez, amoroso comportamiento de quienes cumplían el rol de cabezas de familia: “Teníamos instrucciones de nuestros padres de ser mejores. Nos controlaban con la mirada. Y Dios nos librara de que ellos supieran que habíamos hecho algo mal en la escuela porque la profesora tenía todo su permiso para castigarnos. Nos daban cintareadas y nunca, nunca nos justificaban alguna acción equivocada por pequeña que fuera. La maestra era la segunda madre de uno. A mí eso me ayudó mucho”. Cuando salí de sexto, a los doce años, me fui a la Escuela Preparatoria de La Laguna del profesor Jesús María del Bosque. Sólo estuve un año porque éramos muchos hermanos y veíamos que necesitábamos estudiar una carrera que asegurara nuestro ingreso. Entonces entré a la Escuela Comercial Treviño de los hermanos Treviño, Enrique y Julián, que fue la primera escuela comercial en Torreón y de donde me gradué de Contador Privado y Taquimecanógrafo. Estoy recordando, también, que en 2006, precisamente el 11 de agosto, cuando cumplí 80 años, me inscribí en la secundaria abierta. Ese mismo año obtuve mi certificado. Los hermanos Treviño también eran muy enérgicos. Teníamos que hacer un saludo militar a don Enrique cuando entrábamos a la escuela. En el salón era penadísimo hablar. A veces, sin preguntarnos, nada más nos mandaban llamar para castigarnos. Siempre teníamos que decir la verdad porque si nos descubrían en la mentira, también teníamos que enfrentar el enojo de nuestros padres. Era como si los profesores y nuestros papás fueran uno mismo. A mí sí me llegaron a cintarear mis papás. Tenían un cinto grueso que en realidad era un pedazo de la gamarra de un caballo. Todos mis hermanos y yo le teníamos pánico a ese cinto porque pesaba mucho y, si nos portábamos mal, nos pegaban donde cayera. Temblaba uno del miedo. Ningún ‘ay, mi hijito, pobrecito’. 34 Germán González Navarro A la hora de comer, teníamos que ponernos la corbata y peinarnos. Si estábamos molestando o buscándole ruido a un hermano, mi papá golpeaba tres veces la mesa con su dedo índice y ahí se acababa todo. En una ocasión, Dos pensamientos de don Germán inspiraron este acróstico: “Pocos tienen el privilegio de descender de una maestra para poder declarar el concepto ‘Madre, Maestra, Mujercita, máximo milagro’” y “Mientras exista una mujer entregada a la enseñanza, siempre florecerá la esperanza”. 35 Nuestra Gente ya casado, cuando estábamos comiendo en familia, comentamos entre nosotros que si alguien viera cómo nos comportábamos en la mesa pensaría que éramos todos muy bien portaditos. Pero la verdad es que arriba, yo tenía una cuarta de caballo. El que se portara mal, ya sabía. Y es que no había ni hay otra manera de formarnos: nos tienen que doler los errores. Para evitarlos, número uno, tenemos que reconocerlos; y número dos, pagarlos. Ahora se echan los propios errores a los otros, a los demás. Pero si los pagáramos, veríamos que rápido aprendíamos y cómo se nos quitaban las conductas equivocadas. Es dura la disciplina, lo sé, pero a todo se acostumbra uno. La falta de educación es el mayor problema del mundo. Muchos que apapachaban a los hijos y les pasaban las travesuras fue porque ellos o fueron peores de jóvenes o porque son ‘pasalones’. Les aconsejan a sus hijos que no se dejen, pero no los motivan a hablar con claridad, con hombría y de frente. Para no ir tan lejos, yo oí a un sacerdote en misa que dijo: ‘Al niño se le tiene que hablar a la primera, a la segunda, a la tercera y si no, ¡a la cuarta! (refiriéndose a la cuarta de caballo)’. A un papá le duele pegarle al hijo, pero más le duele andar batallando con él. Luego, con el paso del tiempo, agradecemos el rigor con que nos enseñaron a ir por la vida”. III. Trabajo detrás del trabajo La disciplina con que fue formado don Germán pulió su sentido de la administración. Casi al terminar sus estudios comerciales, aquel zorrillo desidioso se había transformado en un sabueso trabajador, sagaz y constante. Así me contó su historia llena de contrastes y fragmentos que muestran las increíbles vueltas que da la vida. Quién 36 Germán González Navarro tuviera la fe de don Germán para no claudicar ante las dificultades. Quién pudiera entregarse con su convicción. “Al profesor Enrique Treviño le hablaron de la empresa Minneapolis de Torreón, vendedora de maquinaria agrícola, para solicitarle un muchacho que quisiera trabajar como ayudante de contador. Él me mandó llamar para comentarme la propuesta y para darme su recomendación. Acepté de inmediato y corrí con suerte porque me contrataron al instante. Mi primera paga fue de tres pesos diarios, es decir, de noventa pesos al mes. Me sentí tan contento. Aún conservo esos primeros recibos de pago. Mi primer pensamiento fue optimista: ‘¡Ya la hice! Ahorrando y trabajando voy a conseguir mi pie para iniciarme y con la gracia de Dios voy a ahorrar lo más que pueda. Era el año de 1944”. Al año siguiente, don Germán renuncia a Minneapolis de Torreón y con su ahorro, adquirió el permiso, una especie de franquicia, para contar con una muy modesta Tienda Popular, la número 29, en Torreón. Esta actividad laboral la desarrolló por un periodo de dos años, de 1945 a 1947. Don Germán continuó aprendiendo de sus experiencias en el mundo de la pequeña y mediana empresas. La quiso aprovechar al cien porque él deseaba seguir creciendo. Sus horizontes de trabajo eran aún más amplios y sus miras estaban puestas en lo futuro: “Un día me di un consejo: ‘si esta zona fuera un puerto, pues yo buscaría trabajo de lo que fuera, pero dentro del transporte marítimo; si esta zona fuera minera, entraría a las minas sin pensarlo; pero como Torreón es algodonero, necesito buscar los negocios de compra-venta de algodón en las compañías dedicadas al algodón’. Con este pensamiento como bandera, me colé a donde quería. En cuanto salía de mi trabajo me iba a las empresas algodoneras a pedir una 37 Nuestra Gente oportunidad. Había más de diez compañías de distintas nacionalidades —inglesas, americanas, holandesas— y alguna que otra mexicana. Un buen día, llegó la oferta. En 1948, en una de mis tantas visitas a la Algodonera Figueroa S.A. me dijeron: ‘Oiga, usted es el que viene a pedir trabajo casi a diario, ¿verdad? Véngase ya porque lo vamos a entrevistar’”. Don Germán me narra cómo consiguió ese trabajo que, sin saberlo, sería parteaguas no sólo en su ejercicio laboral, sino en la historia del algodón en La Laguna y en el resto de México. “Usted se va a ir a la colonia Compresora. Allá trabajará en unos patios (donde ahora está ubicada la Unidad Deportiva Compresora). Se reportará con el señor Aurelio Rangel Guevara. No se le olvide ir de mezclilla”. Fueron éstas las primeras indicaciones que recibió don Germán para arrancar en su nuevo trabajo y que, por cierto, esa noche le provocaron un emocionante insomnio. Estaba a punto de comenzar a trabajar en lo que se había propuesto. El primer paso estaba dado de una manera firme. Dice don Germán con esa sabiduría suya que tanto alecciona: “Le pedí a Dios que me iluminara sobre la actitud que debía reflejar en mi nuevo trabajo. Y me dije: ‘No tiene por qué irme mal. Tengo buena letra y para los números, pues no se diga, soy chuchillo. Si me van a poner a pesar algodón, yo sí sé hacerlo porque en el establo pesaba la alfalfa para las vacas’. En ese momento, Dios comenzó a orientarme y me llegó una idea sobre cómo debía ser mi actitud en el trabajo: ‘Lo primero que me digan que haga lo voy a hacer lo más rápido y limpio que pueda. Y cuando acabe, voy a ir con mi jefe de inmediato a decirle ‘ya terminé’. Y el subconsciente —que es buen amigo o enemigo, según lo trate uno— más la guía de Dios, ya me había consignado tres palabras que muchas veces no se le ocurren a uno cuando está en la chamba y que de verdad 38 Germán González Navarro marcan toda la diferencia. Esas tres maravillosas palabras eran: “Qué más hago”. Se acabó: ésa era la clave. Y estoy seguro que así fue porque, a pesar de que mi jefe me traía como perro, yo siempre le respondía: ‘Ya terminé. Qué más hago’. Esas palabras movieron montañas. Y no es que estuviera inventando algo o que mis frases fueran una novedad En realidad, como dice otro sabio enunciado: ‘Todo lo dicho, dicho está. Sólo falta ponerlo en práctica’”. Cuenta don Germán que su disposición a servir en el trabajo —el ser acomedido— no por todos era visto de forma adecuada: “Mis propios amigos me decían que se les hacía raro que yo fuera tan trabajador. Más bien pensaban que era un barbero. Y yo les respondía: ‘Soy más comodín que todos ustedes juntos, pero la única forma de disfrutar en el futuro, cuando ya no pueda trabajar en realidad, es chambear duro ahorita, de joven, tallándome el lomo’. En esa empresa trabajaban un gerente y un subgerente alemán. Eran medio duritos, severos. Un día, el subgerente fue a la Compresora y me dijo: ‘Oiga Germán, ¿no quiere irse a trabajar a la oficina?’. Yo acepté corriendo. Pensé que ya había dado otro paso más, que iba subiendo en mi carrera, sin importar que fuera con el mismo sueldo. Sabía que tenía que medio empezar a aprender los aspectos específicos de esa oficina contable. ”Para mi buena suerte, al pasar el tiempo, la vida me dio una nueva oportunidad. Estando en la oficina, vi que el gerente se hacía bolas con los estados de cuenta personales. Le dije: ‘¿No quiere que le ayude a conciliarlos?’ Al principio dudó, pero estaba tan desesperado que supongo no le quedó más remedio. Le eché la mano y creo que no lo hice tan mal porque desde ahí se fijó más en mi trabajo. Poco a poco fue confiando en mi desempeño hasta que llegó el momento en que era yo quien le llevaba la chequera y hasta me autorizó la firma”. 39 Nuestra Gente La administración del tiempo fue otra de las características llamativas en la vida laboral de don Germán. Una muestra más de la herencia familiar. Ésa que cómo él mismo cuenta, duele, pero cómo se agradece después. “No uso reloj ni cargo con la cartera. Como me encanta caminar, no vaya a ser que en una de ésas me los quiten. Además, en el caso del reloj, me acostumbré a no usarlo porque cuando ‘yo estoy haciendo lo que estoy haciendo, no tengo prisa de estar haciéndolo’. El hambre es la que a veces me dice ‘Germán, ya es hora de que te vayas’, pero no le pongo mucha atención. Recuerdo que, años atrás, llegaron a haber días en mi trabajo en los que me decía la secretaria: ‘Hasta mañana, señor González’, y yo le respondía: ‘No. Hasta la tarde’; y ella me contestaba: ‘No, señor González, ¡si ya es la tarde!’. ”Una de esas tantas ocasiones en las que llegué a perder la noción del tiempo por estar trabajando, mi jefe solicitó un reporte a un equipo de compañeros. Como se cruzaba el fin de semana, ellos no quisieron realizarlo, pero yo sí me apunté para elaborarlo. Me quedé en la oficina desde el sábado en la tarde y terminé de trabajar el lunes en la mañana sin comer y sin dormir. Como nuestro jefe en México había dicho que el lunes quería temprano el reporte, no había otra manera de presentárselo. Ya el lunes por la mañana, el mozo le contó a mi jefe de Torreón, el señor Oelmayer, que yo no me había ido en todo el fin de semana. El señor Oelmayer me llamó para pedirme cuentas y yo le contesté que sí, pero que mientras me presentaba en su oficina, él podía revisar la copia de mi trabajo que estaba en su escritorio. ‘¿Y el original dónde está?’, me preguntó el jefe. ‘Ya lo puse en el avión que sale a México a las seis de la mañana. Aquí tengo el talón’. Este tipo de actitud fue la que me ayudó a avanzar”. 40 Germán González Navarro La actitud luchadora y la disposición a cooperar de don Germán rindieron frutos a los cinco años de haber iniciado su labor en la Algodonera Figueroa S.A. La empresa cambió de razón social —se convirtió en la Algodonera Mexicana Comercial S.A.— y también procedieron cambios importantes en el organigrama. “Todos teníamos la expectativa de saber quiénes se iban a quedar o quiénes iban a ser despedidos. En eso estábamos cuando llegó una carta de México nombrándome el gerente de la empresa. Es decir, me seleccionaron pese a que al gerente y subgerente ya tenían tiempo trabajando en la algodonera. A mí me daba pena con ellos, pero acepté el reto. No olvido que mi primera decisión como gerente fue eliminar el puesto de subgerente. Yo asumí los dos responsabilidades”. En 1948, don Germán entró a trabajar en la algodonera con el salario mínimo, 6.66 pesos diarios; y para 1953, sólo cinco años después, don Germán había llegado al puesto más alto. Al frente de ese negocio, ciento por ciento lagunero, batió el récord nacional en compras de pacas. Fueron compradas 291 mil 960 pacas, lo que, según calcula don Germán, “nadie va a volver a hacer jamás”. La manera en que se realizó la compra histórica de pacas es de lo más llamativa. Don Germán le da el toque especial al narrarlo, pero también, en aquel entonces, se atrevió a romper paradigmas: “Yo decidí que compráramos toda la cosecha del Banco Ejidal. Y después pensé que nos faltaba comprar las pacas del Banco Agrícola. Entonces hice mi plan y me encomendé a Dios. Le dije a la secretaria: ‘Ahorita vengo, señorita’. Como ves, adrede me imponía cosas raras, como de loquito; me fui a pie a negociar la otra compra de pacas que nos faltaba. Crucé las vías a pata y me fui pensando y pensando. Llegué al Mercado Juárez, a la parada de los autobuses que salen a Lerdo. Por fin entré al banco y fui a buscar al gerente: ‘Vengo a comprar 41 Nuestra Gente Una de las 291 mil 960 pacas de algodón compradas durante la cosecha 1974-1975 de la Algodonera Comercial Mexicana, S.A. la cosecha completa’, le comenté. Aunque quiso ocultar su cara de sorpresa, me di cuenta que lo saqué de balance. Me dijo: “Permítame citar a los ejecutores y al comité de ventas, don Germán’. Por cierto, desde los 18 años me dicen ‘don Germán’ porque era serio. Incluso me acuerdo que había un señor que llevaba a su hijo a mi oficina para que me viera ‘lo serio’ y aprendiera. En fin. Volviendo a lo de la compra de pacas, yo veía que discutían los consejeros en la oficina de juntas y, por dentro pensaba ‘ahorita me los echo’. Cuando por fin salieron, les pedí que me dieran su último precio. ‘El último precio, por favor, señores, y no se vayan grandes porque hasta ahí voy a llegar. Sólo díganme la cifra y yo les digo si sí o si no. Y ándale que se llevó a cabo el negocio. Cuando terminé la compra de miles de pacas por una cantidad muy importante de dinero, tomé mi carpetita de cartón con el contrato firmado y me encaminé a la salida. En eso, el ingeniero que me atendió me dijo: ‘Lo acompaño a su coche, don Germán’. ¡Y vaya cara la que me 42 Germán González Navarro puso otra vez cuando le dije que andaba a pie! Me justifiqué diciéndole que para llegar un poco más rápido a mi oficina, tomaría el camión Torreón-Gómez-Lerdo y pues ésa era verdad. Conclusión: salen sobrando los lujos”. Don Germán González, una meteórica carrera profesional en la empresa del algodón. 43 Nuestra Gente IV. Amor de la vida Algo me decía que no podía dejar de rastrear la parte de la vida de don Germán en la que se enamora. Si su llegada al mundo empresarial estuvo llena de enseñanzas, seguramente el encuentro con quien sería su compañera para toda la vida, complementaría las lecciones. En una entrevista concedida por don Germán González comentó que “su afán por estudiar y superarse, le proporciona no sólo valiosas habilidades, sino también la oportunidad de conocer al amor de su vida: al inscribirse en el Colegio Americano para aprender inglés, conoce a Consuelo Duarte Alatorre, de quien se enamora instantáneamente. (La) pareja vive feliz con sus hijos Germán Luis, Gerardo, Gabriela Esther, Georgina Magdalena, Gustavo Alfonso, Gilberto y Guillermo Eduardo y sus nietos” (Cabral, Valeria, op. cit.). Los años de matrimonio de doña Chelito y don Germán —que en este 2010 suman 53— se pueden explicar por una convicción que guiaba a don Germán: “Yo jamás le voy a decir a una mujercita que si quiere ser mi novia si no me voy a casar con ella”. Y cumplió su palabra el 2 de abril de 1957 después de un año de noviazgo con Chelito. Como fue mencionado capítulos atrás, el padre de don Germán le enseñó a respetar profundamente a la mujer. Pero en el caso de doña Chelito, el legado paterno floreció de la manera más enternecedora. La devoción con que don Germán cuenta varias anécdotas vividas al lado de su esposa es de un romanticismo de ensueño. Como de cuento. “¿Cuál cree que es para mí la música más hermosa? Mi música preferida me sirve para el insomnio. Y esa música —mi música— es la de los murmullos de la respiración de mi esposa mientras duerme. Le pongo la mano en la ca- 44 Germán González Navarro beza y comienzo a recordar todos los pañales que tuvo que cambiar; las ilusiones que se hizo conmigo y que yo tantas veces no correspondí; todo el cariño con el que siempre me trató; los platos que lavó; las veces en que se puso bonita y que la tuve que posponer por culpa de la chamba. No tengo grabadora portátil, pero me voy a comprar una para grabar su respiración y traerla siempre conmigo”. Me cuenta don Germán una historia crucial en su vida. En ella, doña Chelito es la protagonista: “En una Navidad estaba tan ocupado trabajando que el calendario me tomó por sorpresa. Llegó el 24 y no tenía listo el regalo para mi esposa. ‘¿Qué te compro?’, le pregunté. Y ella le dijo: ‘Primero pregúntale a los que les debemos qué me puedes regalar; no me preguntes a mí’”. Don Germán le respondió que sus deudas estaban controladas y que a nadie debía nada. Entonces, doña Chelito le dijo: “¿Seguro que quieres que te diga lo que quiero de regalo de Navidad?”. “Sí, claro. Lo que tú me digas”, respondió su esposo. Era la hora de comer de aquel 24 de diciembre de 1988. Estaban usando platos desechables. Doña Chelito le trajo un plato limpio tapado con una servilleta y le dijo: “Préstame tu pluma para que firmes que sí me Chelito y Germán, una misma carrera. 45 Nuestra Gente vas a dar este regalo tan especial”. Al destapar el plato, el mensaje decía así: “Te quiero a ti. Ya no trabajes”. Don Germán presentó su renuncia en México argumentando estar cansado. En respuesta recibió una carta del dueño de la algodonera donde le pedía que no se fuera y le daba un periodo largo de vacaciones junto con dos boletos para viajar por Europa. Sin embargo, como él mismo dice, “todo tiene un límite en la vida” y don Germán concluyó un periodo de incansable labor en la Algodonera Comercial Mexicana S.A. Don Germán corre a su recámara para traerme algo que dice me va a sorprender. Y vaya que tuvo razón. Llegó con un frasco de cristal en forma cilíndrica con quizá cien o doscientos sobrecitos de colores y del tamaño de una uña. Es difícil de creer esto, pero al verlos en mi mano seguí preguntándome de dónde se nutre el proceder amoroso de un hombre como don Germán. Todos los pequeñititos sobres contenían, a su vez, una carta diminuta, ambos elaborados a mano por don Germán. Cada uno contiene un mensaje de amor diferente para doña Chelito. Don Germán cuenta la historia romántica, emocionado: “Durante muchas noches esperaba a que ella se durmiera para dejarle el sobrecito al lado de su almohada. Cuando yo llegaba del trabajo y, aunque estuviera cansadísimo, prácticamente muerto de las friegas, me las ingeniaba para prepararle a Chelito estas muestras de amor que nacían de mi corazón”. Qué manera la de don Germán de cultivar memorias en el corazón. Son precisamente ésas las que dan sentido y potencia a la vida. V. El abc de don Germán La fe que por años ha guiado el camino de don Germán lo llevó a escribir un texto titulado “Abecedario para apli- 46 Germán González Navarro carlo al rosario”. Él lo usa como un recordatorio de los principios morales y nos invita a que, al menos, recordemos uno de estos principios que él enlista porque “si conociéndolos, no los llevamos a la práctica, menos si no los conocemos. Toda la filosofía radica en saber aplicar, simplemente, el ‘sí’ o el ‘no’. Por eso reitero la importancia de la educación”. Abecedario para aplicarlo al rosario Germán González Navarro “Jesús mío y Dios mío, en compañía de nuestro Pontífice, concédenos que vayamos por el camino de la… A: abnegación, acción, actitud, actividad, agradecimiento, ahorro, alegría, altruismo, amabilidad, amistad, amor, ánimo, apostolado, aptitud, armonía, arte, arrepentimiento, austeridad. B: beatitud, belleza, bendición, benevolencia, bien, bienaventuranza, bienestar, bondad. C: calidad, capacidad, carácter, caridad, castidad, civismo, colaboración, compasión, compromiso, comunión, concentración, conciencia, concordia, confesión, confianza, constancia, consuelo, creatividad, criterio, cultura. D: deber, dedicación, delicadeza, deporte, devoción, dignidad, disciplina, discreción, dulzura. E: edificación, educación, eficiencia, ejemplo, energía, entrega, entusiasmo, equidad, esfuerzo, esperanza, espíritu, estudio, ética, éxito. F: fe, felicidad, fidelidad, filantropía, fortaleza. G: generosidad, gentileza, gracia, gratitud. H: habilidad, honestidad, honradez, humildad. I: iglesia, ilusión, imaginación, independencia, ingenio, innovación, inspiración, integridad, inteligencia. J: juicio, justicia. 47 Nuestra Gente K: Kempis y sus enseñanzas. L: laboriosidad, libertad, limpieza, luz. M: meditación, misericordia, moderación, modestia, motivación. N: naturaleza, necesidad, nobleza, nostalgia. O: obediencia, obligación, oportunidad, optimismo, oración, orden, organización. P: paciencia, pasión, patriotismo, paz, penitencia, pensamiento, perdón, perseverancia, piedad, plenitud, prestigio, productividad, prudencia, pulcritud, puntualidad, pureza. Q: querer. R: razón, realidad, relaciones, religión, respeto, responsabilidad, rosario. S: sabiduría, sacrificio, salud, salvación, sanidad, santidad, seguridad, sensatez, sensibilidad, serenidad, servicio, silencio, sinceridad, solidaridad, sonrisa, superación. T: talento, temple, tenacidad, ternura, tiempo, tolerancia, trabajo. U: unidad, urbanidad. V: valor, verdad, vida, virtud, visión, vitalidad, voluntad. Y: y para terminar, radiantes de amor, bendecir a Dios por ser ‘el camino, la verdad y la vida’ y pedirle su eterna bendición para la ‘Mujercita, máximo milagro’”. VI. Mujercita, máximo milagro Cómo no azorarse con don Germán González Navarro si el concepto que tiene de la mujer es otra de sus excepciones a lo común y corriente en nuestros días. Cuando él compartió conmigo su concepción de género, pasé del asombro al agradecimiento porque su actitud sí que es maravilloso milagro: “Le doy infinitamente las gracias a 48 Germán González Navarro Dios por la sensibilidad que me dio para ayudarlas a ustedes, las mujercitas. Todos los ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer, les pongo un anuncito en el periódico pidiendo que Dios las bendiga eternamente”. Don Germán publicó una serie de pensamientos titulados Mujercita, máximo milagro. La edición es tan sencilla y auténtica como los sentimientos que ahí manifiesta don Germán. “Yo hago los libros. Lo realicé en mis tiempos en la algodonera. Como era una bestia para trabajar, lograba llegar a las diferentes metas que me imponía. Y es que, como he dicho ya, hay que entrenar tanto para trabajar como para amar. Cualquiera que sea la actividad a la que nos dediquemos, hay que buscar la manera de enamorarnos de ella. Y ya de ahí se puede ir brincando hacia mejores horizontes. Yo creo que eso me pasó cuando tuve la idea de dejar por escrito algo bello para las mujercitas. Yo le pedí a Dios que me mandara un concepto para poder titular mi libro. Le preguntaba qué son estas bellas creaturas. Llegué a anotar sesenta conceptos para definir a la mujercita, pero no quedaba del todo convencido. Hasta que un buen día, así nada más, como una aparición, me llegaron tres palabras. Yo quería algo corto, único. Que nadie, ni Agustín Lara, quien fue un fregón para escribir a la mujer, lo hubiera dicho. Escuché que me soplan desde arriba las tres palabras tan buscadas. ‘¡Dios bendito! ¡Jesús, María y José!’, pensé. Corrí con uno de mis hijos que es joyero. Rápidamente, le mandé hacer a Chelito una medalla con esas palabras que Dios me regaló: Mujercita, máximo milagro. Mi hijo me dijo que le imprimiera mil libros para repartirlos entre sus clientas como cortesía. Y los mil se acabaron. Fíjese de nuevo en el título: Mujercita, máximo milagro. Las tres con ‘M’”. Fue en 1991 cuando don Germán publicó este texto. En la parte correspondiente al “Pórtico” dice lo siguiente: 49 Nuestra Gente “No importa el autor… importas tú como lector, pero más aún como actor” (p.3). En la página siguiente menciona: “Dedico estos pensamientos a mi esposa, a su madrecita, a la mía, a mis hijas, hermana y a todas y cada una de las mujercitas”. Y en la página del lado aparece un espacio para que don Germán escriba el nombre de la mujer a quien regalará su libro y, en la parte inferior, esta frase: “Mujercita, máximo milagro. ¡Eso eres tú!”. A continuación, aparecen sus pensamientos: Monumento El mundo con su movimiento y todo astro que gravita: son parte del monumento que merece la mujercita. Sin medidas el amor nunca lo midas pues jamás se debe acabar. Si Dios da lo que pidas no te limites al dar. Infinitas las virtudes de las mujercitas no tienen medida; son infinitas. El hombre les da dimensión de acuerdo a su educación. Sin espinas son las mujercitas tan nobles y finas que hasta los cactos ven sin espinas. 50 Germán González Navarro Cuando nace una nenita el cielo está de fiesta cuando nace una nenita. En ella Dios manifiesta que su bondad es infinita. Infinita gracia toda mujercita encierra infinita gracia en su ser. Lo importante en esta tierra, como hombre, es saberla merecer. Bendición de Dios cuando en tu carrera estés cansada y te angustie pensar en el fracaso, invítame a seguirte, hijita amada, que yo te llevaré del brazo. Si corres siempre a mi lado tu esfuerzo será una oración, lograrás el triunfo anhelado y en la meta te daré mi bendición. Tierna lágrima podemos vencer la tormenta o el mar, pero una tierna lágrima de la mujercita a todos los hombres nos debe ahogar. Mujercita, máximo milagro por este concepto debemos pugnar si pretendemos el mundo cambiar. El libro cierra con el siguiente mensaje: “Mujercita, máximo milagro es un concepto que debemos sentir y vivir to- 51 Nuestra Gente dos los hombres para reconocer y admirar tus virtudes y, llenos de ternura, generar amor y compartirlo como nos corresponde por ser fruto del máximo milagro” (p. 30). Cuenta don Germán emocionado: “Para mí, lo más sagrado que existe, lo único, es la mujercita. Mi esposa, mis hijas, mis conocidas son lo máximo. Cuando llevé la antorcha olímpica me dijo la persona que iba en representación de Coahuila qué significaba para mí ese evento o a quién lo dedicaba. Y yo le dije que a Dios para que bendijera a las mujercitas. Y él me dijo que le iba a quitar eso de…‘las mujercitas’. Ni modo, le tuve que responder: ‘¿Por qué, oiga? ¿Qué está peleado con su esposa o qué le pasa? Es más, si me dice que no corra porque también llevo esta flor para mi esposa, pues aviento la antorcha. Desde la primera carrera que hice, le llevo a mi esposa una flor’. Eso le dije también a los altos directivos. Estaba Don Germán González, seleccionado nacional para llevar la antorcha olímpica. 52 Germán González Navarro un poco molesto. Y uno de ellos tuvo el valor de tomar la palabra y dar su opinión: “Miren nada más qué bonito detalle. Don Germán, por favor lleve la flor más grande para su esposa. No hay problema’. Pero debo decir que si todos me hubieran dicho que no corriera con la flor para Chelito, yo a chaleco la hubiera llevado”. Don Germán nos da un consejo a todas las mujercitas: “En la noche, cuando ustedes se acuesten, hagan de cuenta que se mueren. Y al día siguiente, cuando despierten, sientan que reviven. Lo primerito que tienen que hacer es decir ‘bendito sea Dios’. Luego, cuando entren al baño, véanse al espejo, estén como estén, y digan con toda firmeza: ‘Hoy nació una reina y ésa soy yo’ porque la verdad es que todas las mujercitas son unas verdaderas reinas”. VII. La fórmula “Antes de hablar del dinero debo aclarar que la felicidad no está ahí, en el dinero, sino dentro de nosotros mismos. En esta vida, salvo el amor, todo se compra y todo se vende. Por ello, independientemente del trabajo que se tenga, siempre hay que pensar qué más hacer. Ese extra es lo que puede brindar riqueza. Por lo general, el latino constantemente piensa en cómo trabajar menos y cómo gastar más. El extranjero está pensando en trabajar y ahorrar y es ahí donde está el éxito”. Luego de que don Germán me escuchó dos o tres lamentos relacionados con la estrechez económica, no duda en sonreírme y darme su consejo dorado: “Reina, no se angustie. Yo tengo una fórmula para hacer dinero. Según yo, lo más sencillo en esta vida es hacer honestamente dinero porque es cuestión de encomendarse a Dios y trabajar. Mi fórmula se llama ‘El valor del tiempo’ y su 53 Nuestra Gente lema dice: ‘Dios mediante, trabajo, ahorro y superación constante’. Se acabó. Ahí está el secreto”. Cuando don Germán estaba en el negocio del algodón, trabajó con ejidatarios y campesinos. A muchos les dio la fórmula porque siempre se quejaban de que el banco ejidal no les daba una remuneración suficiente. “Siempre iba a visitarme un campesino de Concordia. Su intención era que yo le diera tres pesos para el pasaje. ‘Ando muy amoldado’, me decía. ‘El banco ejidal no nos da dinero. Nos tiene a mal vivir’. Un día pensé en hacerle una jugada constructiva. Me lo encontré en la calle y le hablé. En cuanto me vio, puso su cara de tres pesos. Pero me puse listo, creo que fui más vivo que él, y le dije: ‘Oye, te voy a hacer una pregunta. Te doy cinco pesos si la contestas. Si dices no como respuesta, y si dices sí también te ganas los cinco pesos, pero nada más no me la contestes a la primera, sino a la segunda. Tú te tienes que esperar a que te diga ya. Comencemos: ¿hay alguna ley o un decreto que te obligue a ser ejidatario a fuerza? Voy otra vez: ¿hay alguna ley o decreto que te obligue a ser ejidatario a fuerza? No, ¿verdad? No hay tal ley. Entonces, ¿para qué estás de ejidatario si sufres tanto?”. El campesino de Concordia le contó después a don Germán que se fue en el camión pensando: ‘Es cierto. De verdad que para qué estoy de ejidatario si no hay ley que me obligue y no estoy ganando lo que quiero’”. Cuenta don Germán que llegó el campesino a su casa y le dijo a su hijo: “Te voy a pasar los derechos de la parcela”, pero el hijo no quiso. “Entonces dásela a tu primo”, le replicó el campesino y fue cuando el hijo cambió de opinión. “Bueno, mejor sí la quiero”, le comentó. Y el ejidatario decidió dejar su tierra para radicar en Torreón, en una colonia que se llama Bocanegra con una hermana. Él se puso a hacer taquitos en la noche. Y cuál fue la sorpresa que al rato ya tenía capital, lo que 54 Germán González Navarro nunca hizo cuando fue ejidatario. Una vez que se hizo de ese dinerito, le pasé la fórmula”. Para aplicar la fórmula para multiplicar el capital, “El valor del tiempo”, don Germán señala la regla principal: “Si no pone uno de por medio a Dios, independientemente de la religión que sea, no las levanta. Tiene que existir en nosotros fe en algo. A nuestra fe la tiene que mover alguien Supremo porque uno solo no puede hacer nada”. Luego complementa: “Manufactura, servicios, ventas o cualquiera que sea su profesión, siempre tiene que ahorrar”. La mamá de don Germán, doña Esther, le dio una asesoría valiosa que también dio pie, años después, para la fórmula: “Veamos. Uno gana su salario y tenemos que decirnos, ‘voy a pagar aquí esto y el otro por allá’, pero no podemos olvidar preguntarnos si ya nos pagamos a nosotros mismos. Nosotros somos los principales actores del ahorro porque, si lo pensamos bien, en realidad somos esclavos de quienes nos brindan un servicio o nos venden productos. ¡Hasta de la manicurista somos esclavos! Pagarnos significa saber ahorrar para también gastar en nosotros con cautela. A los limosneros les he tratado de inculcar algo de la cultura del ahorro y los principios de mi fórmula. A uno le dije: ‘Si te levantas dos horas más temprano de lo habitual, puedes llegar a dos misas en lugar de sólo a una. No es necesario que entres a la iglesia; con que sólo te encomiendes a Dios, ya la hiciste. Entonces, si lo que usted gana en la primera misa lo ahorra, después puede comprar algo, venderlo e ir doblando su capital. Muchos pepenadores de Monterrey que levantaban deshecho de fierro ahora son millonarios. Inténtelo y verá. Anímese. De nuevo: ‘Nunca es tarde para lo bueno’”. Don Germán explica con detenimiento la aplicación de la fórmula “El valor del tiempo”: “Bendito sea 55 Nuestra Gente Dios, puesto que nuestro querido México es una nación dotada de increíbles recursos naturales que podemos aprovechar en la medida que aumente el índice de educación. Por tanto, la mejor inversión es la educación. Al referirnos al plan económico, debemos tener presente el siguiente concepto: ‘Dios mediante, trabajo, ahorro y superación constante’. Y una vez dicho esto, entonces recordar que si lo que uno no quiere, otro lo desea, entonces debemos ingeniarnos para buscar y encontrar una actividad extra sin desatender nuestro trabajo principal para poner en práctica la compra-venta. Antes de hablar de dinero debemos de aclarar otra vez: la felicidad nunca la encontraremos en el dinero. Por lo general, perdemos mucho tiempo valioso en comentar temas sin importancia. Los norteamericanos dicen Time is money (El tiempo es dinero), pero la verdad es que ‘El tiempo es vida y la vida no tiene precio’. Muchos pensarán a qué pueden dedicarse, pero como todo se compra y se vende, hay que practicar para eso. Como les he dicho, para todo se debe practicar. El atleta practica, igual que el doctor y sólo así se logra vencer. Pasando al plan de la inversión y suponiendo que vamos a iniciar con mil pesos a los cuales vamos a ganarles el 20% en cada operación y que sólo vamos a realizar cinco operaciones al año, en esas cinco operaciones se obtendría el 100%, es decir, se doblaría la cantidad, tal y como aparece en la tabla incluida a continuación, pero si aprovechamos los intereses de cada una de las operaciones, nos resultarían cantidades aún mayores. He aquí por qué los financieros pelean las fracciones del tipo de interés. ¡Increíble ejemplo! Si un peso lo pusiéramos al interés del 20% anual a cien años, nos daría $82, 817, 974.52 y si fuera el 21%, nos daría $189, 905, 276.42. Es decir, el 1% extra significa más del 56 Germán González Navarro doble que el propio 20%. De aquí que cada quien saque sus propias conclusiones”. SUMA CONSIDERANDO INTERESES DE LOS INTERESES AÑOS SUMA SIN CONSIDERAR INTERESES DE LOS INTERESES 1 $2,000.00 $2,488.32 2 $4,000.00 $6,191.74 3 $8,000.00 $15,407.02 4 $16,000.00 $38,337.60 5 $32,000.00 $95,396.21 6 $64,000.00 $237,376.62 7 $128,000.00 $590,668.22 8 $256,000.00 $1,469,771.56 9 $512,000.00 $3,657,261.98 10 $1,024,000.00 $9,100,438.15 A todas las personas que desean un mayor ingreso económico, pero que se declaran incompetentes para obtenerlo, don Germán les tiene un mensaje más: “Todo lo que sobra, estorba. Si, por ejemplo, usted toma la ropita que le sobra, puede hacer comercio. Todos tenemos que aprender a ser comerciantes en esta vida. El principal enemigo a vencer es nuestro propio ser. Si no vence uno sus miedos, cómo queremos vencer a otros. Yo le he dado mi fórmula a muchísimas personas. Me cuesta ochenta centavos el protector y otros cuarenta, la copia. Por $1.20, ¡imagínese el servicio que puedo hacer! Todo se puede hacer al pasito. Sin comer ansias. El trabajo de México y del mundo es el ahorro”. 57 Nuestra Gente Generosa lavandera tiene cita con el Presidente de EU en Washington (Reuter) Durante la mayor parte de sus 87 años, Oseola McCarty ha llevado una vida tranquila lavando ropa ajena en el sur de Estados Unidos, pero el sábado por la noche tenía una cita con el Presidente Bill Clinton. La señora McCarty se dio a conocer cuando donó los ahorros de toda su vida, $150, 000 dlls., a la Universidad del Sur de Mississippi para conceder becas a estudiantes negros. Se trata del dinero que obtuvo lavando ropa en su localidad natal de Hattiesburg, Mississippi, donde está situada la universidad. Clinton se enteró por la prensa del obsequio de la señora McCarty y les dijo a sus asistentes que le gustaría tenerla de invitada en su cena del sábado con el grupo de congresistas negros. Temerosa de volar, la señora McCarty tomó un tren y viajó durante 24 horas, acompañada de su prima, de Mississippi a Washington para ver al presidente. Se esperaba que recibieran tratamiento de honor y que verían a Clinton en el despacho presidencial, donde el mandatario le concedería la medalla presidencial de ciudadanos que se otorga a quienes realizan sus servicios ejemplares. Después de eso, se trasladarían con Clinton hasta el lugar de la cena” (El Siglo de Torreón, domingo 24 de septiembre de 1995, p. 5-F). Noticia sobre Oseola McCarty, ejemplo de ahorro y amor al prójimo. 58 Germán González Navarro Afuera de la biblioteca de la Universidad Autónoma de La Laguna, Don Germán, su esposa Consuelo y su hija Georgina Magdalena, develan la placa de agradecimiento a Oseola McCarty en un Día del Amor y la Amistad. “En el primer banco capitalizador que hubo, por allá de 1946, yo ahorraba $3.85 al mes. Luego de cinco años, cuando acabé de ahorrar tenía $500.00. Eran 50 pesos al año. Y después me fui por un ahorro de $5 mil y ¡bolas! Así fui incrementando mi capital. Todos tenemos la capacidad de realizar estas operaciones, pero un aspecto muy importante es, como primer paso, liquidar honestamente y sin 59 Nuestra Gente ningún dolor los impuestos al gobierno que corresponden, puesto que las cantidades obtenidas dan para eso y más. Ahora, uno de los errores más grandes que cometemos es tratar de eludir impuestos. Con el sólo hecho de pensarlo ya nos estamos limitando y vamos a la larga al fracaso porque no es concebible que uno pretenda vivir así porque lo amarra, retrae”. VIII. Darse a los demás Segura estoy que lo relatado sobre esta otra pieza del rompecabezas de vida de don Germán —aquí, como en cualquier otro texto que busque retratarla— siempre será mínima. Primero, porque así lo quiere el mismo don Germán, fiel a una de sus frases: “El secreto de dar es dar en secreto”. Segundo, porque sus acciones son de naturaleza exponencial. Él ha puesto manos y corazón en personas que, a su vez, han ofrecido también sus manos y corazón propios a favor de otros. Y de otros. Y de tantos más. El eslabón representado por don Germán, antecedido por sus padres y abuelos, y fortalecido por el amor de su esposa y la inspiración de sus hijos, sigue manteniendo quién sabe cuántas cadenas de apoyo económico, intelectual y espiritual. Todas ellas con el sello particularísimo de don Germán. Como muestra, van las siguientes historias narradas por él mismo y que, por fortuna, me toca a mí escucharlas a detalle. Multiplicación no sólo de panes Para don Germán, la carrera dentro del altruismo inició en la época en que fue gerente de la Algodonera Comercial Mexicana S.A. En 1962, él y otros socios fundaron la Asociación Algodonera de La Laguna (ASALGOLAG, A.C.). “Todos los que éramos algodoneros —la mayoría, muy jó- 60 Germán González Navarro venes— pensamos en ayudar de una manera más organizada al formar patrimonios para instituciones de servicio social. Propusimos que las personas o grupos necesitados de apoyo económico encontraran una asociación más sólida donde presentar sus solicitudes, en lugar de que Algunos de los reportes financieros de asalgolag. 61 Nuestra Gente anduvieran peregrinando aquí y allá por sus donativos. Tuvimos un éxito total. Era fantástico. Llegamos a generar demasiado capital para impulsar las obras benéficas de muchos laguneros y también de personas que no radicaban en la Comarca. ”En un inicio, el consejo decidía de una manera práctica a quién darle el apoyo monetario. Palomeábamos a los beneficiarios, les entregábamos su cheque y listo. Ahí terminaba el asunto. Cuando me tocó ser el presidente en turno, se nos ocurrió crear un fondo. Era el año de 1971. Comenzamos con mil pesos y llegamos a tener más de trescientos millones. En una ocasión, me habló un tío de mi esposa, Manuel Alatorre, que era comerciante del mercado Alianza. Quería hacer una aportación a las obras sociales: ‘Les voy a donar 250 mil pesos’, me dijo. Yo me quedé de una pieza con la noticia. Me sorprendí y alegré mucho a la vez, pero también me motivó para pensar que con ese dinero podíamos formar un fondo que sirviera de patrimonio para quienes lo solicitaban. Cuando aún me estaban haciendo los cheques —que fueron dos: uno por cien mil pesos y otro por 150 mil— yo ya estaba planeando cómo sacarle un efecto multiplicador a esa suma. Resultó sencillo, pues le solicité a don Manuel que si me permitía decir en la Asociación que ese dinero lo daba para obras sociales con la condición de que nosotros aportáramos 400 mil pesos. Desde luego que estuvo de acuerdo. Cité ese mismo día a una junta para exponer el plan y fue aceptado. Aún no se terminaba la junta y terco en que ‘el dinero debe de tener efecto multiplicador’ ya estaba pensando cómo incrementar los patrimonios a un total de un millón de pesos. Nuevamente, esto fue muy sencillo, pues a todos los que beneficiaríamos con cierta la cantidad les pediríamos aportar sólo un 35% del total que recibiera. Resultado: en 62 Germán González Navarro 24 horas la aportación inicial llegaba a un millón de pesos. No hubo ningún problema, pues quién no estaba dispuesto a recibir cien mil pesos aportando únicamente 35 mil. Los laguneros estamos sentados en un filón de oro. Lo que nos falta, en la mayoría de los casos, es educación. Una cosa es pensar, otra hablar y otra actuar y, por último, callar”. ”Una idea más nos ayudó muchísimo. Éramos una asociación que compraba miles de pacas de algodón. Mis compañeros y yo convenimos que hiciéramos un capitalito ‘de gorra’ porque a quién no le gusta dar y que no cale. Sabía que eso le pasaba a muchos. La propuesta consistió en lo siguiente: cada paca pesaba cinco quintales, es decir, 46.02 kilos. Y las pacas se pagaban por quintal (cien libras). Todos los integrantes de ASALGOLAG acordamos recaudar entre nosotros mismos una cuota extraordinaria de un peso el quintal, es decir, por cada paca, cinco pesos. Si vendíamos 300 mil pacas, entonces podíamos contar con un millón y medio generado por esta cuota acordada. Todos teníamos que dar cuentas de lo que estábamos vendiendo. Ser honestos. Era un compromiso de caballeros. Ese impuesto nosotros lo cargábamos a nuestros gastos. Los beneficios que pudimos costear con esa entrada fueron demasiados. ”Ya les he dicho que la felicidad no está en el dinero, pero si ahorramos, podemos compartir. Si nuestro capital inicial fueron mil pesos y logramos llegar a tener un fondo de patrimonio de 228 millones de pesos, pues sí que éramos unas fieras, pero también el autor de todo eso fue Dios. Con Él, todos jalamos parejo. ”Cuando renuncié a la Algodonera en 1988, seguía convencido de que todos venimos a este mundo a servir. Mi trabajo me gustaba, pero tenía que estar sujeto a horarios. Acá, ya una vez en mi casa, tenía más tiempo y podía inventarme más quehaceres sociales”. 63 Nuestra Gente Educación muy especial “Un día andaba entrenando en el Bosque Venustiano Carranza. Al dar la vuelta por la calle 16, me encontré a Chelito, mi esposa, como con cara de andar buscándome. ‘Quihubo, hija. Qué pasa’, le dije medio asustado porque no me la esperaba. ‘Viejo, quiero que me ayudes. Los niños del Centro Lagunero de Educación Especial van a perder el terreno que les dio el gobierno. Como estaban condicionados por un decreto a que en dos años tenían que escriturar y fincar ese espacio y no lo han logrado, se los van a quitar. El terreno es de cinco mil metros y vale ocho millones de pesos. El notario encargado del caso tampoco lo escrituró y lo peor es que si eso no lo logran, en tres días les quitan el terreno’, me contaba Chelito angustiada. ‘¡Cómo que en tres días! ¿Y me vienes a decir eso ahorita? ¿Qué quieres que haga?’, le respondí sin saber la que me esperaba. ‘Pues vamos con el notario para quitarle los papeles’, dijo mi señora. ‘¿Ahorita?’, le pregunté con ganas de terminar las vueltas que me faltaban por correr. Pero Chelito, como siempre, tenía clara su misión: ‘Sí, viejo. Ahorita’. Y me fui con ella con todo y mis shorts. ”Al poco rato llegamos a la oficina del notario. Era un 19 de noviembre. Le pregunté a la señorita secretaria por él y ella me respondió que su jefe andaba en México. ‘Ya marchamos’, pensé. Ella no me quiso dar el celular del licenciado, pero ahí fue cuando comenzó a obrar la gracia de Dios de una forma tremenda. Me di la media vuelta para regresar a donde me esperaba mi esposa para decirle que ya se había frustrado todo. En eso, ella me dice: ‘¿Cómo es el licenciado? ¿No es uno güero, grandote? Porque ahí lo acabo de ver pasar por la ventana’. Incrédulo le contesté: ‘Ya estás viendo fantasmas. Estás nerviosa, Chelito’. El día se había pasado volando; ya eran las seis y pico. Chelo no se hizo a un lado y dijo: ‘Pues de aquí no 64 Germán González Navarro nos movemos hasta que salga el notario’. Y no nos fuimos. Esperamos a que fuera la hora de salida. ”Al poco rato vimos salir a la secretaria del notario; y momentos después, a él. La verdad es que sí me dio coraje que me estuvieran viendo la cara de tarugo. ‘Qué tal, don Germán’, me dijo el notario cuando corrí a abordarlo. Le expliqué nuestra urgencia y me dijo que no sabía en dónde estaban los papeles del caso de la escuelita de los niños. Que regresara hasta el lunes. Pero me llegó el chispazo y comencé a hablar: ‘Oiga, licenciado, ¿sabe? Por ahí anda un rumor de que los del Cumbres querían comprar ese terreno. Ellos ya tienen cuatro hectáreas, pero quieren más. Y yo, por mi cuenta, para no arriesgarle, voy a publicar una plana en el periódico que diga que el día tal fui con el licenciado tal a solicitarle tales papeles y que no pudo entregármelos. Que existe la versión de que el Cumbres quiere comprar el terreno, por lo que usted detuvo la escrituración’. Ahí le cambió la cara al notario. ¡Le creció! Se dio la media vuelta y en menos de dos minutos dio con los papeles del terreno de los pequeños y me los entregó. Se fue sin ni siquiera despedirse. ”Chelito y yo, con papeles en mano y felices, pero todavía preocupados, comenzamos a caminar. Al llegar a la calle Jiménez siguió obrando la gracia de Dios. Ahí estaba parado el notario Carlos ‘Chato’ García Carrillo. Le dije que necesitaba una escritura, pero él me respondió, apenado, que ya se iba. Yo traté de convencerlo diciéndole que la noche era larga, que yo le podía pagar a su secretaria por hacer ese trabajo. Pero me dijo que eso no iba a ser posible porque uno de sus hijos iba a desfilar al día siguiente, 20 de noviembre. Otra de las secretarias que estaba cerca de nosotros escuchó la oferta de esa ‘liebre’ y dijo que ella se aventaba el trabajo sin problema. Que al día siguiente por la tarde lo tendría listo. Eso me volvió a 65 Nuestra Gente animar, pero yo sabía que aún me faltaban varios pasos: la escritura la tenían que firmar el alcalde, el secretario del ayuntamiento y una síndico. ¿Y cómo le iba a hacer para lograrlo? Igualito que como iba: con la ayuda de Dios. ”El 21 de noviembre, con la escritura en mano, me lancé a la presidencia municipal. Me metí directo a la oficina del licenciado Cisneros, el secretario de Salvador Jalife, presidente municipal en aquel momento. Le conté la historia y le pedí que me firmara la escritura. La leyó y me informó que también la tenía que firmar el presidente municipal y una síndico. Yo siempre me mantuve rezando en silencio, agarrado a mi rosario que siempre traigo en la bolsa aunque esté grandotote. Pero el tiempo pasaba. La secretaria me hizo una seña y me salí de la oficina con la escritura para esperarla. Ella me abordó con una actitud maravillosa: ‘No se apure, don Germán. Ya firmada la escritura por el secretario, el alcalde la firma rápido’. ”Pasado un rato, llegó el milagro. Se acercó la secretaria para decirme que ya tenía la escritura firmada por el alcalde, por el secretario y que hasta la síndico había firmado ya. Me sentí inmensamente feliz porque, por fin, la escritura tenía las tres firmas que necesitaba. Yo estaba tan alegre que me fui corriendo desde las antiguas oficinas de la presidencia hasta el registro público. Crucé el boulevard Independencia como de rayo. Al llegar al registro público, busqué a la señorita Lety Jiménez, funcionaria de ahí, y le dije que quería que me hiciera una parada: que me registrara la escritura ese mismo día. Le conté toda la historia. ‘Pero, don Germán, usted sabe que hay que agarrar cola; que varias personas llevan mucho tiempo esperando’. ‘Yo sé, Lety. No sabe cómo me mortifica ser así, pero esto es para los niños’ y le rogué nos hiciera a todos ese gran favor. Ella accedió y me pidió que regresara en dos horas. Yo de ahí no me moví. Lo bueno 66 Germán González Navarro Integrantes del Centro Lagunero de Educación Especial. fue que, en menos de ese tiempo, va llegando la señorita Lety con la escritura registrada. No pude más que pensar para adentro: ‘¡Ahora sí, mi hermano! Ésta es la escritura que se ha registrado más rápido en la historia. ¡Ya fregué otra vez!’. Era tanto mi contento que fui al terreno recién escriturado a remover con mi propia mano los mezquites en señal de inicio de la construcción. Ésta, en verdad, es la historia de la gracia de Dios. De su mano puesta sobre 67 Nuestra Gente nosotros. No es la historia de Germán. Es más, hasta yo quisiera que dijeran que fue otro señor el que se aventó el tiro. Lo importante fue que el milagro se hizo y que los niños y sus mamás se verían beneficiados”. Don Germán no sólo cumplió con honores la misión encomendada por su mujercita Chelo, sino que persistió en el afán de dar a la comunidad del Centro Lagunero de Educación Especial un sitio hermoso donde estudiar, con personal capacitado y con un sistema sano de finanzas que les permitiera estabilidad económica a largo plazo. “En agosto de 2003, el Centro Lagunero de Educación Especial, A.C. inició sus actividades en el nuevo edificio, el cual cuenta actualmente con 16 aulas para grupo, dirección, sala de juntas, salón de terapia de lenguaje y salón de terapia física, comedor y están en construcción las áreas deportivas y varios jardines”. Don Germán tenía muy presentes en su proyecto a las madres de los niños y niñas discapacitados: “Tenemos que hacer todo lo posible por darles a las madrecitas de esos ángeles la posibilidad de contar con un tiempo para ellas. Es necesario apoyarlas para que cuando sus hijos lleguen a casa, ellas tengan la fuerza suficiente para atenderlos con mucho amor”. La directora del Centro Lagunero de Educación Especial propuso a don Germán para el Premio Compartir convocado por Compartir Fundación Social. A pesar de que ya se iba a cerrar la convocatoria y, acostumbrados a trabajar en el límite de los límites, el equipo de colaboradores del Centro se dio a la tarea de conseguir la información solicitada en la convocatoria, mismas que fueron enviadas a tiempo a México. Don Germán fue reconocido ese año, 2003, con el segundo lugar y, al siguiente, ocupó el primer sitio. En ambos casos compitió con personas de primer nivel y varias de ellas también lograron las primeras posiciones. “Les digo otra vez: nunca es tarde para lo 68 Germán González Navarro Las instalaciones del Centro Lagunero de Educación Especial y su bello modelo arquitectónico. bueno”, comenta sonriente don Germán al narrar la anécdota de este premio que complementa con otra de sus frases: “Toda nación debe basar su grandeza atendiendo a las personas con discapacidad con amor y delicadeza”. Dar todo y más por la educación Si existe una persona que tiene clara la potencialidad que existe en la educación, ésa es don Germán González Navarro. Cuando de educación se trata, no se nos raja. En sus obras sociales siempre aparta un lugar privilegiado para quienes requieren formación, pero que no han tenido los medios para obtenerla. Sé que apoyar este tipo de causas no es sencillo. Por el contrario, requiere de una ingeniería social bastante especializada. Pero lo que más se necesita es de una sensibilidad distinta para dar hasta que la luz de ayuda sea intensa y perenne. Quién mejor que don Germán para encabezar y mantener de pie a estos proyectos que, como él menciona, requieren de dos pasos: “Primero, es necesario invocar a Dios y decirle con 69 Nuestra Gente el corazón ‘Ilumíname’. Segundo, hay que abrir los ojos y pensar en llegar a la meta”. Don Germán toma su tiempo para explicarme cómo percibe el problema de la educación en nuestro país. Vuelve al terreno de las sorpresas: “No existe la diferencia de clases, sino la diferencia de educación. A una persona modesta, humilde, si tiene méritos, es necesario y justo reconocérselos. Los méritos de ellos son tremendos. A una persona mal educada nadie la soporta, pero una persona con formación te cautiva, sea de donde sea, del rancho más humilde o de la colonia más rica de la ciudad. No existe mejor inversión que la educación. Es tan práctico educar y tan benéfico que si todos los mexicanos pudiéramos educar a otro mexicano, no sólo a nuestros hijos, este país sería grandioso. Me acuerdo que varias organizaciones comenzaron a dar becas escolares con una condición: que cuando el joven se recibiera pagara dicha beca. Yo tengo una visión un poco distinta. Si usted educa al niño o al joven más listo y que tiene los recursos más limitados, a él le quedará claro que se esforzó por estudiar. Que luchó. Lo importante y sabio de ayudar para educar es no repetirle ni mencionarle que le pague por el apoyo que se le está dando. Eso sería egoísmo. Ese alumno que fue beneficiado cuando más lo necesitó, va a subir económica y socialmente; va a casarse y va a tener hijos y con ellos continuará la cadena de ayuda. Se acabó el lío. ¿Para qué queremos más? He ahí la importancia de invertir en educación con los ojos cerrados. El dinero no se pierde. Al contrario, se reinvierte y con ganancias espectaculares”. Hermanos tarahumara, raíces compartidas Son varios los ejemplos de la vinculación de don Germán con el altruismo educativo. Una de sus experiencias más gratas la vivió al lado del profesor Alberto Carmona Esco- 70 Germán González Navarro bedo, presidente de la fundación Hermano Tarahumara, A.C. “El profesor Carmona es un apóstol del servicio actual. Me invitó a la Sierra Tarahumara para que conociera a varios rarámuris que habían estudiado hasta un cierto nivel escolar, pero que requerían continuar con sus estudios. Ante esa necesidad, decidió fundar una casa para que pudieran continuar con su formación en Torreón. Me acuerdo que iba a pedir ayuda a la Universidad Autónoma de La Laguna. Llegaba a la oficina del rector y le decía directo: ‘Acéptame a estos muchachitos de gorra. Uno o, bueno, mejor dos. Y, gracias a Dios, siempre los colocábamos. Aquí tengo a la mano las calificaciones de Gabriela Bejarano Ceballos, indita tarahumara. Fíjese nada más. Dice así: ‘Universidad Autónoma de La Laguna, Colegio de Educación Media/ Bachillerato/ Primer paquete de agostoseptiembre 2000: Historia de México, 100/ Física 3, 100/ Biología 3, 100/ Investigación documental, 93/ Inglés 3, 93/ Computación 3, 100/ Deporte, arte y cultura, 100. Dígame con estas calificaciones en su mano, ¿vale o no la pena apoyarlos? Yo era el tutor de Gabriela y de todos los que me quisieran poner. Yo creo que salí tarahumara porque además de que me gusta mucho caminar y correr, sé que ellos pueden destacar bastante si les damos la mano”. El apoyo de don Germán para los rarámuris también los llevó al mundo del deporte. “En 1994, don Germán invitó a participar en el Maratón LALA a un grupo de tarahumaras los cuales realizaron un buen papel en la competencia” (González, Germán, Archivo personal con valor curricular, Premio Compartir, Torreón, Coahuila, 2004). Ivette Alejandra, orgullo nacional En el área educativa, Ivette Alejandra Leyva Reyna es otro caso excepcional no sólo en la vida de don Germán, sino para su ciudad natal, Torreón, y un motivo de orgu- 71 Nuestra Gente llo para México. El mismo don Germán comenta que ni siquiera se había imaginado hasta dónde llegaría Ivette cuando decidió apoyarla y que le apena tanto que casos como el de ella no sean parte del conocimiento general de los laguneros. “Un día, leyendo el periódico, me encontré con Ivette Alejandra. Ella estaba pidiendo ayuda a través de un anuncio. La historia fue así: estuvo circulando una convocatoria para que jóvenes latinoamericanos compitieran por una beca en uno de los institutos más fregones de Estados Unidos. Ivette Alejandra vivía con su mamá en la colonia Ferrocarrilera en Torreón. Tenía muy buenas calificaciones de la primaria, secundaria y preparatoria, y quería una oportunidad para competir por la beca que le cuento. Yo decidí llamarla por teléfono e ir a visitarla para conocer con más detalle su inquietud. Fui junto con Chelito. Mientras íbamos en el camino, ella me dijo: ‘Ay, viejo, ¿ya vas a comprar otro boletito para la rifa del tigre?’. ‘Sí, sí, Chelito; no le hace’, le contesté. Cuando llegamos y comencé a platicar con ella me dio la impresión de que era muy seria, no tan capaz. Pero la verdad es que ella estaba pensando en sus ideas, no en las mías. Ella es del tipo de persona que va un paso más allá. Ivette, su mamá y su abuelo vivían en condiciones muy modestas. El padre de la chica se había separado de ella y de su madre desde años atrás. Era sorprendente la manera en que ella había enfrentado esos problemas y sacado calificaciones de excelencia. Sólo por decir dos ejemplos: en su escuela primaria, la Urbana Federal 7 de noviembre, le dieron el diploma en aprovechamiento en segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto grados. En la secundaria salió con 100 de promedio final. En la preparatoria, cursada en el Tec de La Laguna, salió con 97 de promedio. Todo un caso. 72 Germán González Navarro ”Mientras se llegaba la fecha de que presentara el examen de selección para la beca, lograron enseñarle inglés en el Colegio Americano. Esa muchachita era una bala. Aprendió de una manera impresionante el inglés y llegó preparada para comprender y responder su examen. Yo, debo decirlo, tenía dudas. La apoyaba en todo, pero la realidad era que ella iba a competir contra seis mil estudiantes de diferentes países de Sudamérica, Centroamérica y México. Era un sueño. Pero Ivette me dio una lección que todavía, al recordarla, me dan escalofríos. ¡Se los echó a todos! Ella solita, con lo que tenía, fue la ganadora al presentar el mejor examen. Ivette fue citada en Monterrey para que, frente a unos sinodales del consulado, volviera a ser examinada. Y qué tal con la apantalladota que les dio. Se ganó el lugar para estudiar en la Universidad de Wala Wala en Washington, cerca de Canadá. Sin padre y sólo con su mamá y su abuelito, don Antonio, que tocaba la guitarra, se fue forjando a punta de sus propias habilidades. Pedí ayuda a varios muy buenos amigos que tengo para que la niña se fuera a Estados Unidos. Y una vez que llegó, se instaló y comenzó sus clases. Con este mensaje la recibió una alumna allá: ‘¿Y tú qué andas haciendo aquí, india tercermundista?’. Pasaron los años, y a esa ‘india tercermundista’ le dieron el nombramiento de jefa del departamento encargado de seleccionar a los candidatos a entrar a la universidad. El nombramiento se lo dio el mismo director de la Universidad de Wala Wala. Después decidió estudiar su posgrado y compitió otra vez por una beca. A los estudiantes del Tec de Monterrey que estaban allá se los echó también y quedó en primer lugar. Whitman College era el nombre de su segunda escuela en Estados Unidos. A pesar de lo que había demostrado, aún seguía recibiendo algunas muestras de discriminación. En la presentación de un examen de matemáticas, ella ob- 73 Nuestra Gente tuvo cien. El director era su maestro y le dijo que pasara a resolver las operaciones al pizarrón frente a todos. Así lo hizo y cuando el profesor revisó el procedimiento le dijo: ‘Éste no es el sistema que te enseñé, pero veo que lo has sacado de otra manera’. La California’s Jet Propultion Laboratory la invitó a la Nasa y participó en el Programa de Investigación en el Verano para Universitarios en Geología y Física Planetaria y trabajó en el equipo que analizó la información de la prueba ‘Magallanes a Venus’. Cuando se graduó le juntamos mil dólares a la mamá para que hiciera con ellos lo que quisiera al lado de su hija allá en Estados Unidos. Mandamos a la señora a la graduación de Ivette para que viera cómo le entregaban el primer lugar a nivel universitario, el suma cum laude, llevando la representación de Torreón en alto. La invitaron a trabajar en la General Electric y le arreglaron los papeles para que se fuera a Rusia a capacitar. Se recibió en el Tec de California, el California Institute, con honores. Carl y Mary Tornbom, ejemplo de amor sólido La de la familia Tornbom Johnson es otra historia más de apoyo a la educación en condiciones de alta vulnerabilidad y sin distingo religioso por parte de don Germán y la ASALGOLAG. “Carl y Mary Tornborm se casaron en Estados Unidos. Convencidos de la misión que sentían como profesores y como cristianos, renunciaron al trabajo que tenían como maestros para mudarse a Francisco I. Madero, Coahuila, hoy Chávez, ubicado a treinta kilómetros de Torreón. Comenzaron a realizar labor de apostolado con las personas de los ranchos aledaños con miras a construir en comunidad un Hogar Cristiano donde niños y niñas de esa zona no sólo contaran con vivienda y alimentos, sino también con una permanente formación educativa que les permitiera adquirir más y mejores competencias. 74 Germán González Navarro Don Germán recuerda al matrimonio Tornbom con un aprecio muy particular. Al hablar sobre ellos, se dice inspirado por el sólido amor de esta pareja y por el tipo de trabajo que decidieron realizar con una comunidad tan alejada de su país: “En ASALGOLAG estábamos para dar y, conforme pasó el tiempo, íbamos recibiendo más y más peticiones de ayuda. Un día llegó la señora Milagros Olazábal para recomendarnos el caso de los Tronbom. Ellos requerían un terreno y decidimos apoyarlos con la donación de una propiedad y también apoyo económico. Eran diez los niños con los que los Carl y Mary comenzaron su labor. Para 1974 eran 75 los beneficiados y después la cifra subió a 169. Sus gastos también crecieron, pero Dios no les falló. Cuando fuimos a visitarlos para evaluar su condición, algunos me criticaban porque los Tornborm profesaban una religión diferente a la católica. Pero eso a mí nunca me importó. Por el contario, era parte de lo que yo respetaba en ellos. Los Tornborm educaron a cientos de alumnos en diferentes niveles. Una vez que los niños o los muchachos estaban preparados, veían cómo hacerle para colocarlos en escuelas. Dios actúo para que de la obra de los Tornbom egresaran arquitectos, doctores, secretarias, enfermeras, abogados, pastores, biólogos, radiólogos, contadores, dentistas, maestras de preescolar y muchos otros técnicos y profesionistas más. Cuando Mary murió, ella pidió que la enterraran en Alamito, un lugar cerca de Chávez. Su corazón estaba en Coahuila y pues, mire nada más, por eso digo que tenemos que ayudar a quien sea y de la religión que sea. Es más, hay que avergonzarse de no ser como ellos”. Llamado en el Echavarría Otro de los casos en los que, como señala don Germán, obró la mano de Dios para que la educación floreciera 75 Nuestra Gente Relación de documentos que suscribieron amigos de don Germán para financiar la construcción del Colegio Echavarría. es el del Colegio Jesús María Echavarría. El origen de la construcción de las actuales aulas de esta institución —con capacidad para más de mil estudiantes y con un terreno de cincuenta mil metros— proviene de la relación que nació entre don Germán y varios de los pequeños que él vio por mera casualidad cuando pidió prestado el teléfono de la escuela. “Un buen día tuve la suerte de quedarme sin gasolina entre las calles Escobedo y Jiménez. Miré a los lados para saber quién podía defenderme, como decía el Chapulín Colorado, y me topé con una casita que resultó ser una escuela. Toqué para pedir pres- 76 Germán González Navarro tado el teléfono y de inmediato una religiosa me dio el pase. Mientras marcaba para pedir que vinieran por mí, me tocó ver cómo entraban y salían a recreo los niños. Su patio estaba muy chiquito y los pequeños, según el grado, tenían que tomar turnos para jugar. En ese momento quise saber cómo hacerle para que las monjitas tuvieran su propio edificio. Ellas no cobran sueldo, así que todo lo que pudieran ganar era positivo. Pensé que una escuela grande seguro era autofinanciable. Reuní cuarenta amigos para que avalaran un préstamo bancario. Lo solicitaríamos en documentos mensuales de dos mil quinientos pesos, es decir, 100 mil pesos. Todos los meses se vencía un documento, pero a mí no me preocupaba mucho la situación porque, además de que hasta al gerente del banco involucré en el proyecto del colegio, yo sabía que no íbamos a fallar ni con los pagos inmediatos ni los que vinieran luego porque de seguro las madres iban a tener más demanda de alumnos. El gerente y secretarias del banco Varias de las hermanas del Colegio Echavarría y don Germán. 77 Nuestra Gente también estuvieron de acuerdo en apoyar nuestro plan. Y como sabía desde un inicio, nunca les quedamos mal. Todo esto sucedió en 1963. ¿Por qué me decidí ayudarlas? La respuesta es fácil si nos preguntamos a quién le iban a pedir un préstamo las madrecitas si estaban todo el día en la escuelita y rezando. Hoy en día, las Hermanas Catequistas Guadalupanas siguen al frente del Colegio Jesús María Echavarría y cuentan con jardín de niños, primaria, secundaria y preparatoria con un total de 960 alumnos”. En apoyo a la educación media La Escuela Secundaria General número 3 Profesor Moisés Sáenz Garza, la Escuela Secundaria Técnica 91 y la Escuela de Bachilleres José María Morelos y Pavón incorporada a la Universidad Autónoma de Coahuila, así como el Bachillerato Técnico Industrial de La Laguna fueron otras cuatro instituciones educativas donde don Germán González Navarro “hizo de las suyas”. Para la primera institución, ubicada en una zona conflictiva torreonense con altos índices de delincuencia y drogadicción, don Germán logró un valioso acuerdo: “En 1971, varios miembros de la Secretaría de Educación Pública le presentaron al alcalde un proyecto para que les apoyara en la construcción de una escuela secundaria de 14 mil metros cuadrados. El presidente municipal me llamó para comentarme la situación y lo urgente que era apoyarlos. Si no le apurábamos a ese asunto, el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE) se llevaría el proyecto de la construcción a otro punto. Él sabía que yo era el presidente de ASALGOLAG y conocía el tipo de obras que realizábamos. Le comenté que podíamos apoyarnos entre todos. Nosotros compraríamos un terreno de 12 mil metros cuadrados y lo canalizaríamos para el fin educativo, pero como 78 Germán González Navarro aún faltaban dos mil para llegar a la cifra establecida por los compañeros de la SEP, pues le pedí permiso a Chelito para regalarles un terreno aledaño que ella y yo teníamos, y que era precisamente del tamaño que faltaba. Juntamos dos manzanas y usamos la calle”, platica don Germán. En el caso de las otras dos instituciones —la Escuela Secundaria Técnica 91 y la Escuela de Bachilleres José María Morelos y Pavón— don Germán recurrió a una compra-venta virtuosa. Él le vendió a la SEP en Coahuila, a través de la presidencia municipal, un predio de mil metros cuadrados en 150 mil pesos, cantidad bastante módica para una propiedad de tales dimensiones. Ese dinero fue canalizado para la construcción del Centro Lagunero de Educación Especial. Finalmente, cabe citar que, en el caso de la Escuela Técnica Industrial de Torreón, hoy Bachillerato Técnico Industrial de La Laguna, don Germán González fue uno de los fundadores siendo el primer presidente del consejo directivo en 1953. Veamos por ellos Otro de los ejemplos de los esfuerzos que sí fueron concretados para llevar educación a las personas discapacitadas fue la Asociación de Invidentes de La Laguna “Veamos por ellos” fundada por don Germán González. Por varios años él se dedicó no sólo a las labores propias para echar a andar dicha asociación, sino que también se incorporó a actividades cómo voluntario. Una de ellas fue la de respaldar la formación de un grupo musical de ancianos invidentes. Al respecto, don Germán platica una anécdota que describe a lo que él le da mayor importancia al momento de involucrarse en obras sociales. El club Rotario invitó a don Germán a que diera una plática sobre “Veamos por ellos” y llevó precisamente al grupo musi- 79 Nuestra Gente cal; cuando ellos terminaron de interpretar, don Germán no pudo continuar en la sesión porque él era el que los llevaba y traía a los eventos y se encargaba de dejar a cada uno en sus casas. Ese detalle, quizá simple para muchos, al doctor Carlos Canseco González, presidente a nivel internacional de los Rotarios —un monumento suyo se encuentra en Torreón por su campaña de vacunación para erradicar la poliomielitis—, le escribió a don Germán un mensaje especial: “Felicidades por la labor realizada con los invidentes. Hay muchos rotarios que no deberíamos estar en Rotary y hay muchas personas como usted que deben ser rotarios”. Servicio social como constante La labor social de don Germán siguió dando frutos que, por fortuna —y a pesar de su insistencia de dar en secreto— le fueron justamente reconocidos. El semanario Siglo Nuevo consignó otras de sus obras: “Destaca su participación en el patronato para la construcción de la Iglesia San Miguel Arcángel, de la colonia Navarro (construida en menos de un año); la compra de parte de los terrenos para los patios de la escuela Francisco González Bocanegra, (…) otros para el Colegio Los Ángeles (de doce mil metros cuadrados), para el Centro Educativo Miguel Ángel (promotor para conseguir con los señores Alatorre Cruz la donación de una parte del terreno de la Escuela Regional Lagunera del padre Ricardo Rizo, S.J., que actualmente lleva nombre de Centro Educativo Miguel Ángel, A.C. Posteriormente, participó en las gestiones para que la institución adquiriera un terreno con una superficie de 7162 m2 a un bajo costo que ellos después vendieron) (…) y para establecer la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (como respuesta a la petición de Cruz González Ugarte; don Germán y sus socios aportaron 150 hectáreas 80 Germán González Navarro que después fueron vendidas por la institución a la empresa John Deere). Todos ellos en Torreón. Igualmente, su esfuerzo está plasmado en la colaboración con asociaciones (como) Vida Centro de Salud Mental (…). Por todas esta acciones, don Germán ha sido merecedor de premios como Ciudadano Distinguido concedido por el Ayuntamiento de Torreón; el Mérito al Voluntario, otorgado por el Gobierno de Coahuila; y el premio Compartir, a nivel nacional” (Cabral, Valeria, Ibid.). El premio Ciudadano Distinguido le fue otorgado por el presidente municipal en turno, el licenciado José Guillermo Anaya Llamas. El premio Mérito al Voluntario 2003 lo recibió de manos del licenciado Enrique Martínez y Martínez, gobernador de Coahuila en ese año, y por la Secretaria de Desarrollo Social a nivel nacional, Josefina Vázquez Mota, siendo presidente del jurado el licenciado Armando Fuentes Aguirre, “Catón”. Y el premio Compartir, en su XVI edición, le fue entregado en la ciudad de México por la Fundación Compartir I.P. Cabe destacar que el Club Rotario de Torreón, a través del Comité Organizador de la Feria de Torreón, le otorgó el reconocimiento de Lagunero Distinguido a don Germán. IX. Siempre llegar a la meta “En esta vida falaz, el que no corre se queda atrás”. Cómo nos reímos don Germán y yo cuando me compartió esta frase tan certera. Cuando él la acuñó, quizá sin saberlo, no sólo definía su propio concepto como deportista, sino la particular filosofía que ha guiado sus pasos durante décadas y que, como lo evidenciaron los capítulos anteriores, es parte de su herencia familiar. Eran las 7:45 a.m. de un domingo de noviembre. Don Germán, sus hijos Germán, 81 Nuestra Gente Gina y Gerardo y yo nos encontramos en la calle Juan Pablos, a un lado del Bosque Venustiano Carranza. Todos estábamos listos para correr la carrera 5K organizada por el club Rotario Empresarial a favor de los niños con espina bífida. Mientras calentábamos, recuerdo las distintas facetas desarrolladas por don Germán. Cada una brilla con su propia luz. Pero si tuviera que elegir una, la que lo ha vuelto un lagunero consentido y conocido por miles, ésa tendría que ser la de los deportes. Desde su llegada al Bosque, don Germán recibió aplausos, saludos, porras. Varios corredores le pidieron que apareciera con ellos en fotografías. Otros más, lo abrazaron con cariño y admiración. La carrera comenzó y don Germán estaba entero. La carrera continuó y don Germán no se detuvo. La carrera concluyó y don Germán llegó fresco: “Lo más importante que podemos hacer al cruzar la meta es concebir la idea de participar en una carrera aun más retadora. También es necesario valorar lo que significa una carrera porque puede ser la última en la que participemos. Por eso, siempre hay que correr con interés y entusiasmo”. Todo el recorrido fue cosechando sonrisas. Qué motivante fue constatar la cantidad de afectos que don Germán puede contar kilómetro a kilómetro. Por los logros obtenidos en el atletismo, podría suponerse que don Germán practicó esta disciplina desde joven. Sin embargo, la impresionante revelación es que fue hasta sus 58 años, en 1985, cuando se inició en la caminata. “Antes de esa edad, no practiqué nada. Me dediqué en cuerpo y alma a trabajar. Yo siempre había pensado en el presente, pero sin dejar de pensar en el futuro. Todo mi potencial estaba encaminado a trabajar, a trabajar y a seguir trabajando para ser útil en el futuro. Cuando renuncié a la algodonera fue que me decidí por el deporte y qué mejor sitio que el Bosque Venustiano Ca- 82 Germán González Navarro rranza para eso donde, por cierto, ya se robaron la placa que puse con motivo del Día Internacional de la Mujer”. Varios medios de comunicación, así como los currículums de él que obran en poder de las asociaciones que lo han reconocido, consignan sus logros en materia deportiva. Hace dos años, la descripción de la trayectoria de don Germán en el deporte fue presentada de la siguiente manera con motivo de la convocatoria de los premios Compartir: “La práctica del deporte lo hizo comprender que el ‘ejercicio es la base de la salud y la salud, la base de la felicidad’. Por lo tanto, prosiguió y comprendió que en cierta forma, ‘los límites no existen; más bien uno mismo se los impone’, aprovechando la actividad deportiva para seguir realizando labores altruistas. (En) 1988, el señor Ramón Iriarte Maisterrena, siendo presidente del Consejo de Administración del Grupo LALA, concibió la idea de promover un maratón y lo invitó para participar como Secretario del Comité Organizador realizándose el Primer Maratón LALA en 1989 en el cual participó. Don Germán ha concursado en forma ininterrumpida en los maratones celebrados hasta la fecha, siendo la distancia de un maratón de 42.195 km. Para sacar fruto positivo de sus participaciones, don Germán pensó en promover maratones con fines benéficos. Así fue como se organizó, con la colaboración del Club Sertoma de Torreón, un maratón que se denominó ‘100 kilómetros por amor a ti’, en el cual participó la ultra maratonista lagunera de fama internacional, Silvia Graziano de Andonie, quien corrió 100 kilómetros para obtener fondos en beneficio del Centro Lagunero de Educación Especial, A.C. (CLEE). Asimismo, a sus 75 años (el 20 de noviembre de 2001), corrió el súper maratón de 100 kilómetros ‘De oración por la paz del mundo’ como evento de fines benéficos para destinar lo recaudado a la construcción del nuevo edificio del CLEE, el cual cubrió 83 Nuestra Gente Silvia Graziano de Andonie, extraordinaria corredora de súper distancia a nivel mundial, quien también portó la llama olímpica, acompaña a don Germán González Navarro. en un tiempo de 16 horas, 11 minutos y 35 segundos. El secreto de don Germán, según comenta él, consiste en el poder de la oración. Ha recibido más de cien trofeos por su participación en el ámbito deportivo, los cuales acostumbra regalar para la promoción de eventos similares. En la convocatoria de la XVI edición del Maratón Internacional LALA 2004 se estableció el ‘Trofeo Irritila’ para entregarse a quien se hubiera distinguido por su contribución a promover la práctica de la carrera de larga distancia en México. Dentro de todas las propuestas presentadas al Comité Organizador, don Germán fue distinguido con este premio (…) Don Germán ha participado en maratones celebrados en diversas ciudades del país y en el extranjero (…) en carreras de 42, 80, 100 y 117 kilómetros llegando incluso a correr 24 horas continuas. Don Germán tiene el siguiente lema: ‘La vida es un maratón divino y el cielo es nuestro destino’” (González, Germán, Archivo personal con valor curricular, Premio Compartir, Torreón, Coahuila, 2004). 84 Germán González Navarro Respecto a Silvia Graziano, don Germán tiene una opinión muy especial: “Debo hablar de los que son más que yo. De eso se debería tratar este libro. Esta muchachita, ultra atleta de origen lagunero, Silvia Graziano de Andonie, ha sido la única mujer que compitió en una competencia dificilísima. Ella tenía que nadar 76 kilómetros, recorrer 3600 kilómetros en bicicleta; y otros 844 corriendo. Eso equivale a 20 triatlones similares al Iron man. Ella lo logró en 26 días, 19 horas, 1 minuto y 41 segundos. Fue una carrera de doble decatriatlón. El trofeo que recibió Silvia actualmente se encuentra en la Galería del Deporte en Torreón. Silvia me dio su camiseta de súper campeona de los dos mil kilómetros sin parar en ultra distancia y los tenis que usó en veinte triatlones. ¡Y los laguneros no conocemos a esta creatura! ¿Cómo es posible? Yo no pude resistirme un día y le tuve que preguntar: ‘Silvia, cuando vas corriendo esas distancias tan largas y te duele algo, ¿qué haces?’. Me dio una sabia y admirable respuesta: ‘Lloro y le sigo’”. Don Germán también ha participado en varias ediciones del 10k Victoria. En la segunda, compitió con su hijo Guillermo González Duarte y su nieto Mateo. Y en la tercera volvieron a hacer “el tres”. A sabiendas de que iba Coincidencias de cuatro generaciones en la 10K. 85 Nuestra Gente a competir en México el martes 26 de octubre de 2010, el domingo 24 de octubre corrió la octava edición del 10k Victoria con Gerardo, Gustavo Alfonso y Guillermo Eduardo y su nieto Mateo. Él no se inscribió, pero acompañó a sus hijos. La siguiente tabla presenta más intervenciones relevantes de don Germán en materia de atletismo: 86 1985 Participó caminando en una carrera del club “Corra por su vida” obteniendo el primer lugar en su categoría. 1986 Inician sus participaciones corriendo en carreras de 5, 10 y 21 kilómetros. 1987 Corrió el IX Maratón Nova en Monterrey obteniendo el primer lugar de su categoría. A partir de esa fecha, entrenó diariamente. 1989 Logró el primer lugar de su categoría en el Primer Maratón LALA. 19902004 Corrió todos los Maratones LALA hasta el número XVI. 2005 Gracias a la exitosa operación de la columna realizada por el doctor Paul A. Glazer de la Universidad de Harvard, don Germán recupera su salud y vuelve a participar en el Maratón LALA número XVII recorriendo 500 metros en silla de ruedas. 20062007 Recorrió medio Maratón LALA en sus ediciones XVIII y XIX. 2007 Ganó dos primeros lugares en caminata de 1, 600 y 2, 500 metros en su categoría (80 años y mayores) tanto en los Juegos Municipales Deportivos como en los Juegos Estatales Deportivos y obtiene el derecho a participar en los Juegos Nacionales. Germán González Navarro 2008 Corrió la edición XX del Maratón LALA (21 kilómetros, únicamente) 2009 Corrió la edición XXI del Maratón LALA XXI y participa en carreras a nivel municipal y estatal. 2010 Participa en la edición XXII del Maratón LALA, pero sólo corre diez kilómetros. Participa en la ciudad de México en los Juegos Nacionales Deportivos y Culturales de las Personas Adultos Mayores y obtiene la medalla de oro en relevos de 400 metros y de bronce en 2,800 metros. Participante fiel del Maratón LALA. 87 Nuestra Gente X. Un gran querer Don Germán se levanta todos los días a las cuatro de la mañana a pensar, a ordenar papeles, a ser productivo y a “encomendarse al espíritu del bien y no pararse”. Platica su rutina diaria y sólo de oírlo, se me antoja seguirle el paso. En eso de madrugar hemos coincidido. Será porque, como dice uno de sus hijos, “para amar al día, es necesario verlo nacer”. Don Germán continúa la plática: “Ahora me sube la presión en la mañana, pero me levanto temprano para no darle oportunidad. Como algo de fruta y sigo haciendo ejercicio porque es una de las bases de la salud. Y la salud, una de las bases de la felicidad. A mí, con la crisis que vive México, me da pena traer kilos de más. Lo sentiría como un insulto público. Por eso estoy rebajando. En mis mañanas también me dedico a ver quién es mi próximo prójimo. La vida nos va enseñando formas muy sensatas de pedir y formas de dar. Somos malitos para pedirle a Dios. Le pedimos y estamos con Él a sólo dame y dame sin ofrecerle nada. Nos pasa lo mismo que con el gobierno. Exigimos sin dar nada a cambio. Me acuerdo que un día estaba así de gente con el tesorero. Todos iban a pedirle apoyos. Cuando entré, le di un consejo para que despejara su sala de espera: ‘A todo el que entre a hablar contigo, recíbelo, pero adelántate y pídele que te ayude, dentro de sus posibilidades, a realizar tal o cual tarea. A ver cuántos se apuntan”. Las historias no concluyen en voz de don Germán. Desde la primera plática nuestra supe que no puede haber libro que dé cuenta cabal de su trayectoria. Una anécdota sigue a otra, como si se tratara de correr un maratón sinfín. Su narrativa es cautivante. Al charlar con él, también escucho mi voz interna que compara cada pensamiento de don Germán con los propios. Me doy cuenta del don 88 Germán González Navarro que tiene para transmitir un estado de ánimo que invita y convence para obrar en positivo. Una de las reflexiones que me compartió don Germán sigue resonando fuerte: “Decir ‘no puedo’ está prohibido en mi casa. Mejor diga ‘no quiero’”. Don Germán y yo continuamos la plática al lado de su cocina en la última de las entrevistas programadas. Comemos nieve de mango como un par de nuevos amigos que disfrutan una soleada tarde de septiembre. Sé que debo despedirme de él y cerrar su semblanza, pero no puedo. O, mejor dicho, no quiero. Escuchar las palabras de don Germán es aprendizaje y es alegría. Es espíritu que sana. Don Germán González Navarro, un auténtico dador de esperanzas. Don Germán y su familia comparten el amor por el atletismo. 89 Germán González Navarro, Nuestra Gente se terminó de imprimir en diciembre de 2010. El cuidado editorial estuvo a cargo de la Coordinación de Literatura del Icocult. Las familias tipográficas usadas son Lucida Bright, Garamond y Arial.