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Manejo Emocional como Estrategia en la Labor de Custodios Resumen Documental de los Talleres El origen de algunos comportamientos perturbadores se deriva de aquellas situaciones que no hemos sabido enfrentar, las cuales aumentan los niveles de intolerancia y actitudes antisociales, y que nos han llenado de miedo, rabia, culpa, odio y depresión. Es innegable que en Panamá se ha dado un aumento de la conducta violenta que incide en un sentimiento de inseguridad de la población, convirtiéndose en uno de los problemas sociales de mayor preocupación. Las características de violencia, agresividad y actitudes poco empáticas de nuestra sociedad evidencian la necesidad de trabajar en la prevención de la misma. Se ha comprobado que las emociones no sanas están implícitas en los actos de violencia, como el odio, y la venganza; pero las emociones sanadas colaboran en la obtención de éxito, plenitud, la capacidad de adaptación y las relaciones interpersonales positivas, dando como resultado, el crecimiento del individuo y el mejoramiento de su calidad de vida. En Panamá se hace necesario sanar nuestra sociedad, con personas capaces de convivir entre si, para que nuestros niños y adolescentes aprendan a enfrentarse a sus propias emociones y sanar aquellas que les causen dificultades, aprendiendo hallar confianza y seguridad en si mismos y el mundo, a ser resilientes. Al aprender a manejar nuestras emociones, aprendemos a convivir, a aceptarnos y a respetarnos. La reeducación emocional permite que cada persona logre relacionarse con los demás intercambiando no sólo experiencias sino emociones, dando y recibiendo, fortaleciendo su autoestima y desarrollando vínculos sanos consigo mismo y con los demás. Quienes laboran en los centros de custodia para los menores infractores del país, necesitan una preparación adecuada que les permita detectar e intervenir efectivamente en las situaciones de crisis, derivadas de pérdidas que pueden presentar los niños, niñas y adolescentes con quienes laboran. En algunos casos, su intervención puede llevarlos a sentir que requieren de más estrategias y herramientas para enfrentar adecuadamente una crisis. Los talleres de reeducación emocional tienen como fin el de que los custodios y técnicos obtengan un mayor autoconocimiento de sus emociones, que a la vez puedan brindarles herramientas a los jóvenes para canalizar sus propias emociones. El personal técnico y los custodios, diariamente tienen que enfrentar el manejo de las emociones, tanto propias como de los jóvenes, las cuales influyen directamente en la motivación de ambos dirigiéndolos hacia el éxito o el fracaso dentro del proceso de rehabilitación social; por esta razón la educación emocional es tan importante; esta surge con el reconocimiento del ser humano como un todo integral. Emociones: El término emoción significa el impulso que induce la acción. Las emociones son el combustible interno que moviliza a los seres humanos para realizar sus proyectos, anhelos, establecer vínculos afectivos, construir y destruir, en fin, lo que nos da sentido a estar vivos. ¿Cuántas emociones diferentes existen? Según Plutchik, los seres humanos experimentan 8 categorías básicas de emociones que motivan varias clases de conductas. Temor, sorpresa, tristeza, disgusto, ira, esperanza, alegría y aceptación; cada una de estas nos ayudan a adaptarnos a las demandas de nuestro ambiente, aunque de diferentes maneras. Nuestra interacción con lo que nos rodea es básicamente emocional. El individuo tiende a recordar con mayor facilidad a las personas con quienes, de una u otra forma, han estrechado un vínculo emocional, aún cuando sea negativo, o incluso momentáneo. Las emociones varían en intensidad y de un individuo a otro. En un extremo se encuentran las personas que experimentan una intensa alegría y en el otro extremo están los que parecen carecer de sentimientos, incluso en las circunstancias más difíciles. Entre más intensa sea la emoción, más motivará la conducta. Las emociones y sentimientos pueden resultar muy intensos y difíciles de procesar, en especial para los niños y adolescentes. El trabajar con estos sentimientos, comprendiéndoles y poniéndoles a funcionar a favor del proceso de adaptación a la pérdida, facilitará la adaptación positiva de las personas y la resolución favorable de los conflictos intrapersonales. La Ira es una Emoción: Tomkins (1963) define la rabia es una emoción natural que se nutre de necesidades insatisfechas, y cuyos pilares están fundamentados en la injusticia, la frustración, la impotencia, la pérdida de control y en pensamientos de exigencia y culpa. Otras definiciones de la rabia son: Es el sentimiento de estar molesto en respuesta a la frustración o injuria. Es un estado emocional – fisiológico – cognitivo interno. 2 ¿CÓMO EXPRESAMOS LA RABIA? Me siento frustrado, vulnerado o amenazado Me enojo, me lleno de rabia o ira Ataco a otros Me agredo Actúo asertivamente Me huyen Me atacan Me deprimo y no reacciono. Brindo una respuesta al problema Gerenciando nuestra Rabia Para aprender a manejar la Rabia debemos extraerla de nosotros mismos y dirigirla constructivamente hacia fuera. Tener plena conciencia de lo que se está sintiendo, en que circunstancias y a qué la asocias. No evadir la emoción sentida. Darle la bienvenida. Hablar de la rabia sentida lo más que se pueda. Ubicar la rabia y dirigirla hacia una acción que a conciencia pueda ser convertida en positiva. Establece conexiones entre los sentimientos de rabia y las acciones presentes. Bloquea conductas impulsivas Concentra tu atención en el aquí y el ahora. Gerencia tu rabia Llora Escribe en un diario para hacer salir tus sentimientos. Golpea una almohada Resolución de problemas Humor sano Cambio de entorno Horarios 3 Escucha Empática La empatía es la capacidad de poder sintonizar los pensamientos, emociones y vivencias que otra persona tiene, y esto solamente es posible si hemos adquirido la conciencia y el conocimiento sobre nuestras propias necesidades emocionales. Estas necesidades son comunes a todo ser humano, pues en algún momento hemos deseados ser comprendidos, amados, acompañados, reconocidos. Lo que varía en cada persona es el grado en que considera importante satisfacer esta necesidad. La empatía se vivencia primero en uno mismo, al poder ser conscientes de nuestras necesidades, podemos reconocer esas peticiones emocionales en los otros, y entonces empezamos a comprender, que tal vez si hubiésemos vivido las mismas experiencias, con la misma historia de vida y en el escenario social de la persona, hubiéramos actuado como ella. Esto no quiere decir que justificamos o le damos la razón al otro, sino, que le comprendemos. Escuchar activamente no es fácil. Existen numerosos impedimentos que dificultan el ejercicio de una escucha activa. La resistencia a la escucha, en el fondo, es una forma confusa de saber los peligros que se presentan si nos abrimos de verdad, porque la verdadera escucha reside más en el corazón del hombre que en las circunstancias. Pero existen numerosos obstáculos más concretos a la escucha: El obstáculo de la ansiedad, que tiene lugar siempre que el ayudante está preocupado por sí mismo, por cómo es recibido y por cómo tiene que responder y quizá también por el miedo a que otro despierte en él alguna de sus zonas capaces de "sangrar" porque están heridas. El obstáculo de la superficialidad, manifestado sobre todo en la dificultad a pararse en los sentimientos de los demás. Se tiende a generalizar o a huir de los temas más comprometidos a nivel emotivo. No se personaliza la conversación. La tendencia a juzgar, a imponer inmediatamente las propias ideas y decir lo que es justo y lo que no lo es. Es propio de quien dirige su mirada inmediatamente a normas o esquemas personales, a sus ideas religiosas, políticas, éticas, etc., en lugar de centrase en cuanto la otra persona expone. La impaciencia, la impulsividad que lleva a algunos a no permitir que el otro se exprese, termine a su ritmo sus frases. El obstáculo de la pasividad, experimentado por aquellos que tienden a dar siempre la razón a otras personas, por tanto, se encuentran faltos de una capacidad de intervención activa y confrontadora en el momento oportuno. La tendencia a predicar, a proponer en seguida pequeños "sermones" que deberían dar razón de lo que el otro está experimentando, según el propio criterio. 4 La escucha, como destreza interpersonal, deja de pertenecer a la vida privada del oyente y es observable, evaluable, puede enseñarse y aprenderse. EL SÍNDROME DEL BURN-OUT O DESGASTE EMCIONAL ¿El sólo pensar que tiene que ir a trabajar le provoca una sensación de angustia y malestar? ¿Se siente muy cansado y sin energía para enfrentar los retos del día? ¿Durante las horas laborales tiende a sentirse deprimido o malhumorado? ¿Piensa que usted no es eficiente en lo que hace, o que no es apto en su empleo? ¿Sus compañeros, clientes o familia le han dicho que se comporta irritable o agresivo con ellos? ¿Siente que está a punto de “tirar la toalla” y renunciar, aún cuando esto afecte su economía? Si estas preguntas le recuerdan sentimientos e ideas que se presentan constantemente cuando piensa en su trabajo, es probable que esté enfrentándose al Síndrome de Burn-Out. El Burn-Out, (término que proviene del inglés y se traduce como “haberse quemado” ) fue utilizado en 1974 por Herbert Freudenberger para referirse a conductas observadas en el personal voluntario de un centro asistencial, quienes mostraban un agotamiento progresivo, ansiedad, depresión, desmotivación hacia su trabajo y agresividad con los pacientes. En investigaciones posteriores, la psicóloga Cristina Maslach describió el burn-out como el “síndrome de estrés por agotamiento emocional crónico”, que se desarrolla por el contacto continuo con otros seres humanos, muy en particular cuando estos tienen problemas o están atravesando una situación de sufrimiento; por lo que afecta generalmente a las personas que ejercen profesiones dedicadas a prestar ayuda a otros, como los profesionales de la salud (médicos, enfermeras, auxiliares, psicólogos), de la educación (maestros, profesores y orientadores), o a los trabajadores sociales, policías, bomberos y otros. Este síndrome tiene los siguientes efectos generales en el individuo: AGOTAMIENTO EMOCIONAL Y FÍSICO: Cansancio físico y mental, con una sensación de estar vacío emocionalmente y con poca energía para trabajar. DESPERSONALIZACIÓN: Actitudes negativas en las relaciones interpersonales. La persona se muestra insensible, sarcástica e irritable. Actúa con indiferencia, cinismo y amargura hacia las otras personas con quien se relaciona (compañeros de trabajo, pacientes o usuarios del servicio, e incluso con su familia) a quienes trata como si fueran objetos. FALTA DE REALIZACIÓN PERSONAL Y PROFESIONAL: Tendencia a evaluar su trabajo negativamente, falta de motivación en su trabajo, sentimientos de fracaso profesional o incompetencia, que se extiende a su vida personal, generando actitudes de frustración y resentimiento. 5 ¿Cómo nos podemos dar cuenta de que “estamos en Burn-Out”? Para quienes sufren de esta condición es muy difícil detectar el problema, ya que puede confundirse con algún otro trastorno físico, (resfriados, problemas de la presión arterial) o sus síntomas se toman como defectos o debilidades del carácter. Sin embargo, según la psiquiatra Andrea Sala, la presencia de los siguientes síntomas en las pueden ser signos de alerta: Área Física Fatiga constante Resfríos continuos Problemas de apetito Dolores musculares Dolores de cabeza Hipertensión Disfunción sexual Insomnio Trastornos gastrointestinales Arritmias cardiacas Área Emocional Irritabilidad Ansiedad Depresión Frustración Inflexibilidad Despersonalización Área Conductual Hostilidad o cinismo Impulsividad. Falta de concentración Relaciones conflictivas en el trabajo. Constantes tardanzas y ausentismo Aumento en el consumo de café, cigarrillos o bebidas alcohólicas. Mayor uso de psicofármacos Uso de drogas. Superficialidad en el contacto con otras personas. Generalmente, son las personas con quienes trabajamos (compañeros, pacientes, clientes) las primeras en detectar los síntomas o notar el cambio. Los mismos aparecen gradualmente y pueden ir desde una forma leve, con presencia de fatiga y malhumor, hasta una forma extrema, en donde la persona puede sufrir una crisis existencial que lo lleve a sufrir de depresión crónica, cometer suicidio o abandonar para siempre su profesión o vocación. ¿Qué hacer para prevenir o tratar el Burn-Out? A nivel personal, los profesionales que se desempeñan en los campos de atención pueden tomar las siguientes medidas para prevenir el Agotamiento Psíquico: Tener metas y objetivos personales y/o profesionales mejor adaptados a la realidad en la cual nos desenvolvemos. No pensar que uno puede o debe hacerse cargo de todo. Aceptar nuestras propias limitaciones y aprender a perdonar nuestros errores. Trabajar según las exigencias propias de nuestro medio laboral, sin sacrificar o renunciar a nuestros valores humanos. Equilibrar nuestra vida profesional con nuestra vida relacional (amigos, familia, descanso, entretenimientos), no permitiendo que el primero absorba o le robe tiempo a lo segundo. 6 El equipo o compañeros de trabajo son fundamentales en la prevención de tratamiento del burn-out, pues generalmente son los primeros en detectar la presencia del síndrome, además de que comparten las mismas funciones y problemas. Por esto, el equipo puede colaborar a través de las siguientes medidas: Propiciando una buena atmósfera de trabajo en equipo. Fomentando la colaboración entre compañeros, más que la competitividad. Promover espacios o grupos de reflexión sobre los aspectos emocionales en la relación laboral, tanto sobre el trabajo como sobre los clientes. Las instituciones u organizaciones pueden contribuir a la prevención del Burn-Out, y por ende, a la salud mental de su equipo de trabajo implementando procedimientos como: Disminución de los sistemas burocráticos internos Crear canales de comunicación que disminuyan la distancia entre los diferentes niveles institucionales. Involucrar a los equipos en la toma de decisiones que repercutan sobre su área laboral. Promoviendo programas de formación técnica y capacitación continua para el personal. Diagnosticar los factores de estrés provenientes de la organización e implementar medidas tendientes a disminuir o paliar sus efectos. Intervención en crisis Una crisis es un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por una incapacidad del individuo para manejar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas, y por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo. La resolución final de una crisis, ya sea por la muerte de un compañero de trabajo o por otro tipo de pérdida depende de numerosos factores, que incluyen la gravedad del suceso precipitante, recursos personales del individuo y los recursos sociales del individuo. En algunas ocasiones, las personas no cuentan con recursos personales ni sociales que faciliten la elaboración del hecho, por lo que las instituciones desempeñan un papel crucial al proporcionar los mecanismos que permitan la ventilación de los sentimientos y emociones asociados a la pérdida. La muerte de alguien significativo, nos acerca a la realidad de la propia muerte, haciéndonos más concientes de nuestra vulnerabilidad humana. El camino hacia la aceptación de esta vulnerabilidad, puede generar miedo y preocupación que muchas veces se manifiestan a través de conductas como baja productividad laboral, aislamiento del grupo, consumo de alcohol entre otras conductas que afectan un adecuado desempeño en el rol que realizan. El objetivo de la Intervención en Crisis está dirigido a expresar emociones, aclarar dudas y entender que atravesarán por un proceso que adecuadamente canalizado irá de la desorganización al crecimiento y aceptación interior de la vulnerabilidad de sí mismo. 7